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La espiritualidad mariana en la formación (página 2)



Partes: 1, 2, 3

En el franciscanismo, María es apreciada y
venerada como el ser que encarna en sumo grado las virtudes de la
humildad y la pobreza. En la iconografía a la Virgen
sentada en el trono le sustituye la madre que amamanta a su hijo
con atuendo y actitudes sencillas y humildes. Obviamente,
más aún que María es en Cristo el ejemplar
de la perfección de la pobreza, de la humildad y de la
obediencia a la voluntad del Padre. Pero a partir de entonces se
inicia el proceso que, a través de toda la obra formativa
de la iglesia, ha privilegiado de hecho la adjudicación de
tales virtudes a la mujer, considerando típicamente
femeninas expresiones y actitudes que de ahí se derivan,
tales como la docilidad, la paciencia, la gracia, enfoque
educacional que demasiado fácilmente y con harta
frecuencia ha llegado a ser funcional en un sistema social donde
la obediencia se traducía en sumisión, la dulzura
en incapacidad de opciones autónomas, la aceptación
de la voluntad de Dios en saber soportar sin límites y en
resignación pasiva, etc.

La Marialis Cultus afirma que la figura de la Virgen
ofrece a los hombres de nuestro tiempo "el modelo perfecto del
discípulo del Señor: artífice de la ciudad
terrena y temporal, pero peregrino diligente hacia la celeste y
eterna; promotor de la justicia que libera al oprimido y de la
caridad que socorre al necesitado, pero sobre todo testigo activo
del amor que edifica a Cristo en los corazones" (MC
37).

CAPÍTULO 1

MARIA, FORMADA Y
QUERIDA POR LA SANTISIMA TRINIDAD[3]

María no es una especie de añadidura
piadosa romanticoide y sentimental al evangelio. Su figura forma
parte esencial de la vida de Jesús y de su misión.
En ella Dios ha realizado cosas que nos afectan a todos. "Por
testimonios unánimes de sus biógrafos, sabemos que
Francisco era amartelado devoto de la Virgen, y que su
devoción era superior a la
corriente"[4].

"Se vogliamo capire la pietà mariana di Francesco
il primo passo sia di guardare i suoi scritti per scoprire che
cosa dice Poverello all"riguardo della Madonna. Tra i trenta dei
suoi scritti troviamo due che sono direttamente indirizzati alla
Maria Vergine. Il primo è l"Antifona che fa parte
dell"Ufficio delle Ore, che era composto da Francesco per
meditare il mistero pasquale di Gesù Cristo. L"Antifona
apre e chiude ogni salmo con il quale hanno pregato i frati. Il
secondo testo è il Saluto alla Vergine Maria
composto come una meditazione fatta sulla preghiera-salutatio
Ave Maria"[5].

Y, además, a través de ella Dios nos
quiere decir cosas que importan mucho a nuestra vida actual. En
una palabra, María es también, junto a
Jesús, evangelio de Dios para nuestra salvación,
«Buena Noticia» para la humanidad.

"Cuando Francisco quiere expresar su opción
fundamental cristiana dice así: "Yo, el hermano Francisco,
pequeñuelo, quiero seguir la vida y pobreza de nuestro
altísimo Señor Jesucristo y de su santísima
Madre y perseverar en ella hasta el" (UltVol 1). Con esto dice y
proclama dos cosas: la centralidad del seguimiento de Jesucristo
en su experiencia cristiana, referida además y
enteramente, como veremos, al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo, protagonistas decisivos y principales de la
salvación, y la inevitable y forzosa implicación de
la Virgen en la persona, vida y destino de
Jesús"[6].

Ante todo, porque es la madre de Jesús y, como
tal, el lugar donde se realizó el misterio de la
encarnación. Su función maternal nos permite
descubrir la verdad del Verbo de Dios que asume la naturaleza
humana, sin destruirla, en la unidad de la persona divina. Y por
esta relación tan íntima con el misterio de Cristo,
María ocupa también un lugar privilegiado y
único en la vida de la Iglesia y de cada uno de los
creyentes. Ella es la primera y la más perfecta
discípula de Cristo, modelo de fe y espejo en que se mira
todo el pueblo de Dios. Ella, por voluntad expresa de Cristo, es
también la madre de todos los discípulos, a los que
acompaña en su peregrinación por este mundo hasta
la identificación plena con Cristo. "Francisco
jamás separa a la Madre del hijo, después de
haberla visto en el Crucifijo de san Damián unida a su
hijo Jesús. Y, en efecto, Francisco la ve siempre en el
contexto trinitario del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo"[7]. Este autor expresa que hasta el
presente no se ha elaborado una "espiritualidad mariana de S.
Francisco. Si se habla de ver al pobrecillo como un innovador de
la piedad mariana se puede decir "si y no", podemos decir que por
una parte bebió de las fuentes de S. Pedro Damiani, S.
Bernardo, y por otro lado S. Francisco tiene algunas expresiones
propias como por ejemplo: María esposa del Espíritu
Santo", que se encuentra en el Oficio de la Pasión, algo
propio y específico de él, o sea el contexto
trinitario.

  • Electa y consagrada por la
    Trinidad.

Lehmmans, y Van Assendok, son dos escritores que nos
refiere que la maternidad divina de María es obra de Dios
Trino.

"La construcción literaria de este breve
opúsculo refleja su contenido teológico: la
veneración a María está enmarcada en la
adoración a la santísima Trinidad. Todas las
alabanzas del Saludo a la Bienaventurada Virgen
María
brotan de la maternidad divina de María,
y la expresan y la cantan con imágenes gráficas.
Según el Saludo a la Bienaventurada Virgen
María
, al igual que según la
Antífona, la maternidad divina de María es
obra de Dios Trinidad. María ha sido elegida por el Padre,
que la consagró con su santo Hijo por el Espíritu
Santo. Éste, el Espíritu Santo, es citado de nuevo
al final del Saludo como la fuerza que convierte a los
infieles en fieles. Así pues, en este opúsculo se
da una cierta unidad entre su forma literaria y su fondo
teológico"[8].

No está nuestro ánimo en entrar en detalle
de la composición y el "Sitz im Leben" o el contexto vital
de las oraciones dedicada a la Santísima Virgen
María, sino demostrar el sentido profundo de su
devoción mariana. S. Francisco considera a María la
abogada-patrona-protectora de la Orden, la Porciúncula,
casa-iglesia-madre de los Hermanos Menores, para celebrar a la
Virgen hecha y consagrada iglesia por la Santísima
Trinidad, de la que todos participamos mediante el
Espíritu Santo.

  • 1…..Salve, Señora, santa
    Reina,………………santa Madre de Dios, María,
    ………………que eres virgen hecha iglesia, (divenuta
    Chiesa).2…………….y elegida por el santísimo
    Padre del cielo,………………que te
    consagró………………con su santísimo Hijo
    amado………………y el Espíritu Santo
    Paráclito,3…………….en quien estuvo y
    está………………toda la plenitud de la gracia y
    todo bien.

  • 4…..Salve, palacio suyo;…….salve,
    tabernáculo suyo;…….salve, casa suya.5…..Salve,
    vestidura suya;…….salve, esclava suya;…….salve, Madre
    suya;

6…..y, salve, todas vosotras las santas
virtudes,………………que por la gracia e iluminación
del Espíritu Santo………………sois infundidas en los
corazones de los fieles,………………para hacerlos, de
infieles, fieles a Dios.

Esta relación vital y existencial entre
María y la Trinidad lo vemos además en el "Officium
Passionis Domini" que S. Francisco compuso y mandaba a recitar a
sus hermanos a toda hora.

La unión íntima con la Santísima
Trinidad, con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es
decir, la inhabitación trinitaria, es obra del
Espíritu del Señor que se posa en nosotros
haciéndonos hijos del Padre, esposas del Espíritu
Santo, hermanos y madres de nuestro Señor Jesucristo (cf.
2CtaF 48-53). Dice K. Esser: "Maria ha ricevuto tutto da
Dio"[9]; en los labios de Francisco no vienen unas
alabanzas que no sea al mismo tiempo laúdes a Dios uno y
Trino. Esto, el pobrecillo lo comprende profunda y
claramente.

"Llegamos de esta forma al centro de la gran paradoja de
la historia de la salvación, que Pablo ha reflejado de
algún modo al final de un argumento atormentado, donde
avanza vuelve y gira sin hallar, al parecer, las palabras que
buscaba: "No hay mujer sin varón, ni varón sin
mujer en el Señor; porque así como la mujer
(provino) del varón, así también el
varón (nace) por la mujer. Y todos provienen de Dios" (I
Cor I I, I I 12). Varón y mujer viven en un plano de
complementariedad mundana (histórica), que se abre desde
ahora hacia la nueva creatura (cf Ef 2,15). En ese plano
superior, donde no existe griego ni judío, varón ni
mujer (cf Gál 3,28), viene a situarnos ya María:
ella es presencia de Dios y signo trinitario por ser persona
nueva, aquella que ha iniciado sobre el mundo, en forma plena,
abierta, el camino de la fe para los
hombres"[10]

1.2. Asociada al misterio de la pobreza
de su hijo.

María formó parte del pueblo llano de su
tiempo, compartió su vida ardua y anónima. Por ello
se identifica con los sencillos y modestos de la tierra. Al
compartir su suerte les revela su dignidad: la madre de Dios y de
los hombres es una mujer como ellos. Esta solidaridad de
María con la pobreza y los pobres es ya un factor en su
liberación, pues la liberación comienza y se
alimenta con el descubrimiento de la dignidad de los pobres y de
su mutua solidaridad.

"La pobreza de Francisco es una mujer amada, es la Dama
del –Sacrum Commercium cum Domina Paupertate, es la
bienaventurada Señora Santa María; es Nazaret, es
Santa María de los
Ángeles"[11]

Francisco no se limita a una relación intimista
de pura interioridad con la virgen María de la vida
cristiana, la semejanza es también en lo externo, es por
eso que otorga otro título de nobleza a la madre de Dios
como personificación de la pobreza de Cristo: "Domina
pauper". Es un signo de condivisión del destino de su
Hijo.

Esta opción preferencial por los pobres en
María no es sólo un hecho evangélico: en la
condición ardua y pobre del nacimiento de Jesús, en
la inseguridad de la persecución de Herodes, que la
llevó a exiliarse en Egipto con su familia, en la vida
opaca y modesta de Nazaret como una mujer más del pueblo,
etc. Es también un aspecto de la devoción popular
mariana. El pueblo sencillo y pobre siente a María
cercana, una de ellos. Las tradiciones sólidas de
apariciones marianas (Guadalupe, Lourdes, Fátima como
ejemplos bien conocidos) se dan en lugares pobres y a gente
sencilla, a menudo niños y niñas. Los grandes
lugares de veneración mariana son visitados sobre todo por
los más pobres, necesitados, sufrientes y oprimidos, aun
sociopolíticamente. Todo esto encierra un gran mensaje
mariano sobre la dignidad de los pobres y una llamada a la
solidaridad por su liberación humana.

"Sono molto numerosi i testi nei quali Francesco
presenta la Vergine poverella che condivide con Gesú la
condizione dei poveri, secondo l´opzione fatta dal figlio
di Dios fin dall´incarnazione…Insegnava a saper
scoprire in ogni bisognoso non soltanto il Cristo povero, ma
anche la Madre povera"[12]

Escribe el Celano que S. Francisco "circundaba de un
amor indecible a la Madre de Jesús, porque había
hecho hermano al Señor de la majestad" (Cel 198,
786)[13]. En la última voluntad a S. Clara,
escribe S. Francisco "Quiero seguir la vida y la pobreza del
Altísimo Señor Nuestro Jesús Cristo y de su
santísima Madre" (140).

"Para s. Francisco el amor a la Madonna viene expresada
en modo especial en su imitación de su pobreza…en
la Carta a los fieles, hablando de Cristo recuerda: El siendo el
más rico de todo otro ser, quiere todavía escoger,
junto a su madre beatísima, la pobreza; a los frailes: Es
sobre el ejemplo de él y de su madre santísima que
nosotros habíamos elegido el camino de la verdadera
pobreza. San Buenaventura, a este propósito, subraya: a
menudo reclamaba a la mente, llorando, la pobreza de Jesús
Cristo y de su Madre, y afirmaba que esta es la reina de las
virtudes, porque allí se ve así brillantemente,
más que en otros, el Rey de reyes, y en la Reina su
madre"[14]

María[15]era consciente y
solidaria con las miserias y servidumbres del pueblo de Israel.
Participaba en el anhelo de liberación de ese pueblo;
integró ese anhelo en la promesa de Dios y en la obra de
Cristo como redentor del pecado y como salvador de toda
servidumbre humana. Y le dio a su pueblo un horizonte de
esperanza en la venida del reino de Dios, que haría nuevas
todas las cosas. Esta actitud de María está
condensada en su Magníficat (Lc 1,46-55). En el tercer
mundo creyente se reza el Magníficat teniendo presente
esta actitud. En algunos lugares se ha convertido en un texto
clave para entender la actitud de María en la
liberación de su pueblo. El propio magisterio de la
iglesia ha hecho uso de él en este sentido (cf Puebla 297;
instrucción sobre "Libertad cristiana y
liberación", Cong. de la Fe, n. 48; encíclica de
Juan Pablo II sobre la "Bienaventurada Virgen María en la
vida de la iglesia peregrina" (Redemptoris Mater, n. 37). El tema
ha sido reiterado por el propio papa Juan Pablo II,
particularmente en sus viajes a Iberoamérica, comenzando
por su homilía en Zapopán, México (AAS LXXI,
p. 230).

En modo especial alcanzaba la pobreza de María en
el proponer el empeño de la pobreza evangélica a s.
Clara y a sus hermanas, haciéndolas identificarlas con
plenitud, "siguiendo las huellas de Cristo y de su
Santísima Madre". "No se puede ser devoto de la
santísima Virgen Maria y desatender el testimonio de su
camino junto al Hijo, hasta la misma
cruz"[16]

  • Tipo y modelo de
    respuesta.

La fidelidad es una de las formas de que se reviste la
fe. Y la fe es creer, es confiar, entregar, poner la propia vida
en manos de aquel en quien creemos, a quien nos confiamos. Creer
es darle intervención en nuestra vida, apoyar nuestra vida
en su palabra, en su testimonio, en su amor.

En la evolución de la fe, en el crecimiento
espiritual, también se suele dar una primera etapa de
ilusión, de colorido y atractivo. Después vienen
las dificultades, las contradicciones, las implicaciones
dolorosas.

Si en un primer momento la fe es entrega y confianza, en
un momento posterior ha de convertirse en fidelidad, que es
constancia, perseverancia, a pesar de todas las dificultades, a
pesar del cansancio, a pesar de toda aparente evidencia
contraria.

Y el toque final de consumación de toda vivencia
humana es la muerte: ser fiel hasta la muerte es el broche de oro
de toda fidelidad. Aceptar la muerte por fidelidad a Dios. Si no
es ésta una situación que nos sea dada a todos,
sí que todos debemos estar dispuestos a afrontarla: "Si
bien el martirio, suprema prueba de amor, es don concedido a
pocos, sin embargo, todos deben estar dispuestos a confesar a
Cristo delante de los hombres y a seguirle, por el camino de la
cruz, en medio de las persecuciones que nunca faltan a la
Iglesia" (LG 42).

"Francesco, alla fine del saluto alla Vergine –
Ave Domina…, quae es virgo Ecclesia facta = cioè ,
Vergine divenuta Chiesa, saluta anche "tutte le sante
virtú, che sono infuse nei cuore dei fedeli per grazia e
lume dello Spirito Santo", María infatti è tipo e
modelo di ogni virtú"[17].

La Madre de Dios es figura de la Iglesia en el orden de
la fe, de la caridad y de la perfecta unión con Cristo
(L.G. 63-65), como nos dice el Concilio Vaticano II en la Lumen
Gentium, como continuadora del pensamiento de los padres de la
iglesia, especialmente S. Ambrosio. Al nacer de una mujer Dios ha
enaltecido y llevado a perfección "el genio femenino" y la
dignidad de la mujer y de la madre. La Iglesia, al celebrar la
maternidad divina de María, reconoce gozosa que
María es también madre suya, que a lo largo de los
días y los meses del año engendra nuevos hijos para
Dios.

1.4. Abogada y
protectora.

Todos sabemos que Francisco quiso que María fuese
la Protectora de su Orden. El texto latino de Celano al respecto
es muy expresivo: Ordinis Advocatam ipsam constituit:
«La constituyó Abogada de la Orden y puso bajo sus
alas, para que los nutriese y protegiese hasta el fin, a los
hijos que estaba a punto de abandonar. ¡Ea, Abogada de los
pobres!, cumple con nosotros tu misión de tutora hasta el
día señalado por el Padre» (2 Cel 198). Por
tanto tenemos, a la cabeza de la Orden: El Espíritu Santo
como ministro general y María Santísima como
abogada y protectora. (cf S. Buenaventura, Vida de s. Francisco,
c. 3, 1, p 26). "Costituì come avvocata per sé e
per i frati".

"Al principio, o sea, hasta 1223, el Capítulo
general debía celebrarse normalmente todos los años
por los ministros cismontanos y cada tres años por todos
los ministros, en la fiesta de Pentecostés, junto a la
iglesia de Santa María de la Porciúncula
.
También aquí encontrarnos unidos al Espíritu
Santo y a María, o sea, según la concepción
de Francisco, al Ministro general y a la Abogada-Protectora de su
Orden. Ahora bien, en ninguna Orden del siglo XIII encontramos
una coincidencia semejante, y la que se da en nuestro caso la
hemos de atribuir, no a la casualidad, sino a la intención
del Fundador, que quiso confiar el gobierno de su Orden al
Espíritu Paráclito y a Santa María de los
Ángeles".[18]

K. Esser nos narra que poco tiempo después de la
muerte Francisco un poeta Enrico d´Avranches, utiliza la
expresión que ya se conocía poco tiempo
después de la muerte de del "Poverello".

"Maria la avvocata, é la guida materna al Cristo.
L´uomo-Dio, e Cristo é in ogni cosa il mediatore
presso il Padre. Non si potrebbe trovare una formula piú
precisa: Maria –mediatrix ad Christum- e Cristo
–mediator ad Patrem"[19].

Un lenguaje muy "pintoresco" de s. Francisco para los
pecadores que confía en presentarse frente al Padre, con
todo lo que eso significa.

Capítulo II

2.VIRGEN MARIA MODELO
DE FE

Vivir la fe parece hoy más difícil que
antaño, cuando las personas se educaban en un contexto
sociológicamente cristiano; pero para María creer
fue tanto o más difícil que para nosotros. Por eso
es, como un modelo para la Iglesia de todos los tiempos:
María vivió anticipadamente la dificultad de ser
cristiano mejor que todos los que la han seguido. Por eso es
siempre una ayuda: un ejemplo para la Iglesia entera y para todo
cristiano. Y como la ayuda mutua representa una de las
propiedades más naturales y a la vez más sublimes
del género humano, María santísima es el
cumplimiento perfecto de esta virtud humana en beneficio de
todos.

María es aquella que, desde su concepción
inmaculada, refleja más perfectamente la belleza divina.
« Toda hermosa » es el título con el que la
Iglesia la invoca. «La relación que todo fiel, como
consecuencia de su unión con Cristo, mantiene con
María Santísima queda aún más
acentuada en la vida de las personas consagradas […] En todos
(los Institutos de vida consagrada) existe la convicción
de que la presencia de María tiene una importancia
fundamental tanto para la vida espiritual de cada alma
consagrada, como para la consistencia, la unidad y el progreso de
toda la comunidad»

En efecto, María es ejemplo sublime de
perfecta consagración
, por su pertenencia plena y
entrega total a Dios. Elegida por el Señor, que quiso
realizar en ella el misterio de la Encarnación, recuerda a
los consagrados la primacía de la iniciativa de
Dios
. Al mismo tiempo, habiendo dado su consentimiento a la
Palabra divina, que se hizo carne en ella, María aparece
como modelo de acogida de la gracia por parte de la
criatura humana.

Cercana a Cristo, junto con José, en la vida
oculta de Nazaret, presente al lado del Hijo en los momentos
cruciales de su vida pública, la Virgen es maestra de
seguimiento incondicional y de servicio asiduo. En ella,
«templo del Espíritu Santo», brilla de este
modo todo el esplendor de la nueva criatura. La vida consagrada
la contempla como modelo sublime de consagración al Padre,
de unión con el Hijo y de docilidad al Espíritu,
sabiendo bien que identificarse con «el tipo de vida en
pobreza y virginidad» de Cristo significa asumir
también el tipo de vida de María.

La persona consagrada encuentra, además, en la
Virgen una Madre por título muy especial. En
efecto, si la nueva maternidad dada a María en el Calvario
es un don a todos los cristianos, adquiere un valor
específico para quien ha consagrado plenamente la propia
vida a Cristo. « Ahí tienes a tu madre »
(Jn 19, 27): las palabras de Jesús al
discípulo « a quien amaba » (Jn 19,
26), asumen una profundidad particular en la vida de la persona
consagrada. En efecto, está llamada con Juan a acoger
consigo a María Santísima (cf. Jn 19, 27),
amándola e imitándola con la radicalidad propia de
su vocación y experimentando, a su vez, una especial
ternura materna. La Virgen le comunica aquel amor que permite
ofrecer cada día la vida por Cristo, cooperando con
Él en la salvación del mundo. Por eso, la
relación filial con María es el camino privilegiado
para la fidelidad a la vocación recibida y una ayuda
eficacísima para avanzar en ella y vivirla en plenitud
(VC, 28).

Indudablemente sólo ella generó
físicamente al Salvador. ¿Pero no estamos todos
nosotros llamados a dar vida a Cristo en este mundo
descreído mediante nuestra fe, nuestro coraje, nuestro
testimonio y nuestra fecundidad? Si éste ha de seguir
existiendo, es preciso que mujeres y hombres decididos se
empeñen continuamente en la tarea de perpetuar la fe viva.
En la experiencia cristiana nada viene por sí solo: hay
que participar en el esfuerzo de la mujer (que grita por los
dolores del parto en el capítulo 12 del Apocalipsis) para
dar a luz al «niño» del cristianismo. En este
esfuerzo toda la Iglesia, hombres y mujeres, es mariana. Pablo
describe ampliamente (Ef 5) la imagen de la Iglesia universal
como esposa de Cristo. Ella lo es como Madre de Cristo («el
hombre nace mediante la mujer», 1 Cor 11, 12), pero
también en cuanto esposa que debe amarlo con
veneración.

Con esta afirmación nos situamos en el centro de
las demandas más importantes de la cultura actual, en la
que se lucha por equiparar la dignidad del hombre con la de la
mujer, aunque, frecuentemente, de manera que la mujer, para
defender su posición en una sociedad machista y
técnica, tiende a realizar funciones específicas
del varón. Pero éstas permanecerán
superficiales e infructuosas, y a la larga se revelarán
como francamente ruinosas, si el hombre no se concibe ya como
fruto de la fecundidad materna y esponsal de la mujer, y no se
reconoce deudor en su trato con ella.

"Ante todo, la virgen María ha sido propuesta
siempre por la iglesia a la imitación de los fieles no
precisamente por el tipo de vida que ella llevó y, tanto
menos, por el ambiente socio-cultural en que se
desarrolló, sino porque en sus condiciones concretas de
vida ella se adhirió total y responsablemente a la
voluntad de Dios; porque acogió la palabra y la puso en
práctica; porque su acción estuvo animada por la
caridad y por el espíritu de servicio, es decir, porque
fue la primera y la más perfecta discípula de
Cristo: lo cual tiene valor universal y permanente" (MC
35).

La devoción a María es, ante todo,
derivación del culto al único Mediador, Cristo, y,
a su vez, es instrumento eficaz para incrementarlo. Este es el
sentido de esa doble fórmula acuñada por una
espiritualidad ya secular: «A Jesús por María
y a María por Jesús»; expresión
sencilla y admirable de la unidad inseparable de Madre e Hijo.
Sólo desde María entendemos el misterio de
Jesús, y sólo desde Jesús entendemos la
importancia de María.

2.1. La conciencia de su
vocación.

La maternidad divina de María es el origen y la
explicación de todos sus privilegios, y el fundamento de
su misión única en la historia de la
salvación. Para ser Madre de Dios, el Eterno la
predestinó, la eligió y le concedió la
plenitud de gracia. Por ser Madre de Dios, María es
instrumento y cauce de la entrega de Dios a la humanidad,
portadora de la salvación, Madre de los hombres, y
especialmente de los creyentes.

La Virgen María, Madre de Dios y Madre de todos
los miembros del Pueblo de Dios siempre ha estado asociada a la
obra del Espíritu. Por El concibió en su seno al
Verbo de Dios y le esperó con los apóstoles,
perseverando en la oración (cf. LG 52 y 59),
después de la Ascensión del Señor. Por eso,
desde el principio hasta el fin de un itinerario de
formación, las religiosas y los religiosos encuentran la
presencia de la Virgen María.

«Entre todas las personas consagradas sin reserva
a Dios, ella es la primera. Ella, la Virgen de Nazaret, es
también la más plenamente consagrada a Dios,
consagrada del modo más perfecto. Su amor esponsal alcanza
su ápice en la maternidad divina por obra del
Espíritu Santo. Madre, ella lleva en sus brazos a Cristo,
y al mismo tiempo responde del modo más perfecto a su
llamada « sígueme ». Ella, su madre, lo sigue
como a su Maestro en castidad, pobreza y obediencia (…). Si
María es el primer modelo para toda la Iglesia, lo es con
más razón para las personas y comunidades
consagradas dentro de la Iglesia ». Cada religioso
está invitado « a reavivar (su) consagración
religiosa según el modelo de la consagración de la
misma Madre de Dios ».

El religioso encuentra a María no sólo a
título de modelo sino también a título
materno. « Ella es la Madre de los religiosos puesto que
ella es la Madre de aquel que fue consagrado y enviado. La vida
religiosa encuentra en su Fiat y en su Magnificat la totalidad de
su abandono a la acción consagratoria de Dios y el
estremecimiento de gozo que de ella nace ». (VC
20)

En la "Ratio fundamentalis institutionis
sacerdotalis"
pide al seminarista que "ame ardientemente,
según el espíritu de la Iglesia, a la Virgen
María, Madre de Cristo unida a Él de una manera
especial en la obra de la redención" (Congregación
para la Educación Católica, Ratio fundamentalis
institutionis sacerdotalis,
Romae, 1985, 54 e).

En la "Carta circular sobre algunos aspectos
más urgentes de la formación espiritual en los
seminarios"
(6 de enero, 1980) observa que "nada puede
llevar (…) mejor que la verdadera devoción a la Virgen
María, concebida como un esfuerzo cada vez más
completo de imitación, a la alegría de creer" (ib.,
Carta circular sobre algunos aspectos más urgentes de
la formación espiritual en los seminarios,
II,
4).

El Código de Derecho Canónico, al
tratar de la formación de los candidatos al sacerdocio,
recomienda el culto de la Santísima Virgen María,
alimentado con aquellos ejercicios de piedad con los que los
alumnos adquieren el espíritu de oración y
fortalecen su vocación (cf. Codex luris Canonici,
can. 246, par. 3).

2.2. La ruta de acceso a la
formación de la plena
madurez[20]

No es posible decir mucho sobre la psicología, o
sea, sobre la personalidad de María. Pero hay algunos
elementos que podemos tener en cuenta. En primer lugar, sobre la
base de los conocimientos adquiridos a propósito de la
relación madre e hijo y de su importancia para la
formación del carácter y, más globalmente,
de la personalidad de los hijos, es la figura de Jesús
—tal como ha sido transmitida por los escritos
neotestamentaria— la que nos puede suministrar importantes
indicaciones. Considerando las características humanas de
Jesús y teniendo en cuenta las nociones antes insinuadas,
especialmente con referencia al papel materno en los procesos de
identificación y en el desarrollo de las energías
emotivo-afectivas, podemos deducir que su madre debía de
ser una personalidad dotada de notable fuerza de ánimo,
capaz al mismo tiempo de abandonarse a las expresiones más
exquisitas de la sensibilidad del psiquismo humano: amistad,
ternura, entusiasmo, compasión. Algunos datos
históricos nos dan además ulteriores elementos para
conocer la personalidad de María. Ante todo, las
experiencias religiosas y sociales de su tiempo,
mostrándola compenetrada de los fermentos más
significativos de la cultura judía contemporánea.
La anunciación constituye también otro momento
significativo desde el punto de vista psicodinámicas; ante
una experiencia tan inesperada y arriesgada, parangonable a un
shock, ella muestra una elevada capacidad de control de sus
reacciones y de la situación, conduciendo el
diálogo del modo más adecuado. Igualmente
indicativo es el momento de su participación en la muerte
del Hijo, ya que, además de una reacción
extremadamente digna, hemos de deducir que María supo
mantener una lucidez y conciencia tales que el Hijo pudo
confiarle en aquel momento la iglesia naciente. Esto se confirma,
en cierto modo, por el hecho de reunirse la primitiva comunidad
cristiana en torno a ella como punto de referencia y factor
unificador de las esperanzas de los creyentes
asustados.

2.3. Los signos de la formación
en la verdadera madurez.

Partiendo de la afirmación de Luigi Imoda, "En
realidad desde siempre la formación ha sido considerada
como instrumento a la consagración, como un largo proceso
de preparación a la ofrenda de sí a
Dios"[21]. Prosigue expresando, que también
"la psicopedagogía posee su propia definición",
algo que está en la línea de Galimberti, esto es:
"El desarrollo de las adquisiciones espirituales práctica
y teórica que acompaña la maduración del
individuo en lo psicológica o como en lo profesional". Es
lo que de hecho afirma Alvaro Cacciotti:

"De alguna manera la tarea de la espiritualidad se
encuentra en el establecimiento de un modelo de vida espiritual
que puede conducir válida y eficazmente un camino de la fe
a la perfección evangélica, o, si se quiere, la
santidad"[22].

Todo esto lo ha expresado sabiamente el Concilio
Vaticano II, en el Lumen Gentium capítulo V, en la
unión con Cristo, fuente de gracia y santificación,
como franciscano, podemos parafrasear junto a K Esser:
"María es la madre de Jesús y es el instrumento
escogido por la Trinidad para su obra de salvación" (p
309). Esta devoción mariana de Francisco no se demuestra
tanto en la práctica, Francisco tenía
predilección, de entre todas las fiestas marianas por la
de la Asunción, afirma K. Esser.

"La ricerca di Gesú è vana e
infruttuosa se non passa per Maria; entrare del mistero di
Gesú non è possibile se si dimentica che Egli
è il Figlio di Maria: perchè nessuno e penetrato
como Lei nel mistero del Cristo"[23].

Todos los escritores de Francisco ven en continuidad con
el ideal del seráfico padre, y con ello se anticipa
largamente "las conquista modernas de la mariología y del
culto mariano" (Ciccarelli, p 273).

La Congregación para la Educación
Católica quiere llamar de modo especial la atención
de los formadores de seminarios sobre la necesidad de suscitar
una auténtica piedad mariana en los seminaristas, aquellos
que serán un día los principales agentes de la
pastoral de la Iglesia. Hurgando en el documento JPIC, Justicia,
Paz e Integridad de la Creación (Roma 2010), Un
itinerario formativo para una vida religiosa
profética
, no se menciona en ninguna parte a
María. "Ratio fundamentalis institutionis
sacerdotalis"
pide al seminarista que "ame ardientemente,
según el espíritu de la Iglesia, a la Virgen
María, Madre de Cristo unida a Él de una manera
especial en la obra de la redención" (Congregación
para la Educación Católica, Ratio fundamentalis
institutionis sacerdotalis,
Romae, 1985, 54 e).

en la "Carta circular sobre algunos aspectos
más urgentes de la formación espiritual en los
seminarios"
(6 de enero, 1980) observa que "nada puede
llevar (…) mejor que la verdadera devoción a la Virgen
María, concebida como un esfuerzo cada vez más
completo de imitación, a la alegría de creer" (ib.,
Carta circular sobre algunos aspectos más urgentes de
la formación espiritual en los seminarios,
II, 4),
tan importante para quien tendrá que hacer de su propia
vida un continuo ejercicio de fe.

Parafraseando al ex ministro General de los OFM menores:
"No se puede ser devoto de la santísima Virgen
María y desatender el testimonio de camino junto al Hijo,
hasta la misma cruz" o caer en un cristocentrismo desatendiendo a
su Madre la santísima Virgen María. "Así
seremos dignos de nuestra gloriosa tradición mariana
(…) Buenaventura, Antonio de Padua, Duns Scoto, Jacopone
da Todi, Bernardino de Siena. Devotos-enamorados, pero
santos"[24].

ANEXOS

I. Casos de violencia dentro de las
iglesias.

Algunos testimonios, que me pareció importante
dentro del enfoque dado a este trabajo. No pretendo ser
exhaustivo ni mucho menos. Desgraciadamente afirma Ana
Lutterman-Aguilar: como pastora protestante, teóloga
feminista, y misionera de la Iglesia Unida de Cristo que ha
participado por casi quince años en el trabajo
ecuménico e inter-religioso, representando en diferentes
momentos hasta nueve diferentes iglesias (incluyendo los
Luteranos, Presbiterianos, Metodistas, Menonitas, y otras), he
comprobado personalmente que la violencia existe en el interior
de nuestras iglesias protestantes. Esta violencia se manifiesta
en diversas formas, como lo son:

  • 1. Violencia económica: Por
    salarios muy bajos, especialmente para las mujeres que
    trabajamos en las iglesias como secretarias o aún como
    ministras, quienes tendemos a recibir salarios más
    bajos que los hombres. De ésta manera abusan del deseo
    de muchas mujeres a servir a la iglesia y del perjuicio y
    mentira cultural que dice que las mujeres no tenemos tantas
    obligaciones económicas como los hombres.

  • 2. Violencia psicológica: Por la
    discriminación en contra de pastoras. Por ejemplo,
    aunque en mi iglesia se han ordenado mujeres como ministras
    por más de 100 años, todavía es muy
    difícil que nosotras ascendamos a puestos altos en la
    iglesia, y rara vez llegamos a ser ministros principales en
    iglesias grandes. Casi siempre estamos relegadas a ser las
    asistentes del pastor o la directora de educación
    cristiana. Además, aunque en mi iglesia se han
    ordenando hombres abiertamente gay y mujeres abiertamente
    lesbianas como pastores desde 1979, y aunque hemos logrado
    celebrar matrimonios gay y lésbicos dentro de
    la iglesia, la discriminación sigue.

  • 3. Violencia sexual y el abuso de poder por
    parte de los ministros:
    Ha habido demasiados casos de
    relaciones entre ministros y mujeres que son miembros de sus
    congregaciones que han acudido a ellos en búsqueda de
    consejo. En muchos casos, los ministros han abusado de su
    poder y del respeto que las mujeres tienen por ellos,
    empezando aventuras sexuales que terminan destruyendo la
    confianza de la mujer en su iglesia y lastimando su
    autoestima. Por eso, aún cuando no hay violencia
    física en estas relaciones, siempre son
    psicológicamente violentas. En el último puesto
    que yo ocupaba, como pastora ecuménica en la capilla
    de una universidad grande, cinco estudiantes presentaron
    denuncias en contra de un pastor de alto rango por haberlas
    acosado sexualmente. Esto sucedió hace siete
    años, pero el ministro sigue en su puesto.
    Además, han habido casos de violación sexual
    cometido por ministros y otras autoridades religiosas. Sin
    embargo, estos criminales rara vez son castigados, por que
    las iglesias no quieren sacar su ropa sucia a la luz
    pública.

Nuestras iglesias no pueden hablar de la
liberación del pueblo, y mucho menos de la
liberación de la mujer, mientras que estos tipos de
violencia sigan. Para responder a la violencia en la sociedad,
hay que empezar con una limpieza en casa. Por lo tanto, nuestras
iglesias deben de tomar medidas fuertes en contra de todo tipo de
violencia y dejar de ser hipócritas. Como mujeres
creyentes, tenemos que denunciar y eliminar todo tipo de
violencia que surja dentro de nuestras iglesias para poder
construir el reino de Dios.

II. Conceptos teológicos que
fomentan violencia

Además, las mujeres de fe debemos reconocer que,
independientemente de diferencias entre nuestras iglesias,
compartimos varios conceptos teológicos que fomentan
violencia. Son conceptos tan antiguos y aceptados —muchas
veces por nosotras mismas— que son muy difíciles de
arrancar. Sin embargo, si no analizamos y no reformulamos nuestra
teología, seguiremos inconscientemente aceptando,
sosteniendo, y generando la violencia psicológica y
física que nos está ahorcando.

Me gustaría señalar cuatro conceptos
teológicos que creo debemos rechazar o reinterpretar para
rescatar nuestra dignidad como mujeres: 1) la masculinidad de
Dios; 2) la voluntad de Dios; 3) el pecado —y especialmente
el concepto del sexo como pecado— y 4) el auto sacrificio.
Los primeros dos conceptos —la masculinidad de Dios y la
voluntad de Dios— han sido temas de debate tanto para
judíos como cristianos, mientras que los otros dos
—el pecado y el auto sacrificio— son conceptos que
han sido interpretados y utilizados en una forma muy diferente y
mucho más dañina entre cristianos. Por eso
representan un gran reto para las mujeres cristianas
—protestantes, evangélicas, y
católicas.

II. 1. La Masculinidad de Dios.

El concepto de la masculinidad de Dios es un concepto
fundamentalmente violento porque no reconoce la feminidad de Dios
y mucho menos la divinidad dentro de las mujeres. Si Dios es
masculino, se refleja más en los hombres que en las
mujeres. Como han dicho muchas veces, el hecho de verle a Dios
como hombre convierte el hombre en Dios, dejándonos las
mujeres como seres de segunda clase que podemos ser violadas y
asesinadas con impunidad como en el caso de las mujeres de Ciudad
Juárez.

II. 2. La Voluntad de Dios.

El segundo concepto dañino es la creencia que
todo que sucede ocurre porque es la voluntad de Dios
todopoderoso. Por un lado, suena bien y nos hace sentir seguras
de que todo está bajo control de Dios. Sin embargo, esta
creencia nos lastima.

Hace algunos años, asistí el funeral de la
hija de una amiga. Durante la homilía, el sacerdote le
dijo a ella que no debía llorar porque su hijita ya era un
ángel en el paraíso. ¿Suena lindo, no? Pero
debemos analizarlo bien. ¿Cuáles mensajes le estaba
dando el sacerdote a la madre que sufría?

  • 1. Que no debía llorar, o sea, estaba
    prohibiéndole sus emociones más naturales en
    ese momento, robándole su valor humano, y
    diciéndole que no tenía derecho a sentir lo que
    sentía. Esto representa violencia
    psicológica.

  • 2. Le estaba diciendo que Dios tomó a su
    hija porque quería otro ángel en el
    paraíso. ¿Qué tipo de mensaje es?
    ¡Inconscientemente estaba diciendo que Dios mata!
    ¡Que Dios es tan egoísta que tomó la vida
    de esta niña inocente, negándole a ella la
    oportunidad de disfrutarla como hija!

¿Aceptamos la idea que cuando se nos muere un ser
querido, es por la voluntad de Dios? Cuando una mujer es violada,
¿es por castigo divino? ¿Que cuando una mujer esta
golpeada por su esposo, es porque Dios así lo quiere, y
por lo tanto, tiene que aguantarlo? ¿Aceptamos la idea de
que cuando explota un volcán y mata miles de personas, es
por la voluntad de Dios? O ¿el holocausto fue la voluntad
de Dios?

Estimo que este concepto teológico de la voluntad
de Dios ha sido utilizado en una forma que es
psicológicamente muy violenta por negarnos nuestras
emociones y por mantenernos sometidas a situaciones de
opresión. Las que creemos en un Dios libertador —un
Dios de la vida y no de la muerte, un Dios que condena y no
fomenta la violencia— tenemos que cuestionar esta creencia
que todo lo que sucede es la voluntad de Dios. Para hacer
realidad la promesa de una vida sin violencia psicológica
o física, debemos tener mucho cuidado cuando hablemos de
la voluntad de Dios.

II. 3. El Pecado y Culpabilidad.

El tercer concepto teológico que debemos
cuestionar es el concepto del pecado. Insisto, junto con otras
teólogas feministas, que las iglesias cristianas se han
enfocado demasiado en el pecado y no suficientemente en el amor
de Dios o el valor de la mujer. Al contrario, desde nuestra
niñez, le enseñan que somos pecadoras, así
lastimando nuestra autoestima e infligiendo en nosotras violencia
psicológica, y justificando a los que han sido violentos
con nosotras.

Nos han enseñado que casi todo es pecado. El
enojo es pecado: así que una niña que odia a su
tío es pecadora, a pesar de que el tío la ha
abusado o violado. El hecho de no honrar a los padres es pecado:
así que una joven que no respeta a su padre es pecadora, a
pesar de que él la ha maltratado física y
psicológicamente. Debe quererlo porque es su padre y hay
que respetarle. El divorcio es pecado: así que una mujer
que quiere divorciarse del esposo que la golpea es pecadora,
porque el divorcio es pecado. Debe seguir con él y
aguantarlo.

Podemos ver claramente que el énfasis que las
iglesias cristianas han dado al pecado tiene consecuencias
violentas. Sin embargo, es necesario señalar que uno de
los conceptos teológicos más violentos es la
creencia que el sexo es pecado. La Biblia casi no habla del sexo.
Busquemos en nuestras Biblias y descubriremos que es un tema de
poca importancia en la Biblia. Sin embargo, ha sido uno de los
temas más importantes para casi todas las iglesias
cristianas, y es el concepto que más ha lastimado a la
mujer; robándonos el derecho al placer sexual,
quitándonos la posesión de nuestros propios cuerpos
y el derecho de tomar nuestras propias decisiones sobre ellos; y
finalmente llenándonos con un sentido de culpabilidad que
destruye nuestra autoestima. Mujeres que han tenido relaciones
sexuales sin ser casadas y mujeres lesbianas o bisexuales son
especialmente castigadas y excluidas por las iglesias, a pesar de
que hay muy poca fundación bíblica para justificar
ese trato.

Para hacer realidad la promesa de una vida sin
violencia, debemos dejar de hablar tanto del pecado, cuestionar
la idea de que el sexo es pecado, y empezar a hablar de la
aceptación de Dios para todas las niñas,
jóvenes, y mujeres, porque Dios nos creó con
nuestros cuerpos, inclusive con la posibilidad de experimentar el
placer, y porque Dios nos acepta tal como somos, aún
cuando estamos enojadas y aún cuando rompemos las reglas y
normas de la sociedad.

II. 4. Sacrificio y
Abnegación.

El cuarto concepto teológico que nos ha limitado
y que ha sostenido la violencia física y
psicológica en contra de las mujeres es el concepto del
sacrificio, especialmente el auto sacrificio y la
abnegación. Aunque probablemente todas estamos de acuerdo
que el sacrificio es un valor religioso muy importante, debemos
reconocer que hemos dado demasiado peso a este valor sin
cuestionarlo. ¿Cuántas mujeres conocemos que
están orgullosos de su propio sufrimiento y auto
sacrificio frente esposos alcohólicos y abusivos?
¿Cuántas mujeres conocemos que ven el abuso como su
cruz? ¿Cuántas veces hemos escuchado la frase
«¡Nadie sabe que tanto he sufrido!» Por un
lado, tenemos que respetar a la mujer que ha soportado tanto
sufrimiento. Pero por otro lado, tenemos que admitir que el
énfasis en el sacrificio nos ha obligado a ser sumisas y a
aceptar todas formas de violencia. Debemos cuestionar la
insistencia discriminatoria de las iglesias en el valor del
sacrificio de la mujer e insistir que dejen de decirnos a
nosotras las mujeres que tenemos que aceptar una cruz.

Desde nuestra niñez, nos enseñan a
servirles a los demás (especialmente a los hombres) y a
sacrificarnos, pero ¿les enseñan lo mismo a los
niños? ¿Cuándo no hay suficiente dinero en
la familia para mandar a todos los hijos a la escuela, quienes
son los primeros para ser sacrificados: ¿los niños?
¿O las niñas? ¿Cuántas veces han
dicho las autoridades religiosas que las mujeres debemos aguantar
injusticias cometidas por los hombres porque es nuestra cruz que
tenemos que cargar? Sin embargo, la Biblia nos enseña que
a veces otros valores son más importantes que el
sacrificio. Por ejemplo, Jesús dice que María
—quien se sentó a los pies de Jesús para
escuchar sus palabras mientras que su hermana Marta se ocupaba
con los muchos quehaceres, sirviéndole a
Jesús— que ella «escogió la parte
mejor» cuando decidió educarse en lugar de servir.
(Lucas 10,38-42)

No hay duda que las iglesias cristianas están
llenas de mujeres y que la mayoría nos identificamos con
el sacrificio de Jesús. Hemos sido crucificados en mil
maneras. Sin embargo, Dios no quiere que suframos o que sigamos
auto sacrificándonos. Al contrario, Dios nos ofrece la
vida plena. Por lo tanto, si queremos hacer realidad la
promesa de una vida sin violencia, tenemos que arrancarnos de la
cruz y crear condiciones para la resurrección de la mujer.
O sea, debemos dejar de decirles a las mujeres que siempre tienen
que sacrificarse y llevar su cruz. Ha llegado el momento para la
resurrección —para empezar a construir vidas sin
violencia— vidas llenas de amor, autoestima y justicia
social"[25]. "Por lo demás, no hay
necesidad de proclamarse feminista para ver que todo el discurso
eclesial sobre la mujer lo han desarrollado siempre voces
masculinas"[26].

"A nivel de Iglesia, se ha concientizado la
situación de opresión en la que vive el continente
latino americano y, sobre todo, la opresión a la que se
encuentran sometidos los sectores más populares —y
al mismo tiempo más mayoritarios—, de nuestra
población, hecho que se ha visualizado con la
teoría de las dependencias. Si la opresión la
conjugamos con la cultura machista, tendremos que afirmar que la
mujer pobre en América Latina es la más oprimida de
los oprimidos, la más pobre de los pobres. En efecto, ella
no sólo padece las consecuencias generales de las
estructuras generadoras de injusticia, sino que además,
por encontrarse en un clima machista, tiene que padecer graves
discriminaciones, tanto en el campo jurídico, como en el
laboral y educacional. Más aún, muchas veces es
agredida en su salud y en su fecundidad por interesadas
campañas antinatalistas. Y además continúa
siendo oprimida por los propios oprimidos, cuando en éstos
prevalece la mentalidad machista"[27].

Quizás la expresión más cruda de
esta desigualdad, generadora de injusticia la encontramos en el
crimen de la concubina del Levita de Efraím: Jueces,
capítulo 19. A lo largo de toda la Biblia encontramos
pasajes que nos "muestran" que esa situación de
inferioridad femenina es tan antigua como las raíces
mismas de Occidente. Uno de esos pasajes en los que vemos a la
mujer indefensa frente al hombre, es en la violación de
Dina. Génesis, 34. Esta historia recogida por la Biblia no
pasaría de ser el germen de un drama si constituyera una
situación de excepción o fruto de la
imaginación de su autor… pero esta situación es
paradigmática de la historia de la mujer en nuestras
sociedades. Por ello es necesario que convoque nuestra
indignación. Como lo dijimos, en la Biblia encontramos
muchas veces textos y situaciones en los que la mujer padece
marginación y opresión. Y esto, por doble causa: la
opresión y marginación de los pobres en Israel, y
la situación de desigualdad de la mujer en esta
sociedad.

III. Masculinidad y
feminidad
[28]

— Por cada mujer fuerte cansada de aparentar
debilidad, hay un hombre débil cansado de parecer
fuerte.

— Por cada mujer cansada de tener que actuar como
una tonta, hay un hombre agobiado por tener que aparentar saberlo
todo.

— Por cada mujer cansada de ser calificada como
"hembra emocional", hay un hombre a quien se le ha negado el
derecho a llorar y a ser delicado.

— Por cada mujer catalogada como poco femenina
cuando compite, hay un hombre obligado a competir para que no se
dude de su masculinidad.

— Por cada mujer cansada de ser un objeto sexual,
hay un hombre preocupado por su potencia sexual.

— Por cada mujer que se siente atada por sus
hijos, hay un hombre a quien le ha sido negado el placer de la
paternidad.

— Por cada mujer que no ha tenido acceso a un
trabajo o a un salario satisfactorio, hay un hombre que debe
asumir la responsabilidad económica de otro ser
humano.

— Por cada mujer que desconoce los mecanismos del
automóvil, hay un hombre que no ha aprendido los secretos
del arte de cocinar.

— Por cada mujer que da un paso hacia su propia
liberación, hay un hombre que redescubre el camino hacia
la libertad. (Anónimo).

Hoy de cada tres mujeres, una recibe malos tratos; cada
ocho segundos una mujer es maltratada físicamente y en
muchos casos es víctima del propio marido7. Por cada
varón que emigra en Indonesia, lo hacen tres mujeres. El
80% de los desplazados y refugiados del mundo son también
ellas. Las violaciones, las repercusiones del "turismo sexual" y
del abuso, la venta y compra de mujeres… son incontables en
todas partes, pero el aumento de estas prácticas entre las
mujeres del Tercer Mundo es escalofriante.

En algunas culturas se practica la ablación del
clítoris y/o el coser de los labios vaginales que el novio
abrirá con un cuchillo el día de la boda, afirmando
así la "toma de posesión" sobre ella. Hay 110
millones de mujeres y niñas con los órganos
genitales mutilados y cada año se siguen mutilando 2
millones más. En China, India, Bangladesh, Corea del
Sur… los infanticidios y los abortos son selectivos y las
víctimas, en un 99%, son niñas. En consecuencia,
por ejemplo, China cuenta con 52 millones más de chinos
que de mujeres en edad de casarse. En bastantes países y
algunas culturas, todavía hoy, se permite el repudio y la
poligamia. La cultura islámica da una invisibilidad a las
mujeres obligándolas a llevar un velo y confirmando
así la posesión.

Siempre han existido mujeres que se han encontrado a
disgusto en este estado de dependencia, de encerramiento y de
silencio físico y psíquico al que estaban sometidas
a causa de su "sexo y condición". Algunas, de una forma u
otra, lo han dejado escrito o lo dijeron más o menos
abiertamente con sus reacciones y resistencias: Safo de Lesbos
(625580, a.c.), Leonor de Aquitania (s. XII), Cristina de Pisan
(s. XIVXV)…

Violante de Montcada (s. XV), al igual que otras muchas
abadesas de su tiempo, se opuso enérgicamente a una
imposición de la clausura que se hacía
"encaramándose sobre su Regla" y costumbres. Margarita de
Navarra (s. XVI) ironizó al "Decamerón" de Bocaccio
y le replicó en el "Heptamerón". María de
Gournay (XVI), hija adoptiva de Montaigne, publicó un
tratado sobre "la igualdad de hombres y mujeres" en el que
protesta enérgicamente de la situación.

Sor Juana Inés de la Cruz (s. XVII),
además de ser una excelente poetisa, reclamó para
las mujeres el derecho de hacer teología. Mary Ward (s.
XVII), fundadora de las "damas inglesas", tuvo muchísimas
dificultades con los varones de la curia romana, a causa de sus
ideas sobre la vida religiosa y no estaba nada de acuerdo en ser
tratada siempre con referencia a los varones: "¡Como si en
todo fuéramos inferiores a otra criatura que supongo debe
ser el hombre!"

Anna Marie von Schurman (XVII) se definía como
feminista y fundó una secta anabaptista.

Por citar sólo unas pocas más conocidas en
la cultura occidental, aunque de diferentes países y
épocas, en circunstancias y estados de vida
diversos.

Necesitamos unos modelos paradigmáticos de unas
relaciones Hombre-Mujer no jerarquizados, más
comunitarios, que se reconocen en alteridad y en reciprocidad,
sin miedos ni dominaciones. El fundamento teológico
está basado en el misterio de la Encarnación. En
ella, Dios mismo se hace solidario, "compañero,
colaborador", con los seres humanos y establece unas relaciones
nuevas, en alteridad. Y en Jesús estas relaciones se nos
hacen visibles y cercanas.

IV DOCUMENTO DE APARECIDA

IV.1. Los consagrados y consagradas,
discípulos misioneros de Jesús Testigo del
Padre[29]

  • La vida consagrada es un don del Padre por medio del
    Espíritu a su Iglesia[30]y constituye
    un elemento decisivo para su
    misión[31]Se expresa en la vida
    monástica, contemplativa y activa, los institutos
    seculares, a los que se añaden las sociedades de vida
    apostólica y otras nuevas formas. Es un camino de
    especial seguimiento de Cristo, para dedicarse a Él
    con un corazón indiviso, y ponerse, como Él, al
    servicio de Dios y de la humanidad, asumiendo la forma de
    vida que Cristo escogió para venir a este mundo: una
    vida virginal, pobre y
    obediente[32]

  • En comunión con los Pastores, los consagrados
    y consagradas son llamados a hacer de sus lugares de
    presencia, de su vida fraterna en comunión y de sus
    obras, espacios de anuncio explícito del Evangelio,
    principalmente a los más pobres, como lo han hecho en
    nuestro continente desde el inicio de la
    evangelización. De este modo colaboran, según
    sus carismas fundacionales, con la gestación de una
    nueva generación de cristianos discípulos y
    misioneros, y de una sociedad donde se respete la justicia y
    la dignidad de la persona humana.

  • Desde su ser, la vida consagrada está llamada
    a ser experta en comunión, tanto al interior de la
    Iglesia como de la sociedad. Su vida y su misión deben
    estar insertas en la Iglesia particular y en comunión
    con el Obispo. Para ello, es necesario crear cauces comunes e
    iniciativas de colaboración, que lleven a un
    conocimiento y valoración mutuos y a un compartir la
    misión con todos los llamados a seguir a
    Jesús.

  • En un continente, en el cual se manifiestan serias
    tendencias de secularización, también en la
    vida consagrada, los religiosos están llamados a dar
    testimonio de la absoluta primacía de Dios y de su
    Reino. La vida consagrada se convierte en testigo del Dios de
    la vida en una realidad que relativiza su valor (obediencia),
    es testigo de libertad frente al mercado y a las riquezas que
    valoran a las personas por el tener (pobreza), y es testigo
    de una entrega en el amor radical y libre a Dios y a la
    humanidad frente a la erotización y
    banalización de las relaciones (castidad).

  • En la actualidad de América Latina y El
    Caribe, la vida consagrada está llamada a ser una vida
    discipular, apasionada por Jesús-camino al Padre
    misericordioso, por lo mismo, de carácter
    profundamente místico y comunitario. Está
    llamada a ser una vida misionera, apasionada por el anuncio
    de Jesús-verdad del Padre, por lo mismo, radicalmente
    profética, capaz de mostrar a la luz de Cristo las
    sombras del mundo actual y los senderos de vida nueva, para
    lo que se requiere un profetismo que aspire hasta la entrega
    de la vida, en continuidad con la tradición de
    santidad y martirio de tantas y tantos consagrados a lo largo
    de la historia del Continente. Y al servicio del mundo,
    apasionada por Jesús-vida del Padre, que se hace
    presente en los más pequeños y en los
    últimos a quienes sirve desde el propio carisma y
    espiritualidad.

  • De manera especial, América Latina y El
    Caribe necesitan de la vida contemplativa, testigo de que
    sólo Dios basta para llenar la vida de sentido y de
    gozo. "En un mundo que va perdiendo el sentido de lo divino,
    ante la supervaloración de lo material, ustedes
    queridas religiosas, comprometidas desde sus claustros en ser
    testigos de unos valores por los que viven, sean testigos del
    Señor para el mundo de hoy, infundan con su
    oración un nuevo soplo de vida en la Iglesia y en el
    hombre actual"[33].

Formación[34]para ser completa,
debe incluir todas las áreas de la vida cristiana ya la
vida consagrada. Cabe esperar, por tanto, un ser humano,
cultural, espiritual y pastoral, con toda la atención,
porque está a favor de la integración armoniosa de
los diferentes aspectos. La formación inicial, entendida
como el proceso evolutivo que pasa por todas las etapas de
maduración personal – desde el psicológico y
espiritual a lo teológico y pastoral – se debe reservar un
espacio lo suficientemente grande de tiempo. En el caso de las
vocaciones al sacerdocio, que es partido y se mezclan con un
currículo específico, como parte de un programa
más amplio.

V. SANTIDAD, FORMACIÓN A LA VIDA
CONTEMPLATIVA[35]

La autora de este artículo define lo esencial en
su reflexión sobre la característica de la persona
en este tiempo. A mi parecer tiene una validez en el trabajo que
estoy realizando. A continuación en una sucinta
síntesis extraigo la visión de la
persona.

  • El hombre "en trozos" – el hijo de la unidad que
    está siendo redescubierto. Un hombre que considera a
    sí mismo más y las otras piezas "en una rutina
    de ser muy profundo.

  • El prisionero al hombre su libertad – "para ser
    recibidos a la obediencia." Y aquí la palabra
    "obediencia", el más querido por todas las formas de
    la vida religiosa, ya que define la vida religiosa de
    Jesús Cristo.

  • El empobrecimiento del corazón humano – la
    habilidad para iluminarlas todo. Y voluntad que la picadura
    de la vida cotidiana… lógica implacable que moldea
    el corazón: se queda pequeño y asustado, como
    todos, pero trate de mantener allí: "Confía en
    el Padre."

  • El hombre se fue con el presente – un retorno a la
    vida como una peregrinación. El hombre es todo
    "aquí y ahora, su actual falta de profundidad y por lo
    tanto es en última instancia, sin
    esperanza.

  • El yo en el Centro – variedad espacios de la
    paciencia y el silencio. La mentalidad de esta vez me puse a
    la persona en el centro de todo, el centro de su personal a
    un estrecho horizonte sofocante.

  • Yo narcisista – los hermanos "menores" hermanas
    "pobres". Hoy día las relaciones son a menudo fundada
    sobre la posesión, sobre el tener, de conquistar,
    dominar, lo atan: el hombre siempre está "fuera de
    sí" para no sentir que falta, el vacío que
    queda en el corazón y no es ir, y al final de cada
    batalla, cada conquista, perdido o ganado que, emerge
    prepotente, sólida como la sólida verdad de las
    cosas.

Es este el mundo donde la persona debe lidiar para vivir
"los sentimientos de Cristo", el ideal de la vocación en
la humildad de María, en el servicio, en el
amor.

"Podemos decir que también dentro de la Iglesia
hay personas que dejan transparentar un seguimiento de
Jesús claro y comprometido. Ciertamente, sin embargo, esto
no es un comportamiento de masa: son pocos, quizá
solamente aquel fermento del cual la Iglesia y la sociedad tienen
hoy necesidad. En este sentido querría subrayar uno de los
aspectos significativos, que por lo que nos atañe no
podemos dejar olvidado: el cambio en la conciencia de la
mujer"[36].

Con la intención de ofrecer una formación
para todos, hombres y mujeres, ha prevalecido una visión
masculina de la formación incluso para la vida religiosa
femenina. Lo que se pretende es ver la singularidad pero a la vez
la complementariedad, como lo fueron Clara y Francisco. Un
diálogo más abierto y constructivo ayudará a
humanizar desde dentro la estructura clerical de la Iglesia
institución y en la acción apostólica, el
mundo de hoy, revelando un rostro nuevo de Dios, que es Padre y
Madre. Como diría Leonardo Boff: "el rostro materno de
Dios".

CONCLUSIÓN

Desde hace relativamente poco tiempo, sin embargo, nos
vamos haciendo día tras día más conscientes
de que tanto el mundo como la Iglesia se transforman continua y
aceleradamente. Las necesidades de los tiempos actuales tienden a
salírsenos de las manos o a tornarse incompatibles con la
formación anterior. Percibimos nuestra incapacidad e
incompetencia para enfrentar las realidades y exigencias de una
nueva situación. El talante actual del ser humano se
define esencialmente por la apertura, la clarividencia, la
disposición para lo nuevo, y la conciencia de que toda
persona requiere constantemente aprendizaje y
readaptación. Es esta conciencia la que nos obliga a
cambiar el antiguo concepto de formación por la
convicción de que la totalidad de la vida se ha de mirar
como un proceso ininterrumpido de aprendizaje, al que deberemos
entonces dedicarnos con nuestro ser y con nuestros corazones
siempre atentos.

IGUALDAD Y DIGNIDAD DE LA MUJER

La mujer como el hombre es imagen de Dios. "Creó,
pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le
creó, macho y hembra los creó" (Gen 1,27). La tarea
de dominar al mundo, de continuar con la obra de la
creación, de ser con Dios co-creadores, corresponde pues a
la mujer tanto como al hombre.

LA MISIÓN DE LA MUJER EN LA IGLESIA:

Ya en el Antiguo Testamento encontramos mujeres que
tuvieron tareas relevantes en el Pueblo de Dios, como
María la hermana de Moisés, Ana, las profetisas
Deborah y Juldá (2 Re 22,14), Rut, Judit y
otras.

En la Iglesia, la mujer participa de los dones de Cristo
y difunde su testimonio por la vida de fe y de caridad, como la
samaritana (cf. Jn 4), como las mujeres que acompañaron y
sirvieron con sus bienes al Señor (cf. Lc 8,2); las
mujeres presentes en el Calvario (cf. Jn 19,25); como las mujeres
que, enviadas por el Señor mismo, anuncian a los
Apóstoles que él había resucitado (cf. Jn
20,17); como las mujeres en las primeras comunidades cristianas
(cf. Hch 1,14; Rm 16,1-15).

Pero sobre todo ella hace esto como María en la
anunciación, que acepta incondicionalmente la palabra del
Señor (cf. Lc 1, 26ss.); en la Visitación,
sirviendo y anunciando la presencia del Señor (cf. Lc
1,39-45), en el Magníficat, cantando proféticamente
la libertad de los hijos de Dios y el cumplimiento de la promesa
(cf. Lc 1,46ss.); en la Natividad, dando a luz al Verbo de Dios y
ofreciéndolo a la adoración de todos los que lo
buscan, sean sencillos pastores o sabios venidos de tierras
lejanas (cf. Lc 2, 1-8); en la huida a Egipto, aceptando las
consecuencias de la sospecha y de la persecución de que es
objeto el Hijo de Dios (cf. Mt 2,13ss.); ante el comportamiento
misterioso y adorable del Señor, guardando todo en su
corazón (cf. Lc 2,51); en una presencia atenta a las
necesidades de los hombres, provocando el "signo
mesiánico", propiciando la fiesta (cf. Jn 2, 1-11); en la
cruz, fuerte, fiel y abierta a la acogida maternal universal; en
la espera, ardiente con toda la Iglesia, de la plenitud del
Espíritu (cf. Hch 1s.); en la Asunción, celebrada
en la Liturgia por la Mujer, símbolo de la Iglesia del
Apocalipsis (cf. Ap 12).

¿Orar a la Virgen? ¿Por qué no? Los
cristianos del siglo II ya se dirigían a María, con
esta hermosa plegaria, la más antigua que
conocemos:

«Bajo tu protección nos
acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las
súplicasque te dirigimos en nuestras necesidades;antes
bien, líbranos de todo peligro,oh Virgen gloriosa y
bendita».

María, es nuestra madre; María está
junto a su Hijo y junto al Padre; ¿cómo no les va a
pedir por nosotros?

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PRINCIPALES OBRAS GENERALES DE
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