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Gibara: significación y pontencialidades de su patrimonio. (página 2)



Partes: 1, 2, 3

Zona

Sitios

Etapa Productiva

Etapa Proto-Agrícola

Etapa de Apropiación.

I

12

12

II

10

3

1

6

III

4

4

Total

26

3

1

22

Por su importancia merecen una mención especial
los sitios de el Catuco, (Contacto indo-hispánico), La
Cueva de la Masanga (Sitio parador de los cazadores, así
como el lugar donde se encuentra por primera vez en un contexto
no alterado huellas de la convivencia del Megalocnus Rodens con
los aborígenes cazadores.), Cueva de la Curva, lugar que
atesora la única pictografía encontrada en nuestro
territorio hasta el momento, Macio del El Jobal, donde existe un
entierro de los antiguos cazadores recolectores (Grupo
Guacanayabo) y el sitio Cacoyuguín II uno de los de
fechados más antiguos para el protoagrícola en
Cuba.(Ver Plano 2) (Ver Foto 1 y 2).

PRESENCIA COLUMBINA

El sábado 27 de octubre de 1492, Cristóbal
Colón, Gran Almirante de la Mar Océana,
avistó por primera vez tierra de Cuba, al observar
–según estudiosos de los viajes de descubrimiento-
la cima de la montaña hoy conocida como Silla de
Gibara.

En la mañana del 28 Colón llegó a
la bahía de Bariay, lugar donde pisó por primera
vez tierra cubana. Allí permaneció durante ese
día, sin lograr establecer contacto directo con los
aborígenes, pues estos huyeron al ver las naves de los
españoles, y el lunes 29 alzó anclas de aquel
puerto y navegó rumbo al poniente, hasta llegar a la
bahía de Gibara, a la que llamó Río de
Mares.

El Padre de Las Casas, al copiar el Diario de
Navegación de Cristóbal Colón anotó
refiriéndose a este hecho:

"Vido otro río muy mas grande que los otros,
y así se lo dijeron por señas los indios, y cerca
de él vido buenas poblaciones de casas: llamó al
río el río de Mares.

Envió dos barcas a una población por
haber lengua, y a una de ellas un indio que traía porque
ya los entendía algo y mostraban estar contentos con los
cristianos, de los cuales todos los hombres mujeres y criaturas
huyeron desamparado las casas con todo lo que tenían y
mandó el Almirante que no se tocase en
cosa."

El 30 de octubre el Almirante abandonó la
bahía de Gibara rumbo al noroeste explorando la costa y el
miércoles 31, ante evidentes señales del deterioro
del estado del tiempo decidió regresar a puerto seguro en
Río de Mares.

El jueves 1 de noviembre, desde sus naves ancladas en la
bahía de Gibara, envió Cristóbal
Colón las barcas a tierra con el propósito de
establecer contacto con los aborígenes, cosa que
logró con la ayuda de uno de los nativos de
Guanahaní que lo acompañaba. Por primera vez en
tierra cubana se produjo el contacto personal directo entre
europeos y aborígenes. Lo que en Bariay fue vista a
distancia, observación llena de precauciones, en Gibara se
transformó en el primer intercambio amplio, y en esta
ocasión amistoso, entre hombres de diferentes culturas:
fue el encuentro entre dos mundos muy diferentes, cuyas
consecuencias no podían prever quienes lo
protagonizaron.

En el diario de navegación Colón
recogió impresiones de su estancia en Gibara. Por
él sabemos que llegaron hasta las naves ancladas en la
bahía más de 16 canoas conducidas por los
aborígenes llevando algodón "y otras cosillas
suyas
", y que durante todo el día fueron los europeos
a tierra y los aborígenes hasta las embarcaciones con
mucha seguridad.

El día 2 de noviembre anotó que hubo de
enviar a tierra a dos de sus hombres –Rodrigo de Jerez y
Luís de Torres- acompañados de un aborigen de
Gibara y uno de Guanahaní, a explorar el interior de la
comarca con instrucciones precisas sobre el comportamiento a
seguir.

El sabado día 3 el propio Colón
subió a una barca y remontó el río hasta
llegar al agua dulce navegando según dijo cerca de dos
leguas. En ese día vinieron hasta las naves muchos
aborígenes en sus canoas a cambiar objetos de
algodón hilado, entre estos, hamacas.

El domingo 4 bajó de nuevo el Almirante a tierra
para ir a cazar y observó algunos de los cultivos de los
aborígenes.

El 5 de noviembre refirió que "mandó a
poner las naos a monte
" , o sea, dio orden de sacar las
naves del agua para limpiar sus fondos y carenarlas siendo esta
la primera ocasión en que la historia del continente
americano registra una operación naval de este tipo. Tuvo
la precaución de que esto se hiciera dejando siempre dos
de las naves a flote, aunque él mismo explicó que
sin temor se pudieran sacar las tres juntas, porque "aquellas
gentes son muy seguras
".

Entusiasmado con la bahía de Gibara
dijo:

"que aquel puerto de Mares es de los mejores del
mundo, y mejores aires y mas mansa gente, y porque tiene un cabo
de peña altillo se puede hacer en él una fortaleza,
para si aquello saliese rico y cosa grande, estarían
allí los mercaderes seguros de cualquiera otras
naciones
" .

En la noche del lunes regresaron los marineros que
había enviado tierra adentro, los que informaron haber
andado unas doce leguas y haber visitado una población de
unas 50 casas donde vivían mas de mil vecinos. Esto lo
recoge el Almirante en las anotaciones que realizó el
día seis; entre las que aparece también la primera
nota sobre el uso que daban los aborígenes al tabaco al
referir la observación realizada por los marineros que se
adentraron en el territorio: "Hallaron los dos cristianos por
el camino mucha gente que atravesaba a sus pueblos, mujeres y
hombres con un tizón en la mano, yerbas para tomar sus
sahumerios que acostumbran
".

Al final de las notas del martes 6 dice que
"tiró la nao de monta" o sea, que la echó
de nuevo al agua, y que se preparaba para salir el jueves, pero
que un tiempo adverso se lo impidió.

En los 5 días siguientes no aparecen anotaciones
en el Diario. El día 12 vuelve a escribir. Entonces
refiere que el día anterior había ordenado tomar
por la fuerza a un grupo de aborígenes de Gibara,
"para llevar a los Reyes porque aprendieran nuestra lengua
para saber lo que hay en la tierra, y porque volviendo sean
lenguas de los cristianos
….". Aprovechó para
tomar prisioneros el que se acercara a las naves, una
almadía con varias jóvenes aborígenes, a los
que hizo aprenhender; luego envió a tierra, a una de las
casas, a buscar varias mujeres que también llevó
como prisioneras.

Por la noche vino a bordo en una almadía el
marido de una de las mujeres que llevaba cautivas, padre de tres
de los niños que también llevaba, pidiéndole
que le permitiera embarcarse con los suyos, lo que aceptó
Colón con agrado.

El día 12 Colón levó anclas
continuando su recorrido por las costas de Cuba. En las
anotaciones correspondientes al sábado 17 de noviembre
acotó que de los aborígenes que llevaba cautivos
desde Gibara, dos habían huido. Era esta una temprana
muestra de rebeldía ante las nuevas relaciones que se
iniciaban frente a las imposiciones de los llamados
"descubridores".

Evolución
del Centro Histórico urbano

Luego de las visitas de Cristóbal Colón,
Cuba permaneció aparentemente olvidada durante varios
años, hasta que Diego Velásquez se interesó
por ésta y organizó la expedición de
conquista.

Las tierras gibareñas, habitadas por una
población aborigen relativamente numerosa, fueron casi
totalmente despobladas en los inicios de la conquista, aunque
esto no significó que perdidos en la noche de los tiempos
dejaran de producirse en ellas contactos de relativa
duración entre aborígenes e hispanos. Evidencias
arqueológicas demostrativas de esos contactos y de la
transculturación inherente a los mismos han sido halladas
en distintos residuarios existentes en el territorio
municipal.

Iniciada la dominación española, la
bahía de Gibara y sus alrededores quedaron bajo al
jurisdicción de la villa de Bayamo y el lento
repoblamiento de su territorio comenzó de sur a norte, en
un proceso que duró varios siglos. Entre sus primeros
pobladores predominaron los vecinos de la Villa de
Bayamo.

En 1752 se crea la jurisdicción de Holguín
secesionando de Bayamo un gigantesco territorio que
incluía toda la comarca gibareña.

La bahía y el río Cacoyuguín fueron
utilizados desde épocas tempranas para el comercio;
primero de contrabando; luego con autorizaciones ocasionales,
siempre bajo la amenaza de corsarios y piratas; los que fueron
heroicamente rechazados en dos oportunidades (1739 y 1745),
cuando intentaron saquear la hacienda de Auras, génesis de
la jurisdicción gibareña.

Desde 1783 el cabildo holguinero luchó por la
construcción de una fortificación junto a la
bahía de Gibara para proteger a las embarcaciones que
arribaran a la misma.

En 1804, con el objetivo fundamental de organizar la
defensa de las costas contra las incursiones de aventureros del
mar, se crearon capitanías pedáneas en la vasta
jurisdicción holguinera, quedando el territorio de Gibara
comprendido dentro de la capitanía de Auras.

FUNDACIÓN DEL POBLADO DE GIBARA.

El 16 de enero de 1817, mediante una solemne ceremonia,
se colocó la primera piedra de una fortificación
sobre la punta de Yarey junto a la bahía de Gibara. Esa
fecha ha sido considerada siempre como la de fundación del
poblado, que luego evolucionó hasta convertirse en villa y
actualmente en ciudad cabecera del municipio.

Francisco de Zayas y Armijo, Teniente gobernador de
Holguín; criollo santiaguero, fue el principal promotor de
esta obra, y siguió siendo durante todo el tiempo de su
largo mandato –que se prolongo hasta 1833-, el principal
protector del nuevo poblado que crecía al amparo de la
Batería. Zayas fue de hecho el fundador de
Gibara.

Difíciles fueron los primeros tiempos de la nueva
población, en permanente alerta contra los posibles
ataques de corsarios y piratas; no obstante, en 1820 la misma se
componía de 21 casas y además la iglesia
correspondiente al curato de Auras; esta última edificada
por Zayas con la ayuda que algunos vecinos, era una
construcción de madera y tejas.

Aunque inicialmente Gibara fue una dependencia de la
Capitanía Pedánea de Auras, pronto tuvo una
relación especial con respecto al Ayuntamiento de
Holguín, pues en ella fue nombrado un funcionario
público con determinadas prerrogativas que lo
hacían entenderse directamente con el Teniente Gobernador,
sin intermedio del Capitán de Partido de Auras; entre
estas estaban:

"visitar todos los buques que fondearan en el puerto
en unión del Comandante del Fuerte, visar sus papeles y
dar cuenta al Subdelegado de Hacienda de Holguín de todo
lo que ocurriera en la Punta de Yarey
."

Este cargo lo desempeñó inicialmente el
canario Don José Romero de Medina, más conocido
como José Romero y Francia. El nombramiento de Romero fue
reconocido por el cabildo de Holguín en sesión
correspondiente al 16 de octubre de 1820 y su radio de
acción abarcaba el poblado de Punta de Yarey, el circuito
de la bahía y las vegas de los ríos
Cacuyugüín y Gibara. En la propia sesión se
acordaba pasar aviso de esta decisión al capitán
del Partido de Auras para que no interfiriera las funciones del
nuevo empleo público. Don José Romero estuvo en
estas funciones hasta enero de 1823.

PRIMER AYUNTAMIENTO

El 16 de enero de 1823, convocada la Junta Parroquial en
Gibara, fue electo el primer Ayuntamiento de la población,
al amparo de la constitución de 1812, puesta nuevamente en
vigor en España. Fue electo como alcalde Don Juan
Zaldivar; se eligieron además los regidores
correspondientes y el Síndico Procurador. Francisco de
Zayas y Armijo, proclamó el nuevo Ayuntamiento, cuyos
integrantes prestaron el juramento de rigor y entraron de
inmediato en funciones.

Este primer Ayuntamiento se preocupó entre otras
cosas por la creación de una escuela de primeras letras y
por solicitar terrenos aptos para el cultivo con el fin de atraer
nuevos vecinos que se dedicaran a la agricultura en los mismos e
incrementar así la población del lugar. Poco
después de la creación de este ayuntamiento y a
solicitud del mismo, fue suprimida la capitanía de Partido
de Auras y su territorio anexado a Gibara.

En diciembre de 1823 se efectuaron las elecciones
previstas para la renovación de cargos en el Ayuntamiento;
pero los electos para la nueva etapa (año 1824) no
entraron en funciones, porque el mismo día de su
elección se hicieron públicas en La Habana las
noticias de la caída del gobierno liberal en España
y la abolición de la constitución hasta ese momento
vigente. Como medida inmediata el gobierno español
determinó que todas las cosas administrativas volviesen al
estado en que se encontraban en marzo de 1820, con lo que
quedó suprimido el primer Ayuntamiento gibareño y
restablecido el partido pedáneo de Auras, aunque Gibara
conservó su independencia con respecto a este; y su
jurisdicción fue ampliada al incluírsele el
cuartón de Arroyo Blanco.

Desarrollo
posterior de la población

El desarrollo creciente de las actividades
marítimo naval fue un factor de extraordinaria importancia
en el crecimiento del núcleo urbano de Gibara.

El movimiento comercial del puerto, habilitado en 1822,
totalizaba en 1828 la cantidad de 102 071 pesos en
mercancías que fueron transportadas en 23 barcos, mientras
que treinta años más tarde, o sea, en 1858, los
muelles fueron visitados por 74 barcos que movieron 666 040 pesos
en mercancías.

Cierto número de comerciantes, sobre todo
españoles, construyeron almacenes y sólidas
residencias en la población. En 1853 fue inaugurada la
Iglesia Parroquial de San Fulgencio, lo que fija, según
criterios de algunos entendidos, un hito en los estilos
arquitectónicos predominantes en Gibara hasta ese
momento.

Desde 1856 Gibara había absorbido al antiguo
partido pedáneo de Auras.

Para esta fecha se habían establecido en el
hinterland del puerto más de media docena de ingenios de
azúcar que molían utilizando máquina de
vapor y que contaban con dotaciones de esclavos relativamente
numerosas para el lugar y la época.

En 1862 Gibara era una población cosmopolita,
habitada por gran número de canarios, de españoles,
por otros europeos y por personas procedentes de distintos
países de América y tierras de África. Su
partido pedáneo era el más rico y próspero
de la jurisdicción holguinera y la importancia del puerto
iba en ascenso, simultáneamente con la riqueza
agrícola de las tierras cercanas. El censo de ese
año refleja la existencia de 1754 habitantes.

El 28 de julio de 1868 Manuel Sartorio, capitán
de Partido certificaba que:

"La población de Gibara tiene 17 calles, 9 de
norte a sur y 8 de este a oeste, 2 escuelas costeadas por el
municipio, iglesia parroquial y un cuartel con local para dos
compañías de infantería. Su puerto
está habilitado a la travesía, mantiene
Colecturía marítima con sus empleados
correspondientes, un capitán de puerto y ayudante de
matrícula; una administración de correos, una
escritura de número y otra de hipotecas. Se calcula como
término medio y aproximado que entran en su puerto
anualmente 129 buques de alto porte y 165 de cabotaje, sin contar
los vapores que en sus viajes a La Habana y de regreso hacen
escala en Gibara
."

Este informe se incluyó en el "Expediente
Instruido por varios vecinos de Gibara, jurisdicción de
Holguín solicitando que se le conceda a su
población el título de Villa y la creación
de un Ayuntamiento
". En el referido Expediente se expresa
además que la población de Gibara:

"consta de 370 casas, en su mayor parte de tejas,
madera y mampostería, y con setenta y cinco aljibes o
cisternas que venden diez y siete mil pipas de agua que abastecen
al vecindario, con una iglesia y un cuartel del mismo material
que fueron costeadas por los vecinos, como así mismo un
cementerio, un reloj público; un casino denominado
Príncipe Alfonso, (…) y su alumbrado
público
…."

Iniciada la guerra de 1868 muchos elementos afines a
España de la vasta región holguinera se mudaron
para Gibara buscando el amparo del sistema defensivo creado por
los españoles en esta población, que fue protegida
por una muralla y un rosario de fortines. El 1 de enero de 1870,
en plena contienda fue inaugurado el servicio de
telegrafía eléctrica, uniendo la villa con
Holguín y otras poblaciones del país. El
número de habitantes y la riqueza arquitectónica de
Gibara crecieron notablemente durante la guerra, logrando en esta
etapa la secesión de Holguín con la creación
de un Ayuntamiento propio.

El crecimiento del núcleo urbano gibareño
y sus alrededores inmediatos (Cupeycillos, Los Hoyos, Los Altos y
Las Aguadas) fue tan notable, que al realizarse el censo de 1877
ya alcanzaban la cifra de 7599 habitantes, triplicando con creces
la población que existía a inicios de la
guerra.

Los comerciantes establecidos en La Villa vieron
prosperar sus negocios a pesar de la contienda. Barcos de
diversas banderas arribaron al puerto para traer víveres,
tejidos, muebles, mármoles, cristalería,
herramientas y otras mercancías; desde España y de
Gran Bretaña, desde Francia, Holanda, Dinamarca, o los
Estados Unidos y en contrapartida por el puerto gibareño
salían hacia estos u otros destinos, cargamentos de
tabaco, azúcar mascabado, aguardientes, cera de abejas y
maderas preciosas, pues las acciones bélicas, aunque
entorpecieron la producción en el partido de Gibara, no
llegaron a impedirlas totalmente.

Los barcos traían también su carga de
soldados, y navieros y comerciantes hacían su negocio con
la guerra.

Si bien la villa de Gibara fue un baluarte inexpugnable
del poderío hispano durante esta contienda, no
ocurrió lo mismo con los campos cercanos, que fueron
escenarios de múltiples acciones bélicas en las que
participaron entre otros, Julio Grave de Peralta, Calixto
García, Antonio Maceo, Vicente García. Las tomas de
Auras y de Candelaria, de Uñas y Velasco y la Batalla de
Yabazón, fueron hechos heroicos desarrollados en tierras
gibareñas durante la Guerra Grande y a pesar de la fuerte
influencia hispana, muchos pobladores del terruño dieron
su aporte a la causa de la libertad; actitud que repitieron
durante la Guerra Chiquita que tuvo incidencia en la zona con las
acciones de La Naza y Candelaria Moro entre otras.

La tregua
fecunda

Tan pronto como se acallaron los disparos de la Guerra
Chiquita, toda la zona comprendida entre Gibara y Holguín
volvió a sus habituales labores de tiempos de paz. Vegas y
sembradíos, que no habían dejado de existir
aún en los tiempos difíciles de la Guerra Grande se
multiplicaron por toda la región. Los ingenios continuaron
sus molidas; aunque el costo cada vez mayor de las necesarias
mejoras tecnológicas y el paulatino cambio en la
composición de la fuerza de trabajo, que al desaparecer la
esclavitud transitando por la institución del patronato,
dejó de ser esclava, para convertirse asalariada;
determinaron la quiebra de los más pequeños en la
década de los ochenta; fenómeno enmarcado en el
avance del proceso de centralización de la
producción azucarera.

El tabaco sigue siendo el principal producto
agrícola de la región; seguido de la caña de
azúcar; pero también comenzó a ser
importante la producción de plátano fruta con
destino al mercado norteamericano y de maíz y de
plátano vianda para el mercado de La Habana.

La ganadería inició una
recuperación acelerada con la introducción por el
puerto de Gibara de miles de cabezas de ganado procedentes de
Puerto Rico.

En esta etapa se hacían cada vez más
necesarios los buenos caminos en la jurisdicción para
transportar los productos locales con destino al puerto y para
llevar a la ciudad de Holguín y otras poblaciones las
mercancías que entraban por los muelles de Gibara; por eso
holguineros y gibareños aunaron esfuerzos para construir
conjuntamente una vía férrea que comunicara a ambas
poblaciones y que permitiera de una forma rápida, eficaz y
segura el transporte de pasajeros y mercancías y diera
salida a la vasta producción agrícola que
llegó a lograrse en los campos de la jurisdicción:
el ferrocarril de Gibara y Holguín, inaugurado el 4 de
abril de 1893.

Durante esta etapa la población del distrito
gibareño siguió creciendo notablemente, hasta
llegar a una media de 81 habitantes por kilómetro
cuadrado, la más alta de la región oriental,
incluida el distrito de Santiago de Cuba.

En el aspecto político, durante la Tregua
Fecunda, merecen ser resaltados la visita de Antonio Maceo a
bordo del barco Manuelita, realizada con fines conspirativos y el
alzamiento de los hermanos Sartorio en Purnio, los que fueron
acompañados por numerosos vecinos de Velasco y otras zonas
cercanas.

Iniciada la guerra de 1895, muchos gibareños
respondieron al llamado de la patria, demostrado con ello que no
era del todo justo el calificativo de España Chiquita que
había sido dado a la comarca. Desde Gibara salió
durante algún tiempo el papel que se utilizó en la
manigua para imprimir el periódico "El Cubano Libre" y los
campos de la jurisdicción fueron recorridos nuevamente por
connotados jefes mambises como Máximo Gómez,
Antonio Maceo y Calixto García, pudiendo destacarse en
esta ocasión la toma de caseríos como
Yabazón ejecutada por tropas de Antonio Maceo y los
incendios de Velasco y Candelaria por las fuerzas de Calixto
García , así como la acción de Loma de
Hierro, lugar donde tronó por primera vez con éxito
el cañón mambí en esta contienda.

El 25 de julio de 1898 se produjo la entrada triunfal de
los mambises en la villa de Gibara, y durante los días 16,
17 y 18 de agosto, en los alrededores de Auras, se desarrollaron
los últimos combates contra el dominio español en
Cuba y en América.

Durante la guerra de 1895 se dieron, aunque en menor
escala algunas de las circunstancias que habían
caracterizado la contienda anterior, al convertirse nuevamente la
villa de Gibara en lugar de refugio para los comerciantes
españoles de la jurisdicción. Durante la guerra
llegó a la villa la electricidad mediante el montaje de
una planta que abastecía el poblado. También
durante la guerra se establecieron las comunicaciones
telefónicas, por lo que pudo contarse Gibara entre las
primeras poblaciones de nuestro país que disfrutaron de
estos beneficios de la vida moderna.

Al realizarse el censo de 1899 la población
urbana de la ciudad de Gibara superaba en varios centenares de
habitantes a la ciudad de Holguín.

Siglo
XX

El siglo XX trajo cambios notables para el territorio
gibareño. En su primer cuarto el puerto mantuvo aún
cierta importancia que paulatinamente fue perdiendo y de igual
forma ocurrió con el ferrocarril. En este primer cuarto
del siglo aún se realizan construcciones marcadas por el
eclecticismo, que enriquecen el acervo arquitectónico de
la ciudad. Pero la situación económica y social de
la población pronto comienza a empeorar. Los males
inherentes a los gobiernos establecidos durante la
seudorrepública encontraron respuesta en huelgas obreras
en el área urbana y en luchas campesinas contra los abusos
de los terratenientes. Un manto de pobreza fue cubriendo a la que
había sido relativamente floreciente villa.

La lucha contra el dictador Gerardo Machado Morales
encontró amplio eco en Gibara cuando el 17 de agosto de
1931 una tropa de revolucionarios encabezados por Emilio Laurent
desembarcó en la ciudad y la tomó. Un nutrido grupo
de gibareños se sumó a Laurent y contra ellos el
gobierno machadista empleó todos sus recursos, atacando
simultáneamente a la población por aire, mar y
tierra hasta ahogar en sangre esta acción revolucionaria.
Estos sucesos confirieron a Gibara la triste primacía de
ser la primera población de Cuba que fue atacada
simultáneamente por efectivos del Ejercito de tierra, de
la Aviación y de la Marina de Guerra.

La situación económica y social del
municipio continúo empeorando en años sucesivos,
viéndose obligados muchos gibareños a marchar hacia
otros lugares del país en busca de trabajo.

En 1947 una huelga estudiantil cobró fuerza
suficiente para lograr que toda la población se
solidarizara con sus justas demandas: el establecimiento de una
escuela superior y la construcción de una carretera que
uniera a Gibara con Holguín.

Para la década de 1950 la situación se
había hecho casi insostenible. Una encuesta desarrollada
por la Iglesia Católica en el segundo lustro de esta
década dejaba ver el lúgubre panorama de pobreza y
desempleo reinante en el territorio gibareño.

Pero en esta década surgirían nuevas
esperanzas: el 4 de diciembre de 1955 se fundó en la
ciudad una célula del Movimiento 26 de Julio para encauzar
la lucha contra la tiranía de Batista. En abril de 1956
Frank País visitó Gibara en labores conspirativas,
diseñándose en esta oportunidad los brazaletes
distintivos del Movimiento. En 1957 los primeros escopeteros
comenzaron a actuar en la Sierra de Candelaria y en octubre de
1958 se estableció en la misma una capitanía del IV
Frente Oriental Simón Bolívar, cuyos integrantes
mantuvieron en jaque a las fuerzas de la tiranía en todo
el municipio, llegando a atacar a la propia ciudad de Gibara el
29 de diciembre de 1958, poco antes de la alborada del Primero de
Enero que marcaría profundos cambios para la vida de los
gibareños y del pueblo cubano en general.

En el caso especifico de Gibara esto se
traduciría en la creación urgente de centros de
trabajo, entre los que destacan el Astillero "Alcides Pino" y la
Hilandería "Inejiro Asanuma", los cuales tuvieron como
principal impulsor al Comandante Ernesto che Guevara. La
pavimentación de las calles, la notable mejora de las
redes del acueducto y de los servicios de educación y de
salud, la constitución de la Cooperativa Pesquera, la
construcción de decenas de edificios dedicados a viviendas
y múltiples y notables mejoras en todos los aspectos de la
vida material, espiritual y social de los pobladores del
municipio, que son fieles exponentes de la obra desarrollada por
la Revolución en el territorio.

Caracterización actual del Centro
Histórico urbano

NATURALEZA.

Es algo cotidiano que los viajeros que llegan a nuestro
terruño queden deslumbrados por la armónica belleza
de la ciudad colonial y la naturaleza circundante, simbiosis muy
difícil de encontrar y que constituye un atractivo para
propios y extraños.

El visitante no tiene que caminar mucho para comenzar a
ver cosas interesantes: al extremo noroeste de la ciudad se
localiza una estructura de roca caliza de forma volada de unos 70
m de extensión conocida como Los Colgadizos (Voladizos de
marea), mudos testigos de los tiempos en que el mar estaba en un
nivel diferente del actual.

Otro de los atractivos es el relieve costero, con
pequeñas y pintorescas playas, guardadas por barreras
coralinas muy atractivas, como las de Caletones al oeste y Playa
Blanca y Los Bajos al este.

Existen otras playas aún más
pequeñas dentro del propio perímetro de la ciudad;
como El Boquerón, la de El Faro, La Playita del Vallado,
etc.

Al oeste de la villa entre terrazas marinas y
elevaciones, se ubica una de las unidades cársicas mejor
conservadas del país, donde existen multitud de cuevas y
ceñotes, destacándose el sistema cavernario de la
Polja del Cementerio, con más de once kilómetros de
galerías explorados, la Sima de la Amistad, con 90 metros
de profundidad verticalmente medida, que ostenta el record de la
provincia Holguín en este parámetro, y el Tanque
Azul, que con sus 3335 metros de galerías inundadas
explorados, constituye la mayor caverna de este tipo de nuestro
país detectada hasta el momento.

La vegetación se desarrolla sobre suelos tipo
rendzina roja esqueléticos, variando desde la costa hacia
el interior. La misma está formada principalmente por un
matorral xeromórfico costero que transita hacia el
matorral arbustivo de variadas especies y el bosque semidesnudo
que aparece en las partes más elevadas de la
llanura.

La llanura costera recientemente emergida atesora un
corredor de aves migratorias de los más importantes de la
Cuba Oriental, y posee además alto endemismo en sus
especies de flora y fauna.

El marco que brinda la diversidad de suelos, paisajes,
ríos y montañas sirve para resaltar la belleza y la
riqueza arquitectónica de la ciudad.

CULTURA (MATERIAL, ESPIRITUAL, TRADICIONAL)

DE LOS SÍMBOLOS LOCALES.

El nombre de esta villa, según la teoría
más aceptada, procede de las voces indígenas
Jiba-Jibara, que sirven para denominar un arbusto silvestre que
abunda en las orillas de los ríos, lagunas y tierras
anegadas así como en los terrenos pedregosos y rocas
marinas, según se manifiestan las distintas clases de
arbustos dentro de la misma familia.

Nombre popular: Jibá

Nombre científico: Erythoxylon
havanense.

Familia: Eritroxiláceas.

La planta es además muy popular en la medicina
verde por sus propiedades hemostáticas.

Tanto por las razones históricas antes
mencionadas como por sus cualidades curativas el Jibá se
ha considerado como árbol representativo de nuestra flora
y símbolo local.

Dentro de la fauna, el ejemplar que más
caracteriza al territorio es el cangrejo blanco, crustáceo
que pertenece a una familia de hábitos cosmopolitas, cuyo
nombre científico es Cardiosoma guanhumz y habita en los
fondos de piedras y arenas. Su vida se desarrolla en las
cercanías de las costas y en parajes de manglares y
bosques donde prima la humedad.

Otro crustáceo característico de Gibara es
el llamado cangrejo colorado (Gecarcinus ruricola), que habita en
las zonas del litoral.

En la época de desove estos animales
invadían la ciudad en su tránsito hacia las costas
–lo que aún ocurre, pero en menor medida- y
podía vérseles caminar por calles y
aceras,peculiaridad que dio a Gibara el sobrenombre de la "Villa
Blanca de los Cangrejos".

-EL ESCUDO DE GIBARA.

Fue confeccionado por Luís Sánchez
Hernández y aprobado en sesión del Ayuntamiento del
día 24 de diciembre de 1938 y dado a la publicidad para
conocimiento de todos los moradores de la Villa en tres
números diferentes del periódico EL TRIUNFO,
órgano oficial de la municipalidad. El ejemplar del 16 de
enero de 1939 ofreció la descripción del
escudo:

"El campo del escudo está limitado por un
óvalo perfecto con lo que se recuerda el blasón de
la provincia oriental. El escudo es barrado. En el cantón
siniestro un sol de oro domina el amanecer de Gibara a la
libertad política desde el punto de vista de la
dominación española. El sol aparece semicircuido
por la siguiente inscripción: 25 de julio de 1898, fecha
de la entrada de las primeras tropas libertadoras en Gibara. El
mar, sobre él riela la luminaria del día presenta
algunos arrecifes que representan los innumerables del litoral
gibareño y que aparecen salpicados de espuma. En este
primer término el paraje marino es síntesis de
imponderable belleza de nuestras costas. En el cantón
diestro aparece La Silla de Gibara, eminencia célebre por
su forma peculiar entre los grupos montañosos de Cuba y
por ser punto de orientación en muchos casos para los
navíos que se acercan al puerto. En la parte inferior de
este cantón apuntan unas palmas de yarey,
abundantísima vegetación en la época del
descubrimiento a la que le debió el nombre por muchos
años la península en que hoy se encuentra enclavada
la población.

La barra que atraviesa el escudo es de campo de
plata, sobre dicho campo lucen las tres carabelas colombinas,
vehículos gloriosos y harto simbólico del
descubrimiento de la isla.

El óvalo del escudo esta circuido del laurel
por ser límite externo, el laurel es por las glorias
pretéritas de Gibara, por los triunfos pasados de sus
hijos y por aquellos que puedan estos legarles a la
posteridad.

Una cinta o divisa esmaltada en azul tenue que
recuerda el de nuestro cielo, enlaza las ramas del laurel con un
estrecho nudo al centro.

A la izquierda de la divisa la fecha de 1492 es la
del descubrimiento de la isla y la de 1817 es la de
fundación de Gibara
".

HIMNO DE GIBARA

Se considera como Himno de Gibara una canción
originalmente conocida como "La que sube", pero que se ha
popularizado con el nombre de "Viva Gibara". Es una habanera,
cuya letra escribió el poeta gibareño Fernando
Cuesta Mora y fue musicalizada por Cándido de
Ávila. La canción surgió a raíz de
los juegos de pelota que se efectuaban entre las novenas de
Gibara y Holguín y la inspiró un pelotero local
nombrado Armelio Acosta Cabrera que lanzaba la llamada bola
"submarina" (de ahí, el titulo de "La que
sube").

Ni la música ni la letra de esta
composición se corresponden con las características
de un himno, tampoco ha sido oficializado como tal, sin embargo,
la tradición popular la convirtió en símbolo
de la localidad. En la actualidad músicos
contemporáneos la han enriquecido con arreglos que
adicionan al sonido de las guitarras el sonido de otros
instrumentos:

Seremos dueños, únicos
dueños

Del campeonato que se discute

Porque tenemos en nuestras filas

Al invencible de la que sube

¡Viva Gibara, viva Gibara

La Villa Blanca de los cangrejos

La perla hermosa, de nuestro Oriente

La soberana, la soberana, de los
ensueños!

No nos asustan los rompecercas,

Ni los campeones, ni los trabucos

Porque en las filas del Club Gibara

Decoro y honra se encuentran juntos.

(Se repite la estrofa entre signos)

Todas las cañas y
marañones,

Nuestros cangrejos van a exprimir

Y llenaremos con todo el zumo

La vieja chomba que tiene
Holguín.

(Se repite la estrofa entre signos dos
veces)

FIESTAS Y BAILES TRADICIONALES.

Las fiestas y bailes forman parte también de las
costumbres y tradiciones de Gibara. Desde mediados del siglo XIX
hay referencias a estas actividades, primeramente en casas
particulares, posteriormente y con el desarrollo que iba
alcanzando la villa, en sociedades. Luego, con el triunfo de la
Revolución algunas de ellas han sido revitalizadas o se
han adecuado culturalmente a las nuevas realidades sociales.
Entre estas fiestas y bailes pueden mencionarse:

-Fiestas de San Fulgencio.

Coincidían con la fecha de la fundación de
la villa (16 de enero), día de San Fulgencio, patrono de
Gibara. Se iniciaban el día 13 y se extendían hasta
el 16 o 18 de enero. En la madrugada del primer día una
orquesta recorrida la población tocando la diana mambisa.
Se hacia una misa en la Iglesia Católica y luego una
procesión. Durante estos días se hacia un programa
de actividades, previsto y publicado con anterioridad, que
incluía juegos tradicionales, verbenas, competencias entre
equipos de la villa, como los de pelota, etc. En el parque
Calixto García, cerrado con pencas de coco y adornado con
banderas de colores, se desarrollaban actividades, así
como en salones, sociedades y en diferentes calles. Bebidas,
comidas y otros artículos se vendían en kioscos
construidos para esa fecha.

Estas fiestas fueron auspiciadas por el Ayuntamiento
Municipal y a veces sirvieron para recaudar dinero destinado a
alguna obra social, como lo fue la estatua del Parque de las
Madres. Sus patrocinadores celebraron el centenario de la villa
en 1917.

La Fiesta de San Fulgencio se considera la más
antigua festividad gibareña, perduró hasta el
triunfo de la Revolución.

A partir de 1979, revitalizando gran parte de las
actividades de las mismas y en similar fecha del año, se
realiza la Semana de la Cultura gibareña, que ha ganado
gran arraigo popular.

-Baile del Chivo Capón.

Comienza a desarrollarse en Gibara, precisamente en la
zona rural de Managuaco alrededor de 1868.

Baile de parejas, jocoso y erótico, en la que un
foráneo (El Chivo Capón), se gana por retadora
arrogancia y buen pie a todos los muchachos presentes,
desplazando a los jóvenes de la zona. Dentro de estos
últimos aparece el bailador del patio que con sus
movimientos elimina finalmente al visitante, quedando como
único dueño del baile. El estribillo, muy conocido,
se realizaba corto o largo según el interés de los
bailadores. Decía así:

El chivo capón

De La Habana vino

¿Quién lo capó?

Se improvisa a gusto de los cantantes del grupo musical
acompañante, ejecutantes de son montuno. Estos grupos
utilizaban instrumentos musicales tradicionales, tales como:
Guitarra tres, marímbula, bongoes. Era un baile muy
utilizado en los llamados guateques campesinos.

En la actualidad, el baile del Chivo Capón ha
sido revitalizado por jóvenes aficionados y se presenta en
las actividades danzarias y eventos culturales del
territorio.

– Fiesta del Gibareño Ausente.

Esta fiesta ha sido también un acontecimiento de
carácter popular. La causa de esta celebración
está en la emigración de gibareños como
consecuencia del hambre, la miseria, la insalubridad existente en
el país y agudizado en Gibara en los años
pre-revolucionarios. La construcción de la carretera
central influyó en la extinción del comercio
portuario obligando a muchos hijos de este pueblo a
abandonarlo.

No obstante, la familia dividida, la nostalgia por la
villa, incitaban al reencuentro. Con ese fin, el desaparecido
Faustino Pérez Ricardo, realizó una campaña
a través de las páginas del periódico
TRIBUNA LIBRE, para acercar aunque fuera por un día a los
ausentes.

A propuesta del Concejal Antonio Silva Labrada se
instituyó el DÍA DEL GIBAREÑO AUSENTE, en
sesión efectuada el 11 de abril de 1953. La fecha escogida
fue el 25 de julio, debido a que ese día, en 1898,
habían hecho su entrada a Gibara, las tropas mambisas al
mando del coronel Cornelio Rojas.

La fiesta del Gibareño Ausente tenía un
programa que previamente y junto a una invitación se les
hacía llegar a los coterráneos que residían
fuera de la villa y que incluía actividades como: juegos
tradicionales (corrida de cintas, de bicicleta, cucaña,
palo ensebado, la peseta en la sartén, regatas de botes);
retretas en el Parque Calixto García, paseos de carrozas y
comparsas, elección y coronación de la reina y
luceros, etc. También se condecoraban en acto
público a los gibareños que más tiempo
habían permanecido sin visitar la villa y regresaban con
estas celebraciones, así como a aquellos que se
habían destacado en las actividades que se
realizaban.

Esta fiesta se dejó de realizar entre 1961 y 1962
y fue revitalizada en 1982, cuando recogiendo el sentir del
pueblo, la Asamblea Municipal del Poder Popular, en su
sesión ordinaria del 21 de noviembre de ese año,
por sugerencia del Sectorial de Cultura, acordó celebrar
el Día del Gibareño ausente el penúltimo
día de las Fiestas Populares.

El 12 de agosto de 1982 el pueblo de Gibara se
reunió para recibir a los gibareños ausentes, hecho
que se repitió anualmente durante varios años y que
luego, por razones económicas y de organización, se
acordó realizar la Fiesta del Gibareño Ausente cada
dos años.

Esta festividad se dejó de realizar debido a la
critica situación del país al iniciarse la
década de 1990 y aún cuando no ha podido volverse a
desarrollar, la tradición se mantiene viva en los deseos
del pueblo y en los gibareños ausentes residentes
fundamentalmente en La Habana, quienes conmemoran en la capital
la fecha y se encuentran organizados y en vínculo
constante con la villa, en aras de volver a materializar esta
festividad.

-Otros bailes y fiestas.

Entre otras fiestas tradicionales gibareñas
habría que mencionar: la Fiesta de la Cruz, las Verbenas
de la Calle Cemento (hoy Bernabé Varona), la fiesta de la
Plaza de Armas (hoy Parque Calixto García); los bailes de
disfraz, que se efectuaban en clubes, sociedades y balnearios y
el "de las Flores". Exponentes todos del acervo popular de la
cultura en Gibara.

CULTURA ALIMENTARIA

La pesca fue en Gibara la principal fuente de trabajo y
de alimentación durante siglos, razón que justifica
que su cultura alimentaría esté basada
fundamentalmente en platos confeccionados con
mariscos.

El cangrejo (Cadiosoma guanhumz), típica especie
local, ha servido de base para la confección de exquisitos
platos, pues con su masa se confecciona el enchilado y el
cangrejo rebosado.

Otra especie aprovechada es el cangrejo colorado
(Gecarcinus ruricola), que en épocas de desove sale del
litoral y los pobladores aprovechan para extraerle el caro (hueva
del cangrejo hembra) con el que se confeccionan platos muy
apetecibles.

La jaiba, crustáceo cuyo nombre científico
es Callinectes sapidus, habitante de las riveras pantanosas de
los ríos, en su desembocadura y zonas costeras poco
profundas, es utilizada en enchilados, en la elaboración
de la jaibita rellena y la jaiba rebosada.

El camarón (Panaevs Schmitti), especie que habita
en los fondos fangosos y que aún cuando Gibara no es una
zona rica en este crustáceo, se captura en cualquier
época el año, ofrece variedades de formas de
consumo: camarón en salsa, frituras, cóctel, arroz,
enchilado, escabeche, todas altamente estimadas por los
gibareños y por los que visitan la villa.

Otro alimento tradicional gibareño es la coquina
un pequeño molusco vivalbo (Donax denticulatus) que se
encuentra en la arena y que se puede capturar hasta con las
manos. Con la coquina se elaboran frituras, sopa, arroz,
cócteles, etc.

El arroz a la marinera, es también un plato
característico en la mesa gibareña y se confecciona
con todos los productos del mar, a los que se ha hecho referencia
con anterioridad.

Por otro lado, la fuerte presencia del acervo cultural
español en la villa, ha mantenido viva la costumbre de
fabricar vinos. Gibara tuvo dos fabricas de licores reconocidas
en su época: la de Jesús Fernández y la de
José Granda, en ellas se hacían diferentes tipos de
bebidas y vinos de frutas. Aunque estas fábricas
desaparecieron, los gibareños quedaron con la
tradición de hacer vinos caseros, hecho que subsiste en
muchas familias y en la actualidad el Museo de Historia Natural
tiene un club de vinicultores, lo que estimula la continuidad de
la tradición.

MUEBLES.

El territorio cuenta con una gran variedad de muebles de
la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del XX,
como consecuencia del interés de la burguesía media
gibareña, que además de expresar su poder en las
majestuosas edificaciones domésticas y civiles que
construyeron, incorporó un rico mobiliario en
función de los gustos y modas de la
época.

Es por ello que es frecuente encontrar en la villa
diferentes estilos de muebles, como el medallón, perilla,
thonet, art noveau y mimbre que en algunos casos fueron comprados
directamente en el extranjero, en otros, son resultados de la
creación de famosos ebanistas del país.

Debe decirse que de la época republicana hay
muebles construidos por ebanistas gibareños, como Julio
Fuentes, Santana Ochoa y Antonio Galván, quienes llegaron
a imitar con acierto algunos de esos estilos con fines
comerciales y viviendas de las clases menos pudiente, así
como las Sociedades Club Maceo y Club Marti, tuvieron muebles
construidos por los mencionados ebanistas locales.

TEATRO.

La manifestación teatral tuvo sus primeras
expresiones locales en las llamadas reuniones familiares que se
desarrollaban en viviendas donde existía un piano y en las
que los aficionados gibareños desarrollaban sus aptitudes
artísticas.

Más tarde, se habilitó un viejo
almacén de víveres como sede de un teatro y la
manifestación fue tomando auge en la población. En
1878 se fundó el Círculo Familiar (en un edificio
de la calle San Mamerto, hoy Calixto García), donde se
realizaron representaciones teatrales tanto por grupos de
aficionados como compañías dramáticas que
entraban por el puerto para realizar sus giras a través
del país.

El Círculo Familiar duró sólo un
año, pero en 1884, el 12 de abril, por la insistencia de
los gibareños e iniciativa de Don Javier Longoria, se
creó un Círculo Popular que sirvió de centro
de instrucción y recreo, con los mismos propósitos
que el desaparecido Círculo Familiar. El nuevo local
contaba con trescientas capacidades y por él desfilaron
aficionados y profesionales del arte de las tablas.

Todo este movimiento cultural motivó a los
gibareños criollos, peninsulares y extranjeros radicados
en nuestro pueblo a dar los primeros pasos para construir un
teatro que tuviera las condiciones apropiadas para el desarrollo
de esta expresión del arte.

En la noche del 11 de enero de 1886, se reunió la
junta directiva del Casino Español de Gibara, y se acuerda
recaudar los fondos necesarios para dar inicio a las obras. En
enero de 1889 se aprobó el proyecto presentado por Don
Jose Almanza, quien quedó facultado en unión de Don
José Homobono Beola para conveniar con los carpinteros Don
Joaquín y Don Francisco Pifferrer, así como con el
albañil Félix Pifferrer, la construcción de
la primera parte de la obra.

El teatro se comenzó a edificar el 19 de febrero
de 1889 y se inauguro el 13 de septiembre de 1890, con la
actuación de la famosa Compañía de Palau.
Durante muchos años el Teatro Casino Español fue
escenario de grandes personalidades del arte. En él se
presentaron la Compañía de Luisa Martínez
Casado, los violinistas Rafael Diaz Albertini y Claudio Brindis
de Sala, el pianista y compositor Ignacio Cervantes y la
compañía de zarzuela de Maria Varona, por mencionar
sólo a algunas.

Alrededor de 1940 el Teatro, que cambió su nombre
por el de "Unión Club", comenzó a alternar las
funciones teatrales con las proyecciones cinematográficas
en su sala, hasta la década de 1970 que cerró sus
puertas para ser restaurado. La recuperación de su
inmueble quedó detenida en 1990 por razones
económicas.

No obstante, a finales de la década del 1990 se
inició un proyecto cultural en él con una actividad
mensual dedicada a la trova, lo que contribuyó a motivar
el interés por su restauración.

Con la colaboración de la Diputación
española de Sevilla, la Oficina de Historia del municipio
acometió su reparación, rescatándose
totalmente la cubierta y el piso del tercer nivel, así
como se trabaja para lograr su total restauración, al
tiempo que se realizan actividades de pequeño formato en
su sala, tanto con artistas aficionados como
profesionales.

LITERATURA

La literatura ha tenido también en Gibara un
constante movimiento, que después del triunfo
revolucionario ha logrado una significación relevante y
ascendente dentro de la provincia.

Más, hay que significar que la misma tuvo gran
fuerza en la villa, aún en épocas en que la
política gubernamental colonial o republicana no apoyaba
el libre desarrollo de la cultura. La prensa local del siglo XIX
y de los primeros cincuenta años del siglo XX, refleja un
quehacer literario local. Poesías y crónicas
abundan en las páginas de estas publicaciones,
destacándose nombres de gibareños como William y
Fernando cuesta Mora, Robustiano Verdecia, Emilio
Fernández de la Vega y Frank Pérez.

Al mismo tiempo, periódicos como EL COMERCIO,
contaron con la colaboración de escritores nacionales como
Bonifacio Byrne, Agustín Acosta, Emilio Bobadilla y de
extranjeros como el mexicano Luís G. Urbina. Muestra de
que los gibareños no sólo hicieron literatura sino
que se relacionaron y promovieron a otros escritores del
país.

En la vida literaria de Gibara debe significarse el
nombre de Armando Leyva (1888-1942), hoy reconocido en la
Historia de la Literatura Cubana. A través de él se
produjo una gran integración del territorio a la actividad
literaria de la antigua provincia oriental. Por Leyva escritores
como Regino Boti y José Manuel Poveda, conocen y siguen de
cerca el quehacer literario gibareño. La voz de la villa
aparece en el Manifiesto Renovador encabezado por Poveda y
seguido por los poetas orientales en 1910 y los gibareños
se unieron al homenaje de los intelectuales a Julián del
Casal.

Armando Leyva perteneció a la Academia Nacional
de Artes y Letras y a la Asociación de Reportes, fue
presidente del Ateneo Santiaguero y alentó la
creación de la Empresa Editorial Biblioteca Oriente. Sus
libros fueron publicados en gran parte, en la antigua provincia
de Oriente: DEL ENSUEÑO Y DE LA VIDA, en Gibara y en Las
Tunas, SEROJA, en Banes; ALMA PERDIDA, en Puerto Padre; LAS HORAS
SILENCIOSAS, MUSEO, PEQUEÑOS POEMAS, publicados en
Santiago de Cuba; LA PROVINCIA Y LAS ALDEAS, en Santiago de Cuba
y en Gibara; ESTAMPAS DEL REGRESO, en Gibara y LA ENEMIGA, en La
Habana. Cuentos, crónicas, artículos, poemas en
prosa y una novela corta, responden a esos títulos
mencionados.

La labor literaria y cultural de Armando Leyva,
trascendió los límites de la villa, su
contribución a la promoción de autores y obras
cubanas y el haber donado lo recaudado con la publicación
de su libro MUSEO para la construcción de un edificio
propio para Museo y Biblioteca en Santiago de Cuba, son ejemplos
de su labor en aras de la cultura nacional.

Otros escritores gibareños lograron sobrepasar
las páginas de las publicaciones gibareñas para
ganar concursos como el de los "Juegos Florales", tal es el caso
de Fernando Cuesta Mora (1908-195?) o Jesús Torres Cuesta
(1936-1973), cuyas poesías fueron publicadas en libros en
Gibara y en Las Tunas.

De 1914 es el libro ALMA DE LA ALDEA; antología
de escritores gibareños, que incluye entre otros nombres
no bien estudiados el de Luís G. Cabrera, Rafael Cuesta,
Oscar Diez Feria, Modesto Centeno y Leoncio Fernández
Pino.

El triunfo revolucionario trajo consigo un mayor
desarrollo en la literatura gibareña. La existencia del
boletín literario "Cacoyugüín", del Taller
Literario "Armando Leyva", más de diez libros publicados
por autores locales, premios provinciales y nacionales obtenidos
por escritores provenientes del Taller Literario y la
participación del decimista Gilberto Cruz Rodríguez
en el Encuentro Internacional de Décimas, son evidencias
del levantamiento y desarrollo del quehacer literario en
Gibara.

Al nombre de Cruz Rodríguez, debe
sumársele los José Barciela Tauler, Arsenio
Valdés Bruceta, Manuel Gómez, Silvio Escalona
Graña, Agustín Labrada, Orlinda Nieves que ya
tienen publicaciones y algunos inclusive en antologías
extranjeras.

Las tertulias literarias, tradicionales en la villa
desde el siglo XIX, han sido revitalizadas en la actualidad,
manteniéndose inclusive en algunas casas de familias,
así como se ha recogido la rica tradición oral que
la caracterizó, en el atlas de la Cultura Popular
Tradicional.

Gibara también ha sido sede y subsede de eventos
nacionales de literatura y humor y mantiene un concursó
anual de literatura que premia en metálico.

IMPRENTAS Y PERIÓDICOS.

Numerosas imprentas y periódicos existieron entre
finales del siglo XIX y los primeros 60 años del siglo XX
en Gibara.

En 1873 fue adquirida por Don Gregorio Fernández
de la Vega la primera imprenta que se estableció en la
localidad, utilizada sólo para anuncios mercantiles,
tarjetas de felicitación y trabajos similares. Poco tiempo
más tarde el propio Fernández de la Vega
adquirió otra imprenta donde se editaría el
periódico EL PORVENIR, primer periódico que tuvo
Gibara, cuyo número inicial salió el 4 de marzo de
1875.

La imprenta EL PORVENIR fue vendida, primero
llegó a manos de Don Ezequiel Ruiz del Valle y luego a
Rafael Cuesta López y a Martín Bim Canta. En ella
se editaron además, en la época colonial el
periódico semanal LA MUJER (1882) y el semanario
informativo LA LINTERNA (1894).

En el siglo XIX aparecen dos imprentas más: LA
CONSTITUCIÓN, propiedad de Don Juan Calderón y
Rodríguez y el establecimiento tipográfico de
Martín Bim Canta, introducida por éste alrededor de
1886. La primera de ella publicó el periódico LA
CONSTITUCIÓN ESPAÑOLA (1884) y la segunda, EL
FERROCARRIL (1891) y EL TRIUNFO (1898).

EL BUENDESEO, órgano de la raza de color, LA
LEGALIDAD, GRITO DE YARA y EL PROGRESO, fueron los nombres de
otros periódicos que vieron la luz en Gibara en los
últimos años del siglo XIX.

Debe significarse que de las imprentas mencionadas
sólo la de Martín Bim publicó libros como:
COLECCIÓN DE POESIAS INÉDITAS DE JUAN
CRISTÓBAL NÁPOLES FAJARDO; El Cucalambé
(1886); MACEO, poesía de Fernando García y Grave de
Peralta (1899) y GIBARA Y SU JURISDICCIÓN, de Herminio
Leyva.

En la época republicana, el establecimiento
tipográfico de Bim Canta se convirtió en la
imprenta Bim y Prades y aparecieron otras como "El Comercio"
(alrededor de 1915), de Atanagildo Cajigal; "El Gibareño",
de Faustino Ramos y "Antorcha" de los hermanos Friman
Expósito, entre otras.

En ellas aparecieron periódicos como El Semanario
LA VERDAD (1900); PRO PATRIA (1914); EL COMERCIO (1915); TRIBUNA
LIBRE (1923); EL GIBAREÑO (1932); LIBORIO (1940); ANTORCHA
AUTÉNTICA (1945), por mencionar sólo algunas.
También se publicaron las revistas GIBARA ILUSTRADA
(1914), TRADICIONES GIBARAREÑAS (195?), CLUB-200 y
PERSONALIDAD, de la década de 1950.

En ediciones de libros, a la labor que había
hecho en este sentido la imprenta de Bim Canta en el siglo
anterior se unió también la de Atanagildo Cajigal y
de estos establecimientos salieron publicados los títulos:
ODISEA DEL GENERAL JOSÉ MACEO, de Máximo
Gómez (1905); SOUVENIR: JUEGOS FLORALES (1923); ESTAMPAS
DEL REGRESO, de Armando Leyva (1923); AQUÍ (1956), poemas
y cuentos de Alberto Ríos.

Algunas de estas imprentas y periódicos llegaron
y existieron luego del triunfo Revolucionario. Después de
1959 fueron publicados en la década de 1960 los
periódicos VENCEREMOS y BAHÍA, los que no
perduraron por mucho tiempo.

PINTURA.

Esta manifestación artística tuvo un
fuerte desarrollo en las postrimerías del siglo XIX y
primeras décadas del XX en la localidad.

Paisajes, retratos y dibujos atrajeron la sensibilidad
creadora de varios gibareños. La historia gráfica
de los campos que rodean la villa, la belleza del litoral, llena
la obra pictórica de León Hernández
Cáceres, Juan Vecino Mallo, Enrique Almaguer Pavón
y Luís Sánchez Hernández.

Numerosos retratos también salieron de las manos
de Hernández Mallo, Vecino Mallo, Crecente Fornaguera
Ráez y Pelagio Rodríguez Calderín, en tanto
que el dibujo fue cultivado por Román Infante y Mario
Rodríguez Infante.

Entre ellos debe significarse a León
Hernández Cáceres, canario establecido en Gibara,
quien pintó desde un cartel comercial hasta un hermoso
óleo, y Juan Vecino Mallo, quien obtuvo algunos
conocimientos técnicos, contrariamente al resto de los
pintores gibareños que fueron autodidactas.
Impartió clases a jóvenes de la localidad. La obra
de ambos se desarrolló mayormente en la primera mitad del
siglo XX.

En la actualidad la pintura es una de las
manifestaciones artísticas de mayor desarrollo en Gibara.
Junto a la obra de Luís Cátala Maldonado, profesor
instructor de varias generaciones de aficionados, paisajista y
acuarelista por excelencia, así reconocido nacional e
internacionalmente, está la pintura de Pedro Silva
León, Nelson Labrada, Leyder Martínez, Rosa
Aguilera entre otros valores surgidos después de 1959 y
que poseen exposiciones en la localidad y fuera de ella,
así como han obtenido premios provinciales y
nacionales.

Un concurso anual de pintura premiado en
metálico, dirigido a adultos, y otro para niños,
consolidan la afición y los resultados de la
creación en la pintura en Gibara, donde el paisaje no ha
dejado de ser el tema esencial.

ARTESANÍA

La artesanía tradicional gibareña es muy
conocida, desde el siglo XIX, con los avios de pesca como los
jamos, redes, atarrayas y los trabajos que se hacían de
conchas, reconociéndose entre estos el tradicional collar
de coquinas.

El tejido a crochet y frivolité y el bordado a
mano llegó con los inmigrantes del área hispana, el
cual se fue trasmitiendo de generación en
generación, pues las jóvenes casaderas
debían confeccionar el ajuar con sus propias
manos.

También cabe destacar el trabajo con fibras y la
muñequería que se generalizó en la etapa del
capitalismo entre las capas sociales más pobres de la
localidad.

Actualmente se cuenta con un amplio, movimiento
artesanal, integrantes de la Asociación Cubana de
Artesanos y Artistas.

El número de técnicas y la variedad de
productos, se ha incrementado, destacándose la talla en
madura, hueso y tarro, el variado trabajo de
muñequería, tejidos, bordados, deshilados y la
misceláneas. Los artesanos han participado en
múltiples eventos en todo el país y su obra posee
gran calidad artística reconocida por entendidos en la
materia.

LA MÚSICA.

La ceremonia de fundación de Gibara en 1817
estuvo amenizada por los acordes de una orquesta y la misa
solemne que se celebró en ese día contó con
un coro que ejecutó música religiosa, marcando de
esta manera el nacimiento de la población. Orquesta y
coro, por supuesto, vinieron desde otro lugar, pues el poblado
comenzaba a formarse a partir de ese mismo momento.

En la década de los años treinta del siglo
XIX existen referencias sobre música religiosa y
también profana interpretada en Gibara durante la
celebración de las fiestas de altares de la
cruz.

Hacia 1840 la Iglesia Parroquial contaba con un coro
dirigido por el pardo bayamés Rafael Mesa, quien
fungía como sacristán de la misma. Por esta
época se iniciaron también las tertulias familiares
en las que muchas veces se ejecutó música vocal e
instrumental.

Además en esa etapa fueron utilizados
ocasionalmente los almacenes del comerciante extremeño Don
Álvaro Prieto para desarrollar bailes amenizados por
agrupaciones musicales.

A partir de 1860, un mayor desarrollo
socioeconómico del poblado gibareño, estrechamente
relacionado con la continua entrada de embarcaciones en el
puerto, abrió nuevos horizontes a las manifestaciones
musicales. En esta década surgió una banda civil en
la población dirigida por Don Miguel Pascual y
Ferrer.

Al iniciarse la guerra de 1868 existía ya un
casino, el "Príncipe Alfonso", que desarrollaba bailes y
conciertos.

Durante la guerra la población de
gibareños se triplicó y la vida social, aunque esto
sea paradójico, se intensificó, como consecuencia
de la llegada de numerosas familias de españoles y de
elementos afines a España, que abandonando sus residencias
en la vasta jurisdicción holguinera se mudaron a Gibara en
busca de la seguridad que les ofrecía el puerto y el
sistema de fortificaciones; esas familias poseían en su
inmensa mayoría cierto poder económico y
traían a sus hijos e hijas jóvenes, ansiosos de
diversiones, los que coincidieron en el pueblo con la tropa, pero
sobre todo con la oficialidad de los regimientos españoles
destacados en la Villa y de las tripulaciones de los barcos de
guerra que muy frecuentemente arribaban al puerto. Tanto los
regimientos del ejército regular como la marina
poseían bandas de música, las actividades sociales
se multiplicaron, desarrollándose bailes y retretas que
fueron conformando el gusto musical de los vecinos de
Gibara.

Por estos tiempos se mencionan especialmente la banda
del Cuerpo de Bomberos y la del Batallón de Cazadores de
Santander, destacado en Gibara. Al finalizar la guerra
existían en las casas de la villa más de 30
pianos.

En ocasiones se carece de información para poder
seguir la secuencia del desarrollo de la música local, no
obstante, se conoce que en la década de los 80 del siglo
XIX surgió una de las mejores orquestas típicas que
tuvo la villa dirigida por Juan Miguel Gómez, que
ofrecía conciertos y amenizaba bailes, e incluía en
su repertorio valses, sones y guarachas.

Durante esta década y la siguiente se sigue
entonando música en las tertulias familiares, son
frecuentes los bailes en las instituciones de recreo, las
retretas en la plaza pública y la visita de bandas, sobre
todo de la Marina. En 1890, con la inauguración del Teatro
del Casino Español, se cuenta con un magnífico
local para el desarrollo de actividades que incluyan
música.

A partir de 1902 cobran auge las manifestaciones
musicales entre los alumnos de las escuelas públicas y
privadas.

Entre los gibareños que adquieren fama en el
ámbito musical nacional e internacional en las primeras
décadas republicanas se cuentan el violinista
Fermín Cardona Urgellés, el guitarrista José
Rey de la Torre y el compositor Rafael Vega Caso.

En 1925 surgió el primer trío de
reconocido prestigio en la Villa: el de José Romero Yero,
pero fue durante la década de los años treinta
cuando se inició un despegue de agrupaciones musicales en
la localidad. En 1938 debutó la orquesta tipo jazz-band
"Villa Blanca" dirigida por Víctor Roberto Cruz Velasco
(Rubén), que coincidió en tiempo durante los
años cuarenta con las orquestas
"Gómez-Suárez" (conocida también como
"Sonora Cristal"), con las "Hermanos Angulo" y "Hermanos
Gómez" y con los conjuntos: "Los Amigos", dirigido por
Ángel Perez (El Pombo), el de Carlos Bruceta y el de la
familia Hernández-Mayo. Estas agrupaciones estuvieron casi
totalmente formados por músicos empíricos, o "de
oído" y surgieron y se desarrollaron en un momento en que
Gibara era la estación veraniega de Holguín,
visitada por centenares de personas ansiosas de diversión,
lo que permitía dar contenido de trabajo a estas y otras
orquestas que amenizaban las fiestas desarrolladas en muchas
ocasiones de forma simultánea en tres balnearios y
además en otros locales sociales. Los músicos
gibareños encontraron una fuente de trabajo relativamente
bien remunerada en una época difícil para muchas
personas en esta población. Quizás fue esta una de
las causas del desarrollo de las agrupaciones musicales
locales.

Este auge inició una curva de descenso a partir
de mediados de la década de los años cincuenta al
irse trasladando cada vez más la afluencia de veraneantes
holguineros hacia la playa de Guardalavaca y también como
consecuencia de la crítica situación social en que
se sumió el país durante el gobierno de Fulgencio
Batista. Luego del triunfo revolucionario, en 1960, surgió
la orquesta "Siboney", dirigida por Juanito Angulo, y en 1969,
"La Tropimar", dirigida por Rubén Cruz Cuesta
(Purro).

En esta etapa surge un poderoso movimiento de
aficionados, en el que se destacan grupos musicales como: el
conjunto "Los Amigos" que luego toma el nombre de "Conjunto
Típico Unión Gibara", el grupo "Melodías
Fértiles", de la Fábrica de Hilazas de
Algodón "Inejiro Asanuma", el "Trío Villa Blanca",
la orquesta típica "Ídolos del Ritmo", el coro de
la Milicias Nacionales Revolucionarias dirigido por Antonio Lemus
Nicolaus, el cuarteto "Los Zafiritos", los grupos "CH4", grupo
"Los Caminantes",de Floro Pérez, el trío "Los
Duques", la brigada infantil "Víctor Jara`, el Coro
Infantil "Los Amiguitos de la Cultura" y otras agrupaciones
más, entre ellas el grupo femenino "Bahía" y el
trío de "Los Hermanos Galván", y en los momentos
actuales el Grupo "Aguapé", el trío "Galace", el
cuarteto "Ópalo", algunos tríos y numerosos
solistas, algunos trovadores, que conforman el movimiento de
artistas aficionados con resultados relevantes en eventos
nacionales e internacionales, aún cuando en estos momentos
se carece en la localidad de agrupaciones
profesionales.

LA ESCULTURA

La Copa del Amor.

Esta escultura es la más popular de cuantas
existen en la Villa, debido a que sobre la misma se han tejido
varias leyendas que atraen el interés de los habitantes y
de personas llegadas a la ciudad.

Se encuentra ubicada en el cementerio local, a unos
veinte metros a la izquierda de su entrada principal. Se
desconoce la fecha exacta de su ubicación en el lugar,
aunque se supone que fuera en la década de 1870. El
Panteón, encargado a una casa marmolista de Italia, fue
ensamblado por un marmolista de Santa Lucía.

Es una escultura de bulto redondo, hecha sobre
mármol blanco pulido, que se alza majestuosa sobre
pedestal y consta de un vaso o ánfora cubierta en parte de
un manto. En el pedestal aparece una guirnalda con flores y la
inscripción: RIP ÚLTIMO RECUERDO DE MI IGNACIA.
MAYO 23 DE 1872. ADOLFO.

La presencia de estos elementos en la pieza está
relacionada con el simbolismo que sintetizan su corta vida, la
muerte, el reposo y la resurrección, y han dado lugar a
las leyendas antes mencionadas, que aunque tienen más de
maravillosas que de verdaderas, lo cierto es que han trascendido
los tiempos y se han arraigado en la cultura popular, haciendo de
esta pieza algo particular y autóctono que perpetúa
el idilio de Adolfo e Ignacia y lo convierte en una
auténtica muestra de fidelidad y amor.

Monumento de las madres.

Es una escultura de bulto redondo y gran formato
realizada por el escultor Carlos Era Barceló utilizando
para ello piedra de jaimanitas en todo el conjunto.

El grupo escultórico está formado por dos
figuras humanas: la madre que aparece sentada y su hija, de pie
en la parte derecha; donde a través del uso de elementos
artísticos y formales sutilmente ejecutados por el
creador, se develan al paso de nuestra mirada los valores
estéticos y sentimentales recogidos en la obra, a lo que
contribuye también la relación con el entorno, para
que tengamos el privilegio de recordar la fecha en toda su
dimensión, con la sencillez y la alegría de saber
que cada día puede existir un motivo para rendir un
homenaje a las madres.

Estatua de la Libertad.

Se encuentra en La Plaza Mayor o de Armas (hoy Parque
Calixto García). Su ejecución fue encomendada a una
reputada casa Piedra Santa, Italia, propiedad de un marmolista de
apellido Luisi, quien utilizó como modelo el retrato de
una gibareña llamada Aurora Pérez Desdín.
Está trabajada en mármol de carrara y tiene una
tarja donde se inscribe: "A los libertadores de la patria" y en
el pergamino que porta en la mano la figura aparece la fecha del
25 de julio de 1898, día en que entraron los mambises a
Gibara.

CORREOS Y TELÉGRAFOS.

Teniendo en cuenta la necesidad del establecimiento de
una administración de correos que garantizara el servicio
de la correspondencia pública y de oficio, el 7 de junio
de 1834, una representación del pueblo se presentó
al gobierno solicitando la construcción de un hijuelero de
correos entre Gibara y Holguín.

El 9 de noviembre de ese mismo año, acudiendo a
la referida petición, se creó una oficina con la
denominación de Administración de Correos de
Tercera Clase, que realizó su labor por tierra a
través del viaje diario a Holguín para unir
allí la correspondencia con la que partía
diariamente también de Santiago de Cuba para La Habana, en
combinación con los demás pueblos de la Isla. Las
noticias de la capital del país se recibían
así con ocho días de retraso.

Este servicio de Correos perduró hasta el
estallido de la insurrección de Yara, que
interrumpió en el país las comunicaciones por
tierra hasta aún después de haber terminado la
guerra en 1878. La correspondencia pública y de oficio se
debió enviar durante este tiempo en los vapores costeros
que recorrían la parte norte de nuestro
país.

El telégrafo se estableció el día
primero de enero de 1870.

Caracterización socio-económica
actual

En la actualidad Gibara, como ciudad cabecera del
municipio del mismo nombre, tiene una población de
más de 17 000 habitantes distribuidos en dos Consejos
Populares.

La creación del Astillero "Alcides Pino", la
Cooperativa Pesquera "Luis Hernández, la Hilandera
"Inejiro Asanuma", las fábricas de tabaco (consumo
nacional y de exportación) y diferentes industrias locales
han diversificado la producción industrial de la villa,
tanto para satisfacer necesidades de su población como de
otros lugares del país, además de constituir
fuentes de trabajo para sus habitantes.

Su economía, sin embargo, esta servida
fundamentalmente del sector agrícola, diseminado por todo
el municipio y desarrollada a través de cooperativas de
producción agropecuaria y de créditos y servicios,
de un fuerte movimiento anapista y de la labor de entidades
creadas por la Revolución como la Granja de Cultivos
Varios, la Empresa Pecuaria "Hermanos Sartorio", la Finca de
Producción de Semillas, la Estación Experimental de
Café y Cacao, centro de acopios y otras unidades, en las
que no ha faltado la aplicación de los adelantos de la
ciencia y la técnica.

En la esfera de la salud, está en servicio un
hospital con más de 100 camas, un hospital
psiquiátrico que asimila pacientes de toda la provincia
(140 camas), un policlínico, una clínica
estomatológica, un hogar materno, uno de ancianos, una
unidad de Higiene y Epidemiología y 40 Consultorios del
Medico de la Familia.

En la educación existe un Círculo
Infantil, un Seminternado, cuatro centros escolares primarios,
una Secundaria Básica, una Escuela de Oficio, una Facultad
para la Educación de Adultos, un politécnico de la
Salud, un Escuela Especializada para estudiantes con retraso
escolar y mental. A ello debe agregarse que con los nuevos
programas, trabaja una escuela destinada a impartir el Curso
Integral para Jóvenes y existen cuatro Sedes
Universitarias Municipales (del MES, Pedagógica, de
Cultura Física y de Ciencias Médicas).

En el ámbito de la Cultura Gibara posee tres
museos especializados (Historia Natural; Historia y Arte) que
atienden a la población y al turismo nacional y
extranjero. Posee además una Casa de Cultura, Cine, Sala
de Video, una Biblioteca Publica (que es la más antigua de
la provincia de Holguín), librerías, dos
galerías de arte, una de ellas del pintor Cosme Proenza,
una personalidad de las artes plásticas cubanas
contemporáneas.

Gibara es además sede de importantes eventos
culturales cada año. Junto a la Semana de Cultura, se
realiza el Festival Internacional de Cine Pobre "Humberto
Solás", con la participación de importantes
cineastas de todo el mundo.

Morfología
urbana

El "Modelo de Ciudad" seguido para conformar la
estructura urbana de la villa parece haberse regido por las
Ordenanzas de las Leyes de Indias: la lotificación de los
terrenos, ubicación de plazas, ancho y posición de
las calles en dependencia del clima, situación de las
edificaciones alrededor de las plazas en función de las
actividades que se desarrollaban en las mismas y de la
posición económica de los habitantes en las
construcciones domésticas.

Fortificado el puerto con la construcción de la
Batería de Fernando VII comienza un despunte del hasta
entonces incipiente poblado como centro urbano, debido
fundamentalmente al capital español que se asentó
en el lugar.

La ciudad establece una agradable relación entre
ambiente colonial urbano y naturaleza circundante.

Su trazado se desarrolla a partir de una
cuadrícula bastante regular, que creció de este a
oeste definiendo en ese sentido tres plazas y un eje (Calle
Independencia), que las vincula, conservándose el criterio
de ubicar los edificios importantes alrededor de ejes y plazas
principales creando de esta forma una zona central que sintetiza
los mejores exponentes de la topología
arquitectónica que caracteriza a la ciudad. La trama
urbana continuó su crecimiento desde esta zona hacia el
norte y el sur.

En Gibara, hay manzanas casi rectangulares. Sus calles
son relativamente estrechas (oscilan entre 5,50 y 6 metros),
excepto Ronda la Marina, la que presenta en su mayor parte un
ancho de siete metros.

El crecimiento urbano durante todo el siglo XIX y
principios del XX estuvo limitado por la muralla. Desde la cota
más alta los techos de tejas sugieren un movimiento y un
ritmo que unido a su color característico en contraste con
la vegetación de los patios interiores, le imprimen un
sello peculiar y la ciudad ofrece una lectura diferente a la que
se nos presenta a través del recorrido peatonal por sus
calles.

Es de destacar que, como sucede en la plaza andaluza, la
de mayor contacto promocional con América, el centro no es
la plaza, sino la calle comercial. La calle Independencia, que
constituye la arteria principal de la villa, es donde
tradicionalmente se ha desarrollado la vida comercial, sirviendo
de lazo y formando un sistema de plazas.

SISTEMA DE PLAZAS.

PLAZA DE LA FORTALEZA: Debe su nombre a la
Batería de Fernando VII. Surgió en 1817 cuando
comienza la construcción de dicha Batería y
quedó conformada en los primeros años de desarrollo
de la villa.

Se caracteriza por ser una plaza cerrada tomando la
forma que le imponen las irregularidades del litoral. A ella
llegan varias calles importantes de la ciudad.

En sus inicios fue una plaza seca pero en la
época republicana se le incorpora un parque con
vegetación, bancos y una estatua que simboliza el amor
maternal.

El marco escenográfico de la misma está
compuesto por edificios de valor arquitectónico y urbano,
como la Casa Da" silva, muchos de ellos con portales de
diferentes estilos y características
constructivas.

En la época de su surgimiento concentró un
núcleo poblacional importante, así como
sirvió de espacio al desarrollo de funciones fundamentales
como las generadas por la primera casa de gobierno en ella
ubicada.

En la actualidad se insertan actividades de servicios,
administrativas, turísticas, recreativas, políticas
y astronómicas. Existe en ella un área de
almacén, aunque predomina el sector
residencial.

PLAZA MAYOR O DE ARMAS: Quedó estructurada al
concluirse la Iglesia Católica en el año 1853. Es
una plaza con abundante vegetación. Su estructura es
cerrada por cuatro calles importantes.

La rodean una serie de edificios con diversos niveles de
realización, de alto puntal, en su mayoría con
diferentes estilos y aún cuando se insertan algunos
inmuebles que por su forma no armonizan con el entorno, en la
generalidad se integran, para conformar un perfil bastante
homogéneo y prevalecen los de altos valores
arquitectónicos y urbanos.

Como elemento jerarquizador encontramos la Iglesia
Parroquial y una Estatua de la Libertad.

Esta Plaza asimiló desde sus inicios actividades
esenciales tanto en el orden cívico, religioso como
recreativo, comercial y de hospedaje, así como en ella se
construyó la Segunda Casa de Gobierno, las sedes del
Casino Español y del Teatro.

Actualmente la plaza lleva el nombre de Parque Calixto
García y aún cuando se desarrollan actividades que
les fueron propias desde sus inicios: administrativas
(está la sede del Poder Popular), religiosas (Iglesia
Parroquial), culturales y recreativas (teatro, cine, biblioteca,
museo), disminuyen la actividad comercial y desaparece la de
hospedaje.

PLAZA DEL CEMENTERIO O DE COLÓN: Con el
desarrollo de la trama urbana se hizo necesario trasladar el
cementerio que existía en 1846. En el lugar que
éste ocupaba surgió la Plaza, destinada a
constituir en su día la Plaza del Mercado por su
estratégica y céntrica posición respecto a
la ciudad, pero nunca se logró.

Sus características responden a una plaza verde,
cerrada, difiere de la anterior en que interrumpe el trazado de
una de las calles que a ella llegan. Está rodeada de
edificaciones de altos valores con portalería, como el
ocupado por la Casa de la Cultura.

En su centro se ubicó un obelisco en homenaje a
José Martí en diciembre de 1949.

Inicialmente se dotó de viviendas y más
tarde se le incorporaron actividades comerciales y recreativas
como el edificio que ocupaba la Sociedad Española. En la
actualidad lleva el nombre de Plaza de la Cultura y en ella se
encuentra ubicada la Casa de Cultura "Raúl Gómez
García" (antiguo edificio de la Sociedad Española),
el Instituto de belleza "Marbella", la sede de la Cruz Roja, el
Palacio de Pioneros y el Palacio de la Artesanía de la
Asociación Cubana de Artesanos Artistas (ACAA).

Las otras dos plazas que quedaron conformadas en el
siglo XIX no tuvieron mayor repercusión en la villa, por
lo que no llegaron hasta nuestros días. Ellas
fueron:

Partes: 1, 2, 3
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