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Historia de la filosofia (página 2)



Partes: 1, 2

Paralelamente, Tales afirmaba que «todo
está lleno de dioses». Esta frase ha sido
interpretada de múltiples formas. John Burnet sostiene que
Tales quería decir que el mundo está lleno de
energía, de fuerzas; como cuando afirmaba que el
imán tiene alma porque atrae al hierro. Otros han
pretendido que el agua era el primero de los dioses de Tales,
pero no tenemos noticia alguna de que Tales haya considerado a su
principio originario como un dios. Por su parte, Étienne
Gilson[2]sostiene que Tales formuló esta
afirmación, incompatible con su teoría de que todo
proviene del agua, para no perder su religión.
Según Gilson, el agua daba cuenta del mundo de las cosas
pero nada decía de la condición personal del hombre
que, no queriendo quedarse solo en un mundo de meros objetos, no
estaba dispuesto a renunciar a sus dioses. La coherencia total
entre las proposiciones referidas al Primer Principio y las
referidas a los dioses se dio luego con Aristóteles y los
estoicos, pero a costa de la propia religión griega. Con
una actitud más mesurada, Werner Jaeger dice que "al
tratar de Tales es naturalmente imposible conocer la
conexión interna entre su audaz afirmación de que
todo está lleno de dioses y sus ideas más
específicas".

Anaximandro de
Mileto

Vivió en Mileto en la misma época que
Tales (610-547 a.C.). A él pertenece el primer escrito
filosófico titulado "Sobre la Naturaleza".

Tradicionalmente, Anaximandro ha sido considerado uno de
los tres principales integrantes de la "Escuela de Mileto". Pero
Gadamer recordaba que "fueron Apolodoro y otros quienes dijeron
que Anaximandro había sido un seguidor de Tales de Mileto
y que Anaxímenes lo había sido de Anaximandro" pero
no hay otros elementos que nos permitan hablar de una verdadera
"escuela".

Anaximandro sostenía que "lo ilimitado (apeiron)
es el inicio de todo". Rechazaba la afirmación de Tales de
que todo proviene del agua por razones lógicas, ya que no
le parecía razonable que una substancia determinada fuera
el origen de cosas tan diversas. El origen ha de hallarse en algo
que no se identifique con ninguna cosa en particular. Lo apeiron,
en cuanto ilimitado (aperiron significa "sin peras", es decir,
"sin límite"), debe ser interpretado —siguiendo a
Aristóteles— como un inagotable depósito del
que se alimenta todo devenir, y no como "lo indeterminado"
—modo en que lo han interpretado otros—.

Anaximandro aludía a los opuestos y al equilibrio
que se da en el Universo. A este respecto, Gadamer dijo: "Su
visión del Universo como una "rotación equilibrada"
plantea la pregunta sobre qué había antes del
continuo equilibrarse de las cosas. La respuesta está en
un nuevo mito cosmogónico, el mito de la explosión
del huevo cósmico, en cuyo trasfondo había mitos
cosmogónicos orientales, en particular de los hititas y
los sumerios."

La evolución del mundo es un proceso unitario
gobernado por la necesidad, cuyo primer principio es Lo
Indeterminado, a lo que Anaximandro considera divino. Gadamer
sostenía que "el trasfondo de la mitología es
claro, la indeterminación de Anaximandro es el correlato
filosófico al caos inicial del mito, que no se identifica
con ninguna materia del mundo sensorial sino que es su origen y
fundamento".

Anaxímenes de
Mileto

Anaxímenes consideraba que la archee
(pronúnciese arjé), Principio de Todas las Cosas es
el aire. De él ha salido todo por condensación y
rarefacción. El aire domina y mantiene unido al Cosmos de
la misma manera que el alma lo hace con el cuerpo. Este Primer
Principio tiene la capacidad de pensar, indispensable para
gobernar.

Gadamer se preguntaba: "¿Cómo es posible,
después de la profundidad de Anaximandro, quien hablaba
del infinito indeterminado, la vuelta al aire como sustancia
primordial?" Según él, la pregunta se origina en un
malentendido. La así llamada "Escuela de Mileto" no
existió nunca como tal y por lo tanto no tiene sentido
pensar a Anaximandro como seguidor de Tales y a Anaxímenes
como discípulo de Anaximandro.

En su Física, Aristóteles dice que hay dos
tipos de naturalistas: los que sostienen que las cosas se generan
por condensación y rarefacción y los que afirman
que se producen por separación y mezcla. Si bien no lo
nombra explícitamente, es evidente que sitúa en el
primer grupo a Anaxímenes y su doctrina del aire como
elemento fundamental.

En su Metafísica, Aristóteles presenta a
los milesios como aquellos que identificaron la causa con la
materia. El aire de Anaxímenes sería entonces el
elemento material. Pero con esta interpretación —que
responde más a los intereses de Aristóteles que a
lo que realmente quiso decir Anaxímenes— queda
oculta otra interpretación más profunda: la de
Anaxímenes como representante de la idea del cambio de las
cosas. (Gadamer dice que "Anaxímenes intentó
derivarlo todo de las metamorfosis que experimenta el
aire".)

Con Anaxímenes aparece por primera vez el
procedimiento demostrativo, más allá de la
ingenuidad de sus argumentos. Lo importante es que él
pretendía fundamentar sus afirmaciones acerca de las
cosas.

Pitágoras de
Samos

Nació en la isla de Samos en el año 570
a.C. Se presume que fue discípulo de Anaximandro. A los
cuarenta años se estableció en Crotona (sur de
Italia), donde fundó una comunidad o escuela y de donde
tuvo que huir por sus diferencias con los demócratas. Se
fue a Metaponto, lugar en el que murió en el año
496. Según Platón, "Pitágoras se hizo
acreedor de un enorme respeto por su especial modo de vida. Y aun
sus seguidores, quienes todavía hablan de un tipo
pitagórico de vida, aparecen como algo especial entre los
demás hombres". Es probable que no haya escrito nada. A su
muerte, fueron sus discípulos quienes conservaron las
enseñanzas del maestro. En su escuela se practicaba el
ascetismo, se creía en la transmigración de las
almas (dualismo órfico) y se cultivaba toda clase de
ciencias. Pero es poco lo que se sabe con precisión sobre
el propio Pitágoras. (Algún historiador
llegó incluso a dudar que hubiera existido.)

De la relación entre los sonidos y la longitud de
las cuerdas que los producen parece haber deducido a
noción de "armonía", que aplicó luego al
Universo todo. La salud es la armonía del cuerpo y la
música puede ayudar a restablecerla. La armonía es
numérica. Según Aristóteles, los
pitagóricos suponían "que los elementos de los
números eran la esencia de todas las cosas, y que los
cielos eran armonía y número". A los
pitagóricos los sorprendían y maravillaban las
propiedades de los números. En su escuela cultivaban la
Matemática, la Geometría y la Música como
medios de "purificación".

Gadamer sostenía que "al leer las
biografías de los presocráticos, siempre se saca la
misma conclusión: todos ellos son presentados como
seguidores de Pitágoras, desde Anaximandro a
Parménides, pasando por todos los demás.
Naturalmente este hecho quiere decir algo. A mi parecer significa
que Pitágoras concentra en él motivos fundamentales
como el misterio de los números, el misterio del alma y el
de su transmigración y purificación".

Heráclito de
Éfeso

Era conocido como "El Oscuro". Se mantenía a
distancia de la multitud, a la que consideraba falta de
entendimiento. En él se percibe un rasgo común a
muchos de los filósofos antiguos: el vivir una vida acorde
a su filosofía. Con el paso del tiempo, a medida que la
Filosofía se fue transformando en una disciplina, en un
estudio, los filósofos fueron disociando su saber de su
actuar. Pero entre los primeros encontramos pensadores que
vivían las verdades y aparecían a los ojos de
muchos como personas especiales o raras.

Según Heráclito todo fluye, todo cambia,
nada permanece. "No podemos bañarnos dos veces en el mismo
río", dice en uno de los fragmentos que han llegado hasta
nosotros. (Ni el río ni nosotros seríamos los
mismos.) El devenir es el Principio de Todas las Cosas. Todo es
fuego que se enciende y se apaga según una medida. El
cambio, el devenir, está regido por el logos. El logos
regula el devenir como una ley inmanente al mundo. El devenir se
da según la lucha de los contrarios. La tensión
entre los contrarios en lucha genera el movimiento; por eso a la
paz sigue la guerra y a ésta nuevamente la paz. "La guerra
es la madre de todas las cosas", dice Heráclito. Y este
movimiento retorna eternamente sobre sí mismo. Al terminar
el gran año solar todo vuelve a comenzar y a repetirse
("eterno retorno").

Parménides de
Elea

Nació en la ciudad de Elea (sur de Italia) hacia
el año 510 a.C. Escribió un poema Sobre la
Naturaleza, que no ha llegado hasta nosotros en su totalidad, en
el cual expone sus ideas más importantes.

Parménides estaba convencido de que con el
pensamiento solo se puede llegar a la verdad, ignorando los datos
de los sentidos en la medida en que no respondan a lo que la
razón muestra como verdadero.

Parménides afirmaba que: "Es necesario decir y
pensar que el ser es y que el no ser no es." Sólo este
camino nos conduce a la verdad. Afirmar que el ser no es y que el
no ser es nos extravía, nos conduce al error, a la mera
opinión. Su Primer Principio no es el agua, el aire, o lo
indeterminado, sino el ser. Pero, ¿cómo es el ser?
Parménides afirma que el ser es uno, inmutable,
inmóvil, indivisible e intemporal. Las razones en las que
fundamenta esta descripción son puramente lógicas.
El ser es único porque, si hubiese dos seres,
¿qué los diferenciaría? ¿El ser? No,
porque es lo que tienen en común. ¿El no ser?
Tampoco: si el no ser no es, no puede ser causa de la diferencia.
Por lo tanto el ser es uno. Además, el ser no puede
cambiar: no puede cambiar hacia el ser, pues ya es, y
¿cómo podría cambiar hacia el no ser, si el
no ser no es?

Pero, ¿qué hay del mundo sensible, en el
que encontramos muchas cosas, y de nosotros mismos, que somos
muchos y estamos sometidos al cambio? Parménides mantiene
la rigidez de su lógica y afirma que este mundo no es. Por
eso sostiene que los sentidos nos engañan: nos muestran un
mundo de multiplicidad sujeto al cambio.

Anaxágoras de
Clazomene

Nació en Clazomene (Asia Menor) en el año
499 a.C. Se radicó en Atenas (453), donde trabó
amistad con Pericles. La ciudad recibió a su primer
filósofo con un juicio (434) por afirmar que el Sol no era
un dios sino una piedra incandescente. Para eludir la
difícil situación, se escapó hacia
Lámpsaco, lugar en el que residió hasta su muerte,
acaecida en el año 428.

Anaxágoras intentó resolver el problema
del ser y el devenir. Consideraba imposible que algo pudiera
provenir de la nada o convertirse en nada. Las cosas surgen de
una mezcla, y no podemos decir que luego desaparecen o mueren
sino sólo que sus partes se separan. Para responder a la
pregunta por la sustancia básica del mundo,
Anaxágoras observó: « ¿Cómo
sería posible que el pelo salga del no pelo y la carne de
la no carne?» Esto lo llevó a pensar que las cosas
están compuestas de partes (a su vez divisibles) que son
mayoritariamente similares a él. «Aquello de lo que
hay mayor cantidad en una cosa, por lo que más claramente
es cognoscible, eso es y eso fue cada cosa particular.» En
cada cuerpo hay partículas (homeomerías) de todos
los cuerpos, pero prevalecen las de la misma especie que el
cuerpo en cuestión. Las homeomerías son
cualitativamente diferentes, y por su mezcla y separación,
se generan las distintas cosas.

La segunda gran idea de Anaxágoras fue la
siguiente: la Naturaleza, al igual que los seres vivos, tienen un
nous, una mente, un espíritu, que es pensamiento y
voluntad. Él es el Principio del Movimiento y el Orden de
Todas las Cosas.

Al comienzo, las homeomerías estaban mezcladas;
el espíritu las puso en movimiento y generó
así su separación y agrupación y, con ello,
la conformación de las cosas y el Cosmos
(Orden).

Empédocles de
Acragas

Nació en Acragas (Agrigento) en el año 483
a.C. Fue una persona polifacética: sacerdote,
místico, profeta, predicador, médico, poeta,
filósofo y político. Recorrió las ciudades
de la Magna Grecia y algunos afirman que murió
arrojándose al cráter del volcán Etna (430).
Hasta nosotros han llegado muchos fragmentos de sus himnos
purificatorios y de su obra Sobre la Naturaleza.

A diferencia de los milesios, quienes sostenían
que había un Principio Único de Todas las Cosas,
Empédocles sostenía que había cuatro
substancias fundamentales: tierra, agua, aire y fuego. Todas las
cosas se forman por mezcla y separación de estos cuatro
elementos. Estos elementos, según Aristóteles
"eternamente subsistentes y no engendrados", son indestructibles,
no nacen ni perecen, y por la mezcla de sus partículas con
las de los otros tres elementos se forman las diversas cosas que
conocemos. El devenir es cambio por reunión y
separación de partículas, pero, con propiedad, nada
nace y nada muere. "No se da nacimiento de ninguna de las cosas
mortales, ni un acabarse en la maldita muerte, sino sólo
mezcla y cambio de las cosas mezcladas."

Las substancias primigenias son puestas en movimiento
por las dos fuerzas originarias, el amor y el odio. "Ya surge de
muchos algo uno, ya se disocia de nuevo […] y este cambio
constante nunca termina. Ya se reúne todo en uno en el
amor, ya se separan las cosas particulares en el odio de la
contienda." El proceso del devenir del mundo recorre
cíclicamente cuatro etapas, de un modo regular y
automático: en la primera, domina el amor y no hay
separaciones; en la segunda, la unidad se rompe en pedazos y va
en aumento la multiplicidad movida por el odio (nosotros nos
hallamos en esta etapa); en la tercera, el odio se impone y
sólo se da separación; en la cuarta, el amor va
generando una unidad cada vez mayor hasta que todo retorna a la
primera etapa.

En su concepción del hombre, Empédocles se
mueve en la línea de los pitagóricos. Sostiene que
las almas estaban originariamente con los dioses en el Mundo de
los Espíritus y que, por alguna razón (culpa),
cayeron a este mundo. Las almas deben pasar por una serie de
reencarnaciones para recuperar su pureza y poder así
regresar a su condición originaria.

En cuanto al conocimiento, afirma que conocemos lo
semejante por lo semejante. "Con nuestra tierra conocemos la
tierra, con nuestra agua el agua, con nuestro aire el aire, con
nuestro fuego el fuego aniquilador, con nuestro amor el amor del
mundo, y su odio con nuestro odio sombrío."

Demócrito de
Abdera

Nació en Abdera (Tracia) en el año 460
a.C. Fue discípulo de Leucipo y es probable que haya
estudiado con maestros magos y caldeos. La amplitud de las
temáticas por él abordadas (Medicina,
Poesía, Astronomía, Física,
Antropología, Gnoseología, Matemática,
Agricultura, Pintura), así como la profundidad de sus
afirmaciones, lo colocan a la altura de los más grandes
filósofos griegos. Si bien estuvo en Atenas, su
interacción con los filósofos de la época
fue mínima. (Se dice que no se animó a presentarse
ante ellos.) De sus múltiples escritos, unos pocos
fragmentos han llegado hasta nosotros. Murió en el
año 370.

Colocó como primeros principios a Lo Lleno y Lo
Vacío, al ser y al no ser. El ser son los átomos,
que son infinitos y no tienen entre sí diferencias
cualitativas (sólo se diferencian por su orden, figura y
posición). El átomo, que llena una porción
de espacio, es eterno e indestructible. Los átomos se
mueven en el vacío, el cual es el lugar del movimiento. El
movimiento no les viene a los átomos desde afuera. El
movimiento les pertenece desde toda la eternidad de un modo
mecánico, con un orden causal riguroso que excluye el
azar. "Todo acontece por razón y necesidad." Todas las
cosas están conformadas por átomos, incluso las
almas (formadas por los átomos de movimiento más
rápido).

En cuanto a la vida ética, sostiene que la virtud
consiste en el equilibrio de las pasiones, logrado a
través del saber y la prudencia. La felicidad no reside
fuera de nosotros sino en nuestra parte más noble, en
nuestra propia alma.

Protágoras de
Abdera

Nació en Abdera en el año 480 a.C. Viajaba
de ciudad en ciudad y se estableció en Atenas, donde
trabó amistad con Pericles y Eurípides. Con motivo
de su escrito Sobre los dioses (que comenzaba diciendo: "De los
dioses no sé decir si los hay o no los hay, porque son
muchas las cosas que impiden saberlo, ya la oscuridad del asunto,
ya la brevedad de la vida humana"), lo procesaron por impiedad.
Durante su fuga a Sicilia falleció. Corría el
año 410 a.C.

Según Platón, Protágoras
recibió la influencia de Heráclito. Se muestra
partidario de la Teoría del Fluir de Todas las Cosas y de
ello deducía la imposibilidad de lograr una verdad
absoluta. En su obra Sobre la verdad se encuentra su famosa
teoría del hombre como medida de todas las cosas. Con ella
Protágoras ponía en duda la capacidad del hombre de
alcanzar la verdad universal y objetiva. "Como cada cosa me
aparece, así es para mí; y como aparece a ti,
así es para ti". El hombre es la medida de la verdad, el
valor, la ley y las normas. "El hombre es la medida de todas las
cosas, de las que son en cuanto son, y de las que no son en
cuanto no son." Y no la especie hombre, ni un pueblo determinado,
sino cada hombre, cada individuo. Gadamer decía que
"Protágoras es el culmen de la valoración
subjetivista relativizadora contra el objetivismo
naturalista".

Era común al pensamiento griego naturalizar la
estructura social, afirmar que las leyes sociales hallaban su
sustento en la naturaleza humana y social. Al respecto Gadamer
decía que "el movimiento sofista intenta cuestionar este
naturalismo social, reforzando el antropocentrismo
(Protágoras) y subrayando el carácter convencional
y partidista de las leyes sociales".

Gorgias de
Leontini

Oriundo de Leontini (Sicilia), se estableció en
Atenas hacia el año 427.

Su escepticismo queda expresado con toda firmeza en su
escrito Sobre el no ser o De la Naturaleza, en sus tres
célebres principios:

• «Nada existe.»

• «Si algo existiera, no lo podríamos
conocer.»

• «Y, si lo pudiésemos conocer, no lo
podríamos comunicar.»

Sócrates de
Atenas

Nació en Atenas en el año 470 a.C., de
padre escultor y madre partera (mayeuta)[3].
Dedicó su vida a filosofar, dialogando con la gente en
lugares públicos. A diferencia de los sofistas,
Sócrates no cobraba por sus clases. No escribió
ninguna obra: su pensamiento ha llegado hasta nosotros por el
testimonio de quienes lo conocieron, en especial de su
discípulo Platón. Convencido de que la verdad se
encuentra en el interior de cada hombre, se había
propuesto la tarea de ayudar a sus interlocutores a "darla a
luz". Por eso decía que su oficio se parecía al de
su madre: mientras ella ayudaba a las mujeres a parir
niños, él ayudaba a los hombres a parir verdades.
Para eso se valía de la ironía, método por
el que hacía tomar conciencia a su interlocutor de que en
verdad no sabía tanto como creía. Una vez que la
persona reconocía su ignorancia, mediante preguntas la
guiaba hacia la verdad. La ironía y el diálogo eran
así las dos partes de su método, la
"mayéutica". Consultado el oráculo de Delfos acerca
de quién era el hombre más sabio de Grecia,
éste respondió: «Sócrates». Y
Sócrates sostenía que efectivamente él era
el más sabio porque, mientras los considerados sabios
creían que lo sabían todo, él sabía
que no sabía nada («Sólo sé que no
sé nada»).

Su amistad con Alcibíades (uno de los Treinta
Tiranos de Grecia) le valió la enemistad de muchos y,
cuando éstos dejaron el gobierno, se vio envuelto en un
juicio en el que se lo acusaba de corromper a la juventud
introduciendo nuevos dioses. Corría el año 399 a.C.
Fue condenado a muerte. Pasó los últimos
días en la celda recibiendo a sus discípulos y
conversando con ellos de Filosofía (así lo relata
Platón en sus diálogos Critón y
Fedón). Se rehusó a escapar, siendo que algunos de
sus amigos habían arreglado su huida. Llegado el
día, bebió la cicuta que le alcanzó el
verdugo y murió apaciblemente.

Contra los sofistas, sostenía que, además
de opiniones, el hombre es capaz de dar conceptos. Los "conceptos
universales" no son para unos de un modo y para otros de otro, no
dependen del estado de ánimo de quien los conoce, su
contenido es siempre igual, no son inventados sino encontrados en
la realidad a través de la experiencia.

En el campo de la Ética se oponía al
hedonismo defendido por los sofistas. Distinguió entre un
placer bueno y uno malo. Sostuvo que quien sabe, quien entiende,
obra bien. «Nadie peca voluntariamente.»

Las escuelas socráticas

Sócrates es sin dudas una de las figuras
más importantes de la Historia de Occidente. (Algunos lo
han puesto a la par de Jesucristo.) Si bien no escribió
ninguna obra, su pensamiento ha ejercido una influencia que
todavía perdura. Inmediatamente después de su
muerte, sus discípulos fundaron diversas escuelas. Y si
bien todas ellas reconocieron a Sócrates como iniciador,
cada una interpretó las enseñanzas del maestro de
un modo diferente, en ocasiones incluso dando lugar a ideas
incompatibles.

A continuación se presentan en forma
esquemática las principales escuelas socráticas y
algunas otras que, habiendo sido fundadas con posterioridad por
filósofos que no llegaron a conocer al maestro
personalmente, recibieron indirectamente las enseñanzas de
éste. Haciendo clic sobre el nombre de las escuelas o el
de los filósofos se accede a la información
correspondiente.

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Platón de
Atenas

Nació en Atenas en el año 427 a.C.
Pertenecía a la clase alta de la ciudad. A los veinte
años trabó relación con Sócrates y se
transformó en su discípulo. Admiraba tanto a su
maestro que lo hizo protagonista de la mayor parte de sus
Diálogos. Con la intención de intervenir en
política visitó al tirano de Siracusa (isla de
Sicilia). Pero el intento fue fallido y terminó siendo
vendido como esclavo en la plaza pública. Por suerte lo
adquirió un pitagórico de Atenas que lo
conocía. Cuando, de regreso en Atenas, Platón quiso
reintegrarle el dinero que había pagado para salvarlo, el
pitagórico se rehusó. Con ese dinero Platón
compró un terreno situado en una zona dedicada al
héroe Academo, en el cual fundó su escuela, la
Academia (355). Esta escuela se mantuvo abierta por más de
900 años. Platón murió en Atenas en el
año 347. Se conservan sus obras completas, que incluyen 25
diálogos, la Apología de Sócrates y un
conjunto de 13 cartas.

Platón estaba convencido de que el verdadero
saber debe referirse a lo que no cambia. Compartía con
Sócrates la idea de que la verdad reside en el hombre. El
conocimiento que recibimos de los sentidos nos viene de afuera y
versa sobre cosas que cambian. A este tipo de saber
—decía Platón— mal se lo llama
"conocimiento", porque merecería ser llamado
"opinión". El verdadero saber versa sobre aquello que
permanece siempre igual, sobre las ideas, y no lo logramos por el
contacto con el mundo sino que lo descubrimos en nuestra propia
alma. El alma preexiste al hombre. Antes de nacer a esta vida,
nuestra alma se encontraba fuera del mundo material y en contacto
directo con el mundo inmaterial de las ideas. Allí
adquirió todo su saber. Al unirse al cuerpo, el alma
olvida lo que había aprendido, pero al contemplar las
cosas del mundo, hechas a semejanza de las ideas por el Demiurgo
(un dios), va recordando lo que ya sabía. Por eso decimos
que, para Platón, conocer es recordar
("reminiscencia").

Para Platón, aquello que más merece el
nombre de ser son las ideas, justamente por su inmutabilidad. Las
cosas, que se hallan sometidas al cambio, la generación y
la corrupción, están por así decirlo entre
el ser y el no ser. Las ideas son únicas (no hay dos
iguales), inmutables, intemporales, necesarias, universales,
arquetípicas, perfectas. Las ideas se hallan ordenadas
entre sí jerárquicamente. En la cima se halla la
idea de "Bien" o de "Uno". De ella participan todas las
demás y ella misma está "más allá del
ser".

Antes de encarnarse, el hombre es su alma, un alma
racional. Pero al encarnarse se le suman el alma irascible (deseo
de dominación) y el alma concupiscible (deseo de placer).
El hombre debe lograr que sea el alma racional la que gobierne su
vida, sin negar las otras dos, de las que provienen la
energía y el movimiento, pero conduciéndolas hacia
el logro de su fin. En la medida en que lo logre, el hombre
será virtuoso y podrá con el tiempo escapar de la
serie ininterrumpida de encarnaciones para volver a su existencia
primigenia, como un dios, fuera del mundo sensible.

En su diálogo La República, Platón
se planteaba cómo sería una ciudad o una
república ideal. Él sostiene que en la sociedad se
da un grupo en el que impera lo racional, otro en el que lo hace
la irascibilidad y otro que se gobierna por la búsqueda
del placer. Para que una sociedad sea justa debe ser gobernada
por aquellos en los que prima la razón, los
filósofos. Los hombres irascibles deben conformar el
ejército. Los concupiscibles deben ser comerciantes o
trabajadores. Por ello proponía un ordenamiento que
permitiera ir educando a los niños y jóvenes
detectando cuál es el lugar que por sus condiciones
naturales deben ocupar en la sociedad.

Platón ha sido sin dudas uno de los dos
filósofos más grandes de la Grecia Antigua y uno de
los máximos representantes de la corriente idealista de
todos los tiempos.

Aristóteles de
Estagira

Aristóteles nació en Estagira (Tracia) en
el año 384 a.C. Fue a Atenas para estudiar en la Academia
y se convirtió en el discípulo más
importante de Platón. El rey Filipo de Macedonia lo
convocó a Tracia para que se encargara de la
educación de su hijo Alejandro, quien sería con el
tiempo el famoso emperador Alejandro Magno. Aristóteles
fue el maestro de Alejandro y lo vió crecer, llegar a su
máximo esplendor, e incluso morir (323).
Aristóteles murió en el año 322. Sus obras
son muchas y abarcan unos temas diversos.

Aristóteles criticaba la Teoría de las
Ideas de Platón porque ella no explica este mundo (no
explica el movimiento) y genera un nuevo mundo, con lo que
duplica el problema. Para Aristóteles, lo que más
merece el nombre de ser no son las ideas sino las
cosas.

Del estudio del "ser en cuanto ser" se ocupa
—según Aristóteles— la
Metafísica, llamada por él "Filosofía
Primera" o "Teología". Ahora bien, Aristóteles
reconocía que "el ser se dice en muchos sentidos". No es
lo mismo decir «Esto es una vaca» que decir «La
vaca es negra». Ciertamente la vaca es y el color negro
también, pero no de la misma manera. Al ser en sí
Aristóteles lo llama "substancia" (ousía), es
decir, aquello que puede ser sujeto pero nunca predicado de una
proposición; al ser en otro lo denomina "accidente". La
vaca es una substancia que posee un accidente: el color negro. A
las diez diferentes formas en las que se puede decir lo que algo
es Aristóteles las llamaba "categorías", las formas
fundamentales del ser. El modo fundamental es la substancia; los
nueve restantes son los accidentes.

Cada cosa, cada ousía, es un compuesto de
substancia y accidentes. Pero esta composición no es la
única. La cosa también está compuesta de
materia y forma. La materia es aquello "de lo que" una cosa
está hecha y la forma lo que la hace ser "lo que es" y no
otra cosa. Materia y forma se dan juntas, son co-principios. La
forma es lo determinante, lo activo, equivale a esencia y viene a
corresponder a la idea platónica, pero en vez de darse de
manera substante fuera de las cosas se da como co-principio en la
cosa misma.

Para explicar el movimiento, Aristóteles
decía que las substancias estaban compuestas de potencia y
acto. Todo ser es en acto, ya que la pura potencia no existe. Es
en acto, en cuanto ya es real y efectivamente. Pero
también todo ser es en potencia (a excepción del
primero de los seres que es acto puro), en cuanto puede ser o
tiene la posibilidad de ser distinto, o su materia tiene la
posibilidad de ser el material de otra substancia. El cambio (el
movimiento) es el paso de la potencia a acto. Por ello el cambio
es ordenado, porque de una cosa no puede provenir cualquier otra
sino sólo una de aquellas respecto de las cuales se halla
en potencia. Aristóteles distinguía cuatro causas
del movimiento: la causa formal (la forma es causa de algo, en
cuanto lo hace ser lo que es); la causa material (la materia es
causa de algo, en cuanto es su sustrato indeterminado,
co-principio de su ser); la causa final (la perfección a
la que la cosa tiende); y la causa motriz (la que desencadena el
proceso). Para que se dé el movimiento es necesario que
una substancia que ya esté en acto respecto del movimiento
que va a generar actualice la potencia de una substancia que se
halla precisamente en potencia de realizar ese cambio. Todo lo
que se mueve es movido por otro. Y en la línea de causas
hemos de remontarnos hasta un primer motor que no es nada en
potencia sino puro acto. Este ser lo mueve todo pero él
mismo no es movido por nada. El acto puro es el primero de los
dioses, es inmaterial e inmutable, y mueve como causa final. Todo
tiende a él. "Lo deseado y lo inteligible mueven sin ser
ellos mismos movidos […] El fin último mueve como
cosa amada, mientras que las demás cosas mueven en cuanto
son movidas." Al describir a este primer ser, Aristóteles
sostenía que es un acto puro de pensamiento, un
pensamiento que piensa lo más perfecto, que se piensa a
sí mismo. En cada una de las esferas celestes que
están entre el primer motor y la Tierra se encuentra un
dios que es causa del movimiento de su respectiva esfera. El
movimiento de los astros es eterno, como eternos son los dioses
que lo generan. Por oposición, el movimiento en la Tierra
comienza y termina, es finito, temporal.

El hombre conoce a través de los sentidos. Todo
conocimiento comienza en los sentidos. Mediante ellos el hombre
toma contacto con las cosas. Pero el conocimiento no se agota en
la experiencia. Es el intelecto agente el que, por estar en acto
de inteligir, abstrae la forma universal que hay en toda
substancia particular y la imprime en el intelecto paciente, que
pasa así a tener una idea de la cosa y a poder expresarla
en palabras.

Aristóteles veía al hombre como una
substancia compuesta de materia y forma. El cuerpo es la materia
y el alma la forma. Sabemos que en toda substancia no existe la
forma sin materia ni la materia sin forma, por lo que cabe
esperar que Aristóteles haya concluido que, luego de la
muerte, el alma deja de existir. Sin embargo, sus ideas respecto
de este tema son un tanto confusas: el intelecto paciente muere
con el hombre, pero algo diferente ocurre con el intelecto
agente. Sin embargo, cabe señalar que Aristóteles
no desarrolló ninguna demostración de la
supervivencia del alma. Esta imprecisión llevó a
Averroes a interpretar que hay un solo intelecto agente, del que
todos los hombres participan.

Aristóteles tenía una visión
teleológica (finalista) del mundo. El hombre, para
realizarse, debe buscar su bien supremo, su fin último. Y
ese fin último que todo hombre busca es la felicidad. La
dificultad surge al tratar de comprender en qué consiste
la felicidad y de qué modo la podemos alcanzar. A este
respecto él sostenía que la felicidad se encuentra
en la virtud, en la perfección de la función propia
del hombre, la razón. Como en el hombre hay una parte
irracional, podemos dividir las virtudes en dos clases: virtudes
dianoéticas (las propias de la razón) y virtudes
éticas (las de la razón aplicada a los apetitos
sensibles). La virtud ética es un hábito de
elección que conduce a optar por el equilibrio entre dos
extremos viciosos ("justo medio"). Es un hábito porque no
basta con haber elegido una vez bien para considerarse virtuoso.
La tendencia permanente a obrar correctamente se adquiere por una
serie larga de repeticiones en la elección de lo correcto
que genera en nosotros una costumbre. La razón es la que
determina en cada caso cuál es el justo medio: éste
no puede ser establecido por anticipado mediante una regla. Por
ejemplo, lo que en una circunstancia determinada para uno
sería valentía para otro puede ser temeridad (si
decide realizar un acto para el que no tiene capacidad, fuerza,
conocimiento o posibilidad alguna de éxito). La prudencia
es la virtud que adquiere el hombre que ha elegido correctamente
el justo medio en muchas oportunidades. La virtud ética
suprema es la justicia. Pero la felicidad mayor se encuentra en
las virtudes dianoéticas. La vida teorética (la
vida contemplativa) es la más feliz y su virtud (la
sabiduría) la máxima virtud. De todos modos una
vida puramente contemplativa no es dable al hombre, quien se
encuentra siempre requerido por cuestiones mundanas, lo que no
impide que dicha vida permanezca como un ideal y ni que
intentemos vivir según lo mejor que hay en
nosotros.

Epicuro de
Samos

Epicuro de Samos fue el fundador de una corriente
filosófica (hedonismo). Nació en el año 341
a.C. y recibió la influencia del atomismo de
Demócrito. Fundó su escuela en unos jardines de
Atenas en el año 306. Adquirió gran prestigio por
su nobleza. Era un hombre culto y fino en el trato con los
demás. De sus muchos escritos hasta nosotros sólo
han llegado fragmentos. Murió en el año
270.

Según los epicúreos, el saber por el saber
mismo carece de sentido. El saber es un saber para la vida, y su
valor se conoce por su utilidad para ella. La Filosofía ha
de conducirnos a la felicidad y el saber adquiere valor en cuanto
nos lleva en esa dirección.

Para describir el proceso mediante el cual conocemos,
Epicuro sostenía que de las cosas emanan efluvios que
ingresan a nosotros a través de los sentidos. Los
conceptos son sólo asociaciones del contenido común
de múltiples representaciones y no pueden hacernos conocer
nada más allá de ellas (sensismo[4]y
materialismo).

Según Epicuro, la Naturaleza no está
regida por la necesidad sino por el azar (entendido como ausencia
de causalidad). Con ello buscaba evitar el concepto estoico de
"destino" —que encontraba tanta y tan fuertes raíces
en el "fatalismo" de la cultura griega— para salvar la
libertad del hombre. Epicuro era un hedonista y el hedonismo
carece de sentido en un mundo regido por la necesidad.

Como la Filosofía debe estar al servicio de una
vida feliz, Epicuro atacaba los mitos religiosos, en especial los
referidos a los castigos que los dioses propinan a los hombres
luego de esta vida. Esas ideas no hacían sino amargar la
vida de los hombres. Sostenía que en la Naturaleza no hay
ninguna necesidad de intervención de los dioses. Epicuro
no profesaba el ateísmo, no sostiene que los dioses no
existen, pero dice que, siendo éstos tan perfectos, no
pueden tener ni noticia de nuestra existencia: el sólo
contemplar nuestra condición imperfecta iría en
detrimento de ellos. Por eso sostenía que los dioses viven
una vida de plena felicidad en unos interespacios cósmicos
sin relación alguna con los hombres. Con esta
afirmación anulaba toda la religión griega, en la
que la característica principal de los dioses no era su
relación con la Naturaleza sino con los
hombres.

El fin de la vida es lograr el placer y evitar el dolor.
"El placer es el principio y el fin de la vida feliz." Lo
moralmente bueno es buscar el placer. Llamamos bueno a lo que nos
gratifica, nos da placer. La salud del cuerpo y la
imperturbabilidad del alma es el fin de una vida feliz. De todos
modos, la palabra "placer" no debe confundirnos. Epicuro no
promovía una vida de desenfreno, de búsqueda
irracional del placer. Por el contrario, propone buscar la
ataraxia (ausencia de dolor y paz del alma), el reposo.
Enseñaba que los bienes del espíritu son superiores
a los del cuerpo y hacía notar que se debía usar la
razón y el cálculo para ver qué placer es
conveniente y cuál termina acarreando con el tiempo un
dolor más grande que el placer momentáneo que
produce. "Principio de toda vida dichosa y, por ello, el sumo
bien es la prudencia; es superior a la misma Filosofía; de
ella se desprenden las demás virtudes, pues sin prudencia,
sin moralidad y sin justicia, no es posible vivir dichoso, como
viceversa, sin placer tampoco se puede vivir racional, moral y
justamente."

Zenón de
Citio

Zenón de Citio nació en la isla de Chipre,
en el año 335 a.C. Fue discípulo del cínico
Crates, y recibió una fuerte influencia de su corriente
filosófica. Hacia el año 300, fundó en
Atenas la escuela estoica, que recibe su nombre de la "puerta"
(stoa) de la ciudad, cerca de la cual se reunían. De sus
escritos se conservan sólo fragmentos. Algunos sostienen
que terminó voluntariamente con su vida en el año
246 a.C.

Los estoicos daban prioridad al tema moral. Una
razón divina rige al mundo según un orden necesario
y perfecto, por lo que no cabe rebelarse contra lo que a uno le
toca vivir. Su ideal era la ataraxia ("apatía"), la
condena de toda emoción. El sabio se dedica a la vida
contemplativa, se eleva por sobre las preocupaciones del hombre
común, se aísla, se distingue de los insensatos y
es un ciudadano del mundo que no se encuentra atado a su ciudad
(cosmopolitismo).

Plotino de
Alejandría

Nació en el año 204. Participó de
la expedición del emperador Gordiano contra Persia con el
fin de conocer la filosofía de ese imperio y la de la
India. En el año 244 abrió una escuela de
Filosofía en Roma, donde adquirió gran prestigio.
En la vida diaria redujo la comida y el sueño a lo
indispensable. Era vegetariano, nunca contrajo matrimonio y
tampoco se dejó retratar. Sus escritos fueron ordenados y
publicados por su discípulo Porfirio, en seis secciones de
nueve tratados cada una, de ahí su nombre: Enneadas
(Enéadas, novenarios).

El Primer Principio, del que proceden todas las cosas,
es el Uno, concepto que Plotino tomó del mismo
Platón, quien llamaba a la idea de la que participaban
todas las cosas "Bien" o "Uno". El Uno, del que todas las cosas
proceden, está incluso más allá del ser.
"Ningún concepto, ninguna ciencia de él es posible,
y así puede decirse que está más allá
del ser." (Enéadas V, 4, 1)

Del Uno todo procede por emanación
(panteísmo). En primer lugar el espíritu o nous,
que es, por lo tanto, el segundo principio plotiniano. El nous no
puede ser la primera realidad porque en él se da un cierto
dualismo: el conocimiento y lo conocido. El nous reúne
todas las ideas. Reúne en sí al mundo inteligible y
al Demiurgo de Platón.

Proclo de
Bizancio

Proclo nació en Bizancio en el año 410.
Luego de estudiar en Alejandría con el filósofo
griego Olimpiodoro, se estableció en Atenas. Allí
fue discípulo de Plutarco y Siriano, miembros de la
Academia, escuela de la que él mismo sería luego
director y que por entonces estaba muy influenciada por el
paganismo y la magia. Murió en Atenas en el año
485.

Proclo enfrentó la pretensión del
cristianismo —que se presentaba como única
religión verdadera— conformando un sistema
neoplatónico que integraba los aportes de las religiones
antiguas y de la ciencia y la filosofía griegas. Su
síntesis reservaba a Platón el lugar de mayor
relevancia, pero no por eso dejaba de integrar elementos propios
del aristotelismo y del estoicismo.

Siguiendo a Plotino, Proclo afirma que todo procede del
Uno por emanación. Los seres se hallan ordenados
jerárquicamente: cada cosa real es modelo para la inferior
y reflejo de la superior. El Uno se hace todas las cosas mediante
un proceso triádico que se da en su propio seno (Hegel vio
en esto un preanuncio de su propio sistema). Primero el Uno
reposa sobre sí mismo: es el momento de la identidad.
Luego se da su evolución hacia lo múltiple: es el
momento de la diversidad. Por último, el Uno retorna a
sí mismo, recuperando la identidad original. En su
descripción de este proceso, Proclo lleva hasta el extremo
una tendencia propia del neoplatonismo, la de introducir
términos intermedios, por lo que su desarrollo se torna
complejo y sobrecargado.

La filosofía debe ayudar al hombre, según
Proclo, a trascender los límites de los sentidos y del
propio intelecto y a elevarse hacia la unión
mística con el Uno.

Proclo escribió comentarios de varios
diálogos de Platón (República, Timeo,
Parménides, etc.) y una obra titulada Teología
platónica. Una versión resumida de su libro
Elementos de Teología circuló por el occidente
cristiano a partir del siglo XII, traducida al latín, y
fue conocida como el Liber de Causis, atribuyéndose su
autoría a Aristóteles. Los escritos del
teólogo cristiano conocido como Pseudo-Dionisio, que tanta
influencia ejercieran sobre los filósofos y
teólogos medievales, estaban inspirados en los textos de
Proclo, a los que imitaban.

 

[1] Hans-Georg Gadamer (1900-2002),
filósofo alemán, autor de una original
teoría de hermenéutica filosófica que le
concedió un destacado puesto en la historia de la
filosofía del siglo XX. Nació el 11 de febrero de
1900 en Marburgo. Creció en Wroclaw y cursó
estudios de germanística, historia, historia del arte y
filosofía en las universidades de Wroclaw, Munich y
Marburgo. Se doctoró en 1922 (con una tesis acerca de la
esencia del placer en los diálogos de Platón), bajo
la dirección del neokantiano Paul Natorp, uno de los
principales representantes de la Escuela de Marburgo. Tras
doctorarse, continuó sus estudios durante un semestre con
Edmund Husserl en Friburgo. Allí conoció
también a Martin Heidegger, al que siguió cuando
éste regresó a Marburgo. Acto seguido
terminó sus estudios de Filología Clásica y
comenzó una intensa carrera docente, que desarrolló
en las universidades de Marburgo (1937-1939), Leipzig (1939-1947;
también fue rector de esta institución desde 1946
hasta 1947), Frankfurt del Main (1947-1949) y Heidelberg
(1949-1968, sustituyendo en su cátedra de Filosofía
a Karl Jaspers). A lo largo de su vida, entabló variados
debates filosóficos con los pensadores Jürgen
Habermas y Jacques Derrida, entre otros.

[2] Étienne Gilson (1884-1978),
filósofo y profesor francés que influyó en
varias generaciones de alumnos, y cuya investigación sobre
la filosofía medieval contribuyó al resurgimiento
en el siglo XX del tomismo, el método filosófico
basado en las doctrinas de santo Tomás de Aquino. Nacido
en París, estudió en la Sorbona y allí fue
profesor de historia de la filosofía medieval (1921-1932),
pasando luego al Colegio de Francia. En 1929 ayudó a
fundar el Instituto Pontificio de Estudios Medievales en la
Universidad de Toronto. Fue admitido en la Academia Francesa en
1947.

[3] mayéutico, ca. (Del gr.
µa?e?t????, perito en partos). adj. Perteneciente o
relativo a la mayéutica. || 2. f. Método
socrático con que el maestro, mediante preguntas, va
haciendo que el discípulo descubra nociones que en
él estaban latentes.

[4] Sensismo. m. Teoría
filosófica según la cual el origen de todo
conocimiento radica en la percepción sensible.

 

 

Autor:

Albert_Leonardo_Zuleta_Rios

Partes: 1, 2
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