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La identidad cultural batabanoense: una mirada desde las artes plásticas (página 2)




Enviado por ileana V.Salgado



Partes: 1, 2

Teniendo en cuenta los criterios de Tejeiro (1999: 37),
"la identidad es ante todo y sobre todo, la expresión de
una articulación afectiva con el sistema simbólico
central de la cultura del grupo, de donde surge el sentido de
pertenencia y de diferencia de quienes no viven ni comparten la
caracterología central del tejido simbólico del
grupo de referencia primario". Según el propio autor: "La
composición o la totalidad social de una nación,
(…) no puede ser la sumatoria de individuos que comparten
lengua, psicología, territorio, historia, costumbres,
creencias, intereses, etc., por la simple razón de que
dicha sumatoria sería insistir en la negación de
nuestra propia y compleja realidad sociocultural. Somos algo
más que una multitud incrementada mecánicamente.
Somos diversidad cualitativa". (Tejeiro, 1999: 40).

La identidad refiere un tipo de fenómeno que
tiene lugar en distintos niveles de resolución o planos
contextuales. Aunque la construcción de la identidad sea
un proceso, ello no implica necesariamente una secuencia, sino
que hay dimensiones simultáneas según se vaya dando
la práctica social.

La identidad como problemática
contemporánea contiene una dimensión
axiológica, expresada en elementos como la
significación al derecho de existencia, coexistencia y
desarrollo de diferentes formas de cultura, es decir, de grupos
humanos con proyectos propios. Dados estos elementos en los
diversos planos contextuales: "grupos al interior de una sociedad
nacional; de sociedades nacionales respecto a otras; de
áreas socioculturales, supranacionales u otros planos
definibles". (García, 2002:111).

En Cuba los estudios sobre identidad han sido abordados
desde diversas aristas, por lo que en la actualidad abundan las
opiniones y conceptuaciones respecto al tema. Al seguir su
evolución, la palabra identidad ha sido empleada para
definir fenómenos en diversos ámbitos de la
realidad sociocultural, tanto en análisis generales de
tipo filosófico, etnológico, literario,
musicológico, como en estudios de grupo enmarcables:
familia, comunidad local, territorio o provincia, nación,
entre otros. La búsqueda de la identidad (como un estudio
incesante a lo largo de la historia) "deviene una fuerza positiva
para el reconocimiento del individuo dentro del seno de la
sociedad" (Ubieta, 1993: 7).

También amplía su concepto cuando plantea
que la identidad es "un hecho cultural resultado de un proceso
nunca concluso de autorreconocimiento que expresa una realidad
objetiva y subjetiva de carácter histórico".
(Ubieta, 1993: 32). Por tanto, la identidad se define como un
camino hacia la individualidad de una cultura, como
énfasis y autoconciencia de esa individualidad, y
también como camino hacia la integración en una
colectividad.

Según Carolina de la Torre, psicóloga e
investigadora, quien ha desarrollado la mayor parte de sus
estudios asumiendo la identidad como tema central: "La identidad
se recibe, se transforma, se enriquece, se recrea y hasta se
abandona o se pierde. Por eso nadie puede decir por decreto ni
por consideraciones teóricas, ni por convicciones
ideológicas, ni por conveniencias coyunturales o
históricas cual es la identidad de un pueblo". (Torre,
1995: 115).

Mediante esta definición se pueden establecer
puntos de contacto con las ideas expuestas anteriormente por
Ubieta, pues ambos autores coinciden cuando expresan que la
identidad manifiesta un carácter cíclico, debido a
su constante asimilación de los fenómenos y cambios
acontecidos en el entorno donde se desarrolla y que incorpora,
por tanto nunca será un proceso concluso. Igualmente la
psicóloga aporta un nuevo elemento, pues enuncia la idea
de que no siempre la identidad se puede definir o declarar, si no
es después de un exhaustivo estudio y análisis. Ya
no se trata de la identidad como un mero concepto, utilizable en
un sólo nivel de análisis. Los procesos
identitarios acontecen, y son analizables, por tanto, en
distintos niveles o conceptos. La problemática, hoy
efervescente, de la identidad es consecuencia de un estado de
percepción más sensible por parte de los
teóricos e investigadores, lo cual probablemente
está dado por el hecho de que el concepto identidad sirve
para analizar con nuevo rigor los espacios socioculturales en
cualquier nivel de resolución adoptable. Para los grupos
humanos, la conciencia de su sentido de pertenencia, su mismidad
les permite transformar de alguna manera el caos en orden.
Continúa expresando la Dra. Torre: "La identidad como
fenómeno social es un sistema histórico donde se
particularizan los elementos emergentes de un contexto
práctico y espiritual (representaciones compartidas en
torno a las tradiciones, historia y raíces comunes, formas
de vida, motivaciones, creencias, valores, costumbres, actitudes
o prácticas evaluativas, rasgos, capacidades y otras
características de un pueblo) lo cual debe dar lugar a una
totalidad supra a un patrimonio simbólico, ya que no se
puede hablar de identidad sino existe la apropiación
subjetiva de todos estos elementos mencionados". (Torre, 1995:
112).

Plantea además: "la identidad es un proceso
dialéctico, complejo, contradictorio y consciente, ya que
no puede verse sólo como acto que se da de una vez y para
siempre" (Torre, 2001: 72). En la identidad encontramos tanto los
aspectos idénticos como los diferentes.

Al cambiar la realidad, los diversos objetos y
fenómenos que contiene cambian y se superan constantemente
en el proceso de desarrollo, de aquí que el cambio sea
absoluto y relativo por ser la identidad un fenómeno
histórico-concreto que se expresa en la naturaleza
contradictoria de los objetos y procesos.

"La identidad vive en aquello que nos hace únicos
e irrepetibles, es unidad y diversidad" (Torre, 2001: 90). La
investigadora descubre aspectos, mecanismos a partir de los
cuales operan los procesos identitarios. Entre ellos se
encuentra: la igualdad y diferencia, la continuidad y ruptura, lo
cognitivo y lo afectivo, lo interno y lo externo, lo heredado (lo
que se ha recibido) y lo adquirido, el pasado, el presente y el
futuro, lo homogéneo y lo heterogéneo.

Por tanto resulta completamente esclarecedor cuando
plantea que: "La amplitud y profundidad del proceso identitario
se expresa en distintos niveles de resolución: personal,
grupal, local, nacional, supranacional, etc.; al significar una
respuesta a la comunicación que se establece con sujetos
de otra, o de una misma cultura". (Torre, 1995: 116).

Y agrega: "La identidad no sólo es el conjunto de
rasgos distintivos de una entidad cultural dada,
constituyéndose en la denominada mismidad, sino
que incluye la referencia a otra entidad distinta, con la cual se
interactúa y que es concebida así como
otro" (Torre, 1995: 117).

La especialista en temas de identidad del Centro de
Desarrollo de la Cultura Cubana "Juan Marinello" Maritza
García Alonso afirma que: "Aún más
allá de las dos dimensiones directamente reconocibles de
la identidad como concepto, a saber: la que se concibe como
imágenes o representación elaborada, cargada de
esencialismo o congeladora de rasgos y cuya elaboración
corre a cuenta de los exponentes del poder de los grupos en
cuestión; y la que refiere a la realidad empírica,
es decir, la existencia de diferentes grupos coexistentes e
interrelacionados bajo determinadas condiciones y a los que
llamamos identidades fenoménicas, es posible y necesario
percatarse también de que existe otra dimensión, de
función cognitiva". (García, 2002: 13).

Hasta el momento, los autores consultados consideran la
identidad como un proceso de carácter histórico y
en constante evolución, que implica unidad pero
también diversidad y que puede definirse en diversos
ámbitos socioculturales (musical, literario,
institucional, comunitario), sin embargo en este caso se
amplía el concepto al serle otorgada también una
función cognitiva a la identidad. Puede hablarse de
identidad respecto a un grupo primario, a una nación; a
cualquier contexto cuyo alcance pueda ubicarse. No obstante,
Maritza García introduce una nueva visión acerca de
la identidad y sus posibles implicaciones. El presupuesto
teórico de partida que emplea es el siguiente: "La
identidad, en el terreno de lo social, no es un fenómeno
en el sentido estricto de la palabra: la identidad como totalidad
no tiene un correlato empírico, por tanto la identidad
opera como la abstracción de un tipo de proceso que tiene
lugar en una diversidad de fenómenos de la realidad
empírica" (García, 2002: 92).

Lo que expresa este presupuesto constituye una especie
de intuición cierta. Sobre la base de él se
precisan las siguientes ideas:

  • 1. La identidad es una abstracción,
    luego lo que existe empíricamente son los
    fenómenos identitarios.

  • 2. Los fenómenos identitarios son, en
    sí mismos, procesos específicos. Estos procesos
    tienen diferentes contenidos pero un mismo sentido, es decir,
    son un mismo tipo de proceso.

  • 3. Los ámbitos de la realidad
    sociocultural en que pueden ser analizados los procesos
    identitarios específicos son
    múltiples:

  • En manifestaciones culturales como: la lengua, la
    psicología social, la música, la literatura, la
    oralidad, los pensamientos filosófico,
    político, etc.

  • En marcos espacio- temporales, dados por
    períodos históricos de las sociedades, regiones
    culturales, comunidades locales, etc.

  • 4. La identidad no ha sido definida como la
    abstracción que ella es. El concepto identidad
    tendría que definir el mecanismo general por el cual
    cualquier proceso específico a los que ella hace
    referencia constituye un proceso de determinado tipo.
    (García, 2002: 94).

El concepto identidad refiere algo más que
conjuntos cerrados de cualidades sobre alguna entidad cultural, o
algo más que diseños estructurados de
representaciones simbólicas sobre la misma. El concepto
identidad refiere procesos dinámicos.

1.1.1. La identidad cultural: proceso dinámico
y creativo

La cultura es un proceso dinámico por excelencia,
es el "conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales,
intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o
grupo social en un período determinado". (Encarta, 2008).
El término "cultura" engloba además modos de vida,
ceremonias, arte, invenciones, tecnología, sistemas de
valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y
creencias. A través de la cultura se expresa el hombre,
toma conciencia de sí mismo, cuestiona sus realizaciones,
busca nuevos significados y crea obras que le
trascienden.

No se puede entonces interpretar la cultura como un
producto acabado, para grupos seleccionados y a sus productores
como una élite. "Se entiende la cultura como un proceso,
espacio de transformación, donde se deben tener en cuenta,
las diferencias étnicas, territoriales, generacionales, de
clases y de género; hacer mención a lo cotidiano,
el ámbito rural y urbano, las tradiciones y la historia".
(Ministerio de Educación Superior, s.a.).

La cultura también es: "hombre en colectivo
produciendo resultados" (García, 2002: 3). Ese vivir y
quehacer no ha sido, ni es, unívoco; por tanto cultura
deviene culturas. Las culturas se viabilizan por la sociedad, por
medio del tipo de organización social que establece reglas
para ese vivir y quehacer de los grupos humanos.

Se entenderá también como cultura "al
conjunto de actividades de la sociedad en los ámbitos
material e inmaterial, destinados a transformar la naturaleza o a
crear, características de los procesos de
hominización y humanización del hombre"
(Estévez, 1995: 43).

Llamamos cultura al "conjunto de valores materiales y
espirituales que ha creado la humanidad a través de los
siglos". (Valdés, 1998: 22).

La cultura material está constituida por los
valores materiales, las fuerzas productivas y los vínculos
que se establecen entre los seres humanos en las relaciones de
producción que, a su vez, generan las económicas y
las sociales. La cultura inmaterial o espiritual, por su parte,
está representada por toda una gama de resultados
obtenidos en el campo de la ciencia, el arte, la literatura y la
construcción, a lo que se suman los conceptos
filosóficos, morales, políticos, religiosos,
etc.

"La división entre cultura material y cultura
inmaterial o espiritual es relativa, pues la elaboración
de objetos o instrumentos de trabajo o de cualquier tipo es
imposible sin la participación del pensamiento; mientras
que el resultado de la producción espiritual (ideas,
normas, conceptos, imágenes, etc.) tiene una determinada
forma material de manifestarse (libros, esculturas, notas
musicales, diseños, cuadros, gestos, etc.)"
(Valdés, 1998: 2).

La cultura inmaterial es humanizante por excelencia y
dentro de ella, todo lo que implica actividades creadoras
características del hombre, como la música, la
pintura, la literatura, etc. Es el conjunto de rasgos culturales
característicos de una sociedad o de una forma parcial de
la misma, reconocidos como propios y distintivos por
ellas.

La cultura latinoamericana surge como algo diferente de
sus más legítimas raíces, como una realidad
cualitativamente nueva. "La búsqueda de lo nacional en la
cultura no puede entenderse únicamente como ejercicio de
rescate, el sentido de algo existente que espera ser descubierto,
sino también y sobre todo, como ejercicio de
creación". (Ubieta, 1993: 14). El concepto identidad
cultural surge para traer a la conciencia el complejo
fenómeno de la interculturalidad.

La interculturalidad debe ser interpretada no
sólo como un acto mecánico de relaciones entre
culturas, sino como una cualidad de estas relaciones basadas en
la capacidad de poder conocer, comprender, respetar y valorar la
otredad sin dejar de ser uno mismo.

Este concepto sirve para estudiar las maneras en que se
relacionan culturas o grupos culturales entre sí, y la
fuerza social que representan sus diferentes proyectos. Esto hace
de la identidad cultural, una problemática
candente.

La identidad cultural es "un proceso dinámico, de
comunicación psicosocial y antropológico, que se
manifiesta desde identidades concretas, es decir, grupos con
proyectos culturales propios que interactúan en un
contexto social local, nacional o supranacional". (Torre,
1995:125).

Según Zamora (2000: 2) la identidad cultural de
una comunidad humana se define como: "La forma en que dicha
comunidad asume, de forma consciente (en un discurso racional o
como vivencia cotidiana), toda manifestación o
expresión de su ser espiritual y material, creado durante
su devenir histórico, hállese o no organizada como
nación o estado".

Mientras que Maritza García Alonso y Cristina
Baeza opinan que "la identidad cultural es un proceso
sociopsicológico de comunicación cultural"
(García et al., 1996: 23). También Torre (2001: 29)
complementa esta definición cuando considera que: "la
necesidad cognitiva y cultural de la identidad (…), es en
lo fundamental una construcción cultural. (…) Es
también en el contexto actual y en la cultura
contemporánea, una necesidad digamos que
existencial".

El concepto de identidad cultural surge como una forma
de caracterización de una suma de atributos que definen el
ser de una sociedad en un momento determinado de su proceso
histórico. No se tata de un concepto intemporal e
inmutable, sino que constituye una manifestación viva y
transformadora en la cual se encuentran inmersas todas las
expresiones materiales, psíquicas, espirituales y
creativas de una sociedad.

"Llámase identidad cultural de un grupo social
determinado o de un sujeto determinado de la cultura, a la
producción de respuestas que como heredero y transmisor,
actor y autor de su cultura, este realiza en un contexto
geohistórico dado como consecuencia del principio
sociopsicológico y antropológico de
diferenciación- identificación en relación
con otro(s) grupo(s) o sujeto(s) culturalmente definido(s)".
(García, 2002: 110).

En la identidad cultural se resumen los atributos
primarios que dan forma a la entidad nacional y garantizan su
personalidad histórica.

"La identidad nacional se sustenta en la identidad
cultural, la reproduce y la refleja. La última constituye
la esencia de la primera y es su forma natural de
diferenciación de un colectivo y la sustancia que permite
su cohesión interna". (Delgado, 1995: 84).

Plantea Valdés (1998:18) que "la identidad
cultural no es abstracta, sino concreta: es una
manifestación palpable y diferenciada en cada uno de
nuestros pueblos, en el ámbito de la unidad cultural que
representa hispanoamérica".

Ese terreno es la convicción de que la
problemática de la identidad, como fenómeno de la
relación entre entidades culturales diferentes, ya sea en
el contexto subcontinental o en el nacional, incluye aquí
"las dos vertientes históricas que han hecho del problema
de la identidad una problemática actual". (García,
2002: 26).

"La identidad es interculturalidad, por tanto, no es
suficiente referirse sólo a lo distintivo de una entidad
cultural en un momento de su devenir, sino al tipo de
relación que ha tenido, tiene o establece con otras
entidades culturales, sobre la base de su dialéctica
fenoménica, no congelable". (García, 2002:
116).

Al ser la sociedad la que viabiliza a las culturas o
entidades culturales, y al ser la identidad un hecho
intercultural, entonces la identidad caracterizará la
manera de ser de la relación entre entidades culturales
puestas en contacto, según sean las formas de
organización social que imperen.

Se puede hablar de identidad haciendo referencia a
algún elemento, por ejemplo, a determinados objetos
producidos en una entidad cultural; pero habrá que
esclarecer que a esos objetos están asociados de manera
específica, un sujeto, la memoria histórica del
sujeto y su producción de respuestas, de la cual los
objetos son el resultado.

Perfilar la identidad será evaluar un tipo de
comunicación cultural, condicionada por el sistema o los
sistemas sociales en que se encuentren insertas las entidades
culturales que se interrelacionan.

"Y es en ese momento en que el paisaje se transforma en
marca, huella o señal, reconocida por todos, presente en
la memoria, parte de la historia, del presente y del devenir
futuro (…) El paisaje no es sólo una marca en el
territorio, es también la huella (como rastro o
seña, profunda y duradera) dejada en la memoria individual
y colectiva, es la huella dejada por el hombre sobre el
territorio y, al mismo tiempo, la huella dejada por el territorio
en la memoria del hombre". (Navarro, 2003: 122).

No es posible, por tanto, intentar entender al hombre,
su cultura y su identidad sin el paisaje en el que éste
nace, se desarrolla y se aboca a una tarea, ni es posible tampoco
intentar aproximarse al valor de un paisaje como elemento
identitario sin estudiar los procesos humanos que en él
han actuado.

Para formar un criterio referente al objeto de estudio
de esta investigación es inevitable concluir que la
identidad cultural cobra el peso fundamental, teniendo en cuenta
la relación provincia-autoctonía. Aún
reflejado en un producto artístico, lo natural es
también identitario, y por ende válido en el
análisis.

1.2.
Batabanó: concepciones sobre patrimonio

Cada región posee vivencias y tradiciones. La
isla de Cuba ha legado una vasta historiografía nutrida
por las peculiaridades de sus regiones y municipios. La identidad
cubana está definida por una profunda, variada
tradición histórica que se genera y transforma
constantemente con cada una de las culturas de sus municipios y
poblados. Se trata de un proceso dialéctico y
enriquecedor.

Batabanó es una de esas comunidades que por sus
peculiaridades, desde su fundación oficial el 5 de febrero
de 1688 ha trascendido. El dato más temprano que se posee
hasta el presente sobre la existencia del primer núcleo
poblacional colonial, es el 4 de marzo de 1559, en que se
mercedó por el Cabildo de La Habana el hato de
Batabanó a Juan Gutiérrez Manibaldo.

Es Batabanó de origen inmemorial, pues cuando la
conquista era una población de indígenas con el
nombre de "Matamano", que según las referencias
bibliográficas significa "Residencia del cacique". Hacia
1780 ya Surgidero era un puerto de importancia para la
época, pues en 1730 se construyó una calzada en su
ciénaga para conectarlo con Batabanó y de
ahí, a través del camino de "Los Canarreos", con
Bejucal y Santiago de las Vegas hasta La Habana.

Ubicado en la porción sur de la provincia de La
Habana, cuenta con un rico patrimonio arquitectónico que
lo distingue en el ámbito habanero.

El patrimonio de una nación, provincia,
localidad, lo conforman el territorio que esta ocupa, su flora y
fauna, y todas las creaciones y expresiones de las personas que
la han habitado: sus instituciones sociales, legales y
religiosas; su lenguaje y su cultura material desde las
épocas históricas más antiguas. El
patrimonio integra los bienes tangibles e intangibles heredados
de los antepasados; el ambiente donde se vive; las tradiciones y
creencias que se comparten; la forma de ver el mundo y adaptarse
a él. El patrimonio natural y cultural constituyen la
fuente insustituible de inspiración y de identidad, pues
constituyen la herencia de lo que una comunidad fue, el sustrato
de lo que es y el fundamento del mañana que aspira a legar
a sus hijos. Es necesario construir el futuro sin dejar de
preservar el pasado, de conciliar el crecimiento económico
con la cultura, de impulsar un desarrollo culturalmente
sustentable.

Existen diversas concepciones sobre patrimonio, muy
relacionadas al área que se trabaje. Para Martha Arjona
"abarca el territorio del país y la historia que se
desarrolló en él, acumulada en forma de leyendas,
tecnologías, conocimientos, creencias, arte y sistemas de
producción y de organización social" (Arjona,
1986).

En este aspecto coincide plenamente con lo planteado por
Carlos Pernaut en su artículo "Afirmaciones y propuestas
para generar un debate": "El patrimonio es la estructura de la
cultura, su tradición y experiencia. Está compuesto
por elementos universales y particulares, históricos y
actuales, tangibles o materiales e intangibles o inmateriales,
visibles e invisibles". (Pernaut, 2006).

Otra definición es la que con frecuencia se
emplea en las acciones relativas a las disposiciones
jurídicas: "Patrimonio no es un conjunto de objetos o de
cosas, sino un conjunto de relaciones: derechos y obligaciones".
(Encarta, 2008).

Ante la diversidad de concepciones y definiciones de
patrimonio, y teniendo en cuenta los puntos de contacto se
asumió como criterio a seguir durante la monografía
la definición dada por la Dra. Alexis Aroche en su
ponencia al evento Pedagogía 2005: "El patrimonio es una
construcción social, que tiene carácter
histórico, cultural y natural y se manifiesta de manera
tangible e intangible, para con el cual se tienen derechos y
obligaciones". (Aroche, 2005).

Según criterios de la Dra. Aroche el patrimonio
puede ser:

  • Histórico: Todo patrimonio es muestra visible
    de la historia de una comunidad. Refleja los momentos de
    esplendor y decadencia de una época, o sea, el paso
    del tiempo y el valor de los sucesos
    históricos.

  • Cultural: Es el patrimonio exponente expresivo de la
    cultura cubana y abarca todos los saberes científicos,
    artísticos, espirituales y tecnológicos de
    distintas épocas –pasadas y presentes. Es propio
    de las diferentes actividades humanas y naturales. En los
    momentos actuales el patrimonio se estudia no solo su parte
    interna, sino desde su integralidad, o sea, su proceso de
    producción y circulación, ya no permanecen como
    objetos o bienes culturales intocables. Además se
    estudian los significados que estos tienen para los
    sujetos.

  • Natural: Este es el patrimonio que la naturaleza ha
    creado y que los pueblos protegen, preservan y conservan, lo
    cual los identifica como nación.

  • Identidad: Todos los países poseen un
    patrimonio que le es propio, en tanto lo caracteriza ante el
    mundo. Se expresa lo propio en los valores auténticos
    de la creación del pueblo. La identidad se manifiesta
    en el patrimonio tangible e intangible. Se considera que
    existe relación entre el patrimonio y la identidad,
    cuando el primero se concibe como construcción social.
    (Aroche, 2005).

Se puede entonces afirmar que el patrimonio cultural es
el conjunto de bienes muebles e inmuebles materiales o
inmateriales de valor para la historia, el arte y la ciencia, o
sea para toda la cultura, esta condición les da el derecho
de ser conservados por el país o comunidad y de ser
conocidos por los ciudadanos a través de las generaciones.
El patrimonio cultural abarca la riqueza arquitectónica,
histórica y artística de una
nación.

"El patrimonio es la fuente de la identidad nacional.
Allí es donde los proyectos se han decantado, donde los
objetos han adquirido su forma permanente y han sido reconocidos
por todos como objetos comunes, allí es donde los valores
y los símbolos finalmente asumidos por todos ayudan al
reconocimiento mutuo, a la noción de pertenencia
(…) Proyectamos a partir de lo que somos. La cultura no es
otra cosa que la construcción social de la imagen que de
nosotros mismos tenemos como personas y como sociedad, no solo
por el presente, sino sobre todo, en el porvenir; nace de nuestra
necesidad de perpetuarnos". (Régimen Legal del Patrimonio
Cultural, 1981).

Por otra parte el conocimiento cultural se basa en la
experiencia, observación, reflexión e
interpretación de la realidad, y la adquisición de
nuevos conocimientos. Para determinar qué o quién
es una persona es inevitable la mirada retrospectiva.

El conocimiento cultural, entendiéndose este en
el amplio horizonte de juicios que implica, significa
necesariamente una vuelta al patrimonio individual y colectivo, o
sea a la identidad, es por eso que Identidad-Patrimonio-Cultura
conforman una triada que puede sortear diversos caminos, pero que
inevitablemente se conjugan.

En muchos casos el conocimiento y reconocimiento de la
identidad cultural es manifestación natural de la vida
porque se han preservado los valores a través de las
diferentes manifestaciones, pero cuando esto no es así se
requiere del testimonio oral o de la evidencia documental. No
basta solo la palabra que puede simplificar el hecho o restarle
importancia; de ahí la efectividad de las artes
plásticas (pintura y fotografía) como testigos de
la historia, de los hechos importantes y
trascendentales.

El patrimonio local arquitectónico en
Batabanó está integrado por numerosas
construcciones, algunas se conservan en la actualidad (en mejor o
peor estado constructivo), otras se han perdido en el tiempo; en
no pocos casos el paso implacable del tiempo y las adversas
condiciones climáticas y en otros la propia mano del
hombre, han provocado el progresivo deterioro (incluso
desaparición) de las mismas. Las construcciones que
integran el patrimonio arquitectónico batabanoense han
estado vinculadas estrechamente con la historia de la localidad y
con el movimiento sociocultural de la zona. Muchas son de madera,
poseedoras de dos plantas y balcones con barandales. Esto es
producto de las características del suelo cenagoso del
lugar donde está enclavado el pueblo de Surgidero de
Batabanó y las constantes penetraciones del mar que
año tras año lo afectan.

Dentro de las construcciones más representativas
del patrimonio arquitectónico locales destacan: la
Estación de Ferrocarril, el Gremio de Pescadores, la
Pensión "Miami", la Esponjaría "Esfaki", el Muelle
"El Espigón", el Canal del Refugio, la Iglesia Parroquial
"Nuestra Señora del Carmen", el Hotel "Cervantes", el
Hotel "Dos Hermanos", el Casino Español, el Edificio del
Ayuntamiento, la Casa Quinta de Salud "Nuestra Señora del
Rosario", el Surgidero Sport Club y el Gremio de Recortadores de
Esponjas.

1.3.
Consideraciones sobre artes plásticas: fotografía y
pintura

La fotografía, desde el punto de vista
técnico es el procedimiento de reproducir las
imágenes que se forman en una cámara oscura, basada
en la propiedad fotoquímica que tiene la luz de ennegrecer
las sales de plata.

Como fenómeno artístico constituye el
segundo nacimiento de la imagen, imagen como gestación de
nuevas realidades, como enigma del tiempo detenido en una
fracción de segundo.

La fotografía es capturar la luz, es un
procedimiento por el que se consiguen imágenes permanentes
sobre la superficie sensibilizada, por medio de la acción
fotoquímica de la luz. Llamada también "escritura
de luz", (del griego potos-luz y graphos-escritura) la palabra
"fotografía" es mencionada por primera vez por Sir Jhon
Herschel en una carta que escribe a su amigo Henry Fox Talbot el
28 de Febrero de 1839.

Desde siempre el hombre ha tenido la obsesión de
retener los momentos más trascendentales del mundo en que
ha vivido, ejemplo de ello fueron los artistas
prehistóricos que dibujaban en las cavernas escenas de la
vida cotidiana, pero no es hasta el siglo XIX cuando aparece la
fotografía haciéndose realidad ese
sueño.

Entre 1786 y 1830 se desarrolla el primer antecedente
ideológico de la fotografía por que se logra
reproducir el perfil de una persona con enorme exactitud
utilizando medios mecánicos, a partir de aquí la
fotografía refleja además de los motivos
artísticos, situaciones donde el individuo se muestra en
su entorno social.

La fotografía constituye una revolución en
el campo de la representación de imágenes, es el
testimonio visual más importante y de más valor que
existe por que en ella queda plasmada la realidad, pero es
también un material sensible y delicado por su
vulnerabilidad.

Para Giséle Freund, destacada socióloga y
fotógrafa, "toda variación en la estructura social
influye tanto sobre el tema como sobre las modalidades de la
expresión artística". (Freund, 1993: 7). La
fotografía se encuentra inmersa en la vida cotidiana, por
lo tanto, su importancia no sólo reside en el hecho de que
es una creación sino, sobre todo, en el hecho de que es
uno de los medios más eficaces para lograr la
formación de un sistema de conocimientos valorativos y
afectivos (en este caso relacionados con los elementos que
integran el patrimonio arquitectónico local), así
como admitirá el debate franco hasta la elaboración
de un criterio que redundará en el fortalecimiento de la
identidad cultural del municipio.

La cercanía social al arte y el interés
que despierta hoy, conjuntamente con la rápida
evolución de los lenguajes de expresión
artística, es mayor que en otras épocas. Más
allá de toda especulación o tendencia en las artes
plásticas, la pintura artística, se diferencia de
cualquier otro tipo de pintura, en que su práctica no
corresponde necesariamente a una demanda, sino a la
búsqueda personal de un mensaje visual, que trascienda al
material usado en sí, emergiendo detrás de las
formas y los colores y sus tonalidades, un contenido que invite
al espectador a explorar un camino que se recorre a través
de las manos del mismo pintor. Siempre basándose en las
técnicas elementales de la pintura como lo es la
composición, el equilibrio, ritmo, forma, color y
valor.

La pintura es la expresión de ideas, pensamientos
y sentimientos en el papel, madera, paredes etc. Para esto el
pintor necesita una habilidad para pintar y además una
situación en que se base, es decir, un conflicto,
problema, o situación en la que este se
encuentre.

Los fotógrafos cuya obra resulta de
interés por la gran relación que esta tiene con el
patrimonio arquitectónico local son:

  • Sunmer Matteson. En 1904 visita el país el
    fotógrafo norteamericano haciendo estancia en
    Batabanó durante varios días en la casa de Juan
    Zurdo (comerciante de esponjas), tomó muchas
    fotografías que se distinguen por plasmar de forma
    estética la realidad cotidiana y las bellezas
    naturales del lugar.

  • Arnaldo Pou Pujol. Mallorquín nacido el 2 de
    julio de 1887 en la villa Andraitx, España. Llega a
    Batabanó muy niño y se establece
    definitivamente. Se destaca como fotógrafo pues su
    lente captó y dejó para la historia la vida de
    las clases humildes de la zona. Su tendencia realista logra
    alcanzar gran calidad.

Los pintores cuya obra resulta de interés por la
gran relación que esta tiene con el patrimonio
arquitectónico local son:

  • Vicente Hernández. Nace en Batabanó en
    noviembre de 1971. Ha desarrollado una exitosa y ascendente
    carrera. Más que cuadras y manzanas de viviendas
    individuales, en sus pinturas recrea vastos espacios donde el
    absurdo y lo racional armonizan con lo mágico y lo
    real para convertirlo en lo posible y, hasta a veces, en lo
    cotidiano.

  • Juan Soca. La mayor parte de su obra ha sido
    desarrollada en Batabanó; para plasmar en sus lienzos
    prefiere el paisaje costero, las marismas y los
    manglares.

CONCLUSIONES

Surgidero de Batabanó y su historia se descubren
en gran medida si se observa con detenimiento la obra
plástica de numerosos artistas, quienes ofrecen una mirada
(tanto retrospectiva como contemporánea) empeñados
en preservar desde la diversidad de sus poéticas las
edificaciones que integran el paisaje urbano, patrimonio
local.

Un acercamiento crítico a sus trabajos permite
afirmar que el estudio del patrimonio tangible
(arquitectónico), mediante las representaciones
artísticas, puede resultar una vía eficaz para
contribuir a la preservación de valores identitarios, los
cuales integrados en una estrategia sociocultural pueden
propiciar el reconocimiento de los creadores locales y el
autorreconocimiento de lo autóctono como exponente de lo
cubano.

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Autor:

Ileana V. Salgado

Partes: 1, 2
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