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La iniciación (página 3)




Enviado por HERBERT ORE



Partes: 1, 2, 3, 4

Por lo que se refiere al maestro albañil, ese
inmenso personaje de la época medieval, se encarga de
dirigir la logia y de orientarla hacia la Luz. Es el sabio,
sucesor del rey Salomón cuya cátedra ocupa; a cada
nuevo iniciado, repite esta frase: "Quien quiera ser maestro
puede serlo, siempre que sepa el oficio". Y el aprendiz
sueña con igualar a Pedro de Montreuil, el Príncipe
de los Albañiles, o al Maestro Geómetra Colin
Tranchant que construyó Saint-Sernin de
Toulouse.

El Maestro de Obras, tras los años de aprendizaje
y los años de viaje, pasa dos años más en la
cámara de los trazos donde se le revelan claves
técnicas y simbólicas de la construcción.
Ningún maestro de la Edad Media revelo el secreto. A
nosotros nos corresponde contemplar las catedrales y comprender
su ordenamiento y su significado.

La Obra que dirige el Maestro designa el conjunto
formado por la construcción y la cofradía de los
albañiles; vela por la perfección de los esbozos.
por el riguroso tallado de los sillares y sigue con la mayor
atención todas las etapas de la construcción. Con
los demás maestros de obras, mantiene la unidad del cuerpo
de élite de la francmasonería; en estas reuniones,
temas como la alquimia, la astrología y la teología
están a la orden del día. Puesto que las Sagradas
Escrituras y las ciencias herméticas proporcionan a los
escultores la sustancia iconográfica, los maestros
estudian estos campos sin cesar. En la logia, el maestro se adosa
al este, identificándose con la luz naciente que ilumina a
los miembros de la cofradía.

En el plano material, se advierte que la
condición social del arquitecto es excelente a partir del
siglo XI. Gozan de una reputación favorable entre el
pueblo y reciben 52 ventajas por parte de los monarcas y de los
eclesiásticos. Ante todos, el maestro aparece vestido con
una larga túnica y tocado con un gorro ritual. Los guantes
cubren sus manos, de acuerdo con una costumbre instaurada por
Carlomagno. Sus emblemas son la escuadra, el compás, la
plomada y la regla graduada; con su largo bastón, camina
con paso sereno hacia la próxima obra. Un Maestro de
Obras, en efecto, nunca termina de construir; a pesar de su
gloria y de su prestigio, respeta una sorprendente regla de
humildad: tras haber dirigido la construcción de un
monumento, se coloca a las ordenes de otro Maestro para ayudarle
en sus trabajos. Terminado este tiempo de obediencia, retoma la
dirección de una nueva obra. El presidente de una logia
masónica contemporánea se denomina "Venerable
Maestro"; ese austero titulo es muy antiguo, puesto que era ya
llevado por los abades del siglo VI. Las Logias, como se sabe,
encontraron a menudo refugio en los monasterios cuyo abad era
Maestro de Obras y recibía de sus hermanos el
título de "Venerable hermano" o de "Venerable
maestro".

Este detalle nos lleva al examen de la jerarquía
masónica en la Edad Media. No olvidemos que el
término "jerarquía" designaba primitivamente la
arquitectura de los distintos coros de ángeles que la
humanidad debía reproducir en la tierra. La estructura
masónica comprendía tres "grados": aprendiz,
compañero constructor y Maestro de Obras. Al aprendiz le
correspondía el trabajo de colocador de piedras, y al
compañero constructor, el de tallador, valiéndose
para ello de un mazo o un cincel. El Maestro, por su parte,
terminaba las esculturas más difíciles o
rectificaba la obra imperfecta. En las obras, el Maestro era
ayudado por un "vocero" o "hablador" que transmitía a los
compañeros las órdenes de aquél. Siendo su
ayudante directo, da las piedras a los escultores cuyo trabajo
vigila; el hablador abre la obra por la mañana, la cierra
al anochecer tras haber comprobado que todo está como
corresponde. Cuando desea dar una orden, da dos golpes en una
tablilla colgada en la logia; si se oyen tres golpes, es que el
Maestro en persona se dispone a hablar. Según otras
fuentes, habría tres tablillas tras el vigilante: una de
36 pies, utilizada para nivelar; la segunda de 34, para
achaflanar; la tercera de 31, para medir la tierra. El oficio de
"hablador" es, en realidad, una muy estricta preparación
para el cargo de Maestro de Obras.

Los rituales iniciáticos de los francmasones
medievales nos son aún muy poco conocidos; se sabe que el
nuevo iniciado prestaba un juramento y que se comprometía
a guardar en secreto lo que viera y escuchara. Durante la
ceremonia se le comunicaban los signos de reconocimiento que
utilizaría en sus viajes. El Maestro resumía para
el novicio la historia simbólica de la Orden y le
explicaba el significado del oficio, insistiendo especialmente en
los deberes del hombre iniciado. Todos los símbolos de los
masones eran comentados: el delantal, las herramientas, las dos
columnas, el arca de la alianza, etc. El momento más
importante de la ceremonia era aquel en el que se creaba un
masón: arrodillado ante el altar, el futuro masón
ponía su mano derecha sobre el libro sagrado que
sostenía un anciano; el maestro oficiante leía las
obligaciones de los francmasones y anunciaba solemnemente el
nacimiento de un nuevo hermano.

Organizaciones ortodoxas.

Como todas las religiones, el Islam tuvo, desde el
origen, sus místicos, unos ortodoxos, otros
heréticos; entre los primeros, fueron los sufitas
quienes desarrollaron las Sociedades secretas de
iniciación, aun cuando permanecían fieles a los
preceptos coránicos. Aún hoy existe gran
número de sociedades secretas musulmanas, principalmente
en el norte de África. Estas sociedades tienen al frente
un Jeque, señor absoluto, que reside por lo
general en la Zawiya donde se halla la tumba del
fundador de la Orden. A sus órdenes se encuentran los
mokaddem, que van a lo lejos a conferir la
iniciación (werdi) a los neófitos; las
instrucciones secretas se les trasmiten siempre verbalmente. "Los
afiliados deben esforzarse por seguir el trik (tariq),
la vía, que, por etapas, los lleva a la perfección,
gracias a las reglas, prácticas, fórmulas y signos
especiales de cada congregación. Cada una constituye lo
que se llama el Ahl-as-Sílsilat (el clan de la
cadena). Esta cadena comienza generalmente en el ángel
Gabriel, el mismo que trasmitió al profeta Mahoma la
ciencia de la verdad. Continúa por el fundador de la Orden
hasta los jefes actuales, conservando los nombres de sus
predecesores. Ciertas congregaciones llegan a atribuir el
conocimiento de la cadena a la revelación directa. Muy a
menudo, esta revelación se produce por intermedio de
Sidi-el-Jadir, es decir, el profeta Elías, que,
como el profeta Idrís (Enoc), bebió en la fuente de
vida y así quedó exento de la muerte."

El origen del islam es muy diferente al del
cristianismo. Mientras los discípulos de Cristo fueron una
minoría perseguida dentro de un Estado legal y socialmente
organizado -el romano- el islam fue además de
religión, el Estado y la ley que organizó una
sociedad.

Mahoma, además de profeta, fue un hombre de
Estado que levantó un imperio, y el islam no sólo
organiza y ordena lo espiritual y religioso, sino también
lo político, lo social e incluso lo
económico

El islam es una religión, pero también un
código de honor, un sistema legislativo y una forma de
vida. Las obligaciones espirituales básicas del islam se
resumen en los llamados cinco pilares de la fe, que son
estos:

  • 1. Aceptar la shahada o profesión de
    fe.

  • 2. Las oraciones diarias a Dios, mirando hacia
    La Meca.

  • 3. Hacer obras de caridad.

  • 4. Ayunar durante las horas de luz del
    Ramadán, un mes de 29 o 30 días del calendario
    lunar del islam, que se inicia con la Hégira, la huida
    de Mahoma a Medina.

  • 5. El "hach", o peregrinaje a La Meca, al menos
    una vez en la vida de cada musulmán.

Mahoma, Árabe de la tribu de Coraix (Quraysh).
nació en La Meca en 570. Meca. se encuentra en la
región de Hiyaz en la actual Arabia Saudí. Hijo
póstumo de Abd Allah ibn Abd al-Muttalib, miembro del clan
de los hashimí.

La costumbre de los más honorables de la tribu de
Quraysh era enviar a sus hijos con niñeras beduinas con el
propósito de que crecieran libres y saludables en el
desierto, para poder también robustecerse y aprender de
los beduinos, que eran reconocidos por su honradez y la carencia
de numerosos vicios, y Mahoma fue confiado a Bani S"ad.

El primer milagro que se narra sobre Mahoma en la
compilación de los hadices es que el Ángel Gabriel
descendió y abrió su pecho para sacar su
corazón. Entonces extrajo un coágulo negro de
éste y dijo "Esta era la parte por donde Satán
podría seducirte" luego lo lavó con agua Zam Zam en
un recipiente de oro, después volvió el
corazón a su sitio, los niños y compañeros
de juego con los que se encontraba corrieron hacia su nodriza y
dijeron: "Mahoma ha sido asesinado". Todos se dirigieron a
él y lo hallaron en buen estado excepto con el rostro
pálido. Los musulmanes ven este acontecimiento como una
protección para que él se apartara desde su
infancia de la adoración de los ídolos.

Para que todos se rijan por la misma regla, existen dos
textos, el Corán que significa recitación y la
Sunna que es producto de la unión de todos los Hadith. El
Corán es la palabra de Dios a través de Mahoma y
estaba escrita por sus amigos en hojas de palmera, en tablillas
de piedra, pieles y huesos de animales, y hasta en los pechos de
los hombres; 19 años después de la muerte de Mahoma
fueron recopilados y unidos en un solo texto que es ahora el
libro oficial del Islam que ha sufrido solo pequeñas
modificaciones a través de todos estos años.

El Hadith son los dichos, hechos y gestos del profeta
trasmitidos en relatos, que han sido soluciones políticas
y jurídicas que no eran contempladas por el Corán,
la unión de todos los Hadith es la Sunna. El Corán
conjuntamente con la Sunna contienen las fuentes de derecho y la
religión.

Los ismaelitas y los grupos conexos.

La secta herética musulmana de los
ismaelíes fue fundada en Siria por el persa
Abdalá, hijo de Maimún (863). De las doctrinas
ismaelitas se desprenden fuertes influencias gnósticas.
Adelantándose al Corán, agregan a los seis profetas
del Verbo (Adán, Noé, Abraham, Moisés
Jesús, Mahoma) un séptimo Imán
("envíado"), Ismaíl, hijo de Dschafer, el
"señor de tiempo" o "jefe de las edades". Es una
religión iniciática por excelencia, que comprende
siete grados sucesivos. Hubo momento en que los ismaelitas
desempeñaron un papel político guerrero de los
más importantes; hoy son todavía muy numerosos,
sobre todo en las India: donde reside su jefe, que ostenta
poderes espirituales y temporales: el Aga Khan.

De los ismaelitas nació cierto número de
ramas, de las cuales las más célebres son los
"asesinos", los drusos y los ansarieh. Los "asesinos", más
exactamente le hashishíes ("comedores de
hashish"), dieron mucho que hablar, y entraron en la leyenda.
Esta secta memorable nació a fines del siglo XI; el
fundador de esos "ismaelitas di Este" fue el célebre
Hasán-ben-Sabbah, natural del Jorasán
(Persia). Luego de apoderar; de la fortaleza de Alamut, al norte
de Persia pretendió ser el "hudshet",'o encarnación
del último imán, y reclutó buen
número de adeptos. El "Viejo de la Montaña" se
apoderó de muchísimos castillos, tanto en Persia
como en Siria, y su dominación se extendió
rápidamente, gracias a secuaces devotos, fanatizados por
el hashish o cáñamo de India (de ahí el
nombre "asesinos"), encargados de suprimir a cuantos
obstaculizaban sus designios de dominación. La
jerarquía iniciática, estrechamente subordinada al
Jeque o Gran Maestro, comprendía siete grados,
como en el ismaelismo clásico. Luego de la muerte de
Hasán, en 1124, a la edad de noventa años, el poder
de los asesinos siguió ampliándose. Pero, en Siria,
chocaron con los Templarios, que poseían
numerosos castillos al sur de los montes Ansariyah y les llevaron
encarnizada guerra, hasta los obligaron a pagarles tributo (Se ha
pretendido, sin pruebas decisivas, que los templarios copiaron de
los asesinos sus doctrinas esotéricas). La segunda mitad
del siglo XIII vio el fin definitivo, tanto en Siria como en
Persia, del poder político de los asesinos, cuyas
fortalezas fueron tomadas por las tropas de los soberanos de esos
dos países.

Los "assesinos".

Los "asesinos", más exactamente los
hashishíes dieron mucho que hablar, y entraron en la
leyenda. Nosotros hemos optado por denominarlos Assessinos,
palabra más acorde con su denominación de origen y
que según algunos estudiosos de este tema podría
significar "fumadores o comedores de hashish". Los "asesinos"
deban quizás este erróneo apelativo a la
involuntaria equivocación de Marco Polo al traducirlo de
la palabra persa "Ashashins". Fue Marco Polo el primer europeo
que narró en occidente las costumbres de esta sociedad
secreta de los ashashins y su Jardín del
Paraíso.

Esta secta memorable nació a fines del siglo XI
como orden religiosa; el fundador de esos "ismaelitas del Este"
fue el célebre Hassan-Ben-Sabbah (también
Hassan-E-Sabbah, Hassam-i-Sabbah), natural de Jorasán
(Persia). Estos assessinos o Guardianes de la Tierra Santa son o
fueron una Sociedad Secreta islámica casi idéntica
a la Orden del Templo.

Los Assessinos fueron la facción más
extremista del grupo religioso ismaelita (chiitas), musulmanes
gnósticos de influencia zoroástrica que disputaron
la herencia de Mahoma a los sunnitas ortodoxos, defensores del
califato de Bagdag como el legítimo líder del
Islam. La facción ismaelita apoyaba a los imanes como los
legítimos herederos y sucesores espirituales del profeta.
Estos musulmanes de acentuada influencia gnóstica
defendían el sentido esotérico del Corán,
igual que los cabalistas judíos defienden el sentido
esotérico de la Biblia. Estaban convencidos de que los
imanes poseían el conocimiento que emana la luz divina,
trasmitida desde Adán a través del profeta
Mahoma.

La Orden de los Ismaelitas fue fundada en el año
760 por Ismael, futuro imán legítimo, desheredado,
al haber sido sorprendido bebiendo vino a pesar de la
prohibición coránica. Ismael se convirtió de
este modo en el Imán Oculto, predicó a lo largo del
mundo musulmán una interpretación simbólica
del Corán. Siglos después, los herederos de esta
doctrina fundaron una sociedad secreta de naturaleza
político-religiosa, llamada de los Assessinos.

La doctrina de los assessinos se fundamentaba en el
hermetismo, la cábala y la gnosis. Poseían en
Alamont un importante observatorio astronómico y una
inmensa biblioteca de ciencia y filosofía donde abundaban
los tratados alquímicos, cabalísticos y
gnósticos.

El primer Gran Maestre conocido de los assessinos fue
Hassan el Sabbah, conocido como el Viejo de la Montaña.
Refugiado con sus discípulos en el fuerte Alamont, en una
zona casi inaccesible de las montañas de Irán.
Cuenta la leyenda que construyó junto a su castillo un
jardín semejante al Paraíso de Mahoma con sus
correspondientes huríes de ojos rasgados negros. Sus
discípulos gozaban una especie de vacaciones en aquel
paradisíaco lugar como premio, entre misión y
misión, tras haber cumplido sus órdenes de asesinar
a algún enemigo.

Hassan-Ben-Sabbah, después de apoderarse de la
fortaleza de Alamut, al norte de Persia, pretendió ser el
hudshet, o encarnación del último imán, y
reclutó un buen número de adeptos. El "Viejo de la
Montaña" se apoderó de numerosos castillos, tanto
en Persia como en Siria, y su dominación se
extendió rápidamente, gracias a secuaces devotos,
fanatizados por el hashish o cáñamo de India,
encargados de suprimir a cuantos obstaculizaban sus designios de
dominación.

La traición o ruptura del silencio que guardaban
celosamente de sus secretos era duramente castigado. Aquel que
divulgara la existencia del grupo era condenado a muerte. El
conocimiento de esta secta generó una leyenda
terrorífica que se extendió por todo el orbe,
cargando sobre ellos todos los magnicidios que se sucedían
por Asia y Europa.

La jerarquía iniciática, estrechamente
subordinada al Jeque o Gran Maestro, comprendió siete
grados, como en el ismaelismo clásico. Luego de la muerte
de Hassam, en 1124, a la edad de noventa años, el poder de
los asesinos siguió ampliándose. Pero, en Siria,
chocaron con los Templarios, que poseían numerosos
castillos al sur de los montes Ansariyah y les llevaron
encarnizada guerra, hasta los obligaron a pagar tributo (se ha
pretendido, sin pruebas decisivas, que los templarios copiaron de
los asesinos sus doctrinas esotéricas).

La estructura y graduación de los assessinos era
asombrosamente similar a la de la Orden del Templo. Los grados de
poder eran equivalentes, el Viejo de la Montaña se
correspondía con el Gran Maestro, los Dais a los Grandes
Priores, los Refik a los caballeros, los Fidavi a los escuderos y
los Lassik a los simples hermanos sirvientes. Pero son la
analogía de sus indumentarias la que hace evidente el
parecido entre ambas Órdenes, ambos vestían capas
blancas sobre las que portaban un distintivo rojo; la pretina los
assessinos y la cruz los templarios. Ambas órdenes estaban
relacionadas con la construcción, los edificios
octogonales son patrimonio de ambas órdenes
iniciáticas.

Igual que los masones del medievo, en todos los cultos
evolucionados los hombres han tenido la necesidad de levantar
templos que inmortalizaran la presencia de la divinidad. Los que
tallaban la piedra levantaban monumentos sagrados, que utilizaron
para la transmisión de su arte una enseñanza
iniciática de forma que ésta no pudiera ser
emulada. La ubicación, la orientación, su
simbología, especialmente elegidas en relación con
antiguos cultos a las fuerzas telúricas son una constante
que se repite en las sociedades secretas iniciáticas desde
la construcción del Templo de Salomón, lo que nos
lleva a "suponer" que todas ellas tienen algún tipo de
parentesco esotérico.

Los assessinos organizaron los Taouq, corporaciones de
constructores que, después de una laboriosa
iniciación, estaban capacitados para levantar templos y
castillos con técnicas precisas y que se remontan, igual
que el Templo de Salomón, al antiguo Egipto. En sus
estatutos secretos se recoge; "Allá donde
construyáis grandes edificios, practicad los signos de
reconocimiento". Ello nos recuerda a los Templarios y sus
sucesores los francmasones, que actuaban del mismo
modo.

Si los Templarios, como todo parece indicar, aprendieron
de los assessinos su organización piramidal, y sus reglas
secretas de la construcción, no sería
extraño que también de ellos aprendieran los
conocimientos de la cábala, la gnosis y la alquimia, lo
que les propició alcanzar su peculiar posición en
la Europa medieval cristiana. El saber es poder, y el saber
oculto otorga a quienes lo practican un aura de dioses o
demonios. Gran parte del misterio que envuelve a assessinos y
templarios, y más tarde a francmasones, radica en el
conocimiento de ciertos saberes inaccesibles a los
profanos.

Y es en este terreno del saber oculto donde germinan las
leyendas, la hermenéutica que rodea a estas sociedades
secretas. Los iniciados saben que los mensajes que les
conducirán al Conocimiento han de hallarlos entre el
simbolismo de la sabiduría antigua, el hermetismo, la
cábala y la gnosis y el sendero que los conducirá
hasta él ha sido marcado por los assessinos, los
templarios y la antigua francmasonería.

Para los assessinos la dualidad eran las dos caras de
una misma cosa, cielo e infierno eran lo mismo, el bien y el mal
no existiría fuera de la virtud de la obediencia ciega al
imán.

La segunda mitad de siglo XIII vio el fin definitivo,
tanto en Siria como en Persia, del poder político de los
assesinos, cuyas fortalezas fueron tomadas por las tropas de los
soberanos de esos dos países. Su historia sus secretos,
sus escritos y rituales se perdieron en ese siglo XIII, cuando el
último Viejo de la Montaña conocido se
rindió a los mongoles de Genghis Khan. Algunos de los
discípulos assessinos consiguieron salvarse
refugiándose en la India, de ellos algunos refundaron la
orden ismaelita cuyo actual imán es el Agha Khan, de los
otros, si es que aún existen, nunca más se
supo.

Otra rama salida de los ismaelitas fue la
religión de los drusos, quienes, establecidos en
el macizo del mismo nombre, dieron mucho que hacer a las tropas
francesas de Siria. Los fundadores de la secta fueron
Hakem, sexto jalifa fatimita de Egipto, y su consejero,
el persa Hamza, que convirtió a los drusos del
Líbano a la doctrina (siglo XI). El Libro sagrado de los
drusos es el Kitab-al Híkmat ("Libro de la
Sabiduría"). He aquí, un resumen de sus creencias
fundamentales: "Dios es uno; se ha manifestado a los hombres en
varias oportunidades por su encarnación, visible por
última vez en la persona de Hakem Biamr Alá; Hakem
no murió; desapareció para atestiguar la fe de sus
fieles, pero reaparecerá en su gloria y extenderá
su imperio sobre el mundo. Sostienen, además, que Dios
creó primero la Inteligencia universal, y que ésta
se reveló a la tierra en cada una de las manifestaciones
divinas: cuando Dios se encarnó en Hakem, ella tomó
la forma de Hamza. Veamos ahora la reencarnación: el
número de humanos es siempre el mismo, y sus almas pasan
sucesivamente por diferentes cuerpos, subiendo o bajando en la
escala de los seres, según hayan observado o descuidado
los preceptos de la verdadera religión y la
práctica de sus siete mandamientos." Los drusos
están divididos en dos clases: los yákil o
"guerreros" y los ákil o "ancianos",
únicos admitidos en los Misterios. Para llegar a
ákil, el neófito debe salir victorioso de
tres pruebas temibles: después de prolongado ayuno,
resistir el hambre ante una mesa colmada de manjares apetitosos;
luego de cabalgar tres días en el desierto, no tocar una
jarra de agua fresca; en fin, ha de ser capaz de no ceder a la
voluptuosidad, durante toda una noche a solas con una bella
mujer.

Como los drusos y los asesinos, los
ansaríes o nusairíes, herejes
musulmanes que habitan la cadena montañosa del mismo
nombre (Líbano), proceden de los ismaelitas. "Los
ansaríes creen en un solo Dios, existente en síy
eterno: son, pues, unitarios. Afirman, sin embargo, que ese Dios
se encarnó siete veces en la persona de Abel, Set,
José, Josué, Asaf, Simón (Cefas) y
Alí. En cada una de esas manifestaciones, Dios se
sirvió de otras dos personas divinas, una de las cuales
era emanación de su propia esencia, creada por él,
y la segunda era creada por la primera." Fácilmente se
adivina la influencia de las gnosis cristianas en toda una serie
de especulaciones. En sus Misterios celebran una suerte de misa
bajo las apariencias del vino, rito destinado a procurar la
iluminación: la Divinidad se oculta en la luz, pero se
manifiesta en el vino, servidor de la luz" (Abd-el-Nur).
Creen en la metempsicosis: después de cierto número
de transmigraciones, las almas de los creyentes se trasforman en
estrellas en el "mundo de Luz". Vemos, pues, como las doctrinas
gnósticas tuvieron gran influencia sobre los musulmanes
heterodoxos.

Las iniciaciones en
el Medioevo

Los cataros.

Los cataros son un movimiento cristiano que a lo largo
del siglo XII se expandió por toda Europa. En Francia,
fueron conocidos como Albigenses y en Bulgaria como Bogomilos.
Surge como un fenómeno profundamente religioso, como un
movimiento que busco organizarse hasta constituirse en una
Iglesia Cristiana diferente a la de su tiempo. Se inspiraban en
la idea de retornar a la pureza y los ideales de la Iglesia
primitiva.

Existen diferencies versiones respecto al origen del
catarismo. En una carta datada en 1143, de Everin, preboste de
Steinfeld, a San Bernardo, se decía "Quienes fueron
quemados nos dijeron, en su defensa, que esta herejía
había permanecido oculta hasta nuestros días desde
el tiempo de los mártires y que se había mantenido
en Grecia y otras tierras"
.

Los cataros eran célibes y rechazaban los
sacramentos. Tampoco aceptaban los textos del Antiguo Testamento,
así el culto a los imágenes y reliquias. Se
oponían a la Iglesia Romana por considerarla fastuosa.
Juzgaban inadecuada la vida de obispos y sacerdotes.

Sostenían cierto dualismo al considerar que el
bien y el mal eran esferas separadas. Creían en la
transmigración de las almas. Negaban la
transustanciación de la Eucaristía (el pan que se
convierte en el Cuerpo de Cristo). Negaban la naturaleza humana
de Cristo en beneficio de una única naturaleza divina. La
Pasión de Cristo y su muerte, no tenían significado
alguno. Despreciaban el simbolismo de la cruz.

Los cataros practicaban un ritual de imposición
de manos o "consolament", que podía ser realizado no solo
por los "Buenos Hombres" sino también por mujeres. La
imposición de manos se aplicaba a los enfermos.

Dentro del catarismo, las mujeres tuvieron un importante
papel dentro de la religión y es muy probable que su
presencia en los rituales, convirtieron a los cataros en los
protagonistas de una herejía muy significativa para la
Iglesia Romana, ya que en tiempos medievales la presencia
femenina no era aceptada dentro de lo sagrado.

En efecto, las mujeres cátaras compartían
con los hombres la función sacerdotal, e incluso
predicaban ante el público femenino. Hombres y mujeres
practicaban el rito de la bendición del pan de la santa
Oración, lo que sustituía sacramento de la
Eucaristía.

Muchas mujeres se unían a los cataros luego de
enviudar o incluso, habiendo abandonado a los cónyuges
para consagrar su vida a la fe.

Los cataros es decir: los "puros", llamados
también albigenses, porque eran particularmente
numerosos en la región de Albi, son célebres sobre
todo por la encarnizada lucha que la Iglesia y la Realeza
emprendieron contra ellos, exterminándolos por todos los
medios. Sus doctrinas, que se distinguen por su pesimismo, son
bien conocidas: llevando al extremo la doctrina de los dos
principios del Bien y del Mal, declaraban que el universo entero
había sido creado por el Príncipe de las Tinieblas,
y de ahí concluían en una moral ascética,
que condenaba el casamiento, la generación, y la vida
misma, mala en sí, puesto que aprisiona el alma luminosa
en la materia tenebrosa. A decir verdad, únicamente los
Perfectos estaban sujetos a estricto ascetismo; en
cuanto a los simples Auditores, gozaban de una moral
más suave. Paradójicamente, por lo demás,
esos herejes eran, en cierto sentido, mucho más
"optimistas" que la Iglesia: al hacer de la Tierra el "Reino de
Satanás", los cataros excluían el infierno del
más allá, del mundo suprasensible y espiritual; al
cabo de los tiempos, todos los espíritus, luego de pasar
por gran número de reencarnaciones, quedarían
salvados, toda la Luz librada de las Tinieblas. La literatura
ocultista atribuyó a los cataros toda clase de creencias
esotéricas que les eran extrañas. No por eso
dejaban de tener ceremonias y ritos iniciáticos,
prácticas diversas que tenían por finalidad separar
el espíritu de este mundo y librar el alma, cautiva de su
cuerpo; algunos hasta querían conseguirlo bruscamente por
la Endura, acto que consistía en dejarse morir de
hambre; pero la mayoría se limitaba a los ritos
iniciáticos propiamente dichos, para lograr alcanzar la
iluminación espiritual por el ascetismo y diversas
técnicas que permitían separar
momentáneamente el alma del cuerpo. "Los cataros
tenían ya en el siglo XII signos de reconocimiento, santo
y seña, y una doctrina astrológica."

Debe señalarse que las doctrinas cátaras
sobrevivieron a la degollina de sus sacerdotes. Los
Trovadores, que habían demostrado ser auxiliares
fervientes y devotos de la herejía albigense, siguieron
propagando en su "gaya ciencia" las ideas proscritas por la
Inquisición.

Durante la Edad Media el esoterismo no dejó de
caminar más o menos subterráneamente, a pesar de la
lucha encarnizada emprendida por el Papado contra todas las
herejías. Durante ese dilatado período, hubo gran
número de organizaciones iniciáticas, algunas de
las cuales trataban de mantenerse apartadas de las controversias
teológicas, como el Compañonaje, otras
eran francamente anticatólicas y depositarías de
doctrinas heterodoxas. Doctrinas teosóficas de todas
clases que se abrevaban en las más diversas fuentes,
desempeñaron un gran papel: la Cabala o tradición
hebraica; las doctrinas iluministas, en que reaparecen las
antiguas tradiciones gnósticas; la alquimia y las
especulaciones propiamente herméticas. Las corrientes
ocultas de aquel período son aún muy mal conocidas,
particularmente sus relaciones con las doctrinas orientales: es
conocido el papel desempeñado por las Cruzadas
sobre el particular. (Sería interesante, en particular,
estudiar los vínculos de la tradición
hermética con el simbolismo utilizado por las
órdenes de Caballería que se constituyeron en el
momento de aquellas expediciones: los blasones usan
abundantemente los colores simbólicos).

Las corporaciones.

Entre las múltiples agrupaciones medievales, las
más célebres son las Guildas o
corporaciones de oficios, en las cuales existían ritos
iniciáticos, y cuyos usos se perpetuaron hasta mucho
después.

Los gremios de artesanos, también conocidos como
Corporaciones de Oficios. Son entidades asociativas o societarias
que aparecen en la Europa del siglo XII, sobre todo en Italia,
Alemania y Francia, como una respuesta contestataria al monopolio
de los Gremios de Comerciantes y con el ánimo de
defenderse precisamente de ellos. En Italia se les conoce como
Arte, en Alemania como Zünft o Innung, y en Francia como
Corporation de Métier.

La mayoría de los Gremios de Artesanos estaban
constituidos por hombres, como correspondía a la cultura
cristiana medieval en la que los varones poseían y
ejercían muchos más derechos de los que llegaron a
tener las mujeres. Sin embargo, en una sociedad
sólidamente categorizada existían oficios
reservados para las mujeres, como por ejemplo los relacionados
con el bordado y el tejido. Fueron famosas las Corporaciones de
Tejedoras en el siglo XV, de las que incluso se desprende en
apariencia una rama Masónica poseedora de un rito derivado
de las herramientas del bordado y no del de la
construcción.

En algunos Gremios de Artesanos cuyos oficios
tradicionalmente eran desempeñados por hombres, era
lícito admitir mujeres, como un privilegio especial
otorgado a las viudas y huérfanas de los miembros que
hubieran fallecido o en virtud de una circunstancia
excepcional.

Estas Corporaciones de Oficios se establecieron
alrededor del castillo feudal o en las afueras de las ciudades
para realizar actividades artesanales. En su apogeo, tuvieron
gran influencia política y social, y al parecer, su origen
primigenio se encuentra en las Cofradías religiosas
fundadas inicialmente con el objeto de venerar al santo
patrón de los oficios. Por ejemplo, el de los joyeros en
torno al culto de San Ives. El punto crítico se
presentó cuando empezaron a preocuparse por las
necesidades económicas de los cofrades.

Poco a poco estos Gremios de Artesanos fueron
concentrando el monopolio de sus oficios, sobre el que llegaron a
ejercer un poder absoluto en muchas ciudades europeas, y
estratificaron a sus miembros de acuerdo a sus destrezas y
conocimientos en tres clases: Aprendiz, Compañero u
Oficial y Maestro. El artesano que no perteneciera al Gremio
dominante no podía hacer su trabajo en la
jurisdicción de este.

La voz cantante en los Gremios de Artesanos la llevaban
los Maestros, que más que funcionarios, eran propietarios
de la unidad económica, de las materias primas y
controlaban la comercialización del producto.

Estos Maestros tenían tantos aprendices y
oficiales como lo aconsejaran las necesidades de los trabajos
contratados.

Un Taller era al mismo tiempo una escuela. Dentro del
Gremio de Artesanos, los aprendices se iniciaban en el oficio de
la mano del Maestro y mientras duraba el proceso de aprendizaje
solo recibían comida y alojamiento. Muchas veces
vivían en la misma casa o taller del Maestro. Cuando el
Maestro consideraba que el Aprendiz ya había asimilado lo
que le correspondía, lo convertía en Oficial con un
sueldo fijo, para posteriormente, mediante la ejecutoria de un
trabajo al que se le denominaba Obra Maestra, acceder al rango de
Maestro.

Naturalmente, los Maestros no estaban ansiosos por
aumentar su competencia y ceder parte del mercado que dominaban,
por lo que cada vez las trabas y las pruebas eran más
difíciles de superar para los Oficiales.

Con el tiempo, ya en los siglos XIV y XV, los Oficiales
se fueron confabulando para exigir mayores sueldos y condiciones
de trabajo, llegando hasta el extremo de incluso organizar
huelgas. De estas asociaciones de Oficiales de los Gremios de
Artesanos se dice que son los antecedentes más directos de
los sindicatos.

Los Gremios de Artesanos llegaron a establecer
condiciones al mercado a partir de su posicionamiento
monopolístico: precio único de bienes y servicios,
salarios regulados, márgenes de utilidad controlados,
jornada laboral, y estándares de cantidad y calidad de los
productos a elaborar y precio de los bienes y servicios finales.
Esto trajo consigo la eliminación de la competencia y el
no mejoramiento de técnicas. Por ejemplo: Hacia el
año 1300 el Gremio de los Tintoreros de la ciudad de
Derby, en Inglaterra, había logrado que nadie más
pudiera teñir dentro de un radio de 10 leguas a la
redonda. En el siglo XIV los Gremios de Artesanos participaban en
el poder político de las ciudades cuyo comercio
habían controlado. Y el asunto no es de poca monta ya que
para la misma época en París existían
más de 130 Gremios de oficios, entre ellos el de los
Médicos.

Para un mayor control sobre las Corporaciones de Oficio,
cada una de ellas se organizaba sobre unos Estatutos, los cuales
buscaban principalmente asegurar unas relaciones comerciales
monopolísticas y reducir la iniciativa individual, el
libre comercio y el desarrollo de la industria
independiente.

Los Estatutos señalaban, en la mayoría de
los casos, las siguientes prescripciones, redactadas en un
lenguaje religioso de corte judeocristiano, acorde con el
contexto social de la Edad Media, en donde el cristianismo
poseía un gran poder político y
económico:

1) Jerarquización de la Corporación en los
niveles de Maestro, Compañero (Oficial) y
Aprendiz;

2) Reglamentación de las relaciones de trabajo,
con énfasis en la protección del
Maestro;

3) Prohibición del trabajo nocturno para
garantizar la calidad del producto;

4) Descanso dominical por razones religiosas;

5) Prohibición del trabajo a domicilio para no
fomentar la competencia;

6) Fijación de los salarios a los
Compañeros; y

7) Diseño de un rígido sistema de valores
relacionados con la moral pública y privada de sus
miembros.

El monopolio de los Gremios de Artesanos comienza a
decaer con el advenimiento del capitalismo como nuevo sistema
económico que permite la producción a mayor escala,
favoreciéndose de paso la creación de más
canales expeditos de distribución y nuevas técnicas
impulsadas por la mayor competencia entre actores de diferentes
mercados.

Los Gremios de Artesanos fueron desapareciendo, o
sobreviviendo al incorporar a nuevos miembros que sin ser
operarios del Oficio respectivo, sí desempeñaban
labores, profesiones u oficios relacionados con el objeto inicial
del Gremio, tales como proveedores de materiales o insumos,
abogados, médicos del gremio, contratistas,
etc.

Es decir, que entre el siglo XVI y comienzos del XVIII,
solo sobrevivían en Europa los Gremios de Artesanos que
tomaron la decisión de transformarse en asociaciones
económicas sectoriales. Entre ellos, algunos Gremios de
Constructores, llamados también Masones, devotos de San
Juan Bautista, que fueron admitiendo en su seno durante todo el
siglo XVI a miembros no albañiles en calidad de
"Aceptados".

Un ejemplo ilustrativo acerca de la forma en que
funcionaba en el Renacimiento la habilitación de los
nuevos Maestros y su vinculación a los Gremios lo
constituye la preparación de Leonardo Da Vinci para
contratar legalmente en Florencia.

Fruto de los amores juveniles de un futuro notario de la
República de Florencia con una humilde campesina, y
adoptado posteriormente por el matrimonio de su propio padre a la
edad de cuatro años, Leonardo ingresó en 1465, con
13 años de edad, en calidad de aprendiz, al Taller de
Andrea del Verrochio, uno de los más grandes artistas
florentinos.

Verrochio, a su vez, había comenzado su vida de
Maestro como orfebre, pero después de haber trabajado en
Roma para el Papa Sixto IV, se radicó en Florencia y
montó un Taller que le proporcionó dinero y
fama.

Además de limpiar y asear el Taller, Leonardo
debía preparar las tablas para pintar, moler las tierras y
pigmentos, preparar el barniz y realizar toda clase de trabajos
mecánicos.

Leonardo contó con la suerte de prepararse en un
Taller polifacético, pues al prestigioso maestro Verrochio
le confiaban la elaboración de objetos de bronce y plata,
bajorrelieves para altares, esculturas, pinturas religiosas, etc.
Incluso trabajos de ingeniería y arquitectura. La esfera
de cobre dorado que corona la cúpula de la catedral Santa
María del Fiore, la patrona de Florencia, es fruto de su
afamado Taller, y a Leonardo le correspondió aplicar la
soldadura de la obra.

En 1472, Leonardo Da Vinci terminó su
período de aprendizaje y se inscribió como Maestro
en la Corporación de Pintores de Florencia.
Profesionalmente ya estaba habilitado para recibir encargos y
montar su propio Taller. De ahí en adelante, su prestigio
y talento lo llevaría a recibir múltiples y
variados encargos. Sus principales clientes en adelante fueron
los adinerados monasterios, los Médicis de Florencia, los
Sforza de Milán, los invasores franceses, los papas
Borgia, los republicanos de Venecia, y finalmente el Rey de
Francia.

Por otro lado la existencia de guildas era muy
difundida, la más sabia de esas Guildas era la de los
"Albañiles" (maçons), constructores de los
palacios y de las catedrales, adeptos del Arte real que
entonces era la arquitectura, y depositarios de antiguos
secretos: "Con todo derecho puede afirmarse que la
geometría esotérica pitagóníca se
trasmitió desde la antigüedad hasta el siglo XVIII,
por un lado a través de las cofradías de
constructores (que a la vez se trasmitieron, de generación
en generación, un ritual iniciático en que la
geometría desempeñaba un papel preponderante), y
por otro, por la Magia, por los rosetones de las catedrales y los
pentáculos de los magos". De esos "Maestros de Obra", de
esa masonería operativa, nació la
francmasonería especulativa. En cuanto al
Compañonaje, cuyos diferentes "Deberes" rivales
se repartían los picapedreros, los cerrajeros, los
carpinteros, y que por lo demás subsiste hoy, numerosas
novelas han popularizado las costumbres: los lazos y el
bastón simbólicos; la "Vuelta de Francia"; las
"cayennes", especies de mesones donde la "Madre" se
ocupa del albergue y de la ropa de los
compañeros.

El rasgo común de todas esas Hermandades es la
existencia de signos de reconocimiento, de ritos
iniciáticos de afiliación, de tradiciones que
llegan a la más remota antigüedad, algunas de las
cuales se encuentran en la Masonería moderna.

Emilia Pardo Bazan en su narración titulada "El
Xeste" describe el compañonaje: "Eran obreros
–no condenados, como los de la ciudad, a la eterna rueda de
Ixión de un trabajo siempre el mismo-.Mestizos de cantero
y labriego, en verano sentaban piedra, en invierno
atendían a sus heredades. Organizados en cuadrilla, iban a
donde les llamasen, prefiriendo la labor en el campo, se ahorra
casi todo el jornal, para llevarlo, bien guardado en una media de
lana, a la mujer, y mercar el ternero y el cerdo y las gallinas y
la ropa y la simiente del trigo y algún pedacillo de
terruño. No sentían la punzada del ansia de gozar
como los ricos, que asalta al obrero en los grandes centros; el
contacto de la tierra les conservaba la sencillez, las
aspiraciones limitadas del niño; disfrutaban de un
inagotable buen humor; y la menor satisfacción material
les transportaba de jubilo. Sus almas eran todavía las
transparentes y venturosas almas de los villanos
medioevales
".

Los Templarios.

La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín:
Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici),
comúnmente conocida como los Caballeros Templarios o la
Orden del Templo (francés: Ordre du Temple o Templiers)
fue una de las más famosas órdenes militares
cristianas. Esta organización se mantuvo activa durante
poco más de dos siglos. Fue fundada en 1118 por nueve
caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras la Primera
Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de
los cristianos que peregrinaron a Jerusalén tras su
conquista.

Aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica en
1129, la Orden del Templo creció rápidamente en
tamaño y poder. Los Caballeros Templarios empleaban como
distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada. Los
miembros de la Orden del Templo se encontraban entre las unidades
militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas. Los
miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja
estructura económica a lo largo del mundo cristiano,
creando nuevas técnicas financieras que constituyen una
forma primitiva del moderno banco, y edificando una serie de
fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra
Santa.

El éxito de los templarios se encuentra estrechamente
vinculado a las Cruzadas; la pérdida de Tierra Santa
derivó en la desaparición de los apoyos de la
Orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta
ceremonia de iniciación de los templarios creó una
gran desconfianza. Felipe IV de Francia, considerablemente
endeudado con la Orden, comenzó a presionar al Papa
Clemente V con el objeto de que éste tomara medidas contra
sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios
fueron arrestados, inducidos a confesar bajo tortura y
posteriormente quemados en la hoguera. En 1312, Clemente V
cedió a las presiones de Felipe y disolvió la
Orden. La brusca desaparición de su estructura social dio
lugar a numerosas especulaciones y leyendas, que han mantenido
vivo el nombre de los Caballeros Templarios hasta nuestros
días.

Para entrar en la Orden del Temple, los caballeros
debían escuchar, conocer y aceptar las Reglas de la Orden.
La ceremonia empezaba con una reunión del Capitulo, al
neófito se le conducía a una sala aparte, cercana
al Capitulo y se le vestía con una túnica
blanca.

El Maestre, enviaba a dos caballeros, que le
preguntaban:

Nombre

¿Porque deseas entrar en la Orden?.

¿Conoces las duras condiciones de la
Orden?.

¿Estas dispuesto a Ingresar en la
Orden?.

Los caballeros regresaban al Capitulo:

Caballeros: Señor, hemos hablado con el
hombre que aguarda y le hemos expuesto las durezas de nuestra
Orden. Afirma, que desea ser siervo y esclavo de ella.

Maestre: Hacerle venir en nombre de
Dios.

Capitulo: Si que venga en nombre de
Dios.

El aspirante era llevado por los dos caballeros a la
sala del Capitulo y se arrodillaba ante el Maestre:

Aspirante a Templario: Señor, me presento
ante Dios, ante Vos y ante los Hermanos y os ruego, que en nombre
de Dios y de Nuestra Señora, que me admitáis en
vuestra Orden, para ser de ahora en adelante su siervo y
esclavo.

Maestre: Hermano mucho pedís, ya que lo
que veis de la Orden… Meditad, hermano si podréis
soportar tantas durezas.

Aspirante a Templario: Las sufriré todas,
con la ayuda de Dios.

El Maestre, ordenaba al aspirante salir del Capitulo y
dirigiéndose al mismo proclamaba:

Maestre: Si alguno de vosotros conociere alguna
razón por la cual este hombre no tuviera derecho a ser un
hermano, que la declare porque mejor será decirla ahora y
no cundo él éste en nuestra presencia.

Si no había objeción, el Maestre
preguntaba:

Maestre: ¿Queréis, pues, que le
haga venir en nombre de Dios?

Capitulo: Si que venga en nombre de
Dios.

Traían al aspirante al Capitulo y
arrodillándose:

Aspirante a Templario: Señor, me presento
ante Dios, ante Vos y ante los Hermanos y os ruego, que en nombre
de Dios y de Nuestra Señora, que me admitáis en
vuestra Orden , para ser de ahora en adelante su siervo y
esclavo.

El Maestre procedía a interrogara al
aspirante:

Maestre:¿Sois Caballero?

Maestre: ¿Estáis sano de
cuerpo?

Maestre:¿Estáis casado?

Maestre:¿Habéis estado
casado?

Maestre:¿Habéis pertenecido a otra
Orden?

Maestre:¿Tenéis deudas?

Si el interrogatorio era favorable, se pasaba a la jura
de votos, que tomaba el Maestre:

Maestre:¿ Prometéis a dios ya
Nuestra Señora, que de ahora en adelante y durante todos
los días de vuestra vida, obedeceréis al maestre
del temple y a los que sean vuestros superiores?.

Maestre:¿ Prometéis a dios ya
Nuestra Señora, que de ahora en adelante y durante todos
los días de vuestra vida, viviréis
castamente?

Maestre:¿ Que viviréis sin nada
propio?

Maestre:¿ Que respetareis lo buenos usos y
costumbres de nuestra casa?.

Maestre:¿ Que ayudareis a conquistar la
tierra Santa de Jerusalén?

Maestre:¿ Que no abandonareis esta
Orden?

Aspirante a Templario: Si Señor, si Dios
lo quiere.

A continuación el aspirante, pasaba a ser
investido como Caballero y se le entrega:

El Manto blanco de la Orden del Temple.

La Cruz.

La Espada

El Maestre, le abrazaba dándose el ósculo
fraternal.

A continuación se entonaba el salmo
133:

Mirad cuan bueno y cuan delicioso es habitar los
hermanos igualmente en uno.

Henri De Curzon en su libro "La Regla Primitiva de los
Templarios" menciona que el postulante a templario debía
pasar por una prueba previa: "11. Si
cualquier caballero seglar o cualquier otro hombre, desea dejar
la masa de perdición y abandonar la vida secular
escogiendo la vuestra en comunidad, no consintais en recibirlo
inmediatamente, porque según ha dicho mi Señor San
Pablo: Probate spiritus si ex Deo sunt. Que quiere decir: "Prueba
el alma a ver si viene de Dios" Sin embargo, si la
compañía de sus hermanos le debe ser concedida,
dejad que le sea leída la Regla, y si desea
explícitamente obedecer los mandamientos de la Regla, y
complace tanto al Maestre como a los hermanos el recibirle,
dejadle revelar su deseo ante todos los hermanos reunidos en
capítulo y hacer su solicitud con corazón
digno".
Y refiriendose al silencio dice:
"32. Porque está escrito: In
multiloquio non effugies peccatum. Que quiere decir que el hablar
en demasía no está libre de pecado. Y en
algún otro lugar: Mors et vita in manibus lingue. Que
significa: 'La vida y la muerte están bajo el poder de la
lengua.' Y durante esa conversación nosotros conjuntamente
prohibimos palabras vanas y estruendosos ataques de risa. Y si
algo se dice, durante esa conversación, que no
debería haberse dicho, ordenamos que al acostaros
recéis un paternoster con notable humildad y sincera
devoción".

El esoterismo de los templarios sigue siendo un
enigma. Es conocida la historia de esa famosa Orden, fundada en
1117 para la protección de los peregrinos en Tierra Santa,
cuya regla había sido establecida por San
Bernardo.

Solo hemos conservado algunos retazos de la
iniciación templaría –Anota Christian Jack en
su libro La Masonería Historia e Iniciación- .
"Antes de la entrada del neófito, el maestro del lugar
preguntaba a los hermanos: "¿Queréis que le hagamos
venir por Dios?"; a eso responden: "Hacedlo venir por Dios".
Cuando el neófito entra en el templo, todos los iniciados
se vuelven hacia él y le preguntan: "¿Os
halláis todavía en vuestra buena voluntad?";
fórmula que la francmasonería transformara
ligeramente preguntando al profano si es libre y de buenas
costumbres. "Requerís algo muy grande", dice el maestro al
postulante, "pues solo veis la corteza de nuestra orden.
Ignoráis los duros mandamientos de nuestra sociedad, pues
es duro que vos, que sois dueño de vos mismo, os
hagáis siervo de otro". Durante la ceremonia, una pregunta
reaparece vanas veces: "¿Sois de buena voluntad?". Y todas
las veces el postulante se compromete más y manifiesta su
deseo de proseguir. El instante supremo es el de la
"creación" del nuevo templario. El maestro se dirige
entonces a los hermanos: "Si entre vosotros hubiera alguno que
conoce en él (el postulante) algo que le impida ser un
hermano según la Regla, que lo diga; pues mejor
sería que lo dijese antes que cuando haya acudido ante
nosotros". Esta fase ritual se conserva íntegramente en la
iniciación masónica contemporánea. Los
templarios empleaban ya la calavera que se encuentra en el
"gabinete de reflexión" de los masones, honraban de modo
particular una piedra procedente del cielo que puede confundirse
con la piedra cúbica del compañero masón.
Además, cuando el iniciado templario pasa por encima del
crucifijo, lleva a cabo un acto análogo al del maestro
masón cuando pasa por encima del ataúd de Hiram. El
Gran Maestre de los templarios se afirma, por lo demás,
como arquitecto, puesto que posee el ábaco, el
bastón sagrado de los constructores. La fiesta del
solsticio del san Juan de invierno reúne a templarios y
francmasones, y los
grandes maestros de ambas
órdenes encienden personalmente las hogueras
rituales.

¿Tenían los templarios una doctrina
secreta? El problema ha suscitado gran número de
interpretaciones; ciertos historiadores niegan
categóricamente la existencia de un esoterismo templario,
y otros, al contrario, no vacilan en hacer derivar la
francmasonería de la Orden mártir. En realidad,
bien parece que los templarios tuvieron un culto secreto y
doctrinas reservadas a los iniciados, y que esas doctrinas
heterodoxas les fueron trasmitidas por heréticos
musulmanes —quizá los asesinos, con quienes
tuvieron relaciones—, herederos de especulaciones
gnósticas. Pero conocemos muy mal dicho esoterismo, debido
a que los documentos fueron casi totalmente desaparecidos. El
historiador se ve reducido a conjeturas, con respecto a las
figuras bafométicas (de bafometo =
"inspiración del Espíritu"), especie de
ídolos andróginos, que representan la unión
de los principios masculinos y femeninos, cuyo papel en los
rituales secretos no ha podido ser precisado; con suficiente
certeza. En "símbolos gnósticos impresos en un
talismán hallado, en el siglo XVII, en la tumba de un
templario, muerto antes de la destrucción de la Orden", y
asimismo a "dos cofrecillos descubiertos, uno en Borgoña,
el otro en Toscana, sobre los cuales se reconocen esos mismos
símbolos, principalmente la cadena de Eones, representada
por la houppe las pruebas del fuego y del agua, el falo,
el cteis, el toro de Mitra y la cruz ansada de los
egipcios", y también a "esos emblemas extraños
esculpidos en la puerta de algunas iglesias, donde parecen querer
mostrarse y ocultarse, a un mismo tiempo, las doctrinas
interiores del templo" (por ejemplo, en lo alto de la puerta
principal de la iglesia Saint Merri se halla un
Bafometo, entre dos ángeles que le echan
incienso). Pero ignoramos casi todo del esoterismo templario, y
el historiador debe desconfiar de las descripciones demasiado
precisas que dan ciertos ocultistas de los misterios practicados
por los Caballeros.

En esta época de gran proliferación
soterrada de ritos surge una figura muy especial, y este es
dante.

Dante Alighieri.

Dante Alighieri (1265-1321) es el más
célebre "iniciado" de la Edad Media: ese gran adversario
del papado parece haber desempeñado un gran papel en las
sociedades secretas de aquel entonces; era, en particular, uno de
los jefes de la Fede Santa, Orden Tercera de
filiación templaría. Y se hizo el intérprete
de dicho esoterismo en su Divina Comedia, que es "una
alegoría metafísico-esotérica, que vela y
expone al mismo tiempo las fases sucesivas por las cuales pasa la
conciencia del iniciado para alcanzar la
inmortalidad".

Cada "Cielo" representa un grado de iniciación:
el Infierno representa el mundo profano, el
Purgatorio comprende las pruebas
iniciáticas,
y el Cielo es la morada de los
Perfectos, en quienes se hallan reunidos y llevados a su
cenit la inteligencia y el amor. En esta vasta síntesis
aparecen toda clase de elementos: doctrinas paganas,
gnósticas, cátaras, árabes,
herméticas, etc. Se encuentran en particular los
símbolos más típicos del hermetismo
cristiano: la Cruz, la Rosa, el Águila, la Escala de las
siete artes liberales, el Pelícano que se abre el pecho
para Alimentar a su cría (símbolo a la vez del
Redentor del mundo y de la más perfecta
humanidad).

La travesía de Dante en el infierno, cielo y
purgatorio lo hace con la ayuda de diferentes guías
quienes recibieron ordenes de mostrarle a Dante estos 3 lugares
de la misma Virgen Maria. En el infierno y purgatorio lo
guía Virgilio dramaturgo romano autor de la Envida. En el
cielo lo guía Beatriz mujer de la cual Dante estaba
enamorado en la vida real, pero no le correspondió, y en
la obra como homenaje a ella la representa como la receptora de
todas las virtudes humanas.

En el viaje Dante se va encontrando con diferentes
personajes de la edad antigua como por ejemplo: Sócrates,
Homero, el mismo Virgilio a quién Dante lo ve como su
maestro y piensa que lo sabe todo, Alejandro el Grande, Atila y
muchos otros personajes romanos, griegos y de la edad media y
también muchos papas.

En la travesía Dante aprende diferentes lecciones
como por ejemplo la humildad.

Comienza la travesía de nuestro héroe en
la selva negra, en el infierno (lugar donde castigan a los
pecadores), el empieza su viaje desde el circulo del mas bajo
nivel a los mas altos pecados y allí ve a tres bestias que
representan tres vicios.

Dante el viaja pasa por el infierno, purgatorio y llega
al cielo, e aquí los 3 lugares y sus
subdivisiones

Infierno:

Limbo: Hogar de Virgilio, lugar de la pena sin
sufrimiento, y del deseo sin cumplimiento, aquí
encontramos a los niños no bautizados y guerreros
ilustres.

Lujuria: Espacio de mas dolor que el limbo, hay
aquí un torbellino de aire negro donde se juzga a los
condenados como los suicidas por amor, en este circulo los quiere
atacar Minos pero Virgilio le echa tierra, aquí encuentran
a Cleopatra, Aquiles, Helena, Paris y Dido entre
otros.

Gula: Aquí no hay mucho que mencionar solo que
llueve agua negra y que los quiere atacar el can cerbero pero de
nuevo Virgilio le echa tierra neutralizándolo.

Avaricia y derroche: Aquí se encuentran las
personas que en su vida o nunca quisieron gastar nada de su
dinero o lo derrochaban con despreocupación, su castigo es
que cada bando se pelee hasta la eternidad. Virgilio le dice a
Dante una frase muy sabia "Ni todo el oro del mundo puede darles
reposo"

Ira: Aquí encuentran la Laguna Estigia que es un
pantano donde están las almas desnudas nadando en el lodo
y el enojo se arrancan la piel con los dientes, después se
enfrentan contra las gorgonas llegando a la ciudad de Dite a las
puertas de la ciudad (que esta cerrada por cierto) llega un
mensajero del cielo abriendo las puertas de esta con una varita
(algo así como hada madrina) y pasando ellos
adentro.

Herejía: Aquí se encuentran todas aquellas
personas que no creían que había vida
después de la muerte, se encuentran en tumbas hacinados
unos con otros y las tumbas se encuentran arriba de
llamaradas

Violencia: Este círculo tiene subdivisiones las
cuales son:

  • Lago de sangre: Aquí se encuentran los
    asesinos, los grandes guerreros como Atila, Alejandro Magno
    ahogados en la sangre de inocentes.

  • Bosque de espinas: Aquí se encuentran las
    personas que usaron la violencia contra si mismos (suicidas),
    aquí son castigados siendo convertidos en matorrales
    frágiles que se rompen con cualquier cosa.

  • Violentos contra Dios: Aquí entran los
    blasfemos y se les castigaba con arena caliente y lluvia de
    fuego

  • Fraude: Aquí se condenaban en fosas a 10
    diferentes tipos de fraudulentos, los que vivian de las
    mujeres, en estos tiempos llamados gigolos, los aduladores,
    adoradores de oro, falsos magos, estafadores,
    hipócritas, ladrones, malos consejeros y
    falsificadores.

Traición: Aquí encontramos 4 tipos de
traidores: Los que son contra parientes, contra la patria, contra
los huéspedes y los peores contra sus bienhechores, en
este círculo encontramos a Judas Iscariote, Bruto y Casio.
En este círculo Dante ve a Lucifer, lo describe con 3
cabezas y 6 alas. Aquí Virgilio le dice que la
única forma de salir será escalando la espalda de
Lucifer.

Purgatorio:

Dante lo describe como "una montaña de 7
círculos", lugar de paso, donde se sufre
temporalmente.

Catón es el guardián del purgatorio: es un
viejo de barba blanca cascarrabias que atraviesa el infierno y el
purgatorio en un barca.

Se divide en 7 círculos pero antes de entrar a
ellos un ángel con una espada les graba 7 PS en la frente
y pasando cada círculo se les va ir quitando las 7
PS.

  • Soberbia: Aquí Dante cambia de actitud, ya
    que en el primer circulo del infierno el se cree superior a
    Sócrates y a los grandes pensadores, en este circulo
    se le pregunta "tu eres Dante" a lo que el contesta: "si soy
    el, solo que no soy tan famoso todavía". Aquí
    se le borra la 1era P (pecado)

  • Envidia: Aquí los envidiosos tiene los ojos
    cocidos y cerrados con alambre

  • Ira: Una humareda oscura priva la vista de los
    castigados.

  • Pereza: Se borra otra P.

  • Avaricia y despilfarro: Aquí se encuentran a
    Craso Gula. Aquí los castigados están hechos
    unas parcas (y no eran anoréxicas) y ellas le dicen a
    Dante "bienaventurados aquellos que no tiene mas ni menos
    hambre que la razonable".

  • Lujuria: aquí un alma atormentada le dice a
    nuestro protagonista "dichoso tu que estas vivo y vives para
    aprender".

  • Salen del purgatorio y entran al paraíso
    terrestre. Dante llora por despedirse de Virgilio lo
    acompaña Estacio que los había seguido en el
    trayecto desde el 5to círculo y sirve de
    conexión ente Dante y Beatriz.

Cielo:

Por fin llegan al tan esperado cielo, este a diferencia
de los otros no esta dividido en círculos si no en cielos
y aquí van subiendo de menor a mayor, cabe destacar que
aquí los cielos son representados como los planetas y el
sol pero como en ese tiempo todavía no se
descubrían saturno ni plutón, por lo cual les llama
cielo estrellado y cielo cristalino respectivamente.

  • Luna: La región del fuego en el cielo, este
    fuego no quema no hiere, aquí todo lo que se quiere se
    puede. Beatriz le dice a Dante "si la razón sigue a lo
    sentidos debes de tener muy cortas las alas".

  • Mercurio: Todo lo que era castigo en el infierno
    ahora es gozo

  • Venus: Aquí es el cielo de los
    espíritus del amor

  • Sol: Doctores en filosofía y
    teología.

  • Marte: Nuestro protagonista se encuentra con su
    tatarabuelo quien le dice que lo van a desterrar de
    Florencia.

  • Júpiter: Hay una danza de criaturas sobre
    estas formas hay un águila.

  • Saturno: aquí Dante menciona "recorrí
    con mi ojos las 7 esferas y vi tan pequeño nuestro
    globo y me dio risa su vil aspecto.

  • Cielo estrellado: No pasa nada relevante

  • Cielo cristalino: En esta esfera empieza y concluye
    el movimiento mientras todo lo demás gira a su
    alrededor

Dante llega al Empirio un lugar que se podría
definir como el cielo supremo lugar donde acaba la
travesía de Dante. El empirio es un cielo de pura luz
allí se encuentra la Virgen María, San Pedro y la
Santísima Trinidad representado como tres círculos
de luz cegadora.

Aquí se manejan los 7 pecados capitales o
antivalores como la Ira, Gula, Pereza, Envidia, Lujuria, Avaricia
y Codicia. En contraste se manejan muchos valores: Valor, Coraje,
Perdón, Amor y Humildad.

Los alquimistas.

Como hemos podido darnos cuenta, la Edad Media fue una
época en que los cultos secretos y las doctrinas
esotéricas proliferan, propagados por numerosas
organizaciones iniciáticas. Citemos, a ese respecto, las
sociedades secretas que agrupaban a los alquimistas,
cuyas doctrinas y prácticas no dejaron de desarrollarse
durante todo ese período, a pesar de las repetidas
condenas de la Iglesia.

Así que hacia finales del siglo XIII, la alquimia se
había desarrollado hasta un sistema de creencias bastante
estructurado. Los adeptos creían en la teorías de
Hermes sobre el macrocosmos-microcosmos, es decir, creían
que los procesos que afectan a los minerales y otras sustancias
podían tener un efecto en el cuerpo humano (por ejemplo,
si uno aprendiese el secreto de purificar oro, podría usar
la misma técnica para purificar el alma humana).
Creían en los cuatro elementos y las cuatro cualidades
anteriormente descritas y tenían una fuerte
tradición de esconder sus ideas escritas en un laberinto
de jerga codificada lleno de trampas para despistar a los no
iniciados. Por último, los alquimistas practicaban su
arte: experimentaban activamente con sustancias químicas y
hacían observaciones y teorías sobre cómo
funcionaba el universo. Toda su filosofía giraba en torno
a su creencia en que el alma del hombre estaba dividida dentro de
él tras la caída de Adán. Purificando las
dos parte del alma del hombre, éste podría reunirse
con Dios.

En el siglo XIV, estos puntos de vista sufrieron un cambio
importante. Guillermo de Ockham, un franciscano de Oxford que
murió en 1349, atacó la visión tomista de la
compatibilidad entre la fe y la razón. Su opinión,
hoy ampliamente aceptada, era que Dios debe ser aceptado
sólo con la fe, pues Él no podía ser
limitado por la razón humana. Por supuesto este punto de
vista no era incorrecto si uno aceptaba el postulado de un Dios
ilimitado frente a la limitada capacidad humana para razonar,
pero eliminó virtualmente a la alquimia como
práctica aceptada en los siglos XIV y XV.

El papa Juan XXII publicó en el año 1317 un
edicto contra la alquimia (Spondet quas non exhibent), que
efectivamente retiró a todos los miembros de la iglesia de
la práctica del arte. No obstante, se cree que este mismo
papa estuvo interesado en el estudio alquímico y que
también escribió un tratado titulado Ars
transmutatoria en el que narraba cómo fabricó 200
barras de oro de un quintal. Los cambios climáticos, la
peste negra y el incremento de guerras y hambrunas que
caracterizaron a este siglo sirvieron también sin duda de
obstáculo al ejercicio filosófico en general.

La alquimia se mantuvo viva gracias a hombres como Nicolas
Flamel, digno de mención sólo porque fue uno de los
pocos alquimistas que escribieron en estos tiempos
difíciles. Flamel vivió entre 1330 y 1417 y
serviría como arquetipo a la siguiente fase de la
alquimia. No fue un investigador religioso como muchos de sus
predecesores y todo su interés por el arte giraba en torno
a la búsqueda de la piedra filosofal, que se dice que
halló. Sus obras dedican gran cantidad de espacio a
describir procesos y reacciones, pero nunca llegan realmente a
dar la fórmula para conseguir las transmutaciones. La
mayoría de su obra estaba dedicada a recoger el saber
alquímico anterior a él, especialmente en lo
relacionado a la piedra filosofal.

Durante el período de 1300 a 1500, los alquimistas
fueron muy parecidos a Flamel, se concentraron en la
búsqueda de la piedra filosofal y el elixir de la
juventud, que ahora se creía que eran cosas separadas. Sus
alusiones crípticas y su simbolismo llevaron a grandes
variaciones en la interpretación del arte. Por ejemplo,
muchos alquimistas durante este periodo interpretaban que la
purificación del alma significaba la transmutación
del plomo en oro (en la que creían que el mercurio
desempeñaba un papel crucial). Estos hombres eran
considerados magos y hechiceros por muchos y fueron con
frecuencia perseguidos por sus prácticas.

Uno de estos hombres que surgió a principios del siglo
XVI se llamaba Heinrich Cornelius Agrippa. Este alquimista
creía ser un mago y poder invocar espíritus. Su
influencia fue insignificante pero, elaboró escritos a los
que se refirieron alquimistas de años posteriores. Hizo
bastante por cambiar la alquimia de una filosofía
mística a una magia ocultista. Mantuvo vivas las
filosofías de alquimistas anteriores, incluyendo la
ciencia experimental, la numerología, etcétera,
pero añadió la teoría mágica, lo que
reforzó la idea de la alquimia como creencia ocultista. A
pesar de todo esto, Agrippa se consideraba a sí mismo
cristiano, si bien sus opiniones entraron con frecuencia en
conflicto con la Iglesia.

Cabalistas.

También hay que mencionar a los rabinos
cabalistas, que se agruparon en una suerte de escuelas,
pequeñas capillas cerradas. El sentido etimológico
de la palabra Cabala es "tradición". Ese
esoterismo hebraico, cuya influencia había de ser tan
grande sobre numerosos pensadores cristianos, tiene remotas
raíces en las doctrinas puramente judaicas y
también en las otras tradiciones, principalmente las ideas
gnósticas: las obras de los cabalistas son una especie de
depósito en el que han venido a acumularse los residuos de
los sistemas teosóficos más diversos. Había
una Cabala práctica, suerte de enciclopedia de
conocimientos mágicos de toda clase, junto a diversos
procedimientos que permitían obtener el éxtasis
místico, y aun llegar a poner a algunos sujetos en trances
hipnóticos. Pero había sobre todo una Cabala
especulativa,
que interpretaba alegóricamente los
textos sagrados, utilizando diversas técnicas de
permutación de letras (Gematria, Notarikón,
Temurah, Teruf), y
que intentaba penetrar los más
profundos misterios de la Creación (Maaseh
bereshit,
"Historia del Génesis") y de la
constitución del Universo (Maaseb
Merkábah,
"Historia del carro celestial"). Los dos
textos de base de las especulaciones cabalísticas eran el
Séfer Yetsirah ("Libro de la Formación"),
y el Séfer-ha-Zohai ("Libro del Esplendor")
redactado en España hacia fines del siglo VIII: esta
última obra ejerció, sobre todo a partir del siglo
XVI, considerable influencia sobre casi todas las doctrinas
esotéricas que vieron la luz.

No podemos resumir, ni siquiera brevemente, el inmenso
cuerpo de doctrinas que forman las especulaciones
cabalísticas: nos permitimos remitir a las obras
especializadas. Sin embargo, he aquí el principio de base,
enunciado: "Dios puede ser considerado en sí o en su
manifestación. En sí, antes de toda
manifestación, Dios es un ser indefinido, vago, invisible,
inaccesible, sin atribución precisa, parecido a un mar sin
orillas, a un abismo sin fondo a un fluido sin consistencia,
imposible de conocer por ninguna razón, por consiguiente,
de ser representado, sea por una imagen, sea por un nombre, sea
por una letra, ni siquiera por un punto. El menos imperfecto de
los términos que pueden emplearse sería el Sin
fin,
el Indefinido o Ain Sof, que no tiene
límite, o Ain el No-Existente, el
No-ser.

"En cuanto Dios se manifiesta se hace accesible,
cognoscible; se le puede nombrar; y el nombre que se le da se
aplica a cada manifestación o exteriorización de su
ser. El Ain Sof, el Ain se manifiesta de diez
maneras en las sefirot. Cada una éstas, la
Corona, la Sabiduría, la Inteligencia, la Gracia, la
Fuerza, la Belleza, la Victoria, la Gloria, el Fundamento y la
Realeza, constituye un modo especial de revelación o de
notificación del Ain Sof y permite nombrarlo.
Cada círculo, limitación o determinación del
Ain Sof, es una sefirah

"La Cabala considera también a Dios bajo la forma
del Adán celeste, el Adam Qadmón,
y localiza las sefirot en cada uno de sus miembros,
aplicando la ley de los contrarios y la ley sexual." De
ahí el diagrama conocido con el nombre de árbol
de las Sefirot.
aseguraba, no después de la muerte,
sino en la vida terrenal, felicidades y riquezas ciertas, era muy
tentador para quienes una fe sólida no ataba a Cristo.
probar con el Diablo". Las prácticas y el culto
satánicos han sido abundantemente descritos en las obras
especializadas. El estudio de esa forma aberrante de
iniciación es, por lo demás, del más alto
interés para el historiador de las religiones: en las
prácticas místico-eróticas del Sabbat se
encuentra sin duda un eco lejano y pervertido de un antiguo culto
pagano de la fecundidad.

La brujería.

Las iniciaciones medievales no sería completo si
no aludiéramos a la brujería. Han existido,
según parece asociaciones secretas de brujos y brujas,
celebrando sus ritos en fechas fijas. Por paradójico que
parezca, la brujería constituye una especie de culto y aun
de religión, pero de religión a
contrapelo.

Como se ha hecho notar muchas veces, "no es posible
separar desde la Edad Media en que ellas dominan, las dos
nociones paralelas y antinómicas de Dios: el bien, y del
Diablo: el mal. Es, pues, fácil comprender que si se
levantaban altares a Dios, si existía toda una liturgia,
con misas y fiestas que se le ofrecían, también
habían de existir ceremonias tan fervorosamente dedicadas
al Diablo. Si la Iglesia misma consideraba al Diablo como un
ángel caído, muy poderoso y un "casi igual"; si,
por añadidura, un pacto con él aseguraba, no
después de la muerte, sino en la vida terrenal,
felicidades y riquezas ciertas, era muy tentador para quienes una
fe sólida no ataba a Cristo, probar con el Diablo". Las
prácticas y el culto satánicos han sido
abundantemente descritos en las obras especializadas.

La iniciación en la brujería, era el
ritual por el cual los nuevos miembros del culto entraban a
formar parte de él se basaba en publicar abiertamente la
renuncia a CRISTO, un bautizo posterior; la mayoría de los
que se convertían eran del sexo femenino, pues este culto
tenía en mayor consideración a las mujeres que el
culto cristiano, en la Europa Medieval el papel de la mujer era
casi tan bajo como lo había sido en la sociedad cazadora
del paleolítico. Era propiedad del hombre y bracera. La
Iglesia la consideraba moralmente débil y potencialmente
pecaminosa. En rebelión contra este subyugamiento, las
mujeres se convirtieron a un culto en el que eran tan importantes
como el varón , y en muchos tipos de magia eran incluso
más audaces.

Si bien la actitud del cristianismo con respecto de algunas
prácticas mágicas, tales como la astrología
o la alquimia, fue en ciertos momentos ambigua, la condena de la
brujería fue explícita e inequívoca desde
los comienzos de la religión cristiana. En la Alta Edad
Media varias leyes condenaron la brujería, basadas tanto
en el ejemplo del derecho romano como en la voluntad de erradicar
todas aquellas prácticas relacionadas con el paganismo.
Sin embargo, la actitud eclesiástica no parece haber sido
demasiado beligerante durante la primera mitad de la Edad Media,
como lo atestiguan documentos como el Canon Episcopi.

La situación cambió cuando la Iglesia
comenzó a perseguir las herejías cátara y
valdense. Ambas concedían una gran importancia al demonio,
y para estas comunidades cristianas éste estaba
personalizado en la Iglesia Romana Papal, debido a sus grandes
abusos. En especial los cátaros se referían a ella
como "la prostituta". Para combatir estas herejías fue
creada la Inquisición pontificia en el siglo XIII. En el
siglo siguiente comienzan a aparecer en los procesos por
brujería las acusaciones de pacto con el Diablo, el primer
elemento determinante en el concepto moderno de
brujería.

Las principales características de la bruja,
según los teóricos del tema en la época,
eran las siguientes:

  • 1. el vuelo en palos, animales, demonios o con
    ayuda de ungüentos,

  • 2. encuentros nocturnos con el Diablo y otras
    brujas en el sabbat o aquelarre,

  • 3. pactos con el Diablo,

  • 4. sexo con demonios (en forma de
    íncubos y súcubos) y

  • 5. la magia negra.

La definición de la brujería como
adoración al Diablo se difundió por toda Europa
mediante una serie de tratados de demonología y manuales
para inquisidores que se publicaron desde finales del siglo XV
hasta avanzado el siglo XVII. El primero en alcanzar gran
repercusión, gracias a la reciente invención de la
imprenta, fue el Malleus Maleficarum ("Martillo de las brujas",
en latín), un tratado filosófico-escolástico
desapasionado y racional publicado en 1486 por dos inquisidores
dominicos, Heinrich Kramer (Henricus Institoris, en latín)
y Jacob Sprenger. El libro no sólo afirmaba la realidad de
la existencia de las brujas, conforme a la imagen antes
mencionada, sino que afirmaba que no creer en brujas era un
delito equivalente a la herejía: "Hairesis maxima est
opera maleficarum non credere" (La mayor herejía es no
creer en la obra de las brujas).

Se creía que las brujas celebraban reuniones nocturnas
en las que adoraban al Demonio. Estas reuniones reciben diversos
nombres en la época, aunque predominan dos: sabbat y
aquelarre. La primera de estas denominaciones es casi con
seguridad una referencia antisemita, cuya razón de ser es
la analogía entre los ritos y crímenes atribuidos a
las brujas y los que según la acusación popular
cometían los judíos. La palabra aquelarre, en
cambio, procede del euskera aker (macho cabrío) y larre
(campo), en referencia al lugar en que se practicaban dichas
reuniones.

Según se creía, en los aquelarres se realizaban
ritos que suponían una inversión sacrílega
de los cristianos. Entre ellos estaban, por ejemplo, la
recitación del Credo al revés, la
consagración de una hostia negra, que podía estar
hecha de diferentes sustancias, o la bendición con hisopo
negro. Además, casi todos los documentos de la
época hacen referencia a opíparos banquetes (con
frecuencia también a la antropofagia) y a una gran
promiscuidad sexual. Una acusación muy común era la
del infanticidio, o los sacrificios humanos en general.

La principal finalidad de los aquelarres era, sin embargo,
siempre según lo considerado cierto en la época, la
adoración colectiva del Diablo, quien se personaba en las
reuniones en forma humana o animal (macho cabrío, gato
negro, etc). El ritual que simbolizaba esta adoración
consistía generalmente en besar el ano del Diablo (osculum
infame). En estas reuniones, el Diablo imponía
también supuestamente su marca a las brujas, y les
proporcionaba drogas mágicas para realizar sus
hechizos.

Se creía que los aquelarres se celebraban en lugares
apartados, generalmente en zonas boscosas. Algunos de los
más célebres escenarios de aquelarres fueron las
cuevas de Zugarramurdi (Navarra) y Las Güixas (cerca de
Villanúa, en la provincia de Huesca) en España, el
monte Brocken (mencionado en el Fausto de Goethe), en Alemania,
Carnac en Francia; el nogal de Benevento y el paso de Tonale, en
Italia. Se creía también que algunos aquelarres se
celebraban en lugares muy lejanos de la residencia de las
supuestas brujas, que debían por tanto hacer uso de sus
poderes sobrenaturales para desplazarse volando: por ejemplo, se
acusó a algunas brujas del País Vasco
francés de asistir a aquelarres en Terranova.

Algunas fechas se consideraban también especialmente
propicias para la celebración de aquelarres, aunque
varían según las regiones. Una de ellas era la
noche del 30 de abril al 1 de mayo, conocida como la noche de
Walpurgis.

Para algunos investigadores el Sabbat, eran las
reuniones de los miembros relacionados con la brujería.
Esta celebración se solía llevar a cabo en el
transcurso de un cambio de estación las más
importantes se celebraban en otoño, como la del 31 de
octubre llamada según documentos encontrados, All Hallows
Eve o las del 30 de abril, Printemps party. Otras fechas
importantes eran la fiesta de invierno, el 2 de febrero; la
víspera de San Juan el 23 de junio y la fiesta del verano
del 1 de agosto, y el día de Santo Tomás el 21 de
diciembre. Estas reuniones duraban desde la medianoche (hora de
brujas) hasta el canto del gallo. El sabbat era una mezcla de
fiesta religiosa- de una sociedad secreta- multitudinaria,
carnaval y orgía de borrachos. Comenzaba con un ritual
llevado a cabo por un Gran Maestro, durante el cual podía
tener lugar la presentación de las brujas jóvenes,
o se celebraban bautismos, confirmaciones y bodas. El baile era
muy importante en este tipo de celebraciones y según el
autor las descripciones de estos bailes pueden llegar a
ser:"…una descripción exacta de un tipo de baile
moderno". Además en estas reuniones era normal que los
asistentes se pintaran la cara y el cuerpo, razón de
porqué la Iglesia condenaba los
cosméticos.

Partes: 1, 2, 3, 4
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