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José Figueroa Alcorta: La muerte de un justo (página 2)




Enviado por Guada Aballe



Partes: 1, 2

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Durante todo el día demostró entereza a
pesar de sus dolores físicos, malestar general y el
tratamiento enérgico que recibía.

Recibió la visita del Dr Repetto, Ministro Decano
de la Corte. Repetto lo saludó dándole un beso en
la frente y Figueroa se incorporó para abrazarlo. Al irse
el ex presidente le dijo a su hija Clara

"Hijita, como siento dejar la Corte. Pero queda en
buenas manos".

A los hijos en un momento les dijo:

"Siento morir sin dejarles fortuna".

También funcionarios, magistrados, ciudadanos y
ex congresales se acercaron para interiorizarse de su salud. Al
las 15 hs seguía su gravedad extrema.

Monseñor de Andrea, con quien tenía
amistad, también lo visitó. En esa primer visita de
Monseñor de Andrea (lo visitaría unas cinco o seis
veces) Figueroa Alcorta, después de saludarlo, le
reveló la paz que tenía en su conciencia. Le dijo
que se encontraba en el término de su carrera y le
pidió la bendición. Dijo que sabía que su
estado era grave pero que se había puesto
"espontánea y severamente" en las manos de Dios.
Aprovechó para aclarar:

"Se ha hablado más de una vez de mi
liberalismo, tildándome de sectario. Nada más
inexacto. Siempre fui creyente y profundamente respetuoso de la
religión y me place recordar en estos momentos, en los que
nuestra alma está a flor de labios, que jamás me
dormí sin haber rezado una Salve. El liberalismo de mis
primeros años fue el sarampión inevitable en la
juventud".

Se refería a la Santísima Virgen del
Rosario, patrona de Córdoba, a Ella siempre le dedicaba la
Salve.

Y dijo más de una vez

"Señor, hágase tu
voluntad":

Una leve mejoría en la tarde de ese viernes
dejó entrever una pequeña esperanza pero fue en
vano. Por la noche los temores en relación a su salud se
profundizaron. Volvieron los Monseñores Franceschi, De
Andrea y fue Monseñor Devoto. De Andrea le comentó
que estaban rezando por él porque lo querían y
porque el país lo necesitaba. A lo que Figueroa Alcorta
respondió:

"Nadie es necesario, en todo caso procuraría
cumplir con mi deber como he procurado siempre hacerlo como yo lo
entendía".
Pero no dejaba de reconocer que para
él eso era "una recompensa y una
satisfacción".

El sábado 26 la situación seguía
delicada a pesar que en la madrugada había descansado
tranquilo. Gran temor a que recrudecieran las complicaciones
hepáticas y renales post operatorias. El ataque de uremia,
las transfusiones de sangre que debieron hacerle debilitaban su
organismo y la aparición de perturbaciones en el
funcionamiento del corazón ennegrecían aún
más el triste panorama. El se daba perfecta cuenta sin
perder la lucidez.

Su esposa, su querida Pepa, estaba abatida. Y el ilustre
enfermo hacía todo lo posible para levantarle el
ánimo. Solamente a ella trataba de ocultarle la gravedad
de su situación. Alrededor de las 15 hs se escuchó
que le dijo a Pepa que hiciera preparar todo "para nuestro
veraneo en las sierras porque pienso que salgamos la semana
próxima"
Y también "Esto es pasajero y
verás que pronto me restablezco".
No quería
ver a nadie apenado por causa suya, llegó a decirle a su
familia "esas caras no son como para una reunión
entretenida"

Al caer la tarde su situación empeoró pero
no su ánimo que jamás decayó.

Monseñor de Andrea, como ya se
señaló, durante toda la enfermedad le hizo a
Figueroa Alcorta una cinco o seis visitas. Los detalles de las
mismas son interesantes porque denotan la madurez de la fe del ex
presidente argentino. ¡Maravillosa conversión en
quien otrora había tenido actitudes
anticatólicas!

Al alcance de la mano Figueroa tenía objetos
religiosos. Su amigo Rómulo Naón le había
llevado una reliquia de Santa Teresita y el ex presidente la
tenía sobre su pecho.

Al enterarse una vez más por boca de
Monseñor de Andrea que quienes lo querían, familia
y hasta su nietita, estaban rezando por él y que él
debería secundarlos rezando por él mismo,
respondió que lo hacía de todo corazón y su
respuesta es un ejemplo de madurez en la fe y a la vez de
humildad:

"No lo dudo y esas plegarias constituyen influencias
soberanas ante la Divinidad, pero quien sabe si yo estaré
en condiciones de merecerlas y por lo tanto que se cumpla Su
Voluntad".

En otra visita Monseñor de Andrea al preguntarle
como se sentía el enfermo respondió:

"Un poquito mejor pero me siento
desmoralizado
". Al preguntársele las razones el ex
presidente explicó:

"Siempre he tenido una voluntad que me hacía
sobreponer a todas las contrariedades de la vida que no me han
faltado durante ella. Nunca perdía mi dominio sobre mi
mismo. Ahora, sin embargo, no lo logro como
quisiera".

Monseñor de Andrea le explicó que si bien
el organismo no le respondía como antes la voluntad de
Dios jamás iba a abandonarlo. Al escuchar eso Figueroa
Alcorta tomó un Cristo y mientras lo besaba
dijo:

"Que se cumpla tu voluntad". Le dijo
también a De Andrea "esto se acaba" y que era
"un consuelo" ver a todos juntos "para despedirlo en
la estación".
Superada la natural flaqueza humana,
siguió dando muestras de entereza y fe que eran el asombro
de todos. El mismo de Andrea diría que daba muestras de
una entereza de espíritu como él jamás
había presenciado antes.

Monseñor de Andrea, en su última visita,
fue testigo como el enfermo besaba con devoción y suma
ternura la imagen de Santa Teresita que tenía consigo
mientras decía:

"Esto se acaba; pero Dios me da una gran
serenidad".

Por la noche el panorama estaba más
sombrío aún. Aparecieron signos de fatiga, le
dieron oxígeno e inyecciones sin que el enfermo se
quejase.

En sus últimas horas hablaba de conformarse a la
voluntad de Dios, besaba emocionado el Cristo que tenía en
sus manos y que conservó hasta el momento final. No
hacía otra cosa. Volvió Monseñor Franceschi,
a quien hizo llamar porque se sintió agravar, estuvo
conversando con él y le dio una última
absolución mientras Figueroa rezaba, con esfuerzo el
enfermo hizo la señal de la cruz. Pudo recibir los Santos
Sacramentos. Agradeció al sacerdote su
compañía para bien morir. Luego, se durmió
para no despertar más.

En la madrugada del domingo entró en coma tras
haber dado "espectáculo de entereza moral extraordinaria",
de haber dado ejemplo de fe ante propios y
extraños.

Rodeado de su esposa, hijos, yerno, nueras, nietos y los
Dres Mariano Castex, Zabala y Francisco Distéfano, a las
3.56 hs de la madrugada del 27 de diciembre de 1931, el Dr
José Figueroa Alcorta entregó su alma al Dios que
tanto había amado y confiado en sus últimos
momentos.

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Fue inhumado en Recoleta con honores de presidente en
ejercicio. Su sepelio fue una apoteosis y explosión de
dolor popular que contó con la presencia de 20.000 a
25.000 personas.

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Vale la reproducción en su totalidad del
artículo publicado en el diario Los Principios de
Córdoba el día 30 de diciembre de 1931.

"La pompa humana, bien merecida esta vez, ha rodeado
con sus mejores galas las exequias de un hombre que disfrutara en
la vida de los más grandes honores, conservando para los
últimos días de su vida, y en la cumbre de una
posición pública excepcional, un silencio humilde,
un recogimiento a su labor, una modestia sin desdoro, que
hacían de él una figura de extraordinario prestigio
en la república.

La prensa entera del país ha ocupado
páginas enteras para honrar la memoria del ex presidente a
quien le tocó encauzar al país hacia la
culminación de su progreso.

Sobre su tumba se han vertido brazadas de flores. En
su memoria se han dicho las más preciadas palabras. El
pueblo, que podía tenerlo olvidado por su retiro de la
lucha, se alejamiento del terreno de la popularidad, se ha
lanzado a la calle y ha escrito en la historia de la ciudad una
página hermosa, demostrando que sabe premiar las virtudes
cívicas, reconocer los esfuerzos hechos por sus
gobernantes en su beneficio.

En suma, el doctor Figueroa Alcorta ha recibido, al
abandonar este mundo, la mayor suma de honores a que un mortal
puede aspirar.

Pero ¿qué es todo esto? Para
él, nada. Para los suyos un consuelo, un orgullo, un
timbre de gloria…y un pesado lastre, porque es
difícil mantener tan hermosa tradición. Para el
pueblo, para todos los que sobrevivimos, un ejemplo y un
estímulo; pero para él…Pompa…Nada
más que vana pompa.

Cuando el alma abandona el cuerpo se aleja de este
mundo y todo lo que aquí ocurre todo lo que no sea
oración, sufragio, devoción de otras almas, es vano
para ella. Las flores no llevan su perfume más allá
de la tumba. Las necrologías rimbombantes, ampulosas y
extensas, no producen un adarme de bienestar para esas almas que
huyen.

Otro equipaje han menester. Que todo lo que de ellas
se dice sea merecido; que hayan sabido aprovisionar sus alforjas;
que Dios pueda corroborar todos los honores que los hombres
rinden.

Por eso, más que todas las letras que
sumarán millones, impresas en honor del muerto ilustre,
resuenan y dicen las propias palabras que dijeron sus labios
antes de morir: "Cúmplase su santa voluntad". Fe.
Resignación. Entrega de todo a la misericordia
divina.

Y luego, próxima ya su última hora,
estas otras palabras que definen un alma: "Esto se acaba. Pero
Dios me da una gran serenidad".

Cuánto más que todas las
necrologías, dicen estas palabras del agonizante.
Confianza en Dios. Serenidad ante el paso terrible de una vida a
otra. Visión clara del destino último. Ejemplo
mucho más hermoso, que todos los de su vida
cívica.

Por eso nos parece que el mejor elogio
póstumo, más que aquellas palabras repetidas a los
cuatro vientos por las trompetas sonoras de la prensa argentina,
y que dicen. "Ha muerto un ciudadano ilustre", debe sonar,
epitafio triunfal, regocijante para todo cristiano, estas otras
inmensas palabras: "Ha muerto un justo".

Y valga como cierre un fragmento de las palabras que su
amigo Monseñor de Andrea escribió sobre
él:

"Si su espíritu inmortal no ha conquistado
todavía la liberación gloriosa, se halla más
que nunca en condiciones de merecerlas, y su vida honorable, sus
servicios eminentes y su muerte aleccionadora, nos la reclaman a
todos. Dadle, Señor, el descanso eterno en que el
esplendor inmortal le ilumine para siempre. Miguel De Andrea.
Obispo de Temnos" 

Guada Aballe

FUENTES

Dr José Figueroa Alcorta. In
Memoriam
.(1932).Buenos Aires: Talleres Gráficos
Argentinos. L. J. Rosso.

Díaz de Molina, Alfredo (1979).
José Figueroa Alcorta. De la oligarquía a la
democracia
.. Buenos Aires: Editorial Plus Ultra.

El Diario (22 al 28 de diciembre
de 1931)

El Mundo (25 de diciembre de
1931)

El Pueblo (21 y 22 de diciembre;
26 y 27 de diciembre; 28 y 29 de diciembre de 1931)

El templo de San Carlos. Semanario parroquial
(enero 1 de 1932)

 

 

Autor:

Guada Aballe

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