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La Revolución Francesa (página 2)



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Más de un siglo antes de que
Luis XVI ascendiera al trono (1774), el Estado francés
había sufrido periódicas crisis económicas
motivadas por las largas guerras emprendidas durante el reinado
de Luis XIV, y la mala administración de los asuntos
nacionales en el reinado de Luis XV, donde Francia
participó en tres guerras. Tras la primera, la guerra de
Sucesión polaca, Francia cedió Lorena al destronado
soberano polaco Estanislao I. La segunda, la guerra de
Sucesión austriaca, que marcó el inicio de un
enfrentamiento colonial con Gran Bretaña, no fue decisiva.
En la última, la guerra de los Siete Años, Francia,
paralizada por la corrupción y la mala
administración, perdió casi todas sus posesiones de
ultramar (Canadá y la India) en favor de los
británicos. La política exterior francesa de esta
época fue caótica debido a la diplomacia secreta de
Luis, ya que, a veces, sus agentes en otros países
perseguían objetivos que contradecían los objetivos
de sus propios ministros. La situación mejoró algo
en la década de 1760, cuando un nuevo ministro, el duque
de Choiseul, estableció un poco de orden en el gobierno y
trató de reparar el daño causado por la guerra de
los Siete Años, las cuantiosas pérdidas que
acarreó la Guerra Francesa e India (1754-1763) y el
aumento de la deuda generado por los préstamos a las
colonias británicas de Norteamérica durante la
guerra de la Independencia estadounidense (1775-1783). Los
defensores de la aplicación de reformas fiscales, sociales
y políticas comenzaron a reclamar con insistencia la
satisfacción de sus reivindicaciones durante el reinado de
Luis XVI. En agosto de 1774, el rey nombró
controlador general de Finanzas a Anne Robert Jacques Turgot, un
hombre de ideas liberales que instituyó una
política rigurosa en lo referente a los gastos del Estado.
No obstante, la mayor parte de su política restrictiva fue
abandonada al cabo de dos años y Turgot se vio obligado a
dimitir por las presiones de los sectores reaccionarios de la
nobleza y el clero, apoyados por la reina, María Antonieta
de Austria. Su sucesor, el financiero y político Jacques
Necker tampoco consiguió realizar grandes cambios antes de
abandonar su cargo en 1781, debido asimismo a la oposición
de los grupos reaccionarios. Sin embargo, fue aclamado por el
pueblo por hacer público un extracto de las finanzas
reales en el que se podía apreciar el gravoso coste que
suponían para el Estado los estamentos privilegiados. La
crisis empeoró durante los años siguientes. El
pueblo exigía la convocatoria de los Estados Generales
(una asamblea formada por representantes del clero, la
nobleza y el tercer estado
), cuya última
reunión se había producido en 1614, y el rey
Luis XVI accedió finalmente a celebrar unas
elecciones nacionales en 1788. La censura quedó abolida
durante la campaña y multitud de escritos que
recogían las ideas de la Ilustración circularon por
toda Francia. Necker, a quien el monarca había vuelto a
nombrar interventor general de Finanzas en 1788, estaba de
acuerdo con Luis XVI en que el número de
representantes del tercer estado (el pueblo) en los Estados
Generales fuera igual al del primer estado (el clero) y el
segundo estado (la nobleza) juntos, pero ninguno de los dos
llegó a establecer un método de
votación.

A pesar de que los tres estados
estaban de acuerdo en que la estabilidad de la nación
requería una transformación fundamental de la
situación, los antagonismos estamentales imposibilitaron
la unidad de acción en los Estados Generales, que se
reunieron en Versalles el 5 de mayo de 1789. Las delegaciones que
representaban a los estamentos privilegiados de la sociedad
francesa se enfrentaron inmediatamente a la cámara
rechazando los nuevos métodos de votación
presentados. El objetivo de tales propuestas era conseguir el
voto por individuo y no por estamento, con lo que el tercer
estado, que disponía del mayor número de
representantes, podría controlar los Estados Generales.
Las discusiones relativas al procedimiento se prolongaron durante
seis semanas, hasta que el grupo dirigido por Emmanuel Joseph
Sieyès y el conde de Mirabeau se constituyó en
Asamblea Nacional el 17 de junio. Este abierto desafío al
gobierno monárquico, que había apoyado al clero y
la nobleza, fue seguido de la aprobación de una medida que
otorgaba únicamente a la Asamblea Nacional el poder de
legislar en materia fiscal.

La era de la
Ilustración; el Siglo de las Luces

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El Gran Siglo de las Luces o Ilustración, es el
término que se ha utilizado para describir las tendencias
en el pensamiento y la literatura en Europa y en toda
América durante el siglo XVIII previas a la
Revolución Francesa. La frase fue empleada con mucha
frecuencia por los propios escritores de este periodo,
convencidos de que emergían de siglos de oscuridad e
ignorancia a una nueva edad iluminada por la razón, la
ciencia y el respeto a la humanidad.

Los precursores de la Ilustración pueden
remontarse al siglo XVII e incluso antes. Abarcan las
aportaciones de grandes racionalistas como René Descartes
y Baruch Espinosa, los filósofos políticos Thomas
Hobbes y John Locke y algunos pensadores escépticos galos
de la categoría de Pierre Bayle o Jean Antoine
Condorcet.

Más que un conjunto de ideas fijas, la
Ilustración implicaba una actitud, un método de
pensamiento. De acuerdo con el filósofo Immanuel Kant, el
lema de la época debía ser "atreverse a conocer".
Surgió un deseo de reexaminar y cuestionar las ideas y los
valores recibidos, de explorar nuevas ideas en direcciones muy
diferentes; de ahí las inconsistencias y contradicciones
que a menudo aparecen en los escritos de los pensadores del siglo
XVIII. Muchos defensores de la Ilustración no fueron
filósofos según la acepción convencional y
aceptada de la palabra; fueron vulgarizadores comprometidos en un
esfuerzo por ganar adeptos. Les gustaba referirse a sí
mismos como el "partido de la humanidad", y en un intento de
orientar la opinión pública a su favor, imprimieron
panfletos, folletos anónimos y crearon gran número
de periódicos y diarios. En España, "las luces"
penetraron a comienzos del siglo XVIII gracias a la obra,
prácticamente aislada y solitaria, pero de gran enjundia
del fraile benedictino Benito Jerónimo Feijoo, el pensador
crítico y divulgador más conocido durante los
reinados de los primeros reyes Borbones. Escribió
Teatro crítico universal (1739), en nueve tomos y
Cartas eruditas (1750), en cinco volúmenes
más, en los que trató de recoger todo el
conocimiento teórico y práctico de la
época.

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Francia conoció, más que ningún
otro país, un desarrollo sobresaliente de estas ideas y el
mayor número de propagandistas de las mismas. Fue
allí donde el filósofo, político y jurista
Charles-Louis de Montesquieu, uno de los primeros representantes
del movimiento, empezó a publicar varias obras
satíricas contra las instituciones existentes, así
como su monumental estudio de las instituciones políticas,
El espíritu de las leyes (1748). Fue en
París donde Denis Diderot, autor de numerosos panfletos
filosóficos, emprendió la edición de la
Enciclopedia (1751-1772). Esta obra, en la que
colaboraron numerosos autores, fue concebida como un compendio de
todos los conocimientos y a la vez como un arma polémica,
al presentar las posiciones de la Ilustración y atacar a
sus oponentes. Sin duda, el más influyente y
representativo de los escritores franceses fue Voltaire.
Inició su carrera como dramaturgo y poeta, pero es
más conocido por sus prolíficos panfletos, ensayos,
sátiras y novelas cortas, en los que popularizó la
ciencia y la filosofía de su época, y por su
voluminosa correspondencia con escritores y monarcas de toda
Europa. Gozaron de prestigio las obras de Jean Jacques Rousseau,
cuyo Contrato social (1762), el Emilio, o la
educación
(1762) y Confesiones (1782)
tendrían una profunda influencia en posteriores
teorías políticas y educativas y sirvieron como
impulso literario al romanticismo del siglo XIX. La
Ilustración fue también un movimiento cosmopolita y
antinacionalista con numerosos representantes en otros
países. Kant en Alemania, David Hume en Escocia, Cesare
Beccaria en Italia y Benjamín Franklin y Thomas Jefferson
en las colonias británicas mantuvieron un estrecho
contacto con los ilustrados franceses, pero fueron importantes
exponentes del movimiento. La Ilustración penetró
tanto en España como en los dominios españoles de
América.

A finales del siglo XVIII surgieron algunos cambios en
el pensamiento de la Ilustración. Bajo la influencia de
Rousseau, el sentimiento y la emoción llegaron a ser tan
respetables como la razón. En la década de 1770 los
escritores ensancharon su campo de crítica para englobar
materias políticas y económicas. De mayor
importancia en este aspecto fue la experiencia de la guerra de la
Independencia estadounidense (en las colonias británicas).
A los ojos de los europeos, la Declaración de
Independencia y la guerra revolucionaria anunciaron que, por
primera vez, algunas personas iban más allá de la
mera discusión de ideas ilustradas y las estaban
aplicando. Es probable que la guerra alentara los ataques y
críticas contra los regímenes europeos
existentes.

Suele decirse que el Siglo de las Luces concluyó
con la Revolución Francesa de 1789, pero no son pocos los
que contemplan e interpretan la inquietud política y
social de este periodo como causa desencadenante de la
Revolución. Al incorporar muchas de las ideas de los
ilustrados, la Revolución, en sus etapas más
difíciles, entre 1792 y 1794, sirvió para
desacreditar estas ideas a los ojos de muchos europeos
contemporáneos. El enorme impacto que la Revolución
Francesa causó en España, tras la muerte de Luis
XVI, así como en los dominios españoles de
América, provocó una violenta persecución de
las personas más representativas de las nuevas ideas. Se
estableció una censura total y se cerraron las fronteras,
prohibiéndose el paso de todo tipo de libros y folletos, o
su embarque hacia América.

De lo que no cabe duda es que la Ilustración
dejó una herencia perdurable en los siglos XIX y XX.
Marcó un paso clave en el declinar de la Iglesia y en el
crecimiento del secularismo actual. Sirvió como modelo
para el liberalismo político y económico y para la
reforma humanitaria a través del mundo occidental del
siglo XIX. Fue el momento decisivo para la creencia en la
posibilidad y la necesidad de progreso que pervivió, de
una forma moderada, en el siglo XX.

Causas de la
Revolución Francesa

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Para el siglo XVll Francia era un agregado de pueblos
desunidos. Las regiones del norte se las denominaba
Bailías y en ellos se aplicaba el Derecho
consuetudinario y las regiones del sur se las denominaba
Senescalías y en ellas regía el Derecho
Romano.

En términos generales fueron varios los factores
que influyeron en la Revolución: un régimen
monárquico que sucumbiría ante su propia rigidez en
el contexto de un mundo cambiante; el surgimiento de una clase
burguesa que nació siglos atrás y que había
alcanzado un gran poder en el terreno económico y que
ahora empezaba a propugnar el político; el descontento de
las clases populares, porque sobre ellos pesaba la mayor cantidad
de pago de impuestos así como la situación de
miseria en la que vivían; la expansión de las
nuevas ideas liberales de la ilustración de Locke,
Voltaire, Rousseau; la crisis económica que imperó
en Francia tras las malas cosechas y los graves problemas
hacendísticos causados por el apoyo militar a la
independencia de Estados Unidos.

Desde el punto de vista económico, la inmanejable
deuda del estado fue exacerbada por un sistema de extrema
desigualdad social y de altos impuestos que los estamentos
privilegiados, nobleza y clero, no tenían
obligación de pagar, pero que sí oprimía al
resto de la sociedad. Hubo un aumento de los gastos del Estado
simultáneo a un descenso de la producción agraria
de terratenientes y campesinos, lo que produjo una grave escasez
de alimentos en los meses precedentes a la Revolución. Las
tensiones, tanto sociales como políticas, mucho tiempo
contenidas, se desataron en una gran crisis económica a
consecuencia de los dos hechos puntuales señalados: la
colaboración interesada de Francia con la causa de la
independencia estadounidense (que ocasionó un gigantesco
déficit fiscal) y el aumento de los precios
agrícolas.

El conjunto de la población mostraba un
resentimiento generalizado dirigido hacia los privilegios de los
nobles y el dominio de la vida pública por parte de una
ambiciosa clase profesional y comerciante, para quien el ejemplo
del proceso revolucionario estadounidense abrió los
horizontes de cambio político.

Debido a la grave crisis financiera el rey y su ministro
Calonne en 1786 llamó a la reunión de una asamblea
nacional, la convocatoria fue un motivo de preocupación
para la oposición, por cuanto existía la creencia
de que no era otra cosa que un intento, por parte de la
monarquía, de manipular la asamblea a su
antojo.

El tercer impacto de los Estados Generales fue de gran
tumulto político, particularmente por la
determinación del sistema de votación. El
Parlamento de París propuso que se mantuviera el sistema
de votación que se había usado en 1614. Se
sabía, que en dicha asamblea habían estado
representados (con el mismo número de miembros) la nobleza
(Primer Estado), el clero (Segundo Estado) y la burguesía
(Tercer Estado). Inmediatamente, un grupo de liberales parisinos
denominado «Comité de los Treinta», compuesto
principalmente por gente de la nobleza, comenzó a
protestar y agitar, reclamando que se duplicara el número
de asambleístas con derecho a voto del Tercer Estado (es
decir, los «Comunes»). El gobierno aceptó esta
propuesta, pero dejó a la Asamblea la labor de determinar
el derecho de voto. Este cabo suelto creó gran tumulto. El
rey y una parte de la nobleza no aceptaron la situación.
Los miembros del Tercer Estamento se autoproclamaron Asamblea
Nacional, y se comprometieron a escribir una
Constitución.

Posteriormente la nobleza buscó el apoyo real y
el monarca ordenó clausurar la sala de sesiones el 19 de
julio; pero se decidieron reunir en la sala de Juego de la
Pelota, donde realizaron el juramento del juego de la
pelota
en virtud de la cual no se separarían hasta
haber dado a Francia una nueva constitución.

El Rey Luis XVl anuló todo lo dicho en la
asamblea y mandó a toda la guardia oficial a sacar a todos
los diputados pero algunos nobles que se encontraron allí
reunidos como la Fayette y demás notables los defendieron
con sus espadas y la acción se detuvo. Para el 9 de julio
adoptó la denominación de Asamblea Nacional
Constituyente.

El rey desesperado destituyó a Necker,
además llamó a Versalles a todas las fuerzas
militares dando origen al levantamiento popular que
terminó con la toma de la bastilla el 14 de julio de
1789.

El pueblo tomó las armas y junto a los burgueses
franceses se dio origen a la Guardia Nacional, llamada
Primerio; guardia burguesa; que fue destinada a proteger
la asamblea, a los diputados y al proyecto de
constitución; el pueblo enardecido asaltó primero
el cuartel de los inválidos, donde obtuvo tres mil fusiles
y algunos cañones y de allí se dirigió a la
bastilla que significaba todo el pasado que se trataba de
superar: el despotismo, la arbitrariedad, la injusticia, y el
terror; después de una lucha que tuvo 200 bajas entre
muertos y heridos se logró tomar la bastilla el 14 de
julio de 1789.

La asamblea estableció:

  • Supresión de los derechos
    señoriales y de otros irritantes
    privilegios

  • Declaración de los derechos del
    hombre y del ciudadano

  • Confiscación de los bienes de la
    iglesia

  • Reemplazo de los antiguos impuestos,
    por contribuciones directas sobre el producto neto de la
    tierra, el comercio y los alquileres.

  • Establecimiento del registro civil y de
    un nuevo régimen para el clero

  • Constitución de 1791

Para el 5 y 6 de octubre debido a la exigencia del
pueblo el rey abandonó Versalles y se trasladó a
París.

El 20 de junio de 1791, Luis XVI, opuesto al curso que
iba tomando la Revolución, huyó junto con su
familia de las Tullerías –Su residencia real en
París-. Sin embargo, al día siguiente
cometió la imprudencia de dejarse ver, fue arrestado en
Varennes por un oficial del pueblo y devuelto a París
escoltado por la guardia. A su regreso a París el pueblo
se mantuvo en silencio, y tanto él como su esposa,
María Antonieta, y sus dos hijos permanecieron bajo
custodia. Aun cuando existía una fuerte corriente
política que favorecía la monarquía
constitucional, al final venció la tesis de mantener al
rey como una figura decorativa. Luego La Asamblea redactó
la Constitución y el rey fue restituido,
aceptándola. El rey pronunció un discurso ante la
Asamblea, que fue acogido con un fuerte aplauso. La Asamblea
Constituyente cesó en sus funciones el 29 de septiembre de
1791.

La constitución de 1791
establecía:

  • La monarquía
    constitucional

  • Reformas sociales

  • Un sistema de sufragio
    limitado

  • Una nueva división
    administrativa

  • Un nuevo método de
    percepción de impuestos

Uno de los puntos de la nueva constitución era La
Asamblea Legislativa; que se reunió por primera vez el 1
de octubre de 1791, degenerando en un caos después.
Sucedió a la Asamblea Constituyente. Al decidir
ésta que ninguno de sus miembros podría ser
reelegido, quedó formada por hombres nuevos y representaba
mayoritariamente a la burguesía rica, al ser el sufragio
censatario. La Asamblea Legislativa tuvo que enfrentarse a las
dificultades económicas y financieras y a la
agitación religiosa y contrarrevolucionaria azuzada por el
clero refractario. Sus principales actividades fueron:

  • 8 de noviembre de 1791: Se declara a
    los emigrados culpables de conspiración, se ordena que
    sean perseguidos como tales y condenados a muerte si no
    regresaban antes del 1 de enero de 1792.

  • 20 de abril de 1792:
    Declaración de guerra al emperador Francisco II. La
    corte apoyó esta medida, ya que esperaba que los
    fracasos militares permitieran al rey recuperar el mando.
    Esta declaración de guerra fue votada por casi
    unanimidad. Sólo tuvo siete votos en contra (entre
    ellos el de Maximiliano Robespierre) e inició un
    conflicto que con diversas pausas duró 23 años,
    hasta la batalla de Waterloo (18 de junio de
    1815).

  • 26 de mayo: deportación de
    los eclesiásticos que rechazan someterse a la
    constitución civil del clero

  • 11 de julio: Se declara peligro para
    la Patria. A partir de ese momento, las sesiones de la
    Asamblea deben ser permanentes, todos los ayuntamientos y
    todos los consejos de distrito y de departamento deben
    reunirse sin interrupción, todos los guardias
    nacionales deben movilizarse.

  • 10 de agosto: el rey es suspendido
    en sus funciones, y se convoca una nueva asamblea, elegida
    por sufragio universal, que recibirá el nombre de
    Convención Nacional. Esta resolución se
    votó tras las jornadas revolucionarias de 20 de junio
    y sobre todo de 10 de agosto de 1792

La
Convención

El poder legislativo de la nueva República estuvo a
cargo de la Convención, mientras que el poder ejecutivo
recayó sobre el Comité de Salvación
Nacional. En el Manifiesto de Brunswick, los Ejércitos
Imperiales y de Prusia amenazaron con invadir Francia si la
población se resistía al restablecimiento de la
monarquía. Esto ocasionó que Luis XVI fuera visto
como conspirador con los enemigos de Francia. El 17 de enero de
1793, la Convención condenó al rey a muerte por una
pequeña mayoría, acusándolo de
«conspiración contra la libertad pública y la
seguridad general del Estado». El 21 de enero el rey fue
ejecutado, lo cual encendió nuevamente la mecha de la
guerra con otros países europeos. La reina María
Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador, fue
ejecutada el 16 de octubre del mismo año,
iniciándose así una revolución en Austria
para sustituir a la reina. Esto provocó la ruptura de toda
relación entre ambos países.

EL REINO DEL TERROR

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El mismo día en el que se reunía la
Convención (20 de septiembre de 1792), todas las tropas
francesas (formadas por tenderos, artesanos y campesinos de toda
Francia) derrotaron por primera vez a un ejército prusiano
en Valmy, lo cual señalaba el inicio de las llamadas
Guerras Revolucionarias Francesas. El poder fue entregado a un
Directorio formado por cinco miembros.

Sin embargo, la situación económica
seguía empeorando, lo cual dio origen a revueltas de las
clases más pobres. Los llamados sans-culottes expresaban
su descontento por el hecho de que la Revolución francesa
no sólo no estaba satisfaciendo los intereses de las
clases bajas sino que incluso algunas medidas liberales causaban
un enorme perjuicio a estas (libertad de precios, libertad de
contratación, etc.). Al mismo tiempo se comenzaron a
gestar luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de
Francia. En la Vandea, un levantamiento popular fue especialmente
significativo: campesinos y aldeanos se alzaron por el rey y las
tradiciones católicas, provocando la llamada Guerra de
Vandea, reprimida tan cruentamente por las autoridades
revolucionarias parisinas que se ha llegado a calificar de
genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con
destruir la Revolución y la República. Todo ello
motivó la trama de un golpe de estado por parte de los
jacobinos

Los jacobinos llevarían en su política algunas
de las reivindicaciones de los sans-culottes y las clases bajas,
pero no todas sus reivindicaciones serían aceptadas, y
jamás se cuestionó la propiedad privada. Los
jacobinos no pusieron nunca en duda el orden liberal, pero
sí llevaron a cabo una democratización del mismo,
pese a la represión que desataron contra los opositores
políticos (tanto conservadores como radicales).

Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los
derechos del hombre y del ciudadano, y una nueva
constitución de tipo democrático que
reconocía el sufragio universal. El Comité de
Salvación Pública cayó bajo el mando de
Maximilien Robespierre y los jacobinos desataron lo que se
denominó el Reinado del Terror (1793–1794).

María Antonieta fue ejecutada el 16 de octubre, y 21
destacados girondinos murieron guillotinados el 31 del mismo mes.
Tras estas represalias iniciales, miles de monárquicos,
sacerdotes, girondinos y otros sectores acusados de realizar
actividades contrarrevolucionarias o de simpatizar con esta causa
fueron juzgados por los tribunales revolucionarios, declarados
culpables y condenados a morir en la guillotina. El número
de personas condenadas a muerte en París ascendió a
2.639, más de la mitad de las cuales (1.515) perecieron
durante los meses de junio y julio de 1794. Las penas infligidas
a los traidores o presuntos insurgentes fueron más severas
en muchos departamentos periféricos, especialmente en los
principales centros de la insurrección monárquica.
Los tribunales y los comités revolucionarios fueron
responsables de la ejecución de casi 17 mil ciudadanos en
toda Francia. El número total de víctimas durante
el Reinado del Terror llegó a 40.000. Entre los condenados
por los tribunales revolucionarios, aproximadamente el 8% eran
nobles, el 6% eran miembros del clero, el 14% pertenecía a
la clase media y el 70% eran trabajadores o campesinos acusados
de eludir el reclutamiento, de deserción, acaparamiento,
rebelión u otros delitos. Fue el clero católico el
que sufrió proporcionalmente las mayores pérdidas
entre todos estos grupos sociales. El odio anticlerical se puso
de manifiesto también en la abolición del
calendario juliano en octubre de 1793, que fue reemplazado por el
calendario republicano. El Comité de Salvación
Pública, presidido por Robespierre, intentó
reformar Francia basándose de forma fanática en sus
propios conceptos de humanitarismo, idealismo social y
patriotismo. El Comité, movido por el deseo de establecer
una República de la Virtud, alentó la
devoción por la república y la victoria y
adoptó medidas contra la corrupción y el
acaparamiento. Asimismo, el 23 de noviembre de 1793, la Comuna de
París ordenó cerrar todas las iglesias de la ciudad
—esta decisión fue seguida posteriormente por
las autoridades locales de toda Francia— y
comenzó a promover la religión revolucionaria,
conocida como el Culto a la Razón. Esta actitud,
auspiciada por el jacobino Pierre Gaspard Chaumette y sus
seguidores extremistas, acentuó las diferencias entre los
jacobinos centristas, liderados por Robespierre, y los
fanáticos, una fuerza poderosa en la Convención y
en la Comuna de París.

Durante este tiempo, el signo de la guerra se
había vuelto favorable para Francia. El general Jean
Baptiste Jourdan derrotó a los austriacos el 16 de octubre
de 1793, iniciándose así una serie de importantes
victorias francesas.

En 1794, Robespierre procedió a ejecutar a
ultra-radicales y a jacobinos moderados. Su popularidad, sin
embargo, comenzó a erosionarse. La disputa entre el
Comité de Salvación Pública y el grupo
extremista liderado por Hébert, concluyó con la
ejecución de éste y sus principales acólitos
el 24 de marzo de 1794. Dos semanas después, Robespierre
emprendió acciones contra los seguidores de Danton, que
habían comenzado a solicitar la paz y el fin del reinado
del Terror. Georges-Jacques Danton y sus principales
correligionarios fueron decapitados el 6 de abril. Robespierre
perdió el apoyo de muchos miembros importantes del grupo
de los jacobinos, especialmente de aquéllos que
temían por sus propias vidas, a causa de estas represalias
masivas contra los partidarios de ambas facciones. La
Convención aprobó una nueva Constitución el
17 de agosto de 1795, ratificada el 26 de septiembre en un
plebiscito.

Desde sus primeros momentos, el Directorio
tropezó con diversas dificultades, a pesar de la gran
labor que realizaron políticos. Muchos de estos problemas
surgieron a causa de los defectos estructurales inherentes al
aparato de gobierno; otros, por la confusión
económica y política generada por el triunfo del
conservadurismo. El Directorio heredó una grave crisis
financiera, que se vio agravada por la depreciación de los
asignados (casi en un 99% de su valor). Aunque la mayoría
de los líderes jacobinos habían fallecido, se
encontraban en el extranjero u ocultos, su espíritu
pervivía aún entre las clases bajas. En los
círculos de la alta sociedad, muchos de sus miembros
hacían campaña abiertamente en favor de la
restauración monárquica. Las agrupaciones
políticas burguesas, decididas a conservar su
situación de predominio en Francia, por la que tanto
habían luchado, no tardaron en apreciar las ventajas que
representaba reconducir la energía desatada por la
población durante la Revolución hacia fines
militares. Existían aún asuntos pendientes que
resolver con el Sacro Imperio Romano. Además, el
absolutismo, que por naturaleza representaba una amenaza para la
Revolución, continuaba dominando la mayor parte de Europa.
La nueva legislación confería el poder ejecutivo a
un Directorio, formado por cinco miembros llamados directores. El
poder legislativo sería ejercido por una asamblea
bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250
miembros) y el Consejo de los Quinientos.

Napoleón y la toma del poder

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La nueva Constitución encontró la
oposición de grupos monárquicos y jacobinos. Hubo
diferentes revueltas que fueron reprimidas por el
ejército, todo lo cual motivó que el general
Napoleón Bonaparte, retornado de su campaña en
Egipto, diera el 9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de
Brumario, según el calendario republicano) instalando el
Consulado.

El Consulado daba a Napoleón de forma efectiva poderes
dictatoriales, cerrando con esto el capítulo
histórico de la Revolución francesa. El cargo de
cónsules lo ostentaron Napoleón Bonaparte,
Sieyès y Ducos temporalmente hasta el 12 de diciembre de
1799. Posteriormente, Sieyés y Ducos fueron reemplazados
por Jean Jacques Régis de Cambacérès y
Charles-François Lebrun, quienes siguieron en el cargo
hasta 1804, cuando Napoleón fue coronado Emperador de los
Franceses.

Consecuencias de
la revolución francesa

  • La influencia de la Revolución Francesa fue
    enorme. El gobierno, la economía y las relaciones
    sociales fueron modificados por ella, no sólo en
    Francia sino en gran parte de Europa. Sus ideas y sus hechos
    repercutieron en el resto del mundo.

  • Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la
    plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa,
    así como sirvieron de motor ideológico a las
    naciones latinoamericanas, que buscaban su independencia de
    la Corona española.

  • La Declaración De Los Derechos Del
    Hombre Y Del Ciudadano
    , que consagró los
    fundamentos principales de los derechos humanos.

  • La abolición de la monarquía absoluta
    en Francia. Asimismo, este proceso puso fin a los privilegios
    de la aristocracia y el clero. La servidumbre, los derechos
    feudales y los diezmos fueron eliminados; las propiedades se
    disgregaron y se introdujo el principio de
    distribución equitativa en el pago de impuestos.
    Gracias a la redistribución de la riqueza y de la
    propiedad de la tierra Francia pasó a ser el
    país europeo con mayor proporción de
    pequeños propietarios independientes.

  • Las transformaciones sociales y económicas
    iniciadas durante este periodo fueron la supresión de
    la pena de prisión por deudas, la introducción
    del sistema métrico y la abolición del
    carácter prevaleciente de la primogenitura en la
    herencia de la propiedad territorial.

  • La implantación del sistema educativo laico y
    muy centralizado, que comenzó durante el Reinado del
    Terror y concluyó durante el gobierno de
    Napoleón; la Universidad de Francia y el Instituto
    de Francia (Institut de France)
    fueron creados
    también en este periodo. Todos los ciudadanos,
    independientemente de su origen o fortuna, podían
    acceder a un puesto en la enseñanza, cuya
    consecución dependía de exámenes de
    concurso.

  • La reforma y codificación de las diversas
    legislaciones provinciales y locales, que quedó
    plasmada en el Código Napoleónico, ponía
    de manifiesto muchos de los principios y cambios propugnados
    por la Revolución: la igualdad ante la ley, el derecho
    de habeas corpus y disposiciones para la
    celebración de juicios justos. El procedimiento
    judicial establecía la existencia de un tribunal de
    jueces y un jurado en las causas penales, se respetaba la
    presunción de inocencia del acusado y éste
    recibía asistencia letrada.

  • La Revolución también
    desempeñó un importante papel en el campo de la
    religión. Los principios de la libertad de culto y la
    libertad de expresión tal y como fueron enunciados en
    la Declaración de Derechos del hombre y del ciudadano,
    pese a no aplicarse en todo momento en el periodo
    revolucionario, condujeron a la concesión de la
    libertad de conciencia y de derechos civiles para los
    protestantes y los judíos. La Revolución
    inició el camino hacia la separación de la
    Iglesia y el Estado.

Trascendencia de
la Revolución Francesa con la actualidad

Los ideales revolucionarios pasaron a integrar la
plataforma de las reformas liberales de Francia y Europa en el
siglo XIX, así como sirvieron de motor ideológico a
las naciones latinoamericanas independizadas en ese mismo siglo,
y continúan siendo hoy las claves de la
democracia.

Muchos de los logros alcanzados en ese tiempo han tenido
gran trascendencia en el mundo ya que sirvió de base
fundamental para que los seres humanos en general conozcan sus
derechos y deberes a pesar de que éstos ya existían
antes de que se de la Revolución.

Se habla de la igualdad, libertad y fraternidad, entre
las personas y los pueblos, que se ha ido desarrollando a lo
largo de la historia y ha cambiado la concepción
filosófica e ideológica del mundo y de la realidad,
con la finalidad exclusiva de mantener y propugnar las buenas
relaciones entre todos los hombres del mundo.

En conclusión podemos decir que la
Revolución Francesa es una de las fases que marcó
en la historia de los hombres; ya que se luchó por
erradicar la desigualdad que en aquel entonces existía
entre los seres humanos y que aún hoy seguimos
persiguiendo; el mismo objetivo de la igualdad y libertad y
fraternidad, entre todos los seres humanos, el mismo objetivo que
casi 200 años atrás persiguieron los mentalizadores
de la mas gloriosa de las revoluciones de la Historia.

Conclusiones

  • 1. La revolución Francesa significo el
    tránsito de la sociedad estamental, heredera del
    feudalismo a la sociedad capitalista, basada en una
    economía de mercado.

  • 2. Fue la primera revolución en la cual
    participó activamente la mujer que posteriormente la
    llevaría a su emancipación.

  • 3. Esta revolución fue un momento
    decisivo que marcaría el comienzo del mundo
    contemporáneo, dio paso a lo que sería una
    nueva era muy distinta a la anterior debido a las avances que
    se realizaron en esta época que será la
    antecesora de la actual.

  • 4. Los revolucionarios franceses no sólo
    crearon un nuevo modelo de sociedad y estado, sino que
    difundieron un nuevo modo de pensar por la mayor parte del
    mundo.

  • 5. Se creó un modelo de
    constitución que sería base de las nuevas
    legislaciones jurídicas del nuevo mundo en especial de
    los países latinoamericanos que tomarían su
    ejemplo para redactar sus constituciones propias.

  • 6. se crearon bases jurídicas que serian
    adoptadas por el resto del mundo para su propia
    legislación como el juicio, el divorcio,
    etc.

Bibliografía

  • Los tiempos Modernos y
    contemporáneos; OSCAR SECCO ELLAURI

  • Historia Universal Ilustrada; Tomo IV;
    EDICIONES BACH PARA PAÍSES DE HABLA
    CASTELLANA

  • Curso de Historia Moderna y
    Contemporánea; DR. EDILBERTO HARBAN ESCOBAR

  • Alfredo L. Drago, Historia 2, Editorial
    Stella, 1ª edición, 1993, Buenos
    Aires.

  • Atlas de la historia universal,
    Clarín, 1994, Santiago de Chile.

  • Enciclopedia Microsoft Encarta 2009,
    Microsoft Corporation

  • www.Wikipedia, la enciclopedia
    libre.

  • www.bibliojuridica.org/libros1/4/10/4

  • Matthiez Albert, La Revolución
    Francesa, Tomos I-II, Editorial Labor, S.A, 5ª
    Edición, Madrid 1993

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Autor:

Pedro Montalvo

Partes: 1, 2
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