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Las leyes de la nada (página 2)



Partes: 1, 2

El centro del
mundo

Por no haber nada absoluto todo tiene que
tener su contrariedad; por eso necesariamente la nada tuvo que
tener su contrariedad, pero no sólo una, sino varias
contrariedades ya que la nada podría disponer de varias
absolutidades. Todas esas contrariedades de la nada se debieron
acumular en una sola contrariedad, ya que estamos hablando de la
contrariedad de la nada, que es la esencia de la existencia, la
cual es un sólo cúmulo de contrariedades que ha
evolucionado en todo un Mundo de existencia conforme a ese
cúmulo de contrariedades.

¿Cuáles serían las
contrariedades de la nada?: es posible que me deje alguna, la
primera podría ser la centralización como
contrariedad de la descentralización o infinitud de la
nada, por no poseer la nada ningún centro; la segunda
sería la finitud, por no poseer la nada dimensiones o por
ser la nada infinita; la tercera sería la material
(existencia), por no poseer la nada materia o existencia; la
cuarta sería el dinamismo, por poseer la nada una plena
quietud; la quinta sería la búsqueda sin fin de la
perfección, por ser la propia nada perfecta; la sexta
sería la tendencia a la evolución sin fin conforme
al orden impuesto por la nada, por ser la nada un pleno orden
como nada y la séptima sería la energética,
por no poseer la nada energía o por ser pura
energía esa contrariedad, energía inducida por la
propia contrariedad de la nada, con lo cual se creó una
repulsión contra la nada que hizo posible que la
existencia atraiga a la existencia y que la nada atraiga a la
nada.

Esas absolutidades de la nada: infinitud,
descentralización, inexistencia, quietud,
perfección, orden y sin energía; imposibilitaban a
la propia nada a ser la nada y la obligaban a estar inducida, a
poseer una serie de contrariedades que evitasen esas
absolutidades. Gracias a eso, irremediablemente, surgiría
en cualquier punto ínfimo de la nada esas contrariedades
acumuladas en una sola contrariedad; acumuladas en un sólo
punto, que sería el punto central de la infinitud de la
nada, el punto central de la existencia o el punto central del
Mundo y de todo lo existente (por eso no pueden existir
más Mundos, porque no pueden existir más de un
centro del Mundo).

Esa contrariedad o punto central de la
nada, había permitido a la existencia la posibilidad de
existir y de poder alcanzar la infinitud de la nada; lo cual
equivaldría a que la existencia pudiese respirar, a que no
estuviese encerrada en una finitud, a que fuese siempre abierta,
a que no tuviese fin, a que fuese eterna y a que pudiese
evolucionar sin cesar, conforme al orden inducido por la nada,
tratando de ser siempre existencia; tratando de buscar la
perfección de la nada, cosa que la existencia nunca
logrará definitivamente ya que la perfección es una
infinitud de la nada, una absolutidad, una imposibilidad; pero la
existencia necesitará siempre buscar esa
perfección, para poder ser siempre existencia imperfecta
perfeccionándose continuamente.

Ese punto central se había
convertido en un cúmulo compacto energético, que
acumulaba todas esas energías concentradas de las propias
contrariedades de la nada. Todas esas contrariedades de la nada:
finitud, tendencia a la búsqueda sin fin de la
imperfección de la nada, dinamismo, energía,
centralización (punto o formación esférica
central del Mundo, con la posibilidad de que la evolución
de la existencia adoptase también esa
centralización y ese origen esférico) y
evolución conforme al orden inducido por la nada. De esa
forma, esa ínfima contrariedad de la nada comenzó a
dotarse de vida como existencia, ya poseía las
energías suficientes en contra de la nada; ya
poseía el dinamismo energético suficiente; ya
poseía la finitud energética necesaria; ya
poseía la tendencia energética suficiente que le
inducia a buscar sin fin la perfección y la infinitud de
la nada, lo cual también le inducía a evolucionar,
a multiplicarse, a seguir un camino, un orden. De esa manera, esa
contrariedad se convirtió en la esencia de la existencia,
que partiendo del punto más central de la nada se
convertiría en el origen central de la existencia, que de
forma ínfima, dinámica, esférica,
imperfecta, energética y ordenada evolucionaría de
la única forma posible de evolucionar,
multiplicándose indefinidamente inducida por el camino u
orden impuesto por la nada.

Algunas leyes de
la nada

Primera ley de la nada: La imposibilidad de que pueda
existir algo absoluto, induce a que todo tenga su contrariedad.
Al tener todo su contrariedad no puede existir nada absoluto. Con
lo cual, ni la nada puede ser absoluta ni la existencia tampoco,
siendo ambas, contrariedades entre sí. Por lo tanto, la
nada y la existencia existieron siempre como contrariedad la una
de la otra. Por eso mismo, la nada no puede ser absolutamente
nada ni la existencia puede ser absolutamente
existencia.

Segunda ley de la nada: Todas las contrariedades
esenciales sufren exactas contrariedades, debido a que han
evolucionado de las mismas exactas contrariedades
nada-existencia.

Tercera ley de la nada: Al ser la contrariedad una
acción dual, todo lo existente tiende a ser un orden dual
de contrariedades.

Cuarta ley de la nada: Al poseer la nada una
contrariedad repulsiva contra la existencia, induce a que la
existencia atraiga a la existencia y a que la nada atraiga a la
nada.

Quinta ley de la nada: La nada al no existir, al ser
inexistencia, es subjetiva; con lo cual, inevitablemente, la nada
de su propia inexistencia tuvo que tener como contrariedad algo
inexistente, algo subjetivo; algo tan infinitamente
pequeño que era casi la nada pero que era inexistencia
hecha existencia. El resto del Mundo no existía, porque
era todo la misma nada subjetiva, la cual se concentraba toda
como contrariedad en esa primera infinita ínfima
existencia subjetiva.

Sexta ley de la nada: Ahí estaba el gran poder de
la inexistencia en ser existencia, no en esa primera infinita
ínfima existencia subjetiva que era casi la nada; sino en
la unión de infinidades de esas ínfimas
existencias, las cuales todas juntas posibilitaron que la
existencia fuese algo real. Esas constantes duplicaciones o
multiplicaciones de esas ínfimas existencias que
posibilitaron la infinitud de infinidades de esas ínfimas
existencia; al tener la posibilidad de atraerse entre sí,
construyeron todo un gran Mundo que todavía sigue
engrandeciéndose sin cesar.

Esa primera infinita ínfima existencia subjetiva,
que era más nada que existencia, por sí sola no era
nada. Sin embargo, la unión de infinitas infinidades de
esas esencias podían hacer que la existencia pareciese una
existencia real y pudiese hacer realidad la materia, la
energía incluso la vida. Esa unión de esencias de
la existencia posibilitaron, no sólo que la existencia
fuese cada vez más abundante, sino que las propias
energías de todas las contrariedades acumuladas se
multiplicasen indefinidamente, y que todo lo que atañe a
la existencia se multiplicase también conforme a lo que es
la existencia en sí y a sus límites
expansivos.

Esa es la grandeza de la existencia, la posibilidad de
que de una simple inexistencia con el poder de duplicarse
continuamente de manera casi instantánea se duplicasen
infinidades de duplicaciones en múltiples infinidades de
duplicaciones, hasta componer una cada vez más creciente
existencia.

Séptima ley de la nada: La nada y su contrariedad
la existencia, han existido siempre, porque dónde no
existe el tiempo no se puede determinar cuándo
existió algo.

No pudo existir la nada sin la existencia, porque la
existencia es la nada hecha existencia y la nada sin la
existencia no es nada. Gracias a la oposición que le
impone la existencia a la nada y viceversa, la nada y la
existencia son inseparables, y lo serán siempre por mucho
que se repelan, ya que la existencia está rodeada de la
nada y la nada rodea a la existencia, y por eso, no pueden huir
una de otra.

Decir: "siempre" existió la nada o decir: "nunca"
existió la nada, es decir lo mismo, porque la nada no
existe. Lo que existe es la contrariedad de la nada que es la
misma contrariedad que la de la existencia pero en sentido
contrario. Decir: "siempre" existió la existencia o decir
"nunca" existió la existencia, es decir lo mismo, porque
la existencia no existe. Lo que existe es la contrariedad de la
existencia contra la nada, que hace que la existencia
exista.

La existencia y
la nada son subjetivas

Ahí estuvo siempre esa primera subjetividad o
esencia subjetiva de la existencia, hasta que encontró el
medio inevitable de evolucionar, de crear cada vez más
existencia subjetiva, de la única forma posible de crear
existencia de la misma existencia, duplicándose en
sí misma y permitiendo que cada duplicación a su
vez se duplicase también a sí misma. De esa manera,
casi instantánea, sin cesar, comenzó a crearse todo
lo existente, comenzó la saturación de esencias
subjetivas de la existencia.

La existencia
existió siempre

Al no existir el tiempo porque en la nada no
podía existir el tiempo, ni nada que fuese propiedad de la
existencia, existió ese "siempre" subjetivo, esa
ínfima contrariedad subjetiva, que como esencia de la
existencia subjetiva que era, inevitablemente
evolucionaría creando cada vez más existencia
subjetiva, de la única forma posible de crear existencia,
multiplicándose o duplicándose en sí misma
indefinidamente.

Proceso de la
existencia

La existencia es una subjetividad hecha existencia, que
evoluciona sin cesar como subjetividad gracias a la constante
contrariedad subjetiva que le impone la nada, la cual
también sufre la contrariedad de la existencia. De esa
manera parece que la existencia exista, aunque realmente no
existe porque es existencia subjetiva, la cual necesita moverse,
transformarse o evolucionar continuamente para parecer que es
existencia, para parecer que existe. Si todo lo existente se
parase un instante, todo lo existente se diluiría en la
nada en menos de un instante.

La existencia no
pudo surgir de la nada

La existencia no pudo surgir de la nada por
creación espontánea, o por fluctuación,
según algunas teorías, ni siquiera pudo surgir;
porque la nada no puede actuar como la existencia; el surgir, el
crearse espontáneamente o el crearse mediante
fluctuaciones son propio de la existencia, esas posibilidades no
las puede tener la nada. La nada, que por eso es nada, carece de
tiempo, de transformación, de evolución y de todo
lo que le corresponde a la existencia. Por eso, la existencia no
pudo surgir, originarse, crearse, etc. de la nada, ya que esas
propiedades forman parte de la existencia, no de la nada. Por
consiguiente, la existencia debió de existir siempre
subjetivamente como contrariedad subjetiva de la nada.

La existencia siempre estuvo ahí,
ínfimamente en la nada ¿dónde va a estar
sino? Era una existencia tan ínfimamente pequeña
que era más nada que existencia, porque realmente era una
tendencia o contrariedad inevitable de la nada.

¿Qué es la
existencia?

Es la contrariedad subjetiva de la nada; es la nada
hecha existencia; es la nada en movimiento; es la
inadaptación de la nada; es la imperfección de la
nada; es la impureza de la nada; es el desorden de la nada; es la
injusticia de la nada; etc. Y eso es así, porque la propia
contrariedad de la nada induce a la existencia a necesitar
alcanzar todas esas absolutidades, las cuales las posee la propia
nada pero no de forma completamente absoluta.

Como esa primera ínfima subjetividad o esencia de
la existencia no podía crecer, inevitablemente
tendría que duplicarse o dividirse en dos, y sus
divisiones como esencias exactas que eran también se
tendrían que multiplicar en más esencias de la
existencia, y así sucesivamente multiplicándose
constantemente conseguirían saturar todo de cada vez
más existencia.

¿Qué es la
nada?

La nada sin llegar a la plena absolutidad es subjetiva,
por eso la nada es: perfecta, adaptada, pura, ordenada,
invisible, transparente, indetectable y justa.

La nada representa al cero, y la existencia representa
al uno, formando ambas una contrariedad, una dualidad binaria
cero-uno o nada-existencia. La nada es insonora, inodora,
invisible, insensible, indetectable, transparente, intangible,
incolora e insípida. La nada está en todas partes,
en la existencia y en la inexistencia (nada hecha existencia). La
nada es el alimento que permite crecer a la
existencia.

Espacios
oscuros

Los espacios oscuros del Universo originados por la
propia expansión son espacios de nada, los cuales son
oscuros no porque la nada sea oscura, sino porque la existencia
que mantiene como contrariedad a la nada, es oscura. La nada es
transparente e invisible, y ocupa esos lugares como espacio
oscuro porque la propia expansión los creó
así al expandirse y porque la propia existencia necesita
permanentemente tener la contrariedad de la nada para poder
existir. Realmente, esos espacios oscuros no están
completamente llenos de nada, dentro de sus espacios
vacíos podrían existir enormes zonas enturbiadas
con mezcla de existencia, no me extrañaría nada que
esas zonas estén repletas de cuerdas y de supercuerdas,
las cuales podrían estar formadas debido al rastro de
existencia subatómica dejado por la propia
expansión; y es que la expansión se expande en
línea recta, lo cual obliga a que inevitablemente deje
largos rastros o tendencias expansivas de existencia o de
inexistencia a lo largo de la expansión.

En esos enormes espacios oscuros llenos de nada
actúan unas fuerzas extraordinarias de repulsión
contra las grandes cantidades de acumulaciones de existencia que
se encuentran dispersas en el Universo, eso hace que esas
agrupaciones de existencia que se atraen constantemente entre
sí, también sean presionadas por la propia nada que
la rodea; y así de esa manera, esas enormes
concentraciones de existencia cada vez más presionadas, se
podrían transformar en una enorme acumulación de
calor llamada estrella, así se originó nuestro
Sol.

Razonamiento
lógico

La nada no puede ser infinita; no por ser infinito se
tiene que ser absoluto, muy al contrario, lo infinito es una no
absolutidad infinita, con lo cual también tiene que tener
su contrariedad infinita. Se podría decir que la
expansión es infinita porque no se ha terminado de
expandir y no se sabe cuándo se terminará de
expandir. Podría ser que la expansión fuese
infinita pero no por sí misma. Podría ser que antes
de que se terminase de expandir la expansión, pudiese ser
expandida aún más, por otra posible
expansión mucho mayor. Por lo tanto, la infinitud no
ofrece una verdad real, sino un algo irreal, una imposibilidad,
una no absolutidad, por eso mismo la nada no podría ser
absolutamente infinita.

La nada tampoco podría ser finita porque entonces
es como si existiese, y realmente la nada no existe. Por
consiguiente, si todo, absolutamente todo, fuese la nada,
ésta no podría ser ni absoluta ni absolutamente
infinita ni absolutamente finita. Por consiguiente, eso
demostraría que todo no pudo ser absolutamente la nada,
tenía que existir irremediablemente la
existencia.

La existencia tampoco podría haber sido ni
absoluta ni absolutamente infinita ni absolutamente finita,
porque lo absoluto y lo infinito son imposibilidades y lo finito
no puede ser absoluto. Por esos motivos, la existencia tuvo que
existir siempre y también su contrariedad: la
nada.

Sólo podrían existir tres posibilidades:
que todo fuese absolutamente la nada, que todo fuese
absolutamente existencia o que todo fuese la existencia y su
contrariedad la nada. Al ser las dos primeras opciones
imposibilidades, no hay duda de que la existencia existe gracias
a que también existe su contrariedad la nada.

Lo imposible no es que exista la nada, lo imposible
sería que no existiese absolutamente nada, ni siquiera la
existencia, la prueba de que existe algo la tenemos en que
existimos nosotros. Imposible sería que existiese la
existencia sin la nada, o la nada sin la existencia, ambas
contrariedades se necesitan para poder formar una
composición, una cantidad, una existencia, lo mismo que
los ceros y los unos se necesitan para poder contabilizar con
exactitud. Realmente, la nada no existe, pero es como si
existiese, pues la existencia, gracias a su contrariedad
repulsiva contra la nada, hace que la nada actúe como si
fuese real, ya que la existencia necesita la contrariedad de la
nada para poder ser existencia.

Dios es la propia
nada

No creáis que porque todo lo existente sea una
mezcla de nada hecha existencia, y eso demuestre que no existe
Dios, se deba vivir en un mundo material en el que cada cual
puede hacer todo el daño que le plazca sin que pueda ser
castigado. Muy al contrario, existe algo que está en todas
partes y es como si todo lo supiera, ese algo es la nada. Puesto
que la existencia existe gracias a la inducción que le
induce la nada y a que todo tiene que intentar ser la nada para
poder ser existencia, es como si la nada fuese un Dios muy
poderoso que induce a todo, porque sin la nada no
existiría nada. Todo se rige conforme a lo que es la nada,
por eso la nada induce a todo a seguir el orden y la justicia de
la propia nada.

Teniendo en cuenta, que la nada existe porque la
contrariedad de la existencia le induce contrariedad y que la
existencia existe por lo mismo, porque necesita la contrariedad
de la nada. La justicia de la nada induce a que la existencia
trate de ser lo que la propia nada es, lo cual quiere decir que
la nada induce a que la existencia sea: pura, justa, adaptada,
perfecta y ordenada (realmente la nada es así, sin llegar
a la absolutidad; la nada es pura porque es completamente nada,
justa porque su equilibrio como nada es completamente justo,
adaptada porque es una completa adaptación de la nada,
perfecta porque la nada es la perfección como nada y
ordenada porque es un compacto orden como nada). Con lo cual, la
nada induce a que todo lo existente trate de ser como es su
propia inexistencia: pura, justa, adaptada, perfecta y ordenada.
La nada induce a que todo lo existente siga el orden de la
búsqueda sin fin de la pureza, de la justicia, de la
perfección, de la adaptación y del orden, cosa que
la existencia tratará de conseguir inevitablemente, sin
lograr nunca conseguirlo, transformándose o evolucionando
permanentemente para tratar de conseguirlo. La existencia nunca
logrará poder conseguir plenamente esa meta, porque esas
posibilidades son inalcanzables ya que son absolutidades, son
subjetividades por lo tanto son imposibilidades.

De esta manera, nada ni nadie se escapa a la justicia de
la nada. No es que la justicia de la nada sea una justicia creada
expresamente por la nada o por la existencia para que todo
actúe conforme a esa justicia; es que no tiene más
remedio la existencia, como contrariedad de la nada que es, que
evolucionar conforme a las inducciones de la propia nada. Con lo
cual se crea una inducción a evolucionar sin fin hacia la
plena justicia de la nada, la cual es la más adecuada y
justa que hay, porque no hay otra.

La eternidad de
las almas

Todo evoluciona conforme a un orden y una justicia
impuesta por la nada. A medida que va evolucionando y creciendo
el Mundo, van naciendo nuevas almas o esencias de la existencia,
las cuales, seguirán un proceso evolutivo adecuado, cada
alma encajará jerárquicamente en el lugar que
evolutivamente le corresponda. Unas almas nacerán como
energía, otras como materia y otras como vida,
según su evolución. De manera, que sería
lógico pensar, que la persona que se comporte lo
más humanamente posible tendrá inductivamente
más posibilidades de que cuando fallezca, su alma
más humana que otras, sea inducida a nacer en el lugar
más humano posible; sin embargo, la persona que se
comporte menos humanamente o más animalmente su estado
evolutivo le podría obligar a nacer en los lugares menos
humanos, quizás nacería siendo alguna especie de
animal más cercano a la evolución humana. Como las
almas o esencias de la existencia son subjetivas, por lo tanto
indestructibles, y todas las almas siguen un orden adecuado para
poder constituir la existencia, no sería extraño
pensar que las almas sean eternas y que cuando mueren
evolutivamente, en el caso de ser el alma de una vida, de manera
evolutiva volverán a ocupar su lugar correspondiente
evolutivo al volver a nacer evolutivamente en el lugar evolutivo
que le corresponda, puesto que las almas al ser esencias
subjetivas de la existencia pueden aparecer
instantáneamente en cualquier otro lugar de la existencia,
ya que al ser esencias de la nada hecha existencia, la propia
existencia no las podría retener.

Alma o esencia de
la existencia

Cualquier ínfima existencia o alma necesita
concentrar la máxima existencia posible dentro de su
mínima finitud posible, ya que no puede crecer, en
dónde no existe ni lo pequeño, ni lo grande ni la
posibilidad de crecer (nada crece o se engrandece por sí
mismo, todo lo que crece o se engrandece es debido al aumento de
esencias agrupadas y ordenadas jerárquicamente). Cualquier
ínfima existencia necesita sentirse cada vez más
existencia, con lo cual precisa cada vez mayor contrariedad de la
nada. Es decir, que la propia existencia se carga de cada vez
mayor contrariedad (energía o existencia), y con ello
conseguirá la máxima existencia concentrada
posible, y la máxima contrariedad posible contra la
nada.

Así de esa manera, esas ínfimas existencia
se constituirán en almas, en esencias de la existencia, en
verdaderas existencias concentradas de energía, sin ser
realmente existencia, sino la nada hecha existencia. Esas almas o
existencias cada vez más compactas, serían
indestructibles, pues no hay nada que pueda destruir a la nada
hecha existencia, ni existe energía que pueda destruir a
la energía concentrada en la mayor infinitud posible. El
primer alma, el cual existió siempre, se constituyó
en una ínfima existencia compacta e indestructible; en la
primera identidad propia, en el comienzo del tiempo, en el primer
dinamismo y en el primer inicio de la evolución de la
existencia.

División
de las almas

Al comprimirse cada vez más esas ínfimas
existencias acabarían por partirse o dividirse en dos. De
sus mismas almas surgieron otras almas, nació la
duplicación de almas. Todas las almas sufrirían el
mismo proceso: al comprimirse de nuevo se dividirían o se
duplicarían, en más almas. De esa manera
inevitable, se saturaría continuamente todo de almas o de
ínfimas existencia, las cuales tenían la propiedad
de atraerse entre sí, porque la existencia se atrae, al
igual que la nada atrae a la nada, gracias a que la nada repele a
la existencia. Al duplicarse o multiplicarse continuamente, sin
fin, todo de almas o de existencia, cada vez más se
formaría un Universo cada vez más
voluminoso.

Esas almas que son las esencias de la existencia,
jerárquica y ordenadamente algunas se constituirían
en energías, otras en materias y otras en vidas. Cada alma
disponía de su identidad propia, su evolución, su
tiempo, su dinamismo y de su lugar propio, aunque no estuviesen
nunca en el mismo lugar. Todo eso era lo que les hacía a
cada alma ser única y componer inductiva jerárquica
junto a las demás almas todo el orden de la existencia del
Universo.

El Big
Bang

Esa repulsión de la nada contra la existencia, le
sirvió a la propia existencia para existir
contraída, para estar dentro envuelta exteriormente por la
nada; y a la nada le sirvió para estar fuera; y a la vez
les sirvieron a la nada y a la existencia para que existiese
entre las dos una contrariedad que les permitiese existir
permanentemente de esa forma. Así, de esa manera, toda la
existencia que estaba dentro, permanecería exteriormente
separada por toda la nada que estaba fuera.

Una enorme acumulación de existencia cada vez
más comprimida por la repulsión de la nada,
quizás fuese lo que provocase la explosión que
originó la expansión universal. Tal vez, cuando
termine de expandirse la expansión, o mucho antes, esa
existencia repelida permanentemente por la nada, vuelva a
concentrarse de nuevo en algún otro punto dónde
deje de expandirse, o en un punto anterior al termino expansivo,
para volver a comprimirse de nuevo y volver a provocar otra nueva
explosión que muy posiblemente origine otra nueva
expansión; y así, una y otra vez,
indefinidamente.

Sólo
existe un universo

Me di cuenta, de que al existir esa ínfima
subjetividad de la existencia, porque así lo obligaba la
imposibilidad de que la nada fuese subjetivamente absoluta;
sólo podía existir una única existencia que
formase un único Universo, puesto que no se podrían
crear más Universos en otros lugares de la nada, debido
que la nada al tener ya su contrariedad en forma de existencia,
la propia nada no era plenamente absoluta; con lo cual
concluía con esto la posibilidad de que existiesen
más Universos, por la imposibilidad de que la nada se
dividiese en dos o en más nadas no absolutas. Puesto que
sólo puede haber una nada no absoluta y no
varias.

Y es que si la nada no existe, sería imposible
que existiesen dos o más nadas separadoras de Universos;
tampoco podría existir una única nada separando dos
o más Universos, sería ilógico. La nada,
sólo puede separarse de la existencia, si la propia nada
se ha transformado en una contrariedad de esa existencia; pero no
creo que la nada como contrariedad pueda separar dos o más
Mundos, ya que esa nada necesitaría una contrariedad
infinitamente potente, capaz de retener las enormes fuerzas de
atracción que se inducen los Mundos entre sí, dado
sus enormes tamaños.

Sólo existe una nada, la que limita a la
existencia. Por consiguiente, la existencia dispone alrededor
suyo de un supuesto espacio infinito de la nada. No pueden
existir enormes espacios de la nada separando a otro u otros
Universos, porque lo impide la ley de las
absolutidades.

La propia nada al ser nada, no puede estar separada por
cúmulos de nadas que separen a un Mundo de otro, porque la
nada no existe, y por eso mismo no puede separar nada. La nada
sólo existe como contrariedad de la existencia, y para que
exista esa contrariedad que hace que la nada tenga esa
energía, la nada tiene que estar en las zonas influidas
por la propia contrariedad de la existencia contra la nada. Con
lo cual, no pueden existir dos o más Mundos distintos
separados por la nada, ya que al no existir nada entre esos
Mundos no podrían estar separados por nada.

Las
matemáticas de la nada

Con la contrariedad dual: nada-existencia, todo lo
existente está inducido a evolucionar
matemáticamente siguiendo un orden dual o binario,
mezclándose binaria o dualmente con orden la nada y la
existencia, para multiplicar de existencia la propia
existencia.

La nada y la existencia han existido "siempre", aunque
decir "siempre" parezca ser una imposibilidad, no lo es, porque
ese "siempre" comenzó a existir cuando existió el
tiempo, el cual comenzó a existir cuando empezó a
existir la existencia, antes, si es que hubo un antes, no
existía el tiempo, por lo tanto, no existía el
término "siempre".

La
repulsión de la nada

La nada permaneció siempre unida a la existencia,
a la que también rodeaba, porque la nada no podía
huir a ninguna parte ya que todo lo externo es totalmente nada.
Por eso, la existencia permanentemente sufría una
contrariedad o repulsión de la nada, que obligaría
a la propia existencia a concentrarse cada vez más, hasta
llegar al punto límite de presión que sería
lo que provocaría una explosión que
originaría una expansión.

Gracias a esa nada que existe porque existe la
existencia, existe una repulsión, una contrariedad de la
nada contra la existencia que hace posible que exista la
existencia y la propia nada; y que también hacen posible
que la propia existencia y la nada puedan seguir existiendo
eternamente.

El Universo estaría separado por la nada, la
cual, lógicamente debería rodear al Universo, sea
expansivo o no lo sea, porque lo que existe debe de estar siempre
dentro, unido, condensado, ordenado como existencia que es, y lo
que no existe debe de estar siempre fuera, sujetando con su
contrariedad a la existencia. De esa manera, se mantuvo siempre
esa contrariedad, ese equilibrio, entre la nada y la
existencia.

La unión
de la nada con la existencia

La nada y la existencia existieron siempre. De
ésta forma se evitaba la absolutidad de la nada y la de la
propia existencia, porque no podía existir nada absoluto,
lo mismo que no puede existir nada perfecto, plenamente justo o
completamente adaptado porque son absolutidades, son
imposibilidades. Entonces, se podría decir que la
existencia existió siempre para evitar la absolutidad de
la nada y al mismo tiempo existió siempre la nada para
evitar la absolutidad de la existencia. No tenía
más remedio la nada que ser una contrariedad de la
existencia para poder existir la propia nada y la propia
existencia.

No es posible que no existiese nada de nada en ninguna
parte, ya que eso era una absolutidad, una imposibilidad. Por
eso, era inevitable que la nada existiese siempre y que eso
obligase a que la existencia también existiese siempre.
Además en la nada, es en el único sitio posible en
donde la existencia puede moverse, expandirse, crecer y
existir.

La justicia de la
nada

Esa primera ínfima contradicción llamada
existencia, sufriría permanentemente la inducción
de la nada. Gracias a la nada, esa contrariedad o ínfima
existencia se multiplicaría constantemente inducida a
tratar de alcanzar lo inalcanzable, las aparentes cualidades de
la nada: pureza, absolutidad, adaptación, justicia y
perfección. Esa constante búsqueda
conduciría a la propia existencia a tratar de dejar de ser
impura, no absoluta, inadaptada, injusta e imperfecta. Gracias a
las inducciones de la propia nada, esa ínfima contrariedad
de la existencia comenzó a evolucionar tratando de
adaptarse a ser, sin conseguirlo, todo lo que es la propia
nada.

Esa primera ínfima contrariedad, la cual no
tenía tamaño puesto que era la finitud más
pequeña posible de la existencia, por eso, como alma que
era no disponía de dimensiones, ni de tiempo, ni de todo
lo que hace que la existencia exista. Esa esencia, inducida
constantemente a adoptar lo que la nada le inducía a ser,
inevitablemente, comenzó a duplicarse, o a dividirse en
dos o más partes iguales, una y otra vez, eternamente. Y
sus duplicaciones o divisiones harían lo mismo, se
duplicarían o dividirían indefinidamente. Porque en
la duplicación o división, estaba el orden, la
necesidad de la existencia de tratar de llegar a ser la propia
nada. La duplicación o la división de la esencia o
alma, era la búsqueda sin fin de la pureza, de la
perfección; la búsqueda sin fin de la plena
adaptación, de la absolutidad y de la justicia.

Esa búsqueda sin fin, es lo que inducía a
todas esas ínfimas contrariedades a seguir
duplicándose o dividiéndose eternamente, a seguir
buscando sin fin la justicia de la nada.

¿Y en qué otra cosa podían
duplicarse esas ínfimas contrariedades, sino en otras
ínfimas contrariedades de la propia nada? que por ser
ínfimas contrariedades de la nada adquirirían las
mismas exactas similitudes que sus semejantes ínfimas
contrariedades. Se duplicarían lógicamente en
duplicaciones idénticas que sólo se podían
diferenciar en que cada una ocupaba un lugar distinto; por eso,
tenían cada una su identidad propia.

Por consiguiente, la evolución que experimenta la
humanidad y todo lo existente, es un perseguir eternamente lo que
nunca se conseguirá: la absolutidad, la pureza, la
adaptación, la justicia y la perfección de la nada,
es un imitar sin fin a la nada, la cual no es absolutamente pura,
absoluta, adaptada, justa y perfecta.

Gracias a esas aparentes cualidades que posee la nada y
que intentará transmitir a todo lo existente por medio de
las duplicaciones o divisiones de las ínfimas
contrariedades, todo existe y evoluciona ordenadamente conforme a
ese fin. Gracias a esa justicia de la nada que induce a que todo
lo existente esté inducido a perseguir eternamente esas
aparentes cualidades de la nada que nunca se logrará
conseguir, se evolucionará eternamente por el camino de la
justicia. Todo esto, demostraría que la propia nada nos
guía por el camino más justo posible, el camino de
la justicia de la nada.

La existencia es
inevitable que exista

La existencia sólo pudo producirse de tres
maneras posibles: por casualidad, por obra divina o porque era
inevitable que existiese. La existencia no se pudo producir por
algo casual, porque sin la existencia no existiría nada;
por lo tanto, no podían existir las casualidades en donde
no existía nada.

No parece lógico que todo lo existente se
produjese por obra divina, porque Dios tendría que ser un
Dios absolutamente milagroso, tendría que crear
milagrosamente la existencia, su evolución, etc., y eso
sería absolutamente divino. Y aunque fuese una obra
milagrosa y divina no podría ser absoluta, lo cual quiere
decir que Dios no podría crearlo absolutamente todo porque
no podría ser un Dios absoluto.

Lo más lógico, es que Dios no exista, y
que en su lugar exista algo que reparta justicia como si fuese un
Dios verdadero. Y ese algo, que mejor que sea la justicia de la
nada, pues no hay nada más justo que la justicia de la
nada. Es la justicia que todo lo existente está inducido a
buscar por medio de la evolución de la
existencia.

Lo más lógico, es que la existencia
existiese siempre porque era inevitable que existiese siempre,
tan inevitable, que existió siempre como una ínfima
contrariedad subjetiva de la nada, hasta que encontró el
medio de crecer multiplicándose a través de las
duplicaciones de sí misma. ¿De qué otra
manera más lógica podía crecer la
existencia, si estaba constantemente comprimida por su propia
contrariedad contra la nada?

¿Cómo se crea
existencia?

Esa primera ínfima existencia o contrariedad de
la nada no tenía escapatoria posible dentro de la nada,
tenía que existir eternamente como esencia
energética, como alma de la existencia, aunque no fuese
algo verdaderamente existente. Era una ínfima contrariedad
de la nada que estaba constantemente comprimida y repelida dentro
de su pequeñez subjetiva más pequeña
posible. A pesar de la permanente presión a la que estaba
sometida esa ínfima contrariedad, nunca podría
empequeñecerse o comprimirse mínimamente más
allá del límite subjetivo, puesto que la
pequeñez o la infinitud no podían existir en donde
no existía nada.

Esa primera ínfima existencia, era una esencia
que no era existencia, sólo era una ínfima
contrariedad que había adquirido energía pero que
no tenía existencia. Así se mantenía,
indestructible eternamente, inducida sin fin dentro de la
nada.

De esa manera de mantenerse siempre igual, aunque no
existiese el tiempo, esa ínfima contrariedad
adquirió una transformación o evolución
equivalente también al nacimiento del tiempo,
adquirió una presencia, una identidad propia, un yo, un
alma. Asimismo, también adquirió una energía
(la repulsiva y la de la contrariedad de la nada).
Adquirió un espacio. Adquirió un lugar, aunque ese
lugar no fuese nunca un lugar fijo y quieto. Adquirió un
dinamismo. Fue adquiriendo una finitud inexistente que le
ofrecía una forma de existir equiparable a la
existencia.

De esa forma esa primera ínfima existencia era
algo inexistente que se envolvía en una aparente
existencia.

Expansión
universal

Dentro de la enormidad de la Existencia Universal
podrían agruparse, en un punto cualquiera de la propia
existencia, enormes acumulaciones concentradas de ínfimas
contrariedades o esencias de la existencia, las cuales al estar
constantemente comprimidas, debido a que se atraían entre
sí y a la permanente repulsión inducida por la
nada, posiblemente no podrían evitar que sus uniones cada
vez más numerosas y oprimidas desprendiesen un enorme
calor, lo cual les obligaría a constituirse en una
estrella. A lo largo de la historia universal se podrían
haber producido de esa manera infinidades de estrellas. Esa
acumulación de esas ínfimas contrariedades se
asemejarían mucho a la acumulación de
ínfimas contrariedades que fueron capaces de originar el
Big Bamg, por eso no me extrañaría nada que las
propias estrellas y la explosión que provocó la
expansión se deban a acumulaciones semejantes de
ínfimas contrariedades, siendo, como es lógico
infinitamente más numerosas la acumulación de
ínfimas contrariedades que provocaron la explosión,
que originó la expansión universal.

Dualidad y
evolución

Con las duplicaciones de esas ínfimas
contrariedades llegó una forma dual de evolucionar, de
crear existencia de la forma más justa. Y esa forma de
evolucionar sería la más adecuada para que la
existencia fuese un orden, para que todo pudiese tener su
contrariedad y así todo poder evolucionar ordenadamente,
pudiéndose producir el frío y su contrario el calor
y todas las demás dualidades, sus pros y sus contras, que
permitiesen que todo sea como es, de la forma más justa,
de la forma dual inducida por las contrariedades y por la
justicia de la nada.

Cuando esa primera ínfima contrariedad de la
existencia (o repulsión contra la nada) se duplicó
por primera vez, al mismo tiempo, puesto que no existía el
tiempo, nació el tiempo, nació la energía,
nació la finitud, nació el espacio, nació el
lugar, nació el yo (identidad propia o alma), nació
el dinamismo y nació la existencia.

Casi al mismo tiempo de que esa ínfima
contrariedad se duplicase por primera vez, nació la
posibilidad de poder duplicarse cada duplicación en nuevas
duplicaciones; nació la atracción (las
duplicaciones por ser existencia se atraían mutuamente
entre sí); nació la evolución (la
posibilidad de poder evolucionar la existencia sin fin, inducida
por el camino más justo, el de la nada) y con la
evolución nació la opción dual.

Esa ínfima contrariedad de la nada, se
transformó en una ínfima existencia compacta,
indivisible e indestructible que a la vez era energía,
evolución, dinamismo, tiempo, espacio, lugar y yo
(identidad propia o alma).

¿Existe el
alma?

Cada duplicación, ínfima contrariedad
subjetiva o esencia de la existencia es en sí misma,
individualmente, un ínfimo lugar y un yo (identidad propia
o alma) que ha adquirido un dinamismo, un tiempo, un espacio
propio y una existencia única. Por lo tanto, esas esencias
en sí mismas, individualmente, son almas.

Entonces todo lo existente está saturado de almas
o esencias de la existencia que han evolucionado unas en
materias, otras en energías y otras en seres
vivientes.

Esas ínfimas contrariedades, almas, esencias, o
duplicaciones se multiplican sin cesar, saturando todo lo
existente ¿de qué otra manera más
lógica podría crecer el Universo? Todas las almas
son semejantes, excepto en que cada una ocupa un lugar distinto,
tal vez por eso hayan evolucionado en la construcción de
la existencia cada una de forma diferente, quizás
también sus evoluciones dependan de las otras almas o de
la propia evolución de la existencia. Cada alma al ocupar
un lugar distinto, tiene su identidad propia, su espacio propio,
su tiempo propio, su dinamismo propio, su energía propia,
su evolución propia y su existencia propia.

Las almas no pueden separarse de la existencia y existir
como almas independientes, ya que las almas como existencia que
son, se atraen unas a otras. Además, cada alma es un
eslabón inmortal e indestructible necesario para que la
cadena de la existencia se mantenga unida y siga creciendo y
evolucionando.

Todas las almas son eternas pues son tendencias o
duplicaciones creadas por la propia nada, lo que las hace ser
indestructibles.

Como cada alma es única, cada alma tiene su
propia evolución, las cuales pueden ser inducidas a
evolucionar según las inducciones, de la inducciones,
etc., de las que forman parte y según el orden inducido
por la totalidad de la existencia.

La
reencarnación del alma

Cuando se muere un ser viviente y todos los
microscópicos seres vivientes de su ser se mueren
también, o cuando se destruye alguna materia o
energía. Todas esas almas de esos seres vivientes que han
muerto o de esa materia o energía que se ha destruido, al
ser almas o ínfimas esencias de la existencia, al tener
sus espacios propios, al ser tiempos independientes, al ser
dinamismos, evoluciones e identidades propias, al ser esencias de
la existencia, al ser subjetividades o esencias de la nada en
movimiento, podrían viajar libremente sin espacios que las
detuviesen, aunque lógicamente no lo hacen porque
están sujetas al orden impuesto por las leyes de la
existencia. Cada alma podría aparecer y desaparecer en
cualquier lugar del Universo y aparecer en otro cualquier lugar
del Universo en menos de un instante porque son contrariedades
subjetivas o esencias de la nada hecha existencia (aunque esas
ínfimas esencias son las que originan el tiempo, en
sí mismas no existe el tiempo, sólo existe el
tiempo en ellas cuando forman parte de la construcción del
orden universal). Sin embargo, cada una de esas almas se
verá inducida irremediablemente a aparecer
instantáneamente en el lugar evolutivo que le corresponda
para formar parte de la imparable construcción y
evolución del Orden Universal.

Por consiguiente, si el alma de un ser humano ha vivido
una vida llena de maldades o de negatividades, su alma inmortal
le inducirá a volver a nacer, inducido por la justicia de
la nada, en el ser humano que le correspondiese, como ser humano
que es, seguramente nacería en un lugar negativo y lleno
de maldades, tal vez en los lugares en donde más miseria
exista. Sin embargo, si el comportamiento de una persona es
más o menos justo; después de muerto, la
evolución de su alma inducida por la justicia de la nada
le induciría a nacer en el lugar más o menos justo
que le correspondiese. Esa es la justicia de la nada a la que me
refería, de la que nada ni nadie se puede escapar; la que
induce a que todo evolucione conforme a esa justicia. Esa
justicia de la nada es como si fuese un Dios, induce
inevitablemente a que el alma del ser humano injusto se reforme
naciendo en los lugares injustos que se merece.

El túnel
del tiempo

Se me ha ocurrido que se podría construir una
máquina del tiempo que nos pudiese transportar al futuro
para quedarnos allí, pues una vez allí ya no se
podría volver al pasado. Esto sería muy apropiado
para personas enfermas crónicas, que quisiesen viajar al
futuro para poder ser curadas allí; incluso se
podrían enviar a ancianos que deseasen dejar de serlos,
pues puede ser que en el futuro existan medios para retrasar la
vejez.

Teniendo en cuenta que el tiempo, el espacio, el
dinamismo, la evolución y la existencia son la misma cosa;
si algunas de ellas varía variarían las
demás. Entonces cualquier planeta de nuestro Sistema Solar
incluido la Tierra, que como ya se sabe cada astro tiene
diferentes velocidades de rotaciones propias, ya sea con
velocidades más lenta o más rápida. Al
variar sus rotaciones variarían sus gravedades
respectivas, sus dinamismos, lo cual influirían en sus
tiempos, sus espacios y en sus evoluciones particulares. Es
decir, los seres vivientes y materiales que estuviesen en
cualquier otro planeta que no fuese la Tierra,
envejecerían o rejuvenecerían más o menos
rápido que los seres vivientes y materiales de nuestro
planeta, según sea la velocidad de rotación de
dichos planetas, más rápida o más lenta con
respecto a nuestro planeta; ya que eso influiría en la
gravedad, dependiendo también de si las inducciones del
Sol o de cualquier otro planeta o satélite cercano
pudiesen influir también, poco o mucho, en la
rotación o en la gravedad de dichos planetas o del
nuestro.

Es una teoría más, sin comprobar, no estoy
seguro si funcionaría; y si funcionase, tampoco estoy
seguro de si a mayor o menor velocidad de rotación de un
planeta, se envejecería o se rejuvenecería
más o menos, y si no es así, seguro que algo
sí que influiría. Supongo que a menor
rotación el envejecimiento sería más
lento.

Tal vez, se podría construir una máquina
del tiempo que fuese esférica y que pudiese rotar sobre
sí misma, la cual se podría instalar en un recinto
hermético, suficientemente aislado inductivamente del
exterior; y con la posibilidad de que su rotación, por
ejemplo mediante motores, pudiese ser autónoma. De manera,
que esa rotación pudiese ser también controlada
exterior e interiormente, y ser lo suficientemente autosuficiente
y potente como para poder funcionar a la velocidad que se desease
ininterrumpidamente durante años; y así poder
provocar su propia gravedad, y así también, poder
evitar la inducción de rotación inducida por
nuestro planeta.

Supongo que la rotación más adecuada de
esa esfera debería ser lenta, porque creo que una
rotación muy rápida podría envejecer en vez
de rejuvenecer con respecto a la rotación de nuestro
planeta. De manera que colocando a una persona ahí, en ese
recinto hermético, en esa gravedad propia, aislada de la
inducción terrestre, lo que para esa persona podría
por ejemplo ser el transcurrir de un día para los que
estamos inducidos por la rotación de nuestro planeta
podría ser el transcurrir de por ejemplo un año.
Así, tal vez, se podría enviar al futuro a personas
enfermas que no tuviesen cura, para que en ese futuro con mejores
medios las pudiesen sanar.

El frío y
el calor

A medida que se iba construyendo el Universo, se
duplicarían cada vez más esas contrariedades o
esencias de la existencia, porque cada vez existirían
más esencias o duplicaciones que se pudiesen duplicar. Con
lo cual, al atraerse esas duplicaciones entre sí por ser
existencias, formarían una masa compacta cada vez
más grande llamada Universo.

El calor sería la acumulación más o
menos grande de existencia, o de esas duplicaciones o esencias de
la existencia que se atraen entre sí. A mayor
acumulación, más atracción, por lo tanto
mayor energía calorífica. A menor
acumulación, menos compacta sería la existencia,
menos atracción tendría, por lo tanto, menor
energía calorífica poseería, mayor
frío existiría. Como prueba de elevado calor, o de
elevada acumulación de existencia, ahí están
las estrellas.

Lo absoluto es
una imposibilidad

No se puede comprimir nada de la misma clase hasta su
más absoluta compresión. Eso, quizás pueda
ser una prueba de que lo absoluto es una imposibilidad, ya que
comprimir algo hasta su máxima absolutidad
provocaría una gran contrariedad de ese algo.
Llegaría un momento que esa compresión, ya sea de
agua, aire, materia, energía o algo puro, llevada hasta la
compresión más absoluta, provocaría una
contrariedad capaz de producir una fuerte explosión. Eso
demostraría que lo absoluto es una imposibilidad. Una
compresión ininterrumpida hacia su grado máximo,
hacia su absolutidad total, crearía la imposibilidad de
continuar comprimiéndose. Si la absolutidad es una
imposibilidad, también lo sería la absolutidad de
la existencia y de la propia nada, aunque fuesen absolutidades
subjetivas.

Multidimensiones

La forma de crecer el Universo mediante las constantes
duplicaciones de las contrariedades de la nada que originaron la
existencia, es una forma multidimensional de multiplicarse la
existencia en más existencia.

La manera de reproducirse la existencia mediante las
duplicaciones de esas ínfimas contrariedades de la nada,
es multidimensional. Eso permite que la existencia crezca y
evolucione interior, exteriormente, o sea de forma
multidimensional. Eso permite, que la evolución de la
existencia sea lo más ordenada y justa posible, que no
existan barreras evolutivas y que cada alma sea conducida
instantáneamente al lugar que le corresponda. Un alma
material o energética podría aparecer de nuevo
formando, por ejemplo, parte de la construcción de una
nueva estrella si sus evoluciones así lo determinasen. Un
alma humana viviente podría ser conducida nuevamente al
nacimiento de un nuevo ser humano, el que evolutivamente le
correspondiese según el estado evolutivo de su
conciencia.

Al ser todas las almas indestructibles, porque son
contrariedades subjetivas de la nada, más o menos
evolucionadas; la propia evolución de la existencia las
distribuiría jerárquica evolutivamente en el lugar
que les correspondiesen para seguir construyendo con orden un
Universo cada vez más enorme.

Esta forma de crear existencia, desde lo pequeño
atómico hacia todas partes, y desde todas partes hacia
todos los lugares; desde el interior hacia el exterior y desde el
exterior hacia el interior, duplicándose cada contrariedad
en otra contrariedad, y así indefinidamente; es una forma
de crear existencia multidimensional.

 

 

Autor:

Salvador Sánchez
Melgar

Registro de propiedad: B-4191-10

Este artículo forma parte de uno de
los tres artículos publicado como libro, titulado "las
leyes de la nada y otras teorías". Publicado gratuitamente
en Bubok, así que pueden descargarlo
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