El Deporte y la Educación,
constituyen una simple ordenación de sugerencias en torno
a la problemática general de la Educación y a lo
que dentro de ella la Educación Física Deportiva.
José María Cagigal.
Nunca fui atleta, como hija única mujer de padres
ucranianos, con una formación totalmente opuesta al
desarrollo de las actividades que supuestamente estaban dirigidas
a jóvenes de ese entorno, con la mentalidad que sustentaba
mi familia, emprendí formar mi destino; estoy planteando
esta situación alrededor de los años 50. Mis
conocimientos del entorno deportivo se circunscribía al
haber accedido a una beca, que en esos años aunque parezca
increíble se ofrecía a las alumnas del liceo I.B.O
(Instituto José Batlle y Ordóñez
población totalmente femenina, podía concurrir en
la temporada invernal al club Neptuno y en verano a las piscinas
de Trouville (en forma gratuita), a cambio de exonerar de
concurrir al gimnasio.
Debo aclarar que el Instituto Batlle y
Ordóñez, contaba con instalaciones de un gimnasio
completo en el subsuelo, oficinas, vestuarios, baños,
duchas, pero en los seis años de permanencia en él
no bajé nunca, hasta que en el último año
como recurso póstumo ante la desazón y castigo que
me esperaba en mi casa, (situación que he de relatar a
continuación). Tomé esa decisión para
encontrar un apoyo, el desahogo dado que mi situación la
sentía comprometida.
Dejo constancia que era obligatoria la actividad
física en este centro como en la mayoría de los que
se encontraban en Montevideo y en el Interior del
país.
Por qué se preguntarán necesitaba apoyo?
muy claro, el haber ingresado a un centro liceal y al dar termino
a este plan, me inscribí en 1º y 2º de
preparatorios,(término que era el que se utilizaba en esa
época) había creado la idea en mis padres de seguir
la carrera de medicina, para estar si se quiere sintiendo el
placer, la libertad de poder caminar, leer, conocer con mis
compañeras el entorno del Inst. Batlle y
Ordóñez, como ser el Palacio Legislativo, la morgue
de la Facultad de Medicina, el meditar en la iglesia de la
Aguada; esto me llevaba a estar la mañana y la tarde en el
Instituto.
Debo dejar constancia que el Inst. Batlle y
Ordóñez contaba con excelentes docentes, en
especial en materias que eran mis predilectas como ser
literatura, que se estudió y analizó la Biblia
dónde se llegaba a la creencia que era una excelente obra
de historia, dónde contaba la creación de una
doctrina religiosa, por lo cuál al igual que mi profesor
rechacé el ser católica practicante, pero si
siempre sentí una gran calma al concurrir y sentarme en
horarios libres y meditar estudiando los vitrales que la
circundan, de inigualable colorido y una luz en determinadas
horas que estimulaban e inducían a la
meditación.
Se me ocurrió o imaginación de
adolescente, cursar el 1º de medicina en la mañana y
2 º en la tarde en calidad de libre. Contando que
poseía memoria, interés por cumplir con la promesa
a mis padres dado que me apoyaban en lo económico y se
vanagloriaban ante sus paisanos que su nena iba a ser
médica, no al igual que sus hijas todas oriundas del Cerro
(zona barrial y de emigrantes) y que si sabían tejer,
coser, cocinar y prontas para casarse o emplearse en una
fábrica, que abundaban por la Teja, el Cerro, o las que
lograban ir a la Academias Pitman, (dónde enseñaban
a escribir a máquina) para ingresar en una
oficina.
No conté en ese entonces que era buena en las
materias de letras, pero en ciencias como ser física,
química era incapaz de razonar, recordar, pensando y
memorizando el 1º año logré salvar
física, conste que me ayudó el
"destino."
En física a la profesora luego de poner el
ejercicio en el pizarrón le avisan que un familiar directo
está grave, por supuesto la suple otra integrante de la
mesa al cuál todas lloramos que era implacable su
compañera, que lamentamos lo que le ocurre pero Prof,
"sálvenos".
Con in disimulado esfuerzo en forma cooperativa
realizamos el escrito, tratando de cumplir con el horario y el
tema impuesto. Esperando el resultado, la profesora suplente
corrige y "salvamos".
No hay oral… pero quedaba el de 2º año de
física, y química ahí estaba, la profesora
de 1º, el verdugo que estaba en la mesa y al entregar el
carnet, me miró y leí claramente… sentí
que estaba juzgada; así fue en el primer y segundo
período de Química, algo que me resultaba imposible
de razonar, solo con mirar a la profesora, me sentía
paralizada, al entrar éramos soldaditos tratando de ocupar
los salones del fondo y taparnos la cara con la que se sentaba
delante. Instrumentaba la teoría que por como
teníamos el pelo, como caminábamos al entrar se
daba cuenta si sabíamos o no.
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