- Mi visita a la
radio rebelde en "Alto de Conrado" - Los primeros de
RR - El
regreso - El 9 de abril: un
disco subversivo - Como burlamos a la
censura - No resultó
necesario - Por qué
Radio Rebelde - Una
transmisión radial inusitada - La gran prensa en
la Cuba de antes - Crónica
social y crónica roja - La SIP: la OEA del
periodismo continental - Nociva influencia
de las agencias noticiosas AP y UPI - Otra fuente de
ganancia y engaño: las rifas y
premios - Las llamadas
"ediciones especiales": otra fuente de
lucro - Los
periodistas - El triste legado
del "Diario de la Marina" - Referencias
bibliográficas
Fue un mediodía del mes de marzo de 1958 en el
campamento rebelde de la Mesa, a cerca de 3 mil pies de altura,
en plena Sierra Maestra.
En la Mesa – luego me dijeron que Camilo (Cienfuegos) la
bautizó como la Pata de la Mesa por su estratégica
configuración topográfica – el Che creó el
primer complejo industrial de la Revolución.
Polo Torres, también llamado el Capitán
Descalzo, pues nunca usaba zapatos, con una planta endurecida
como piedra. Éste le sirvió al Che de Mensajero,
recolector de armas y abastecimientos y como
práctico.
Polo ofreció datos interesantes sobre el
campamento, el Che y como se incorporó a su tropa, en un
reportaje del periodista Juan Luis Aguilera, publicado en la
revista "Verde Olivo" en su edición del 14 de octubre de
1982. Aquí reproducimos algunos fragmentos:
"Nací en Rancho de Guá, donde mis padres
tenían una finca. Un buen día, después de
recolectar la siembre, me fui; tenía muchos deseos de
tener algo mío, de trabajar lo mío y sudar la
tierra. Cogí rumbo a María del Portillo y
embarqué en un barquito llamado "La Fe" El capitán
me iba diciendo los nombres de todos los lugares por donde
pasábamos hasta llegar a la desembocadura del río
"La Mula". Y me puse a pensar: yo soy medio mulo y el río
que se llama "La Mula", creo que vamos a andar bien los dos. Le
pagué y bajé a tierra en una chalupa.
Polo sigue relatando al periodista:
"Dos días enteros caminé loma arriba hasta
llegar a un lugar donde había monte nada más. Di un
rodeo por la zona y escogí el sitio para hacer mi
finquita. En aquel tiempo eran montes muy lindos, llenos de
jagüeyes, yamagüas, algunos cedros y muchos otros
árboles diversos; abundaban las jutías, perros y
gatos jíbaros. Mi único vecino era un haitiano que
nunca salía de su choza"
El Che concibió el campamento, lo dirigió
y organizó. Cuando nos vimos en El Hombrito me dijo que
buscara un lugar seguro para construir un hospital. Le propuse de
inmediato La Mesa porque sabía que le gustaría. Yo
tenía allí sembrada malanga, ñame,
plátano marteño y café. Una de las
características de La Mesa y que fue muy bien aprovechada
por el Che, era que las instalaciones bien distribuidas, no
permitía visualizarlas todas a la vez, desde un mismo
punto. Cuando se veía el hospitalito, las demás
quedaban ocultas por las variaciones del terreno y la
vegetación. Otra ventaja estratégica es que la
entrada al campamento era muy difícil, pese a tener tres
entradas. El ejército de la tiranía nunca pudo
llegar hasta allí. Los casquitos decían por la
radio al Che, que les esperara allí para tomar
café. Pero nunca recibimos a esos desagradables
invitados"
En varias ocasiones los aviones batisteros pretendieron
destruir el campamento y lanzaron bombas de gran potencia. Pero
no hicieron daño alguno ya que caían muy lejos dado
que los aviones no podían bajar en picada para dejar caer
su mortífera carga, pues siempre tenían una loma
enfrente. Eran las patas de una mesa vuelta al
revés.
La Mesa, gracias al esfuerzo de campesinos y rebeldes se
convirtió gradualmente, bajo la dirección personal
del Che, en una valiosa zona industrial para la guerrilla, en
plena Sierra Maestra. Al frente del hospital estaba el
médico Sergio del Valle; en la armería, Oris
Zaldívar; en la panadería, Ibrahim Mendoza; en la
imprenta Lionel y Ricardo Martínez, éste
último se convertiría más tarde en uno de
los primeros locutores de Radio Rebelde, junto con Orestes
Valera. También se crearon una talabartería,
hojalatería, una pequeña tienda, una cárcel
y una carpintería. Y para completar, una escuela, que no
podía faltar en una obra del Che.
El campamento se creó con el mejor
aprovechamiento de sus condiciones naturales. La escuela
constituía el centro y alrededor de ella surgieron las
demás instalaciones. La hojalatería estaba a unos
300 metros; la armería a mi; la emisora Radio Rebelde, en
el Alto de Conrado, a unos 500 metros en la parte más
elevada; la talabartería a 200 metros aproximadamente; la
imprenta a 7; la cárcel a 150 y la tienda y
panadería a unos 300 metros. El hospital, muy bien
resguardado, se construyó a unos 600 metros. Pese a no
contar este ni siquiera con los más elementales recursos
materiales, allí se salvaron muchas vidas valiosas de
combatientes, algunos operados personalmente por el Comandante
Guevara. Indudablemente que las instalaciones estaban muy bien
distribuidas, lo que permitía en caso de un ataque de los
casquitos, organizar la defensa desde cada una de las posiciones
y disponer el repliegue en caso necesario a nuevas posiciones que
resultaban inexpugnables.
Todos coincidían en afirmar que la disciplina era
muy severa en el campamento y el primero que daba el ejemplo era
el Che.
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