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Revolución de Chile (página 3)




Enviado por Ricardo Torres



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La Sociedad Lautaro o Caballeros racionales, creada en Londres establecía el gobierno patrio más conveniente como se señala que es la república: "nunca reconocerás por gobierno legítimo de tu patria sino a aquél que sea elegido por la libre y espontánea voluntad de los pueblos; y siendo el sistema republicano el más adaptable al gobierno de las Américas, propenderás por cuantos medios estén a tus alcances, a que los pueblos se decidan por él"[31] .

Las convicciones republicanas de O"Higgins fueron puestas a prueba con ocasión del Congreso de Aquisgrán, el año 1819, convocado por la Santa Alianza. Además de Chile, representado por Antonio José de Irisarri, participaron en él representantes de Argentina (en aquel entonces Provincias Unidas), Colombia y Venezuela. El argentino Bernardino Rivadavia y el venezolano Fernando Peñalver eran partidarios de proponer la creación de monarquías con el fin de obtener el reconocimiento de la independencia de sus países, ya que la Santa Alianza había sido creada para garantizar militarmente la defensa de los principios del absolutismo monárquico.

Pero Chile, se negó a aceptar la monarquía, manifestando que nunca se les ocurrió la idea de volver a un gobierno tan despótico como el que acababan de liberarse.

O"Higgins utiliza las mismas palabras del manifiesto de la logia de Lautaro, observando que éste pensamiento republicano lo acompañó toda su vida y no descansó hasta verlo logrado.

Además entendió que el rompimiento político de la independencia significaba un gobierno republicano, O"Higgins tuvo preclara conciencia sobre la importancia de la continuidad histórica pensando que la fuerza de la tradición y la costumbre debían cobrar natural preponderancia en un proceso de tránsito desde la Monarquía a la República Independiente.  Para él la Patria, a la que dedicó su vida, era una patria libre, independiente y autogobernada, pero tenía perfecta conciencia acerca de las difíciles condiciones que se imponía lograr para favorecer el logro de este objetivo.  Sostenía gran temor al caudillismo que, alentado por otros próceres nacionales, tanto daño estaba haciendo en otras excolonias americanas.  De este modo, O´Higgins no abandonaría sus ideales revolucionarios y mantendría una postura de inconformidad frente al ambiente tradicional, pero reconocía que para lograr su objetivo debía asumir que la realidad concreta heredada de España no podía borrarse de una plumada, y que para avanzar en la construcción de un gobierno estable, era preciso dar forma a instituciones cuya maduración habría de requerir una transición política muy definida.

Luis a Rivera escribe que O"Higgins entendió que: "si se deseaba instaurar un sistema efectivamente democrático, desconocido por la mayoría de sus compatriotas, el único camino era el cambio en la mentalidad, propósito en el cual la educación cumplía un rol clave.  Como hombre de principios, y como hemos visto, también de realidades concretas comprendió que el problema político práctico que enfrentaba tras la emancipación América, consistía no sólo en extirpar físicamente el dominio español, sino también erradicarlo definitivamente de las mentes de los nuevos ciudadanos "La democracia misma era en último término, un problema de cultura colectiva.  La obra lenta y definitiva de la educación permitiría consolidar todo avance político…con clara vocación por la cultura se dio a la tarea –entonces- de organizar un sistema educacional".  En ese marco protegió y estimuló las iniciativas particulares y también se ocupó de extender la Educación Pública.  Entre otras tantas medidas hizo que el Cabildo de Santiago nombrara regidor protector de los centros educacionales de la capital  fomentando la creación de otros, reabrió el Instituto Nacional y la Biblioteca Nacional, que habían sido clausurados durante la reconquista española; fundó el liceo de Concepción y el de La Serena .

Pero su gran proyecto educacional se centró en las escuelas primarias, la educación de mayor impacto popular. A partir de aquí se civiliza y desenvuelve la moral de los pueblos; enseñar a leer es también enseñar a entender la nueva vida que rodea a la recién creada República. Después de investigar las posibilidades más adecuadas para Chile O"Higgins optó por implantar el sistema Lancasteriano de educación, transformándose en una de sus reformas más novedosas"[32]

En síntesis el pensamiento de O"Higgins se puede resumir en siete puntos según Jaime Antonio Etchepare:

  • "Una República autoritaria, dotada de un Poder Ejecutivo fuerte, de carácter castrense, que gobierne con un sentido educador y teniendo como meta el desarrollo en constante progreso;

  • La existencia de un Ejército y Marina eficaces, capaces de garantizar la soberanía nacional y la libertad;

  • La preservación de las fronteras fijadas al antiguo Reino de Chile, procurando la integración de sus habitantes y su sometimiento a la ley nacional; Promover una expansión ultramarina a través del Pacífico, adquiriendo nuevos territorios y mercados para nuestros productos;

  • Una democracia social, donde no existiesen clases ni grupos privilegiados, pero reduciendo la participación política a la parte más ilustrada de la población;

  • Traer a nuestras costas una importante inmigración extranjera que contribuya a promover el desarrollo económico explotando las riquezas intactas;

  • La Iglesia debe cumplir un importante rol social, pero está conminada a respetar los derechos concedidos al Estado en el Patronato y adherir a la organización política vigente en Chile;

  • Progresismo, labor educadora del Estado, la que tendría por misión cambiar favorablemente los hábitos y mentalidad del pueblo."[33]

Para finalizar en breves palabras queremos analizar la relación de O"Higgins con los araucanos. Para los nuevos historiadores chilenos el hecho de que O"Higgins estudiara en el colegio que asistían los hijos de los caciques mapuches, es una parte importante para que el libertador chileno tuviera una cierta inclinación hacia los indígenas, que muchas veces se oculta, y qué esto impregnó en la vida de O"Higgins como el espíritu de lucha que siempre tuvo y la vio sagrada igual que su pueblo; allí también aprendió hablar el idioma mapuche, que le sería de gran utilidad cuando precisó que el pueblo originario de la Araucanía se levantara en armas contra el español.

Tal es así su cercanía con el pueblo araucano que a través de un bando de 1819, los declaraba a los indígenas ciudadanos con plenos derechos, en su parte del bando el texto dice: "por tanto, declaro en la sucesivo, deben ser llamados ciudadanos chilenos y libres como los demás habitantes del Estado, con quienes tendrá igual voz y representación, concurriendo a sí mismo a la celebración de todo contrato, a la defensa de sus causas, a contraer matrimonio, a comerciar; a elegir las artes, a que tengan inclinación y a ejercer la carrera de letras o las ramas para obtener empleos políticos o militares correspondiente a su actitud "[34].

Como hemos visto O"Higgins, busca integrar al pueblo indígena a la nueva organización dándole el carácter de ciudadanos, cosa que en casi doscientos años Chile, todavía no ha podido lograr una integración real de estos pueblos originarios, debido a numerosos hechos. Pero en el pensamiento o"higginiano siempre estuvieron presente, hasta de hacerles una carta de declaración de independencia, que hace poco ha salido a luz, y donde muy pocos dudan que el héroe de la independencia chilena haya escrito dicho documento, que a continuación transcribimos:

"El Supremo Director del Estado a nuestros hermanos los habitantes de la frontera del Sud.

Chile acaba de arrojar de su territorio a sus enemigos después de nueve años de una guerra obstinada y sangrienta. Sus fuerzas marítimas y terrestres, sus recursos y el orden regular que sigue la causa americana en todo el continente, forman un magnífico cuadro, en que mira afianzada su Independencia.

Las valientes tribus de Arauco, y demás indígenas de la parte meridional, prodigaron su sangre por más de tres centurias defendiendo su libertad contra el mismo enemigo que hoy es nuestro. ¿Quién no creería que estos pueblos fuesen nuestros aliados en la lid a que nos obligó el enemigo común? Sin embargo, siendo idénticos nuestros derechos, disgustados por ciertos accidentes inevitables en guerra de revolución, se dejaron seducir de los jefes españoles. Esos guerreros, émulos de los antiguos espartanos en su entusiasmo por la independencia, combatieron encarnizadamente contra nuestras armas, unidos al ejército real, sin más fruto que el de retardar algo nuestras empresas y ver correr arroyos de sangre de los descendientes de Caupolicán, Tucapel, Colocolo, Galvarino, Lautaro y demás héroes, que con proezas brillantes inmortalizaron su fama.

¿Cuál habría sido el fruto de esta alianza en el caso de sojuzgar los españoles a Chile? Seguramente el de la pronta esclavitud de sus aliados. Los españoles jamás olvidaron el interés que tenían en extenderse hasta los confines del territorio austral. Sus preciosas producciones, su incomparable ferocidad, y su situación local, han excitado siempre su ambición y codicia. Con este objeto han mantenido continua guerra contra sus habitantes, suspendiéndola sólo cuando han visto que no hay fuerza capaz de sujetar a unos pueblos que han jurado ser libres a costa de todo sacrificio. Pero no han desistido de sus designios, pues en los tiempos que suspendieron las armas fomentaron la guerra intestina, para que destruyéndose mutuamente los naturales, les quedase franco el paso a sus proyectos. Entre tanto el comercio no era sino un criminal monopolio; la perfidia, el fraude, el robo y en fin todos los vicios daban impulso a sus relaciones políticas y comerciales.

Pueblos del Sud, decidme si en esto hay alguna exageración; y si por el contrario apenas os presento un lisonjero bosquejo de la conducta española, convendréis precisamente en que dominando España a Chile, se hubiera extendido sobres vuestros países como una plaga desoladora, concluyendo con imponeros su yugo de fierro que acaso jamás podríais sacudir.

En el discurso de la guerra pensé muchas veces hablaros sobre esto, y me detuve porque conocí que estabais muy prevenidos a cerrar los oídos a la voz de la verdad. Ahora que no hay un motivo de consideración hacia vosotros, ni menos a los españoles, creo me escucharéis persuadidos de que sólo me mueve el objeto santo de vuestro bien particular y del común del hemisferio chileno.

Nosotros hemos jurado y comprado con nuestra sangre esa Independencia, que habéis sabido conservar al mismo precio. Siendo idéntica nuestra causa, no conocemos en la tierra otro enemigo de ella que el español. No hay ni puede haber una razón que nos haga enemigos, cuando sobre estos principios incontestables de mutua conveniencia política, descendemos todos de unos mismos Padres, habitamos bajo de un clima; y las producciones de nuestro territorio, nuestros hábitos y nuestras necesidades respectivas no invitan a vivir en la más inalterable buena armonía y fraternidad.

El sistema liberal nos obliga a corregir los antiguos abusos del Gobierno español, cuya conducta antipolítica diseminó entre vosotros la desconfianza. Todo motivo de queja desaparecerá si restablecemos los vínculos de la amistad y unión a que nos convida la naturaleza. Yo os ofrezco como Supremo magistrado del pueblo chileno que de acuerdo con vosotros se formarán los pactos de nuestra alianza, de modo que sean indisolubles nuestra amistad y relaciones sociales. Las base sólidas de la buen fe deben cimentarlas, y su exacta observancia producirá la felicidad y seguridad de todos nuestros pueblos. Se impondrá penas severas a los infractores, que se ejecutarán a vista de la parte ofendida, para que el ejemplo reprima a los díscolos.

Nuestras Escuelas estarán abiertas para los jóvenes vuestros que voluntariamente quieran venir a educarse en ellas, siendo de cuenta de nuestro Erario todo costo. De este modo se propagarán la civilización y luces que hacen a los hombres sociales, francos y virtuosos, conociendo el enlace que hay entre los derechos del individuo y los de la sociedad; y que para conservarlos en su territorio es preciso respetar los de los pueblos circunvecinos. De este conocimiento nacerá la confianza para que nuestros comerciantes entren a vuestro territorio sin temor de extorsión alguna, y que vosotros hagáis lo mismo en el nuestro, bajo la salvaguardia del derecho de gentes que observaremos religiosamente.

Me lleno de complacencia al considerar hago estas proposiciones a unos hombres que aman su independencia como el mejor don del Cielo; que poseen un talento capaz de discernir las benéficas intenciones del pueblo chileno; y que aceptándolas, desmentirán el errado concepto de los europeos sobre su trato y costumbres, Araucanos, cunchos, huilliches y todas las tribus indígenas australes: ya no os habla un Presidente que siendo sólo un siervo del rey de España afectaba sobre vosotros una superioridad ilimitada; os habla el jefe de un pueblo libre y soberano, que reconoce vuestra independencia, y está a punto a ratificar este reconocimiento por un acto público y solemne, firmando al mismo tiempo la gran Carta de nuestra alianza para presentarla al mundo como el muro inexpugnable de la libertad de nuestros Estados. Contestadme por el conducto del Gobernador Intendente de Concepción a quien he encargado trate este interesante negocio, y me avise de nuestra disposición para dar principio a las negociaciones. Entre tanto aceptad la consideración y afecto sincero con que desea ser vuestro verdadero amigo.

Bernardo O´Higgins R.

SANTIAGO, Sábado 13 de Marzo de 1819."[35]

Conclusiones

Las conclusiones que se pueden obtener del proceso revolucionario chileno, son que estábamos equivocados al pensar que estábamos frente a una revolución de crácetr solamente burgués, si bien así fue, tuvo una impronta popular con las medidas tomadas tanto en la Patria Vieja, como en el gobierno de O"Higgins, que si bien son de corte netamente popular hizo que las dificultades de la revolución que fueron muchas, no se generaran en revuelta entre pobre y ricos.

Como dice Lynch la revolución, no fue una lucha de clase, porque no había poder rival que desafiara a la aristocracia rural, que monopolizaba las riquezas del país, y formaba el ideal social que aspiraban los chilenos, además de producir entre sí los grupos intelectuales. La independencia para éste autor se produjo dentro de una estructura jerárquica existente y no perturbó lo fundamental.

Si bien podemos coincidir con el autor de que fue una revolución como le hemos venido sosteniendo en todo el trabajo, de las clases más adineradas de Chile, no se puede negar que fue la única que buscó realizar reformas liberales de acuerdo al pensamiento americano del siglo XIX.

También fue una revolución administrativa, porque Chile, siempre buscó la instalación de una República, que tuviera su representatividad legítima en un Congreso, ya desde 1812, cuando se da la primera carta magna provisoria, y en 1822, cuando a O"Higgins se le obliga a reformular la Constitución de 1818, buscando una mayor participación del pueblo en el congreso, y es el mismo pueblo en uso de esa soberanía quién pide que se retire a O"Higgins del gobierno.

Creo que la revolución chilena es la más revolucionaria de todas, no desde el campo de batalla, sino desde lo jurídico e intelectual. Desde su comienzo buscó llevar adelante las ideas del "siglo de las luces", buscando una sociedad que empezara a conformarse como ciudadanos de iguales condiciones, aunque solo fue en los papeles ya que hasta el día de hoy no lo ha logrado desarrollar.

Revolucionario fue también el gobierno de O"Higgins, que llevó a cabo no solo la abolición de los títulos de nobleza y de escudos de armas familiares en bien de un país que recién comenzaba, sino que además entendió cabalmente que el progreso no estaba en las armas sino en la educación.

Su reforma educativa, como bien lo señala el director de la Universidad de Chile, fue abiertamente amplia, haciendo al país una potencia sudamericana en poco tiempo, y esa educación que estuvo en las bases del gobierno o"higginista, llega al día de hoy como el país que mejor calidad de educación posee.

Finalmente si he comprendido la revolución chilena, ésta siempre estuvo basada en una idea de liberalismo político y económico, nunca se imaginó con un gobierno fuera del orden republicano representativo, mucho menos O"Higgins, que buscó siempre convencer a San Martín de la importancia de que los pueblos puedan auto determinar su gobierno como mejor le parezca, y eso es lo que busca en la carta que hemos propuesto, un pensamiento que siempre respetó la voluntad ajena, a pesar de los errores que haya cometido su gobierno.

En éste año del bicentenario, debemos tener más que nunca las ideas de éstos americanos, que lucharon por una independencia, que a mi criterio solo lograron políticamente.

Para finalizar, quiero quedarme con la reforma educativa de O"Higgins, y como futuro docente, unirme a su pensamiento, ya que el creyó siempre en la educación como un vínculo hacia el progreso de su pueblo. Es en la educación que debemos poner nuestras esperanzas para salir de una América empobrecida desde hace más de quinientos años a una América progresista capaz de auto determinarse a sí misma, y forjar así su propio futuro fuera de presiones que la alejan de su pueblo. Y en la educación que la frase del General José Artigas toma vigencia: "Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos".

Bibliografía

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Páginas web

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/o/ohiggins_bernardo.htm

http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/concepciones.html

http://www.elparadiario14.cl/admin/render/noticia/20761

 

 

Autor:

Ricardo Torres

[1] Cf. Lynch, John. ?Historia de Am?rica Latina? Volumen 5 ?La Independencia?. Editor Leslie Bethel. Editorial Cr?tica. Barcelona Espa?a. 1991. P?g. 1.

[2] Cf. Lynch, John. ?Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808 – 1826?. Editorial Ariel. Madrid, Espa?a. 1997. P?g. 9

[3] Cf. Mart?nez Carreras, Jos? U. ?Introducci?n a la Historia Contempor?nea? Tomo I ?La Era de las Revoluciones?. Editorial Istmo. Madrid Espa?a. 2? Edici?n 1996. P?g. 132

[4] Cf. Frega, Ana. ?Pueblos y Soberan?a en la Revoluci?n Artiguista. La regi?n de Santo Domingo Soriano desde fines de la colonia a la ocupaci?n portuguesa?. Ediciones Banda Oriental. Montevideo, Uruguay. 2007. 1? Edici?n. P?g. 174

[5] Cf. Mart?nez Carreras, Jos? U. ?Introducci?n a la Historia Contempor?nea? Tomo I ?La Era de las Revoluciones?. Editorial Istmo. Madrid Espa?a. 2? Edici?n 1996. P?g. 134

[6] Cf. Lynch, John. ?Historia de Am?rica Latina? Volumen 5 ?La Independencia?. Editor Leslie Bethel. Editorial Cr?tica. Barcelona Espa?a. 1991. P?g. 7.

[7] Cf. Lynch, John. ?Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808 – 1826?. Editorial Ariel. Madrid, Espa?a. 1997. P?g. 10

[8] Cf. Ib?dem. P?g. 12

[9] Cf. Halperin Donghi, Tulio. ?Historia de Contempor?nea de Am?rica Latina?. Editorial Alianza. Madrid, Espa?a 1998.

[10] Cf. Chaunu, Pierre y otros. ?La Independencia de Am?rica Latina?. ?La participaci?n de las clases populares en los movimientos de independencia de Am?rica latina?. Ficha 27. Ediciones Nueva Visi?n. Buenos Aires, Argentina. 1973. P?g. 48.

[11] Cf. Chaunu, Pierre y otros. ?La Independencia de Am?rica Latina?. ?Interpretaci?n de la Independencia de Am?rica Latina? Chaunu, Pierre. Ficha 27. Ediciones Nueva Visi?n. Buenos Aires, Argentina. 1973. P?g. 21.

[12] Cf. Lynch, John. ?Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808 – 1826?. Editorial Ariel. Madrid, Espa?a. P?g. 20

[13] Cf. Ib?dem. P?g. 27

[14] Cf. Lynch, John. ?Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808 – 1826?. Editorial Ariel. Madrid, Espa?a. 1997. P?g. 9

[15] Cf. Chaunu, Pierre y otros. ?La Independencia de Am?rica Latina?, ?Interpretaci?n de la Independencia de Am?rica Latina?. Ficha 27. Ediciones Nueva Visi?n. Buenos Aires, Argentina. 1973. P?g. 14

[16] Cf. Ib?dem. P?g. 30

[17] Cf. Halperin Donghi, Tulio. ?Historia de Contempor?nea de Am?rica Latina?. Editorial Alianza. Madrid, Espa?a 1998. P?g. 88

[18] Cf. Mart?nez Carreras, Jos? U. ?Introducci?n a la Historia Contempor?nea? Tomo I ?La Era de las Revoluciones?. Editorial Istmo. Madrid Espa?a. 2? Edici?n 1996. P?g. 127

[19] Cf. Ducoudray, Gustavo. ?Historia Universal Contempor?nea desde 1789 a Nuestros D?as?. Traducci?n Urrabieta, Mariano. Editorial Librer?a de Hachette y C?a. Par?s, Francia. 1895.

[20] Cf. Barros Arana, Diego. ?Historia de Am?rica Latina?. Editorial Futuro. Buenos Aires. Argentina. 1962. P?g. 384

[21] Cf. Lynch, John. ?Las Revoluciones Hispanoamericanas 1808 – 1826?. Editorial Ariel. Madrid, Espa?a. 1997.P?g. 131

[22] Cf. Barros Arana, Diego. ?Historia de Am?rica Latina?. Editorial Futuro. Buenos Aires. Argentina. 1962. P?g. 384

[23] Cf. Levene, Ricardo, Coordinador. ?Historia de Am?rica?. Tomo V ?Independencia y Organizaci?n Constitucional?. Editorial. W. M. Jackson Inc. Editores. Buenos Aires. Argentina. 1940. P?g. 350.

[24] Cf. De Ram?n, Armando. ?Breve Historia de Chile?. Editorial Biblos. Buenos Aires. Argentina 2001. P?g. 60

[25] Cf. Barros Arana, Diego. ?Historia de Am?rica Latina?. Editorial Futuro. Buenos Aires. Argentina. 1962. P?g. 393

[26] Cf. Levene, Ricardo, Coordinador. ?Historia de Am?rica?. Tomo V ?Independencia y Organizaci?n Constitucional?. Editorial. W. M. Jackson Inc. Editores. Buenos Aires. Argentina. 1940. P?g. 373

[27] Cf. Levene, Ricardo, Coordinador. ?Historia de Am?rica?. Tomo V ?Independencia y Organizaci?n Constitucional?. Editorial. W. M. Jackson Inc. Editores. Buenos Aires. Argentina. 1940. P?g. 383

[28] Cf. Barros Arana, Diego. ?Historia de Am?rica Latina?. Editorial Futuro. Buenos Aires. Argentina. 1962. P?g. 415

[29] Romero, Jos? Luis. ?Pensamiento Pol?tico de la Emancipaci?n?. Volumen II. Editorial AZ. Buenos Aires Argentina. Sine data. 251 ss.

[30] Cf. Arnau Corominas, Fernando. ?El Diputado Bernardo O?Higgins en el Congreso de 1811?. Editorial Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. 2009. P?g. 29.

[31] Cf. Ib?dem. P?g. 40

[32] Cf. Ib?dem. P?g. 40

[33] Cf. Riveros, Luis A. ?Bernardo O?Higgins: estadista y constructor de la Rep?blica?. Clase magistral dictada en Chchill?n Viejo 26 de julio de 2003.

[34] Cf. http://www.simon-bolivar.org/Principal/bolivar/concepciones.html

[35] Gonz?lez Coll, M? Mercedes; Facchinetti, Gabriel. Compliadoras. ?En Tierras Australes. Im?genes, problem?ticas y discursos?. Editorial Universidad Nacional del Sur. Bah?a Blanca. Argentina 2003. P?g. 11

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