El envejecimiento poblacional constituye uno de los problemas demográficos más preocupantes en el presente siglo XXI para las autoridades sanitarias y políticas de cualquier país desarrollado, nuestro país, cuyo sistema de salud está al nivel de los llamados países del primer mundo, no se ve exento de esta situación debido a la baja tasa de natalidad que hemos presentado en los últimos 15 años. En el caso de Villa Clara es ya reconocida como la provincia con la población más anciana de todo el país.
Se conoce que los cambios morfofuncionales y bioquímicos que ocurren en la tercera edad limitan sensiblemente al hombre en su normal desenvolvimiento social, lo cual trae como consecuencia trastornos no solo físicos sino también en la esfera psicológica, lo anterior se acentúa por la comorbilidad propia de esa etapa de la vida en la cual son más frecuentes determinadas enfermedades como la Cardiopatía Isquémica, la Hipertensión Arterial y la Diabetes Mellitus. Con el cese de las actividades propias de la vida laboral el anciano, poco a poco, va cayendo en estados de inactividad, inseguridad, inmovilidad e incontinencia que los médicos nos encargamos de empeorar con la iatrogenia, lo anterior es conocido en el lenguaje médico como el Síndrome de las cinco i.
En lo anteriormente expuesto están recogidas algunas de las principales preocupaciones de este grupo de edad que, por cuestiones históricas y culturales, ha sido involuntariamente relegado a un segundo plano, es decir, la incapacidad física toma para la sociedad un valor exagerado, no teniéndose en cuenta factores como la experiencia, la sabiduría y los resultados obtenidos con un trabajo consecuente ¡Que difícil es encontrar un joven que reúna esos tres tesoros! La sociedad moderna se verá cada vez más poblada de ancianos lo cual modificará sensiblemente nuestras relaciones a nivel de la comunidad, unido a los factores antes expresados se podrán encontrar la disgregación en algunos casos de los lazos familiares y la tendencia al aislamiento por la disminución de motivaciones, influyendo de esta manera en un comportamiento poco activo.
Este cuestionamiento a la existencia misma del sujeto, de su subjetividad y su historia, es explicable si se tiene en cuenta que parte de la post modernidad se sustenta sobre un discurso donde ese sujeto resulta fragmentado y en esta medida diluido. A este no se le otorga espacio para expresarse, y, en ocasiones, para ni siquiera alienarse, porque es el resultado de una lógica que le omite.
Una psicología social que hoy se plantee trascendencia y cientificidad, no puede soslayar estas polémicas y las rupturas y reencuentros que de ellas se desprenden. Una verdadera disciplina psicosocial, tiene que enfrentar la explicación de la subjetividad de su época. Tiene que reconsiderar en ello el valor de la vivencia social de sus protagonistas, lo que la conduce no solo a un planteamiento de sus procedimientos para acercarse a estas realidades, sino a una redefinición sustantiva de los componentes teóricos de su identidad.
Por todo lo anterior es que nos sentimos especialmente motivados para desarrollar este trabajo investigativo en pacientes de la tercera edad pertenecientes al Consultorio Médico número 5 del área de salud de Cifuentes, trazándonos como objetivo principal realizar una caracterización psicológica del mismo con una perspectiva social esencialmente comunitaria.
En la tercera edad el cese de las actividades propias de una vida laboral activa propicia el aislamiento e hipocinesia del anciano, falta de confianza y disminución de la autoestima, si a esto sumamos que aparecen enfermedades crónicas e invalidantes como la Cardiopatía Isquémica, la Hipertensión Arterial, la Diabetes Mellitus y las patologías del Sistema Osteomioarticular comprenderemos lo necesario de realizar un programa de ejercicios físicos que además del beneficio "interno" resultante de la actividad física, facilitaría "externamente" nuevas relaciones interpersonales mejorando su adaptabilidad social en la comunidad.
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