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Gobierno de George Washington



  1. Antecedentes
  2. La rebelión del té
  3. La guerra
  4. Finalmente, la independencia
  5. Bibliografía

Antecedentes

La independencia de los Estados Unidos

La independencia de las colonias inglesas en Norteamérica y el nacimiento de los Estados Unidos es uno de los acontecimientos históricos mas relevantes del siglo XVIII. La Constitución estadounidense, promulgada el 17 de septiembre de 1787, se convirtió en la primera Carta Constitucional escrita que regulaba la forma de gobierno de un país. Al poner énfasis en los derechos del individuo y al otorgar la soberanía al conjunto de los ciudadanos y no a un monarca, sentó las bases de la legalidad moderna.

Éste fue uno de los motivos que propició que la independencia de Estados Unidos se convirtiese en un símbolo de la lucha por la libertad de los pueblos y pasase a ser un punto de referencia para movimientos insurgentes posteriores, entre los que se contó la Revolución Francesa. De la misma manera, la independencia de Estados Unidos demostró que era posible que los territorios colonizados se liberasen del yugo europeo. La nación norteamericana fue un punto de referencia para muchos líderes de América Latina. Tras alcanzar su independencia, muchas de las antiguas colonias españolas se inspiraron en la organización política de Estados Unidos para construir sus Estados: un ejemplo claro es el de México, nación que, cuando menos nominalmente, adoptó una estructura federal semejante a la de su vecino del norte.

Antecedentes y causas

La revolución americana supuso la independencia de una de las más prósperas posesiones coloniales del siglo XVIII. Ubicadas a lo largo de la franja atlántica de América del Norte, las trece colonias que se vieron involucradas en las luchas independentistas fueron por el norte, Massachusetts (Nueva Inglaterra), Connecticut, Nueva Hampshire, Rhode Island, en el centro, Nueva Jersey, Nueva York, Delaware, Pensilvania y hacia el sur, Virginia, Maryland, Carolina del Norte, Carolina del Sur y Georgia.

La forma de gobierno que Inglaterra auspició en sus posesiones introdujo una embrionaria participación directa de la población en sus asuntos internos cuya autoridad recaía en las asambleas de ciudadanos. A mediados del siglo XVIII, la estructura social dentro de las colonias indicaba la ubicación en la cúspide del poder de una oligarquía territorial que a través de varias generaciones había controlado las asambleas ciudadanas, cuya ideología era profundamente conservadora. Pero a su lado comenzó a surgir una amplia y próspera clase media dispuesta a defender la tolerancia, el libre desarrollo de sus propiedades y el comercio ante las exigencias de la Corona. Este último sector, afincado especialmente en Boston, Nueva York, Filadelfia, Newport o Charleston, se convertiría en guía de la revolución promoviendo organizaciones secretas en las que adoptaron el nombre de "Hijos de la Libertad".

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George Washington

Las causas de la independencia hay que ubicarlas en diversos niveles. La más profunda de éstas apunta al cambio de mentalidad que experimentaron estos territorios con la oleada migratoria que llega de Europa entre 1700 y 1760. Este fenómeno iba a condicionar una sociedad con una marcada estructura religiosa pluralista, tolerante y desacralizadora del poder que facilitó la introducción del debate moral y ético en la actuación política.

Existe también una causa ideológica que se constata en la rápida recepción que se hace de los derechos naturales y las ideas ilustradas que más adelante nutrirían el movimiento independentista. El cultivo de una retórica basada en el mito, la leyenda y la historia completaron la interiorización de un espíritu localista. La última causa apunta a las transformaciones políticas y económicas que Inglaterra intentó introducir en sus colonias al concluir la guerra de los Siete Años con Francia en 1763.

El alarmante crecimiento de la deuda británica, como consecuencia de la guerra, condujo al rey Jorge III a decretar el aumento de las presiones impositivas sobre sus súbditos de Ultramar. En 1764 la subida que experimentó el impuesto sobre el azúcar, la autorización de pesquisa general dada a los agentes de aduanas para registrar los negocios en busca de contrabando, la creación del ejército permanente y la ley sobre el timbre fueron algunas de las medidas que provocaron la indignación de los colonos. Éstos convocaron asambleas con el fin de expresar su protesta y pedir al Rey su derogatoria.

Una de las asambleas más importantes fue la reunión de la Ley del Timbre celebrada en Nueva York en octubre de 1765. Allí los "Hijos de la Libertad" sentaron las bases para una acción coordinada ante la Corona y perfilaron los primeros derechos compartidos de las trece colonias. Aunque el Parlamento británico oyó el clamor que venía de su posesión americana y suspendió la ley del timbre, poco tiempo después esta misma institución votaba la "Declaratoy Act", una decisión que le reconocía el derecho de establecer impuestos ´externos´ a las colonias en todos los casos sin excepción. Amparado en este decreto, el Parlamento en 1767 aprobó tres leyes cuyas disposiciones gravaban el derecho de importación del té, el vidrio, el papel, el plomo y otros artículos que las colonias importaban.

La rebelión del té

La "Declaratory Act" y el aumento de los impuestos volvieron a poner en pie de lucha a los colonos. Desde la asamblea más reacia a acatar los dispositivos reales, Massachusetts, se remitió una circular al resto de las colonias exponiendo los derechos de los colonos y proponiéndose el boicot al té inglés. El episodio conocido como la matanza de Boston de marzo de 1770, fecha en que unos soldados que resguardaban el puerto hicieron uso de sus armas y mataron a algunos colonos que protestaban contra el impuesto, agudizó el conflicto entre americanos e ingleses.

Los colonos se negaron a comprar el té de Inglaterra al confirmar el Rey dicho impuesto, por lo que decidieron importarlo clandestinamente de Holanda. Asimismo, en Charleston, Filadelfia, Boston y Nueva York empezaron a organizarse tumultos exigiendo que las embarcaciones inglesas retornaran a la metrópoli con sus cargamentos. El incidente del "té de las cinco" en Boston es otro acontecimiento que forma parte del anecdotario de la revolución. El 16 de diciembre de 1773 un grupo de colonos disfrazados de indios mohawk escalaron los navíos cargados de cajas de té y las arrojaron al mar con el beneplácito de la población.

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Enfrentamiento con las tropas inglesas

En represalia por este acto de sabotaje, Jorge III hizo que el Parlamento votase la clausura del puerto de Boston y el traslado de la capital a Salem. Además ordenó aplicar la "Regulation Act" que anulaba la carta de Massachusetts y colocaba a la colonia bajo administración directa de Inglaterra. La asamblea de ciudadanos de la colonia sancionada declaró intolerables estas medidas y lanzó una llamada de auxilio al resto de las colonias. Todas apoyaron a Massachusetts y decidieron hacer un frente común contra Inglaterra.

Esta rebelión colectiva se materializó propiamente el 5 de septiembre de 1774 al constituirse en Filadelfia el primer congreso continental de los "Hijos de la Libertad". Este congreso no se propuso la independencia ni intentó dictar una legislación autónoma. Todavía dominado por los conservadores partidarios de la reconciliación con la Corona, la finalidad del Congreso fue demandar al rey Jorge III una rectificación por las injusticias cometidas con el aumento de los impuestos y el castigo a la colonia rebelde.

No obstante, de este congreso surgió un sector más radical, liderado por Samuel Adams, que decidió crear en Massachusetts asociaciones de patriotas cuyo objetivo debía ser oponerse por la fuerza a las agresiones inglesas si éstas continuaban. Massachusetts estableció así en la práctica un gobierno provisional dirigido por John Hancock, paralelo al constituido por los ingleses al mando del general Gage. Los leales a Adams y Hancock se organizaron y armaron para hacer frente a cualquier ataque realista en "compañías de emergencia".

El conflicto armado entre los rebeldes y los "casacas rojas" fue inevitable. Iba a ocurrir en las regiones donde Adams y Hancock se habían refugiado. El general Gage ordenó a un destacamento de tropas dirigirse a Lexington donde se sospechaba estaban ambos líderes. La famosa cabalgata del "patriota" Paul Revere hacia esta aldea anunciando la llegada de los ingleses permitió la huida de Adams y Hancock hacia el poblado vecino de Concord. Allí el 19 de abril de 1775 se produjo la batalla. Las tropas inglesas abatieron una "compañía de emergencia" que se interpuso en su camino, pero la llegada de nuevos refuerzos les hizo finalmente retroceder. A los pocos días de esta incruenta batalla, los patriotas iniciaron el asedio de la ciudad de Boston.

El pretexto para el estallido de la rebelión conjunta de las trece colonias se activó con los sucesos de Concord. Uno a uno todos los gobiernos leales al rey se derrumbaron y en su lugar los colonos constituyeron comités de emergencia. Pero aún el sentimiento de independizarse no era mayoritario. Esto lo confirma la actitud conciliadora que asumió el Segundo Congreso Continental, reunido en Filadelfia el 10 de mayo de 1775. A pesar de reconocerse el estado de guerra todavía se rechazaba el desconocimiento de la autoridad de Jorge III. Los congresistas decidieron remitirle una última petición, el "ramo de olivo", en señal de reconciliación siempre que rectificara las injusticias.

Al mismo tiempo proclamaron a George Washington jefe del ejército continental. Cuando Washington asumió el mando en Cambridge (Massachusetts) se encontró con un contingente que todavía no se recuperaba de la batalla de Bunker Hill del 17 de junio de 1775, la más sangrienta de la guerra revolucionaria, que pese a suponer la pérdida para los colonos de Boston infligió a las fuerzas inglesas grandes bajas.

La respuesta del rey al "ramo de olivo" fue negativa y dispuso el envío de refuerzos para acallar a los rebeldes. Esta actitud represora colocó al Congreso en la disyuntiva que el folleto publicado en enero de 1776 por Thomas Payne con el nombre de Common Sense resumió perfectamente: sólo quedaba la vuelta a la sumisión o la búsqueda de la independencia. Muchos congresistas comenzaron a tomar en serio esta última posibilidad. La tendencia a emanciparse totalmente del Rey iba a ser más pronunciada en Nueva Inglaterra y en los Estados del sur que en las colonias centrales.

La guerra

El desarrollo bélico de la revolución tuvo una duración de cerca de siete años y atravesó por dos fases nítidas. La primera fase comprende las acciones realizadas por el ejército continental y las milicias patriotas entre el otoño de 1775 y el invierno de 1778, mientras que la segunda fase comienza con la constitución del ejército francoamericano que surge de la alianza defensiva que Estados Unidos celebra con Francia el 6 de febrero de 1778.

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George Washington en campaña

En lo que se refiere a la primera etapa, la estrategia de Washington poco puede hacer para sacar adelante a un ejército mal armado, peor entrenado y mucho menor en número que las tropas inglesas. Ello explica que la expedición organizada por Washington al Canadá resultara un fracaso, aunque en compensación se lograra la pérdida de los ingleses del puerto Boston en marzo de 1776.

Mientras el ejército de Washington trataba de enmendar el rumbo de la guerra, los representantes de Virginia daban el paso decisivo al cambio político al declarar su independencia el 1 de junio de 1776. Su ejemplo fue proseguido por el resto de las colonias. El 4 de julio de 1776, el Congreso general de Filadelfia proclamó la unión de las trece colonias y votó la famosa Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, redactada por Thomas Jefferson con el apoyo de Benjamin Franklin y John Adams.

A pesar de que los "Hijos de la Libertad" lograron un triunfo resonante a nivel internacional con su emancipación, los reveses en las contiendas bélicas internas durante 1776 y 1777 amenazaron con interrumpir dicha experiencia. Las operaciones militares inglesas lograron su objetivo de recuperar Nueva York al derrotar en Long Island al ejército continental el 27 de agosto de 1776. Las tropas inglesas al mando de los hermanos Howe iban a proseguir su ofensiva por el norte capturando Nueva Jersey. En julio de 1777 el avance de las tropas realistas sobre Filadelfia de nuevo provocaba la huida del ejército de Washington.

Pero la suerte comenzó a ser adversa para los ingleses cuando emprendieron la conquista del valle del Hudson, control que hubiera supuesto la división de las colonias separando a Nueva Inglaterra del sur. En los dos encuentros bélicos de Saratoga de septiembre y octubre de 1777 la derrota de las tropas inglesas ante las milicias americanas, comandadas por el general Horacio Gates, provocó la rendición del general Burgoyne. Esta batalla inició el repliegue del ejército leal al Rey por el norte e hizo retornar el optimismo a los americanos.

El conflicto se internacionaliza

La alianza francoamericana de febrero de 1778 fue un triunfo de la diplomacia americana que Franklin lideraba en Europa. Si para los ex-colonos el acuerdo supuso el reconocimiento de su independencia en Europa, para los ingleses significó una vuelta a la pugna bélica con su tradicional competidora. Pero no sólo Francia iba a declarar la guerra a Inglaterra, España haría lo propio en 1779 y un año después Holanda. Aunque España no envió a Norteamérica hombres de armas como Lafayette, contribuyó económicamente al sostenimiento del ejercito continental a través de la casa "Gardoqui e hijos" de Bilbao. También El Visitador de Nueva España, José de Gálvez, ofreció al ejército de Washington la posibilidad de reabastecerse en la frontera, y el entonces gobernador de la Luisiana, Bernardo de Gálvez, recuperó para España las dos Floridas en 1781.

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George Washington y Lafayette

No obstante entrar en guerra con las principales potencias europeas, los ingleses obtuvieron entre 1780 y 1781 algunas victorias más sobre el ejército aliado en sus intentos de reconquistar las colonias del norte, ya sea lanzando ataques desde la base militar conquistada en Nueva York o atacando por las semidesérticas regiones fronterizas. En este último lugar los Rangers tories, es decir los miembros de la oligarquía territorial leales al Rey, auxiliados por varias tribus indias, libraron su batalla particular contra los colonos de Nueva York y Pensilvania.

Otro escenario de lucha importante sería el mar, que hasta entonces había sido dominado exclusivamente por los navíos ingleses. Aquí los mayores éxitos de los patriotas los posibilitaron los corsarios cuyo número llegó hasta cerca de los dos mil. De lo anterior se desprende que la guerra había llegado a un punto en que ninguno de los bandos en conflicto podía avanzar más allá de lo que habían obtenido si no era a costa de hacer un cambio radical en su estrategia de combate. Tal fue el riesgo que decidieron correr los generales ingleses al trasladar a fines de 1778 el escenario de la lucha al sur del país.

La primera población en caer en manos inglesas fue Georgia en diciembre de 1778; su reconquista corrió a cargo de las tropas del coronel Campbell. Al año siguiente una avanzada del ejército ingles acantonado en Nueva York partía al sur con el propósito de tomar Charleston, el estratégico puerto de Carolina del Sur. Como en Georgia, tampoco aquí las milicias americanas lograron evitar que el general Clinton se posesionara finalmente del puerto el 12 de mayo de 1780. A continuación las tropas leales al mando del general Cornwallis lanzaron una ofensiva para recuperar Carolina del Norte. Aquí comenzaría la debacle inglesa al impedir el ejército aliado en la batalla del Monte del Rey de octubre de 1780 y, dos meses después, en la batalla de Cowpens la consumación de este objetivo.

Ante este obstáculo, Cornwallis decidió atacar Virginia, pero las tropas aliadas al mando del general Lafayette le acorralaron en Yorktown, una ciudad a las orillas del río York. El asedio aliado sobre el ejército regular duró cerca de dos meses, y finalmente capituló Cornwallis el 19 de octubre de 1781. Con la caída de Yorktown las hostilidades entre los dos ejércitos regulares cesaron. Inglaterra comprendió que su aislamiento internacional hacía inútil la continuación de la guerra, ya que sólo las tropas del general Clinton seguían ocupando Nueva York. Dos años más iban a tardar Estados Unidos e Inglaterra en llegar al acuerdo por el cual ésta reconocía la independencia de sus antiguas posesiones de Ultramar. Dicho tratado de paz se firmó el 3 de septiembre de 1783.

Finalmente, la independencia

Diecinueve años habían transcurrido desde el inicio de las protestas contra el plan inglés de convertir estos ricos territorios en simples colonias que sólo debían existir para servir a los intereses económicos de Inglaterra, proporcionarle materias primas y absorber sus manufacturas. La consecuencia que trajo este intento de introducir un despotismo regalista a colonias que habían interiorizado desde mucho tiempo atrás la participación directa en sus asuntos internos, derecho éste que se asumía al mismo tiempo como moral e inalienable, fue la aceleración de la desvinculación total de los Estados Unidos de Inglaterra.

Todavía iba a requerir Estados Unidos algunos años más para lograr la consolidación de su independencia. Los "Artículos de la Confederación" redactados en 1777 dieron unos poderes bastante limitados al Congreso continental. Cuando se selló el fin de la guerra con Inglaterra, ningún Estado de la Unión quiso someterse a su mandato. Este conflicto interno sólo se iba a resolver en la Convención de Annapolis de 1787 cuando todos los Estados aprobaron la constitución que establecía un gobierno nacional, republicano y federal. Este proceso culminó con la elección de George Washington como primer presidente de los Estados Unidos el 4 de marzo de 1789.

Todavía al mando del agitado Ejército Continental, al cual no se le había pagado y sin provisiones, Washington denunció las propuestas de que el ejército tomara las riendas del gobierno, incluyendo una que proponía hacerlo rey, pero apoyó las peticiones del ejército al Congreso Continental para ser indemnizado debidamente. Tan pronto se firmó el Tratado de París (1783), renunció su comisión y regresó de nuevo a Mount Vernon. Los sacrificios económicos y las ausencias largas, así como los préstamos generosos que hizo a amigos, deterioraron su extensa fortuna, que consistía mayormente de haciendas, esclavos, y propiedades de tierras en el oeste. Sin embargo, él tuvo muy poco tiempo para reparar sus finanzas porque su retiro fue corto.

Disgustado con el progreso nacional que operaba bajo los Artículos de la Confederación, abogaba por un gobierno central. Él fue el anfitrión de la Conferencia de Mount Vernon (1785) que se hizo en su hacienda después de las reuniones iniciales en Alexandria, aunque él aparentemente no participó directamente en las discusiones. Él no asistió a la Asamblea de Annapolis (1786) a pesar de sus simpatías con las metas de la misma. Pero al año siguiente y apoyado por muchos de sus amigos, el obtuvo la presidencia de la Asamblea Constitucional, cuyo éxito se debió a su presencia y dignidad. Después de la ratificación del nuevo instrumento de gobierno en el 1788, el colegio electoral lo nombró unánimamente el primer Presidente.

El próximo año, después de un viaje triunfal desde Mount Vernon hasta la ciudad de New York, Washington tomó el juramento de oficio en Federal Hall. Durante sus dos siguientes términos, él gobernó con dignidad y cautela. Él le dió estabilidad y autoridad a la nación naciente, la cual lo necesitaba, le dió substancia a la Constitución, y obtuvo la reconciliación entre bandos opuestos y políticas divergentes dentro de su gobierno y administración. Aunque no se oponía a ejercitar el poder presidencial, respetó la posición del congreso y no violó sus privilegios. Él también trató de mantener armonía entre el Secretario de Estado Thomas Jefferson y el Secretario del Tesoro Alexander Hamilton, cuyas diferencias representaban las divisiones de partidos que se desarrollaban, de las cuales Washington no quería ser parte.

Pero casi siempre dependiendo de los consejos de Hamilton, Washington apoyó su plan para asumir las deudas de los estados, convenido en la constitucionalidad del estatuto que estableció el Banco de los Estados Unidos y que favoreció la promulgación de tarifas por el Congreso para proveer ingresos federales para proteger a los fabricantes domésticos.

Washington tomó varios pasos para fortalecer la autoridad gubernamental, incluyendo la represión de la Rebelión del Whisky (1794). Para unificar el país, él viajó por el noroeste en el 1789 y por el sur en el 1791. Durante su administración, el gobierno se mudó de New York a Philadelphia en el 1790, dirigió el plan para la localización del Distrito de Columbia, y puso la piedra angular para el Capitolio (1793).

En asuntos extranjeros, a pesar de la oposición del Senado, Washington ejerció su influencia. Él apoyó los intereses de los Estados Unidos en el continente de Norte América a través de tratados con Inglaterra y con España. Insistió en mantener la neutralidad hasta que la nación se fortaleció. Por ejemplo cuando la revolución francesa creó guerra entre Francia e Inglaterra, no le prestó atención a las protestas del pro-Francia Jefferson y a las del pro-Inglaterra Hamilton.

Aunque muchas personas apoyaban a Washington para que obtuviera un tercer término, él estaba cansado de la pólitica y reusó. En su discurso de despedida, (Farewell Address, 1796), él incitó a sus compatriotas a renunciar a las diferencias de partido y a evitar enredarse en guerras y en las políticas domésticas de otras naciones.

Washington solo disfrutó de unos años de retiro en Mount Vernon. Todavía, demostrando su buena voluntad para hacer sacrificios por su patria en el 1798, cuando la nación estaba a punto de la guerra con Francia, él aceptó el mando del ejército; pero sus servicios finalmente no fueron requeridos. Él murió a la edad de 67 años en el 1799. En su testamento le otorgó la libertad a los esclavos.

Bibliografía

Brookhiser, Richard: Fundadores. Redescubrir el padre de George Washington:. Nueva York, Free Press, 1996.

Clark, E. Harrison. Despejado Toda la gloria la vida de George. Washington de Washington, DC: Regnery Editores, 1995.

De Emery, Noemi York. Washington, A: Biografía. Nueva Putnam, 1976.

Ferling, John E. Marco fuego al mundo: Washington, Adams, Jefferson y la Revolución Americana. Nueva York, Oxford University Press, 2000.

, María. Pope Osborne George Washington: Líder de una nueva nación:. Nueva York Libros Dial para jóvenes lectores, 1991.

Rosenburg, Juan:. En primer lugar en la guerra de George Washington en la Revolución Americana. Brookfield, CT Prensa Millbrook, 1998.

Trasladador,Investigador y Autor:Doctor Omar Gómez C,Senior,Ph.D.

 

 

Autor:

Omar R. Gómez Castañeda,Senior,Ph.D, es Post-Doctor, egresado en el Programa Post-Doctoral en Gerencia en las Organizaciones de la Universidad "Dr Rafael Belloso Chacín"(URBE), Maracaibo, Estado Zulia,Venezuela. Doctor en Administración de Negocios de la universidad norteamericana: University of Aberdeen International, Aberdeen, Dakota del Sur, Estados Unidos. Doctor en Economía Política egresado del Thomas Alva Edison College, Estados Unidos.Doctor en Historía,Distinción en Historía Antigüa y Medieval,egresado de Belford University,Humble,Texas,Estados Unidos.Ex-Profesor Titular de la Cátedra de Venezuela Contemporánea en el IUTIRLA,Extensión Barquisimeto,Estado Lara,Venezuela. Post-grado como "Experto Universitario en Economía Global Electrónica", egresado de la Universidad de Málaga, Málaga, España. Economista Colegiado en el Colegio de Economistas del Estado Zulia, Maracaibo, Estado Zulia,Venezuela

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Autor:

Dr. Omar Gómez C. Senior, Ph.D.

 

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