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Perfil del Amazonas (página 2)



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Campamento sobre el río Sucusari. Considerado como uno de los atractivos más importantes del ecoturismo a nivel mundial, este campamento cuenta con el primer pasadizo aéreo de América. Permite apreciar desde una posición privilegiada la abundante fauna y flora desde un puente colgante de 200 m de longitud, hecho en redes de acero y ubicado a 30 m de altura.

Reserva Nacional de Pacaya-Samiria. Con una extensión de 21 mil km2, es la zona reservada más grande del Perú. Fue creada para preservar la particular flora y fauna de la enorme extensión de la selva baja inundable. El acceso y las visitas guiadas se pueden realizar partiendo desde su albergue de selva a unas cuatro horas en deslizador.

Francisco de Orellana: descubriendo el gran río Como tantos otros a través de la historia, este explorador y conquistador español se dejó encantar por el embrujo de El Dorado, y en su búsqueda de aquella ciudad ideal encontró otro tesoro maravilloso e inconmensurable: El Amazonas. A cientos de años de este recorrido magnífico por el rey de los ríos, vale recordar al primer explorador que lo supo navegar en toda su extensión.

Con hambre de gloria

Primo de Francisco y de Gonzalo Pizarro, viajó a América Central a los diecisiete años, en la etapa más intensa de la expansión colonial española. Excelente conocedor del territorio americano y de varias lenguas amerindias, reforzó el ejército de Pizarro en Perú y le sirvió en múltiples campañas, en una de las cuales perdió un ojo.

Sus primeros años en el Nuevo Continente, donde llegó hacia 1527, transcurrieron por tierras nicaragüenses. En 1533 pasó a Perú y participó en la fundación de Puerto Viejo. Leal a sus parientes, apoyó la causa pizarrista e intervino junto a ellos durante el asedio de Cuzco entre 1536-1537 y en la batalla de las Salinas frente a Diego de Almagro en 1538. Tras ésta, recibió de Francisco Pizarro la gobernación de la provincia de la Culata, en la cuenca del Guayas (Ecuador), donde, además de ocuparse de la Villa Nueva de Puerto Viejo, debía erigir la ciudad de Santiago de Guayaquil, fundada en 1534 por Sebastián de Belalcázar, y que había sido destruida por los indios.

En 1539 sumó al cargo de gobernador el de capitán general. Un año después se incorporó a la expedición que el nuevo gobernador de la provincia de Quito, Gonzalo Pizarro, emprendió hacia el Este en busca del país de la Canela y de El Dorado. Orellana se incorporó a la expedición en el valle de Zumaco, próximo a Quito. Las primeras incursiones exploradoras no encontraron las ansiadas riquezas, lo que motivó que Orellana se separase de Pizarro para buscar provisiones. Tras construir un bergantín, Orellana se embarcó con un grupo de expedicionarios el 26 de diciembre de 1541 siguiendo el curso de los ríos Coca y Napo, mientras Pizarro y el resto de la tropa seguía la expedición por vía terrestre. Explorada la zona, Orellana decidió regresar como había acordado con Pizarro, pero sus hombres se lo impidieron y amenazaron con sublevarse.

Siguiendo el gran río

Después de elegirlo su jefe, y tras construir dos nuevos barcos, el San Pedro y el Victoria, Orellana se lanzó a la conquista de nuevas tierras en nombre del rey de España. Entre los tripulantes de la expedición viajaba el dominico fray Gaspar de Carvajal, cuya Relación constituye la crónica del viaje.

En febrero de 1542 alcanzó las caudalosas aguas del Marañón, también conocido con los nombres de Amazonas, Orellana y Bracamoros entre otros. En su avance por el río, llegó en mayo del mismo año a Machifaro, capital del país de los omaguas, al norte de Perú, donde tuvo que hacer frente a los ataques de los nativos. Siguió río abajo y el 23 de mayo descubrió la triple desembocadura del Purús, que llamaron río de la Trinidad. El 3 de junio de 1542 encontró el río Negro y, tras abandonar la desembocadura del Madeira y poco después la del Tapajós, llegó a finales del mes de junio al legendario señorío de las Amazonas, que dio nombre al curso fluvial, el llamado río Grande de las Amazonas. Los expedicionarios prosiguieron el viaje hasta su llegada al Atlántico en agosto del mismo año. Desde allí Orellana se dirigió con sus hombres al golfo de Paria, en tierras venezolanas, y tras una breve estancia en Cubagua y Santo Domingo, partió hacia España para comunicar a la Corona el descubrimiento de estas tierras, que bautizó con el nombre de Nueva Andalucía.

Fue en este viaje en el que el Amazonas adquirió su nombre. Fray Gaspar de Carvajal, cronista de Orellana, escribió que la expedición fue atacada por feroces mujeres guerreras, similares a las amazonas de la mitología griega, pero es posible que simplemente luchara contra guerreros indígenas de pelo largo.

Permaneció en España durante los años 1543 y 1544. Desde Cubagua, Orellana embarcó hacia España. Sin embargo, tras una travesía difícil, llegó primero a Portugal, donde el rey le ofreció hospitalidad e incluso recibió ofertas para volver al Amazonas con una expedición abundantemente provista bajo bandera portuguesa. El Tratado de Tordesillas había puesto toda la longitud del Amazonas bajo soberanía castellana, mientras que los portugueses consideraban la costa brasileña como de su entera propiedad. Sin embargo, Orellana continuó a Valladolid con la esperanza de alentar las reclamaciones castellanas de toda la cuenca del Amazonas.

Una vez en la corte, y tras nueve meses de negociaciones, Carlos I le nombra gobernador de las tierras que había descubierto, bautizadas como Nueva Andalucía. Las capitulaciones le permitían explorar y colonizar Nueva Andalucía con no menos de 200 soldados de infantería, 100 de caballería y el material para construir dos barcos fluviales. A su llegada al Amazonas, debía construir dos ciudades, una de ellas justo en la boca del río. Sin embargo, los preparativos se alargaron, debido a la falta de fondos. Finalmente, gracias a la financiación de Cosmo de Chaves, padrastro de Orellana, la expedición puede partir, no sin que antes Orellana se case con Ana de Ayala, una joven pobre, a la que pretende llevar en su viaje.

Zarpa de Cádiz, pero es detenido en Sanlúcar, debido a que gran parte de su expedición estaba compuesta por no castellanos. Finalmente, y escondido en uno de sus barcos, zarpa subrepticiamente de Sanlúcar con cuatro barcos. Uno se pierde antes de llegar a las islas Cabo Verde, otro en el curso de la travesía, mientras que otro es abandonado al llegar a la desembocadura del Amazonas. El desembarco se produce poco antes de las navidades de 1545 y Orellana se interna unos quinientos kilómetros en el delta del Amazonas tras construir un barco fluvial. Cincuenta y siete hombres mueren de hambre y el resto acampan en una isla del delta entre indios amistosos. Orellana parte en un bote para encontrar comida y la rama principal del Amazonas. A su regreso, encuentra el campamento desierto, pues los hombres habían construido un segundo bote y partido en busca de Orellana. Finalmente abandonaron y partieron costeando hasta la isla Margarita.

Orellana y su grupo siguieron tratando de localizar el canal principal, pero fueron atacados por indios caribes. Diecisiete murieron a causa de las flechas venenosas y el mismo Orellana murió durante noviembre de 1546.

Algunas crónicas del viaje

La fuente fundamental de la primera expedición fue escrita por fray Gaspar de Carvajal, el capellán que acompañó a Orellana en su exploración del Amazonas. Se trata de la Relación del nuevo descubrimiento del famoso río Grande que descubrió por muy gran ventura el capitán Francisco de Orellana. Partes de la Relación de Carbajal aparecieron en la Historia general y natural de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo, escrita en 1542, pero no publicada hasta 1855. La reseña de Oviedo es especialmente valiosa porque combina partes de la Relación de Carbajal con entrevistas a Orellana y algunos de sus hombres. La Relación no fue publicada completa hasta 1895 por el erudito chileno José Toribio Medina, como parte de su obra Descubrimiento del Río de Las Amazonas. Más tarde, en 1934, fue extensamente revisada por H.C. Heaton.

La Relación de fray Gaspar de Carvajal, futuro arzobispo de Lima (y hermano de Francisco de Carvajal, compañero de Pizarro), es la fuente más importante del mito de El Dorado. Aquí, unos extractos de su relato.

"Habiendo ya pasado 11 días de febrero, se juntaron dos ríos con el río de nuestra navegación. Y eran grandes, en especial el que entra la mano diestra… El cual deshacía y señoreaba todo el otro río y parecía que le consumía sí porque venía… furioso y con … grande avenida..," contó el fraile dominico Gaspar de Carvajal, vicario de Quito y capellán, en "La Relación del nuevo descubrimiento del famoso Río Grande que descubrió por muy gran ventura el Capitán Francisco de Orellana".

Cuando Francisco de Orellana descubrió el Amazonas el 12 de febrero de 1542, tenía 31 años de edad. Había vivido 14 en las Indias desde que abandonó su ciudad natal, Trujillo, en Extremadura, España. Antes de partir desde el río Guayas al País de la Canela y El Dorado, escribió al Rey. Le contó los servicios hechos a su Majestad. Le pidió que le nombrara gobernador de la provincia de Guayaquil:

'Habiéndome hallado en las conquistas de Puerto Viejo y sus términos y haber perdido en ella un ojo. Y asimismo ser notorio el servicio que hice en la dicha villa de Portoviejo en él reparo (curación) de los españoles que a mi casa acudían. Y recogí 80 hombres a mi costa y misión, pagándoles los fletes y otros gastos que debían en la dicha villa, y adeudándome en mucha cantidad y suma de pesos de oro los llevé por tierra, fin dicha jornada hice mucho fruto y gran servicio a la Corona Real. Poblé y fundé en nombre de su Majestad una ciudad, la cual puse por nombre la ciudad de Santiago (Guayaquil), en parte tan fértil y abundosa y ser en comarca que por ella se sirven y llevan proveimientos a la villa de Quito y Pasto y Popayán… Soy caballero hijo dalgo y persona de honra'. Francisco Pizarro había dado a Gonzalo, su hermano más querido, la Gobernación de Quito, puerta de salida para el país de la Canela y El Dorado. Gonzalo soñaba con ese territorio donde había un lago sereno cercado de oro, minerales y piedras preciosas. Gonzalo pidió la ayuda de Orellana, su pariente, y se le adelantó a fines de febrero de 1541 con 220 españoles, varios miles de indios de la Sierra, llamas, caballos, cerdos y perros. Orellana consiguió en Guayaquil 23 soldados y algunos caballos y se le juntó por marzo en el valle de Sumaco. Juntos llegaron al río Coca donde se les acabó la comida. Construyeron un buque de dos palos y una vela cuadrada.

Orellana navegaría río abajo en ese bergantín para buscar provisiones. Gonzalo caminaría por la ribera. Pero llegó un momento en que tuvieron que separarse y Orellana jamás volvió.

Bajó del Coca al Napo y dio con el gran río. El 24 de junio, día de los fuegos de San Juan. los expedicionarios fueron atacados por indios comandados por amazonas, desnudas, musculosas, blancas, más altas que los indios (en realidad, eran indios de cabellera larga…). Fray Gaspar recibió un flechazo en el costado y horas más tarde en uno de sus ojos. Continuando por el río llamado desde entonces de las Amazonas llegaron al Atlántico en agosto de 1542 y regresaron a España.

Juzgado por abandonar a Pizarro, Orellana convenció
a sus jueces de que no había podido regresar por el ímpetu de
la corriente. Esperó meses, recibió el título de gobernador
de Nueva Andalucía, que así se llamó a las riberas del
Amazonas, y con su esposa Ana volvió al río fascinante con la
esperanza de surcarlo hasta Coca y retornar a Quito. Nunca pudo remontar el
río y murió a consecuencia de una emboscada de los indios en noviembre
de 1546. Este descubridor generoso y apacible, bueno y leal, dinámico
y perseverante, lleno de fe en su destino unió con su hazaña el
Pacífico Guayaquil, sus ríos navegables, las cordilleras andinas,
los valles serranos, el pie de monte oriental, la selva y el gran río
con el Atlántico.

 

 

 

Autor:

Segundo Freddy Ramírez Alburqueque

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