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Reflexiones en torno a la democracia cristiana




Enviado por Juan Carlos



  1. Apuntes introductorios?
  2. Aproximación crítica a la esencia del fenómeno?
  3. Conclusiones
  4. Bibliografía

(…) esperamos que desaparezca toda disensión respecto al nombre de democracia cristiana y toda sospecha de peligro en cuanto a lo que con tal nombre se significa. (…)que sólo aspira según la ley natural y divina a ayudar a los que viven del trabajo de sus manos, a hacerles menos penoso su estado y proporcionarles medios para atender a sus necesidades; a (…) ayudar al pueblo cristiano y preservarlo incólume de la peste del socialismo.

León XIII

Carta encíclica Graves de Común (18 de enero de 1901)

Apuntes introductorios…

La democracia cristiana constituye una corriente política contemporánea que intenta, a partir de una praxis religiosa, crear un sistema político que solucione los vacíos de los sistemas tradicionales y hegemónicos, el capitalismo y el comunismo. A grandes rasgos pretende eliminar el excesivo individualismo que desarrolla el capitalismo por un lado y por otro la absorción de las individualidades por parte del estado socialista, al menos teóricamente. Tiene sus primeras apariciones después del Manifiesto del Partido Comunista en 1848, expresión del anticomunismo presente de forma consustancial en su propia esencia.

Como partido político representa la vía de acceso al poder por parte de la iglesia después de la Revolución Francesa. Al ocurrir este último suceso (la Revolución Francesa) -como se conoce- se despoja a la iglesia no solamente del poder estatal sino también como decisora de todo el proceso educacional. Fue un duro golpe político (con la respectiva separación de la iglesia del estado) e ideológico(al quitarle el papel rector en la educación). Mediante los partidos democristianos muchos creyentes tuvieron la posibilidad de acceder a la participación política por cuanto estas nuevas organizaciones se proyectaban en función de sus intereses. Aún cuando al principio tuvo un carácter eurocentrista y altamente excluyente en la actualidad es admisible encontrar en cualquier parte del globo un partido democristiano. Este último elemento conduce a la aseveración, luego del análisis de las particularidades económicas de cada nación, de que su proyección objetiva (creación de partidos políticos en busca del poder) es diferente en todas las regiones, incluso en aquellos que comparten territorios geopolíticos relativamente cercanos. Al situar a los partidos políticos de esta corriente en cuanto a su correlación entre práctica y teoría a partir de sus posicionamientos sociopolíticos de forma general y a los intereses que representan en sus particularidades, sin duda alguna constituyen partidos derechistas, reaccionarios y fundamentalistas.

La base teórica de este proyecto la constituyen las encíclicas (este es uno de los principales documentos dentro de la política social de la iglesia), los documentos que aprueban en sus congresos (documentos que proponen los antiguos y presentes partidos democristianos en función de sus correspondientes especificidades) y el pensamiento democristiano (presente este último en toda la filosofía política cristiana). De estos fundamentos teóricos el concerniente y más importante al interés del tema que se abordará son las encíclicas. Aunque los otros fundamentos repercuten directamente en la política o doctrina social de la iglesia y consecuentemente en la democracia cristiana, se considera a las encíclicas de gran significación debido a: 1) con esta se establece la posición política de la máxima autoridad de Dios en la tierra; 2) respetando las particularidades de cada partido con esta se van a diseñar las directrices y proyecciones generales de cada uno; y 3) representa el sostén ideológico de estos partidos.

Según el Gran Diccionario de la Lengua Española Larousse (versión en digital) la encíclica es la "carta que el papa dirige a todos los obispos o a los fieles católicos: la encíclica trata sobre la reorganización de la iglesia". Algunos cientistas la ven como "documentos donde los pontífices, bajo la inspiración evangélica, oficializan la posición de la iglesia sobre los principales problemas sociales, económicos y políticos del momento[1]También constituyen la proyección de la iglesia y correspondientemente de los partidos democristianos ante estos problemas y finalmente van a representar la forma con que la iglesia se va o no a comprometer con los problemas de la humanidad en circunstancias sociohistóricas especificas.

En estas van a estar presentes también las principales polémicas
teóricas e ideológicas de las ciencias que convergen de una forma
u otra con sus intereses y con la visión de la iglesia hacia el mundo.
Para analizar la teoría de la democracia cristiana en el interior de
las encíclicas se hace menester la creación de uno o varios centros
de investigación debido al número de encíclicas existentes
y a la diversidad de temáticas tratada en cada una de ellas. Es por ello
que se hace necesario escoger un elemento específico para estudiarlo
más a fondo y evaluar a partir de este la democracia cristiana como teoría
política contemporánea y como proyección política
alternativa. Las investigaciones existentes sobre este fenómeno son generalmente
aisladas, y poco tratadas desde el marxismo, sin profundizar en las fuentes
teóricas. El objetivo que se traza esta investigación es analizar
desde una perspectiva marxista la teoría de la democracia cristiana en
cuanto al tratamiento a los obreros (proletarios, etc.) a través de las
encíclicas Rerum Novarum (1891) y Caritas Veritae (2009).
Aunque no constituyen estas las únicas encíclicas sociales fundamentales
se analizarán solo estas debido a que en ellas se encuentra inmersa la
esencia del posicionamiento y proyección de la iglesia católica
ante la clase obrera.

Se selecciona el obrero y su respectivo tratamiento en las encíclicas
para evaluar la política social de la democracia cristiana por las siguientes
razones: el obrero constituye el sujeto social fundamental del marxismo en sus
orígenes que posibilita el cambio hacia estadios sociales superiores;
el asunto de los obreros está presente en las principales encíclicas
sociales, desde "Rerum novarum" (constituye esta un hito en las encíclicas
destinadas al tratamiento de las cuestiones sociales que precisamente se aproxima
a la situación de los obreros de finales del siglo XIX) hasta las más
actuales, en la práctica está totalmente silenciado.

Al emitir las razones anteriores se percibe que la elección ejecutada no es arbitraria. Aunque los sumos pontífices tratan de una forma u otra sobre este tema las demás partes que constituyen el resto de las fuentes teóricas silencian, ocultan e invisivilizan este aspecto, fenómeno que es aprovechado por los oportunistas que llevan a cabo la práctica en todo lo referente a los partidos democristianos. La democracia cristiana procura ser un sistema viable, por tanto, es imprescindible realizar un estudio exhaustivo de todas y cada una de las peculiaridades de este movimiento político religioso, solo así se conocerá con profundidad los aspectos negativos y positivos de su totalidad.

Aproximación crítica a la esencia del fenómeno…

El desarrollo industrial alcanzado a finales del siglo XIX provocaba el impulso de la clase obrera en cuanto a número y cohesión por un lado, y por otro al gran debate teórico en torno a este mismo fenómeno. Desarrollo industrial que promovía cada vez más el desplazamiento de las grandes masas proletarias, aumentando la deplorable situación de esta clase. Es precisamente en este periodo que la iglesia se pronuncia manifestando su posición ante este proceso. Sentía la necesidad de explicitar sus proyecciones, máximo cuando la ideología que representaba a esta clase en auge era la marxista, totalmente opuesta, por lo menos en ese contexto, a las ideas religiosas que representaban un freno para el mismo obrero. Rerum Novarum (De las cosas buenas) es promulgada por el Papa León XIII el viernes 5 de mayo de 1891. Esta encíclica tenía la intención de interrumpir el proceso de descristianización que se estaba produciendo con la difusión de las ideas revolucionarias. El Papa mantenía con toda claridad su "apoyo" al derecho laboral de crear organizaciones o sindicatos siempre y cuando se mantuvieran alejados del marxismo. La encíclica Rerum Novarum está considerada la fundadora de la democracia cristiana, reconocida internacionalmente como la carta magna del orden social cristiano. El capitalismo en este periodo transitaba hacia su estadio imperialista, dejando en su primera fase una savia amarga que se exteriorizaba en los quejidos de la clase obrera, un capitalismo crudo sin mediaciones culturales donde la explotación constituía la premisa de toda la existencia humana. Ante esto la iglesia no se podía quedar atrás, respondiendo enérgicamente en función de sus intereses a partir de un discurso que aunque no les daba una respuesta viable a los trabajadores al menos formalmente se pronunciaba en su favor.

León XIII conocía que la única forma de evitar revueltas sociales era inmovilizando a la clase capaz de organizarse y enfrentar el orden de cosas existente, por lo que todo su esfuerzo en este documento estuvo dirigido a calmar las ansias de cambio proletarias. Lo primero que resalta en dicha construcción es, el marcado compromiso con los burgueses: "Es difícil realmente determinar los derechos y deberes dentro de los cuales hayan de mantenerse los ricos y los proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo."[2] Se percibe que eran tan importantes a su modo de ver los explotados como los explotadores en el orden social que reina en su contexto. El Papa se encontraba obligado a disimular su verdadera postura política – que parte de su posición económica de gran capitalista- por una cuestión de intereses, transfiguraba su actitud hacia la clase obrera ofreciéndoles una supuesta superación del estado de cosas a partir de la salvación de sus almas, promoviendo la inmovilidad de dicha clase para evitar, y así disolver la idea de la revolución.

Sentía la necesidad ante todo de justificar y legitimar el papel de la iglesia en aquella circunstancia:

"(…) es la Iglesia la que saca del Evangelio las enseñanzas en virtud de las cuales se puede resolver por completo el conflicto, o, limando sus asperezas, hacerlo más soportable; ella es la que trata no sólo de instruir la inteligencia, sino también de encauzar la vida y las costumbres de cada uno con sus preceptos; ella la que mejora la situación de los proletarios con muchas utilísimas instituciones; ella la que quiere y desea ardientemente que los pensamientos y las fuerzas de todos los órdenes sociales se alíen con la finalidad de mirar por el bien de la causa obrera de la mejor manera posible, y estima que a tal fin deben orientarse, si bien con justicia y moderación, las mismas leyes y la autoridad del Estado."[3]

Se distingue claramente que la intencionalidad de la iglesia era resolver por completo el conflicto (para lo cual no propone medio real que cambie el estado de cosas existente para el proletario, solo encausar la vida y las costumbres a partir de sus deseos y ardientes pensamientos, podría decirse a partir de la voluntad divina) o como bien dice hacerlo más soportable, aspecto este último que revela sus verdaderos propósitos. Se encuentra presente en lo antes analizado una supuesta orientación de la justicia y la moderación por parte de las leyes y la autoridad del estado hacia el bienestar (seudobienestar) del proletariado, fundamentos reformistas que si bien en su práctica solo contienen por determinados espacios de tiempo el empuje de la clase obrera, es observable, en este discurso un lenguaje ambiguo de fácil manipulación, puesto que no se establecen los límites de la moderación la cual puede ser factible a partir de los intereses de quienes dominan, en esta cuestión los de la iglesia. Tal es el caso de la moderación que según León XIII "(…) debe ser respetada la condición humana, que no se puede igualar en la sociedad civil lo alto con lo bajo."[4] Evidenciándose una de las particularidades de lo que se comienza a construir desde esta misma encíclica hasta nuestros días, el "justo respeto a la condición y a la dignidad humana" en el sentido aristotélico, donde las desigualdades solo son injustas para los desiguales. Pero no solo se queda en el reconocimiento y la asimilación de las diferencias sociales sino que en ese devenir es improcedente tratar de igualarse, como si el mismo dios hubiese creado a ricos y pobres.

Sorprendente y casi indecible es la lógica (de la más pura escolástica) con que todavía en los umbrales del siglo XX razonan quienes procuran solucionar los problemas de la humanidad. Con caprichosas leyes naturales y divinas ya antes vista por la historia mostrando a partir de nuevas metodologías soluciones verdaderamente insalvables. "Es mal capital, en la cuestión que estamos tratando, suponer que una clase social sea espontáneamente enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo."[5] La ignorancia (no por desconocimiento real sino por disfrazar sus intereses últimos) de leyes que rigen todas las relaciones sociales condicionaba a la divulgación de la confusión por parte de la iglesia a las masas proletarias en función de sus más "nobles" intereses. Sólo en la meditación encíclica cabe que las víctimas tienen que amar a sus victimarios, comprenderlos y entenderlos como si la justa naturaleza hubiese creado a ricos y pobres.

Era definitivamente una guerra ideológica la que comenzaba este Papa con su conmemorable documento:

"(…) para acabar con la lucha y cortar hasta sus mismas raíces, es admirable y varia la fuerza de las doctrinas cristianas. En primer lugar, toda la doctrina de la religión cristiana, de la cual es intérprete y custodio la Iglesia, puede grandemente arreglar entre sí y unir a los ricos con los proletarios, es decir, llamando a ambas clases al cumplimiento de sus deberes respectivos y, ante todo, a los deberes de justicia. De esos deberes, los que corresponden a los proletarios y obreros son: cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo; no dañar en modo alguno al capital; no ofender a la persona de los patronos; abstenerse de toda violencia al defender sus derechos y no promover sediciones; no mezclarse con hombres depravados, que alientan pretensiones inmoderadas y se prometen artificiosamente grandes cosas, lo que lleva consigo arrepentimientos estériles y las consiguientes pérdidas de fortuna."[6]

La idea era unir a los ricos con los pobres imponiendo una serie de reglas a los últimos (claro está que a los últimos puesto que son estos los defectuosos y no los primeros) que basado en sus obligaciones se creara un orden que acabara definitivamente con la lucha. Lo primero era trabajar lo acordado con sus explotadores, con arreglo a la justicia que se mencionó anteriormente, no podía faltar por ningún motivo el respeto y el cuido irrestricto al capital (ya en este periodo la misma iglesia era portadora de un capital bien trascendente) así como al dueño "legítimo" de ese capital, y por último se hacia obligatorio bajo estos preceptos religiosos la renuncia a toda violencia para la defensa de sus derechos así como el rechazo a líderes revolucionarios que fomentaran el "desorden y la confusión".

Como se muestra no sólo el proletariado estaba explotado físicamente sino que era prisionero de sus propias acciones. Con estas doctrinas no solo era un desposeído materialmente, ni siquiera tenía el medio para expresar su sufrimiento. Pero la doctrina social de la iglesia expuesta por este Papa muestra en esencia el sentir humano proyectado por las iglesias de corte judeocristiano en toda la tierra"(…) cuando se ha atendido suficientemente a la necesidad y al decoro, es un deber socorrer a los indigentes con lo que sobra. «Lo que sobra, dadlo de limosna»".[7] Es la exacerbación del individualismo, que dificulta la percepción humanista de la otredad con un mínimo de empatía. Se trata de alimentar ese egoísmo hasta la saciedad en todas las dimensiones del ser (tanto en lo espiritual como en lo material), dando solo las sobras como si fuera un gran beneficio para la misma dignidad humana estar constantemente dependiendo de limosnas.

La iglesia, destaca León XIII: "En relación con los proletarios concretamente, quiere y se esfuerza en que salgan de su misérrimo estado y logren una mejor situación. Y a ello contribuye con su aportación, no pequeña, llamando y guiando a los hombres hacia la virtud."[8] Solo que con la virtud no se saca a los hombre de la miseria. El análisis ahistórico lo conlleva a una miopía que le deja ver lo que puede estar a su alcance como propietario, a partir de esto se ingenia la mejor de las soluciones para ayudar a los proletariados llamando y guiando a los hombres a que retomen la política que les brinda, siendo más fácil explotar (objetiva y subjetivamente) a los trabajadores en nombre de la virtud. Su esfuerzo no va más allá de confundir a las masas proletarias con un nuevo discurso con el objetivo de hacer satisfacer sus necesidades, tal es así que "(…) provee directamente al bienestar de los proletarios, creando y fomentando lo que estima conducente a remediar su indigencia, habiéndose distinguido tanto en esta clase de beneficios, que se ha merecido las alabanzas de sus propios enemigos." La clase obrera ha sido protagonista de las alabanzas de los burgueses, estas, claro está, no son suficientes para la clase oprimida, como único los enemigos de la clase trabajadora han contribuido a manifestar el aprecio por sus méritos y cualidades ha sido oprimiéndola cada vez más.

Reconocen que "es verdad incuestionable que la riqueza nacional proviene no de otra cosa que del trabajo de los obreros."[9]Sus razonamientos no llegan al límite de negar esta verdad casi absoluta, quienes crean la riqueza en cualquier sociedad, son precisamente estos, los más explotados, es por esta razón que "se habrán de fomentar todas aquellas cosas que de cualquier modo resulten favorables para los obreros (…)"[10] Que resulten favorables para que sigan produciendo más y más, no para su verdadera liberación, es como el labrador que necesariamente debe proteger y salvaguardar la entereza de sus bueyes, de eso depende su futura riqueza.

Aun, con todo lo anteriormente analizado, el sumo pontífice plantea que su idea fundamental era "(…) librar a los pobres obreros de la crueldad de los ambiciosos, que abusan de las personas sin moderación, como si fueran cosas para su medro personal."[11]Habla de los que abusan, de los que explotan, todo el tiempo de forma impersonal, sin comprometerse realmente con los que sufren. He aquí la forma clásica de su proyección, intentan desde posiciones formales arreglar el mundo sin hacer nada objetivo, el Papa y su ciudad vaticana viven en la más excelsa holgura mientras a cada instante mueren niños en África de miseria por falta de pan y agua potable.

Desde su magna posición observa León XIII la aparición de una clase dentro de los obreros bastante acomodada planteando que: "Si el obrero percibe un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus hijos, dado que sea prudente, se inclinará fácilmente al ahorro y hará lo que parece aconsejar la misma naturaleza: reducir gastos, al objeto de que quede algo con que ir constituyendo un pequeño patrimonio."[12] De una forma sencilla se ilustra y promueve el proceso de aristocratización del proletariado a partir de una supuesta entrada de dinero que posibilite con una discreta reducción de los gastos unido a un prudente ahorro la conformación de un modesto capital. Como si todos o incluso la mayoría de los obreros o proletarios disfrutaran de una entrada que posibilite lo antes señalado. Posición esta que condiciona la división del proletariado desde dentro. Este fenómeno se estaba desarrollando desde la primera mitad del siglo XIX.[13]

Lo principal ante la vista de la iglesia a partir de "Rerum Novarum"era mantener a la sociedad en un estatismo cristiano donde se criticara con severidad a todo intento de disturbio social. Crear un orden social a partir de la racionalidad cristiana, fuera de toda lógica coherente en función del desarrollo, manteniendo como máximo principio la verdadera liberación humana. Para ellos es sancionable poner en peligro la tranquilidad pública, tranquilidad que solo tienen quienes se apoderan del trabajo de otros. Este documento va a justificar la explotación de la iglesia, su propiedad privada y su despiadado egoísmo racionalizado con el disfraz de la llamada fe cristiana. Esta carta magna va a guiar la posición política e ideológica de las principales encíclicas sociales. Un elemento importante que no se debe olvidar es que las encíclicas más importantes que abordan la doctrina social de la iglesia mantienen a la de León XIII como un paradigma a seguir aunque no se traten sobre los temas que se abordaron allí directamente.

El 29 de junio de 2009 el actual papa Benedicto XVI en Roma lee una de las encíclicas sociales más recientes e importantes titulada "Caritas in Veritate" (Caridad en la Verdad). Es una encíclica que se ajusta a la perfección con el contexto en que se vive actualmente. Un discurso que muestra el caudal de conocimientos y la cultura alcanzada por el máximo pontífice que sabe situar a la iglesia en su justa medida a partir de sus aspiraciones y sus posibilidades reales. Habla de un mundo globalizado, de la cultura, de las comunicaciones, del humanismo, del desarrollo de la ciencia y la tecnología, de la libertad humana, de la responsabilidad moral, del bien común, del desarrollo, sobre los accionistas y los consumidores, del poder político, sobre la destrucción del medio ambiente, la paz y la guerra.

Benedicto XVI en esta encíclica posiciona a la iglesia en el conglomerado mundo de hoy y su conveniente entramado de relaciones. Sentencia que "La caridad es la vía maestra de la doctrina social de la Iglesia."[14]Para este la caridad es amor recibido y ofrecido. Pretende solucionar los problemas de la humanidad en esta teoría basada en el amor.

"Caritas in veritate» es el principio sobre el que gira la doctrina social de la Iglesia, un principio que adquiere forma operativa en criterios orientadores de la acción moral. Deseo volver a recordar particularmente dos de ellos, requeridos de manera especial por el compromiso para el desarrollo en una sociedad en vías de globalización: la justicia y el bien común."[15]

Reconoce que cada país construye su propia justicia a lo que plantea que la caridad va más allá que la justicia porque es amor, comprensión, y a la vez plantea que la justicia es inseparable de la caridad, porque es intrínseca a ella. Intenta elaborar fallidamente una teoría de la justicia universal. Pretende construir sobre la base de una lógica basada en principios enajenantes que en nada colaboran ni siquiera guían el camino a seguir para solucionar los problemas del mundo actual. En esta encíclica el papa sintetiza todo el espectro de males que agobian a la humanidad y el grave peligro que tiene esta de desaparecer sino los enfrenta con un espíritu que transforme las mentalidades y el viejo paradigma humanista del hombre: del ser pensante como centro del universo al hombre como ser biológico formando parte no consustancial de la naturaleza, como un ser vivo más. Esta solución necesaria que plantea bajo las enseñanzas de la fe cristiana no se hace viable puesto que no plantea medios ni métodos reales para ponerlos en marcha. Manifestando bien claro que: "La Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer y no pretende «de ninguna manera mezclarse en la política de los Estados."[16]Con esta actitud se posiciona al margen de los problemas sin comprometerse ni responsabilizarse de estos.

"Su doctrina social es una dimensión singular de este anuncio: está al servicio de la verdad que libera."[17] La verdad es el slogan de esta encíclica, la cual constituye el fundamento por el cual según el papa se salvará la humanidad, con la liberación que emana de esta. Por ninguna parte habla de cómo resolver el hambre, la miseria y la incertidumbre en la que vive el hombre de nuestros días. Prepondera la ganancia sin critica alguna, aspecto que se evidencia al plantear que: "La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla."[18] Disfraza el aspecto del sentido que se le da a la ganancia con el llamado sentido del bien común, lo no perceptible es que constituye realmente la realización objetiva legalizada y legitimada de dicha factualidad, es decir, el acto de ese bien común al que se refiere el sumo pontífice.

Benedicto XVI en esta encíclica fotografía la realidad actual, el problema reside en que solo la calca con un magnifico análisis que incluso le permite conocer las causas de los males casi irreparables de la humanidad aunque no lo pronuncia, no enjuicia, su posición es aparentemente neutra[19]

"Hoy, el cuadro del desarrollo se despliega en múltiples ámbitos. Los actores y las causas, tanto del subdesarrollo como del desarrollo, son múltiples, las culpas y los méritos son muchos y diferentes. Esto debería llevar a liberarse de las ideologías, que con frecuencia simplifican de manera artificiosa la realidad, y a examinar con objetividad la dimensión humana de los problemas."[20]

Lo más relevante y significativo es que reconoce la complejidad y multiplicidad de todo el universo humano actual, evidenciándose que existen actores y causas del subdesarrollo y el desarrollo, ahora bien, ¿cuáles son?, ¿cómo enfrentarlas?, ¿por qué no se enfrentan esas causas? Se contenta con el frio planteamiento de que existen quedándose en los límites del análisis mecanicista y superficial. Sobre todo resalta la indeterminación de los actores, el factor impersonal para evitar el comprometimiento político o para no descubrirse. Pero en esencia se pone de manifiesto su papel altamente ideológico al destacar que todo este espectro debería llevar inexorablemente a librarse de ideologías que simplifican de manera artificiosa la realidad, como la que el prepondera, con la diferencia de que esta enajena, aísla y decontruye todo intento por mejorar la situación a partir de sus fundamentos cristianos.

Como se aprecia el papa no dialoga en ningún momento sobre la situación del obrero y sus condiciones reales, si se siguiera una línea de análisis lógico pareciera que esta clase ha desaparecido debido a la continua disminución de su presencia en la teoría encíclica. Solo se refiere a este problema y no directamente en su magna encíclica cuando plantea:

"En la reflexión sobre el tema del trabajo, es oportuno hacer un llamamiento a las organizaciones sindicales de los trabajadores, desde siempre alentadas y sostenidas por la Iglesia, ante la urgente exigencia de abrirse a las nuevas perspectivas que surgen en el ámbito laboral. Las organizaciones sindicales están llamadas a hacerse cargo de los nuevos problemas de nuestra sociedad, superando las limitaciones propias de los sindicatos de clase."

Se refiere a este solo de manera evasiva a partir de la cuestión del trabajo y las organizaciones sindicales llamándolas a abrirse ante nuevas perspectivas (continúa con su ferviente labor ideológica) que surgen en el ambiente laboral, no plantea cuales son, habla de un deber ser, alejado totalmente de la realidad del obrero que es vejado cada vez más. Sin embargo en el final de la sita examina una máxima marxista que tal vez se refiere a esta indirectamente para no comprometerse ni comprometer la postura ideológica de la iglesia, reconoce que son las organizaciones sindicales las llamadas a hacerse cargo de los nuevos problemas de la sociedad, resulta curioso a 161 años después del Manifiesto del Partido Comunista y a 118 de la "Rerum Novarum" que el sumo pontífice reconozca con la delicadeza que le confiere este aspecto. A partir de la encíclica de León XIII, la cual trató completamente de la situación del obrero, y se trazó el objetivo de cristianizarlo combatiendo las ideologías "absurdas" por supuesto contrarias a sus intereses, se comienza a desvanecer el debate en torno al obrero hasta desaparecer totalmente de la arena encíclica. Sucede que esta tendencia no solo ocurre en estos documentos, toda la teoría actual se encuentra saturada de elementos que han desplazado el debate de la clase obrera. En lo fundamental tratan sobre clases sociales, conflicto social, democracia, poder, izquierda, movimientos de izquierda etc… Consciente en inconscientemente la burguesía se ha encargado de desmontar a la clase obrera de todo debate.

Esta tendencia ocurre en toda la teoría burguesa en gran medida debido a que cuando existe un enfrentamiento teórico o práctico, a partir de la intensidad y la fuerza con que ocurren los choques de las partes, cada una de estas se hará más fuerte política e ideológicamente, se superará ocurriendo así inevitablemente una superación de ambas partes si es que escogen la continuidad de su existencia, dándose el desarrollo. Al contrario, si una de las partes se retira, por ejemplo del contexto teórico, la otra tenderá inevitablemente a su debilitamiento hasta llegar a su completa extinción, al no tener la necesidad de superarse se sumerge en un estado de continuo abandono y corrosión hacia su interior hasta desaparecer. Este proceso ocurrió en las encíclicas en cuanto al tratamiento el obrero (también a pasado en toda la teoría burguesa contemporánea, nadie habla de clase obrera), al no enfrentar a la ideología obrera al menos no directamente, desde posiciones abiertas esta no sintió la necesidad de superarse a tal punto que en la actualidad, se pone en duda la existencia real de esta clase, ni siquiera se insinúa sobre su carácter revolucionario. No son pocos los cientistas que argumentan que este papel revolucionario de la clase obrera se ha desplazado a otras clases y capas sociales.

Conclusiones

Luego de concluir la presente investigación se arriban a las siguientes conclusiones:

  • 1. Las encíclicas básicas que le dan tratamiento a la clase obrera constituyen una manipulación de las santas escrituras en función de los intereses de la iglesia a partir del despojo ideológico de los obreros para evitar revoluciones y con estas el socialismo, sistema que va en contra de sus proyecciones porque ataca su propiedad.

  • 2. En la teoría de la democracia cristiana presente en las encíclicas el obrero tiene el deber de trabajar y crear las riquezas sociales, pero no tiene el derecho de liberarse ni espiritual ni materialmente.

  • 3. La teoría de la democracia cristiana vista a través del tratamiento que se le da al obrero en las encíclicas es en esencia inhumana, explotadora, vil y despiadada por esclavizar a cuerpos y mentes a partir de la idea de un sistema que libere al alma de los abusos y los pecados.

  • 4. Existe una tendencia en esta base (las encíclicas) de la doctrina social de la iglesia a desaparecer el tema con el que inicia la carta magna de su política social (Rerum Novarum), una tendencia a la desaparición temática en cuanto al obrero.

  • 5. A juzgar por el tratamiento del obrero en las encíclicas, la política social de la democracia cristiana constituye una expresión liberal-cristiana que abarca toda la vida de la sociedad en nuevos contextos.

  • 6. La democracia cristiana como teoría y proyecto políticos contemporáneos no constituye en su totalidad una alternativa viable para el pueblo americano.

Bibliografía

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  • 30. Lenin, V.I.: "La Revolución Proletaria y el Renegado Kautsky", Ed. Progreso, Moscú.

  • 31. Durand Ponte, Víctor y María Angélica Cuellar Vázquez: "Clases y Sujetos Sociales. Un enfoque crítico comparativo", Ed. Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, México, 1990.

  • 32. Rawls, John: "Teoría de la Justicia", Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1997.

  • 33. Poulantzas, Nicos: "Poder político y clases sociales en el estado capitalista", Editorial Andrómeda, S.A., México, D.F., 1986.

  • 34. Guevara de la Serna, Ernesto: "Apuntes críticos a la Economía Política", Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.

  • 35. Galeano, Eduardo: "Las venas abiertas de América Latina", Ed. Fondo Editorial Casa de las Américas, La Habana, 1971.

  • 36. Einstein, Albert: "¿Por qué el socialismo?", en Revista Bimestre Cubana de la Sociedad económica de amigos del País, Volumen XCVII, época III, enero-junio No. 22, La Habana, 2005, pp. 167-186.

  • 37. Weber, Max: "Economía y Sociedad", Editorial de Ciencias Sociales, en 2T, T II, La Habana, 1971.

  • 38.  La santa sede, http://www.vatican.va/phome_sp.htm, 12 de mayo de 2010,19:30.

 

 

Autor:

Juan Carlos Ramírez Sierra

 

[1] Cardozo, Hilari?n: ?El socialcristianismo en Venezuela, Pensamiento y Acci?n?, 26/10/89, p.3 En el art?culo ?La democracia cristiana como corriente pol?tica contempor?nea: algunos elementos puntuales de su discurso y proyecci?n en los a?os noventa? de Jos? M. Salinas L?pez publicado en Teor?a Sociopol?tica. Selecci?n de Temas. En II T, T I, p. 276

[2] Le?n XIII: ?Rerum Novarum?

[3] Le?n XIII: ?Rerum Novarum?

[4] ?dem.

[5] ?dem.

[6] ?dem.

[7] ?dem.

[8] ?dem.

[9] ?dem.

[10] ?dem.

[11] ?dem.

[12] ?dem.

[13] N.A. Ver a Engels en ?Principios del comunismo?

[14] Benedicto XVI: ?Caritas in Veritate?

[15] ?dem.

[16] ?dem.

[17] ?dem.

[18] ?dem.

[19] No existe la neutralidad pol?tica, ni en teor?a ni en praxis.

[20] Benedicto XVI: ?Caritas in Veritate?

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