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Sexualidad Masculina: desvistiendo mitos, descubriendo realidades.



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. La identidad de género, la orientación sexual y las relaciones de pareja como expresión de la sexualidad humana
  4. Prácticas sexuales, respuesta sexual y disfunciones sexuales masculinas
  5. La vivencia como categoría de análisis en la expresión de la Sexualidad Humana
  6. Referencias

La presente monografía presenta una amplia revisión de
las principales concepciones que sobre la sexualidad masculina imperan, abordándola
no solo en su dimensión erótico placentera y biológica
sino además concibiéndola en su dimensión psicosocial.
Se analiza la identidad de género, la orientación sexual y las
relaciones de pareja como expresión de la sexualidad humana.

"Sexualidad": palabra por años evitada, llegó a representar lo inmoral, lo indecente, el pecado, pero la naturaleza impone verdades que el hombre descifra y ha pasado a ser inspiración de artistas, objeto de científicos e identidad en el ser humano. Polémicas por excelencia son las opiniones sobre el tema pero todo es síntoma de una innegable realidad: la sexualidad es una dimensión de la personalidad del individuo.

La sexualidad tiene un carácter personalizado, las necesidades, sentimientos, motivos de cada ser humano mediatizan la regulación del comportamiento sexual de cada persona. En las diferentes expresiones de la sexualidad como la identidad de género, el rol de género y la orientación sexo – erótica, se manifiestan también los diferentes componentes personológicos.

Aunque generalmente se reconozca la determinación de factores biológicos, psicológicos y socioculturales en el comportamiento sexual de las personas las investigaciones han estado más centradas en los determinantes biológicos primando en ellas los contenidos fisiológicos a través del estudio de la respuesta sexual humana, de las disfunciones, los trastornos en la sexualidad y las prácticas sexuales. Sin embargo un estudio objetivo de la sexualidad no puede dejar de lado la multitud de factores psicológicos que la determinan tomando como punto de partida la concepción del carácter personalizado de la misma. Estos componentes psicológicos responden también a una determinación sociocultural; cada cultura y período histórico concreto influye con sus concepciones en lo que será considerado sexualmente permitido en ese momento y lugar.

Habitualmente la sexualidad humana está validada por sus funciones reproductivas, que permiten al hombre trascenderse física y espiritualmente y en su función erótico placentera que implica el disfrute físico y afectivo que nos ofrece el intercambio con el otro ser humano; pero no podemos desconocer que la sexualidad tiene además entre sus funciones primarias la de formar parte del proceso de identidad personal que se desarrolla en todo individuo y la de constituir un privilegiado vehículo de comunicación; sin dudas nuestros deseos, temores, preocupaciones, se expresan en nuestra sexualidad, la que constantemente mediatiza nuestras relaciones interpersonales con el propio sexo y con el otro, en la pareja, la familia y la sociedad de manera general.

Tomando como punto de partida estas concepciones, en nuestro estudio centramos la atención en la sexualidad masculina; los numerosos mitos que se han ido construyendo alrededor de la masculinidad hacen que esta sea vista como sinónimo de potencia y gran actividad sexual, agresividad y dominación, estereotipos que hacen necesaria la profundización a través de la investigación científica, habitualmente más enfocada a los estudios sobre el género femenino, en el conocimiento de las disímiles maneras de expresar y sentir la masculinidad por el hombre de nuestros tiempos.

La libertad sin responsabilidad asociada a la sexualidad tiene sus consecuencias, en la actualidad según un informe presentado por ONUSIDA/OMS en Julio de 2008, y referido a finales de 2007, las personas jóvenes (menores de 25 años) representan la mitad de todas las infecciones con VIH recientes a nivel mundial, de las 33,0 millones de personas que en viven con VIH 17,5 millones son hombres.

Se considera que entre el 5% y el 10% de todos los casos mundiales de VIH tienen su origen en la transmisión sexual entre hombres. En algunas partes del mundo, incluidas América del Norte, distintas regiones de América Latina y la mayoría de Europa, Australia y Nueva Zelandia, las relaciones sexuales entre hombres son la principal vía de transmisión del VIH, siendo responsables de hasta el 70% de los casos de VIH en esas zonas. En las otras partes, esas relaciones son una vía secundaria. (ONUSIDA, 1998).

En nuestro país se han detectado hasta el momento 9 304 casos de infectados por el VIH correspondiendo el 80,6% a hombres y de estos 84,1% son HSH (hombres que tienen sexo con otros) por lo que la atención a esta población constituye objetivo primario de la lucha contra el VIH en nuestro país (Programa de prevención y control de las ITS/VIH/SIDA, 2007).

Otros hechos realzan los retos y complejidades de la sexualidad masculina, especialmente en la etapa juvenil, pues en este período se definen e instauran las parafilias las cuales generalmente se presentan solo en los hombres, a excepción del masoquismo sexual, en el que la relación según el sexo (sex ratio) es de 20 varones por 1 mujer, las otras parafilias prácticamente no se diagnostican nunca en las mujeres. (DSM IV, 1995).

Una exploración por los diversos estudios sobre sexualidad masculina pondrán de relieve una gran deficiencia; son escasas las investigaciones que abordan lo genuinamente psicológico dentro de este campo responsabilidad que recae en la psicología como ciencia. Las experiencias sexuales no pueden limitarse a lo puramente genital, a una práctica sexual concreta, la sexualidad humana rebasa estos límites.

La sexualidad humana con su compleja y amplia gama de particularidadesࠨa pasado de ser un tema࠴abú por todos evitado, a constituirse en࠯bjeto de numerosas investigaciones. A través de la historia ramas del saber tan disímiles como la filosofía, la religión, el arte, la medicina, la literatura, la psicología y la psiquiatría han aportado su visión de la sexualidad; lo que ha contribuido a aumentar el interés y la polémica sobre este tema. Autores de gran prestigio han sido atraídos al estudio de la sexualidad humana y desde diferentes posturas han enriquecido el conocimiento en esta área; no solo susࠡportes, sino también las limitaciones que le han sido reconocidas sirvieronࠤe motivación a posteriores estudios, autores comoࠓigmund Freud, Alfred Kinsey, Helen Kaplan, Master yࠖirginia Jonhson, ofrecen concepciones ineludibles al estudio de este tema.

En el libro La Sexualidad Humana (1987) Masters y Johnson emplean la palabra sexualidad con un significado más amplio que el vocablo sexo pues abarca todos los planos del ser sexual. Al hablar de la sexualidad se refieren a una dimensión de la personalidad y no, exclusivamente, a la aptitud del individuo para generar una respuesta erótica.

Herrera, (1994)ࠡmplía el concepto considerando además, que toda conducta es sexuada. Según su criterio "嬯s seres humanos fuimos creados con sexualidad y esta es una faceta de la vida que nos acompaña desde que nacemos hasta nuestros últimos días". (Citado en Suárez, 2000, p. 16).

Como el más adecuado reflejo de las actuales concepciones científicas sobre la sexualidad la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Asociación Mundial para la Salud Sexual (WAS) definen el siguiente concepto: "La Sexualidad es una dimensión fundamental del ser humano: basada en el sexo, incluye el género, la identidad de género, la orientación sexual, el erotismo, la vinculación afectiva, el amor y la reproducción. Se experimenta o se expresa en forma de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, actividades, prácticas, roles y relaciones. La sexualidad es el resultado de la interacción de factores biológicos, psicológicos, socioeconómicos, culturales, éticos y religiosos o espirituales". (OPS, OMS, WAS, 2000, p. 6). Es así que concebimos la sexualidad como el conjunto de procesos de la vida psicosexual que se desarrollan como parte de la personalidad del individuo, mediatizada por todas las formaciones personológicas a la vez que influye y se manifiesta a través de estas.

Uno de los componentes primarios de la sexualidad y al que muchas veces se ha visto erróneamente limitada es el sexo. El ser humano es biológicamente sexuado, portador de un conjunto biológico de rasgos que lo definen como miembro de un determinado sexo y lo distinguen respecto al otro. Constituyendo el sexo ॳe conjunto de características biológicas que definen el espectro humano en hembras y machos (OPS, OMS, WAS, 2000).

Precisando más en esta determinación biológica ha sido definidoࠣomo un "conjunto de atributos anátomo – fisiológicos de carácter sexual, (genéticos, cromosómicos, hormonales, genitales y cerebrales) que conforman y distinguen desde el nacimiento un sexo del otro". (Castellanos y González, A. 1998. p.44).

Aunque determinado anatómicamente este sexo tiene una gran connotación a nivel social pues es el fundamento de la sexualización del individuo, en la medida en que la asignación del sexo del niño o la niña al nacer a partir de sus genitales desencadena un proceso educativo de socialización perfectamente estructurado que debe dar lugar a que este(a) se identifiquen con un cuerpo sexuado y comience, consciente o inconscientemente, a imitar y a apropiarse de los modelos y modos de comportamientos que para su sexo establece y exige la sociedad. Sin embargo estosࠡtributos en modo alguno determinan de manera directa y mecánica que el individuo sienta, piense y se comporte en concordancia con este sexo biológico.

A lo largo de la historiaࠬa sociedad ha hecho todo un conjunto de construcciones࠳ociales acerca de lo que significa e implica ser hembra o macho, pautando los comportamientos y actitudes que corresponden a cada uno, de este proceso surge el término género definido࠰or "嬯s valores, actitudes, papeles, prácticas asignadas históricas y socialmente a cada uno de los sexos. El género nos distingue como femeninos y masculinos. En la búsqueda de nuestro yo, nos identificamos más que con un sexo, con un género, el que se asume de manera individual". (Quintana, 2007, p.14).ࠠ࠼/font>

Existe un consenso casi generalizado en definir al géneroࠣomo un conjunto de rasgos, cualidades, modos de comportamientos que distinguen socialmente al hombre y la mujer y que agrupa todas las manifestaciones biológicas, psicológicas y sociales designadas por cada cultura como lo masculino y lo femenino. (Barberí, 1992; Benería y Roldán, 1987; Gómez, 1993;ࠓcott, 1990; Ostergoard, 1991, citado por Padrón y Escobar, 2005).

El valor analítico de la categoría género ha permitido establecer según Elu como los valores creados y reproducidos dentro y a través de la cultura son los que generan y sustentan los atributos con que se identifican, conforman y distinguen lo femenino y lo masculino en una sociedad determinada (citado por Díaz, M. T., 2003) . Es decir, los modos de ser varón y mujer llevan sobre si el peso indiscutible de cada cultura en los diferentes momentos del desarrollo social, esta define lo masculino y femenino para la misma, lo apropiado o no para el sostenimiento de lo instituido desde su imaginario, esto explica las diferencias de género culturales y la comprensión de comportamientos que desde nuestra cultura pudieran no tener una explicación clara.

El género tiene un carácter histórico pues está condicionado por momentos históricos específicos que le toca vivir al sujeto, es mutable y por ende variable. Las autoras Cazés, y González, H. (1994), expresan que cada hombre y mujer sintetizan y concretan en la experiencia de sus propias vidas el proceso sociocultural e histórico que les hace ser precisamente ese hombre y esa mujer, sujetos de su propia sociedad.ਃitado por Díaz. M. T. 2003).

Resulta contextualmente específico pues requiere de análisis enfocado a aspectos como, clase social, etnia, raza, educación, edad, entre otros, que aportan elementos diferenciadores para cada sexo Tiene además una connotación relacional en tanto mediatiza las relaciones entre mujeres y hombres, relaciones intergenéricas.༯font>

Todo el sistema social está permeado por el género, influye en la micro y macro esfera, se constata en la división socio – sexual del trabajo, el imaginario social, se legitima en los discursos, la ideología, la religión, el sistema educativo, los medios de comunicación masiva, la familia, las relaciones interpersonales, en los procesos de salud y la personalidad.

En muchas ocasiones estos estereotipos sobre lo considerado correcto para cada cultura como masculino y femenino y que regulan todas las manifestaciones del individuo resultan en extremo rígidos La sexualidad masculina ha sido a lo largo de la historia objeto de innumerables representaciones, al contrario de la femenina, tradicionalmente subvalorada y hasta ignorada, el hombre siempre ha tenido a su disposición todo un conjunto de representaciones y simbolizaciones acerca de su sexualidad que no obstante lo lejano de su gestación aun hoy persisten y recién ahora es que comenzamos a interrogarnos sobre la real influencia de estas.࠼/font>

Al referirnos a la masculinidad estamos haciendo referenciaࠡ todo un conjunto de valores, creencias, normas y prescripciones socialmente construidas y que nos son transmitidas a partir de nuestros primeros procesos de socialización, al decir de Arés (2000) plantea࠱ue la virilidad o masculinidad en tanto papel asignado está determinado por un conjunto de cualidades, sentimientos, actitudes y pautas de comportamiento culturalmente aceptadas y legitimadas por el proceso de ser hombre.

Es así que la sexualidad masculina tradicionalmente entendida está rodeada de mitos y representaciones la mayoría de las veces erróneas y casi siempre limitantes. La base del modelo dominante de la sexualidad masculina podría resumirse en los siguientes mitos sexuales: los hombres siempre desean las relaciones sexuales y están preparados para ellas, "siempre listos"; un "verdadero hombre" nunca pierde la erección; el pene debe ser grande, es la prueba visible de la virilidad; el hombre debe llevar a su mujer al orgasmo o, preferiblemente, a múltiples orgasmos; el sexo sólo involucra penetración seguida de orgasmo = eyaculación; el varón siempre debe saber qué hacer en el sexo; debe ser agresivo, todo contacto físico debe conducir al sexo. Estos mitos generan a la vez que sostienen numerosos comportamientos sexuales en el hombre. La sexualidad de los varones está caracterizada por ser: homofóbica; agresiva; incontrolable; competitiva; vivida como obligación y mutilada, pues está centrada en los órganos genitales y en el coito como principales fuentes de satisfacción, en muchas ocasiones irresponsable en la medida en que no deben responder por sus consecuencias.

Esta realidad lastraࠬa posibilidad de un disfrute pleno de la sexualidad además de marginar a aquel que no cumple con estas expectativas. Sin embargo, el mundo moderno vislumbra grandes cambios, aún el modelo de masculinidad tradicional es el imperante pero cada vez son más las exigencias de cambios en la manera de vivir y expresar la masculinidad. Una resignificación de "ser varón" es irreversible, implicaría una forma distinta de verse y posicionarse en su tiempo socio – histórico. Pensamos en el varón en una perspectiva de equidad de género, relacionándose con el/la otra en tanto sujeto igual pero diferente; libre en laࠥxpresión y vivencia de una sexualidad masculina amplia y sin restricciones.

Estas características signadas genéricamente para lo que se considera masculino o femenino, son࠴rasmitidas al individuo desde el mismo inicio del proceso de socialización; entre el primero y tercer año de vida, teniendo por fundamento la imagen corporal, y como parte esencial de la formación del "yo" (de la autoconciencia y la autovaloración) se comienza a desarrollar un complejo proceso de diferenciación sexual sociopsicológico que da lugar al sentimiento y la conciencia de sí como un ser masculino o femenino, fenómeno de carácter permanente y estable que se denomina identidad de género definida como "奬 grado en que cada persona se identifica como masculina o femenina o alguna combinación de ambos. Es el marco de referencia interno, construido a través del tiempo, que permite a los individuos organizar un autoconcepto y aࠣomportarse socialmente en relación a la percepción de su propio sexo y género". (OPS, OMS, WAS., 2000, p.7).

Money y Ehrhardt, (1982)ࠣonsideran la identidad de género como la unidad y persistencia de la propia individualidad como varón o mujer en grado mayor o menor en especial tal como se experimenta en la conciencia acerca de sí mismo y en la conducta. (Citado porࠇonzález, A. y Castellanos, B. 2003). En esta definición los autores hacen énfasis en la determinación de la autoconciencia y el sentimiento de la propia individualidad como hombre, mujer, o ambivalente en la identidad de género que cada persona posee.

El término ambivalente referido a la identidad hace referencia a las llamadas enfermedades intersexuales en las que por trastornos genéticos hay individuos que nacen con características biológicas de uno࠹ otro sexo como por ejemplo el Síndrome de Insensibilidad a los andrógenos o la Hiperplasia Suprarrenal Congénita, en estos casos la identidad de género puede ser ambivalente aunque en investigacionesࠣon niños intersexuados se descubrió que estos continúan desarrollando una identidad consecuente con su primera asignación. Ambivalente también puede considerarse aquella persona que sufre de un trastorno de la maduración sexual, lo que produce ansiedad y depresión al no tener claro la persona si es hombre o mujer. También existe aunque es poco común los denominados individuos transgenérico o andróginos, en ellos no hay manifestaciónࠠde sentimientos de aceptación de un género, renuncian a cualquier dicotomía femenina – masculina. (Diamond, 2003, citado en Rodríguez, L y Quintana, 2008.)

La identidad de género es una compleja formación de la Personalidad, parte indisoluble de la identidad individual, del yo. Por su papel en la conducta, en las relaciones con las demás personas y por la forma en que mediatiza y regula las distintas esferas del comportamiento se considera un núcleo básico de la sexualidad.

La identidad de género como parte del yo, se revela ante los demás en la conducta por medio del rol de género, delimitado por Master࠹ Johnson en su libro La sexualidad Humana (1987), como la expresión de la masculinidad o feminidad de un individuo a tenor de las reglas establecidas por la sociedad. (Citado por Del Valle, 2004).

El rol de género se plantea que: "contiene todo lo que una persona dice y hace para actuar su feminidad o masculinidad. El concepto incluye gestos. El modo de caminar, la manera de cortarse el࠰elo, de maquillarse y de vestirse y las prácticas eróticas durante el galanteo y la copulación."(Orlandini, 1998. p.7).

En este sentido precisamos el rol de género como la forma singular de cada persona de interpretar, construir y expresar en su conducta, aquellos modelos y representaciones, que sobre el género femenino y masculino, la sociedad establece y atribuye, generalmente sobre la base de estereotipos sexuales, que se han ido conformando en el devenir histórico y que responden a cada momento concreto de actuación.

Aunque necesarios e inseparables del desarrollo de la sociedad estas prescripciones alrededor de los diferentes roles de género࠰ueden llegar a una rigidezࠥxtrema llegando a limitar al individuo en su expresión personal yࠦquot;este fenómeno conduce a que en muchos casos, las personas no sean auténticas al revelar su yo ante los demás, por temor a la reacción valorativa de estos cuando el rol se aparta de los convencionalismos y las restricciones impuestas de la sociedad."(González; A. y Castellanos, B., 2003, p. 26.)࠼/font>

En la actualidad los roles se hacen cada vez más flexibles y ya nos es sencillo definir lo propio para un género u otro porque estos se han ido intercambiando, una gran mayoría de las funciones sociales pueden ser desempeñadas tanto por hombres como por mujeres y esta aparente integración abarca también la apariencia física. En la actualidad se habla de metrosexualismoࠨel prefijo metro࠰roviene de metrópoli y refleja que se trata de una tendencia básicamente urbana); en el caso de los hombres seࠣonsidera un metrosexual aquel࠱ue se distingue por una gran preocupación por su imagen y se esfuerza quizás mucho más que sus iguales en su arreglo personal, incluyendo la ropa, el uso de cosméticos, tintes en el pelo, depilado completo (en diferentes partes del cuerpo como en el pecho, brazos, las axilas y los genitales), la práctica de la fisicultura, etc. Estos hombres se muestran muy desprejuiciados en cuanto a las fronteras que en cuestión de identidad de género la sociedad ha establecido entre mujeres y hombres, entre lo masculino y lo femenino, sin que esto determine su orientación sexo erótica que puede ser heterosexual, homosexual, bisexual.ࠨRodríguez, L y Quintana, 2008)ࠠ

Hoy se han hecho populares los términos de hombres alfa descrito como fuerte, reservado, inteligente e independiente y el hombre beta que suele ser estable y fiel en sus relaciones y además muy emocional, otras clasificaciones hablan de retrosexual (belleza masculina en su lado más salvaje), el tecnosexual (además de ser narcisista vive detrás de la nueva tecnología), heteropolitan (arrogantes, inteligentes, aventureros). (Menéndez, 2009). Los medios de comunicación masiva han hecho populares esta diversidad de clasificaciones que aunque en gran parte estén respondiendo a criterios mercantilistas son reflejo de la amplitud de roles que asume el hombre contemporáneo.

Esta diversidad de tendencias no solo se reflejan enࠬos cambios en los roles de género sino en las preferencias que por un géneroࠣada individuo asume en el disfrute de su sexualidad. La orientación sexo – erótica se refiere a "嬡 atracción, gusto o preferencia de la persona para elegir compañero sexual". (Rodríguez, M., 2007., p. 206).

̡ Asociación Mundial de Sexología en el 2002 ofrece un concepto más amplio y preciso que señala: "la orientación sexual como la organización especifica del erotismo y/o vinculo emocional de un individuo en relación al género de la pareja involucrada en la actividad sexual; se manifiesta en forma de comportamientos, pensamientos, fantasías, deseos sexuales". (Citado por Rodríguez, L y Quintana, 2008, p.23).

ųta preferencia por uno u otro sexo en función de lograr el placer sexual determina una de las clasificaciones más conocidas de la sexualidad. Precisando más en esta orientación del impulso sexual diríamos que este puede ser: heterosexual: preferencia sexual y afectiva hacia el otro sexo, es la más aceptada࠹ࠦavorecida socialmente; homosexual: "堬a homosexualidad es la marcada preferencia y atracción por los miembros del mismo sexo" (Marmor y Green, citado por Kolodny, Masters y Jonson, 1988, p. 338) y bisexual: la satisfacción sexual y emocional con miembros de ambos sexos.

Muchos son los estudios࠱ue han intentado determinar el origen de la homosexualidad considerando esta como la tendencia anormal, lo que ya en si constituye un signo de discriminación. Investigaciones centradas en determinantes biológicos como predisposiciones genéticas, no han sustentado resultados significativos; solo se han encontrado casos raros de deficiencia o excesoࠤe hormonas en la fase prenatal vinculados a la homosexualidad. Otro hecho relevante es que niños y adolescentes pueden ser influidos en su orientación debido a prácticas homosexuales continuadas. También pueden incidir en la orientación sexual los contactos placenteros con su mismo sexo o prácticas heterosexuales desagradables, hecho que también evidencia la importancia de los determinantes sociales en la orientación sexual. (Rodríguez, L y Quintana, 2008).

En la homosexualidad masculina el objeto amoroso lo constituyen los sujetos del mismo sexo quienes exhiben reactividad sexual con otros hombres, experimentando fantasías eróticas con ellos y enamoramiento homosexual. Socialmente el estereotipo predominante vincula el homosexual con el tipo afeminado que se identifica con los juegos infantiles, los gustos y las ocupaciones de la mujer. Asumen un estilo de vida, los valores y la cultura gay. Los estudios epidemiológicos apuntan a࠱ue del 5 al 10 % de la población masculina resulta homosexual cuando se suman las formas ocultas y ostensibles. (Orlandini, 1998).

El estigma social sobre la homosexualidad es una razón determinante en que un número importante de hombres no se autoidentifiquen como tales. Aunque tradicionalmente se vincula la homosexualidad con este tipo afeminado hay homosexuales que mantienen no obstante su orientación sexual una conducta que responde a lo típicamente masculino, con apariencias y gestos viriles. En ocasiones estos hombres no se ven así mismo reflejados al estereotipo social del homosexual o el gay. Por lo que se espera que con el término HSH, muy usado en la actualidad puedan sentirse convocados al diálogo. El término HSH es una categoría exclusivamente comportamental, referida a los hombres que tienen relaciones sexuales con otros hombres. Describe prácticas sexuales, pero no se refiere a orientaciones sexuales. Alude exclusivamente a personas con una actividad sexual, ocasional o frecuente con alguien de su mismo sexo.

Gran parte de la incomprensión y de los prejuicios existentes contra la homosexualidad proceden de su clasificación como enfermedad en el siglo XIX, sin embargo,ࠬa publicación de los estudios sobre el comportamiento sexual en hombres y mujeres, que llevó a cabo el biólogo estadounidense Alfred Charles Kinsey, rebatió la hipótesis de la enfermedad. En 1973, la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y, en 1980, del DSM, Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales de la OMS. Kinsey examinó patrones de conducta sexual y comprobó que un 37% de hombres en Estados Unidos había alcanzado un orgasmo con personas de su mismo sexo y que un 25% había tenido relaciones homosexuales esporádicas (en el caso de las mujeres, un 13%). Sin embargo, puesto que sólo entre un 5 y un 10% de los consultados se consideraban homosexuales, es evidente que la relación carnal con alguien del mismo sexo no es algo insólito ni exclusivo de los homosexuales. Kinsey concluyó que existen algunas personas que carecen de preferencia sobre el sexo de su pareja y otras cuya identidad sexual aún no se ha fijado o abarca ambas tendencias. (Microsoft Encarta, 2008)

La Escala de Kinsey pretende describir el historial sexual de una persona o los episodios de su actividad sexual en un tiempo dado. Se usa una escala desde 0 hasta 6, es decir: donde se le da una puntuación de 0 a exclusivamente heterosexual, 1 predominantemente heterosexual, solo incidentalmente homosexual; 2 predominantemente heterosexual, más que incidentalmente homosexual; 3 Homosexual y heterosexual por igual; 4 Predominantemente homosexual, más que incidentalmente heterosexual; 5 predominantemente homosexual; solo incidentalmente heterosexual y 6 Exclusivamente homosexual. (Citado por Johnson, Kolodny y Masters., 1988. p. 338)

Aunque esta no constituye una forma muy precisa de análisis de la orientación sexual este modelo fue un primer reflejo de lo diversa que esta resulta. La escala de Kinsey es una forma de considerar la orientación sexual como algo más que heterosexuales u homosexuales.

En relación a esto resulta significativa la llamada homosexualidad accidental o alternativa que puede darse en prisiones o en ambientes de prostitución donde una relación de este tipo es impuesta por la realidad, estas personas cuando logran salir de este ambiente renuncian totalmente a las prácticas homosexuales. (Rodríguez, L y Quintana, 2008)

Laplanche (1970), en su Diccionario de Psicoanálisis, plantea que el concepto de bisexualidad surge en la literatura médica y filosófica alrededor de 1890 , es introducido al psicoanálisis, con un sentido distinto, a partir de los Tres ensayos de teoría sexual (Freud, 1905). En sus primero y segundo ensayos, Freud establece que el ser humano posee una disposición bisexual más allá de lo anatómico, con múltiples posibilidades de placer representadas en la pulsión sexual. El objeto de amor no tiene nada que ver con sus sexos, sino con la "fuerza" que en él se percibe. (Citado por Camacho, 2008). No obstante consideramos que no podemos afirmar la naturaleza bisexual del hombre sin elementos de peso que lo apoyen.

Interesante resulta un estudio realizado en Northwestern University del Centro para la Adicción y la Salud Mental de Toronto, en donde se le presentaron imágenes eróticas a grupos de hombres que se declaraban homo, hetero y bisexuales distintamente mientras se les medía la respuesta de excitación física; en el grupo de los bisexuales se comprobó que la gran mayoría en realidad mostraba mayor excitación ante imágenes relacionadas con personas de su propio sexo. (Carey, 2005.)

No obstante las polémicas desatadas por este estudio podemos señalar que los bisexuales pueden tener una mayor preferencia por un género sin que esto signifique que no experimenten placer con miembros del otro sexo, esta preferencia puede variar en determinados periodos y con determinadas personas. Al respecto resulta útil la clasificación de la bisexualidad que plantea Klein (Citado por Rodríguez, L y Quintana, , 2008):

  • Transitoria: La persona que esta pasando de la heterosexualidad a la homosexualidad.

  • Histórica: La persona homosexual o heterosexual que en algún momento ha tenido alguna relación con alguien del sexo contrario a su tendencia.

  • Secuencial: Relaciones con personas de ambos sexos con igual compromiso. Generalmente mantiene relaciones mas frecuentes con uno de los dos.

Esta clasificación es una muestra más de la gran diversidad que se evidencia en materia de orientaciones sexo – eróticas. La gran apertura y deseos de integración que se dan en la actualidad harán cada vez más difícil el ubicar a las personas bajo una categoría dada la amplitud y diversidad de la sexualidad humana.

Sin embargo, tanta diversidad mantiene una constante: la pareja como vía de expresión y realización sexual y espiritual. Las relaciones de pareja son relaciones interpersonales de elevada implicación personológica. Se establecen a través de un atractivo sexual, corporal, comunicativo, moral, cultural y psicológico. Una relación de pareja no solo satisface el disfrute sensorial que producen las zonas erógenas. Una relación de pareja constituye fuente ante todo de crecimiento personal porque puede llegar a ser la relación de mayor intimidad psicológica que tenga el individuo, donde no solo se desnuda el cuerpo, sino también el alma para compartirla con la otra persona. (Quintana, 2007).

La relación de pareja implica la participación de toda la personalidad. El sujeto como totalidad incorpora a esta sus temores, inhibiciones, sus deseos y aspiraciones. La regulación del comportamiento del sujeto hacia la vida amorosa y el sentido que esta alcanza para él descansa en una 䴠integración de elementos estructurales y funcionales de la personalidad que se organizan en una configuración personológica, de expresión particular hacia el vinculo amoroso 䴠(Fernández, 2003, p. 98).

En este vínculo amoroso se busca la satisfacción de múltiples necesidades: sexuales, de afecto, comprensión, apoyo emocional, de compañía, reconocimiento, protección, seguridad, de status, de lo exigido por la cultura, de autoafirmación, autoestima y de autorrealización. La configuración personológica que se estructura hacia la vida amorosa, se apoya en diversas necesidades que nutren la orientación central hacia esta esfera de la vida e intervienen en la regulación y autorregulación del comportamiento del sujeto en el vínculo amoroso.

Las relaciones íntimopersonales influyen en nuestra salud, en nuestra inserción social, en nuestros cambios y en nuestro desarrollo, generan además vivencias, afectos, sentimientos, a partir del mutuo vínculo. Cuando estos sentimientos son predominantemente conjuntivos, se propicia acercamiento y deseo mutuo entre ambos miembros de la pareja. También pueden existir vínculos que generan vivencias ambivalentes, de acercamiento y rechazo a la vez u otros que por su naturaleza y funcionalidad, no generan ningún tipo de vivencia especial. Seguimos así, encontrando parejas que viven felices, otras que se conforman, otras que se soportan y otras que se disuelven, sin que sepamos bien la naturaleza del fenómeno que ocurre en unos y otros casos. (Fernández, 2002).

Lo cierto es que la comunicación expresiva, el diálogo, el intercambio de ideas con relación a los gustos, preferencias y fantasías sexuales potencian la sexualidad en pareja y crea un espacio de intimidad que permite el recreo del erotismo, lo cual es referido por los autores A. Alfonso y C. Sarduy (2000). Además señalan que la comunicación es una de las barreras más usuales en la relación de pareja, que se expresa en los supuestos de que el otro sabe o debe saber de los gustos sexuales, malestares e insatisfacciones. Esta situación solo propicia desencuentros de parejas. La sexualidad requiere del recreo de la intimidad, de una gestualidad que permita la comprensión y acercamiento del otro miembro de la pareja, necesita de poner palabra a la preparación para el intercambio sexual, como garante de la satisfacción sexual para ambos miembros de la pareja.

No obstante, aunque siga siendo el vínculo por excelencia de realización sexual y psicológica la pareja no es ajena a los cambios que se producen constantemente; con la variación de los valores tradicionales se produce una tendencia hacia la no exclusividad sexual, aparece el sexo en grupo, el intercambio de parejas, el matrimonio a pruebas, el matrimonio entre homosexuales que en algunos países como Bélgica, Países Bajos, España y Canadá, el matrimonio legal ya ha sido aprobado, y las parejas homosexuales pueden adoptar hijos. En otros, como Alemania y Gran Bretaña, existe la posibilidad de que las parejas de homosexuales se registren como parejas de hecho. (Microsoft Encarta, 2008).

A pesar de todos los cambios y las nuevas tendencias por las que se ha visto azotada la vida en pareja, los humanos necesitamos para poder vivir del contacto íntimo personal; la permanencia y la estabilidad de la pareja depende de la satisfacción de las necesidades emocionales, psicológicas y sexuales las cuales siempre existirán en el hombre.

Todas las categorías hasta ahora abordadas forman el complejo y diverso mundo de la sexualidad, más un acercamiento a este tema estaría mutilado si no se tomara en cuenta la respuesta del organismo ante un estímulo erótico en diversas prácticas y que puede encontrarse alterada en las disfunciones sexuales, dicha respuesta e vivenciada por cada persona de manera peculiar en cada encuentro amoroso.

En la Respuesta Sexual Humana se ponen de manifiesto fenómenos psicológicos y fisiológicos, que tienen en el deseo sexual su móvil principal. Los fenómenos psicológicos implicados en la actividad sexual son deseo, placer y relajación o tensión. Los fenómenos fisiológicos que los acompañan son la excitación, el orgasmo, eyaculación y detumescencia.

En 1906 Ellis diferenció dos fases en la respuesta sexual: la de tumescencia (vasodilatación y vasocongestión de las zonas erógenas) y detumescencia (descongestión). (Citado por García y Ríos, 2000.)

Master y Johnson en su libro La respuesta sexual humana (1966) diferencian cuatro fases: excitación, meseta, orgasmo y resolución. Masters y Johnson pueden ser considerados como los pioneros y principales investigadores de la respuesta sexual humana y de sus disfunciones. Aunque sexólogos afirman que los cuatros estadíos descritos por Masters y Johnson, no podrían darse sin el deseo, planteando࠱ue debería considerarse el deseo como la primera fase de la respuesta sexual humana. (Citado en Del Valle, 2004).

Kaplan en su libro Trastornos del deseo sexual (1979),࠰ropone una teoría que pauta la respuesta sexual humana en tres fases, por razón de las disfunciones específicas y propias de cada fase. El primer componente es el deseo, que es un fenómeno psicológico, y el ciclo lo completarían la excitación y el orgasmo, como fenómenos psicofisiológicos. (Citado porǡrcía y Ríos, 2000.)

Schnabl (1989), concibe la respuesta sexual humana como la resultante de los procesos psicológicos cognitivo -emocionales y los procesos de excitación puramente física-fisiológica. En realidad es resultado de la integración de ambos procesos. De la representación mental del objetoࠥrótico y de la estimulación física de las zonas erógenas.

Para describir las fases de la respuesta sexual masculina nos basamos en las referencias propuestas࠰or el DSM-IV (1995).

El deseo es la primera fase del ciclo de la respuesta sexual y consiste en fantasías o una anticipación imaginaria sobre la actividad sexual que implica la intención de llevarlas a cabo.ࠆisiológicamente el deseo es un impulso producido por la activación de los circuitos neuronales sexuales. En esta activación intervienen todos los niveles del sistema nervioso, y concretamente el sistema límbico, que es la parte más primitiva del cerebro. Para el normal funcionamiento de estos circuitos se requiere un nivel adecuado de testosterona y un equilibrio idóneo de determinados neurotransmisores (dopamina, adrenalina y noradrenalina) y la serotonina.

Además podemos agregar que "奬 deseo es sentido como una necesidad más o menos clara de buscar satisfacción sexual. El objeto que la provoca puede ser real o fruto de la imaginación. Su expresión aparece mediatizada por los afectos, sentimientos, estados de ánimo, significación de los estímulos y experiencias anteriores. Se hace necesario diferenciar el deseo del amor, pues constituyen dos afectos sexuales diferentes que no siempre van de la mano. De hecho, ocurren encuentros sexuales basados únicamente en el deseo, los cuales tienden a no producir seguridad emocional y estabilidad puesto que suelen ser tan fugaces como la pasión. El respeto, la ternura, la empatía y el gusto no se contraponen a la búsqueda de goce". (Díaz, C., 1999, p.14). El deseo sexual no es solo un impulso sino que en el se imbrican otro componentes psicológicos que hacen que cada persona lo experimente de manera diferente.

La excitación consiste en la sensación subjetiva de placer sexual y va acompañada de cambios fisiológicos. Los cambios fisiológicos más frecuentes en el hombre son la erección que se produce por vasocongestión; un reflejo involuntario abre las arterias del pene y cierra las venas, quedando inundadas de sangre las pequeñas cavernas del pene. Con la excitación sobreviene un ensanchamiento progresivo de la apertura de la uretra, elevación y agrandamiento de los testículos, cambios respiratorios y del ritmo cardiaco, etc.

El࠯rgasmo constituye el punto culminante del placer sexual, con la eliminación de la tensión sexual y la contracción rítmica de los músculos del perineo y de los órganos reproductores. El orgasmo ocurre cuando hay liberación de toda la tensión sexual antes retenida, acompañada de una contracción muscular rítmica, con emisión del esperma: la eyaculación. Lo interesante es que esta acontece en 2 estadios. En el 1º, hay la expulsión efectiva del líquido seminal (semen) de los órganos accesorios de reproducción – próstata, vesícula seminal, y canal eyaculatorio – para la uretra. En el 2º estadio, hay una progresión de este líquido por toda la extensión de la uretra hasta el meato uretral, que es el orificio en la cabeza del pene por donde sale también la orina. Acompañase de todo este proceso, la sensación subjetiva de profundo placer

La resolución consiste en una sensación de relajación muscular y de bienestar general. Durante ella los varones son refractarios fisiológicamente a la erección y al orgasmo durante un período de tiempo variable. Es un tiempo de relajamiento necesario para que él pueda reiniciar nuevamente la actividad sexual.

Es importante conocer que cualquier alteración ya sea psicológica u orgánica en alguna de estas fasesࠩmpide una respuesta sexual satisfactoria que de hacerse persistente produce un trastorno sexual conocido como disfunción sexual.

El comportamiento sexual humano tiene una gran amplitud en sus manifestaciones, algunas muy comunes otras no tanto, pero igual de válidas para alcanzar el disfrute de la práctica sexual. El comportamiento sexual puede o no desarrollarse en el marco de una relación de pareja. La conducta sexual abarca desde la propia identidad de género que expresamos, la orientación sexual que tenemos, las prácticas sexuales que asumimos, hastaࠬos estilos de comunicación con la pareja. Estos comportamientos se manifiestan en diferentes instancias, personal, de pareja, en la familia y en el plano social.

Se plantea que: "Las Prácticas Sexuales son patrones de actividad sexual presentados por individuos o comunidades con suficiente consistencia como para ser predecibles". (OPS, OMS, WAS.,࠲000., p. 8).

Otro concepto que sustituye en ocasiones al de prácticas sexuales es el de contacto sexual, visto como "壵alquier unión de mucosas y/o piel que se efectúa entre personas con una motivación sensitiva o afectiva sexual". (Cancio, Hernández y Pérez,࠲004, citado por Rodríguez, D. y Carpio, 2008). Aquí se incluyen contactos más ligeros como besos y caricias, hasta aquellos donde hay penetración de órganos en el cuerpo del࠯tro.

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