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La Lectura no puede "pasar de moda"




Enviado por Karen Mena



Partes: 1, 2

    La Lectura no puede "pasar de
    moda"

    La lectura es una de las primeras actividades que
    realizara el hombre. La única que brinda la posibilidad de
    conocer otros tiempos, lugares y personas sin siquiera moverse y
    a su vez permite echar a volar la imaginación sin poner
    cotas; actividad que se convirtió en la gran pasión
    del hombre y que penosamente en la actualidad se encuentra
    considerablemente desplazada en el sistema jerárquico de
    las actividades cotidianas de la sociedad, aún cuando se
    puede practicar de forma libre y espontánea. Sin embargo,
    la libertad de la que goza hoy en día la práctica
    de la lectura ha sido el resultado de una lucha legendaria de los
    defensores del libro, pues lo que ha existido a lo largo de la
    historia es más bien toda una campaña de
    persecución de la lectura. Una campaña
    sistemática para no dejar leer.

    No hay que olvidar que, durante mucho tiempo, la lectura
    fue un privilegio reservado para una minoría. Había
    pocos libros y su circulación era muy limitada. Por otra
    parte, la lectura estaba administrada y controlada por una
    eficiente maquinaria de informantes, espías e
    inquisidores, que tenían como única misión
    perseguir libros prohibidos por la Iglesia o por el Estado y
    castigar con la prisión o la pena de muerte a los editores
    que los publicaban o a los que fueran encontrados
    leyéndolos.

    Ejemplos de esto, como describe Peña Borrero
    (2004) fueron los invasores turcos y romanos que destruyeron la
    Biblioteca de Alejandría y con ella se perdieron los
    setecientos mil volúmenes que contenían casi toda
    la información existente sobre la Grecia antigua. La
    Inquisición ordenó quemar La Divina Comedia, las
    traducciones de la Biblia al español y muchos otros libros
    preciosos, por el sólo hecho de estar escritos por autores
    judíos. Otras obras capitales de la cultura occidental,
    como las Meditaciones Metafísicas de Descartes, Don
    Quijote de la Mancha o el Emilio de Rousseau, estuvieron
    prohibidas muchas veces por las autoridades eclesiásticas
    o civiles.

    Sin embargo, a pesar del precio que suponía leer
    en aquellos momentos, los fieles e intransigentes seguidores de
    los libros (tanto escritores como lectores) no se dejaron
    someter; incesantes en su cometido lograron cada vez una mayor
    emancipación del libro ya que las descripciones
    iconográficas muestran a través de la historia las
    disímiles situaciones de la lectura.

    A lo largo de la historia "se puede observar al lector
    solo con su libro o mientras lee ante un auditorio que lo
    escucha; al maestro en plena lectura en la escuela, al orador que
    declama su discurso con el escrito ante sus ojos, el viajero
    leyendo en el tren, el comensal tumbado leyendo un rollo que
    tiene entre la manos y a la adolescente leyendo atentamente de
    pie o sentada en una galería. De fuentes literarias se
    sabe que se leía también cuando se iba de caza,
    mientras se esperaba que la pieza cayera en la red o durante la
    noche para vencer el tedio del insomnio". (Cavallo, 2005,
    pág. 76).

    En los siglos XVIII y XIX, para muchas personas, el
    único contacto con el arte, o el único pasatiempo,
    era la lectura de romances; leer y escribir se convirtió
    en la piedra de toque de la participación en el mundo de
    la cultura, en la herramienta indispensable del hombre moderno,
    por lo menos, inicialmente, del que formaba parte de las
    élites que orientaban y dirigían a la
    sociedad.

    La lectura constituye una de las actividades más
    difíciles y encantadoras que conoce la humanidad. Se
    comparte la idea de Henríquez (1975) cuando
    expresó:"Saber leer es interpretar la palabra, aprisionar
    esa entidad alada de que habla Homero. Cuando cultivamos
    la palabra, estamos formando más que el saber, el ser;
    porque la palabra no es cosa que venga del exterior, sino algo
    que brota de la raíz humana y cuyo desarrollo corresponde
    a un crecimiento interno. Por el cultivo de la palabra se crean
    en el individuo condiciones para comprender y expresar cuanto
    alcance su mente, aptitudes para vaciar todo saber que adquiera
    en el molde del lenguaje, forma universal de comunicación
    de las ideas. (å© la lectura es la llave que
    posee el hombre para abrir las puertas del mundo de la cultura
    universal." (Henríquez, 1975, pág. 163). Y es que
    la lectura enriquece el ser de los hombres, su mundo espiritual,
    contribuye a la formación de valores.

    Leer tiene que ver con actividades tan variadas como la
    dificultad de un niño pequeño con una frase
    sencilla en un libro de cuentos, un cocinero que sigue las normas
    de un libro de cocina, o un estudiante que se esfuerza en
    comprender los significados de un poema. Leer proporciona a las
    personas la sabiduría acumulada por la
    civilización. Los lectores aportan al texto sus
    experiencias, habilidades e intereses; el texto, a su vez, les
    permite aumentar las experiencias y conocimientos y encontrar
    nuevos intereses. Es la vía esencial para adquirir todo
    tipo de conocimientos. Por tanto, sienta las bases de la plenitud
    espiritual, siempre y cuando se realice de una manera
    gratificante para uno mismo, sin más obligación que
    la necesidad de vivir más allá de la realidad que
    existe bajo nuestros pies.

    La autora de este trabajo coincide plenamente con Maris
    (2001) en su consideración acerca de que la lectura no es
    un simple medio de comunicación, de recepción de un
    mensaje sino un proceso que abarca múltiples niveles y
    contribuye al desarrollo de la mente, pues transformar los
    símbolos gráficos en conceptos intelectuales exige
    intensa actividad del cerebro y es que leer un libro implica un
    mayor esfuerzo que interpretar otro tipo de mensajes, como por
    ejemplo el transmitido por la televisión a través
    de imágenes porque en el acto de leer se usa justamente el
    lenguaje simbólico, más difícil de
    interpretar que cualquier otro. Por ello se reitera, que es un
    instrumento formativo, porque exige un trabajo intelectual para
    llegar del signo escrito a la realidad significada.

    Los planteamientos de Gicherman (2004) coinciden con lo
    expresado anteriormente acerca de que la lectura es el camino
    hacia el conocimiento y la libertad. Permite viajar por los
    caminos del tiempo y del espacio y conocer la vida, el ambiente,
    las costumbres, el pensamiento y las creaciones de los grandes
    hombres que han hecho y hacen la historia. Implica la
    participación activa de la mente y contribuye al
    desarrollo de la imaginación, la creatividad, enriquece el
    vocabulario, la expresión oral y escrita. Desde el punto
    de vista psicológico ayuda a comprender mejor el mundo y a
    sus individuos, facilita las relaciones interpersonales, el
    desarrollo afectivo, moral y espiritual y en consecuencia, la
    capacidad para construir un mundo más justo y más
    humano.

    La lectura representa una oportunidad de experiencia de
    lo vivido que es esencial en nuestra formación como
    individuo social. Ayuda al individuo a "comprenderse mejor;
    así se hace más capaz de comprender a los otros y
    de relacionarse con ellos de modo mutuamente satisfactorio y
    lleno de significado" (Melo, (1993, pág. 16). El texto
    literario es la forma más rica de transmitir la herencia
    cultural, de aprender a manejarla y de manejar, mediante la
    cultura, los propios impulsos y deseos. El proceso por el cual
    las sensaciones más radicales son convertidas en elementos
    de la cultura es más eficaz cuando corresponde a la
    satisfacción simbólica que nos brinda la
    lectura.

    "La posibilidad de catarsis descrita por
    Aristóteles en La Poética, ayuda a cada ser social
    desde la niñez a enfrentarse a las emociones, a la
    violencia, al amor, a la crueldad, en una forma en que las
    imágenes de la televisión no permiten" (Melo, 1993,
    pág. 22).

    La lectura entonces, es un proceso continuo de
    comunicación entre el autor o escritor del texto y el
    lector. Se expresa a través de una variedad de signos y
    códigos convencionales que sirven para interpretar las
    emociones, sentimientos impresiones, ideas y pensamientos. Su
    valor es insustituible. Sin ella no es posible comprender la
    información contenida en los textos y asimilarla de un
    modo crítico. También estimula la
    imaginación y ayuda al desarrollo del pensamiento
    abstracto. En la actual sociedad de la comunicación,
    caracterizada por el abarrotamiento de datos, la lectura
    comprensiva tiene un papel clave para convertir la
    información en conocimiento.

    Al respecto González (2007) señala que la
    lectura es una actividad múltiple. Cuando se lee y se
    comprende lo que se lee, el sistema cognitivo identifica las
    letras, realiza una transformación de letras en sonidos,
    construye una representación fonológica de las
    palabras, accede a los múltiples significados de esta,
    selecciona un significado apropiado al contexto, asigna un valor
    sintáctico a cada palabra, construye el significado de la
    frase para elaborar el sentido global del texto y realiza
    inferencias basadas en su conocimiento del mundo. La
    mayoría de estos procesos ocurren sin que el lector sea
    consciente de ellos; estos son muy veloces, pues la
    comprensión del texto tiene lugar casi al mismo tiempo que
    el lector desplaza su vista sobre las palabras.

    Cuando una obra literaria realiza plenamente su
    función, las dos fuentes de saber y placer no sólo
    coexisten, sino se funden: placer estético, que es
    actividad superior del espíritu, saber, que radica en el
    fondo y en el significado, artísticos
    también.

    Las investigaciones sobre la psicología de la
    lectura han evidenciado el hecho de que la lectura "no es una
    actividad genérica, sino una función de la
    identidad individual, un proceso que reproduce la estructura
    mental de un individuo. El proceso de la lectura es el resultado
    de la combinación de distintos aspectos personales y
    comunes, únicos y universales y esto demuestra que la
    respuesta a la literatura nunca es completamente
    idiosincrásica o normativa. En este caso es la
    participación de códigos y de hipótesis
    interpretativas que vinculan el significado potencial mediado por
    la aprobación de la comunidad" (Holland, 1968. pág.
    143).

    En cuanto al placer, algunas personas piensan que es
    cuestión de gusto y si le da más placer jugar que
    leer un poema, lo harán sin comprender que la palabra
    placer tiene un sentido diferente en uno y otro caso. El placer
    estético supone el desarrollo de la capacidad de
    apreciación, permite comparar, criticar y tomar posiciones
    y decisiones sobre la calidad del mismo, hacer una mejor
    interpretación de lo que quiere resaltar el lector,
    permite además al individuo representarse de una manera
    más minuciosa su propia historia a partir de su
    creatividad e imaginación.

    A partir de los numerosos estudios realizados por los
    estudiosos del fenómeno de la sociocultura referenciados
    en la presente investigación, se ha determinado que la
    lectura interviene de una forma determinante en la
    formación y desarrollo del individuo, puesto que mejora la
    expresión oral y escrita, ayuda al fortalecimiento y
    perfeccionamiento del lenguaje, haciéndolo más
    fluido en su utilización. Aumenta el vocabulario y
    perfecciona la ortografía. Mejora las relaciones humanas,
    enriqueciendo las habilidades comunicativas. Brinda facilidad
    para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de
    pensar. Es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual
    ya que pone en acción las funciones mentales agilizando la
    inteligencia. Aumenta el bagaje cultural; proporciona
    información y conocimientos. Despierta aficiones e
    intereses. La lectura fomenta el esfuerzo pues exige una
    colaboración de la voluntad, así como el poder de
    concentración, formando una actitud disciplinada en el
    individuo. Exige una participación activa, una actitud
    dinámica. El lector es protagonista de su propia lectura.
    Facilita la recreación de la fantasía y desarrollo
    de la creatividad. El lector, durante la lectura recrea lo que el
    escritor ha creado para él. Favorece el desarrollo de las
    virtudes morales. La lectura conlleva al lector a establecer
    modelos para admirar e imitar, pues aunque las generaciones
    pasen, los protagonistas de los libros permanecen. "La lectura es
    una afición para cultivar en el tiempo libre una forma de
    recreación para toda la vida. Una afición que puede
    practicarse en cualquier tiempo, lugar, edad y situación.
    La lectura es fuente de disfrute, de goce, de felicidad. Se ha
    hablado mucho del "placer de leer", y esta frase expresa una
    verdad. Leer es una pasión, algo que envuelve a la persona
    entera y le comunica un deleite porque es una actividad
    auténticamente humana (Lomas, 2004, pág.
    36).

    Manguel (1999), Maris (2001) y Manzini (2004) han
    centrado sus estudios en las causas que han provocado la crisis
    de la lectura a nivel mundial analizando cómo intervienen
    en la proyección del hombre como ser social y su
    repercusión en la cultura que van forjando.

    Investigaciones realizadas le han permitido a Manguel
    (1999) hablar de las fuertes competencias comunicativas,
    informativas y recreativas que han surgido con el avance de la
    industria científicotécnica (la televisión,
    la Internet, los videojuegos) como una de las causas
    fundamentales de la pérdida de los hábitos lectores
    y de que las nuevas invenciones "sofisticadas" pongan a la actual
    era en una escala superior a los descubrimientos
    científicos de siglos anteriores. Para los estudiosos de
    la sociocultura se produce un total retroceso en el desarrollo
    del hombre; según ellos estos avances constituyen
    obstáculos en la formación de la personalidad y
    habilidades determinantes el individuo. La autora no concuerda
    enteramente con este criterio, pues el individuo debe desarrollar
    competencias lingüísticas, y dentro de ellas
    lectoras, que le permitan determinar lo esencial de los textos
    leídos. Hoy importa más el saber discernir lo
    útil dentro del cúmulo de información que
    todos estos medios generan, pues la información en
    sí caduca aceleradamente: es una de las competencias
    exigidas por la UNESCO: aprender a aprender. La autora considera
    que la televisión, la Internet y los videojuegos pueden
    formar parte de las actividades del tiempo libre, siempre y
    cuando no sustituyan completamente a la lectura, sino que se
    utilicen para promocionar y potenciar los hábitos
    lectores, pues el peligro está en que estos medios
    podrán reemplazar el interés de los individuos
    hacia la lectura, mas no podrán sustituir el efecto que
    esta causa en ellos.

    Este paso a una sociedad en la que la imagen y el medio
    audiovisual van adquiriendo una creciente fuerza frente al texto
    escrito ha producido toda clase de valoraciones. Melo (1993)
    plantea que este proceso amenaza los fundamentos de la cultura
    moderna y abre el camino a una manipulación mucho
    más cruda de las personas para objetivos políticos
    y quizás, pues esto importa más, sobre todo, para
    cambiar los hábitos de consumo de las personas. El
    reemplazo de una cultura exigente por una cultura de masas,
    generada por una industria cultural regida por la búsqueda
    de utilidades, es visto como una pérdida fundamental. En
    los países capitalistas, se publican toda clase de
    argumentos contra el proceso de empobrecimiento cultural que ha
    traído la televisión, a la cual se dedican cada vez
    más horas de actividad, sobre todo de jóvenes y
    niños y una televisión que en su búsqueda de
    una atención compulsiva refuerza la presentación de
    aquello que conmueva más inmediata y simplemente las
    emociones del espectador. Los modelos de vida promovidos por los
    medios audiovisuales, en la medida en que responden a una
    lógica de la promoción del consumo, pues se
    financian sobre todo mediante la publicidad privada, tienden a
    fijar el valor del individuo en lo que tiene y en lo que consume.
    Además, pueden destruir el predominio de formas de
    pensamiento conceptuales y abstractas para reemplazarlas por
    mecanismos más intuitivos y menos discursivos de debate e
    intercambio cultural.

    En Cuba aunque los medios audiovisuales se utilizan con
    propósitos totalmente distintos a los referidos
    anteriormente, también han generado un desplazamiento de
    los hábitos lectores; más bien existe una fuerte
    preferencia por escuchar el radio o mirar la televisión,
    que por leer. Esto quiere decir que hay más personas
    receptoras de medios audiovisuales que lectores, con lo cual la
    sociedad se encamina a una cultura más oral que
    escrita.

    Vargas (2006) considera las nuevas costumbres que se han
    desarrollado a través del imperio de los medios de
    comunicación como un medio de seducción a partir de
    la inmediatez de la información, creando un efecto de
    saber que sustituye al verdadero saber, que transforma el saber
    en espectáculo, seudo información vista pero no
    absorbida con el agravante de que se confiere a esa
    comunicación una autoridad que jamás el lector
    confiere al libro. Nuevos medios educacionales y de
    entretenimiento, nuevos soportes a través de los cuales
    leer que suplantan la lectura y tienen el atractivo de "lo
    nuevo".

    Este fenómeno es digno de estudiarse atentamente
    pues ello genera a su vez una nueva actitud, un nuevo
    hábito transformando al lector en un consumidor pasivo
    contrario a la dinámica que provoca la lectura de un
    libro, donde se desarrolla la capacidad de diálogo, de
    consentimiento y de disentimiento ante lo escrito. Esto evidencia
    un aplazamiento y un estancamiento en el proceso de
    formación de la personalidad y de las habilidades que
    permiten actuar a los individuos como entes sociales, afectando
    el desarrollo cultural general.

    Frente a la imagen, que usualmente obliga a una brutal
    inmersión en una representación particular de la
    realidad, la lectura exige procesos mentales más complejos
    para su comprensión que permiten mantener una distancia
    con el mundo. El lector aprende a seguir un argumento, ayudado
    por la posibilidad de volver atrás, releer una
    página, analizar las intenciones del autor o su estrategia
    comunicativa. La lectura conlleva una comunicación verbal
    oral y una interpretación simbólica del texto, por
    lo tanto mantiene las exigencias del uso del lenguaje. Para leer
    hay que saber escribir y saber hablar: es un proceso en el cual
    no es posible adoptar la pasividad del espectador, que no
    necesita entender lo que hay detrás de la pantalla ni
    está en condiciones de someter a crítica una
    información a la que hasta el mismo ritmo de su
    presentación depende de otros, es impuesto. Esta pasividad
    dificulta la conformación de hábitos de "lectura"
    crítica de la imagen, que son más naturales y
    espontáneos en el proceso de lectura del libro. Por
    supuesto, algunos de los medios interactivos reducen la pasividad
    del usuario, y representan una combinación interesante,
    tanto para efectos del texto científico o informativo como
    del texto literario, entre lenguaje escrito e imagen. En esta
    dirección, la autora considera que la lectura es parte del
    proceso de formación de la capacidad intelectual
    básica del estudiante, que difícilmente puede ser
    reemplazada por aprendizajes alternativos y que se apoya incluso
    en el hecho de ser un proceso más complejo, más
    exigente, que exige esfuerzo y da la satisfacción del
    dominio de lo difícil.

    Los referentes anteriores corroboran los planteamientos
    de Manguel (1999) uando se refiere a la industria actual como
    sonora y virtual, mientras que la industria editorial tradicional
    es material. Se inscribe y se despliega en papel. La
    lejanía de los individuos respecto de los libros,
    esencialmente los jóvenes, es universal y no local. Cuando
    se habla de la influencia de los medios audiovisuales y otros
    avances tecnológicos, no se refiere solamente a las formas
    informativas o comunicativas, sino también a las
    recreativas, que constituyen la mayor competencia a la lectura
    por placer, la televisión, el video y los videojuegos
    inundan completamente los espacios recreativos de niños y
    jóvenes, sumiéndolos en una recreación
    totalmente digital, de formatos y situaciones preestablecidas,
    que no dan margen a la creatividad subjetiva e individual y que
    limitan la imaginación a la imágenes ya
    concebidas.

    Se recurre ante la sociedad del conocimiento a una
    generación digital, en la cual las personas viven inmersas
    en la música y en el mundo de las imágenes
    televisivas que emanan estéticas hipertextuales.
    Estéticas no tradicionales en las que el relato no sigue
    un orden lógico sino que opera por yuxtaposición de
    escenas, enfatizadas por sonidos, donde prevalece el impacto
    sensorial antes que el tiempo intelectual. La concepción
    comunicacional hoy en día es inmaterial, hipertextual y
    tribal.

    No obstante, Calle (2000) plantea que los
    múltiples caminos abiertos por las nuevas
    tecnologías, no sólo le han aportado al hombre
    diversas posibilidades para interactuar en el mundo de la vida
    sino que también y esto es tal vez lo más
    importante, le han permitido acceder y vincularse a espacios
    más dinámicos y virtuales, donde día a
    día nuevos códigos se articulan para generar redes
    ilimitadas de significación e interpretación, en
    las cuales el ser mismo coexiste como una parte más del
    sistema tecnológico. El hipertexto y la hipermedia se
    constituyen en parte de esta oferta tecnológica y como
    complemento de ese gran campo de posibilidades
    informáticas y comunicativas, conjugan el juego de
    sentidos y lógicas que nos permiten asir al mismo tiempo
    textos, imágenes, sonidos y conceptos para simbolizar y
    redimensionar nuevos significados en un tiempo y un espacio
    específicos.

    Lo que afecta al libro es ese algo sutil que vincula al
    hombre con el libro. La esencia del cambio radica en que frente a
    la avidez de saber de antes, prima lo que se quiere saber; es
    decir, más que la lectura parece importar el soporte a
    través del cual el individuo se informa.

    A lo expuesto anteriormente Millán (2000)
    señala que nadie lee una novela extensa, un ensayo largo
    en pantalla por su incomodidad y es la lectura detenida y extensa
    la que más forma los hábitos lectores, los
    automatismos y las capacidades de una extracción eficiente
    de la información. Para educar en la lectura siguen siendo
    necesarios los libros, porque los libros son las mejores
    máquinas de leer.

    Todavía el texto escrito forma parte de nuestro
    sistema de comunicaciones. Sin embargo hay géneros
    "literarios" que han desaparecido casi por completo, como las
    cartas personales, reemplazadas por el teléfono, o los
    relatos de viaje, que carecen de interés frente al vigor
    de las imágenes del cine o la televisión. Y la
    comunicación creativa o recreativa ha sido profundamente
    alterada: los jóvenes de hoy dedican mucho más
    tiempo a ver a sus héroes imaginarios en cine o
    televisión que a leer sus aventuras en una novela. Es
    cierto que algunas actividades creadoras no se han dejado reducir
    al mundo audiovisual, y todavía la poesía se lee,
    aunque hay quienes la prefieren, y hay buenas razones para ello,
    en grabaciones. Y en el campo de la difusión de
    conocimientos técnicos y científicos, así
    como en el del argumento conceptual, aunque el texto escrito
    predomina, circula en soportes electrónicos, lo que
    obstaculiza el proceso de la lectura recreativa, pues nunca
    tendrá iguales efectos leer frente a una pantalla a leer
    un libro impreso.

    No obstante, no se puede atribuir toda la carga de la
    situación por la que transita la lectura en la sociedad
    actual a los medios audiovisuales y a la revolución
    tecnológica; otros factores no menos importantes
    determinan de igual manera en la decadencia de los hábitos
    lectores.

    Uno de ellos es la dinámica social con la que se
    vive hoy en día; por tanto el escaso tiempo libre con que
    cuentan las personas, -al cual todos tienen derecho- y el empleo
    que se le da al mismo, no dan cabida a la lectura lo que limita
    considerablemente la formación de los hábitos de
    lectura, fundamentalmente de la lectura por placer, ya que es
    justo ese tiempo, en que los individuos se dedican al goce
    espiritual, el ambiente idóneo para el fomento de la
    lectura por placer, objetivo esencial por el que aboga la
    presente investigación.

    Al respecto Peredo (2002) ha señalado que el
    dinamismo de la sociedad actual se vuelve cada vez más
    complejo y acelerado, por lo que los individuos se ven obligados
    a emplear la mayor parte de su tiempo en actividades laborales, y
    se dispone de muy poco tiempo para dedicarlo a la
    lectura.

    La vertiginosidad de la vida urbana obliga a las
    personas a encontrar formas alternativas para estar informadas;
    por ejemplo, encender la radio o el televisor para escuchar las
    noticias mientras se preparan para salir a trabajar. A veces solo
    se tiene tiempo para leer los encabezados de un periódico.
    Si la actividad laboral no está estrechamente vinculada a
    la lectura, ésta pasa a ser parte de las actividades del
    tiempo libre; que además es muy escaso. Es por ello que la
    información se obtiene preferentemente por medios
    electrónicos audiovisuales. De tal forma, parece que
    solamente un pequeño sector de la población tiene
    el hábito de la lectura, y que el comportamiento lector,
    en general, tiende a ser deficitario.

    La lectura por tanto, se ha convertido en un acto
    eventual, utilizada para satisfacer necesidades inmediatas como
    la realización de un ejercicio para una tarea de la
    escuela, la consulta de un material para una conferencia o para
    conocer la ultima noticia que conmueve al mundo.

    Cabe señalar que en este análisis no
    importa el tipo de género que se lea, sino cómo se
    lee y en qué circunstancias; pues aquel que lee las
    páginas de un periódico, o los artículos de
    las revistas con frecuencia, se le considera indiscutiblemente
    como un hábito lector, mientras que aquel que va a las
    páginas de un libro de psicología, de historia
    universal, o de un clásico de la literatura cubana como
    Cecilia Valdés, de manera casual, con el objetivo de
    evacuar alguna duda o como material de consulta para acceder a
    algún dato especifico, no se considera un individuo que
    posee la lectura como un hábito.

    Se impone entonces preguntarse ¿Cómo hacer
    para que las personas se interesen por la lectura?
    ¿Cómo atraerlos a la lectura silente, personal,
    libre? ¿Cómo fomentar los hábitos de la
    lectura por placer en una sociedad en la que predomina la
    comunicación oral?

    Pero, lo más probable es que no sea suficiente el
    determinar en qué consiste la lectura, cómo se
    forman los hábitos lectores y los factores que atentan
    contra el desarrollo de los mismos, si esto no va
    acompañado intencionalmente de estrategias de
    promoción y fomento de la lectura.

    A finales del siglo XX, la necesidad de promover la
    lectura como elemento incuestionable el en desarrollo del acervo
    cultural de la sociedad se ha convertido en una causa mundial,
    sustentada por campañas y organizaciones de todos los
    países Por primera vez, la lectura ha empezado a
    plantearse como una cuestión de política
    pública, en la que deben estar comprometidos el Estado y
    la sociedad civil. Un indicador de la importancia que se le da a
    esta labor es su inclusión como estrategia clave en todos
    los planes nacionales de lograr fomentar la lectura esencialmente
    en las comunidades como estructura primaria que forja la cultura
    y la identidad de la sociedad en general, ya que la comunidad,
    entendida como un grupo o conjunto de personas (o agentes) que
    comparten elementos en común, tales como un idioma,
    costumbres, valores, tareas, visión de mundo, edad,
    ubicación geográfica (un barrio por ejemplo),
    estatus social, roles; en la que se crea una identidad
    común, que es compartida y elaborada entre sus integrantes
    y socializada, es el círculo fundamental en el que se
    fortalecen las relaciones interpersonales.

    La comunidad y su enriquecimiento cultural son los
    blancos fundamentales hacia los cuales están encaminados
    los estudios sociales y culturales en la actualidad, en la que se
    incluye la presente investigación, puesto que el hombre en
    interacción con los demás y con su entorno, es el
    que de una forma consciente o inconsciente crea y moldea su
    cultura, la cultura del ámbito en el que se
    desenvuelve.

    "Una de las ideas centrales en la obra de Vigotsky
    considera que los seres humanos se desarrollan en una
    formación histórica cultural dada, creada por la
    propia actividad de producción y transformación de
    su realidad y es a través de la actividad humana que se
    produce el desarrollo de los procesos psíquicos y la
    consiguiente apropiación de la cultura, por lo que la
    actividad humana es siempre social e implica por tanto la
    relación con otras personas, la comunicación entre
    ellas, siendo en esa interacción con otros que surge el
    mundo espiritual de cada uno, su personalidad". (Álvarez,
    s/f. pág. 1).

    La UNESCO (2001) utiliza el concepto de cultura,
    del que se han dado literalmente centenares de definiciones en
    varios niveles interrelacionados:

    1ro: Como las diferentes manifestaciones de la
    creatividad intelectual y artística humana pasada y
    presente.

    2do: La UNESCO también se interesa en como
    estas manifestaciones de las aspiraciones de los seres humanos y
    de la creatividad, pueden servir de instrumentos que
    añaden valor a otras esferas, como el empleo y la
    solidaridad social.

    3ro: La UNESCO considera la cultura como un
    acervo de recursos en los que los individuos y las comunidades
    pueden buscar inspiración y orientación.

    Sin embargo, que el hombre forje su propia cultura, no
    lo hace un hombre culto; para ello se necesita todo un proceso de
    retroalimentación, es decir el hombre concibe su cultura
    pero a su vez debe conocer y nutrirse de otras tradiciones y
    conocimientos, solo así llegará a ser
    verdaderamente culto.

    Por esta razón se llevan a cabo, sin descanso,
    grandes campañas a favor de la cultura, de la sociedad del
    conocimiento y la comunicación; campañas a favor de
    la lectura por placer y de fomento de los hábitos lectores
    como vías fundamentales para el fortalecimiento y
    enaltecimiento de la cultura del pueblo; pues el libro es
    portador "de una de las cosas más preciadas que el ser
    humano ansía: el conocimiento, el saber, la
    sabiduría. Conocimiento que es acumulación de
    milenarias prácticas humanas desde lo experimental y
    opinático, hasta lo científico y lo
    técnico.

    Conocimiento que es el sustento de la verdadera libertad
    del hombre (å© La libertad tiene como fragua a la
    cultura. La cultura tiene su sede catéctica en el libro"
    (Calviño, 2004. pág. 199).

    Se comparten plenamente los planteamientos de Setien
    (1991) acerca de la relevancia de la promoción de lectura
    en nuestros días, pues gran parte de la población,
    al ser entrevistada, suele reconocer la importancia de la
    lectura, como forma de empleo del tiempo libre, pero cuando se
    acude a métodos de comprobación más
    profundos, se detecta que esa opinión no se corresponde
    con una actuación consecuente y que, en realidad, lo que
    prima es la cultura literaria de referencia.

    La promoción de la lectura es una
    invención reciente, surgida de las necesidades de
    sociólogos, psicólogos, bibliotecarios, en
    relación interdisciplinaria, de buscar vías
    encauzadas "a rescatar la dimensión de la lectura como
    pilar esencial de la formación cultural, expresando la
    voluntad política y social de la nación" (Programa
    Nacional de Lectura, 2006, pág. 1).

    Según Calzada (s/f), la promoción de la
    lectura es la "acción que busca la correspondencia
    óptima entre los participantes en la cadena
    lector-libro-lectura. Dicha acción desempeña una
    función esencialmente modeladora." (Calzada, s/f.
    pág. 25).

    Y añade, "la promoción de la lectura se
    traduce en acciones, que pueden ser puntuales o desarrollarse en
    ciclos cortos o medianos, dentro de un diseño general que
    los supera en el tiempo (a largo plazo); es en este diseño
    donde las secuencias adquieren un significado según los
    objetivos trazados de inicio y que además, se revisan
    continuamente." (Calzada, s/f. pág. 25).

    La promoción de la lectura tiene como objetivo
    esencial incidir en su contenido y carácter, el los
    valores y habilidades que forma en la personalidad del individuo,
    en la selección y comprensión de las obras
    leídas, así como en la valoración critica e
    individual por parte de los lectores.

    Promover la lectura es tarea primordial de instituciones
    y órganos pues la lectura por placer y los hábitos
    lectores, no surgen de forma espontánea en todas las
    personas, por lo que se necesita orientar y estructurar las
    condiciones que propicien esta actividad; se concuerda con
    Núñez (2002) cuando se refiere, a que la
    promoción de la lectura es una actividad dirigida a la
    formación de hábitos de lectura adecuados, que se
    logran con la orientación planificada a una
    población de lectores (activos y potenciales) sobre
    qué, cuánto y cómo leer.

    La actividad de impulso del hábito lector se ha
    venido ejerciendo en dos ámbitos fundamentales: las
    bibliotecas públicas y el sistema de enseñanza.
    Aunque esos son los dos pilares de una eficaz estrategia de
    promoción de la lectura, la actual demanda social exige
    planteamientos dirigidos a toda la población, ejecutados
    en la mayor variedad posible de terrenos de la sociedad y con una
    utilización muy amplia de herramientas y
    capacidades.

    Claro está que siempre ha habido lectores que
    practican la lectura y comparten sus experiencias en situaciones
    cotidianas que de una u otra manera suponen un carácter
    promocional: la enseñanza, la predicación, los
    oficios religiosos.

    Vale mencionar, como ejemplo fehaciente, la costumbre de
    leer que se implantó en las fábricas de tabaco en
    Cuba, donde a don Saturnino Martínez, fabricante de
    tabacos y poeta, se le ocurrió publicar un
    periódico que tituló La Aurora, escrito
    especialmente para los obreros de la industria tabaquera en Cuba.
    La sencilla publicación era una compilación de
    notas políticas, artículos sobre ciencia y
    literatura, poemas y relatos breves. Solo que a don Saturnino se
    le había olvidado que la mayor parte de los torcedores de
    tabaco eran analfabetos. Sin dejarse desanimar por este
    inconveniente, propuso que se les leyera el periódico en
    voz alta, lo que se hizo por primera vez en una fábrica
    llamada El Fígaro. Muy pronto, la costumbre de leer en las
    fábricas de habanos se extendió por todo el
    país, hasta el punto que el Gobernador en aquel momento
    prohibió la lectura de los libros y periódicos con
    la excusa de que se distraía a los trabajadores. No
    obstante los obreros continuaron leyendo de forma clandestina.
    (Manguel, 1999, pág. 83).

    Estas primeras manifestaciones de promoción de
    lectura demuestran que la apropiación social de la lectura
    como una necesidad individual y colectiva es un derecho de la
    humanidad.

    La promoción de la lectura puede ayudar a
    compensar y fortalecer los vacíos que en ocasiones padece
    el espíritu, ofreciendo tiempos y espacios donde el deseo
    de leer pueda abrirse camino. El objetivo de la promoción
    de lectura ha mostrado ser clave en la tarea de ayudar al
    individuo a encontrar un sentido a la lectura más
    allá del espacio escolar, como una puerta para explorar
    nuevos mundos y una manera única de elaborar su identidad,
    de relacionarse con el mundo y con los otros.

    Promover las lectura es crear los contextos en los que
    la lectura tenga sentido, es propiciar las condiciones para que
    ocurra la experiencia lectora; Peña (2004) señala
    que la promoción de la lectura por placer es ayudar a que
    los lectores pasen de las lecturas útiles u obligatorias a
    una lectura que les resulte significativa en sus vidas; propiciar
    el contacto con los libros y la conversación de lo que se
    lee; hacer del libro un sujeto más familiar, mas cercano;
    remover los miedos y los fantasmas visibles e invisibles que
    siempre lo han rodeado.

    Aunque parezca tarea sencilla, la promoción de la
    lectura es una labor totalmente compleja, pues más que
    enseñar los textos y dar listas de títulos, se debe
    lograr la motivación del individuo por la literatura, que
    lo exhorte a leer; lo que supone vencer una considerable parte
    del proceso de promoción, ya que es esa precisamente su
    esencia.

    La motivación, según Solana (1993) es lo
    que hace que un individuo actúe y se comporte de una
    determinada manera. Es una combinación de procesos
    intelectuales, fisiológicos y psicológicos que
    deciden, en una situación dada, con qué vigor se
    actúa y en qué dirección se encauza la
    energía. Dentro de la ciencia psicológica el tema
    de la motivación es aquel que se relaciona con las causas
    y la orientación que toma el comportamiento en las
    distintas esferas de la actividad humana.

    "(å© puede considerarse, en
    términos generales, que la motivación se refiere al
    proceso psicológico que ocurre en el individuo a
    través del cual se combinan diferentes fuerzas internas y
    externas, y que determina que el individuo se comporte de una
    cierta manera. Es la responsable de la dirección, la
    intensidad y la variación del comportamiento de las
    personas o, en otras palabras, es la responsable de hacia
    dónde se orienta el comportamiento, con cuánta
    energía y sostén. El proceso de motivación
    se vincula a las interacciones entre el individuo y la realidad
    circundante". (García, 1982. pág. 6).

    La motivación por la lectura se representa con la
    expresión: "gusto por la lectura", utilizada por lectores
    y no lectores. Está muy relacionada con la búsqueda
    de lo nuevo e involucra curiosidad y apertura a los nuevos
    conocimientos e informaciones. En este caso, la motivación
    se encuentra relacionada estrechamente con el tipo de libro
    consumido. Otra gran motivación por la lectura es el
    desarrollo del texto y la argumentación del libro. Si
    existe motivación y el lector se siente atraído, la
    lectura estará asegurada, por lo que se deben tener bien
    concebidas las líneas de trabajo y cómo
    desarrollarlas para que finalmente el proceso sea
    eficaz.

    Núñez (2002) expone que el trabajo de la
    promoción de lectura por placer puede abordarse de las
    siguientes maneras:

    ç ƒaptación de individuos que no
    leen habitualmente para formar en ellos el hábito de la
    lectura.

    ç ”rabajo con los lectores que leen
    habitualmente solo como forma de consulta, para incidir y
    orientar su actividad lectora hacia la lectura por
    placer.

    ç ”rabajo con los lectores habituales
    para guiar su actividad de lectura.

    Por su parte de Guerra (2004) señala que el
    proceso de promoción de la lectura por placer debe siempre
    abrir espacio para las diferentes aprensiones, considerando mejor
    al individuo, sus inestabilidades, sus selecciones, nunca a
    partir de la reedificación, del colectivo o de una
    objetividad solamente declarada, pues la promoción aunque
    representa una labor relevante en el proceso de formación
    de los hábitos lectores, es solo el camino hacia la
    lectura, no el punto de llegada. Es muy importante seguir
    promoviendo la lectura pero leer es aun más
    importante.

    Por todas estas razones se debe tener bien claro que la
    misión de la promoción y fundamentalmente del
    promotor está encaminada a lograr la motivación de
    las personas hacia la lectura, propiciar el vínculo entre
    el texto, la acción de leer y el individuo, lograr una
    mayor cantidad cualitativa de lectores y orientar hacia una mejor
    calidad de los textos leídos, siempre respetando la
    autonomía de los lectores.

    Entonces, puede afirmarse que la clave del proceso de la
    lectura consiste en la combinación armónica de la
    intervención del promotor y la emancipación del
    sujeto lector. Así, el promotor de la lectura se enfrenta
    a una doble responsabilidad: tratar de aumentar la cantidad de lo
    leído y mejorar su calidad. El promotor de lectura es un
    formador de lectores, un educador más.El promotor es la
    persona con capacidad de gestión y habilidades para
    acometer acciones que promuevan la lectura. Debe ente todo,
    compartir su propia experiencia de lectura, compartir, no la
    lectura en abstracto, sino el leer, la lectura vivida:
    cómo llegó a ese libro, cómo lo sedujo,
    cómo lo leyó僯mpartir incluso las
    experiencias fallidas. Esto es algo que no se puede lograr sino
    viviendo la experiencia de la lectura por placer, que resulte
    totalmente espontánea.

    Moras y Correa (2003) plantean que el promotor le
    lectura debe ser capaz de promover y fomentar los hábitos
    lectores, lo que supone un cambio social en la comunidad, por lo
    que se le considera también un animador social entendido
    como aquel que moviliza y organiza a través del cambio,
    aunque sea ligero, a la comunidad. Pero ese cambio debe ser bien
    concebido, puesto que se trata con personas de una comunidad, con
    características generales y particulares, se trata con
    diversos puntos de vista, posiciones, proyecciones, percepciones,
    sensibilidades; es decir, se trabaja con la parte subjetiva del
    individuo, por lo que el promotor debe tener una
    preparación optima. Uno de los elementos fundamentales que
    debe tener en cuenta el promotor es el de saber comunicarse
    correctamente y situarse en los distintos círculos
    sociales en que se encuentre.

    El proceso de promoción debe ser desarrollado por
    el promotor de una forma abierta, posibilitando siempre el
    espacio para la libertad, miedo, placer, fantasía, en fin
    la diferencia. Es necesario entonces abrirle espacio al
    auto-descubrimiento de los individuos.

    Partes: 1, 2

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