La Lectura no puede "pasar de
moda"
La lectura es una de las primeras actividades que
realizara el hombre. La única que brinda la posibilidad de
conocer otros tiempos, lugares y personas sin siquiera moverse y
a su vez permite echar a volar la imaginación sin poner
cotas; actividad que se convirtió en la gran pasión
del hombre y que penosamente en la actualidad se encuentra
considerablemente desplazada en el sistema jerárquico de
las actividades cotidianas de la sociedad, aún cuando se
puede practicar de forma libre y espontánea. Sin embargo,
la libertad de la que goza hoy en día la práctica
de la lectura ha sido el resultado de una lucha legendaria de los
defensores del libro, pues lo que ha existido a lo largo de la
historia es más bien toda una campaña de
persecución de la lectura. Una campaña
sistemática para no dejar leer.
No hay que olvidar que, durante mucho tiempo, la lectura
fue un privilegio reservado para una minoría. Había
pocos libros y su circulación era muy limitada. Por otra
parte, la lectura estaba administrada y controlada por una
eficiente maquinaria de informantes, espías e
inquisidores, que tenían como única misión
perseguir libros prohibidos por la Iglesia o por el Estado y
castigar con la prisión o la pena de muerte a los editores
que los publicaban o a los que fueran encontrados
leyéndolos.
Ejemplos de esto, como describe Peña Borrero
(2004) fueron los invasores turcos y romanos que destruyeron la
Biblioteca de Alejandría y con ella se perdieron los
setecientos mil volúmenes que contenían casi toda
la información existente sobre la Grecia antigua. La
Inquisición ordenó quemar La Divina Comedia, las
traducciones de la Biblia al español y muchos otros libros
preciosos, por el sólo hecho de estar escritos por autores
judíos. Otras obras capitales de la cultura occidental,
como las Meditaciones Metafísicas de Descartes, Don
Quijote de la Mancha o el Emilio de Rousseau, estuvieron
prohibidas muchas veces por las autoridades eclesiásticas
o civiles.
Sin embargo, a pesar del precio que suponía leer
en aquellos momentos, los fieles e intransigentes seguidores de
los libros (tanto escritores como lectores) no se dejaron
someter; incesantes en su cometido lograron cada vez una mayor
emancipación del libro ya que las descripciones
iconográficas muestran a través de la historia las
disímiles situaciones de la lectura.
A lo largo de la historia "se puede observar al lector
solo con su libro o mientras lee ante un auditorio que lo
escucha; al maestro en plena lectura en la escuela, al orador que
declama su discurso con el escrito ante sus ojos, el viajero
leyendo en el tren, el comensal tumbado leyendo un rollo que
tiene entre la manos y a la adolescente leyendo atentamente de
pie o sentada en una galería. De fuentes literarias se
sabe que se leía también cuando se iba de caza,
mientras se esperaba que la pieza cayera en la red o durante la
noche para vencer el tedio del insomnio". (Cavallo, 2005,
pág. 76).
En los siglos XVIII y XIX, para muchas personas, el
único contacto con el arte, o el único pasatiempo,
era la lectura de romances; leer y escribir se convirtió
en la piedra de toque de la participación en el mundo de
la cultura, en la herramienta indispensable del hombre moderno,
por lo menos, inicialmente, del que formaba parte de las
élites que orientaban y dirigían a la
sociedad.
La lectura constituye una de las actividades más
difíciles y encantadoras que conoce la humanidad. Se
comparte la idea de Henríquez (1975) cuando
expresó:"Saber leer es interpretar la palabra, aprisionar
esa entidad alada de que habla Homero. Cuando cultivamos
la palabra, estamos formando más que el saber, el ser;
porque la palabra no es cosa que venga del exterior, sino algo
que brota de la raíz humana y cuyo desarrollo corresponde
a un crecimiento interno. Por el cultivo de la palabra se crean
en el individuo condiciones para comprender y expresar cuanto
alcance su mente, aptitudes para vaciar todo saber que adquiera
en el molde del lenguaje, forma universal de comunicación
de las ideas. (å© la lectura es la llave que
posee el hombre para abrir las puertas del mundo de la cultura
universal." (Henríquez, 1975, pág. 163). Y es que
la lectura enriquece el ser de los hombres, su mundo espiritual,
contribuye a la formación de valores.
Leer tiene que ver con actividades tan variadas como la
dificultad de un niño pequeño con una frase
sencilla en un libro de cuentos, un cocinero que sigue las normas
de un libro de cocina, o un estudiante que se esfuerza en
comprender los significados de un poema. Leer proporciona a las
personas la sabiduría acumulada por la
civilización. Los lectores aportan al texto sus
experiencias, habilidades e intereses; el texto, a su vez, les
permite aumentar las experiencias y conocimientos y encontrar
nuevos intereses. Es la vía esencial para adquirir todo
tipo de conocimientos. Por tanto, sienta las bases de la plenitud
espiritual, siempre y cuando se realice de una manera
gratificante para uno mismo, sin más obligación que
la necesidad de vivir más allá de la realidad que
existe bajo nuestros pies.
La autora de este trabajo coincide plenamente con Maris
(2001) en su consideración acerca de que la lectura no es
un simple medio de comunicación, de recepción de un
mensaje sino un proceso que abarca múltiples niveles y
contribuye al desarrollo de la mente, pues transformar los
símbolos gráficos en conceptos intelectuales exige
intensa actividad del cerebro y es que leer un libro implica un
mayor esfuerzo que interpretar otro tipo de mensajes, como por
ejemplo el transmitido por la televisión a través
de imágenes porque en el acto de leer se usa justamente el
lenguaje simbólico, más difícil de
interpretar que cualquier otro. Por ello se reitera, que es un
instrumento formativo, porque exige un trabajo intelectual para
llegar del signo escrito a la realidad significada.
Los planteamientos de Gicherman (2004) coinciden con lo
expresado anteriormente acerca de que la lectura es el camino
hacia el conocimiento y la libertad. Permite viajar por los
caminos del tiempo y del espacio y conocer la vida, el ambiente,
las costumbres, el pensamiento y las creaciones de los grandes
hombres que han hecho y hacen la historia. Implica la
participación activa de la mente y contribuye al
desarrollo de la imaginación, la creatividad, enriquece el
vocabulario, la expresión oral y escrita. Desde el punto
de vista psicológico ayuda a comprender mejor el mundo y a
sus individuos, facilita las relaciones interpersonales, el
desarrollo afectivo, moral y espiritual y en consecuencia, la
capacidad para construir un mundo más justo y más
humano.
La lectura representa una oportunidad de experiencia de
lo vivido que es esencial en nuestra formación como
individuo social. Ayuda al individuo a "comprenderse mejor;
así se hace más capaz de comprender a los otros y
de relacionarse con ellos de modo mutuamente satisfactorio y
lleno de significado" (Melo, (1993, pág. 16). El texto
literario es la forma más rica de transmitir la herencia
cultural, de aprender a manejarla y de manejar, mediante la
cultura, los propios impulsos y deseos. El proceso por el cual
las sensaciones más radicales son convertidas en elementos
de la cultura es más eficaz cuando corresponde a la
satisfacción simbólica que nos brinda la
lectura.
"La posibilidad de catarsis descrita por
Aristóteles en La Poética, ayuda a cada ser social
desde la niñez a enfrentarse a las emociones, a la
violencia, al amor, a la crueldad, en una forma en que las
imágenes de la televisión no permiten" (Melo, 1993,
pág. 22).
La lectura entonces, es un proceso continuo de
comunicación entre el autor o escritor del texto y el
lector. Se expresa a través de una variedad de signos y
códigos convencionales que sirven para interpretar las
emociones, sentimientos impresiones, ideas y pensamientos. Su
valor es insustituible. Sin ella no es posible comprender la
información contenida en los textos y asimilarla de un
modo crítico. También estimula la
imaginación y ayuda al desarrollo del pensamiento
abstracto. En la actual sociedad de la comunicación,
caracterizada por el abarrotamiento de datos, la lectura
comprensiva tiene un papel clave para convertir la
información en conocimiento.
Al respecto González (2007) señala que la
lectura es una actividad múltiple. Cuando se lee y se
comprende lo que se lee, el sistema cognitivo identifica las
letras, realiza una transformación de letras en sonidos,
construye una representación fonológica de las
palabras, accede a los múltiples significados de esta,
selecciona un significado apropiado al contexto, asigna un valor
sintáctico a cada palabra, construye el significado de la
frase para elaborar el sentido global del texto y realiza
inferencias basadas en su conocimiento del mundo. La
mayoría de estos procesos ocurren sin que el lector sea
consciente de ellos; estos son muy veloces, pues la
comprensión del texto tiene lugar casi al mismo tiempo que
el lector desplaza su vista sobre las palabras.
Cuando una obra literaria realiza plenamente su
función, las dos fuentes de saber y placer no sólo
coexisten, sino se funden: placer estético, que es
actividad superior del espíritu, saber, que radica en el
fondo y en el significado, artísticos
también.
Las investigaciones sobre la psicología de la
lectura han evidenciado el hecho de que la lectura "no es una
actividad genérica, sino una función de la
identidad individual, un proceso que reproduce la estructura
mental de un individuo. El proceso de la lectura es el resultado
de la combinación de distintos aspectos personales y
comunes, únicos y universales y esto demuestra que la
respuesta a la literatura nunca es completamente
idiosincrásica o normativa. En este caso es la
participación de códigos y de hipótesis
interpretativas que vinculan el significado potencial mediado por
la aprobación de la comunidad" (Holland, 1968. pág.
143).
En cuanto al placer, algunas personas piensan que es
cuestión de gusto y si le da más placer jugar que
leer un poema, lo harán sin comprender que la palabra
placer tiene un sentido diferente en uno y otro caso. El placer
estético supone el desarrollo de la capacidad de
apreciación, permite comparar, criticar y tomar posiciones
y decisiones sobre la calidad del mismo, hacer una mejor
interpretación de lo que quiere resaltar el lector,
permite además al individuo representarse de una manera
más minuciosa su propia historia a partir de su
creatividad e imaginación.
A partir de los numerosos estudios realizados por los
estudiosos del fenómeno de la sociocultura referenciados
en la presente investigación, se ha determinado que la
lectura interviene de una forma determinante en la
formación y desarrollo del individuo, puesto que mejora la
expresión oral y escrita, ayuda al fortalecimiento y
perfeccionamiento del lenguaje, haciéndolo más
fluido en su utilización. Aumenta el vocabulario y
perfecciona la ortografía. Mejora las relaciones humanas,
enriqueciendo las habilidades comunicativas. Brinda facilidad
para exponer el propio pensamiento y posibilita la capacidad de
pensar. Es una herramienta extraordinaria de trabajo intelectual
ya que pone en acción las funciones mentales agilizando la
inteligencia. Aumenta el bagaje cultural; proporciona
información y conocimientos. Despierta aficiones e
intereses. La lectura fomenta el esfuerzo pues exige una
colaboración de la voluntad, así como el poder de
concentración, formando una actitud disciplinada en el
individuo. Exige una participación activa, una actitud
dinámica. El lector es protagonista de su propia lectura.
Facilita la recreación de la fantasía y desarrollo
de la creatividad. El lector, durante la lectura recrea lo que el
escritor ha creado para él. Favorece el desarrollo de las
virtudes morales. La lectura conlleva al lector a establecer
modelos para admirar e imitar, pues aunque las generaciones
pasen, los protagonistas de los libros permanecen. "La lectura es
una afición para cultivar en el tiempo libre una forma de
recreación para toda la vida. Una afición que puede
practicarse en cualquier tiempo, lugar, edad y situación.
La lectura es fuente de disfrute, de goce, de felicidad. Se ha
hablado mucho del "placer de leer", y esta frase expresa una
verdad. Leer es una pasión, algo que envuelve a la persona
entera y le comunica un deleite porque es una actividad
auténticamente humana (Lomas, 2004, pág.
36).
Manguel (1999), Maris (2001) y Manzini (2004) han
centrado sus estudios en las causas que han provocado la crisis
de la lectura a nivel mundial analizando cómo intervienen
en la proyección del hombre como ser social y su
repercusión en la cultura que van forjando.
Investigaciones realizadas le han permitido a Manguel
(1999) hablar de las fuertes competencias comunicativas,
informativas y recreativas que han surgido con el avance de la
industria científicotécnica (la televisión,
la Internet, los videojuegos) como una de las causas
fundamentales de la pérdida de los hábitos lectores
y de que las nuevas invenciones "sofisticadas" pongan a la actual
era en una escala superior a los descubrimientos
científicos de siglos anteriores. Para los estudiosos de
la sociocultura se produce un total retroceso en el desarrollo
del hombre; según ellos estos avances constituyen
obstáculos en la formación de la personalidad y
habilidades determinantes el individuo. La autora no concuerda
enteramente con este criterio, pues el individuo debe desarrollar
competencias lingüísticas, y dentro de ellas
lectoras, que le permitan determinar lo esencial de los textos
leídos. Hoy importa más el saber discernir lo
útil dentro del cúmulo de información que
todos estos medios generan, pues la información en
sí caduca aceleradamente: es una de las competencias
exigidas por la UNESCO: aprender a aprender. La autora considera
que la televisión, la Internet y los videojuegos pueden
formar parte de las actividades del tiempo libre, siempre y
cuando no sustituyan completamente a la lectura, sino que se
utilicen para promocionar y potenciar los hábitos
lectores, pues el peligro está en que estos medios
podrán reemplazar el interés de los individuos
hacia la lectura, mas no podrán sustituir el efecto que
esta causa en ellos.
Este paso a una sociedad en la que la imagen y el medio
audiovisual van adquiriendo una creciente fuerza frente al texto
escrito ha producido toda clase de valoraciones. Melo (1993)
plantea que este proceso amenaza los fundamentos de la cultura
moderna y abre el camino a una manipulación mucho
más cruda de las personas para objetivos políticos
y quizás, pues esto importa más, sobre todo, para
cambiar los hábitos de consumo de las personas. El
reemplazo de una cultura exigente por una cultura de masas,
generada por una industria cultural regida por la búsqueda
de utilidades, es visto como una pérdida fundamental. En
los países capitalistas, se publican toda clase de
argumentos contra el proceso de empobrecimiento cultural que ha
traído la televisión, a la cual se dedican cada vez
más horas de actividad, sobre todo de jóvenes y
niños y una televisión que en su búsqueda de
una atención compulsiva refuerza la presentación de
aquello que conmueva más inmediata y simplemente las
emociones del espectador. Los modelos de vida promovidos por los
medios audiovisuales, en la medida en que responden a una
lógica de la promoción del consumo, pues se
financian sobre todo mediante la publicidad privada, tienden a
fijar el valor del individuo en lo que tiene y en lo que consume.
Además, pueden destruir el predominio de formas de
pensamiento conceptuales y abstractas para reemplazarlas por
mecanismos más intuitivos y menos discursivos de debate e
intercambio cultural.
En Cuba aunque los medios audiovisuales se utilizan con
propósitos totalmente distintos a los referidos
anteriormente, también han generado un desplazamiento de
los hábitos lectores; más bien existe una fuerte
preferencia por escuchar el radio o mirar la televisión,
que por leer. Esto quiere decir que hay más personas
receptoras de medios audiovisuales que lectores, con lo cual la
sociedad se encamina a una cultura más oral que
escrita.
Vargas (2006) considera las nuevas costumbres que se han
desarrollado a través del imperio de los medios de
comunicación como un medio de seducción a partir de
la inmediatez de la información, creando un efecto de
saber que sustituye al verdadero saber, que transforma el saber
en espectáculo, seudo información vista pero no
absorbida con el agravante de que se confiere a esa
comunicación una autoridad que jamás el lector
confiere al libro. Nuevos medios educacionales y de
entretenimiento, nuevos soportes a través de los cuales
leer que suplantan la lectura y tienen el atractivo de "lo
nuevo".
Este fenómeno es digno de estudiarse atentamente
pues ello genera a su vez una nueva actitud, un nuevo
hábito transformando al lector en un consumidor pasivo
contrario a la dinámica que provoca la lectura de un
libro, donde se desarrolla la capacidad de diálogo, de
consentimiento y de disentimiento ante lo escrito. Esto evidencia
un aplazamiento y un estancamiento en el proceso de
formación de la personalidad y de las habilidades que
permiten actuar a los individuos como entes sociales, afectando
el desarrollo cultural general.
Frente a la imagen, que usualmente obliga a una brutal
inmersión en una representación particular de la
realidad, la lectura exige procesos mentales más complejos
para su comprensión que permiten mantener una distancia
con el mundo. El lector aprende a seguir un argumento, ayudado
por la posibilidad de volver atrás, releer una
página, analizar las intenciones del autor o su estrategia
comunicativa. La lectura conlleva una comunicación verbal
oral y una interpretación simbólica del texto, por
lo tanto mantiene las exigencias del uso del lenguaje. Para leer
hay que saber escribir y saber hablar: es un proceso en el cual
no es posible adoptar la pasividad del espectador, que no
necesita entender lo que hay detrás de la pantalla ni
está en condiciones de someter a crítica una
información a la que hasta el mismo ritmo de su
presentación depende de otros, es impuesto. Esta pasividad
dificulta la conformación de hábitos de "lectura"
crítica de la imagen, que son más naturales y
espontáneos en el proceso de lectura del libro. Por
supuesto, algunos de los medios interactivos reducen la pasividad
del usuario, y representan una combinación interesante,
tanto para efectos del texto científico o informativo como
del texto literario, entre lenguaje escrito e imagen. En esta
dirección, la autora considera que la lectura es parte del
proceso de formación de la capacidad intelectual
básica del estudiante, que difícilmente puede ser
reemplazada por aprendizajes alternativos y que se apoya incluso
en el hecho de ser un proceso más complejo, más
exigente, que exige esfuerzo y da la satisfacción del
dominio de lo difícil.
Los referentes anteriores corroboran los planteamientos
de Manguel (1999) uando se refiere a la industria actual como
sonora y virtual, mientras que la industria editorial tradicional
es material. Se inscribe y se despliega en papel. La
lejanía de los individuos respecto de los libros,
esencialmente los jóvenes, es universal y no local. Cuando
se habla de la influencia de los medios audiovisuales y otros
avances tecnológicos, no se refiere solamente a las formas
informativas o comunicativas, sino también a las
recreativas, que constituyen la mayor competencia a la lectura
por placer, la televisión, el video y los videojuegos
inundan completamente los espacios recreativos de niños y
jóvenes, sumiéndolos en una recreación
totalmente digital, de formatos y situaciones preestablecidas,
que no dan margen a la creatividad subjetiva e individual y que
limitan la imaginación a la imágenes ya
concebidas.
Se recurre ante la sociedad del conocimiento a una
generación digital, en la cual las personas viven inmersas
en la música y en el mundo de las imágenes
televisivas que emanan estéticas hipertextuales.
Estéticas no tradicionales en las que el relato no sigue
un orden lógico sino que opera por yuxtaposición de
escenas, enfatizadas por sonidos, donde prevalece el impacto
sensorial antes que el tiempo intelectual. La concepción
comunicacional hoy en día es inmaterial, hipertextual y
tribal.
No obstante, Calle (2000) plantea que los
múltiples caminos abiertos por las nuevas
tecnologías, no sólo le han aportado al hombre
diversas posibilidades para interactuar en el mundo de la vida
sino que también y esto es tal vez lo más
importante, le han permitido acceder y vincularse a espacios
más dinámicos y virtuales, donde día a
día nuevos códigos se articulan para generar redes
ilimitadas de significación e interpretación, en
las cuales el ser mismo coexiste como una parte más del
sistema tecnológico. El hipertexto y la hipermedia se
constituyen en parte de esta oferta tecnológica y como
complemento de ese gran campo de posibilidades
informáticas y comunicativas, conjugan el juego de
sentidos y lógicas que nos permiten asir al mismo tiempo
textos, imágenes, sonidos y conceptos para simbolizar y
redimensionar nuevos significados en un tiempo y un espacio
específicos.
Lo que afecta al libro es ese algo sutil que vincula al
hombre con el libro. La esencia del cambio radica en que frente a
la avidez de saber de antes, prima lo que se quiere saber; es
decir, más que la lectura parece importar el soporte a
través del cual el individuo se informa.
A lo expuesto anteriormente Millán (2000)
señala que nadie lee una novela extensa, un ensayo largo
en pantalla por su incomodidad y es la lectura detenida y extensa
la que más forma los hábitos lectores, los
automatismos y las capacidades de una extracción eficiente
de la información. Para educar en la lectura siguen siendo
necesarios los libros, porque los libros son las mejores
máquinas de leer.
Todavía el texto escrito forma parte de nuestro
sistema de comunicaciones. Sin embargo hay géneros
"literarios" que han desaparecido casi por completo, como las
cartas personales, reemplazadas por el teléfono, o los
relatos de viaje, que carecen de interés frente al vigor
de las imágenes del cine o la televisión. Y la
comunicación creativa o recreativa ha sido profundamente
alterada: los jóvenes de hoy dedican mucho más
tiempo a ver a sus héroes imaginarios en cine o
televisión que a leer sus aventuras en una novela. Es
cierto que algunas actividades creadoras no se han dejado reducir
al mundo audiovisual, y todavía la poesía se lee,
aunque hay quienes la prefieren, y hay buenas razones para ello,
en grabaciones. Y en el campo de la difusión de
conocimientos técnicos y científicos, así
como en el del argumento conceptual, aunque el texto escrito
predomina, circula en soportes electrónicos, lo que
obstaculiza el proceso de la lectura recreativa, pues nunca
tendrá iguales efectos leer frente a una pantalla a leer
un libro impreso.
No obstante, no se puede atribuir toda la carga de la
situación por la que transita la lectura en la sociedad
actual a los medios audiovisuales y a la revolución
tecnológica; otros factores no menos importantes
determinan de igual manera en la decadencia de los hábitos
lectores.
Uno de ellos es la dinámica social con la que se
vive hoy en día; por tanto el escaso tiempo libre con que
cuentan las personas, -al cual todos tienen derecho- y el empleo
que se le da al mismo, no dan cabida a la lectura lo que limita
considerablemente la formación de los hábitos de
lectura, fundamentalmente de la lectura por placer, ya que es
justo ese tiempo, en que los individuos se dedican al goce
espiritual, el ambiente idóneo para el fomento de la
lectura por placer, objetivo esencial por el que aboga la
presente investigación.
Al respecto Peredo (2002) ha señalado que el
dinamismo de la sociedad actual se vuelve cada vez más
complejo y acelerado, por lo que los individuos se ven obligados
a emplear la mayor parte de su tiempo en actividades laborales, y
se dispone de muy poco tiempo para dedicarlo a la
lectura.
La vertiginosidad de la vida urbana obliga a las
personas a encontrar formas alternativas para estar informadas;
por ejemplo, encender la radio o el televisor para escuchar las
noticias mientras se preparan para salir a trabajar. A veces solo
se tiene tiempo para leer los encabezados de un periódico.
Si la actividad laboral no está estrechamente vinculada a
la lectura, ésta pasa a ser parte de las actividades del
tiempo libre; que además es muy escaso. Es por ello que la
información se obtiene preferentemente por medios
electrónicos audiovisuales. De tal forma, parece que
solamente un pequeño sector de la población tiene
el hábito de la lectura, y que el comportamiento lector,
en general, tiende a ser deficitario.
La lectura por tanto, se ha convertido en un acto
eventual, utilizada para satisfacer necesidades inmediatas como
la realización de un ejercicio para una tarea de la
escuela, la consulta de un material para una conferencia o para
conocer la ultima noticia que conmueve al mundo.
Cabe señalar que en este análisis no
importa el tipo de género que se lea, sino cómo se
lee y en qué circunstancias; pues aquel que lee las
páginas de un periódico, o los artículos de
las revistas con frecuencia, se le considera indiscutiblemente
como un hábito lector, mientras que aquel que va a las
páginas de un libro de psicología, de historia
universal, o de un clásico de la literatura cubana como
Cecilia Valdés, de manera casual, con el objetivo de
evacuar alguna duda o como material de consulta para acceder a
algún dato especifico, no se considera un individuo que
posee la lectura como un hábito.
Se impone entonces preguntarse ¿Cómo hacer
para que las personas se interesen por la lectura?
¿Cómo atraerlos a la lectura silente, personal,
libre? ¿Cómo fomentar los hábitos de la
lectura por placer en una sociedad en la que predomina la
comunicación oral?
Pero, lo más probable es que no sea suficiente el
determinar en qué consiste la lectura, cómo se
forman los hábitos lectores y los factores que atentan
contra el desarrollo de los mismos, si esto no va
acompañado intencionalmente de estrategias de
promoción y fomento de la lectura.
A finales del siglo XX, la necesidad de promover la
lectura como elemento incuestionable el en desarrollo del acervo
cultural de la sociedad se ha convertido en una causa mundial,
sustentada por campañas y organizaciones de todos los
países Por primera vez, la lectura ha empezado a
plantearse como una cuestión de política
pública, en la que deben estar comprometidos el Estado y
la sociedad civil. Un indicador de la importancia que se le da a
esta labor es su inclusión como estrategia clave en todos
los planes nacionales de lograr fomentar la lectura esencialmente
en las comunidades como estructura primaria que forja la cultura
y la identidad de la sociedad en general, ya que la comunidad,
entendida como un grupo o conjunto de personas (o agentes) que
comparten elementos en común, tales como un idioma,
costumbres, valores, tareas, visión de mundo, edad,
ubicación geográfica (un barrio por ejemplo),
estatus social, roles; en la que se crea una identidad
común, que es compartida y elaborada entre sus integrantes
y socializada, es el círculo fundamental en el que se
fortalecen las relaciones interpersonales.
La comunidad y su enriquecimiento cultural son los
blancos fundamentales hacia los cuales están encaminados
los estudios sociales y culturales en la actualidad, en la que se
incluye la presente investigación, puesto que el hombre en
interacción con los demás y con su entorno, es el
que de una forma consciente o inconsciente crea y moldea su
cultura, la cultura del ámbito en el que se
desenvuelve.
"Una de las ideas centrales en la obra de Vigotsky
considera que los seres humanos se desarrollan en una
formación histórica cultural dada, creada por la
propia actividad de producción y transformación de
su realidad y es a través de la actividad humana que se
produce el desarrollo de los procesos psíquicos y la
consiguiente apropiación de la cultura, por lo que la
actividad humana es siempre social e implica por tanto la
relación con otras personas, la comunicación entre
ellas, siendo en esa interacción con otros que surge el
mundo espiritual de cada uno, su personalidad". (Álvarez,
s/f. pág. 1).
La UNESCO (2001) utiliza el concepto de cultura,
del que se han dado literalmente centenares de definiciones en
varios niveles interrelacionados:
1ro: Como las diferentes manifestaciones de la
creatividad intelectual y artística humana pasada y
presente.
2do: La UNESCO también se interesa en como
estas manifestaciones de las aspiraciones de los seres humanos y
de la creatividad, pueden servir de instrumentos que
añaden valor a otras esferas, como el empleo y la
solidaridad social.
3ro: La UNESCO considera la cultura como un
acervo de recursos en los que los individuos y las comunidades
pueden buscar inspiración y orientación.
Sin embargo, que el hombre forje su propia cultura, no
lo hace un hombre culto; para ello se necesita todo un proceso de
retroalimentación, es decir el hombre concibe su cultura
pero a su vez debe conocer y nutrirse de otras tradiciones y
conocimientos, solo así llegará a ser
verdaderamente culto.
Por esta razón se llevan a cabo, sin descanso,
grandes campañas a favor de la cultura, de la sociedad del
conocimiento y la comunicación; campañas a favor de
la lectura por placer y de fomento de los hábitos lectores
como vías fundamentales para el fortalecimiento y
enaltecimiento de la cultura del pueblo; pues el libro es
portador "de una de las cosas más preciadas que el ser
humano ansía: el conocimiento, el saber, la
sabiduría. Conocimiento que es acumulación de
milenarias prácticas humanas desde lo experimental y
opinático, hasta lo científico y lo
técnico.
Conocimiento que es el sustento de la verdadera libertad
del hombre (å© La libertad tiene como fragua a la
cultura. La cultura tiene su sede catéctica en el libro"
(Calviño, 2004. pág. 199).
Se comparten plenamente los planteamientos de Setien
(1991) acerca de la relevancia de la promoción de lectura
en nuestros días, pues gran parte de la población,
al ser entrevistada, suele reconocer la importancia de la
lectura, como forma de empleo del tiempo libre, pero cuando se
acude a métodos de comprobación más
profundos, se detecta que esa opinión no se corresponde
con una actuación consecuente y que, en realidad, lo que
prima es la cultura literaria de referencia.
La promoción de la lectura es una
invención reciente, surgida de las necesidades de
sociólogos, psicólogos, bibliotecarios, en
relación interdisciplinaria, de buscar vías
encauzadas "a rescatar la dimensión de la lectura como
pilar esencial de la formación cultural, expresando la
voluntad política y social de la nación" (Programa
Nacional de Lectura, 2006, pág. 1).
Según Calzada (s/f), la promoción de la
lectura es la "acción que busca la correspondencia
óptima entre los participantes en la cadena
lector-libro-lectura. Dicha acción desempeña una
función esencialmente modeladora." (Calzada, s/f.
pág. 25).
Y añade, "la promoción de la lectura se
traduce en acciones, que pueden ser puntuales o desarrollarse en
ciclos cortos o medianos, dentro de un diseño general que
los supera en el tiempo (a largo plazo); es en este diseño
donde las secuencias adquieren un significado según los
objetivos trazados de inicio y que además, se revisan
continuamente." (Calzada, s/f. pág. 25).
La promoción de la lectura tiene como objetivo
esencial incidir en su contenido y carácter, el los
valores y habilidades que forma en la personalidad del individuo,
en la selección y comprensión de las obras
leídas, así como en la valoración critica e
individual por parte de los lectores.
Promover la lectura es tarea primordial de instituciones
y órganos pues la lectura por placer y los hábitos
lectores, no surgen de forma espontánea en todas las
personas, por lo que se necesita orientar y estructurar las
condiciones que propicien esta actividad; se concuerda con
Núñez (2002) cuando se refiere, a que la
promoción de la lectura es una actividad dirigida a la
formación de hábitos de lectura adecuados, que se
logran con la orientación planificada a una
población de lectores (activos y potenciales) sobre
qué, cuánto y cómo leer.
La actividad de impulso del hábito lector se ha
venido ejerciendo en dos ámbitos fundamentales: las
bibliotecas públicas y el sistema de enseñanza.
Aunque esos son los dos pilares de una eficaz estrategia de
promoción de la lectura, la actual demanda social exige
planteamientos dirigidos a toda la población, ejecutados
en la mayor variedad posible de terrenos de la sociedad y con una
utilización muy amplia de herramientas y
capacidades.
Claro está que siempre ha habido lectores que
practican la lectura y comparten sus experiencias en situaciones
cotidianas que de una u otra manera suponen un carácter
promocional: la enseñanza, la predicación, los
oficios religiosos.
Vale mencionar, como ejemplo fehaciente, la costumbre de
leer que se implantó en las fábricas de tabaco en
Cuba, donde a don Saturnino Martínez, fabricante de
tabacos y poeta, se le ocurrió publicar un
periódico que tituló La Aurora, escrito
especialmente para los obreros de la industria tabaquera en Cuba.
La sencilla publicación era una compilación de
notas políticas, artículos sobre ciencia y
literatura, poemas y relatos breves. Solo que a don Saturnino se
le había olvidado que la mayor parte de los torcedores de
tabaco eran analfabetos. Sin dejarse desanimar por este
inconveniente, propuso que se les leyera el periódico en
voz alta, lo que se hizo por primera vez en una fábrica
llamada El Fígaro. Muy pronto, la costumbre de leer en las
fábricas de habanos se extendió por todo el
país, hasta el punto que el Gobernador en aquel momento
prohibió la lectura de los libros y periódicos con
la excusa de que se distraía a los trabajadores. No
obstante los obreros continuaron leyendo de forma clandestina.
(Manguel, 1999, pág. 83).
Estas primeras manifestaciones de promoción de
lectura demuestran que la apropiación social de la lectura
como una necesidad individual y colectiva es un derecho de la
humanidad.
La promoción de la lectura puede ayudar a
compensar y fortalecer los vacíos que en ocasiones padece
el espíritu, ofreciendo tiempos y espacios donde el deseo
de leer pueda abrirse camino. El objetivo de la promoción
de lectura ha mostrado ser clave en la tarea de ayudar al
individuo a encontrar un sentido a la lectura más
allá del espacio escolar, como una puerta para explorar
nuevos mundos y una manera única de elaborar su identidad,
de relacionarse con el mundo y con los otros.
Promover las lectura es crear los contextos en los que
la lectura tenga sentido, es propiciar las condiciones para que
ocurra la experiencia lectora; Peña (2004) señala
que la promoción de la lectura por placer es ayudar a que
los lectores pasen de las lecturas útiles u obligatorias a
una lectura que les resulte significativa en sus vidas; propiciar
el contacto con los libros y la conversación de lo que se
lee; hacer del libro un sujeto más familiar, mas cercano;
remover los miedos y los fantasmas visibles e invisibles que
siempre lo han rodeado.
Aunque parezca tarea sencilla, la promoción de la
lectura es una labor totalmente compleja, pues más que
enseñar los textos y dar listas de títulos, se debe
lograr la motivación del individuo por la literatura, que
lo exhorte a leer; lo que supone vencer una considerable parte
del proceso de promoción, ya que es esa precisamente su
esencia.
La motivación, según Solana (1993) es lo
que hace que un individuo actúe y se comporte de una
determinada manera. Es una combinación de procesos
intelectuales, fisiológicos y psicológicos que
deciden, en una situación dada, con qué vigor se
actúa y en qué dirección se encauza la
energía. Dentro de la ciencia psicológica el tema
de la motivación es aquel que se relaciona con las causas
y la orientación que toma el comportamiento en las
distintas esferas de la actividad humana.
"(å© puede considerarse, en
términos generales, que la motivación se refiere al
proceso psicológico que ocurre en el individuo a
través del cual se combinan diferentes fuerzas internas y
externas, y que determina que el individuo se comporte de una
cierta manera. Es la responsable de la dirección, la
intensidad y la variación del comportamiento de las
personas o, en otras palabras, es la responsable de hacia
dónde se orienta el comportamiento, con cuánta
energía y sostén. El proceso de motivación
se vincula a las interacciones entre el individuo y la realidad
circundante". (García, 1982. pág. 6).
La motivación por la lectura se representa con la
expresión: "gusto por la lectura", utilizada por lectores
y no lectores. Está muy relacionada con la búsqueda
de lo nuevo e involucra curiosidad y apertura a los nuevos
conocimientos e informaciones. En este caso, la motivación
se encuentra relacionada estrechamente con el tipo de libro
consumido. Otra gran motivación por la lectura es el
desarrollo del texto y la argumentación del libro. Si
existe motivación y el lector se siente atraído, la
lectura estará asegurada, por lo que se deben tener bien
concebidas las líneas de trabajo y cómo
desarrollarlas para que finalmente el proceso sea
eficaz.
Núñez (2002) expone que el trabajo de la
promoción de lectura por placer puede abordarse de las
siguientes maneras:
ç ƒaptación de individuos que no
leen habitualmente para formar en ellos el hábito de la
lectura.
ç ”rabajo con los lectores que leen
habitualmente solo como forma de consulta, para incidir y
orientar su actividad lectora hacia la lectura por
placer.
ç ”rabajo con los lectores habituales
para guiar su actividad de lectura.
Por su parte de Guerra (2004) señala que el
proceso de promoción de la lectura por placer debe siempre
abrir espacio para las diferentes aprensiones, considerando mejor
al individuo, sus inestabilidades, sus selecciones, nunca a
partir de la reedificación, del colectivo o de una
objetividad solamente declarada, pues la promoción aunque
representa una labor relevante en el proceso de formación
de los hábitos lectores, es solo el camino hacia la
lectura, no el punto de llegada. Es muy importante seguir
promoviendo la lectura pero leer es aun más
importante.
Por todas estas razones se debe tener bien claro que la
misión de la promoción y fundamentalmente del
promotor está encaminada a lograr la motivación de
las personas hacia la lectura, propiciar el vínculo entre
el texto, la acción de leer y el individuo, lograr una
mayor cantidad cualitativa de lectores y orientar hacia una mejor
calidad de los textos leídos, siempre respetando la
autonomía de los lectores.
Entonces, puede afirmarse que la clave del proceso de la
lectura consiste en la combinación armónica de la
intervención del promotor y la emancipación del
sujeto lector. Así, el promotor de la lectura se enfrenta
a una doble responsabilidad: tratar de aumentar la cantidad de lo
leído y mejorar su calidad. El promotor de lectura es un
formador de lectores, un educador más.El promotor es la
persona con capacidad de gestión y habilidades para
acometer acciones que promuevan la lectura. Debe ente todo,
compartir su propia experiencia de lectura, compartir, no la
lectura en abstracto, sino el leer, la lectura vivida:
cómo llegó a ese libro, cómo lo sedujo,
cómo lo leyó僯mpartir incluso las
experiencias fallidas. Esto es algo que no se puede lograr sino
viviendo la experiencia de la lectura por placer, que resulte
totalmente espontánea.
Moras y Correa (2003) plantean que el promotor le
lectura debe ser capaz de promover y fomentar los hábitos
lectores, lo que supone un cambio social en la comunidad, por lo
que se le considera también un animador social entendido
como aquel que moviliza y organiza a través del cambio,
aunque sea ligero, a la comunidad. Pero ese cambio debe ser bien
concebido, puesto que se trata con personas de una comunidad, con
características generales y particulares, se trata con
diversos puntos de vista, posiciones, proyecciones, percepciones,
sensibilidades; es decir, se trabaja con la parte subjetiva del
individuo, por lo que el promotor debe tener una
preparación optima. Uno de los elementos fundamentales que
debe tener en cuenta el promotor es el de saber comunicarse
correctamente y situarse en los distintos círculos
sociales en que se encuentre.
El proceso de promoción debe ser desarrollado por
el promotor de una forma abierta, posibilitando siempre el
espacio para la libertad, miedo, placer, fantasía, en fin
la diferencia. Es necesario entonces abrirle espacio al
auto-descubrimiento de los individuos.
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