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Problemas éticos de la medicina



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Introducción
  3. Desarrollo
  4. Desafíos
    bioéticos de la medicina
    contemporánea
  5. Conclusiones
  6. Bibliografía

En este trabajo se analizan los desafíos actuales
de la medicina contemporánea desde el punto de vista de la
ética médica y la bioética. La
Bioética, que tuviera como finalidad contribuir a
salvaguardar la vida humana y el medio frente a los avances
científicos en biomedicina y biotecnología toma un
papel fundamental en el desarrollo de este trabajo al ver el
desarrollo de sus principios aplicados a la medicina actual desde
el punto de vista de la medicina revolucionaria en Cuba, que
desde 1959 tomó un carácter extremadamente
humanista, desinteresada y gratuita para todos los ciudadanos del
país y de cooperación internacionalista para todos
los países del mundo.

Palabras claves: Ética y
bioética,

El ejercicio de la medicina desde su surgimiento, estuvo
basado en un gran humanismo, con dedicación esmerada para
tratar de aliviar o curar el padecimiento de los hombres. Con el
decursar del tiempo y la aparición de diferentes sistemas
sociales el acceso a la medición se limitó para la
mayoría de los seres humanos en el planeta. Solo pueden
acceder aquellos que pueden pagar ciertas sumas de dinero. Por lo
que el carácter humano que caracterizó a la
medicina en sus orígenes se transformó en un
carácter mercantil, donde el que ejerce la
profesión la utiliza como vía para el
enriquecimiento personal y no como forma de solucionar los
problemas del ser humano y la sociedad.

Los avances de las ciencias médicas en el siglo
XX, que ha terminado recientemente, son reconocidos por todo el
mundo. Estos avances, además de los propios de la
medicina, se han apoyado en los procesos de la tecnología
y las otras ciencias. Los resultados obtenidos son muy
importantes, tanto en la promoción como en la
prevención y en los diagnósticos, que se han hecho
más rápidos y más fáciles en muchas
ocasiones. Estos adelantos han llevado también al mejor
conocimiento de las etiopatogenias, al desarrollo de nuevas
terapéuticas, ya sean estas médicas o
quirúrgicas, y al desarrollo de la rehabilitación.
En síntesis, en todos los campos de la medicina se han
producido grandes avances. Estas mejoras, sin embargo, se han
visto ensombrecidas (sobretodo en los países capitalistas
donde la medicina se ha convertido en un negocio), porque los
médicos, apoyándose únicamente en los
avances técnicos, han debilitado la relación
médico-paciente, con pocos minutos frente al mismo Esta
forma de actuar ha llevado a que paulatinamente se haya
abandonado el método clínico, que es lo fundamental
en la atención médica. Esto ha hecho que los
médicos en muchos países han dejado de ser
verdaderos profesionales. Han dejado de ser verdaderos
médicos para convertirse en indicadores de exámenes
y pruebas con el propósito de llegar al
diagnóstico, sin utilizar la indagación y el
razonamiento. Esta práctica da lugar a la
fragmentación de la atención médica y a la
pérdida de habilidades para realizar el interrogatorio y
el examen físico, lo que lleva a que se produzcan
resultados negativos, tales como la aparición de errores
médicos, accidentes médicos, que consecuentemente
pueden llevar al daño o la muerte del paciente.

El surgimiento y desarrollo de los códigos
profesionales es uno de los componentes del progreso moral, por
cuanto reflejan el acrecentamiento del valor de la personalidad y
afirman los principios humanitarios en las relaciones
interpersonales.

La ética médica es una
manifestación de los patrones morales de la sociedad en el
ejercicio de la medicina. En la actualidad se hace extensiva a
todas las profesiones de la salud. En los preceptos de la
ética médica hallan reflejo las dificultades y los
problemas de la práctica actual para proteger la salud
pública. Su norma axial se expresa en forma negativa: no
dañarás.

Todas las profesiones tienen explícitamente
establecidas sus responsabilidades. Esa responsabilidad
profesional reconocida no es más que la obligación
de sufrir las consecuencias de ciertos errores cometidos en el
ejercicio de la profesión, cuyas consecuencias
estén jurídicamente previstas por la ley. La
responsabilidad culposa comprende la omisión (negligencia,
olvido, abandono e incuria o descuido) y la acción
dañina (impericia, osadía e imprudencia que, cuando
es extrema puede ser considerada como temeridad). En el caso de
los profesionales de la salud el error profesional está
definido como todo acto médico de tipo
profiláctico, diagnóstico o terapéutico que
no se corresponda con el real problema de salud del paciente.
Cuando ese error produce daño, no intencional, se llama
iatrogenia.

Al inicio de la década de los años
setenta, el Dr. Van Rensselaer Potter, oncólogo
norteamericano, de la Universidad de Wisconsin, comunicaba al
mundo su idea de construir una nueva disciplina, la
Bioética
, que tuviera como finalidad contribuir a
salvaguardar la vida humana y el medio frente a los avances
científicos en biomedicina y biotecnología. En su
libro «Bioética, puente hacia el futuro»,
escrito en 1971, invita a construir un puente entre la
ética y la biomedicina. De esta manera se inicia la
Bioética en los Estados Unidos de Norteamérica, en
ese propio año, hasta constituirse en una disciplina de
estudio en varias universidades del mundo, casi al finalizar esa
década .

El mundo actual reconoce un grupo de virtudes
éticas tales como: la honestidad, limpieza, pureza; el
humanismo, comprensión, concordia, amabilidad; la bondad,
la abnegación, capacidad de sacrificio, la
discreción, tacto, mesura, la perseverancia, constancia,
la continencia, probidad, el respeto, la justicia y la
responsabilidad, entre otras.

El actual siglo, con su desarrollo
socioeconómico, cultural y político, ha puesto en
evidencia que la salud ha dejado de ser una cuestión
eminentemente privada para convertirse en problema
público, en el cual interviene no sólo el hombre y
su familia, sino también la comunidad y las instituciones
sociales y políticas de la sociedad. No es posible, por
tanto, hablar de salud pública sin mencionar la
política sanitaria, no sólo del organismo rector de
la salud pública en el país, sino también
del gobierno y el partido político gobernante. Por otra
parte, la sociedad en la que vivimos es una sociedad laica, que
se ha evidenciado pluralista, por lo que no es ya posible pensar
en la absoluta concordancia entre los contrastantes puntos de
vista o enfoques éticos de los distintos grupos o personas
que interactúan en nuestra sociedad actual. Materialistas
e idealistas pueden ser coincidentes o no frente a los problemas
de la realidad cubana actual, y dentro del grupo que opta por la
defensa de las principales conquistas de la Revolución
pueden haber también coincidencias o discrepancias en el
enfoque ético de los problemas de salud, especialmente
cuando los intereses o las necesidades (que en cierta medida han
determinado los valores morales de la actual época) de las
personas en particular entran en contradicción con los de
la comunidad a la cual pertenecen.

El personal de salud jerarquiza, desde tiempos de
Hipócrates, los principios de: no dañar y de
beneficencia en su ejercicio profesional: sin embargo, a partir
de la década de los años setenta con el aporte de
Potter, y posteriormente Beauchamp y Childress, se han
incorporado elementos nuevos en las reflexiones de
carácter ético, especialmente relacionados con los
dos principios que incorpora la Bioética: la
autonomía y la justicia.

Respecto al primero, la autonomía, cierto
es que su concepto varía en relación con las
posiciones filosóficas que adopte, tanto el sujeto que la
ejerce o defiende su derecho a ejercerla como el que le reconoce
el referido derecho. De ahí que autonomía pueda
definirse como libertad de elección; derecho o capacidad
de elegir por uno mismo; derecho a crear la propia
posición moral, aceptar la responsabilidad de su actuar,
etc.

Ahora bien, la autonomía o libertad de la persona
puede entrar en contradicción, en algún momento,
con la de la familia a la cual pertenece, o con la de la
comunidad de la cual forma parte, e incluso con la de la sociedad
en su conjunto.

En la mayoría de los casos, al analizar esta
problemática, se coloca el filósofo o el
profesional de la salud ante una categoría más
abarcadora aún que la autonomía, que es la
integridad del paciente, la cual incluye el respeto a su
individualidad y a su derecho de libertad de opción; pero
en este caso está obligado a reconocer la existencia de la
integridad del paciente y también del profesional de la
salud actuante, y que tanto el paciente como el profesional de la
salud son personas que tienen sus propios patrones morales,
elaborados a partir de sus propias posiciones
filosóficas.

En el caso de los pacientes, la expresión
más diáfana del pleno ejercicio de la
autonomía es el consentimiento informado, el cual
consta de dos elementos fundamentales: de
información, que a su vez consta de dos aspectos
importantes: el descubrimiento de la información
(¿Qué quiere saber el paciente?) y la
comprensión de la información (necesidad de
utilizar un lenguaje claro) y de consentimiento, que comprende
dos aspectos: el consentimiento voluntario (sin presiones
autoritarias) y la competencia para el consentimiento
(física y psicológica).

Ahora bien, ¿coinciden siempre los elementos que
justifican el ejercicio de la autonomía en el caso de la
persona con el de la comunidad? De no coincidir,
¿cómo se resolverían estas contradicciones?
Evidentemente, todo dependerá de las posiciones
filosóficas de quienes participen en el debate, pues
además deberán entrar en consideración otros
dos principios que constituyen pilares de la bioética: la
beneficencia y la justicia, y sobre todo, del principio de la
ética médica tradicional, vigente desde la antigua
Babilonia y enarbolado como bandera por Hipócrates: No
dañar.

Un ejemplo de este conflicto sería el caso de
enfermos de SIDA que no quieren comunicar su situación a
sus cónyuges; o pretenden continuar una vida promiscua,
sin protección para sus eventuales parejas. En estos
casos, ¿sería ético guardar el secreto
profesional, basado en el principio de autonomía del
paciente, que no quiere informar de su estado a las personas con
quienes tiene relaciones sexuales, aun cuando esta actitud afecte
el derecho de los demás a ejercer su propia
autonomía, pues al no ser informados de los riesgos, no
podrían manifestar su consentimiento para establecer esas
relaciones? En el caso de los profesionales que entendieran como
su responsabilidad el callar la verdad, ¿estarían
siendo justos, al no proporcionarles la merecida y necesaria
información?… ¿no estarían de hecho
convirtiéndose en cómplices de daños a
terceros, violando los principios de la ética
médica tradicional; no dañar y hacer el bien
(principio de la beneficencia)?

La bioética es un campo de reflexión y
práctica relativamente nuevo. Su origen se remonta a los
años 70, cuando aparece este término para designar
un conjunto de discursos y prácticas, que se ocupan
de:

– problemas que plantean los nuevos avances
tecno-científicos en el campo médico

– los problemas éticos que plantea la
manipulación de los seres vivos (especialmente el ser
humano)

– la creación de discursos y prácticas,
con el objetivo de clarificar y/o resolver problemas de
naturaleza ética en el campo biomédico.

– el desarrollo de un análisis de los problemas
planteados desde un punto de vista interdisciplinario y
pluralista.

Con lo anterior queda claro que la bioética no es
–propiamente hablando- ni una disciplina, ni una ciencia ni
una nueva ética. Su práctica y discursos se
sitúan en el intersticio de muchas tecnociencias
(medicina, biología y sus múltiples
especialidades), ciencias humanas (Sociología,
psicología, etc.) y de otras disciplinas (derecho,
ética, filosofía, etc.), con carácter
pluridisciplinario y pluralista, para enfrentar problemas
valóricos y éticos suscitados por el avance y
aplicación de la tecno-ciencias biomédicas. En este
contexto, la bioética enfrenta muchas
dificultades.

Como se podrá apreciar, la bioética como
concepto no es ni simple ni absolutamente unívoca. Sin
embargo, a pesar de la gran diversidad de puntos de vista
contenidos en su interior, es fácilmente reconocible como
de carácter bioético, la producción
teórica o práctica que responde a los criterios que
enunciamos al comienzo de la presentación.

A su vez, las relaciones entre la bioética y
medicina son estrechas, complejas y controvertidas. La
aparición de la bioética refleja una
mutación profunda de la naturaleza y lugar que la Medicina
tiene en la sociedad, situada:

1.- Entre la técnica y la
ciencia:

– En el siglo XIX, la medicina se transforma en ciencia
experimental.

– En la segunda mitad del siglo XX, la medicina se
convierte en la tecnociencia mejor equipada
tecnológicamente, definiéndose como preventiva,
curativa y predictiva simultáneamente. A su vez, se
encuentra estrechamente asociada a otras ciencias como la
biología, la genética y la cibernética, que
no necesariamente se ocupan únicamente del ser
humano.

2.- En la sociedad:

– La medicina se encuentra al centro del aumento de los
costos de la salud.

– La medicina tiene presencia en sectores cada vez
más numerosos.

– La medicina es parámetro importante de toda
política y proyecto de sociedad.

3.- En la representación social
colectiva:

– La medicina tiene una representación importante
en la capacidad de transformación tecno científica
del ser humano.

– La medicina ocupa un rol central en la
sensación de certidumbre de los seres humanos, en tanto
cuanto ofrece la perspectiva de hacer retroceder el sufrimiento,
la enfermedad y la muerte en la sociedad.

En este punto, vamos a revisar en forma breve y
sistemática, algunos aspectos básicos de problemas
bioéticos que preocupa al Colegio Médico de Chile y
discutir algunos temas relevantes de cada aspecto
básico.

a).- Bioética y procreación
humana.

a-1) Procreación Médicamente
Asistida.

Con esta expresión se engloba a nuevos
métodos de tratamientos de la esterilidad.

El principio general de la técnica consiste en
obviar un obstáculo a nivel de las trompas de Falopio,
extrayendo óvulos u ovocitos, los que son inseminados y
cultivados fuera del organismo por un cierto número de
horas. Posteriormente, ya en tanto embriones, son insertados en
el útero con la esperanza de que al menos uno de ellos
llegue a ser un recién nacido vivo (FIV). Esta
técnica tiene derivaciones como el GIFT, que corresponde a
la transferencia intratubárea de gametos, que permite la
fertilización intracorpórea más aceptable
desde el punto de vista religioso. También han aparecido
otros procedimientos que han permitido resolver diferentes
problemas de infertilidad, como por ejemplo; los de infertilidad
masculina.

El primer procedimiento exitoso remonta en el año
1978, cuando nace en Inglaterra Luise Brown. Después de
este primer éxito con el procedimiento de implantar un
solo embrión proveniente de un ovocito antes de una
ovulación natural, la escuela australiana demostró
que estimulando el ovario con medicamentos apropiados, se
podía obtener varios ovocitos susceptibles de ser
fecundarlos para obtener varios embriones para implantar. De esta
manera se aumentan las posibilidades de obtener un recién
nacido vivo.

Los problemas bioéticos que se plantean son los
siguientes:

– De naturaleza religiosa.

La Iglesia Católica recusa estos métodos,
mediante el argumento fundamental de que se disocia la
procreación del acto sexual. La Iglesia recomienda a las
parejas estériles la adopción, al mismo tiempo que
centra su preocupación en torno al estatuto del
embrión considerado como una persona desde el inicio de la
fecundación entendida como la puesta en relación de
los gametos masculinos y femeninos.

– Desde el punto de los riesgos y los beneficios
probables.

La satisfacción de tener un niño es
obviamente un aspecto que acrecienta el bienestar de los padres.
Este aspecto no debe ocultar el hecho de que la esterilidad no es
un estado patológico que afecte la salud física de
la pareja. Por ello es imprescindible –desde el punto de
vista de las prácticas médicas y respetando un
principio ético y jurídico fundamental- que no se
tome mas que un mínimo de riesgos. Con ello queremos
decir, que se debe evaluar cuidadosamente los riesgos que puede
asumir la pareja, cualquiera que sea la opinión de ella.
Objetivamente los riesgos pueden situarse a nivel de
estimulación ovárica en las mujeres, la
extracción laparoscópica de los ovocitos, el stress
psicológico de la pareja frente a un procedimiento
frustrante, con un porcentaje de éxito de no más de
un 20% en los mejores centros del mundo, según
estadísticas de centros acreditados, etc.

– Desde un punto de vista del
embrión.

La discusión se sitúa alrededor de los
problemas planteados por la producción excesiva de
embriones, como producto de las técnicas de
estimulación ovárica. Aquí se sitúa
el candente problema del estatuto moral y jurídico del
embrión, si tiene derechos y cuales, la destrucción
de los embriones supernumerarios, la selección de ellos,
etc.

Con lo anterior, también se inicia aquí la
problemática en torno a:

– El impacto eugenésico de las técnicas de
PMA, dado por la selección de embriones,

– El impacto genético de estos
procedimientos.

Esto, no tanto referido a que los niños nacidos
por estos procedimientos pudieran estar afectados de
anomalías genéticas, sino a las posibilidades
terapéuticas que abre el diagnóstico preimplantario
de los embriones y la posibilidad de introducir
terapéuticas genéticas (somáticas y
genéticas) en los embriones afectados.

Aborto en relación con el consejo
genético.

¿Cuál es la relación entre consejo
genético y aborto terapéutico?

¿Es neutral el consejo genético o por el
contrario es influido por el contexto socio-económico y
cultural?

En el contexto del aumento constante de los gastos
directos e indirectos en salud, el diagnóstico ante-natal
aparece como muy rentable.

¿Cuál es la problemática
bioética que se plantea?

¿Este es un problema puramente técnico o
por el contrario es un asunto que compromete una elección
social?

¿Se debe simplemente reservar un espacio de
decisión a las parejas?

¿O esto debe discutirse más en
profundidad?

En este sentido la confidencialidad de los datos
genéticos y el consejo genético debe mantenerse, o
el resto de la familia debe participar, por lo tanto, el problema
del stockage de la información es un tema particularmente
conflictivo.

Aborto y control de nacimientos.

En relación a este punto como también a
los otros se sitúa el problema de estatuto del feto. Esta
cuestión esta presente en los debates sobre el aborto como
en todos los que implican la reproducción
humana.

¿Cuáles son los deberes de la madre con
respecto al feto que porta?

¿Es lícito moralmente hacer abortar un
feto porque esta afectado de una enfermedad

Genética? ¿Es lícito eliminar un
feto porque está enfermo y no corresponde a un modelo de
sociedad dado? ¿Cuáles son los derechos del feto?,
¿El feto es ya un

niño, una persona? ¿Cómo se conjuga
esto con los derechos de una mujer a disponer del producto de su
concepción?

– Los bancos de embriones y óvulos, es decir la
crioconservación de ovocitos u embriones.

– La donación de embriones, es decir, el problema
de la adopción ante-natal.

– La experiencia en el embrión.

¿Cuáles son las investigaciones que se
pueden autorizar?

¿Cuáles son las prohibidas?

¿Cuáles son las justificaciones
éticas para una investigación sobre el
embrión humano?

¿Cuáles son los mecanismos de control de
la experimentación sobre el embrión?

Desde el punto de vista de una ética
pública.

– La evaluación del costo económico de
estas prácticas en países con recursos
escasos.

– El porcentaje de éxito de estas
prácticas

Desde el punto de vista de la filiación legal y
psicológica del niño.

– En este aspecto se requiere poner especial cuidado en
las seguridades legales que el niño debe tener; y
últimamente se ha puesto énfasis en la
evaluación psicológica-psiquiátrica de la
pareja que busca un hijo por una motivación "no madurada",
es decir, como una prótesis a su relación de
pareja, con lo cual el niño por venir, sería
investido de los conflictos no resueltos de sus
padres.

b).- Bioética, envejecimiento y
muerte.

b-1) Los nuevos criterios de la
muerte.

La muerte como fenómeno individual y colectivo ha
planteado siempre problemas a la humanidad. El momento de la
muerte no se puede determinar con exactitud
matemática.

Debido a ello cada sociedad ha generado sus propios
criterios. Hasta la actualidad, el criterio generalizado
correspondía al paro cardiorrespiratorio, pero desde la
constatación de la insuficiencia de estos criterios por el
avance de las técnicas de rehabilitación que
generaba el hecho nuevo de continuar "manteniendo"
artificialmente ciertas funciones orgánicas en individuos
ya muertos, se consideró que el criterio de la "muerte
cerebral" era el mas indicado para certificar la muerte del
individuo.

Para evitar confusiones, es preferible hablar de la
destrucción total de un órgano, el cerebro, con la
abolición de las funciones de relación y
vegetativas, como responsable de la muerte del
individuo.

El nuevo criterio de la muerte del individuo, mediante
la destrucción global e irreversible del cerebro total, es
un criterio aceptado casi universalmente, pues la mayoría
de las doctrinas filosóficas reconocen en el cerebro el
asiento de la vida de relación (cerebro superior) y
vegetativa (tronco cerebral). Asimismo, esa aceptación de
que la vida de relación y vegetativa depende de mantener
el funcionamiento global del cerebro, constituye una barrera
eficaz para que una determinada posición quiera legitimar
el criterio de la muerte, como podría ocurrir con aquellos
que privilegian la vida de relación que reside en el
cerebro superior, con lo que se abre la puerta para aceptar como
muertos a aquellos otros que tienen solo vida vegetativa por
ejemplo. Con todo, es una exigencia ética que el criterio
de muerte debe ser constatado según reglas claras,
conocida por todos y reconocidas socialmente.

El criterio social de aceptación de la muerte del
individuo está en el centro de la polémica en
relación al transplante de órganos. Es necesario
educar y persuadir a la población para que acepte ser
donante, pues esta actitud solidaria de la población es
fundamentalmente cultural.

En este sentido es necesario también que quede
claramente establecido para el conjunto social una serie de
procedimientos, entre los que se destacan:

– la transparencia básica en relación al
sistema de procuración, y asignación de
órganos a los receptores

– la no comercialización del cuerpo y los
productos derivados

– la libertad y el consentimiento para ser
donante

Pero también en relación a la muerte, es
necesario citar otros problemas de interés
bioético, tales como:

  • El Ensañamiento
    terapéutico.

Por tal expresión se conoce una actitud
médica que trata de salvar a un paciente terminal en el
cual va no se tiene esperanzas de sobrevida o, si las tiene, esta
sería de pobre calidad-, a través de todos los
procedimientos al alcance con el fin de prolongar la vida. Esta
actitud ha sido seriamente criticada, pues se piensa, es una
expresión de omnipotencia técnica sin considerar
realmente la condición del individuo, al mismo tiempo que
reflejo de la función de la ciencia y la medicina en la
sociedad moderna: su voluntarismo para "borrar" la presencia de
la muerte en el paisaje social. El problema del encarnizamiento
terapéutico esta estrechamente ligado al de la eutanasia
pasiva y activa, entendida como el polo opuesto al anterior, la
aparición de los cuidados paliativos, el derecho a una
muerte digna o al suicidio, aspectos todos problemáticos
que enfrentan una posición vitalista que dice que la vida
tiene carácter de sagrada por un lado, a otra que
legitima, secularizando el cuerpo, todo tipo de intervenciones
sobre él.

c).- Bioética e intervención
genética sobre los individuos humanos.

c-1) La ingeniería genética y la
intervención sobre el genoma humano.

Como se sabe, existe un inmenso proyecto destinado a
conocer el genoma humano, es decir los, tres millares de pares de
base que constituyen la estructura genética del hombre. El
objetivo central de este proyecto, es el de establecer la
localización de puntos de referencia, fácilmente
identificables y regularmente repartidos a lo largo del ADN a
nivel de todos los cromosomas. El interés de esta
estrategia, es el poder partir de una zona conocida para buscar,
en otro lugar relativamente próximo aquellos otros genes
que pudieran ser responsables de alguna patología. El
conocimiento en si de genoma no plantea ningún problema
ético. Pero sus aplicaciones si implican consideraciones
de tipo bioético, por ejemplo en relación a la
terapia genética.

En el estado actual de conocimientos, no hay
razón ni legitimidad en la modificación
genéticamente transmisible del embrión humano. Una
aproximación de este tipo exigiría que el
diagnóstico se hiciera antes de la implantación
uterina, y que un gene fuera introducido en el embrión
afectado. Las incertidumbres que existen en este tipo de
procedimientos hacen que la terapia génica sea hasta el
momento no aceptada. En cambio la terapia genética de
células somáticas no parece plantear problemas
éticos. Naturalmente, todas las reglas de procedimiento y
consentimiento deben ser respetadas.

d) Bioética y experimentación en
humanos.

Experimentar en este contexto significa someter a una
experiencia, con el objetivo de probar una hipótesis
dada.

En medicina, se formula una hipótesis de que un
tratamiento es eficaz para una enfermedad dada,
sometiéndose a una prueba experimental controlada a un
grupo de voluntarios para probar o refutar esa
hipótesis.

Los médicos distinguen dos tipos de
experimentación en seres humanos: una que apunta a la
terapia y otra al conocimiento. En realidad los dos tipos apuntan
a la obtención de conocimientos pero el primero esta
ligado a la eventualidad terapéutica frente a una
enfermedad determinada que conlleva un beneficio para la salud de
los sujetos.

La experimentación en seres humanos no se reduce
a la medicina, pero en este ámbito los criterios
experimentales se rigen por códigos éticos de
procedimientos. La declaración de Helsinki de la AMM en
1964, fijó las bases de la experimentación,
determinando que todos los voluntarios sanos deben ser plenamente
informados para que puedan consentir libremente a la
experimentación, además de hacer una clara
evaluación de los riesgos. Además, la OMS ha
llamado la atención sobre el desplazamiento de la
tendencia de realizar la experimentación en las
poblaciones desfavorecidas del tercer mundo.

En la actualidad el protocolo de investigación
debe ser claramente descrito, y ser sometido a un Comité
de Ética de la Investigación.

e) Bioética y experimentación
cerebral.

Las experimentaciones cerebrales constituyen el conjunto
de manipulaciones sobre el

Sistema Nervioso Central, por vía física
(mecánica o eléctrica), biológica o
química. La estimulación eléctrica cerebral,
el transplante de células nerviosas y la
psicofarmacología, constituyen formas de
intervención particulares que plantean problemas
bioéticos. En esta exposición centraremos la
reflexión sobre la intervención
psicofarmacológica.

El uso de drogas que influencian el sistema nervioso es
muy antiguo. En la actualidad, el esfuerzo de la
psicofarmacología se centra en el empleo de psicotropos y
la demostración de su eficacia en el tratamiento de
trastornos mentales.

La psicofarmacología ha transformado el paisaje
de los centros psiquiátricos. Sin embargo, las
críticas sobre su uso se centran en el hecho de estas
substancias "normalizan" al sujeto, pero no modifican las fuentes
de sus alteraciones. A esta crítica, proveniente del campo
de la anti-psiquiatría se opone la consideración de
la psiquiatría biológica que dice que los
psicotropos actúan sobre los orígenes
bioquímicos de los trastornos mentales. Ello ha dado
origen a una polémica interesante sobre el control del
comportamiento humano y la relación de ello con el
funcionamiento social.

f) Bioética, sociedad y regulación de
la tecno-ciencia: algunas reflexiones.

El título de una obra colectiva de
aparición reciente,, "¿Hacia un antidestino?", es
adecuado para enmarcar esta reflexión. En efecto, Gerard
Hubert, editor de esta obra, subraya a través de la
expresión antidestino, la agitación
creciente que ocupa a investigadores y practicantes de las
ciencias biológicas y médicas, que en los debates
bioéticos discuten la creciente capacidad "operatoria" de
estas mismas ciencias, de "generar un nuevo destino para la
humanidad". De allí, la necesidad de instaurar alguna
forma de regulación, bajo la figura de discursos,
prácticas y reflexiones institucionalizadas de la
bioética, que pudiera "contener" la avasalladora presencia
de la tecno-ciencia y sus potencialidades de
transformación de la naturaleza humana.

La expresión anti-destino ha sido tomada de la
literatura y pertenece al gran escritor francés
André Malratix. En su obra "Les Voix du silence", muestra
como la producción de formas artísticas, se opone
en el mundo moderno a la fugitividad del tiempo, que caracteriza
a la Modernidad. Mediante el gesto creador, el hombre se opone a
la muerte y a la incertidumbre de la existencia. Para Malraux,
este gesto implica un acto de control sobre la naturaleza
mediante ello se opera una inversión de las formas del
mundo, de aquellas que el hombre sufre a aquellas que puede
dominar y gobernar. Es indudable que nuestra época, a
través del despliegue tecno-científico, como una
empresa solidaria de progreso y cambio, se reconoce en esta
figura literaria con toda claridad.

La bioingeniería genética y las
prácticas médicas de procreación asistida
son las figuras de la técnica biomédica, que se han
constituido en el ejemplo paradigmático de esta capacidad
de transformación y dominio de la naturaleza humana.
También lo son las técnicas de
crioconservación, que al servicio de la biología
moderna, hacen de la materia un tejido que no solo tiene una
capacidad afirmativa sino que también "suspensiva". Otro
tanto pertenece al dominio de la neuro-endocrinología y la
biología de péptidos, que a través de los
neuropéptidos hipotalámicos, pueden configurar un
cambio profundo del esquema corporal y la imagen de si mismo del
niño en crecimiento.

Así encontramos entonces una profunda
relación entre medicina y arte. Las prácticas
médicas, en función de la capacidad "operatoria"
sobre la naturaleza humana que le aporta la tecno-ciencia
moderna, pueden ser entendidas como otra forma de
expresión artística, en la medida que pueden crear
"formas nuevas", extendiendo los límites biológicos
del hombre desde el interior, transformándolo en una nueva
posibilidad. El sujeto humano, ya no es tan solo un psique-soma
poroso a las influencias de la cultura y el medio-ambiente, sino
que objeto de un nuevo poder que lo puede transformar en su
radicalidad humana. El cuerpo humano, ya no es mera
metaforización artística, sino que espacio real de
una proyección epistemofílica, de una sed de
conocimiento y control sobre su naturaleza, que inaugura otro
espacio: el de la duda y el temor hacia la propia capacidad
humana de autotransformación y cambio. En tanto, esta
capacidad de transformación de la "humanidad" del hombre
no es mera metáfora sino posibilidad real.

Hubert sostiene con razón que puede ser llamada
anti-arte. La paradoja que encierra este anti-arte, mirado desde
las prácticas médicas y el desarrollo
tecno-científico, es que se despliega como progreso
ineludible, en tanto su base de sustentación descansa en
una perspectiva eminentemente humana: las prácticas
terapéuticas de la medicina. Decimos paradoja, porque la
finalidad terapéutica-reparadora, buscada con insistencia
por una medicina que ha llegado a ser simultáneamente
predictiva, preventiva y curativa, se ha enfrentado a los
límites de una representación de lo humano como
inimitable. Por ejemplo, ¿no son paradójicas las
prácticas médicas de "sexaje" de niños y de
predicción de sexo, si su finalidad última es que
estos niños no sean afectados por una de las 3000
enfermedades genéticas, si ellos pertenecen a una familia
sujeta a riesgos, frentes a las derivaciones eugénicas de
estas mismas prácticas? 0 también, ¿no son
paradójicos los avances en términos de
crioconservación de espermios, óvulos fecundados o
embriones, componentes indispensables de las técnicas de
procreación médicamente asistidas, que apuntan a
suplir las deficiencias de los procesos naturales de
reproducción si estos son desarrollados en un contexto
social que ha fabricado, como una "construcción social"
una sociedad infértil'? No constituyen paradojas dignas de
examinar el encontrarse frente al umbral de una forma mas radical
de metamorfosis de la relación visible invisible
(recordemos que Foucault nos habla que la invasión del
cuerpo por la mirada médica inaugura la medicina
científica), con ocasión de la aparición de
las biotecnologías de tercera generación, como lo
sostiene Gros, que aportan mas que un simple complemento
aleatorio sobre el ser vivo, cuando ellas tratan de posibilitar
una modificación suplementaria a lo originario del hombre,
que altera su conciencia íntima sobre las figuras de la
vida y la muerte? Pareciera entonces que mientras mas poder
adquiere el hombre, mas este se hace a expensas de él,
notablemente a expensas de su figura antropocéntrica. De
estas paradojas mayores, entre otras, se nutre el extraordinario
aumento de la reflexión bioética, que ya en algunos
países desarrollados, convertida en una nueva moda
intelectual y banalizada por los medios de comunicación de
masas, encuentra también los rasgos de una
institucionalización "fuerte", como una nueva disciplina
normativa que dice lo que se supone la sociedad debe decir sobre
las prácticas de la medicina, como una nueva forma de
control de las angustias ligadas al desarrollo de la
tecno-ciencia .

Otro acápite importante a tener en cuenta es la
responsabilidad de la universidad médica en la
formación de los recursos humanos en salud con valores que
respondan a la ética médica socialista.

La Universidad médica comprometida con la
sociedad en la formación y perfeccionamiento de los
recursos humanos en salud que necesita, es responsable junto con
la formación científica de los estudiantes, de
contribuir a la formación y desarrollo de valores que
deben caracterizar a los profesionales de la salud en nuestro
país, acorde con los principios revolucionarios y con la
ideología socialista, para formar profesionales
comprometidos con la Revolución y con su pueblo, por lo
que debe integrarse la formación política
ideológica en la dirección del proceso docente
educativo, que redundará finalmente en la excelencia de la
competencia y el desempeño de nuestros
profesionales.

Durante las ultimas tres décadas, en el marco de
las transformaciones políticas económicas y
sociales se estructuró en Cuba un Sistema Nacional de
Salud que ha logrado una cobertura universal de los servicios a
la población y se han alcanzado indicadores como la
mortalidad infantil y la esperanza de vida comparables con los de
los países mas altamente industrializados y desarrollados
del mundo.

En la ultima década del siglo XX y como
consecuencia de una serie de factores, algunos presentes en
distintas regiones del mundo y otros específicos de
nuestras condiciones históricas – concretas
actuales, nuestro país ha creado una estrategia de futuro
para responder a las nuevas exigencias y condiciones del mundo
actual, que compulsan a la transformación de los programas
de desarrollo de los servicios de salud.

La Atención Primaria de Salud (APS) constituye
una de las estrategias fundamentales para lograrlo. Las
decisiones y acciones antes programadas y tomadas a distancia
desde el nivel central, hoy deben ser transferidas al más
próximo nivel de acción, el nivel local, el
servicio, esta estrategia se corresponde con los cambios que se
avizoran en la Gerencia en Salud para el siglo XXI, donde se
espera que las naciones ocupen un lugar e incluso sobrevivan por
su nivel de competitividad para producir y prestar servicios con
eficiencia y calidad, así como el nuevo orden
económico internacional ha promovido en los centros
universitarios un replanteamiento estructural de los contenidos,
métodos y técnicas de la educación
así como de los mecanismos de producción y
distribución del conocimiento y de las relaciones de la
universidad con la sociedad y con los sistemas productivos y de
servicios con el objetivo de satisfacer las necesidades sociales,
con acciones comprometidas, relevantes y oportunas .

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