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Fenomenología y existencialismo




Enviado por carmen perez



  1. Introducción
  2. Existencialismo
  3. Existencialismo y
    teología
  4. Existencialismo y literatura
  5. Planteamiento del
    existencialismo
  6. La
    Fenomenológica
  7. La
    conciencia en la fenomenología
  8. Solipsismo y
    Fenomenología
  9. Fenomenología y
    Nihilismo
  10. Fenomenólogos
  11. Conclusión
  12. Bibliografía

Introducción

Se denomina Existencialismo a la corriente
filosófica que se desarrolló en Europa entre las
dos guerras mundiales- situación cultural y
política de crisis– y por ello en cierto sentido es
expresión de la desorientación y desarraigo,
producidos por los cambios en la cultura, valores y principios
que caracterizaron esa sociedad durante una época
histórica determinada. Pero, la filosofía
existencialista, se halla arraigada en la tradición
filosófica, sobre todo en el pensamiento de la modernidad
y en el modo en que este planteó sus problemas
fundamentales.

A su vez, se puede señalar que unas de las
filosofías mas controvertidas y de mayor difusión
en le siglo XX es el existencialismo. Estas corrientes tienen sus
inicios después de la primera guerra mundial, cuyas
resonancias al igual que las de la segunda guerra mundial– son
verdaderamente críticas.

Mientras que la fenomenológica dentro de sus
estudios filosóficos sobre la conciencia del individuo y
la colectividad, nos revela con cada muestra nuevos vistazos a lo
que seria o será el comportamiento humano ante los
diferentes sucesos.

Existencialismo

Definición:

El existencialismo es un movimiento filosófico
que resalta el papel crucial de la existencia, de la libertad y
la elección individual, que gozó de gran influencia
en distintos escritores de los siglos XIX y XX.

Debido a la diversidad de posiciones que se asocian al
existencialismo, el término no puede ser definido con
precisión. Se pueden identificar, sin embargo, algunos
temas comunes a todos los escritores existencialistas. El
término en sí mismo sugiere un tema principal: el
énfasis puesto en la existencia individual concreta y, en
consecuencia, en la subjetividad, la libertad individual y los
conflictos de la elección.

Individualismo moral

La mayoría de los filósofos desde
Platón han mantenido que el bien ético más
elevado es el mismo para todos: en la medida en que uno se acerca
de la perfección moral, se parece a los demás
individuos perfectos en el plano moral. El filósofo
danés del siglo XIX Sören Kierkegaard, el primer
escritor que se calificó de existencialista,
reaccionó contra esta tradición al insistir en que
el bien más elevado para el individuo es encontrar su
propia y única vocación. Como escribió en su
diario: "Tengo que encontrar una verdad que sea verdadera para
mí… la idea por la que pueda vivir o morir". Otros
escritores existencialistas se han hecho eco de la creencia de
Kierkegaard de que uno ha de elegir el camino propio sin la ayuda
de modelos universales, objetivos. En contra de la idea
tradicional de que la elección moral implica un juicio
objetivo sobre el bien y el mal, los existencialistas han
afirmado que no se puede encontrar ninguna base objetiva,
racional, para defender las decisiones morales. El
filósofo alemán del siglo XIX Friedrich Nietzsche
sostuvo que el individuo tiene que decidir qué situaciones
deben ser consideradas como situaciones morales.

La filosofía existencial, o existencialismo, se
interesa en reflexionar sobre el sentido de la existencia y de la
muerte, por encima de cuestiones abstractas que supuestamente
encubren los conflictos del hombre. La preferencia por estas
temáticas hace del existencialismo una filosofía de
interés para todos.

Los rasgos más característicos de esta
filosofía Existencial, pueden resumirse en estos tres
puntos siguientes:

1) La Irreductibilidad del Individuo: El existencialismo
afirma la originalidad de la existencia individual. Lo verdadero
y primario no es el todo sino "el singular", especialmente el
singular que es la realidad personal, la existencia humana
critica el sistema dialéctico porque engulle lo singular,
anulando las diferencias y la realidad individual -el yo- que no
puede ser reducido a razón o pensamiento
universal.

Ese "yo", ha de caracterizarse por la capacidad de
"decidirse" y "elegirse a sí mismo".

2) La Existencia como Libertad: La existencia ya no se
refiere a cualquier cosa o realidad, sino exclusivamente a la
realidad del yo; de un "yo concreto y mundano", cuya estructura y
determinación será distinta en cada caso. La
existencia establece el valor de cada realidad individual, cuyo
origen ya no es el pensamiento sino la libertad, pero una
libertad absoluta que no está ligada a nada que la
determine.

Cuando algún filósofo existencialista
afirma que "la existencia precede a la esencia", lo que quiere
decir es que el ser humano no tiene una naturaleza o esencia que
oriente su libertad sino que es esa libertad la que le hace
"ser".

3) La Fenomenología como Método: El
análisis de la estructura de la existencia se lleva a cabo
desde la fenomenología. La fenomenología es una
ontología; es decir establece el sentido de lo real y de
sí misma, igual que la teoría existencialista de la
realidad, interpreta el ser como fenómeno que "aparece o
se manifiesta" ante la existencia cuyo principio es la
libertad.

Historia

El existencialismo, como movimiento filosófico y
literario, pertenece a los siglos XIX y XX, pero se pueden
encontrar elementos de existencialismo en el pensamiento (y vida)
de Sócrates, en la Biblia y en la obra de muchos
filósofos y escritores premodernos.

Pascal:

El primero que anticipó las principales
inquietudes del existencialismo moderno fue el filósofo
francés del siglo XVII Blaise Pascal. Pascal
rechazó el vigoroso racionalismo de su
contemporáneo René Descartes, afirmando en sus
Pensées (Pensamientos, 1670) que una filosofía
sistemática que se considera capaz de explicar a Dios y la
humanidad representa una forma de orgullo. Al igual que los
escritores existencialistas posteriores, contempló la vida
humana en términos de paradojas: la personalidad humana,
que combina mente y cuerpo, es en sí misma paradoja y
contradicción.

Kierkegaard:

Kierkegaard, considerado como el fundador del
existencialismo moderno, reaccionó contra el idealismo
absoluto sistemático del filósofo alemán del
siglo XIX Georg Wilhelm Friedrich Hegel, que afirmó haber
encontrado un entendimiento racional total de la humanidad y de
la historia. Kierkegaard, por el contrario, resaltó la
ambigüedad y lo absurdo de la situación humana. La
respuesta individual a esta situación tiene que ser vivir
una existencia comprometida por completo, y este compromiso
sólo puede ser entendido por el individuo que lo asume. El
individuo, por lo tanto, tiene que estar siempre dispuesto para
desafiar las normas de la sociedad en nombre de la mayor
autoridad de un tipo de vida auténtica en el orden
personal. Kierkegaard abogó por un "cambio de fe" en el
modo de vida cristiano que, aunque incomprensible y lleno de
riesgos, era el único compromiso que, según
creía, podía salvar al individuo de la
desesperación.

Nietzsche:

Nietzsche, que no conocía el trabajo de
Kierkegaard, transformó el pensamiento existencialista
posterior a través de su crítica de las
tradicionales suposiciones metafísicas y morales, y su
adopción del pesimismo trágico y de la voluntad
individual afirmadora de la vida que la opone a la conformidad
moral de la mayoría. En oposición a Kierkegaard,
cuyo ataque a la moral convencional le llevó a defender un
cristianismo radical e independiente, Nietzsche proclamó
la "muerte de Dios" y rechazó toda la tradición
moral judeocristiana en favor de los heroicos ideales
paganos.

Heidegger:

Heidegger, al igual que Pascal y Kierkegaard,
reaccionó en contra del intento de fundamentar la
filosofía sobre una base conclusiva racionalista, en este
caso la fenomenología del filósofo alemán
del siglo XX Edmund Husserl. Heidegger afirmó que la
humanidad se encuentra en un mundo incomprensible e indiferente.
Los seres humanos no pueden esperar comprender por qué
están aquí; en su lugar, cada individuo ha de
elegir una meta y seguirla con apasionada convicción,
consciente de la certidumbre de la muerte y del sin sentido
último de la vida propia. Heidegger contribuyó al
pensamiento existencialista al poner el énfasis en el ser
y la ontología tanto como en el lenguaje.

Sastre:

Sartre fue el primero en dar al término
Existencialismo un uso masivo al utilizarlo para identificar su
propia filosofía y ser el principal representante de un
movimiento distinto en Francia que fue influyente a escala
internacional después de la II Guerra Mundial. La
filosofía de Sartre es atea y pesimista de una forma
explícita; declaró que los seres humanos necesitan
una base racional para sus vidas pero son incapaces de
conseguirla y, por ello, la existencia de los hombres es
"pasión inútil". No obstante, Sartre
insistió en que el existencialismo es una forma de
humanismo y resaltó la libertad, elección y
responsabilidad humana. Con gran refinamiento literario,
intentó reconciliar esos conceptos existencialistas con un
análisis marxista de la sociedad y de la
historia.

Existencialismo y
teología

A pesar de que el pensamiento existencialista engloba el
ateísmo absoluto de Nietzsche y Sartre y el agnosticismo
de Heidegger, su origen en las meditaciones religiosas de Pascal
y Kierkegaard hizo presagiar su gran influencia en la
teología del siglo XX. El filósofo alemán
del siglo XX Karl Jaspers, aunque rechazó las doctrinas
religiosas ortodoxas, influyó en la teología
moderna con su preocupación por la trascendencia y los
límites de la experiencia humana. Los teólogos
protestantes alemanes Paul Tillich y Rudolf Bultmann, el
teólogo católico francés Gabriel Marcel, el
filósofo ortodoxo ruso Nicolai Berdiáiev y el
filósofo germano-judío Martin Buber heredaron
muchas de las inquietudes de Kierkegaard, en particular respecto
a la creencia de que un sentido personal de la autenticidad y el
compromiso resulta esencial para la fe religiosa.

Existencialismo y
literatura

Algunos filósofos existencialistas hallaron en la
literatura el camino idóneo para transmitir su
pensamiento, y el existencialismo ha sido un movimiento tan vital
y amplio en literatura como en filosofía. El novelista
ruso del siglo XIX Fiódor Dostoievski es quizá el
mayor representante de la literatura existencialista. En Memorias
del subsuelo (1864), el enajenado antihéroe está
enfadado frente a las pretensiones optimistas del humanismo
racionalista. La idea de la naturaleza humana que surge en esta y
otras novelas de Dostoievski consiste en que es imprevisible,
perversa y autodestructiva; sólo el amor cristiano puede
salvar a la humanidad de sí misma, pero ese amor no puede
ser entendido desde la sensibilidad filosófica. Como dice
el personaje de Aliosha en Los hermanos Karamazov (1879-1880):
"tenemos que amar la vida más que el significado de la
misma".

En el siglo XX las novelas del escritor judío
checo Franz Kafka, como El proceso (1925), El castillo (1926) y
América (1927), presentan hombres aislados enfrentados a
burocracias inmensas, laberínticas y genocidas; los temas
de Kafka de la angustia, la culpa y la soledad reflejan la
influencia de Kierkegaard, Dostoievski y Nietzsche.
También se puede apreciar la influencia de Nietzsche en
las novelas del escritor francés André Malraux y en
las obras de teatro de Sartre. La obra del escritor Albert Camus
está asociada a este movimiento debido a la importancia en
ella de temas como el absurdo y futilidad de la existencia, la
indiferencia del universo y la necesidad del compromiso en una
causa justa. También se reflejan conflictos
existencialistas en el teatro del absurdo, sobre todo en las
obras de Samuel Beckett y Eugène Ionesco. En Estados
Unidos, la influencia del existencialismo en la literatura ha
sido más indirecta y difusa, pero se pueden encontrar
trazas del pensamiento de Kierkegaard en las novelas de Walker
Percy y John Updike, y varios temas existencialistas son
evidentes en la obra de escritores como Norman Mailer, John Barth
y Arthur Miller.

Planteamiento del
existencialismo

Es una tendencia filosófica (Un humanismo) que
surge y se desarrolla en Europa, y debido a la diversidad de
términos que se asocian, resulta difícil ser
definido con precisión. Sin embargo, se pueden identificar
algunos temas comunes a todos los escritores
existencialistas.

Se caracteriza por centrar su análisis en la
existencia, no entendía como el hecho de ser (Existir),
sino como una realidad individual mundana.

Un famoso existencialista es Albert Camus, que no es
propiamente un filósofo sino un literario, es uno de los
más importantes escritores de la posguerra francesa, en
1957 obtuvo el premio Nobel de literatura. Algunas de sus ideas
existencialistas son Camus pone de relieve los elementos absurdos
de la existencia humana, y no acepta una realidad donde la gente
es torturada Busca soluciones a este problema pero fuera de
cualquier solución religiosa sin embargo Camus no se
resignan a este absurdo si no que se puede hacer el bien por los
demás sin que haya que esperar ningún premio de
Dios, es una rebelión Humana contra el mal humano y sin
Dios, en cuanto representa una reacción humanista ante
cualquier tipo de enajenación, el existencialismo tiene
una larga lista de precursores: Sócrates, San
Agustín, Maine de Biran, Etc. Pero en sentido estricto el
origen del existencialismo como señalamos anteriormente,
se remonta a Kierkegaard quien elabora una filosofía para
la cual el sujeto esta comprometido vitalmente en su
reflexión y no se limita a una objetivación
abstracta de la realidad. Existen dos tipos de
existencialismo:

  • El existencialismo Ateo que dice: Que como Dios no
    existe, no hay fundamento de moral universal y surge una
    angustia y una necesidad de orientar la acción libre
    hacia una proyección individual o a un compromiso
    social.

  • Y el existencialismo cristiano: Que subraya el valor
    de la comunicación y el amor interpersonal.

La
Fenomenológica

Definición y Etimología:

La fenomenología (del griego: fa???µe?o?:
"apariencia", ?????: "estudio, tratado") es una parte o ciencia
de la filosofía que estudia y analiza los fenómenos
lanzados a la conciencia. Dicho de otro modo, la
fenomenología es la ciencia que estudia la relación
que hay entre los hechos (fenómenos) y el ámbito en
que se hace presente esta realidad (psiquismo, la
conciencia).

Lo que vemos no es el objeto en sí mismo, sino
cómo y cuándo es dado en los actos intencionales.
El conocimiento de las esencias sólo es posible obviando
todas las presunciones sobre la existencia de un mundo exterior y
los aspectos sin esencia (subjetivos) de cómo el objeto es
dado a nosotros. Este proceso fue denominado epoché por
Edmund Husserl, el padre de la fenomenología y se le
caracteriza por poner entre paréntesis la existencia de
las cosas; es decir, va a las cosas mismas.

Husserl introduce más tarde el método de
reducción fenomenológica para eliminar la
existencia de objetos extramentales. Quería concentrarse
en lo ideal, en la estructura esencial de la conciencia. Lo que
queda después de esto es el ego trascendental que se opone
al concreto ego empírico. Ahora con esta filosofía
se estudian las estructuras esenciales que hay en la pura
conciencia y las relaciones entre ellos.

La fenomenología también es un
método. A diferencia del método cartesiano que
tomaba por "real" todo aquello que fuera primero dudado y luego
pensado de manera "clara y distinta", el método
fenomenológico toma por real todo aquello que es pensado
de manera clara y distinta y puesto en perspectiva temporal.
Así, hoy se habla de una psicología, una
politología, una historiología fundamentadas
explícitamente por el método fenomenológico
y se trabaja en un desarrollo de las ciencias matemáticas
y físicas, por poner algunos ejemplos.

La fenomenología aspira al conocimiento estricto
de los fenómenos. Esta última palabra puede inducir
a error pues con frecuencia la utilizamos para referirnos a las
apariencias sensibles de las cosas, apariencias que no coinciden
con la supuesta realidad que debajo de ellas se encuentra. La
fenomenología no entiende así los fenómenos,
pues para esta corriente filosófica los fenómenos
son, simplemente, las cosas tal y como se muestran, tal y como se
ofrecen a la conciencia.

La conciencia en
la fenomenología

La fenomenología es la ciencia que estudia la
relación que hay entre los hechos (fenómenos) y el
ámbito en que se hace presente esta realidad (psiquismo,
la conciencia).

La conciencia es intencional, la conciencia se mueve en
tres tiempos (imaginación, sensación y memoria como
futuro, presente y pasado). Los tiempos de conciencia se dan
indisolublemente en estructura primando siempre el "ir hacia", la
intención. En la conciencia, a diferencia del tiempo
público que va desde el pasado hacia el futuro, puede
estar en el pasado "recordando" algo mientras experimenta la
sensación que le produce ese recuerdo. Recuerdo que no se
presenta pasivamente sino que es evocado por una necesidad de
futuro (intencionado).

El primado del futuro coloca a la conciencia frente al
problema de la muerte (finitud), de tal manera que no hay acto en
ella que en última instancia no esté
relacionado.

La conciencia trabaja en estructura con el mundo, por lo
cual hablar de un fenómeno es indisoluble de hablar de la
conciencia y a la inversa; para hablar de la conciencia siempre
tendremos que hacerlo con un fenómeno.

Entendemos por descripción fenomenológica
a toda descripción que se haga de la conciencia referida a
un fenómeno desde el punto de vista de la
temporalidad.

Entendemos por reducción fenomenológica a
la intención que pone conciencia en todo acto, en todo
fenómeno. De ahí que en toda descripción
fenomenológica lleve implícita en su desarrollo su
correspondiente reducción fenomenológica. Y a su
vez, no es posible hacer una reducción
fenomenológica sin su correspondiente descripción
fenomenológica.

La intención que pone conciencia en un acto,
también se llama esencia y es el objeto de la
reducción fenomenológica.

Solipsismo y
Fenomenología

Una de las acusaciones que se le hacen a la
Fenomenología es su presunta incapacidad de llegar al
"objeto en sí", en cuanto independiente de la Conciencia.
Autores tan importantes como José Ortega y Gasset,
solamente al final de su vida, concedieron a la
Fenomenología una posibilidad de ruptura con el
solipsismo.

Este problema es resuelto por Heidegger apelando a un
análisis de la temporalidad. Dirá que el tiempo
para la conciencia que lo experimenta no es una sucesión
de instantes "del pasado al futuro", sino un "ir hacia el futuro
(finitud) que va cobrando conciencia de su ir. Ejemplificando:
Uno va hacia su muerte, y en este ir va "siendo", de tal manera
que lo que es, es "en la muerte". Una representación de
conciencia, en cuanto a su temporalidad, no se entiende si no es
"como acumulación del momento anterior" que va fluyendo en
el tiempo, hasta su final, de momento que ya "es" en su final. En
un momento dado, esa representación "conserva" los
elementos añadidos en el tiempo.

Ahora bien, por la comprensión de la propia
finitud, se cae en cuenta que el "mundo", en cuanto temporalidad,
tiene la misma estructura. Las cosas no "desaparecen", se
conservan en un "ir yendo" hacia su finitud, de tal manera que
solamente son en su finitud.

De ahí que en su origen, conciencia nace del
mundo, está en todo momento en el mundo y su destino es en
el mundo, que como mundo, tiene una temporalidad más
extendida que la conciencia. Pero tienen en común su misma
estructura temporal.

Dirá Heidegger que es la dificultad en asumir la
propia finitud, la que impide ver que el tiempo no es una
"sucesión de instantes hasta el infinito". No es de un
pasado hasta el futuro infinito, entonces. Es de un finitismo
que, en su conclusión revela la historicidad
intrínseca de todo fenómeno, sea este del
yo-observador, de la representación intencionada ó
del objeto "en sí" en el mundo.

Por otro lado: Tenemos noticia del objeto del mundo a
través de la sensación. Sensación que
estructurada es dada en conciencia como percepción. Puesto
que en conciencia no se puede dar ningún fenómeno
que no sea "especializado", con un color y una extensión
(Husserl), no cabe otra manera de entender cómo conciencia
puede atrapar una sensación que no sea "especializada en
sí". También, cuando dejamos un objeto, y al cabo
de un rato volvemos a tocarlo, se nos revela una
"acumulación temporal", en el sentido de que el objeto
como percepción "no desaparece para conciencia", mantiene
su historicidad intrínseca como objeto.

Sintetizando: En conciencia y en "el objeto en sí
en el mundo", en esencia, todo es un "ir hacia" (futuro) y un dar
"cuenta de algo"(pasado) que se da en la forma de
especialización (momento presente). Esto plantea una
dificultad de comprensión que se resuelve teniendo
co-presente el registro de la propia finitud del que se interroga
por la existencia real del mundo, que no se da a conciencia
independientemente del observador, pero es comprendido por ella
en el sentido de "lo que estaba, lo que está y lo que
estará cuando yo no esté". Y es imposible verlo
solamente desde la ingenuidad del "momento presente", en el cual
toda representación siempre es para conciencia "conciencia
de algo" y no una mera "fotografía" despojada de su
intencionalidad. De ahí que sea una ingenuidad tratar de
hacer descripciones y reducciones fenomenológicas sin
tener presentemente, por parte del que las realiza, el registro
de su propia finitud.

Fenomenología y
Nihilismo

Parejamente a la acusación de solipsismo, a la
Fenomenología se le ha acusado de proponer una actitud
nihilista frente a la vida. Apurando esa actitud,
llegaríamos a la conclusión de que la vida acaba
con la muerte, y que no tiene sentido (en el sentido de
dirección hacia el futuro), porque dicho futuro es negado
por la muerte.

Será la malagueña María Zambrano en
El Sueño Creador quien empiece la discusión con el
nihilismo al notar que el tiempo en conciencia se da en una
discontinuidad. Cuando dormimos, "desconectamos" y luego volvemos
a conectar.

También conciencia al ser intencional
(acto-objeto), entre objeto y acto hay discontinuidad. Las
percepciones son siempre referidas a sentidos (sean internos del
intracuerpo o externos referidas a la externidad del cuerpo), y
se dan de manera discontinua. Las percepciones, por otro lado son
"abstracciones" que se formalizan en una representación y
que, necesariamente, implican un "detener" el tiempo,
haciéndolo discontinuo. (Husserl, en Lecciones de
Fenomenología de la Conciencia Interna del Tiempo). A su
vez, el tiempo público, tiene su propio "ritmo", en el
sentido de que no ocurren las cosas "en el instante", sino que
tienen un proceso con una duración temporal. Ese ritmo, no
es explicable sin una discontinuidad. Por último, no
sería posible actuar sobre el mundo, si las cosas ya "son"
en su finitud, sin una discontinuidad que permitiese hacer un
cambio en los acontecimientos.

Esta discontinuidad, es atemporal. Y es gracias a ella
que la conciencia es esencialmente abstractiva (en el sentido de
que se mueve con imágenes, que siempre "detienen" la
realidad) y que puede moverse y "mover" al mundo.

Conciencia no puede dar cuenta de lo atemporal. Puede
caer en cuenta de lo atemporal por cotejo con la temporalidad de
otras conciencias y del mundo. Y tampoco se puede hacer una
descripción fenomenológica (siempre desde el punto
de vista de la temporalidad) ni una reducción (pues
conciencia no puede poner una intención fuera del tiempo).
El análisis de lo atemporal se reduce entonces a un
análisis de la inter-subjetividad y de la mundanidad para
la conciencia. Podemos comprender (a modo de hipótesis) lo
temporal y lo atemporal como estructurados entre sí. Pero
no podemos hacer descripción fenomenológica de "lo
atemporal en sí".

Ahora bien: Podemos describir los cambios en la
temporalidad de la conciencia "arbitrarios" que se producen por
la estructura que forma con lo atemporal. Podemos decir…
"perdí el hilo" (siempre con referencia "al otro"), "no
recuerdo qué pasó" (siempre con referencia "al
mundo" , "me dormí". Y podemos rastrear los cambios de
dirección que se dan en conciencia (inspiraciones, de las
que los grandes científicos y místicos nos hablan
siempre referidos "al mundo" y "a los otros"). Esta
intuición-comprensión lleva a plantear las cosas
también de otra manera: Puesto que el momento presente es
síntesis de un futuro que todavía no es
(inexistente) y un pasado que tampoco es (lo pasado fué,
ya no es), el determinismo del momento presente
(acompañado de su a-temporalidad en forma de
discontinuidad) se revela como "lo que menos es", como lo
irrelevante. Por otro lado, no podemos decir nada de esa
a-temporalidad, que es la que "dona" a su vez la temporalidad, el
"ser de la cosa en sí".

Veámoslo desde otro punto de vista (Ortega y
Gasset, fundamentalmente). De entre todos los actos-objetos
posibles, se realiza uno, y solamente uno en cada momento
temporal. Los otros "posibles", son dados dentro de las
posibilidades de su existencia, es decir, como "pasado posible de
concretarse en el futuro", como memoria que de toda la posible,
solo una parte se concreta. Y éste es el fundamento del
intencionar. La elección de una posibilidad entre las
posibles (no existentes). Y todo ésto, desde una
búsqueda hacia su proyección (posibilidades
futuras). Dicho de otra manera: podemos concebir lo atemporal
como todo aquello que no es… Esto es una frase, y no es un
elefante, y no es una casa… etc. (Ortega habla largo y tendido
de "lo que no es" en "Ideas y creencias"). Estamos hablando en
rigor "desde la temporalidad", pero a la manera
racio-vitalista.

Y la realidad es entonces lo que es (el presente) y lo
que no es (el pasado en todas sus combinaciones y el posible
futuro, en todas las suyas. Aquello que "no es presente").
También el "yo-observador", con su capacidad de
elección "materializa" lo posible de la intención,
muestra en su mismidad cómo lo atemporal no es mera
posibilidad, cuando, emplazado en el presente, es capaz de
"moverse" por el futuro (imaginando) y el pasado (recordando).
A-temporalidad que puesta en perspectiva, se revela como esencia
de lo temporal.

Desde estos planteos, no cabe la actitud nihilista: De
la muerte nada se puede decir, puesto que por definición
es "la no-existencia". Lo que habría que rastrear
entonces, es porqué a esa "no-existencia" se la identifica
como la nada, y no como la a-temporalidad, origen precisamente de
toda temporalidad. Es decir, como lo inmortal generando la
ilusión de lo mortal, lo temporal).

Sintetizando: De la muerte nada podemos decir, desde el
punto de vista de la temporalidad. Pero la fé en la
trascendencia es posible desde ella, así como la falta de
fé. Las actitudes nihilistas surgen de un encerramiento
hacia "el otro" y hacia "el mundo". Es precisamente la falta de
"sentido" la que se revela en la violencia cotidiana donde el
otro es cosificado y el mundo utilizado en el propio beneficio,
precisamente porque son negados, y al ser negados, aparece la
co-presencia de la muerte no como algo posibilitario y querido,
sino como la cerrazón de todo destino. Cada uno debe
examinar la postura que mejor aclare su existencia, pero acusar a
la fenomenología de nihilismo es, a todas luces, un
exceso.

"…Por otra parte, jamás pregunto a otro por sus
particulares creencias y, en todo caso, aunque defino con
claridad mi posición respecto a este punto, proclamo para
todo ser humano la libertad de creer o no creer en Dios y la
libertad de creer o no creer en la inmortalidad" (Silo,
declaración de México, 1981)

Fenomenólogos

Aunque el término "fenomenología" fue
usado muchas veces en la historia de la filosofía antes de
Husserl, el uso moderno de la palabra está ligado
explícitamente a su método particular. A
continuación se presenta una lista cronológica de
pensadores importantes en el desarrollo de la
fenomenología, con comentarios breves de sus
contribuciones:

  • Friedrich Christoph Oetinger (1702–1782)
    pietista alemán, usó el término en el
    estudio del "sistema divino de relaciones".

  • Richard Kleiderman: Racionalista, usa el
    método para los problemas del conocimiento.

  • David Hume (1711–1776) Filósofo
    escocés, llamado a veces escéptico o partidario
    del sentido común. Aunque esta conexión es algo
    tendenciosa, Hume, en su Tratado sobre la Naturaleza Humana,
    parece tomar un enfoque fenomenológico o
    psicológico al describir el proceso de razonamiento de
    la causalidad en términos psicológicos. Esta es
    también la inspiración para la
    distinción kantiana entre la realidad numérica
    y la fenoménica.

  • Johann Heinrich Lambert (1728–1777)
    Matemático, físico y filósofo de la
    teoría de la apariencias que son la base del
    conocimiento empírico.

  • Immanuel Kant (1724–1804), en la
    Crítica de la razón pura, diferenció
    entre objetos como fenómenos, que son los objetos
    formados y asimilados por la sensibilidad humana y el
    entendimiento, de los objetos como cosas-en-sí o
    noumenos, que no se nos aparecen en el espacio y el tiempo y
    sobre los que no podemos hacer juicios
    legítimos.

Conclusión

La fenomenológica y el existencialismo se
relacionan a través de las conductas sociales, ya que
actúan en cada una nuestras acciones por ende es
importante conocer de este tema para obtener mayor sentido de
cómo influye en la estética de nuestra vida
cotidiana, que en realidad no es más que nuestra manera de
apreciar las cosas a través de diferentes apreciaciones y
experiencias.

Bibliografía

 

 

Autor:

Sharon Espinoza

Enviado por:

Carmen Pérez

Profesora: Magali Gerdel

Maracay, 2011

REPUBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA
EDUCACIÓN

ESCUELA DE ARTES VISUALES "RAFAEL
MONASTERIOS"

MARACAY – ESTADO ARAGUA

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