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Al lado del hiperactivo. Una mirada desde la familia, el aula y la sociedad (página 3)



Partes: 1, 2, 3

Al finalizar el primer año en el colegio, los profesores se opusieron a que se le recibiera, pero por solicitud de él mismo, y luego de establecerle estrictas condiciones con respecto a su vinculación al tratamiento psicológico y neurológico, inició clases el año siguiente. En ese año se comenzó a sospechar su consumo de psicoactivos, lo que se le hizo saber a la madre, quien expresó que ella también había notado cambios en su comportamiento. A pesar de todo, terminó el año con muchos altibajos, cuando se lo proponía trabajaba con responsabilidad y cumplía con sus deberes, pero así mismo, se dedicaba a hacer indisciplina saliendo del salón de clase, comiendo en sitios no permitidos y tratando a los compañeros con vocabulario soez. Durante el transcurso de ese año, se citó, en varias oportunidades, a los padres para verificar su asistencia al tratamiento psicológico, la cual era irregular al igual que el uso de la Ritalina.

El tercer año, Toni se fue a vivir definitivamente con su padre. En el colegio comenzó a mostrar signos de agresividad y de constante excitación. Se confirmó el consumo de estupefacientes, después de observarlo cuando se retiraba a lugares solitarios en las zonas verdes del colegio. Fue en este momento cuando se llamó al padre.

En el momento de confrontarlo para que reconociera su problema, opuso mucha resistencia, pero finalmente aceptó y se comprometió a seguir un tratamiento. Por tal razón canceló la matrícula en la institución y fue internado en un centro de rehabilitación para drogadictos. Fue necesario este duro golpe para que los padres tomaran conciencia y asumieran su rol, lo que les permitió brindarle el apoyo decisivo para lograr su recuperación. Lo anterior, sumado a la capacidad intelectual de Toni, quien recapacitó, midió consecuencias y fue capaz de asumir su tratamiento con responsabilidad, permitió darle un rumbo positivo a su vida. Actualmente realiza estudios universitarios.

Desafortunadamente lo que ocurrió con Toni sucede con mucha frecuencia entre los jóvenes que padecen el TDAH. A pesar de ser inteligente y tener muy buenas capacidades académicas, hubo varios factores adversos:

  • ? La inconstancia en el tratamiento psicológico y neurológico no posibilitó establecer un estilo de crianza adecuado, con normas disciplinarias claras que le exigieran controlarse, ni permitió que Toni lograra afianzar sus habilidades de autocontrol necesarias para evitar el consumo de drogas. Igualmente se privó de experiencias satisfactorias en su entorno social y académico que le permitieran valorarse y sentirse exitoso.

  • ? A pesar de que la institución procuró hacer todo el seguimiento y orientar claramente a Toni y a sus padres, no hubo resultados positivos ante la ausencia de los otros medios necesarios para que el proceso llegara a feliz término.

  • ? También vale la pena destacar el uso inadecuado que hizo Toni de su tiempo libre. Los chicos con TDAH, por sus dificultades cuando deben hacer la planeación de sus actividades, no saben hacer buen uso del tiempo libre. Esto, sumado a la falta de supervisión son factores importantes en la tendencia a la drogadicción.

  • ? La falta de disponibilidad de los padres, que se traduce en escasa supervisión y control por parte de ellos, tan necesario en chicos con TDAH por su ausencia de habilidades de autocontrol.

  • ? La falta de estabilidad en el hogar, le permitió jugar hacia el lado que le convenía en determinados momentos. Así obtenía lo que quería de alguno de los padres.

En la época actual es común encontrar padres de hijos separados. Aunque en muchos casos la separación es traumática, hay otros en los que mientras más pequeño haya sido el niño, hay menos trauma y se percibe como algo normal. Ello va a depender de la actitud de un padre frente al otro. Se presentan casos en los que ambos, aunque separados se encargan de la educación de sus hijos, acuden al colegio, unifican criterios y brindan una buena educación sin traumas ni problemas para el joven; esto es lo ideal. Pero en otros muchos casos tienen constantes enfrentamientos con su ex pareja y se causan daño, se la pasan resaltando los defectos del otro, hablando mal a los hijos de él o ella y creando constantemente malestar para poner a los chicos en su contra. Hay casos de parejas en los que se da con frecuencia el insulto, la pelea y la agresividad.

Existen otros casos en los que predomina el chantaje económico y aunque los hijos no quieran vivir con el que tiene el dinero tienen que hacerlo o de lo contrario les retiran toda ayuda y otros, donde hay total abandono por parte de uno de los padres, el cual ignora y olvida por completo al hijo y desde luego, no hay ningún apoyo económico y mucho menos emocional.

En la gran mayoría de los casos anteriores, si no se toma conciencia del problema, si la persona no enfrenta la situación y reconoce en qué está fallando y se queda un conflicto si resolver, irá trasladando la problemática a los hijos, que sufrirán las consecuencias de la separación de los padres y es cuando el hecho se vuelve traumático, no tanto por los hijos, sino por la poca madurez de ambos o de uno de los dos; factor que se suma para acrecentar el problema cuando además el chico tiene el trastorno del TDAH, puesto que no encontrará el ambiente adecuado, la estabilidad necesaria y normas claras y consistentes para llegar a una mejor resolución de su problemática.

PACO: PADRES COMPROMETIDOS.

Es el segundo de 3 hijos de padres profesionales y bien estructurados, con unidad de criterios en la formación de Paco.

Cambió de colegio a los 13 años por recomendación de la institución anterior, puesto que sus problemas académicos eran serios. Se le dificultaba concentrarse y realizar actividades que exigieran esfuerzo, era poco responsable con los deberes escolares, se distraía en clase y se ofuscaba ante cualquier obstáculo que encontraba. Presentaba problemas en las áreas de español y matemáticas. Era desorganizado en los cuadernos y trabajos, pero hasta los 13 años no tuvo problemas disciplinarios. Debido a lo anterior, ingresó a nuestra institución y en esta desencadenó una exagerada indisciplina; se paraba frecuentemente de su puesto o se movía en exceso, charlaba en clase, molestaba a los compañeros, continuamente se hacía llamar la atención y utilizaba vocabulario soez. Fue tal la indisciplina cuando estaba en octavo grado, que junto con otros 6 compañeros fue preciso crear un grupo especial en jornada contraria y con una metodología diferente; veían cada día una o máximo dos materias, por lo que se les facilitaba responder académicamente a una sola obligación y concentrarse con más intensidad; semanalmente había reunión con los padres para orientarlos y evaluar la evolución del alumno. Este cambio fue muy favorable para Paco, pues le llenó vacíos de años anteriores, lo hizo responsable, centrado y le mejoró la autoestima porque comprobó que él era capaz académicamente.

Paco había sido evaluado resultando con TDAH, del subtipo inatención y concluyeron que no era necesaria la medicación. Se recomendó un mayor seguimiento y reforzar las conductas positivas. Tanto los padres como los educadores lo apoyaron e hicieron un buen acompañamiento.

A partir del tercer año su evolución fue muy positiva, mostrando un joven respetuoso, responsable, centrado y con buenas relaciones con compañeros y profesores. Día a día sus padres notaron la mejoría y hoy lo ven como un hijo maduro, serio y cordial. Paco cuenta que persiste como problema el olvidar algunas responsabilidades pero en general, él mismo las controla y no necesita que se le recuerden.

De acuerdo a una conversación, relata que en el hogar se mostraba rebelde, peleaba con frecuencia con la hermana, la trataba mal, sentía rechazo de los demás por sus actitudes agresivas, pero siempre se vio acompañado por sus padres, quienes lo ayudaron, comprendieron y lo apoyaron en su fortalecimiento.

En el último año de bachillerato, se destacó entre sus compañeros como un joven alegre, maduro, serio, responsable y líder. Fue escogido como el representante de los alumnos ante el Consejo Directivo del colegio.

Paco es un vívido ejemplo de la evolución positiva del trastorno. Existen factores a favor del pronóstico de la persona con TDAH, es decir, factores que la protegen y en este caso se conjugaron:

El tipo de padres, ambos personas cálidas, afectivas, reflexivas, con capacidad para evaluarse a sí mismos en su labor y poder así modificar las estrategias de manejo o continuar con las que obtenían buenos resultados. Receptivos, abiertos a las recomendaciones, con buena capacidad intelectual, con interés por estudiar todo lo relacionado con el trastorno, asistir a cursos de capacitación y ponerlos en práctica en su vida diaria. Esta actitud es el reflejo de la aceptación del diagnóstico de Paco, lo que les permitió ajustar sus parámetros de acuerdo a las características de su hijo y flexibilizarse frente a los sistemas educativos, de manera que ensayaran una alternativa pedagógica diferente.

Es de resaltar que a nivel disciplinario la pareja manejaba los mismos criterios de crianza, ambos exigían siempre lo mismo a su hijo sin contradecirse, cumplían los castigos que anunciaban frente a comportamientos inadecuados o infracciones a las normas y paralelamente resaltaban y aprobaban los esfuerzos o logros. A pesar de ser firmes en ese manejo de las normas siempre fueron la fuente de apoyo de Paco frente a sus dificultades.

Otro factor a favor, es el buen nivel económico de la familia, que les permitió acceder a profesionales idóneos en el campo del TDAH y a un colegio de educación individualizada como el nuestro.

El ambiente escolar positivo, con trabajo personalizado, activo y de supervisión constante, le facilitó el logro de los objetivos académicos y comportamentales propuestos. Un aspecto fundamental fue la comunicación continua con los padres, lo que permitió un manejo coherente entre ellos y el colegio.

El cambio de jornada durante un año fue positivo. Por una parte, porque le permitió a Paco sentirse exitoso académicamente y así mejorar su autoestima. Por otra, porque lo motivó hacia el cambio de actitud a fin de evitar el estar en jornada contraria a la de sus amigos y ser excluido de la vida social del colegio. Este mejoramiento fue lográndose poco a poco, en la medida en que él iba incorporando estrategias adecuadas para llamar la atención y recibir el reconocimiento de profesores y compañeros, en oposición a las inadecuadas que utilizaba anteriormente, que alteraban el funcionamiento del grupo y le traían consecuencias negativas a él en términos de perder privilegios y recibir frecuentes llamados de atención.

Otros factores relevantes en la evolución positiva de Paco, son su buena capacidad intelectual, su motivación frente al cambio y la persistencia para asumir sus dificultades y superarlas. Lo anterior, unido al ambiente familiar adecuado y al apoyo brindado por el colegio, permitieron que Paco afianzara sus habilidades de autocontrol sin necesidad de la medicación.

Padres como los de Paco son padres modelo que, pueden llegar a ser un 30%. Son parejas que han asumido con amor y vocación su misión, son claros y objetivos en sus apreciaciones, comprenden que sus hijos no son ni ángeles ni demonios sino seres que se están formando y requieren normas, buena guía y orientación.

Generalmente la pareja acude al llamado que se les hace, tanto para una reunión como para una citación, corrigen oportunamente con firmeza, aplican correctivos acordes a la falta y siguen las instrucciones y recomendaciones que se les dan; les gusta colaborar y participan activamente, generalmente leen sobre temas que tengan que ver con la educación de sus hijos; viven normalmente y sin excesos una vida social, hay estabilidad en el hogar; no ocultan ni trasladan la culpa de los errores de sus hijos y los reprenden con cariño pero oportunamente.

No se oponen a las normas y aceptan de buena manera que se le hagan cumplir a su hijo, lo invitan a asumir las consecuencias de sus actos y a reconocer sus errores.

Cuando los padres se documentan sobre el tema, colaboran en el hogar siguiendo instrucciones claras, acuden al colegio a hacer el seguimiento académico, le colaboran en los deberes, y lo apoyan hasta ir superando el problema. Generalmente esos hijos son más estables, aunque son impulsivos, se van controlando, son menos agresivos y terminan poco a poco, a medida que crecen en crecen en personas más autocontroladas y disciplinadas.

En resumen y definitivamente, los padres son facilitadores u obstaculizadores en lo que será en un futuro el individuo hiperactivo. Ellos son los que más marcan la pauta en un final feliz y exitoso o problemático para ese ser.

ROCO: FAMILIA OBSTACULIZADORA VS FACILITADORA

– Dígame cómo fue la infancia de Roco. Le preguntaba la psicóloga del colegio a la madre en la entrevista inicial para otorgarle el cupo, teniendo en cuenta que ingresaría a cursar el grado quinto con 13 años ya cumplidos, algo inusual para un chico común y corriente

– Roco fue un hijo no deseado. Cuando mi esposo se enteró de mi nuevo embarazo se enfureció tanto que me golpeó en varias ocasiones, además encontró el pretexto para abandonarnos y me dejó a mí sola con la carga de criar a nuestros tres hijos.

– El niño sufrió mucho desde pequeño, porque el papá, cuando iba a la casa en una de sus habituales borracheras, lo golpeaba y le sacaba en cara que por haber nacido, era el culpable de que él se hubiera ido.

– Recuerdo que en una oportunidad, cuando se dio cuenta que al colegio iban los papás a acompañar a sus compañeritos, y como su padre nunca lo hacía, me dijo que por qué no le compraba uno para que saliera con él. No le gusta que lo llamen por su nombre de pila, porque es el mismo de su padre, prefiere que le pongan apodos y sólo a ellos presta atención cuando lo llaman.

– Los hermanos han sido también muy duros con él, se aprovechan porque es el menor e igualmente lo golpean. El mayor, cuando llega borracho le pega con una correa.

– Yo tengo que trabajar muy duro para conseguir el sustento mío y de mis hijos y por eso me queda muy poco tiempo para estar pendiente del niño.

– Ya no sé qué hacer. Cuando tenía siete años, quebró 28 vidrios de los apartamentos en la unidad residencial donde vivíamos. Rayó algunos carros, porque los vecinitos más grandes que él le dijeron que lo hiciera, sabiendo de antemano que no lo dudaría un instante.

– En el jardín de niños, era muy callado. Se demoró para hablar y presentó muchos problemas de lenguaje. Cuando logró hacerlo, su voz era muy fuerte y casi hablaba a los gritos.

– Cuando cursó el primer grado, los compañeritos se burlaban de él por su tez morena y el cabello crespo, eso le disgustaba, se peleaba con ellos y por esa razón era sancionado frecuentemente. Lo retiré del colegio, porque en una ocasión organizaron un paseo y a Roco no lo llevaron, por sus problemas de disciplina.

– Esa ha sido la infancia de Roco Doctora, por eso se ha atrasado tanto en el estudio y ha repetido varios años.

Como primer requisito para que Roco fuera admitido en la institución, se le pidió a la madre que lo llevara a un neurólogo para que éste lo evaluara. El diagnóstico no era extraño dadas las características de su comportamiento: déficit de atención e hiperactividad.

Se solicitó entonces, el compromiso de la madre para que Roco iniciara un tratamiento psicológico que le permitiera ir controlando el trastorno, pero dos factores importantes impidieron que esto fuera un hecho. Los recursos económicos limitados, acompañados de la falta de disponibilidad de tiempo de la madre, por trabajar agotadoras jornadas hasta de 12 horas.

En el Colegio, Roco se hizo sentir apenas inició las clases. Por ser el más grande del grupo, amedrentaba a sus compañeros contándoles historias de hechos violentos, en donde él era el protagonista principal, además los amenazaba, les colocaba apodos ofensivos, los golpeaba y su vocabulario era soez.

Estos hechos hicieron que sus compañeros evitaran relacionarse con él y se fue aislando paulatinamente hasta quedar solo.

Ante tantos problemas, no se le renovó la matrícula para el año siguiente, pero se le han seguido los pasos debido a la fuerte problemática que lo afecta.

Por información de la madre, en una entrevista que sostuvo hace poco con las autoras, nos contó que Roco, siguió deambulando de colegio en colegio sin lograr adaptarse en ninguno. Repentinamente y por influencias de amigos mayores que él, se dio al consumo de estupefacientes y abandonó definitivamente el estudio.

Para adquirir los alucinógenos se dedicó a realizar pequeñas raterías, pero a medida que la dependencia iba en aumento, así mismo creció la necesidad de robar cosas de mayor valor. En la casa fue sacando a escondidas adornos, electrodomésticos, joyas, etc, hasta que llegó al colmo de robarse el computador con el cual sus hermanos trabajaban.

Al cumplir los 18 años, ya había sido internado en un hospital para desintoxicación y luego en dos centros de rehabilitación, pero allí abandonaba rápidamente el tratamiento para recaer en la adicción, hasta que en una oportunidad fue capturado por la policía en un acto de robo y llevado a prisión, en donde permaneció dos años.

Allí, como lo hacía en el colegio, inventaba historias truculentas para ganarse el respeto de sus compañeros de patio y frecuentemente se hacía trasladar valiéndose de mentiras bien tramadas. Finalmente, salió bajo palabra con el compromiso de cambiar de actitud y regenerarse, pero no fue así. Al poco tiempo volvió a caer en la drogadicción y en actos delictivos hasta que de nuevo fue recluido y hoy aún continúa tras las rejas, y asiste simultáneamente a un centro de rehabilitación.

El caso de Roco es similar al de Moncho, en el cual el TDAH se asocia al trastorno disocial o de conducta, cuya sintomatología se agrupa en la categorías de agresión a personas o animales, fraudulencia o robo, destrucción a la propiedad y violaciones graves a las normas. Recordemos que dicho trastorno también se asocia a la incursión precoz en el consumo de sustancias prohibidas, como ocurrió con Roco.

Hay que enfatizar en el sistema familiar del joven, en el cual predominó el maltrato por parte del padre y de los hermanos y la falta de disponibilidad de la madre. En estos casos, donde hay deprivación de afecto y de sistemas de control, se aumenta el riesgo de caer en excesos.

Cuando se presenta esta situación, generalmente se recomienda recurrir a las redes de apoyo que consisten en delegar en miembros de la familia o personas externas, el acompañamiento y la supervisión, de tal forma que puedan ejercer una labor de control y de suplir las carencias afectivas.

Es así como este rol es comúnmente asumido por abuelos, tíos, vecinos o las empleadas de servicio doméstico quienes están a cargo de los chicos, mientras los padres están ausentes o dedicados a sus actividades laborales. En algunos casos, las personas que conforman la red de apoyo crean un vínculo afectivo que llega a suplir en parte las necesidades de amor y afecto.

El caso de Roco fue desafortunado. La ausencia del padre por abandono, la de la madre por sus ocupaciones, el rechazo de los hermanos y la carencia de una red de apoyo, hicieron que él se manejara por sus propios medios, sin tener la habilidad para hacerlo dadas sus dificultades a nivel de autocontrol, característica de las personas con TDAH.

En estas circunstancias, la institución educativa se siente impotente para intervenir y lograr el cambio, por cuanto el apoyo que da la familia es nulo y por el contrario, obstaculizador.

MAIRA: TRATAMIENTO INTEGRAL

-. ¿Me pueden decir, en dónde está Maira? . Preguntaba el coordinador a sus compañeros. –. Yo la vi esta mañana cuando llegó al colegio, pero ahora no está en clase

-. Está donde siempre! Le dijo una de las chicas. -. Allá en el rincón de la cafetería, en donde se esconde a hacer sus dibujitos….

-. Y qué es lo que tanto dibuja?

-. Nosotras no sabemos, porque nunca nos deja ver y como nos hace a un lado….. Siempre termina los trabajos primero y entonces, sin pedir permiso se va para su rincón a dibujar.

Maira es la segunda hija de una familia con buenos recursos económicos, pero sus padres están separados. Ambos son colaboradores y están preocupados por que su hija reciba la mejor educación. La abuela materna es adinerada y siempre está lista a satisfacer el más mínimo capricho de su nieta.

Maira entró a tercero de primaria después de haber pasado por tres colegios, con diagnóstico de TDAH. Era caprichosa y dominante. Quería que se hiciera lo que ella dijera, no tenía claridad en la relación con la autoridad, tanto, que cuando le daba una pataleta, preferían ignorarla porque era capaz de tirarle con cualquier objeto que tuviese a la mano a quien se le enfrentara.

Maira tenía muchas capacidades intelectuales. Terminaba rápidamente el trabajo y se ponía a hacer otras cosas. Peleaba con los compañeros por la más mínima contradicción, pues era llevada de su parecer, pero a la vez era muy colaboradora para organizar actividades, aunque tendía a ser negativa, porque a todo le encontraba defectos.

Fue notable su necesidad de llamar la atención y para eso recurrió a crear todo tipo de enfermedades. No pasaba desapercibida la forma altanera como trataba a las demás personas; unas veces a los profesores, otras a sus compañeros o al personal de la institución.

La psicóloga del colegio orientó a los profesores para que no se dejaran "enganchar" pues por ser desafiante e impulsiva ella parecía disfrutar con que un adulto se le enfrentara.

Cuando entró a la adolescencia y empezó la etapa de relaciones con el sexo opuesto; hubo necesidad de llamarle la atención por mostrar exceso de confianza con los compañeros. En clase se le notaba dispersa y a todo momento tenía que estar dibujando, alegaba que si no lo hacía, no se podía concentrar.

Cuando un profesor no le gustaba se lo hacía saber y lo comparaba con otros profesores; se negaba a participar en sus clases y se dedicaba a otras actividades. Llevaba mal puesto el uniforme, ignoraba las normas sobre ese aspecto y su cabello era desordenado.

Se sumó a esta etapa, el uso de vocabulario soez y malos modales, era poco femenina en la forma de sentarse. Con frecuencia llegaba tarde a clase, incumplía con las actividades y era más dada a flirtear con diferentes compañeros, pero a la vez los trataba bruscamente.

En los dos últimos años de escolaridad, fue mejorando académicamente, se exigía mucho y le gustaba profundizar en los temas trazándose logros de alta calidad, eran de destacar su claridad y agilidad mental. Pero en las relaciones con sus compañeros continuaba siendo conflictiva.

Con frecuencia se retiraba del salón de clase y acudía a la enfermería, aquejada de diferentes malestares. Poco a poco fue madurando en la relación con sus educadores, pero con los compañeros prefería aislarse y tener pocas amistades. Su presentación personal mejoró y con más frecuencia se mostraba cordial con las demás personas.

Maira terminó su bachillerato e ingresó a la universidad, donde estudia actualmente con muy buen éxito.

Maira presenta el Trastorno del subtipo hiperactivo – impulsivo, que incluye alteraciones a nivel de control de movimientos y de impulsos. Cuando el diagnóstico se realiza a edades tempranas, se espera que la evolución sea más rápida y favorable, lo que no ocurrió con Maira. Lo anterior demuestra que el diagnóstico no es suficiente y que es necesario además de saber qué es lo que pasa, el aprender a manejarlo y enseñarle a la persona que lo tiene, estrategias para regularse, controlarse y contenerse.

He aquí la importancia del tratamiento multimodal o integral, que consiste en combinar el apoyo de la medicación con el psicológico: este último, incluye al chico, a la familia y al colegio, y les brinda asesoría para su manejo, indicando estrategias efectivas e inefectivas a fin de controlar los problemas de comportamiento y atenuar las consecuencias del trastorno en el ámbito familiar y escolar.

La intervención psicológica contempla dos fases: La primera, de entrenamiento a padres y la segunda, de entrenamiento al chico con TDAH, así:

FASE I: ENTRENAMIENTO A PADRES. Abarca en primera instancia la capacitación sobre lo que es el trastorno, sus componentes, causas e implicaciones comportamentales, emocionales y académicas. Es necesario enfatizar en que se trata de una inhabilidad debido a un trastorno neurobiológico y que los comportamientos característicos del mismo no son manifestados para incomodar a los demás ni son causados por patrones de crianza inadecuados.

El segundo aspecto a intervenir en esta fase, es el estilo de crianza de los padres, el cual incluye estrategias para satisfacer las necesidades emocionales de sus hijos, para implementar una disciplina efectiva en el hogar y manejar adecuadamente los problemas de comportamiento.

NECESIDADES EMOCIONALES

Para satisfacer las necesidades emocionales, es necesario que los padres:

  • ? Modifiquen la forma de responder ante los errores y dificultades de sus hijos, de manera que puedan brindar apoyo en estas situaciones sin gritos, cantaleta o castigo físico.

  • ? Aumenten sus expresiones de afecto y el tiempo agradable dedicado a sus hijos, para así incrementar las interacciones positivas entre ellos.

  • ? Acepten los gustos, elecciones y opiniones de sus hijos, sin reforzar caprichos.

  • ? Aumenten el nivel de comunicación recreativa, ya que generalmente, realizan sólo la educativa y se limitan a temas como el estudio o el comportamiento.

  • ? Incrementen significativamente la aprobación hacia los comportamientos adecuados y disminuyan los señalamientos negativos constantes.

Igualmente, se dan pautas a los padres para que puedan interpretar el comportamiento de sus hijos: En qué situaciones se aumenta la irritabilidad, la inatención y la hiperactividad, con el fin de que puedan prevenirlas y manejarlas.

De la misma forma, se crea conciencia en los padres de las actitudes suyas que promueven o deterioran la autoestima de sus hijos y se les asesora al respecto.

DISCIPLINA

Se pretende lograr un equilibrio entre el manejo afectivo y disciplinario, con el fin de evitar extremos como la permisividad y el autoritarismo.

En este aspecto, es necesario que los padres comprendan que lo primordial es brindar estructura en la vida de estos niños, ya que debido al déficit de las funciones ejecutivas, están limitadas las habilidades de planeación, seriación, autoregulación, automonitoreo y autocontrol. Por tal motivo, es necesario que estas funciones sean ejercidas externamente por los padres y por ello se les asesora en el establecimiento de rutinas, de normas claras y consecuencias por el cumplimiento o no de las mismas.

Las rutinas y normas a establecer incluyen hábitos de autocuidado, de estudio, horarios, normas de cortesía y comportamientos sociales. Una vez los padres los hayan determinado, deben invitar a su hijo para que participe en el establecimiento de las mismas, con el fin de que se comprometa con su cumplimiento.

Una estrategia facilitadora es la implementación de un registro de caritas para los más pequeños, de puntos, en edades intermedias, o de contratos, con los adolescentes, con los que ganan privilegios para lograr la meta previamente establecida. Para que lo anterior sea efectivo, es clave la supervisión y el registro diario del cumplimiento o no de las normas.

En el aspecto disciplinario, es igualmente importante trabajar con los padres la forma de dar las órdenes (deben ser claras y cortas, mirándolo a los ojos y en términos de lo que se espera que haga, no de lo que debe dejar de hacer) y el momento (el padre debe disponer de tiempo para supervisarlo, además de cuidar que no interrumpa una actividad del agrado del niño).

Dentro de los patrones de crianza, generalmente es necesario dar instrucciones a los padres para eliminar la repetición de órdenes, ya que conlleva a la pérdida de sus propias habilidades de autocontrol. Para tal fin se les recomienda anunciarle al niño la consecuencia que obtendrá por el no cumplimiento únicamente al llamar la atención por primera vez. Si no hay respuesta positiva por parte de él, el padre debe aplicar la consecuencia anunciada.

Generalmente las consecuencias negativas recomendadas son la pérdida o restricción de actividades agradables, teniendo cuidado de que se puedan cumplir y sean consecuentes con la falta. No se deben brindar múltiples restricciones a una falta.

Dentro de las consecuencias positivas están, el acceso a actividades agradables. Es importante anotar que cuando se ha implementado un sistema motivacional de caritas o puntos, la consecuencia es la obtención o no de los mismos, lo que afecta directamente el logro de la meta establecida.

Los puntos centrales para el establecimiento de una disciplina efectiva son: Supervisión, consistencia en la exigencia de las normas y en la aplicación de las consecuencias. Además, hay que resaltarle a los padres, que son ellos quienes manejan la disciplina en el hogar y no deben entrar a justificar ni a discutir con sus hijos cada vez que dan una orden.

MANEJO DE COMPORTAMIENTOS

Es el tercer elemento a ser entrenado en los padres. Debe quedar claro que la cantaleta no es una estrategia educativa y por el contrario, puede convertirse en una forma de brindar atención a comportamientos inadecuados y así potencializarlos. Igualmente, es necesario que entiendan las desventajas del castigo físico, tales como: sumisión, eliminación del comportamiento sólo en presencia de quien castiga, reacciones de agresividad, entre otras.

Los padres deben aprender a analizar los comportamientos inadecuados del niño en términos de por qué se presentan, qué factores los propician, si son o no característicos del cuadro clínico y qué tipo de consecuencias brindan a dichos comportamientos. Lo anterior permite prevenir la generación de conductas inadecuadas, enseñar habilidades deficitarias a sus hijos en caso de ser característicos del cuadro clínico o modificar las consecuencias que brindan y que explican la presencia de dichos comportamientos.

Se enseñan estrategias como alternativas de manejo. Entre ellas, algunas tienen la finalidad de crear habilidades y otras, actúan sobre el comportamiento inadecuado y se constituyen en castigo.

ESTRATEGIAS POSITIVAS:

  • ? Redirigir: Consiste en ignorar el comportamiento inadecuado y facilitar el adecuado. Una vez se presente este último, aprobarlo.

  • ? Reforzar conductas alternativas: Consiste en aprobar todos aquellos comportamientos diferentes al inadecuado.

  • ? Prevención: Es anticiparse a los desencadenantes de conductas problema.

  • ? Razonamiento: Es el recomendado para el manejo de conductas impulsivas. Consiste en cuestionar a las personas sobre su comportamiento, NO en explicarle lo inadecuado de su actuación (se convertiría en cantaleta).

El punto central de estas estrategias es la aprobación frecuente de los comportamientos adecuados, con el fin de incrementar su probabilidad de ocurrencia.

ESTRATEGIAS NEGATIVAS:

  • ? Extinción: Consiste en no dar la consecuencia que la persona espera obtener con su comportamiento. Generalmente es utilizada en el manejo de pataletas o cuando el niño se comporta inadecuadamente para demandar la atención de sus padres.

  • ? Aislamiento: se hace al retirar al niño del sitio (enviarlo a su cuarto, por ejemplo), o se le ignora por un periodo corto de tiempo. Es importante que el aislamiento no sea prolongado, el sitio no cause temor y el niño esté calmado en el momento en que se le permita salir.

  • Costos o multas: Consiste en la pérdida de privilegios o la restricción de actividades agradables como consecuencia al comportamiento inadecuado.

  • ? Restitución: Debe pagar los objetos dañados o extraviados en forma reincidente.

Se recomienda combinar tanto las estrategias positivas como las negativas, anticipándole al niño las consecuencias de su comportamiento.

A partir del análisis realizado del comportamiento del niño, se debe determinar la estrategia a seguir y establecer metas a corto plazo. Es necesario que el procedimiento se aplique consistentemente cada vez que la conducta se presente.

En este punto de la intervención, se dan pautas a los padres para moldear algunos comportamientos propios del trastorno que están referidos al componente de impulsividad, tales como, las reacciones de enojo del niño, de las interrupciones, de su dificultad para esperar y tolerar perder en los juegos.

Otro aspecto importante a considerar , es que generalmente los comportamientos inadecuados de los niños generan reacciones de enojo en los padres, que propician el manejo incorrecto de los niños. Por tal motivo, con frecuencia es necesario asesorar a los padres sobre estrategias de autocontrol.

Como metodología de trabajo, en cada sesión se debe revisar el cumplimiento de los objetivos propuestos con los padres, verificar que efectivamente siguen las recomendaciones dadas y ajustar los procedimientos cuando no demuestran ser efectivos a pesar de su adecuada aplicación.

FASE II: ENTRENAMIENTO A LAS PERSONAS CON TDAH

Como se anotó anteriormente, el objetivo de esta fase es crear habilidades con el fin de atenuar y controlar las manifestaciones del trastorno.

En esta etapa, se parte de explicarle al niño el cuadro clínico, de manera que tome conciencia de su dificultad y de las implicaciones en su vida familiar, escolar y social. Con ayuda de los padres en la cotidianidad del hogar, se le hacen señalamientos sobre las manifestaciones de los componentes alterados.

Posteriormente, se inicia el trabajo de rehabilitación de acuerdo a los componentes alterados en el niño. Dicho trabajo se realiza mediante ejercicios, los cuales deben ser practicados en casa con ayuda de sus padres, quienes también asisten a consulta en esta fase del tratamiento para explicarles la finalidad de los ejercicios y la forma de realizarlos en el hogar.

Se trabaja cada componente en forma secuencial, de acuerdo a las categorías afectadas. En los casos en que se presente la hiperactividad, se realizan entrenamientos en relajación y ejercicios motores. Una vez logradas las metas propuestas en cada ejercicio, se someten a generalización en la vida cotidiana, exigiéndole al niño que las convierta en un hábito. Los objetivos de dicho entrenamiento son: Reducir los accidentes por brusquedad, reconocer el impacto de su movimiento en el medio y discriminar los sitios y momentos en que puede hacerlo.

El entrenamiento en atención tiene como objetivo adquirir habilidades de planeación, seriación, autoregulación y autoevaluación. Mediante ejercicios, se trabaja inicialmente la atención focalizada y luego la sostenida. Como técnicas de apoyo, se utilizan los auto registros, sistemas motivacionales por la reducción de distracciones y entrenamiento en auto instrucciones que dirijan su pensamiento.

Respecto a la impulsividad, el objetivo general es adquirir habilidades de autocontrol, lo que incluye estrategias para el control del enojo, solución de problemas y habilidades sociales. Este entrenamiento también se realiza mediante ejercicios, con el fin de que adquieran la destreza y luego la practiquen en situaciones cotidianas. Es importante anotar que desde la primera fase se dan pautas a los padres para el manejo de dicho componente, por ser el que generalmente causa mayor impacto en la convivencia.

El éxito del tratamiento psicológico depende del compromiso de los padres y del niño en el seguimiento de las recomendaciones dadas, en la realización de los ejercicios y en la exigencia que hagan los padres con respecto a la funcionalización de las habilidades adquiridas. Igualmente es importante la vinculación de los profesores en este proceso, por tal motivo se establece comunicación con ellos y se les brinda asesoría con respecto al manejo en el aula de clase y a la implementación de estrategias pedagógicas de acuerdo a sus áreas de trabajo.

Finalmente, es necesario resaltar que a pesar del gran esfuerzo y constancia que implica la intervención para todas las partes involucradas, sus resultados demuestran que sí es posible mejorar la calidad de vida de las personas con TDAH, que sí pueden mejorar con respecto a las habilidades deficitarias y alcanzar las metas que se propongan para llegar a ser personas exitosas.

En el caso de Maira, debía incluir, además de los padres, a la abuela y a la empleada, con el fin de que se establecieran límites claros con respecto a la relación con el otro y pudieran ir dando forma a las interacciones de Maira, de tal manera que aprendiera a ponerse en la posición de la otra persona y a expresar sus desacuerdos y opiniones en forma adecuada, sin agresión.

La falta de tratamiento psicológico, una vez hecho el diagnóstico, frenó significativamente la evolución de Maira, quien tal vez por no saber cómo controlarse, terminó por aislarse de sus compañeros y por evitar continuamente las situaciones a través de las frecuentes visitas a enfermería.

MONA: TRATAMIENTO TARDÍO, VOZ DE ALIENTO

-. Mami! Llamó Mona a su madre desde el teléfono público del colegio ¡Se me quedó la tarea de Biología en la casa! ¡Tráemela inmediatamente, porque la debo presentar en la tercera hora. Pero rápido!

-. ¡Pero mi amor! ¡Si yo estoy ocupada en este momento! No puedo!

-. ¡Yo no sé que vas a hacer, pero necesito esa tarea ya!

-. ¡Siempre es así! ¡Tengo que dejar cosas importantes qué estoy haciendo, para llevarte las tareas! ¿Cuándo aprenderás a ser ordenada?

Pero ya Mona había cortado la comunicación y la madre, resignada, abandonaba sus actividades para salir inmediatamente a llevar al colegio los deberes de su hija.

Mona llegó a la institución a cursar el grado octavo. Como hija única, era muy mimada por sus padres, los que le permitían hacer todo lo que ella quería. Por eso era caprichosa, exigente y altanera.

Desde el primer momento se mostró muy prevenida contra las normas del colegio. Ante cualquier observación que se le hacía, contestaba en actitud de oposición, discutiendo con la otra persona sin dejarla hablar. Continuamente se salía del salón de clases sin autorización y pretendía influenciar en el grupo de compañeros en forma negativa. Con frecuencia los padres fueron citados al colegio y tuvieron que confrontarla en reuniones con todos sus profesores.

-. La obra de teatro se debe hacer como yo dije y punto! Decía Mona exaltada en la oficina de la directora, a donde la habían citado sus compañeros, porque ella había tomado las riendas de la organización del acto cultural y les había impuesto algo totalmente distinto a lo que ya estaba organizado.

-. Pero Mona! ¡llevamos casi dos meses ensayando y ya nos aprendimos los papeles! ¿Cómo pretendes que para mañana tengamos listos los cambios? Le decía uno de sus atribulados compañeros.

-. Eso no es problema mío! ¡Yo les dije que esa obra no me gustaba y además soy quién está organizando el evento!¡Ya verán cómo se las arreglan!

La directora del colegio, le hizo ver a Mona que había cosas en las que ella no podía imponer su voluntad, no sin haber discutido durante un buen rato con la chica, antes de hacerla entrar en razón.

Debido a las grandes dificultades en las relaciones con profesores y compañeros, fue necesario exigir a los padres que le realizaran una evaluación neurológica, que dio como resultado un diagnóstico de TDAH del subtipo hiperactividad – impulsividad. Esto se hacía evidente cuando intervenía en las discusiones de grupo, cuando quería que sólo se escuchara su punto de vista, sin dar oportunidad de opinar a sus compañeros y sin respetar el turno para tomar la palabra. En lo académico, Mona demostraba muy buenas capacidades intelectuales y era responsable con sus deberes, pero necesitaba tener muy buena relación con el profesor para que trabajara en su materia.

El neurólogo le recomendó el uso de la Ritalina diariamente. A pesar de continuar presentando conflictos con sus profesores, se notó un mayor control de los impulsos, más concentración, mejores relaciones con los demás, y mayor disponibilidad para atender las observaciones y acatar las normas.

A la par del tratamiento con medicación, se les recomendó el tratamiento psicológico, con el cual la madre decidió asumir la autoridad. Esto generó por parte de Mona una fuerte rebeldía y una oposición desafiante en el hogar. El padre reconoció tardíamente el diagnóstico y eso impidió que hubiera unidad de criterios para el manejo.

El último año del colegio, el padre se ausentó del país por motivos de trabajo y esa situación permitió que las relaciones entre Mona y su madre mejoraran. Se mostró mucho más controlada y receptiva. Terminó bien su bachillerato.

La literatura sobre el tema resalta la importancia de un diagnóstico a edades tempranas como factor de pronóstico positivo, al igual que las habilidades de crianza de los padres.

En el caso de Mona, se destaca la evolución favorable del trastorno frente a un diagnóstico tardío y a un sistema de crianza inadecuado debido a la permisividad de los padres. ¿qué aspectos influyeron para que se diera un giro favorable en la vida de esta familia y su hija?.

En primer lugar, la aceptación de hacer un proceso de evaluación para esclarecer lo que ocurría con su hija, a pesar de que ya era adolescente. En segundo lugar, la mente abierta de la madre que le permitió asimilar el diag-nóstico, aceptar la necesidad del tratamiento y cambiar su estilo de crianza. A pesar de que lo anterior no ocurrió con el padre, la decisión de éste de delegar a su esposa el manejo de Mona fue acertada, ya que aunque no participaba, por lo menos no interfería en el replanteamiento de las reglas de juego.

Es de resaltar en esta familia su capacidad para hacer un alto en el camino, evaluarse a sí mismos y ajustar su estilo disciplinario, con el fin de encauzar a su hija a pesar de estar ya en la etapa de la adolescencia. Lo anterior implicaba un gran esfuerzo emocional para ellos, y a pesar de eso, lograron seguir las orientaciones dadas en el tratamiento psicológico.

La actitud de Mona también fue un factor positivo para la evolución, ya que pudo asimilar un diagnóstico tardío, aceptar la necesidad del tratamiento y los cambios que éste implicaba.

El papel de la medicación fue fundamental en la medida en que le ayudó a Mona a atenuar su impulsividad y de esta forma ser más receptiva al cambio. Esto evidencia que el mito de que la Ritalina sólo es necesaria en la infancia, es falso; así mismo confirma que no hay un período o edad establecidos para tomarla y que el único criterio de utilización es que la persona con el trastorno se beneficie de ella. Es más; las últimas investigaciones han demostrado que en la actualidad muchos adultos con TDAH han sido medicados con excelentes resultados en su desempeño laboral y/o estudiantil.

El caso de Mona es un ejemplo vívido de que nunca es tarde para iniciar un proceso de diagnóstico y tratamiento y que hay muchas posibilidades de mejorar la calidad de vida de las personas con el trastorno y quienes le rodean, a pesar de la edad de detección.

PIPE: UNA METODOLOGÍA ADECUADA FAVORECE EL DESEMPEÑO.

Pipe llegó a la institución por recomendación del colegio donde estudiaba, por bajo rendimiento académico como consecuencia de su trastorno por déficit de atención. Pero el principal problema era su padre, exigente y perfeccionista, que en ningún momento quiso aceptar que su hijo tuviera alguna dificultad y ponía constantemente como ejemplo a su otro hermano que era excelente estudiante.

El ingresar al colegio y cambiar a un modelo pedagógico personalizado, con una forma de trabajar más activa, de investigación y de aprender haciendo, motivó notablemente a Pipe, quien fue mostrándose poco a poco como un joven disciplinado, activo y estudioso, hasta el punto que en ocasiones prefería quedarse estudiando en la biblioteca.

Los buenos resultados obtenidos en sus calificaciones, sumados a la intransigencia del padre de aceptar su problema, en lugar de valorar el trabajo personalizado y activo de la institución, hicieron que Pipe y su familia consideraran que era un estudiante sobresaliente y que por esa razón podría volver a estudiar en el anterior colegio, en donde su padre había terminado su bachillerato.

Pero no fue la decisión más acertada. De nuevo en su tradicional colegio, Pipe volvió a tener problemas, tantos que finalmente se retiró y se vinculó a un centro de validación en el que sólo se pasa al grado siguiente cuando se han llenado todos los vacíos y se ha logrado una calificación excelente. Como resultado, después de tres años y cuando sus compañeros estaban terminando su bachillerato, Pipe iba a cursar hasta ahora el grado siguiente al que hizo cuando se retiró del colegio.

No es extraño encontrar padres de familia (en especial el padre), que no reconocen y obstaculizan el trabajo que podría beneficiar a un niño con dificultades. Por el contrario, desvalorizan el trabajo pedagógico enfocado en una metodología de motivación, de aprender haciendo, de evitar la memorización como única estrategia pedagógica, de comprender y aprender bien, de explicar hasta que el joven logre entender y de dar trabajos de avance y profundización a quienes están en capacidad de adelantarse.

Con frecuencia, los padres maximizan la capacidad del estudiante cuando ven los buenos resultados, desconociendo su problema y así mismo minimizan o desconocen el valor de la labor pedagógica y la metodología en el avance y superación del estudiante.

Metodologías activas como la nuestra, favorecen significativamente a chicos que como Pipe, presentan TDAH. El sistema de pocos alumnos por grupo permite que los profesores puedan estar atentos a las dificultades de ellos, puedan centrarlos en la tarea, les den retroalimentación sobre la misma, de tal manera que le informan al chico, cómo lo está haciendo y qué debe corregir, tiene la oportunidad de verificar que haya entendido, trabajado en clase y copiado sus responsabilidades, aumentando así la posibilidad de que el chico sea exitoso y se sienta satisfecho consigo mismo.

A través de nuestra experiencia, hemos constatado que el ambiente del aula de clase debe ser tranquilo, libre de muchos distractores. El niño con TDAH debe ser ubicado cerca al profesor o desde donde éste lo pueda supervisar. No debe llevar objetos que le ayuden a distraerse.

El trabajo del profesor en la clase debe ser de períodos cortos, sobran largas explicaciones verbales, pues generalmente la atención escasamente tiene lapsos de cinco a diez minutos. Las explicaciones deben ser claras y concretas. Se debe iniciar el tema con una corta explicación, con una fábula, con un cuento; y seguidamente se debe poner a trabajar al estudiante de manera individual, con una guía o si el trabajo es en grupo, se debe integrar con máximo cinco compañeros que le ayuden a centrar la atención y a concretarse en el trabajo.

De acuerdo a la edad, las órdenes y guías se van dando de menor dificultad y elaboración, a mayor trabajo, pero tratando siempre de especificar los pasos a seguir; una guía muy larga, debe ser fragmentada en varios pasos, pues cuando el trabajo se vuelve largo, se fatigan fácilmente, tienden a desanimarse y a abandonar la actividad iniciada..

Con frecuencia el trabajo debe ser supervisado y verificar que realmente se esté realizando, también se debe tener presente, que por su gran tendencia a la distracción, fácilmente omite pasos, por lo que al final se puede sentir fracasado, por ejemplo en el caso concreto de las matemáticas.

Se debe verificar que en una agenda, anoten las tareas de cada materia, las que a su vez deben ser revisadas en el hogar.

Para que esta metodología sea realmente implementada, se debe contar con educadores capacitados, estudiosos, flexibles, abiertos al cambio, con gran capacidad de adaptación, que puedan crear lazos afectivos con ellos, pero también, mantener su objetividad y tomar distancia para no sentirse ofendidos por sus desaciertos; y en el caso de que así sea, puedan practicar el perdón y reiniciar con "borrón y cuenta nueva". Que sean firmes y constantes en estimular y corregir oportunamente y estén dispuestos a jugársela toda no sólo en actividades de clase, sino también en las comunitarias y al aire libre. Es decir, educadores totalmente comprometidos.

Desafortunadamente Pipe, a pesar de sus buenas capacidades, fue víctima de la actitud de su padre, caracterizada por la negación de las dificultades de su hijo. Dicha actitud no permite que se valoren los beneficios de este tipo de sistemas educativos, por lo tanto no se genera sentido de pertenencia hacia la institución y los lleva a pasar a sus hijos de colegio en colegio, negándoles así la posibilidad de estabilizarse en el medio escolar, apropiarse del mismo y sentirse exitosos a nivel personal.

Por desgracia, este es un aspecto determinado culturalmente. Muchos padres tienen la expectativa de que sus hijos sean bachilleres del colegio del que ellos egresaron, desconociendo las diferencias individuales. El ser justos no es tratar a todas las personas por igual, sino darle a cada quién lo que necesita; y en el caso de Pipe, con sus dificultades de atención, se le negó esta posibilidad.

Es necesario tener presente que no todas las instituciones son para todos los niños, ni todos los niños son para todos los colegios. Cada uno tiene su propia filosofía, de ahí la necesidad de que los padres tengan la sabiduría para ubicar a su hijo, no en la institución de su capricho y de acuerdo a su mentalidad, si no a las necesidades de éste.

Contrario a lo que sucedió con Pipe, hay padres que cuando han constatado la gran superación que demostró su hijo con TDAH, han ingresado a sus hermanos a la institución para que se beneficien de una metodología más activa, estimulante y que exige de acuerdo a la capacidad de trabajo de cada persona.

TINA: AL LADO DEL HIPERACTIVO

-. Tina, por favor explícale a Chucho los ejercicios, porque veo que ya terminaste y los has entendido perfectamente. Le pidió la profesora de matemáticas, mientras hacía un recorrido entre los grupos que estaban trabajando el taller que les puso a desarrollar ese día.

Tina ingresó al colegio, porque su hermana que ya llevaba mucho tiempo allí le insistía que para ella era "el mejor colegio del mundo". Sus padres, en un principio recelosos por que se dieron cuenta que debían interactuar con compañeros hiperactivos, decidieron matricular a sus hijas, por las referencias de unos amigos que no se cansaban de comentar los avances positivos de su hijo. Así se fueron dando cuenta de que, en lugar de ser un problema para ellas, esta situación se había convertido en algo ventajoso, pues sus hijas habían aprendido a ser más tolerantes, menos sensibles a las indirectas y sátiras de sus compañeros necios; por el contrario, habían comprendido que no lo hacían concientemente sino que era el resultado de su hiperactividad, lo que les permitió restarle importancia a los hechos.

Tina y su hermana disfrutaban del estudio por la metodología que se aplica en el colegio. Según ellas, es muy agradable. Les gustaba investigar y pedían a sus profesores talleres de avance cuando habían comprendido el tema y terminado antes que sus compañeros. Los padres manifestaban que ya no se preocupaban tanto como al principio, cuando se daban cuenta que ellas estudiaban poco en la casa. Entendieron que si sabían aprovechar el tiempo en el colegio, no habría inconveniente en que utilizaran su tiempo libre en otras actividades.

En una oportunidad, Tina fue requerida en la coordinación de disciplina, porque el coordinador se enteró por el comentario de otra compañera, que Lino (ver su caso) la había maltratado verbalmente. Tina le explicó que el problema no era de ella, sino de Lino porque no sabía respetar a las mujeres y por eso, hizo caso omiso a lo que él le había dicho. Pero el coordinador le hizo notar que esta no era una actitud adecuada, porque el trabajo del colegio era formar a sus estudiantes y si esos detalles se omitían, no sería posible ayudar a que personas como Lino, pudieran mejorar su comportamiento.

Tina y su hermana terminaron el bachillerato con excelentes resultados en las pruebas del estado, iniciando sus estudios profesionales en una de las mejores universidades de la ciudad.

Esta experiencia nos permite demostrar que puede haber convivencia entre niños y jóvenes que tienen el TDAH con quienes no padecen el trastorno. Esto no ha sido obstáculo para un buen desempeño académico. Por el contrario, se han encontrado más ventajas que desaciertos. Veamos algunas de ellas y de los otros:

VENTAJAS:

– Un estudiante normal, comprende las desventajas de su compañero hiperactivo y le sirve de ayuda como control, tanto para redirigir la atención, como para hacerlo caer en cuenta de su comportamiento, logrando que este último se autocontrole.

– La metodología de estudio implementada por el colegio permite que el estudiante aventajado avance más rápido en su trabajo escolar y le da tiempo dentro de la clase para colaborarle a quienes tienen dificultades, hecho que les ayuda a reafianzar lo aprendido. Igualmente, la variedad utilizada para la enseñanza, aumenta la motivación frente al estudio.

– Son más tolerantes y comprenden que las imprudencias y actitudes inadecuadas de sus compañeros no son premeditadas, sino que se deben al padecimiento del trastorno.

– Como parte del refuerzo a los hiperactivos está el estímulo frecuente a sus logros. Si el hiperactivo se beneficia de éste, con mayor razón el no hiperactivo, quien al ser estimulado aumenta considerablemente su autoestima y capacidad de trabajo.

– Afianzan su personalidad y les da seguridad, porque se valoran más cuando no tienen el síndrome.

– El niño tímido y temeroso de interactuar, va adquiriendo seguridad y capacidad para expresar sus puntos de vista.

DESVENTAJAS

– Cuando en el grupo de clase hay un estudiante que presenta el diagnóstico de TDAH con trastorno oposicional asociado, hace perder tiempo y a generar indisciplina. Este hecho, ha llevado a la institución a reconsiderar el tipo de alumno con el trastorno que puede permanecer en el colegio, excluyendo a quienes impiden un normal desarrollo de las actividades.

– Es común encontrar en esos grupos, padres o estudiantes que no aprenden a ser tolerantes y se dejan afectar por los comportamientos fuera de lugar de un chico con TDAH, hasta el punto de retirarse de la institución por este hecho.

– Trabajar con este tipo de estudiantes, ha marcado a la Institución como de "Educación Especial". Para el común de las personas, este es un estigma y algunos aspirantes prefieren buscar otra institución, sin conocer el buen trabajo que se realiza por la metodología implementada.

Muchas personas tienen la concepción errónea de que la hiperactividad es "contagiosa" y por lo tanto, temen que el no hiperactivo se comporte como si lo fuera, lo que ha llevado a que algunos padres retiren a sus hijos de la institución o cuestionen su permanencia en la misma. Quienes abiertamente lo expresan, se tranquilizan al ser informados de que se trata de un trastorno neurobiológico con el que esos chicos nacieron y por lo tanto, no se adquiere por estar cerca de ellos.

CHUCHO: PADRES Y COLEGIO: UN EQUIPO

Chucho ingresó al colegio a los 13 años de edad a cursar por tercera vez quinto de primaria. Por su comportamiento era difícil creer que pudiera continuar en la institución porque generalmente se involucraba en los problemas de indisciplina.

Además de su edad, se destacaba entre el grupo por su corpulencia, pues era muy grande y alto. Sus movimientos eran muy bruscos y casi torpes. Por donde pasaba arrasaba con las cosas y frecuentemente dañaba lo que tenía en sus manos. En una ocasión empujó a un compañero contra el tablero del salón y le fracturó la nariz. Cuando se le requirió por este hecho, contestó como de costumbre: .- Era charlando! No me di cuenta!.

Durante ese primer año, su comportamiento era desastroso, casi todos los días Chucho era tema a tratar entre los profesores y las directivas por los problemas que presentaba, pues aparte de su comportamiento, evitaba hacer sus deberes, constantemente se atrasaba en sus cuadernos y su letra era desproporcionada, desordenada e ilegible.

Sus padres eran una pareja unida y pronta a seguir cualquier indicación que se les diera. Eran comprensivos y concientes de que su hijo tenía una dificultad. Se destacó siempre su paciencia y la consideración hacia la labor del colegio y de los profesores de Chucho.

Estuvo a punto de repetir de nuevo ese grado porque demostraba poco esfuerzo. Contando con la plena colaboración de los padres, se le promovió al grado siguiente conocedores de su regular desempeño, pero a sabiendas de que ya era demasiado grande para repetir el año.

Cuando inició el sexto grado, se notó su esfuerzo por ser más controlado, pero por su alta influenciabilidad, fácilmente se dejaba arrastrar de otros igual de inquietos a él, para cometer actos de indisciplina.

Académicamente mejoró un poco. Aunque sus cuadernos eran desordenados y aún no había logrado mejorar la letra, llevaba apuntes de las materias. A pesar de tener ya 15 años, lloraba cuando se le confrontaba por algún acto de indisciplina y prometía una y otra vez mejorar. Pero su arrepentimiento le duraba muy poco, porque fácilmente se hacía retirar de las clases, por su constante inquietud.

-. Chucho, cuántas veces le he dicho que esos no son los zapatos de uniforme! Además los que tiene parece como si los hubiera sacado de un basurero! Están sucios y rotos!. Le decía el coordinador al joven, apenas ingresaba al colegio. -. Y esa camiseta! Parece un costal, ya no tiene forma de una prenda de vestir, de lo rota que está!

Tal era su indumentaria, que aunque su madre se cercioraba de que saliera bien vestido de su casa para el colegio, antes de empezar las clases, ya estaba sucio y desaliñado.

-. Otra vez Chucho! Dijo el coordinador cuando en un descanso, lo llamaron porque éste, dada su corpulencia, se había sentado en una mesa de ping pong y la había despanzurrado totalmente. No había más remedio que notificárselo a los padres, quienes a pesar de su paciencia, debían asumir las consecuencias de los actos del muchacho.

-. Profe! Es que no entiendo! Decía Chucho en el salón de clases, interrumpiendo la concentración de sus compañeros.

-. Pero cómo quieres entender, si estabas dándole puntapiés al cesto de la basura como si estuvieras en una cancha de fútbol! Debes concentrarte más y poner atención a las explicaciones!

-. Es que ese tema es muy difícil! Qué pereza!

Comprendíamos que en el caso de Chucho, su desatención llevaba a la incomprensión y esto le creaba muchos vacíos conceptuales, por lo cual se refugiaba en que le daba pereza. Era muy difícil llenarle cada vacío que se producía en el momento.

Era más fácil señalarlo como perezoso y tranquilón, pero a sabiendas de que se escudaba en la pereza para justificar la maraña de ideas sueltas de todos los conceptos. En esa tónica fue avanzando hasta el grado décimo, pero siempre acompañado de sus padres, dispuestos a jugársela toda por su hijo y hacer lo máximo posible para que éste terminara su bachillerato.

El padre, que se dio a la tarea de hacerle un acompañamiento permanente, lo ayudaba a realizar los trabajos en la casa y estudiaba a su lado. A pesar de eso, tuvo que repetir el undécimo grado, por la cantidad de vacíos conceptuales que tenía.

Agotados todos los recursos, Chucho quiso salirse y validar ese último año, pero ante la insistencia del colegio y de sus padres, aceptó repetirlo allí con una nueva metodología, que para él sería una experiencia totalmente diferente a lo que hasta ahora había vivido.

Aunque era un alumno "nuevo" para sus compañeros, se adaptó muy bien e inmediatamente hubo un cambio significativo de comportamiento, se ganó el cariño de los que estudiaban con él y lo describían como un joven amable, respetuoso y tierno, prudente y reservado. Parecía mentira que en ese lapso de tiempo se vieran los frutos de la perseverancia, no sólo de sus padres, sino también del colegio.

Terminó su bachillerato, ubicado entre la media de sus compañeros de estudio, con un resultado aceptable en las pruebas del estado, lo que permitió su ingreso a una carrera universitaria que actualmente está concluyendo.

Chucho es ahora todo un caballero, respetuoso, amable y agradecido con el esfuerzo de sus padres para sacarlo adelante.

El caso de Chucho demuestra cómo el equipo formado por padres y educadores beneficia la evolución del chico con TDAH.

A pesar de que en Chucho el trastorno se expresa en forma severa, es decir, con grandes dificultades a nivel de atención, hiperactividad e impulsividad, la actitud de los padres y del colegio fue un factor decisivo: Padres que aceptan las dificultades de su hijo, para quienes es claro que son parte de su trastorno y por lo tanto no son producto de actitudes negativas de los profesores o compañeros. Padres que le enseñan a asumir las consecuencias de sus actos sin justificarlo a partir de su trastorno o atribuyendo la culpa a otros. Padres receptivos a las recomendaciones que se les hacen y que confían plenamente en el manejo realizado en el colegio, persistentes en su esfuerzo de acompañar y sacar a su hijo adelante a pesar de las dificultades que se presentan en el camino….. Padres carismáticos, que le ayudan al chico a sacar fuerzas para seguir adelante cuando se presentan contratiempos.

La actitud frente a Chucho fue similar por parte del colegio, asumiéndolo como un reto, teniendo claridad que las dificultades son consecuencia de su trastorno y no a que sea un mal muchacho. Dicha actitud permitió la búsqueda de excelentes estrategias para lograr mejoría en él, entre ellas, la comunicación constante con sus padres, la evaluación frecuente con Chucho de su desempeño, y la aprobación y estímulo positivo. El esfuerzo unificado entre padres y colegio, posibilitó que Chucho se sintiera satisfecho consigo mismo al ver buenos resultados y lo motivó a continuar con su formación académica. Es de esperarse que ingrese al sistema productivo con buen desempeño y tenga una vida social y familiar satisfactoria.

BETO: PADRES VS COLEGIO: DESGASTE TOTAL

-. Parece que Beto se cansara de comportarse bien y tuviera necesidad de hacer indisciplina. Le decía el Coordinador al padre del muchacho. -. Por otra parte, va muy mal académicamente porque no quiere hacer nada en el colegio.

-. Así parece. Contestó el padre de Beto. –. Ya no sé como tratarlo. He intentado muchas estrategias, pero ninguna me ha dado resultado. Usted sabe que yo soy separado y su mamá no colabora absolutamente en nada, está totalmente desvinculada del muchacho y sólo lo ve esporádicamente.

-. Le hemos sugerido en varias ocasiones que le haga una evaluación, es posible que Beto pueda corregir su comportamiento si se le inicia un tratamiento. Pero hasta ahora no hemos encontrado de su parte una respuesta al respecto.

-. Les prometo que en esta oportunidad si lo haré. Dijo el padre, algo contrariado. Se resistía a comprender que su hijo tuviera un trastorno y por eso anteriormente había hecho caso omiso a las sugerencias.

-. Pero aparte de la evaluación, quiero comprometerlo además a que, entre el colegio y usted, hagamos un completo control del rendimiento de Beto en todas las materias. Le estaremos entregando una ficha en donde su hijo registrará las obligaciones académicas y usted deberá revisar y firmar cada día para garantizar su cumplimiento.

Y así el colegio inició un proceso de seguimiento al padre. Se le requería cada semana para constatar que sí estaba realizando la evaluación de Beto y que diariamente firmara el control de las obligaciones académicas. También se llamaba al profesional para verificar su asistencia a las citas.

Finalmente, el padre llevó los resultados de la evaluación: Beto presentaba TDAH combinado, lo que explicaba sus dificultades para concentrarse, controlar sus movimientos y sus impulsos. En ese momento se le resaltó la necesidad de iniciar el tratamiento neurológico y psicológico, a lo que se comprometió. Sin embargo, pasado un corto tiempo, no lo había hecho.

Nuevamente el colegio se dio a la tarea de citarlo y exigirle por escrito que iniciara los tratamientos, lo que aceptó a regañadientes.

Cuando por fin lo hizo, Beto mejoró sustancialmente en su rendimiento académico y su comportamiento cambió totalmente. Ahora el padre era citado para resaltar la evolución positiva de su hijo. Era apreciado por sus compañeros, y logró asumir el liderazgo del grupo. Al finalizar ese primer año, fue felicitado por las directivas.

El tercer año en el colegio, Beto retrocedió ostensiblemente en su conducta. Volvió a ser el muchacho díscolo y distraído, comenzó a utilizar el vocabulario soez, no entraba a clases y fue necesario citar de nuevo al padre.

-. Ya estoy cansado de estar en función de ese muchacho. Tengo muchos compromisos laborales y no puedo dejarlos cada vez que ustedes me llaman. Además, pienso que al colegio le ha faltado compromiso. Se supone que ustedes son especializados en el manejo de esos chicos y sin embargo, no hacen nada por él, sólo me llaman a mí.

– Recuerde que el trabajo con ellos debe hacerse en equipo, le contestó el Rector. –. Nuestros profesores están capacitados para manejarlo en el aula, pero definitivamente Beto aún necesita el apoyo de la medicación y su supervisión y control. Fíjese por ejemplo, que en este año, pocas veces ha cumplido con las tareas y trabajos asignados. Nos hemos comunicado con usted, se le han escrito recordatorios y aún así continúa incumpliendo. Le resaltamos la importancia de continuar con los tratamientos…. Es el colegio el que se siente solo y considera que es a usted a quien le falta compromiso.

Así transcurrió la entrevista con el padre. Al final accedió a retomar el control. Sin embargo, transcurrieron varios meses sin que se observaran progresos y por el contrario, su comportamiento y rendimiento académico empeoraron. Se constató que Beto había abandonado todo tratamiento.

Agotados todos los recursos se citó nuevamente al padre para sugerirle que era más conveniente desescolarizarlo, es decir, que fuera de la institución, hiciera el trabajo de sus materias, apoyado por un plan de actividades que le entregarían los profesores, para que terminara bien el año escolar.

Se inició entonces el proceso de trabajo personal aislado del grupo. Finalmente el padre decidió retirarlo del colegio y le canceló la matrícula.

El caso de Beto evidencia cómo la evolución del TDAH depende en gran parte del apoyo que tenga el chico de su familia, el cual se manifiesta en su adherencia a los tratamientos y la constancia en el seguimiento de las recomendaciones dadas por el profesional, entre las cuales está el que se brinde supervisión y control.

Cuando los padres fluctúan en el ejercicio de su rol y en su acompañamiento, cuando no aceptan las dificultades de su hijo o cuando asumen que la responsabilidad de la educación de sus hijos es del colegio, los resultados de la persona con TDAH son desalentadores, mucho más cuando esos padres subvaloran los esfuerzos que realiza la institución en el fortalecimiento de sus hijos.

En los casos en que los educadores deben dedicarse a presionar a los padres para que cumplan sus funciones o sigan las recomendaciones, el desgaste es total y sólo quedan dos opciones: desistir en el esfuerzo y permitir que el chico continúe allí haciendo simplemente acto de presencia, tratando de manejar las situaciones que se presenten en el momento, conocedores de que habrá reincidencia o pedir a los padres que lo retiren. Cuando esto sucede y a pesar de los esfuerzos, generalmente trasladan la culpa al colegio y poco reconocen su labor.

Cuando no hay compromiso de la familia, hemos constatado que los chicos van siendo un problema cada vez mayor y hay un desgaste de energías por parte de profesores y directivas sin lograr resultados positivos. Por esto, no se debe insistir ni dar muchas oportunidades, puesto que es prolongar la situación problema sin solución a la vista.

Desafortunadamente Beto, a pesar de tener grandes potencialidades, no logró concluir exitosamente su bachillerato en el colegio y pasó lo que generalmente sucede con estos chicos: Recorrió varios colegios, repitió varias veces el año y cuando ya fue mayor de edad, se matriculó en una institución en donde se intensificaba el curso y donde la meta era simplemente terminar sus estudios básicos.

MILO: DIFICULTADES PARA ACCEDER AL TRATAMIENTO

María, operaria de una fábrica de confecciones, acudió al colegio solicitando información para entrar allí a su hijo de 13 años con TDAH a quinto grado. Después de ser excluido de tres escuelas en donde los grupos eran en promedio de 45 alumnos, por la información recopilada en su ficha acumulativa, no lo recibían en ninguna institución. Las anotaciones hablaban de su irrespeto hacia los compañeros y profesores, las frecuentes escapadas de la escuela, el ocultar a su madre las citaciones y muchas otras que al leerlas conforman un cuadro completo de TDAH asociado al trastorno oposicional.

Después de escuchar a la atribulada madre y cuando se dio cuenta que era el colegio ideal para su hijo, vio la imposibilidad de matricularlo puesto que el costo educativo de cada mes era equivalente a todo su salario. Aunque se le orientó sobre instituciones gubernamentales a las que podía acudir para encontrar un apoyo y un buen tratamiento, informó que ya había acudido a ellas sin ninguna solución. La respuesta era la misma, no había subsidios para cubrir el costo educativo y mucho menos un tratamiento. Las Entidades prestadoras de servicios de salud, no cubrían este trastorno y las Cajas de Compensación Familiar o el Instituto de Bienestar Familiar, otorgaban muy pocas citas eventualmente. Ante la angustia de la madre, se le aconsejó que acudiera a las autoridades locales de educación como último recurso. Además se le ofreció, como ayuda social, el servicio de atención psicológica de la institución en citas quincenales. Durante tres meses la madre hizo todos los esfuerzos para cumplir con las citas, pero los costos de transporte y la imposibilidad de abandonar su puesto de trabajo hicieron que el intento fuera infructuoso y debieron abandonarlo.

Después de dos años, María volvió donde la psicóloga de la institución buscando un poco de ayuda, pues ya a los 15 años, su hijo había empezado sexto grado y debido a malas compañías faltaba al colegio, allí le retiraron el apoyo por su inconstancia, indisciplina y por involucrarse en problemas. Se le comprobó que estaba consumiendo sustancias prohibidas y ya estaba incursionando en una pandilla juvenil.

De nuevo la institución se interesó en el caso e inició la búsqueda de sitios en donde lo pudieran atender y que estuvieran al alcance de las posibilidades económicas de la madre. Sólo se encontraron centros de atención y rehabilitación a delincuentes o drogadictos, pero no había ninguna institución en la que se pudiera hacer un manejo adecuado para prevenir que chicos hiperactivos no tratados incursionaran en el mundo del vicio y la delincuencia juvenil.

Los niños de familias con escasos recursos y hasta de un estrato socioeconómico medio, no tienen la posibilidad de ninguna ayuda, puesto que el Estado no lo tiene contemplado dentro de sus programas e integra, sin hacer un buen seguimiento, al alumno con TDAH con todos los demás, con el agravante de que una gran mayoría de educadores no están preparados para su manejo. Por ello, ingresan a escuelas o colegios en donde los grupos son numerosos y cuando presentan los síntomas anteriormente mencionados de hiperactividad o de déficit de atención, son marcados en el salón de clase, pues a su escasa capacidad de concentración se suma la indisciplina en su comportamiento y son tildados como niños problema; en muchas ocasiones deben repetir un grado o simplemente los aíslan o expulsan de la institución por indeseables.

Cuando son excluidos de la escuela y difícilmente aceptados en otras, van de tumbo en tumbo por varias instituciones. Finalmente terminan en las calles donde ingresan a la escuela del ocio o de la pandilla y allá aprenden a robar, a consumir drogas alucinógenas o a participar en actos delictivos de gran envergadura en donde se sienten maduros por ser capaces de disparar un arma sin medir ningún tipo de consecuencias y más bien apoyados por la débil legislación penal que ampara el comportamiento delictivo de los menores de edad. Como los niños con TDAH no miden el riesgo, son influenciables y aman el peligro, se convierten fácilmente en delincuentes desde temprana edad.

A las desfavorables condiciones escolares, se suma lo que sucede en las familias de escasos recursos económicos, en las cuales la mayoría de los padres y madres deben ausentarse del hogar para procurar el sustento que les garantice la mínima supervivencia, lo que disminuye su disponibilidad y energía frente a la crianza de los hijos. En muchas ocasiones son intolerantes con ellos y utilizan con frecuencia el maltrato físico y verbal. Son pocos los que satisfacen las necesidades de atención y afecto de sus hijos, quienes terminan por sentirse rechazados. Así, son finalmente abandonados por los padres, la escuela y el Estado.

La escasa preparación de los padres, la desinformación con respecto al problema, el desconocimiento de los maestros de las escuelas públicas de cómo se deben manejar a los niños con TDAH y la imposibilidad del Estado para proporcionar atención especializada, los convierten en víctimas inocentes del rechazo, de la violencia intrafamiliar y del abandono de la autoridad lo que los hace vulnerables. Si se realiza un trabajo que permita abarcar a la población infantil de escasos recursos, a sus padres y educadores, se puede encauzar de nuevo a los futuros hacedores de paz y lograr que se dé un giro a la bola de nieve en que se convierte el problema.

Llegará el momento en que se apliquen estrategias de prevención desde temprana edad para no tener que implementar centros de rehabilitación y de tratamiento frente a problemáticas serias. Mientras más temprano se busque solución, menos problemas graves habrá en las familias, las escuelas y la sociedad.

GLOSARIO

TDAH: Trastorno por déficit de atención – Hiperactividad.

TRASTORNO POR DEFICIT DE ATENCION—HIPERACTIVIDAD: Problema de origen neurobiológico caracterizado por niveles excesivos de inquietud, inatención e impulsividad.

NEUROBIOLÓGICO: Condición neurológica con la cual nació el individuo y que presentará toda la vida, con algunas variaciones.

HIPERACTIVIDAD: Excesiva actividad motora.

HIPOACTIVIDAD: Actividad motora por debajo de lo normal.

INATENCION: Dificultad para prestar atención a estímulos importantes y mantenerse concentrado.

IMPULSIVIDAD: Dificultad para pensar antes de actuar, prever consecuencias y contenerse.

ESTÍMULOS IRRELEVANTES: Situaciones o eventos externos que no tienen nada que ver con la tarea que se realiza. Distractores.

FUNCIONES EJECUTIVAS: Batería de estrategias de pensamiento que incluyen las habilidades de planeación, secuenciación, iniciación de las actividades, evaluación y autocontrol.

AUTOREGULACION: Sinónimo de autocontrol.

COGNITIVO: Habilidades de pensamiento y procesamiento de la información.

MOTRICIDAD FINA: Habilidades motoras que comprenden acciones precisas con las manos, como recortar, colorear, escribir, agarrar, entre otras.

PROBLEMA VISOMOTOR: Dificultad para realizar actividades que requieren de integración de lo visual con lo motor, tales como: armar rompecabezas, escribir, dibujar, entre otras.

TRATAMIENTO MULTIMODAL: Intervención integral dirigida por diversos profesionales como el psicólogo, el neurólogo y el pedagogo e incluye al sujeto, sus padres y educadores.

RETROALIMENTACION: Evaluar e informar sobre cómo se están realizando las cosas. Puede ser interna, cuando la misma persona hace la reflexión sobre su ejecución; o externa, cuando es otra persona quien se lo indica.

AGRADECIMIENTOS

A Ramiro Fonseca Gama,

esposo y amigo quien

prácticamente es coautor del libro,

página a página digitó, corrigió y le dio

cuerpo a gran parte de nuestras ideas,

con su forma amena de escribir.

Su aporte fue decisivo e invaluable.

A todas las familias del Colegio Integrado Laureles de Medellín, quienes depositaron en nosotros su más preciado tesoro: sus hijos. Para hacer de ellos personas de bien. ¡Gracias por su confianza!

A todos los educadores que durante estos años han trabajado a nuestro lado y que, sin su tolerancia y entrega, sería difícil cumplir nuestra misión.

 

 

Autor:

Imelda Suarez Velásquez

Ha sido educadora por más de 30 años. Es licenciada en Pedagogía Y Administración Educativa de la Universidad Pedagógica Nacional de Bogotá, Magister en Orientación y Consejería de la Universidad de Antioquia y Especialista en PRYCREA: Desarrollo del Pensamiento Reflexivo y Creativo, también de esta última.

Ha sido rectora de prestigiosas instituciones educativas de Medellín, Como el Colegio Jesús María, el Colegio Santo Domingo Sabio de la Policía Nacional y docente en orientación profesional del Liceo marco Fidel Suárez.

Es Fundadora del Colegio Integrado Laureles, institución con 16 años de experiencia en integrar en sus aulas a niños y jóvenes con déficit de atención e hiperactividad. También fundó a Cecoda, colegio para niños que requieren atención más especializada

Diana Isabel Paniagua Piedrahita

Realizó sus estudios de psicología en la Universidad de San Buenaventura de Medellín e hizo su especialización en psicología clínica y neuropsicología infantil en la Universidad de Antioquia.

Desde hace más de diez años ha dedicado su práctica clínica al trabajo con niños y jóvenes que presentan el TDAH y a sus familias. Igualmente brinda asesoría y capacitación a los docentes que están en relación con ellos.

Partes: 1, 2, 3
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