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Anastasio Aquino: Comandante General de las armas libertadoras de los indígenas cuscatlecos




Enviado por Ovidio Retana



  1. Causas
    de la insurrección indígena
  2. Levantamiento de Anastasio
  3. Decretos de Tepetitán
  4. Martirio del Comandante General de las armas
    libertadoras de los indígenas
  5. Redescubrimiento de la tumba de Anastasio
    Aquino

La historia del indígena Anastasio Aquino,
caudillo de las tribus nonualcas y comandante general de las
armas libertadoras de la zona paracentral de El Salvador, ha sido
relatada por "escribidores" al servicio del poder
económico, con el propósito de empequeñecer
o invisibilizar las causas fundamentales del levantamiento
indígena, asimismo, para desprestigiar hasta llegar a
satanizar al héroe nacional.

El poder económico de los criollos, luego el de
la oligarquía terrateniente y, actualmente el de la
financiera a través del Ministerio de Educación han
obrado de forma sistemática, para que las generaciones de
salvadoreños desconozcan sus raíces
históricas y a sus verdaderos héroes y
heroínas nacionales por ejemplo Anastasio Aquino,
Prudencia Ayala y Feliciano Ama.

De tal forma que las estructuras del poder
económico han llegado al absurdo de crear héroes
como a Gerardo Barrios, Manuel José Arce, incluso hasta de
inventarlos por ejemplo Atonal y a Atlacatl.

El levantamiento indígena inconcluso de 1833,
liderado por Anastasio Aquino fue continuado un siglo
después en 1932 con la insurrección indígena
de igual forma inconclusa liderada por el indígena
Feliciano Ama, en este mismo orden, alrededor de medio siglo
después estalló otro conflicto armado que
también fue inconcluso y que finalizó por un
Acuerdo de Paz, el 16 de enero de 1992.

Los dos levantamientos indígenas y el conflicto
armado tienen de común denominador similares causas, y en
estos momentos la clase económicamente dominante
"salvadoreña" está creando las condiciones para que
haya otro levantamiento popular, y esta vez no será
inconcluso.

De tal forma que las estructuras del poder
económico han llegado al absurdo de crear héroes
como a Gerardo Barrios, Manuel José Arce, incluso hasta de
inventarlos por ejemplo Atonal y a Atlacatl.

El levantamiento indígena inconcluso de 1833,
liderado por Anastasio Aquino fue continuado un siglo
después en 1932, con la insurrección
indígena de igual forma inconclusa liderada por el
indígena Feliciano Ama, en este mismo orden, alrededor de
medio siglo después estalló otro conflicto armado
que también fue inconcluso y que finalizó por un
Acuerdo de Paz, el 16 de enero de 1992.

Los dos levantamientos indígenas y el conflicto
armado tienen de común denominador similares causas, y en
estos momentos la clase económicamente dominante
"salvadoreña" está creando las condiciones para que
haya otro levantamiento popular, y esta vez no será
inconcluso.

Causas de la
insurrección indígena

Según la historia oficial, con la "independencia"
de España el 15 de septiembre de 1821, se logró
bienestar económico, político y social para la
población indígena de El Salvador, sin embargo, fue
exactamente lo contrario, los únicos beneficiados fueron
los hacendados o terratenientes que eran de origen
extranjero.

La "independencia" empeoró la situación
del indígena cuscatleco, los terratenientes los trataban
peor que a animales, no hay que olvidar, que estos hacendados
vinieron de Europa a saquear a este país y apoderarse de
la tierra que era propiedad de los indígenas,
además que los despojaron de su madre tierra los
esclavizaron.

A pesar de los postulados de la Revolución
Francesa (1789), de libertad, igualdad y fraternidad,
éstos sólo tuvieron vigencia exclusiva para los
criollos, porque los indígenas no eran considerados sus
iguales, los trataban con menosprecio y salvajismo.

El Salvador ha tenido desde la independencia hasta hoy
por lo general gobiernos racistas, incluso hasta la fecha
está "prohibido" que en los documentos oficiales del
Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (CONCULTURA) se
utilice el término de "pueblos indígenas" con el
objetivo de no reconocer el derecho a su lengua, costumbres,
tradiciones, educación, trabajo y a sus especificidades
que constituyen su identidad de pueblos
indígenas.

Después de la "independencia" de España,
las provincias centroamericanas y al interior de la
mayoría de ellas, se suscitaron guerras entre
conservadores y liberales, entre unionistas y separatistas de la
Federación de las Provincias de Centro América, las
fuerzas armadas de las facciones políticas estaban
constituidas por indígenas, que habían sido
reclutados forzosamente, es decir, llegaban a los poblados
indígenas y para reclutarlos a la fuerza, recurrían
prácticamente a la cacería humana para obligarlos a
enlistarse en los ejércitos, e ir a pelear guerras que no
le pertenecían y que si eran derrotados o salían
victoriosos el ejército que lo había reclutado, el
indígena en ambos casos no ganaba absolutamente nada,
sólo lo habían instrumentalizado, si es que no
quedaba mutilado o perecía en combate.

Los gobernantes de la época para financiar las
guerras recurrían a la creación de nuevos impuestos
onerosos, lo que provocaba un empeoramiento de las condiciones
económicas y sociales del indígena, porque
aumentaba su explotación casi al exterminio, los
indígenas eran tratados peor que a bestias, los reclutaban
para trabajos o servicios forzados, los terratenientes se
abrogaban el derecho de infringir a los indígenas castigos
corporales, con látigo, cepo y hasta mutilaciones,
aumentó el ultraje y la humillación del
indígena hasta niveles racistas.

La voracidad de los europeos era insaciable y les
despojaron a la fuerza y de manera "legal" de las tierras
propiedad de las comunidades indígenas con la ley de
privatización de tierras baldías o realengos, el 27
de enero de 1825.

Los indígenas ya no soportaron esta
situación dantesca y se sublevaron de forma
esporádica y aislada en 1832, en las localidades de
Izalco, Sonsonate, Ahuachapán, Tejutla, Chalatenango,
Zacatecoluca, Santiago y San Juan Nonualco, y San
Miguel.

Levantamiento de
Anastasio

La oligarquía con el afán de crear
aversión a la gesta heroica del caudillo indígena,
a través del Ministerio de Cultura ahora llamado de
Educación, han propagado y todavía difunden
desinformación histórica, sobre Anastasio y la
sublevación indígena, por ejemplo la gesta de
Anastasio tuvo por causa principal el amor que le profesaba a
Matilde Marín una mujer ladina, la otra era porque por el
patrón terrateniente (propietario de la Hacienda la
Jalponguita), tenía a su hermano Blas Aquino castigado en
un cepo, pero la difamación y satanización
más conocida es que Anastasio Aquino cometió el
sacrilegio de quitarle la corona a la imagen de San José,
en la iglesia El Pilar, en la ciudad de San Vicente, y se
coronó rey de los nonualcos, según la
tradición oral que se ha transmitido de generación
en generación, Anastasio no se coronó y
además no tenía necesidad de hacerlo, de todas
maneras con corona y sin ella, fue y es considerado el rey de los
nonualcos.

De los niveles de injusticia el indígena solo se
podía liberar con la muerte, se llegó a un
límite de aguante, y los indígenas de las tribus
nonualcas del departamento de La Paz y de San Vicente, se alzaron
en armas liderados por el caudillo Anastasio Aquino, en enero de
1833.

Anastasio Aquino nació el 16 de abril de 1792, en
Santiago Nonualco, departamento de La Paz, fue conocido por ser
un hombre amable, caritativo, padre ejemplar, fraternal y sobre
todo devoto cristiano, era muy querido, respetado y popular entre
los nonualcos.

Anastasio Aquino logró formar un ejército
de aproximadamente diez mil hombres, inclusive había
combatientes que provenían de San Salvador, Ilopango y
Soyapango, según sus enemigos eran solo unos tres mil
combatientes, y si así hubiera sido ni Francisco
Morazón tuvo un ejército de esas
proporciones.

Aquino fue el comandante general de las armas
liberadoras de los indígenas, venció cuatro veces a
la fuerza armada salvadoreñas, las huestes de Anastasio
tenían una moral alta, luchaban por sus derechos y sus
tierras, y tenía la alternativa de morir o
vencer.

El cuartel general del comandante Anastasio lo
tenía en una enorme cueva, situada en el Caserío
Los Lobatos, Cantón Santa Cruz Loma, Santiago Nonualco,
departamento de La Paz, denominada popularmente "la Cueva de
Anastasio Aquino". También formaba parte de la estructura
militar de las fuerzas indígenas insurgentes una enorme
estructura pétrea situada en el Cantón San
Sebastián, Santiago Nonualco, departamento de La Paz,
denominada "Casa Peña de Anastasio Aquino". Asimismo el
Cerro el Tacuazín.

El comandante general de las armas libertadoras de los
indígenas se dirigió a la ciudad de San Vicente, a
su ingreso los vicentinos lo recibieron con victorees y regocijo,
Aquino encarnaba la lucha por la justicia y contra el pecado
social, por eso era amado no solo por los indígenas sino
también por los mestizos.

La lucha del comandante Anastasio no fue por el cambio
de poder político, porque de ser así se hubiera
encaminado a San Salvador y deponer al presidente Mariano Prado,
de todos modos ya había derrotado varias veces la fuerza
armada. Anastasio llegó hasta Olocuilta, ciudad que estaba
bajo su control militar, su lucha revolucionaria se
circunscribía únicamente por la devolución
de la tierra (que les habían robado los terratenientes, y
que por ciento la gran mayoría de ellos eran curas), y el
trato humano para con los indígenas (eran tratados peor
que bestias de carga), su objetivo era la liberación de
los indígenas y de los mestizos.

Decretos de
Tepetitán

El comandante Anastasio dictó decretos en la
ciudad de Tepetitán, el 16 de febrero de 1833, en ellos se
manifiesta el respeto a las personas, de igual forma a los bienes
públicos y privados, que contrasta con la
difamación histórica que ha hecho la
oligarquía, al presentar al caudillo como un delincuente,
bandolero, terrorista, sacrílego, violador, borracho,
poseído del demonio, y otros calificativos, con el
propósito de desacreditar y deshonrar el levantamiento
indígena y al caudillo en particular.

En los decretos de Tepetitán se estipula mantener
en el territorio controlado el orden público y el
irrestricto respeto de los bienes, por ejemplo al ladrón
se le castigaba la primera vez con cortarle la mano,liberó
de pagar a los deudores que se encontraban en territorio
liberado, se prohibía ingerir bebidas alcohólicas,
los que atropellaren a las mujeres casadas o recogidas eran
castigados con arreglo a las leyes.

Eran leyes severas si contextualizamos que en esos
momentos se libraba una guerra.

Martirio del
Comandante General de las armas libertadoras de los
indígenas

Anastasio Aquino al igual que todos los de su raza
estaban condenados al analfabetismo, los terratenientes
consideraban que para el trabajo que los obligaban a hacer no era
necesario, mucho menos indispensable que supieran leer y
escribir.

El añil era el cultivo de exportación, las
condiciones de trabajo de los indígenas era
paupérrimas, por ejemplo en los obrajes de añil,
había tanta moscas que ni siquiera se podía abrir
la boca, los trabajadores no solo morían por el mal trato
infringido por los patronos, sino también por la
desnutrición y a causa de epidemias
gastrointestinales.

El analfabetismo y el subdesarrollo político y
militar de los indígenas, fue el talón de Aquiles
de su derrota, esta condición y situación fue al
final aprovechada por las fuerzas militares de la
oligarquía.

Anastasio pedía al gobierno salvadoreño el
reconocimiento y autonomía política del territorio
liberado por su ejército que comprendía los
departamentos de La Paz y San Vicente, cuando bien pudo marchar
hasta San Salvador y deponer al gobierno, y convertirse en el
primer indígena presidente de un país de
América Latina.

El Comandante General de las Armas Libertadoras de los
Indígenas no dimensionó por falta de
información y conocimiento que era indispensable despojar
del poder político, económico y militar a la
oligarquía, para lograr que les devolvieran las tierras
que les habían robado y que respetaran los derechos
humanos.

La oligarquía salvadoreña
históricamente se ha caracterizado por ser racista, la
más reaccionaria y corrupta de América Latina,
nunca ha permitido que exista democracia en El Salvador, y no ha
dudado en lo más mínimo en masacrar o hacer
etnocidios, para conservar la corrupción y la impunidad de
su clase.

Aquino cometió el error de dejar el control de la
ciudad de San Vicente, en manos de un traidor de la causa
revolucionaria, por otra parte, las fuerzas oscurantistas y
medievales de la iglesia católica hicieron contubernio con
la oligarquía y la fuerza armada, para vencer la gesta del
caudillo, de tal forma, que el cura Juan Bautista Navarro se
prestó para tal infamia, aprovechándose de la
ferviente devoción católica del comandante Aquino,
el cura se dirigió hacia el cuartel general del caudillo;
en esa época se consideraba que los curas eran los
vicarios de cristo en la tierra, por tal razón, la
devoción de los indígenas hacia el cura
malévolo, era de dejarlo pasar por el territorio
controlado, a su paso los indígenas ingenuamente se
arrodillaban y le besaban el anillo de oro con una gran piedra
preciosa que el religioso andaba puesto en la mano derecha,
según las huestes de Anastasio ese cura era la
representación viva de Jesús.

El cura malintencionado llegó en calidad de
espía, para conocer la posición militar de
Anastasio y detectar el punto débil, por donde era mejor
atacar y asesinar a los indígenas que clamaban justicia,
la otra tarea que llevaba el cura perverso era convencer a
Anastasio de que era un hereje.

Cuando el cura maligno llegó hasta la cueva de
Aquino, el caudillo se arrodilló y le besó el
anillo, le dio la bienvenida; el cura le manifestó a
Anastasio que era un hereje, que como se atrevía la luchar
contra lo que Dios había hecho, que Dios así
había creado el cielo y la tierra, y toda aquella persona
que luchara contra lo que Dios había hecho era un ateo, le
preguntaba a Anastasio que por qué era hereje, si
quería que Dios lo perdonara primero debía de
entregar todas las armas y luego él entregarse a la fuerza
armada, era la única forma de obtener el perdón de
Dios, por haberlo ofendido.

Anastasio le respondió al pérfido cura:
aquí los que son ateos son los patronos, el gobierno y la
fuerza armada, el orden que había antes de que los
españoles llegaran a nuestro territorio era que toda la
tierra y las riquezas nos pertenecían, y ellos alteraron
el orden que Dios había creado, pues nos robaron nuestras
tierras, riquezas y nos han esclavizado, ellos son los ateos; el
sacerdote en la misa nos dice que en la Biblia está
contenido que todos somos iguales, entonces por qué ellos
nos tratan peor que a las bestias, en la misa también se
ha dicho en repetidas ocasiones que debemos amar al
prójimo como a uno mismo, entonces por qué ellos
nos odian. Nuestra lucha es justa, solo queremos los que nos
pertenece, la tierra y que nos den trato de humanos.

El perverso cura se dio cuenta que a pesar del
analfabetismo del cuadillo, éste tenía una
inteligencia natural sorprendente, y para terminar le dijo: Dios
te castigará y te mandará al infierno.

El cura al regresar a San Salvador, dio un informe
detallado de las posiciones militares del Comandante General de
las Armas Libertadoras de los Indígenas, y además
les relató que Anastasio Aquino, no había duda que
estaba poseído del demonio, que tenía facciones de
mal encarado y ojos de loco, y que era tan feo y malo como todos
los indígenas de El Salvador.

La fuerza armada entró por quinta vez al
territorio controlado por los indígenas revolucionarios,
solo que esta vez entró mejor armada y con un mayor
número de efectivos, alrededor de cinco mil hombres, la
capacidad de fuego y la utilización de armamento moderno y
sobre todo el conocimiento de los puntos débiles militares
del ejército del comandante Anastasio Aquino, fueron
puntos medulares en la derrota de la revolución frustrada
de los indígenas.

Anastasio se defendió como un tigre, dio una gran
batalla, le causó numerosas bajas a la fuerza armada del
enemigo de clase social y de raza, pero la superioridad de las
armas fueron igual que en la conquista de Cuscatlán el
punto que determinó la derrota, el ejército
indígena se replegó hacia el cerro el
Tacuazín, lugar inhóspito y accidentado, las armas
libertadoras indígenas lucharon estoicamente, no obstante,
Aquino fue vencido y capturado a mediados de abril de
1833.

Aquino sufrió prisión en Santiago
Nonualco, Zacatecoluca y San Vicente, las fuerzas armadas lo
desplazaron por esas ciudades que antes fueron sus bastiones
militares, con el objetivo psicológico de mostrar como
terminaban los que pedían justicia en El Salvador, sus
amigos y seguidores no podían visitarlo porque al hacerlo
estaban firmando el acta de defunción, es decir,
serían inmediatamente apresados y asesinados por la fuerza
armada, a través de la historia podemos observar que esta
institución militar solo ha servido para asesinar y
masacrar a los cuscatlecos y, para defender los intereses
económicos, políticos y sociales de la
oligarquía, por tal razón, la fuerza armada debe de
eliminarse, porque solo daño ha causado.

Anastasio decía: aquí me tienen enjaulado
como a un tigre sin uñas; él no perdió la
dignidad y la gallardía de Comandante General de las Armas
Libertadoras de los Indígenas, después de haber
sido exhibido prisionero, el comandante Aquino fue fusilado, lo
llevaron caminando encadenado desde el centro de la ciudad de San
Vicente hasta la Cuesta de los Monteros, para humillarlo, pero el
caudillo iba con paso firme y con la frente en alto, los
pobladores lo observaban con admiración por su
valentía, con agradecimiento porque luchó por
ellos, y con indignación porque las fuerzas del mal
había triunfado.

Lo vendaron de los ojos, y el comandante Aquino en son
desafiante y burlesco dijo: vamos a jugar gallina
ciega.

Una lluvia de plomo disparada por la fuerza armada de El
Salvador, asesinó al héroe nacional, murió
con una sonrisa, como diciendo la lucha continúa, no me
han matado, sobreviré y reencarnaré en todo aquel
indio y mestizo que defienda los derechos e intereses de los
oprimidos.

Un verdugo miembro de la fuerza armada alzó una
hacha y le cortó la cabeza de un solo tajo, era tanto el
miedo que le tenían a la presencia y prestancia del
caudillo que era necesario "matarlo dos veces", para estar seguro
que Anastasio no viviría y para que nadie se recordara de
él ni de su gesta libertaria.

La oligarquía, el gobierno y la fuerza armada le
tenían tanto miedo a Anastasio, que colocaron la cabeza
del comandante Aquino en una olla con aceite y la pusieron a
hervir, y según ellos para estar todavía más
seguros que no escaparía pusieron la cabeza de caudillo en
una jaula de hierro en exhibición sobre uno de los bordes
de la Cuesta de los Monteros, para que sirviera de ejemplo a los
indígenas y a los mestizos, de los que le podía
hacer la fuerza armada a toda aquella persona que se revelara
contra la injusticia y el autoritarismo de la
oligarquía.

Después de "asesinar varias veces" al comandante
Anastasio Aquino, la fuerza armada persiguió a la familia
del caudillo para asesinarla, ésta logró huir y
esconderse en las montañas de La Paz y San Vicente, en
donde el caudillo combatió las fuerzas del mal, por tal
razón es muy difícil en la actualidad encontrar en
descendientes de Anastasio Aquino.

El odio y el desprecio de la oligarquía
salvadoreña hacia el indio y al mestizo llegan hasta el
siglo XXI, y mantienen todavía las estructuras
autoritarias, de corrupción y de impunidad.

Redescubrimiento
de la tumba de Anastasio Aquino

Oscar Martínez Peñate, escritor y
politólogo salvadoreño, ha realizado una
investigación fotográfica que tiene como respaldo
la investigación que llevó a cabo el connotado
historiador Julio Alberto Domingo Sosa, con su obra, Las Tribus
Nonualcas y su caudillo Anastasio Aquino, y que ganó el
Primer Premio en el segundo certamen regional de los Juegos
Florales de Zacatecoluca, en 1962.

La obra fue publicada por el Ministerio de
Educación en 1962, y se agotó en los primeros
días de haber salido de imprenta, sin embargo, las
autoridades educativas salvadoreñas desde entonces se han
negado a su reimpresión, por ser una investigación
seria que pone al descubierto las causas fundamentales del
levantamiento indígena liderado por el caudillo Anastasio
Aquino, y que por cierto, dichas causas todavía
prevalecen. Sin embargo, la obra fue publicada por la Editorial
Universitaria Centroamericana (EDUCA), en Costa Rica, en
1984.

Después de haber estado la obra de Julio Alberto
Domínguez Sosa, "sepultada" por casi cuarenta y cinco
años, la Universidad Francisco Gavidia haciendo honor a
una de las tres funciones principales de la universidad,
publicará esa investigación científica, como
un aporte a la promoción de la investigación de las
raíces históricas salvadoreñas y al
conocimiento de uno de los hechos indígenas que forman
parte de la identidad nacional salvadoreña.

Martínez Peñate es el director de la
UFG-Editores de la Universidad Francisco Gavidia, asimismo, el
editor de la publicación de dicha obra, quien
además de "desterrar" la obra que ha estado "soterrada"
por cuatro décadas, también Martínez
Peñate realizó un hecho histórico
trascendental, al redescubrir la sepultura donde se encuentra el
cuerpo decapitado de Anastasio Aquino, en el Cementerio General
de la ciudad de San Vicente.

El cuerpo de Anastasio Aquino lo fueron a enterrar el
mismo día de su fusilamiento al cementerio de forma
anónima, para que nadie le rindiera tributo y se recordara
de él ni de su gesta libertaria. No obstante, un
pequeño grupo de vicentinos dirigidos por el Lic. Alberto
Orellana R. y el Dr. Raymundo A. Rodríguez B, que ocupaban
el cargo de presidente y secretario respectivamente del Patronato
Cultural Vicentino, ubicaron la sepultura, develaron una placa y
un pequeño monolito, el 21 de julio de 1984, que durante
siglo y medio se mantuvo alejado del conocimiento público
el lugar del descanso postrero del protagonista principal de los
hechos de 1833.

El Salvador, lamentablemente en esa fecha se encontraba
en pleno conflicto armado, y el frente de guerra de la zona
paracentral del Frente Farabundo Martí para la
Liberación Nacional (FMLN), lo denominaron Frente
Paracentral "Anastasio Aquino", así es que el monolito y
la placa fueron destruidas a los pocos días de su
colocación, y volvió la sepultura del caudillo a
estar en el anonimato.

Oscar Martínez Peñate, redescubrió
la tumba de Anastasio Aquino, el 19 de mayo de 2006,
después de haber pasado ciento setenta y tres años
en el anonimato, sin embargo, había funcionarios de
CONCULTURA que sabían de la existencia y de la
ubicación precisa de la tumba, pero lo guardaban en
secreto, para que los amantes de la justicia y admiradores del
caudillo no le rindieran tributo.

Martínez Peñate, encontró la tumba,
se encontraba en el absoluto abandono, si alguna vez fue pintada,
no se sabe, por los años de estar en el anonimato, pero
parecía que nunca había sido cubierta con pintura,
solo era una plancha sucia de cemento, rodeada de maleza, sin
ninguna placa o inscripción.

Martínez Peñate, la sepultura la hizo
limpiar de la tierra que tenía encima la plancha de
cemento y desyerbar la maleza que tenía alrededor,
asimismo la pintó y se escribió el nombre:
Anastasio Aquino: caudillo de las tribus nonualcas, y la fecha de
nacimiento y muerte del Comandante General de las Armas
Libertadoras de los Indígenas.

Peñate, informó del redescubrimiento a las
autoridades de la alcaldía de la ciudad de San Vicente, el
22 de mayo del corriente.

Rigoberto Saravia Mejía alcalde municipal de San
Vicente y Betty Elisa Pérez coordinadora del Consejo
Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS),
para destacar y festejar el hallazgo invitaron a representaciones
indígenas, dirigentes obreros y campesinos, estudiantes y
personalidades para el día 23 de julio, enfrente de la
Iglesia Nuestra Señora del Pilar, a las actividades
siguientes:

– Ceremonia en conmemoración de la Muerte de
Anastasio Aquino, celebrada por los guías espirituales
indígenas provenientes de Cacaopera, Santiago Texacuancos,
Izalco y de Texistepeque.

– Oscar Martínez Peñate, presentó
del libro Anastasio Aquino: caudillo de las tribus
nonualcas.

– Revelación del busto de Anastasio Aquino en la
plaza de la Iglesia del Pilar.

– Presentación de la correspondencia en calidad
de iniciativa de ley hacia la Asamblea Legislativa, en la cual se
solicita nominar el 24 de julio día nacional de los
pueblos indígenas de El Salvador.

– Carlos Cortéz Hernández, diputado por el
departamento de San Vicente, hizo una exaltación de
Anastasio Aquino.

– Oscar Martínez Peñate, guió la
caminata hacia el Cementerio General de San Vicente a visitar la
tumba y rendirle tributo a Anastasio y a la rebelión
indígena.

Cuando los cientos de personas llegaron al cementerio y
vieron la tumba del héroe nacional, muchos lloraron de
alegría de que por fin encontraron el lugar donde
está sepultado uno de los mejores hombres de El
Salvador.

En el cielo del medio día se forjó un gran
arcoiris alrededor del sol, una paloma blanca sobre voló a
los asistentes, un sacerdote maya hizo un ritual religioso, de
repente la emoción lo embargó y las lágrimas
le brotaron como ríos, algunos presentes resollaban, al
fondo la música de caracoles y tambores indígenas,
como queriendo hablar y decir, Comandante General de las Armas
Libertadoras de los Indígenas, presente, la lucha ahora
nosotros la continuamos.

 

 

Autor:

Ovidio Retana
González

 

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