Homo absurdus o el mito de Sísifo: El hombre del siglo XX y la sensibilidad absurda existencialista de Albert Camus
Homo Absurdus o el mito de Sísifo: el hombre del
siglo XX visto a través de la sensibilidad absurda
existencialista de Albert Camus – Monografias.com
Homo Absurdus o el mito de
Sísifo: el hombre del siglo XX visto a través de la
sensibilidad[1]absurda existencialista de Albert
Camus
"Pues, ¿De qué vive el
hombre? De que siempre atormenta al hombre, le desnuda, le
estrangula y le devora. Sólo así vive el hombre:
porque puede olvidarse por completo que es un hombre, pese a
todo. Señores, no os hagáis ilusiones de nada:
¡El hombre vive sólo de ser un criminal! Bertolt
Brecht. La ópera de los tres
cuartos.[2]
"Este malestar ante la inhumanidad del
hombre mismo, esta caída incalculable ante la imagen de lo
que somos, esta nausea, como la llama un autor de nuestros
días, es también lo absurdo". Albert Camus. El
mito de Sísifo[3]
El siglo XX se inaugura en Europa con la
Primera Guerra Mundial, conflicto que "al cabo de cincuenta y un
meses de lucha y nueve millones de muertos…se acabó,
justo antes de la navidad de 1918, y no la de 1914, como
habían predicho"[4]. Nunca en la historia
de la humanidad se ve tan claramente el rasgo irracional del
hombre, el lado animal e instintivo del ser humano, como se le
puede analizar en la Primera Guerra Mundial o también
llamada Gran Guerra.
Los horrores de este conflicto
bélico corresponden sólo "al preludio de los
terribles acontecimientos que azotarían a Europa en las
décadas siguientes"[5], que dan como
resultado (unidos a múltiples causas y ámbitos) la
escisión del pensamiento ilustrado y racionalista, a
través del evolucionismo de Darwin y el positivismo e
instrumentalismo de Comte.
Precisamente el presente ensayo apunta a
describir esta ruptura con el pensamiento del Siglo de las Luces
como un reflejo del declive del hombre propuesto por la
razón ilustrada a través de la sensibilidad
absurda, analizada en El Mito de Sísifo (1949),
obra del filósofo y literato francés Albert
Camus[6]quien en su obra proclama lo que Nietzsche
y Kafka anuncian ya a principios del siglo XX: el nacimiento del
nuevo hombre, es decir, el Homo Absurdus: "El divorcio
del hombre y del mundo"[7]
Con el fin de dar solución a este
problema, se contextualizará, en primer lugar, el origen
del pensamiento de Camus, que, según mis hipótesis,
se puede rastrear en los orígenes de la corriente
filosófica del existencialismo; para luego analizar los
planteamientos y postulados con los cuales el autor define al
Homo Absurdus, es decir, al hombres del siglo XX visto a
través del Absurdo, concluyendo con la definición
del Mito del Sísifo como el ejemplo más
vivo del drama humano del siglo XX.
[8]
El siglo de las luces, es decir, el siglo
que va desde principios del siglo XVIII y termina con la
Revolución francesa a finales del mismo (1789), proclama
la entrada a una nueva etapa del pensamiento humano, en la cual
se tratará de trascender la herencia de un pensamiento
plagado por la fe y por lo religioso a través del
tránsito de estas dos antiguas concepciones hacia una
moderna racionalización del pensamiento: la
razón.
La Ilustración surge en el seno de
esta disputa, la cual se define como un: "movimiento intelectual
surgido en Francia en el siglo XVIII entre la élite noble
y burguesa y que posteriormente se extendió por Europa y
América"[9]. La característica
principal de este movimiento cultural consiste en la
proclamación del ideal de la razón como "la clave
para lograr el progreso y la felicidad que a su vez serían
las bases del bienestar material"[10]. De
ahí la importancia del filósofo alemán
Friedrich Hegel (1770-881), quien sienta las bases del idealismo
filosófico.
La reacción contra este movimiento,
que surge en el seno de los absolutismos europeos, no se hace
esperar. El existencialismo surge en este contexto de la primera
mitad del siglo XIX como una alternativa diferente a la
racionalidad abstracta hegeliana. La construcción del
individuo a partir de la existencia actuante, es decir, del
postulado que anuncia que "¡nada importa, nada tiene
trascendencia, sino existir!"[11], describe hasta
qué punto esta reacción representa una ruptura con
el pensamiento racional de la filosofía ilustrada. Esto se
evidencia al analizar el punto de partida del existencialismo,
proclamado por primera vez en Dinamarca: Sum ergo cogito
(soy por lo tanto pienso) surge como la antítesis al
planteamiento del filósofo racionalista francés
Rene Descartes, quien argumenta la existencia del hombre a
través del pensamiento, es decir, de las ideas, como se
puede deducir de su célebre postulado, el cual
tendrá una gran influencia en el pensamiento racionalista
del siglo XX: Cogito, ergo
sum[12](pienso, por lo tanto
existo).
Kierkegaard, filósofo danés
de la primera mitad del siglo XIX, inaugura esta ruptura con el
pensamiento dieciochesco, al describir la irreductibilidad de la
dimensión personal y subjetiva de la vida humana,
analizada a través de su concepto Exitenz
(existencia), que no es otra cosa que "integrar al hombre en el
puro dialogo de la conciencia con el mundo"[13],
lo cual "suprime lo que podríamos denominar tercera
morada; esto es, su imaginación (del hombre), su capacidad
para transfigurar, sublimar y aún enmascarar la doble
realidad angustiante de su ser y del existir del
mundo"[14]. De esta manera, la pasión y el
Angst[15]se constituyen en el eje de la
vida del hombre, más que el pensamiento y la razón,
ya que "es imposible existir sin
pasión"[16].
En esta misma línea, pero yendo
más allá, Martín Heidegger explica la
existencia del ser humano a través del concepto
Dasein (ser en el mundo), lo que significa que "nuestro
entendimiento básico del mundo ocurre en términos
de las categorías que se utilizan en la explicación
de nuestras acciones, o sea que el pragmatismo existencialista
definido por el alemán permite ver como la
percepción dieciochesca del hombre, que define la esencia
de este como algo fijo y etéreo, no es más que una
invención idealista, ya que lo único que importa al
final es la existencia misma[17]
La exaltación a este ideal
existencialista que proclama al ser, antes que el pensar, es
visible en la definición que da Camus de Absurdo,
descrito como el apego del hombre a la vida, es decir, a la
existencia. De ahí la importancia de un análisis
que parta de la degradación de la vida misma, escenificada
en la muerte, el cual es el verdadero problema filosófico
de nuestro tiempo, pues "adquirimos la costumbre de vivir antes
que adquirir la de pensar"[18].
De este modo, podemos inferir como la
búsqueda de un sentido a la vida manifiesta dos
interrogantes, los cuales describen un proceso complejo y lento
en la construcción del hombre contemporáneo o
Homo Absurdus, a saber: ¿lo absurdo impone la
muerte?, y si es así ¿Es que su absurdidad exige
que se le evada mediante la esperanza o el
suicidio?[19]
Para dar solución a estos dos
interrogantes, se debe analizar en primer lugar, uno de los
elementos más importantes de esta Absurdidad, es decir, el
suicidio, definido como "la ausencia de toda razón
profunda para vivir, el carácter insensato de esta
agitación cotidiana y la inutilidad del
sufrimiento"[20], que a su vez, representa la
solución radical al problema del Absurdo, llegando a ser
de esta manera "el problema que hay que estudiar antes que los
otros, al margen de todos los métodos de pensamiento y de
los juegos del espíritu desinteresado"[21],
convirtiéndose en el punto de partida del pensamiento
existencialista Camusiano.
[22]
Partiendo de este supuesto fundamental,
Camus empieza a esbozar al Homo Absurdus, a
través del cual se perfila la concepción de un
nuevo hombre, el cual "aspira a convertirse en un
individuo"[23]. Sin embargo, se debe definir, en
primer lugar, como surge esta lucha interna del hombre
contemporáneo llamada Absurdo.
El nacimiento del Absurdo, o "Absurdidad",
como lo denomina Camus en varias ocasiones, surge en el mismo
momento en el cual el hombre empieza a interrogarse acerca de su
existencia en el mundo y a cuestionar su esfuerzo infructuoso de
establecer un orden preestablecido en su vida, pues este poder se
le escapa de las manos.
Es en este punto donde surge el siguiente
interrogante, ¿existe una lógica hasta la
muerte?
Para responder a esta pregunta, debemos
conocer el contexto en el cual emerge este Homo Absurdus, el cual
se caracteriza por ser "una inmensa
irracionalidad"[24], puesto que "nada está
claro, todo es un caos"[25]. Este mundo Absurdo,
lleno de contradicciones y paradojas es el contexto en el cual el
autor proclama el nacimiento de este nuevo hombre, que en
realidad no es tan nuevo, pues es la manifestación del
espíritu más profundo de la humanidad, el cual se
puede ver a lo largo de la historia: la
irracionalidad.
En consecuencia, podemos analizar
cómo el filósofo francés establece una
severa crítica al actual sistema de pensamiento
filosófico, heredero de los postulados de la razón
ilustrada, a través de la descripción de su
degradación y declive, los cuales se dan debido al
desencanto que la humanidad siente ante las contradicciones del
siglo XX: la existencia de la razón dentro de lo
irracional:
"A los pueblos antiguos, y también a
los más recientes hasta nuestra era maquinal, les era
posible parangonar las virtudes de la sociedad y del individuo,
averiguar cuál de ellos debía servir al
otro…Eso era también posible porque ni la sociedad
ni el individuo habían mostrado su habilidad (la
irracionalidad absoluta)…todo el mundo, y el santo mismo,
está movilizado. Esto es, quizá, lo que he sentido
más profundamente. Con cada forma abortada en las
trincheras, con cada rasgo, metáfora o plegaria triturados
por la metralla. Lo eterno pierde una
parte"[26]
Esta visión del proyecto ilustrado y
el mundo contemporáneo como el resultado de un eterno
fracaso que se repite una y otra vez, es el resultado de un
contexto Lleno de atrocidades y horrores, provocados por dos
temibles guerras mundiales[27]
[28]
Es en este punto donde podemos establecer
la estrecha relación que existe entre el pensamiento
camusiano y la filosofía existencialista, ya que este
manifiesto del desencanto del ideal de la razón del siglo
XX (como defino la presente obra) no es diferente de los
principales postulados que argumenta el filósofo
existencialista Kierkegaard en la primera mitad del siglo XIX,
pues
"En Kierkegaard, el absurdo significa la
distancia de la subjetividad a la razón considerada como
intento de establecer un sistema racional en el
mundo…puesto que el individuo, como subjetividad, no puede
ser incluido totalmente en un sistema racional…que descansa
sobre la creencia en una trascendencia fundamentalmente
inaccesible"[29]
A su vez, podemos analizar cómo el
Homo Absurdus se configura a través de tres
elementos: la irracionalidad, la nostalgia humana (el deseo de
razón) y lo absurdo, que en conclusión, resume una
lucha incesante entre "el espíritu que desea y el mundo
que decepciona"[30]
No obstante, cabe preguntarse
todavía ¿Qué es, en efecto, el hombre
absurdo? La definición de este complejo agregado de
contradicciones se puede dilucidar a través del
análisis de las consecuencias de la lucha entre la
razón y la irracionalidad, a saber: la libertad (definida
como la aprehensión de una verdadera liberación del
estado insatisfactorio actual, el cual se puede manifestar en la
esperanza o el suicidio), la rebelión (vista como la
confrontación perpetua del hombre ante su propia
oscuridad) y la pasión ("confrontación entre el
llamamiento humano (la búsqueda de Razón) y el
silencio irrazonable del mundo[31]
Estos tres aspectos configuran la imagen de
un individuo que, sin negarlo, no hace nada por lo eterno, es
decir, por la solución a su problema fundamental (la
existencia y la irreversible llegada de la muerte), pues "no es
que le sea extraña la nostalgia (la Razón), sino
que prefiere a ella su coraje y su razonamiento". De este modo
vemos como "el primero (el coraje) le enseña a vivir sin
apelación y a contentarse con lo que tiene; el segundo (el
razonamiento) le enseña sus
límites"[32]
De acuerdo a lo anterior, Sísifo
representa la personificación del Homo Absurdus,
"ya que es el héroe Absurdo. Lo es tanto por sus
posiciones como por su tormento"[33]
Este héroe del absurdo es mencionado
por primera vez en las crónicas del poeta griego del siglo
VIII, Homero, quien narra como Egina, descendiente de Asopo, es
raptada por el dios Júpiter. Sísifo, quien conoce
de antemano el crimen cometido por el dios, tiene dos opciones
para escoger: retar a los dioses o permanecer obediente y
acallado ante los desmanes divinos. Ante esta situación,
Sísifo prefiere su libertad e informa del rapto a Asopo.
Ante este hecho, los dioses del Olimpo deciden condenar a
Sísifo enviándolo al infierno. No obstante,
él consigue un permiso del dios Plutón para salir
del infierno por un breve lapso de tiempo, con el fin de hacer
cumplir una promesa a su esposa en la tierra, "pero cuando vuelve
a ver este mundo, a gustar del agua y el sol, de las piedras
cálidas y el mar ya no quiere volver a la sombra
infernal"[34], entonces es el mismo dios Mercurio,
quien debe ir por él a la tierra y conducirlo de nuevo al
infierno, donde es condenado por los dioses "a la eterna y
fútil tarea de hacer rodar una roca cuesta arriba por la
ladera de una montaña"[35], con el fin de
volver a recogerla y hacerla rodar de nuevo innumerables
ocasiones. Sin embargo, y lo anuncia Camus con un aire de
ironía, Sísifo es feliz, pues a pesar de este
fútil destino, lo acepta y se rebela contra los
dioses.
[36]
Del mismo modo, podemos concluir como
Sísifo personifica al hombre del siglo XX, quien, al igual
que Sísifo, vive inútilmente buscando la
Razón de su existencia, aceptando de esta forma, y siendo
consciente (que es lo peor, pues él sabe de antemano lo
que le espera) de su inútil esfuerzo.
La roca de Sísifo corresponde, de
esta manera, al Absurdo del hombre del siglo XX, a quien no le
importa vivir eternamente condenado en buscar la
destrucción de los indestructible: La muerte, en otras
palabras, el mito del Sísifo es el drama que aún
vive en el Homo Absurdus, es decir, en nuestros
corazones (el Absurdo), ya que al igual que Sísifo, quien
"lo es tanto por sus pasiones como por su tormento. Su desprecio
de los dioses (el destino), su odio a la muerte y su
apasionamiento por la vida le valieron ese suplicio indecible en
el que todo el ser se dedica a no acabar
nada."[37], nosotros hacemos parte de ésta
época: "consciente de que no puedo separarme de mi
época, he decidido formar cuerpo con
ella"[38].
En conclusión, la creación
del Homo Absurdus o la del hombre del siglo XX, es un
proceso histórico que coincide con la crisis del
pensamiento Occidental y que representa, a su vez, la ruptura
más importante con la concepción del hombre visto a
través de la Razón, promulgada por el siglo de las
Luces. En este punto podemos definir como la concepción
del Absurdo y la definición de nuestro héroe
(Sísifo), descrita por el filósofo Camus,
representa el aporte más importante para conocer la
mentalidad del hombre del siglo XX y de su contexto. En otras
palabras, "la roca sigue rodando"[39]
[40]
BIBLIOGRAFÍA
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Barcelona, Editorial Planeta, 1971.
Autor:
Juan Oscar Pérez
Salazar
UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES Y
HUMANAS
DEPARTAMENTO DE HISTORIA
HISTORIA GENERAL IV
MEDELLÍN
2011
[1] En este caso no se puede hablar de una
filosofía del absurdo, puesto que se estaría en
contravía con los mismos postulados del autor, quien
desde el principio de su texto niega cualquier posibilidad de
que se le atribuya la creación de una nueva forma de
pensamiento: “las siguientes páginas tratan de una
sensibilidad absurda que puede encontrarse dispersa en el
siglo, y no de una filosofía absurda que nuestra
época, hablando propiamente, no ha conocido”. Este
concepto se remite más bien “al divorcio entre el
hombre y su vida, entre el actor y su decoración, es
propiamente el sentimiento de lo absurdo”. Véase:
Camus, Albert. El mito de Sísifo. Buenos Aires,
Editorial Losada, 1953. P. 11, 16.
[2] Valverde, José María.
Historia de la literatura Universal: Antologías.
Barcelona, Editorial Planeta, 1971. P. 241.
[3] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 25.
[4] Briggs, Assa y Patricia Clavin.
“Cap. VI: Una guerra civil europea, 1914-1918”,
Historia contemporánea de Europa 1789-1989. Barcelona,
Grijalbo-Mondadori, 1997. P. 137.
[5] Del Solar, Juan José.
“Literatura alemana contemporánea (I)”,
Historia universal de la literatura: La literatura moderna.
Juan Manuel Prado y Ricardo Rodrigo (Dir.) Barcelona, Editorial
Argos-Vergara, 1987. P. 105.
[6] “Albert Camus (1913-1960),
novelista, dramaturgo y pensador francés, nació
en Argelia en 1913 en una paupérrima familia de
emigrantes. Con gran dificultad realizó sus estudios
primarios y de magisterio. Tras trabajar un tiempo como
redactor en un diario argelino, se traslada a Paris. Muy pronto
se sintió comprometido con los acontecimientos
históricos de que conmovieron Europa antes y
después de la Segunda Guerra Mundial. Periodista
combativo, disidente de todas las ortodoxias de su tiempo,
polemista incansable, escribió libros tan fundamentales
en nuestra cultura como La Peste, El Extranjero, El Mito de
Sísifo o Calígula, por los que recibió en
1957, el Premio Nobel de literatura. Falleció
prematuramente en 1960, en un accidente automovilístico,
poco después de declarar a un periodista: Mi obra
aún no ha empezado” VÉASE: Camus, Albert.
El primer hombre. Madrid, Tusquets, 1994. Portada.
[7] Harpin, Nicolas. “Los
existencialismos”, La Filosofía. Bilbao, Ediciones
Mensajero, 1974. P. 13.
[8] En este oleo pintado sobre (canvas), se
encuentra la esencia del postulado Nietzscheano consignado en
su magistral obra “así habló
Zaratustra”: Ea, Arriba, hombre superiores, sólo
ahora está de parto la montaña del porvenir
humano. Dios ha muerto; viva el superhombre-tal es nuestra
voluntad”. Las figuras de hombres, en la parte inferior
de la pintura, que encuentran su gozo en la muerte de Dios,
representado por Jesucristo, contrasta con la multitud de
mujeres y “magdalenas” que acompañan al hijo
de Dios y se niegan a aceptar la nueva realidad que trae
consigo el nuevo siglo: la muerte de Dios, es decir, el origen
del absurdo. Véase: Prado, Juan Manuel y Ricardo
Rodrigo. Historia Universal de la literatura, la literatura del
siglo XIX. Barcelona, Editorial Argos-Vergara, 1987. P. 152.
PINTURA: Edvard Munch. Golgotha. Oil on canvas. 80 x 120 cm.
1900
http://www.paintingmania.com/arts/edvard-munch/large/golgotha-16_4042.jpg
Golgotha, 1900. Oil on canvas. 80 x 120 cm. BÚSQUEDA
REALIZADA EL 7 DE ABRIL DE 2011.
[9] Uribe, Diana. Historia de las
civilizaciones. Bogotá, Aguilar, 2002. P. 121.
[10] Uribe, Diana. Historia de las
civilizaciones. Bogotá, Aguilar, 2002. P. 121.
[11] Sáenz de Robles, Federico Carlos.
Los movimientos literarios (historia-interpretación y
crítica). Madrid, Aguilar, 1957. 111.
[12] “La locución latina
«cogito ergo sum», que en castellano se traduce
frecuentemente como «pienso, luego existo», siendo
más precisa la traducción literal del
latín «pienso, por lo tanto existo», es un
planteamiento filosófico de René Descartes, el
cual se convirtió en el elemento fundamental del
racionalismo occidental. «Cogito ergo sum» es una
traducción del planteamiento original de Descartes en
francés: «Je pense, donc je suis»,
encontrado en su famoso Discurso del método
(1637)”. Véase:
http://es.wikipedia.org/wiki/Cogito_ergo_sum BÚSQUEDA
REALIZADA EL 8 DE ABRIL DE 2011.
[13] Sáenz de Robles, Federico Carlos.
Los movimientos literarios (historia-interpretación y
crítica). Madrid, Aguilar, 1957. 119.
[14] Sáenz de Robles, Federico Carlos.
Los movimientos literarios (historia-interpretación y
crítica). Madrid, Aguilar, 1957. 119.
[15] El filosofo alemán Martín
Heidegger “conecta esta experiencia denominada Angst
(miedo) con la actitud de uno ante la propia muerte: una
actitud que es típicamente una reacción de Angst,
y puesto que una correcta comprensión de la muerte como
el fin de la existencia de uno nos revela la estructura de
nuestra propia existencia, la vida auténtica consiste en
una “apasionada libertad hacia la muerte”. Esta
apasionada libertad define al absurdo como esa lucha por tratar
de negar lo innegable: la impermanencia de la vida y la
irreversible llegada de la muerte. Véase: Honderich, Ted
(Editor). Enciclopedia Oxford de filosofía. Madrid,
Editorial Tecnos, 2001. P. 359.
[16] Honderich, Ted (Editor). Enciclopedia
Oxford de filosofía. Madrid, Editorial Tecnos, 2001. P.
358.
[17] Claro ejemplo de esta actitud en el
hombre contemporáneo es el miedo a la muerte, la cual
representa el gran Angst, y una ruptura con la actitud ante la
muerte que se maneja en la Edad Media. No obstante existen
permanencias ante esta situación humana, que lo que
muestra es el cambio del objeto del temor, ya no es a la muerte
a la que se le teme, sino a la pérdida del ser, de la
existencia, como lo analiza el historiador Johan Huizinga:
“La visión macabra de la muerte no conoce ni el
aspecto elegiaco, ni la ternura y en el fondo es una actitud
sumamente terrenal y egoísta frente a la muerte. No se
trata del dolor por la pérdida de personas amadas, sino
de deplorar la propia muerte que se acerca y solo significa mal
y espanto”. Véase: Guiance, Ariel. Muertes
medievales, mentalidades medievales: un estado de la
cuestión sobre la historia de la muerte en la Edad
Media. Buenos Aires, UBA, 1989. p.5.
[18] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 25.
[19] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 19.
[20] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 16.
[21] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 16.
[22] Georges Roualt. Homo homini lupus .
Óleo sobre papel entelado sobre tabla. 64 x 46 cm. Museo
Nacional de Arte Moderno. Centre Georges Pompidou.
París. Francia. 1944 – 1948.
http://www.aidart.fr/wp-content/uploads/2010/07/Rouault-1.jpg
BÚSQUEDA REALIZADA EL 7 DE ABRIL DE 2011.
[23] Honderich, Ted (Editor). Enciclopedia
Oxford de filosofía. Madrid, Editorial Tecnos, 2001. P.
359.
[24] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 37.
[25] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 37.
[26] En esta cita observamos como Camus
define el autor el contexto en el cual nace el Homo Absurdus,
el cual de igual forma refleja el entorno en el que él
mismo vive, pues Camus participa en la Segunda Guerra Mundial
haciendo parte de la resistencia francesa ante la inminente
invasión nazi, lo cual le permite ser testigo de las
atrocidades de una época, llevándole a deducir su
absurdo de estos acontecimientos. Véase: Camus, Albert.
El mito de Sísifo. Buenos Aires, Editorial Losada, 1953.
P. 95.
[27] Albert Camus “había nacido
y crecido en una región del Norte de África
(Argelia) desgarrada por la guerra, y los recuerdos de la
amarga guerra civil, y sus experiencias bajo la
ocupación nazi impregnan su filosofía…ante
el abrumador ambiente de tragedia entonces dominante”.
Véase: Honderich, Ted (Editor). Enciclopedia Oxford de
filosofía. Madrid, Editorial Tecnos, 2001. P. 146.
[28] Otto Dix. Triptychon der Krieg. Dresde.
1929-1932.
http://2.bp.blogspot.com/_oGkuRVkXMZs/TLLn-oriu7I/AAAAAAAAAA4/8w-OCIXfbiQ/s1600/dix_wartriptych.jpg
BÚSQUEDA REALIZADA EL 7 DE ABRIL DE 2011.
[29] Harpin, Nicolas. “Los
existencialismos”, La Filosofía. Bilbao, Ediciones
Mensajero, 1974. P. 13.
[30] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 60.
[31] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 38.
[32] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 77.
[33] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 130.
[34] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 130.
[35] Honderich, Ted (Editor). Enciclopedia
Oxford de filosofía. Madrid, Editorial Tecnos, 2001. P.
146.
[36] Tiziano. Sísifo. Oleo sobre tela.
Museo del Prado, Madrid. 1548-1549.
http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/3/35/Tiziano_-_S%C3%ADsifo.jpg
[37] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 130.
[38] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 95.
[39] Camus, Albert. El mito de Sísifo.
Buenos Aires, Editorial Losada, 1953. P. 133.
[40] Edvard Munch. El Grito. tempera. 83,5 x
66 cm. Museo Munch, Oslo.
1893.http://3.bp.blogspot.com/_hCcuOtLF778/SxKr9bOxB_I/AAAAAAAABII/2z3TKSAcmk8/s1600/el-grito-de-edvard-munch.jpg