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Inteligencia emocional para desempleados



  1. ¿Qué
    puede hacer el desempleo conmigo?
  2. ¿Qué
    puedo hacer yo con el desempleo?
  3. "Que el desempleo
    no pueda con usted"
  4. Resiliencia
  5. Eficiencia y
    éxito en la búsqueda de empleo: competencia
    emocional

¿Qué puede hacer el desempleo
conmigo?

Muchos son lo estados emocionales que el desempleo puede
generar en la salud mental de la persona desempleada, y que
pueden terminar por afianzar ideas, del tipo: "No puedo
más…", "Estoy a punto de rendirme…", "Soy licenciado y
ni siquiera me quieren para prácticas", "Continuamente
pasa por mi cabeza la idea de acabar con todo definitivamente",
"Necesito ayuda, guía…", "No sé por dónde
empezar…", "Creo que ya no puedo controlarlo más", "Si
no encuentro trabajo ya, mi vida se va al garete…", "Haga lo
que haga, no encontraré trabajo porque todo está
fatal".

Se ha puesto de manifiesto en numerosas investigaciones
que la pérdida de empleo, (por la merma de aportes
psicosociales, la pérdida de habilidades laborales, y la
percepción de no poder planificar el futuro, además
de cuestiones relativas a la pérdida de estatus o
posición social valorada), afecta a la salud mental y el
deterioro es rápido, y este deterioro sobre la salud
mental no es la única afección, sino que el
deterioro comprende la salud en tanto en tanto en cuanto es
definida por la OMS: Bio-psico-social.

Y es que: un largo periodo de inactividad puede derivar
en que la persona descuide hábitos tan básicos como
el sueño, la comida, y en casos más agudos, la
higiene y las relaciones sociales, y desarrolle conductas de
carácter adictivo. Las relaciones sociales pueden verse
afectadas por el sentimiento de inferioridad del desempleado ante
un círculo de personas con mayor poder adquisitivo,
normalmente trabajadores.

Consecuencia de todo ello, y de la falta de habilidades
emocionales con la que habitualmente enfrentamos cualquier suceso
vital transcendente, la autoestima se ve mermada, y esto puede
constituir el caldo de cultivo de consecuencias nada deseables,
ya que la autoestima instaura una serie de perspectivas,
confianzas y expectativas, en definitiva profecías, sobre
lo que es "posible", y tanto cuando la autoestima es alta como
baja, aquellas se cumplen por sí solas. Un desempleado
corre el riesgo de autoprogramarse para el fracaso, cuando
comienza a pensar en el registro de las ideas que iniciaban este
artículo.

Cuatro son los estadios, por los que se suelen pasar
cuando una persona se enfrenta a un acontecimiento
desestabilizador como el desempleo, o un suceso vital
transcendente: Negación: no aceptar lo que está
ocurriendo; Ira; Depresión; Aceptación: fase a la
que se llega si se superan las fases anteriores.

Este proceso de adaptación al nuevo escenario
aumenta el riesgo de un mayor consumo de sustancias tales como
alcohol o tabaco, y algunos estudios han señalado que,
ante la angustia vital sentida, aumenta la utilización de
servicios profesionales no médicos, tales como sanadores,
medicina alternativa, y se deposita confianza en videntes,
echadores de cartas, y cualquier recurso que ofrezca algo de
esperanza. En este sentido, hace poco se ofrecían datos en
los que se confirmaba que se había experimentado, durante
la crisis económica y consiguientemente el aumento de
desempleados, un incremento en visitas a este tipo de
recursos.

Sin embargo, por muy duro que sea el momento vivido,
convendría recordar aquellas palabras de Samuel
Johnson
: "La fuente de la alegría debe brotar en la
mente, y quien conozca tan poco la naturaleza humana como para
buscar felicidad en cualquier cosa que no sea su propia
disposición, malgastará su vida en esfuerzos
infructuosos y multiplicará las aflicciones que se propone
suprimir".

¿Qué puedo hacer yo con el
desempleo?

Y, en efecto, quizá lo que más nos
interesa es identificar las condiciones "emocionalmente
inteligentes" que han de darse en una persona afectada por el
desempleo, para que su acción sea apropiada para conseguir
sus objetivos y alcanzar su meta.

Tomando como base la manida definición de
Inteligencia Emocional, que nos ofrece Daniel Goleman: "La
capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los
demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las
relaciones", podemos establecer dos niveles.

En un primer momento, a nivel intrapersonal,
cobra especial importancia en una situación de estas
características, el Autoconocimiento, es decir: tomar
conciencia del propio estado emocional, fruto de la
situación; conocer los puntos fuertes, personales, y
descubrir la forma de desarrollarlos
. La Autogestión:
(aprender a gestionar las propias emociones como elemento
catalizador de avance, o diseñar estrategias realistas
para alcanzar las metas y deseos personales), clave para encarar
una situación de desempleo.

Aprender a motivarse, implica trabajar sobre los
sentimientos que nos apartan de un alto nivel de
motivación, ya que actúan como gafas que alteran
las formas básicas de percibir la realidad, y hacen que se
perciba de un modo distorsionado. Estos sentimientos
son:

1.- Sentimiento de obligación: "tengo que
encontrar un buen trabajo", "tengo que formarme en X";

2.- Queja: "nadie hace nada por mi", "si por lo menos a
alguien le interesara mi curriculum"…. "todo está
muy mal y así no encontraré trabajo nunca", "los
puestos de trabajo están dados de antemano";

3.- Miedo: "si no encuentro trabajo, mi estilo de vida
se verá afectado", "no lo resistiré";

4.- Culpa: "soy el culpable de no poder dar vacaciones a
mi familia", "soy el culpable de que mis hijos no puedan tener
todo lo que me gustaría", "cuando tuve trabajo,
tenía que haber ahorrado";

5.- Resentimiento: "Ninguno de mis antiguos
compañeros sacó la cara por mí cuando me
despidieron", "Después de creer que gozaba del
cariño de mi jefe, prescindió de mí, sin
darme explicaciones".

Cuando uno consigue "traspasar las ideas" que
actúan como un virus mental, que hacen comprender a
la persona desempleada, que las cosas son más graves de lo
que en realidad son, y que incluso van a ser todavía peor,
es cuando únicamente, se es capaz de saber transmitir la
valía personal, y ser percibido como profesional cotizado
y reconocido.

En definitiva, aprobar esta asignatura consiste en
comprender que uno vale por lo que ES, no por lo que hace, o por
el estatus social que le otorga un puesto de trabajo…
quizá sea una de las ideas que hay que instaurar, para
prevenir el malestar de quien, al no trabajar, piensa que ya no
es nada. "Aflojar los grilletes de la mente condicionada",
implica cuestionar la creencia, que tanto daño hace, de
que SOMOS el lugar que socialmente ocupamos.

Buscar trabajo de un modo emocionalmente inteligente nos
garantiza hacerlo con sosiego y con paciencia, con una
visión de la realidad nítida, y con toda la
energía enfocada hacia el objetivo deseado, mientras que
buscar empleo de modo neurótico, implica hacer sin
hacer
y actuar sin actuar, y sin embargo creer que
se están haciendo cosas, cuando en realidad se permanece
inmóvil.

Una persona emocionalmente inteligente, nunca puede
creer que hay fuerzas externas a él que controlan su vida.
Con trabajo o sin trabajo uno no puede abandonar las riendas de
su vida. Eso es tanto como darle la llave de nuestra felicidad a
la "tenencia de trabajo".

"Que el desempleo
no pueda con usted"

Ante cualquier situación, y no es diferente la
búsqueda de empleo, uno de los obstáculos para la
gestión emocional es "Quererlo ¡YA!". Dicho de otro
modo: tratar de hacer algo, sea lo que sea, para "quitarse la
emoción" displacentera. Y esto, suele resultar
contraproducente, ya que tal y como señala Jung: "A lo que
te resistes, persiste". De que sirve resistirme a mi nueva
situación de desempleo?. Es preferible dedicarse a
"cooperar absolutamente con lo inevitable", y no alimentar
pensamientos tóxicos.

Cooperar con lo inevitable implica actuar con serenidad
y conscientemente en la consecución de los objetivos
personales, no malgastar energía en inútiles
sentimientos de culpa, ni resentimientos estériles. Actuar
sin resistencia, ya que actuar es el único modo de dejar
patente que estar parado no es igual a estar inactivo. No
encontrar un trabajo en los tiempos deseados, no es el fin, no
constituye una derrota vital, debería contemplarse como
una situación "incómoda" a la que
enfrentarse.

Por muy desagradables o displacenteras que nos resulten
las emociones derivadas de una situación de desempleo, es
importante saber que no son "emociones malas", ya que las
emociones no tienen una connotación moral,
únicamente nos informan de necesidades, y cuando se avanza
hacia donde se necesita, el "sistema emocional" felicita a
quién lo hace con emociones placenteras. En cierto modo
actúan como brújula o guía de
comportamiento, pero antes es necesario
transformarlas.

Otro tema a tener en cuenta cuando nos enfrentamos a una
situación de desempleo, es la necesidad de salir del
"área de comodidad", del área conocida. Algo que
siempre puede dar vértigo, pero uno ha de entender que en
la vida laboral de una persona, puede y debe haber cambios, de
especialidad e incluso de actividad o de sector: "Reinventarse a
uno mismo" e incluso aceptar que hay que construir sobre otros
pilares, son ideas que no conviene rechazar.

Nunca se debe de perder de vista que la resistencia
psicológica, es un factor clave en la búsqueda de
empleo. Maslow define el concepto "brecha continental", y
afirma: "el estrés divide a las personas en dos grupos:
las que desde el comienzo son demasiado débiles para
soportarlo y las que son suficientemente fuertes para enfrentarse
a este mismo estrés, de modo que si lo logran, les
fortalecerá, les atemperará y les hará
más fuertes
". Una situación de desempleo puede
ser vista como una oportunidad para hacerse fuerte, en vez de
cómo una amenaza limitadora o debilitadora. Saber aguantar
el golpe que supone una situación de desempleo, es reflejo
de resistencia psicológica.

Ante una situación como el desempleo, que puede
ser interpretada como un acontecimiento desestabilizador, la
tentación es erigirse como víctima, y quejarse,
máxime cuando las víctimas obtienen la
compasión de los demás, y no evitan la
autocompasión. Lo difícil, pero quizá lo
más útil, y siempre lo que más nos aproxima
al concepto de felicidad, es avanzar aprendiendo de lo que la
vida pone ante uno, y responder o responsabilizarse de lo que
"hay de uno" en la situación que le ha tocado vivir.
Responsabilizarse no es culpabilizarse, responsabilidad implica
aprender de lo que toca vivir.

Enfrentarse a la nueva situación desde el
victimismo, es tanto como atarse un bloque de plomo en los pies y
"arrojarse al mar". Una actitud así bloquea la
acción proactiva y reactivamente me tumba en el
sofá a esperar que suene el teléfono con "la oferta
de empleo" que me saque de donde me encuentro.

Me gustaría rescatar una reflexión de
Christopher Lash, ("In defense of shame", The New Republic, 10 de
Agosto de 1992): "¿Hace realmente falta
señalar, a estas alturas, que las políticas
públicas basadas en un modelo terapéutico del
Estado han fracasado miserablemente, una y otra vez? Lejos de
fomentar el respeto a uno mismo, han creado un país de
personas dependientes. Han dado lugar a un culto de la
víctima en el que los derechos se basan en la muestra de
toda la serie de daños infligidos por una sociedad
egoísta. La política de la "compasión"
degrada tanto a las víctimas, reduciéndolas a
objetos de pena, como a sus supuestos benefactores, que
consideran más fácil apenarse de sus conciudadanos
que someterlos a normas impersonales, cuyo logro les haría
respetables. La compasión se ha convertido en la cara
humana del desprecio".

Resiliencia

Hace no mucho, encontraba en una página de
Internet, el siguiente testimonio: "Me levanto por la
mañana y ya no sé lo que he de hacer, no hay rutina
que guíe mis actos, y lo que es peor: desconozco de
mí lo que deseo, y así termino haciendo lo que
hacen los demás, o comienzo a hacer lo que los
demás desean que haga, anulando la creatividad y cualquier
posibilidad al rediseño de actuaciones para mi nueva
situación de desempleado. Comienzo a pensar en el
suicidio".

Muchas situaciones de desempleo ponen al rojo vivo en la
persona la falta de sentido de su vida, sin embargo no hay verdad
más grande y valida para cualquier ser humano que "la
felicidad se encuentra en el interior y no es una meta concreta,
porque la meta remite al futuro, y el presente es lo más
real que tiene el ser humano". En una situación de
desempleo es comprensible que la persona se pregunte por el
sentido de su vida, y en situaciones dificiles, no es facil sabe
responder acertadamente a esa pregunta. Lo que si parece obvio es
lo desacertado que es creer que uno no puede ser feliz si
está en una situación de desempleo, ya que es tanto
como pensar que la felicidad la da el trabajo, y uno no tiene
responsabilidad sobre ella.

Una persona emocionalmente inteligente, es una persona
que sabe recuperarse de un despido o una situación de
desempleo, que a primera vista se presentan como acontecimientos
abrumadores. Una persona que se sabe enfrentar a una situacion de
desempleo, no es una persona que no siente rabia o miedo, es
más bien una persona que no consiente que esas sean las
emociones brújula de su vida, y cuando ésto ocurre,
no descuida su estado de salud, no se refugia en el consumo de
sustancias o cualquier otra conducta adictiva, es capaz de
adaptarse a la situacion nueva que le toca vivir, incluso es
capaz de aprender y poner en práctica nuevos modos con los
que obtener dinero.

Mucho se ha escrito sobre Inteligencia Emocional en
líderes, directivos u otro tipos de profesionales, sin
embargo, ser emocionalmente inteligente no es aplicar una serie
de técnicas sobre la función o trabajo
desarrollado, sino que implica un cambio personal que comienza
por el autoconocimiento y la liberación de bloqueos
interiores.

El autoconocimiento, la autogestión y la
automotivación personal no son cuestion de apariencias, y
vencer la tendencia a sentirse víctima de los
acontecimientos no es una cuestión que se pueda disimular,
sino que implica una reflexión profunda y un compromiso
personal con el cambio. Podríamos decir que la persona
emocionalmente inteligente, lo es o no lo es, no tanto en
función de a lo que se dedique, sino de su actitud ante
los retos que se le plantean. No es atrezzo o decoración
en escenarios, es contenido de la obra, e implica haber trabajado
mucho para ampliar el registro de "habilidades para la
vida".

No es fácil resistir a la adversidad, es
más bien un arte, un arte de la persona que se ha
comprometido a extraer aprendizaje de cualquier dificultad que se
le plantea. La consecuencia de todo ello es una serenidad
interior que predispone a la acción proactiva, al
pensamiento optimista, que es lo que más acerca a la
conducta efectiva.Es dificil aceptar que las situaciones en las
que una persona siente desequilibrio, como lo es una
situación de desempleo, son las que más le hacen
crecer, ya que le le interpelan directamente, le cuestionan sus
paradigmas y generan una necesidad de cambiar las creencias. Si
uno se enfrenta, sale fortalecido.

La merma de la autoestima que habitualmente sufre un
desempleado, sería conveniente combatirla con la
responsabilidad y el compromiso con los objetivos personales,
como antídotos que no fallan, y siempre mantener a raya el
sentimiento de culpa, la autocompasión, el miedo o la
rabia como si fueran venenos que inmovilizan.

En palabras que ya fueron escritas: "diseñar
un plan personal para enfrentarse a la nueva situación,
intentando detectar y gestionar las emociones derivadas, es el
camino para no quedarse anclado en la autocompasión. Uno
no nace emocionalmente inteligente, sino que es un potencial al
que podemos acceder y desarrollar".

Eficiencia y
éxito en la búsqueda de empleo: competencia
emocional

Tom Peters, uno de los intelectuales de la gerencia y
los negocios más reconocidos a nivel mundial, y autor de
"En Busca de la Excelencia", considerado como uno de los grandes
libros de la literatura gerencial de todos los tiempos,
escribió: «En el caso de que tenga usted quince
años, deje de burlarse de los "tontos" de su clase
porque ¡llegará un día en que tendrá
que trabajar para ellos!».

La práctica totalidad de las investigaciones de
los últimos veinte años concluyen, que la excelente
evaluación académica de una persona no dice
absolutamente nada del modo en que esa persona reaccionará
ante las dificultades en su vida, como pueda ser la
búsqueda de empleo, resultando que de una excelente
evaluación académica, únicamente se puede
colegir que una persona es excelente resolviendo pruebas de
evaluación académica. Y no sólo eso, sino
que la mayor parte de personas con un cociente intelectual alto,
terminan trabajando como subordinados de gente peor dotada
intelectualmente, o no trabajando, ya que es muy bajo el
porcentaje de éxito atribuible al cociente intelectual de
la persona exitosa, en cualquiera de los ámbitos en el que
la contemplemos: trabajo, pareja, familia… etc.

Sin embargo, en el contexto en el que habitualmente se
desenvuelven y desarrollan las personas que buscan empleo,
básicamente de intercambio y participación, una
serie de competencias emocionales, si son significativas e
incluso determinantes en el éxito y la eficiencia, ya que
enfrentar situaciones, o situarse ante el entorno con eficiencia
y obtener resultados exitosos, no depende del exhaustivo
conocimiento analítico del mismo, sino de la capacidad
operativa de actuar sobre él, y en este sentido las
emociones si juegan un papel concluyente de éxito o de
fracaso.

Desde mediados de los ochenta, H. Gardner, desarrolla la
idea de que el hombre no posee un solo tipo de inteligencia, y en
este sentido, gran parte de los autores se han puesto de acuerdo
en diferenciar dos tipos de inteligencia emocional: la
intrapersonal y la interpersonal. El propio Gardner, define la
inteligencia intrapersonal como «la capacidad de establecer
contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y
aprovechar este conocimiento para orientar nuestra
conducta», y la inteligencia interpersonal como «la
capacidad de discernir y responder apropiadamente a los estados
de ánimo, temperamentos, motivaciones y deseos de las
demás personas», algo que no parece fácil de
adquirir únicamente estudiando.

En el mundo de la búsqueda de empleo, estas
conclusiones han tenido un fuerte impacto, ya que la forma
tradicional de contratación, fundamentada
únicamente en la brillantez de un currículum,
está cediendo terreno a una concepción más
amplia y abierta, que plantea la necesidad de dar un salto
cualitativo hacia la incorporación de profesionales
abiertos al trabajo en equipo, capaces de tolerar el malestar y
la frustración, y abiertos a la búsqueda constante
de soluciones a los retos que plantea el mercado. Se plantea la
necesidad de un nuevo diseño de las empresas y de la
redefinición del pensamiento de negocios, en torno a
algunos de sus temas fundamentales: el liderazgo, la
formación, las relaciones con el cliente, el modo de crear
valor, el papel de la mujer o la capacidad de redefinir
constantemente el objeto de trabajo.

De modo que la competencia intelectual no dice
prácticamente nada en el pronóstico de la
eficiencia personal y profesional, ya que éstas tienen
más que ver con las competencias emocionales, que
determinan el grado de habilidad en el manejo del resto de
facultades y potencialidades, incluido por cierto, el
intelecto.

Después de conocer la diferenciación de
mentes, que en 1995 señaló D. Goleman: una mente
que piensa y otra mente que siente, y tras lo concluyente de
todos los estudios posteriores, parece evidente que "la mente que
siente" es algo a tener en cuenta a la hora de interpretar el
éxito de las trayectorias vitales, o de diseñar
procesos de formación de personas. En este sentido L. E.
Shapiro en su obra «La inteligencia emocional de los
niños» escribe que «en forma
paradójica, mientras que cada generación de
niños parece volverse más inteligente, sus
capacidades emocionales y sociales parecen estar disminuyendo
vertiginosamente».

Concluyendo, diremos que una persona cuanto más
desarrollada emocionalmente sea, más disfrutará de
una situación ventajosa en el ámbito de la
búsqueda de empleo, más tenderá a sentirse
satisfecha, y por ello, podrá persisitir, y será
más eficiente por ser capaz de gestionar los
hábitos mentales que determinan su éxito. Ser
emocionalmente inteligente en la búsqueda de empleo,
previene de emociones displacenteras y muy desagradables, que muy
a menudo, hacen que la gente desista anímicamente del
compromiso con su objetivo vital.

 

 

Autor:

Dionisio Contreras
Casado 

 

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