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Maras y Personalidad



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. El mundo
    judío
  3. El
    Helenismo
  4. Dominación
    romana
  5. Pablo:
    Apóstol de los gentiles
  6. El Judeo
    Cristianismo
  7. El
    abismo
  8. El
    diálogo

Introducción

Escribo estas líneas desde mi condición de
judío, por lo cual me considero heredero de un
riquísimo legado cultural, de una historia en la que
convivieron el dolor junto la esperanza, esperanza que cobraba la
forma que dictaba la experiencia vivencial de cada
generación y las circunstancias históricas de cada
época, esperanza mesiánica que adquirió
formas políticas tanto religiosas como seculares. La
supervivencia del pueblo judío, y su relación con
el mundo en el que vivía, determinan, en un grado no
menor, las reflexiones que se desarrollarán en este
escrito.

Estas líneas pretenden ser un aporte más
en el avanzado, profundo y difícil diálogo entre
judíos y cristianos, diálogo que conlleva la
inequívoca e imperiosa necesidad de tender puentes sobre
un abismo abierto entre ellos desde hace dos milenios. Entiendo
que el camino más adecuado para lograrlo es ,
básicamente, un verdadero y recíproco conocimiento,
conocimiento que debe apoyarse en sus particulares procesos
históricos, en el desarrollo y transformaciones de sus
creencias y rituales, pues de lo contrario se es propenso a
considerar las convicciones religiosas como un todo inmutable que
llega desde el principio de los tiempos. Considero fundamental
analizar sus desenvolvimientos en el tiempo. sus luchas internas,
traer a la memoria las numerosas corrientes religiosas que
quedaron sepultadas por la historia, y saber cuales fueron las
condiciones que permitieron el triunfo y consolidación de
un cuerpo de doctrinas sobre las demás tanto en el
judaísmo como en el cristianismo. Una recreación
sintética de esas circunstancias históricas es el
objeto de éste texto, pues, más allá del
importante avance logrado en las relaciones judeo cristianas,
mientras las mismas no penetren en el corazón de las capas
populares, el prejuicio y el recelo persistirán.
Sólo cuando de los púlpitos de todas las iglesias
cristianas se proclame "los judíos son nuestros hermanos"
y que en cada escuela judía se enseñe que
"Jesús fue nuestro hermano" se alcanzará la
fraternidad anhelada. Ello no podría ser de otra manera
porque fue precisamente desde los púlpitos de las iglesias
de donde se impartió la enseñanza del desprecio y
se alimentó el odio antijudío. No se me escapa que
el odio fue reciproco, pero desde el judaísmo se
trató de un odio silencioso y reprimido, que fue
trasmitido de generación en generación. No
olvidemos que cada celebración de semana santa era una
amenaza latente de un progrom, una matanza
impía.

El esperado diálogo judeo cristiano promovido a
raíz de la nueva postura de la Iglesia Católica
respecto a a las relaciones interreligioso y en particular a las
relaciones con el judaísmo, surgida del Concilio Vaticano
II tiene como fin, a no dudarlo, la disolución de los
mencionados prejuicios y la cancelación de una historia de
dos mil años regada de sangre, odio y desprecio. Para ello
debe admitirse, con sincera honestidad, que tienen en
común y que de diferente ambos universos
religiosos.

Proclamaba el profeta Isaías "Sucederá en
días futuros que el monte de la casa de Yahvé se
alzará por encima de las colinas. Confluirán a
él todas las naciones y acudirán pueblos numerosos
y dirán: Venid, subamos al monte de Yahvé para que
el nos enseñe sus caminos y nosotros sigamos sus senderos.
Juzgará entre las gentes, será árbitro de
pueblos numerosos. Forjarán de sus espadas azadones y de
sus lanzas podaderas. No levantarán espada nación
contra nación ni se ejercitarán más en la
guerra." (Isaias 2-1,2,3)

No soy creyente y quizá esa condición me
permita apreciar en toda su magnitud la belleza incomparable de
las escrituras y seguir a través de ellas el trasfondo
histórico que fue modificando en el judaísmo la
concepción de Dios y las circunstancias que generaron el
nacimiento del cristianismo.

Bien se ha dicho, que la resurrección de
Jesús el Cristo se conoció al tercer día y
la del Jesús judío lo fue después de dos mil
años. El conocimiento de ese Jesús judío
tanto por cristianos como por judíos podrá permitir
en principio, esa reconciliación, aún con la
certeza de que existe un límite insalvable en esa
relación, el cual está dado por el hecho que los
judío, mientras lo sigan siendo, no admitirán que
Jesús es el Cristo esperado, el Hijo de Dios, y por otra
parte el cristianismo no pueda tolerar que el pueblo judío
a quien se le prometió el Mesías, que murió
en la cruz para redimir a la humanidad de sus pecados y
resucitó de entre los muertos, no lo acepte como
tal.

Entiendo también que ese abismo podrá
salvarse si cada universo religioso no se considera único
depositario de la verdad y practica sus creencias, su liturgia y
sus tradiciones sin tratar de imponérsela forzadamente al
otro. Lo cierto es que resulta basal, para todo entendimiento, la
admisión sin retaceos, que las tres religiones abrahamicas
reconozcan a un mismo y único Dios.

Ciertamente la ignorancia o la manipulación
histórica es la mayor fuente de prejuicios, más
aún cuando esa ignorancia es provocada y trasmitida por
generaciones.

Para ilustrar lo dicho resultan significativos lo
escrito por Tertuliano en "El Apologético" durante la
persecución a los cristianos durante el reinado del
emperador romano Septimio Severo (finales del siglo II).
Tertuliano refuta en forma encendida las acusaciones contra los
cristianos, la persecución injustificada y discriminatoria
por el sólo hecho de ser cristianos, y dice al respecto
"Los delitos ocultos que se nos imputan a los cristianos son que
en la nocturna congregación sacrificamos y nos comemos un
niño. Que en la sangre del niño degollado mojamos
el pan y empapado en sangre comemos un pedazo cada uno" Se
trataba en general de supersticiosas desfiguraciones del misterio
eucarístico incomprensible totalmente para los gentiles"
(Sigfrido Huber "Los Santos Padres" T. I –Buenos Aires
1946)

Vemos en esta burda acusación un anticipo de los
fue durante la edad media y hasta principio del siglo XX, la no
menos burda imputación cristiana a los judíos de
practicar el crimen ritual, que consistía en sacrificar un
niño cristiano para con su sangre preparar el ritual de
Pesaj (Pascua)

Todavía hoy se venera en la Iglesia
Católica a Santo Dominguito del Val, patrono de los
monaguillos, quien, según fuentes cristianas, fuera
sacrificado en la aljama judía de Zaragoza el 31 de agosto
de 1250 para la celebración de Pesaj.

Al respecto Alfonso X el Sabio dispuso en las Partidas
(1256-1263) : "Et porque oyemos que en algunos lugares los
judíos ficieron et facem el día del Viernes Santo
remembranza de la pasión de Nuestro Señor
Jesucristo en manera de escarnio, furtando los niños et
poniéndolos en la cruz , o faciendo imágenes de
cera et crucificándolas cuando los niños no pueden
haber , mandamos que si fama fuere , daquí adelante que en
algún de Nuestro Señorío tal cosa sea fecha
, si se pudiese averiguar , que todos aquellos que se acercaren
en aquel fecho ,que sea presos , et recabdados et aduchos ante el
Rey, et después que el sopiera la verdad debelos matar muy
haviltadamente , cuantos quier que sea."(Partida VII, XXIV, ley
2)

Dominguito del Val fue canonizado y se le conmemora el
27 de octubre. Sus restos se encuentran en la capilla Santo
Dominguito del Val en la Catedral de Zaragoza, donde aún
hoy se veneran sus restos.

Esto demuestra cabalmente que la ignorancia y los
prejuicios que denunciaba Tertuliano respecto a los romanos, se
repitieron potenciados, siglos después. La aparente
contradicción que revela esa mutación de
víctima en victimario sólo puede entenderse por el
profundo cambio que se produce en las instituciones religiosas
cuando de minoría perseguida se convierte en
religión oficial de una comunidad política. En
otras palabras, la diferencia que surge entre una religión
con poder político y una minoría religiosa en el
rol de enemiga. Volveré sobre esta cuestión mas
adelante.

El mundo
judío

Para comprender el nacimiento y desarrollo de las
primeras comunidades cristianas es necesario describir,
aún someramente, lo ocurrido en el mundo judío
entre los siglos II antes de la era común hasta el siglo
IV posterior a la prédica de Jesús.

En el largo proceso de su existencia la identidad
judía fue mutando en forma muy sutil, debido a
circunstancia históricas particulares. En una primera
etapa, la mas antigua quizá, el vínculo que los
unía a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, a la tierra
que Yahvé les dejó en heredad y las creencias y
prácticas prescriptas por la Ley conformaban el
núcleo central de su identidad. Durante el período
de la monarquía (aproximadamente 1000 años a.c) el
principio territorial parece ser el más relevante. En
Samuel I (26,19) David se queja de que el rey Saúl lo
obliga a huir de Judea, porque ello significaba negarle su
participación en la heredad de Yahvé y obligarlo a
servir a otras leyes y otros dioses y por tal razón
exclama: "que no caiga ahora mi sangre lejos de la presencia de
Yahvé". No cabía ninguna duda que Dios
residía en Israel y era concebido como su soberano
territorial.

La concepción de un Dios que trascendiera los
límites de Israel era desconocida en esa época ya
que al existir una soberanía territorial israelita, y sin
la existencia de judíos en la diáspora, era
fácil identificar el "nosotros" como pueblo de ese
territorio y a Yahvé como soberano del mismo. La conquista
de la tierra de Israel por la Babilonia de Nabucodnosor y la
destrucción del Templo de Salomón, trajo como
consecuencia el exilio de parte del pueblo judío a las
tierras de Babilonia. El profeta Jeremías lloró
amargamente la destrucción de su amada Jerusalén: "
Se agotan las lágrimas de mis ojos, las entrañas me
hierven, mi hígado por tierra se derrama, por el desastre
de la hija de mi pueblo mientras desfallecen niños y
lactantes en las plazas de la ciudad", … "Cómo, ay,
yace solitaria la Ciudad populosa. Como una viuda se ha quedado
la grande entre las naciones, la princesa entre las provincias
sujeta está a tributo" (Lamentaciones- alef)

Los judíos exiliados, fuera de su tierra y
destruido su templo, descubrieron con los años que era
posible y necesario, cantarle a Yahvé en tierra
extraña. De la nueva casa de Dios, a edificarse en
Jerusalén (Esdrás 1,3), se pasó a "Los
cielos son mi trono y la tierra el estrado de mis pies. Pues
¿que casa vais a edificarme o que lugar para mi reposo?
(Isaías 66,1). (Ver Daniel Swartz , en "Encuentros
culturales de judíos, paganos y musulmanes" vol-I
-Editorial Lilmod-Buenos Aires, 2009).

Dios ya no habitaba en el Templo sino en las alturas de
los cielos desde "sin hablar y sin palabras y sin voz que pueda
oírse, por toda la tierra resuena su proclama, por los
confines del orbe, sus palabras" (Salmos 19-4,5). En el exilio
los judíos entraron en contacto con la gran cultura
babilónica y supieron de sus mitos y sus obras literarias,
pero ello no obstó para que se mantuvieran fieles a
Yahvé, es más, en tierras extranjeras tuvieron la
certeza que Dios había ido con ellos al exilio. Ezequiel
(10,18) relata su visión de cómo la gloria de
Yahvé abandona el Templo y Jerusalén, la Ciudad de
su morada, posado sobre querubines. La visión del cosmos
de Ezequiel se amplia y agiganta , y en ese cosmos la imagen de
Yahvé como Dios absoluto y por lo tanto único.
Cuando más alto se siente el Dios nacional más se
acerca a convertirse en el Dios único y
universal.

Cuando Isaías proclama lo que acontecerá
en "días futuros", días en que todas las naciones
de la tierra acudirán a escuchar la palabra de
Yahvé y abrevar en sus enseñanzas, lo hace
convencido que la paz perpetua sólo será realidad
cuando:" los extranjeros adheridos a Yahvé para su
ministerio , para amar el nombre de Yahvé, y para ser sus
siervos, a todo aquél que guarde el sábado sin
profanarlo, y a los que se mantienen firmes en su alianza, yo los
traeré a mi monte santo y los alegraré en mi casa
de oración. Porque mi casa será llamada Casa de
oración para todos los pueblos" (Isaías 56-6), el
profeta está concibiendo un judaísmo universal, en
el que si bien debe observarse la Ley, en muchos casos antepone a
ciertos rituales la obligación de todos hombre y todos los
gobernantes " de deshacer los nudos de de la maldad, soltar las
coyundas del yugo, dejar libres a los maltratados, partir al
hambriento el pan, a los pobres sin hogar recibirlos en su casa,
y cubrir al desnudo. (Isaías 58-5,6) . En otras palabras,
imponer la justicia sobre todas las cosas.

El
Helenismo

Las conquistas de Alejandro ensancharon notablemente los
confines del mundo conocido, y de esa conquista surgió una
unidad cultural mayor de la que había existido nunca
antes. El nuevo hecho histórico que Alejandro
persiguió e hizo posible fue la unión de Oriente y
Occidente. La conquista de los pueblos bárbaros hizo
entrar en contacto a la cultura griega con las antiguas culturas
de esos pueblos. Los misterios egipcios, el dualismo persa, el
mazdeísmo, la cultura babilónica, y otras
más de ese ancho mundo produjeron una profunda
transformación en cada una de esas creencias y tradiciones
particulares, para crear, en ese crisol cultural, una nueva y
sincrética visión del mundo: el helenismo. La
cultura griega, transformada, se convirtió en la cultura
de todos los pueblos, sobre todo de sus capas mas ilustradas. Ya
no era necesario nacer en Grecia para ser griego, solo era
necesario adoptar la cultura helénica para
serlo.-

La expansión del helenismo influyó
notablemente sobre los judíos de la diáspora y
sobre la propia Judea bajo el dominio de los seléucidas.
La numerosa comunidad judía de Alejandría no fue
para nada ajena a esa influencia. El más grande
filósofo judío nacido en esa ciudad
pletórica de cultura y sincretismo religioso,
Filón, pretendió presentar en forma armoniosa e
inteligible su judaísmo a los griegos, pero en forma
recíproca pone a la cultura helenística al servicio
de la exégesis y la piedad religiosa. Presenta en forma
alegórica el relato bíblico. El Dios de
Filón no es totalmente el Yahvé de la Biblia.
Existe de parte de Filón un parcial abandono de la
literalidad que cede ante un Yahvé alegórico, que
aparece como un Dios trascendente y universal. La Torá (el
Pentateuco) puede servir a todos los pueblos:" El mundo
está de acuerdo con la Ley y la Ley con el mundo y el
hombre que se ajusta a la Ley es por lo mismo ciudadano del mundo
porque conforma sus acciones a la voluntad de la naturaleza" dice
en "De Opificio Mundi". Como veremos más adelante ese
pensamiento judeo-helénico de Filón es retomado
años más tarde por Pablo de Tarso.-

En Judea el contacto de la cultura judía con la
helénica produjo un fenómeno de atracción y
repulsión, típico del choque de dos culturas y dos
concepciones del mundo extrañas entre sí. Como
resultado de ese juego libre de fuerzas, aparecieron entre los
judíos nuevas tendencias espirituales. Para apreciar la
influencia helenística sobre la cultura judía,
sobre todo en su literatura, debe examinarse el contenido de
ésta última, analizar su carácter religioso
o laico, mas allá de las posteriores interpretaciones
religiosas que se hicieron. El "Cantar de los Cantares" y el
Eclesiastés, son posiblemente los dos libros que entraron
en el canón, no sin discusiones entre los sabios, en los
que se puede apreciar las huellas helenistas. El primero es un
canto al amor y a la naturaleza en el cual se celebra la
pasión amorosa entre una bella pastora y su amigo. En el
Eclesiastés, por el contrario se alude al sin sentido del
esfuerzo humano, de la inútil esperanza. "Vanidad de
vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de
toda la fatiga con que se afana bajo el sol? Una
generación va otra generación viene, pero la tierra
permanece donde está. Lo que fue, eso será, lo que
se hizo, eso se hará. Nada nuevo hay bajo el sol".
Así comienza su texto. Vemos junto a la celebración
del amor y el erotismo del "Cantar de los Cantares", la angustia
de la sinrazón de la vida del Eclesiastés.(Ver
Simón Dubnow "Historia Universal del Pueblo Judío"
Tomo II, pag. 79 y siguientes. Editorial Sigal, Buenos
Aires,1951). Parafraseando a Harold Bloom se podría
afirmar con toda seguridad que las escrituras, si no son la
invención de lo humano, lo refleja en toda su compleja
intensidad..

Dominación
romana

Desde la guerra de liberación de los Asmoneos
(Jashmonaim) contra los seléucidas (145-140 a.c.) hasta la
intervención de Roma en los años 67-63 (a.c) Judea
vivió otro período de independencia política
al tiempo que severas luchas intestinas. En el año 63
Pompeyo entra en Jerusalén, y Judea es sometida al
protectorado romano. Se le impuso entre otras cargas, la de pagar
tributos, sin perjuicio de concederle cierta autonomía
interna. Se confirmó a Hircano II como Gran Sacerdote y
representante del pueblo ante las autoridades romanas. De esta
manera después de vivir ochenta años bajo el
reinado independiente de los Asmoneos, Judea cayó bajo el
dominio romano.

Aproximadamente en los dos siglos antes del nacimiento
del cristianismo, la tradición judía se encontraba
fragmentada, debido sobre todo a las distintas interpretaciones
de la Ley, circunstancia que conllevaba diferencias sobre
aspectos esenciales de la vida judía, ya sea en el orden
político, religioso y cultural. No existía
correspondencia entre vertientes interpretativas y una autoridad
que lo validara. La profundización del pensamiento
judío hacía cada vez más evidente que la Ley
tenía sentido si se la interpretaba en un cierto sentido,
pero, como va dicho, faltaba el órgano que tuviera
autoridad reconocida para dar la interpretación
"verdadera". En consecuencia surgieron así corrientes
internas con interpretaciones distintas de la Ley.

Pero las fracturas internas no fueron más
allá de su propias diferencias, pues nunca fue cuestionada
la existencia del ser judío, lo que era así
percibido tanto por lo propios judíos como por los
paganos.(Ver Paolo Sacchi "Historia del Judaísmo en la
época del Segundo Templo", Editorial Totta). En la
época a la que nos referimos existían en Judea
partidos o sectas concretas que corporizaban esa diversidad. Los
saduceos, fariseo y esenios eran ciertamente las más
importantes. Flavio Josefa da cuenta de estas corrientes en
"Antigüedades Judías". En el Nuevo Testamento y el
Talmud también se hace referencia a los fariseos y
saduceos. Estos dos partidos tenían visiones totalmente
distintas tanto en el ámbito político, en cuanto de
la forma de Estado y gobierno nacional, y sobre todo en lo que
hacia a la vida espiritual, la religión, el culto y los
dogmas. Los saduceos no reconocían la enseñanza
oral, trasmitida durante siglos, ni la tradición o
enseñanzas de los Padres. Para ellos sólo eran
válidas las leyes recibidas por Moisés en el
Sinaí , en otras palabras la Ley escrita. Consideraban que
había que cristalizar al judaísmo en sus leyes tal
como habían sido recibidas por Moisés. Consideraban
superflua toda la cadena de interpretaciones efectuadas por los
legistas de Israel para adecuarla a las necesidades y cambios que
se daban en cada generación. Esta última era la
concepción del partido fariseo, reinterpretaba la ley
modificando los aspectos draconianos de la misma. El "ojo por
ojo" se transformó en indemnización por ojo. Se
"reglamentaron" aquellos mandatos que no eran claros o que
sólo contenían la prescripción sin
establecer la manera de cumplirlas. Los fariseos extraían
el sentido de las normas que resultaban extrañas en su
propósito final. Así en Exodo 21-5,6 se
disponía que el esclavo que por amor a su amo renunciaba a
la liberación que les debida "en el séptimo
año" era llevado delante de la corte "y se perforaba la
oreja con un pinzón". Comentando esa disposición
los sabios de Israel extrajeron su significación
simbólica: aquél que a pesar de la
Revelación se busca un amo humano, no es digno se servir a
Dios, no es digno de su libertad. La oreja perforada era un signo
de indignidad.(Emmanuel Levitas "Más allá del
versículo", Editorial Lilmod, Buenos Aires,
2008)

Flavio Josefo decía respecto a los saduceos que
"no creen en la providencia en casos individuales, y creen en
general que Dios no interviene en los asuntos humanos" Los
fariseos en cambio, como ya se señaló, trataban de
espiritualizar la vida. Si las leyes de la Torá no
podían modificarse debían entonces amoldarse a la
vida.

El sufrimiento de los justos, los únicos que
debían esperar la recompensa en este mundo por su
observancia de la Ley, puso en crisis la idea profética de
la justicia y la recompensa en el tiempo histórico y
comienza a concebirse el "olam habá " el otro mundo.
Coexiste con estas corrientes poderosas del pensamiento
judío de la época, apartado del pueblo y morando en
los desiertos del sur de Judea, junto a las orillas del Mar
Muerto la comunidad de los esenios. Su vida está
consagrada a la observancia estricta de la ley. Su
organización social, estricta y ascética, da
primacía a los sacerdotes. Consideraban que el mal
radicaba en la impureza, entonces resultaba natural esperar que
la vía de la salvación fuese ante todo un camino de
purificación. El único problema era que la
purificación capaz de limpiar al hombre no podía
ser proporcionado por ninguno de los medios de
purificación que hasta ese momento había conocido
el judaísmo. Ni toda el agua del mar y de los ríos
podría purificar al hombre de su naturaleza. La
única vía para ello era aceptar la enseñanza
del Maestro de Justicia y hacerse miembro de la comunidad
separándose netamente de los otros hombres fueren paganos
o judíos.

"Porque por el espíritu de la asamblea de la
verdad de Dios son purificadas todas las acciones de los hombres,
todas sus faltas, de modo que puedan contemplar la luz de la
vida. Por medio del espíritu santo de la comunidad, en su
verdad es purificado de todas sus culpas. Su pecado será
expiado en espíritu de rectitud y de humildad; con la
humildad de su ánimo respecto de todos los mandamientos de
Dios será purificado su cuerpo, cuando sea rociado con el
agua lustral y santificado con el agua de contrición
(Documentos de Qumram: 1QS 2,25-3,9- citado por Sacchi,
ob.cit.)

En ese mundo judío, desgarrado por luchas
internas, y una profunda crisis espiritual, bajo el gobierno del
primer emperador romano Cesar Augusto, nace en Nazaret, Galilea,
tierra de Judea , Jesús, hijo de José el carpintero
y de María.

Jesús comienza a predicar no mucho tiempo antes
de su muerte, según lo refieren los evangelios
sinópticos y el evangelio de Juan. Debe admitirse que la
relevancia universal de Jesús se debe fundamentalmente al
hecho que se convirtió para millones de creyentes en todo
el mundo en el Cristo, Hijo de Dios y Dios mismo, que se
encarnó como hombre, murió en la cruz, y
resucitó de entre los muertos al tercer día. Su
sacrificio redimió a los hombres del pecado y
volverá para juzgar a los vivos y a los muertos. Si no
hubiese sido así, Jesús no hubiera llegado a ser
más que una figura histórica, un acontecimiento
quizá poco o nada conocido para la humanidad .

¿Como un rabí judío de Galilea se
convirtió en el Cristo anunciado al pueblo de Israel y luz
para los gentiles? , eso es precisamente lo que, con todas las
limitaciones reconocidas, intentaré desarrollar en esta
nota.

Jean Guittón ( "Las Crisis en la Iglesia" Emece
Editores, Buenos Aires, 1984) dice lúcidamente que
"Jesús resalta sobre el fondo de una espera creciente del
Mesías. Espiritualmente hizo realidad la esperanza
germinal de su pueblo de elevar al Dios de Israel hasta
convertirlo para siempre en Dios de todos los
pueblos…Jesús no se proponía fundar una
religión nueva. Según su humanidad histórica
era un judío piadoso que practicaba al máximo la
Ley desde la circuncisión hasta la Pascua y pagaba el
medio shekel al Templo. Jerusalén, capital de su
nación, era su ciudad bienamada, lloró por ella.
Jesús anunció algo que ya había sido
anunciado". Agrega el eminente filósofo católico:"
En Jesús podía anunciarse al Dios de Abraham a toda
la tierra habitada hasta aquél entonces. Por lo tanto era
preciso discernir que era lo caduco y accidental y qué lo
verdadero y esencial dentro del legado global de Israel, aceptado
por Jesús y sus apóstoles. Llama la atención
que Jesús no haya dado indicación respecto a
éste punto. Si hablamos de Jesús como hombre que
ignora el porvenir, no previó el ingreso normal de los
paganos en su propia esfera, salvo como un añadido a
Israel. En todos los casos Jesús no indica que pueda
salvarse sin pertenecer a Israel".

De resolver esa cuestión central, como veremos,
se ocupó pocos años después el profeta de
los gentiles, Pablo de Tarso.

Hasta el siglo IV, coexistían en el cristianismo
múltiples formas de interpretar el mensaje de
Jesús, de entender su naturaleza, su misión y su
persona. El judeo cristianismo, el gnosticismo, el montanismo, el
arrianismo, el donatismo y muchas otras. El Concilio de Nicea
convocado en el año 324 significó el triunfo final
de la ortodoxia sobre las otras corrientes cristianas, las que
quedaron sepultadas en la historia sin otras huellas que la que
dejaron en sus escritos sus adversarios proto-ortodoxos, Irineo
de Lyon, Tertuliano, Orígenes, Eusebio de Cesárea,
Clemente de Alejandría, Atanasio y otros.

El credo niceano proclamaba:" Creemos en un Dios
Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles. Y
en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, engendrado como
el Unigénito del Padre, es decir de la sustancia del
Padre. Dios de Dios, luz de luz. Dios verdadero de Dios verdadero
y que para nuestra salvación descendió y se hizo
carne, se hizo hombre, sufrió y resucitó al tercer
día y vendrá a juzgar a los vivos y a los
muertos".

El Jesús judío, su mensaje, su vida, sus
creencias, sus luchas, se encuentran en cada uno de los
evangelios. Sin embargo ese Jesús judío
habitó ignorado en las escrituras durante dos milenios.

David Flusser ("Jesús en sus Palabras y en su
Tiempo" Ed. Cristiandad, Madrid, 1975) señala, cuando se
refiere al Jesús neotestamentario, que el profeta
Isaías tuvo sobre él una influencia notable. Cita
el relato de Lucas, cuando Jesús vuelve a Nazara, y
según su costumbre entra en la sinagoga el día
sábado, y al ser llamado para la lectura de las
escrituras- tradición que se conserva hasta el día
de hoy- Jesús desenrolló el libro del profeta
Isaías y leyó el pasaje donde estaba escrito " El
espíritu del Señor Yahvé estaba sobre
mí, por cuanto me ha ungido Yahvé a anunciar la
buena nueva a los pobres, me ha enviado a vendar los corazones
rotos a pregonar a los cautivos la liberación y a los
reclusos la libertad, a pregonar año de gracia de
Yahvé para consolar a todos los que lloran, para darle
diadema en vez de ceniza, aceite de gozo en vez de vestido de
luto (Isaías 61-1,2) ver Lucas (4-16,18). Para
Jesús este pasaje bíblico era el lazo de
unión entre la vocación que había recibido
al ser bautizado por Juan en el Jordán y su misión
presente: sabía que el espíritu santo había
descendido sobre él porque el Señor lo había
ungido para anunciar la salvación de los humildes y los
pobres.

Esa misión se reitera en el sermón de la
montaña, (Lucas 6-20,21) "Bienaventurados los pobres
porque vuestro es el reino de los cielos, bienaventurados los que
tenéis hambre porque seréis saciados…Pero,
ay de vosotros los ricos porque habéis recibido vuestro
consuelo. Ay de vosotros los que estáis hartos, porque
tendréis hambre". La voz del profeta Isaías resuena
en estas bienaventuranzas y maldiciones. Proclama también
Jesús (Lucas 16-13) "Ningún criado puede servir a
dos señores porque aborrecerá uno y amará al
otro, o bien se entregará a uno y despreciará al
otro. No podéis servir a Dios y al dinero"

En cuanto al cumplimiento de la Ley proclamaba
Jesús "No penséis que he venido a abolir la Ley y
los profetas. No he venido a abolir sino a dar cumplimiento.
Sí, os lo aseguro: el cielo y la tierra pasarán
antes que pase una iod (letra i en hebreo) o un tilde de la Ley
sin que todo esto suceda. Por tanto el que traspase uno de estos
mandamientos más pequeños, será el mas
pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio el que los
observe y los enseñe, ése será grande en el
Reino de los Cielos (Mat.5-17).

Jesús insiste en el tema de la pobreza, como en
la respuesta que le da al joven rico en Mateo (19, 16) sobre la
dificultad de los poderosos de entrar al Reino de los Cielos.
Merece atención especial lo que pensaba Jesús de su
misión y a quienes iba dirigida. En el relato de la
curación de la hija de una cananea (Mat.15, 21) se narra
que: "Saliendo de allí Jesús se retiró hacia
la región de Tiro y Sidón. En esto una mujer
cananea que había salido de aquél territorio
gritaba diciendo" ¡Ten piedad de mi Señor, hijo de
David, Mi hija está malamente endemoniada". Pero él
no le respondió palabra. Sus discípulos
acercándose le rogaron:"Concédeselo, que viene
gritando detrás de nosotros. Respondió Jesús
"No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la
casa de Israel"

Ecos de ésta vocación se encuentran sin
duda en el evangelio de Santiago, y esa convicción sobre
la misión encomendada a Jesús por Yahvé
será el fundamento de la fe y la literatura de los
judeocristianos, los primeros judíos que aceptan a
Jesús como el mensajero de Dios, el "Christos
Angelos".

La misión de Pablo, fue en cambio predicar el
kerigma a las comunidades judías de la diáspora.
Había, en toda la extensión del poderoso imperio
romano numerosas comunidades judías que pese a estar
influidas por la cultura helénica se mantenían
fieles a su fe y su mirada dirigida a Jerusalén. Pablo
percibió que los gentiles eran más abiertos al
mensaje cristiano que los judíos de la diáspora,
pero esos gentiles se resistían a acatar todos los
mandatos de la Ley, sobre todo la circuncisión y la pureza
alimentaria. La sinagoga atraía a los círculos
romanos de cultura helénica a través de
monoteísmo y la idea de la ley, pero no estaban preparados
ni dispuestos para asumir la praxis de la Ley-

Estas contradicciones entre el cumplimiento de la Ley y
la conversión de los gentiles, contenían una
rígida disyuntiva: si era posible salvarse sin pertenecer
a Israel. Esta cuestión, tal como se planteaba
debía ser debatida con toda urgencia. Y eso fue lo que
ocurrió en la Asamblea de Jerusalén,(el primer
concilio). A raíz de un conflicto en Antioquia suscitado
por las enseñanzas que salían de boca de algunos
judíos cristianos a sus compañeros conversos
diciendo "Si no os circuncidáis conforme a la costumbre
mosaica no podéis salvaros" (Hechos 15,1). Pablo y
Bernabé se trabaron en una "discusión no
pequeña con aquellos y decidieron subir a Jerusalén
para tratar esa cuestión. Se reunieron entonces los
apóstoles y los presbíteros para tratar ese
asunto"

Resultado de ese importante y crucial debate fue la
redacción de una carta por la Asamblea que decía
así "Los apóstoles y los presbíteros
hermanos, saludan a los hermanos venidos de la gentilidad que
están en Antioquia, en Siria y en Cilicia. Habiendo sabido
que algunos de entre nosotros sin mandato nuestro os han
perturbado con sus palabras, trastornando vuestros ánimos,
hemos decidido de común acuerdo elegir algunos hombres y
enviarlos a vosotros juntamente con nuestros queridos
Bernabé y Pablo, hombres que han entregado su vida a la
causa de nuestro Señor Jesucristo…Que hemos
decidido, el Espíritu Santo y nosotros no imponeros
más cargas que estas indispensables: abstenerse de los
sacrificios a los ídolos, de la sangre, de los animales
estrangulados y de las impurezas. Haréis bien en guardaros
de estas cosas. Adiós. (Hechos 15-5ª22). Es
así que surge la primera gran división en el seno
del naciente cristianismo: los cristianos de origen judío
y los cristianos de origen pagano.

La primera comunidad cristiano judía de
Jerusalén "se mantenía constante en la
enseñanza de los apóstoles, en la comunión,
en la fracción del pan y en las oraciones. Todos los
creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en
común. Vendían sus posesiones y sus bienes y lo
repartían entre todos, según la necesidad de cada
uno .Acudían diariamente al Templo, con perseverancia y un
mismo espíritu partían el pan en las casas y
tomaban el alimento con alegría" (Hechos 2-42,46). Se
trataba, en fin, de una corriente más dentro del
judaísmo de la época.

Estas comunidades primitivas, y la historia interna del
cristianismo en general son para Taubes, el resultado del
acontecimiento que no acontece, la parusía, La unidad
interna de las primeras comunidades cristianas así como la
contraposición entre éstas y la iglesia paulina se
define a partir de la muerte de Jesús. Muerte y
resurrección de Jesús son para la comunidad
primitiva estadios de los acontecimientos mesiánicos.
Estas comunidades pintan el reino y las esperanzas del reino con
los colores de la apocalíptica popular. La pequeña
comunidad, se agrupa como vimos en una asociación de
economía comunitaria y renuncian a sus bienes porque sus
esperanzas están puestas en la inminencia de la vida
eterna (Jacob Taubes "Escatología occidental" Miño
y Alvarez Ediciones, Buenos Aires 2010)

Pero el escenario en que nace esta nueva corriente, se
encuentra sacudido por una profunda crisis nacional, Están
en conflicto Yahvé y Roma. ¿Quien es finalmente el
soberano de Judea y de los judíos?

Si efectivamente era Yahvé el único
soberano, el de Roma era un dominio impío que debía
ser combatido con todos los medios. ¿Pero estaban
realmente convencidos de esa guerra, que se presentaba como
inevitable, todas las corrientes políticas y religiosas de
Judea?

Al respecto señala Dubnow(obra citada)"Los
fariseos moderados y los "apaciguadores" sostenían que con
un enemigo tan invencible como Roma sólo cabía
luchar exitosamente con armas espirituales. Se debía
oponer una terca resistencia pasiva. Los fariseos radicales y los
celotes exigían una resistencia activa en nombre de la
libertad política que para los celotes era un fin en
sí mismo y para los fariseos radicales un medio para
conquistar la libertad" Los esenios, alejados de estos
conflictos, seguía observando estrictamente la Ley,
persiguiendo la mayor pureza en la vida de su comunidad y
esperando la salvación que habían anunciado los
profetas de Israel. Ecos de ese conflicto se encuentran
también en los evangelios sinópticos. Cuando le
preguntan a Jesús si había que seguir pagando
tributo al Cesar, más allá de que el relato sobre
esta interrogación es atribuida a una provocación
de los fariseos, la pregunta flotaba en los aires de Judea y
significaba simplemente si se justificaba o no el levantamiento
contra Roma.

En plena disputa, apasionada y desgarradora sobre esta
cuestión, estalla la rebelión contra el poderoso
imperio romano. Cuatro años (66-70) dura esta lucha
desigual que terminó con la destrucción de
Jerusalén y su Templo. La agonía y ruina de Judea
generó profundos cambios en la vida
judía.

Un grupo de de judíos piadosos encabezados por
Iojanan ben Zakay se estableció en la pequeña
ciudad de Yabne, no lejos de la destruida Jerusalén,
tratando de reconstruir la vida de su desolado pueblo,
fortaleciendo los espíritus de los judíos
derrotados , desterrados y esparcidos por el imperio. Desde Yabne
surgirá el futuro judaísmo, el judaísmo
rabínico. Por otra vía, un judaísmo que
renuncia a la Ley mosaica y recibe fuertes influencias de la
cultura helénica y la filosofía estoica se
expandirá rápidamente por el mundo conocido. El
cristianismo ingresa rápidamente en la historia e
incidirá profundamente en ella.

Pablo:
Apóstol de los gentiles

Pablo, judío de la diáspora nacido en
Tarso Cilicia, criado en un medio con fuerte influencia
helenística, y formado en las tradiciones judías,
es el hombre que predica a los gentiles un judaísmo
despojado de su Ley, a la vez que transforma la alianza original
entre Yahvé y el pueblo judío , depositario de
aquella.

Según Jean Guittón (obra citada) Pablo
deseaba de todo corazón que sus hermanos tuviesen la misma
intuición que él, y que siguiera la misma conducta.
En tal caso Israel bajaría el cerco levantado por tanta
observancia, habría aceptado a Jesús como Cristo y
en éste a Dios.

Sin embargo, continúa Guitton, Pablo
advirtió que la historia decidía las cosas de otro
modo A juicio del Apóstol, Israel rehusó esa
solución. Su Ley la protegió del paganismo pero
Israel no ha accedido a elevarla hasta la fe en Cristo. Israel se
ha detenido en su evolución. Ha quedado, según el
pensador católico como una planta sin flor, como una
raíz inmóvil, reducida al papel de testigo.
Siguiendo la vieja doctrina de la sustitución para
Guitton, el judaísmo sólo podía languidecer
con la observancia de Ley y ocupar el rol testigo de la nueva
alianza. Evidentemente, cómo veremos, la prognosis de
Guitton , fue érronea. La historia del pueblo judío
lo desmintió.

Pablo nunca predicó que Jesús el Cristo
fuese Dios. En ninguna de sus epístolas hace la menor
referencia a lo que se formuló mas tarde como la doctrina
trinitaria.

En el espíritu de Pablo luchaban la
concepción judía y la helenista, la
convicción nacional del Israel y la concepción
cosmopolita, la fe severa y la sabiduría griega. En
él se reveló la inclinación de la
Diáspora judía por el sincretismo religioso, cuyo
exponente más ilustre fue Filón.

Pablo comenzó a difundir en el mundo pagano su
reelaborado Israel: "No son justos delante de Dios los que oyen
la ley sino los que la cumplen, estos serán justificados.
En efecto, cuando los gentiles que no tienen ley cumplen
naturalmente las prescripciones de la ley, sin tener ley, para
sí mismos son ley" , "Como por un hombre entró el
pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la
muerte alcanzó a todos los hombres ya que todos pecaron.
Así hermanos míos vosotros también
quedaréis muertos ante la ley por el cuerpo de Jesucristo,
para pertenecer a otro: aquél que resucitó entre
los muertos" (De la Epístola a los Romanos).

El apóstol introduce en ésta carta un
concepto que dejará una impronta imborrable en la cultura
occidental: "Abomina del cuerpo como fuente del pecado,
así pues soy yo mismo quien con la razón sirvo la
ley de Dios, pero con el cuerpo la ley del pecado"; "Por
consiguiente ninguna condenación pesa sobre los que ya
están en Cristo Jesús. Porque la ley del
espíritu que da la vida en Cristo te liberó de la
ley del pecado y de la muerte".

El tema central es el pecado, la carne como fuente del
mismo y la redención de esa condena adánica por el
sacrificio y pasión de Jesús el Cristo.

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