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Comprensión lectora (página 2)



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

Había una vez una niña muy
bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la
muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba
Caperucita Roja.Un día, su madre le pidió que
llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado
del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el
camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre
andaba acechando por allí el lobo.

Caperucita Roja recogió la cesta con
los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que
atravesar el bosque para llegar a casa de la abuelita, pero no le
daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos
amigos: los pájaros, las ardillas…

De repente vio al lobo, que era enorme, delante de
ella.

– ¿A dónde vas, niña? – le
preguntó el lobo con su voz ronca.

– A casa de mi abuelita – le dijo Caperucita.

– No está lejos – pensó el lobo para
sí, dándose media vuelta.

Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo
cogiendo flores: – El lobo se ha ido -pensó-, no tengo
nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le
lleve un hermoso ramo de flores además de los
pasteles.

Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la abuelita,
llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió
pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por
allí había observado la llegada del
lobo.

El lobo devoró a la abuelita y se puso el gorro
rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró
los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja
llegó enseguida, toda contenta. La niña se
acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy
cambiada.

– abuelita, abuelita, ¡qué ojos más
grandes tienes!

– Son para verte mejor – dijo el lobo tratando de imitar
la voz de la abuela.

– abuelita, abuelita, ¡qué orejas
más grandes tienes!

– Son para oírte mejor – siguió diciendo
el lobo.

– abuelita, abuelita, ¡qué dientes
más grandes tienes!

– Son para… ¡comerte mejoooor! – y diciendo
esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y
la devoró, lo mismo que había hecho con la
abuelita.

Mientras tanto, el cazador se había quedado
preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo,
decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa
de la abuelita. Pidió ayuda a un serrador y los dos juntos
llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo
tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.

El cazador sacó su cuchillo y rajó el
vientre del lobo. La abuelita y Caperucita estaban allí,
¡vivas!

Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó
el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando
el lobo despertó de su pesado sueño, sintió
muchísima sed y se dirigió a un estanque
próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho,
cayó en el estanque de cabeza y se
ahogó.

En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron
más que un gran susto, pero Caperucita Roja había
aprendido la lección. Prometió a su abuelita no
hablar con ningún desconocido que se encontrara en el
camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas
recomendaciones de su abuelita y de su Mamá.

CUESTIONARIO

1.- ¿Dónde vivía la
abuelita de Caperucita?

2.- Los pájaros y ¿qué
otros animales se encontraba caperucita al cruzar el
bosque?

3.- ¿Cómo tenía la voz
el lobo?

4.- ¿De qué color era el
gorro de la abuelita?

5.- ¿A quién le pidió
ayuda el cazador?

6.- ¿Cómo llamó el
lobo a la puerta?

7.- ¿Quién pensó que
no estaba lejos la casa de la abuelita de Caperucita?

8.- ¿Qué hizo el lobo cuando
se metió en la cama y se puso el gorro de la
abuelita?

9.- ¿Qué quería
llevarle Caperucita a su abuelita, además de los
pasteles?

10.- Caperucita y su abuelita no sufrieron
más que…

Actividades de
Extensión:

  • a) Identifique los
    personajes.

  • b) Dibuje a los
    personajes.

  • c) Diseñe un Mecanismo
    Interno.

  • d) Busque palabras nuevas en el
    diccionario.

  • e) Con las palabras nuevas forme
    oraciones simples.

TEXTO N° 08

El honrado leñador

Había una vez un pobre leñador que
regresaba a su casa después de una jornada de duro
trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el río, se le
cayó el hacha al agua. Entonces empezó a lamentarse
tristemente: ¿Cómo me ganaré el sustento
ahora que no tengo hacha?

Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa
aparecía sobre las aguas y dijo al
leñador:

Espera, buen hombre: traeré tu hacha.

Se hundió en la corriente y poco después
reaparecía con un hacha de oro entre las manos. El
leñador dijo que aquella no era la suya. Por segunda vez
se sumergió la ninfa, para reaparecer después con
otra hacha de plata.

Tampoco es la mía dijo el afligido
leñador.

Por tercera vez la ninfa buscó bajo el agua. Al
reaparecer llevaba un hacha de hierro.

¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la
mía!

Pero, por tu honradez, yo te regalo las otras dos. Has
preferido la pobreza a la mentira y te mereces un
premio.

CUESTIONARIO

1.- ¿De qué era el hacha que
sacó la segunda ninfa del agua?.

  • a) De plata

  • b) De Bronce

  • c) De hierro

2.- ¿A quién se le
cayó el hacha al agua?

  • a) A la ninfa

  • b) Al leñador

  • c) Al duende

3.- ¿Quién le recuperó
el hacha al leñador?

  • a) El hombre rana

  • b) La rana

  • c) La Ninfa

4.- ¿De qué material estaba
construida la primera hacha que sacó la ninfa del
agua?

  • a) De plata

  • b) De cobre

  • c) De oro

5.- ¿Qué lugar estaba
cruzando el leñador cuando se le cayó el hacha al
agua?

  • a) Un túnel

  • b) Un viaducto

  • c) Un puentecillo

6.- ¿De qué material estaba
construida la tercera hacha que sacó la ninfa del
agua?

  • a) De madera

  • b) De acero

  • c) De hierro.

7.- El leñador prefirió la
pobreza a la …

  • a) Recompensa

  • b) A la mentira

  • c) A la verdad

8.- ¿Cuántas hachas le
regaló la ninfa al leñador?

  • a) Dos

  • b) Una

  • c) Tres

9.- ¿De dónde regresaba el
leñador cuando perdió el hacha?

  • a) De una jornada dura de
    trabajo

  • b) De unas vacaciones

  • c) De una
    excursión

10.- ¿Quién dijo
:"Cómo me ganaré el sustento ahora que no tengo
hacha"?

  • a) El leñador

  • b) El guarda

  • c) La ninfa.

TEXTO N° 09

LA ABUELITA

Abuelita es muy vieja, tiene muchas arrugas y el pelo
completamente blanco, pero sus ojos brillan como estrellas,
sólo que mucho más hermosos, pues su
expresión es dulce, y da gusto mirarlos. También
sabe cuentos maravillosos y tiene un vestido de flores grandes,
grandes, de una seda tan tupida que cruje cuando anda.

Abuelita sabe muchas, muchísimas cosas, pues
vivía ya mucho antes que papá y mamá, esto
nadie lo duda. Tiene un libro de cánticos con recias
cantoneras de plata; lo lee con gran frecuencia. En medio del
libro hay una rosa, comprimida y seca, y, sin embargo, la mira
con una sonrisa de arrobamiento, y le asoman lágrimas a
los ojos.

¿Por qué abuelita mirará así
la marchita rosa de su devocionario? ¿No lo sabes? Cada
vez que las lágrimas de la abuelita caen sobre la flor,
los colores cobran vida, la rosa se hincha y toda la sala se
impregna de su aroma; se esfuman las paredes cual si fuesen pura
niebla, y en derredor se levanta el bosque, espléndido y
verde, con los rayos del sol filtrándose entre el follaje,
y abuelita vuelve a ser joven, una bella muchacha de rubias
trenzas y redondas mejillas coloradas, elegante y graciosa; no
hay rosa más lozana, pero sus ojos, sus ojos dulces y
cuajados de dicha, siguen siendo los ojos de abuelita.

Sentado junto a ella hay un hombre, joven, vigoroso,
apuesto. Huele la rosa y ella sonríe – ¡pero ya no
es la sonrisa de abuelita! – sí, y vuelve a
sonreír. Ahora se ha marchado él, y por la mente de
ella desfilan muchos pensamientos y muchas figuras; el hombre
gallardo ya no está, la rosa yace en el libro de
cánticos, y… abuelita vuelve a ser la anciana que
contempla la rosa marchita guardada en el libro.

Ahora abuelita se ha muerto. Sentada en su silla de
brazos, estaba contando una larga y maravillosa
historia.

– Se ha terminado -dijo- y yo estoy muy cansada; dejadme
echar un sueñecito.

Se recostó respirando suavemente, y quedó
dormida; pero el silencio se volvía más y
más profundo, y en su rostro se reflejaban la felicidad y
la paz; habríase dicho que lo bañaba el sol… y
entonces dijeron que estaba muerta.

La pusieron en el negro ataúd, envuelta en
lienzos blancos. ¡Estaba tan hermosa, a pesar de tener
cerrados los ojos! Pero todas las arrugas habían
desaparecido, y en su boca se dibujaba una sonrisa. El cabello
era blanco como plata y venerable, y no daba miedo mirar a la
muerta. Era siempre la abuelita, tan buena y tan querida.
Colocaron el libro de cánticos bajo su cabeza, pues ella
lo había pedido así, con la rosa entre las
páginas. Y así enterraron a abuelita.

En la sepultura, junto a la pared del cementerio,
plantaron un rosal que floreció espléndidamente, y
los ruiseñores acudían a cantar allí, y
desde la iglesia el órgano desgranaba las bellas canciones
que estaban escritas en el libro colocado bajo la cabeza de la
difunta.

La luna enviaba sus rayos a la tumba, pero la muerta no
estaba allí; los niños podían ir por la
noche sin temor a coger una rosa de la tapia del cementerio. Los
muertos saben mucho más de cuanto sabemos todos los vivos;
saben el miedo, el miedo horrible que nos causarían si
volviesen. Pero son mejores que todos nosotros, y por eso no
vuelven.

Hay tierra sobre el féretro, y tierra dentro de
él. El libro de cánticos, con todas sus hojas, es
polvo, y la rosa, con todos sus recuerdos, se ha convertido en
polvo también. Pero encima siguen floreciendo nuevas rosas
y cantando los ruiseñores, y enviando el órgano sus
melodías. Y uno piensa muy a menudo en la abuelita, y la
ve con sus ojos dulces, eternamente jóvenes. Los ojos no
mueren nunca.

Los nuestros verán a abuelita, joven y hermosa
como antaño, cuando besó por vez primera la rosa,
roja y lozana, que yace ahora en la tumba convertida en
polvo.

(Hans Christian Andersen)

CUESTIONARIO

1.- ¿ En que se convirtió el
libro de cánticos de la abuelita?.

  • a) En polvo

  • b) En Flor

  • c) En un órgano

2.- ¿ Los muertos del cuento de
Andersen saben mucho más de cuánto sabemos todos
los seres vivos ?

  • a) No, no saben nada.

  • b) Sí, saben el miedo
    horrible que nos causarían si volviesen.

  • c) Tal vez, no.

3.- ¿Podían ir por la noche
los niños a la tumba dela abuelita a coger una rosa sin
miedo?

  • a) No.

  • b) Algunas veces.

  • c) Sí.

4. ¿Qué pájaros
acudían a la pared del cementerio a cantarle a la
abuelita?

  • a) Canarios.

  • b) Jilgueros.

  • c) Ruiseñores.

5. ¿Qué le pusieron a la
abuelita debajo de su cabeza en el ataúd?

  • a) Una almohada.

  • b) Un cojín.

  • c) El libro de
    cánticos.

6. ¿De qué color era el
lienzo que envolvía a la abuelita en el
ataúd?

  • a) Negro.

  • b) Blanco.

  • c) Blanco y negro.

7. ¿Cual de las siguientes
afirmaciones no es cierta?

  • a) Sentada en su silla de brazos,
    estaba contando una larga y maravillosa historia.

  • b) Ahora abuelita ha
    resucitado.

  • c) Se ha terminado -dijo- y yo
    estoy muy cansada; dejadme echar un
    sueñecito.

8. ¿Cuál de las siguientes
afirmaciones es cierta?

  • a) Cada vez que las
    lágrimas de la abuelita caen sobre la flor, los
    colores cobran vida, la rosa se hincha y toda la sala se
    impregna de su aroma.

  • b) Cada vez que las
    lágrimas de la abuelita caen sobre la flor, los
    colores cobran vida, la rosa se debilita y toda la sala se
    impregna de su aroma.

  • c) Cada vez que las
    lágrimas de la abuelita caen sobre la flor, los
    colores pierden vida, la rosa se hincha y toda la sala se
    impregna de su aroma.

9. ¿De que son las cantoneras del
libro de cántico de la abuelita?

  • a) De plata.

  • b) De cartón.

  • c) De aluminio.

10. ¿De qué tejido era el
vestido de flores de la abuelita?

  • a) De seda.

  • b) De lana.

  • c) De fibra.

TEXTO N° 10

Ricitos de Oro

Una tarde se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a
recoger flores. Cerca de allí había una
cabaña muy linda, y como Ricitos de Oro era una
niña muy curiosa, se acercó paso a paso hasta la
puerta de la casita. Y empujó.

La puerta estaba abierta. Y vio una mesa.

Encima de la mesa había tres tazones con leche y
miel. Uno, grande; otro, mediano; y otro, pequeñito.
Ricitos de Oro tenía hambre y probó la leche del
tazón mayor. ¡Uf! ¡Está muy
caliente!

Luego probó del tazón mediano. ¡Uf!
¡Está muy caliente! Después probó del
tazón pequeñito y le supo tan rica que se la
tomó toda, toda.

Había también en la casita tres sillas
azules: una silla era grande, otra silla era mediana y otra silla
era pequeñita. Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla
grande, pero ésta era muy alta. Luego fue a sentarse en la
silla mediana, pero era muy ancha. Entonces se sentó en la
silla pequeña, pero se dejó caer con tanta fuerza
que la rompió.

Entró en un cuarto que tenía tres camas.
Una era grande; otra era mediana; y otra,
pequeñita.

La niña se acostó en la cama grande, pero
la encontró muy dura. Luego se acostó en la cama
mediana, pero también le pereció dura.

Después se acostó en la cama
pequeña. Y ésta la encontró tan de su gusto,
que Ricitos de Oro se quedó dormida.

Estando dormida Ricitos de Oro, llegaron los
dueños de la casita, que era una familia de Osos, y
venían de dar su diario paseo por el bosque mientras se
enfriaba la leche.

Uno de los Osos era muy grande, y usaba sombrero, porque
era el padre. Otro era mediano y usaba cofia, porque era la
madre. El otro era un Osito pequeño y usaba gorrito: un
gorrito pequeñín. El Oso grande gritó muy
fuerte:

-¡Alguien ha probado mi leche!

El Oso mediano gruñó un poco menos
fuerte:

-¡Alguien ha probado mi leche!

El Osito pequeño dijo llorando y con voz
suave:

-¡Se han tomado toda mi leche!

Los tres Osos se miraron unos a otros y no sabían
qué pensar. Pero el Osito pequeño lloraba tanto que
su papá quiso distraerle. Para conseguirlo, le dijo que no
hiciera caso, porque ahora iban a sentarse en las tres sillitas
de color azul que tenían, una para cada uno.

Se levantaron de la mesa y fueron a la salita donde
estaban las sillas.

¿Que ocurrió entonces?

El Oso grande grito muy fuerte:

-¡Alguien ha tocado mi silla!

El Oso mediano gruñó un poco menos
fuerte:

-¡Alguien ha tocado mi silla!

El Osito pequeño dijo llorando con voz
suave:

-¡Se han sentado en mi silla y la han
roto!

Siguieron buscando por la casa y entraron en el cuarto
de dormir. El Oso grande dijo:

-¡Alguien se ha acostado en mi cama!

El Oso mediano dijo:

-¡Alguien se ha acostado en mi cama!

Al mirar la cama pequeñita, vieron en ella a
Ricitos de Oro, y el Osito pequeño dijo:

-¡Alguien está durmiendo en mi
cama!

Se despertó entonces la niña, y al ver a
los tres Osos tan enfadados, se asustó tanto que dio un
brinco y salió de la cama.

Como estaba abierta una ventana de la casita,
saltó por ella Ricitos de Oro, y corrió sin parar
por el bosque hasta que encontró el camino de su
casa.

Anónimo

CUESTIONARIO DE
COMPRENSION:

1. ¿Qué estaba haciendo
Risitos de Oro en el bosque, antes de entrar en la
cabaña?

2. ¿Cuántos tazones de los
que estaban encima de la mesa tenían la leche muy
caliente?

3. ¿Cuál de las tres sillas
azules era muy ancha?

4. ¿En cuál de las tres camas
se acostó Risitos de Oro?

5. ¿Cuál de los tres osos
usaba sombrero?

6. ¿De quién era la silla
azul que se rompió?

7. ¿Por dónde salió
Risitos de Oro de la cabaña?

8. ¿Quién dijo: "Se han
tomado toda mi leche"?

9. ¿Qué estaban esperando que
se enfriara la familia de osos, mientras daban su paseo diario
por el bosque?

10. ¿Qué tenía la
leche que tomaban los osos?

TEXTO N° 11

FARA Y EL VIEJO
COCODRILO

Érase una vez dos hermanas, Rapela y Fara, que
vivían en Madagascar y gustaban de jugar a la orilla del
río. Tan sólo de vez en cuando la madre les daba
permiso, pues muchos cocodrilos rondaban por aquellos parajes. Un
día, tanto le suplicaron Rapela y Fara, que no supo la
buena madre negarles el permiso; accediendo a sus preces,
así las amonestó:

-Vayan, pero guárdense de burlarse de
Ikakinidriaholomamba. El viejo cocodrilo -añadió la
madre- tiene muy mal talante y el peor de los genios; si se mofan
él, las devorará.

Las dos hermanitas prometieron obedecer, y se fueron
alegres para jugar con las piedras del río.

Muy pronto Ikakinidriaholomamba asomó entre los
cañaverales para distraer su ocio con el juego de las
niñas; éstas lo vieron y como, en verdad, el viejo
cocodrilo era enormemente feo, Fara, que había olvidado
los consejos de su madre, exclamó:

¡Oh, oh, qué viejo está
padre Cocodrilo!

¡Y qué cabeza tan
hundida!

¡Y qué ojos tan
hinchados!

¡Y qué vientre tan lleno de
arrugas!

¡Y cuántas escamas tiene en su
cuerpo!

Por lo que Ikakinidriaholomamba, enfurecido,
trepó hasta la orilla para alcanzarlas; mas ellas
corrieron, ligeras como galgos, llegando salvas al
hogar.

-Bien, hijitas, bien -preguntó la madre- fueron
prudentes y cautas, ¿no es cierto?

-¡Oh, mamá! -contestó Rapela-.
¡El viejo Cocodrilo intentó zamparse a
Fara!

-¡Ah! -exclamó la madre moviendo la
cabeza-. ¡Fara se habrá burlado de él!
¡Es menester saber moderar la lengua, hijitas
mías!

A la mañana siguiente, las hermanas retornaron al
río y nuevamente emprendieron sus juegos con las
piedrecillas de la orilla.

Rapela se divertía mucho, sin cuitas de
ningún género; mas Fara, intranquila con el
recuerdo de las burlas del día anterior, contemplaba a
Ikakinidriaholomamba que, ojos cerrados, permanecía
tumbado a lo largo de un tronco de árbol.

Era horriblemente feo, y Fara, sin poderse contener, se
dijo de nuevo entre dientes:

¡Oh, qué viejo está padre
Cocodrilo!

¡Y qué cabeza tan hundida!

¡Y qué ojos tan hinchados!

¡Y qué vientre tan lleno de
arrugas!

¡Y cuántas escamas tienen en su
cuerpo!

Mas esta vez fue la vencida, ya que el Cocodrilo le
echó el diente y la engulló.

En vano la desventurada Rapela imploró al
monstruo para que le devolviese a su hermana; aquél se
había sumergido ya en la corriente, dejándola
triste y sin consuelo.

Los padres de Fara corrieron a la orilla y, llegados al
lugar, la madre así imploró al viejo
Cocodrilo:

-¡Oh, Mamba, devuélvenos a Fara! ¡En
verdad ella fue muy mala, pero es tanta nuestra angustia que bien
podrías devolvérnosla!

A lo que Ikakinidriaholomamba respondió, imitando
la voz de Fara:

-Sí, sí, buena señora. Acudan en
busca de su Fara. Pero Fara tiene la lengua muy larga.

Busquen a Fara. ¡Y qué cabeza tan
hundida!

Busquen a Fara. ¡Y qué ojos tan
hinchados!

Busquen a Fara. ¡Y qué vientre tan lleno de
arrugas!

Busquen a Fara. ¡Y cuántas escamas tiene en
el cuerpo!

"Así hablaba la niña, ¿no es
cierto?"

La pobre madre quedó abatida ante tal
réplica y, dirigiéndose a su marido, le
dijo:

-¡Háblale tú al Cocodrilo, a ver si
lo convences!

Entonces el padre de Fara gritó:

-¡Oh, Mamba, devuélvenos a Fara! ¡En
verdad, ella fue muy mala, pero es tanta nuestra desdicha que
bien podrías compadecerte y
devolvérnosla!

Mas Ikakinidriaholomamba le respondió:

" -Sí, sí, mi viejo. Acudan en busca de su
Fara. Pero Fara tiene la lengua muy larga.

Busquen a Fara. ¡Y qué cabeza tan
hundida!

Busquen a Fara. ¡Y qué ojos tan
hinchados!

Busquen a Fara. ¡Y qué vientre tan lleno de
arrugas!

Busquen a Fara. ¡Y cuántas escamas tiene en
el cuerpo!

"Así hablaba la niña, ¿no es
cierto?"

Los desventurados padres estaban descorazonados, cuando
la madre propuso:

-¿Y si le ofreciéramos algo a cambio de
Fara?

-Ofrezcámosle un buey -dijo el padre. Y la madre
voceó:

-¡Oh, Mamba! Un buey te daremos por
Fara.

Ikakinidriaholomamba se dirigió a su prisionera y
le dijo:

-Contesta a tu madre, que estoy muy cansado.

Y Fara gritó:

-¡Madre, mi buena madre, Mamba no quiere
aceptar!

Entonces el padre, mejorando la oferta,
clamó:

-¡Oh, Mamba, diez bueyes te daremos por
Fara!

Y Fara, nuevamente, gritó:

-¡Padre, querido padre, Mamba no quiere
aceptar!

Rapela contempla a sus padres y ofrece:

-¡Oh, Mamba, veinte bueyes te daremos, si me
devuelves la hermana!

Y Fara también esta vez
contestó:

-¡Rapela, mi dulce hermana, Mamba no quiere,
no!

Entonces la madre, desesperada, clamó
fuertemente:

-¡Oh, Mamba, cien bueyes te daremos por nuestra
Fara!

El viejo Cocodrilo, que era muy glotón,
pensó que cien bueyes bien valían el rescate de una
niña, y murmuró:

-Bien, bien; me place la oferta; preparen los cien
bueyes.

Y Fara, llena de contento, desde el vientre del
Cocodrilo contestó:

-¡Madre, oh madre, Mamba aceptó
ya!

Rapela y sus padres corrieron a la villa con harta
turbación, porque ellos tan sólo poseían
veinte bueyes. Fueron al encuentro de parientes y amigos, y
éstos, para que no se menoscabara el rescate de Fara, les
prestaron cuantos bueyes hubieron menester para completar la
oferta.

Los aldeanos reunieron los cien bueyes y se dirigieron
hacia la ribera.

Así que el viejo Cocodrilo divisó al
rebaño soltó a Fara para aproximarse a la orilla,
pero los labriegos habían colocado a la cabeza del
rebaño al toro más poderoso y feroz; éste se
lanzó sobre Ikakinidriaholomamba y con sus enormes cuernos
le vació los ojos; cundió el ejemplo y los
demás bueyes lo pisotearon hasta darle muerte
cruel.

Así el viejo Cocodrilo halló un muy
desgraciado fin, quedándose sin un solo buey por haber
apetecido muchos.

Cuando Fara, se vio nuevamente bajo el techo del hogar,
se hizo el propósito firme de no hablar más de la
cuenta en lo futuro y de medir las palabras en el resto de sus
días.

(Anónimo )

1. ¿Cuántas veces se
metió Fara con el viejo cocodrilo?

2. ¿Cómo tenía
los ojos el viejo cocodrilo?

3. ¿Qué le
imploró Rapela al viejo cocodrilo?

4. ¿Cuántos bueyes le
ofreció el padre de Fara a Mamba en la segunda
propuesta?

5. ¿Cómo decía
el viejo cocodrilo que tenía la lengua
Fara?

6. ¿Cuántos bueyes
ofreció Rapela por la liberación de
Fara?

7. ¿Quiénes reunieron
los cien bueyes del acuerdo con el viejo cocodrilo para
liberar a Fara?

8. ¿A quién colocaron
los labriegos al frente del rebaño?

9. ¿Con qué parte de su
cuerpo le vació los ojos el toro al
cocodrilo?

10. ¿Qué
propósito se hizo Fara para el resto de sus
días?

TEXTO N° 12

CÓMO LA SABIDURÍA SE
ESPARCIÓ POR EL MUNDO

En Taubilandia vivía en tiempos remotos,
remotísimos, un hombre que poseía toda la
sabiduría del mundo. Se llamaba este hombre Padre Ananzi,
y la fama de su sabiduría se había extendido por
todo el país, hasta los más apartados rincones, y
así sucedía que de todos los ámbitos
acudían a visitarlo las gentes para pedirle consejo y
aprender de él.

Pero he aquí que aquellas gentes se comportaron
indebidamente y Ananzi se enfadó con ellos. Entonces
pensó en la manera de castigarlos.

Tras largas y profundas meditaciones decidió
privarles de la sabiduría, escondiéndola en un
lugar tan hondo e insospechado que nadie pudiera
encontrarla.

Pero él ya había prodigado sus consejos y
ellos contenían parte de la sabiduría que, ante
todo, debía recuperar. Y lo consiguió; al menos
así lo pensaba nuestro Ananzi.

Ahora debía buscar un lugarcito donde esconder el
cacharro de la sabiduría; y, sí, también
él sabía un lugar. Y se dispuso a llevar hasta
allí su preciado tesoro.

Pero… Padre Ananzi tenía un hijo que tampoco
tenía un pelo de tonto; se llamaba Kweku Tsjin. Y cuando
éste vio a su padre andar tan misteriosamente y con tanta
cautela de un lado a otro con su pote, pensó para sus
adentros:

-¡Cosa de gran importancia debe ser
ésa!

Y como listo que era, se puso ojo avizor, para vigilar
lo que Padre Ananzi se proponía.

Como suponía, lo oyó muy temprano por la
mañana, cuando se levantaba. Kweku prestó mucha
atención a todo cuanto su padre hacía, sin que
éste lo advirtiera. Y cuando poco después Ananzi se
alejaba rápida y sigilosamente, saltó de un brinco
de la cama y se dispuso a seguir a su padre por donde quiera que
éste fuese, con la precaución de que no se diera
cuenta de ello.

Kweku vio pronto que Ananzi llevaba una gran jarra, y le
aguijoneaba la curiosidad de saber lo que en ella
había.

Ananzi atravesó el poblado; era tan de
mañana que todo el mundo dormía aún; luego
se internó profundamente en el bosque.

Cuando llegó a un macizo de palmeras altas como
el cielo, buscó la más esbelta de todas y
empezó a trepar con la jarra o pote de la sabiduría
pendiendo de un cordel que llevaba atado por la parte delantera
del cuello.

Indudablemente, quería esconder el Jarro de la
Sabiduría en lo más alto de la copa del
árbol, donde seguramente ningún mortal había
de acudir a buscarlo… Pero era difícil y pesada la
ascensión; con todo, seguía trepando y mirando
hacia abajo. No obstante la altura, no se asustó, sino que
seguía sube que te sube.

El jarro que contenía toda la sabiduría
del mundo oscilaba de un lado a otro, ya a derecha ya a
izquierda, igual que un péndulo, y otras veces entre su
pecho y el tronco del árbol. ¡La subida era ardua,
pero Ananzi era muy tozudo! No cesó de trepar hasta que
Kweku Tsjin, que desde su puesto de observatorio se moría
de curiosidad, ya no lo podía distinguir.

-Padre -le gritó- ¿por qué no
llevas colgado de la espalda ese jarro preciado? ¡Tal como
te lo propones, la ascensión a la más alta copa te
será empresa difícil y arriesgada!

Apenas había oído Ananzi estas palabras,
se inclinó para mirar a la tierra que tenía a sus
pies.

-Escucha -gritó a todo pulmón- yo
creía haber metido toda la sabiduría del mundo en
este jarro, y ahora descubro, de repente, que mi propio hijo me
da lección de sabiduría. Yo no me había
percatado de la mejor manera de subir este jarro sin incidente y
con relativa comodidad hasta la copa de este árbol. Pero
mi hijito ha sabido lo bastante para decírmelo.

Su decepción era tan grande que, con todas sus
fuerzas, tiró el Jarro de la Sabiduría todo lo
lejos que pudo. El jarro chocó contra una piedra y se
rompió en mil pedazos.

Y como es de suponer, toda la sabiduría del mundo
que allí dentro estaba encerrada se derramó,
esparciéndose por todos los ámbitos de la
tierra.

Anónimo

CUESTIONARIO

1. ¿Cómo se comportaron
la gente de Taubilandia?

2. ¿De que pensó
privarle Pedro Ananzi a toda la gente de Taubilandia por su
mal comportamiento?

3. ¿Qué llevaba Pedro
Ananzi la mañana que Kweku lo vio salir temprano de
la casa?

4. ¿De dónde llevaba
atado Pedro Ananzi la cuerda de donde pendía la
Jarra de la Sabiduría?

5. ¿Qué árbol
era donde Pedro Ananzi quiso esconder la Jarra de la
Sabiduría?

6. ¿De dónde le
recomendó el hijo de Pedro Ananzi a su padre que
llevara colgada la Jarra de la Sabiduría?

7. ¿Cuántos pedazos se
hicieron de la Jarra de la Sabiduría al chocar
contra una piedra?

8. ¿Por dónde se
esparció la sabiduría que estaba metida en la
Jarra?

9. ¿Tenía Pedro Aninza
que no tenía un pelo de tonto?

10. ¿Es verdad que Kweku le
dio a su padre una lección de
sabiduría?

TEXTO N° 13

LA LECTURA
VELOZ.[2]

La habilidad de la lectura eficiente está
volviéndose cada vez más importante en la nueva
economía del conocimiento, y permanece como la actividad
más efectiva para transformar la enorme marea de datos en
información útil, tanto en el área de la
educación como en la de los trabajos
profesionales.

Aunque los buenos lectores leen a velocidades de
más de mil palabras por minuto, con cerca del 85% de
comprensión, solamente representan el 1% del
total.

Los lectores promedio constituyen la mayoría, y
sólo alcanzan alrededor de 200 palabras por minuto, con
una comprensión típica del 60%.

Esto parece sorprendente, ya que la mayoría son
lectores activos de documentos, diarios, libros, textos
académicos y contenidos informáticos, practican
diariamente por lo menos una hora, con tan intenso entrenamiento
que uno podría suponer que deberían estar cerca de
las mejores performances, infortunadamente está lejos de
ser la situación real.

El lector promedio es 5 veces más lento que el
buen lector. Las cosas empeoran si consideramos la eficiencia de
la lectura además de la velocidad.

La eficiencia de la lectura es la velocidad de lectura
medida en relación con el grado de comprensión, y
esto equivale, en el lector promedio, al sesenta por ciento de la
cantidad de palabras leídas por minuto (es decir, sesenta
por ciento de 200 es 120 palabras comprendidas
eficientemente).

Los buenos lectores comprenden el 85% (o sea, si leen
mil palabras por minuto comprenden eficientemente 850), por lo
tanto la eficacia de estos lectores es siete veces más
grande que la de los lectores promedio.

Imaginemos los resultados del lector promedio
comparándolos con performances logradas en otras
áreas. Podemos imaginar a un atleta que practica todos los
días en la pista y luego sólo puede caminar durante
una carrera de 100 m. También podemos figurarnos a un
corredor de autos que nunca excede los 60 kilómetros por
hora, o un pianista que practica todos los días de la
semana por veinte años, y solamente es capaz de tocar
música como un principiante.

Infortunadamente, desde la edad de 12 años los
lectores no mejoran su eficiencia y nunca alcanzan su capacidad
plena.

Cada usuario de computadora que también es un
tipeador lento, sabe de los beneficios que puede obtener de un
curso de tipeo, pero ninguno sospecha los beneficios mucho
mayores que podría alcanzar mejorando su velocidad y
comprensión de lectura.

El rápido progreso del software de reconocimiento
de voz (en la computadora) puede que gradualmente haga obsoleta
la virtuosidad del tipeador, ya que un buen tipeador sólo
puede escribir a una velocidad mucho más baja que la de
las palabras pronunciadas; por otro lado, la palabra hablada por
humanos o computadoras, que tiene una velocidad promedio de 150
palabras por minuto, siempre será varias veces más
lenta que la performance alcanzada por un buen lector.

Hay tres cosas que se necesitan para un óptimo
mejoramiento de la lectura rápida: los libros, las clases
personalizadas y el software. Las tres son necesarias para
alcanzar un cambio importante de nuestra performance actual:
necesitamos los conocimientos básicos, que se pueden
obtener de un libro o del material de un taller; las clases
personalizadas (aunque se trate de un pequeño grupo), que
brinda orientación y promueve estímulos, y el
software que permite repetir una y otra vez procedimientos que
sirven como entrenamiento hasta alcanzar el dominio.

La clave es aceptar la necesidad de un esfuerzo inicial
(algo así como aprender a manejar los comandos de un
avión) para disfrutar en el mediano plazo de la enorme
ventaja de trasladarse a una altísima velocidad, en
comparación con el hecho de ir a pie o en auto.

TEST DE COMPRENSIÓN DE
LECTURA

  • 1. Comparado con el lector
    promedio, ¿el lector avanzado lee
    con…?

  • a) mayor velocidad y menor
    comprensión de lectura

  • b) mayor velocidad y mejor
    comprensión de lectura

  • c) mayor velocidad y mismo
    grado de compresión

  • 2. Los lectores que leen a
    más de 1.000 palabras por minuto
    son…

  • a) lectores
    promedio

  • b) la mayoría de los
    lectores

  • c) son la minoría del
    1%

  • 3. La velocidad promedio de
    lectura está cerca de las…

  • a) 120 palabras por
    minuto

  • b) 150 palabras por
    minuto

  • c) 200 palabras por
    minuto

  • 4. El porcentaje de
    comprensión del lector promedio está
    cerca del…

  • a) 50 %

  • b) 60 %

  • c) 85 %

  • 5. Un atleta que corre a la
    velocidad en que un lector promedio lee, corre 100
    m. en…

  • a) 10 segundos (cerca del
    tiempo récord)

  • b) 35 segundos (haciendo
    jogging)

  • c) 70 segundos (velocidad de
    caminata)

  • 6. ¿Cuál es la
    manera más efectiva de adquirir conocimiento a
    partir de la Información?

  • a) mirar TV

  • b) leer textos

  • c) oyendo a un
    conferencista

  • 7. Si un lector promedio
    fuera un corredor de autos, alcanzaría una
    velocidad máxima de…

  • a) 80 km/h

  • b) 60 km/h

  • c) 120 km/h

  • 8. La mayoría de los
    usuarios de computadoras quieren…

  • a) mejorar su
    tipeo

  • b) mejorar su
    lectura

  • c) comprar un monitor
    más grande

  • 9. ¿Qué cosa
    disminuirá la importancia del tipeo?

  • a) los correctores
    ortográficos

  • b) teclados más
    ergonómicos

  • c) el progreso en la
    técnica de reconocimiento de voz

  • 10. El mayor estímulo
    se logra con…

  • a) un buen café antes
    de leer

  • b) clases personales o
    grupales

  • c) un programa de
    computadora

  • 11. ¿Cuáles
    son las 3 cosas que se necesitan para un óptimo
    mejoramiento de la lectura?

  • a) leer sólo lo que
    nos gusta

  • b) tranquilidad, un buen
    libro y una TV

  • c) libros, clases
    personalizadas y software

TEXTO N° 14

LAS MIL Y UNA NOCHES

Cuando reinaba el califa Al-Mahdi, se presentó un
hombre llamado Isaac Saíd ante el portero del palacio y le
dijo:

    -Anúnciame al emir de los
creyentes.

    Y Rebi, el portero, le
preguntó:

    -Dime quién eres y qué
es lo que pretendes.

    Y Saíd le
respondió:

    -Yo soy un hombre que ha tenido una
visión relacionada con el emir de los creyentes y
querría contársela.

    Y el portero Rebi le
replicó:

    -¿Vaya con éste! Si la
gente no suele dar crédito a lo que ve,
¿cómo va a dárselo a lo que otros le
cuentan? Discurre otra treta mejor que ésta.

    Pero Saíd le dijo al
portero:

    Está bien; pero te prevengo
que si no pasas a anunciarle mi presencia al califa, me
valdré de otro que me haga llegar hasta él, y
entonces le contaré que te rogué que me anunciases
y te negaste.

    Pasó luego Rebi a la
cámara del califa y le dijo:

    -¡Oh, emir de los creyentes! A
la puerta hay un hombre que pretende haber tenido una
visión buena relacionada contigo y desea
contártela.

    -Pues hazle pasar -díjole
Al-Mahdi.

    Pasó Saíd a la
presencia del califa. Y dicen que era Saíd hombre de buena
planta y buena cara, y tenía unas barbas muy largas y una
lengua muy suelta. Y, al verlo, le preguntó el
califa:

    -¿Qué visión fue
esa que tuviste, así Alá te bendiga?

    -Vi a alguien que venía a
mí en un sueño y me decía: "Anúnciale
al emir de los creyentes que se sentará en el trono por
espacio de treinta años y, en señal de eso,
verá la próxima noche en su sueño un
rubí y luego treinta rubíes más".

    Al oír aquello exclamó
Al-Mahdi:

    -¡Qué bello
sueño! He de probar lo que dices en mi sueño esta
noche, y si se confirma tu anuncio, te daré más de
lo que pudieras ambicionar; y si no fuera así, no te he de
castigar, pues los sueños dicen una veces la verdad y
otras nos engañan.

    Luego que acabó de hablar el
califa, le dijo Saíd:

    -¡Oh, emir de los creyentes!
Cuando yo vuelva a mi casa y le cuente a mi familia que tuve el
honor de llegar hasta el califa (Alá le colme de mercedes)
y me vean que vuelvo con las manos vacías,
¿qué dirán? ¡Creerán que es
mentira!

    -¿Pues qué quieres que
haga? -le dijo Al-Mahdi.

    Y le contestó
Saíd:

    -¡Oh, emir de los creyentes!
Anticípame algo a cuenta de lo prometido. Mandó
entonces el califa que le diesen diez mil monedas y le
pidió un fiador de que había de volver al
día siguiente.

Tomó Saíd el dinero y Al-Mahdi le
preguntó:

    -Bueno; ¿quién es tu
fiador?

    Miró Saíd a su
alrededor y se fijó en un mozo que allí estaba, y
dijo al califa:

-Este será mi fiador.

    Al-Mahdi preguntó al
muchacho:

    -¿Sales fiador por
él?

    Y el muchacho
exclamó:

    -Sí, emir de los creyentes. Yo
seré su faidor.

    Fuese luego Saíd de
allí con las diez mil monedas. Y sucedió que,
llegada la noche de aquel día, tuvo el califa en su
sueño la visión que Saíd le había
anunciado, todo al pie de la letra, como él le
había indicado.

    Al amanecer, Saíd se
levantó y se dirigió a la puerta del califa, y
pidió que le anunciasen su venida. Dio luego Al-Mahdi
orden de que lo introdujeran y, no bien posó en él
su mirada, le dijo:

    -¿Dónde está la
verdad de lo que me dijiste?

    Y Saíd le
replicó:

    -¿Pues qué fue lo que
vio el emir de los creyentes?

    Demoró el califa la respuesta
y dijo:

    -En verdad tuve la visión que
me dijiste, tal y como me la describiste.

    Y en el acto mandó que le
diesen tres mil dinares y diez arcas de ropas de todas clases y
tres caballerías de las mejores que en sus cuadras
había.

    Cargó Saíd con todo
aquello y se retiró muy contento. Y he aquí que, en
la puerta, se tropezó con aquel muchacho que le
había servido de fiador. 

    Y el mozo le
comentó:

    -Por lo visto ese sueño
tenía su fundamento.

    Y Saíd le
contestó:

    -¡Por Alá, que
no!

    Pero el chico le
replicó:

    -¿Cómo es eso si el
emir de los creyentes tuvo el sueño que le anunciaste con
todos sus detalles?

    -Sí -dijo Saíd-; pero
esos son delirios que no tienen padre. Pues todo se debe a que al
decirle yo al califa esas palabras impresioné su
espíritu y cautivé su corazón y ocupé
su imaginación, y al echarse luego a dormir, seguía
preocupado con aquello que tenía en su corazón y en
su sueño lo vio.

    Maravillado se quedó al
oírlo el muchacho y Saíd le dijo:

    -Ya sabes el secreto; te lo he
revelado en atención al favor que me hiciste saliendo mi
fiador. Pero, por Alá, te ruego que no lo dejes salir de
tu pecho.

    Y es el caso que, a partir de aquel
día, pasó Saíd a ser comensal del califa, el
cual se encariñó con él y lo nombró
juez y no le retiró su favor y atenciones mientras
vivió. ¡Pero Alá es más
sabio!

  Anónimo.

PRUEBA DE
COMPRENSIÓN[3]

1.- ¿Cómo se llamaba el
califa?

a) Al-Mahdi.

b) Isaac Saíd.

c) Rebi.

2.- Al califa también le
llamaban:

a) El hijo de Alá.

b) El bienaventurado de los
cielos.

c) El emir de los creyentes.

3.- El portero Rebi no dejaba entrar al
principio a Saíd porque:

a) Tenía mal aspecto.

b) La gente no suele dar crédito a
lo que cuentan.

c) No se creía el
sueño.

  4.- Isaac Saíd
tenía:

a) Una barba corta.

b) Una barba puntiaguda.

c) Una barba larga.

5.- El sueño consistía en que
el emir ocuparía el trono durante:

a) Treinta años.

b) Veinte años.

c) Diez años.

6.- La señal de la veracidad del
sueño es que el emir vería:

a) Veintiocho rubíes.

b) Un rubí y luego treinta
rubíes más.

c) Un rubí y veinte rubíes
más.

7.- Al-Mahdi dio a Saíd en
anticipo:

a) Diez mil monedas.

b) Diez arcas de ropas.

c) Tres caballerías.

8.- ¿Tenía fundamento el
sueño?

a) Sí.

b) No.

c) A veces.

9.- ¿Por qué el emir tuvo el
sueño anunciado?

a) Porque los sueños son siempre
realidad.

b) Porque Saíd era brujo.

c) Porque se acostó pensando en lo
que le dijo Saíd.

10.- El califa Al-Mahdi nombró a
Saíd:

a) Juez.

b) Intérprete de
sueños.

c) Amigo oficial.

TEXTO 15

EL LENGUAJE DE LAS AVES

Eran tiempos de guerra entre moros y cristianos en la
vega de Granada, y María no solía alejarse sin
escolta del castillo en que vivía. Sin embargo, rodeada de
arcabuces y ballestas se sentía prisionera. Con ella
estaba siempre Hernando, un joven morisco cuya presencia le era
tan grata que las cosas parecían más hermosas
cuando él estaba cerca.

    Una tarde abandonaron ambos el
castillo y marcharon por senderos estrechos y escarpados,
flanqueados de viejísimos olivos. Los dos se detuvieron a
contemplar un antiguo castillo moro, casi destruido por las
guerras y los años. Desde una quebrada llegaba el canto
claro y sonoro de una avecilla.

    -¿Qué pájaro es
ése? -preguntó María admirada.

    -Es el ruiseñor, que llama a
su compañera -respondió Hernando.

    -Pero ¿no suele el
ruiseñor cantar de noche?

    -Canta noche y día, y todas
las horas parecen ser escasas para sus gorjeos. Pero con la noche
cesan los ruidos, y hay quietud para oír lo que durante el
día no suele oírse. 

    -¿Es cierto que los
pájaros hablan unos con otros? -preguntó
María.

    -Al menos pueden entenderse entre
ellos.

    -Siendo yo muy niña pensaba
que los animales y aun las cosas podían hablar como las
personas, y disfrutaba oyendo historias de hombres sabios que
entendían el lenguaje de las aves y de las plantas.
¿Conoces tú estas bellas leyendas

    -Aún se cuentan en Granada
algunas de ellas; mi preferida es la del príncipe
enamorado.

    -Nárrala para mí ahora
-suplicó María, sentándose al pie de una
años a higuera silvestre.

    Hace largos años había
en Granada un rey despótico y cruel, al que temían
todos sus súbditos. Su hijo mayor, el príncipe
Hassán, por el contrario, era bondadoso y gustaba de
mezclarse con campesinos y gentes sencillas. Y ocurrió que
el príncipe se enamoró de la hija de un labrador de
la vega llamado Abahul.

    Los jóvenes mantenían
en secreto su amor. Pero los rumores son más veloces que
el viento; el rey se enteró y prohibió a su hijo
que viese a la labradora. El príncipe le respondió
que deseaba tener a la hija de Abahul como esposa. Enfurecido, el
rey le encerró en la Alhambra, en lo más alto de la
torre que llaman de Comares, sin más
compañía que la de un hosco carcelero.

Pasaba Hassán las horas en la más completa
soledad, mirando entristecido hacia la vega. Cientos de aves
volaban cerca de la torre. El observaba sus vuelos y oía
sus cantos, y así entretenía su ocio y calmaba su
tristeza. Al cabo de los meses, el príncipe llegó a
comprender el lenguaje de los pájaros.

    Una mañana cayó a sus
pies una tórtola herida. Hassán la tomó con
cuidado y restañó sus heridas; luego calmó
su sed y le habló en el lenguaje de las aves. Durante los
días en que permaneció en la torre, la tortolica y
el príncipe llegaron a ser grandes amigos. Ella le contaba
hermosas historias del aire y él le confió la causa
de su tristeza. Sanó al fin el ave y una luminosa
mañana Hassán la puso en libertad aunque con gran
pena, pues con su marcha tornaba a la soledad.

    Voló la tórtola hacia
la vega y Hassán siguió su vuelo hasta que la vio
perderse en la lejanía. Cayó entonces en un
profundo abatimiento, y así permaneció hasta que al
atardecer se posó la tórtola en el
ajimez.

    Ella le contó que había
visto a la hermosa hija del labrador llorando en el
jardín. Aumentó entonces de tal manera el dolor y
el abatimiento de Hassán que no quería tomar
alimento ni bebida alguna.

    Salió la Luna y se volvieron
de plata las aguas del Darro. A lo lejos, coronadas de blancos
resplandores, se alzaban las cumbres de Sierra Nevada.
Cantó el ruiseñor y sus trinos eran más
claros que las aguas del río. Pero el príncipe
miraba y no veía la hermosura de la montaña,
oía y no escuchaba el canto del ruiseñor. El alba
lo encontró acodado en el ajimez, mirando tristemente
hacia la vega.

    Reunió entonces la
tórtola a las aves de la llanura y del monte, y juntas
deliberaron la manera de sacar a Hassán de su
prisión. Al atardecer, cientos y cientos de aves llegaron
a la orilla de la Alhambra.

    Estaba el carcelero de vigilancia. La
llave pendía de su cuello, y el candado tenía dadas
tres vueltas. De pronto, el aire se hizo música.
Escuchó sorprendido: ¿Qué era aquel sonido
suavísimo que descendía de la torre? Nunca
había oído nada semejante… Cantaban las aves y el
carcelero las oía embelesado. ¡Qué hermosa
melodía! Pero entre aquellos gruesos muros llegaba
débilmente. Subió unos peldaños; la
música era más clara. Subió un poco
más; las notas descendían cristalinas y dulces.
Subió y subió hasta llegar a lo más alto.
Pinzones, calandrias, verdecillos, ruiseñores…
desgranaban unidos sus trinos. Salió entonces la Luna y un
ensueño maravilloso se apoderó de él. Con el
alba, el carcelero despertó sobresaltado de su
encantamiento. ¡La llave no pendía de su cuello! La
vega despertaba al sol de la mañana, y el príncipe
y la hija de Abahul cabalgaban hacia tierras de
Córdoba.

    Terminó Hernando su
narración y el ruiseñor aún seguía
cantando. 

    -¡Qué hermoso canto!
-susurró María-. No me extraña el
ensueño del carcelero. ¿Crees tú, Hernando,
que es posible comprender el lenguaje de las
aves? 

    -No como Hassán. Pero,
observando sus costumbres y sus cantos, se puede llegar a
entenderlas. Caía la tarde cuando iniciaron la vuelta. Una
pareja de palomas salió del olivar y se dirigió al
castillo. María las siguió con la mirada; volaban a
la par y era su vuelo tranquilo y vigoroso. Se posaron en una de
las torres, arrullándose, dándose los picos,
ahucando las plumas.

    -Ese es el lenguaje de amor de las
palomas, ¿no es cierto? -preguntó María.
-Así parece. Y creo que se sienten muy
felices. 

    Alzó María de nuevo la
vista y su corazón latió angustiado. ¡En el
paso de ronda había aparecido un ballestero! María
ahogó un grito, y sobre las almenas cayó una paloma
con el pecho atravesado.

    Voló espantada su
compañera, pero no se alejó; describía
círculos a su alrededor, con vuelos desiguales.
María gritaba en silencio: "¡Vuela lejos, paloma!".
Los círculos eran cada vez más cerrados, el vuelo
más inseguro, la inquietud mayor, y al fin, la paloma fue
a posarse junto a su compañera caída. La
arrulló, le ofreció el pico, atusó
suavemente sus plumas… y, como no pudiera despertarla,
abrió la cola y correteó desesperada
invitándola a levantar el vuelo. Se alzó un
instante y, de nuevo, fue a posarse a su lado.

    Dudó un momento el ballestero,
pero al fin tensó la ballesta y la paloma cayó
sobre las almenas. 

    -¿Sabes, Hernando, si el amor
es más hermoso que la vida? -preguntó María
apesadumbrada. Hernando no supo hallar respuesta. El silencio se
hizo doloroso y María penetró en el castillo.
Concha López Narváez

    La tierra del Sol y la
Luna.

(Adaptación)

PRUEBA DE COMPRENSIÓN

1.- María y Hernando vivían
en:

a) Granada.

b) Córdoba.

c) Sevilla.

2.- Una tarde escucharon el canto
de:

a) Una calandria.

b) Un pinzón.

c) Un ruiseñor.

3.- ¿De qué hablaban
María y Hernando?

a) Del silencio de la noche.

b) Del lenguaje de los
pájaros.

c) De las guerras entre moros y
cristianos.

4.- Una leyenda de Granada hablaba
de:

a) Castillos y almenas.

b) Pájaros cantores.

c) El príncipe
Hassán.

5.- El príncipe Hassán se
enamoró de: 

a) La hija del labrador Abahul.

b) María.

c) Una princesa cristiana.

6.- El rey enfurecido lo encerró en
la torre de:

a) La mezquita.

b) Comares.

c) Un castillo abandonado.

7.- Hassán se hizo amigo
de:

a) Un ruiseñor.

b) Una paloma.

c) Una tórtola herida.

8.- El canto de cientos de aves lograron
que:

a) El carcelero cayera en un ensueño
maravilloso.

b) Todos se pusieran contentos y
alegres.

c) El aire se llenó de
música.

9.- Hassán y la hija de Abahul se
dirigieron a:

a) Granada.

b) Córdoba.

c) Sevilla.

10.- Al ver morir a las dos palomas,
María se preguntó:

a) Si el amor es más hermoso que la
vida.

b) Si el hombre puede entender a las
aves.

c) Si era justa una muerte
así.

TEXTO N° 16

POEMA DEL CID

En Valencia con los suyos vivía el Campeador; Con
él estaban sus yernos, Infantes de Carrión. Un
día que el Cid dormía en su escaño, sin
temor, un mal sobresalto entonces, sabed, les
aconteció: Escapose de una jaula, saliendo fuera, un
león. 

Los que estaban en la Corte sintieron un gran
temor; recogiéronse sus mantos los del buen
Campeador, y rodean el escaño en guarda de su
señor. Allí Fernando González, infante
de Carrión, ni en las salas ni en la torre
ningún refugio encontró; 

metiose bajo el escaño, tan grande fue su
pavor. Diego González, el otro, por la puerta se
salió diciendo con grandes gritos: -¡Ay, que no
veré Carrión! Tras la viga de un lagar metiose
con gran temor; todo el manto y el brial sucios de
allí los sacó. 

En esto que se despierta el que en buen hora
nació; de sus mejores guerreros cercado el
escaño vio: -¿Qué pasa aquí, mis
mesnadas? ¿Qué queréis? ¿Qué
aconteció? -Es que, mi señor honrado, un susto
nos dio el león. Apoyándose en el codo, en pie
el Cid se levantó: El manto se pone al cuello y
encaminose al león. La fiera, cuando vio al Cid, al
punto se avergonzó; allí bajó la
cabeza, y ante él su faz humilló. Nuestro Cid
Rodrigo Díaz por el cuello lo tomó, y lo lleva
de la mano, y en la jaula lo metió. A maravilla lo
tiene todo el que lo contempló. Volviéronse
hacia la sala donde tienen la reunión. Por sus dos
yernos Rodrigo preguntó, y no los halló;aunque a
gritos los llamaban, ni uno ni otro respondió, y
cuando los encontraron, los hallaron sin color. No vieseis
allí qué burlas hubo en aquella
ocasión; mandó que tal no se hiciese nuestro
Cid Campeador. Sintiéronse avergonzados Infantes
de Carrión.

CUESTIONARIO

1.- ¿Cómo se llamaban las
hijas del Cid?

a) Doña Elvira y doña
Sol.

b) Doña Elvira y doña
Juana.

c) Doña Juana y doña
Sol.

2.- Sus maridos eran:

a) Los infantes de Castilla.

b) Los infantes de Valencia.

c) Los infantes de
Carrión.

3.- ¿Qué suceso
ocurrió un día?

a) Que atacaron los moros.

b) Que se escapó un león de
la jaula.

c) Que se formó una
tormenta.

4.- ¿Cómo se comportaron los
infantes de Carrión?

a) Con gran valentía.

b) Con indiferencia.

c) Con cobardía.

5.- ¿Qué hizo Fernando
González?

a) Meterse debajo del
escaño.

b) Ponerse tras la viga de un
lagar.

c) Salir corriendo.

6.- ¿Dónde se escondió
Diego González?

a) Debajo de la cama.

b) Tras la viga de un lagar.

c) Detrás de las
cortinas.

7.- ¿Quién es "el que en buen
hora nació"?

a) El Cid Campeador.

b) El infante de Carrión.

c) Fernando González.

8.- ¿Qué hizo el león
al ver al Cid?

a) Levantó la cabeza para
verlo.

b) Bajó la cabeza y humilló
su faz.

c) Emitió un rugido.

9.- ¿Qué hizo el Cid con el
león?

a) Lo soltó en el campo.

b) Lo llevó a un circo.

c) Lo llevó a la jaula.

10.- Los infantes de Carrión se
sintieron:

a) Orgullosos.

b) Avergonzados.

c) Contentos.

TEXTO N° 17

EL PIRINEO

Río Aragón. Valle Aragón. De
pronto, el paisaje se ensancha para que el viajero pueda
contemplar las gigantescas moles nevadas de "Collarada" y "La
Espata". Abajo ríe el agua como el cristal, canción
y espejo.

    Villanúa se extiende sobre la
llanura, bajo las montañas coronadas de blanco. La vida
-más de dos mil habitantes en verano y trescientos en
invierno- se desarrolla en el llano, pero en el hombre alienta
siempre una irresistible tentación de subir a la
montaña. La ilusión por las cumbres viaja con cada
vida.

    Huesca corre en este punto a su
encuentro con Francia. La región nació en los
desfiladeros pirenaicos; la huella de nuestros primeros
pobladores -lo aragonés- ha quedado presa en el
tiempo.

    Villanúa se ha dado cita en el
kilómetro 330 de la carretera de Madrid a Francia, a mitad
del camino entre Jaca y Candanchú -catorce
kilómetros en una o en otra dirección– y a ciento
tres de la capital de la provincia.

    Recuerdo las palabras de Ramón
J. Sender, cuando hablaba de Villanúa. Desde la cima de
"Collarada" el escritor veía el Atlántico. O le
parecía verlo. Mejor sería decir que lo
intuía y lo soñaba. El espejismo de la nieve
abría rutas imprevistas hacia el océano azul.
Sender sigue soñando con sus veraneos en Villanúa y
sus visiones atlánticas.

    De niño se dedicaba a espiar a
Ramón y Cajal, que también veraneaba en
Villanúa. Desde entonces, la "Fuente del Paco" ha cobrado
fama. Las gentes del lugar aseguraban que aquellas aguas
sulfurosas curaban el mal de entraña. Cajal se reía
de tales afirmaciones ingenuas, y luego, cuando creía que
no era visto, se acercaba a la fuente, sacaba con disimulo un
vaso de aluminio que llevaba guardado en el bolsillo y se echaba
sus buenos tragos.

    El paisaje es siempre sugerente, en
cualquier época del año. Junto a la carretera,
donde están los hoteles y paradores, nacen las
urbanizaciones de distinto tipo. El pueblo propiamente dicho
queda a la otra orilla del río, donde la piedra gris, casi
negra, da forma a las típicas casas
montañesas.

    El turismo impone sus
condicionamientos. El clima y el paisaje ofrecen una segura
atracción. Luego cuentan los deportes de la nieve, la caza
y la pesca.

    -¿Cómo se desenvuelve
Villanúa cuando pasa de los trescientos habitantes a los
dos mil?

    -Normalmente, puesto que hemos
previsto servicios para ese aumento de población, con el
que ya contamos todos los años. 

    Luego surgen los visitantes de paso,
los que hacen un alto en el camino, los
excursionistas.

    -Creo -dice el alcalde- que estamos
empezando. Las posibilidades son incalculables.

    Entre los recursos turísticos
sin explotar hay que citar, por derecho propio, las famosas
cuevas del "Rebejo" y de "Esjamundo". La segunda mide unos dos
kilómetros de longitud; lleva el nombre de los
descubridores y del lugar donde se encuentra.

    -La descubrieron Esteban y Javier y
el paraje se denomina "Mundo".

    Las cuevas de "Esjamundo" son como un
milagro de la naturaleza. Superan, al decir de los entendidos, a
las mallorquinas cuevas del "Drach". Son dos kilómetros de
estalactitas y estalagmitas, con recovecos sorprendentes, calles
y plazas, lagos y riachuelos.

Alfonso Zapater

Esta tierra nuestra I.

PRUEBA DE COMPRENSIÓN

1.- Cerca de Villanúa están
las cumbres de "Collarada" y:

a) "La Espata".

b) "Rebejo".

c) "Esjamundo". 

2.- ¿Cuántos habitantes tiene
Villanúa en verano?

a) Trescientos.

b) Dos mil.

c) Cinco mil.

3.- ¿Cuántos habitantes tiene
en invierno?

a) Cinco mil.

b) Dos mil.

c) Trescientos.

4.- Villanúa se encuentra
entre:

a) Huesca y Zaragoza.

b) Jaca y
Candanchú. 

c) Candanchú y
Francia. 

5.- ¿Quién veía el
Atlántico desde el "Collarada"? 

a) Ramón y Cajal.

b) Ramón
Pignatelli. 

c) Ramón J. Sender. 

6.- Ramón J. Sender solía
espiar a:

a) Ramón y Cajal.

b) Ramón Pignatelli.

c) Esteban y Javier.

7.- ¿Por qué es famosa la
"Fuente del Paco"? 

a) Porque allí bebió sus
aguas Ramón y Cajal.

b) Por sus aguas sulfurosas.

c) Porque salió en la
televisión.

8.- En Villanúa son famosas las
cuevas de "Esjamundo" y:

a) El "Rebejo".

b) El "Drach".

c) "Molinos".

9.- ¿Cuánto mide la cueva de
"Esjamundo"? 

a) Un kilómetro.

b) Tres kilómetros.

c) Dos kilómetros.

10.- ¿Quiénes descubrieron la
cueva de "Esjamundo"? 

a) Esteban y Jacinto.

b) Esteban y Javier.

c) Esmeralda y Jacinto.

TEXTO N° 18

EL GIGANTE
EGOÍSTA

Los niños, cuando salían de la escuela en
primavera, acostumbraban a jugar en el jardín del
Gigante.

    Un día, el Gigante, que era
muy egoísta, tomó la decisión de prohibir a
los niños jugar en su jardín. Pero cuando
volvió de nuevo la primavera, toda la comarca se
pobló de pájaros y flores, excepto el jardín
del Gigante. La Nieve y la Escarcha se quedaron en el
jardín para siempre.

    Así siempre fue allí
invierno. Pero un día el Gigante se arrepintió de
haber sido tan egoísta.

    Una mañana, estaba
todavía el Gigante en la cama, cuando oyó cantar a
un jilguero. Los niños habían entrado en el
jardín por un agujero, y con ellos volvió la
primavera.

    Los árboles se habían
cubierto de hojas, los pájaros volaban piando alegremente,
las flores se asomaban entre la hierba verde.

    Y el Gigante se sentía feliz
en el jardín jugando con los niños.

Oscar Wilde

PRUEBA DE
COMPRENSIÓN.

1.- ¿Dónde acostumbraban a
jugar los niños?

a) En el jardín del
enano.

b) En el jardín del
Gigante.

c) En el parque del Gigante.

2.- ¿En qué estación
juegan los niños? 

a) En otoño.

b) En verano.

c) En primavera.

3.- El Gigante era muy… 

a) Egoísta.

b) Generoso.

c) Optimista. 

4.- ¿Qué oyó cantar el
Gigante?

a) A un loro.

b) A un canario.

c) A un jilguero.

TEXTO N° 19

EL SOLDADITO DE PLOMO

Hace muchos años, cuando tus abuelos eran
pequeños, los niños jugaban con soldaditos de
plomo. Un día le regalaron una caja de ellos a un
niño muy travieso que, al abrirla, encontró uno con
una sola pierna.

    No tardó ni un minuto en
apartarle de sus juguetes preferidos. Fue al zaguán, lo
tiró a un rincón y se fue a dormir.

    Soñó que el soldadito
oía una risa burleta que provenía de una caja
entreabierta y, por ser tan valiente, fue a ver qué era.
La destapó y… un enorme monigote le hizo perder el
equilibrio, por loque cayó a la calle, lejos de su amada,
la bailarina.

    Tuvo suerte porque fue a parar a un
barco de papel que navegaba hacia el mar, pasando por aguas
peligrosas.

    Tuvo que enfrentarse con ratas y
enormes peces, hasta que uno de ellos lo
devoró.

    Pronto salió de la tripa del
pez, ya que, por casualidad, la criada fue a comprar pescado y,
al ir a limpiarlo, salió el soldado.

    Estaba a punto de echarlo al fuego
cuando la bailarina enamorada empezó a pedir auxilio y a
llorar tan fuerte que el niño se
despertó.

    -¡Qué pesadilla!
-exclamó-, restregándose los ojos. Corrió
hacia el zaguán y encontró sus viejos juguetes como
si nada.

    Pero al cerrar la puerta, algo
ocurrió: el soldadito y la bailarina estaban juntos y eran
felices.

Cuento clásico. 

PRUEBA DE
COMPRENSIÓN

1) Hace muchos años, ¿con
qué jugaban los niños?

a) A la oca.

b) Con soldaditos de plomo.

c) Con cochecitos.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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