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La violencia, una amenaza no tan silenciosa (página 2)



Partes: 1, 2

A. Aparición de ansiedad al encontrarse en
lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil
(o embarazoso) o donde, en el caso de aparecer una crisis de
angustia inesperada o más o menos relacionada con una
situación, o bien síntomas similares a la angustia,
puede no disponerse de ayuda. Los temores agorafóbicos
suelen estar relacionados con un conjunto de situaciones
características, entre las que se incluyen estar solo
fuera de casa; mezclarse con la gente o hacer cola; pasar por un
puente, o viajar en autobús, tren o
automóvil.

B. Estas situaciones se evitan (p. ej., se limita el
número de viajes), se resisten a costa de un malestar o
ansiedad significativos por temor a que aparezca una crisis de
angustia o síntomas similares a la angustia, o se hace
indispensable la presencia de un conocido para
soportarlas.

C. Esta ansiedad o comportamiento de evitación no
puede explicarse mejor por la presencia de otro trastorno mental
como fobia social (p. ej., evitación limitada a
situaciones sociales por miedo a ruborizarse), fobia
específica (p. ej., evitación limitada a
situaciones aisladas como los ascensores), trastorno
obsesivo-compulsivo (p. ej., evitación de todo lo que
pueda ensuciar en un individuo con ideas obsesivas de
contaminación), trastorno por estrés
postraumático (p. ej., evitación de
estímulos relacionados con una situación altamente
estresante o traumática) o trastorno de ansiedad por
separación (p. ej., evitación de abandonar el hogar
o la familia).

Los trastornos afectivos constituyen un grupo de
trastornos clínicos cuyo rasgo común y esencial es
una alteración del estado de ánimo unida a
problemas cognitivos, psicomotores, psicofisiológicos e
interpersonales. El estado de ánimo suele hacer referencia
a los estados emocionales sostenidos que colorean toda la
personalidad y la vida psíquica, puede estar normal,
elevado o deprimido. Los pacientes con el estado de ánimo
deprimido muestran pérdida de energía e
interés, sentimientos de culpa, problemas de
concentración, pérdida del apetito e ideas de
muerte o suicidio.

El afecto es el tono sentimental, agradable o
desagradable, que acompaña una idea. Determina la actitud
general, ya sea de rechazo, de aceptación, de huida, de
lucha o de indiferencia. Así pues, los afectos
proporcionan el impulso motivacional o componente
psicodinámico en relación con cualquier
situación de la vida y tienen un papel determinante en los
pensamientos y en las acciones de una persona en la salud y la
enfermedad.

Dentro de los trastornos del estado de ánimo se
clasifican aquellos cuya característica principal es una
alteración del humor. El DSM-IV define, por una parte,
episodios afectivos: Episodio depresivo mayor, Episodio
maníaco, Episodio mixto y Episodio hipomaníaco; de
carácter depresivo (estado de ánimo deprimido o
pérdida del interés o sensación de placer):
Trastorno depresivo mayor, Trastorno distímico, Trastorno
bipolar I, Trastorno bipolar II, Trastorno ciclotímico y
Trastorno bipolar no especificado o maníaco, (estado de
ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o
irritable). Estos episodios se combinarían generando
diversos patrones, constituyendo así los diferentes
trastornos del ánimo.

La depresión es un trastorno de la afectividad
que traduce una claudicación psicológica y
biológica del individuo y se expresa a través de
síntomas psíquicos (tristeza,
desmoralización, desinterés, pérdida de la
autoestima) y somáticos (astenia, anorexia, pérdida
de peso, trastorno del sueño, algias). Según la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10),
([24]) "el enfermo que la padece sufre humor
depresivo, pérdida de la capacidad de interesarse y
disfrutar de las cosas, disminución de su vitalidad, que
lleva a una reducción de su grado de actividad y aun
cansancio exagerado, que aparece incluso tras un esfuerzo
mínimo"

Los criterios para diagnosticar el episodio depresivo
mayor se basan en la presencia de cinco (o más) de los
siguientes síntomas durante un período de dos
semanas, que representan un cambio respecto a la actividad
previa; uno de los síntomas debe ser estado de
ánimo depresivo o pérdida de interés o de la
capacidad para el placer. ([25])

1. Estado de ánimo depresivo la mayor parte del
día, casi cada día según lo indica el propio
sujeto (p. ej., se siente triste o vacío) o la
observación realizada por otros (p. ej., llanto). En los
niños y adolescentes el estado de ánimo puede ser
irritable.

2. Disminución acusada del interés o de la
capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades,
la mayor parte del día, casi cada día (según
refiere el propio sujeto u observan los demás)

3. Pérdida importante de peso sin hacer
régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más
del 5 % del peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento
del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que
valorar el fracaso en lograr los aumentos de peso
esperables.

4. Insomnio o hipersomnia casi cada
día

5. Agitación o enlentecimiento psicomotores casi
cada día (observable por los demás, no meras
sensaciones de inquietud o de estar enlentecido)

6. Fatiga o pérdida de energía casi cada
día.

7. Sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o
inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día (no
los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar
enfermo)

8. Disminución de la capacidad para pensar o
concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea
una atribución subjetiva o una observación
ajena)

9. Pensamientos recurrentes de muerte (no sólo
temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un
plan específico o una tentativa de suicidio o un plan
específico para suicidarse.

Se sabe que aún en los países con altos
ingresos, casi el 50% de aquellos que sufren de depresión
no son identificados. La identificación temprana significa
un tratamiento más efectivo y evita la discapacidad o la
muerte por suicidio.

En la mayoría de los casos, los trastornos
depresivos pueden tratarse de forma efectiva con medicamentos
comunes y baratos y con sencillas intervenciones psicosociales.
Esto se puede lograr en los servicios de atención primaria
de salud al proporcionar una capacitación básica y
medicinas apropiadas.

El costo promedio anual, incluyendo costos
médicos, farmacéuticos y por discapacidad, para
trabajadores afectados por depresión puede llegar a ser
4,2 veces más alto que el incurrido por un asegurado
típico.

Violencia y salud
mental

La prevalencia tan significativa de la violencia
intrafamiliar constituye un serio problema de salud
pública, un obstáculo oculto para el desarrollo
socioeconómico y una violación flagrante de los
derechos humanos. En relación con el impacto de la
violencia en la salud mental, la violación y la violencia
doméstica aparecen como una causa significativa de
discapacidad y muerte entre mujeres en edad reproductiva. Las
mujeres blanco de la violencia psicológica pueden padecer
de estrés crónico y, como consecuencia,
enfermedades tales como hipertensión, diabetes, asma,
obesidad, tensión nerviosa, ataques de pánico,
trastornos del sueño, alcoholismo, abuso de drogas, baja
autoestima, trastorno por estrés postraumático y
depresión, además de heridas, hematomas, fracturas,
pérdida de capacidad auditiva, desprendimiento de la
retina, enfermedades de transmisión sexual, abortos e
incluso feminicidios. ([26]),
([27]) Las mujeres golpeadas física y
sicológicamente sufren, aparte de los ya sabidos
síntomas de altos niveles de depresión y ansiedad,
problemas de disociación, disfunciones sexuales y
perturbaciones del sueño. Todo lo que a su vez lleva a
otros problemas de salud asociados a dichas
sintomatologías.

Así, diversos estudios realizados tanto en
hospitales como en población abierta han mostrado que la
violencia ejercida por la pareja o esposo se encuentra asociada
con intentos suicidas, estrés postraumático,
ansiedad y depresión. ([28]),
([29])

Respecto a los malos tratos por la pareja, se ha
observado que las alteraciones psicopatológicas se agrupan
habitualmente en dos factores: uno referido al estrés
postraumático y el otro al malestar emocional, en el que
predomina sintomatología ansioso-depresiva, baja
autoestima e inadaptación a la vida cotidiana. La
intensidad de estas manifestaciones determinara el estado
emocional.

Las mujeres víctimas de violencia intrafamiliar
presentan altos niveles de depresión, fobias,
desórdenes obsesivo-compulsivos, ansiedad generalizada,
desorden de estrés postraumático (EPT), abuso de
alcohol y dependencia a fármacos y personalidad
antisocial. ([30]) Las mujeres que experimentan
violencia familiar, aunque sea en un nivel mínimo,
reportan niveles mucho más altos de angustia
psicológica que sus contrapartes que no tienen
experiencias violentas de parte de sus esposos.
([31]) Estudios realizados en México han
mostrado que la depresión mayor fluctúa entre el 6
y el 15% ([32]), ([33]) para la
población general, siendo más frecuente en las
mujeres que en los hombres. Dicha enfermedad ocupa el segundo
lugar entre las enfermedades mentales y se asocia con un
incremento en el número de intentos de suicidio en mujeres
en nuestro país. Asimismo, resulta de particular
relevancia el aumento en el número de suicidios consumados
por éstas en algunos estados del sureste de
México.

Finalmente, cabe resaltar los criterios para el
diagnóstico de Trastorno por Estrés
Postraumático (TEPT) ([34])

A. La persona ha estado expuesta a un acontecimiento
traumático en el que han existido 1 y 2:

1. La persona ha experimentado, presenciado o le han
explicado uno (o más) acontecimientos caracterizados por
muertes o amenazas para su integridad física o la de los
demás.

2. La persona ha respondido con un temor, una
desesperanza o un horror intensos. Nota: En los niños
estas respuestas pueden expresarse en comportamientos
desestructurados o agitados

B. El acontecimiento traumático es
reexperimentado persistentemente a través de una (o
más) de las siguientes formas:

1. Recuerdos del acontecimiento recurrentes e intrusos
que provocan malestar y en los que se incluyen imágenes,
pensamientos o percepciones. Nota: En los niños
pequeños esto puede expresarse en juegos repetitivos donde
aparecen temas o aspectos característicos del
trauma

2. Sueños de carácter recurrente sobre el
acontecimiento, que producen malestar. Nota: En los niños
puede haber sueños terroríficos de contenido
irreconocible

3. El individuo actúa o tiene la sensación
de que el acontecimiento traumático está ocurriendo
(se incluye la sensación de estar reviviendo la
experiencia, ilusiones, alucinaciones y episodios disociativos de
flashback, incluso los que aparecen al despertarse o al
intoxicarse). Nota: Los niños pequeños pueden
reescenificar el acontecimiento traumático
específico.

4. Malestar psicológico intenso al exponerse a
estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan
un aspecto del acontecimiento traumático.

5. Respuestas fisiológicas al exponerse a
estímulos internos o externos que simbolizan o recuerdan
un aspecto del acontecimiento traumático.

C. Evitación persistente de estímulos
asociados al trauma y embotamiento de la reactividad general del
individuo (ausente antes del trauma), tal y como indican tres (o
más) de los siguientes síntomas:

1. Esfuerzos para evitar pensamientos, sentimientos o
conversaciones sobre el suceso traumático.

2. Esfuerzos para evitar actividades, lugares o personas
que motivan recuerdos del trauma.

3. Incapacidad para recordar un aspecto importante del
trauma.

4. Reducción acusada del interés o la
participación en actividades significativas.

5. Sensación de desapego o enajenación
frente a los demás.

6. Restricción de la vida afectiva (p. ej.,
incapacidad para tener sentimientos de amor)

7. Sensación de un futuro desolador (p. ej., no
espera obtener un empleo, casarse, formar una familia o, en
definitiva, llevar una vida normal)

D. Síntomas persistentes de aumento de la
activación (arousal) (ausente antes del trauma), tal y
como indican dos (o más) de los siguientes
síntomas:

1. Dificultades para conciliar o mantener el
sueño.

2. Irritabilidad o ataques de ira.

3. Dificultades para concentrarse.

4. Hipervigilancia.

5. Respuestas exageradas de sobresalto.

E. Estas alteraciones (síntomas de los Criterios
B, C y D) se prolongan más de un mes.

F. Estas alteraciones provocan malestar clínico
significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.

Evaluaciones

El Cuestionario de Salud General ([35])
es un instrumento de cribado para la evaluación
preclínica y clínica de los trastornos
psicosomáticos y la frecuencia de estas perturbaciones,
mientras que el cuestionario para identificar violencia
intrafamiliar (VIF) consta de dos preguntas para identificar la
percepción de VIF según la mujer y la
detección de manifestaciones de VIF mediante 17 formas de
su expresión, señalando el miembro de la familia
que la ejerce. Esta pregunta presenta ocho situaciones de
violencia psicológica, seis de violencia física,
una de abuso sexual y dos de abandono, negligencia en los
cuidados, o ambos. El cuestionario recoge aspectos de la
depresión y comportamiento suicida, de un sentimiento
general de perturbación mental y de estrés y
agotamiento psicofísico.

La OMS recomienda el uso de un tamizado universal, que
consiste en preguntar habitualmente a todos los clientes o
pacientes, si han sido objeto de violencia doméstica
([36]). La experiencia demuestra, que investigar
sobre la violencia de género sólo cuando hay signos
obvios de lesiones no es suficiente. En general, son más
las mujeres maltratadas que presentan dolencias vagas, como dolor
crónico, dolores de cabeza, trastornos del sueño y
depresión, que traumatismos físicos. Por otra parte
tampoco existen "perfiles" claros o acabados que puedan predecir
quién es una víctima probable de maltrato. Las
mujeres divorciadas o separadas, jóvenes y de clase
socioeconómica baja son las que presentan unas tasas
más elevadas de maltrato; sin embargo, la mujer maltratada
no muestra ningún tipo característico de perfil de
personalidad.

La Encuesta Nacional de Adicciones aplicada por la
Secretaría de Salud en México,
([37]) contiene una escala de evaluación de
la violencia hacia la pareja derivada de la escala de
evaluación del peligro, de Campbell ([38]),
adaptada y utilizada en un estudio anterior por Natera y Col
([39]); la escala consta de las siguientes
preguntas:

¿Alguna vez su pareja o
expareja…

le ha gritado o humillado?

le amenazó con pegarle?

la ha golpeado?

la ha forzado a tener relaciones sexuales?

controla o ha controlado la mayor parte de sus
actividades?

ha sido golpeada por su pareja cuando estaba
embarazada?

es violento con sus hijos?

manifiesta sus celos violentamente?

la ha amenazado con matarla?; si ha amenazado con
matarla,

¿Usted cree que es capaz de hacerlo?

la ha amenazado con suicidarse, o lo ha
intentado?

¿Usted ha amenazado a su pareja con suicidarse, o
lo ha intentado?

El marco
jurídico mexicano

En materia de violencia familiar a nivel federal, la
Norma Oficial Mexicana NOM-190-SSA1-1999, Prestación de
servicios de salud. Criterios para la atención
médica de la violencia familiar, publicada el 8 de marzo
del 2000 en el Diario Oficial de la Federación (DOF) es un
instrumento jurídico útil para promover acciones
que den cuenta de la magnitud y necesidades de las
víctimas de maltrato familiar. La Norma establece "el
derecho a la protección de la salud y la plena igualdad
jurídica de los hombres y las mujeres, con lo que se
protege la organización e integración de las
familias
" y reconoce plenamente que "subsisten
aún profundas inequidades entre ellos, que propician
situaciones de maltrato y violencia hacia los miembros más
débiles (en función del sexo, la edad o la
condición física), que se manifiestan
cotidianamente. Ello ocurre tanto en el medio familiar, como en
el ámbito público
"
([40])

Se cuenta asimismo con una Ley de Asistencia y
Prevención de la Violencia Familiar, publicada en la
Gaceta Oficial del Distrito Federal el día 8 de julio de
1996 y en el Diario Oficial de la Federación el día
9 de julio del mismo año, la cual determina lo que se
consideran generadores y receptores de violencia familiar, y
define a la violencia familiar con sus modalidades de maltrato
físico, psicoemocional y sexual. En el maltrato
psicoemocional se hace referencia específica a los
niños y niñas al incluir todos aquellos actos en lo
que que se compruebe que han sido realizados "con la
intención de causar un daño moral a un menor de
edad (…), aunque se argumente como justificación la
educación y formación del menor
." En el caso
del maltrato sexual se incluyen los delitos a los que se refiere
el Título Décimo Quinto del Código Penal
para el Distrito Federal, aunque en una perspectiva asistencial y
preventiva. Asimismo, el Código Penal del Distrito Federal
tipificó como delito la violencia familiar en 1997. En esa
misma fecha se reformaron los Códigos Civil, el de
Procedimientos Civiles y el de Procedimientos Penales con
disposiciones destinadas a sancionar la violencia familiar. El
Código Civil incluyó la violencia familiar como
causal de divorcio, pérdida de la patria potestad y los
derechos de familia.

El Artículo 343 bis del Código Penal del
Distrito Federal establece que: "por violencia familiar se
considera el uso de la fuerza física o moral, así
como la omisión grave, que de manera reiterada se ejerce
en contra de un miembro de la familia por otro integrante de la
misma contra su integridad física, psíquica o
ambas, independientemente de que pueda producir o no
lesiones
."

En el caso de las entidades federativas los avances en
materia de violencia familiar son menores.
[41]Baja California cuenta desde el 4 de julio del
2003 con la Ley de Atención y Prevención de la
Violencia Intrafamiliar, el 20 de marzo del 2001 se emitió
la Ley de Prevención y Atención de la Violencia
Intrafamiliar para Sonora y el 4 de mayo del mismo año, la
Ley de Prevención, Asistencia y Tratamiento de la
Violencia Intrafamiliar de Tlaxcala y la Ley para la
Protección de la Familia de Yucatán, publicada el 8
de septiembre de 1999 y que incluye capítulos relacionados
con la violencia familiar y los derechos de la
niñez.

Leyes contra la violencia intrafamiliar.
([42])

Ley para la Prevención y atención de la
Violencia Familiar en el Estado de México. Del
Procedimiento de conciliación, Art. 23 a 38 Código
de procedimientos civiles del Estado de México. Del juicio
arbitral Art. 264 a 267. Código de procedimientos penales
del Estado de México. Instancia Conciliatoria. Art.
155.

Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia. Estado de México. 12 de agosto de 2008.
Aún no ha sido publicada

Ley de Asistencia y Prevención de la Violencia
Familiar. De los Procedimientos Conciliatorio y de Amigable
Composición o Arbitraje, Art. 18 a 20. Código de
procedimientos civiles para el Distrito Federal. Del Juicio
Arbitral. Art. 609 a 612.

Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de
Violencia del Distrito Federal. 13 de diciembre de 2007 fecha de
aprobación. 29 de enero de 2008 fecha de
publicación.

Acciones para el
cambio

La educación es, sin duda, el principal
ámbito familiar y social por el que transitan las
principales estrategias para evitar la violencia intrafamiliar,
así como una de sus consecuencias: la depresión y
el suicidio. Mediante la educación se pretende alcanzar un
estado de salud física óptima, desarrollar la
capacidad intelectual al máximo, enriquecer la estabilidad
emocional, preparar a los individuos para que sean adultos
saludables y productivos y contribuir al logro de su felicidad,
inculcándoles valores éticos como honestidad, amor
a la verdad, conciencia del deber, lealtad a los ideales,
obediencia a la autoridad justa y respeto por la dignidad humana.
Sin estos .atributos la vida carece de significado y la sociedad
se convierte en un caos que se dirige inexorablemente a diversas
maneras de patología psicológica y
social.

El aprendizaje social distingue entre adquisición
de conductas con potencial adecuado o inadecuado
(agresión, drogadicción, actos antisociales, otros)
y los factores que determinan si una persona ejecutará o
no lo aprendido. Esta situación es importante, porque no
todo lo que se aprende se realiza. Los preescolares maltratados
pueden adquirir y retener la capacidad para actuar
inadaptativamente. Tal aprendizaje no siempre se expresará
sí la conducta no tiene valor funcional para ellos; pero
si es funcional lo realizará aunque esté sancionada
social y jurídicamente.

En una sociedad moderna hay cuatro fuentes principales
que coadyuvan para la adquisición de conductas
inadaptativas y sobre las cuales la familia, las instituciones y
la sociedad en su conjunto pudieran actuar; éstas son:
([43])

1. Las influencias familiares.- Suele ser fuente
preeminente de la conducta inadaptativa, debido al modelo y
refuerzo que facilitan los miembros de la familia. Los
investigadores que han estudiado los determinantes familiares de
la conducta agresiva, informaron que hay una incidencia mucho
mayor de modelamiento agresivo familiar en el caso de los
adolescentes delincuentes que adolescentes normales.
([44]) La conducta violenta, se halla en las
semejanzas que se dan en la práctica de abusos para con
niños a través de varias generaciones. En el
contexto de la práctica disciplinaria, es en donde los
niños reciben de sus padres los ejemplos más
vívidos de la manera de influir en la conducta de los
demás. Los padres que propician métodos de
dominación tienen hijos que tienden a valerse de
tácticas agresivas semejantes para controlar la conducta
de sus amigos o compañeros. También padres
desadaptados a menudo fomentan modos agresivos de respuesta
modelando orientaciones agresivas; pero no en el terreno de los
hechos sino con palabras y actitudes.

2. Las influencias sub-culturales.- La familia
está indudablemente unida a otros sistemas sociales. El
menor maltratado reside siempre dentro de una subcultura, donde
tiene contactos repetidos y constituye fuente importante de
modelo de conducta de agresividad y
drogadicción.

3. Modelamiento simbólico.- Los estilos de vida
pueden ser transmitidos a través de imágenes,
palabras y acciones. Existen estudios comparados que demuestran
que en realidad patrones de respuestas gráfica o
verbalmente, pueden ser aprendidos por observación, tan
igual como los presentados a través de demostraciones
socioculturales e imitación.
([45])

El modelamiento simbólico lo proporcionan los
medios de comunicación social, especialmente la
televisión, tanto por el predominio como por lo
vívidamente que retratan los acontecimientos. Actualmente,
tanto niños como adultos, independientemente de sus
antecedentes, instalados cómodamente en sus hogares,
tienen oportunidades ilimitadas de aprender estilos de vida
inadecuados o la gama total de conductas delictuosas.

4. Aprendizaje por experiencia directa.- La conducta de
un sujeto resulta de su propia experiencia. Los estilos de
conductas adecuadas o inadecuadas son aprendidos en gran parte
por observación y posteriormente perfeccionados a
través de la práctica diaria, siempre que sea
reforzada por la familia o la subcultura. El menor aprende
conductas adecuadas por fa influencia del modelamiento y el
reforzamiento que operan conjuntamente en el transcurso de su
vida. Primariamente lo aprende al identificar los diferentes
roles que asumen sus padres en el núcleo familiar. Por eso
es fundamental el buen desempeño y la forma como proyectan
sus roles los padres ante sus hijos para su adecuada
adaptación social.

Una segunda acción es la terapia familiar
sistémica, que resulta económica, abarcadora,
multiplicadora y preventiva en la medida que permite observar, en
toda su complejidad, a todo un sistema a la vez, y de ser
necesario apunta a la reconstrucción y
participación de las redes sociales que son las que pueden
consolidar los cambios favorables de los sistemas
familiares.

Consideramos que la institución familiar es
depositaria de la violencia en sus múltiples formas, la
vive, la reproduce, la genera, la sufre, pero también, la
familia como sistema es capaz de encontrar nuevos y distintos
cauces a sus dificultades, que permitan desarrollarse a cada uno
de sus miembros de manera más sana. Una
intervención sistémica atiende a las secuencias
transaccionales, especialmente a los circuitos retroalimentadores
que aparecen como "causa" inmediata de las escaladas de
violencia, así como el proceso relacional entre la pareja,
la familia extensa y otros servicios sociales que constituyen el
sistema que mantiene al problema. Sin embargo, aunque la terapia
familiar sistémica haya enfatizado tradicionalmente la
causalidad circular, no debe perderse de vista la existencia de
jerarquías, así como las diferencias sociales
basadas en el poder; esto significa que no todos los elementos de
un sistema tienen la misma responsabilidad en las interacciones
violentas. La idea de jerarquía es indispensable para
distinguir el peso diferente entre la responsabilidad del
abusador y del abusado.

Una combinación adecuada de programas de
tratamiento y prevención en el campo de la salud mental,
en los marcos de estrategias públicas generales, puede
evitar años vividos con discapacidad e, incluso, la muerte
prematura, reducir el estigma que rodea a las enfermedades
mentales, aumentar considerablemente el capital social, ayudar a
reducir la pobreza y a promover el desarrollo del país.
([46])

Diversos estudios proveen ejemplos de programas eficaces
dirigidos a diferentes grupos de edad – desde la etapa prenatal y
la infancia temprana, pasando por la adolescencia y culminando en
las edades avanzadas – y a situaciones varias, como estrés
postraumático después de los accidentes,
estrés en la vida marital, y depresión o ansiedad
como resultado de la pérdida de trabajo, viudez o
adaptación post-retiro. Sin embargo, existe una brecha
considerable entre las necesidades de atención de los
trastornos mentales y los recursos disponibles. En países
desarrollados, que cuentan con sistemas de atención bien
establecidos, entre el 44% y el 70% de las personas con
trastornos mentales no reciben tratamiento. En los países
en desarrollo estas cifran son aún mucho más
sorprendentes y llegan casi al 90%.
([47])

Invertir en salud mental ahora puede generar enormes
beneficios en términos de reducción de la
discapacidad y la prevención de muertes prematuras. Estas
prioridades son harto sabidas y los proyectos y actividades que
se requieren son claros y posibles.

Finalmente, la OMS propuso cuatro estrategias para
enfrentar los problemas relacionados con la salud mental:
([48])

Estrategia 1: Aumentar y mejorar la información
destinada a los decisores y transferir tecnologías a fin
de elevar la capacidad de los países.

Estrategia 2: Concientizar acerca de los trastornos
mentales por medio de la educación y la abogacía a
fin de elevar el respeto por los derechos humanos y reducir el
estigma.

Estrategia 3: Asistir a los países en la
formulación de políticas y en el desarrollo de
servicios integrales y efectivos. La escasez de recursos obliga
un uso racional.

Estrategia 4: Construir o fortalecer la capacidad en los
países pobres para investigar en salud mental
pública.

 

 

Autor:

Mario Luis Osorio
Victoria

 

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