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Las carceles




Enviado por Carla Santaella



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Consideraciones generales
  3. Historia
  4. Tratamiento de los
    criminales
  5. Un
    estudio social en delincuentes
  6. Comienzos de la delincuencia
  7. La
    vida en prisión
  8. La
    educación y la cultura en la
    cárcel
  9. Consecuencias psicosociales del ingreso en
    prisión
  10. El
    lenguaje
  11. Salida de prisión
  12. Conclusiones
  13. Libertad
  14. Bibliografía

Introducción

Estudio de los fenómenos socioculturales que
surgen de la interacción entre los individuos y entre los
individuos y el medio. Ciencia que estudia el desarrollo, la
estructura y la función de la sociedad. Otras disciplinas
de las ciencias sociales (economía, ciencias
políticas, antropología y psicología)
también estudian temas que caen dentro del ámbito
de la sociología. Los sociólogos estudian las
formas en que las estructuras sociales, las instituciones (clase
social, familia, comunidad y poder) y los problemas sociales
(delito) influyen en la sociedad.

La sociología se basa en la idea de que los seres
humanos no actúan en base a sus propias decisiones
individuales, sino de acuerdo con influencias culturales e
históricas y según los deseos y expectativas de la
comunidad en la que se encuentran. Así, el concepto
básico de sociología es la interacción
social o la respuesta entre individuos, ya que esta
interacción es el punto de partida para cualquier
relación en una sociedad. Los sociólogos que
estudian los detalles de las interacciones de la vida cotidiana
reciben el nombre de microsociólogos y los que se ocupan
de los patrones de relación entre sectores sociales
más amplios (el Estado, la economía e incluso las
relaciones internacionales) reciben el nombre de
macrosociólogos.

Las distintas escuelas sociológicas insisten y
ponen de relieve en grado diverso los factores relacionados,
algunos subrayando las relaciones mismas, tales como la
interacción, la asociación;otras destacan a los
seres humanos en sus relaciones sociales, concentrando su
atención sobre el "socius" en sus diversos papeles y
funciones.

Se reconoce que los métodos de la
sociología pueden ser estrictamente científicos y
que las generalizaciones comprobadas que constituyen la
característica inequívoca de la verdadera ciencia
ha venido siendo cimentada en una extensa y concienzuda
observación y análisis de las reiteradas
uniformidades que se manifiestan en la conducta del
grupo.

Giddings,en sus "Principles of Sociology", escribe: "La
unidad de investigación en sociología es el
"socius", es decir, el individuo que no es solamente una animal y
un espíritu consciente, sino también un
compañero, un aprendiz, un maestro, un colaborador. La
sociología estudia la naturaleza del "socius", sus
costumbres y sus actividades"

Consideraciones
generales

La criminología, es la ciencia social que estudia
la naturaleza, extensión y causas del crimen;
características de los criminales y de las organizaciones
criminales; problemas de detención y castigo de los
delincuentes; operatividad de las prisiones y de otras
instituciones carcelarias; rehabilitación de los convictos
tanto dentro como fuera de prisión y la prevención
del delito.

La ciencia de la Criminología tiene dos objetivos
básicos: la determinación de causas, tanto
personales como sociales, del comportamiento delictivo y el
desarrollo de principios válidos para el control social
del delito. Para la consecución de estos objetivos, la
Criminología investiga a partir de los descubrimientos de
otras disciplinas interrelacionadas con ella, tales como la
Biología, Psicología, Psiquiatría,
Sociología, y Antropología.

No se conocen a ciencia cierta las causas del delito. La
teoría más antigua a este respecto, basada en la
Teología, afirmaba que los delincuentes son personas
perversas, que cometen crímenes de una forma deliberada,
porque están instigados por el demonio u otros
espíritus malignos. Aunque estas ideas han sido
descartadas por la moderna Criminología, persisten en
muchas regiones del mundo y se encuentran en el fondo de las
razones para imponer penas muy severas a los
delincuentes.

Asimismo, dentro de este apartado quisiera
señalar la metodología que seguí en la
elaboración de este trabajo. En primer lugar
investigué en una bibliografía de libros sobre
cárceles y delincuencia. También base los datos de
este trabajo en conocimientos previos que poseía de la
elaboración de otros trabajos sobre un tema similar. Por
último, centre casi todo el trabajo en información
extraída de las páginas web que se exponen en la
bibliografía final.

Historia

Desde el siglo XVIII se han formulado varias
teorías que han logrado avances en la explicación
del delito. Uno de los primeros intentos para explicarlo desde
una postura más científica que teológica fue
planteado a finales del siglo XVIII por el médico y
anatomista alemán Franz Joseph Gall, que intentó
relacionar la estructura cerebral y las inclinaciones del
criminal. Esta teoría fue popular durante el siglo XIX,
pero hoy se encuentra abandonada en el descrédito. Una
teoría biológica más sofisticada fue
desarrollada a finales del siglo XIX por el criminólogo
italiano Cesare Lombroso, que afirmaba que los delitos son
cometidos por aquellos que nacen con ciertos rasgos
físicos hereditarios que son reconocibles. La
teoría de Lombroso fue refutada a comienzos del siglo XX
por el criminólogo británico Charles Goring. Este
autor hizo un estudio comparativo entre delincuentes encarcelados
y ciudadanos respetuosos de las leyes, llegando a la
conclusión de que no existen los llamados "tipos
criminales" con disposición innata para el crimen. Los
estudios científicos recientes han confirmado las tesis y
observaciones de Goring. Sin embargo, algunos investigadores
siguen manteniendo que ciertas anormalidades en el cerebro y en
el sistema endocrino contribuyen a que una persona tenga
inclinación hacia la actividad delictiva.

Otro intento de explicación del delito fue
iniciado en Francia por el filósofo político
Montesquieu, que intentó relacionar el comportamiento
criminal con el entorno natural y físico. Sus sucesores
han intentado reunir pruebas tendentes a demostrar que los
delitos contra las personas, como el homicidio, son hasta cierto
punto más frecuentes en climas cálidos, mientras
que los delitos contra la propiedad, como por ejemplo el robo,
son más numerosos en regiones frías. Otros estudios
parecen indicar que la criminalidad desciende en directa
relación con el descenso de la presión
atmosférica, el incremento de la humedad y con las
temperaturas altas.

Numerosos e importantes criminólogos del siglo
XIX, sobre todo los relacionados con los movimientos socialistas,
han considerado el delito como efecto derivado de las necesidades
de la pobreza. Estos autores han señalado que quienes no
disponen de bienes suficientes para satisfacer sus necesidades y
las de sus familias por las vías legales y
pacíficas, se ven empujados con frecuencia al robo, el
hurto, la prostitución y otros muchos delitos. La
criminalidad tiende a aumentar de una forma espectacular en
periodos de desempleo masivo. Los criminólogos tienen una
visión más amplia y profunda del problema y culpan
de la mayoría de los delitos a todas las condiciones de
necesidad y carencia asociadas con la pobreza. Las condiciones
vitales de quienes se hallan en la miseria, de forma muy en
especial en los barrios más marginados, se caracterizan
por la superpoblación, la falta de privacidad, los
espacios inadecuados para permanecer, carencia de medios para la
diversión y problemas de sanidad. Este tipo de condiciones
generan sentimientos de necesidad y desesperación que
conducen al crimen como salida. Este sentimiento resulta
estimulado por el ejemplo de aquellos que por esta vía han
logrado escapar de la extrema pobreza, hacia lo que aparece como
una vida mejor.

Otros teóricos relacionan la criminalidad con el
estado general de la cultura, sobre todo por el impacto
desencadenado por las crisis económicas, las guerras, las
revoluciones y el sentimiento generalizado de inseguridad y
desprotección derivados de tales fenómenos. Cuando
una sociedad se vuelve más inestable y sus ciudadanos
sufren mayor angustia y temor ante el futuro, la criminalidad
tiende a aumentar. Esto es cierto en lo referente a la
delincuencia juvenil, como ha evidenciado la experiencia de
Estados Unidos desde la II Guerra Mundial.

El último de los grupos de teorías
más importantes al respecto es el elaborado por
psicólogos y psiquiatras. Estudios realizados por
investigadores del siglo XX, como el criminólogo americano
Bernard Glueck y el psiquiatra británico William Healy,
han señalado que cerca de una cuarta parte de la
población reclusa esta compuesta por psicóticos,
neuróticos o personas inestables en el plano emocional, y
otra cuarta parte padece deficiencias mentales. Estas condiciones
mentales y emocionales, de acuerdo con estas teorías,
determinan que algunas personas tengan una mayor
propensión a cometer delitos. Diversos estudios recientes
sobre criminales y delincuentes han arrojado más luz sobre
los desequilibrios psicológicos que pueden conducir a un
comportamiento criminal.

Desde la mitad del siglo XX, la creencia de que el
delito puede ser explicado por una teoría única ha
caído en el descrédito. Los expertos se inclinan a
asumir las teorías del factor múltiple o de la
causa múltiple, es decir, que el delito surge como
consecuencia de un conjunto plural de conflictivas y convergentes
influencias biológicas, psicológicas, culturales,
económicas y políticas. Las explicaciones basadas
en la causa múltiple parecen más verosímiles
que las teorías anteriores de la simple causa
única. En último extremo, siguen sin estar claras
las causas del delito, porque la interrelación de los
factores en presencia en cada caso es difícil de
determinar.

Tratamiento de
los criminales

Junto a las teorías de la causa del delito, se
han ido aplicando varios modelos correccionales. Así, la
antigua teoría teológica y moral entendía el
castigo como una retribución a la sociedad por el mal
realizado. Esta actitud todavía pervive. En el siglo XIX,
el jurista y filósofo británico Jeremy Bentham
intentó que hubiera una relación más precisa
entre castigo y delito. Bentham creía que el placer
podía ser medido en contraste con el dolor en todas las
áreas de la voluntad y de la conducta humana. Argumentaba
este autor que los delincuentes dejarían de delinquir si
conocieran el sufrimiento específico al que serían
sometidos si fueran apresados. Bentham, por tanto, instaba a la
fijación de penas definidas e inflexibles para cada clase
de crimen, de tal forma que el dolor de la pena superara
sólo un poco el placer del delito. Este pequeño
exceso sería suficiente para resultar disuasivo de una
forma eficaz, pero no tanto como para resultar una crueldad
gratuita por parte de la sociedad. Este cálculo de
placeres y dolores estaba basado en postulados
psicológicos que ya no se aceptan.

La tentativa de Bentham fue hasta cierto punto superada
a finales del siglo XIX y principios del XX por un movimiento
conocido como escuela neoclásica. Esta formación
rechazaba las penas fijas y proponía que las sentencias
variasen en relación con las circunstancias concretas del
delito, como la edad, el grado intelectual y estado
psicológico del delincuente, los motivos y otros factores
que pudieran haberlo incitado a la comisión del delito,
así como los antecedentes penales y anteriores intentos de
rehabilitación. La influencia de la escuela
neoclásica dio lugar al desarrollo de conceptos tales como
grados del delito y de la pena, sentencias indeterminadas y
responsabilidad limitada de los delincuentes más
jóvenes o deficientes mentales.

Hacia la misma época, la llamada escuela italiana
otorgaba mayor importancia a las medidas preventivas del delito
que a las destinadas a reprimirlo. Los miembros de esta corriente
argumentaban que los individuos se ven determinados por fuerzas
que operan al margen de su control, por lo que no podían
ser responsables por entero de sus crímenes. En este
sentido, impulsaron el control de la natalidad, la censura de la
pornografía y otras iniciativas orientadas a mitigar los
factores que, a su entender, empujaban a la actividad delictiva.
La escuela italiana ha dejado una perdurable influencia en el
pensamiento de los criminólogos actuales.

Los intentos modernos de tratamiento de los delincuentes
deben casi todo a la Psiquiatría y a los métodos de
estudio aplicados a casos concretos. Todavía queda mucho
por aprender de los delincuentes que son puestos en libertad
condicional y cuyo comportamiento dentro y fuera de la
prisión se estudia detenidamente. La actitud de los
científicos contemporáneos es que los delincuentes
son individuos y que su rehabilitación sólo
podrá lograrse a través de tratamientos
individuales y específicos. Por otro lado, el incremento
de la criminalidad juvenil desde la II Guerra Mundial ha
preocupado a la opinión pública y ha estimulado el
estudio sobre los desequilibrios emocionales que engendra la
delincuencia. El creciente conocimiento de la delincuencia ha
contribuido a la comprensión de las motivaciones de los
criminales de todas las edades.

En los últimos años, la delincuencia ha
sido atacada desde muchos campos. Aumentar la eficacia de esta
labor mediante actuaciones policiales y los procesos judiciales
ha sido una de las principales preocupaciones de los
criminólogos. Esta inquietud se fundamenta en la
convicción ética y doctrinal de que los criminales
no pueden ser tratados y rehabilitados hasta que son prendidos y
procesados y de la conciencia de que si se comete un delito se
tiene grandes probabilidades de ser detenido y condenado
representan el más eficaz instrumento disuasorio para
reprimir la actividad delictiva.

Un estudio realizado en 1942 en Estados Unidos
reveló que sólo el 25% de los actores de delitos
denunciados era arrestado, sólo el 5% era condenado y
sólo el 3,5% era encarcelado. De acuerdo con los informes
del FBI, al final de la década, los arrestos habían
subido hasta el 29% de los delitos denunciados y las condenas
alcanzaban al 22 por ciento. Las proporciones de detenciones y
condenas de delincuentes continuaron aumentando durante la
década de 1950, en gran medida gracias a los avances de
los métodos policiales. En las décadas de 1960 y
1970 la criminalidad, en particular los delitos violentos,
aumentó con claridad, pero descendió el
número de condenas. Al principio de la década de
1980 la criminalidad se estabilizó y luego comenzó
a descender lentamente.

El tratamiento y rehabilitación de los
delincuentes ha mejorado en muchas áreas. Los problema
emocionales de los condenados han sido estudiados y se han hecho
muchos esfuerzos para mejorar su situación. En este
sentido se ha formado a muchos psicólogos y trabajadores
sociales para ayudar a adaptarse y reinsertarse en la sociedad a
los condenados que se hallan en libertad condicional, a
través de programas de reforma y rehabilitación
dirigidos tanto a jóvenes como a adultos.

En numerosas comunidades se han realizado iniciativas
destinadas a afrontar las condiciones que generan delincuencia.
Los criminólogos reconocen que tanto los delincuentes
juveniles como los adultos, son el principal producto del
hundimiento de las normas sociales tradicionales, a consecuencia
de la industrialización, la urbanización, el
incremento de la movilidad física y social y los efectos
de las infravivienda, el desempleo, las crisis económicas
y las guerras.

La mayoría de los criminólogos cree que
una prevención efectiva del delito requiere instituciones
y programas que aporten guías de actuación y el
control realizado, tanto en el plano teórico, como en el
que atañe a la tradición, por la familia y por la
fuerza de la costumbre social. La mayoría de la
opinión pública entiende que para solucionar el
problema de la delincuencia es importante el arresto y condena de
los delincuentes y plantear la alternativa de su
reinserción, aunque en los últimos años se
están fortaleciendo las actitudes de los que piensan que
la rehabilitación está fallando y que hacen falta,
en cambio, imponer penas más largas y severas para los
delincuentes.

Un estudio social
en delincuentes

En primer lugar hay unas consideraciones preliminares
que debemos tener muy en cuenta:

  • Concepción estructurada: seleccionando los
    puntos a estudiar y descartando los restantes.

  • Investigar los problemas subyacentes: y la manera
    cómo la persona ha reaccionado ante tales problemas
    (alcoholismo del padre, drogadicción del hermano,
    etc.). Se ha de estudiar la actitud del cliente en cada una
    de las situaciones descritas.

  • Adaptabilidad: estudiar la adaptabilidad del cliente
    en los medios sociales.

  • Recoger los datos subjetivos, la versión
    personal del cliente y su actitud en relación con los
    delitos.

  • Colaboración: Procurar la colaboración
    por parte del cliente tratándole en pie de
    igualdad.

  • Curiosidad: no dejarse llevar por la curiosidad. Si
    algunas preguntas carecen de interés para la encuesta,
    el profesional no tiene derecho a formularlas.

En el plan de estudio social influyen los factores que a
continuación enumeramos:

  • Factores personales:

  • Constitución física: aspecto
    físico, anomalías, enfermedades, defectos
    físicos, … particularidades del desarrollo
    físico, etc.

  • Nivel intelectual: analfabetismo, bajo nivel de
    instrucción, dificultad de expresión o de
    comprensión, o por el contrario, facilidad de
    expresión, demostración de interés,
    etc.

  • Situación profesional: profesión,
    empleo, remuneración, condiciones de trabajo,
    regularidad en su asistencia al trabajo, satisfacciones y
    ambiciones profesionales, etc.

  • Estado mental: este factor requiere la
    colaboración de un equipo formado por varios
    técnicos: médico psicólogo y trabajador
    o educador social. Se compone de un reconocimiento
    médico y otro psicológico o
    psiquiátrico, consiguiendo que los estudios sean
    coordinados, discutiendo el caso en común.

  • Situación psicológica: algunos datos
    fundamentales serían: ¿ha tomado conciencia de
    sus problemas?, ¿Da muestras de ser objetivo en sus
    juicios?, ¿Expresa sus sentimientos?, etc.

  • Grado de madurez: es preciso haber tenido tiempo
    para observar sus reacciones. El T.S. puede captar algunos
    datos significativos, como: realismo del cliente, calidad de
    sus relaciones afectivas, sentido de la responsabilidad,
    beneficios que ha obtenido de su experiencia, etc.

  • Empleo de sus momentos de ocio: distracciones
    preferidas, compañía en las distracciones,
    lugar de diversión, cuándo suele divertirse,
    etc.

  • El delito: tratarlo evitando las interpretaciones o
    sondeos psicológicos. El Dr. Helleck dice que hay que
    captar la situación tal y como el delincuente la vive.
    El mejor sistema para entrar en materia es dejar que el
    procesado analice su situación y dé su
    versión del delito. Hay que comprender las de un
    comportamiento asocial y de un delito.

  • El medio:

  • Composición del grupo familiar: consultando
    el Libro de Familia y algunas preguntas sobre la
    ocupación de la familia y sus relaciones con el
    interesado.

  • Vivienda: la zona donde se vive, si lleva muchos
    años viviendo allí, tipo de vivienda, si
    reúne condiciones de salud y confort.

  • Situación económica: la tiene notables
    repercusiones sobre el comportamiento del
    delincuente.

  • Ambiente familiar: cuadro de los miembros de la
    familia y su actitud en relación con el cliente:
    ¿qué sentimiento ha encontrado el cliente en
    cada uno de ellos (afecto, comprensión, rechazo, etc.)
    y las divergencias entre el interesado y el medio ambiente en
    que vive.

Para que un estudio sociológico previo a un
juicio sea completo y este organizado, los profesionales deben
tener en cuenta, a parte de los requisitos anteriormente
mencionados, una serie de paso a la hora de la entrevista con el
"delincuente":

  • a. Organización material de las
    entrevistas, la entrevista se realiza dentro de la mayor
    discreción posible.

  • b. Preparación de la entrevista, la
    primera sobre todo debe prepararse cuidadosamente.

  • c. La entrevista única, por desgracia lo
    más frecuente es que el trabajador social no disponga
    mas que de una entrevista con el interesado durante la
    realización de la encuesta.

  • d. La primera entrevista, el profesional debe
    hacer que exista una atmósfera de distensión
    (mediante el aspecto de oficina, los primeros gestos, las
    palabras de acogida) Expresarse simple clara y
    directamente.

  • e. La manera de entrar en materia, una vez que
    el cliente se encuentra bien dispuesto para participar
    positivamente en el estudio psicosocial, ha llegado el
    momento de entrar en materia.

  • f. La estructura de la entrevista, mantener la
    entrevista dentro de los cauces corrientes, haciendo un
    resumen de lo dicho y relacionándolo con el tema
    tratado anteriormente o con el que se desea
    examinar.

Asimismo hay también una serie de técnicas
que permiten al trabajador o educador social crear una
"complicidad" con el delincuente, muy útil a la hora del
estudio.

  • Observación: se observa al cliente y se
    recoge todo aquello que no está dentro de lo normal.
    Se ha de tomar nota de las características de su modo
    de expresarse, se observará si el cliente habla
    espontáneamente o si hay que animarle. Adoptar una
    actitud es indispensable y requiere un buen control de
    sí mismo.

  • La confianza clarividente: testimoniar al cliente
    una confianza acompañada de clarividencia es, al mismo
    tiempo, darle una prueba de interés y manifestarle la
    propia competencia.

  • Procedimientos no directivos: reflejar los
    sentimientos del cliente y presentárselos de tal forma
    que él se vea como en un espejo. Esto ayuda al cliente
    a poner en claro sus sentimientos haciéndole entender
    que es comprendido y aceptado.

  • El arte de saber escuchar: saber escuchar es un
    elemento indispensable para obtener las informaciones
    requeridas por el tribunal; igual que saber preguntar, que
    conviene hacerlo de la manera más general posible,
    permitiendo al cliente responder eligiendo la forma y el
    orden.

  • Forma de tomar notas: el profesional. Tendrá
    que retener en su memoria los datos más importantes.
    Estas notas deben tomarse hacia el final de la entrevista,
    cuando se recapitula sobre los principales temas
    tratados.

Por último, debemos darnos cuenta de que el
cliente con el que trabajamos esta probablemente cansado de
interrogatorios, y, en la medida de lo posible, intentaremos
ponernos en su lugar con respecto a este tema.

Comienzos de la
delincuencia

La gran mayoría de las personas privadas de
libertad tienen entre 18 y 30 años, más de la mitad
son jóvenes menores de 25 años, y casi una cuarta
parte del total son menores de 22 años. El grupo
más numeroso al que se aplica la pena de prisión
son jóvenes varones solteros, menores de 26 años,
que suponen el 41.6% del total.

La trayectoria de abandono escolar e inexperiencia
laboral son factores condicionantes previos de tipo
socioeducativo laboral que, junto con la respuesta penalizada
ante los actos delictivos protagonizados por estos
jóvenes, contribuyen a que sus situaciones sociales de
marginación se criminalicen.

El concepto de delincuencia se construye socialmente. La
prisión es uno de los principales agentes definidores del
mismo, junto con las demás estructuras de control y
estrategias de poder, moldean la realidad, identificando la
delincuencia con los delitos concebido legislativamente
percibidos, no permitidos.

El papel del trabajador o educador social en
relación con los procesados consiste en la
realización de un estudio antes de dictar sentencia para
que se proponga o no la libertad a prueba. El objetivo de este
estudio es proporcionar información al
tribunal.

A.- Recoger los datos. En resumen, el asistente social
ha de ayudar al magistrado a responder las siguientes preguntas:
¿Cómo esa persona ha llegado a cometer ese delito
en un momento determinado?, ¿Sería peligroso para
la sociedad dejarle en libertad?, ¿se puede correr el
riesgo de dársela?, ¿Qué condiciones debe
seguir?, Si la libertad a prueba no es apropiada,
¿qué medidas hay que adoptar en beneficio de
todos?

B.- Hacer comprender al procesado el papel del tribunal.
Explicarle al procesado que el tribunal se preocupa por el
individuo y que quiere conocer su situación, por eso ha
ordenado la realización de la encuesta. Si aceptan esta
imagen de la justicia, comprenderán mejor la
decisión del tribunal.

C.- Hacer comprender el papel del trabajador o educador
social. A parte de ayudar al juez a tomar una decisión,
hay que hacerle sentir el deseo de ayudar y la posibilidad de
hacerlo bien.

D.- Establecer una relación positiva en: Es la
oportunidad del procesado para hablar libremente. Permitirle
exponer sus dificultades sin imponerle la visión del
trabajador o educador social de ver las cosas y sin
persuadirle.

E.- Crear un clima favorable. Estimular al cliente para
que participe activamente en el estudio. Es necesario hacerle
comprender la utilidad de la encuesta, ya que le permite hacer
valer sus puntos de vista y le da la oportunidad de considerar
sus propios problemas, buscando soluciones y creando proyectos
para el futuro.

La vida en
prisión

El ingreso de una persona en prisión supone su
aislamiento afectivo y social, conlleva la pérdida de sus
roles sexuales, familiares y sociales, y produce un deterioro de
su propia identidad y de su autoestima. Su comportamiento es
supervisado continuamente por los funcionarios de la
prisión y corregido dominantemente por un sistema de
normas formales que le exigen una subordinación que llega
a lo servil y que invaden su intimidad. Como consecuencia se
desarrolla un código de normas y valores en contra de las
normas y fines oficialmente declarados por la
institución.

En el sistema social de los internos hay pocos roles y
status y una vez asignados, son mantenidos con una gran
presión grupal. En la posición de líder se
encuentran los internos con larga experiencia delicuencial y
penitenciaria que cumplen largas condenas por delitos de robo con
violencia. En los más bajos, se encuentran los internos
físicos y psíquicamente débiles o
perturbados, siendo objeto de aislamiento y rechazo los
violadores, sobre todo los de niños, y los delatores.
Estos líderes se sienten expulsados por la sociedad,
optando por la delincuencia como forma de vida conscientemente
elegida. Con respecto a los funcionarios de vigilancia presentan
una actitud de abierto rechazo en general, que con funcionarios
concretos y conocidos podría darse un ciertos
resentimiento o, por el contrario, una actitud abiertamente
positiva.

Los valores y actitudes de la subcultura carcelaria son
bastante comunes y universales a todas ellas, adoptando la forma
de un "código del preso". Dicho código está
integrado por normas que constituyen severos modelos de conducta
para los internos, normas establecidas para defender los
intereses de los reclusos y en oposición a las reglas
oficiales de la prisión. El principio fundamental es que
nada de lo que sucede entre los internos debe saberse por los
funcionarios; la norma clave, es la de no chivarse. Se valores el
saber mantener la calma y la frialdad ante posibles discusiones y
peleas, reaccionando violentamente sólo ante una clara
provocación. Se prescribe que los presos deben compartir
los recursos escasos no explotando a los demás presos. Se
debe mantener la integridad de la propia personalidad, siendo
resistente, duro, aguantando las frustraciones y peligros de la
prisión con valore y dignidad. La norma más
proclamada es la hostilidad hacia los funcionarios y las normas y
valores de la sociedad convencional, rechazando el esfuerzo y el
respeto a la ley como formas de conseguir el
éxito.

Este código es muchas veces incumplido en la
práctica. La subcultura carcelaria parece bastante
universal, pero su contenido concreto, severidad e cumplimiento,
varía mucho según el tipo de prisión y
dureza delicuencial de país. El incumplimiento de este
código conlleva una serie de sanciones que van desde el
aislamiento a la burla hasta la "pena de muerte".

En cuanto al origen del "código del preso" hay
dos teorías. La primera parte de que es la propia
prisión la que genera el código, como una defensa
para mitigar los sufrimientos psicológicos del
encarcelamiento y para reducir la sensación de rechazo
social. La otra teoría supone que algunos presos
introducen en la prisión los valores actitudes de la
subcultura delincuencial que ya profesaban en libertad y que
simplemente mantienen en la cárcel.

Otra característica importante en la vida en la
prisión es la utilización del tiempo y el espacio,
aspectos fundamentales en toda institución total
(¿qué hacer?, ¿cuándo hacerlo?,
¿dónde hacerlo?).

Tiempo: En la cárcel casi nunca hay nada que
hacer, pero el recluso tampoco puede planificar su tiempo. La
importancia en la seguridad, en la evitación de la fuga y
el control total del preso, hacen que las actividades en la
prisión, además de inestables, carezcan de
interés para el preso, al que no se intenta motivar a que
participe en la escasa actividades. Las razones de esto
son:

  • Apenas existe personal capacitado, motivado y
    encargado de realizarlas, ya que la gran mayoría de
    los funcionarios de la prisión están dedicados
    a tareas exclusivamente regimentales, administrativas y de
    seguridad y vigilancia, no se le forma en actividades de
    intervención, y se encuentra en un ambiente laboral
    sumamente desmotivador.

  • El excesivo número de reclusos, el enorme
    hacinamiento que constantemente satura nuestras
    cárceles, no permite que todas puedan realizarlas, con
    lo que frecuentemente no las realiza ninguno.

  • La escasez de espacios dedicados a actividades, como
    el difícil acceso a ellos, dificulta la
    realización de casi todo tipo de
    actividades.

  • La mayoría de las actividades que se
    realizaban en mucha prisiones eran llevadas a cabo por parte
    de personas ajenas a la prisión, perteneciente a
    diversos grupos (instituciones religiosas, ciudadanas). Pero
    cuando la situación de la prisión es
    especialmente precaria, cuando estas personas venidas de
    fuera critican la situación, la institución
    penitenciara reacciona cerrando sus puertas, intentado evitar
    las críticas ocultando la situación.

La
educación y la cultura en la
cárcel

Las carencias educativas y culturales son uno de los
más importantes problemas de cualquier intervención
centrado en al individuo que no pretenda solamente evitar la
conducta desadaptado, sino incorporar activamente al inadaptado
en la sociedad. Por tanto todo programa de intervención ha
de incorporar el diseño y realización de
estrategias de intervención educativa y de fomento de la
cultura. Pero el proceso educativo precisa al menos los siguiente
elementos:

  • 1. Una estructura física que posibilite
    la actividad educativa y unos medios materiales
    mínimamente suficientes para equipar el espacio y
    apoyar la labor del maestro.

  • 2. Un personal docente capacitado
    pedagógicamente y motivado laboralmente.

  • 3. Un programa de intervención educativa
    diseñado específicamente para la
    población a que va dirigido.

Ninguno de esos tres elementos se suelen cumplir en las
cárceles. La situación que nos encontramos en ellas
actualmente es que hay unas grandes diferencia entre el espacio
existente y el espacio disponible, por lo que se reduce al
máximo el espacio dedicado a la educación. El
equipamiento suele ser deficiente, y el acceso del recluso tanto
al aula como a la biblioteca están seriamente restringido.
Por otro lado las facilidades para el estudio apenas existen (el
preso debe optar por quedarse en la celda estudiando, que no
favorece a la concentración, o bajar al patio, donde es
imposible estudiar, y permanecer en él toda la maña
o toda la tarde). Por otro lado el funcionario no esta dispuestos
a estar abriendo y cerrando puertas todo el día para
facilitar el estudio.

El personal educativo suele ser muy escaso y escasamente
preparado para las características peculiares del trabajo
educativo en una cárcel. No se trata de ser un buen
maestro, sino conocer las peculiaridades del preso, sus
deficiencias educativas, etc.

Tampoco suelen existir programas. Casi siempre se repite
el mismo proceso educativo en el que ya previamente había
fracasado el alumno, y que fue con seguridad uno de los elementos
principales de marginación.

Está claro que uno niveles mínimos de
educación y cultura son un elemento fundamental para
conseguir una adecuada adaptación, pero también una
relación laboral que permita al individuo vivir
dignamente, es indispensable para conseguir una adaptación
social mínimamente satisfactoria. Por lo tanto si las
prisiones tiene como finalidad, la recuperación del preso,
la preparación laboral ha de ser uno de los elementos
fundamentales en la intervención. Pero las cosas en la
cárcel no son como tendrían que ser:

  • La distribución arquitectónica, no
    contempla un espacio adecuado para la preparación
    laboral del preso.

  • No existen medios materiales adecuados ni un
    personal preparado para llevar a cabo la formación
    laboral.

Dejando de lado estas carencias, en la cárcel
podemos encontrar dos tipos de actividades:

  • Los "destinos": Son presos que se encargan de las
    diferentes actividades diarias que hay que hacer en una
    prisión, desde ayudantes de cocina hasta
    albañiles, fontaneros, etc. Su "jornada laboral" puede
    ser muy variable, desde unas pocas horas diarias, hasta mucho
    más de los que implica una jornada laboral normal, y o
    no cobran nada o cobran una cantidad mensual casi siempre
    inferior al salario mínimo interprofesional. De todas
    formas trabajar en la cárcel es un privilegio, pues
    evita estor todo el día en le patio sin hacer nada.
    Suele proporcionar algunos pequeños beneficios como
    una mejor comida, una celda individual, y sobre todo una
    reducción de pena por el trabajo. Por el contrario los
    destinos suelen ser presos aislados que se mezclan poco con
    el resto de presos, hacen su vida a parte, más
    vinculada a la institución. Por eso suelen ser presos
    de confianza de están mucho más sometidos a la
    institución ya que su destino no tiene ninguna
    seguridad, y cualquier fallo puede mandarlos de nuevo a la
    galería o al módulo.

  • Talleres: Nos encontramos con dos tipos de talleres
    que se realizan en el interior de la
    prisión:

  • Talleres formativos: Dependen de los cursos de INEM,
    pero no suelen estar diseñados para las
    características de la población penitenciaria,
    sino que se realizan los cursos que se consiguen con buena
    voluntad, en función de interés de la
    dirección de cada centro, y casi con el mismo
    método docente con que se realizan fuera, ya que el
    personal que los imparte no tiene una especial
    preparación. Por ello estos cursos no suelen ser
    demasiado eficaces, es frecuente el abandono antes de su
    finalización, el rendimiento es bajo, el desgaste de
    materia y maquinaria es excesivo y las posibilidades de
    encontrar empleo cuando el preso salga de la cárcel
    son escasas, porque no suelen ir precedidos de un estudio
    previo de las demandas del mercado de trabajo.

  • En los que se realiza algún tipo de
    producción, corresponde al que suelen realizar
    personas ajenas a la institución penitenciaria, ya
    sean contratados por las comunidades autónomas, los
    ayuntamientos o colectivos de ayuda a preso. Estos talleres
    no corresponden a una actividad laboral, son más bien
    talleres ocupacionales, de marquetería
    cerámica, etc. Por lo tanto estrictamente hablando no
    son talleres laborales, sino que se dedican a otro tipo de
    actividades lúdicas o de entretenimiento.

  • Talleres productivos: Dependen del organismo
    autónomo, que por muy autónomo que sea, siempre
    depende de la orientación política de la
    Dirección General de Instituciones Penitenciarias.
    Estos talleres pueden ser cooperativas de presos, en un
    escaso número y con pocas posibilidades de
    éxito en la situación actual, o talleres
    concertados con alguna empresa del exterior, a la que
    fabrican el producto o parte de él. Normalmente se
    trata de manipulados que no ofrecen una auténtica
    formación laboral al preso y que, por tanto apenas le
    sirven para encontrar trabajo una vez en libertar. Otro tipo
    de talleres productivos, son los de la propia prisión
    que suelen estar dedicados al equipamiento de las
    cárceles, como talleres de carpintería, de
    muebles, etc.

Normalmente suele surgir la polémica de
qué tipo de talleres se deben impartir en las
cárceles. Por una parte son importantes los talleres
formativos porque el objetivo final de los mismos ha de ser
formar parte de un programa de intervención global que
dé al recluso posibilidades de vivir en el futuro sin
verse obligado a delinquir; pero por otra parte, los talleres han
de ser productivos porque dependen de un organismo
autónomo que ha de autofinanciarse y porque los presos
tiene evidentes e importante necesidad económica, ya que
no se cobra por estar preso.

El patio de las prisiones suele ser un lugar
desagradable, donde se encuentran juntas multitud de personas
hacinadas en un espacio demasiado pequeño y demasiado
sucio, sin apenas equipamiento que permita "matar el tiempo" con
alguna ocupación. En estas condiciones, pasea o estar
sentado son las únicas alternativas. Esta situación
afecta al preso, y lo hace de varias maneras:

1. El estar muchas horas cada día, durante
año, sin hacer nada, simplemente "estando" en el patio,
produce una enorme sensación de vacío, de
pérdida de tiempo, de frustración y de deterioro
del autoconcepto.

2. Esta sensación de vació lleva a un
estado permanente de ansiedad, aumenta por tener demasiado tiempo
para pensar, aunque más que pensar lo que hará
será dar obsesivamente vueltas a la misma idea, acera de
la irremediable de su situación, lo que conducirá a
un fatalismo que le impedirá encontrar salida a una
situación fuera de los muros de la
prisión

3. El alto nivel de ansiedad aumenta el riesgo de caer
en la drogadicción.

4. Si cae en la droga, cae también en las redes
de la droga, con lo que se va a ver irremediablemente sometido al
sistema de funcionamiento alternativo de la prisión,
sistema que es dirigido sistemáticamente desde el patio de
la cárcel.

5. A partir de entonces va a perder totalmente el poco
margen de decisión y de libertad de que disponía.
Toda s vida se va a estructurar en función de la droga y
de lo que la droga implica en la cárcel.

6. Pasar la vida en el patio va a ser el broche final
que lleva hasta sus último extremos el empobrecimiento
general de la vida que supone el encarcelamiento y, por tanto el
escenario final del proceso de prisionización, de
asentamiento en la situación de Inadaptación
subjetiva.

Consecuencias
psicosociales del ingreso en prisión

Prisionización es el conjunto de efectos de la
prisión sobre la comunidad del preso. Celmmer
definió la prisionización como el proceso de
adopción de los usos, costumbres, valores, normas y
cultura general de la prisión, es decir, la
asimilación o interiorización de la subcultura
carcelaria.

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