Monografias.com > Historia
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

La cultura cubana en la revolución (1971-1980)




Enviado por Ramón Guerra Díaz



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. Introducción
  2. La
    institucionalización
  3. La política
    cultural de la Revolución Cubana
    (1971-1980)
  4. Educación, la
    revolución continuada
  5. Libros para
    todos
  6. Periódicos y
    Revista
  7. Escribiendo a pesar de
    todo
  8. Teatro, los
    difíciles años setenta
  9. La danza, entre luces y
    sombras
  10. La música popular
    en crisis
  11. Cine cubano
  12. La continuidad de la
    tradición plástica cubana
  13. La paradoja de la
    arquitectura de los 70: necesidad versus belleza
  14. La radio y la
    televisión cubana en los 70
  15. El desarrollo continuado
    de las ciencias en Cuba
  16. Deporte cubano, en busca
    de la cima
  17. Bibliografía

Introducción

Este es un intento, a sabiendas incompleto, sobre la historia
de la cultura cubana en la segunda década de la
Revolución Cubana, el período de la
institucionalización, en el que el proceso revolucionario
llegado al poder en 1959, se arropa en una institucionalidad
ajena, proveniente de los países socialistas del este
europeo tratando de amoldar la legitimidad popular a los carriles
de los dogmas marxistas leninista, que habían acumulado
una larga experiencia de burocratización de la sociedad,
freno a toda iniciativa liberal, en los ámbitos culturales
y el aislamiento como mejor antídoto para lo que
sucedía en el mundo. La coacción ideológica,
la buena fe de la gente, las reales conquistas sociales del
pueblo, el populismo discursivo y la imposición de
"modelos extranjeros" a una cultura nacional popular, que no por
gusto había estado en el centro de la Revolución
Cubana, trajo como consecuencia esta contradictoria década
en la que a nombre de una ortodoxia marxista leninista se
alcanzaron grandes avances sociales en medio de grandes errores
en la política cultural, la educación y en otras
ramas de la sociedad, que aún estamos "rectificando".

La
institucionalización

En 1970 el Gobierno Revolucionario Cubano se
había propuesto alcanzar una zafra extraordinaria de DIEZ
MILLONES de toneladas de azúcar con la pretensión
de mantener en años posteriores ese nivel de
producción. Era una manera de alcanzar un equilibrio en la
balanza comercial con la Unión Soviética y los
países socialistas de Europa y Asia, que durante todos
esos años había mantenido un suministro constante
de alimentos, materias primas (principalmente petróleo),
maquinarias para el sostenimiento de la economía y
armamento para la defensa de la Revolución.

Desde 1965 el país fue preparando las condiciones
para el "gran salto" en la producción de azúcar,
con la extensión de los campos cañeros,
ampliación de los centrales azucareros, creación y
mejoramiento de la infraestructura azucarera, preparación
de técnicos para la agro-industria y muchos otros detalles
que llevaron al país a priorizar de forma desmedida la
producción azucarera en detrimento de otros sectores de la
economía.

Más que una meta económica, la
producción de zafras de diez millones de toneladas y
más fue un imperativo ideológico en función
del cual se movilizaron miles de personas de todos los sectores,
en una zafra que comenzó en pleno ¡verano de 1969! Y
que paralizó prácticamente a todos los sectores de
la economía y la sociedad.

El anhelo de hacer la ZAFRA DE LOS DIEZ MILLONES
encandiló a toda la sociedad cubana, muchos veían
en el logro de tal meta, la solución de todos los
problemas del proceso revolucionario, la fantástica
sociedad de iguales parecía al alcance de la mano, en
medio de una inflación galopante, mucha escasez y
precariedad, contrastante con el alza de las gratuidades y el
desorden económico en el resto de los sectores no
azucareros.

El 20 de mayo de 1970 Fidel Castro, hablando en una
concentración para recibir a un grupo de pescadores
secuestrados por bandas terroristas contrarrevolucionarias,
radicadas en el sur de la Florida, Estados Unidos, hizo un
análisis de las motivaciones para la zafra grande y
terminó anunciando lo que era ya una realidad para las
mentes más objetivas de la sociedad cubana, la zafra de
diez millones no podía hacerse, las enormes dificultades
tecnológicas, la burocracia estatal que infló los
estimados y otros factores propios del sub-desarrollo del
país, pusieron fin a un sueño. Solo su liderazgo y
prestigio revolucionario pudieron revertir el desencanto de un
pueblo que en gran mayoría se había comprometido al
logro de tal utopía y en un final de discurso que solo
podía hacer él, llamó al pueblo a "convertir
el revés en victoria", nueva consigna que
presidiría toda la década de los 70s.

Comenzó un profundo proceso autocrítico
que iba más allá de la zafra, señalando los
errores de idealismo que había cometido la
dirección de la Revolución pretendiendo acelerar el
proceso histórico y alcanzar una sociedad equitativa y
comunista, sin tener en cuenta las profundas condiciones del
subdesarrollo, dependencia económica y aislamiento
político y económico que vivía el
país.

En su informe al Primer Congreso del Partido Comunista
de Cuba, Fidel expresó:

"El esfuerzo fue extraordinario y estaba
justificado, tanto en el orden práctico como moral. De
algún modo era necesario compensar el desnivel comercial
con la Unión Soviética… Sin embargo no pudo
lograrse. Las inversiones industriales no habían madurado
para esa fecha. El agobiante problema de la fuerza de trabajo que
fue necesario emplear, en cantidades crecientes para atender las
zafras, en circunstancias en que la mecanización de la
cosecha se atrasaba por razones técnicas, creó
grandes desequilibrios en el resto de la economía
nacional…Las realidades resultaron ser más
poderosas que nuestro
propósito"[1]

Rebasar la difícil situación
económica del país tras el fracaso del 70, solo fue
posible en primer lugar por el esfuerzo del pueblo, que
creía en su Revolución y reorientó su rumbo
guiados por su vanguardia, en busca del bienestar de todos; en
segundo lugar y no menos importante, por el fuerte y decidido
apoyo de la Unión Soviética y el campo socialista
que mantuvieron y acrecentaron los suministros a Cuba en medio de
las recrudecidas agresiones de los Estados Unidos y sus
aliados.

Como parte de esta ayuda, se negoció un aumento
de precio de compra del azúcar por la URSS, que propuso
pagarla a 11 centavos de dólar la libra y el níquel
a 5 mil dólares la tonelada y la renegociación de
la deuda cubana con ese país pagadera a partir de 1986 sin
intereses.

Se fortalecían los lazos con la Unión
Soviética luego de algunos años de enfriamiento de
las relaciones, tras la Crisis de Octubre (1962) y el caso de la
Micro Fracción (1966) con complicidad demostrada de los
soviéticos.

Cuba adquiere una "deuda de gratitud" que determina
mucho el nuevo rumbo, tratando cada vez más de asimilar
las "experiencias" del bloque socialista, tratando de adaptarlas
a la situación cubana y finalmente copiando la estructura
estatal, olvidando por "revisionista" todo intento de
originalidad del socialismo que no fuera basado en el
"marxismo-leninismo" de corte científico, la "única
teoría científica" en el terreno de la
ideología.

Para llevar adelante los cambios necesarios que
requería el país y la Revolución se inicia
un proceso de reorganización en el Partido y la sociedad
cubana, que llevaba por objetivo devolverle el protagonismo al
pueblo y sus organizaciones de masa, cuya subordinación
mimética, en los finales de la década de los 60s,
las había prácticamente anulado como factores
sociales.

La Revolución había derrotado a la
reacción interna y externa, apoyada en un régimen
de dictadura de las mayoría lideradas por el Partido
Comunista de Cuba y se propone en esta década de los 70s
organizar un estado socialista basado en el modelo de loe
países socialista.

Se inicia la estructuración y creación de
los sindicatos nacionales por sectores productivos y sociales,
que debían jugar el papel de contraparte de la
administración socialista estatal, para velar por los
intereses de sus afiliados, aunque se aseguraba que esta
respondía a los intereses de los trabajadores como un
todo, un ente abstracto que diluían los intereses y
aspiraciones individuales y que de hecho dejaba a los sindicatos
sin funciones reales.

Este proceso culminó con el XIII Congreso de la
Central de Trabajadores de Cuba (CTC) celebrado en noviembre de
1973 y en el que se restituye el principio socialista de que cada
trabajador reciba según su trabajo, idea cardinal en la
construcción de la sociedad socialista y que de una forma
u otra ha sido violada por la dirección del estado y la
Revolución donde han prevalecido principios de
distribución paternalista, que han impedido el desarrollo
real de las fuerzas productivas en Cuba, aún bajo las
difíciles condiciones del Bloqueo Económico al que
ha sido sometida la sociedad cubana.

Por otra parte comenzaron a fomentarse las bases para
terminar con el período de provisionalidad institucional y
de gobierno iniciada en 1959 con el triunfo de la
Revolución. Se reestructura el Gobierno Revolucionario en
1972 con la designación de un Comité Ejecutivo del
Consejo de Ministro que incluye varios vice por ramas
sectoriales, lo cual ajustaba el Estado a los normas del
socialismo europeo y no a la realidad de Cuba, creando un amplio
aparataje estatal sostenido por una economía subversionada
y gastadora.

En 1973 se restructura el aparato del PCC con iguales
patrones y resultados, para dar paso a los preparativos del I
Congreso del Partido celebrado en diciembre de 1975. En el se
aprueba la Plataforma Programática, los estatutos y las
Resoluciones que fijan las pautas del Partido sobre aspectos tan
medulares como la economía, la
institucionalización, política exterior,
educación, cultura, ideología y otros
aspectos.

El Partido se proclama "Fuerza dirigente superior de la
sociedad y del estado", condición que se hará Ley
en la Constitución de 1976. La dictadura del proletariado
en su fase más dura sede lugar a la "democracia popular"
que estimula la participación popular de manera colegiada,
desde las decisiones de barrio hasta la nación, con una
estructura rígida que va concentrando el poder en la
medida que sube la pirámide y disminuye el número
de los que deciden, mandatados cada vez por un número
menor de persona, lo que cierra y concentra el poder en muy pocas
manos.

La experiencia cubana parte del antecedente de los
estados socialistas de Europa, donde el auto-gobierno local, es
la base de la pirámide. En todo este sistema es
determinante el papel del Partido, a través de sus
militantes "como guías ideológicos de la
nación", lastrando la espontaneidad de las masas en la
selección de sus candidatos de base, para elegir delegados
sin ningún poder efectivo para influir en las decisiones
locales o nacionales.

La experiencia del Poder Popular se organiza en la
provincia de Matanzas en 1974, bajo la supervisión del
Partido y del Estado. Conocidos y evaluados los resultados de la
experiencia matancera se da a conocer el Proyecto de
Constitución de la república de Cuba, de
confección cerrada, por un grupo de especialistas y
personalidades no elegidos que presentan una Constitución
al pueblo, para su estudio y aprobación posterior en
referéndum en de febrero de 1976 y aprobada por el 97 % de
los cubanos con derecho al voto en ese momento. El 24 de febrero
de ese mismo año entra en vigor la Ley Fundamental de la
República de Cuba.

Como paso previo a la implantación de la nueva
forma de institucionalización se pone en vigor la Ley 1304
sobre la nueva división político administrativa del
país (3 de julio de 1976) que reorganiza el país en
14 provincias, un municipio especial y 169 municipios. Con ello
se simplifica la estructura de gobierno, con provincias
más pequeñas, desaparecer la instancia de
región y crear municipios más grandes. Con la nueva
Ley el municipio gana en importancia al convertirse en base del
sistema estatal cubano.

El 7 de julio se aprueba la Ley Electoral Nacional y
comienzan los preparativos para organizar las primeras elecciones
nacionales del Poder Popular. La Ley estipula que el pueblo elige
en la base al Delegado de sus circunscripciones a la Asamblea
Municipal. Esta a su vez elige a los delegados a la Asamblea
Provincial, entre sus delegados (50 %) y el otro 50 % es
propuesto por las estructuras políticas y sociales de la
provincia, aquí las propuestas incluyen a la nomenclatura
político-administrativa, cuadros y figuras de la
intelectualidad y otras esferas de la política y la
sociedad. Casi siempre entre ellos están los que
dirigirán la asamblea y ocupen cargos de relevancia en la
administración provincial.

Para la elección de la Asamblea Nacional vuelve a
funcionar el filtro, del 50 y 50, pero el 50 % de propuestas
centralizadas incluyen a la jerarquía del Estado y el PCC,
justamente en la instancia que tampoco elige al jefe de Estado
sino al Consejo de Estado, grupo que elegirá al Jefe de
Estado. Si tenemos en cuenta además que las candidaturas
son cerradas, mismo número de candidatos que de cargos,
llegaremos a la conclusión que la única
función del votante es, aprobar.

La importante función de la Comisión de
Candidatura, formada por un miembro de las organizaciones de masa
(FMC, FEEM, FEU, CTC, CDR, ANAP) y la omnipresencia del Partido y
la UJC, determinan la creación de un grupo de poder
cerrado, que funciona en toda la superestructura, haciendo muy
formal la "democracia participativa" de todo el
pueblo.

El 10 de octubre de 1976 se efectúan las
elecciones de base, el 31 del propio mes se constituyen las
Asambleas Municipales y sus Comités Ejecutivos. El 2 de
noviembre las Asambleas Municipales eligen los diputados a la
Asamblea Nacional y el 7 del propio mes se crean las Asambleas
Provinciales.

El 30 de noviembre se promulga la Ley de
Organización de la Administración Central del
Estado, un amplio aparataje que crea ministerios, comités
estatales, instituciones y una estructura central del Estado,
todo similar a la Unión Soviética y al Campo
Socialista.

El 2 de diciembre de 1976 se constituye la Asamblea
Nacional del Poder Popular, Primera Legislatura, presidida por el
veterano dirigente comunista Blas Roca
Calderío[2]La Asamblea eligió el
Consejo de Estado, formado en su mayoría por veteranos
dirigentes de la Revolución Cubana, quien eligió a
Fidel castro como Jefe del Consejo de estado y de Ministros,
quien a continuación presentó para su
aprobación por la asamblea el Consejo de Ministro de su
gobierno.

El sistema judicial cubano, no constituye un poder
independiente, sino subordinado al Estado, su función es
impartir justicia, velar por la integridad de la nación y
velar por el cumplimiento de la legalidad socialista. En los
primeros cinco años de la década de los 70s se
reestructura creándose los Tribunales Populares en las
instancias municipal, provincial y supremo, que incluye la
novedad de la inclusión de la figura del juez lego, no
profesional y elegido en las organizaciones de masa para formar
parte de los tribunales de base. Se mantiene la pena de muerte
como la máxima pena para delitos muy graves, que incluye
los delitos contra la seguridad del Estado, que en Cuba
Revolucionaria son conocidos como delitos
contrarrevolucionarios.

Con la institucionalización socialista, se
fortalece el papel ideológico y político
hegemónico del Partido Comunista de Cuba en la sociedad
cubana, se hace ley la no existencia de ningún otro
partido político en Cuba, junto a este se estrecha
más los lazos políticos y económico con la
URSS y los países socialistas, se afianza la estructura
ideológica y el poder político del grupo que
lideró la insurrección contra Batista y se afianza
al marxismo-leninismo como la doctrina oficial del estado
socialista cubano.

A partir de 1971 con el Primer Congreso de
Educación y Cultura, todas las corrientes de pensamiento
no marxistas-leninista fueron consideradas revisionistas o
diversionistas por lo que fueron combatidas y censuradas, matando
el debate franco y abierto que enriquecía al proceso
revolucionario en los primeros años de la década de
los 60s.

El marxismo-leninismo se convirtió en dogma de la
Revolución, bajo su pretendida "cientificidad" fueron
encasillados todos los procesos de la economía, la
sociedad y la política, había una ética
marxista-leninista, una estética y una psicología
de igual etiqueta y hasta se pretendía tener en las manos
un "comunismo científico", que tras el derrumbe del
socialismo "real" soviético, el choteo cubano renombro
como "de ciencia ficción".

Los manuales se multiplicaron como las Biblias y la
repetición mecánica y acrítica, se
convirtió en camisa de fuerza, para el análisis de
cualquier tema. La "marxificación" dogmática
llegó al estudio del "marxismo-leninismo" en la
enseñanza media y universidades, en la que había un
examen obligatorio de marxismo para graduarse.

Los círculos de estudios, tenían ese tema
como base, en centros de trabajo y unidades militares; la prensa
no dejaba de publicar "profundos" artículos sobre
filosofía marxista y la sociedad del futuro, tras la
vuelta de la esquina, y el discurso oficial nos prometía
un futuro feliz con el apoyo incondicional de la URSS y los
suyos, pese al bloqueo y nuestro auto-aislamiento.

El resultado fue la aparición de un pensamiento
aparentemente monolítico, el empobrecimiento de la vida
intelectual y la marginación de personalidades de la
cultura, las artes y el pensamiento, que no aceptaron los
esquemas dominantes o no "cabían" en los patrones de
"parametración"[3] del estado.

En cuanto a la economía el período, fue de
estabilización y crecimiento basado fundamentalmente en la
decisiva ayuda económica de la Unión
Soviética y los países socialistas, la
reorganización productiva del país (crecimiento de
la mano de obra, dada las desmovilizaciones militares masivas de
las milicias, aumento de la calificación y de la
productividad del trabajo; reanimación de sectores
económicos, etc.)

Este renacimiento de la economía cubana se
acentuó a partir de 1972 con la estrada de Cuba en el
Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). La
integración al CAME trajo como consecuencia, el reajuste a
las normas y reglas de este bloque económico, europeo, con
una locomotora fundamental, la URSS y naciones altamente
dependientes de esta economía líder.

Dentro del CAME a Cuba le tocó producir materias
primas, azúcar, cítrico y níquel, con
precios subvencionados, poca elaboración y un sistema que
acentuaba el patrón de país monoproductor que le
había correspondido desde el siglo XVIII.

Al estado cubano no le quedó otra alternativa,
país sometido a un férreo bloqueo económico,
con limitadísimos créditos de occidente, cero
inversiones de países capitalistas y un compromiso
político e ideológico muy grande con el bloque
soviético, tuvo que aceptar la pertenencia a un grupo al
cual solo lo ligaban lazos ideológicos y de
geo-política.

La revolución Cubana había intentado un
desarrollo económico autónomo, basado en una
economía diversificada y dinámica durante los
años 60s. La inexperiencia y el idealismo social de
"quemar etapas" para llegar a la sociedad comunista,
provocó graves daños a la economía cubana,
no solo afectada por el bloqueo y los sabotajes, sino por las
improvisaciones, como el hecho de hacer desaparecer las
relaciones mercantiles que rigen la economía, dejando a
los mecanismos subjetivos la entrega al trabajo y el
estímulo idealista, que a la larga dejó un
país semiparalizado sostenido tan solo por el entusiasmo
de un pueblo dispuesto a construirse un futuro mejor.

Tras la rectificación de los 70s se
comenzó la implantación gradual del sistema
socialista soviético de Dirección y
Planificación de la Economía, altamente
centralizada y burocratizada, que hacen depender la mayor parte
de las decisiones del nivel central, con poco margen a la
flexibilidad, la creatividad y productividad del ejecutor directo
del trabajo.

Las relaciones inter-comerciales basadas en un sistema
mercantil artificial se basaba en el cumplimiento del plan a toda
costa y costo, en detrimento de la productividad y calidad, con
un mecanismo de motivación al productor basado en
estimular un trabajo poco productivo.

Pese a estos problemas hubo un sostenido crecimiento
económico, basado en la reserva productiva poco explota,
el mejoramiento e inversión en esferas económicas
deprimidas y la abundante ayuda de los países del CAME. En
el primer quinquenio de la institucionalización
(1971-1975), el producto interno del país alcanzó
un 10 % de crecimiento, en tanto que en el segundo (1976-1980) el
mismo fue más modesto, 4 %.

La Revolución Cubana continuó en esta
década, lo que ha sido su principal premisa: la
distribución equitativa de la riqueza social, a
través de un sistema educacional gratuito, que en esta
etapa alcanzó altas metas; el sistema de salud, la
seguridad social, el pleno empleo, aún a costa de la
productividad; la masificación del deporte, como base a la
preparación de un deporte de marcas y altos resultados
internacionales; la cultura, entendida en el desarrollo de un
fuerte movimiento de aficionado, apoyo material a los artistas
profesionales y prioridad para el desarrollo de las artes y la
literatura de masas.

Lastrando estos grandes logros sociales está el
fenómeno del igualitarismo, las gratuidades excesivas y el
despilfarro de recursos, así como la baja calidad de los
servicios, la producción y la educación.

En cuanto a las relaciones internacionales, durante la
década Cuba jugó un importante rol en el movimiento
de liberación nacional antimperialista en muchos
países del tercer mundo, la ayuda cubana no se
limitó a la solidaridad política con dichas causas,
sino que activamente contribuyó a entrenar cuadros
militares y políticos tanto en Cuba como en otros
países para desarrollar la lucha guerrillera contra
regímenes coloniales o dependiente de las grandes
potencias imperialistas, principalmente los Estados
Unidos.

Es notoria la colaboración cubana con los
movimientos guerrilleros en América Latina, principalmente
en la década del 60s, su apoyo incondicional al pueblo
vietnamita en su guerra de liberación contra la
ocupación norteamericana y que culminó en 1975 con
la salida humillante de las últimas fuerzas de los EE.UU.
y del régimen que había sostenido en el sur de
Vietnam.

Muy importante fue la participación de Cuba en el
entrenamiento, sostenimiento y apoyo militar y político al
movimiento guerrillero en las colonias portuguesas de
África, proceso que se agudizó con la salida de
Portugal de dichos territorios y la delicada situación
político militar que se presentó en el rico enclave
de Angola.

Allí los cubanos apoyaron al Movimiento para la
Liberación de Angola (MPLA) dirigido por el Dr. Agostinho
Neto, quien junto a las fuerzas de la UNITA de Savimbi y el FMLA
de Roberto, habían llegado a un acuerdo con la
metrópoli portuguesa para proclamar la República el
11 de noviembre de 1975. Ambas fuerzas eran apoyadas por los
Estados Unidos, las potencias europeas y los gobiernos de Zaire y
Sudáfrica, dispuestos a impedir la llegada de un gobierno
de izquierda al poder en Angola.

La invasión directa de fuerzas zairenses y
sudafricanas al territorio angolano determinó el pedido de
ayuda militar a Cuba, por parte de MPLA de Neto en noviembre de
1975, días antes de la proclamación de la
República Popular de Angola.

Aceptado este pedido el 5 de noviembre de ese
año, fuerzas regulares del ejército cubano, junto a
las incipientes fuerzas armadas angolanas rechazan el cerco a
Luanda y permiten la proclamación de la república.
Fuerzas cubanas y angolana repelen en todo el país a
mercenarios y tropas regulares de Zaire y Sudáfrica, en
una valiente ofensiva que trae por resultado la liberación
de todo el territorio angolano el 27 de marzo de 1976,
habían llegado desde Cuba 36 mil combatientes
internacionalistas que permanecieron en el país durante
poco más de quince años, en lo que se conoce en
nuestra historia contemporánea como la "Operación
Carlota".

En cuanto a las relaciones con los Estados Unidos, la
década del 70 fue un período más tranquilo
que el anterior, pese a la activa beligerancia de los grupos
terroristas de ultraderecha de origen cubano, radicados
básicamente en La Florida y con pleno apoyo de la CIA y el
gobierno de los EE.UU.

Continuaron los ataques a barcos pesqueros cubanos,
mercantes, atentados contra técnicos y diplomáticos
cubanos en el exterior que eran un modo de mantener justificada
la política de los gobiernos de Estados Unidos contra
Cuba. El más execrable de estos crímenes
terroristas ocurrió en octubre de 1976 cuando terroristas
de origen cubano hicieron estallar en pleno vuelo un avión
de la línea área Cubana de Aviación, que
rendía vuelos Caracas-Habana con escala en Barbado, 76
personas perdieron la vida, todos civiles.

El 30 de mayo de 1977 los gobiernos de Cuba y los
Estados Unidos[4]acuerdan la apertura en La Habana
y Washington de una Sección de Intereses adjunta a las
embajadas de Suiza que representan los intereses respectivos en
cada país. Se establecía un canal de
comunicación más directo entre ambas naciones,
necesario dado los miles de cubanos que viven en los estados
Unidos y el flujo de emigrantes legales e ilegales que existen
entre ambas naciones.

El estado norteamericano había dado a los cubanos
un status especial para obtener la residencia en ese
país[5]sin emigraban a ese país,
mucho más ventajoso si llegaba de forma ilegal, mientras
obstaculiza las vías legales de emigración de Cuba
a ese país. Esta Ley, calificada en Cuba como "Ley
asesina", ha costado la vida a miles de cubanos tratando de
llegar a los Estados Unidos cruzando el estrecho de la
Florida.

Bajo este régimen de distensión que se
produce entre ambos países se produce la llegada a Cuba en
1978 de un grupo de jóvenes cubano-norteamericanos,
agrupados en la brigada "Antonio Maceo". Ellos constituyeron el
primer acercamiento de la Comunidad Cubana de los Estados Unidos
con la patria de origen.

Su presencia impactó a la sociedad cubana tanto
como a ellos, era el contacto de ambos grupos con sus verdades y
prejuicios, el rompimiento de tabúes mutuos y la apertura
de una posibilidad de entendimiento más allá de las
diferencias ideológicas.

Ellos fueron el puente para que a fines de 1978
[6]llegaran a Cuba un numeroso y representativo
grupo de la Comunidad Cubana y se entrevistan con autoridades
cubanas sobre temas como, la reunificación familiar,
liberación de presos políticos y la
autorización para la visita de la emigración cubana
a sus familiares en Cuba.

Estas visitas se convirtieron en el principal logro de
estas conversaciones, miles de cubanos radicados en los Estados
Unidos y otras partes del mundo fueron autorizados a visitar a
sus familiares en Cuba. El impacto en la sociedad cubana fue
positivo, al cambiar el modo de ver a estos emigrados,
calificados en su conjunto como "gusanos" por la propaganda
oficial y ahora exaltados por el imaginero popular como los
"hijos prósperos que llegaban" de una sociedad donde
"todos los problemas materiales están resueltos", pese a
los grandes problemas sociales que existen. En contraste estaba
la austera realidad cubana, llena de limitaciones materiales,
pese a los grandes esfuerzos de la Revolución, y los
muchos problemas de justicia social, discriminaciones e irrespeto
a los derechos ciudadanos que estaban pendientes.

Esto unido a la existencia de un buen número de
descontentos, desclasados o personas que no aceptaban el
socialismo, fue creando una situación explosiva en las
ciudades, principalmente en La Habana y que tuvieron su detonante
en la penetración violenta de miles de ciudadanos en la
embajada de Perú y otras sedes latinoamericanas, en abril
de 1980.

El gobierno cubano retira la guardia de estas sedes
diplomáticas y aumenta el número de refugiados,
creando una delicada situación humanitaria en esos
edificios y serio conflicto internacional. La demanda
única de aquellos "refugiados" es la aspiración a
emigrar, principalmente a los Estados Unidos.

Tras varios días de tensas negociaciones se
decide la salida hacia Perú de algunos cientos de
refugiado en su embajada en La Habana y otros hacia países
que los quisieran recibir. Pero la avalancha mayor está
por llegar:

Monografias.com

Ante la propuesta de la Comunidad Cubana de La Florida
de venir a buscar a sus familiares en lanchas alquiladas por
ellos, el gobierno cubano acepta y habilita el puerto del Mariel
para la salida de todos aquellos ciudadanos que fueran reclamados
por sus familiares.

Las embarcaciones salían sobrecargadas del
Mariel, pues a los familiares reclamados, las autoridades cubanas
añadían otros que deseaban emigrar,
creándose un clima tenso en las relaciones entre Cuba y
los Estados Unidos.

El 14 de abril de 1980 el periódico "Granma",
publica el editorial "Ahora le toca al pueblo",
que califica de "escoria" a todos aquellos que tratan de emigrar
y llama al pueblo a la "Marcha del Pueblo Combatiente" en todo el
país para el día 19 de abril, en La Habana, esta
muchedumbre pasó frente a la embajada de
Perú.

La situación se hace tensa, hay agresiones
personales a los que acuden a las oficinas de emigración,
acoso en sus casas y centro de trabajo, no hay contención;
todo el que quiere salir de Cuba en estos meses es "escoria".
Mítines de repudio en las cuadras y centro de trabajo de
los que aspiran a emigrar y otras formas de presión que en
algunos casos fueron violentas, se producen en todo el
país. La situación es de miedo y
resentimiento.

La culminación de tales "jornadas de ofensiva
revolucionaria" fue el criminal sabotaje al círculo
infantil Le Van Tan en Marianao, La Habana[7]en el
que más de quinientos niños estuvieron a punto de
morir por el incendio.

De haberse consumado el sabotaje se hubiera desatado un
"baño de sangre", porque las masas enfurecidas, ya
estimuladas por muchos días de mítines de repudio
se habrían tornado incontrolables. El mismo
periódico hizo un llamado a la cordura y las autoridades
se volvieron más activas en el control del orden
público, los bajos instintos volvieron a las sombras y se
cerró la más bochornosa página de
manipulación de las masas del período
revolucionario. Solo quedó el miedo como
vestigio.

Más de 125 mil cubanos de todas las condiciones
sociales arribaron a los Estados Unidos, la mayoría
jóvenes, hostigados en Cuba por querer emigrar, recibidos
con desconfianza en los Estados Unidos, por considerarlos
"peligrosos", prisioneros de su decisión, que en la
mayoría de los casos no iba acompañada de una
posición política, sino de un deseo de mejora sus
condiciones de vida, aunque fuera una quimera.

La
política cultural de la Revolución Cubana
(1971-1980)

El fracaso de la zafra del los 10 millones y los errores
que se cometieron en la economía impulsaron a la
dirección de la Revolución a emprender un proceso
de análisis y reflexión sobre los errores cometidos
para "enrumbar el socialismo cubano" por los caminos del
desarrollo.

Desde mediados de la década de los 60 se produjo
una sana confrontación de ideas sobre el rumbo
ideológico que debía tomar la Revolución
social que había emprendido el pueblo cubano. En esos
años se propició un clima de intercambio de ideas
sobre el pensamiento marxista, su forma de enseñanza en
Cuba y su adecuación a las realidades de nuestra sociedad,
desarrollada en el ámbito de América Latina, con
todas las características de ser un país
tercermundista.

Una de estas tendencias de pensamiento se mostró
desconfiada ante las doctrinas marxistas-leninistas de la
Unión Soviética y los países aliados, por su
inclinación al dogma, su escolastismo en la
enseñanza del mismo y su probada derivación hacia
sociedades con cultural anquilosadas, populistas,
autocomplacientes y con una política cultural de
rígidos cánones de creación artística
y literaria[8]y un aparato burocrático
improductivo y paralizante.

El año 1971 marcó la ruptura de la
polémica sobre el marxismo en Cuba, se erige la
ideología de la Revolución sobre la base del
marxismo-leninismo y todas las corrientes y pensadores que sobre
este tema discuten fueron considerados "revisionistas" y su
estudio como "diversionismo ideológico".

El Congreso Nacional de Educación y Cultura fue
el vehículo para "rectificar" en materia de cultura.
Convocado para efectuarse en La Habana entre el 23 y 30 de abril
de 1971, reunió a 1 700 delegados de heterogénea
procedencia y nivel cultural que discutieron 413 ponencias y
más de 7 mil recomendaciones sobre educación y
cultura.

"No podemos olvidar que el Congreso dio respuesta a
necesidades coyunturales de una lucha ideológica
caracterizadas por ataques de la reacción internacional,
que aprovechó y trató de canalizar a su favor la
confusión y la perplejidad de representativos sectores de
la intelectualidad euroccidental y latinoamericana a raíz
del llamado caso Padilla, uno de los episodios más penosos
de la historia cultural cubana en los últimos
decenios"[9]

El Congreso fue concebido como una vía para
continuar el desarrollo educacional, debatiendo problemas de la
enseñanza desde la base, pero en la medida que avanzaban
las discusiones se fueron agregando temas culturales en su agenda
hasta llevarlo al debate nacional.

La influencia de los cuadros del partido en la
dirección de las discusiones fue decisiva por lo que los
temas culturales y la ética del artista y el arte fueron
haciéndose cada vez más inquietantes al exigir del
mismo "moralidad" (sirvió de base para un ataque abierto a
la homosexualidad), ateismo y "compromiso" con las ideas
revolucionarias, equivalentes a pensamiento marxista-leninista,
quien no cumpliera con esos parámetros, no podía
enseñar, pero tampoco hacer arte y ocupar un lugar
relevante en la cultura del país, quedaban pues
marginados.

Al iniciarse el Congreso había una fuerte
predisposición hacia la cultura artística de
influencia múltiple, por considerarla "marcada por la
decadencia de un mundo burgués superado por la
Revolución Cubana" y que lo necesario era seguir los
"patrones culturales de los países socialistas europeos y
en especial de la URSS".

"La cultura de una sociedad colectivista es una
actividad de las masas no monopolio de una élite, el
adorno de unos pocos escogidos o la patente de corso de los
desarraigados.

"La formación ideológica de los
jóvenes escritores y artistas es una tarea de
máxima importancia para la Revolución. Educarlos en
el marxismo-leninismo, pertrecharlos de las ideas de la
Revolución y capacitarlos técnicamente es nuestro
deber.

"Los medios culturales no pueden servir de marco a la
proliferación de falsos intelectuales que pretenden
convertir el snobismo, la extravagancia, el homosexualismo y
demás aberraciones sociales, en expresiones del arte
revolucionario, alejados de las masas y del espíritu de
nuestra revolución"[10]

El Congreso Nacional de Educación y Cultura
dejaba fuera de la Revolución, no solo a los enemigos de
clase, sino a los homosexuales, religiosos y a los escritores y
artistas que no se avinieran a los esquemas rígidos del
"credo revolucionario".

Las razones para este programa han sido muchas, ninguna
ha resistido la prueba del tiempo: "combate contra el
diversionismo ideológico y las formas solapadas de
penetración del enemigo"; creación del "hombre
nuevo", más puro, más culto, de gran capacidad
colectivista e impregnado de una ideología
fanática.

El resultado fue la entronización de una "doble
moral", que aún estamos padeciendo, el oportunismo y la
mediocridad intelectual y artística, sin ser absoluto,
mayoriando en todos los sectores de la cultura y la sociedad
cubana. La separación y alejamiento de muchos
auténticos intelectuales y artistas, silenciamiento de su
obra y el constante asedio de su vida privada y pública,
lo que llevó a muchos al exilio y a otros a un autoexilio
ostrasista del cual algunos no se recuperaron nunca; la
desactualización casi generalizada de todo lo que
ocurría en la cultura del mundo, por no avenirse con la
ideología oficial de la Revolución.

Este es el triste período que Ambrosio Fornet
bautizara como "QUINQUENIO GRIS"[11], que otros
estudiosos han extendido a más de una década y con
una secuela que aún arrostramos en nuestros
días.

¿Cómo es posible que se argumente que tal
situación, catastrófica para la cultura cubana y su
movimiento artístico en particular, fue obra de un
"pequeño grupo de funcionarios" de la cultura,
atrincherados en el Consejo Nacional de Cultura y el Instituto
Cubano de Radiodifusión, encabezado por el tristemente
célebre Luis Pavón Tamayo?

La Historia irá poniendo las cosas en su lugar y
develará el misterio de ceguera que llevó a
líderes populares a frenar uno de los momentos más
fructíferos de la creación artística cubana,
que nunca dejó de ser auténtica y que hoy
disfrutamos como cultura de resistencia y revolucionaria a pesar
de ellos.

Vistos los pésimos resultados de tal
"política cultural", la dirección del Partido
Comunista de Cuba y el Gobierno, emprenden cambios plasmados,
primero en las Tesis sobre la Cultura del I Congreso del PCC
(1975) y luego en la Constitución de la República
(1976), en los que se ratifica la libertad de creación
aunque "dentro de la Revolución" y una mayor
"flexibilidad" para medir la obra artística y
literaria.

Entre tanto y en contraposición a las trabas
impuestas a la cultura y la vida intelectual en el país,
se crea un amplio movimiento de artistas aficionados que
incorporó a las grandes masa al cultivo y disfrute del
hecho artístico y literario, que tuvo por
pretensión sustituir al talento creador del momento, el
mismo que el Congreso de Educación y Cultura llamó
peyorativamente "élite, por el "gran talento colectivo que
era el pueblo".

Como saldo positivo, el movimiento de artistas
aficionados amplió las bases populares para el disfrute de
la cultura y el arte en todos los niveles, contribuyendo a la
elevación del nivel cultural de las masas y al
descubrimiento de nuevos talentos que a la larga las necesaria e
inevitables "élites" culturales.

En 1976 se crea el Ministerio de Cultura presidido por
el doctor Armando Hart Dávalos, un destacado dirigente
revolucionario e intelectual de reconocida trayectoria. Tal hecho
expresa la voluntad rectificadora de la Revolución y la
necesidad de reconstruir la confianza entre la intelectualidad
cubana y su gobierno. Los nuevos caminos de la cultura, con una
política sin exclusiones, transitaron por difíciles
momentos, delimitando los campos del arte y la cultura de la
política coyuntural. Tratando de armonizar la
creación artística y al movimiento de aficionados y
sobre todo tratando de devolverle a muchos artistas la confianza
en la Revolución y sus posibilidades renovadoras,
creadoras y democráticas.

"Nuestro deberes políticos como dirigentes
estatales no consisten en establecer normas para determinar
administrativamente las formas artísticas (…) el
dirigente estatal no es un árbitro entre la sociedad y las
formas artísticas. Su tarea consiste en facilitar la
comunicación entre el movimiento artístico y el
resto de la sociedad"[12]

El ministro critica el papel de jueces de la cultura que
se adjudicaron algunos funcionarios, llevando sus juicios
personales a política oficial y convoca a restablecer un
diálogo profundo y permanente sobre la actividad
cultural.

Ese mismo año la prestigiosa intelectual
comunista Mirta Aguirre hace un análisis del realismo
socialista como fundamento teórico para la creación
artística literaria, partiendo del respeto de todas las
tendencias o formas de creación, siempre y cuando no
atenten contra la ideología de la Revolución y
contribuyan al progreso del mundo nuevo que se trata de
edificar:

"Lo primero que demanda la obra real-socialista, como la
perteneciente a cualquier otra tendencia o corriente
artística o literaria, es talento. Los que creen que una
buena orientación ideológica puede suplir esto,
yerran al ciento por ciento. Con esa orientación a secas
puede hacerse muchas cosas, cosas magníficas,
quizás de importancia muy superior a la de cualquier obra
de arte: pero no obras de arte.

"Si algo hace daño a la literatura y al arte
revolucionario (…), es defender y esgrimir como obras
buenas a las que no lo son porque sí son buenos panfletos
de agitación revolucionaria"[13]

A pesar de que los dirigentes culturales y los propios
intelectuales y artistas consideraron necesaria una
revitalización y rectificación en la cultura de los
70s, esta dinamización no se produjo en breve plazo, los
recelos y la resistencia al cambio, hicieron lento el proceso que
tendrá un notable impulso en la década de los
80.

Partes: 1, 2, 3, 4

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter