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El celibato




Enviado por Agustin Fabra



  1. Introducción
  2. El
    celibato: etimología y
    definición
  3. Evolución histórica del
    celibato
  4. El
    celibato en la iglesia católica
    actual
  5. Conclusión
  6. Apéndice
  7. Bibliografía

"Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no
casado se preocupa de las cosas del Señor; de cómo
agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del
mundo, de cómo agradar a su mujer; está por tanto
dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se
preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo
y en el espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas
del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto para
vuestro bien, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo
más digno y al trato asiduo con el Señor; sin
distracciones.

Pero si alguno tema faltar a la conveniencia
respecto a su doncella, por estar en la flor de la edad, y
conviene actuar en consecuencia, haga lo que quiera: no peca,
cásense. Mas el que ha tomado una firme decisión en
su corazón, y sin presión alguna, y en pleno uso de
su libertad está resuelto en su interior a respetar a su
doncella, hará bien. Por tanto, el que se casa con su
doncella, obra bien. Y el que no se casa, obra
mejor".

1 Corintios 7:32-38

INTRODUCCION

Esta monografía no pretende ser un tratado
exhaustivo sobre el celibato, sino apenas un resumen; algo que el
laico sencillo pueda comprender sin mayores estudios
teológicos y sin necesidad de recurrir a extensos tratados
de la historia de la Iglesia.

Quedan de lado las muchas razones de orden
teológico y pastoral que evidencian la oportunidad de esta
disciplina, y analizamos únicamente el proceso
histórico de la decisión celibatal. Es decir, el
motivo de presente estudio no es ni una defensa ni un ataque al
celibato, sino que se trata de responder a la inquietud
generalizada de conocer de dónde proviene la
práctica del celibato en la Iglesia Católica, y
cómo evolucionó esta práctica.

EL CELIBATO:
ETIMOLOGIA Y DEFINICION

La palabra celibato proviene del latín
caelibis y se refiere al estado de aquellos que no se
casan o que no tienen una pareja sexual. Una persona soltera
puede ser llamada célibe aún cuando el
concepto adquirió un sentido de opción de vida. Por
lo general se entiende como célibe a la persona
que voluntariamente elije no casarse y prefiere la
soltería de manera permanente. Sin embargo hay que
resaltar que el celibato no significa desprecio al matrimonio ya
que ambas vocaciones provienen de Dios, quien nos da la libre
opción de elegir entre ambos estados.

En el mundo occidental contemporáneo el concepto
de celibato ha sido frecuentemente asociado a la Iglesia
Católica. Por su parte, Oriente conoce este estado por la
Iglesia Ortodoxa, así como también es practicado
por el budismo y por el hinduismo. Las decisiones de celibato
voluntario por parte de pensadores, escritores, artistas o
líderes, son menos conocidas que las de los religiosos,
pero no por ello menos significativas.

La opción por el celibato puede ser
religiosa, como se presenta entre los sacerdotes
católicos y ortodoxos, los monjes budistas y otras
religiones orientales; filosóficas, como la opción
de Platón por el estado celibatal; laicas o sociales, como
se presenta en quienes optan por dicho estado como opción
personal. Lo común es que el estado celibatal sea
voluntario, pero también puede ser inducido o forzado,
como en el caso histórico de los esclavos.

EVOLUCION
HISTORICA DEL CELIBATO

Las opciones célibes ya eran conocidas en la
India a través del hinduismo y con el surgimiento de los
ascetas y de los anacoretas, así como de todos aquellos
que abandonaban el mundo material para buscar el significado
espiritual de la existencia a través de la
contemplación, como fue el caso de Siddhartha Gautama (560
a.C. al 480 a.C.), quien a pesar de no ser un anacoreta
hinduista, estaba muy influenciado por su forma de vida. A
él se le atribuye la frase de que "es más
importante conquistar un solo deseo que satisfacer mil
deseos
".

Casi contemporáneamente, en Occidente los griegos
conocieron el celibato a través de la filosofía por
medio de Platón (428 a.C. al 347 a.C.) y de
Sócrates (470 a.C. al 399 a.C.) entre otros, quienes
veían el celibato como un elemento primordial para quien
se dedica por entero al conocimiento.

Aparte de hinduistas y griegos, son escasos los pueblos
que le dieran valor al celibato, y tal como sucedió con el
judaísmo bíblico, ser célibe era visto como
una maldición divina. Como ejemplo podemos citar a
Jefté, caudillo de los galaaditas, quien hizo un voto a
Yahvé prometiéndole que si El permitía a
Jefté y sus tropas vencer a los amonitas, la primera
persona que saliera de su casa para recibirle a su regreso de la
batalla sería ofrecida en sacrificio a Yahvé.
Cuando Jefté regresó victorioso a su casa en
Mispá, quien salió alegremente a recibirle fue su
hija. Era su única hija y, de acuerdo a su promesa,
debía entregarla en sacrificio a Dios por su victoria.
Pero Jefté no lloró por la muerte de su hija, sino
porque moriría virgen (Jueces 11:29-40).

Poblar la tierra se establece como un mandato divino,
tal como está expresado en la Biblia: "Sed fecundos y
multiplicaos"
(Génesis 1:28). El deber bíblico
de la procreación se expresa en Sara, esposa de Abraham,
quien no podía tener hijos y por ello le pidió a
Abraham que se uniera a su esclava Agar para que le pudiera dar
descendencia (Génesis 16:1-2). Después las dos
mujeres de Abraham comienzan una auténtica competencia de
procreación para darle descendencia, de los cual
nacerían las doce tribus de Israel.

Esta idea judaica pasaría igual al Islam, que es
fiel a la reproducción de la vida como una ley divina
según los mandamientos antiguos, incluso a través
de la poligamia, practicada en la actualidad en varios
países árabes.

LA EVOLUCION HISTORICA DEL CELIBATO

El cristianismo primitivo empezó a dar algunos
casos de celibato, como en el caso de Pablo de Tarso. Tanto Pablo
en el capítulo 7 de la Primera Carta a los Corintios, como
el propio Jesús en Mateo 19:10-12, ya nos hablan de que el
celibato es un don y un llamado de Dios que deberá aceptar
la persona que a ello haya sido llamada, ya sea laico o
religioso. Se trata de una vocación con vistas al Reino de
Dios, y no de un invento de la Iglesia Católica, como
algunos lo califican. Si analizamos detenidamente los dos textos
bíblicos mencionados nos daremos cuenta que tras ellos
late la legislación del celibato sacerdotal.

Para comprender el alcance del celibato es necesario
revisar la evolución histórica de la
legislación celibatal, la cual contiene tres momentos
principales:

De la comunidad apostólica al siglo
IV. Del siglo IV al siglo XII.

Del siglo XII hasta la
actualidad.

De la comunidad apostólica al siglo
IV.

En el comienzo de la predicación cristiana,
cuando el celibato no era un estado admitido por la sociedad de
aquella época, es lógico que los Apóstoles
no esperasen encontrar personas célibes en número
suficiente para regir las numerosas comunidades cristianas que
iban surgiendo, y tampoco se podía pensar que el deseo de
Pablo de Tarso de que el servidor fuera célibe fuese
inmediatamente aceptado y practicado en todas las
comunidades.

En aquellos primeros tiempos del cristianismo
había que fundar las comunidades cristianas en base a la
predicación, y para ello se escogía a las personas
más capacitadas en ese momento. Por ello Pablo exige al
menos lo indispensable; a saber, que no fueran libertinos o que
no hayan tenido ya varias mujeres. Incluso es de admirarse que en
ese ambiente naturalmente contrario a la abstención
sexual, Pablo haya tenido la claridad y el valor de predicar a
los solteros y a las viudas que "bien les está
quedarse como yo; pero si no pueden contenerse, que se
casen"
(1 Corintios 7:8-9). Sus palabras son, sin duda
alguna, de un gran calibre profético.

Lo mismo cabe decir de los textos donde Pablo
señala que "si alguno no es capaz de gobernar su
propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la
Iglesia de Dios?"
(1 Timoteo 3:5). Pablo aquí no
está diciendo que los candidatos deben ser necesariamente
casados, ni que un célibe pueda ejercer o no ese cargo,
sino que el candidato que ya esté casado debía dar
muestras de buen gobierno de su propia familia, antes que
pretender gobernar una comunidad perteneciente a la Iglesia de
Dios.

Y esta fue la práctica de la Iglesia durante los
primeros siglos. Admitía a las órdenes sagradas a
candidatos casados, siempre y cuando diesen un testimonio de vida
de un matrimonio vivido de manera irreprensible. Sin embargo, con
toda seguridad había ministros casados y otros
célibes, aunque no podemos determinar qué oficios
se les reservaban a unos y a otros. No obstante, algunos
estudiosos se inclinan a pensar que si bien no era obligatorio,
la mayoría de iglesias locales, tal vez celosas de las
palabras de Pablo, guardaban la preferencia de admitir a las
órdenes sagradas a las personas célibes.

El propio Pablo y muchos otros discípulos fueron
célibes a lo largo de su vida, posiblemente aplicando las
palabras de Jesús al respecto: "No todos entienden
este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido.
Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y
hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino
de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda"
(Mateo
19:11-12).

Del siglo IV al siglo XII.

Si bien es probable que las iglesias locales hayan
legislado sobre esta materia celibatal con anterioridad, el
primer Concilio donde se legisló oficialmente sobre este
tema fue en el de Elvira, la antigua Iliberis, que
actualmente es la ciudad de Granada, España, el cual se
celebró entre los años 300 al 324. En el Canon 33
de dicho Concilio se ordena el celibato a todos los
clérigos, fuesen casados o no, y a todos los que
ministraban en el altar.

Dicho Concilio mandó que los obispos, sacerdotes
y diáconos admitidos en las distintas órdenes,
fuesen célibes, o bien que dejasen a sus legítimas
esposas si deseaban recibir las sagradas órdenes. Pueden
encontrarse testimonios históricos de la existencia en
Occidente de sacerdotes que vivían con sus esposas, pero
eran los que se encontraban lejos de las comunidades.

A pesar de que el Papa Siricio (334 al 399)
decretó oficialmente en el 386 el celibato obligatorio
para todos los clérigos, no fue sino hasta el primer
Concilio de Constantinopla (553) y posteriormente en el segundo
Concilio de Constantinopla (680 al 681) donde se
reglamentó explícitamente que los obispos casados
debían dejar a sus esposas. Sin embargo para los
sacerdotes y diáconos parecía no exigirse la
separación.

Sin embargo hubo tiempos de particular decadencia en la
historia, principalmente cuando muchos obispos, sacerdotes y
diáconos tomaban mujeres y engendraban hijos, los cuales
podían heredar sus posesiones. Curiosamente a pesar de
esas costumbres poco admirables, el celibato nunca dejó de
tener, a veces más y a veces menos, su lugar privilegiado
en la enseñanza y en la legislación de la Iglesia
de Occidente. Lo que nunca se aceptó en ninguna parte fue
que un ordenado pudiera casarse; el casado podía
ordenarse, pero el ordenado no podía casarse.

Es curioso observar que a lo largo de más de 300
años desde el Concilio de Elvira aún se legislara
sobre el celibato, pero debemos tener en cuenta que por la falta
de medios de comunicación y por las grandes distancias, a
veces en parajes remotos, las noticias tardaran muchos
años en divulgarse por todo el mundo
occidental.

Por su parte la Iglesia primitiva vería el
surgimiento de otro tipo de opción celibatal: la de los
monjes del desierto en Egipto, que posteriormente fue
divulgándose por el continente europeo. Con un curioso
paralelo con los anacoretas de la India, muchos cristianos
egipcios buscaron el desierto para seguir los mandatos
evangélicos en un proceso denominado fuga. Una de
las obras que ilustra este proceso es la biografía que
Atanasio, obispo de Alejandría, escribió sobre
Antonio del Desierto entre los años 356 y

362. La vida de los monjes del desierto tendría
una gran influencia en el desarrollo del concepto de celibato
como el abandono del mundo para un seguimiento radical de Cristo.
Dichos monjes del desierto abrirían por su parte la
experiencia de la vida consagrada, tanto en la Iglesia latina
como en la

griega, con toda una gama de experiencias que
pasarían por Pacomio, Agustín de Hipona hasta
las

Reglas de Benito de Nursia, y la formación de
comunidades, congregaciones, institutos y
órdenes.

DEL SIGLO XII HASTA LA ACTUALIDAD.

En el año 1123, dentro del primer Concilio de
Letrán y bajo el Papa Calixto II, se reglamentó que
el candidato a las órdenes eclesiales debía
abstener de mujer alguna, y que el matrimonio de una persona
ordenada era inválido, de modo que todo trato con mujer,
una vez recibida la ordenación, pasaba a ser simple
concubinato. En este mismo espíritu reglamentarían
todos los Concilios posteriores.

EL CELIBATO EN LA
IGLESIA CATOLICA ACTUAL

La vocación sacerdotal es un llamado gratuito de
Dios y no un derecho u obligación del candidato; y mucho
menos un dogma de fe. La Iglesia, al unir sacerdocio con
celibato no está imponiendo nada a nadie, sino
que está ejerciendo un derecho dado por Dios mismo a su
Iglesia de determinar ciertos aspectos disciplinares del oficio
sacerdotal. De hecho es precisamente la Iglesia la que ordena
sacerdotes para destinarlos al servicio divino. El sacerdocio es
un oficio sagrado de la Iglesia en bien de la propia Iglesia, y
es ella la que determina de qué manera conviene mejor
ejercer este oficio.

El candidato al sacerdocio tiene largos años para
reflexionar y prepararse, por lo cual no es lícito hablar
de obligación en el sentido de imposición forzada,
sino que se trata de una opción voluntaria del sacerdote
al acceder a su puesto eclesial. Por medio de libre y voluntaria
determinación, el sacerdote católico renuncia a sus
derechos de paternidad humana para entregarse íntegramente
a su paternidad espiritual; para nutrir almas con fervor
absorbente y exclusivo sin las trabas de los cuidados
domésticos; para ensanchar su solicitud paternal, de
suerte que todos puedan llamarle por antonomasia
Padre.

La Iglesia siempre ha tenido el celibato en muy alta
estima ya que Jesucristo fue célibe. Jesús es el
modelo de la perfección humana, siendo igual que nosotros
excepto en el pecado. Aún siendo hombres, Jesús nos
da la gracia de vivir su amor sobrenatural.

CONCLUSION

Según el teólogo católico Joan
Baptista Torelló, el celibato facilita la unidad de vida,
que es la base de la santidad cristiana, desmitifica la
absolutización de la teoría de la complementariedad
de los sexos, abre el corazón a todas las personas sin
excepción, exige y concreta la ascética diaria, sin
la cual la unión con Dios en la Tierra es imposible, y
hace del sacerdote un testigo y un indicador cabal de la vida
eterna, en la que "ni ellos tomarán mujer ni ellas
marido, sino que serán como ángeles en el
cielo"
(Mateo 22:30). Es una imagen de los bienaventurados
del cielo.

Incluso el escritor francés Víctor Hugo
(1802 al 1885) confirmaba la opción celibatal en su libro
"Los trabajadores del mar" al decir: "Las religiones
que prescriben el celibato a sus sacerdotes saben bien lo que
hacen. Nada destruye tanto el sello sacerdotal como amar a una
mujer"
(3ª. parte, libro III, capítulo
II).

Ha habido muchas críticas de otras iglesias y
denominaciones hacia la Iglesia católica por el tema del
celibato, principalmente en estos últimos años con
motivo de los denominados abusos sexuales por parte de sacerdotes
y la pedofilia. Está comprobado que ha habido casos
así, como también los habrá habido en otras
iglesias que no son católicas y que no guardan el
celibato. Sin embargo se le está dando una importancia
sumamente exagerada al publicitarse casos individuales, pero sin
reparar en el alcance de los mismos sobre la Iglesia en
general.

Philip Jenkins, profesor de Historia y Estudios
Religiosos en le Universidad de Pensilvania, publicó el
libro "Pedofilia y sacerdotes: anatomía de una crisis
contemporánea"
("Pedophiles and priests: anatomy of a
contemporary crisis") en donde concluye que tan solo un 0.2% de
los sacerdotes católicos en todo el mundo han sido
abusadores de menores de edad.

El Profesor Jenkins dice en su estudio: "Mi
investigación de los casos reportados durante los
últimos 20 años no revelan evidencias de que el
clero católico o cualquier otro clero célibe sea
más propenso a involucrarse en conductas inapropiadas o en
abusos que el clero de cualquier otra denominación, o
incluso que los laicos. Sin embargo, ciertos medios de noticias
ven el asunto como una crisis del celibato, aseveración
que sencillamente no tiene fundamento
".

En suma, la Iglesia Católica, al implantar el
celibato para quienes libremente lo eligen al escoger el
sacerdocio, no es sólo santa, es también sabia. Y
si espiritualmente se mira la excelsitud y la grandeza del
ministerio, el celibato sacerdotal no es mutilación, sino
plenitud.

Es cierto; por su celibato el sacerdote es un hombre
solo; pero su soledad no es el vacío, porque está
llena de Dios y de la exuberante riqueza de su Reino.
Además, para esta soledad, que debe ser plenitud interior
y exterior de caridad, él se ha preparado; la ha escogido
conscientemente y no por el orgullo de ser diferente de los
demás, no por sustraerse a las responsabilidades comunes,
no por desentenderse de sus hermanos o por desestima del mundo.
Segregado del mundo, el sacerdote no está separado del
pueblo de Dios porque ha sido constituido para provecho de los
hombres (Hebreos 5:1), consagrado enteramente a la caridad
(1Corintios 14:4 s.) y al trabajo para el cual le ha asignado el
Señor.

Encíclica "Sacerdotalis
caelibatus"
– Papa Pablo VI (El celibato y los
valores humanos
, capítulo III, número
58)

(Sigue "Apéndice" y
"Bibliografía")

APENDICE

Anacoreta Persona que vive en un lugar solitario,
entregada enteramente a la contemplación y a la
penitencia.

Ascetismo Actitud moral o religiosa que mediante la
mortificación pretende llegar a la superación de
las tendencias sensibles, del placer y del dolor, y cultivar
así únicamente los caminos del
espíritu.

Budismo – Doctrina
filosófica-religiosa fundada por Buda, que toma el
sufrimiento humano como vía de consecución del
Nirvana, o ausencia del deseo y dolor.

Hinduismo Religión mayoritaria de la India, que
se caracteriza por la multiplicidad de dioses y ritos, la
reverencia a la casta, el vegetarianismo y en la creencia en la
reencarnación.

BIBLIOGRAFIA

BIBLIA DE JERUSALEN – Desclée De
Brouwer

EL CELIBATO – Daniel Garza

EL CELIBATO SACERDOTAL: Una sana
provocación – Joan Baptista Torelló ENCICLICA SOBRE
EL CELIBATO SACERDOTAL – Papa Pablo VI (III.58)

GRANDEZA Y MISERIA DEL CELIBATO CRISTIANO –
Javier Garrido HISTORIA DE LA IGLESIA – Ludwig
Hertling

LA AZAROSA HISTORIA DEL CELIBATO CLERICAL –
E. Miret Magdalena LOS TRABAJADORES DEL MAR – Víctor Hugo
PEDOPHILES AND PRIESTS: Anatomy of a contemporary crisis – Philip
Jenkins

SER O NO SER CELIBE – Flavio
Mamelli

 

 

Autor:

Agustin Fabra

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