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Estructura ontológica del sujeto práctico kantiano (página 2)



Partes: 1, 2

11. La Facultad apetitiva superior está
constituida por la unión de apetencia y
Razón, pero lo que moviliza a la facultad apetitiva en
este caso no es el elemento sensible, sino el elemento racional,
la razón pura, cuya tarea no es otra que la
representación de la ley moral, la cual se
expresa para el hombre a través del imperativo
categórico
, cuya triple formulación la reduce
Kant al siguiente mandato: actúa de tal manera que la
máxima de tu acción pueda convertirse en ley
universal.
Como dijimos esa ley es un mandato
porque en el ente humano la Razón no es el único
fundamento de determinación de la voluntad (CRPr:
§1), ya que éste por su propia naturaleza dual,
racional-sensible, obedece también y casi
principalmente a las inclinaciones. A la facultad apetitiva
superior
la identifica Kant con la Voluntad en
sentido estricto y con la razón práctica
misma, la cual, en tanto se da a sí misma una ley, es
libre, libre tanto en el sentido de la independencia, que es la
libertad negativa (Freiheit), como en el sentido de la
autonomía, que es la libertad positiva
(Autonomie). La autonomía consiste en un darse
leyes a sí mismo, es decir, en la
autolegislación, y esto es sobre la base de la
libertad práctica que es la libertad en sentido
positivo[13]Es, pues, la autonomía, la
propiedad de la Voluntad de ser una ley para sí misma
(FMC: 56), y es lo que permite a Kant afirmar el aparente
contrasentido de que "Voluntad libre y Voluntad sometida a la ley
moral son una y la misma cosa" (ibídem). La
facultad apetitiva superior es posible en virtud de una
ley que es puramente formal —la ley
moral
y del sentimiento de respeto
(Gefühl der Achtung) (CRPr: §3). El sentimiento
de respeto hace posible no sólo la facultad
apetitiva superior, sino que también es lo que permite la
unidad del sujeto moral. En la Fundamentación
de la Metafísica de las Costumbres
, Kant define el
respeto como "…la conciencia de la
subordinación de la voluntad a la ley sin la
mediación de otros influjos sensibles…" Y cómo
opera el sentimiento de respeto, lo explica Kant en la
exposición que hace de los móviles de la
razón práctica
, en el capitulo III de la
Analítica (CRPr), en los siguientes términos: la
ley moral como móvil en la determinación
de la voluntad produce en el sujeto un efecto que es de
naturaleza doble: directamente negativo e indirectamente
positivo. Ese efecto es ciertamente un sentimiento, pero tal
sentimiento es ostensivo de un carácter muy especial que
lo diferencia de la otra gama de sentimientos humanos, y es que
él es el único sentimiento que es provocado por la
Razón y, por consiguiente, se puede conocer a
priori
en ambos casos. Justamente, como sentimiento que es,
tiene su origen en la sensibilidad (CRPr: 83),
pero como es el único sentimiento ocasionado por la
representación de la ley moral, está exclusivamente
al servicio de la Razón práctica pura y nunca es
efecto de otros móviles provenientes de la
sensibilidad. [Por eso, ante una persona sagaz que sin
miramientos ni escrúpulos cosecha éxitos "por todos
los medios posibles", se puede incluso hasta llegar a sentir
admiración, pero nunca respeto]. Se dice que es
un sentimiento negativo porque el respeto a la
ley
"humilla" o perjudica las
inclinaciones[14]y genera por lo tanto un
sentimiento de displacer, en tanto el sujeto sensible se
siente frustrado respecto de la satisfacción de sus
apetencias. Este sentimiento consiste, pues, en la
"humillación" que padece quien compara su
propensión sensible con la ley moral, pues al
así medirse, la ley moral rebaja las pretensiones de su
autoapreciación. Pero en tanto el sentimiento de respeto a
la ley moral frustra las apetencias sensoriales y con ello somete
al sujeto sensorial, ese sometimiento es la subordinación
de ese sujeto a la razón, y así pues, una
exaltación de él mismo en tanto persona moral, lo
cual es placentero. De ese modo el sentimiento de respeto se
torna en un sentimiento positivo que, aunque indirecto,
permite y fomenta la actividad moral. Mas no por esto el
sentimiento de respeto es causa de la ley moral, sino efecto de
ésta; y en tanto sentimiento positivo, es móvil
subjetivo de la moralidad del sujeto que lo impulsa a hacerse
máximas concordantes con la ley moral
(Ibíd. 86), pues el sentimiento de
respeto
es "respeto" por la ley moral. Si la
ley moral no provocara en el sujeto ese sentimiento, ella no
sería subjetivamente el móvil de la acción;
podría haber concordancia de la máxima con la ley
moral pero sólo como legalidad, mas no como
moralidad, o como diría Kant, concordancia con la
letra de la ley mas no con su espíritu
(Ibíd. 79).Kant entiende por móvil de
la acción
"lo que mueve" a la voluntad a la
acción. En el caso de la voluntad ética lo que la
mueve es el sentimiento de respeto, es decir, la conciencia de la
ley. El móvil de la acción es pues lo
que mueve
a la voluntad de un ser cuya razón no se
conforma necesariamente con la ley moral objetiva
(Ibíd. 79), en virtud de su naturaleza, que no es
solamente racional sino que también es sensible y, por
tanto, tiene también otros móviles para la
determinación de su voluntad, pues la voluntad humana (en
sentido amplio), está, por así decirlo, como entre
dos aguas: por un lado, las inclinaciones sensibles que la
impulsan a perseguir lo que le complace; por el otro, la ley
moral
que le reclama constantemente su observancia. En esta
lucha, las apetencias sensibles tienen casi siempre su triunfo
asegurado, pues el efecto que de ellas se deriva como
móvil no causa displacer en el sujeto. Dejar que
la apetencia sensible determine el arbitrio, no exige
ningún esfuerzo; es un simple dejarse llevar: un goce.
Elegir la ley moral, en cambio, como motivo determinante
de la voluntad, requiere un ánimo templado, pues
para ello hay que renunciar a lo placentero; exige un dominio de
la sensibilidad que ciertamente es posible pensar pero del cual
parece no haber ejemplos, porque la completa adecuación de
la voluntad a la ley moral es la santidad, y esta
perfección probablemente no puede ser alcanzada por
ningún ser racional en el mundo, ya que lo sensible le es
consustancial al hombre, pues el ente racional —dice
Kant— por ser una criatura dependiente de aquello que
requiere para estar totalmente satisfecho con su estado, "no
puede estar totalmente libre nunca de pasiones e inclinaciones"
(Ibíd. 91).Por consiguiente, la obtención
del bien supremo, que es el objeto necesario de una
voluntad determinada por la ley moral
(Ibíd. 130), tampoco será completamente
posible en este mundo, pues la condición para el mismo es
la absoluta conformidad de las intenciones con esa ley
(Ibíd.). De allí que la idea de la
inmortalidad del alma sea uno de los fundamentos
necesarios para la moralidad. Pues gracias a ella la persona
tiene la esperanza de constatar la plenitud de su
perfección moral en algún momento del curso de su
existencia.12. Para finalizar, y a manera de conclusión,
podemos afirmar que Kant no concibe al sujeto como un
ente substancial. Precisamente, en la Dialéctica
Trascendental (CRP), donde hace la investigación de las
tres ideas trascendentales: Alma, Mundo y Dios, Kant
despeja el problema de los paralogismos que se presentan con
respecto a la idea de alma (sujeto) y demuestra que
éstos se producen como consecuencia de pensar y concebir
al alma como un ente substancial, como persona. Y en el
parágrafo 46 de los Prolegómenos sostiene
que lo que persiste después de separados los accidentes,
lo sustancial mismo, nos es desconocido. Pero lo anterior no nos
autoriza a pensar al sujeto como un agregado de fuerzas
yuxtapuestas, sino que esas fuerzas están dispuestas en
relaciones de fundamentación recíproca, que es,
justamente, lo que les da unidad. La unidad del sujeto
práctico resulta de la conexión entre la
Razón y la sensibilidad a través
del sentimiento de respeto, siendo éste
último producido por un concepto moral a priori:
el concepto de deber, definido por Kant como "la
necesidad de una acción por respeto a la ley" (FMC:
26).Con la precedente exposición espero haber dado alguna
cuenta de lo que es la estructura del sujeto práctico en
la doctrina kantiana: un ente finito, receptáculo de dos
fuerzas antagónicas: razón y sensibilidad; y
aguijoneado por ambas al saber y a la acción, pero
destinado solamente a conocer fenómenos y a obrar sobre
ese mundo fenoménico, ya que el conocimiento de la
cosa en sí le está vedado.

Siglas
usadas

CJ = Crítica del Juicio

CRP = Crítica de la Razón Pura

CRPr = Crítica de la Razón
Práctica

A = primera edición del la CRP

B = segunda edición del la CRP

MC = Metafísica de las costumbres

FMC = Fundamentación de la Metafísica de
las Costumbres

Bibliografía

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  • Crítica de la Razón
    Pura
    . Ediciones Alfaguara. Madrid,1988.
    Traducción de Pedro Ribas.

Versión alemana "KRITIK DER REINEN VERNUNFT".
Felix Meiner Verlag, Philosophische Bibliotek, Band 37. Hamburg,
1956.

  • Crítica de la Razón
    Práctica
    . Ediciones Losada. Buenos Aires, 1961.
    Traducción de J. Rovira A.

Versión alemana KRITIK DER PRAKTISCHEN VERNUNFT.
Felix Meiner Verlag, Philosophische Bibliotek, Band 38. Hamburg,
1974.

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    juzgar
    . Monte Ávila Editores. Caracas,
    1992. Traducción de Pablo Oyarzún.

  • Fundamentación de la Metafísica de
    las Costumbres
    . Colección Austral. Espasa
    Calpe. Buenos Aires, 1946. Traducción de Manuel
    García Morente.

Versión alemana GRUNDLEGUNG ZUR METAPHYSIK DER
SITTEN. Felix Meiner Verlag, Philosophische Bibliotek, Band 41.
Hamburg, 1957.

  • Metafísica de las Costumbres.
    Editorial TECNOS. Madrid, 1989. Traducción de Adela
    Cortina

Aristóteles:

Ética Nicomaquea. Editorial
Gredos. España, 1985.

Bréhier, Emile:

Historia de la Filosofía.
Editorial Tecnos. Madrid, 1988.

Cassirer, Ernesto:

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Cortina, Adela:

Estudio preliminar a la traducción de la
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1989.

Daval, Roger:

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Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid,1965.

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Schelling y la libertad humana. Monte
Ávila Editores. Caracas. Vezuela, 1985

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Tratado de la naturaleza humana. Editorial
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Platón:

La República. Obras completas.
Universidad Central de Venezuela. Caracas, 1980.

Rosales, Alberto:

Siete ensayos sobre Kant. Ediciones del Consejo
de Estudios de Postgrado. Universidad de los Andes. Mérida
– Venezuela, 1993.

 

 

Autor:

Margarita Belandria*

Universidad de Los Andes

Mérida – Venezuela

 

[1] Se entiende por “ánimo
humano” todo el plexo existencial que se designa con el
nombre de alma o espíritu humano, es decir, toda esa
capacidad que tiene el ser humano de pensar, sentir, etc. Kant
define el alma como el principio vital del hombre en el uso de
sus fuerzas (MC: 384) Y dice que aunque nos esté
permitido en perspectiva teórica distinguir en el hombre
el alma y el cuerpo como sus disposiciones naturales, no
está permitido, sin embargo, pensarlos como diferentes
sustancias (Ibíd. 419).

[2] La palabra RAZON es usada por Kant con
dos acepciones distintas: en un sentido amplio designa toda la
facultad de pensar, esto es, la facultad superior de
conocimiento, a diferencia de la sensibilidad como facultad
inferior (cf. B 863 y B 730). Kant define el pensar como un
conocimiento mediante conceptos (B94). Dicha facultad de pensar
comprende: 1) El Entendimiento como facultad de los conceptos
en general, entre ellos los conceptos puros o
categorías. 2) La facultad de juzgar, cuya tarea es
aplicar los conceptos a otros conceptos y a las intuiciones. 3)
La Razón en sentido estricto, que es la facultad de
razonar o inferir, la cual es también la sede de
conceptos a priori que Kant llama Ideas: alma, mundo, Dios, y
las ideas que de ellas se derivan. Kant usa también la
palabra ENTENDIMIENTO en dos sentidos: para designar tanto al
Entendimiento propiamente dicho, como a la razón en
sentido amplio.

[3] En carta fechada el 21 de febrero de
1772. (Revista Filosofía No. 2. Pstrado de
Filosofía. ULA, 1991. Traducción de Alberto
Arvelo Ramos). Esa carta no es, como afirma Bréhier, el
único documento que revela el pensamiento de Kant
durante esos diez años de reflexión silenciosa
que precedieron a la Crítica de la Razón Pura,
porque de esa época, según Alberto Rosales, hay
innumerables reflexiones así como Lecciones sobre el
tema.

[4] Experiencia es, según Kant, una
clase de conocimiento que exige la presencia del pensamiento, y
consiste en una composición de lo que recibimos a
través de las impresiones sensibles y de la
aplicación de la facultad de conocer excitada por esas
impresiones (CRP: Intr. I).

[5] Representación es según
Kant un término genérico que abarca tanto a la
intuición, como al concepto y a la idea (A 320 y B 377).
Kant usa este término en el mismo sentido que lo
usó la tradición pero lo extiende a todos los
actos o manifestaciones cognoscitivas del ente humano.

[6] Cf. Alberto Rosales: “Siete ensayos
sobre Kant”. Consejo de Publicaciones. ULA,
Mérida, 1993. Así como el Seminario sobre la
ética kantiana dictado en la Maestría de
Filosofía (ULA) en ese mismo año. Alberto Rosales
es un destacado filósofo venezolano con una larga
trayectoria en la investigación de la doctrina kantiana,
entre otras especialidades filosóficas. Actualmente es
coordinador en Venezuela del Círculo Latinoamericano de
Fenomenología.

[7] Ibídem, p.151.

[8] Es muy corriente el uso de la palabra
intuición para designar lo que propiamente podría
denominarse como "pálpito" o "corazonada". No es este,
pues, el sentido filosófico-kantiano de ese
término.

[9] Heidegger, Martín: Schelling y la
libertad humana, p. 56

[10] Representación, ver la nota
5.

[11] 1 La palabra regla está usada
aquí con su sentido genérico de “precepto
práctico”; sus especies son: máximas,
imperativos hipotéticos e imperativo
categórico.

[12] Hume, David: Tratado de la naturaleza
humana, p.617.

[13] Al respecto véase mi trabajo
“Kant: la libertad como condición de posibilidad
de la ley moral”. Anuario de Derecho No. 19 ULA.
Mérida, 1997.

[14] Inclinación o tendencia es el
término usado por Kant para significar el apetito
habitual de naturaleza sensible (MC: 212). Consiste en la
dependencia que tiene la facultad apetitiva respecto de las
sensaciones: hambre, sed, sexo, fama, poder, honores, etc.
(FMC: 34 y parágrafo 73 de la Antropología).

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