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Ética y propiedad intelectual desde una perspectiva cubana




Enviado por Nadia Alvarez



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Protección
    de la propiedad intelectual en Cuba
  3. Ámbito
    internacional de protección en materia de propiedad
    intelectual
  4. Experiencia cubana
    en el sector biotecnológico y la industria cultural.
    Generación del conocimiento y protección en
    materia de propiedad intelectual
  5. Bibliografía
    Consultada

¿Qué es la ética?
¿Qué dominios comprende? ¿Es ética la
apropiación del conocimiento y en alguna medida lo es la
existencia de la propiedad intelectual en su sentido más
amplio?

"Ética, del griego ethos significa costumbre, una
de las disciplinas teóricas más antiguas, cuyo
objeto de estudio es la moral. La ética surge en el
periodo de establecimiento del régimen esclavista,
disociándose de la conciencia moral espontánea de
la sociedad como una de las principales partes integrantes de la
filosofía, como ciencia "practica" de cómo se debe
proceder, a diferencia del saber puramente teórico sobre
la realidad. Posteriormente la ética misma se divide en
los campos teórico y práctico, en ética
filosófica y ética normativa.

La contraposición tradicional entre la
teórica y la práctica en la historia de la
ética, también obstaculizaba la solución de
su problema fundamental. El de la fuente y la base de las ideas
morales. De ordinario, la moral se deducía de un principio
extrahistórico- Dios, naturaleza del hombre o leyes del
cosmos (naturalismo, ética teológica)- de
algún principio apriorístico o idea absoluta en
autodesarrollo (Kant o Hegel) o de cierta autoridad (ética
aprobativa).

Únicamente el marxismo, que supera por completo
la contraposición entre la teoría y la
práctica, esclareciendo la naturaleza
socio-histórica de la moral y de la ética, permite
deducir científicamente las ideas morales de los modos de
producción en desarrollo histórico, de los tipos de
vida social, que sustituyen con carácter lógico
unos a otros, y del progreso de la cultura material y espiritual
de la sociedad. El materialismo dialéctico, asimismo,
logra esclarecer la naturaleza de la moral y su lugar en la vida
social y la especificidad del reflejo del ser social en la
conciencia moral.

Los principios morales no se establecen por ciertos
filósofos, partidarios de una u otra corriente, sino que
se forman en el proceso de la práctica social, reflejando
la experiencia atesorada por muchas generaciones, por todo el
pueblo y las distintas clases. La ética marxista analiza
también la naturaleza y el mecanismo de acción de
la moral y la investiga como aspecto de la actividad social del
hombre.[1]

La vinculación estrecha entre ética y
política fue reconocida tempranamente por los
filósofos griegos. De tal modo, se hizo patente la
necesidad insoslayable de abordar el estudio de la determinante
influencia del poder en materia de ética.

¿Y qué es el poder? Una de los rasgos
esenciales del poder, tal como lo entendemos corrientemente hoy
día, es su ejercicio por parte del Estado. Y cuando se
habla de los rasgos esenciales del Estado, se alude a aquellos
elementos que lo tipifican, que lo caracterizan y que por ello
sirven para distinguirlo, tanto de la sociedad
prepolítica, gentilicia, como de otros entes
políticos de la sociedad, como pueden ser, por ejemplo,
los partidos políticos u organizaciones sociales
más o menos influyentes en la vida
política.

"Cuando aludimos al poder público
político, debemos dejar sentado que el Estado se
caracteriza por tener poder. Algunas autores han querido
establecer una diferencia entre la comunidad primitiva y las
posteriores sociedades políticas y al respecto han dicho
que en aquellas viejas sociedades no había poder. Esto,
evidentemente es falso, y su error deriva de una mala
conceptuación del poder. En aquellas sociedades
había un poder, y posiblemente de gran entidad, de mucha
fuerza, solo que ese poder se basaba en la aquiescencia de toda
la congregación social; no se apoyaba en mecanismos o
instrumentos de fuerza situados por encima de la sociedad y no
suponía el avasallamiento de un parte de la sociedad por
otra, es decir, no tenía nada que ver con las
desigualdades sociales que aparecieron más
tarde.

Cuando hablamos de poder estamos aludiendo a la
capacidad que se tenga para imponer a otro u otros determinadas
decisiones, hacerlos observar determinadas conductas, seguir y
cumplir órdenes y determinaciones.

El poder estatal es exactamente un poder
político, lo que quiere decir que es un poder dirigido a
arbitrar en relación con asuntos políticos, con
asuntos que atañen a la vida política, y por ello a
la sociedad en que se imponen diferencias políticas, lo
cual es tanto como decir, diferencias económicas,
sociales, culturales y espirituales derivados de su
división en clases."[2]

El poder está referido siempre a una
relación entre hombres o entre grupos de hombres, unos que
mandan y otros que obedecen: de ahí surge el concepto
general de poder, como relación de mando y
obediencia"[3]

Una parte muy importante de la lucha revolucionaria, que
justamente corresponde al período que estamos viviendo
ahora con mucha intensidad, consiste en "desmistificar los
conceptos". Una prueba histórica de la lucha que es
necesario librar para esclarecer conceptos y despojarlos de las
valoraciones sesgadas que de ellos ha hecho el poder,
dueño de los medios de formación de conciencia en
las sociedades de mercado, es que la declaración del
carácter socialista de la revolución cubana, no fue
posible hacerla hasta el 16 de abril de 1961, pues ya otros se
habían convenientemente encargado de popularizar como obra
del diablo, a la revolución socialista
soviética.

Si hay algún rasgo del marxismo, del materialismo
dialéctico, de la doctrina socialista en general y de
todos los programas genuinamente revolucionarios de la historia
contemporánea, que ha sido profusamente divulgado y es del
conocimiento de incluso las personas aparentemente menos
informadas políticamente, es su énfasis en la
eliminación de la propiedad privada. La afirmación
de que "la propiedad es el robo", atribuida a Carlos Marx (no
sé si fielmente o no), es una de las "consignas radicales"
que más ha sido utilizada en la propaganda pro-capitalista
y contrarrevolucionaria. De igual modo ha sido manipulada la
afirmación marxista de que "la religión es el opio
de los pueblos", aislándola del contexto en el cual fue
escrita esta frase y desvinculándola de su entorno
histórico-social, para apartar a las masas de personas que
profesan cualquier religión, de las ideas y los
propósitos revolucionarios.

Cuando los revolucionarios hablamos del carácter
inmoral –según una moral revolucionaria— de la
propiedad privada, estamos refiriéndonos
específicamente a la propiedad de los medios de
producción y a su utilización como instrumentos de
explotación del hombre por el hombre. El rechazo moral de
los revolucionarios se hace manifiesto contra el ejercicio del
poder económico que conduce a que los propietarios de
medios de producción, apenas sin trabajar, vivan a costa
del trabajo de los proletarios, o en general de quienes producen
la riqueza de la cual ellos se apropian. La revolución se
hace, primariamente, contra el poder político que sustenta
y codifica en normas jurídicas este "derecho" de
propiedad, que está en la base de toda la
explotación capitalista.

Fuera de toda consideración dentro de la doctrina
socialista, queda la propiedad personal que no tiene destino
productivo ni tiene influencia determinante en las formas de
distribución de las riquezas. Así, algunos se
asombran al conocer que en Cuba, país cuyo pueblo
está empeñado en la construcción de una
sociedad socialista desde hace casi medio siglo, la propiedad
(por ejemplo) de las casas de vivienda, después de la Ley
de Reforma Urbana, puesta en vigor desde el principio de la
revolución, esté casi totalmente en manos privadas,
de las propias personas que habitan estas viviendas. El asombro
sube de tono cuando se conoce que la propiedad de las tierras
agrícolas, lejos de concentrarse en manos del estado
socialista cubano, se ha multiplicado y está
básicamente en manos privadas, de los agricultores que
trabajan la tierra.

Pero la propaganda contrarrevolucionaria ha llegado a
extremos increíbles en el uso avieso y descontextualizado
de lo que se supone "el dogma marxista" del odio y el combate
feroz contra todo tipo de propiedad. Así, es famoso
el desencadenamiento de la campaña artificiosa y
cuidadosamente elaborada por la Agencia Central de Inteligencia
de Estados Unidos, con la connivencia de determinados sectores de
la iglesia católica, que dio por cierta la inminente
puesta en vigor de una Ley contra la Patria Potestad, mediante la
conocida "Operación Peter Pan" que condujo a la
emigración de varios millares de niños y
niñas cubanos a territorio norteamericano durante la
década de 1960, ante el temor de que el Estado
Revolucionario se "adueñara" de la "propiedad" de los
niños.

La propiedad intelectual, con toda su complejidad
técnica, es objeto de un cuidadoso análisis por
parte de los revolucionarios y especialistas honestos del mundo
entero. Nuestra guía doctrinaria, flexible,
circunstanciada y científicamente fundamentada, para
navegar dentro de la complicada madeja que han ido tejiendo las
sociedades de mercado que nos rodean por todas partes, es la
ética del trabajo
. Ése pudiera ser un rasgo
distintivo que nos diferencia de los reformistas, los populistas
y toda la fauna de auxiliares ideológicos del capitalismo
neoliberal. Nadie tendrá derecho, en el Mundo Mejor que
construimos, en las sociedades socialistas que florecerán
en el Siglo XXI, a vivir de la explotación del trabajo
ajeno. En esto vamos del brazo marxistas y no marxistas,
religiosos y ateos.

"Del ingenio humano nacen las obras de arte
y de invención. Esas obras garantizan a los hombres la
dignidad de la vida. El estado tiene el deber de proteger las
artes y las invenciones".

Estas palabras fueron pronunciadas por el Sr. Arpad
Bosch, Ex Director General de la Organización Mundial de
la Propiedad Intelectual y rezan en la entrada del edificio
principal de la sede de la organización en Ginebra.
Destacan de manera especial, la importancia cultural, social y
económica de la protección "eficaz" de la propiedad
intelectual.

Nos preguntamos: ¿esta idea continúa
siendo el interés fundamental de las naciones a la hora de
proteger los derechos de propiedad intelectual?. ¿Hasta
dónde están siendo manipulados y tergiversados
estos derechos en manos en buena medida de las grandes
trasnacionales, titulares de derechos de propiedad intelectual en
su mayoría, y que han impuesto sus reglas y obligado al
resto a acatarlas?

La vida del hombre ha estado marcada desde siempre por
las invenciones y la creación intelectual, desde el
descubrimiento del hierro, de la rueda, la imprenta, hasta la
llegada de la revolución industrial que marcó un
hito en la era moderna y transformó económica,
política y socialmente al mundo. Y ya en nuestros
días esto ha sido así gracias a la
biotecnología, las nuevas tecnologías de la
información, la informática, las
telecomunicaciones, que han dado lugar al nacimiento de la
llamada "sociedad de la información". Más
recientemente INTERNET ha puesto en evidencia hasta dónde
puede llegar la diferencia y la expoliación.
¿Cómo pretender armonizar las normas en este mundo
cada vez más desigual? ¿Cómo hablar de
nuevas tecnologías, red de redes, en países en que
apenas alcanzan los recursos para sobrevivir, y donde la
esperanza de vida no rebasa los 30 años y dónde la
muerte es algo tan natural, que apenas alcanzamos a entenderla y
mucho menos a cuestionarla?

La propiedad intelectual desde su surgimiento mismo se
ha visto desafiada por la tecnología. Este desafío
ha influido en su desarrollo y evolución y ha dejado su
huella indeleble en el Derecho en esta materia. Pero, ¿es
hoy día el sistema de propiedad intelectual una respuesta
e incentivo a la búsqueda del conocimiento y a su
generación?

La propiedad intelectual ha tenido siempre más
que ver con la tecnología que con la ciencia, entendida la
tecnología como la aplicación práctica de la
ciencia, con fines de lucro por parte de los poseedores de los
medios de producción. La ciencia y la información
científica han disfrutado siempre de un carácter
más libre. Es la información tecnológica la
que es objeto preferentemente de limitaciones de tipo comercial y
se ve sujeta a derechos de propiedad.

Cada vez resulta más difícil mantener el
carácter exclusivo de la propiedad sobre la
información. La información, igual que la fuerza de
trabajo, es un bien que se resiste a ser convertido en
mercancía, debido a sus propiedades intrínsecas. La
fuerza de trabajo es la "mercancía" más
paradójica que se pueda imaginar. Su "valor de uso"
consiste en que es capaz de crear valor (valor de uso y de
cambio). Su conversión en mercancía dio como
resultado la aparición de las clases trabajadoras y en
particular del proletariado, que es el sepulturero de la sociedad
mercantil. Tan paradójica como la fuerza de trabajo en sus
propiedades como "mercancía", es la información.
Debemos pensar que es un bien cuya posesión no pierde el
"propietario" ni siquiera cuando la transmite; es decir, no se
pierde aunque se venda. En mi opinión, la llamada
"sociedad de la información", en la que la
información es la mercancía insignia, anuncia el
fin de toda sociedad mercantil.

Las razones que tradicionalmente se esgrimen para
proteger jurídicamente los derechos de propiedad
intelectual, son varias y de diversa índole, entendida la
propiedad intelectual en sus dos ramas fundamentales: el derecho
de autor y la propiedad industrial.

Dentro de esas razones que indican la necesidad de
protección en este campo, podemos señalar dos de
las más importantes y esgrimidas. La primera: un
reconocimiento legal expreso de los derechos legales y
patrimoniales de los inventores, artistas, compositores, autores,
productores, innovadores, creadores en sentido general, sobre sus
creaciones. La segunda de estas motivaciones, viene dada por el
hecho de promover e incentivar adecuadamente la creatividad y la
correcta difusión y explotación de sus resultados,
aspectos a los que no escapa el sector de la cultura. ¿Es
esencialmente esto cierto?

Es necesario hacer un alto en este devenir y precisar en
primer lugar, que la ética a la que nos referíamos
inicialmente, forma parte de la cultura, y cabe preguntarse de
¿qué cultura estamos hablando en nuestros
países, donde las grandes masas desposeídas
alcanzan en su mayoría a ser analfabetos funcionales, y
mueren sin apenas aprender a leer o escribir. No cabe la menor
duda que hablamos en su generalidad de una cultura de
elite. Sin embago, la situación es bien distinta
cuando la inteligencia y la creación intelectual son
utilizadas con fines sociales, y no en interés de las
pequeñas minorías y de las grandes trasnacionales,
en manos de las cuales se encuentran las riquezas.

El siglo XX hizo del comercio un fenómeno en
constante desarrollo, las diferentes formas de asociación
económica inundaron el mundo y la oferta de productos y
servicios aumentó día tras día, incidencia a
la que el producto cultural y la creación intelectual de
forma general no ha podido escapar, por lo que nos hemos vistos
compelidos a buscar dentro de ese marco el modo y los medios que
permitan la protección de nuestra creación
intelectual en su sentido más amplio, que incluye tanto a
las obras artísticas como científicas, y que
garanticen su inserción en el comercio, de la forma
más acertada y segura.

No podemos olvidar que vivimos en un mundo de clases,
que tenemos un enemigo común contra el que debemos luchar
y luchamos, y es nuestro deber moral hacerlo, pero debemos saber
enfrentarlo adecuadamente y hacerlo desde sus propias
entrañas. El hecho de que seamos una minoría los
países donde el pueblo dispone del poder, nos reta y nos
compromete a enfrentar desde una nueva perspectiva a nuestro
enemigo común, y multiplicar nuestra obra.

Pero esa lucha no es esencialmente contra el sistema de
patentes, o de propiedad intelectual en su acepción
más amplia, sino que va más allá y es una
lucha contra el sistema social y contra la forma de propiedad
capitalista en que se genera el conocimiento científico y
la creación intelectual. La muestra más cercana de
ello, es la experiencia cubana en la materia y de manera
particular en el sector biotecnológico, y en la
política cultural a lo que nos referiremos más
adelante.

La protección de la propiedad intelectual en
Cuba, data de fecha tan remota como el año 1833, con la
puesta en vigor del Real Decreto de 30 de julio, que hacía
extensiva a Cuba la normativa española y el Real Decreto
de 21 de agosto de 1884, en igual sentido. Queda claro que el tal
Real Decreto no es otra cosa que una normativa impuesta por el
régimen colonial a una de sus posesiones de
ultramar.

La primera norma cubana, es el Decreto Ley 805 de 4 de
abril de 1936, que se mantuvo en vigor hasta el año 1983,
con algunas modificaciones que le fueron introducidas por las
primeras leyes revolucionarias. Todas estas normas se sustentan
en la tradición romana francesa, la que constituye la base
de nuestro ordenamiento jurídico.

En la Cuba revolucionaria de hoy las instituciones
encargadas de la protección de la propiedad intelectual
son: el Centro Nacional de Derecho de Autor (CENDA) subordinado
al Ministerio de Cultura, creado por el Decreto 20 de 21 de
febrero de 1978 y la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial
(OCPI) subordinada al Ministerio de Ciencia, Tecnología y
Medio Ambiente. Esta última tiene su antecedente
más remoto en 1833, con la creación de las
Intendencias Provinciales, y que evolucionó de la
siguiente forma: en 1949, Dirección de Propiedad
Industrial del Ministerio de Comercio, en 1961, Dirección
de Propiedad Industrial en el Departamento Jurídico del
Ministerio de Industrias hasta llegar a la institución
actual, que fuera renombrada en 1997.

En el plano internacional, es de destacar que Cuba es
miembro de casi todos los tratados administrados por la
Organización Mundial de la Propiedad Intelectual. Estos
son:

  • CONVENIO DE PARÍS PARA LA PROTECCIÓN
    DE LA PROPIEDAD INDUSTRIAL.

  • CONVENIO DE BERNA PARA LA PROTECCIÓN DE LAS
    OBRAS LITERARIAS Y ARTÍSTICAS.

  • ARREGLO DE MADRID RELATIVO A LA REPRESIÓN DE
    LAS INDICACIONES DE PROCEDENCIA FALSAS O ENGAÑOSAS EN
    LOS PRODUCTOS.

  • TRATADO DE NAIROBI PARA LA PROTECCIÓN DEL
    SÍMBOLO OLÍMPICO.

  • TRATADO DE COOPERACIÓN EN MATERIA DE
    PATENTES.

  • TRATADO DE BUDAPEST SOBRE EL RECONOCIMIENTO
    INTERNACIONAL DEL DEPÓSITO DE
    MICROORGANISMOS.

  • ARREGLO DE MADRID PARA EL REGISTRO INTERNACIONAL DE
    MARCAS y PROTOCOLO DEL ARREGLO DE MADRID RELATIVO AL REGISTRO
    INTERNACIONAL DE MARCAS.

  • ARREGLO DE LISBOA RELATIVO A LA PROTECCIÓN DE
    LAS DENOMINACIONES DE ORIGEN Y SU REGISTRO
    INTERNACIONAL.

  • ARREGLO DE ESTRASBURGO RELATIVO A LA
    CLASIFICACIÓN DE PATENTES.

  • ARREGLO DE NIZA RELATIVO A LA CLASIFICACIÓN
    INTERNACIONAL DE PRODUCTOS Y SERVICIOS PARA EL REGISTRO DE
    MARCAS.

  • ARREGLO DE VIENA RELATIVO A LA CLASIFICACIÓN
    INTERNACIONAL DE ELEMENTOS FIGURATIVOS DE LAS
    MARCAS.

  • ARREGLO DE LOCARNO RELATIVO A LA
    CLASIFICACIÓN INTERNACIONAL DE DIBUJOS Y MODELOS
    INDUSTRIALES.

Cuba es firmante, también, del Tratado sobre el
Derecho de Marcas y del Tratado sobre el Derecho de
Patentes.

Cuba es, además, miembro fundador de la
Organización Mundial del Comercio desde abril de 1995, y
desde entonces se comenzaron a dar los primeros pasos para
adecuar la legislación nacional a los estándares
mínimos establecidos en el Acuerdo sobre los Aspectos de
los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el
Comercio (Acuerdo sobre los ADPIC).

Ahora, cabría hacerse la siguiente pregunta
¿por qué Cuba es miembro de la Organización
Mundial del Comercio desde su creación misma, si la
voluntad y práctica política de su máxima
dirección por más de 50 años es contraria al
dominio que significa la existencia de un mundo unipolar y
justamente esa organización nació bajo la
hegemonía de ese dominio.

"…es casi imposible medir el daño
ocasionado a esos países (subdesarrollados) por el tipo de
relaciones comerciales que, a través de los senderos
sinuosos de la OMC y los tratados de libre comercio
, se
imponen a los países pobres, incapaces de competir con la
tecnología sofisticada, el monopolio casi total de la
propiedad intelectual
y los inmensos recursos financieros de
los países ricos."[4]

No debe olvidarse que la incorporación de los
temas de propiedad intelectual en las rondas de negociaciones que
dieron lugar a la OMC, fueron llevados allí a propuesta de
Estados Unidos y Japón, imponiendo reglas y obligando al
mundo a acatarlas.

La razón fundamental y de orden práctica
suponía que al no formar parte de la Organización
Mundial del Comercio, nos estábamos aislando y quedando
fuera de todos los circuitos comerciales principales del mundo, y
"no formar parte y acatar" las reglas del juego que estaban
imponiéndose desde el imperio mismo al resto del mundo y
que todos de una forma u otro estábamos obligados a
cumplir, significaría algo así como además
de no tener que comer iniciar voluntariamente una huelga de
hambre. Paralelamente, nuestra fuente de comercio fundamental
hasta ese momento, el campo socialista, había
desaparecido, estábamos de hecho doblemente
bloqueados.

La vida luego demostró que llevábamos
razón: entramos en el momento oportuno. En el propio seno
del Acuerdo sobre los ADPIC, los países que no se
incorporaron inicialmente se vieron obligados a acatar las
disposiciones del acuerdo sin "plazos de gracia", que nos fueron
dados a los países en desarrollo hasta el año 2000
para adecuar la legislación. Eso hubiese sido imposible de
cumplir para Cuba, y las reglas del juego hubiesen sido
otras.

En el caso más especifico de la propiedad
industrial, una manifestación evidente de la necesidad de
romper con el monopolio absoluto que suponen los derechos en esta
materia, o buscar vías alternativas que faciliten una
decisión justa y equitativa, fue el debate que se
desarrolló en el marco del Consejo de los Aspectos de los
Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio de
la Organización Mundial del Comercio (OMC), celebrado en
el Centro Wiliam Rappard, durante la sesión del Consejo de
los días del 18 al 22 de junio de 2001[5]y
que se mantuvo en discusión en las siguientes sesiones
hasta llegar a un acuerdo histórico para la OMC,
según dijo el Director General de esta
organización. "La pieza que faltaba viene a completar el
rompecabezas, con lo cual los países más pobres
podrán utilizar al máximo la flexibilidad prevista
en las normas de propiedad intelectual de la OMC a fin de luchar
contra enfermedades que causan terribles estragos a sus
pueblos".[6] La discusión estuvo centrada
en cuestiones de propiedad intelectual pertinentes para el acceso
a los medicamentos, y que fuera el resultado de una
petición de Zimbabwe a nombre del Grupo Africano, con
vistas a producir un debate especial sobre el mismo. En las
declaraciones que hiciera Zimbabwe a nombre del referido grupo,
se hace constar y cito:

"Hace dos semanas la atención del mundo se
concentró en el Camposanto de los Héroes en
Sudáfrica donde estaba enterrado el joven Nkosi Jonson. El
joven Nkosi se había convertido de una manera especial, en
la personificación de la suerte de millones de personas
que habían fallecido y de millones más que
esperaban la muerte a causa del VIH/SIDA. De hecho, el joven
Nkosi nos recordaba la suerte de millones de niños
huérfanos a causa del SIDA y de muchos que no
celebrarán su quinto cumpleaños; de familias
privadas de la fuente de su sustento y de sociedades privadas de
su futuro debido al flagelo del VIH/SIDA y otras enfermedades que
amenazan a la vida".

Hemos enunciado este asunto, porque nos puede dar la
medida de hasta donde puede llegar el nivel de absurdo y
tergiversación de la propiedad intelectual, si no somos
capaces de establecer límites y tener en cuenta los
patrones morales y éticos que la decencia exigen. Los
grandes monopolios farmacéuticos vieron una vez más
en la enfermedad un negocio y en la patente el medio que le
ofrece el derecho concedido para privar al resto del uso de un
medicamento que sin su autorización no podría ser
fabricado ni comercializado. Que tendría, además,
precios monopólicos que establecería el mercado y
no la necesidad y urgencia de paliar un desastre de proporciones
cada vez más alarmantes que está afectando al
mundo, pero por supuesto de manera muy especial a los
países menos adelantados, y con ellos en primer plano al
saqueado y desbastado continente africano.

En este caso el debate en el seno del referido Consejo
de los ADPIC, estaba centrado en tratar de buscar desde la
perspectiva del Acuerdo, una solución al tema en la letra
del propio compromiso. Se invocaba el artículo 7, en tanto
disposición fundamental a la hora de su
interpretación, en la medida que prescribe "que la
protección y la observancia de los derechos de propiedad
intelectual deberán contribuir a la promoción de la
innovación tecnológica y a la transferencia y
difusión de tecnología, en beneficio
recíproco de los productores y de los usuarios de
conocimientos tecnológicos y de modo que favorezcan el
bienestar social y económico y el equilibrio de derechos y
obligaciones".[7]

Con respecto a la salud pública, la
protección de los derechos de propiedad intelectual, en
particular de las patentes, debe estimular la producción
de nuevos medicamentos y la transferencia internacional de
tecnología para promover el desarrollo de capacidades de
fabricación de las compañías
farmacéuticas sin políticas que repriman el acceso
a los medicamentos.

El análisis se concentró en la legitimidad
de una institución que rige en materia de propiedad
intelectual y que es la de las licencias obligatorias, que
constituyen un instrumento esencial para llevar a cabo
políticas eficaces de salud pública. Aquí
medió la excepción que establecen desde el Convenio
de París para la Protección de la Propiedad
Industrial, el Acuerdo sobre los ADPIC, y las legislaciones
nacionales en la materia, en cuanto al uso de licencias para
frenar las prácticas anticompetitivas y contrarrestar los
abusos de los derechos de propiedad intelectual justamente, en
evitar los abusos debemos concentrar nuestra atención y
esfuerzos.

Hoy en día, a diferencia de un siglo
atrás, el producto del trabajo creativo, está
fuertemente controlado y en manos de las grandes corporaciones.
Esta realidad incluye tanto la creación que involucra
derechos de propiedad industrial, en sus diferentes modalidades y
con una mayor incidencia en el sector de las invenciones,
fundamentalmente en el sector farmacéutico,
biotecnológico, así como de los signos distintivos,
donde no escapa ningún sector de la economía
mundial. Hoy día una marca notoria o renombranda puede
amparar ventas cuantiosas de un producto de calidad dudosa. Una
buen estrategia marcaria y de publicidad puede hacer maravillas
en el mundo actualmente.

A esta realidad no escapa el derecho de autor, donde el
creador individual ha quedado marginado y en manos de las grandes
editoriales, galerías de arte, industria
discográfica, fílmica, y cualquier rama del
quehacer cultural. En esta situación, los países
subdesarrollados llevan la peor parte, pues se le imponen desde
el Norte modelos culturales globalizados y estandarizados que
deben ser consumidos y apropiados como parte de la Gran Cultura
Mediática. En ello juegan un papel primordial los medios
masivos de información, también en manos de los
grandes grupos de poder del mundo y que manipulan a su
antojo.

En una economía del conocimiento, cualquier
contenido que sea producto de la manipulación digital de
datos es considerado propiedad intelectual. Técnicamente
hablando, incluso un mensaje de correo electrónico puede
calificar para ser sujeto de protección de la Propiedad
Intelectual.

El Doctor Agustín Lage, Director del Centro de
Inmunología Molecular, centro que forma parte del Polo
Científico del Oeste de La Habana, en Cuba, en su ponencia
"La economía del conocimiento y el
socialismo: Reflexiones a partir de la experiencia de la
Biotecnología Cubana"[8], expresó (y
cito): "Es que en la construcción de una economía
basada en el conocimiento se hace cada vez más evidente el
fallo de los mecanismos de mercado y la contradicción
propia del capitalismo entre el carácter social de la
producción y el carácter privado de la
apropiación, contradicción que solamente el
Socialismo podrá superar".

Algunos datos testimonian que en el momento actual
existen más de 3000 empresas biotecnológicas en el
mundo, la mitad de ellas localizadas en Estados Unidos, y
aproximadamente otra mitad en Europa, fundamentalmente en
Inglaterra y Alemania.

Sin embargo, una vez más se impuso la clara
visión y conducción de Fidel que dio lugar en 1981
a la creación del Frente Biológico, que supuso un
proceso de fundación de Centros de
Investigación-Producción que abarcó la
década de los 80 y la primera mitad de los 90, y que dio
origen a lo que es hoy el Polo Científico del Oeste de la
Capital. No fue por casualidad que en fecha tan temprana como el
año 1960, Fidel expresará: "El futuro de nuestra
patria tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de
ciencia".

De igual forma afirmaría en el año 1963:
"La revolución social se hizo precisamente, para hacer la
otra revolución: la revolución
técnica".

Cualquiera se preguntaría qué hace Cuba,
precisamente en medio del llamado "Período Especial",
momento crucial en la vida de la Revolución, cuando
éramos bloqueados doblemente, dando lugar al nacimiento de
un sector privilegiado y exclusivo del mundo
desarrollado.

"La Biotecnología Cubana surge además como
una inversión del Estado Socialista, sin acudir a la
inversión extranjera (por demás no disponible en
ese momento) y defendiendo todo el tiempo la propiedad social
sobre sus activos tangibles. Surge y se desarrolla, en fin,
contra todas las recetas y todas las probabilidades que los
analistas de la biotecnología en otros países
podrían haber establecido". [9]

"La actividad exportadora del Polo Científico
financia el componente en divisas de las producciones que se
destinan al Sistema de Salud cubano, y ello permite no darle
carácter "de mercado" a las relaciones entre los Centros
de la Biotecnología y el Sistema de Salud. Ello refleja un
concepto ideológico muy importante: el Pueblo Cubano no es
"un cliente". Todo lo contrario: el Pueblo Cubano es el
dueño socialista de las instituciones, y como dueño
se le sirve". [10]

No es difícil de explicar y creo que esa es la
esencia de la diferencia de la situación en Cuba, la forma
de apropiación del conocimiento y de la creación de
bienes intangibles, de los cuales el titular principal es el
estado cubano, o las personas jurídicas que generan esas
creaciones y que en última instancia está dirigido
al beneficio colectivo del pueblo cubano.

El asunto es complejo y va desde mantener una doble
visión:

"Ciertamente hay una complejidad inherente al
mantenimiento de relaciones de mercado hacia el exterior, y
relaciones de distribución socialista hacia el interior;
pero es precisamente una complejidad que tenemos que aprender a
manejar, pues ella contiene la semilla de una forma superior de
distribución comunista de los resultados de la
inversión social en ciencia y tecnología, semilla
que hay que hacer germinar, y que algún día, en la
medida en que se vayan obteniendo términos justos de
intercambio y relaciones de solidaridad, se irá
extendiendo a las relaciones con otros países del Tercer
Mundo. La cooperación en salud (que incluye el suministro
de medicamentos y algunos productos biotecnológicos) con
la Republica Bolivariana de Venezuela, ya comienza a anticipar
ese futuro al que aspiramos".[11]

El mundo está lejos de lograr establecer formas
socialistas de intercambio. Sin embargo, la experiencia en el
intercambio entre nuestros pueblos: Cuba y Venezuela, está
sentando las pautas de que un mundo mejor es posible y se
irán imponiendo formas de cooperación Sur-Sur, que
irán marcando el camino, e incorporando a otros
países del tercer mundo y en especial de nuestra
América.

Por otra parte, el resultado científico que se
genera en un centro de investigación y desarrollo en Cuba,
es el resultado de un trabajo colectivo, en el que incluso pueden
intervenir diferentes centros de investigación y que en el
caso de la propiedad intelectual que se genera deriva en el
registro de una patente. Pero el titular de esa patente es una
entidad pública que representa intereses públicos,
de su pueblo, y no privados, ni en manos de gigantescas
compañías farmacéuticas, ni de la llamada
industria cultural, o de cualquier sector industrial. El uso y la
forma en que se explota ese resultado es con fines colectivos, y
no genera un conocimiento en manos de unos cuantos poseedores de
riquezas, y de bienes para invertir en la investigación.
Es el Estado cubano quien crea los medios y dispone de los
recursos para esos fines. Todo ello sin desconocer el derecho
moral del autor, y en el caso que corresponda, los derechos
patrimoniales.

"El sistema de la Biotecnología Cubana fue desde
sus inicios precisamente eso: un sistema. Cohesionado por la
propiedad social y en función de los intereses del
"dueño" común que es el Pueblo Cubano, representado
por el Estado Socialista, el sistema prioriza la
cooperación (e integración) entre sus
instituciones, y no la
competencia".[12]

Otro tanto ocurre en el sector artístico. Cuba
dispone cada vez de más recursos para fomentar la
creación artística a todos los niveles y en todos
los lugares, por recónditos que parezcan. Los programas
televisivos de Universidad Para Todos, son un ejemplo de la
utilización de los medios masivos en el empeño por
universalizar la enseñanza universitaria en Cuba. La
creación de dos canales de televisión educativa que
trasmiten información actualizada y variada busca elevar
la cultura general integral de las grandes masas. Pero esta
acción multiplicadora comenzó desde el momento
mismo del triunfo de la revolución con la campaña
por la erradicación del analfabetismo, que llevó a
Cuba a partir de un 24% de analfabetos y 45% de su
población con escolarización primaria, a ser una
nación con un nivel escolar mínimo de noveno grado,
con la mayor densidad del mundo en instructores de arte, con un
índice de científicos por habitante cercano al de
las naciones más industrializadas, que crea y exporta
productos de la biotecnología, varios de los cuales son
únicos. Y todo esto en un tiempo histórico
increíblemente corto.

Y esa experiencia ha sido justamente multiplicada
aún más en Venezuela y ha comenzado a extenderse a
otros países del continente. Sin embargo otra cosa hubiese
sido, si Cuba hubiese exigido que se le pagará por el know
how y el conocimiento adquirido para llevar a cabo obras como
esas.

Hoy día es imposible sobrevivir como individuo y
por ende como país sin conocimiento. "El conocimiento es
poder", dice un manido slogan popular, sin embargo, lo que hay
que saber es en manos de quién está ese poder
(conocimiento) y cómo servirnos de él en bienestar
de la humanidad.

Aquí hay una idea atractiva: ¿qué
es lo primero, el poder o el conocimiento? El que tiene el poder
se hace con el conocimiento o es al revés?
¿Cuál es la experiencia histórica?
¿Los colonialistas eran más sabios que los pueblos
originales de nuestra América? Creo que en lo único
que eran más "sabios" era en materia bélica; es
decir, poseían tecnología militar que nuestros
indios desconocían. Por eso triunfaron en la guerra de
conquista. Después, aquellos ignorantes conquistadores nos
convirtieron a nosotros en ignorantes, borraron nuestra cultura,
nuestros dioses, nuestras tradiciones y nuestras ciencias. La
cosa curiosa es que ahora tenemos posibilidad de comenzar a saber
cosas que nos liberan, podemos apoderarnos nosotros de
tecnologías (de la comunicación, de la
información) que van a hacer imposible que nos
continúen explotando.

Esa concepción integradora y multiplicadora se
extiende fuera de los límites de la creación
científica y en particular del sector de la
Biotecnología, y abarca conexiones con instituciones de la
Salud Pública, la Agricultura, la Educación
Superior y otras, y se expande más allá
involucrando en muchos casos la creación artística
en sus diferentes órdenes.

Nuestra ideología socialista, en la que hemos
sido formados varias generaciones de cubanos, rechaza las
relaciones de mercado y la competencia en busca de lucro, sobre
bases éticas y morales, por considerarlos generadores de
desigualdades e injusticia social.

Por otra parte, no puede soslayarse en nuestra vida
cotidiana, que la celeridad a la que se generan nuevos
conocimientos en los sectores de alta tecnología,
sobrepasa la presteza con la que se están examinando las
consecuencias de cada nuevo conocimiento generado o de cada
tecnología concebida en campos e instituciones diferentes
a aquellos en los que surgió. Especial ejemplo lo
constituyen la biotecnología, la informática y las
nuevas tecnologías de la información.

Es justamente en este entorno donde hay que cuestionarse
hasta dónde nos pueden llevar las barreras que
están representado hoy día los derechos de
propiedad intelectual en su sentido amplio.

Por otro lado, las nuevas tecnologías, facilitan
que los conglomerados culturales y de la información que
existen en el mundo, que hasta el momento dieran pasos
arrolladores en pos de un control monopolístico de los
derechos creativos e intelectuales, tengan en sus manos los
mecanismos tecnológicos para hacer que este control se
ejerza de forma más efectiva y abarcadora y en dimensiones
universales.

En el mundo que tenemos hoy ante nuestros ojos se
aprecian, en primer término un alto desarrollo
tecnológico que incide en todas las aristas del desarrollo
humano, donde incluimos a la creación intelectual, y en
segundo término la existencia de pocos conglomerados
culturales que ostentan controles monopólicos sobre los
derechos de propiedad de casi todas las creaciones
artísticas del pasado y del presente,
convirtiéndose en los titulares de estos. El otrora
concepto favorable del derecho de autor se está
convirtiendo en un medio de control de los derechos creativos por
parte de un número reducido de industrias culturales. El
sistema de derechos de autor, que ha tenido como uno de sus
objetivos brindar una recompensa justa a los creadores,
está siendo alejado de la creación para ser
introducido en el mundo de los grandes negocios, teniendo el
creador que ser muy cauto para evitar que una industria cultural
le arrebate el trabajo realizado, utilizando contra él
mecanismos jurídicos o imponiéndole el precio de
licencias leoninas.

En la ponencia "Originalidad Dudosa" presentada en el II
Campus Euroamericano de Cooperación Cultural, Joost
Smiers[13]refiere (y cito): "El otrora concepto
del copyright se está convirtiendo en un medio de control
de los derechos creativos e intelectuales por parte de un
número muy reducido de industrias culturales. No se trata
de un mero ultraje de fácil solución. El control
monopolístico de los derechos de autor está muy
extendido." Y continúa diciendo: "La antropóloga
canadiense y experta en temas de copyright Rosemary Coombe apunta
que "en las culturas consumistas, la mayoría de cuadros,
textos, motivos, etiquetas, logos, nombres comerciales, dibujos,
melodías e incluso algunos colores y aromas están
gobernados, sino controlados por regímenes de propiedad
intelectual".[14]

Partes: 1, 2

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