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Gimnasia para el Adulto Mayor



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Cambios morfofuncionales producidos en el
    proceso de envejecimiento. Enfermedades asociadas a los
    sistemas de órganos
  3. Sistema osteo- mio-
    articular
  4. Alteraciones psicológicas más
    frecuentes en la vejez
  5. Estrés en la tercera
    edad
  6. Lo
    sociológico en el envejecimiento

Introducción

El envejecimiento es un proceso biológico y
natural que se manifiesta por la disminución de la
capacidad de adaptación del organismo a las situaciones
cambiantes del medio y en el mismo intervienen tanto las
condiciones de vida como factores hereditarios.

La edad no determina el estado de salud, este se
relaciona más bien con factores socio cultural y estilos
de comportamiento, de ahí la importancia de fortalecer los
lazos sociales, familiares y comunitarios como factores
importantes para promover la salud en la ancianidad.

Todos tenemos la preocupación de cómo
seremos cuando llegue la vejez o si llegamos a ella, pero
más que estas preguntas debiéramos cuestionarnos:
¿qué hacer para llegar a una vejez más sana
y placentera?; ¿cómo llegar a ella sin que sea
llena de dolores e infelicidades? Las respuestas a estas
interrogantes están en el hecho de trazarse objetivos y
metas en la vida y seguir formando parte activa de un grupo
social.

La tercera edad no tiene que ser necesariamente un
período de la vida en el que predominen o se hagan
inevitable el deterioro fatal de las capacidades físicas e
intelectuales, aunque esta etapa sea portadora de irregularidades
propias del desarrollo humano y posea una serie de limitaciones
provenientes en gran medida de prejuicios socio- culturales,
puede ser más placentera si se propician las condiciones
para su desenvolvimiento en un entorno rico, variado y
estimulante, que favorezcan el intercambio de experiencia y se
reconozcan y estimulen los esfuerzos para alcanzar determinados
logros en esta etapa de la existencia.

Teniendo como premisas estas concepciones, el gobierno
revolucionario cubano ha creado condiciones para la
atención al adulto mayor, haciendo énfasis en la
atención primaria de salud, la creación de hogares
de ancianos, casa del abuelo y cátedra del adulto mayor.
No obstante se considera insuficiente el trabajo desplegado en
este sentido, si se tiene en cuenta la incomprensión de la
familia y la sociedad, que limitan en ocasiones, por
sobreprotección y en otras por subestimación, las
actividades de los ancianos, convirtiéndolos en entes
inactivos, callados y solitarios.

De ahí la importancia de ayudar al anciano a que
se sienta parte integrante de la vieja generación, al
crearles sus propios espacios que favorezcan las relaciones
interpersonales, tanto familiares como sociales y con esto se les
ayuda a obtener conciencia sobre el proceso que están
experimentando, se les crean y recrean el presente y con ello se
favorece un envejecimiento más sano y
productivo.

Diversas investigaciones de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) demuestran que las personas que
participan en grupos sociales, mantienen un estado de salud
superior a los que están socialmente aislados, pero la
participación tiene que ser significativa, que sea
percibida por la persona como beneficiosa y que les permita
compartir pensamientos, emociones, sentimientos y experiencias.
En este sentido el fortalecimiento de los lazos sociales,
familiares y comunitarios serán factores importantes para
promover la salud y los estilos de vida de la ancianidad y
estará determinado por el lugar que se le asigne al que
envejece y por el que el anciano opte.

Si se tiene en cuenta los medios de activación de
los sistemas más debilitados y se actúa
favorablemente en las modificaciones de los estilos de vida, el
envejecimiento puede ser una etapa placentera de la existencia
humana. En esto puede incidir las actividades físicas en
los Círculos de Abuelos.

Los Círculos de Abuelos representan una
experiencia genuinamente cubana sobre la aplicación de los
criterios de promoción de salud, principalmente en su
capacidad para estimular la recuperación de capacidades
físicas, la sociabilidad y la autonomía. A
través de ellos se realizan  acciones como son la
autoayuda social y  la incorporación del anciano a
labores socialmente productivas que mejoren el empleo de su
presupuesto de tiempo y su auto imagen social.

Cambios
morfofuncionales producidos en el proceso de envejecimiento.
Enfermedades asociadas a los sistemas de
órganos

El envejecimiento de los sistemas de órganos se
ha descrito en diferentes literaturas y si bien es cierto que
durante la vejez existen cambios significativos en la estructura
y funcionamiento de la mayoría de los órganos, es
difícil discernir el deterioro fisiológico
ocasionado por la senescencia, de los efectos provocados por la
aparición o agudización de procesos
patológicos crónicos que vienen transitando desde
edades más tempranas.

La maduración biológica se va completando
en los diferentes estadios del desarrollo del ser humano, y es a
los 30 años donde se sitúa el pico máximo de
eficiencia funcional. A partir de esta edad, comienza la
declinación morfo-fisiológica del
organismo.

Aunque la mayoría de las funciones internas
disminuyen durante el envejecimiento, estas siguen siendo las
adecuadas para el organismo durante el resto de su vida porque en
las etapas precedentes, la capacidad funcional (reservas
funcionales) de casi todos los órganos es superior a las
que necesita el cuerpo para su funcionamiento, esto se debe,
según Rocabruno, 1999 a que "cada sistema tiene un factor
de seguridad , es decir, un exceso de células que mientras
no se pierda, no existe hipofunción del órgano en
cuestión." (12)

"Las alteraciones producidas en la mayoría de los
órganos no ocurren con la misma intensidad y velocidad en
las diferentes personas. Todo depende de la predisposición
genética, el estilo de vida que se lleve y la incidencia
de los distintos eventos vitales." OMS (2001)

Dentro de los cambios más perceptibles
están los relacionados con las modificaciones de la
constitución física de la persona. Varios
autores: Ronald D.T (1990), Rocabruno (1999), OMS (2001)
coinciden en que existe una disminución de la masa
corporal (Sarcopenia) como consecuencia de una reducción
en el número total de fibras musculares y de su
tamaño lo que conlleva a pérdida de tejido a
expensas del músculo. Las fibras musculares pueden ser
remplazadas por tejido adiposo, lo cual compensa la
pérdida del volumen.

Se plantean además que la pérdida de
fuerza muscular es frecuente con el envejecimiento, existiendo
una reducción de la misma de aproximadamente un 30% entre
los 50 y los 70 años y se hace más evidente a
partir de esta última edad. Gran parte de la
pérdida de fuerza se debe a la atrofia selectiva de las
fibras musculares de Tipo II.

La grasa corporal aumenta hasta en más de un 30 %
y esto provoca, en mucho de los casos, al aumento del peso. Su
distribución y proporción varía, se acumula
más en el abdomen y hay menor cantidad debajo de la piel,
la cual se vuelve fina, arrugada y frágil lo que hace
más sensible al frío a las personas de edad
avanzada. (13)

En la actitud postural sobresale la flexión del
cuello que acerca la cabeza al pecho, exagerándose la
cifosis dorsal y la aparición de la postura semiencorvada
y disminución de la estatura; esto se debe al colapso
parcial de los cuerpos vertebrales por la
osteoporosis.

Como en el mantenimiento de la estabilidad postural
intervienen los estímulos visuales, vestibulares y
propioceptivos, es posible que en la aparición de esta
postura viciosa, además de los cambios que se producen en
los huesos y articulaciones, incida la alteración en la
integración de estos elementos que en el adulto mayor
están disminuidos, además la frecuente
aparición en ellos del temor a caerse, provoca que fijen
más la vista al suelo que al frente, favoreciendo la
cifosis.

Sistema osteo-
mio- articular

Además de los cambios antes mencionados,
Rocabruno (1999) refiere que los músculos de las piernas y
brazos se hacen más fláccidos, esto es más
marcado en los músculos de las manos, las cuales adelgazan
y se hacen huesudas.

Este autor plantea que en los ancianos sanos pueden
aparecer calambres musculares, caracterizado por prolongadas
contracciones involuntarias y dolorosas en las pantorrillas,
muslos, pies y manos después de un esfuerzo muscular y en
particular por las noches. Estos episodios se hacen más
evidentes cuando existen insuficiencias vasculares
periféricas, privación o pérdidas de sodio e
hiploglicemia. Pueden aparecer frecuentemente parestesias que se
alivian con el movimiento de las piernas.

"En la remodelación continua del hueso en la
vejez, la reabsorción de las superficies internas excede a
la formación del hueso con reducción de la matriz
proteínica y el mineral lo que incide en la
aparición de fracturas de los cuerpos vertebrales y del
cuello del fémur en edades extremas así como de las
caderas que pueden producirse de forma espontánea o por
traumatismos de poca intensidad y se debe entre otras causas a la
pérdida de la densidad del hueso." (Rocabruno,
1999)

La pérdida del calcio en el hueso, se
acompaña de la calcificación de los
cartílagos costales y ligamentos ínter espinales,
con la consecutiva disminución de la elasticidad
torácica.

Existen atrofias óseas en huesos planos y en
especial los del cráneo.

En las articulaciones, la poca capacidad de
reparación del cartílago es la causa de la
pérdida progresiva de las superficies articulares y
artrosis degenerativa.

En los cartílagos de las articulaciones
móviles, se observa pérdida de la opacidad,
aparición de una superficie granulosa, pérdida de
la elasticidad y aumento de la susceptibilidad a la
digestión enzimática. Todo esto hace más
frágil al cartílago y disminuye su capacidad para
soportar los microtraumas inherentes a su función,
provocando inflamación y exudación de
líquidos.

Al degenerar el cartílago por la artrosis se
limita el movimiento en las articulaciones, se inmoviliza la
columna vertebral en su región lumbar, los miembros
pierden movilidad a nivel de codos, hombros, rodillas y caderas.
La marcha se hace más lenta e insegura, los pasos
más titubeantes y el balanceo de los brazos va
desapareciendo paulatinamente.

En sentido general, el deterioro neuropsicomotor se
traduce en:

  • Trastornos en el esquema corporal.

  • Trastornos del equilibrio en posición
    bípeda.

  • Trastornos en la ejecución de
    movimientos.

  • Alteración de los reflejos articulares y
    tendinosos.

Enfermedades del sistema
osteo-mio-articular.

En las alteraciones óseas, la más
significativa es la osteoporosis, que es el paso del hueso
desde un estado consistente a otro esponjoso, con las
consecuentes deformaciones. Según la Organización
Mundial de la Salud (2001) "La osteoporosis es una enfermedad
caracterizada por la baja densidad ósea y el deterioro de
la matriz ósea, lo que aumenta la fragilidad y el riesgo
de fracturas." (14)

Esta enfermedad se presenta como una reducción de
la masa ósea, los huesos se debilitan al punto de
quebrarse fácilmente. Aunque afecta a cualquier hueso, son
más susceptibles los de la cadera y columna vertebral que
al ser dañados constituyen las causas más
frecuentes de dismovilizaciones en estas edades.

También plantea que si bien la osteoporosis se
puede presentar en ambos sexos, las mujeres son más
proclives a padecerla, en especial después de la
menopausia.

Son factores de riesgo de osteoporosis la baja ingesta
de calcio, el consumo de cigarrillos, el abuso del alcohol y la
inactividad física.

De acuerdo con los criterios de Llerena Gil y
colaboradores (1999) La Osteoartritis "es la enfermedad
degenerativa más común en los ancianos. Se
caracteriza por un marcado deterioro funcional articular, causa
grados diversos de discapacidad para el desempeño de las
actividades de la vida diaria, social y personal. Se limita
puramente al ataque articular. Afecta manos, caderas, columna
vertebral, rodillas y pies."

Su principal síntoma es el dolor articular, que
suele ser profundo y fuerte al realizar movimientos y desaparece
o se alivia con el reposo; existe además rigidez en los
ligamentos y tendones, debilitamiento de las propiedades del
líquido sinovial y favorece la atrofia muscular con la
respectiva pérdida de fuerza, del tono muscular y de otras
capacidades físicas que limitan la actividad motora y
modifica la constitución física.

La deformidad articular es otra características
presente en estadios avanzados, esto es provocado por el
empeoramiento de la sinovial, la cápsula, la frecuencia de
derrames y la proliferación del
cartílago.

Artritis reumatoide, también llamada
poliartritis crónica progresiva, es una enfermedad
sistémica, cuyo signo característico es la
inflamación y la sinovitis persistente de las
articulaciones distales, de distribución generalmente
simétrica.

Esta enfermedad es una entidad clínica que afecta
a individuos en todos los grupos de edades, pero es frecuente
entre la cuarta y quinta década de vida con predominio en
las mujeres.

Su etiología es desconocida y se sugiere la
intervención de procesos genéticos e
inmunológicos. Todo parece indicar que esta proviene como
consecuencia de alteraciones en el proceso inmunitario, en el que
los anticuerpos, cuyo trabajo consiste en combatir las
infecciones procedentes del exterior, identifican por error, como
invasores a algunas células del cuerpo, produciendo
inflamación y, después de meses o años,
lleva a la cronicidad de la enfermedad.

Hasta el momento no se han identificado las medidas de
prevención primaria y su evolución es muy variable,
en algunas personas las manifestaciones son discretas, mientras
que en otras progresa rápidamente hacia la incapacidad
grave.

El comienzo es generalmente bilateral, simétrico
y poli articular a nivel de las pequeñas articulaciones de
las manos, carpos y pies, aunque puede afectar a cualquier
articulación. También pueden aparecer
nódulos reumatoideos, linfadenopatías, lesiones
oculares, pleuritis, pericarditis y
neuropatías.

Sus síntomas son el dolor de tipo inflamatorio,
movilidad articular limitada, debilidad muscular, deformidad en
estados avanzados e incluso anquilosis con restricción
total del movimiento articular. La enfermedad al ser
sistémica, afecta a otros sistemas, siendo común la
aparición de estados depresivos y de ansiedad; astenia,
anorexia, pérdida ponderal, debilidad muscular,
tumefacción, calor y cuadro febril, estos síntomas
son proporcionales al grado de inflamación
articular.

Las personas se quejan de cansancio fácil,
dolores musculares difusos y paulatinamente aparece el cuadro
doloroso. La rigidez matinal es frecuente y está vinculada
al acúmulo del fluido edematoso entre los tejidos
inflamados durante el periodo de sueño.

El tratamiento debe ser individualizado y comenzar lo
más precozmente posible. En función del estado
inflamatorio, se utilizan múltiples medidas
terapéuticas encaminadas a conseguir una capacidad
funcional que permita a la persona desarrollar con independencia
las actividades de la vida diaria y la práctica de su
actividad laboral.

El reposo es importante para la persona afectada de
artritis reumatoide, se recomienda mantener un equilibrio entre
el reposo (alternado en breves periodos) y las actividades
habituales.

Una de las medidas útiles para reducir la
progresión de la artritis reumatoide (prevención
secundaria) consiste en la administración de medicamentos
antiinflamatorios no esteroides para combatir la
inflamación, el dolor y la fiebre, porque según
especialistas, estas manifestaciones de la enfermedad incrementan
la lesión de los tejidos articulares. No obstante, es
preciso tener cuidado para evitar una sobredosificación de
estos medicamentos que pueden dañar a otros
órganos.

Sistema respiratorio, Melvyn S. Tockman (1990)
plantea que el envejecimiento no solo afecta la función
fisiológica de los pulmones (ventilación e
intercambio gaseoso) sino también su capacidad de defensa.
(13)

Rocabruno (1999) refiere que …" resulta difícil
separar estrictamente los cambios ocasionados por la senescencia,
de los efectos deletéreos de los factores ambientales
ligados al modo de vida, puesto que a mayor tiempo de vida,
más exposición han tenido los pulmones a la
acción de sustancias tóxicas, infecciones
respiratorias u otras enfermedades del tórax y
traumatismos.

Autores como Melvyn S. Tockman (1990), Rocabruno (1999)
y Roberto Suárez Ferry (1999) concuerdan que los
principales cambios en el sistema respiratorio se dan en la
disminución progresiva de la función pulmonar
debido a las alteraciones en la distensibilidad, tanto de la
pared torácica como de los pulmones. Se pierde tejido
elástico que rodea los alvéolos y a los conductos
alveolares, aumentando las fibras colágenas que son
más rígidas que en la juventud.

La disminución de la elasticidad del
pulmón va acompañada de un adelgazamiento y/o
desaparición de los tabiques interalveolares,
formándose cavidades más grandes y
dilatadas.

El área superficial interior total del
pulmón desciende desde 70 – 80 m2 a los 25 años a
55 – 65 m2 a los 80 años, todo esto incide en la
disminución de la capacidad para el intercambio gaseoso,
con disminución de la tensión de oxígeno y
aumento de la tensión de dióxido de carbono en
sangre arterial y dentro de los alvéolos.

A partir de los 55 años, la fuerza de los
músculos respiratorios se debilitan y esto contribuye a
una deficiente movilidad del tórax agravada por la rigidez
de la caja torácica como consecuencia de la
osificación de los cartílagos costales, la
osteoporosis de las costillas y vértebras, la debilidad y
atrofia de los músculos respiratorios; esto provoca una
limitación de su desplazamiento normal favorecida por la
presencia de deformidades en la región torácica tan
frecuentes en estas edades.

A partir de los 40 años, disminuye
progresivamente la capacidad respiratoria. La tos, como
movilizadora de secreciones, disminuye su eficiencia producto a
la desvalorización de la actividad ciliar del epitelio
bronquial y al incremento del espacio muerto.

Aparece disnea de esfuerzo en ausencia de insuficiencias
cardiacas u otras enfermedades que puedan
justificarla.

Existe ligera insuficiencia respiratoria crónica
que se compensa con el aumento de la frecuencia respiratoria,
pero con inspiraciones menos profundas. Se hace necesario un
trabajo mayor de los músculos respiratorios encargados de
la acción ventilatoria, los cuales reducen su velocidad y
fuerza de contracción, trayendo como consecuencia que el
volumen pulmonar y la capacidad vital disminuyan hasta un 70%
después de los 70 años en comparación con
etapas precedentes.

También existe un aumento de la cantidad de aire
remanente (capacidad funcional residual), disminuye la
elasticidad de la membrana pulmonar, de los alvéolos y de
los bronquios que dificulta el intercambio gaseoso.

La sensibilidad de los quimiorreceptores disminuye, por
lo que el estímulo generado por las concentraciones de
oxígeno y dióxido de carbono en sangre debe ser
más intenso para provocar una respuesta respiratoria, esto
trae como consecuencia que la respuesta de la frecuencia
ventilatoria a la hipoxia y a la hipercapnia disminuyen haciendo
al anciano más susceptible a enfermedades que producen una
reducción de los niveles de oxígeno como la
neumonía.

El deterioro de este sistema es progresivo e
irreversible haciéndolo uno de los más vulnerables
a padecer enfermedades infecciosas y otras complicaciones.
Según Melvyn S. Tockman (1990) aunque los
parámetros de la función pulmonar disminuyen con la
edad, la reducción de la ventilación rara vez
limita el ejercicio físico en individuos sanos. Se plantea
que el ejercicio físico regular puede enlentecer
considerablemente la disminución del aporte máximo
de oxígeno. (14)

Sistema cardiovascular

Edward G. Lakatta (1990) refiere que en el adulto mayor,
el corazón puede sufrir atrofia, mantenerse inalterable o
presentar hipertrofia moderada o importante. (16)

Este autor coincide con Rocabruno (1999) al plantear que
los músculos miocárdicos se vuelven más
fibrosos pero esto no incide en el aumento de la masa cardiaca,
su aumento se debe al incremento del tamaño de los
miocitos. También aumenta la grasa subepicárdica y
hay alteraciones en la circulación coronaria. Las arterias
periféricas se hacen más rígidas. La aorta
se dilata, se elonga y se hace más tortuosa, pierde
elasticidad y aumenta de grosor, esto no es atribuible a la
aterosclerosis, que aumenta notablemente con la edad, sino a
alteraciones en la cantidad y naturaleza de la elastina y del
colágeno así como al depósito de calcio.
Como respuesta a las modificaciones de la aorta, la frecuencia
cardiaca aumenta.

El corazón sufre una hipertrofia ventricular y
auricular izquierda, hay mayor rigidez en las válvulas
cardiacas. La frecuencia cardiaca en reposo no sufre cambios
significativos aunque aumenta la frecuencia cardiaca
máxima; la fuerza y el volumen sistólico disminuye
provocando que el corazón necesite trabajar más
para transportar la misma cantidad de sangre (se hace menos
económico) esto tiende a un aumento de la presión
arterial en estas edades.

Según Edward G. Lakatta (1990) existe un aumento
moderado del grosor de la pared ventricular izquierda, con
aumento del tamaño de la aurícula izquierda
exagerado en los hipertensos. (17)

La cantidad de sangre que fluye hacia los
riñones, el hígado y el cerebro disminuye, lo que
incide en el decrecimiento de la capacidad de depurar toxinas y
medicamentos por parte de los riñones y del
hígado.

El sistema cardiovascular sufre algunas alteraciones que
lo hace susceptible a sufrir accidentes isquémicos. La
Organización Mundial de la Salud (OMS) considera las
enfermedades cardiovasculares (ECV) como la causa principal de
muerte más común entre la población del
adulto mayor de ambos sexos y dentro de ella la
cardiopatía coronaria y el infarto agudo del miocardio.
Los índices de mortalidad por ECV aumentan en la medida en
que avanza la edad.

Según Geno J. Martí y Howward H. Weitz
(1990) en la cardiopatía coronaria, a menudo no existe
angina de pecho asociada y el Infarto Agudo del Miocardio (IMA)
se presenta con dolor agudo en menos del 50% de los casos en
comparación con el 80% de los jóvenes.
(15)

Los autores antes mencionados consideran la Angina de
pecho
como un síndrome provocado por la
oxigenación inadecuada del músculo cardiaco que
aparece relacionado con esfuerzos o emociones y se calma con el
reposo y uso de nitritos.

El dolor en el anciano suele ser menos intenso y, en
ocasiones, comportarse como un dolor sordo o una molestia
retroesternal o epigástrica mantenida. Puede confundirse
con otras enfermedades (osteoartritis, trastornos
gastrointestinales, úlcera péptica, hernia
hiatal.)

Entre los factores desencadenantes más comunes
están la anemia, la hipoxia de cualquier origen,
elevación tensional, trastornos del ritmo o la
alteración funcional tiroidea y el consumo agudo de
tabaco.

La actividad física controlada y progresiva,
conjuntamente con la actividad intelectual son con frecuencia tan
importantes como los medicamentos.

Infarto Agudo del Miocardio (IMA): es el
síndrome clínico resultante de un riego deficiente
para la zona del miocardio que causa necrosis celular y muerte
del tejido en dicha zona.

La expresión clínica en el anciano difiere
mucho de la del adulto joven: puede o no referir dolor
retroesternal o epigástrico; disnea intensa o incremento
de una insuficiencia cardiaca hasta ese momento controlada;
confusión mental; episodios sincopales; vértigos;
palpitaciones; arritmias cardiacas; debilidad o sudoración
profusa.

Otra de las alteraciones muy frecuentes en al adulto
mayor es la insuficiencia cardiaca (IC) definida por Rocabruno
(1999) "como un síndrome complejo que se caracteriza por
la incapacidad del corazón de bombear un volumen de sangre
suficiente para satisfacer las necesidades periféricas en
ejercicios o en reposo.

"La insuficiencia cardiaca es una causa importante y
creciente de mortalidad para el hombre al envejecer y puede
manifestarse como debilidad, confusión aguda, fatiga,
anorexia y desorientación. Los síncopes pueden
manifestarse como caídas inexplicables con amnesia." (OMS,
2001)

Desde el punto de vista fisiopatológico, la IC en
el anciano ocurre por:

  • Un problema mecánico que determina
    obstrucción del tracto de salida (estenosis mitral o
    aórtica, HTA)

  • Una falla muscular primaria (miocardiopatía)
    o secundaria (cardiopatía isquémica)

  • Una sobrecarga de volumen (insuficiencia
    aórtica o mitral), estados circulatorios
    hiperquinéticos.

  • Una dificultad o restricción al llenado
    cardiaco (pericarditis constrictiva, derrame
    pericárdico, miocardiopatía
    hirpertrófica).

Los factores de riesgo más importantes de sufrir
ECV: la avanzada edad y el sexo masculino, no son modificables
(aunque algunos de los mecanismos relacionados con el sexo y que
aumentan el riesgo sí pueden ser modificados). No
obstante, existen cuatro factores principales de riesgo que
claramente pueden modificarse: el consumo de cigarrillos, la
hipertensión, el elevado colesterol en el suero, y la
obesidad. (OMS, 2001)

La incidencia del consumo de tabaco está en
proporción paralela a la duración del hábito
y el número de cigarrillos consumidos y esto puede
desencadenar crisis anginosas al favorecer la
vasoconstricción coronaria.

Prevenir la adicción al tabaco en la juventud a
través de programas para dejar de fumar, con labores
educativas y no prohibitivas y restrictivas, ofrecen una
vía para reducir significativamente la
enfermedad.

Hipertensión Arterial: Su incidencia es
alta, el 40% de las personas entre 65 y 75 años la
padecen, sobre todo el sexo femenino y la raza negra. Ella
aumenta el riesgo de cardiopatías isquémicas, todo
tipo de arritmias y muerte súbita. Provoca la muerte como
consecuencia de sus complicaciones cerebrovaculares,
cardiocoronarias y renales. Aunque no conlleve a la muerte,
provocan incapacidad laboral, social y psicológica. Esta
enfermedad favorece la hipertrofia ventricular
izquierda.

La diabetes mellitus, que a menudo se acompaña de
la obesidad, es también un factor importante de riesgo
cardiovascular, y la hiperglucemia puede modificarse mediante
tratamiento médico y la pérdida de peso. La
frecuencia de la diabetes mellitus aumenta progresivamente con la
edad. Del 8% al 10% de los mayores de 60 años la presentan
y casi el 20% a la edad de 80 años, siendo muy marcado el
número en las mujeres ancianas. El empeoramiento de la
tolerancia a la glucosa y la diabetes, en las personas de la
tercera edad, son principalmente consecuencia de la falta de
actividad física y del aumento de peso
corporal.

Hay pruebas sustanciales de que el ejercicio
físico, especialmente el entrenamiento aeróbico
sostenido, disminuye el riesgo de hipertensión e
hiperlipidemia.

Independientemente de la influencia positiva sobre los
factores de riesgo de ECV mencionados con anterioridad, el
ejercicio físico ha demostrado reducir los índices
de enfermedad de las arterias coronarias. La Asociación
Americana del Corazón y otros grupos de consenso incluyen
la inactividad física entre los factores independientes de
riesgo de cardiopatía coronaria

Llevar a cabo una actividad física con
regularidad, incluso a un nivel moderado, representa el
método más rentable, junto con el control del
tabaco, para aliviar la carga de las ECV entre las poblaciones
que envejecen en el mundo.

Sistema nervioso: Su envejecimiento se debe en
gran medida a la pérdida de neuronas, lo que conlleva a un
enlentecimiento de todas las funciones motoras, sensitivas y
sensoriales.

Según E. Vega y J, Pérez. (1999) El
cerebro muestra reducción de la masa encefálica,
engrosamiento meníngeo y aumento del líquido a
nivel de ventrículos laterales.

Rocabruno (1999) plantea que entre los 30 y 90
años, el cerebro pierde aproximadamente de 150 a 200 g de
su peso, esto se debe a la degeneración y posterior
pérdida neuronal y a gliosis sustitutiva, esto
último hace que la sustancia cerebral se vuelva más
consistente.

Según los autores antes mencionados, existe una
disminución significativa del número de neuronas,
aunque se considera que la potencialidad del crecimiento neuronal
no se pierde. "Es probable que las neuronas comiencen a fallar
funcionalmente antes de su desintegración final pero como
todo sistema tiene un "factor de seguridad", es decir, un exceso
de células, mientras este no se pierda, no existe
hipofunción del órgano en cuestión. De
ahí que a pesar de la pérdida neuronal constante y
progresiva desde la maduración del individuo, no haya
manifestación clínica hasta cierta edad."
Rocabruno, 1999.

Hay pérdidas de dendritas con lo cual se reducen
las superficies sinápticas y disminuye la sustancia gris
al nivel del cerebro y la médula, con adelgazamiento de la
corteza cerebral.

Las circunvoluciones presentan un aspecto aplanado,
acompañado de un ensanchamiento de los surcos que las
separan.

Los ventrículos aparecen agrandados con mayor
cantidad de líquido cefalorraquídeo (hidrocefalia a
vacuo). El flujo sanguíneo del cerebro disminuye y el
consumo de oxígeno aminora. La presión arterial
media se mantiene.

El proceso perceptivo en el anciano se ve afectado en
primer término por la alteración de los
órganos sensoriales, lo que provoca una respuesta
perceptiva motriz más lenta.

La capacidad perceptiva del anciano sufre cierta
disminución que varía considerablemente de un
individuo a otro lo que provoca una alteración al recibir
y tratar la información del entorno: la vista, el
oído y otros sentidos sufren déficit con la edad,
aunque la mayoría de ellos continúan normalmente
sus actividades.

Las alteraciones de la vista debido a la
disminución del cristalino y su capacidad de enfocar a
diferentes distancias (presbicia) hacen que la lectura sin lente
resulta difícil a partir de los 40 años. El
cristalino aumenta su opacidad (cataratas), dobla su peso y
volumen, algunas capas de la cápsula degeneran. Los
reflejos pupilares disminuyen. Aumenta la sensibilidad a la luz
intensa por los cambios en el cuerpo vítreo al comenzar
las cataratas y se relaciona con la necesidad del aumento de la
luz brillante para leer, al disminuir la reactividad retiniana.
Las cataratas son la principal causa de deterioro visual de las
personas mayores.

El glaucoma es una de las primeras causas de ceguera en
el anciano. Se debe al aumento del tamaño del cristalino y
el desarrollo de nuevas fibras en su cápsula. Poco a poco
se va reduciendo el campo visual. E. Vega y J, Pérez.
(1999)

Arthur D. Kay y Rein Tideiksaar (1990) resumen los
cambios en la visión en: la disminución de la
agudeza visual debido a la disminución del tamaño y
capacidad de reacción pupilar, desvaloración de la
acomodación del ojo, afectación de la visión
cercana (presbicia), menor tolerancia a la luz brillante y
alteraciones en la visión de los colores (azul/verde)
(19)

La hipoacusia aparece con la pérdida de cierta
capacidad para oír los tonos más agudos. En algunos
casos es tan progresivo el proceso de degeneración, que no
llegan a escuchar tonos graves (sordera), esto dificulta la
comunicación, al existir una comprensión
trastornadas de las palabras, no pueden mantener una
conversación fluida, lo que conlleva a un aislamiento
voluntario del anciano o por reacción de las demás
personas.

Los autores antes mencionados destacan dentro de los
cambios en la audición en la vejez, los trastornos de la
discriminación del lenguaje, aumento del umbral del tono
puro (sonidos de alta frecuencia) y una acumulación
excesiva del cerumen.

Estas afecciones tienen graves consecuencias sobre las
interacciones sociales y personales, la viabilidad
económica, y la salud mental de las personas afectadas, de
ahí la importancia de tenerlas en cuenta en las
intervenciones.

Las alteraciones del gusto y el olfato, producto a un
proceso degenerativo senil de las mucosas y células
nerviosas, traen consigo un aumento del umbral de
estimulación para estos sentidos, provocando unos de los
problemas mayores en esta etapa: desinterés por ciertos
alimentos y crisis alimenticias y nutricionales. "La
función gustativa se reduce con la edad y generalmente son
moderados y específicas para una cualidad gustativa
determinada (dulce, salado, amargo)" Bruce J. Baum (1990)
(20)

Estos autores resumen los cambios en el sistema nervioso
en el enlentecimiento del tiempo de reacción;
disminución del reconocimiento sensorial mediante el tacto
suave, vibración y temperatura; aumento de la marcha
oscilante y trastornos de los reflejos de enderezamiento del
cuerpo y aumento de la inclinación del mismo.

Otras alteraciones en el sistema nervioso en estas
edades, son los trastornos del sueño y dentro de ellos los
más frecuentes según Charles O. Herrera (1990):
(21)

  • Mucho tiempo en conciliar el sueño (aumento
    del tiempo necesario para dormirse – latencia del
    sueño)

  • Frecuentes despertares nocturnos

  • Dificultad para reconciliar el
    sueño

  • Disminución del sueño
    nocturno

  • Breves períodos de siestas recurrentes,
    involuntarias y embarazosas durante el día.

La OMS (2001) considera a los accidentes
cerebrovasculares (apoplejía) como una causa principal de
mortalidad y contribuye sustancialmente a la discapacidad
funcional de la persona.

E. Vega y J, Pérez. (1999) plantea que "el hecho
de que la aterosclerosis sea un proceso relacionado con la
influencia que ejercen a través de la variable tiempo
factores tan diversos como nutrición, hábitos
tóxicos, estilo de vida y herencia, hace que la edad sea
un factor de riesgo importante de la enfermedad
cerebrovascular.

Más adelante acota, "el término enfermedad
cerebrovascular incluye dos grandes grupos de procesos: aquellos
cuyos síntomas dependen de isquemia cerebral y los
provocados por fenómenos hemorrágicos.

Enfermedad cerebrovascular isquémica: se
deben al bloqueo o interrupción de la circulación
de la sangre en el cerebro, pueden ser de muy breve
duración (ataques transitorios de isquemias) o provocar
necrosis en los tejidos (infarto isquémico
trombótico o embótico). Generalmente existen
síntomas precursores a los accidentes cerebrovasculares
como: debilidad, torpeza motora, cefalea homolateral,
síntomas sensitivos contralaterales, mareos, trastornos
del equilibrio y los trastornos motores por lo general se
instalan durante el sueño.

Son síntomas después de instalado:
hemiparesias o hemiplejia.

Los programas centrados en el control médico de
la hipertensión en la cual incide la disminución de
la ingesta de sal con la comida, de alimentos en conservas ricos
en sal y de verduras en vinagre y el aumento del consumo de fruta
y verduras frescas, pueden prevenir la hipertensión y en
consecuencia las enfermedades cerebrovasculares.

Según la OMS, 2001. La Demencia es "el deterioro
adquirido y global de la cognición que tiene importantes
efectos sobre la capacidad laboral, social y funcional". Incluye
el deterioro de la capacidad para resolver problemas de la vida
diaria, de las habilidades perceptivas, del lenguaje y la
comunicación, y frecuentemente implica alteraciones de las
reacciones emocionales.

Se produce en la ausencia de grandes nubes de conciencia
que generalmente están relacionadas con estados agudos de
confusión, como el delirio. Aunque el deterioro cognitivo
es inevitable, el ritmo de su progresión es impredecible y
depende en gran medida del tipo de demencia.

Según el grado de demencia, el deterioro
observado es distinto, desde las alteraciones cognitivas
relativamente aisladas que incluso pueden no detectarse en
circunstancias sociales normales, hasta niveles graves de falta
de memoria y de alteraciones intelectuales globales con
pérdida de funcionamiento psicológico y
social.

La incidencia de la demencia después de los 65
años aumenta proporcionalmente con la edad y van desde un
4% hasta un 25% después de los 85 años.

Aunque la demencia es más frecuente entre las
mujeres, los estudios sobre su incidencia generalmente encuentran
una incidencia pareja en ambos sexos, lo que supondría que
los hombres sufren demencia en la misma proporción que las
mujeres pero fallecen antes.

Las causas principales de demencia son la enfermedad de
Alzheimer (aproximadamente un 50% de los casos), la demencia con
cuerpos de Lewy (aproximadamente el 20%), la demencia vascular
(aproximadamente el 20%) y otros casos más raros,
incluidas la demencia frontotemporal, la enfermedad de
Huntingdon, y otras demencias relacionadas con la enfermedad de
Parkinson,

Sexualidad: Uno de los grandes mitos en la
ancianidad es lo relativo a la sexualidad, pero si se tiene en
cuenta que la misma es mucho más amplia que el simple
enfoque genital, se debe analizar no solo a partir de los cambios
que naturalmente pueden afectar la respuesta ante situaciones
eróticas, el hecho está en como se enfrente la
situación para suplir las disfunciones.

A pesar del previsible deterioro en la mayoría de
las personas a medida que avanza su edad, los niveles de
testosterona total en el suero de la mayor parte de los hombres
permanecen dentro de lo normal, aunque a partir de los 60
años, las concentraciones de testosterona en el suero son
más bajas que los niveles normales de hombres adultos
jóvenes.

Tanto la falta de testosterona como la fragilidad del
envejecimiento están agravadas por otros factores de
morbilidad simultáneos, como enfermedades agudas o
crónicas, medicación concurrente, pérdida de
peso y estrés metabólico no compensado.

El impacto biológico de la disminución de
las concentraciones de testosterona libre en hombres mayores se
ha denominado "andropausia". Se cree que la andropausia tiene
importantes consecuencias clínicas sobre problemas
relacionados con la edad, como la disminución de la
capacidad física (aeróbica), la reducción de
la masa y fuerza musculares, la pérdida de densidad
mineral de los huesos, el deterioro del bienestar
psicológico, y el debilitamiento de la libido y de la
función sexual.

Los mecanismos que provocan el descenso de las
concentraciones de andrógenos en el hombre al envejecer
probablemente incluyan tanto el fallo testicular como la
secreción anormalmente reducida de
gonadotropina.

Los niveles en sangre de andrógenos adrenales
alcanzan el punto máximo a los 25 años, y a los 70
años son sólo del 5-10% de lo que eran durante la
juventud. Esta lenta progresión del descenso de los
andrógenos adrenales a lo largo de toda la vida parece ser
uno de los factores que contribuyen al empeoramiento de la
calidad de vida de las personas mayores.

Los estudios de sustitución en hombres de edad
avanzada, que les devuelven los niveles hormonales normales que
tenían en la juventud, han demostrado tener consecuencias
beneficiosas sobre la osteoporosis, la morbilidad cardiovascular
y las funciones cognitivas, así como sobre el bienestar
general.

Relacionada con el envejecimiento, también
está la disminución de la secreción de la
hormona del crecimiento (GH) por parte de la glándula
pituitaria, con una reducción de la secreción de
aproximadamente un 14% por década.

La secreción de la GH se produce principalmente
durante las fases más profundas del sueño y como el
mismo en la ancianidad suele ser ligero y fragmentado, la
producción de la hormona del crecimiento desciende al
envejecer

De igual manera, con la edad hay una disminución
de la secreción de melatonina, una hormona que regula los
ritmos circadianos y otras funciones fisiológicas y sus
bajas concentraciones traen como consecuencia trastornos del
sueño tan frecuentes en la vejez.

Oscar Díaz, (1999) plantea que con la
edad, algunos hombres mayores pueden volverse menos activos
sexualmente. Las razones para la disminución de la
actividad sexual incluyen la pérdida de la libido (en
parte debida al descenso de la cantidad de andrógenos), la
disfunción eréctil (debido a los cambios vasculares
progresivos en el tejido eréctil), la falta de
compañera, las enfermedades crónicas y varios
factores sociales y medioambientales.

Entre los problemas sexuales, la disfunción
eréctil es una de las afecciones más frecuentes.
Ésta puede contribuir de manera significativa a que un
hombre pierda su actividad sexual en la tercera edad. La mayor
parte de los datos indican que la disminución de la
capacidad vasodilatadora peniana es la primera causa de
disfunción eréctil relacionada con la
edad.

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