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Grandes autores del Municipio Bolívar del Estado Barinas – Venezuela



Partes: 1, 2

  1. Vida y
    obra de Alfredo Arvelo Larriva
  2. Vida y
    obra de Orlando Araujo
  3. Vida y
    obra de Enriqueta Arvelo Larriva
  4. Bibliografía

Vida y obra de
Alfredo Arvelo Larriva

Poeta y activista político contra la dictadura de
Juan Vicente Gómez, nació el veinticinco (25) de
mayo de mil ochocientos ochenta y tres (1883) en Barinitas,
Jurisdicción para aquel entonces del Estado Zamora, hoy
capital del Municipio Autónomo Bolívar del Estado
Barinas, hijo del señor Alfredo Arvelo, hombre de fundo,
de quien se vería influenciado en lo político por
sus ideas de corte liberal, y de Mercedes Larriva, maestra de
Escuela; sería el mayor de cinco hermanos, a saber:
Mercedes, Enriqueta, Lourdes y Aura, de los cuales su persona,
así como la de su hermana Enriqueta serían de gran
importancia no solo en el ámbito artístico
nacional, sino continental, al encontrarse entre los
máximos exponentes de sus respectivos géneros
literarios. Considerado el padre de la poesía modernista y
vanguardista en Venezuela, Alfredo Arvelo Larriva, nacería
en el seno de una familia signada por el aprecio y la
práctica de las distintas formas artísticas
conocidas por la humanidad, lo que llevó a aquel hogar un
indiscutible amor por la cultura y un aire intelectualista que
derivaría en una de las camadas de escritores barineses
más importantes de la época. Fue en el seno de esta
familia donde conseguiría además, su origen la
semilla literaria de otro prominente poeta de dicha tierra
llanera, Alberto Arvelo Torrealba, primo de menor edad de Alfredo
Arvelo Larriva, y quien en sus frecuentes visitas al hogar de sus
primos, encontraría la influencia que lo orientaría
hacia la actividad poética que también
marcaría su vida.

En una de las épocas más cruentas y
difíciles de la historia venezolana debido al incontable
número de guerras intestinas que azotaron a la
nación durante aquellos años, nacerá Alfredo
Arvelo Larriva, siendo además las circunstancias finales
de aquel último quinquenio del siglo XIX, los que
formarían la personalidad aventurera y de espíritu
inquieto por la que se caracterizaría en parte, a lo largo
de toda su vida. En efecto, el proliferado caudillismo existente
a lo largo y ancho del territorio nacional, y que sumiría
a la población al sometimiento de los más arduos
rigores a los que se puede ver sometida una nación inmersa
en frecuentes guerras propiciadas por enfrentamientos entre
distintos grupos liderados por distintos caudillos dentro de una
misma región por el poder local, o bien entre grupos de
distintas regiones por el poder nacional. Fueron estas guerras
intestinas las que propiciaron el empobrecimiento del país
y la carencia de recursos a través, en ocasiones, del
sacrificio de estos de parte de hacendados para el beneficio de
una u otra causa; en ocasiones gracias al pillaje y a los asaltos
de grupos bandoleros que, con el objeto de hacerse del
contingente de guerra necesario, asaltaban fincas y haciendas con
el fin de financiar sus propias campañas,
produciéndose se esta manera la mengua de la actividad
agrícola y pecuaria en el país por aquellos
años. Caminos polvorientos y campos desolados carentes de
cultivo, serían imágenes comunes por todo el
territorio nacional en las últimas décadas de dicho
siglo. No obstante, sería la actividad latifundista la
principal responsable del cuadro de abandono y desolación
que vivía para aquel entonces en todo el país
debido al apogeo que la misma tendría par aquella fecha y
que propiciaría, no solo la sumisión del campesino
venezolana la miseria y al hombre, sino su progresivo abandono
del campo en busca de mejores condiciones de vida generadas de
forma más digna y honrosa en las ciudades, en lo que
sería el preludio de la migración del hombre del
campo a la ciudad, que se llevaría a cabo en nuestro
país en base a otro fenómeno que podría
catalogarse como una afortunada tragedia en la historia
venezolana, el boom de la actividad petrolera.

Sería este cuadro socio-político e incluso
económico el que forjaría, desde el punto de vista
psicológico, la personalidad del hombre venezolano de
aquella época, siendo así que por el hecho de
participar en alguna de estas guerras, por tener que participar
en alguna de estas actividades de pillaje, ya fuera por
aprovisionamiento de guerra o simplemente por hambre; o bien por
tener que defenderse así mismo y a los suyos en medio de
este clima de desazón y violencia, el hombre venezolano
tuvo que desarrollar una reciedumbre de carácter que lo
caracterizaría durante esta época y por lo menos el
primer tercio del siglo XX. Fueron todas estas condiciones las
que tal vez influyeron en la personalidad del joven Alfredo
Larriva para forjar esa volatilidad de espíritu que le
llevaría a ser un aventurero y a arriesgarse a las
más peligrosas empresas. Es a raíz de este
espíritu aventurero que a la edad de diecisiete
años, ya a las puertas del nuevo siglo, se atreve a salir
de su Barinitas natal y recorre parte de Venezuela, Guayana, Los
Andes y Caracas, pero fundamentalmente Guayana, donde el misterio
de la selva amazónica lo atrae y le atrapa, siendo esta
región destino asiduo del poeta durante su juventud,
adoptando a Ciudad Bolívar como su residencia habitual, en
la que viviría durante cierto tiempo y en la que
viviría uno de los lances más fatídicos de
su vida , y es que estando en dicha ciudad a la edad de
veintiún años, hallándose unos meses
insolvente en la residencia en la cual se encontraba alojado,
tuvo un altercado con el dueño de la misma, altercado en
el que resultó muerto este último, por lo que se le
condenó a prisión durante cuatro años.
Respecto de este lance, surgieron distintas teorías y
versiones, muchas de las cuales tendieron a favorecer al
dueño de la residencia, por haber sido el mismo un
personaje propio de aquella región, en
contraversión al forastero, que provenía de tierras
lejanas, otra narra como el poeta estaba dispuesto a mudarse de
la residencia en cuestión cuando habiéndose
encontrado con su amigo y admirador literario, el poeta Rufino
Blanco Fombona, quien para la época fungía como
gobernador del Estado Amazonas; y luego de haber sostenido una
conversación en la cual este último le increpara a
defender su honor, le colocó un arma en la mano y le
alentó a enfrentar a su ofensor. Respecto de esta
versión, si bien existe la certeza respecto del
carácter de Blanco Fombona, quien fuera de personalidad
recia, violenta y explosiva, como es bien sabido, y por tanto, es
muy probable que si hubiera alentado a Arvelo Larriva a llevar a
cabo los hechos que lo llevaron a prisión, no existe
registro alguno que permita aseverar que esto hubiere sido
así, lo mismo que cualquiera de las otras versiones, pues
el expediente del procedimiento judicial que se le siguió,
desapareció en extrañas circunstancias, solo se
tiene cierta certeza de los hechos ocurridos gracias a un
documento periodístico en el cual se presenta un resumen
del acto de cargos, tal y como lo expresa Alexis Márquez
Rodríguez (1986) según el Dr. Luis Alejandro Angulo
Arvelo, sobrino y biógrafo del poeta, al
mencionar:

Se trata de una reseña del acto de
cargos,
fase fundamental en el proceso. En tal reseña
se resume el escrito de cargos leído ante el
Tribunal por el Fiscal del Ministerio Público y
allí queda registrado que el Fiscal, al formular la
acusación contra el reo, si bien lo considera culpable del
delito de homicidio, señala a su favor como circunstancia
atenuante que "hubo agresión para con Arvelo Larriva, y
que por tanto este obró en defensa propia", aunque en
grado excesivo, por lo cual pedía para él una pena
bastante rebajada. Que fue, precisamente, la que al final se le
aplicó. (p. 34)

Este confinamiento resultaría otro de los hechos
que moldearían su personalidad de manera importante para
el resto de su corta vida, y es que el clima de tensión y
crueldad que se vive en un régimen carcelario, transfigura
de alguna manera la esencia de la personalidad de que se ve
sometido a dicho encierro, y el joven poeta no sería la
excepción, en efecto, la dureza en el trato de parte de
los custodios de la prisión, así como de parte de
los otros prisioneros, bajo confinamiento constante, bajo el
fragor rutinario del encierro, sin duda alguna que mella en nivel
alguno a quien acostumbrado al goce del más sublime
derecho del hombre, la libertad, y quien más allá
se halla anhelante del goce ilimitado de la misma al encontrarse
en los umbrales de la juventud, a los veintiún (21)
años de edad. Un poco más de siete años de
encarcelamiento repartidos entre la cárcel de Ciudad
Bolívar, el Castillo de San Carlos en Maracaibo, el
cuartel de la Policía de Caracas, y finalmente la
drástica prisión conocida como "La Rotunda",
vivió el poeta como sanción de aquel supuesto
crimen del que poca información veraz se tiene.
Afectó de tal forma a su ánimo dicho
encarcelamiento, que dicho letargo llegaría hasta su
producción literaria, y es que como buen poeta, la
poesía era el instrumento de expresión de su
espíritu, de esta manera, podemos obtener un esbozo de lo
que se ceñía al ánimo del artista en
aquellos fatídicos días. Así, por ejemplo,
fue en aquellos días que escribió Los heraldos
negros,
del cual se ha extraído el siguiente
fragmento como una muestra del desasosiego que vivía el
autor para aquella época:

¡Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no
sé!

Golpes como del odio de Dios, como si ante
ellos,

La resaca de todo lo sufrido

Se empozara en el alma… ¡Yo no
sé!

Son pocas, pero son… Abren zanjas
oscuras

en el rostro más fiero y en el lomo más
fuerte.

Significativa sería la huella que dejaría
la prisión en Alfredo Arvelo Larriva, hasta el punto de
apesadumbrar en cierta forma su personalidad, la cual
perdería ya para siempre el lustre de alegría que
recubre a la juventud naciente de aquella etapa de su vida,
significativa, más no absoluta, pues si bien el
confinamiento carcelario pudo haber medrado el esplendor del
espíritu de aquellos años de la vida del poeta,
este no afectó del todo la animosidad de este, pues si
bien pudo haber adoptado una actitud de resentimiento para con la
humanidad debido al infortunio del padecimiento tal vez injusto
del confinamiento carcelario, no de manera racional, pero si
visceral, como sí hubiera hecho cualquier otro individuo,
el autor no hizo reproche del sufrimiento vivido sobre el resto
de de la sociedad, no se convirtió en un "amargado", como
bien podría haberse pensado luego de tal infortunio, solo
perdió, en parte, la refulgencia de su alegría,
pues en algunos de sus poemas se seguirán viendo destellos
de un sarcasmo que hablaran por su buen humor circunstancial en
ocasiones, de manera sencilla, se puede decir que su
espíritu se enlutaría para siempre. No sería
esta la única experiencia carcelaria que tendría el
poeta, y es que el joven Arvelo Larriva, además de vivir
sumido en la actividad literaria, departiría su vida en la
actividad conspirativa contra el régimen de una de las
más tortuosas dictaduras de la historia venezolana, la del
General Juan Vicente Gómez. En efecto, la temprana
influencia política de su padre, tendente a
ideologías afines a las del partido liberal de aquella
época de finales del siglo XIX y a ideas de progreso que
encontrarían asidero en el prematuro joven al que desde
temprana edad distinguirían por su anticipada madurez para
su corta edad, rasgo personal este que le
acompañaría desde siempre y que seguramente
contribuiría al hecho de que asimilara con facilidad los
acontecimientos políticos de aquella época, las
ideas políticas de su padre, para fijarlas en su memoria y
discernir de estas sus propias ideas políticas, no muy
alejadas de aquellas originarias que tomara del padre. Estas
ideas, ideas plasmadas de justicia y libertad, serían
reflejadas por su hermana Enriqueta en algunos de sus escritos,
en los cuales se indica acerca del joven autor; "estuvo siempre
en abierta campaña contra los malos gobiernos en aquella
apartada porción de Venezuela", refiriéndose con
setas últimas palabras a su Barinitas natal. De la misma
forma, escribiría su hermana en algunos párrafos
biográficos acerca de su hermano: "jovencito, había
acusado (Arvelo Larriva) decidida oposición a todo lo
dictatorial, así como al vivo deseo de que su país
fuese movido por la fuerza del progreso efectivo…". Es
así como tal vez por el hecho de que el régimen
gomecista se caracterizara por ser un régimen de marcado
tinte conservador fundamentado en un sistema dictatorial que
reprimía las más fundamentales libertades civiles y
políticas de la población, que Alfredo Larriva se
instituyera en franco y directo antagonista del mismo, siendo
así, que ocuparía la mitad de su tiempo en la
actividad conspirativa contra el nefasto régimen,
encontrando la muerte en medio de dos vertientes que
habrían de constituir su vida hasta el final de sus
cincuenta y un (51) años de existencia, la poesía y
el activismo político conspirativo contra dicho
régimen dictatorial, por lo cual moriría en el
exilio, en el cual transcurriría durante el último
tercio de su vida aproximadamente.

A raíz de su participación en una de estas
actividades conspirativas es que se vería nuevamente
encarcelado, esta vez, por un periodo de ocho (08) años,
que transcurrirían en el castillo "Libertador" de Puerto
Cabello, donde la crueldad y el martirio que ofrecía tal
mazmorra, no lograría más que endurecer su
carácter, y lejos de envilecer su espíritu, el
temple que tuvo que forjar para enfrentar las afrentas de aquel
confinamiento, le serviría, no solo para hacer más
firmes sus convicciones, sino incluso, para dar esperanza y
aliento a otros compañeros que como él, se hallaban
condenados a aquella demoledora de ideas. Una idea de la
experiencia vivida por el poeta durante su encierro, así
como del semblante esperanzador del poeta durante aquellos
años, nos la ofrece su hermana Enriqueta en alguno de sus
escritos, al respecto, escribió la misma, citada por
Alexis Márquez Rodríguez (1986):

Conspiró y luchó en caracas, hasta caer
preso, es decir, hasta convertirse en el preso de Puerto Cabello,
incomunicado, enfermo, semienterrado durante ocho años de
su juventud. No obstante, en su prisión sacó
fuerzas de sí mismo, no sólo para soportar su
propia desgracia, sino para alentar a sus compañeros de
reclusión y aliviarles en lo posible el triste
vivir… (p. 36)

Como ya se ha dicho, Alfredo Arvelo Larriva
saldría de su primer confinamiento carcelario con el
espíritu enlutado, rasgo este que se acentuaría
más durante su encarcelamiento en La Rotunda. De este
periodo es una importante cantidad de su producción
literaria, la cual sacaría de manera clandestina de dicho
recinto firmada bajo el pseudónimo de E. Lenlut, juego de
letras que transfiguran la primera parte de "El enlutado", apodo
con el que le distinguían sus compañeros y otros
poetas y escritores de su época por andar, "siempre de
negro hasta los pies vestido", a decir de Luis Beltrán
Guerrero citado por Márquez Rodríguez (1986) "como
el famoso retrato de Felipe IV que nos da Manuel Machado en uno
de sus poemas magistrales". Otro de los comentarios que respecto
de este singular rasgo del poeta se nos da, llega de la pluma de
Miguel Otero Silva, quien aún cuando de mucha menos edad
que el poeta, gozó de la amistad y estima de este, a
entender de su encarcelamiento, además, nos
refiere:

Lo condujo a inhumano cautiverio de ocho años,
atado a grillos que le exprimieron sombríamente la
juventud y le marcaron el alma para siempre. En aquellas
mazmorras pero que feudales lo mantuvieron sepultado desde 1913
hasta 1921, sometido a tan cavernoso aislamiento que ni siquiera
se enteró del transcurso de la Primera Guerra Mundial. De
tanta sombra salió enlutado a
perpetuidad…

Otro de los perfiles, tanto respecto de los aspectos
subjetivos del poeta, así como de los aspectos objetivos
del mismo, narrados de una forma tal vez un tanto poética,
nos llega de uno de los más entrañables
compañeros del poeta, tanto en cuanto a las labores
literarios como en las conspirativas, y que también se vio
sumido en prisión por la misma razón, José
Rafael Pocaterra, quien respecto del poeta nos esboza:

Es ese hombre alto y fuerte, de líneas de
búho en la faz, con algo de sacerdotal en el gesto y mucho
de diabólico en la sonrisa, y de ojos en los que chispea
con todos los soles y las sales verde-azuladas de las aguas
profundas, a través de los espejuelos poderosos, un alma
poderosa, violenta y violentada, que le agita toda la armadura
muscular d la carne y toda la recia musculatura espiritual, y que
es como esas moles que se agrupan en una convulsión ruda y
pétrea sobre la torrentera, al borde del sendero, o ladera
abajo, para apresar la noche en un repliegue sombrío de
piedra o de sol en la arista que corta el aire helado de las
cumbres…

Es así el poeta: como una roca de basalto, que
evoca los panes del acero, las pulituras del ébano, el
"reflejo negro" de las noches de estío; pero sola,
aislada, contra Dios, en un paraje maldito por donde pasan,
graznando aterradas, las aves del cielo, las malas aves, los
pájaros ominosos que las gentes vistieron con
fatídico ropaje para la chatura supersticiosa de sus
aleros y que sólo conocen los pequeños misterios e
ignoran esos mensajes que la sombra envía a los hombres
bajo la pluma negra y afilada (p.p. 39 y 40)

Una vez fuera de la cárcel, Alfredo Arvelo
Larriva se dirige al exilio, no tanto por el respingo de su
ánimo aventurero como por el acoso y la constante
vigilancia de la cual era objeto por parte de los cuerpos d
seguridad del régimen dictatorial, de esta manera, y con
la intención de continuar colaborando con sus actividades
conspirativas con mayor libertad, parte en mil novecientos
veintisiete (19279 a México, donde además,
albergaría la posibilidad de conocer al poeta mexicano
Salvador Díaz Mirón, quien sería una de sus
más grandes influencias literarias junto con el gran bardo
nicaragüense Rubén Darío, el más grande
representante del modernismo en Latinoamérica y el mundo,
y del cual también sería gran admirador. Respecto
de Díaz Mirón, su admiración si bien se
encontraba centrada en afinidad literaria, se extendería
debido a grandes paralelismos concernientes a la vida personal
del mismo para con este, y es que el poeta mexicano, al igual que
Arvelo Larriva, conoce los rigores de la cárcel a temprana
edad debido a un lance personal en el cual su antagonista
resultaría muerto, y del cual saldría absuelto
luego de cuatro años de encierro al determinarse que
había actuado en defensa propia. De manera semejante,
luego de dicha absolución, el autor azteca volvería
a la cárcel por otro lance personal contra otro diputado
en plena cámara, aprisionamiento del cual saldría
un año después gracias a la caída de dicho
régimen. Tales paralelismos servirían para que
entre ambos poetas se crearan lazos de fraternidad tales, que el
mexicano llegaría a tratar a Arvelo Larriva con el
epíteto de "hijo", trato este del cual se ufanaría
el poeta bariniteño, al narrar sus experiencias en el
trato con Díaz Mirón. Otro de los paralelismos
entre las vidas de Díaz Mirón y Arvelo Larriva se
ciernen sobre la concepción teológica de ambos, y
es que el mexicano asumía la negación de Dios, si
bien no debido a razones filosóficas, ideológicas o
científicas, sí debido al hecho psicológico
de contrariar toda relación de subordinación que
supusiera la existencia de un dominante y un dominado, hecho este
que no impidió que agregara entre los temas de sus obras
poéticas la temática religiosa, tal y como lo
haría el poeta del piedemonte venezolano, el cual
abordaría el tema con un tinte panteísta
ecuménico a partir del cual mezclaría con gran
ingenio en cada verso y luego en cada estrofa, distintos
elementos de diferentes religiones en aras de expresar una
determinada emoción o una idea en particular; lo cual a su
vez denotaría el amplio espectro cultural que albergaba el
intelecto del poeta y que resultaría bastante singular
para un ciudadano de provincia de aquella
época.

De México, el poeta Arvelo Larriva se dirige a
París pasando por La Habana, atendiendo el llamado del
Comité revolucionario Antigomecista que presidía
Ramón Delgado Chalbaud, quien dirigiría la llamada
expedición del "Falke" la cual pretendía deponer el
gobierno pero que fallaría en sus intenciones. La
participación del poeta en las actividades conspirativas
que se desarrollaban desde Europa serían trascendentales
como parte de estas que en mil novecientos veintiocho (1928) se
le asigna la misión de regresar a Venezuela con el fin de
contactar a varios personajes que desde dentro del país
buscaban propiciar la caída de la dictadura, uno de ellos,
el legendario General José Rafael Gabaldón,
acérrimo detractor de Gómez, quien en varias
oportunidades emprendió distintas campañas
militares con dicho fin. La empresa, si bien no resultaba
sencilla, puesto que el régimen había estrechado
las políticas de seguridad contra cualquier tipo de
actividades conspirativas, las ansias de pisar una vez más
su país, y de ver nuevamente el terruño natal,
además de los fulgores aventureros que lo incitaban a
cumplirla por lo riesgoso de la misma, sobre todo, luego de los
hechos acaecidos en el país durante la semana del
estudiante, le levaron a arribar al país, siendo esta la
última vez que estaría en Venezuela y en su
apreciada Barinitas. Respecto de la entrevista que sostuvo con el
General Gabaldón, la misma se llevó a cabo en la
casa de Luís Horacio Ugarte en Guanare, y luego de ella,
hubo de regresar el poeta a Europa, viaje este respecto del cual
se cierne una anécdota bastante peculiar, y es que el
pasaje de vuelta de Venezuela a Europa le fue solicitado por
Arvelo Larriva al General Gómez personalmente, en
referencia a este atrevido suceso, Luís Alejandro Angulo
narra:

La misión de Arvelo Larriva ha sido considerada
como muy importante y peligrosa. A ella se refiere el Dr.
Cipriano Heredia Angulo en su libro El año 29, y
basado en informaciones bastante serias, asevera que fue cumplida
con gran habilidad. Y por cierto viose coronada con un rasgo de
novelesca audacia cuando Arvelo Larriva – quizás
también para despistar a Gómez y a sus sabuesos
– decidió ir a Maracay en son de saludar al
dictador… ¡ y pedirle el pasaje para regresar a
Europa! Cuenta el Dr. Jóvito Villalba que Arvelo Larriva
le había consultado esta maniobra, y que él (el Dr.
Villalba) lo animó con entusiasmo. Y refiere el Dr.
Joaquín Gabaldón Márquez que, al regresar de
Maracay con el pasaje, el poeta, entre grandes carcajadas, le
decía que era necesario hacer que el General Gómez
cargara con los gastos de la revolución. (p.
44).

Dicho viaje a Europa también significaría
el fin de la producción literaria de Alfredo Arvelo
Larriva, no existen indicios que permitan dilucidar el por
qué, pero para esta fecha está signado el
último poema del que se tuviera conocimiento que hubiera
sido escrito por el poeta, el mismo, "Las siete lámparas
votivas", consta de siete sonetos, y fue escrito durante el viaje
de La Habana a Francia, específicamente frente a las islas
Azores en octubre de 1927 y fue publicado en la revista El
repertorio americano
dirigida por el costarricense
Joaquín García Monje en el mes de marzo del
año 1929. se presume que la causa de dicho silencio
literario permanente desde entonces se debiera a la
dedicación exclusiva que hiciera el poeta de todo su
tiempo a la participación en actividades conspirativas
contra la dictadura gomecista, no obstante no se puede aseverar
con certeza que esto hubiera sido así. Luego de su llegada
a Francia, Arvelo Larriva haría un último viaje en
1929 a México y Colombia, donde tenía que esperar
los resultados de la invasión del "Falke" al enterarse de
su fracaso partió a Paris y de allí a Madrid, donde
llegaría en mil novecientos treinta y uno (1931) Y donde
seria testigo del triunfo del bando Republicano en las elecciones
municipales celebradas el doce (12) de abril del mismo año
y que significaron la caída de la monarquía y la
instauración de la República el catorce (14) de
abril, instauración que con seguridad celebró,
aunque con recelo, puesto que su experiencia política le
habría hecho saber que esta tenía acérrimos
enemigos que coartarían su permanente instauración
en base a la fuerza.

Respecto de su obra, es bien sabido que la misma
órbita alrededor del modernismo como tendencia
poética, hacia la que orienta su producción
literaria, la misma seguramente adquirida debido a la
contemporaneidad que cierto tiempo sostuvo este con el gran poeta
Rubén Darío, quien además de merecer su
admiración, se convertiría en su influencia
literaria más fuerte, siendo así debido al estudio
que respecto de la obra de ambos se ha podido llevar a cabo, y es
que a partir del año mil ochocientos ochenta y tres
(1883), año del nacimiento del poeta bariniteño, se
da un boom de los libros del nicaragüense, se publican en
esta época Azul, en mil ochocientos noventa
(1890), Prosas profanas en mil ochocientos noventa y
seis (1896) y Cantos de vida y esperanza en mil
novecientos seis (1906), por lo que no sorprende que Arvelo
Larriva se hubiera visto influenciado por el modernismo reinante
para la época aunque ya al final de su periodo más
esplendoroso, considerando que le mismo se dio durante su
infancia y su adolescencia, más aún hasta su
juventud, a la muerte de Rubén Darío en mil
novecientos dieciséis (1916). De esta forma, sus poemas se
ven desprovistos de la métrica clásica que
tradicionalmente venía asignando versos
endecasílabos a los mismos, siendo el primero que en el
país tuviera tal atrevimiento respecto de la forma de sus
obras. A este entender, Arvelo Larriva rompe el hilo de la
escuela clásica o tradicional que venía haciendo
poesía en Venezuela y da libertad a la métrica lo
mismo que a la temática, la cual nutre de sus diversas
experiencias personales, tanto durante sus viajes iniciales por
algunas regiones del país, sus confinamientos carcelarios,
así como vivencias personales en las actividades
conspirativas que por su propia naturaleza de le hacían
necesaria la clandestinidad, y diversos temas de distintas
índoles con los que expresaba su sustancia emotiva
circunstancial. Así, por ejemplo, en algunos de sus poemas
de la juventud, Alfredo Arvelo Larriva describe el paisaje de
desolación y abandono de los caminos y pastizales del
llano venezolano para la época, en otros, ya más
avanzado en edad, narra algún incidente surgido con alguna
servidora social y del que sería testigo uno de sus
compañeros de activismo conspirativo, a la vez que en
otros, extemporáneos de por sí, abordaría el
tema teológico como medio para describir alguna de las
emociones humanas, estableciendo analogías entre distintas
religiones.

Daba un uso genial a la palabra, permitiéndose
comunicar la emotividad de la carga subjetiva originaria a
través de composiciones de gran
estética.

Permaneció en Madrid hasta su muerte, el trece
(13) de mayo del año mil novecientos treinta y cuatro
(1934).

Vida y obra de
Orlando Araujo

Escritor, Economista y Licenciado en letras, nace en la
población de Calderas, Municipio Autónomo
Bolívar del Estado Barinas el catorce (14) de agosto de
mil novecientos veintisiete (1927), hijo del señor
Sebastián Araujo y la señora Edén
Ciangherotti, transcurre su infancia en su población natal
entre los hermosos parajes naturales del piedemonte andino y
juegos infantiles con sus compañeros de infancia. Se
traslada a Barinitas en mil novecientos cuarenta y uno (1941)
donde es recibido por familiares de su madre, allí termina
sus estudios de primaria, durante este lapso de tiempo, como una
curiosidad que denotaría desde temprana edad su gusto por
las letras y su facilidad para las mismas, dedicaría su
tiempo a escribir cartas de amor por encargo. Una vez finalizada
la primaria, el para entonces Gobernador del Estado Barinas,
Alberto Arvelo Torrealba, le otorgaría una beca para que
diera continuidad a sus estudios de bachillerato, los cuales
lleva a cabo entre Barinitas, en la misma Entidad Federal, y
Boconó y Valera en el Estado Trujillo, desde donde
partiría hacia Caracas en el año mil novecientos
cuarenta y siete (1947), donde se instalaría
definitivamente y echaría raíces, primero con
Morella Roncayolo, su primera esposa, y luego con Trina Urbina,
de aquel primer matrimonio nacieron sus hijas Inés Morella
y María Cecilia; y de este segundo nacerían sus
hijos Sebastián y Juan. En mil novecientos cuarenta y
nueve (1949) se gradúa de Bachiller en Filosofía y
Letras en el Liceo Andrés Bello. Entra a la Escuela de
Letras de la Facultad de Humanidades de la Universidad Central de
Venezuela ye en el transcurso de esta época, trabaja como
ayudante de Ángel Rosemblat en el Instituto de
Filología Andrés Bello de la Universidad Central de
Venezuela (U.C.V.), casa de estudio en la que además,
cursaría estudios en la Escuela de Economía,
graduándose en ambas carreras con los grados de Cum laude
y Summa cum laude en Economía y Letras
respectivamente.

Una vez graduado, comenzaría su desempeño
profesional como asesor de la industria petroquímica y
ene. Ministerio de Minas e Hidrocarburos, así como
también de la federación de Cámaras de
Comercio y Producción (FEDECAMARAS) y de la
Asociación Pro-Venezuela, desempeñándose en
estas funciones hasta el año de mil novecientos sesenta y
tres (1963). Entre los años de mil novecientos cincuenta y
cinco (1955) y mil novecientos cincuenta y siete (1957) hace su
aparición la primera edición de Lengua y
creación en la obra de Rómulo Gallegos,

publicada por la editorial Nona de Buenos Aires, con la misma se
haría merecedor del Premio Miles Sherover de Caracas, es
aquí su camino como literato al empezar, primero, a
hacerse adjudicatario del reconocimiento ajeno como
crítico literario. En mil novecientos cincuenta y ocho
(1958) se convierte en docente en las Facultades de
Economía y Humanidades de la Universidad Central de
Venezuela. El reconocimiento que gana progresivamente empieza a
dar frutos y aparece en los cuadernos de la Asociación
Venezolana de Escritores Juan Castellanos o el afán de
expresión.
Por su obra La palabra
estéril,
le es otorgado el Premio de Ensayo de La
Universidad del Zulia en mil novecientos sesenta y cinco (1965),
año en el cual también funda la cátedra
Problemas Económicos de Venezuela en la U.C.V., donde
además, durante el periodo conocido como la
"Renovación", asume la Dirección de la Escuela de
Letras en mil novecientos sesenta y ocho (1968), año en el
cual publica Venezuela violenta y gana los premios de
cuentos con Un muerto que no era el suyo y de ensayo con
La palabra activa, ambos del diario El
nacional.

Durante el año mil novecientos sesenta y nueve
(1969) sale a la luz su libro Situación industrial de
Venezuela
por medio de las Ediciones de la Biblioteca de la
Universidad Central de Venezuela, marcando esta
publicación el comienzo de un periodo muy prolijo en
cuanto a la producción literaria del autor se refiere, de
esta manera, publica en mil novecientos setenta (1970)
Compañero de viaje en la editorial Fuentes, el
cual representa la más precisa remembranza de su
piedemonte natal, conformándose la obra de una
compilación de relatos que permiten el viaje imaginario a
tales parajes a cualquiera que, originario de los mismos, hubiere
asimilado aquellas imágenes, aquellas voces, aquellos
nombres, muchos de los cuales retumban con seguridad aun en lo
más recóndito de la memoria de quien hubiere
desandado aquellos verdes y cristalinos frescos que pinta la
naturaleza, en el primer escalón de los andes, en el
umbral de los llanos venezolanos. Es tan fiel y precisa la
descripción de aquellos paisajes, que se confunde la
realidad con lo ficticio sólo en el desenvolvimiento de
los personajes, que exhiben, un poco en serio, y un poco en
broma, las vivencias de aquel lugar. Por estos años, se
convierte en un activo militante político de la izquierda,
convirtiéndose en jefe de redacción del diario
El venezolano, director del diario vespertino El
extra
, fundador y director de la revista El mes
económico
, codirector de los semanarios Que pasa
en Venezuela
y Deslinde, finalmente, colaborador
permanente de El Nacional, Cambio y Vamos a
ver
entre otras publicaciones. En mis novecientos setenta y
uno (1971), sale a la luz pública su cuento Miguel
Vicente Patacaliente
publicado con la Ediciones Tricolor del
Ministerio de Educación, con él, ganaría el
Premio a Mejor Libro Infantil del quinquenio mil novecientos
setenta y seis (1976) hasta mil novecientos setenta y uno (1971)
concedido por el Banco del Libro y Mención de Honor de la
UNESCO en mil novecientos setenta y nueve (1979). Al año
siguiente, en mil novecientos setenta y dos (1972) se publica la
primera edición de La obra literaria de Enrique Bernardo
Núñez, del Banco Central de Venezuela, publicada
por Monte Ávila Editores en mil novecientos ochenta (1980)
, también se edita su obra Narrativa venezolana
contemporánea
con el cual se adjudica el Premio
Municipal de Prosa y ganará segunda mención del
Concurso de cuentos de El Nacional con el relato
Contra la ira, templanza.

En mil novecientos setenta y tres se publica su obra
Sobre integración Latinoamericana, obra editada
por la casa editorial Síntesis Dos mil. En el año
mil novecientos setenta y cuatro (1974) publica su obra En
letra roja: la violencia literaria y social de Venezuela
a
través de la Universidad Católica Andrés
Bello. En mil novecientos setenta y cinco se hace merecedor del
Premio Nacional de Literatura con su obra Contrapunto de la
vida y de la muerte.
Se publican en mil novecientos setenta
y ocho (1978) una serie de cuentos infantiles, 7 cuentos
por medio de la Editorial Contexto Editores, El niño
que llegó hasta el sol
y Los viajes de Miguel
Vicente Patacaliente
, una serie de cuentos en los cuales el
célebre personaje viaja por toda Venezuela aglomerando
toda una serie de aventuras. Crearía una serie de obras
literarias dedicadas a la esencia cultural de su Estado natal,
Barinas, las cuales serían publicadas en mil novecientos
ochenta (1980), son estas: Glosa de Piedemonte,
Crónicas de caña y muerte y Barinas
son los ríos, el tabaco y el viento
. Ese mismo
año ya es miembro de la peña República
del Este.
Dadas las circunstancias que se vivían en
Nicaragua a raíz de la arremetida de los gobiernos
derechistas instalados en centro América con apoyo
subrepticio de los Estados Unidos, contra los sectores populares
de dicha nación latinoamericana, decide viajar a la misma
para unirse al Frente Sandinista de Liberación Nacional,
Frente armado que se instauró entre diversos grupos de
izquierda para hacer frente a las actividades violentas llevadas
a cabo por los "Contras" en perjuicio de los mismos; y con el fin
de luchar por las reivindicaciones económicas, sociales y
políticas a favor de los sectores desposeídos de
tal país; hecho este que ha sido censurado por muchas
obras biográficas escritas acerca del autor, y que
justifica la publicación, en mil novecientos ochenta y
cinco (1985), de su Viaje a Sandino, un libro-diario
escrito por el autor en el que relata sus vivencias durante su
participación en tales conflictos.

Muere en Caracas el quince (15) de septiembre de mil
novecientos ochenta y siete (1987), año en el cual se
publica su libro El niño y el caballo. De manera
póstuma, además, se publicarían sus obras:
Cartas a Sebastián, para que no me olvide, a
través de la Editorial Alianza, libro que dedica a su
hijo; y el Testamento poético de Orlando Araujo,
el cual conoce la luz gracias a su esposa y amigos, en mil
novecientos noventa (1990) y el cual contó con una
separata especial de Ediciones Centauro para la Fundación
Cultural Barinas.

Vida y obra de
Enriqueta Arvelo Larriva

Poetiza, nace el veintidós (22) de marzo de mil
ochocientos ochenta y seis (1886) en Barinitas, Municipio
Autónomo Bolívar del Estado Barinas, una
población ubicada en el piedemonte Barinés y desde
donde se deslindan perfectamente las montañas de los
andes, de las sabanas del llano venezolano, hija del señor
Alfredo Arvelo, hombre "de a caballo", y de la señora
Mercedes Larriva, maestra de escuela, quien la indujo al
conocimiento de las primeras letras, sería la tercera de
cinco hijos que junto a sus hermanos, Alfredo, Mercedes, Lourdes
y Aura; conformarían una familia caracterizada por su
pasión por las distintas formas de expresión
cultural, en especial la literatura, y dentro de esta, de manera
particular, la poesía, la cual sería importante en
el trasfondo creativo de la familia, y en la que, a su vez, dicha
familia fungiría un papel trascendental en el panorama
literario nacional e internacional oscurecido u opacado en
años posteriores debido a intereses políticos de
gobiernos de aquella época. Queda huérfana de madre
a los cinco años, lo cual significó un golpe
anímico para ella a pesar de su corta edad, debido a los
estrechos lazos que la unían a esta figura, como es
natural, aunque en ocasiones sintiera su ausencia, tal y como se
discierne de alguno de sus poemas:

(…)iba a gusto

tras el cabello recién bañado de mi
madre.

Amaba a mi madre.

más a veces ella era para mí

sólo una palidez nimbada.

Desde temprana edad encontraría muchas
influencias que harían orientar sus pasiones hacia la
poesía, siendo así que si bien su madre muere de
manera prematura respecto de su edad, su abuela materna, a la
cual se refería como "mamá Florinda",
fungiría como tal induciendo en ella sus primeros
contactos con la poesía, la cual continuaría
posteriormente en tía Atilia Torrealba Febres Cordero,
quien para la época era una reconocida poetiza originaria
de dicha entidad; de esta, aprendería las reglas
básicas para la versificación y la motivaría
a escribir sus primeros versos, tal y como lo refiere
María Cristina Solaeche Galera. Dentro de su
círculo cercano, otra fuerte influencia la
conseguiría en la figura de su hermano Alfredo, gran poeta
y revolucionario, quien ya tenía un nombre en el panorama
literario nacional durante su juventud, a la vez que era
solicitado por la frecuente visita de distintas figuras de gran
perfil, tanto literario como político, esto último,
gracias a sus actividades conspirativas contra la dictadura de
Juan Vicente Gómez, actividades conspirativas que sumieron
a la familia Arvelo Larriva en un constante desasosiego por el
bienestar del mismo. Con seguridad, sería su hermano, esa
figura en la cual, entrado el siglo XX, Enriqueta Arvelo Larriva
conseguiría apoyo y motivación para dar continuidad
a su obra poética. En cuanto a su influencia literaria
exógena, la misma estaría marcada por la obra
literaria de autores pertenecientes al grupo del llamado "Siglo
de Oro Español", siendo los mismos: Lope de Vega,
Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, San Juan de La
Cruz y Santa Teresa de Ávila; y ya en el ámbito
latinoamericano, el gran poeta nicaragüense Rubén
Darío, quien en base a su refulgente modernismo,
habría de ser influencia literaria también de su
hermano, tal y como se verá al abordar su obra
literaria.

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