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El pintor ruso Vasily Vereschaguin vida y obra




Enviado por Blas Nabel Pérez



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    El pintor ruso Vasily Vereschaguin vida y obra. –
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    El pintor ruso Vasily Vereschaguin vida y
    obra.

    El pintor ruso, Vasíli
    Vasílievich Vereschaguin nació el 26 de octubre de
    1842 en el poblado de Cherepovets, provincia de Novgorod
    región caracterizada por sus espesos bosques y sus vastas
    estepas, donde la familia había poseído propiedades
    durante varias generaciones. La abuela materna de Vereschaguin
    era una tártara de rara hermosura, casada con un
    terrateniente de noble estirpe, que la envió a buscar al
    Cáucaso, es por ello que él se complacía en
    decir que tenía tres cuartas partes de ruso y una de
    tártaro. A decir verdad, ciertos rasgos de su expresiva
    fisonomía revelan su sangre de origen oriental.

    En su infancia y durante sus vacaciones tanto en la
    aldea Petrovka, donde vivían sus padres como en el poblado
    Liubiets de Cherepoviets, Vereschaguin fue testigo del trabajo
    esclavo de los sirgadores, hombres que tiraban de las carretas de
    los comerciantes. Quedó conmocionado por la vida
    trágica de los pobladores, que ante una situación
    sin salida se veían obligados a convertirse
    prácticamente en animales. Expresó sus vivencias
    sobre la humillación y avasallamiento de la dignidad
    humana en la serie Personajes insignificantes.
    Entre los que resaltan las imágenes de los
    sirgadores.

    Siendo aún niño se manifestó en
    él su afición al arte, pues dibujaba todo cuanto
    veía; pero su familia, considerando que dar al joven la
    carrera por él indicada sería rebajarse
    socialmente, a su modo de ver, resolvió destinarle a la
    marina. En consecuencia, con sólo ocho años fue
    enviado a una escuela náutica en Tzarkoie para su
    posterior ingreso en el cuerpo de cadetes del Zar. Es así
    como en 1853 ingresa en la Escuela de Guardiamarinas de San
    Petersburgo y realiza su primer viaje por mar en 1858. Mientras
    seguía su carrera militar, asistía a clases
    nocturnas de arte, que era lo que a el realmente le
    gustaba

    No tardó en distinguirse, pero sin dejar por eso
    de consagrarse a su estudio artístico en todos los ratos
    de ocio. Con la ayuda de su madre, pudo al fin vencer la
    oposición del padre, y aunque éste le
    aseguró que si se empeñaba en ser pintor no le
    daría jamás un centavo, los sentimientos generosos
    se sobrepusieron al fin a la severidad del padre, que de vez en
    cuando entregaba a su hijo sumas de no poca importancia. Abandona
    su prometedora carrera militar para dedicarse a la
    pintura.

    Entretanto, el joven Vasily había ganado dos
    cursos en la Academia de Bellas Artes de San Petersburgo, donde
    comenzó a disgustarle al pseudo-clasicismo; y aunque
    obtuvo medalla de plata por la composición presentada,
    "Ulises dando muerte al pretendiente de Penélope",
    inutilizó esta última después, asegurando
    que le era forzoso cambiar de escuela, porque siendo
    esencialmente amante del naturalismo estaba en completa
    oposición con lo antiguo. La educación
    académica se basaba completamente en el clasicismo y eso
    no satisfacía al joven por lo que dejó la
    Academia.

    Su éxito pictórico le sirvió, entre
    otras cosas, para reconciliarse con su familia, con la que
    había dejado de tener contacto tras su decisión de
    abandonar la carrera militar. Al cabo de poco tiempo, el instinto
    de Vereschaguin lo impulsó a viajar; y después de
    un rápido pero instructivo recorrido por París, los
    Pirineos y Alemania, y buscando nuevos horizontes marchó
    al Cáucaso para estudiar en su fuente los
    asuntos orientales que le atraían mucho. Allí,
    realizo muchos dibujos y se dedicó a las costumbres y
    gentes locales, a la vez pasó una etapa como profesor de
    dibujo.

    El Cáucaso, sedujo de tal forma a Vereschaguin,
    que redundó sustancialmente en su trabajo futuro. Su
    receptividad visual se acentúa – él trata de
    captar los tonos de la luz en dependencia del carácter y
    la fuerza de la iluminación. Realiza estudios en la
    mañana, durante el crepúsculo, a pleno sol y hasta
    en la noche. El carácter de sus bocetos es más
    variado. Es aquí donde Vereschaguin es más
    ingenioso en la transmisión de la luz, la factura, el
    volumen: experimenta libremente, prueba diferentes combinaciones
    de colores, diferentes densidades y audaces modulaciones. Su
    paleta finalmente se libera de la oscuridad condicional, el
    colorido adquiere una instrumentación más rica, el
    color – insignificante – antes que la candidez y el
    brillo.

    Con la ayuda de su familia, se trasladó en 1864 a
    París. No tardó en aparecer en el "Tour du
    Monde"
    un relato muy gráfico, escrito e ilustrado
    por el propio Vereschaguin, dando cuenta de su primera
    excursión al Oriente, en cuyo texto demostró que
    era tan apto para manejar la pluma como el pincel. Tres
    álbumes llenos de acuarelas y de dibujos fueron el
    resultado de aquella visita.

    "Mi álbum – escribió Vereschaguin
    – revela mi afán; y esta vez ha sido tan
    considerable el número de mis bocetos en el
    Cáucaso, que Geromé no pudo menos que manifestar su
    asombro. Sin embargo los colores se me resisten siempre, y por lo
    mismo prefiero trabajar con mi pincel". (1)

    En París, él se había presentado
    ante el pintor Jean-León Gérome, y con su habitual
    dinamismo, le solicitó que le admitiera para aprender
    – ¿Quién le ha enviado a ud a mi?-
    preguntó Geromé. Sus pinturas, le respondió
    sencillamente Vereschaguin. La franqueza del joven y sus obras le
    recomendaron ante el maestro, que accedió a la repentina
    petición. Jean-León Gérome era pintor y
    estuatario francés de estilo académico que
    había alcanzado fama en la pintura de historia, del cual
    Vereschaguin tomó su estilo y temas históricos y
    militares; así como su documentada interpretación
    de ambientes y personajes. A partir de ese entonces Vereschaguin
    trabajó dos años con él, y asistió al
    mismo tiempo a la Escuela de Bellas Artes (Ecole des
    Beaux-arts
    ).

    Así, fue el primero en emanciparse de las reglas
    tradicionales, y su energía con la que enfrentó a
    los que le criticaban hizo comprender a estos que no era un
    hombre común. Se opuso a copiar a los antiguos maestros; y
    también rehusó servirse de colores, alegando que
    él no se creía con suficiente aptitud para
    ello.

    El nuevo artista no permaneció largo tiempo en
    París, para su estudio – comprendía
    Vereschaguin – no eran suficientes las escenas de una
    refinada civilización; en Paris la Academia seguía
    también los standards clásicos y la práctica
    de copiar obras maestras. Necesitaba el espacio libre, la
    naturaleza salvaje; y es así que en las vacaciones de 1865
    saliendo de París se dirigió a las regiones
    caucásicas, bosquejando todo cuanto veía a su paso,
    "con ardiente frenesí".

    En el año 1867 terminó el aprendizaje de
    Vereschaguin, que continuó de nuevo en el ambiente
    poético del Oriente. Sólo necesitaba un empuje para
    lanzarse, una oportunidad para emprender la marcha, y
    afortunadamente no tardó en presentarse bajo la forma de
    una expedición rusa a las estepas del Asia Central con el
    objetivo de castigar a los merodeadores turcomanos, que
    cometían numerosas depredaciones. Se enroló
    voluntario en el ejército ruso en Turkestan y
    participó en acciones militares contra el Emir de
    Buhara.

    El general Kaufmann acababa de ser nombrado jefe de las
    fuerzas expedicionarias, y Vereschaguin solicitó ser
    admitido como artista voluntario, lo cual se le concedió,
    nombrándosele alférez para facilitarle los medios.
    En aquel momento Vereschaguin tuvo una perspectiva un espacioso
    campo de acción, y pudo estudiar el Oriente como pocos
    pintores lo habían hecho antes, porque penetró con
    sus pinceles donde los demás habían pasado
    sólo con la pluma. Realiza investigaciones
    etnográficas en la región. Allí
    conoció la guerra a fondo mejor que ningún artista
    pudiese conocerla antes; por eso la ha representado con tanta
    verdad, desnuda del oropel y de los caprichosos accesorios con
    que las retrataban hasta ese momento los artistas, más
    aún que los historiadores; y también ha hecho ver
    cuan horrible, sangriento y repugnante es en realidad el
    espectáculo de esa lucha entre
    gobernantes-poderosos.

    A partir de ese momento, el Vereschaguin combatiente,
    cada vez que conocía del inicio de una guerra de esta
    índole preparaba sus pinceles y pedía
    autorización para agregarse al Estado Mayor adonde se iba
    a realizar sus bocetos, pero no desde donde acostumbraban a
    hacerlo los oficiales de rango o corresponsales – que
    seguían con anteojos de larga vista los movimientos de las
    grandes masas de ejércitos – sino al natural, bajo
    el fuego enemigo, con un valor y una serenidad imperturbables.
    Mientras estuvo con el general Kauffman, Vereschaguin no se
    limitó a bosquejar y pintar, sino que también
    participó el combate. Durante la defensa de la ciudad de
    Samarcanda, quedó sitiado junto a seiscientos cincuenta y
    ocho soldados entre los que se encontraba el pintor. La ciudad
    estaba cercada por una horda de feroces turcomanos y cuando los
    rusos comenzaron a desanimarse, el artista, olvidando sus
    pinturas al ver que el enemigo acababa de fijar su estandarte en
    las murallas, reunió a su gente en el momento
    crítico, con un arma en la mano amenazó a los que
    huían y les obligó a prepararse para la defensa. En
    la batalla, que duró ocho días, Vereschaguin
    actuó como un verdadero militar.

    Por su valiente comportamiento en la defensa de
    Samarcanda Para recompensar el heroísmo del artista, se le
    concedió la Cruz de San Jorge, la más alta
    condecoración militar; pero Vereschaguin en un inicio
    rehusó este honor, como siempre hizo con cuantas le
    ofrecieron, alegando que el arte es un estado libre y que cuando
    busca semejantes recompensas deja de ser digno de su alta
    misión. Posteriormente la acepto y fue la única que
    llevó en su pecho durante toda su vida.

    A su regreso del Turquestan – en 1871 – se establece en
    Munich, donde compró una mansión, y
    construyó su primer estudio al aire libre: era una especie
    de habitación movible, montada en ruedas que se
    deslizaban, en forma circular, por unos raíles como los
    del tranvía. El artista había tomado la idea de los
    instrumentos que se usan para las observaciones
    astronómicas; y en su nuevo estudio le era fácil
    colocar su modelo de modo que estuviese bien iluminado por la luz
    directa del día, mientras que él trabajaba en el
    interior con toda comodidad. Allí permaneció tres
    años trabajando con las notas y material recopilado
    durante sus viajes por el Turquestán y el Cáucaso.
    Treinta lienzos, ochenta y un bocetos ciento treinta y tres
    dibujos fue el resultado de su trabajo que dio lugar a su primera
    muestra. Vereschaguin consideraba como única forma de
    dirigirse al publico la Exposición Personal, es por ello
    en vida organizo mas de sesenta exposiciones en
    prácticamente casi todas las ciudades europeas, en estados
    Unidos y mayores ciudades de Rusia. Permanecía durante la
    presentación de estas, a veces servía de
    guía a los visitantes, así conoció
    innumerables personalidades de todos los ámbitos, con
    muchos de los cuales trabó amistad, entre ellos: el
    físico e inventor, Thomas Alba Edinson, el
    pianista y compositor, Fransz List, el reconocido
    critico Alexandr Benua, el escritor y pensador, Lev
    N. Tolstoi
    , el escritor y humorista Mark Twain y
    muchos otros.

    En 1872, Vereschaguin, participa en la Exposición
    Mundial de Londres y en 1873, inaugura su primera
    Exposición en el Palacio de Cristal de Londres, la cual
    estaba conformada por los cuadros del Turquestán. La misma
    tuvo un enorme éxito. Cuando se dio a conocer el
    número y la variedad de sus pinturas no se hizo esperar la
    difamación. Entre otras murmuraciones decían que no
    era posible que fuera obra de una sola persona. No obstante, la
    prensa inglesa alabó las obras de Vereschaguin con justo
    entusiasmo. El Spectator, entre otros diarios,
    después de asegurar – que en nada se asemejaban a lo que
    se había visto antes- concluía su artículo
    diciendo: "Por su belleza y bizarría son únicas en
    su género" (2)

    Entre las notables pinturas presentadas por Vereschaguin
    llamó la atención especialmente la que se titula
    "Contemplando el Trofeo"; representa un
    patio de rica arquitectura, donde el blanco mármol y las
    columnas esculpidas constituyen un majestuoso conjunto; en el
    suelo se ve un montón de cabezas cortadas, y el Emir las
    contempla con desdén, empujando con el pie una que se ha
    rodado, separándose de las demás; alrededor
    están sus cortesanos, cuyas fisonomías no revelan
    disgusto alguno, ni piedad ante aquel sangriento
    espectáculo.

    Poco después de su regreso del Turquestán,
    en 1869, se expusieron algunos de sus cuadros en San Petersburgo,
    donde produjeron honda sensación, los que llevan por
    título "Ataque sorprendido" y
    "Defensa de la ciudadela" en los que el artista
    pretende expresar la situación vivida durante su estancia
    en el Turquestán. Esos cuadros impresionaron de tal modo
    al Zar Alejandro II, que los conservó en su gabinete
    particular hasta su muerte.

    Vereschaguin considera la guerra como una inmensa
    calamidad, como un terrible azote, como una especie de danza de
    la muerte. El que haya presenciado alguna vez la guerra y visto
    después sus obras sabrá apreciar justamente su
    mensaje. Esta idea se refleja con mayor crudeza en el lienzo que
    lleva por título "Apoteosis de la Guerra"
    considerado entre las 100 mejores piezas de la pintura
    mundial.

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    Apoteosis de la Guerra,

    El cuadro pertenece a la subserie
    "Bárbaros", que aunque enmarcada dentro de
    la Serie del Turquestan incluye varias obras que
    Vereschaguin decidió separarlas por su significado
    psicológico. No son escenas de batallas, sino momentos
    antes o después de los combates, escenas destinadas a
    revelar el lado oculto de la guerra; acciones que sorprenden por
    su crueldad. Vereschaguin toma como tema las conquistas de
    Tamerlan*, el conquistador de los siglos XIV-XV
    quien dejaba tras de si pirámides de cráneos
    humanos, extraño monumento que, no sólo
    Tamerlán, sino otros conquistadores en toda Asia erigieron
    para recordar sus hazañas guerreras. En los tiempos en que
    el pintor estuvo Asia Central esta orden también la daban
    los Khanes.

    * Tamerlan (Timar Lenk), conquistador
    tártaro de Samarcanda. Coronado rey de Transoxiana
    (1370-1405) fue el fundador de la dinastía de los
    timúridas. Se propuso continuar la obra de Gengis Khan por
    lo que se le considera el creador del segundo imperio
    mongol.

    La pintura representa una de esas pirámides en
    medio del desierto muerto, quemado por el sol, con árboles
    secos, un pueblo depredado; a los lejos las casas destruidas y en
    el centro sobre la pirámide los cuervos. En un inicio, el
    pintor pensó nombrarle al lienzo "El triunfo de
    Tamerlan",
    pero prefirió darle un mayor significado
    psicológico con el de: "Apoteosis de la Guerra",
    señalando en su parte inferior: "Dedicado a todos los
    grandes conquistadores: pasados, presentes y futuros".
    Con
    su duro realismo y a la vez épico el cuadro se
    convirtió en famoso símbolo de toda la Serie del
    Turquestan. El Zar Alejandro II – quien gustaba que le
    llamaran libertador – prefirió desestimar su existencia,
    es probable que le halagara, que el pintor lo comparará
    con Tamerlán. Vereschaguin logra una asombrosa
    divulgación del lienzo, sumada a la que ya había
    alcanzado públicamente con sus mordaces cuadros de
    batallas.

    Según refiere, Ezequiel
    García Enseñat:

    "El pensador ha dejado cuadros de una profunda
    ironía contra la guerra, algunos de los cuales han sido
    adoptados como emblemas a favor de la paz universal. En la
    Exposición de 1900, las sociedades consagradas a promulgar
    aquella generosa utopía, colocaron en lugar de honor de
    sus instalaciones el cuadro de Vereschaguin, La Apoteosis
    de la Guerra
    , que representa un campo yermo en el que se
    levanta un montón de cráneos sobre el cual se
    cierne una bandada de cuervos. El efecto que otros artistas han
    obtenido por medio del símbolo como Stuck con su
    "Conquistador", lo ha logrado más intenso el
    artista ruso copiando la horrible realidad" (3)

    Entre sus lienzos llama la atención
    "Acción de Gracias", en el que se ve al sepulcro
    de Tamerlán ante el cuál un Emir y su
    quito dan gracias a Dios por las victorias alcanzadas.
    Para demostrar su inferioridad como partes de la obra,
    Vereschaguin colocó a los personajes en un ángulo
    del lienzo; la arquitectura del sagrado recinto presenta un
    conjunto majestuoso, con sus columnas de mármol, sus
    arabescos de oro y sus soberbias balaustradas, contra las cuales
    se apoya la tumba. La composición es magnífica,
    rica en luz y en detalles.

    Toda la colección fue trasladada después a
    San Petersburgo donde la compró el mecenas I. N.
    Tretiakov, Vereschaguin impuso tres condiciones; que las pinturas
    no saldrían de Rusia, que no se truncaría la
    colección; y que se permitiría al público
    verla. Tretiakov aceptó generosamente, y hasta mando a
    construir una sala especial para colocar en su Galería los
    cuadros. En esa oportunidad el mecenas, Tretiakov* –
    guía ideológico de los Peredvizhniki (Los
    Ambulantes), – escribió sobre sus pinturas:

    "Todas las obras son de un alto nivel artístico. No
    conozco si en la actualidad exista algún pintor semejante
    a él, tanto aquí, como en el extranjero. Es
    realmente asombroso". (4)

    Mijailovich Tretiakov, pintor y dibujante ruso maestro
    del género histórico y del retrato, critico de
    arte. Contrario al arte académico fue el iniciador de "la
    revuelta de los catorce", que terminó con la
    expulsión de estos de la academia. Bajo la influencia de
    los revolucionarios-demócratas Kramskoi adoptó la
    concepción del elevado papel del pintor en la sociedad,
    lso principios del realismo, la esencia moral y nacional del
    arte. Fue uno de los principales organizadores e ideólogos
    de la Asociación de Exposiciones Ambulantes
    (Peredvizhniki).

    Las pinturas de la Serie Turquestán dejo
    estupefacto a sus contemporáneos, lo que mostraba
    Vereschaguin era totalmente nuevo, original e inesperado. Un
    mundo no visto antes, claro en su veracidad y
    característica. Resaltaban los colores y la novedad del
    mensaje, la técnica en nada semejante a la de los pintores
    rusos de aquel momento. Muchos de estos la consideraron un arte
    extraño y foráneo al arte ruso. Solo Kramskoi*
    valoró positivamente la obra al señalar:

    • "La Serie del Turquestán – es un
      brillante éxito de la nueva escuela rusa, su logro
      indiscutible es el haber levantado altamente el
      espíritu del ruso, hacerle que su corazón
      palpite, es un orgullo que Vereschaguin

    sea ruso, enteramente ruso". (5)

    * Ivan Nikolaevich Kramskoi (1837-1887).
    Pintor y crítico, reconocido ideólogo y pedagogo.
    Uno de los cabecillas de la rebelión contra la Academia,
    es considerado como el ideólogo del arte realista ruso.
    Dirigente máximo de los Peredvizhniki (Los Ambulantes),
    gremio de reconocidos artistas rusos, fundado en 1870 para
    promover el arte más allá de las fronteras
    hegemónicas de la Academia de Artes de San Petersburgo.
    Bajo la dirección de Kramskoi el grupo lucho por la
    victoria del realismo y se convirtió en la escuela del
    arte ruso de vanguardia. Su pintura se centró
    mayoritariamente en el retrato, buscando como protagonistas a
    intelectuales, escritores y otros artistas, es decir, a los
    nuevos héroes de la época. Se trata de
    representaciones sencillas, de fondos lisos y neutros, pero
    dotadas de una acusada fuerza espiritual y moral.

    El lugar central de esta serie lo ocupan los cuadros de
    batallas, los que tuvieron gran éxito tanto en Rusia como
    en otros países, definiendo en lo adelante la línea
    fundamental de la creación de Vereschaguin. En sus
    más tempranos lienzos, ya el pintor presentaba una
    protesta contra las "guerras de conquista". El carácter
    antibélico de las obras fue el resultado de profundas
    meditaciones y observaciones vitales del autor, el que
    imprimió al arte de batallas la verdad que hasta ese
    momento no conocía el pueblo ruso. El convirtió a
    los soldados rusos en héroes de sus lienzos,
    representándolos como eran, simples ciudadanos,
    sólo que vestidos de uniformes militares y con armas.

    El pintor domina ya libremente el pincel, con resonantes
    y saturados colores trasmite el ardiente cielo del sur, la verde
    estepa primaveral, el frescor de las cimas de las montañas
    cubiertas de nieve y la compleja ornamentación de las
    construcciones antiguas de Samarcanda.

    Muchos de los cuadros que pinto de las batallas en Asia
    Central no gustaron a los oficiales del ejército y lo
    acusaron de falta de patriotismo. El pintor reflejó lo que
    veía en el campo de batalla lo más fielmente
    posible, mostrando incluso derrotas rusas. Como resultado de
    esto, le obligaron a romper algunos cuadros.El pintor Ilia E.
    Repin * referiría penetrantes palabras sobre el
    pintor:

    "Vereschaguin es el mas grande pintor de su época
    (…) el abre nuevos caminos en el arte. Es una personalidad
    colosal, este es realmente un bagatir. Vereschaguin es
    un súper-pintor, y como tal un super-hombre" (6)

    * Iliá Efímovich Repin,
    destacado pintor y escultor. En 1878 Repin se unió a la
    Asociación de artistas Peredvizhniki
    (Itinerantes).
    La fama de Repin se extendió a
    raíz de su pintura Los sirgadores del Volga, una
    obra que denuncia de un modo impactante el duro sino de estas
    personas. Sus obras, enmarcadas en el realismo, contienen a
    menudo una gran profundidad psicológica y exhiben las
    tensiones del orden social existente. Fue puesto como ejemplo
    para ser imitado por los artistas del realismo
    socialista.

    A consecuencia de esto abandonó Rusia durante dos
    años. No obstante, fue prohibida la presentación de
    sus obras y su reproducción en libros, periódicos y
    revistas. Durante treinta años el gobierno zarista no
    compró ni un solo cuadro del pintor, a pesar de que ya
    había adquirido renombre mundial.

    En 1874 el Consejo de dirección de la Academia de
    Bellas Artes de Rusia le concede el grado de Profesor por su
    "renombre y excepcionales trabajos en la actividad
    artística", no obstante Vereschaguin renuncia
    públicamente al grado concedido.

    Entretanto Vereschaguin marcha por segunda
    ocasión al Oriente, que seguía atrayéndole
    realiza viajes, esta vez a Arkángel, Siberia, China, el
    Tibet y Japón. Esta vez está resuelto a ir a la
    India, y quiso que le acompañara su esposa, con
    la cual se había casado en Munich. Viajó en 1874 y
    la estadía duró algo más de dos años
    durante la cual la pareja sufrió no pocas privaciones;
    pero como su visita coincidió con la del Príncipe
    de Gales, apoyado por éste Vereschaguin pudo ver la India
    como el deseaba: quería estudiar tipos y castas para
    representar el indecible encanto de ese singular país.
    Cuando el artista fue a visitar el Himalaya subió hasta el
    pico más alto, acompañado de su esposa, sin hacer
    caso de los que trataron de disuadirle. Quería estudiar
    desde allí los efectos de la nieve y de las nubes, y
    después de esa visita pintó un cuadro en el cual
    represento la Cordillera del Himalaya con sus picos cubiertos de
    "nieves eternas": el conjunto era soberbio; y difícil es
    que nadie pudiera pintar la nieve como Vereschaguin, pues sabe
    expresar la sensación del frío con admirable
    elocuencia.

    Durante sus dos viajes a la India (en 1872-74, 1882-83)
    realizó una serie de obras. Reflejó en algunos de
    sus cuadros la opresión del pueblo indio bajo el gobierno
    colonial británico, entre las que se destaca, La
    procesión de elefantes de los jefes ingleses y nativos de
    Jeypore, 1875 – 1879
    .

    Más de ciento cincuenta bocetos de asuntos indios
    y orientales que Vereschaguin hizo durante su estancia en
    París, al regreso de la India, en el estudio construido
    para él durante su ausencia. En Maisón-Lafitte, a
    corta distancia de París se encontraba situado el estudio,
    construido a su manera; ubicado en el claro de un bosque,
    circundado por árboles, sin mas compañía que
    la de su esposa, ambos compartían la soledad, él
    trabaja sin descanso y vivía a su gusto. Pocas personas le
    visitaban, trabajaba de la mañana a la noche, y
    sólo salía a pasear con sus dos temibles
    dogos.

    Vereschaguin parecía estar satisfecho en su
    enorme estudio – 100 pies de longitud por 50 de ancho y 30
    de altura. Esto le permitía pintar cuadros de grandes
    dimensiones, el estudio también era movible como el de
    Munich, aunque más grande. Desde que habita
    Maisón-Lafitte se dedica a las pinturas de la India, para
    "englobarlas en dos colecciones" – según sus
    palabras – con el objetivo de ganar el dinero necesario
    para beneficio en la fundación de varias
    escuelas

    Se encontraba aún en Maisón-Lafitte cuando
    estalla la guerra ruso-turca – La Guerra liberación
    nacional en los Balcanes-
    como le llamaron en Rusia, ya que
    las Republicas Balcánicas eran consideradas, países
    hermanos. Por consideración a su esposa no había
    querido separarse antes de ella cuando se produjeron las
    complicaciones con Serbia, pero en esta ocasión no pudo
    resistir ya más; aunque se oponía a la guerra,
    creyó que era su deber participar; ansiaba trasladarse al
    lugar de la acción para estudiar y se dirige al cuartel
    general de los rusos donde fue muy bien recibido por el Zar y su
    séquito, que a la sazón se encontraban allí.
    Se le facilitaron todos los medios para que pudiera seguir el
    curso de la campaña.

    Accediendo a los deseos del Gran Duque Nicolás,
    Vereschaguin se agregó al cuerpo de guardias mandado por
    Skobeliev. En carta llena de patriotismo, le escribe a un
    amigo:

    "Voy en el destacamento de avanzada, la división
    de los cosacos dirigida por el general Skobeleev, y tengo la
    esperanza de que antes que yo, nadie se encuentre con los
    soldados turcos". (7)

    Diez cuadros reflejan el periodo invernal de la guerra,
    de los cuales el más popular es "Shipka-Sheinovo.
    Skobeliev en Shipka".
    El lienzo cierra el ciclo sobre la
    guerra ruso-turca. El combate en Sheinovo fue el 9 de enero de
    1878 después del cual se entregó el Ejercito Turco
    del sur de Vessel-Pashi fue un momento critico, en el que se
    definió la victoria.

    Este es el único trabajo de la Serie de los
    Balcanes que se dedica al momento de la victoria: el general M.
    D. Skobelev en su caballo blanco corre velozmente salundando a la
    caballería. Tras él, el abanderado y el pintor que
    se ha hecho representar con un abrigo blanco. La
    composición está lejos de cómo se muestra la
    victoria según los cánones académicos, ya
    que el pintor no muestra la apoteosis personal del General en
    jefe, sin dejar de mostrar "la otra cara de la medalla"- el caro
    precio de la guerra. Según refiere Vereschaguin, en sus
    memorias, después del combate estuvo caminando largamente
    antes de la llegada de la oscuridad, camino sólo por el
    campo, observando las poses y las caras de los
    muertos.

    Resuelto a verlo todo, había insistido para que
    se le permitiera servir en un torpedero, puesto peligroso que a
    toda costa quiso ocupar, por más que trataran de
    disuadirle, habiéndole dicho el jefe de las fuerzas:
    "Rusia tiene muchos centenares de oficiales, pero no dos pintores
    como usted".

    No obstante se le permitió integrarse a la
    tripulación del legendario "Shutka", que fue atacado por
    los barcos turcos. Su obstinación habría de
    costarle una grave herida que le tuvo dos meses el hospital de
    Bucarest, donde renegaba de su suerte por no haber podido seguir
    en su expedición más allá de los Gandes
    Balcanes. Apenas se hubo restablecido, marchó
    apresuradamente a Plevna, y pudo llegar a tiempo para presenciar
    la destrucción de la fortaleza.

    Fue testigo de la batalla por la defensa campaña
    de Plevna y manifiesta que al día siguiente de esta, los
    hospitales del campamento estaban atestados de heridos, porque la
    lucha había sido más encarnizada de lo que se
    creía; los médicos debieron convertirse en
    héroes, y los hermanos de la caridad no tenían
    tiempo para acudir a todas partes, más a pesar de esto,
    los mayormente heridos debieron pasar dos o tres días sin
    que se les atendiera en lo más mínimo, y muchos de
    ellos se hallaban casi sumergidos en el barro y el agua de la
    lluvia.

    El ancho camino desde Plevna al Danubio estaba
    completamente ocupado por los furgones de las ambulancias y todo
    tipo de carros llenos de heridos que volvían a sus casas;
    pero la mala construcción de los vehículos por una
    parte y el polvo y el calor por otra, hacía imposible la
    curación para muchos, porque sus heridas se
    convertían en espantosas llagas, declarándose la
    gangrena en la mayoría de los casos. Vereschaguin
    observó detenidamente todos estos detalles para no omitir
    nada en sus cuadros, y a fin de demostrar que la guerra no se
    reduce a un belicoso aparato, a una exposición de
    elegantes uniformes y briosos caballos.

    Lo mismo sucedió con los heridos de los turcos:
    el camino de Plevna estaba lleno, aunque se habían
    distribuido muchos en las casas de la población, y nadie
    se cuidaba de aquellos infelices. Vereschaguin cuenta que
    habiendo entrado a una granja, preguntó a su propietario
    si tenía en su casa algún herido turco –
    "algunos había" – contestó con indiferencia
    el hombre, – pero creo que algunos de ellos han muerto ya; si
    usted quiere vamos a verlos". – Así diciendo, le
    condujo a un cobertizo, y Vereschaguin pudo ver que estaba lleno
    de cadáveres: muchos de aquellos infelices se
    habrían podido salvar si no se les hubiese olvidado. La
    guerra ruso-turca le ofreció de nuevo otra oportunidad
    para documentarse sobre los horrores de la guerra. Esto le
    proporcionó temas para pintar cuadros que puede
    considerarse como los más expresivos en el género,
    y también de los más propios para execrar los
    horrores de la guerra.

    En el cuadro "En Plevna antes del ataque" la
    composición está realizada bajo el principio de la
    asimetría, lejos de la ponderación
    académica. En el primer plano a la izquierda: el Estado
    Mayor. En las caras, los movimientos de todos los personajes
    reflejan emoción, tensión. El paisaje representa un
    espacio abierto, que se eleva en el horizonte. A lo lejos, al
    fondo el cielo lleno de nubarrones interceptados por el humo de
    los disparos de los amenazantes reductos de Plevna. El resto del
    espacio, en el cuadro, está cubierto por la cadena de
    soldados: figuras, cabezas, armas, capotes, botas, camisas,
    uniformes, se mezclan en un todo indivisible que se oculta como
    para respirar mejor.

    Se ven solo dos o tres caras en ellas la paciente
    tranquilidad se refleja en la sencillez del comportamiento de los
    combatientes, incluso en el momento de extremo peligro hay una
    disposición de ánimo generalizada, como de
    costumbre. El ritmo de la acción que entrelaza las figuras
    de los soldados refuerza la impresión de unidad –
    física y psicológica – y una disposición de
    la masa soldadesca como de algo monolítico.

    Al pintor le interesaba mas, representar la
    psicología de las masas de las personas en la guerra, que
    la psicología individual de cada persona. En este cuadro
    como en otros se percibe la voz de la naturaleza: alrededor de
    los soldados los árboles cortados por el tronco,
    símbolo de la tragedia.

    Vereschaguin refleja como figura central del cuadro,
    "El Emperador Alejandro II en Plevna" al Zar, que
    había arribado con su séquito a Plevna el 30-31 de
    agosto de 1877, desde la colina donde miran se nota a lo lejos en
    la profundidad una cuenca cubierta de círculos de humo
    producidos por el armamento, aunque la batalla no esta
    representada. El Emperador – el único que aparece
    sentado en su silla de campaña – en su tensa figura
    está resumida la tensión del momento y
    cuidadosamente oculta la inquietud. La brusca asimetría de
    la composición y el triste paisaje otoñal crean un
    ambiente de presentimiento de la desgracia. La batalla fue un
    fracaso para el ejército ruso con grandes pérdidas,
    por lo que Alejandro II decide tomar Plevna por
    asedio.

    El Zar Alejandro II, al ver los lienzos del artista,
    manifestó a las personas que le rodeaban: "Ese hombre es
    un revolucionario". Vereschaguin, por su parte, aseguraba que no
    era ningún agitador. No obstante, su utilidad radicaba en
    que era muy temible con su arte; pues expresó
    gráficamente sus principios, y combatió el
    barbarismo de los déspotas con armas mucho más
    contundentes.

    Cuando los cuadros de la colección, fueron
    expuestos en San Petersburgo provoco la furia del futuro heredero
    de la corona, el que manifestó: "El que ha pintado esto es
    un loco". A pocos pasos de él se hallaba Vereschaguin,
    quien se limitó a responder: "Siempre he dicho que mis
    pinturas no eran propias para los palacios". Al día
    siguiente, Vereschaguin recibió la orden de presentarse en
    la residencia ducal, porque el príncipe deseaba conocerle
    más de cerca. El artista obedeció, pero
    después de haber hecho antesala durante mucho tiempo, le
    dijeron que su Alteza Imperial no estaba en disposición de
    recibirle ese día, y que por lo tanto debería
    volver al siguiente día. Vereschaguin no consideró
    oportuno obedecer en esta segunda ocasión, y sin perder
    tiempo salió de Rusia, pues temía que se le
    impusiera un viaje involuntario de algunos años a la
    Siberia.

    El Emperador ruso no quedaría tal vez muy
    satisfecho de su condescendencia con el artista porque
    éste, que ya en sus pinturas sobre la guerra del
    Turquestán había representado todo cuanto vio con
    una verdad comprometedora, ahora que estaba en toda su fuerza y
    vigor, no podía menos de representar en el lienzo asuntos
    de fuerza incisiva, que demostraban con los mas vivos colores,
    como nunca se había mostrado antes, al horror y la miseria
    que a los pueblos ocasionan las sangrientas luchas de los
    gobernantes.

    Así, cuando algunos diarios le adjudicaron el
    epíteto de "el Horacio Vernet de Rusia*, sobrada
    razón tuvo Vereschaguin para juzgarse indignamente
    calumniado, porque en sus lienzos no glorifica la lucha de los
    Reyes; más bien satiriza a los déspotas ambiciosos,
    por lo creía se le debía considerar como un
    moralista entre los pintores. A los que le censuraban por
    representar horrores les contestó que sus pinturas no eran
    nada en comparación con las espantosas realidades que
    él había presenciado.

    *Horase Vernet. Pintor francés que en
    sus obras representa las batallas glorificando la guerra
    (1789-1863)

    La guerra ruso-turca además de ofrecerle una
    nueva oportunidad para documentarse sobre la realidad de la
    guerra; hizo sentir a Vereschaguin de cerca sus trágicas
    consecuencias, al perder a su hermano, lo que contribuyó a
    reforzar su vocación antibelicista. En las posiciones de
    avanzada de la batalla por Plevna se encontraban también
    sus dos hermanos – Alexander y Serguei.

    A nadie extrañará que en enero de 1878,
    Vereschaguin se viese afectado de una fuerte afección de
    nervios, a consecuencia de los horrores que había
    presenciado. Recuperado después de tomar parte, en calidad
    de secretario en las negociaciones de paz, volvió a
    París donde quiso utilizar sus más recientes
    impresiones.

    La serie Los Balcanes es considerada la
    culminación de la obra de Vereschaguin. Creada en su
    estudio de Paris con los bocetos traídos de Bulgaria, a
    donde viajó en dos ocasiones una a Shipka y después
    a Plevna. Durante dos años (1878-1879) y padeciendo de los
    nervios, se encerró tiempo durante el cual concluyó
    los alrededor de treinta cuadros referidos a los episodios
    fundamentales de la guerra; los "poemas lacónicos" como
    él les llamó. Varios lienzos referidos al
    más trágico acontecimiento, el tercer ataque a
    Plevna y dos de ellos "Vencedores" y "El vencedor.
    Réquiem por los caídos"
    a los sangrientos
    combates en Telishe.

    Vereschaguin, pinta una escena de la que fue testigo: un
    regimiento al completo pereció en un ataque en campo
    abierto. Esta imagen del funeral absurdo en un campo sembrado de
    cadáveres desnudos que apenas aparecen entre las yerbas –
    lo cual molestó al zar – significó un osado alegato
    antibélico.

    En este lienzo prácticamente no hay
    representación de acciones ni movimientos. Su expresividad
    está condicionada por la idea dominante del paisaje
    – un enorme campo bajo el lúgubre cielo y una
    tormenta que se cierne sobre los cuerpos que cubren el terreno –
    el espectador los ve como si su imaginación los adivinara.

    La entonación dramática del paisaje se
    refuerza por dos figuras acentuadas en el plano delantero a la
    izquierda. Solo dos personas rinden tributo fúnebre a la
    memoria de los miles de caídos: el sacerdote con vestidura
    negra y el sacristán militar. Ningún oficial
    superior fue capaz de con su presencia honrar la memoria de los
    tendidos en "el campo de muertos".

    El cuadro está clasificado como una imagen
    representativa del paisaje de la guerra, trágica y cruda,
    que se convierte en símbolo de la calamidad de la
    guerra.

    En 1880 había terminado la serie de lienzos, los
    cuales envió a la exposición de San Petersburgo;
    Tretiakov, su protector, los compró casi todos, y
    nuevamente Vereschaguin, destinó la suma a obras
    caritativas. Esta vez quiso dotar a varias escuelas de
    música y de dibujo, y también a algunos colegios
    donde había alumnas que cursaban medicina, pues
    sabía muy bien la importancia de los auxilios de las
    mujeres en el campo de batalla. En los años siguientes,
    las pinturas de Vereschaguin se exhibieron en la mayor parte de
    las capitales europeas; y el artista destinó de nuevo a
    favor de la educación cuantas cantidades
    obtuvo.

    Atraído por la India, vuelve a visitarla en 1882,
    y a su regreso trajo consigo un enorme número de bocetos.
    Enamorado de este país se dedica a pintar una
    colección de veinte grandes cuadros que ilustrarán
    la historia de la India, desde los primeros tiempos. La
    colección estaba destinada al príncipe de Gales,
    futuro Eduardo VII, protector y amigo personal del artista ruso.

    En cierta ocasión le solicitaron ver los bocetos
    sobre la India y respondió:

    "Yo llevo en la cabeza la idea de mi composición,
    y la maduro por espacio de seis meses, o con mas frecuencia
    durante uno, dos, tres, cuatro o cinco años; pero pasado
    ese tiempo la traslado al lienzo ya arreglada, faltándome
    sólo añadir algunos pequeños detalles. Tal
    vez tenga esto sus inconvenientes, pues puede suceder que me sea
    necesario introducir modificaciones, con frecuencia costosas; mas
    por otra parte, utilizo mi primer impulso en la pintura y no en
    el bosquejo. No me siento capaz de ocuparme dos veces el mismo
    asunto". (8)

    Sobre la India fueron realizados más de ciento
    cincuenta bocetos, Vereschaguin quedo deslumbrado por la
    originalidad y elevada cultura – sólo en
    Japón vuelve a ver algo semejante – por tal acabado en
    todo, sobre todo en la arquitectura de los conventos y en la
    pintura mural antigua; en las danzas rituales, la pantomima, y en
    los trajes y utensilios domésticos, los considera lo
    más exótico que ha visto.

    De su obra se realizaron diversas exposiciones en
    Londres, Viena o Berlín, ciudad esta última donde
    tuvo una especial acogida por su tremendo realismo. Según
    algunos críticos de la época, lo que se mostraba
    era demasiado gráfico; el pueblo no tenía la
    necesidad de contemplar la barbarie de la guerra de un modo tan
    explícito. Se llegó a prohibir a los soldados que
    fueran a ninguna exposición del artista por motivos
    psicológicos.

    Al respecto Alexandr Benua*
    señaló:

    "Es digno recordar, como hace veinte años las
    exposiciones de Vereschaguin estaban repletas y la extraordinaria
    y asombrosa impresión que causaron sus abigarrados y
    sangrientos cuadros. Estas exposiciones organizada en un local
    sin la luz del día, cubiertas de extraños objetos
    de otros países y las plantas tropicales colocadas
    produjeron un terrible e insuperable efecto. Recordamos
    claramente como se aglomeraban ante esos enormes
    cuadros-iluminados por lámparas eléctricas-una
    impenetrable y creciente masa de pueblo". (9)

    * Alexandr Nikolaevich Benua (1870-1960),
    pintor-grafico, diseñador teatral, editor, escritor e
    importante crítico de arte. Representante del arte moderno
    ruso. Después de 1917 tomó parte activa en la
    conservación de monumentos del arte y la antigüedad
    de Rusia y en 1918 paso a dirigir la sección de museos. En
    su obra como pintor predominaron los temas históricos, dos
    de ellos ocuparon su atención: "Petersburgo siglo XVIII-
    comienzo del XIX"; y la "Francia de Ludovico XIV". En 1926 se
    traslada a Francia donde obtiene gran renombre como critico de
    arte.

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