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Su Excelencia El amor




Enviado por Theodoro Corona



Partes: 1, 2, 3, 4

  1. La
    sexualidad
  2. ¿Qué piensa del sexo sin
    amor?
  3. El
    derecho de amar
  4. El
    verdadero amor no te hace daño
  5. Llénalo de amor
  6. La
    familia y el amor
  7. El
    amor propio
  8. Amor,
    alegría y sufrimiento
  9. Bien-hacer
  10. Educando a papá
  11. ¿Cuánto vale para ti la
    vida?
  12. Una
    pieza clave: El perdón
  13. Los
    bienes materiales y el amor
  14. Los
    celos
  15. Platón y el amor
  16. ¿Puede un amor platónico
    convertirse en amor erótico?
  17. Solidaridad e indiferencia
  18. El
    amor según aquel Hombre
  19. El
    amor y las amistades
  20. El
    amor y felicidad: fin último del
    hombre
  21. El
    Conflicto en el ser humano
  22. La
    espiritualidad y el amor
  23. Tips
    para el crecimiento humano

La
sexualidad

Cuando sentimos amor hacia una persona y lo manifestamos
de manera abierta y sincera, estamos asumiendo una acción
que nace de nuestro fuero interior para complacencia de quien
recibe el afecto y no sólo para nuestra complacencia
egoísta. Este planteamiento traduce el hecho de que amar
es entrega y renuncia; alegría y satisfacción;
sexualidad y éxtasis; pasión, placer y una sublime
retribución del amor recibido.

La esperanza para que sea atrayente debe ser un aguardo
cifrado por el amor y la pasión. Entusiasmo que tiene que
ver con todo, no sólo con el amor sexuado o hacia el bien
amado y aguardado; porque el amor es más que sexo, es
más que arrojo, es más que pasión, es
más que cuerpos ardientes entregados para y por el
encanto. El amor tiene una raíz espiritual mucho
más arraigada de lo que suponemos, por ello permite
soportar hasta lo indecible y castigar de la forma o manera
más cruel.

Todos debemos saber la diferencia entre los diversos
afectos que nos inunda el espíritu y nos envuelve el
corazón. Afectos que tienen sus valores en la
distinción que nos merecen y reciben; porque con el amor
que le dispensamos a la amiga le nutrimos sin procurarnos ni
transmitir sexualidad. Igual para la madre, el padre o los
hermanos; pero para el ser que amo y forma parte de mi cuerpo en
la entrega apasionada y sensual, existe erotismo animado por la
identificación mutua y sensibilizada por la
atracción que rebasa, incluso, lo razonado. Porque en esa
entrega tiene que ver mucho la acción animal del macho por
la hembra y viceversa, siendo de semejante comportamiento al de
los seres inferiores. No piensen que aproximar ese amor con los
instintos de la irracionalidad es grotesco o inmoderado, pues la
pasión erótica desconoce límites; incluidas
las fronteras morales.

Digo esto porque no quiero estar en la línea
simplista de la moralidad engañosa, farisaica,
escéptica y pusilánime; si no en el vértice
que nos señala el mundo tal como es en su realidad actual.
No quiero decir que debemos renunciar a nuestros principios
morales y de formación religiosa –si es que los
tenemos y los apreciamos- si no que descubramos nuestros ojos y
mentalidad ante la realidad, para que ella no nos sea
ajena.

Conocer esa realidad es más ventajoso que
inconveniente, pues lo conocido, aún sin ser aceptado o
practicado, no nos hará el daño de la sorpresa ante
lo inesperado. Conocer el mundo no necesariamente es adentrarnos
en él y compartirlo con vivencias propias, sino verle su
grave rostro.

Conductas contrarias a estos conocimientos nos eran
enseñadas cuando la sexualidad constituía un
tabú enfermizo. Ese tabú infirió
daños irreversibles en mentes y cuerpos que enfrentaron el
conocimiento de aquella parte grotesca del sexo cuando ya era
demasiado tarde. Lamentablemente así fue la realidad para
muchos hombres y mujeres que aprendieron sexualidad en el "libro
de la vida", y no en los manuales científicos que hoy
sirven de base para educar sexualmente en las sociedades
avanzadas, serias, honestas, y diría, de una
auténtica espiritualidad; vivida la misma en la
búsqueda de la verdad y la sublimidad de un acto cuya
raíz es la voluntad del Creador. "Creced y multiplicaos"
concluye en una relación sexual pródiga y
constante, pero también responsable.

Pero, hay que decirlo, aquellos cuyo comportamiento de
educadores hoy criticamos, creían que lo estaban haciendo
bien. Con esto no quiero justificar tales conductas, pero
sí reconocerles su buena fe.

Los tiempos, o mejor sus signos, van descubriendo que el
hombre sexuado es animal, porque la sexualidad va unida a los
viejos instintos. Hoy sabemos que tales conductas pueden y deben
ser modificadas. Pero, en tiempos pretéritos y por no
querer enfrentar al "lobo", éste nos devoraba
inocentemente.

Cuanto arrepentimiento cruza nuestra historia a
través de los siglos; cuántos reclamos guardamos
dentro de nuestro diferido conocimiento y cuánta dicha
rezagada por no conocer a conciencia lo que es un orgasmo o una
eyaculación. Éxtasis reprimidos porque se
suponía que el placer quedaba para la prostituta, mientras
que la esposa no le era permitida manifestarse complacida con la
infinita alegría del orgasmo. Era el hombre quien se
estremecía, mientras que la mujer se mantenía
reprimida e ignorada ante un acto que brinda excelso goce. Cuanta
ignorancia en particular para saber conducir el placer y permitir
que nuestra pareja hiciese de la relación sexual no un
anatema, sino, contrariamente, una bendición de Dios. El
sometimiento a la prohibición de conocer nuestros cuerpos
retardó o hizo punitiva las zonas erógenas que
tanto placer brinda, todo por una bizantina moral enfermiza y
cruel.

Y no crean ustedes, amigos lectores, que en pleno siglo
XXI las cosas han mejorado sustancialmente, no. Apenas estamos
abriendo los ojos ante un mundo que se nos muestra como infinito
y ante una sociedad que no quiere regresarse hacia el
oscurantismo medieval del cinturón de castidad. Y, bueno
es decirlo, jamás regresará a los esquemas
condenables de una sexualidad castigada por la doble moral de
"decorosos" falaces que tiraban la piedra y escondían la
mano.

Cuidado extremo -por eso la necesidad de conocer-
debemos tenerle a los trucos que nos pueda guardar un sexo
manejado por "expertos" manipuladores de las desviaciones y
perversiones. El sano sexo definitivamente no tiene nada que ver
con enfermizas propensiones de violaciones y relaciones que
causan daños físicos o morales.

Afortunadamente, y esto puede ser constatado en diversos
documentos de la Iglesia Católica, el sexo es analizado en
su seno bajo una óptica prudente pero madurada, aceptando
que las ciencias biológicas y de comportamiento humano
tienen mucho que decir y hacer con relación a una
sexualidad sana, satisfactoria y responsable.

Desde mi punto de vista el más importante
documento surgido con posterioridad al Concilio Ecuménico
Vaticano II, y que se relaciona con la dignidad del ser humano,
lo es la Encíclica Evangelium vitae o Evangelio de la
vida, que revisa de manera directa la sexualidad en materias
como: Control de la natalidad, la banalización de la
sexualidad, la educación impostergable sobre la sexualidad
y el amor, la procreación responsable, etc., que deja ver
la importancia que la sexualidad tiene dentro del marco de la
dignidad de la vida humana.

En el Catecismo de la Iglesia Católica,
además, encontramos afirmaciones sobre la sexualidad que
denota un claro interés sobre el tema: Es una "aptitud
para establecer vínculos de comunión con
otro."(2332) "Corresponde a cada uno, hombre y mujer, reconocer y
aceptar su identidad sexual" (2333) Por supuesto se condena el
aborto como crimen nefando, que aniquila una vida antes de nacer,
pero ya considerada persona humana en cuerpo y en
alma.

Hay quienes de la manera más torpe critican a la
Iglesia Católica cuando asume posición frente a la
cuestión sexual, pero son los mismos, que coincidencia,
que la reprenden cuando de manera prudente se abstiene –en
la mayoría de los casos- de participar en debates agrios e
infecundos sobre esta materia que toca tan directamente al
hombre. La seriedad en este aspecto de la conducta humana ha
tenido en la Iglesia un único capítulo, que no es
otro que exigir responsabilidad ante la más transcendental
de las cuestiones de la persona humanas.

Realmente no tenemos otra salida que ir enseñando
a ojo abierto, sin sombras que permiten ensenadas lodosas donde
se esconde ladinamente el auténtico mal. Es hasta
allí donde debemos ir para aplastarlo con el conocimiento
del saludable sexo y la cultura del buen sexo.

Digo que apenas estamos abriendo los ojos, porque
todavía lo viejo se resiste ante lo nuevo y porque
aún la oscuridad reina en muchos aspectos de la
sexualidad. Sin embargo, la transparencia no la lograremos sin
ese ojo abierto que señalo, pues también dentro de
lo nuevo se siembra la semilla que idolatra la sexualidad en
lugar de amar a través de ella.

Vamos a estar claros para que no quede duda al respecto.
El sexo es una acción que puede ser entendida o
manipulada. Será entendida mientras comprendamos que somos
capaces de manejarlo con inteligencia y conductas amatorias
asertivas, y es manipulado cuando esa conducta se
enseñorea sobre cualquier otro afecto para pasar a ser
idolatrado.

Nada de comportamientos idolátricos para con el
sexo, pues nos devorará sin clemencia. Conocerla,
entenderla y respetarla son condiciones que debemos manejar para
sacar sano provecho de la sexualidad.

La sexualidad debe ser una respuesta de goce y
deberá procurarnos momentos de felicidad. Esto quiere
decir que nunca una relación sexual nos hará bajar
la cerviz en señal de vergüenza. Cada cual debe
conocer y respetar su rol, el que no debe inferirte daño
moral, espiritual ni material.

El respeto por la pareja es otra condicionante que el
sano sexo demarcará en una relación que nos
brindara el verdadero placer sexual. Nada más alejado del
placer sano y vivificante que el atropello y la violencia sexual;
pues desvirtúa la propia existencia y finalidad de la
sexualidad. Y no sólo me refiero al abuso cometido tras un
acto criminal de violación mediante la aplicación
de métodos aberrantes, sino a las violaciones que se
comenten entre las propias parejas que son obligadas a tener sexo
al momento cuando una de las partes así lo manifieste. Esa
violación es condenable igualmente, pues rebasa el respeto
mutuo que nos debemos profesar.

La pareja debe hacer lo posible para ir de la mano en el
conocimiento de la sexualidad, ya que manejando iguales valores
sobre el tema les permitirá un disfrute pleno de su vida
sexual. Nada que dañe al otro será bueno, y
contrariamente introducirá fermentos que terminarán
acidificando el amor de la pareja. Pero, es bueno que poniendo
los pies sobre la tierra nos percatemos que las ansias amatorias
no necesariamente surgen en los "dos" al momento o en el mismo
instante, en cuyo caso se debe discutir sobre la necesidad y
frecuencia amatoria de cada uno. No suelen ser iguales los deseos
amatorios que inducen a la relación sexual, por lo que
determinar el tiempo, periodicidad y lugar, es tan importante
como acordar posiciones y practicas amatorias. No quiero decir
con esto que fabriquemos un calendario donde marquemos los
días o no para la relación, sino que inteligenciado
la situación sepamos entregarnos el uno al otro en el
momento propicio. Y, ¿cuál o cuales serás
esos momentos?, únicamente la pareja los
sabrá.

Si bien es cierto que las relaciones sexuales brindan
seguridad a la pareja, no es menos cierto que unas relaciones
contradictorias en gustos y momentos de incompatibilidad
traerán conflictos difíciles si se les permite
hacerse crónicos. La pareja debe estar clara ante los
embates de posibles conflictos, aún cuando les parecieran
de poca o pequeña monta. Toda disconformidad,
insatisfacción, malos entendidos o comportamientos no
acordes con la historia sexual de ambos, deben ser discutidos con
naturalidad y transparencia, buscando siempre la unidad de
criterios en las soluciones. No podemos olvidar que en el acto
sexual intervienen dos personas, por lo que concertarse es de
vital importancia. En oportunidades tal fin no es
fácilmente alcanzable, pero ello no debe ser motivo para
continuar buscando el crecimiento como pareja sexual, esta
conquista no debe ser abandonada nunca por la pareja, pues ello
le dará plena satisfacción amatoria. La sexualidad
no debe ser nunca abandonada por la pareja, aún cuando los
años nos marquen, debemos buscar satisfacción
sexual y amatoria acorde con la edad y el rendimiento
sexual.

Debemos tener presente que los cambios amatorios que
puedan ser introducidos en la cultura histórica de la
relación de pareja, deben ser convenidos previo a su
puesta en práctica, ya que lo inesperado podría
causar molestia y consecuencial rechazo. La práctica
amatoria no tiene por qué ser rutinaria, pero los cambios
tampoco deben empezar arbitrariamente contra las costumbres de la
pareja. En todo caso es una pauta que se marcará de manera
natural, pues las caricias eróticas son de carácter
personalísimo de la pareja, y nunca se pondrán en
práctica porque le funcionen a mis amigos o mis
amigas

Ser innovador permite una relación alegre y
refrescante, además de indicarnos que la pareja va en
crecimiento sostenido, y que el amor no ha sido desplazado por el
"simple" acto sexual. Aquí es importante que la
relación amatoria sea desprovista de toda ingenuidad
pecaminosa que perturba y ensombrece la felicidad de la pareja.
Sólo en las parejas confiadamente fieles la
relación debe volar tan alto como ambos lo permitan y lo
deseen. No así cuando se trata de relaciones inconstantes,
lascivas y definitivamente promiscuas, considerada de alto riesgo
y sin respeto alguno hacia persona.

La rutina en la sexualidad de parejas es un problema que
debe ser abordado con confianza, entendiendo que cada uno posee
un potencial sexual diferente. Comprender esto en vital para que
se busque soluciones al respecto. La mecanización de la
sexualidad es doblemente ofensiva, pues somete mediante actos
desprovistos de amor y pasión y obliga a soportar un sexo
sin vida ni calor humano.

No pretendo en este libro ofrecer conocimientos sobre
técnicas amatorias, y no lo haré por una
razón fundamental: Cualquier técnica amatoria puede
funcionar o no en una determinada pareja, por lo que cada pareja
introducirá las modificaciones o velará por
alternativas que conlleven cambios personales y únicos.
Aquí el refrán que dice que la salsa del pavo sirve
para la pava, no es verdadero.

El amor puede parecerle igual a muchas personas, pero
son más las que estarían dispuestas a afirmar lo
contrario. Si no fíjense la diferencia entre un beso de
una persona y de otra. Diría que el beso es semejante a la
huella dactilar en el sentido de que no existen dos personas con
las mismas características.

Siempre he opinado que sobre la sexualidad no debe ser
desechada ninguna orientación científica, sino, en
contrario, buscarla afanosamente a través de lecturas
especializadas u orientaciones dictadas por profesionales de la
sexología. En esta materia es conveniente ser exigente y
precavido, pues no todo aquel que se llame sexólogo lo es,
ni toda publicación sobre la sexualidad está
dirigida por profesionales. Sobre todo hay que tener sumo cuidado
por quienes ofrecen realizar "maravillas y milagros" contra los
padecimientos relacionados con el sexo como la impotencia y la
frigidez. Ambas perturbaciones tienen hoy día magnificas
soluciones, lo importante es buscarlas en el sitio adecuado.
Busquen en el "circo" al payaso que les haga reír,
más no la medicina que les ayude a superar una
constipación

Como les había indicado, la pareja debe buscar
soluciones concertadas y no mandatos ocurrentes de uno u otro.
Por esto la orientación profesional se nos presenta como
alternativa en aquellos casos irresolutos por y entre las
parejas. Sobre la orientación profesional a veces hay que
vencer el miedo y la vergüenza, pero ello es fácil si
consideramos tales conductas como contraproducentes y
oscurantistas. Con la vergüenza por delante nos quedaremos
siempre sin entender y aprender, y el miedo es la vía
más segura para conocer el fracaso.

Para terminar con estos comentarios debo dejar algunas
observaciones sobre lo que se puede considerar una sexualidad
sana y provechosa.

En primer término se debe decir que un sexo sano
parte de la disciplina personal que adoptemos frente a las
relaciones propiamente dichas. Esto, aunque te suene
rígido, no lo es, si consideras tu relación sexual
como madura, pródiga y satisfactoria.

Nada será más seguro y satisfactorio que
mantener muestra relación con una sola pareja, y nada
más peligroso que una conducta promiscua en la sexualidad.
La promiscuidad no sólo es una conducta de alto riesgo
para la salud, sino que, implícita como está la
infidelidad en ella, causa traumas sicológicos terribles
que termina destruyendo toda posibilidad de entendimiento entre
las parejas.

La entrega amorosa de los cuerpos implica todo un
comportamiento carnal, emocional, ambiental y de una profunda
identificación. Quizás la "modernidad" esté
dejando a un lado esa identidad que es propensa el gozo pleno,
por lo que cada día es más significativo el
desajuste de esta importante feseta de la relación
amatoria. Sin embargo, la búsqueda incesante de esa
identidad conduce a la exploración un tanto peligrosa de
la pareja ideal sexualmente hablando. Pero, ¿qué
hacer, entonces, para lograr la conquista de la pareja
ideal?

El hecho de tener hoy más conocimiento sobre el
sexo, su comportamiento sanitario, psicológico,
antropológico y sociológico, no nos autoriza para
ser inconvenientemente temerario, sino para ser convenientemente
sensato. El sexo es una actividad que debe llevarse adelante con
responsabilidad para que sea gratificante, sin este resultado
simplemente no vale la pena. Aquí debe imponerse la
racionalidad, pues si humanos somos, humanamente debemos
comportarnos.

La pareja ideal -quizás la logremos,
quizás no- tendrá su perfeccionamiento en el
tiempo, pero no debemos pasar por alto la identificación
por el gusto amatorio, y ese puede palparse en las primeras
relaciones, siempre y cuando las mismas sean conducidas con
autenticidad. Ojo, no digo sin las inhibiciones propias de unas
primeras relaciones, sino con ese maravilloso "toque de piel" que
sólo la pareja puede identificar. Ese toque de piel lo
sentimos todos en las primeras de cambio, él puede ser
grato o no grato. Si es placentero podemos continuar con esa
pareja más allá, pero si nos resulta no
desagradable debemos sopesar con honestidad y realismo donde
pudiera estar el desajuste. Más temprano que tarde los
desajustes pueden ser "ajustados" sin traumas y con gran
complacencia.

Debo advertir que las relaciones sexuales
prematrimoniales encierran duras pruebas que no todos
estarían en condiciones de soportar, bien sea por
condicionamientos morales y religiosos o por la nada despreciable
seguridad sobre la salubridad de una relación sexual. La
relación sexual prematrimonial, a mi modo de ver, es una
cuestión que entra dentro de la libertad del hombre, pero
no por ello –explícitamente- es recomendable como
técnica para encontrar nuestra "media naranja" Recordemos
que estamos en la búsqueda de una pareja y no sólo
en la exploración de un "macho" o una "hembra" con el cual
nos vamos a aparear. Esta decisión encierra afinidades en
una serie de campos, así como conocer las diferencias que
con seguridad y, deseablemente, existirán.

¿Qué
piensa del sexo sin amor?

-El ser humano es sexuado y ello le viene dado de su
propia naturaleza biológica e instintiva, lo que le
permite relacionarse sexualmente sin más condición
que la apetencia.

Fijar posición sobre las relaciones sexuales
donde no existe amor no deja de ser complicado, pero ello no
impide para que el mundo continúe celebrando relaciones
sexuales sin la existencia de afecto, cariño y
definitivamente amor.

Estas relaciones que no involucran el amor concebido
como medio de respeto, afecto, aprecio, delicadeza, compromiso,
responsabilidad, etc., pueden resultar placenteras a quienes la
practican, pero poseen una carga despreciativa en sí
mismas del valor humano de cada cual. Existe una ausencia de
respeto por el ser que es involucrado en una acción
mecánica similar a la que realizan los seres instintivos.
El sexo tiene instinto, pero la persona humana encuentra en
él no sólo el placer de la relación sexual,
sino la identificación con quien se conjuga el cuerpo y el
alma.

Dentro de la libertad que se nos reconoce como seres
racionales, tenemos el manejo de la sexualidad como algo propio y
no necesariamente sujetado a preceptos morales, sociales o
religiosos; nuestra responsabilidad la asumimos y aceptamos, por
lo que responderemos según las consecuencias que tales
relaciones puedan originar.

No veo, por lo tanto, que a la sociedad le corresponda
el rol de "contralor" en esta materia y como tal no condeno estas
relaciones, sin embargo, no las considero las más
indicadas, y todo por las razones ya expuestas.

Pienso, por la ausencia de identidad que contiene este
tipo de sexo, que el mismo queda relegado al actuado
promiscuamente. Sin embargo, no podemos desconocer que
también en "parejas" avenidas según las leyes
sociales y religiosas, se da el caso de seres que cohabitan, pero
sin que en ellos medie el amor. Alí también existe
esa relación sobre la cual usted me interroga. Resultan
francamente dolorosas tales situaciones, y quienes estén
atravesando por circunstancias tan sinuosas, deberán
fortalecer el diálogo con la finalidad de descubrir las
fallas y solventarlas prontamente. Esta acción, sexo sin
amor, es de manera conciente una afrenta que despoja al ser
humano de toda dignidad, pues la hermosura de la sexualidad
está precisamente en la entrega voluntaria y amorosa, y no
simplemente en el placer que produce los momentos culmines de la
relación.

Un poco dentro de este aspecto se está manejando
estadísticas realmente preocupantes, las que se relacionan
con el permisivismo sexual y las enfermedades como el SIDA y los
embarazos precoces. Se nos informa del avance vertiginoso del HVI
en las mujeres y 14 millones de abortos al año en
adolescentes. Ochenta millones de niñas entre 10 y 17
años se han "casado"

Esta situación de las relaciones íntimas
sin amor afecta mayormente a los jóvenes, quienes dentro
de esa iniciación se involucran en relaciones muy poco
gratificantes y como producto de la falta de educación
sexual, lo que todavía no se maneja con suficiente
transparencia.

Existe, a mi modo ver, una gran diferencia entre
unión corporal con intención sexual, y la
relación sexual derivada de la comunión de seres
llamados al acto carnal mediante la potenciación del amor
desprovisto de intereses utilitaristas. Esa diferencia no impide
el goce de la sexualidad, pero aun dejando satisfecha a la pareja
-ambos se sienten complacidos- dista de la entrega porque no
existe identificación, sino una simple expresión
del acto sexual entre un macho y una hembra. Es un acto racional
llevado a cabo por seres racionales, pero entregados a una
acción muy semejante a la de los animales inferiores no
racionales. Ojo, no estoy condenando tales relaciones,
sólo expreso un análisis de manera objetiva y no
prejuiciado, pero sí reiterativo.

Estos actos que muchos llaman "aventuras"son
abultadamente comunes y manifiestan un aspecto cultural de los
pueblos y la permisividad de la sociedad llamada occidentalistas.
Ya sabemos que en otras culturas donde la religión rige la
vida del hombre de manera severa, tales conductas no existen o
son dilatadamente minoritarias.

No compartiría jamás que el hombre sea
sometido en una materia tan personal – responsable pero personal-
a legislaciones y atavismos culturales o religiosos que frene la
libertad del hombre en este factor. Sin embargo, mantener un
comportamiento delineado por la racionalidad es lo que realmente
se espera del ser humana responsable.

El derecho de
amar

Quien ponga en duda esta oración
cognoscitiva está categóricamente perdido en el
espacio.

Definitivamente sería imposible recordar nuestro
período embrionario, así como nuestra
condición de feto ni aún, más tarde, el
alumbramiento de aquella gestación tras nueve meses
instalados con seguridad, en aquella cálida bolsa dentro
del vientre de nuestra madre. Pero de alguna manera hemos estado
posteriormente envueltos en la extraordinaria experiencia que es
y constituye todo el proceso de la maternidad; desde el mismo
momento cuando los gametos se unen, hasta el feliz alumbramiento
de un nuevo ser. Esa vivencia que hemos experimentado de aquel
hecho natural la sabemos posible, entre otros factores, por los
cuidados amorosos que los padres le prestan a la
criatura.

Diríamos que ese particular amor es como un
auxiliar de todo aquel ciclo evolutivo que se sucede dentro del
organismo femenino, pues nuestra intervención profesional
o de simples espectadores no pasa más allá de la
vigilancia expectante del médico, la madre y el padre. Sin
embargo, cuán importante es esa dedicación para que
la gestación se cumpla sin mayores complicaciones, y de
surgir alguna en particular, ésta será atendida de
forma inmediata. Significa que desde antes de venir al mundo
estamos experimentando el amor, la dedicación y el esmero
de unas personas que se preocupan y ocupan porque nuestra
irrupción en la "vida" llegue a feliz término. Para
luego estar percibiendo, si nos hacemos acreedores a él,
amor hasta los últimos momentos de nuestra vida mortal, el
que quedará grabado en la memoria de quienes fueron
sujetos de nuestra existencia.

El amor, así como la felicidad, está
integrado más por detalles que por cosas grandes e
inconmensurables. A ellas llegaremos por estrechas veredas o
amplios caminos, porque es sumando pequeñas obras como
alcanzaremos grandes objetivos.

El pesimismo es opuesto al optimismo. Por pesimismo
podemos entender: desilusión, tristeza, abatimiento, pero,
sobre todo apatía; todas ellas situaciones que son
producto de frustraciones. Contrariamente el optimismo nos habla
de optimo, superlativo indicativo de bueno. El optimismo,
además, es una doctrina metafísica que no niega la
existencia del mal, sino que afirma que este mundo, tal como es,
es el mejor de los mundos posible, pero a su vez
perfectible.

El pesimista es una persona inconforme, aburrida,
triste, apesadumbrada y temerosa. Para él la vida no tiene
sentido, ningún proyecto por bueno que sea le merece la
más mínima confianza. Es, también, una
doctrina metafísica según la cual el mundo es
irremisiblemente malo y, por consiguiente, todo en la naturaleza
y en la vida, tiende a la producción del mal. Su
condición de orden moral son el suicidio o una vida
rigurosamente ascética que conlleve la desaparición
de la especia humana. Creo que no necesitamos demasiado esfuerzo
mental para darnos cuenta en donde milita el amor, sí con
el optimismo o con el pesimismo.

Hay quien opina que la humanidad está viviendo en
un círculo vicioso, donde el mal que representa el
pesimismo gana terreno vertiginosamente por medio de la
violencia. Esta apreciación podrá tener una fatal
causa que atenta contra el amor; es como el ataque terrorista,
cruel cobarde e imprevisible para el común de los hombres.
Cuando vives en un país donde el terrorismo se ha anclado,
nadie está seguro, todos estamos a riesgo.

El pesimismo, hay que tener cuidado con él, es
contagioso y pernicioso por lo que puede producir
auténticas epidemias. Para mí es un terrorista que
mina todo lo hermoso, todo lo humano. Y lo mina de envidia, de
celos y de locura irreverente.

¿Cuántas personas al día te
encuentras que de su vocabulario surja improvisadamente la
palabra amor, afecto, aceptación, diálogo, admitir,
etc.? Es posible que pocas o muchas, pero nunca lo
suficiente.

Por experiencia sé que cuando hablas de amor para
con los semejantes, la gente bosteza o simplemente te ignora.
Pareciera, porque no son malas personas, que no tuvieran tiempo
para ese tema o que simplemente nada les dice ese
pregón.

Se afirma que las amistades son cultivables, y es
verdad. La amistad es como un jardín, necesita del
jardinero que con esmero abone y desmalece. Si no nos ocupamos
del amigo, el amigo no se ocupará de ti. Si lo olvidas,
él te olvidará.

En ocasiones pensamos que si "fastidiamos" al amigo,
éste terminará aburriéndose de nosotros, lo
que no deja de ser cierto. Sin embargo, al igual que las plantas
de nuestro jardín requieren de nutrientes y riego, si nos
sobrepasamos la planta puede dañarse en sus raíces
y perjudicarse por exceso de riego. Entonces, en el equilibrio es
donde reside el éxito para que esa relación se
mantenga sana y vigorosa. Existe un valor dentro de la amistad
que no debemos saltarnos: persevérenos en el respeto a la
intimidad. Mi grado de confianza con el amigo determinará
la frontera hasta donde puedo y debo llegar, en materia de
asuntos personales e íntimos. Porque resulta muy
complicado el poder comprender los intríngulis de una
pareja y su manera de manejar ciertas situaciones
dadas.

Mi amigo Pedro me consultaba sobre la conducta que
debía asumir frente a su esposa en extremo celosa, y su
esposa, por su lado, me interrogaba sobre las supuestas o
verdaderas aventuras de su marido. Esta situación me
colocaba en el ojo del huracán, y yo no quería
estar allí. Una conversación clara con ambos, por
separado, me libró del enojoso y comprometido asunto. A
Pedro, buen amigo, le manifesté que la mejor manera de
resolver el asunto era enfrentarlo de manera directa con su
esposa, pero me abstuve de hablarle sobre las dudas que le
sobresaltaban a Mary sobre su conducta. Igual
recomendación le hice a ella, reservándome por
supuesto, lo hablado con Pedro.

Los problemas de dudas sobre la fidelidad o, mejor, de
supuestas o verdadera infidelidad de los cónyuges, deben
ser revisadas por ellos y con la asistencia, si se quiere, de un
consejero matrimonial que sea capaz de resolver tales conflictos.
Creo honestamente que los amigos no deben verse involucrados en
tales asuntos, pues la delicadeza de la materia indica la mayor
reserva y prudencia. Los esposos deben estar en capacidad de
resolver tales temas a través del diálogo (Se
aprende a dialogar, dialogando), pero si ello no fuere posible
por las características graves de la situación o la
imposibilidad del diálogo, lo mejor es conducirse de la
manera más prudente para no llegar a conflictos donde
pudiera implicarse daños personales entre los esposos y,
peor aún, a los hijos si los hubiere.

En estos casos, siempre graves y conflictivos, no
debemos implicar a terceros que nada tiene que ver con el tema,
pues corremos el riesgo de liar situaciones envolventes que
tienen perjudiciales consecuencias.

En mi libro (En preparación) Sin niebla en los
Ojos, capítulo II expreso que "… la comunicación
es trinchera de toda relación humana
gratificante"

Todo éxito de vida socializada se funda en la
comunicación, no siendo posible bajo ninguna forma o
esquemas soluciones fuera del diálogo. ¿Cómo
entendernos si no hablamos? La Torre de Babel es un claro ejemplo
virtual de la imposibilidad de entendernos si no hablamos el
mismo idioma. Pero, si a tal situación le agregamos el
hecho de ser enfurecidos enemigos de la comunicación,
entonces sencillamente enfrentamos un problema
irresoluto.

La comunicación entre los seres humanos es tan
importante que grandes recursos económicos son destinados
por los países para lograr este objetivo. Unida a la
comunicación está la información, sin cuyo
concurso es posible que la humanidad no hubiera rebasado la edad
de piedra.

El avance de la tecnología comunicacional
vía satélite, por internet, telefonía
celular o cualquier otra convencional es una muestra de lo
importante que resulta para el ser humano la
comunicación.

Hoy en día es posible hacer grandes transacciones
comerciales, financieras o ambas con el mundo entero sin
necesidad de separarme de mi oficina o casa. Y todas con una
altísima confiabilidad.

Si disponemos de tales tecnologías y
además las usamos, es bueno que nos preguntemos por
qué no poder hablar de manera directa de nuestros
problemas sociales, políticos, económicos,
personales, de pareja, familiares, etc., como personas
culturalmente civilizadas.

Si nos amamos podemos comunicarnos porque es imposible
amar a quien no comprendo, pero todavía peor, a quien no
conozco. Esta afirmación debe ser entendida en el contexto
del planteamiento que aquí estamos analizando, nunca fuera
de él, porque mi condición de ser humano me indica
que he de amar a todos mis semejantes.

Pero en esa relación personal que mantengo con mi
novia, amante, esposa, hijo, madre, padre, hermanos, amigos,
etc., sólo será gratificante a través del
diálogo que nos permite entendernos. Y, además,
encontrarnos bajo el planteamiento serio de la
civilización del amor.

No existe vínculo más diáfano que
el amor, aun cuando podamos tenerlo como complicado. Su
éxito determinando es que sea reconocido por todos como:
Su excelencia el amor.

La esperanza del hombre está en esa
expresión que gramaticalmente es bien sencilla, pero que
es todavía más sencilla cuando forma parte natural
de nuestro comportamiento.

-Usted habla del amor como un derecho, sin embargo,
miles de millones de seres humanos no lo alcanza ¿Es el
amor un derecho selectivo como tantos otros derechos de la
persona en este mundo un tanto desnaturalizado?

-Que yo conozca no existe en ninguna constitución
o legislación de país alguno donde el amor sea
reconocido como un derecho expreso, pero sí de manera
tácita a través de otros derechos como el de la
vida, la educación, la salud, etc., pero, quizás
por esa falta de amor es que la humanidad se encuentra al borde
del abismo, tal como usted lo sugiere en su pregunta.

Ahora bien, el amor no es tampoco una condición
obligante para los hombres, pues tan sencillo es amar como no
hacerlo. Es impactante la desidia del hombre frente al amor, y ya
pareciera que no existe entre padres a hijos y a la
inversa.

Cada vez son más los casos de divorcio, y esto
sin contar los pocos matrimonios que hoy día se
formalizan. La vertiginosa aprobación de la sociedad hacia
el permisivismo sexual, amen de la informalidad de las relaciones
entre parejas no casadas y la creciente promiscuidad, nos pone en
alerta y compromete. Para mí el amor es un derecho
inalienable que forma parte de la persona humana, pues todos
debemos darlo y recibirlo.

La situación es crítica, pero no podemos
cejar en el esfuerzo para que los hombres comprendan que el amor
es imprescindible si queremos conservar la raza humana. Y no lo
digo sólo desde el punto de vista biológico, sino
en su más amplia acepción.

Por otra parte, es necesario decir que la vida es un
conjunto de relaciones que determinan en alto grado la propia
calidad de vida. Nos relacionamos con nuestros padres, esposa,
esposo, hijos, hermanos y demás familiares
consanguíneos; con nuestros compañeros de trabajo;
con las plantas, con los animales, en fin, con el medio ambiente
que nos rodea. La coexistencia pues es una constante
relación donde se nos va la vida, por lo que si esa
relación se fundamente en el amor, la calidad de
relaciones y vida será superior y gananciosa.

Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, y
según el evangelista Juan "Dios es amor".
¿Cómo podemos ser indiferentes ante un derecho de
naturaleza divina? Para mí existe una relación
indisoluble entre el amor y la vida, pues si ésta fue dada
mediante un acto de amor ¿cómo no va a estar
consustanciada con él?

Si ustedes quieren verlo de esta manera me
sentiría feliz, pero si por lo contrario se quiere objetar
la naturaleza divida transmitida por el Creador, igual respeto me
merece esa opinión. En lo que a mí respecta demando
amor como un derecho y doy amor como un deber.

Yo diría que al respecto no hay que buscar
demasiadas explicaciones o razones. Amar y dejarnos amar es la
axiomática razón de vivir.

El verdadero amor no
te hace daño

En nombre del "amor", aquí quiero colocarlo entre
comillas, se ha cometido terribles actos reñidos contra
toda moral, contra toda religión, contra toda humanidad,
en fin, contra el hombre mismo.

"La quería mucho y no pude soportar verla en
brazos de otro, por eso la maté…" Declaró el
asesino que le infirió cuatro balazos a su
"amada"

"No me queda otro camino que el suicidio, sin ella la
vida es imposible" Dejó escrito el suicida en una corta
nota garabateada en el infierno de la desesperada angustia y
depresión

El poeta mexicano Amado Nervo, a quien cito en el
epígrafe de la obra, se sintió cercano a la idea
del suicidio. Una vida complicada con la pérdida del padre
a temprana edad, y poco más tarde la muerte de la madre,
aunado al hecho de una decepción amorosa a la edad de 16
años, deja al poeta herido para siempre.

Lola, de apenas 12 años, no tomó en cuenta
aquel amor imberbe y lo rechaza tras recibir una carta de Amado,
misiva que entrega a sus padres quienes a su vez la entregan al
Rector del Seminario donde Nervo estudiaba. Pero, oigamos la
narración de aquel hecho en las palabras del propio Amado
"Lola era entonces una muchachita de unos doce años,
graciosa y simpática… Nos encontramos en el camino y yo
me detuve a mirarla. Atravesó ella la calle para llegar a
su casa, situada en la acera opuesta a la mía, y yo
avancé con paso lento. Al pasar frente al zaguán
que estaba abierto, ella, que había traspuesto ya sus
umbrales, volvió la cabeza, y nuestras miradas se
encontraron." "¿Qué sintió ella? Nada
¿Qué sentí yo? El primer germen de un amor
infinito, puro y… ¡muy desgraciado!

Años más tarde Nervo diría. "Llevo
siempre en mis labios la sonrisa del sarcasmo, río mucho
algunas veces, lo que hace que algunos me vean con un
carácter esencialmente risueño y
satírico"

Ello, sin embargo, no alejó al poeta del amor,
sino que le cantó en muchos poemas. Su verso está
colmado por el amor, siendo así escribió lo que a
continuación les trascribo:

Llénalo de
amor

Siempre que haya un hueco en tu vida, llénalo de
amor.

Adolescente, joven, viejo: siempre que haya un hueco en
tu vida, llénalo de amor.

En cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo
baldío, ve a buscar amor.

No pienses: "Sufriré"

No pienses: "Me engañaran"

No pienses: "Dudaré"

Ve simplemente, diáfanamente, regocijadamente, en
busca del amor.

¿Qué índole de amor? No importa:
todo amor está lleno de excelencia y de
nobleza.

Ama como puedas…, pero ama siempre.

No te preocupes de la finalidad del amor.

No te juzgues incompleto porque no responden a tus
ternuras; el amor lleva en sí su propia plenitud. Siempre
que haya un hueco en tu vida, llénalo de amor.

La dulzura del poeta muy a pesar de sus complicaciones
personales que le conforman una situación anímica
perturbadora, le permite ver la vida a través de ese
cristal vivificante del amor. Pero, para él, como para
muchos, suele pasar que la vida se desborona, muy a pesar de
tener lo suficiente para llenar la copa de la vanidad. Dinero,
fama y, en general, éxito. Pero lo sustantivo como el
amor, el afecto, el sosiego se escapa sin que podamos detenerlos.
Los bienes materiales dependen muchas veces de nuestra voluntad y
tenacidad de lograrlos, pero aquello que tiene raíz en los
sentimientos se nos vuelve huidizo.

No falta quien ve en la condición plena del amor
un ingrediente que no se corresponde con la actualidad, pues se
piensa que amar con plenitud es un signo de debilidad. "De vez en
cuando hay que ponerle carácter a la relación para
que no crea que uno es un tonto…" "Eso de soportar era propio
de los abuelos, hoy nada que ver…" Ambas son expresiones
cotidianas que nos hablan del endurecimiento del amor como tal y
su no-reconocimiento como lenguaje universal. Cuán
equivocados hemos estado.

El amor no es una cuestión de época,
aunque podamos observarlo diferente a través de la
historia, él le viene al hombre como una
inclinación emocional propia de sí mismo. Nace en
el hombre y se expresa por su medio, entrañando algo
personalísimo, pero a su vez universal. Por ello lo
encontramos en todos los seres humanos, aunque se manifieste en
cada cual de forma o manera diferente. Es apasionante observar
cómo posee el amor múltiples maneras de
expresarse.

Siendo en oportunidades perversas o definitivamente
esplendoroso, el amor es inexplicablemente indefinible,
indescifrable e inimaginable. Por ello digo que a pesar de ser un
universalismo, es también personalísimo e
inimitable.

Cuando digo que es indefinible lo que quiero es
reconocer en el amor su multiplicidad expresiva; es indescifrable
por su condición secreta para manifestarse e inimaginable
por ser concebible únicamente por quien lo
prodiga.

Opinaba que en nombre del amor se pretende arrebatar la
tranquilidad y la felicidad de los seres que decimos amar, y nos
dedicamos a fastidiarle la vida a la esposa, esposo, amante,
hijo, padre, madre o amigo. Me pregunto ¿Qué nos
hace pensar que ese ser "querido" es feliz con nuestras
impertinencias y hasta con nuestras agresiones?

En lo relativo a la mujer e indiferentemente de su
conducta, debemos saber y reconocer que ella es la depositaria de
la confianza de la maternidad, y aunque no lo haga bien en
algún momento en esta materia, será siempre la
única en quien se confió la perpetuación de
la vida biológica. En el vientre de la mujer está
simbolizado el amor puro, noble, desinteresado e
infinito.

Amado Nervo, para citarlo de nuevo, decía que la
"mujer es la sola colaboradora de Dios. Su carne no es como
nuestra carne y en la más vil de las mujeres hay algo
divino. Lo más parecido al amor de Dios, es el amor de una
madre…"

Claro y seguro estoy que habrá quien me tilde de
sentimentalista anticuado, pues no sólo cito a un poeta
del siglo XIX, sino que me identifico con él
integralmente. Pero, a quien así se exprese le
preguntaré ¿La evolución de las especies
abandonó el principio activo de la vida para progresar o
sólo hubo cambios de forma?

Partes: 1, 2, 3, 4

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