Los actores y gobiernos locales ante los procesos de globalización y universalización
Globalización y
universalización
Se ha hablado mucho de la globalización a lo
largo de las últimas décadas y, junto a ello,
aunque parezca paradójico, se habla también de la
importancia de lo local hasta tal punto que parecieran las dos
caras de la misma moneda, transformándose en el gran reto
del siglo XXI. Hay ya, a estas alturas, numerosos estudios al
respecto, pero, a manera de recuerdo, resumo cuatro
características principales que tienen relación
directa con las vidas de los ciudadanos:
1. El movimiento de bienes y servicios:
como uno de los aspectos esenciales de la llamada
globalización. Los productos llegan a todas partes
influyendo, positiva o negativamente según los casos,
en la generación de puestos de trabajo, en los precios
de los productos originales, en las inversiones en
infraestructura o en la producción, etc. etc. Lo mismo
está ocurriendo con los servicios que ya están
siendo controlados por grandes empresas transnacionales,
modificando las relaciones y, con todo ello, la
capacitación, la formación profesional y el
liderazgo en cada localidad.2. El movimiento de capitales: que, como
todos sabemos, no es nuevo pero que, en las últimas
décadas tiene la capacidad desde fortalecer o hundir
gobiernos y hasta países enteros hasta, a
través de las remesas y los reenvíos de dinero
de los familiares emigrantes contribuir a cierto bienestar y
capacidad de consumo de muchas familias, transformando la
realidad local con pequeñas inversiones ya sea en
vivienda, ya sea en alimentación o en apoyo a los
estudios de hijos o sobrinos.3. El movimiento de personas: otra de
las características propias de la globalización
que ha ido generando unos movimientos migratorios diferentes
a los de otras épocas de la historia y que modifican
realidades familiares y, pro lo tanto, locales. Tenemos
ejemplos muy concretos por toda América Latina como el
de México, los países de América Central
o, por épocas como ocurrió con la
República Dominicana, Ecuador y Perú. En el
caso peruano, hay ya un 10 % de la población viviendo
y trabajando en el extranjero ya sea de manera legal o como
ilegales. Así mismo, en este tercer aspecto hay que
considerar la emigración de talentos, de profesionales
de alto nivel que se van de un país a otro ya sea como
parte de las compañías transnacionales ya sea a
universidades e institutos de investigación,
empobreciendo en varios aspectos, la realidad nacional y
local.4. El movimiento cultural y
comunicacional: más propio ya de la
globalización con la capacidad prácticamente
universal de llegar a cualquier rincón del mundo con
la televisión, la telefonía celular, el
internet y otros inventos que se van implantando a una
velocidad como nunca antes en la historia de la humanidad sin
tener en cuenta fronteras ni accidentes geográficos,
transmitiendo no solo noticias sino visiones del mundo y de
la vida diaria que se imponen a culturas locales y nacionales
uniformizando imágenes, conversaciones y modelos de
desarrollo desde el control de todos los sistemas y redes por
una nueva minoría transnacional y modificando con todo
ello la realidad local.
Por otra parte, de forma paralela a la llamada
globalización neoliberal, se ha ido profundizando un
proceso que llamamos universalización con
características muy positivas para la humanidad en esta
relación entre lo global y lo local:
1, Reconocimiento del planeta como "Hogar
Común": avances importantes en la conciencia
ciudadana, en todos los continentes al entender mejor la
relación de los seres humanos con nuestro planeta y los
innumerables vasos comunicantes que nos unen a nivel ambiental,
social, cultural sabiéndonos y sintiéndonos
realmente parte de una misma familia planetaria cada uno desde su
lugar de residencia.
2, Co–responsabildad ante los problemas del
mundo: como simple consecuencia de lo anterior, avanzando
hacia propuestas y prácticas tanto desde lo local como
desde los ámbitos nacionales e internacionales, que
postulan un modelo de desarrollo y de relaciones absolutamente
diferentes, con una utilización responsable y equitativa
de los recursos naturales y con la aceptación de una
subsidiaridad solidaria hacia las zonas más pobres del
planeta. Los Objetivos del Milenio, más allá de su
cumplimiento o no por parte de los diferentes gobiernos, han sido
un ejemplo del reconocimiento de la co-responsabilidad que existe
ante los retos en aspectos como la salud, la infancia, la
educación, el trabajo y el ambiente, entre
otros.
3. Construcción de una cultura universal con
respeto y los aportes de cada cultura local: se vienen
revalorizando las creaciones propias de cada pueblo más
allá de los intentos de uniformización de la
cultura y de la extensión rápida de los medios de
comunicación. En todos los continentes y países se
ha visto este renacer unido a la crítica y al cansancio
que produce el control de la comunicación y de la imagen
que, hablando de manera general, corta la creatividad y levanta
hasta lo máximo posible sin importarle su duración
ni sus consecuencias, a ídolos temáticos o a
situaciones y hechos intrascendentes. Los pueblos reconocen los
procesos de universalización y quieren participar en ellos
desde sus propias creaciones culturales.
5. Fortalecimiento de instituciones
internacionales de justicia: en diferentes ámbitos
como el comercio, las finanzas, el ambiente y los derechos
humanos siendo en estos dos últimos campos donde el
conjunto de la humanidad ha avanzado más no
sólo a nivel de conciencia sino a nivel institucional
con ejemplos muy concretos de reprobación y castigo
universal a los violadores de los derechos humanos y, poco a
poco, a aquellos que infringen daño al ambiente y a la
naturaleza. Aunque las violaciones se den en lo local o en un
territorio determinado la justicia internacional ya puede
intervenir en salvaguarda de derechos universales.
Vemos pues que los procesos de universalización
que se vienen viviendo en el siglo XXI profundizan,
también en positivo la relación entre lo local y lo
global.
Esta relación se ha visto fortalecida en las
últimas décadas por:
1. Demandas democráticas por la
descentralización: tanto en la lucha por la
extensión de la democracia como por las justas
exigencias de terminar con el centralismo agobiante que,
desde siglos atrás, se mantiene. La democracia y la
descentralización se entienden y se practican mejor
desde lo local, ya que la ciudadanía vivida día
a día y en cada localidad es la que da sentido a las
dos. Por todo el mundo, y el Perú no es la
excepción, vemos las manifestaciones multitudinarias y
democráticas desde las comunidades, desde los
territorios. Hay nuevas miradas de lo "nacional" y de lo
"global" desde cada una de las localidades.2. La reforma del Estado: que no se
entiende sino es desde lo local. En cuanto hay algún
problema grave, de diferente tipo, ya sea económico,
político, social, ambiental la frase que más se
escucha es "el Estado no está presente", "El Estado
nos ha abandonado" y comentarios similares…En nuestra
opinión, uno de los ejes fundamentales de la reforma
del Estado es precisamente su necesaria presencia en todo el
territorio nacional, con el conjunto de la
administración, de las inversiones, y de las
demás dimensiones de un Estado moderno. La calidad de
la reforma del Estado se va a medir, definitivamente, desde
lo local.3. Nuevas tendencias de la empresa
privada: algo relativamente nuevo, sobre todo, si
analizamos los modelos de desarrollo y el estilo empresarial
de la gran empresa a lo largo de decenas de años:
trabajando al margen de las comunidades inclusive de aquellas
más próximas a su accionar, de espaldas a ellas
llegándose a transformarse en auténticos
"enclaves" modernos rodeados, como se señaló
una y otra vez, por comunidades atrasadas sin los servicios
básicos elementales, y sin tener en cuenta el ambiente
y la naturaleza que rodeaba la empresa…Todo ello ha
cambiado o está cambiando: la empresa privada no
sólo debe de presentar sus estudios de impacto
ambiental sino que debe de tener en cuenta a la comunidad de
la que forma parte y compartir con ella su presente y du
futuro. La empresa grande, nacional o transnacional debe de
tener en cuenta, también, lo local reconociendo su
propia autonomía.
La debilidad
institucional
El proceso democrático generalizado en
América Latina en la última década, al
enfrentarse a diferentes retos políticos y sociales,
todavía no ha acertado en la manera de abordar el tema de
la institucionalidad, a pesar del reconocimiento de su
importancia, fracasando, en la mayoría de los casos, en el
objetivo de asimilación de todo lo nuevo que ha surgido en
las sociedades latinoamericanas.
Como señala Manuel Antonio
Garretòn:
"Ya no puede pensarse en la conformación de
actores al estilo pasado. Hay que reconocer que es casi imposible
que haya un solo sujeto o Movimiento Social central o actor
social o político en torno al cual se genere un campo de
tensiones y contradicciones único que articule los
diferentes principios y orientaciones de acción que surgen
de los ejes de democratización política,
democratización social, reestructuración
económica e identidad y modernidad." (Garretòn,
2001, pag. 34).
Todas las instituciones se han debilitado y entre ellas,
lógicamente, las municipalidades y sus autoridades
democráticas. Sin embargo, una sociedad no puede
mantenerse sin instituciones, de la misma manera que un cuerpo
humano no puede pararse sin su esqueleto. Así de simple.
Si queremos que América Latina construya un futuro mejor,
democrático, estable, desarrollado, con bienestar en todos
los pueblos y regiones, se necesita definir y mantener un plan
nacional y planes regionales y locales de mediano y largo plazo,
lo que supone, necesariamente, sustentarse no tanto en personas
individuales como en instituciones a su vez democráticas y
estables. Esta es una cuestión de principio. Cuando no se
asume responsable y coherentemente, las consecuencias son
negativas para el país. Los resultados saltan a la
vista.
En el último informe "La Democracia en
América Latina", producido y editado por el PNUD, basado
en numerosas consultas, encuestas y entrevistas a decenas de
gobernantes y líderes representativos latinoamericanos, se
concluye, también, en:
"la necesidad de realizar una reforma
política para fortalecer las instituciones, incluso los
partidos políticos. Las características de esta
reforma varían de país a país: algunos
hablan de reforma electoral, otros de reforma del Congreso, otros
de reforma del estado o de fortalecimiento general de las
instituciones. Pero la idea compartida es que un mejor
diseño de los dispositivos e incentivos institucionales
podría mejorar, y mucho, el funcionamiento de la
democracia. Una proporción importante de estas respuestas
señala que la reforma política debería
construir nuevos canales que faciliten la participación de
la sociedad civil organizada. Para muchos de los lideres
consultados, la apatía ciudadana y la desconfianza hacia
las instituciones se revierten mejorando los canales de
participación y ampliando su número y
alcances"
(PNUD-2004, pàg.170).
Es en este contexto de crisis de institucionalidad que
se han ido revalorizando más por toda América
Latina, experiencias que tienen como sujetos principales a
actores locales, que, inmersos en su comunidad o grupo social,
sobrepasan la dimensión local y comienzan a estar
presentes en las discusiones y en la construcción de
nuevos proyectos nacionales e, inclusive, internacionales, como
se demuestra en el Foro Social Mundial de Porto Alegre y Bombay,
con sus diferentes "foros sociales" preparatorios en todos los
continentes.
Es en esta dimensión local/global y en el
fortalecimiento de la institucionalidad democrática que
entendemos la nueva importancia de los "actores
locales".
Ante la gravedad de las crisis que padecen nuestra
sociedades, no se trata, simplemente, de escudarnos en lo
personal, en lo individual sino de descubrir los aportes
personales en los proyectos colectivos, influyendo en la marcha
de la comunidad y participando en la economía, en la
política, en la cultura, construyendo espacios de
participación ciudadana, con características
propias y con una fuerza específica. Es así
cómo muchas personas, de toda condición,
ocupación y edad, se transforman en auténticos
actores locales con fuerte presencia en los nuevos proyectos
nacionales y en la nueva universalización de las
relaciones, y, desde hace años, participan,
también, en los programas y proyectos de la
cooperación descentralizada.
"En estos años –señala el citado
informe del PNUD- en paralelo a la crisis de
representación y a la deserción del Estado,
surgieron, de manera creciente y en las formas más
diversas, organizaciones de la sociedad que ocuparon el espacio
de las demandas no resueltas o ignoradas. Se trata de un sistema
autoorganizado de grupos intermediarios que son relativamente
independientes del Estado y de las empresas privadas, que es
capaz de deliberar y llevar adelante acciones colectivas en
defensa y promoción de sus intereses y pasiones, en un
marco de respeto a la estructura legal y civil existente" (PNUD,
2004, pàg. 185).
Los nuevos actores locales aparecen, entonces, en los
diferentes sectores de la sociedad y con objetivos y
metodologías propios que son un aporte al desarrollo
social y económico, tanto en Europa como en América
Latina. Son "aquellas personas, empresas e instituciones que
conforman el capital social de cada zona en particular"
(Llisterri, Juan, 2000).
Entre otros, podemos destacar:
a) el movimiento de mujeres: que, a
partir de una problemática de género, ha ido
relacionándose con otros sectores sociales haciendo
que las mujeres estén cada día más
presentes en la sociedad, tanto en Europa como en
América Latina. Hay numerosos estudios al respecto,
especialmente en América Latina, dado que los
índices de pobreza, analfabetismo, desocupación
laboral, violencia familias, marginación
política y profesional, etc. son altísimos
entre las mujeres comparados con los de los varones. La
situación es mucho más grave en el mundo rural
latinoamericano.
En la realidad latinoamericana, las mujeres organizadas
están aportando en la lucha contra la pobreza no
sólo a través de programas asistenciales y de
subsistencia como los comedores populares, los centros de madres,
los talleres de mujeres, etc., sino, también, en el sector
económico con la gestión de pequeñas y hasta
mediana y grandes empresas, en la construcción de una
conciencia de igualdad de oportunidades entre ciudadanos de
diferente género, en la democratización de los
partidos políticos, en la formación de lideresas en
los diferentes campos de acción, incluyendo el cultural y
deportivo.
En los países europeos, como es reconocido por
todos, los procesos de emancipación de las mujeres
cambiaron radicalmente la economía, la sociedad y la
política, modificando conductas, costumbres y valores,
formando parte de la modernización histórica de las
sociedades europeas desarrolladas.
También en América Latina y,
concretamente, en el Perú, la presencia de las mujeres
enriquece los procesos de desarrollo local y, por su propia
temática y su práctica se unen fácilmente a
intereses comunes de las mujeres de otros países,
incluidos los europeos, de manera que las organizaciones de
mujeres, como actores locales, deben seguir siendo consideradas
en los programas y proyectos de cooperación
descentralizada.
b) las comunidades indígenas:
que, en la última década especialmente,
coincidiendo con el quinto centenario de la
colonización de América Latina, han ido
fortaleciéndose y haciendo sentir su voz y sus
derechos en la mayoría de los países que
cuentan con una importante población indígena
que ha sabido sobresalir por encima de la marginación
oficial y de imposiciones dictatoriales y centralistas. Hemos
vivido experiencias de dimensión nacional en
América Central, en México, en Ecuador, en
Bolivia y, también, en Perú, protagonizadas por
las comunidades indígenas que obligan a tenerlas en
cuenta al buscar soluciones reales a los problemas
históricos de América Latina.
Y estas experiencias, con repercusión nacional e
internacional, han influido positivamente en las comunidades
nativas de otros países como Brasil, Paraguay,
Perú, Chile, en los cuales se mantienen pueblos con
tradiciones y culturas propias que, hasta hace poco, estaban
literalmente marginados social y legalmente. Los temas de la
propiedad de la tierra, los derechos históricos, la
cultura de dichos pueblos ya no pueden seguir siendo obviados por
los poderes públicos y privados.
En la nueva etapa que vive América Latina y el
mundo, la presencia de las comunidades indígenas debe ser
asumida no como un problema sino, al contrario, recoger sus
experiencias locales como un aporte enriquecedor en la tarea de
construcción de los proyectos nacionales y universales
más justos y democráticos. No verlas como un
problema sino como una gran riqueza de nuestras
naciones.
c) las organizaciones de base: que han
ido adquiriendo un rol diferente, más activo e
integral, en las últimas décadas. No se trata
ya de las tradicionales comunidades campesinas o de las
organizaciones vecinales que proliferaron por todas las
barriadas de las grandes capitales latinoamericanas. Se trata
de grupos de pobladores (hombres, mujeres, jóvenes) en
zonas rurales o urbano-marginales, que asumen
responsabilidades concretas en el desarrollo integral de sus
localidades, animando experiencias de éxito,
participando en la elaboración de planes de
desarrollo, en la elaboración de los presupuestos
públicos de carácter municipal y regional,
formando redes de coordinación entre ellos,
democratizando, en suma, la sociedad.
Con ello, se ha superado el rol tradicional de los
"dirigentes" para transformarse en "gobernantes", asumiendo
responsabilidades concretas y llevando a cabo con éxito
proyectos de desarrollo local de diferente tipo. Hay muchos
ejemplos en el ámbito de la salud, del saneamiento
ambiental, de la infraestructura básica de carreteras y de
educación, así como en el ámbito
empresarial, agrícola, industrial y de servicios, y en el
campo de la cultura.
Lo importante, insistimos, es que no se quedan
simplemente en lo local, encerrados en su experiencia particular
sino que avanzan en coordinación, intercambiando
experiencias, defendiendo sus derechos y ampliando el concepto de
ciudadanía frente a un Estado y un sistema que no
soluciona los problemas de las grandes
mayorías.
Las organizaciones de base son un importante "actor
local" en un mundo globalizado, como lo demuestran las diferentes
manifestaciones, a veces coordinadas sólo a través
de internet, sobre temas comunes a los ciudadanos del planeta y,
como ya hemos recordado, la importancia creciente del Foro Social
Mundial que tiene como base a dichas organizaciones, por lo que,
definitivamente, son socios estratégicos de la
cooperación descentralizada.
d) los empresarios y emprendedores de la
pequeña empresa: otro sector que se ha ido
dinamizando y que juega un papel importante como actor en el
proceso social. Ante los cambios en las economías
latinoamericanas, con la incorporación de las nuevas
tecnologías y la falta de inversiones en el sector
industrial, el cambio del Estado de creador de empleos
públicos a regulador de la economía, fueron
surgiendo miles y miles de empresas familiares que se fueron
transformando en micro y pequeñas empresas generando,
en la mayoría de los países latinoamericanos,
más del 80 % de los puestos de trabajo en los sectores
industrial, comercial y de servicios. Más allá
de la informalidad que los caracteriza, son una realidad
económica y social con demandas propias y estilos
particulares de gestión y de relaciones que no
sólo hay que tener en cuenta sino apoyar por los
beneficios que genera a millones de ciudadanos.
Los empresarios no sólo están presentes en
el mercado sino que participan en la transformación de la
sociedad y de los individuos al hacer gestión directa de
sus pequeñas empresas, utilizar mejor la materia prima
local, asimilar nuevas tecnologías, capacitándose
ellos, sus familiares y muchos de sus trabajadores, generando
economías locales que contribuyen (por encima de
cuestionables situaciones legales y laborales que hay que
modificar) al desarrollo de sus comunidades,
transformándose inclusive en líderes y punto de
referencia para muchos de sus conciudadanos.
Las experiencias de pequeña empresa en los
países europeos, mucho más articuladas con las
grandes empresas y el conjunto de la economía, pueden ser
muy útiles para América Latina como se demuestra en
los múltiples proyectos de cooperación
descentralizada que fomentan la transferencia de
tecnología, los modelos de gestión empresarial, la
conveniencia de la formalización, especialización
articulación con otros sectores productivos. Hay que
resaltar la incidencia de la pequeña empresa en la
generación de modelos de "economía solidaria" a
nivel local y las posibilidades de intercambio comercial entre
pequeñas empresas de Europa y América Latina, por
lo que hay que profundizar en programas y proyectos de este
tipo.
e) los grupos juveniles: los
jóvenes son un sector mayoritario entre la
población latinoamericana que ha sufrido directamente
las consecuencias de las continuas crisis en nuestros
países. Sin embargo, en la última
década, han ido tomando conciencia de su
potencialidad. Con la extensión de la
escolarización y la influencia creciente de los medios
de comunicación y de las nuevas tecnologías,
hay ahora en todos los países latinoamericanos, una
importante cantidad de jóvenes que, rechazando el tipo
de relaciones sociales que ha predominado en las
últimas décadas y el modo tradicional de hacer
política, se proponen estar presentes en la sociedad
con aportes propios, organizándose para ello y pasando
a ser, también, actores locales con espacios propios
de acción.
Hay que evaluar más profundamente el proceso de
homogenización que vive la juventud latinoamericana
diferenciándose de sus familias y del entorno cultural
tradicional. En muchos países latinoamericanos, y el
Perú no es una excepción, especialmente en aquellos
con raíces y mayorías indígenas (no tanto en
el Cono Sur del continente), los jóvenes representan un
tipo de modernización y de progreso. Es cierto que existen
problemas de desadaptación, aparte de los conocidos de
desempleo y violencia callejera, pero hay muchas experiencias
juveniles de éxito que están influyendo en el
contexto comunitario generando valores y relaciones de nuevo
tipo, por lo que no se puede dejar de lado a los jóvenes
como actores locales en los programas y proyectos de
cooperación descentralizada, especialmente, en aquellos
referentes a formación y al uso de internet y nuevas
tecnologías.
f) las organizaciones no
gubernamentales, que son reconocidas como parte de la
sociedad civil y que se constituyen también, en muchas
ocasiones, en actores locales importantes al relacionarse
directamente, diferenciándose del Estado, con las
organizaciones de base.
Al resaltar la presencia e importancia de los actores
locales, nos estamos refiriendo a la importancia del capital
social con que cuenta América Latina, unas
potencialidades individuales y colectivas que animan a emprender,
de distinta manera la cooperación.
Por capital social se entiende, como resume Bernardo
Kliksberg,
"un conjunto de aspectos como, entre otros, la
capacidad de una sociedad para producir concertaciones sociales
amplias en su interior, para generar "redes" articuladoras de los
esfuerzos de sus diversos sectores; las fuerzas existentes en una
sociedad para impulsar el trabajo voluntario en iniciativas de
utilidad general; su cultura y la presencia de valores
éticos orientados hacia la solidaridad, la
construcción positiva, la cooperación y la
equidad". (Kliksberg,2002, pàg. 98).
Es en esta línea que se descubre mejor la
importancia de los actores locales en la transformación de
América Latina y sus aportes en el proceso de
universalización. No se trata de "idealizar" lo local,
como ya hemos señalado, ni de reducir la acción a
lo local, desesperados por la poca influencia que tenemos los
ciudadanos ante la economía y la política nacional
y mundial.
Así alerta el propio Kliksberg:
"El pensamiento económico circulante
envía, a veces explícitamente y con frecuencia
implícitamente, un profundo mensaje de
desvalorización de la sociedad civil en los procesos de
desarrollo y en la resolución d los problemas sociales. Su
énfasis está totalmente volcado en el mercado. El
mundo de la sociedad civil es percibido como un mundo secundario,
de segunda línea respecto a lo que sucede en el "mundo
importante". De ese enfoque van a surgir políticas
públicas de apoyo muy limitado, casi "simbólico" y
de "cortesía" hacia las organizaciones de la sociedad
civil, y una desconfianza fuerte a depositar en ellas
responsabilidades realmente relevantes" (Kliksberg, 2003,
pp.1146,147)
Se trata más bien, de potenciar los nuevos
actores locales, de fortalecerles a ellos, sus organizaciones y
sus experiencias para alcanzar los objetivos de desarrollo humano
que deseamos.
1. Acercándonos a lo
local.
Por las consideraciones anteriores, asumir el proceso
del desarrollo desde lo local, nos plantea una primera tarea: la
comprensión integral de la localidad; para poder
dirigirla, gobernarla y movilizarla hacia las metas del
desarrollo. (Azcueta 2010)
No se puede dirigir o gobernar algo que no se conoce o
no se comprende. Conocer qué elementos configuran lo local
y comprender la complejidad de sus interacciones y de ellas con
su entorno mediato y global.
Una forma de aproximarnos a ese conocimiento y
comprensión es analizando las localidades desde cuatro
perspectivas:
El territorio
El territorio no solo como definición
geográfica, sino como construcción social, como
espacio de relaciones y sentido de pertenencia, sus
características, medio ambiente, y relaciones con el
entorno. Ubicación estratégica o marginal.
Infraestructura básica y de comunicaciones, etc.,
así como sus organizaciones e
institucionalidad.
La población
Densidad, composición generacional, capacidades
humanas, conocimientos, necesidades básicas, actitudes,
nivel de bienestar y pobreza. Intereses, movimientos migratorios;
nivel educativo, profesiones, etc.
Los Recursos
Las potencialidades naturales,
económico-financieras, de infraestructura,
turísticas, tecnológicas, capital humano; niveles y
tipo de empresas, participación en el PIB regional y
nacional. Ventajas comparativas y "productos-eje",
representativos del lugar.
La Identidad
La cultura y sus diferentes manifestaciones; el sentido
de pertenencia, los símbolos y la visión
compartida. La capacidad de construir capital social, solidaridad
y confianza. Aportes a la cultura nacional y mundial
etc.
Junto con los actores locales y su relación con
la institucionalidad democrática, los gobiernos locales
ofrecen una experiencia extraordinaria en todos los
ámbitos que venimos comentando por lo que merecen un
apartado especial.
Es precisamente en los gobiernos locales donde confluyen
cuatro importantes dimensiones de la vida ciudadana: el
territorio, el desarrollo, la política y la
administración.
Figura 1
Los ciudadanos no podemos dejar de "pisar suelo", es
decir vivimos en un lugar determinado, en un territorio que es
nuestra comunidad. Toda gestión moderna e integral parte
del territorio, parte de lo local. Esta dimensión forma
parte de la visión primigenia de una comunidad o de un
Estado. De ahí la importancia de entender al territorio
unido a la población que lo habita, el territorio como
espacio de encuentro y de creación de visiones
colectivas.
La dimensión del desarrollo como parte inherente
de la actividad humana, ya sea individual o colectiva, ya sea
material o intelectual, ya sea con una actitud pasiva o activa,
ya sea como productores o como consumidores, con
tecnología o sin ella… por lo que hay que considerarla a
la hora de considerar la gestión municipal.
En democracia, la dimensión política, se
vive mejor desde lo local. Como ya hemos señalado, se da
esta dimensión en las elecciones municipales al elegir a
nuestras autoridades locales pero no sólo en ese momento
sino en nuestra participación en la toma de decisiones, en
la aprobación de objetivos y metodologías, en la
construcción de visiones y de instrumentos concretos
incluyendo las propias organizaciones partidarias o sociales,
gremiales y culturales.
Y, por último, la dimensión de la
gestión de los recursos públicos, de la
administración de los mismos como una delegación
del poder ciudadano a unos miembros de la comunidad elegidos para
ello, como son los alcaldes y regidores.
Si unimos los cuatro elementos señalados en
primer lugar (territorio, población, recursos e identidad)
a estas cuatro dimensiones del quehacer ciudadano tendremos una
visión democrática e integral de lo que significa
gobernar y de lo que significa participar directamente en la
construcción del futuro de nuestras comunidades, de
nuestro propio futuro.
El reto del presente siglo es saber unir lo local con lo
universal y ahí tenemos nuevas responsabilidades tanto
para los dirigentes y gobernantes como para los propios
ciudadanos.
Las exigencias más importantes en todo el mundo
van por este camino. El reto final es construir un mundo
diferente más justo y equitativo, donde todos vivamos con
dignidad y en armonía con la naturaleza. Es solo una nueva
utopía o es la última oportunidad que tenemos como
civilización? Estamos convencidos de que lo local puede,
sin lugar a dudas, contribuir a iniciar una nueva etapa en la
historia de la humanidad.
Referencias
El Mapa de la Riqueza: Herramienta para el
Desarrollo Económico Local. La Experiencia de Tumbes.
EMGM, Michel.Azcueta, editor. Marzo 2007
Competitividad y Desarrollo
Económico
El capital social. Dimensión
olvidada del Desarrollo. Bernardo Kliksberg
Universidad Metropolitana. Venezuela, 2002. ISBN:
9803662597
Desarrollo Económico Local Nuevas
Oportunidades Operativas
Juan José Llisterri.. BID
Washington, 2000
PNUD La democracia en América Latina.
Nueva York, 2004.
Autor:
Michel Azcueta
(noviembre, 2011)