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La Argentina y la inmigración africana



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. La
    Argentina y la inmigración
    caboverdeana
  3. La
    implantación de los caboverdeanos en la
    Argentina
  4. La
    "Unión Caboverdeana" de Dock Sud: Origen y
    antecedentes
  5. La
    formación de la identidad caboverdeana y la
    institucionalidad de la "Unión
    Caboverdeana"
  6. Conclusión
  7. Anexos
  8. Fuentes

Archipiélago de Cabo Verde y la
emigración de los caboverdeanos

Introducción

Esta investigación aborda el estudio de un grupo
migratorio particular, el caboverdeano, caracterizado por
problemas específicos de identidad, asociados con sus
raíces africanas y su largo pasado colonial. El estudio se
ha concentrado en observar de qué manera el asociacionismo
pudo oficiar como elemento de consolidación y
definición de una identidad caboverdeana inmigrante, en un
período algo posterior al auge migratorio en la Argentina
(los años 1930 y 1940), y qué importancia
adquirió, en esa dirección, la práctica
mutualista.

La temática inmigratoria ocupa un prioritario
lugar en los estudios históricos y demográficos de
la Argentina. Entre estos últimos se destaca el aporte de
A. Lattes en el crecimiento demográfico, la
redistribución espacial, el proceso de urbanización
y la conformación de la población
económicamente activa.[1]

Desde el ángulo de la historia económica
Roberto Cortés Conde ha estudiado el impacto inmigratorio
de ultramar en la formación del mercado de trabajo en el
Río de la Plata. En el estudio de la inmigración
hacia la Argentina una contribución decisiva ha sido, a
nuestro juicio, la propuesta de Fernando Devoto: "Es necesario
reflexionar primeramente sobre el grupo étnico en
sí, en sus relaciones internas y con la comunidad de
origen, para enfocar a continuación sus vínculos
con la sociedad receptora."[2]

Analizando la inserción de los inmigrantes toda
una serie de trabajos ha aclarado la cuestión de la
participación de los extranjeros en el sistema
político argentino en las primeras décadas del
siglo XX. Sabato y Cibotti han estudiado la cuestión como
un aspecto más de la relación entre una sociedad
civil en rápida transformación y un sistema
político que sufre profundos cambios entre 1850 y 1930.
Los extranjeros encuentran mecanismos de participación en
la escena política por otras vías que no fueron las
de convertirse en ciudadanos. El Buenos Aires de entonces, nos
dicen Sabato y Cibotti, mostraba una sorprendente actividad
asociativa y en todos los sectores la vocación de
agruparse se traducía en la creación de
instituciones con fines colectivos de protección, de
presión, de ayuda. Estas asociaciones fueron, en general,
mediadoras frente al Estado.[3] Ezequiel Gallo,
por su parte, destaca la participación política de
los colonos en Santa Fe, en gran número proveniente de
ultramar.[4] Fernando Devoto, en cambio, sostiene
el apoliticismo de la colectividad italiana en la Argentina en
esta primera etapa, aunque también destaca el
asociacionismo mutual como nexo entre la sociedad receptora y los
inmigrantes italianos.[5]

Así, los estudios sobre la inmigración
europea a la Argentina han venido reconociendo cada vez
más la importancia de las "sociedades étnicas de
socorro mutuo". Aunque todos los que estudian este tema parecen
estar de acuerdo en que estas sociedades jugaron un papel
importante durante los cincuenta años de
inmigración masiva (1880-1930), han aparecido diferencias
en cuanto a la caracterización de estas instituciones y el
rol que desempeñaron.

Esta investigación se inscribe en el marco de
estos estudios, que concentran su atención en un enfoque
micro histórico para analizar los fenómenos
relacionados con la inserción de los inmigrantes en la
Argentina, intentando recuperar las especificidades
aportadas por cada corriente inmigratoria. El caso de la
comunidad caboverdeana es más singular.
Incorporada al país en el marco del fenómeno
migratorio ultramarino su origen africano plantea la
cuestión de la identidad como una problemática que
reaviva aspectos de la etapa formativa de la sociedad
argentina.

En ese sentido, toda una serie de estudios han abordado
la presencia africana desde los tiempos coloniales y hasta bien
entrado el siglo XIX. Elena F. S. Studer ha estudiado la llegada
de los primeros negros al Río de la Plata que ubica hacia
alrededor de 1530. Es recién en 1534 que aparece la
primera licencia en forma por la que se autoriza a don Domingo
Martínez de Irala a conducir a 100 negros al Río de
la Plata. La fundación de la Ciudad de la
"Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los
Buenos Aires" fomentó la introducción de
esclavos.[6] Marta B. Goldberg destaca que la
presencia africana en Argentina, aunque no alcanza la
proporción que tuvo y tiene en otras zonas de
América, donde las plantaciones y las minas requirieron
una cuantiosa mano de obra esclava, sin embargo, ha sido
más numerosa y amplia de lo que suele
pensarse.[7]

En esa misma fórmula, Reíd Andrews destaca
el rol de los afroargentinos en la historia de su nación.
Su análisis muestra la importancia de la tradición
de organización comunitaria de los afroargentinos que en
una progresión se extendió de la década de
1760 hasta pasado el 1900.[8]

La secuencia ha sido estudiada recientemente por Oscar
Chamosa que ha ahondado las distintas formas de asociación
afroargentinas en el siglo XIX. En la ciudad de Buenos Aires hubo
tres etapas en la evolución de las organizaciones de la
comunidad negra. Las "cofradías", luego las "naciones" y
por ultimo las "sociedades" que reflejaron la historia de
negociaciones y adaptaciones de esta comunidad para sobrevivir
como un grupo étnico.[9]

En el siglo XIX con la llegada de los inmigrantes, los
afroargentinos sufrieron el desplazamiento de muchas de las
categorías ocupacionales que habían
desempeñado previamente. Los artesanos negros y europeos
ya habían chocado en el período colonial, cuando
los inmigrantes trataron de eliminar a los negros y mulatos de
los oficios convirtiéndolos en una ocupación
exclusivamente blanca. Cuando se inicio la inmigración
masiva en la segunda mitad del siglo, se vio complicado por los
esfuerzos de los inmigrantes por sacar a los afroargentinos
incluso de empleos de condición tan inferior como la venta
callejera.[10]

Fue en respuesta a esta problemática que tomaron
fuerza las sociedades de socorro mutuo. Existieron dos sociedades
que sobresalieron, La Fraternal y La Protectora. La primera fue
la más antigua, fundada en la década de 1850, el
periódico negro El Proletariado informaba la
existencia de esta asociación e instaba a "la clase de
color" de Buenos Aires a unirse; mientras que la segunda creada
en julio de 1877 se extendió hasta entrado el siglo XX Los
beneficios que ofrecía, era típico de las
sociedades de ayuda mutua, colaboración a los miembros
enfermos, provisiones y una pequeña ayuda monetaria
mientras estaban impedidos de trabajar. Estos beneficios eran
financiados mediante cuotas cobradas regularmente y de una serie
de bazares y bailes de caridad. En 1903 adquirió una casa
para que sirviera como sede central, no está claro cuando
dejó de existir La Protectora, siendo una
publicación de 1936 la última noticia de la
existencia de esta
asociación.[11]

Al analizar la "Unión Caboverdeana no se han
podido encontrar contactos con los afroargentinos de la sociedad
afroargentina "La Protectora". Es curioso que sobreviviera por un
período de sesenta años en que la población
de color virtualmente desapareció detrás de un
flujo de inmigrantes europeos.[12]

Los estudios sobre la inmigración africana del
siglo XX, protagonizada por la colectividad caboverdeana, han
sido efectuados por tres investigadoras de diferente
formación disciplinaria.

Desde una mirada antropológica Marta Maffia ha
aportado un material insustituible, ya que sus trabajos
permitieron conocer las características, los tipos de
asentamiento y la adaptación de los caboverdeanos en la
Argentina actual.

Miriam Gómes (hija de caboverdeanos) dedica sus
investigaciones a los orígenes étnicos y culturales
de Cabo Verde y sus descendientes, la influencia de los
portugueses en sus tradiciones, religión y
música.[13]

Finalmente la historiadora Dina V. Picotti se dedica a
trabajar sobre el aporte africano a la configuración de
una identidad histórico-cultural americana Considera que
en la Argentina compartieron los modos propios de
organización que pudieron darse en toda América,
aunque con rasgos propios de nuestra zona e historia y aportaron
a la formación cultural de la sociedad
Argentina.

Reid Andrews reflexiona: "La comunidad negra
logró la autonomía que tanto tiempo había
buscado al precio de despojarse primero de su identidad cultural
y luego de su identidad racial ya que finalmente fue asimilada
por la población blanca que la
rodeaba."[14]

En este trabajo examinaremos esta particular
problemática de la identidad africana a través de
una inmigración reciente como es la caboverdeana y el
papel que ocupó en ella el asociacionismo. Un rasgo
particular que debemos adelantar es que mientras otras
inmigraciones se identificaron con sus países de origen,
algunos caboverdeanos lo hicieron con el país colonizador,
Portugal, aún después de 1975, cuando Cabo Verde se
transformó en un país independiente, y se
habrían identificado como portugueses, como una manera de
alejarse de su origen africano. Es en ese punto que interesa el
caso de la "Unión Caboverdeana" que a diferencia de otras
asociaciones va a reivindicar las raíces africanas de su
nacionalidad.

En el Capítulo I, examinamos la
inmigración caboverdeana en el marco histórico de
la inmigración en la Argentina. En el Capítulo II,
investigamos las características de la implantación
caboverdeana en la Argentina y finalmente, en los
Capítulos III y IV encaramos el estudio de la
Asociación de Socorros Mutuos "Unión Caboverdeana"
de Dock Sud, sus orígenes, las prácticas
mutualistas y su dinámica, los problemas de identidad y
aquellos factores que la cohesionaron y que conformaron en su
seno una la elite institucional.

Nuestra intención es poder vislumbrar como se
construyó la identidad a través de esta
institución teniendo en cuenta las características
étnicas de la masa societaria y la incidencia que sobre
ella tuvo el ordenamiento político de su tierra de
origen.

Para el desarrollo de esta investigación
abordamos la temática mediante consultas
bibliográficas, relevamiento de documentos de la
Asociación "Unión Caboverdeana", entrevistas orales
a miembros destacados de la Asociación, y de la
colectividad en general.

Capítulo I

La Argentina y la
inmigración caboverdeana

La llegada de inmigrantes a la
Argentina

En el último tercio del siglo XIX, la
población de la Argentina comenzó a crecer por la
entrada de inmigrantes extranjeros. Entre 1871 y 1920 entraron
5.017.257 personas, de las cuales 2.722,384 retornaron a sus
países de origen y 3.194.675 se radicaron definitivamente
en este país. La mayoría de los inmigrantes
provenía de Italia y España, pero hubo importantes
contingentes que llegaron de los países de Europa central,
Francia, Alemania, Gran Bretaña y el Imperio
Otomano.[15]

La entrada de inmigrantes en la Argentina
respondía a tendencias universales que hacia esa
época estaban bien definidas, y a las oportunidades que la
expansión económica argentina ofrecía a la
población rural del viejo continente. La historia de la
Argentina se debe mucho a las migraciones. Tanto desde el punto
de vista económico, como político y cultural, el
país se fundó en gran medida al aporte migratorio.
El crecimiento de la población argentina encontró
en el componente migratorio un potencial multiplicador
fundamental, sobre todo hasta antes de la mitad del siglo
XX.

Roberto Cortés Conde ubica en la sociedad
receptora las razones que alimentaron las corrientes migratorias:
oportunidades de trabajo, condiciones económicas y
ventajosos salarios parecen haber sido el estímulo
suficiente para decidirse a cruzar el Atlántico. El rasgo
más destacable del período 1880-1912 fue el
rápido crecimiento económico en la Argentina. En
vísperas de la Primera Guerra Mundial, con casi ocho
millones de habitantes, había dejado de ser un país
relativamente atrasado para transformarse en un país
moderno. Los espacios vacíos de las pampas se
habían poblado y 24 millones de hectáreas estaban
dedicadas al cultivo, comparadas con menos de medio millón
40 años antes. Se había formado una extensa red de
poblaciones en las zonas rurales y se había construido una
red de ferrocarriles de vía en 1914 que sumaba 34.000
kilómetros. Esto permitió el flujo de inmigrantes
hacia el interior del país y el desarrollo de un mercado
de factores de producción y bienes a nivel
nacional.[16]

En 1914 los extranjeros representaban casi la tercera
parte de la población y hacia 1991 sólo
representaron el 5 por ciento. A. Lattes nos dice que de no haber
existido el componente migratorio sobre el crecimiento, la
población argentina en 1960 hubiera sido del orden de la
mitad de la efectivamente registrada por el Censo de ese
año. Desde entonces, sin embargo, el aporte de las
migraciones ha sufrido intensas
transformaciones.[17] Recchini de lattes y A.
Lattes aportan que lo más destacado de la evolución
histórica de las migraciones extranjeras no
limítrofes en Argentina es que, si hacia principios de
siglo representaban una parte fundamental del crecimiento total,
hacia 1991 prácticamente no participaban del mismo. Los
flujos se tornaron fundamentalmente limítrofes (en su
mayor parte paraguayos, bolivianos y chilenos) a partir de 1960.
Entre 1970 y 1980, el 87 por ciento de la migración neta
de extranjeros fue de países
limítrofes.[18]

Cuadro 1

Saldos migratorios acumulados
1921-1954

Fuente: Elaboración en base a la población
extranjera censada en 1914 y 1947 y estimaciones del
INDEC

** Adviértase en los años 1947-1954 el
aumento de la llegada de extranjeros en la inmediata
posguerra.[19]

Los caboverdeanos y su emigración a la
Argentina

Para hallar las causas que expliquen el movimiento
migratorio de Cabo Verde a nuestro país debemos ubicarnos
en un proceso histórico particular. Cabo Verde hasta su
independencia en 1975 fue provincia de ultramar de Portugal. Es
la única comunidad negra organizada. Aunque todavía
existen los descendientes de los antiguos esclavos, y migraciones
actuales de distintos países africanos, que han llegado
aquí en los últimos años, particularmente
provenientes de la costa occidental de
África.[20] La primera corriente
inmigratoria proveniente del archipiélago de Cabo Verde se
produjo entre las décadas veinte y
treinta; la siguiente, una vez finalizada la
Segunda Guerra Mundial, en la década del cincuenta.
Teniendo en cuenta la parálisis del comercio internacional
en las islas de Cabo Verde provocado por los dos acontecimientos
bélicos mundiales puede considerarse ésta como una
de las causas de esta migración hacia destinos diferentes
a los acostumbrados. Antes era Europa el destino final de la
inmigración caboverdeana.[21]

Históricamente existía una
conjunción de múltiples factores que ponían
en marcha este proceso migratorio, entre los que se destacan los
naturales, como el suelo de características
volcánicas y el clima del archipiélago con sus
cíclicas sequías, la ausencia de estructuras
económicas de base, la política implementada por la
metrópoli portuguesa. La mayoría de los
caboverdeanos coinciden en señalar como los factores
más significativos: el hambre, la falta de trabajo y de un
futuro, causas que generaron durante más de un siglo la
emigración en diferentes direcciones, siendo
África, Europa América los principales
destinos.[22]

Miriam Gómes relata que hacia fines del siglo
XIX, este pueblo marinero tuvo contacto con barcos balleneros
norteamericanos que se dirigían al Atlántico Sur,
especialmente a las islas Georgias, a la caza de la ballena.
Estos cetáceos se encontraban por entonces en la zona de
las Azores y las de Cabo Verde y los hombres de estas islas se
transformaron en expertos en su caza. Los norteamericanos los
contrataban como marineros y al retirarse las ballenas hacia el
sur argentino, los caboverdeanos comenzaron a llegar al
país. Algunos de ellos decidieron entonces quedarse en
él. Cabo Verde era, además, el depósito del
carbón que venía de Inglaterra. Este conjunto de
islas que se encuentran frente a Senegal y entre Europa,
África y América del Sur, sigue siendo importante
como punto de abastecimiento de los barcos de carga. A principios
del siglo XX llegaron a estar anclados más de cien barcos
al mismo tiempo en las islas de San Vicente y San Antonio, cuya
capital es Mindela, es sin duda uno de los pilares el
desenvolvimiento económico de Cabo Verde, alrededor del
cual giró durante mucho tiempo la vida económica y
financiera del archipiélago.[23]

En 1934, en San Vicente estalló una revuelta a
consecuencia del hambre. Los caboverdianos habían sufrido
una gran sequía que agravó la situación de
las islas, donde las lluvias eran escasas e irregulares, y los
suelos volcánicos de bajo almacenamiento de poca agua y
poca fertilidad. Sumado a esto, los efectos de la Primera Guerra
Mundial y a la gran crisis mundial hicieron de Cabo Verde
verdaderos focos de irradiación de hombres y mujeres que
se aventuraron en distintas direcciones. Se aproximaba la 2º
Guerra Mundial y años más tarde Portugal
enviaría tropas a sus colonias, entre ellas Cabo Verde. Se
acentuaban las dificultades económicas, la entrada de
buques al puerto disminuía y escaseaban los materiales de
construcción, faltaba trabajo y
alimentos.[24]

Dina Picotti al analizar porqué los caboverdeanos
eligieron la Argentina y no Brasil, donde no tenían
inconvenientes con el idioma, costumbres y había mayor
población de origen africano, encuentra la respuesta en el
deseo de este grupo de alejarse de la identidad africana. Al
preguntar a diferentes informantes por qué eligieron la
Argentina, la respuesta fue el deseo de alejarse de la identidad
africana, ya que ellos no se consideraban de ese origen al tener
una cultura y lengua portuguesa, haciendo hincapié en la
religión católica que profesaban. Muchos de sus
hijos estudiaron en colegios religiosos. En suma, una
formación social como la caboverdeana, por ejemplo,
sólo puede ser explicada en su historicidad. Para captar
el modo como se produce, reproduce y transforma, Picotti nos dice
que la sabiduría del lenguaje registra lo que a nivel
consciente no se quiere admitir, en este caso la negación
de aprender su idioma de origen, el creole. Se entiende como el
rechazo de una identidad que niegan, su existencia y peso, dado
que motiva para ellos un descalificativo. Un adecuado
reconocimiento de este sujeto histórico deberá
saber hacerse cargo y valorar este componente afro.
[25]

Del contacto forzado entre esclavos y colonos
portugueses, en Cabo Verde, resultó un intercambio de
elementos espirituales y materiales que dieron una particularidad
a la sociedad caboverdeana. Estos elementos sumados al hecho de
que Cabo Verde estuvo marcado desde el inicio de la
colonización por el sistema económico social de la
esclavitud, la piratería, las sequías, las
hambrunas consecuentes y su insularidad, dieron origen a una
cultura particular: la cultura
criolla.[26]

La "crioulidade" del pueblo caboverdeano está
dada por un profundo mestizaje étnico y cultural que dio
lugar a formas de resistencia y promoción de los valores
nacionales. Según Gabriel Mariano, es una cultura que
creció de abajo hacia arriba. Los resultados de la
aculturación, adaptación, creación dieron a
este pueblo un sentido de personalidad colectiva. El criôl
o crioulo caboverdeano es la lengua nacional de la
República de Cabo Verde, mientras que el portugués
es la lengua oficial. La mayor parte de la población en
Cabo Verde es bilingüe. A diferencia de otros países
africanos, Cabo Verde tiene una única lengua materna de
uso generalizado tanto dentro del país como fuera de
él. El criôl, dato fundamental de la identidad
caboverdeana, es la manera de sobrevivir
lingüísticamente que el pueblo
encontró.[27]

En conclusión en la emigración
caboverdeana fueron una conjunción de factores los que
pusieron en marcha este proceso migratorio, entre los que se
destacan los naturales, como el suelo de características
volcánicas y el clima del archipiélago con sus
cíclicas sequías; la ausencia de estructuras
económicas de base, la política implementada por la
metrópoli portuguesa, y el impacto de la crisis de 1929 y
las dos guerras mundiales. Para los caboverdeanos que se
agruparon, ese sentido de pertenencia y la conciencia de la
propia identidad, fue el verdadero motor que hizo posible la
creación de la Asociación de Socorros Mutuos
"Unión Caboveredana".

Capítulo II

La
implantación de los caboverdeanos en la
Argentina

Los caboverdeanos que arribaron al país
capitalizaron su especialización como marinos logrando
obtener puestos de trabajo en el sector rápidamente. El
primer paso para entrar a la Argentina era pedir "carta de
llamada", un requisito del gobierno argentino, que
consistía en que algún pariente o conocido que
estuviera en el país, realizara el trámite en el
consulado argentino y este organismo llamaba al interesado. Una
vez recibida, se anotaban en la subprefectura nacional de puerto.
Trabajaban como carpinteros o mozos con la intención de
conseguir algún empleo a bordo de los barcos que
hacían escala en Buenos Aires. Al obtener el trabajo en
algún barco y sacar la libreta de embarque, lo primero que
se hacía era tramitar el pasaporte en el consulado
portugués, el segundo paso era gestionar la visa en el
consulado argentino. Con la ayuda de algún caboverdeano
que conocía el idioma castellano escribían
solicitando la documentación para ingresar legalmente,
pero a veces les era negada. Realizaban entonces los
trámites en el consulado de Brasil, como una forma de dar
un paso más para llegar a Buenos Aires. Otra manera era
como polizón.[28]

Muchos ingresaron como personal de los astilleros de la
Base Río Santiago, participaron en la construcción
de buques para la Marina de Guerra. Normalmente sacaban su
libreta de navegación para trabajar en la cocina de un
barco, como ayudantes, luego muchos estudiaron la carrera de
maquinistas, llegaban a ser oficiales de máquina en la
Escuela Naval. Trabajaron en Azopardo y Piedra Buena
(astilleros), en la Fragata Libertad, en lanchas patrulleras,
buques para YPF y para ELMA. También se
desempeñaron como: obreros en Obras Sanitarias, obreros de
la construcción,
policías.[29]

Basándonos en investigaciones de Marta Maffia,
podemos analizar cuales fueron las actividades laborales de los
caboverdeanos. De la población censada en 1980 notamos que
la enorme mayoría trabajaba en relación de
dependencia. Un 85% de la población caboverdeana de ambos
sexos eran obreros, con o sin personal a cargo; solamente un 0,3%
trabajaba como patrón y un 14%, por cuenta propia. Esto
respondería a una ubicación socioeconómica.
Si lo analizamos por sexo, la gran mayoría de los que
estaban ocupados eran hombres.[30]

Durante la primera mitad del siglo XX, había
predominado en las leyes y los decretos sobre inmigración,
la idea del inmigrante colonizador. Al ponerse en marcha el
Primer Plan Quinquenal (1947-1951), en el primer gobierno de Juan
Domingo Perón, el nuevo patrón apuntaba a reclutar
inmigrantes industriales y obreros especializados, prefiriendo
culturas cercanas a nuestros usos, costumbres e
idioma.[31] En esto los caboverdeanos se
favorecieron por dos circunstancias: primero porque ingresaban
como portugueses, y además por ser expertos marinos tienen
oportunidades y mucha demanda. Esta colectividad logró
constituir una comunidad de familias y amigos con un origen
étnico y cultural común, vinculados a su vez con
miembros de otras colectividades a través de casamientos
inter-étnicos.[32]

En el cuadro 2 observamos, los censos de
1914 y 1947, la población extranjera de origen
portugués y africano. La inmigración caboverdeana
se ubica en la categoría de inmigrantes portugueses, ya
que hasta 1975 Cabo Verde fue provincia de ultramar de
Portugal.

Cuadro 2

Población extranjera de origen
portugués y africano

Fuente: Elaborado en base a Características
Migratorias de la Población en el IV Censo General de la
Nación del año 1947
., pp.11-22,
INDEC.

Al analizar la naturaleza de las relaciones establecidas
con el grupo u otros grupos, Marta Maffia establece dos tipos de
asentamiento: "Aislado", para los caboverdeanos que viven en la
ciudad, rodeados de vecinos no-caboverdeanos y que no mantienen
ningún contacto con su colectividad, rompiendo sus
vínculos de pertenencia, y "Grupal", cuando en
razón de su conciencia de pertenecer a un grupo poco
numeroso se nuclea por su identidad étnica y por su
convivencia en un mismo lugar. Los encontramos en las localidades
portuarias de Dock Sud, La Boca, Ensenada. El "barrio
étnico", como lo define Mónica
McGoldrick[33]les proveía una
protección durante la primera etapa de la
inmigración. En muchos casos de caboverdeanos ese
asentamiento sería el definitivo. Esta forma les
ofrecía un clima sociocultural y emocional de
protección que amortiguaba el impacto de hallarse en una
tierra extraña y entre gente
extraña.[34]

La implantación de los caboverdeanos en Argentina
se puede comparar con la que emigró a los EE.UU., Sydney
Greenfield uno de los principales investigadores en esta
temática, sostiene que fueron a ese país una
cantidad tan numerosa como la del propio archipiélago.
Adoptaron cuatro estrategias de adaptación. Una de ellas
es la que denomina caboverdeana – portuguesa, la segunda
estrategia caboverdeana – negra, la tercera caboverdeana –
africana y una cuarta la caboverdeana –
americana.[35]

Según Greenfield, los caboverdeanos tuvieron que
realizar una elección implícita entre que los
separaría como grupo distinto. En contraste con otros
inmigrantes, la asimilación para los caboverdeanos
significaba integrarse al segmento negro de la sociedad americana
y por lo tanto el estigma y las restricciones asociadas a tal
adscripción. En Estados Unidos el color ha sido el
obstáculo principal que los caboverdeanos han tenido que
vencer (o contra el que tienen que luchar) para establecer una
identidad social. En algunos casos se han constituido en barrios
étnicos donde solo se habla el creole, se come comida
caboverdeana e interactúan solamente con vecinos de su
mismo origen. Tardaron bastante en entender que debían
fundar una asociación que los nucleara y mantuvieron un
aislamiento regional.[36]

Los caboverdeanos en la Argentina comprendieron que el
asociacionismo era fundamental desde el inicio, a diferencia de
Estados Unidos, así como lo hicieron otras colectividades
en este país, teniendo como propósito la ayuda
mutua y el mantenimiento de su identidad de origen.

Capítulo III

La "Unión
Caboverdeana" de Dock Sud: Origen y
antecedentes

Antecedentes: Los africanos en la Argentina en el
siglo XIX

La llegada de los africanos a la Argentina se conforma
en dos momentos fundamentales: el primero en la época de
la esclavitud, con el grupo denominado de los "negros criollos".
El segundo momento se da con la llegada de los inmigrantes
caboverdeanos, que eran llamados los "portugueses".

Desde principios del siglo XVI hasta la abolición
de la esclavitud fueron traídos más de diez
millones de esclavos provenientes de África hacia
América, aunque no se disponga de datos suficientes para
saberlo con más precisión. La presencia africana en
Argentina, a pesar de no alcanzar la proporción que tuvo y
tiene en otras zonas de América, fue más numerosa y
amplia de lo que suele pensarse. Los africanos en el Río
de la Plata puede decirse que compartieron los modos propios de
organización que se dieron en toda América, aunque
con rasgos similares a nuestra zona e
historia.[37]

Los africanos traían consigo una fuerte
tradición comunitaria. La esclavitud quebró su
organización de origen al arrancarlos de su tierra,
separarlos de su etnia y mezclarlos entre sí en un nuevo
suelo subordinados a un dominio político, económico
y a un modelo de vida extraño para ellos. Para sobrevivir
hallaron modos propios de organización. R. Bastide
distinguía dos tipos de comunidades afroamericanas: las
que denominaba "africanas" por persistir en ellas modelos
originarios bajo la presión del medio ambiente que las
obligaba a cambiar para poder adaptarse y ser aceptadas, y las
que llamaba "comunidades negras", que habiendo sufrido una
presión más fuerte que su memoria colectiva
debieron crear nuevas formas de vida social en respuesta a su
aislamiento, régimen de trabajo, nuevas
necesidades.[38]

En un primer momento en Hispanoamérica
existió una organización controlada por la Iglesia,
"la cofradía", hermandad lega religiosa que se
caracterizaba por contribuir a sostener la Iglesia y sus
edificios, cuidar el altar de su santo y dedicarse a un aspecto
particular del culto. En la ciudad de Buenos Aires hubo cuatro
cofradías negras. Con el tiempo coexistieron con una nueva
organización social, "las naciones". La
configuración de éstas se verificó a
través de todo un proceso, sobre la base de las diferentes
etnias africanas, congos, benguelas, mozambiques, lubulos y
otros.[39]

A fines del período colonial "las naciones"
(sociedades negras) eran visibles en la comunidad afroargentina,
con sedes propias lo cual motivó que el Gobierno las
legislara, estableciendo objetivos y modos de funcionamiento y un
control policial que sustituía al que la Iglesia
ejercía en las cofradías. La tendencia a la
subdivisión fue una de las mayores debilidades, individuos
o grupos emplearon pretextos étnicos para cubrir disputas
de naturaleza política o personal, estas diferencias
procedían de la misma África. La última
etapa en el desarrollo de su organización social fue la de
"sociedades de ayuda mutua".[40]

La primera de estas sociedades, la "Sociedad de la
Unión y Socorros Mutuos" constituida en 1855 e integrada
por 134 miembros, marcó una serie de avances con respecto
a las naciones. Su constitución fue redactada por sus
propios miembros, en lugar de la Iglesia o el Gobierno. Como se
dijo una de estas sociedades "La Protectora", estuvo vigente
hasta 1936.[41]

Oscar Chamosa[42]observa que estas tres
etapas de organización corresponden a la relación
que se fue dando entre la población negra de esclavos y
libertos y la sociedad más amplia. A medida que se iba
modernizando la sociedad civil, las posibilidades de ingresar en
la esfera pública eran limitadas a causa de los prejuicios
raciales, sociales y culturales. Dada además la
insignificancia numérica y económica de la
comunidad afroargentina que se terminó disolviendo a
principios del siglo XX.

La llegada de los caboverdeanos y la
fundación de la "Unión"

Los más ancianos aquellos que vinieron en las
primeras décadas del siglo XX suelen recordar los
sacrificios que hicieron con sus familias. Pero esa era la
situación de todos los inmigrantes. La decisión de
fundar una asociación obedeció al propósito
de ayudar a todos los caboverdeanos que sin medios
económicos debían afrontar situaciones
difíciles. Uno de los testimonios alude a la muerte de un
compatriota en Buenos Aires, que sin familia y sin medios no
podía tener una sepultura humanitaria, fue el impulso
inicial que los llevó a
unirse.[43]

La primera organización resultó de la
unión de algunos caboverdeanos con portugueses una
asociación que llamaron "La Esperitana". Era un
pequeño grupo que se integró como colectividad de
ayuda mutua, en un garage en la Boca. Duró poco, ya que
surgieron conflictos entre los asociados sobre quienes
tenían derecho a participar y no existen registros de su
fundación ni de su
disolución.[44]

Existieron algunas organizaciones más
independientes, por su status y actividad, cuyos miembros
más aislados de sus connacionales intentaron crear una
organización cultural, reconstruyendo, en cierta medida,
instituciones con existencia en Cabo Verde. Ese fue el caso de la
"Casa de Cabo Verde", este grupo los que Maffia distingue como
los "aislados", que a pesar de alejarse de sus connacionales
también tuvieron la necesidad, por lo menos al principio,
de nucleares, buscando un signo diferente para ello. Estos
nativos hablan perfectamente castellano y no han enseñado
el creol a sus hijos, el que, en el mejor de los casos
entienden pero no hablan, no consumen diariamente comida
caboverdeana, salvo en algunas ocasiones festivas y sus
descendientes conocen poco o nada el lugar de origen de sus
padres.[45]

En 1927 se creó la "Sociedad Caboverdeana de
Socorros Mutuos de Ensenada", que permitía a miembros de
la colectividad portuguesa asociarse compartiendo
responsabilidades en la misma. Actualmente denominada
"Asociación Caboverdeana Cultural y Deportiva de
Ensenada", incluía al principio caboverdeanos de Dock Sud,
estos últimos disconformes con la identidad portuguesa se
separaron y fundan en 1932 la "Unión Caboverdeana" de
Socorros Mutuos de Dock Sud.[46]

Los caboverdeanos fundadores de esta institución
basaron su cimiento en mantener inalterablemente los principios
de respeto patrios a la tierra de origen, inculcando muy
especialmente, en sus socios, como igualmente en sus hijos y
demás familiares la identidad de su origen: Cabo Verde. Su
iniciativa los llevó a poder tenderles un puente de
cálida acogida para sus compatriotas, creando,
estableciendo y pudiendo desarrollar todo lo concerniente al
concepto de mutualismo y asistencialismo para cualquier
caboverdeano que llegara al país.

Fundada el 13 de agosto de 1932 se denominó
Sociedad de Socorros Mutuos "Unión Caboverdeana", tuvo su
domicilio legal en la calle Pedro de Mendoza 2087, en la Boca del
Riachuelo. Su radio de acción se extendió a todas
las filiales o delegaciones que se establecieran en el futuro
dentro del territorio de la República Argentina, siendo su
duración ilimitada. La institución pasó por
varios domicilios alquilados hasta lograr su propiedad en la
calle Leandro Alem 1649 de Dock Sud, Provincia de Buenos
Aires.

En el Estatuto Social se definía el rol de la
"Unión", los fines sociales y los servicios reconocidos
para sus asociados. Se trataba de fomentar la ayuda
recíproca entre sus miembros, prestar servicios
funerarios, otorgar subsidios, préstamos a través
de la asociación y ofrecer cualquier otro servicio acorde
con los fines de la actividad mutual.

Los recursos económicos de la "Unión" se
obtenía de las cuotas y de los aportes sociales por
contribuciones, producto de festivales, donaciones. Se
reconocían tres categorías de socios: activos,
participantes y honorarios. Como toda asociación
mutualista debió resolver la problemática de
cómo obtener recursos y administrarlos teniendo en cuenta
que estaba integrada por trabajadores de bajos recursos, de bajos
ingresos. Dadas las dificultades con que se tropezaba
debió reorganizarse el sistema de cobranzas, otorgando a
cada cobrador el 10 por ciento de las cobranzas que
efectúe a los efectos de compensar los gastos inherentes a
su misión.[47]. Se creó una
biblioteca caboverdeana, realizando festivales a beneficio de su
fundación. (Véase Anexo I)

En agosto de 1933 de 130 socios inscriptos, 60 eran los
que habían contribuido con sus cuotas de socio, aunque no
en su totalidad. Se resolvió en consecuencia proceder a
una nueva inscripción, dando preferencia en el orden a los
que habían pagado más cuotas a la Sociedad. Se
adoptó el sistema de carnet para socios, se adquirieron
libros nuevos y más adecuados para la secretaría y
un sistema de fichas para la cobranza. Así, en la Memoria
Administrativa y Balance Económico del año 1936, se
consignaban ya alrededor de 250 socios entre mujeres y hombres,
que abonaban su cuota social.

El asociacionismo mutual fue para el inmigrante
caboverdeano un marco solidario que tendía a garantizarle
la protección económica necesaria en casos de
necesidad como el caso de los subsidios por fallecimiento. En
1933 se liquidó una suma de $100,00 m/n, por el
fallecimiento del socio Antonio Delgado de acuerdo a lo
estipulado en los Estatutos entonces vigentes. Citaremos como un
referente los subsidios otorgados a los socios Juan F. Lima,
Leonor de Bettencourt, Juan de Pascual, Manuel Causado, Clemente
Monteiro y los hijos menores de cinco años, hijos de
socios, Matías Alves, Violanta Silva y Vicente Delgado.
Por cada uno de los cinco subsidios, a los socios se pagó
$200,00 m/n, y por cada hijo de socios se abonó $50,00
m/n[48]

Otro caso de subsidio fue el otorgado al socio Miguel
Gómes, en 1939, que perdió su casa destruida "por
un voraz incendio". La Comisión Directiva (CD.)
resolvió abonar de inmediato la suma de $50,00 m/n y
destinar los beneficios del festival a realizarse el día
11 de junio en su totalidad como ayuda a dicho socio y las ventas
de rifas para esa causa.[49]

Finalmente estaban los subsidios por enfermedad,
internación entre los que citaremos el pedido de ayuda de
dos socios, Juan Pedro da Cruz, obrero desocupado, internado por
un accidente de trabajo en el Hospital Fiorito y el de la socia
Antonia Gomes estando también enferma internada en el
Hospital Muñiz y "extremadamente necesitada" A dichos
socios se les anticipó $50,00 m/n a cada uno en forma y
condiciones, y se dio cuenta a la Asamblea Ordinaria del
día 2 de junio de 1935, siendo aprobados por
unanimidad.[50]

Otro tipo de actitud solidaria puede observarse por el
envío a la comisión vecinal de la suma de $10,00
m/n para la Comisaría 6º en representación de
la Asociación.[51] Así como una
cooperación para la Sala de Primeros Auxilios local,
considerando que era una obra de
bien.[52]

Fue visible la necesidad de crear una nueva fuente de
recursos para atender los crecientes gastos. Así fue como
aparecieron los "festivales danzantes", los cuáles se
convirtieron en la principal fuente de "ingreso", de ahí
la constante preocupación en los miembros de la CD. para
atender todos los detalles y necesidades propias de esta
actividad. Esto implicó una importante inversión en
bienes necesarios para el desarrollo de los bailes, tales como
equipos de música, amplificador, mesas, sillas, etc.; como
así también propaganda callejera,
contratación de orquestas, salones, etc., lo que se
realizaba con varios meses de anticipación.

La importancia de esta actividad como generadora de
recursos se ve reflejada en los montos de ingresos y egresos de
los rubros Fiestas y Buffet. Otras fuentes de ingreso fueron las
provenientes de los alquileres de inmuebles societarios y de
donaciones efectuadas por los socios, que de tal modo no tuvieron
un peso significativo en el conjunto de los ingresos. Cerrado el
ejercicio del año 1934 con un saldo líquido de
$1.246.35 m/n., ese importe pasa al haber de 1935 como capital
social.[53] El ejercicio del año de
1935, a su vez, cerró con un saldo
líquido de $ 2.193.93 m/n., aprobado por la Asamblea del
29 de diciembre de ese año.[54] El
ejercicio de 1936 lo hizo con un superávit de $ 2.665.40
m/n.[55] Se creó una Caja Social donde se
depositaba el producto de los festivales, donaciones y
rifas.

Los caboverdeanos que conformaban esta
institución tenían una preocupación, comprar
una propiedad para la Asociación. Desde su
fundación pasaron por tres sedes alquiladas, la
última en la calle Suárez 547 (La Boca), Buenos
Aires. En la Asamblea General de mayo de 1939 todos los presentes
aceptan la averiguación de una propiedad que está
en venta en la calle Leandro Alem, Dock Sud, partido de
Avellaneda.[56] Con la aprobación de la
Asamblea General se efectuó la adquisición de la
propiedad. Las condiciones fueron las siguientes: $3.500.00 m/n.
de contado y una cuota mensual de $180.00 m/n. durante 120 meses,
esto hacía un total de $25.100.00 m/n. Ya el 28 de
septiembre de 1940 la Sociedad de Socorro Mutuo "Unión
Caboverdeana" sesionó en su propia sede de la calle
Leandro Alem 1649 al 1653.[57] Con esto quedaba
cerrada una primera etapa de consolidación institucional.
[58]

Capítulo IV

La
formación de la identidad caboverdeana y la
institucionalidad de la "Unión
Caboverdeana"

Los socios fundadores, por tener en común
actividades laborales y domicilios, ya que el carácter
esencialmente marino de esta colectividad determinó que se
asentaran próximos a los puertos de Dock Sud y Ensenada,
compartieron un tiempo y un espacio fundamentales para la
consolidación de lazos afectivos de solidaridad, para la
construcción, a su vez, de la "Unión
Caboverdeana".

Partes: 1, 2

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