Resumen.
Se aborda el tema de la moral y la
felicidad específicamente en la "Crítica de la
razón pura" de Kant, y se discute la concepción
kantiana de la moral y de la felicidad desde un punto de vista
hedonista.
Abstract. This paper takes up the matter of
moral and happiness principally in the Kant"s book "The Critique
of Pure Reason, and discuses the Kantians
conceptions of moral and happiness from a hedonism point o
view.
Palabras clave: moral, felicidad,
ética, hedonismo.
Key words: moral, happiness, ethics,
hedonism.
1. El mundo moral
kantiano.
1.1. Discusión en torno a la moral
kantiana
La moral de Kant se inscribe en lo que se
ha dado a conocer como formalismo ético,
o ética formal. La ética, así
concebida, busca proponer un criterio de formalidad en las
acciones o actos morales, sostener la autonomía de la
voluntad moral, e introducir el concepto de deber como
garante de las buenas acciones morales. La
formalidad de la ética kantiana, en este sentido,
reposa en la idea de que una acción moral correcta debe
cumplir con un requisito formal, en otras palabras, ser
universalizable.
El concepto de deber es el punto neurálgico de la
moral en Kant. La realización del deber es expresado a
través del imperativo categórico, que es el
imperativo de la moralidad. La ética formal kantiana se
centra en este imperativo categórico al demandar la
acción a partir de máximas morales. Las acciones
morales se realizan por el deber y no por las inclinaciones del
sujeto o agente moral. El rigorismo de esta formalidad
ética llega incluso a sacrificar la felicidad propia en
nombre del deber, pues deber y universalidad de las acciones
morales es lo que caracteriza a este sistema
ético.
El carácter formal de la ética kantiana
prescribe que la acción moral se da si la ley que la
sustenta es formal y no material. Una acción material
quiere decir, desde el punto de vista ético, que la
acción busca la adquisición de un bien determinado.
En la Fundamentación de la Metafísica
de las Costumbres, Kant aclara este punto al decir
que los principios empíricos no sirven nunca como
fundamentos de leyes morales, pues su universalidad—que es
el sustrato de la moralidad y del formalismo de su
ética—, desaparece cuando el fundamento de los
principios —las acciones morales— se derivan de la
naturaleza humana.1
Pero, ¿por qué desaparece la universalidad
cuando el fundamento de los principios se deriva de la naturaleza
humana? Porque su basamento lo constituye el sentimiento, la
inclinación del sujeto en busca de sus propios fines. La
inclinación es la determinación empírica que
lleva al sujeto a la búsqueda de sus deseos corporales, de
ahí que la universalidad desaparece porque el sujeto lo
único que busca es su propia felicidad de manera
egoísta.
El sentimiento representa un problema a la hora de
fundamentar la moral. La especulación moral de Kant se
presenta como una reacción contra el dogmatismo moral por
ser sistemas morales que se han construido sin haberse sometido a
crítica. Aunque los juicios morales se basan en un
sentimiento éste, sin embargo, no es suficiente como
fundamento de la ética, y por tanto, de la virtud, sino
que requiere de principios en los que la moral no repose
sólo en este aspecto. Kant en una pequeña obra
intitulada Observaciones sobre el sentimiento de lo Bello y de lo
Sublime se refiere al modo como se debería dar esta
virtud: "la verdadera virtud únicamente puede ser
injertada en principios y que cuanto más universales son
éstos tanto más nobles y elevadas llega a ser
aquella."2 Para que se dé esta
superioridad del principio ético, los conceptos morales no
deben basarse en el sentimiento ni en la experiencia, sino en la
razón pura.3
Las acciones morales ordinarias implican la referencia a
un objeto determinado, pues el sujeto se inclina hacia la
consecución de ese fin, en el cual están
involucrados sentimientos. Es decir, en la adhesión de la
voluntad al principio moral u objeto por el cual se mueve su
voluntad, se mezclan sentimientos e inclinaciones. Mateo, al
respecto, sostiene lo siguiente:
"A Kant le pareció insuficiente esta manera de
determinación de la voluntad, esta manera de conformarse
la conciencia moral. Desconfió de la eficacia que la
determinación inmediata de la voluntad por los principios
morales podía tener. Era necesario remontarse desde el
nivel de la moral hacia la dimensión de la moralidad. De
allí el carácter formal de la ley moral." (1981,
11).
Sin embargo, no es que el sentimiento constituya la
antípoda de la moralidad, pues ya Kant había dicho
que el mérito del hombre no reside únicamente en la
claridad de su inteligencia, sino, y sobre todo, en el
sentimiento, en la intimidad y profundidad del alma. La
influencia de Rousseau sobre su pensamiento es innegable, a tal
punto que dijo de este: "Rousseau fué (sic) en cierto
sentido el Newton del orden
moral…"4. Y en la
Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres
sostiene que "el sentimiento moral, ese supuesto sentido especial
… está, sin embargo, más cerca de la
moralidad y su dignidad, pues tributa a la virtud el honor de
atribuirle inmediatamente satisfacción y aprecio sin
decirle en su cara, por así decir, que no es su belleza,
sino el provecho, lo que nos vincula a ella" (4:
443).5 De aquí se sigue que el
sentimiento es una parte esencial de la construcción de su
sistema ético, y no como lo ha querido ver algunos
autores, como un elemento puramente negativo.
La moralidad implica el deber, y el valor moral de una
acción depende de que sea hecha por motivo de deber, y no
que sea hecha por alguna inclinación en particular. Es
decir, que una buena acción moral no tiene
que depender de los resultados que produce para el
sujeto.6
La acción moral se hace por deber, porque hay una
ley moral. Esta ley moral es quizá lo que pueda preservar
al ser humano del egoísmo, pues esta ley moral se hace por
deber y no por ninguna inclinación personal del sujeto. La
ética kantiana busca hacer conscientes a los seres humanos
de la posibilidad de hacer buenas acciones por medio de esta ley
moral.
La ética kantiana está de acuerdo con las
categorías que emplea en su teoría del
conocimiento. Si la validez del conocimiento la fundaba Kant en
la estructura a priori del yo, la moralidad por su lado, la
fundará en la razón. En este sentido, la
fórmula de la moralidad es pura, pues se expresa en un
juicio sintético a priori.7
Esto quiere decir que la ley moral es un objeto a priori,
es decir, puro, producto de la
razón.8 Esta moral se compone
de un conjunto de principios que Kant establece como deberes con
el fin de que el ser humano pueda estar seguro que los principios
que sigue su voluntad lo conduzcan a una buena práctica
moral, esto es, a la moralidad. En este sentido es que se dice
que la ley moral es formal, porque está "por encima de
todos los principios morales posibles" (Mateo, 1981,12). La
moralidad, por su lado, sólo requiere del uso
práctico de la razón pura; esto es, el uso
práctico como legislación, y la razón pura
como necesidad y universalidad.9
Esta ley de la razón pura está contenida
en esta afirmación: Obra de tal modo que la máxima
de tu voluntad pueda valer siempre como principio de una
legislación universal.10
1.2. La moral en
la Crítica de la razón pura.
En el establecimiento de este formalismo ético
subyace la crítica a las éticas materiales. Vimos
que la ética kantiana está de acuerdo con las
categorías que emplea en su teoría del
conocimiento, donde la moralidad aparece fundada en la
razón, en forma de un juicio sintético a
priori.
La moralidad es una con la felicidad, al menos en
principio. Así lo hace ver Kant cuando afirma que "el
sistema de la moralidad va indisolublemente ligado al de la
felicidad, pero sólo en la idea de la razón pura."
(A 809, B 837). Kant parte del supuesto de que
"existen realmente leyes morales puras que determinan enteramente
a priori … lo que hay y lo que no hay que hacer…"
(A 807, B 835). La ejecución de esta ley
moral las lleva a cabo un ser libre y racional, que
en la determinación de sus acciones no media el
interés individual, esto es, su felicidad. Las acciones
morales del sujeto, en este sentido, están orientadas por
esta ley moral que se cumple por deber, por un imperativo
categórico y no por la ejecución interesada de un
imperativo hipotético. Aunque siempre pueda existir la
duda de si alguna acción moral humana pueda ser ejecutada
bajo este supuesto, el imperativo categórico está
ahí como aspiración, como ideal de la moralidad. La
rigidez de este imperativo ordena una acción como buena de
forma incondicional, es decir, una acción que no espera
mayor recompensa que la de haber sido realizada por deber y
sólo por deber. Sólo en este tipo de imperativo es
que se da la moralidad.
El mundo moral es aquel que está conforme con
todas las leyes éticas (como la libertad y la moralidad).
Este mundo moral "es concebido como un mundo meramente
inteligible, ya que se prescinde de todas las condiciones (fines)
e incluso de todos los obstáculos que en él
encuentra la moralidad (debilidad o
corrupción de la naturaleza humana). No es, por tanto,
más que una idea, pero una idea práctica, que puede
y debe tener su influencia real sobre el mundo de los sentidos
para hacer de este lo más conforme posible a esa idea." (A
808, B 836). Kant sostiene que "los principios de la razón
pura poseen realidad objetiva en su uso práctico, pero
especialmente en su uso moral", de donde concluye que "la idea de
un mundo moral posee realidad objetiva" (A 808, B836).
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