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Hechos de los Apóstoles




Enviado por Agustin Fabra



    EL
    LIBRO

    El tercer Evangelio, el de Lucas, y el Libro de los
    Hechos eran primitivamente las dos partes de una única
    obra, que narra la historia de los orígenes cristianos. En
    principio era parte del Evangelio de San Lucas, pero ya desde muy
    pronto la segunda parte empezó a conocerse como los
    Hechos de los Apóstoles, según la moda de
    la literatura helenística, que ya había divulgado
    obras como Hechos de Aníbal o Hechos de
    Alejandro
    , entre otras.

    En el canon del Nuevo Testamento está separado
    del Evangelio de Lucas por el Evangelio de San Juan, que
    está intercalado. La relación original del
    Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles viene
    confirmada por sus respectivos prólogos, así como
    por su parentesco literario.

    El prólogo de los hechos de los Apóstoles,
    que como el tercer Evangelio se dirige a un tal Teófilo
    (Lucas 1:1-4 y Hechos 1:1), remite a ese Evangelio
    como a un primer libro, resumiendo su propósito y
    recogiendo los últimos sucesos narrados en el
    Evangelio (Resurre cción y Ascensión de Cristo),
    para empalmar con ellos la continuación del rel ato, ya en
    el principio de los Hechos de los Apóstoles.

    El libro de los Hechos de los Apóstoles es la
    única historia de la Iglesia primitiva, y sin él
    sería imposible tener un cuadro coherente de la edad
    apostólica. Al principio también se conoci ó
    el libro de los Hechos de los Apóstoles como Los
    Hechos
    , como El Evangelio del Espíritu Santo
    o como El Evangelio de la
    Resurrección
    .

    No contiene la historia de todos los apóstoles,
    sino sólo la de Pedro y la de Pablo de Tarso. Juan es
    mencionado sólo tres veces, y todo lo que se cuenta de
    Santiago (Jacob o Jacobo), el hijo de Zebedeo, es su
    ejecución por Herodes (Hechos 12:1). Al principio del
    libro se menciona a los Doce, incluyendo a Matías (quien
    sucedió a Judas Iscariote). También a lo largo del
    libro se menciona a Bernabé de Chipre, a Marcos (el primer
    evangelista), a Santiago, el hermano del Señ or,
    y a Silas entre otros.

    El objetivo del libro de los Hechos de los
    Apóstoles es el de describir la vida de la iglesia
    primitiva y cómo el cristianismo surgió del seno
    judío y se transformó en religión universal,
    a pesar de las dificultades y controversias que fueron
    surgiendo.

    El estilo literario de los Hechos de los
    Apóstoles es elegante y rico en vocabulario. Lucas posee
    un notable dominio de la gramática y de los recursos
    lingüísticos del griego de su tiempo
    (koiné), e incluso del clásico
    (ático). El conjunto de su obra es representativo
    de los primeros esfuerzos realizados para proponer la fe
    cristiana a los niveles más cultos de la sociedad romana.
    La unidad literaria entre el Evangelio de Lucas y los Hechos de
    los Apóstoles no nos permite dudar de que ambos libros
    sean obra de un mismo autor.

    EL
    AUTOR

    La tradición de la Iglesia es unánime al
    reconocer que el autor de los Hechos de los Apóstoles es
    Lucas. Nunca, ni en la antigüedad ni en nuestros
    días, se ha propuesto seriamente otro nombre. Así
    lo admitía ya en el año 175 d.C. el conjunto de las
    iglesias, como lo manifiesta la conformidad existente entre
    el documento romano llamado Canon de Muratori
    (Ludovico Antonio Muratori) y los testimonios de San
    Irineo, Tertuliano, Clemente y Orígenes.

    Según los escritos, el autor parece ser un
    cristiano de la generación apostólica, griego de
    amplia instrucción y versado a fondo tanto en la Biblia
    griega como en los temas judíos. Y lo que sabemos de Lucas
    por las epístolas o cartas paulinas cuadra a la
    perfección con esos datos.

    Pablo presenta a Lucas como un compañero muy
    querido
    que está a su lado durante su cautiverio
    (Colosenses 4:14, Filemón 1:24, 2Timoteo 4:11).
    Según Colosenses 4:10 -14 Lucas es médico, lo cual
    comporta una cierta cultura, a pesar de que Lucas nunca utiliza
    un vocabulario específicamente médico en sus
    escritos bíblicos.

    Lucas, cuyo nombre original latín era
    Lucano y en griego Laukas y que significa
    portador de luz, nació el año 10 d.C. en
    Antioquía de Siria y estaba emparentado con el
    diácono Nicolás, un prosélito de
    Antioquía (Hechos 6:5). Lucas no era judío y por
    ello Pablo lo separa de los circuncisos (Colosenses
    4:14). Se supone que Lucas era uno de los setenta
    discípulos de Jesús. Murió en el año
    94 d.C., mártir, en Beocia (Grecia) a los 84 años
    de edad, colgado de un árbol. Nunca se casó ni tuvo
    hijos. Sus reliquias se encuentran en la basílica de Santa
    Justina en Padua, Italia.

    DATACION Y MARCO
    HISTORICO

    Nada seguro hallamos en la traducción antigua
    para fijar la fecha en que se escribieron los Hechos de los
    Apóstoles, por lo que debemos deducir la fecha en base a
    eventos históricos comprobables. El libro concluye con la
    prisión romana de Pablo entre el 61 y el 63 d.C. y, en
    todo caso, su composición debe ser posterior al tercer
    Evangelio, lo cual nos dice que fue entre los años 61 y 62
    d.C.

    Esta tesis es defendida por autores como B. Reicke y
    César Vidal, quienes se basaron en los siguientes
    datos:

    · El libro finaliza abruptamente con
    el comienzo de la cautividad de Pablo en Roma en el año 61
    d.C.

    · Aunque relata el martirio del
    diácono Esteban y de Santiago el Zebedeo, no menciona el
    de Santiago, el hermano de Jesús, que tuvo
    lugar en el año 62 d.C.

    · No menciona la muerte de Pedro en
    las persecuciones de Nerón en los años 62 al 64
    d.C.

    · Tampoco relata la muerte del
    personaje más prominente del libro, Pablo de Tarso,
    también mártir, en el año 63 d.C.

    · No se menciona, ni directa ni
    indirectamente, la destrucción del Templo de
    Jerusalén en el año 70 d.C., que
    habría servido para reforzar aún más la
    imagen profética de Jesús.

    Como lugares de composición se opta
    unánimemente por haberla iniciado en la ciudad de Roma,
    finalizándola en Antioquía de Siria, lugar de donde
    era originario Lucas.

    LAS FUENTES DEL
    LIBRO

    El autor de los Hechos declara haber investigado
    diligentemente todo desde los orígenes
    ,
    sumándose a los que ya habían intentado narrar
    ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros

    ( Lucas 1:1-4). Tales expresiones hacen suponer, por
    un lado, que ha buscado informaciones precisas y, por el
    otro, que ha aprovechado relatos ya existentes. El examen
    del libro confirma esta impresión.

    En el libro se pueden distinguir sin dificultad algunas
    corrientes principales en las tradiciones recogidas por Lucas.
    Los doce primeros capítulos del libro de los Hechos
    refieren l a vida de la primera comunidad reunida en torno a
    Pedro después de la Ascensión (Hechos 1 al 5), y
    los comienzos de su expansión a raíz de las
    iniciativas misioneras de Felipe (Hechos 8:4 -40) y del mismo
    Pedro (Hechos 9:32 y 11:18).

    Para la segunda parte de los hechos el autor
    habría utilizado relatos de la conversión de Pablo,
    de sus viajes misioneros, y de su viaje por mar a Roma como
    prisionero. En todo caso Lucas parece haber tenido a mano cartas
    paulinas, y podía haber pedido datos al mismo Pablo, a q
    uien no sólo conocía, sino que habían sido
    compañeros de viaje. Otras personas, quizás Silas y
    Timoteo, podrían haberle suministrado informaciones
    circunstanciadas sobre un determinado episodio. En cuatro
    ocasiones durante su relato (Hechos 16:10-17, 20:5, 21:18 y
    27:1-6), Lucas emplea la primera persona del plural
    ("nosotros").

    Una vez reunido este material, Lucas lo organizó
    hábilmente en unidad literaria, distribuyendo de la mejor
    manera los diversos elementos y uniéndolos unos con otros
    por medio de estribillos redaccionales (Hechos 6:7, 9:31, 12:24,
    etc.).

    El valor histórico de los Hechos de los
    Apóstoles no es uniforme. De un lado, las fuentes de las
    que Lucas disponía no eran homogéneas. De otro, en
    el manejo de estas fuentes se movía con bastante libertad
    según el espíritu de la historiografía
    antigua , subordinando los datos históricos a su plan
    literario y, sobre todo, a sus intereses teológicos. Los
    relatos de los viajes de Pablo reflejan con mayor o menor
    extensión y exactitud el mundo del Mediterráneo
    oriental en el primer siglo: administración romana,
    ciudades griegas, cultos, rutas, geografía política
    y topografía local.

    El discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia
    (Hechos 13:16 -41), no deja de tener analogías con los de
    Pedro en Jerusalén (Hechos 2:14-36, 3:12-26, 4:8-12 y
    5:29-32), el de Esteban (Hechos 7:1-53) y también el de
    Pedro en Cesárea (Hechos 10:34-43). Es, pues, razonable
    suponer que Lucas no había recibido estos discursos tal
    como los reprodujo, sino que los compuso utilizando algunos temas
    esenciales de la predicación primitiva, apoyados con
    argumentos que se habían hecho tradicionales: florilegios
    de textos escriturísticos para los judíos,
    reflexiones de filosofía común para los griegos, y
    para todos el anuncio esencial, el Kerygma de Cristo
    muerto y resucitado, con el llamamiento a la conversión y
    al bautismo.

    Lucas habría conocido, primero por
    tradición y luego por experiencia, estos esquemas de la
    primera predicación cristiana, y eso es lo que le
    permitió impregnar estos discursos de una enseñanza
    de valor auténtico e importancia capital. El subraya el
    carácter puramente religioso del conflicto que enfrenta a
    los judíos con Pablo y la indiferencia de las autoridades
    romanas ante tal conflicto. El libro de los Hechos de los
    Apóstoles es algo muy distinto a un memorial para
    presentarlo ante el Tribunal de Roma. Lo que persigue es nada
    menos que referir, por sí mismo, la historia de los
    orígenes cristianos.

    CONCLUSION

    Más que una historia materialmente completa, lo
    que Lucas ha querido darnos es una exposición de la fuerza
    de expansión espiritual del cristianismo. Y la
    enseñanza teológ ica que ha sabido deducir de los
    hechos de que disponía posee un valor universal e
    insustituible, que constituye el valor auténtico de su
    obra. Es esto lo que da a esta obra ese aroma de alegría
    espiritual, de maravilla sobrenatural, de la que sólo
    podrán extrañarse los que no comprenden ese
    fenómeno único en el mundo que fue el naci miento
    del cristianismo. Si a todas estas riquezas teológicas
    añadimos la preciosa aportación de tantos detalles
    concretos que de otro modo no habríamos conocido, se
    convendrá e n que este libro, único en su
    género en el Nuevo Testamento, representa un tesoro cuya
    falta hubiera empobrecido notablemente nuestro conocimiento de
    los orígenes del cristianismo.

    CAPITULO I

    Prólogo

    El primer capítulo cumple con la función
    de introducción a la obra, explicándole a su amigo
    Teófilo que el primer libro, lo que nosotros conocemos
    como el Evangelio de Lucas, lo dedicó a explicar el
    ministerio de Cristo, desde el nacimiento de Juan el Bautista
    hasta las Ascensión de Jesús (1:1 -2).

    Posteriormente Lucas cuenta que Jesús se
    apareció a los apóstoles, quedándose con
    ellos durante cuarenta días e instruyéndoles acerca
    del reino de Dios (1:3), prometiéndoles el bautismo en el
    Espíritu Santo una vez que El hubiera subido al Padre, lo
    cual ocurrió en la festividad de Pentecostés
    (1:4-5).

    La
    Ascensión

    Los apóstoles preguntaron a Jesús acerca
    del restablecimiento del Reino de Israel, ya que ellos aún
    pensaban en una restauración temporal de la realeza de
    David. Pero El les explica que no será un reino terrenal,
    sino celestial. Y que una vez reciban el bautismo en el
    Espíritu Santo , serán enviados hasta los confines
    del mundo para que sean los testigos de su resurrección y
    de su obra , y darán a conocer a todos el Reino de Dios. Y
    ese mensaje será válido desde su Ascensión
    hasta la Parusía; el regreso de Cristo (1:6-8).
    Esta será la temática fundamental que Lucas
    desarrollará a lo largo de los Hechos de los
    Apóstoles.

    El grupo de los
    apóstoles y sustitución de Judas

    Entonces es cuando los discípulos se preparan en
    oración para ese gran momento (1:12 -14) y reconstruyen el
    grupo de los Doce, con la elección de Matías en
    lugar de Judas, quien se había suicidado echándose
    de cabeza a un barranco después de su traición, en
    un lugar de muy mala fama conocido como
    Haqueldamá o Campo de sangre.

    La finalidad principal de este capítulo es la
    explicación teológica de la traici ón de uno
    de los Doce, así como ofrecer la teología de los
    apóstoles: ser testigos cualificados de Jesús, de
    su ministerio y resurrección. Los Doce son conscientes de
    que ellos son el verdadero pueblo de Dios; el nuevo
    Israel.

    Ya todo está preparado para la venida del
    Espíritu Santo para dar así inicio al camino de la
    Iglesia.

    CAPITULO II

    Pentecostés

    Lucas presenta el inicio de la Iglesia en
    Jerusalén con los acontecimientos de Pentecostés,
    el discurso a la gente que estaba allí presente y el
    testimonio que dio esa primera comunidad cristiana.

    El día de Pentecostés (2:1) vino una vez
    concluido el período de cincuenta días
    después de Pascua. La festividad de Pentecostés
    antiguamente era la fiesta de la siega o de los
    Ácimos y posteriormente se convirtió en la
    fiesta de la renovación de la Alianza. Este nuevo
    valor litúrgico pudo inspirar la escenificación de
    Lucas, que evoca la entrega de la Ley en el
    Sinaí.

    Estando aquel día reunidos los discípulos
    de Jesús, recibieron la efusión del Espíritu
    Santo que les había sido prometida por Cristo. Sintieron
    una impetuosa ráfaga de viento, señal de la llegada
    del Espíritu Santo, y entonces se les aparecieron unas
    lenguas como de fuego sobre cada uno de ellos (2:2 -3),
    recibiendo con ello el don de lenguas (2:4). Lucas expresa
    aquí una afinidad entre el Espíritu Santo y el
    viento, ya que la misma palabra significa tanto
    espíritu como soplo.

    Discurso de
    Pedro

    Había allí numerosas personas venidas de
    muchas partes que , cuando se dieron cuenta de aquello, quedaron
    asombradas ya que cada uno oía hablar a los
    discípulos en sus propias lenguas (2:5 -12). Pero muchas
    de las personas ahí presentes que habían acudido
    por curiosida d al ver lo que estaba ocurriendo, se reían
    pensando que los discípulos se habían emborrachado
    con vino (2:13). Cuando Pedro se dio cuenta de que algunos se
    estaban riendo de ellos, les aclaró que no estaban
    borrachos, ya que solamente eran las 9 de la mañana, sino
    que se estaban confirmando las palabras del profeta Joel
    (2:14-21).

    Seguidamente Pedro, lleno ya del Espíritu Santo,
    les habla de la muerte y de la resurrección de Cristo y de
    su mensaje de salvación. Con esta enseñanza
    apostólica de Pedro comienza el testimonio de la Iglesia
    en Jerusalén (2:22-41) y el nacimiento de la primera
    comunidad cristiana, donde todos aportaban sus dones y bienes en
    comunidad, repartiendo según la necesidad de cada uno
    (2:42-47).

    Citas:

    a) Éxodo 23:14-15 "Tres veces al
    año me celebrarás fiesta. Guardarás la
    fiesta de los Ácimos"
    . b) 2 Crónicas 15:12
    "Y se obligaron con un pacto a buscar a Yahvé, el Dios
    de sus padres, con
    todo su corazón y
    con toda su alma
    ".

    c) Joel 3:1-2 "Después de esto
    yo derramaré mi espíritu sobre todo mortal y
    profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros
    ancianos tendrán sueños, vuestros jóvenes
    verán vision es. Y hasta mis siervos y siervas
    derramaré mi espíritu en aquellos
    días
    ".

    CAPITULO III

    Curación
    de un tullido

    Pedro y Juan, como fieles judíos, acudían
    todos los días a la oración en el Templo (3:1). La
    hora mencionada, la nona, es la segunda de las tres horas
    oficiales para la oración en el Templo, hacia las tres de
    la tarde aproximadamente.

    El tullido al que se alude en el versículo 2 no
    fue traído expresamente para pedir limosna en aquel
    momento, sino que formaba parte del grupo de mendigos que
    pedían limosna en común en el exterior del Templo,
    ya que dar limosna era considerado como un acto religioso . Sin
    embargo Pedro no tiene nada de valor que pueda constituir un
    óbolo interesante para el mendigo (3:6). A pesar de no
    tener posesiones materiales que darle, el apóstol tiene
    algo mucho más valioso que ofrecer al mendigo: la
    curación en el nombre de Jesucristo. Y el
    paralítico es colocado bajo la eficacia salvífica
    de Jesús por medio de la fe del apóstol. Pedro toma
    de la mano al minusválido, éste se pone de pie y
    echa a andar (3:7).

    El tullido, cuando comprueba el poder salvífico
    de Jesucristo, comienza a alabar a Dios (3:8) y es entonces
    cuando la multitud se da cuenta de que la alabanza está
    siendo efectuada en el interior del Templo por el mismo impedido
    que pedía limosna en su puerta (3:9). La conclusión
    de Lucas es la de hacer resaltar el carácter universal y
    sin distinciones que viene de Dios: "quedaron estupefactos y
    desconcertados ante lo que había sucedido"
    (3:10).

    Discurso de Pedro
    al pueblo

    La gente, ante el hecho espectacular de la
    curación del paralítico, se congrega ante los
    apóstoles y ello le sirve a Pedro para proclamar su
    discurso (3:11). Aquí Pedro intenta aclarar un mal
    entendido sobre estos hechos provocados por la efusión del
    Espíritu: no había sido obra personal de ninguno de
    ellos ni de ningún poder humano, sino por el poder sal
    vífico de Jesús.

    La idea del discurso de Pedro en Pentecostés y
    este discurso es la misma: la culpabilidad de los judíos
    por haber rechazado a Jesús y el mantenimiento de la
    promesa de salvación a los judíos, previo
    arrepentimiento y conversión. Si comparamos los dos
    discursos notaremos que en éste la conversión ocupa
    un mayor espacio, mientras que en el discurso de
    Pentecostés el narrador se muestra más preocupado
    por la afirmación del kerigma
    cristológico. Ambos discursos expresan las preocupaciones
    teológicas de la naciente Iglesia de los
    cristianos.

    En el versículo 16 Lucas narra por fin a
    quién se debe la curación del paralítico,
    donde nos encont ramos con una cuestión teológica
    importante: cuál es la relación entre el nombre de
    Jesús, la fe de los apóstoles y la del
    paralítico. De un lado hay que sal vaguardar que la fe,
    tanto la de los apóstoles como la del tullido, no es obra
    humana, sino una condición implantada por Dios como
    consecuencia de su promesa de salvación
    universal.

    En el versículo 17 nos encontramos con un cambio
    en el tema del discurso de Pedro. De las anteriores acusaciones
    al pueblo judío se pasa a un tono conciliador y, de alguna
    manera, se justifica o resta importancia al pecado de Israel:
    "lo hicisteis por ignorancia" (3:17). Y Pedro invoca al
    pueblo de Israel a una llamada a la conversión (3:19); una
    llamada al abandono de una vida depravada y a la
    aceptación de la oferta salvífica de
    Dios.

    El Dios de Israel, a pesar de la acción culpable
    de su pueblo elegido, le ofr ece la oportunidad de una nueva
    conversión, la última oportunidad antes del juicio
    definitivo de Dios. Si se convierte serán tiempos de
    salvación y de consuelo (3:20). Pero el que no acepte el
    anuncio de Jesús no pertenecerá al verdadero Israel
    (3:23).

    El final de este tercer capítulo es una llamada
    directa a la conversión (3:25-26). Cristo dará a
    todas las etnias la bendición que procede del Padre,
    siendo la primera de ellas la confirmación de la promesa a
    Israel. Pero Israel debe rectificar y escuchar esta llamada que
    por boca de los apóstoles se le ofrece, abandonando su
    vida anterior.

    CAPITULO IV

    Pedro y Juan ante
    el Sanedrín

    El enfrentamiento con la autoridad judía se
    produce hacia el final del discurso de Pedro en el Templo (4:1).
    Las autoridades judías junto con el Segán,
    comisario del Templo, y miembros del partido saduceo
    pertenecientes a la nobleza sacerdotal, interrumpen de forma
    abrupta el discurso de Pedro. El concepto de la
    resurrección de Jesús y la actuación de Dios
    en el propio Jesús suponía algo totalmente
    inaceptable desde su visión religiosa (4:2).

    Lucas nos cuenta cómo son detenidos los
    apóstoles por parte de la autoridad religiosa (4:3). Como
    era por la tarde y los detenidos sólo podían ser
    interrogados por la mañana, se les encarceló esa
    noche. Pero las autoridades judías no pueden evitar que un
    importante número de oyentes se convierta
    (4:4).

    A la mañana siguiente se reúne el Consejo
    para interrogar a los apóstoles. Recordemos que en tiempos
    de la dominación romana el poder religioso estaba en sus
    manos, además del régimen interno sobre la
    provincia de Judea. Se especifica cómo el Sanedrín
    estaba formado por tres grupos: los jefes del pueblo, los
    ancianos y los doctores de la ley (4:5). Igualmente menciona al
    Sumo Sacerdote y a miembros de las familias de Sumos Sacerdotes,
    aunque es de destacar el error de nombrar a Aná s como
    Sumo Sacerdote ya que quien realmente ocupaba entonces el cargo
    era Caifás (4:6).

    El interrogatorio empieza con la siguiente pregunta:
    "¿En nombre de quién habéis hecho
    esto?"
    (4:7). Lo más lógico sería que
    el Consejo hubiera iniciado el interrogatorio
    preguntándoles por su predicación sobre la
    resurrección, en lugar de ir directamente al punto de la
    curación del tullido. Sin embargo esta pregunta le da la
    oportunidad a Pedro, lleno del Espí ritu (4:8), para
    hablar sobre el poder del nombre del Señor. Y reitera que
    el autor de la curación del enfermo es Jesucristo, no
    ellos (4:9 -10). Al mismo tiempo Pedro les achaca la
    acción dolosa de los judíos contra Jesús al
    no reconocerlo, citando para ello el Salmo 128 (4:11). Y finaliza
    el discurso reiterando que Jesús ha sido constituido por
    Dios en el fundamento de nuestra salvación
    (4:12).

    No parece normal la reacción del Consejo, ya que
    lo primero en que se repara es: "Estaban sorprendidos…
    vien do la seguridad de Pedro y de Juan
    ". A
    continuación les preguntan si eran secua ces de
    Jesús, pero a pesar de ello no les condenan al no tener
    réplica al hecho fáctico de que el nombre de
    Jesús y su salvación anunciada por los
    apóstoles, ha sanado al ex paralí tico (4:13-14). Y
    les ordenan salir fuera del Sanedrín con el fin de
    deliberar entre ellos (4:15).

    Los jueces no se cuestionan las posiciones religiosas de
    Pedro ya que sólo les interesa solucionar el problema al
    que se enfrenta el Consejo, de manera que éste salga del
    trance de la manera más airosa posible, ya que el hecho
    taumatúrgico parece innegable (4:16). Al final el Consejo
    no les condena, sólo les amenaza y les prohíbe
    mencionar el nombre de Jesús en público
    (4:17).

    Los apóstoles son llamados a presencia del
    Consejo para amonestarles, pero ellos responden de m anera
    intimidatoria diciendo que seguirán divulgando lo que
    habían visto y oído, y con ello refrendan la
    misión encomendada por Jesús (4:18-20). El Consejo
    los suelta con nuevas amenazas, ya que no encuentra nada punible
    en su actitud y les preocupa la reacción del pueblo
    (4:21-22).

    Inmediatamente después de su liberación
    los apóstoles se reúnen con su comunidad para
    contarles lo sucedido, ya que el hecho es muy relevante y afecta
    a toda la comunidad. La amenaza que se cierne sobre todos ellos
    por parte de las autoridades judías es superada mediante
    una oración comunitaria.

    Oración de
    los apóstoles en la persecución

    Concluye el relato con una prueba evidente de que la
    oración comunitaria ha sido escuchada por Dios, ya que
    retembló el lugar. Además de esto, la fuerza del
    Espíritu pedida en la plegaria llenó a todos en la
    habitación (4:23-31). En el momento más necesario
    el Espíritu viene a ellos, reafirmando de alguna manera la
    efusión del Espíritu producida en
    Pentecostés y confirmando que los apóstoles
    están cumpliendo con el mandato de
    Jesús.

    La primera
    comunidad cristiana

    La vida interna de la comunidad, a pesar de las amenazas
    de las autoridades judías, transcurre en armonía
    (4:32) hasta el extremo que esa unión en el seno de la
    comunidad les hizo traspasar la frontera de los bienes privados y
    los muros que la propiedad de éstos levantaba entre las
    personas: "todo lo tenían en común"
    (4:33). Lucas explica que la comunidad de bienes y su
    distribución se efectuaba poniendo todo a los pies de los
    apóstoles, y luego éstos lo distribuían
    según las necesidades de cada uno (4:34-35).

    Generosidad de
    Bernabé

    Lo anteriormente descrito sobre la comunidad de bienes
    de la Iglesia primitiva es ejemplarizado por Lucas al mencionar
    el ejemplo de Bernabé, un levita nacido en Chipre y que
    residía por períodos de tiempo en Jerusalén
    y quien poseía en esa ciudad un campo. Bernabé lo
    vendió y entregó a los apósto les el dinero
    recibido por la venta del campo para que ellos lo administraran
    (4:36 -37).

    CAPITULO V

    Fraude de
    Ananías y Safira

    El relato del inicio del capítulo 5 describe
    cómo un matrimonio, queriendo emular la acción de
    Bernabé en el capítulo 4, vende una propiedad. Pero
    en vez de actuar con limpieza de corazón, se quedan con
    una parte del dinero obtenido por la venta del terreno, llevando
    el resto a los apóstoles, como si fuese la totalidad de la
    recaudación (5:1-2).

    Pedro, de acuerdo al don carismático recibido del
    Espíritu Santo, descubre el engaño perpetrado por
    Ananías y su esposa Safira, echándoles en cara
    públicamente esa ladina actuación hacia la
    comunidad cristiana y hacia Dios, y le dice a Ananías:
    "No has mentido a los hombres, sino a Dios" (5:3-4). En
    consonancia con la actuación de Pedro, Dios mismo ejecuta
    la sentencia y Ananías muere de manera fulminante.
    Inmediatamente se hace un silencio sobrecogedor entre los que
    presencian este hecho (5:5) y unos jóvenes,
    prácticamente preparados para la ocasión, lo
    amortajan e inmediatamente lo llevan a enterrar en total silencio
    (5:6).

    Cuando Safira, la esposa de Ananías, entra en el
    local donde está reunida la comunidad, ignorante
    aún de lo sucedido, es inquirida por Pedro sobre la venta
    de la finca. Esta parte del texto adquiere un tono de tribunal en
    que la pena ya está dictada antes incluso de escuchar al
    reo. Pedro, en su pregunta, sólo trata de
    establecer la complicidad de la mujer, siendo ésta
    merecedora de la misma pena con que fue castigado el marido
    (5:7-9). Pedro señala a Safira su intento de
    engañar al Espíritu Santo e inmediatamente la
    esposa fallece al instante (5:10). La comunidad entera queda
    sobrecogida por la actuación del Espíritu y capta
    de inmediato el mensaje: no poner jamás a prueba al
    Espíritu Santo (5:11).

    En esta narración, tanto el rigorismo del relato
    como la falta de oportunidad de conversión y la rotundidad
    fulminante de la actuación divina, no parecen estar en
    demasiada consonancia con la doctrina de Jesús y con la
    propia misión de la Iglesia. A ambos no se les concede
    ninguna posibilidad de arrepentimiento y de reconciliación
    y mueren instantáneamente.

    El poder de los
    Apóstoles

    Seguidamente Lucas nos ofrece un resumen de la vida de
    la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén, alrededor
    de la actividad taumatúrgica de los Apóstoles y el
    temor que esto prod ucía entre los no creyentes,
    "aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio"
    (5:12-13).

    De alguna manera Lucas prepara el escenario para la
    segunda comparecencia de los apóstoles ante el Consejo o
    Sanedrín. Pero a diferencia de la primera comparecencia,
    los apóstoles son ahora vistos con gran respeto por los
    habitantes de Jerusalén, aún y todo de los que no
    pertenecían a la comunidad cristiana. Lucas señala
    la continuidad de los prodigios y curaciones obradas por
    mediación de los apóstoles (5:12-16). El temor de
    los judíos no conversos es manifiesto: "no se
    atrevían a juntárseles" (5:13). Pero ese temor no
    coincide con el éxito clamoroso de conversiones en
    Jerusalén (5:14) , por lo que hemos de traducir esto como
    un temor que no impedía que el pueblo se
    convirtiese.

    En el versículo 15 vuelve el hilo de la
    narración que había quedado interrumpida en el
    versículo 13. Ahora Pedro aparece como foco central del
    relato. Pedro no cura mediante procedimientos especiales; basta
    "siquiera con su sombra" para que el poder del nombre de
    Dios obre por su medio (5:15).

    Al finalizar esta parte se narra cómo el eco de
    estos prodigios traspasa las fronteras de Jerusalén, de
    donde llegaban personas de pueblos vecinos en busca de
    sanación (5:16).

    Prendimiento y
    liberación

    En el relato que viene a continuación acerca del
    prendimiento de los apóstoles y de su posterior milagrosa
    liberación después de la defensa que de ellos hizo
    Gamaliel (5:17 -42), da la impresión de que Lucas pudo
    haber encontrado elementos duplicados en la traducción, y
    que los hubiera colocado uno detrás de otro. Además
    la historia del propio hecho no parece clara: la
    flagelación era una pena que se imponía a un
    condenado que desconocía la ley que había violado,
    pero éste no parece ser el caso de Pedro.

    Intervención de
    Gamaliel

    Lucas pretende dar una introducción, un e
    scenario concreto que sirva como marco al discurso de Gamaliel
    (5:35). En este discurso aparecen determinados elementos
    argumentativos que sirven para llegar a su conclusión
    (5:38-39): no ponerse nerviosos; que el tiempo les juzgue y
    así se evitarán mayores consecuencias.

    Gamaliel se refiere a dos ejemplos para justificar su
    argumentación, Teudas y Judas el Galileo , que tienen
    determinadas conexiones con la esperanza mesiánica de
    Israel. Pero Lucas, en su narración, coloca a la inversa
    la aparición de Teudas y Judas; su cronología es
    manifiestamente falsa. Teudas hizo su aparición diez
    años antes que Judas (año 44 d.C.) Todo esto
    confirma que Lucas no dependía de fuentes
    históricas seguras, según lo asevera Josefo,
    historiador judío (38 -101 d.C.).

    Gamaliel, como conclusión de los dos ejemplos
    expuestos (5:38), exhorta al Sanedrín y a los habitantes
    de Jerusalén a no poner obstáculos a la
    actuación de Dios. Si lo que cuentan los apóstoles
    sobre Jesús e s falso, Dios les castigará. En caso
    de que esto sea obra de Dios, ¿para qué meterse en
    camisa de once varas y terminar ofendiendo a Dios?

    Gamaliel utiliza un principio inscrito en la Mishna o
    compilación de leyes judías. Por lo tanto el rabino
    argumenta jurídicamente en consonancia con la ley y las
    tradiciones judías: "toda asociación en nombre
    de Dios acabará por mantenerse"
    (5:39).

    Como no podía ser menos, la argumentación
    de Gamaliel es aceptada por el Consejo (5:40). Pero éste
    se coloca con su actuación en una situación
    incómoda: estas medidas son demasiado blandas y parecen
    llevar implícitas una transigencia y cierta
    aceptación de los hechos. Finalmente los apóstoles
    salen del trance más afirmados en su misión. La
    conclusión es una reiteración de la
    propagación del Evangelio (5:42).

    La
    institución de los Siete

    La narración introduce un cambio importante
    dentro de la primitiva iglesia cristiana: por primera vez
    aparecen mencionados los helenistas, o sea, aquellas
    personas que habían adoptado la cultura helénica o
    griega, a pesar de ser judíos. Ello supone la expa
    nsión de la Iglesia más allá de
    Jerusalén, al mencionarnos Lucas la existencia de una
    comunidad compuesta por judeocristianos de cultura
    helenística (6:1).

    El texto empieza planteando una cuestión
    práctica sobre la distribución de alimentos en la
    comunida d, ya que se trataba de una comunidad de bienes. Los
    helenistas están desconcertados por el reparto efectuado
    por los hebreos ya que, según ellos, en el suministro
    diario descuidaban a las viudas (6:1). Parece ser que las viudas
    de los judíos de la diáspora, al no contar con
    parientes en la ciudad, se encontraban en una situación de
    extrema necesidad. Parecía que la comunidad de bienes no
    estaba suficientemente organizada para solucionar este problema
    y, por ello, los Doce reúnen a su comunidad y la asamblea
    designa a los encargados de ese menester: Esteban, Felipe,
    Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y
    Nicolás (6:5-6).

    Una vez elegidos los Siete bajo las condiciones
    expuestas por los Doce, los mismos proceden a la
    institución del servicio mediante la imposición de
    manos. Esta es una co stumbre judía que ya aparece en la
    sucesión de Moisés. Con este gesto se confiere al
    encargado el don y la sabiduría necesaria para el
    desempeño de su nueva responsabilidad. En el
    versículo 4 vemos que después de ello los
    apóstoles reiteran su principal ocupación al
    servicio de la Palabra y de la oración (6:4).

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