EL
LIBRO
El tercer Evangelio, el de Lucas, y el Libro de los
Hechos eran primitivamente las dos partes de una única
obra, que narra la historia de los orígenes cristianos. En
principio era parte del Evangelio de San Lucas, pero ya desde muy
pronto la segunda parte empezó a conocerse como los
Hechos de los Apóstoles, según la moda de
la literatura helenística, que ya había divulgado
obras como Hechos de Aníbal o Hechos de
Alejandro, entre otras.
En el canon del Nuevo Testamento está separado
del Evangelio de Lucas por el Evangelio de San Juan, que
está intercalado. La relación original del
Evangelio de Lucas y de los Hechos de los Apóstoles viene
confirmada por sus respectivos prólogos, así como
por su parentesco literario.
El prólogo de los hechos de los Apóstoles,
que como el tercer Evangelio se dirige a un tal Teófilo
(Lucas 1:1-4 y Hechos 1:1), remite a ese Evangelio
como a un primer libro, resumiendo su propósito y
recogiendo los últimos sucesos narrados en el
Evangelio (Resurre cción y Ascensión de Cristo),
para empalmar con ellos la continuación del rel ato, ya en
el principio de los Hechos de los Apóstoles.
El libro de los Hechos de los Apóstoles es la
única historia de la Iglesia primitiva, y sin él
sería imposible tener un cuadro coherente de la edad
apostólica. Al principio también se conoci ó
el libro de los Hechos de los Apóstoles como Los
Hechos, como El Evangelio del Espíritu Santo
o como El Evangelio de la
Resurrección.
No contiene la historia de todos los apóstoles,
sino sólo la de Pedro y la de Pablo de Tarso. Juan es
mencionado sólo tres veces, y todo lo que se cuenta de
Santiago (Jacob o Jacobo), el hijo de Zebedeo, es su
ejecución por Herodes (Hechos 12:1). Al principio del
libro se menciona a los Doce, incluyendo a Matías (quien
sucedió a Judas Iscariote). También a lo largo del
libro se menciona a Bernabé de Chipre, a Marcos (el primer
evangelista), a Santiago, el hermano del Señ or,
y a Silas entre otros.
El objetivo del libro de los Hechos de los
Apóstoles es el de describir la vida de la iglesia
primitiva y cómo el cristianismo surgió del seno
judío y se transformó en religión universal,
a pesar de las dificultades y controversias que fueron
surgiendo.
El estilo literario de los Hechos de los
Apóstoles es elegante y rico en vocabulario. Lucas posee
un notable dominio de la gramática y de los recursos
lingüísticos del griego de su tiempo
(koiné), e incluso del clásico
(ático). El conjunto de su obra es representativo
de los primeros esfuerzos realizados para proponer la fe
cristiana a los niveles más cultos de la sociedad romana.
La unidad literaria entre el Evangelio de Lucas y los Hechos de
los Apóstoles no nos permite dudar de que ambos libros
sean obra de un mismo autor.
EL
AUTOR
La tradición de la Iglesia es unánime al
reconocer que el autor de los Hechos de los Apóstoles es
Lucas. Nunca, ni en la antigüedad ni en nuestros
días, se ha propuesto seriamente otro nombre. Así
lo admitía ya en el año 175 d.C. el conjunto de las
iglesias, como lo manifiesta la conformidad existente entre
el documento romano llamado Canon de Muratori
(Ludovico Antonio Muratori) y los testimonios de San
Irineo, Tertuliano, Clemente y Orígenes.
Según los escritos, el autor parece ser un
cristiano de la generación apostólica, griego de
amplia instrucción y versado a fondo tanto en la Biblia
griega como en los temas judíos. Y lo que sabemos de Lucas
por las epístolas o cartas paulinas cuadra a la
perfección con esos datos.
Pablo presenta a Lucas como un compañero muy
querido que está a su lado durante su cautiverio
(Colosenses 4:14, Filemón 1:24, 2Timoteo 4:11).
Según Colosenses 4:10 -14 Lucas es médico, lo cual
comporta una cierta cultura, a pesar de que Lucas nunca utiliza
un vocabulario específicamente médico en sus
escritos bíblicos.
Lucas, cuyo nombre original latín era
Lucano y en griego Laukas y que significa
portador de luz, nació el año 10 d.C. en
Antioquía de Siria y estaba emparentado con el
diácono Nicolás, un prosélito de
Antioquía (Hechos 6:5). Lucas no era judío y por
ello Pablo lo separa de los circuncisos (Colosenses
4:14). Se supone que Lucas era uno de los setenta
discípulos de Jesús. Murió en el año
94 d.C., mártir, en Beocia (Grecia) a los 84 años
de edad, colgado de un árbol. Nunca se casó ni tuvo
hijos. Sus reliquias se encuentran en la basílica de Santa
Justina en Padua, Italia.
DATACION Y MARCO
HISTORICO
Nada seguro hallamos en la traducción antigua
para fijar la fecha en que se escribieron los Hechos de los
Apóstoles, por lo que debemos deducir la fecha en base a
eventos históricos comprobables. El libro concluye con la
prisión romana de Pablo entre el 61 y el 63 d.C. y, en
todo caso, su composición debe ser posterior al tercer
Evangelio, lo cual nos dice que fue entre los años 61 y 62
d.C.
Esta tesis es defendida por autores como B. Reicke y
César Vidal, quienes se basaron en los siguientes
datos:
· El libro finaliza abruptamente con
el comienzo de la cautividad de Pablo en Roma en el año 61
d.C.
· Aunque relata el martirio del
diácono Esteban y de Santiago el Zebedeo, no menciona el
de Santiago, el hermano de Jesús, que tuvo
lugar en el año 62 d.C.
· No menciona la muerte de Pedro en
las persecuciones de Nerón en los años 62 al 64
d.C.
· Tampoco relata la muerte del
personaje más prominente del libro, Pablo de Tarso,
también mártir, en el año 63 d.C.
· No se menciona, ni directa ni
indirectamente, la destrucción del Templo de
Jerusalén en el año 70 d.C., que
habría servido para reforzar aún más la
imagen profética de Jesús.
Como lugares de composición se opta
unánimemente por haberla iniciado en la ciudad de Roma,
finalizándola en Antioquía de Siria, lugar de donde
era originario Lucas.
LAS FUENTES DEL
LIBRO
El autor de los Hechos declara haber investigado
diligentemente todo desde los orígenes,
sumándose a los que ya habían intentado narrar
ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros
( Lucas 1:1-4). Tales expresiones hacen suponer, por
un lado, que ha buscado informaciones precisas y, por el
otro, que ha aprovechado relatos ya existentes. El examen
del libro confirma esta impresión.
En el libro se pueden distinguir sin dificultad algunas
corrientes principales en las tradiciones recogidas por Lucas.
Los doce primeros capítulos del libro de los Hechos
refieren l a vida de la primera comunidad reunida en torno a
Pedro después de la Ascensión (Hechos 1 al 5), y
los comienzos de su expansión a raíz de las
iniciativas misioneras de Felipe (Hechos 8:4 -40) y del mismo
Pedro (Hechos 9:32 y 11:18).
Para la segunda parte de los hechos el autor
habría utilizado relatos de la conversión de Pablo,
de sus viajes misioneros, y de su viaje por mar a Roma como
prisionero. En todo caso Lucas parece haber tenido a mano cartas
paulinas, y podía haber pedido datos al mismo Pablo, a q
uien no sólo conocía, sino que habían sido
compañeros de viaje. Otras personas, quizás Silas y
Timoteo, podrían haberle suministrado informaciones
circunstanciadas sobre un determinado episodio. En cuatro
ocasiones durante su relato (Hechos 16:10-17, 20:5, 21:18 y
27:1-6), Lucas emplea la primera persona del plural
("nosotros").
Una vez reunido este material, Lucas lo organizó
hábilmente en unidad literaria, distribuyendo de la mejor
manera los diversos elementos y uniéndolos unos con otros
por medio de estribillos redaccionales (Hechos 6:7, 9:31, 12:24,
etc.).
El valor histórico de los Hechos de los
Apóstoles no es uniforme. De un lado, las fuentes de las
que Lucas disponía no eran homogéneas. De otro, en
el manejo de estas fuentes se movía con bastante libertad
según el espíritu de la historiografía
antigua , subordinando los datos históricos a su plan
literario y, sobre todo, a sus intereses teológicos. Los
relatos de los viajes de Pablo reflejan con mayor o menor
extensión y exactitud el mundo del Mediterráneo
oriental en el primer siglo: administración romana,
ciudades griegas, cultos, rutas, geografía política
y topografía local.
El discurso de Pablo en Antioquía de Pisidia
(Hechos 13:16 -41), no deja de tener analogías con los de
Pedro en Jerusalén (Hechos 2:14-36, 3:12-26, 4:8-12 y
5:29-32), el de Esteban (Hechos 7:1-53) y también el de
Pedro en Cesárea (Hechos 10:34-43). Es, pues, razonable
suponer que Lucas no había recibido estos discursos tal
como los reprodujo, sino que los compuso utilizando algunos temas
esenciales de la predicación primitiva, apoyados con
argumentos que se habían hecho tradicionales: florilegios
de textos escriturísticos para los judíos,
reflexiones de filosofía común para los griegos, y
para todos el anuncio esencial, el Kerygma de Cristo
muerto y resucitado, con el llamamiento a la conversión y
al bautismo.
Lucas habría conocido, primero por
tradición y luego por experiencia, estos esquemas de la
primera predicación cristiana, y eso es lo que le
permitió impregnar estos discursos de una enseñanza
de valor auténtico e importancia capital. El subraya el
carácter puramente religioso del conflicto que enfrenta a
los judíos con Pablo y la indiferencia de las autoridades
romanas ante tal conflicto. El libro de los Hechos de los
Apóstoles es algo muy distinto a un memorial para
presentarlo ante el Tribunal de Roma. Lo que persigue es nada
menos que referir, por sí mismo, la historia de los
orígenes cristianos.
CONCLUSION
Más que una historia materialmente completa, lo
que Lucas ha querido darnos es una exposición de la fuerza
de expansión espiritual del cristianismo. Y la
enseñanza teológ ica que ha sabido deducir de los
hechos de que disponía posee un valor universal e
insustituible, que constituye el valor auténtico de su
obra. Es esto lo que da a esta obra ese aroma de alegría
espiritual, de maravilla sobrenatural, de la que sólo
podrán extrañarse los que no comprenden ese
fenómeno único en el mundo que fue el naci miento
del cristianismo. Si a todas estas riquezas teológicas
añadimos la preciosa aportación de tantos detalles
concretos que de otro modo no habríamos conocido, se
convendrá e n que este libro, único en su
género en el Nuevo Testamento, representa un tesoro cuya
falta hubiera empobrecido notablemente nuestro conocimiento de
los orígenes del cristianismo.
CAPITULO I
Prólogo
El primer capítulo cumple con la función
de introducción a la obra, explicándole a su amigo
Teófilo que el primer libro, lo que nosotros conocemos
como el Evangelio de Lucas, lo dedicó a explicar el
ministerio de Cristo, desde el nacimiento de Juan el Bautista
hasta las Ascensión de Jesús (1:1 -2).
Posteriormente Lucas cuenta que Jesús se
apareció a los apóstoles, quedándose con
ellos durante cuarenta días e instruyéndoles acerca
del reino de Dios (1:3), prometiéndoles el bautismo en el
Espíritu Santo una vez que El hubiera subido al Padre, lo
cual ocurrió en la festividad de Pentecostés
(1:4-5).
La
Ascensión
Los apóstoles preguntaron a Jesús acerca
del restablecimiento del Reino de Israel, ya que ellos aún
pensaban en una restauración temporal de la realeza de
David. Pero El les explica que no será un reino terrenal,
sino celestial. Y que una vez reciban el bautismo en el
Espíritu Santo , serán enviados hasta los confines
del mundo para que sean los testigos de su resurrección y
de su obra , y darán a conocer a todos el Reino de Dios. Y
ese mensaje será válido desde su Ascensión
hasta la Parusía; el regreso de Cristo (1:6-8).
Esta será la temática fundamental que Lucas
desarrollará a lo largo de los Hechos de los
Apóstoles.
El grupo de los
apóstoles y sustitución de Judas
Entonces es cuando los discípulos se preparan en
oración para ese gran momento (1:12 -14) y reconstruyen el
grupo de los Doce, con la elección de Matías en
lugar de Judas, quien se había suicidado echándose
de cabeza a un barranco después de su traición, en
un lugar de muy mala fama conocido como
Haqueldamá o Campo de sangre.
La finalidad principal de este capítulo es la
explicación teológica de la traici ón de uno
de los Doce, así como ofrecer la teología de los
apóstoles: ser testigos cualificados de Jesús, de
su ministerio y resurrección. Los Doce son conscientes de
que ellos son el verdadero pueblo de Dios; el nuevo
Israel.
Ya todo está preparado para la venida del
Espíritu Santo para dar así inicio al camino de la
Iglesia.
CAPITULO II
Pentecostés
Lucas presenta el inicio de la Iglesia en
Jerusalén con los acontecimientos de Pentecostés,
el discurso a la gente que estaba allí presente y el
testimonio que dio esa primera comunidad cristiana.
El día de Pentecostés (2:1) vino una vez
concluido el período de cincuenta días
después de Pascua. La festividad de Pentecostés
antiguamente era la fiesta de la siega o de los
Ácimos y posteriormente se convirtió en la
fiesta de la renovación de la Alianza. Este nuevo
valor litúrgico pudo inspirar la escenificación de
Lucas, que evoca la entrega de la Ley en el
Sinaí.
Estando aquel día reunidos los discípulos
de Jesús, recibieron la efusión del Espíritu
Santo que les había sido prometida por Cristo. Sintieron
una impetuosa ráfaga de viento, señal de la llegada
del Espíritu Santo, y entonces se les aparecieron unas
lenguas como de fuego sobre cada uno de ellos (2:2 -3),
recibiendo con ello el don de lenguas (2:4). Lucas expresa
aquí una afinidad entre el Espíritu Santo y el
viento, ya que la misma palabra significa tanto
espíritu como soplo.
Discurso de
Pedro
Había allí numerosas personas venidas de
muchas partes que , cuando se dieron cuenta de aquello, quedaron
asombradas ya que cada uno oía hablar a los
discípulos en sus propias lenguas (2:5 -12). Pero muchas
de las personas ahí presentes que habían acudido
por curiosida d al ver lo que estaba ocurriendo, se reían
pensando que los discípulos se habían emborrachado
con vino (2:13). Cuando Pedro se dio cuenta de que algunos se
estaban riendo de ellos, les aclaró que no estaban
borrachos, ya que solamente eran las 9 de la mañana, sino
que se estaban confirmando las palabras del profeta Joel
(2:14-21).
Seguidamente Pedro, lleno ya del Espíritu Santo,
les habla de la muerte y de la resurrección de Cristo y de
su mensaje de salvación. Con esta enseñanza
apostólica de Pedro comienza el testimonio de la Iglesia
en Jerusalén (2:22-41) y el nacimiento de la primera
comunidad cristiana, donde todos aportaban sus dones y bienes en
comunidad, repartiendo según la necesidad de cada uno
(2:42-47).
Citas:
a) Éxodo 23:14-15 "Tres veces al
año me celebrarás fiesta. Guardarás la
fiesta de los Ácimos" . b) 2 Crónicas 15:12
"Y se obligaron con un pacto a buscar a Yahvé, el Dios
de sus padres, con todo su corazón y
con toda su alma".
c) Joel 3:1-2 "Después de esto
yo derramaré mi espíritu sobre todo mortal y
profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, vuestros
ancianos tendrán sueños, vuestros jóvenes
verán vision es. Y hasta mis siervos y siervas
derramaré mi espíritu en aquellos
días".
CAPITULO III
Curación
de un tullido
Pedro y Juan, como fieles judíos, acudían
todos los días a la oración en el Templo (3:1). La
hora mencionada, la nona, es la segunda de las tres horas
oficiales para la oración en el Templo, hacia las tres de
la tarde aproximadamente.
El tullido al que se alude en el versículo 2 no
fue traído expresamente para pedir limosna en aquel
momento, sino que formaba parte del grupo de mendigos que
pedían limosna en común en el exterior del Templo,
ya que dar limosna era considerado como un acto religioso . Sin
embargo Pedro no tiene nada de valor que pueda constituir un
óbolo interesante para el mendigo (3:6). A pesar de no
tener posesiones materiales que darle, el apóstol tiene
algo mucho más valioso que ofrecer al mendigo: la
curación en el nombre de Jesucristo. Y el
paralítico es colocado bajo la eficacia salvífica
de Jesús por medio de la fe del apóstol. Pedro toma
de la mano al minusválido, éste se pone de pie y
echa a andar (3:7).
El tullido, cuando comprueba el poder salvífico
de Jesucristo, comienza a alabar a Dios (3:8) y es entonces
cuando la multitud se da cuenta de que la alabanza está
siendo efectuada en el interior del Templo por el mismo impedido
que pedía limosna en su puerta (3:9). La conclusión
de Lucas es la de hacer resaltar el carácter universal y
sin distinciones que viene de Dios: "quedaron estupefactos y
desconcertados ante lo que había sucedido"
(3:10).
Discurso de Pedro
al pueblo
La gente, ante el hecho espectacular de la
curación del paralítico, se congrega ante los
apóstoles y ello le sirve a Pedro para proclamar su
discurso (3:11). Aquí Pedro intenta aclarar un mal
entendido sobre estos hechos provocados por la efusión del
Espíritu: no había sido obra personal de ninguno de
ellos ni de ningún poder humano, sino por el poder sal
vífico de Jesús.
La idea del discurso de Pedro en Pentecostés y
este discurso es la misma: la culpabilidad de los judíos
por haber rechazado a Jesús y el mantenimiento de la
promesa de salvación a los judíos, previo
arrepentimiento y conversión. Si comparamos los dos
discursos notaremos que en éste la conversión ocupa
un mayor espacio, mientras que en el discurso de
Pentecostés el narrador se muestra más preocupado
por la afirmación del kerigma
cristológico. Ambos discursos expresan las preocupaciones
teológicas de la naciente Iglesia de los
cristianos.
En el versículo 16 Lucas narra por fin a
quién se debe la curación del paralítico,
donde nos encont ramos con una cuestión teológica
importante: cuál es la relación entre el nombre de
Jesús, la fe de los apóstoles y la del
paralítico. De un lado hay que sal vaguardar que la fe,
tanto la de los apóstoles como la del tullido, no es obra
humana, sino una condición implantada por Dios como
consecuencia de su promesa de salvación
universal.
En el versículo 17 nos encontramos con un cambio
en el tema del discurso de Pedro. De las anteriores acusaciones
al pueblo judío se pasa a un tono conciliador y, de alguna
manera, se justifica o resta importancia al pecado de Israel:
"lo hicisteis por ignorancia" (3:17). Y Pedro invoca al
pueblo de Israel a una llamada a la conversión (3:19); una
llamada al abandono de una vida depravada y a la
aceptación de la oferta salvífica de
Dios.
El Dios de Israel, a pesar de la acción culpable
de su pueblo elegido, le ofr ece la oportunidad de una nueva
conversión, la última oportunidad antes del juicio
definitivo de Dios. Si se convierte serán tiempos de
salvación y de consuelo (3:20). Pero el que no acepte el
anuncio de Jesús no pertenecerá al verdadero Israel
(3:23).
El final de este tercer capítulo es una llamada
directa a la conversión (3:25-26). Cristo dará a
todas las etnias la bendición que procede del Padre,
siendo la primera de ellas la confirmación de la promesa a
Israel. Pero Israel debe rectificar y escuchar esta llamada que
por boca de los apóstoles se le ofrece, abandonando su
vida anterior.
CAPITULO IV
Pedro y Juan ante
el Sanedrín
El enfrentamiento con la autoridad judía se
produce hacia el final del discurso de Pedro en el Templo (4:1).
Las autoridades judías junto con el Segán,
comisario del Templo, y miembros del partido saduceo
pertenecientes a la nobleza sacerdotal, interrumpen de forma
abrupta el discurso de Pedro. El concepto de la
resurrección de Jesús y la actuación de Dios
en el propio Jesús suponía algo totalmente
inaceptable desde su visión religiosa (4:2).
Lucas nos cuenta cómo son detenidos los
apóstoles por parte de la autoridad religiosa (4:3). Como
era por la tarde y los detenidos sólo podían ser
interrogados por la mañana, se les encarceló esa
noche. Pero las autoridades judías no pueden evitar que un
importante número de oyentes se convierta
(4:4).
A la mañana siguiente se reúne el Consejo
para interrogar a los apóstoles. Recordemos que en tiempos
de la dominación romana el poder religioso estaba en sus
manos, además del régimen interno sobre la
provincia de Judea. Se especifica cómo el Sanedrín
estaba formado por tres grupos: los jefes del pueblo, los
ancianos y los doctores de la ley (4:5). Igualmente menciona al
Sumo Sacerdote y a miembros de las familias de Sumos Sacerdotes,
aunque es de destacar el error de nombrar a Aná s como
Sumo Sacerdote ya que quien realmente ocupaba entonces el cargo
era Caifás (4:6).
El interrogatorio empieza con la siguiente pregunta:
"¿En nombre de quién habéis hecho
esto?" (4:7). Lo más lógico sería que
el Consejo hubiera iniciado el interrogatorio
preguntándoles por su predicación sobre la
resurrección, en lugar de ir directamente al punto de la
curación del tullido. Sin embargo esta pregunta le da la
oportunidad a Pedro, lleno del Espí ritu (4:8), para
hablar sobre el poder del nombre del Señor. Y reitera que
el autor de la curación del enfermo es Jesucristo, no
ellos (4:9 -10). Al mismo tiempo Pedro les achaca la
acción dolosa de los judíos contra Jesús al
no reconocerlo, citando para ello el Salmo 128 (4:11). Y finaliza
el discurso reiterando que Jesús ha sido constituido por
Dios en el fundamento de nuestra salvación
(4:12).
No parece normal la reacción del Consejo, ya que
lo primero en que se repara es: "Estaban sorprendidos…
vien do la seguridad de Pedro y de Juan". A
continuación les preguntan si eran secua ces de
Jesús, pero a pesar de ello no les condenan al no tener
réplica al hecho fáctico de que el nombre de
Jesús y su salvación anunciada por los
apóstoles, ha sanado al ex paralí tico (4:13-14). Y
les ordenan salir fuera del Sanedrín con el fin de
deliberar entre ellos (4:15).
Los jueces no se cuestionan las posiciones religiosas de
Pedro ya que sólo les interesa solucionar el problema al
que se enfrenta el Consejo, de manera que éste salga del
trance de la manera más airosa posible, ya que el hecho
taumatúrgico parece innegable (4:16). Al final el Consejo
no les condena, sólo les amenaza y les prohíbe
mencionar el nombre de Jesús en público
(4:17).
Los apóstoles son llamados a presencia del
Consejo para amonestarles, pero ellos responden de m anera
intimidatoria diciendo que seguirán divulgando lo que
habían visto y oído, y con ello refrendan la
misión encomendada por Jesús (4:18-20). El Consejo
los suelta con nuevas amenazas, ya que no encuentra nada punible
en su actitud y les preocupa la reacción del pueblo
(4:21-22).
Inmediatamente después de su liberación
los apóstoles se reúnen con su comunidad para
contarles lo sucedido, ya que el hecho es muy relevante y afecta
a toda la comunidad. La amenaza que se cierne sobre todos ellos
por parte de las autoridades judías es superada mediante
una oración comunitaria.
Oración de
los apóstoles en la persecución
Concluye el relato con una prueba evidente de que la
oración comunitaria ha sido escuchada por Dios, ya que
retembló el lugar. Además de esto, la fuerza del
Espíritu pedida en la plegaria llenó a todos en la
habitación (4:23-31). En el momento más necesario
el Espíritu viene a ellos, reafirmando de alguna manera la
efusión del Espíritu producida en
Pentecostés y confirmando que los apóstoles
están cumpliendo con el mandato de
Jesús.
La primera
comunidad cristiana
La vida interna de la comunidad, a pesar de las amenazas
de las autoridades judías, transcurre en armonía
(4:32) hasta el extremo que esa unión en el seno de la
comunidad les hizo traspasar la frontera de los bienes privados y
los muros que la propiedad de éstos levantaba entre las
personas: "todo lo tenían en común"
(4:33). Lucas explica que la comunidad de bienes y su
distribución se efectuaba poniendo todo a los pies de los
apóstoles, y luego éstos lo distribuían
según las necesidades de cada uno (4:34-35).
Generosidad de
Bernabé
Lo anteriormente descrito sobre la comunidad de bienes
de la Iglesia primitiva es ejemplarizado por Lucas al mencionar
el ejemplo de Bernabé, un levita nacido en Chipre y que
residía por períodos de tiempo en Jerusalén
y quien poseía en esa ciudad un campo. Bernabé lo
vendió y entregó a los apósto les el dinero
recibido por la venta del campo para que ellos lo administraran
(4:36 -37).
CAPITULO V
Fraude de
Ananías y Safira
El relato del inicio del capítulo 5 describe
cómo un matrimonio, queriendo emular la acción de
Bernabé en el capítulo 4, vende una propiedad. Pero
en vez de actuar con limpieza de corazón, se quedan con
una parte del dinero obtenido por la venta del terreno, llevando
el resto a los apóstoles, como si fuese la totalidad de la
recaudación (5:1-2).
Pedro, de acuerdo al don carismático recibido del
Espíritu Santo, descubre el engaño perpetrado por
Ananías y su esposa Safira, echándoles en cara
públicamente esa ladina actuación hacia la
comunidad cristiana y hacia Dios, y le dice a Ananías:
"No has mentido a los hombres, sino a Dios" (5:3-4). En
consonancia con la actuación de Pedro, Dios mismo ejecuta
la sentencia y Ananías muere de manera fulminante.
Inmediatamente se hace un silencio sobrecogedor entre los que
presencian este hecho (5:5) y unos jóvenes,
prácticamente preparados para la ocasión, lo
amortajan e inmediatamente lo llevan a enterrar en total silencio
(5:6).
Cuando Safira, la esposa de Ananías, entra en el
local donde está reunida la comunidad, ignorante
aún de lo sucedido, es inquirida por Pedro sobre la venta
de la finca. Esta parte del texto adquiere un tono de tribunal en
que la pena ya está dictada antes incluso de escuchar al
reo. Pedro, en su pregunta, sólo trata de
establecer la complicidad de la mujer, siendo ésta
merecedora de la misma pena con que fue castigado el marido
(5:7-9). Pedro señala a Safira su intento de
engañar al Espíritu Santo e inmediatamente la
esposa fallece al instante (5:10). La comunidad entera queda
sobrecogida por la actuación del Espíritu y capta
de inmediato el mensaje: no poner jamás a prueba al
Espíritu Santo (5:11).
En esta narración, tanto el rigorismo del relato
como la falta de oportunidad de conversión y la rotundidad
fulminante de la actuación divina, no parecen estar en
demasiada consonancia con la doctrina de Jesús y con la
propia misión de la Iglesia. A ambos no se les concede
ninguna posibilidad de arrepentimiento y de reconciliación
y mueren instantáneamente.
El poder de los
Apóstoles
Seguidamente Lucas nos ofrece un resumen de la vida de
la primitiva comunidad cristiana de Jerusalén, alrededor
de la actividad taumatúrgica de los Apóstoles y el
temor que esto prod ucía entre los no creyentes,
"aunque el pueblo hablaba de ellos con elogio"
(5:12-13).
De alguna manera Lucas prepara el escenario para la
segunda comparecencia de los apóstoles ante el Consejo o
Sanedrín. Pero a diferencia de la primera comparecencia,
los apóstoles son ahora vistos con gran respeto por los
habitantes de Jerusalén, aún y todo de los que no
pertenecían a la comunidad cristiana. Lucas señala
la continuidad de los prodigios y curaciones obradas por
mediación de los apóstoles (5:12-16). El temor de
los judíos no conversos es manifiesto: "no se
atrevían a juntárseles" (5:13). Pero ese temor no
coincide con el éxito clamoroso de conversiones en
Jerusalén (5:14) , por lo que hemos de traducir esto como
un temor que no impedía que el pueblo se
convirtiese.
En el versículo 15 vuelve el hilo de la
narración que había quedado interrumpida en el
versículo 13. Ahora Pedro aparece como foco central del
relato. Pedro no cura mediante procedimientos especiales; basta
"siquiera con su sombra" para que el poder del nombre de
Dios obre por su medio (5:15).
Al finalizar esta parte se narra cómo el eco de
estos prodigios traspasa las fronteras de Jerusalén, de
donde llegaban personas de pueblos vecinos en busca de
sanación (5:16).
Prendimiento y
liberación
En el relato que viene a continuación acerca del
prendimiento de los apóstoles y de su posterior milagrosa
liberación después de la defensa que de ellos hizo
Gamaliel (5:17 -42), da la impresión de que Lucas pudo
haber encontrado elementos duplicados en la traducción, y
que los hubiera colocado uno detrás de otro. Además
la historia del propio hecho no parece clara: la
flagelación era una pena que se imponía a un
condenado que desconocía la ley que había violado,
pero éste no parece ser el caso de Pedro.
Intervención de
Gamaliel
Lucas pretende dar una introducción, un e
scenario concreto que sirva como marco al discurso de Gamaliel
(5:35). En este discurso aparecen determinados elementos
argumentativos que sirven para llegar a su conclusión
(5:38-39): no ponerse nerviosos; que el tiempo les juzgue y
así se evitarán mayores consecuencias.
Gamaliel se refiere a dos ejemplos para justificar su
argumentación, Teudas y Judas el Galileo , que tienen
determinadas conexiones con la esperanza mesiánica de
Israel. Pero Lucas, en su narración, coloca a la inversa
la aparición de Teudas y Judas; su cronología es
manifiestamente falsa. Teudas hizo su aparición diez
años antes que Judas (año 44 d.C.) Todo esto
confirma que Lucas no dependía de fuentes
históricas seguras, según lo asevera Josefo,
historiador judío (38 -101 d.C.).
Gamaliel, como conclusión de los dos ejemplos
expuestos (5:38), exhorta al Sanedrín y a los habitantes
de Jerusalén a no poner obstáculos a la
actuación de Dios. Si lo que cuentan los apóstoles
sobre Jesús e s falso, Dios les castigará. En caso
de que esto sea obra de Dios, ¿para qué meterse en
camisa de once varas y terminar ofendiendo a Dios?
Gamaliel utiliza un principio inscrito en la Mishna o
compilación de leyes judías. Por lo tanto el rabino
argumenta jurídicamente en consonancia con la ley y las
tradiciones judías: "toda asociación en nombre
de Dios acabará por mantenerse" (5:39).
Como no podía ser menos, la argumentación
de Gamaliel es aceptada por el Consejo (5:40). Pero éste
se coloca con su actuación en una situación
incómoda: estas medidas son demasiado blandas y parecen
llevar implícitas una transigencia y cierta
aceptación de los hechos. Finalmente los apóstoles
salen del trance más afirmados en su misión. La
conclusión es una reiteración de la
propagación del Evangelio (5:42).
La
institución de los Siete
La narración introduce un cambio importante
dentro de la primitiva iglesia cristiana: por primera vez
aparecen mencionados los helenistas, o sea, aquellas
personas que habían adoptado la cultura helénica o
griega, a pesar de ser judíos. Ello supone la expa
nsión de la Iglesia más allá de
Jerusalén, al mencionarnos Lucas la existencia de una
comunidad compuesta por judeocristianos de cultura
helenística (6:1).
El texto empieza planteando una cuestión
práctica sobre la distribución de alimentos en la
comunida d, ya que se trataba de una comunidad de bienes. Los
helenistas están desconcertados por el reparto efectuado
por los hebreos ya que, según ellos, en el suministro
diario descuidaban a las viudas (6:1). Parece ser que las viudas
de los judíos de la diáspora, al no contar con
parientes en la ciudad, se encontraban en una situación de
extrema necesidad. Parecía que la comunidad de bienes no
estaba suficientemente organizada para solucionar este problema
y, por ello, los Doce reúnen a su comunidad y la asamblea
designa a los encargados de ese menester: Esteban, Felipe,
Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y
Nicolás (6:5-6).
Una vez elegidos los Siete bajo las condiciones
expuestas por los Doce, los mismos proceden a la
institución del servicio mediante la imposición de
manos. Esta es una co stumbre judía que ya aparece en la
sucesión de Moisés. Con este gesto se confiere al
encargado el don y la sabiduría necesaria para el
desempeño de su nueva responsabilidad. En el
versículo 4 vemos que después de ello los
apóstoles reiteran su principal ocupación al
servicio de la Palabra y de la oración (6:4).
EL PRESENTE TEXTO ES SOLO UNA SELECCION DEL TRABAJO
ORIGINAL.
PARA CONSULTAR LA MONOGRAFIA COMPLETA SELECCIONAR LA OPCION
DESCARGAR DEL MENU SUPERIOR.