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El marxismo en el Perú




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Partes: 1, 2

  1. El marxismo y las
    clases dominantes
  2. La peculiaridad de
    los pueblos
  3. La
    Oligarquía
  4. Intelectuales de la
    oligarquía
  5. Clases
    inorgánicas al margen de la
    historia
  6. Dos vertientes en
    lucha contra el dominio español
  7. Clase obrera y
    anarcosindicalismo
  8. Mariátegui,
    Haya de la Torre y el marxismo
  9. Legado de
    Mariátegui, stalinismo, trotskysmo,
    aprismo
  10. Tres concepciones
    sobre la revolución en
    Indoamérica
  11. Marxismo y
    modernidad
  12. Notas

El marxismo y las
clases dominantes

Las clases dominantes presentaban (y presentan) al
marxismo y demás ideas libertarias como
"extranjerizantes", ajenos a la "peruanidad".

Es cierto que el marxismo, -razonaba Mariátegui-,
no surgió en el Perú o América, sino en
Europa, pero llega a los confines del mundo, al igual que llega
la ciencia, la técnica, la religión, el idioma, la
ideología burguesa, etc. Y si las clases dominantes
peruanas son nacionalistas a ultranza, deben quedarse con las
culturas precolombinas, ya que a partir del descubrimiento y
conquista, la nacionalidad peruana se forja con los aluviones de
la cultura occidental que se mezclan y combinan con el legado de
las culturas aborígenes.

Esta crítica también alcanza a un sector
de indigenistas que en su reivindicación de lo
autóctono, intentaban dejar de lado a la totalidad de la
cultura venida de fuera, propuesta que no prosperó, porque
en el pensamiento de Mariátegui se logró la
confluencia entre marxismo e indigenismo, entre nacionalismo e
internacionalismo: "Tenemos el deber de no ignorar la
realidad nacional; pero también tenemos el derecho de no
ignorar la realidad mundial. El Perú es fragmento de un
mundo que sigue una trayectoria solidaria1
". Las comunidades
indígenas serían pilares en la
colectivización del campo en un proceso socialista,
saltándose la etapa capitalista, inmersos en la
revolución latinoamericana y mundial.

Para Mariátegui la propagación y
desarrollo de las ideas revolucionarias en el mundo colonial y
semicolonial es un proceso irreversible, en tanto es fruto de las
contradicciones del sistema económico mundial, dentro del
cual los países industrializados imperialistas, de la
misma manera que exportan mercancías y capitales
promoviendo el surgimiento de nuevas relaciones sociales,
"exportan" ideas, entre ellas, libertarias, como el liberalismo y
el marxismo: "Penetra en el Asia, importada por el capital
europeo, la doctrina de Marx. El socialismo que, en un principio,
no fue sino un fenómeno de la civilización
occidental, extiende actualmente su radio histórico y
geográfico… En la Primera y Segunda Internacionales, no
estuvieron representados sino los proletarios de Europa y de
América. Al congreso de fundación de la Tercera
Internacional en 1920 asistieron, en cambio, delegados del
Partido Obrero chino y de la Unión Obrera Coreana
".
En eventos posteriores se fueron sumando proletarios de otros
países. Igual es el proceso de propagación de las
ideas revolucionarias en América del Sur: "Hace
más de un siglo vino de Europa a estos pueblos de
América una ideología revolucionaria. Y conflagrada
por su revolución burguesa, Europa no pudo evitar la
independencia americana engendrada por esa ideología.
Igualmente ahora, minada por la revolución social, no
puede reprimir marcialmente la insurrección de sus
colonias2
".

Las ideas vivientes encarnan en bastos intereses
sociales, que para el caso del marxismo se encuentra en la
aparición de la clase obrera allí donde el
capitalismo se desenvuelva. Si en el siglo diecinueve el
socialismo se reducía a Europa, en el siglo veinte es una
alternativa mundial. Una revolución puede estallar en un
país "adelantado" o "atrasado". En palabras de Lenin, la
cadena imperialista se puede romper en el "eslabón"
más débil.

La peculiaridad
de los pueblos

Por su misma naturaleza, el marxismo es creador en tanto
promueve el conocimiento de la realidad para transformarla de
acuerdo a las especificidades culturales de los pueblos, parte
integrante de la realidad mundial. Esta particularidad integrante
de la universalidad, lo expresaba Mariátegui en los
siguientes términos: "El marxismo, del cual todos
hablan pero muy pocos conocen y, sobre todo comprenden, es un
método fundamentalmente dialéctico. Esto es, un
método que se apoya íntegramente en la realidad y
en los hechos. No es como algunos erróneamente suponen, un
cuerpo de principios de consecuencias rígidas, iguales
para todos los climas históricos y todas las latitudes
sociales. Marx extrajo su método de la entraña
misma de la historia. El marxismo en cada país, en cada
pueblo, opera y acciona sobre el ambiente, sobre el medio, sin
descuidar ninguna de sus modalidades3
".

Los movimientos revolucionarios que han confluido con
las más diversas manifestaciones progresivas desde la
economía a la política, desde la religión al
arte y literatura, han triunfado; mientras los que se han
desligado de ese torrente de manifestaciones libertarias han
fracasado. Se incluye también a formas de vida de pueblos
en los cuales la actividad mercantil no se ha interiorizado en
sus conciencias, como los casos de las comunidades andinas
reivindicadas por Mariátegui para un proceso socialista a
inicios del siglo veinte o las comunas rusas de la segunda mitad
del siglo diecinueve reivindicadas por Marx4.

Stalin decía que el internacionalismo
revolucionario se basa en los "rasgos generales del
capitalismo, iguales en su esencia en todos los
países"
y los rasgos específicos, "no son
más que un complemento de los rasgos generales
".
Trotsky lo criticó argumentando que la economía
mundial no es la suma de factores nacionales idénticos, en
los que los "rasgos específicos" sean sólo
un complemento de los rasgos generales. "En realidad, las
particularidades nacionales representan en sí una
combinación de los rasgos fundamentales de la
economía mundial. Esta peculiaridad puede tener una
importancia decisiva para la estrategia revolucionaria durante un
largo periodo. Baste recordar el hecho de que el proletariado de
un país retrógrado haya llegado al poder muchos
años antes que el de los países más

avanzados5".

Frente a los primeros marxistas, -entre ellos Vera
Sázulich y Jorge Plejanov- que veían el
desenvolvimiento ruso idéntico al europeo occidental, y
frente a los populistas que desligaban el devenir ruso del resto
del mundo para encontrar la "originalidad", Trotsky dio un salto
cualitativo al encontrar la originalidad, la peculiaridad del
desenvolvimiento ruso inmerso en el sistema mundial, mediante su
teoría del desenvolvimiento desigual y combinado6, donde
lo adelantado y lo atrasado, lo moderno y lo arcaico,
están entrelazados, por lo que los países en su
devenir, principalmente coloniales y neocoloniales pierden
autonomía, y sus modos de vida son truncados y trastocados
de su sentido original, autónomo, para incorporarlos al
torrente internacional de acumulación de
capital.

La delimitación de países "maduros" e
"inmaduros" para el socialismo por parte del stalinismo, con
consignas iguales para cada sector, sin tener en cuenta las
peculiaridades nacionales, parte integrante de la totalidad, se
basa en el evolucionismo naturalista vulgar que considera que
todos los países deben pasar por las mismas fases de los
países europeos, cuando la experiencia histórica
demuestra todo lo contrario con el estallido de revoluciones en
países más atrasados en el desenvolvimiento
capitalista. Esto también se evidencia en la lucha por
reivindicaciones inmediatas, por ejemplo en las ocho horas de
trabajo, que en el Perú "se conquistó antes que
en Cuba, Argentina, Brasil o Chile, y varios meses antes que en
Francia7
".

La
Oligarquía

La oligarquía peruana no tuvo un proyecto
nacional, porque su principal actividad. basada en los enclaves,
-haciendas de azúcar y algodón, minas-,
producía para el extranjero, sin unificar
económicamente el país. Por la forma de
producción, que combinaba relaciones capitalistas y
precapitalistas, hacían de amos y capitalistas al mismo
tiempo. A esta realidad económica se sumaba la dualidad
racial cultural heredado de la conquista que lo distanciaba
más de las grandes mayorías nacionales, sobre las
cuales, a la explotación de clase se suma la
opresión racial cultural. Por esto José
María Arguedas8 llegó a decir: "Entre el zar de
Rusia y un mujik creo que había menos distancia que entre
un comunero de Andahuaylas (mi tierra natal) y cualquiera de los
presidentes del Perú
".

Los principales aliados de la oligarquía fueron
los hacendados (gamonales) del interior andino, esas
reminiscencias feudales, que en sus haciendas, al costado de sus
iglesias construían sus cárceles.

A oligarcas y gamonales se sumaba una burguesía
comerciante (compradora), siendo la más
importante la que tenía de sede Arequipa, intermediaria
entre los productores de lana, -haciendas, comunidades,
minifundios-, con las casas comerciales inglesas.

Los intereses particulares de las clases dominantes
desde la conquista, no han logrado confluir con el progreso, con
la lucha por mejorar las relaciones sociales,
constituyéndose por tanto en clases sin historia, que a
los lastres del pasado agregan nuevos, integrando la vertiente
conservadora y reaccionaria de la modernidad. Esta es la
explicación al papel conservador y reaccionario de los
"criollos" durante la colonia, en el proceso de la independencia
y en la república.

Es aleccionador que mientras en España -escribe
Julio Cotler9-, un movimiento liberal, promovía ciertas
libertades democráticas; en el Perú, el 28 de julio
de 1821, día que San Martín proclamara la
independencia, gran parte de la "aristocracia"
limeña, temerosa de esas libertades en la
metrópoli, se puso del lado de San Martín para
preservar le estructura colonial.

Virgilio Roel Pineda señala que el general
José de San Martín y el último virrey La
Serna evitaron enfrentamientos en Lima, por temor al desborde de
guerrillas y montoneras compuestas mayormente de indios, negros y
patriotas consecuentes que tenían sitiada la capital y que
podían poner en peligro la estructura
colonial10.

Ambos autores coinciden en que la proclamación de
la independencia por San Martín el 28 de julio de 1821 fue
un acto contrarrevolucionario, ya que así lograron
apaciguar caldeados ánimos populares y preservar la
tranquilidad y el orden heredado de la colonia.

El devenir del dominio de la oligarquía se puede
explicar de la siguiente manera: En la colonia se instaura el
estamento de españoles y el estamento de indios. Los hijos
de españoles nacidos en América son los criollos
que, a pesar de pertenecer al estamento español, son
relegados de los altos cargos. Al ser derrotada la tendencia
indígena en la lucha contra el dominio español, los
criollos toman el liderazgo, creando una república
"independiente" al margen y en contra de las mayorías,
manteniendo la estructura colonial en la economía, y
manteniendo la mentalidad de casta de los
conquistadores.

Iniciada la república, a falta de una clase
dominante cohesionada, surge lo que Jorge Basadre llamaría
el militarismo después de la victoria, para evitar el
caos, al amparo del cual surge la oligarquía,
distinguiéndose los siguientes periodos.

1.- El periodo de formación, en el cual,
proclamada la independencia, los grandes hacendados -herederos de
los encomenderos- se reinsertan en el sistema económico
mundial como exportadores. Entrelazados a ellos, con la
política de consignaciones para la explotación del
guano de la isla, con el pago de la deuda de la independencia,
con el pago por la manumisión de los esclavos negros,
aparecen nuevos ricos, llamados desdeñosamente
"plutócratas".

El nuevo grupo que tiene de núcleo a los grandes
hacendados, con un gran poder económico, se disponen
hacerse del poder político creando el Partido "Civil"
(1871), -es decir, un "partido" de los "civiles" para enfrentarse
a los militares- con el cual en 1872 llegan a la presidencia de
la república, inaugurando la república de los
oligarcas. La guerra con Chile iniciada en 1879 interrumpe el
proceso y a la vez se inicia lo que Basadre llamó el
militarismo después de la derrota, para evitar el caos y
desgobierno.

2.- El periodo de esplendor se inicia cuando la
oligarquía nuevamente se consolida en el poder y entre
1894 a 1919, periodo que los historiadores han denominada
República "Aristocrática" o "Civilista", se suceden
en el poder, mediante elecciones, los "partidos" Civil y
Democrático, con la breve interrupción del gobierno
populista de Billingurst (1913-1914) que fue depuesto por un
golpe militar comandado por Oscar R. Benavides.

3.- Finalmente, en 1919 se inicia el periodo de ocaso y
agonía de la oligarquía por acción de las
luchas obrero populares que para frenarlas, surge lo que Basadre
llamaría el militarismo para salvaguardar el orden ante el
acecho de las clases populares. Entre 1968 a 1975 el gobierno
reformista de los militares liderados por el General Juan Velasco
Alvarado (1968-1975), intentado evitar la subversión,
decreta una reforma agraria, liquidando lo más
emblemático del poder oligarca (del poder los "barones"
del azúcar y del algodón): las haciendas azucareras
y algodoneras, al mismo tiempo que se liquida el poder de los
gamonales andinos. Se inaugura la república burguesa, que
arrastra los peores lastres de la república oligarca,
porque en parte la burguesía ha nacido como una rama o
tendencia urbano industrial de la oligarquía, teniendo a
Manuel Prado como su máximo representante político,
llegando por dos veces a la presidencia (1939-1945 y
1956-1961).

La debilidad de la burguesía fue uno de los
principales factores del fracaso del proyecto reformista militar.
El historiador Pablo Macera lo explicó
metafóricamente diciendo que el General Velasco hizo ver a
los empresarios peruanos el inmenso mercado internacional, pero
ellos prefirieron quedarse con el mercado de la feria de
Huancayo.

En 1980 los militares son obligados a dejar el poder por
grandes movilizaciones obrero populares que la izquierda no fue
capaz de enrumbarlo hacia la conquista del poder político,
y el grupo burgués -que conserva el alma de los antiguos
oligarcas-, al que devolvieron los grandes medios de
comunicación confiscados por el velasquismo, a su
experiencia de dominio y contando además con elites
políticas que antes sirvieron a la antigua
oligarquía, se convierte en el eje del poder oficial y
hasta hoy -demostrando su mentalidad arcaica- no perdona a los
militares haber realizado una reforma agraria burguesa. La
burguesía peruana ha crecido y diversificado pero no ha
logrado cohesionarse para desligarse del grupo
tradicional.

La representación política heredera de la
oligarquía es el Partido Popular Cristiano, que en todos
los procesos electorales cuenta con el apoyo de los grandes
medios de comunicación, pero no ha logrado llegar a
palacio de Gobierno. Sin embargo, con excepción del primer
gobierno aprista (1985-1990), los gobiernos sucesivos han acatado
la misma política reaccionaria.

Intelectuales de
la oligarquía

La oligarquía, durante su máximo
esplendor, sus representantes políticos y sus
intelectuales orgánicos en el terreno ideológico,
surgieron de sus propias entrañas. Sus ideólogos
fueron los primeros en ocuparse de los grandes problemas
nacionales, pero a la defensiva, porque -como representantes de
una clase sin historia- no logran confluir con el progreso, con
los intereses generales de la sociedad. Su principal
preocupación era cómo detener las aspiraciones de
los obreros, campesinos y del pueblo en su conjunto. La historia
del Perú, para ellos, comenzaba con la conquista. La
cultura aborigen era según su visión,
"exótica".

Mencionemos a José de la Riva Agüero y Osma
(1885-1944), -que en España Logra revalidar su
título de Marqués de Montealegre y
Aulestia-,
decía que siempre viviremos subordinados
al ideal europeo y norteamericano, pero refiriéndose solo
al ideal conservador y reaccionario. En una de sus cartas a Luis
Alberto Sánchez (1929) confesaba que más que
conservador, avenido a lo presente, es reaccionario, porque
quiere volver atrás las ruedas de la historia.

En su obra primigenia: "Carácter de la
literatura del Perú independiente"
(Lima, 1905), en
la cual expone lo medular de su pensamiento, reconoce que:
"…las ideas políticas no son nunca más que el
símbolo o la expresión abstracta de determinados
intereses
…". representados por mediación de
partidos políticos y del estado.

Frente a la naciente clase obrera peruana que intentaba
organizarse en un partido político, Riva Agüero, que
rechazaba la modernidad libertaria y sobre todo rechazaba al
socialismo, decía que no son necesarios más
partidos políticos, menos de la clase obrera, porque son
suficientes los partidos "históricos", el "civil" y el
"liberal" (ambos de la oligarquía), lo cual
Mariátegui criticaría años más tarde
acusándolo de intentar perpetuar el dominio de la "gente
decente", es decir, de una casta que añora el
virreinato.

Por su mentalidad de casta, Riva Agüero gustaba
ostentar públicamente sus privilegios -en tanto
símbología- para así legitimar su
posición en la sociedad. No tuvo reparos en decir que el
dominio de la "aristocracia" (oligarquía) se legitimaba en
lo que llamaba el "derecho histórico" impuesto
por los conquistadores, y para preservar ese "derecho", llamaba a
ocultar esa verdad e imponer la autoridad por medio de la
represión. De lo contrario, "todos se
convencerán de que sus desgracias son injusticias y
echarán mano de todos los medios para sustraerse a su
condición…"

"Y si vuelven las revoluciones, todo estará
perdido; no habrá salvación para
nosotros
".

En 1915 lo vemos secundando a Víctor
Andrés Belaúnde (Arequipa 1885 – Nueva York 1966)
en la fundación del Partido Futurista, intentando reformar
la forma de dominación oligarca, fracasando. En 1919, al
iniciarse la crisis irreversible de la oligarquía, Riva
agüero convoca a los partidos del orden para perpetuar el
dominio tradicional y enfrentar unidos a las reivindicaciones
sociales promovidas por nuevos sectores emergentes: clase obrera
y capas medias, fracasando. La dominación tradicional
oligarca bajo tutela del imperialismo británico se
resquebraja dando paso a la tutela del joven imperialismo de
Estados Unidos. Europa perdía la hegemonía mundial.
Luego de una larga agonía, asediada por las
reivindicaciones populares, la república de la
oligarquía da paso en 1968 a la república
burguesa.

Consecuente con sus ideas, en la década del
treinta vemos a Riva Agüero enrolado en las filas del
fascismo limeño.

Víctor Andrés Belaunde se ufanaba ser de
los primeros en condenar al gamonalismo (caciquismo) y defender a
la comunidad indígena, desde una perspectiva
"católica" corporativa. Escribió "La Realidad
Nacional11
", como respuesta a los "7 Ensayos" de
Mariátegui, oponiéndose a las ideas socialistas con
ideas religiosas corporativas de la época medieval a las
que debían someterse organizaciones modernas como los
sindicatos.

Francisco García Calderón (1883-1953),
escribió a inicios del siglo veinte "El Perú
Contemporáneo12
", donde por primera vez se intenta
presentar una visión del conjunto de la sociedad peruana.
Para contener la rebeldía popular señalaba la
necesidad de un gobierno fuerte (con un dictador), proponiendo
"el establecimiento de una aristocracia del espíritu
que actuara tras bambalinas ocupadas por un gendarme, quien
debía llevar a viva fuerza a la masa ignorante a su
previsto destino como un pastor a su
rebaño13".

Esos intelectuales representaban al orden imperante
(oligarca) en su conjunto por encima de las facciones -por lo
tanto eran intelectuales orgánicos14- y para mantener ese
orden, proponían reformas para consolidar el grupo de
poder, lo cual los convirtió en cierto sentido, en ariscos
a su clase. Belaunde y García Calderón
ponían en tela de juicio la supervivencia de los gamonales
del interior andino que mantienen en la servidumbre a los
campesinos. Esto no los impidió, mas que nada por complejo
de casta, criticar a las plutocracias (nuevos ricos) que
se sumaban a gobernar el país. Belaunde, ya al final de su
vida (1966), -en un lapsus- enrostró a la
oligarquía haber despilfarrado cuantiosos capitales desde
la época del guano y del salitre, siendo por tanto, los
directos culpables del atraso del Perú. García
Calderón hizo suya la expresión de un escritor
brasileño, al denominar como oikocracia el
dominio de la oligarquía, es decir, de unas cuantas
familias con sus parientes y allegados. Así mismo
criticaba a la aristocracia peruana, descendiente de la "nobleza"
colonial, por no haber logrado constituirse en una clase
coherente y no sentir el orgullo de aristocracias de otras
latitudes, ya que incorporan fácilmente en su seno a
advenedizos, entre otros medios, por vía del matrimonio,
siempre y cuando tengan dinero, de preferencia extranjeros. Para
el desarrollo de las capas medias, de donde surgirían
nuevas organizaciones políticas y nuevos líderes,
postulaba la necesidad de promover la inmigración, para
que se dediquen al comercio y la industria ya que allí
estaba la clase "laboriosa". Además, al igual que
para otros intelectuales, los inmigrantes "mejorarían la
raza" (lo que se llamó "solución
bovina").

Clases
inorgánicas al margen de la historia

La debilidad de las clases dominantes
(virreyes, oligarcas y burgueses) tiene su génesis en la
conquista donde se impuso bajo mentalidad de estamentos y castas
a gobernantes o clases dominantes inorgánicos, en tanto no
se han originado de las contradicciones internas de la sociedad,
sino que han sido impuestas desde el exterior. Allí se
origina la dualidad racial cultural que acrecienta el divorcio
entre el Perú formal de las clases dominantes
representadas en el estado y el Perú real de las
mayorías (Basadre), y también allí se
origina la "aristocracia" peruana, sobre la cual Sebastián
Salazar Bondy15 escribió: "Antes del medio siglo de
surgida la ciudad ya existía aristocracia limeña
(Eran mercachifles que después de haber cargado con las
maletas … se enriquecían y ponían tienda:
después compraban ostentosos títulos

Courtés de Chardiére)"

Esa misma aristocracia, -prosigue Salazar-, con
el advenimiento de la república, no tuvo reparos en
entregar a sus hijas en matrimonio a los hijos de labriegos y
viñateros de origen europeo que habían amasado
fortuna.

Los extranjeros -a los que se refiere Salazar Bondy- que
ostentaban poder económico y que incluso podían
utilizar tecnología moderna lo mismo que relaciones
salariales en la explotación del trabajo, se asimilaban a
la mentalidad y al modo de vida
"aristocrático"16.

El primer "aristócrata" en el devenir peruano fue
analfabeto, el conquistador Francisco Pizarro, al que le
otorgaron el título de Marqués, simbolizando a
cabalidad la tendencia siniestra y bárbara de la
modernidad, mientras que la tendencia libertaria de la modernidad
encarna en los pueblos y clases sociales explotadas que luchan
por su liberación.

En España Francisco Pizarro y su familia se
dedicaban a degollar cerdos y su escudo así lo acredita:
un caballero degollando con su espada a un cerdo. Cuando llega a
América como conquistador se dedica a degollar seres
humanos.

Podemos decir que en las primeras décadas del
siglo veinte esa "aristocracia" (oligarquía), -con el
respaldo de los sectores más siniestros de las fuerzas
armadas-, podían considerarse amos y señores.
Posteriormente, a partir de 1919, en que comienza su larga
agonía, su poder es asediado por las reivindicaciones
obrero populares y por nuevas formas de vida, -dignas e indignas-
que a mediados de siglo se acentúan por las migraciones
del campo a la ciudad, motivo por el cual buscaron refugio en
urbanizaciones exclusivas. Quebrantado sus fuentes de poder
económico tradicional (haciendas agro exportadoras) por
los militares reformistas (1968-1975), su mentalidad de casta
transmuta en el grupo de poder -la burguesía que
nació de su entorno o a su sombra en décadas
anteriores- que abiertamente mostraron su prejuicio racial cuando
Alberto Fujimori llegó a la presidencia, intentando
derrocarlo. Igual hicieron con el gobierno de Alejandro Toledo
(2001-2005) -por sus rasgos andinos- que estuvo a punto de ser
declarado inepto moral por presión de lo grandes medios de
comunicación. Poco importó que ambos muestren
sumisión a sus dictados mediáticos.

Fujimori dio un golpe de estado disolviendo el congreso
y, -a la buena o a la mala, incluso corrompiendo con prebendas
materiales– los hizo danzar al ritmo del "baile del chino"
durante su gobierno, el más corrupto en la historia
republicana (1990-2000), periodo en el cual puso a su servicio
con métodos ilegales a los grandes medios de
comunicación. Para las elecciones del 2011 sus partidarios
pusieron a su servicio a esos mismos medios, pero de manera
legal, haciéndose accionistas, capaces de decidir su
orientación política. Fueron ellos quienes se
opusieron para que Vargas Llosa conduzca un programa
político en la televisión, porque el premio Nobel
de literatura estaba contra la candidata Keiko Fujimori (hija de
Alberto Fujimori). Los mismos que en 1990, inmersos en su
mentalidad de casta despotricaron contra lo que dijeron un
"japonés" que llegó a palacio de gobierno, veinte
años después, por el poder del dinero, se asocian a
sus huestes.

Donde pueda existir ganancia, allí está el
capital, sin importar leyes ni valores ético morales y sin
importar el riesgo personal. En la selva, en la década del
ochenta del pasado siglo, mientras algunos altos mandos de las
fuerzas armadas se disputaban con líderes de Sendero
Luminoso el cobro de cupos al narcotráfico para que dejen
aterrizar y despegar sus avionetas, la gran banca, nacional y
extranjera, instaló sucursales -en poblados que acaso ni
aparecen en el mapa político- para acopiar el dinero mal
habido.

Dos vertientes en
lucha contra el dominio español

Aunque no tuvo tiempo en hacer mayores explicaciones
directas, Mariátegui fue el primero en señalar que
en la lucha contra el dominio español surgieron dos
vertientes, la indígena y la criolla: "Un artificio
histórico clasifica a Túpac Amaru como un precursor
de la independencia peruana. la revolución de Túpac
Amaru lo hicieron los indígenas; la revolución de
la independencia lo hicieron los criollos. Entre ambos
acontecimientos no hubo consanguinidad espiritual ni

ideológica17"

Diremos que la vertiente indígena, liderada por
los descendientes de la nobleza inca fue derrotada, siendo su
expresión más alta la revolución de
Túpac Amaru (1880), movimiento paralelo a la
revolución francesa y a la revolución separatista
de los criollos de Estados Unidos contra el dominio de
Inglaterra. Ante el fracaso del movimiento indígena, los
criollos asumieron la dirección, creando una
república contra las mayorías nacionales. En todo
ese proceso sucumbieron las elites descendientes de la nobleza
inca, y las masas indígenas, sin dirección
política, se limitaron a reivindicaciones locales o
regionales, y cuando se alzaron a las alturas de la
política, a fines del siglo diecinueve e inicios del
veinte, asumieron una posición milenarista
mesiánica, intentando la resurrección del
Tawantinsuyo, en momentos en que hace su aparición
política la clase obrera, surgiendo el marxismo, que en la
propuesta de Mariátegui, lo autóctono
(indígena) y lo universal confluyen por el cambio
revolucionario.

Para el historiador Pablo Macera18, el antecedente
más remoto de lo que llama "proyecto" criollo
habría sido la rebelión por una facción de
conquistadores comandados por Gonzalo Pizarro intentando
separarse de la corona española, lo cual es cierto, aunque
no hay comparación entre la codicia y sacrificio de los
conquistadores separatistas, con sus descendientes que tres
siglos después, como lo reconoce Macera, no tenían
mayor iniciativa, por lo que, por temor a ser desbordados por
movimientos populares, -entre los que estaban comprometidos
negros "cimarrones"-, para ellos (criollos): "No importa
quién (españoles o Argentinos) controlase la plaza
de Lima. Lo que interesaba era una tropa que garantizase la
seguridad pública o lo que se tenía como
tal
".

Además, entre otros "proyectos", señala
Pablo Macera: "Hubo un proyecto mestizo que fracasó
antes de terminar el siglo XVI. Fue liderado por los hijos de los
conquistadores y mujeres incas. Pretendían la
conducción del país en virtud de un doble
título contradictorio:"
descendientes de
conquistadores y descendientes -vía materna- de los
incas.

En el Perú la vertiente indígena con la
revolución de Túpac Amaru logró confluir con
las aspiraciones de las mayorías, incluyendo criollos
descontentos de la metrópoli, mientras que el movimiento
criollo, cuya aspiración es mantener la estructura
colonial como fuente de sus privilegios, creó una
república al margen de las mayorías. El proyecto
criollo no es nacional ni popular porque sus intereses son
contrarios a promover la integración nacional, menos a
confluir en la lucha por la libertad, constituyéndose en
clases al margen de la historia.

Si en la colonia el término criollo, que surge
con criterio estamental, de casta, era impreciso en tanto
también podían pertenecer a ese sector ciertos
"mestizos" en rango inferior a los descendientes de
españoles; en una república formalmente liberal se
hace más impreciso y actualmente lo asocian al
"mestizaje". Sebastián Salazar Bondy (en su obra ya
citada), nos habla de dos acepciones de lo criollo. Una, que
busca "la auténtica raíz humana y popular del
limeño"
como el caso del narrador José Diez
Canseco; y en su acepción colonialista da origen a la
"criollada" o a la "viveza criolla" basada en el engaño,
la mentira, el cinismo, mediante lo cual, el político al
servicio de las Grandes Familias, aspirante a llegar a la
presidencia de la república, se confunde con el más
vulgar "trapacero" que con las mismas argucias pretende encubrir
sus fechorías.

Desde sus orígenes, la vertiente indígena
ha tenido diversos matices, entre ellos, una visión
milenarista mesiánica, intentando la resurrección o
recreación del Tawantinsuyo, considerada una sociedad
justa y libertaria. En el siglo veinte el núcleo o
núcleos centrales, que incluye al mesianismo y
milenarismo, confluyen con el socialismo, y, en el otro extremo,
una minoría, que representa intereses de los gamonales
andinos, es reaccionaria.

El hacendado andino (gamonal) podía despreciar a
sus siervos llamándolos despectivamente "indios", pero
para enfrentarse a la oligarquía, su aliada en el poder,
podían presentarse como indígenas, descentralistas,
federalistas, liberales, etc., intentando mayor poder en sus
regiones. Los gamonales, en ciertas zonas de la sierra norte
podían tener más facciones indígenas que sus
siervos. Como expresión económica social fueron
liquidados por el gobierno de Velasco, pero parte de su "legado",
conservador y reaccionario, está inmerso en el movimiento
"etnocacerista" o "etnacionalista" surgido a fines del siglo
veinte, llegando al racismo contra los "blancos" (o"criollos").
En muchas cuestiones –homofobia, aborto, etc- los
"etnonacionalistas" pueden coincidir con los peores lastres de
los grupos conservadores de extrema derecha y con el sector
más siniestro del catolicismo: el OPUS DEI.

Ricardo Palma (1833-1919), que en política era
conservador, pero en su obra literaria -"Tradiciones peruanas"-
se burlaba del orden colonial, decía que en el
Perú, todos tienen algo de "inga" y algo de "mandinga". Es
decir, nadie puede reclamar pureza de sangre "blanca", "negra" o
"indígena". Esto es notorio incluso en personajes de
extrema derecha que desprecian a las "razas de color" y
también en líderes "etnonacionalistas" que ni
siquiera tienen apellido autóctono. El racismo es una
ideología que forma parte de la tendencia siniestra de la
modernidad, que en siglos pasados surgió para legitimar
las conquistas y el genocidio de los europeos sobre las "razas de
color".

Dentro del actual sistema mundial no existe pueblo o
cultura que no haya recibido en mayor o menor grado influencia
foránea, originando lo que comúnmente se denomina
"mestizaje", sociedad "criolla". Lo último puede ser
distintivo nacional en los casos de Argentina, Uruguay o Chile,
(en los cuales la población aborigen fue ínfima),
cohesionándose en su devenir -con todas las
contradicciones- una mentalidad común sobre raíz
"extranjera", que pronto encuentra originalidad, especificidad,
que llega representar lo "nacional" dentro del conjunto
mundial.

La especificidad, la originalidad, la "identidad" de un
pueblo, siempre cambiante y multifacético, que se integra
cada vez más a la totalidad, hasta formar parte de las
determinaciones globales, se encuentra en lo que hace la
diferencia, que en el caso de los países andinos, es el
legado "autóctono" o "andino" en todos los terrenos, que
con el paso del tiempo se hace más evidente.

En los procesos electorales los candidatos hacen
demagogia utilizando lo andino. Desde hace poco más de una
década, un candidato de la derecha, Alejandro Toledo,
utilizando sus rasgos andinos, se presenta como "Pachakutec",
aludiendo al gran reformador del Tawantinsuyo, pero al llegar a
la presidencia, si hacemos referencia a la mitología
andina, demostró ser un "Felipillo", personaje que
sirvió de intérprete a los conquistadores.
Más importante que el color de la piel es el proyecto que
un individuo represente. Lo mismo vale para otros casos como el
de Obama en Estadios Unidos, que sirven para desmitificar el
color de la piel en el devenir humano.

La otra cara de lo andino es su usufructúo por
motivos comerciales, por ejemplo, para atraer el turismo, por lo
que -en gran parte, reducido al ornamento- se convierte en
política de estado.

Clase obrera y
anarcosindicalismo

La ayuda mutua que surge en el Perú ha mediados
del siglo diecinueve es la forma más elemental de
autodefensa por parte de los trabajadores artesanos, siendo los
gremios más importantes, de panaderos y de zapateros.
Desde finales del siglo diecinueve, entrelazados a los artesanos,
aparecen los primeros contingentes propiamente obreros, surgiendo
el anarcosindicalismo, que tuvieron de principal mentor
ideológico a Manuel Gonzáles Prada (1844-1918), un
personaje polifacético. Como poeta, abrió los
horizontes a la influencia francesa. Como contestatario se
alzó casi solitario en su condena a las clases dominantes
ante la derrota en la guerra con Chile y posteriormente su
pensamiento confluye con la naciente y pujante clase obrera. Sus
frases directas y lapidarias, como dardos que siempre dan en el
blanco y que hasta hoy perduran, dejaron su huella en el rostro
social regido por la oligarquía. Recordemos sino su
llamado a las nuevas generaciones para romper ese "pacto
infame de hablar a media voz
", y su condena a los partidos
políticos oligarcas: "Sindicatos de ambiciones
malsanas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles.
¿Qué de nuestros caudillos? Agentes de las grandes
sociedades financieras, paisanos astutos".

Los anarcosindicalistas, a la par que las direcciones
gremiales de los artesanos, se atrincheraron en los sindicatos
obreros para promover el ideal igualitario y libertario, haciendo
mención en su prédica al mundo indígena y
también a la sociedad incaica como antecesora del
socialismo moderno. En 1913 conquistan las ocho horas de trabajo
para los trabajadores del muelle Dársena en el callao. En
enero de 1919 mediante una huelga general en Lima y Callao
consiguieron las ocho horas de trabajo en el ámbito
nacional y meses después (mayo) fracasaron en la huelga
por el abaratamiento de las subsistencias.

La huelga por las ocho horas fue contundente, al igual
que sus ideales. Se apoderaron de las calles de Lima y el Callao,
y al gobierno de Manuel Pardo no le quedó otra cosa que
ceder a sus exigencias.

Los anarcosindicalistas lograron comprometer a todos los
sectores populares, entre ellos a los estudiantes, en cuya
organización gremial ya se dejaba sentir la influencia de
Haya de la Torre. Al respecto, César Lévano
escribe: "En un momento, los estudiantes proponen una
transacción; que se acepte trabajar ocho horas; pero con
el compromiso de laborar una hora extra con pago especial. En
realidad la jornada de nueve horas con
aumento19". Esta
opción fue rechazada, porque las ocho horas -dijeron los
anarcosindicalistas- era una reivindicación universal de
la clase obrera.

A pesar de predicar una nueva sociedad sin opresores, no
fueron más allá de las reivindicaciones
económicas, como en otras partes del mundo, porque no
estaban preparados para hacerse del poder político. La
conquista de las ocho horas fue su máxima hazaña y,
sin claudicar, comienza su tramonto.

Si la oligarquía por su mentalidad de casta
decía tener su propia cultura, que excluía el
legado aborigen y a las mayorías; los anarcosindicalistas,
que reivindicaban el legado aborigen, también dijeron
tener su propia cultura "proletaria", -diferente a la
oligarca- que en realidad consistía en ilustrarse
así mismos y tratar de ilustrar al pueblo en los
conocimientos más elementales de la cultura nacional y
universal. Entre otras expresiones culturales estaban las fiestas
populares, las veladas literarias, el teatro, el deporte, etc. En
esta demarcación entre opresores y oprimidos aún
puede notarse la mentalidad gremial, estamental, propia de
sociedades precapitalistas.

Cuando triunfa en 1917 la revolución rusa, los
anarcosindicalistas al inicio lo saludaron, pero luego sectores
minoritarios lo criticaron, presentando a Lenin y Trotsky como
los nuevos opresores. Sin haber claudicado como
movimiento, el anarcosindicalismo fue forzado ha retirarse del
escenario político. Sus mejores exponentes engrosaron las
filas del naciente movimiento marxista liderado por
Mariátegui y posteriormente aprista liderado por Haya de
la Torre que por esa época se reclamaba
marxista.

Mariátegui, Haya de la Torre y el
marxismo

Michael Lowy20 señala que en la mayoría de
países de América Latina los partidos marxistas
(comunistas) que surgen en la década del veinte tienen dos
orígenes distintos:

a) De ciertos partidos socialistas se desprenden
minorías (su "ala izquierda") como en el caso de Argentina
en 1918, o la mayoría se adhiere a la revolución
rusa como los casos de Uruguay (1920) y Chile (1922).

b) "La evolución hacia el bolchevismo de
ciertos grupos anarquistas o anarcosindicalistas: Méjico
1919, Brasil, 1922
".

El caso peruano es diferente por la ausencia de un
partido político obrero, en tanto los anarcosindicalistas
que hegemonizaban en la dirección de los sindicatos
repudiaban a las organizaciones políticas. Existieron
intentos por crearla, comenzando de la propuesta de Manuel
Gonzáles Prada de formar el Partido Radical que
llegó agrupar a algunos intelectuales y obreros, pero no
pasaron de la propaganda y el grupo se extinguió. Entre
1918 a 1919 Mariátegui con algunos intelectuales y obreros
organizan un Comité de Propaganda Socialista intentando
atraer contingentes obreros. Mariátegui se aparta de ellos
cuando intentan transformarlo prematuramente en
partido.

Mariátegui (1894-1930) estuvo en Europa entre
1919 a 1923 donde, a su decir, "desposó una mujer y
algunas ideas
", regresando marxista "convicto y
confeso
", dispuesto a contribuir a la creación del
socialismo peruano.

En sus inicios, en lo que llamó su "edad de
piedra", Mariátegui se cobijaba bajo el manto de la
oligarquía, pero pronto se rebela junto a otros
intelectuales, formando el movimiento "Colónida" (1916, de
vida efímera) jefaturado por Abraham Valdelomar, que
haciéndose llamar Conde de Lemos, con sus poses y atuendo,
ridiculizaba a la "aristocracia" limeña. Disuelto el grupo
colónida, al calor del triunfo de la revolución
rusa (1917) Mariátegui se orienta hacia los sectores
populares, confluyendo con una emergente intelectualidad de las
provincias que reivindicaba la cultura aborigen, surgiendo en ese
contexto, en la década del veinte, al calor de las luchas
populares, el marxismo peruano.

La oligarquía por su carácter reaccionario
propio de clases al margen de la historia cuyos intereses no
confluyen con el progreso, es decir, con la lucha por dignificar
la vida, empujaba a las capas medias y al pueblo hacia posiciones
radicales, siendo imposible el surgimiento de movimientos
reformistas que sirvan de colchón amortiguador en los
conflictos sociales.

La lucha de los estudiantes por la reforma universitaria
en Indoamérica se radicaliza con el triunfo de la
revolución rusa. El movimiento estudiantil peruano fue
parte de ese proceso, teniendo entre sus líderes a
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979), que en
1923 fue expulsado del país a raíz de la masiva
protesta de los estudiantes contra la consagración del
Perú al Sagrado Corazón de Jesús. En 1924,
desde su exilio en Méjico, propone la formación de
la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA). En 1926
cohesiona su idea proponiendo la unidad bajo cinco
principios.

1. – Acción contra el imperialismo
yanqui.

Partes: 1, 2

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