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El papel de las ciencias sociales en el Desarrollo sostenible




Enviado por Nelifer Veloz Malcolm



  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Conclusiones

Toda critica social parte de un valor
común:

el valor del hombre

" la misión de los poetas
es

crear y recrear ese
valor"(1)

Ende Michael

Introducción

Nos proponemos en este trabajo y a partir del concepto
de desarrollo sostenible, la importancia que requiere para el
planeta que las sociedades entiendan la necesidad de establecer
regulaciones, que permitan, no solo, la producción de
bienes naturales, sino también la distribución
equitativa de lo producido, sobre la base de garantizar la
preservación de los procesos naturales y la diversidad del
planeta; en correspondencia con el respeto a la dignidad humana
que promueva y alcance, en la práctica, la mejoría
de la calidad de vida de las personas.

Además lo necesario de establecer el desarrollo
de los procesos culturales de las sociedades, donde se les
permita a las personas expresar y crear su arte; además de
defender su identidad cultural.

Pretendemos demostrar, cómo a partir del propio
ejemplo de la Revolución Cubana el gobierno ha tomado la
decisión de iniciar una reforma económica que
permita el resurgimiento de los mercados; es aquí donde se
presenta la oportunidad para que Cuba desarrolle su propia
economía sostenible, que sea singularmente cubana, y que
al mismo tiempo haga un aporte a la resolución de uno de
los problemas más profundos enfrentados por el mundo de
hoy, implementar una política económica nacional
integral que consista en la construcción de una
economía sostenible social y ecológicamente
responsable.

Este modelo adaptado a las condiciones nacionales, nos
permite entonces hablar de identidad cultural; porque si el
desarrollo no es sobre la base de nuestras raíces y
tradiciones culturales, de nuestra propia visión de lo
bueno y lo malo, de nuestro sistema de valores históricos,
que han sedimentado una nacionalidad; entonces no
podríamos hablar de un modelo viable.

Para este análisis, fue preciso consultar una
amplia bibliografía debido a lo novedoso del tema,
permitiéndonos de esta manera poder tener una
visión más amplia acerca de cómo se manejan
estos conceptos por los diferentes autores.

Desarrollo

Al referirnos al concepto de desarrollo sostenible,
debemos señalar que este ha sido aceptado ampliamente, sin
embargo no se lleva a la práctica con el mismo entusiasmo.
Este concepto es difundido en 1987 por la Comisión Mundial
sobre el Medio ambiente y el desarrollo, el que queda expresado
de la siguiente manera:

"Es el desarrollo que satisfaga las necesidades del
presente, sin comprometer la capacidad de las futuras
generaciones, para satisfacer las propias (…) busca generar un
modelo de crecimiento equitativo que mejore la calidad de vida y
asegure el uso adecuado y reproducible de los recursos naturales
del mundo (…) además este desarrollo conlleva a fomentar
la democracia que asegure el respeto de los derecho
humanos".

Por tanto el concepto toma en cuenta los intereses de
las futuras generaciones, significando un cambio de fondo en el
desarrollo económico vigente. Pero deja brechas en muchos
aspectos medulares para su interpretación correcta; como,
que deja fuera la diferencia entre crecimiento y desarrollo. Esto
hace mucho tiempo se viene debatiendo, pero los intereses
políticos imperantes han pretendido sepultar la gran
trascendencia que tiene esta diferencia.

Según Alfredo Jam Massó(2), "El
crecimiento económico medido como hasta ahora, no
significa necesariamente desarrollo económico y social.
Sobran los ejemplos. Junto al equilibrio de algunos indicadores
macroeconómicos, que utilizan para dar fe del crecimiento
de la economía, lo que ha estado creciendo es la pobreza,
la marginación y el agotamiento de los recursos
naturales"(3).

"Un verdadero programa de desarrollo requiere de un
determinado nivel de intervención estatal en los asuntos
económicos, cambios profundos en las estructuras de
propiedad de los recursos y distribución del ingreso,
además de un cambio de las personas en cuanto a la
planificación familiar y un alto nivel de
participación ciudadana en la administración
pública. Además requiere establecer un criterio de
desarrollo social que garantice el acceso de los seres humano a
la educación, la salud y la preservación de su
identidad cultural"(4). Señala Alfredo Jam
Massó.

A nuestro juicio, para que exista desarrollo se requiere
de algo más que la simple acumulación de bienes de
servicios; son imprescindibles cambios en la calidad de vida y la
felicidad de las personas; aspectos que incluyen dimensiones
culturales, estéticas y de satisfacción de
necesidades materiales y espirituales.

Además se debe garantizar la preservación
de la integridad de los procesos naturales que garantizan los
flujos de energía y materiales en la biosfera y de la
diversidad del planeta.

Por tanto el viejo mecanismo impulsor del desarrollo
capitalista, basado en el interés personal; que
estableció y ha generalizado la relación mercantil
como medio universal para la asignación de recursos, ya no
funciona en las nuevas condiciones, salvo para agravar los
problemas que se quieren resolver.

Es evidente que la solución de este conflicto,
debido al estado de riesgo en que se encuentra el planeta,
implica un cambio en el modelo de civilización hoy
dominante en el mundo, particularmente lo referente a la
relación entre sociedad y naturaleza y a las leyes que
regulan la apropiación de lo producido y su
distribución.

Alfredo Jam Massó expresa que "La solución
real requiere de una nueva ética, en la que los objetivos
económicos del progreso se subordinen a las leyes del
funcionamiento de los ecosistemas y a los criterios de respeto a
la dignidad humana que promueva y alcance, en la práctica,
la mejoría de la calidad de vida de las
personas"(5).

Lo que, a nuestro juicio implica, necesariamente, un
cambio en los actuales paradigmas de desarrollo económico
y social. Por lo que se requiere una conducta humana más
racional hacia el consumo, tomando en cuenta los límites
de los recursos naturales y además que las riquezas se
distribuyan de una manera más justa entre todos los
miembros de la sociedad.

Se debe tratar de sustituir el egoísmo personal
como motor impulsor del desarrollo, por la racionalidad y el
interés de la sociedad en su conjunto, que bien pudiera
ser el comienzo de otra historia, mucho más beneficiosa y
feliz para todos. Esta fue aproximadamente la proposición
de Carlos Marx, hace ya casi siglo y medio.

El pensamiento de Marx aparece en el contexto
histórico de su época y se inserta con la
tradición filosófica crítica, buscando un
ideal de racionalidad opuesta a la capitalista, una racionalidad
que produzca una ruptura epistemológica con la
racionalidad clásica de la filosofía, lo mismo que
intentaba hacer la Sociología.

Corresponde a cada uno tomar partido en esta singular
polémica. Este es el reto para los habitantes del planeta
en estos tiempos.

A partir de la Cumbre de la Tierra de la
Organización de las Naciones Unidas realizada en
Río de Janeiro, Brasil, en 1992, ha surgido una nueva
visión integral de la relación entre el ser humano
y el medio ambiente. La anterior perspectiva de dominación
y explotación del medio ambiente en aras del crecimiento
económico ilimitado, está cediendo a una conciencia
de los límites ecológicos de la sociedad industrial
y la potencialidad negativa de la irresponsabilidad social del
mercado.

Se está repensando el antiguo concepto del
desarrollo, el cual está cediendo lugar a una nueva norma
del desarrollo sostenible: un desarrollo centrado en el ser
humano y relacionado de forma positiva con el hábitat
natural. Existe un consenso creciente de que cualquier
alternativa que intente abordar la crisis mundial actual, debe
tener como base una nueva visión ética acerca de la
índole de las transacciones económicas. Dicha
alternativa además requiere que sean desarrollados roles
institucionales nuevos y asimismo una cultura de reciprocidad o
de co-participación entre el estado, el sector privado
(con y sin fines de lucro) y la totalidad de la sociedad civil.
Por consiguiente, la tarea de la construcción de una
cultura de responsabilidad ecológica y social debe juntar
una diversidad amplia de perspectivas y múltiples
áreas de conocimiento.

La sostenibilidad es una precondición y una parte
integrante de la calidad de vida. Si no se protegen de forma
sostenible los medios de existencia y la prosperidad, no puede
haber seguridad. Seguridad, implica por tanto, sostenibilidad,
pues esta tiene una función social. Es necesario mantener
la diversidad de los seres humanos, permitiéndoles el
desarrollo de su personalidad, en especial, gracias al desarrollo
de la educación, la salud, la cultura y demás
servicios sociales.

Un aspecto importante para elevar la calidad de vida de
la población, es la equidad, siendo el principio
fundamental que debe respetar toda sociedad. Cuando esto sucede,
existe una igualdad real de oportunidades y esto se logra a
través de una mayor igualdad en el reparto de las
riquezas, de los ingresos y el acceso a los servicios.

De esta manera se logra una mayor seguridad de las
personas, una esperanza de vida más larga y un medio
ambiente más sostenible.

"La dimensión cultural del desarrollo
–escribió Jesús Martín Barbero(6)
– se ha convertido últimamente en un tema central
tanto en el ámbito político como académico.
Pero ese interés disfraza en muchos casos un profundo
malentendido: el que reduce la cultura a dimensión del
desarrollo sin el menor cuestionamiento de la cultura del
desarrollo que sigue aún legitimando un desarrollo
identificado con el crecimiento sin límites de la
producción, que hace del crecimiento material la
dimensión prioritaria del sistema social de vida y que
convierte al mundo en un mero objeto de explotación.
Pensar ahí la cultura como dimensión se ha limitado
a significar el añadido de una cierta humanización
del desarrollo, un parche con el que encubrir la dinámica
radicalmente invasiva (en lo económico y en lo
ecológico) de los modelos aún hegemónicos de
desarrollo"(7).

La irrupción de la sociedad del conocimiento, la
expansión de la información, el fortalecimiento de
industrias culturales – globales y con una infraestructura de
producción y de consumo inimaginables en el pasado-,
así como la importancia de una política de
reconocimiento y la aparición de importantes movimientos
socioculturales le han dado otro peso y otra significación
a la presencia de la cultura en el desarrollo.

Por lo pronto hoy se insiste con mejores argumentos y
muchos mas datos en el peso que las industrias culturales tienen
en la economía tanto de los países industrializados
como en los de periferia.

Sin embargo, la reconsideración de la importancia
de la cultura en el desarrollo pasa por otros registros: por su
reconocimiento explícito en los planes gubernamentales
pero sobre todo por las dinámicas sociales que mueven
organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, partidos
políticos, etc. Muchos proyectos de participación y
organización comunitaria así como innumerables
procesos de gestión local y regional han asumido lo
cultural como una dimensión muy destacada de sus
diseños y de sus ejecuciones.

Las propuestas de desarrollo encuentran múltiples
posibilidades de articulación con la cultura.
Planteándose de fondo el problema de las identidades
culturales, de los movimientos socioculturales
–étnicos, raciales, regionales, de género
"que reclaman el derecho a su propia memoria y a la
construcción de su propia imagen"(8) (J. Martín
Barbero).

La reconfiguración de las culturas tradicionales
(campesinas, indígenas, negras) que "hacen de filtro que
impide el trasplante puramente mecánico de otras culturas
y en el potencial que representa su diversidad, no sólo
por la alteridad que ellas constituyen sino por su capacidad de
aportarnos elementos de distanciamiento y crítica de la
pretendida universalidad deshistorizada del progreso y de la
homogenización que impone la modernización" (9) (J.
Martín-Barbero).

Debido a las características singulares y
dinámicas de la sociedad cubana actual, Cuba se presta
como lugar interesante para este tipo de exploración. Cuba
se encuentra dentro de un proceso de reforma económica.
Por varias razones, el gobierno cubano ha tomado la
decisión de iniciar una reforma económica que
permita el resurgimiento de los mercados. Dada la forma en la que
se está llevando a cabo esta reforma económica, se
presenta una oportunidad para que Cuba desarrolle su propia
economía sostenible que sea singularmente cubana, y que al
mismo tiempo haga un aporte a la resolución de uno de los
problemas más profundos enfrentados por el mundo de hoy:
el predominio de las fuerzas del mercado organizadas, de forma
tal que se vuelven irreconciliables el desarrollo
económico y la rentabilidad por un lado y la
responsabilidad social y ecológica por el otro.Cuba se
convierta en uno de los primeros países del mundo en
adoptar e implementar una política económica
nacional integral que consista en la construcción de una
economía sostenible social y ecológicamente
responsable.

El Programa Socialista de Cuba para el Desarrollo
Económico y Social persigue estos objetivos mencionados, y
es precisamente aquí donde radica una de las grandes
fortalezas de la Revolución, se muestran avances muy
consistentes en la consolidación del carácter
sostenible de su desarrollo.

La Revolución Cubana ha tenido siempre como
premisa fundamental, la de alcanzar progresiva y
sistemáticamente el mejoramiento de las condiciones de
vida de la población, partiendo de que el crecimiento
económico no es una finalidad en si mismo, pues el
desarrollo económico y social han de marchar de la
mano.

Desde mediados de los años 80 el pensamiento
social en Cuba entró en una nueva fase, coincidió
con la introducción de la rectificación y la
voluntad de una política de apertura informativa. En este
contexto se produjo una renovación de las ciencias
sociales y los estudios culturales en Cuba. Desde luego, no todas
las disciplinas ni todos los campos tenían en ese momento
un mismo nivel de desarrollo.

En Cuba se produjo una renovación caracterizada
por la búsqueda de actualización en las distintas
corrientes de pensamiento a nivel mundial. Algunos campos que
prácticamente se ignoraban entre si, empezaron a entrar en
una cierta comunicación.

En este período se condiciona la
recompensación de dos disciplinas prácticamente
desconocidas en el período anterior, la sociología
y la antropología social. Comienzan los estudios sobre la
estructura social cubana, se expanden estudios sobre la juventud
cubana y cuadros de dirección.

En la política científica se configuran
investigaciones sobre ciencias sociales, dirigidas a producir una
radiografía sobre la realidad cubana.

Ha habido ciertos avances en las ciencias sociales
cubanas, han comenzado a ganar peso en si misma, en este sentido
pensamos que en los años anteriores gravitó mucho
la propia cultura. Ir al fondo de nuestra propia realidad, es
algo muy importante en el proyecto socialista cubano, que no
pueden dejar pasar las ciencias sociales.

En nuestra opinión, las investigaciones en la
esfera de la cultura han producido avances que han sido el
resultado de la creación de una base institucional para la
investigación especializada y la gradual
calificación de su potencial científico.

Estas investigaciones han estado marcadas por una gran
parcialidad o sectorialización, muy atenidas a cada una de
las manifestaciones artísticas, la plástica, la
música u otras. Han faltado enfoques desde la totalidad,
desde la integralidad de la cultura. Es por eso que no disponemos
de estudios suficientes sobre los procesos culturales que han
tenido lugar en nuestro país. Esa característica
tiene que ver con la diversidad de ámbitos o escenarios
que tiene la investigación. Esto, unido a las
peculiaridades de cada una de las manifestaciones
artísticas, que determinan o dificultan el necesario
proceso de integración que debemos lograr.

En ocasiones los proyectos de investigación no
están encaminados debidamente a estudiar aquellas
cuestiones que requieren una mayor profundización
científica a los efectos de contribuir a perfeccionar la
proyección de la política cultural o la
dirección institucional.

Aún no se ha logrado una correcta
vinculación entre los resultados que se han obtenido en el
campo de las investigaciones culturales y su aprovechamiento en
la práctica social. Muchos científicos se quejan de
que sus propuestas, sus resultados de investigación no se
han aplicado por el resto de las instituciones. Las ciencias
sociales están todavía muy distantes que otros
campos en la aplicación. A veces se trata de una
coincidencia con la política que se decide; o si realmente
se puede asumir que ese conocimiento objetivo es el fundamento
orgánico de las estrategias de políticas en curso o
de la toma de decisiones en términos generales.

La madurez de las ciencias sociales en Cuba se
producirá en la medida en que estas sean capaces de
colocar la propia sociedad cubana en su centro. De aquí
que existe la necesidad de articular las ciencias sociales con el
sistema político.

No debe haber divorcio entre ciencia social y
política. El deber del científico social es ir en
busca de la verdad. La diversidad teórica es una fortaleza
y no una debilidad en cualquier disciplina. Por lo que
consideramos que la ciencia social tiene un compromiso con la
sociedad de encontrar esa verdad, pero también la
responsabilidad de dar a conocer ese resultado. Naturalmente,
cada científico social es un resultado de las influencias
políticas que se ejercen sobre él. Deben ser
intransigentes en la búsqueda de la verdad y ejercer el
derecho a reproducirla, aunque sea una verdad difícil. A
la política lo que le debe interesar es que esa verdad se
encuentre, aunque sea una verdad difícil, o que pueda
contradecir algunos elementos políticos.

Precisamente en el modelo cubano lo que se espera es una
capacidad de solución de problemas económicos y
sociales. En términos de formación de recursos y de
identificación de prioridades, ha habido efectividad, y
que el estrangulamiento está en que ello no se revierte,
en la misma medida, en la solución de problemas y
creación de nuevos recursos.

Pensamos que no solo se trata de que las ciencias
sociales sean mucho más necesarias para la Cuba actual que
para la anterior, sino que se inscriben dentro del sistema de la
cultura en mucha mayor medida que en épocas
anteriores.

La ciencia y la producción científica
forman parte del acervo cultural de un pueblo y de su identidad y
desempeñan un papel importantísimo en la
configuración del pensamiento y la
subjetividad.

La ciencia no puede desarrollarse a partir de
disciplinas separadas, sino que debe ser una ciencia
multidisciplinaria. Señala Raimundo Franco(10) que "las
direcciones principales de desarrollo van estar en la
integración de las ciencias sociales con las ciencias
naturales y en la interpretación, sobre esa base nueva, de
los procesos sociales"(11).

Vemos, por otra parte, que cuando se asocia una
necesidad de revisión general del concepto de desarrollo,
de adaptarlo a las condiciones nacionales, se habla entonces de
identidad nacional; porque si el desarrollo no es sobre la base
de nuestras raíces y tradiciones culturales, de nuestra
propia visión de lo bueno y lo malo, de nuestro sistema de
valores históricos, que han sedimentado una nacionalidad,
difícilmente se pueda hacer viable un modelo. Por lo que
aquí se pone de relieve una importante vinculación
entre la cultura artística y literaria, en su
acepción tradicional y la concepción
científica del mundo y del desarrollo. De ahí que
debamos construir de acuerdo con nuestras necesidades.

Consideramos que tenemos un desafío y una
oportunidad de desarrollo en nuestra producción
científica y es la comprensión de la complejidad en
toda su dimensión, en lo social, en el movimiento y en el
cambio.

Además, en nuestra opinión, un aporte
cultural que la ciencia en Cuba puede hacer a la cultura y la
identidad cultural en general, es la de fortalecer la capacidad
autotransformativa y de aprendizaje, de adaptación, de
renovación y de innovación de los sistemas sociales
y de las colectividades humanas.

Se ha establecido una dicotomía entre cultura y
ciencia. Esta se ha ido acentuando porque pertenecen a
ministerios diferentes, por la organización de la sociedad
y por las concepciones. Se considera a los literatos y los
artistas legítimamente intelectuales. Los investigadores,
los científicos no parecen ser intelectuales en la
visión predominante en el país. Esta
dicotomía llega hasta el pensamiento de los propios
intelectuales que pertenecen a la esfera de la cultura. Para
acabar con esta dificultad, deben hablar todos los intelectuales
sobre esta dicotomía en cualquier foro, crear debates,
etc.

El arte, la producción intangible creativa o
intelectual es resultado de la mediación del discurso y el
sujeto, de las luchas de poder de un sistema que busca su
cumplimiento. Es necesario abrir nuestros ojos a la visión
crítica de las cosas, en la cual el arte y el esfuerzo
creativo, tienen mucho que enseñarnos. Por esas razones y
otras más, se llama a la tarea creativa a ser parte de
este proceso como acción y campo de implementación
de las nuevas discusiones.

Es necesario asignar proyectos, capaces de devolver al
hombre su condición de ser creativo y emocional más
allá de las visiones materiales y numéricas,
recordar el papel del sujeto como fin y no como medio que
permitan que el hombre en realidad sea "el medio y el
objetivo del desarrollo".
El valor de la labor creativa es
de inmensa cuantía ya que es el resultado de hombres y
mujeres no solo receptores de dispositivos sino creadores de
alternativas en el mundo social.

Conclusiones

  • La necesidad de comprensión del desarrollo a
    partir de la complejidad en toda su dimensión, en lo
    social, en el movimiento y en el cambio.

  • La ciencia no puede desarrollarse a partir de
    disciplinas separadas, sino que debe ser una ciencia
    multidisciplinaria. Las direcciones principales de desarrollo
    van estar en la integración de las ciencias sociales
    con las ciencias naturales y en la interpretación,
    sobre esa base nueva, de los procesos sociales.

  • Un aporte cultural que la ciencia en Cuba puede
    hacer a la cultura y la identidad cultural en general, es la
    de fortalecer la capacidad autotransformativa y de
    aprendizaje, de adaptación, de renovación y de
    innovación de los sistemas sociales y de las
    colectividades humanas.

  • La madurez de las ciencias sociales en Cuba se
    producirá en la medida en que estas sean capaces de
    colocar la propia sociedad cubana en su centro. De
    aquí que existe la necesidad de articular las ciencias
    sociales con el sistema político.

  • Es necesario abrir nuestros ojos a la visión
    crítica de las cosas, en la cual el arte y el esfuerzo
    creativo, tienen mucho que enseñarnos.

 

 

Autor:

Prof. Asist. Alicia Prohenza
Puebla

Prof. Asist. Niurka Tamayo
Cabrales

Prof. Asist. Leticia García
Rosabal.

Prof. Instruc. Nelifer Veloz
Malcolm.

UNIVERSIDAD DE GRANMA

Filial Universitaria

Bartolomé Masó
Márquez

ARTÍCULO

2011

"Año 53 de la
Revolución"

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