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El politico y el cientifico (página 3)




Enviado por Mirian padilla blas



Partes: 1, 2, 3, 4

Con esto tampoco llegamos a la solución final del
problema. No hay etica en el mundo que pueda substraerse al hecho
de que para alcanzar fines "buenos" haya que recurrir, en muchos
casos, a medios moralmente dudosos, o por lo menos arriesgados,
tanto mas, cuanto que son posibles las consecuencias laterales
moralmente negativas y hasta existe gran probabilidad de que asi
sea. Es mas, ninguna etica del mundo es capaz de precisar, ni
resolver tampoco, en que momento y hasta que punto los medios y
las consecuencias laterales moralmente arriesgadas quedan
santificados por el fin moralmente bueno. La politica tiene como
factor determinante la violencia. Todos ustedes pueden facilmente
calcular la intensidad de la tensión que, en el plano de
la etica, existe entre medios y fines. Basta con recordar, por
ejemplo, el caso de los socialistas revolucionarios (tendencia
Zimmerwald), los cuales se regian, durante la guerra,- apegados a
un principio que se apoya, dicho de un modo descarnado, en estos
terminos: "Si hemos de escoger entre algunos anos mas de guerra
que nos traigan asi la revolución, o bien una paz que
entorpezca su venida, es preferible que se prolonguen estos anos
mas de guerra". Ante la pregunta acerca de lo que esa
revolución podia traer consigo, cualquier socialista
cientificamente educado habria respondido que en absoluto cabia
la idea del paso a una economia socialista en el sentido que para
el tiene el vocablo, antes bien, que se reconstituiria una
economia burguesa, con lo cual se habria logrado solamente
eliminar los factores feudales y los restos dinasticos. Si para
el logro de tan pequeno resultado se prefieren "unos anos mas de
guerra" GAcaso no podria decirse, aun con la firmeza de las
convicciones socialistas, que se puede rechazar un fin que obliga
a valerse de tales medios?

No obstante, esta es la postura del bolchevismo, del
espartatismo y, en general, del socialismo revolucionario. Por
consiguiente, resulta extremadamente irrisorio el hecho de que
estos sectores censuren moralmente a los "politicos del poder"
del antiguo regimen por valerse de los mismos medios, no obstante
que la condena de sus fines se encuentre plenamente justificada.
En lo tocante a la santificación de los medios por el fin,
se presenta aqui inevitablemente el quebrantamiento de cualquier
moral de la convicción. Por lógica no queda, en
efecto, otra posibilidad que la de condenar toda acción
que se valga de medios moralmente peligrosos. Ciertamente, es
natural.

Ahora bien, en el plano de las realidades, observamos de
continuo cómo aquellos que proceden conforme a la etica de
la convicción se convierten con gran rapidez en profetas
quiliasticos; vemos, por ejemplo, a quienes han predicado
repetidamente "el amor frente a la fuerza" acogerse en seguida a
la fuerza, a la fuerza "definitiva" que trae implicito el
aniquilamiento de la violencia total a semejanza de nuestros
oficiales que, al emprender una nueva ofensiva, decian a los
soldados que era la ultima, la del triunfo definitivo, tras la
cual vendria la paz. Para quien actua de acuerdo con la etica de
la convicción resulta intolerable la irracionalidad etica
del mundo. Se trata de un "racionalismo"
cósmico-etico.

Al respecto, todo aquel que haya leido a Dostoievski
recordara sin duda la escena del Gran lnquisidor, en la cual se
plantea este problema en terminos muy profundos. No podemos meter
en un mismo saco a la etica de la convicción y la etica de
la responsabilidad, nos resultara imposible, asi como tampoco es
posible determinar eticamente los fines que pueden santificar
tales o cuales medios cuando pretendemos hacer alguna
concesión a este principio.

F. W. Forster, colega por quien profeso en lo personal
gran estima por la indudable sinceridad de sus convicciones,
aunque considerandolo como politico me resulta inaceptable, esta
persuadido, en su celebre libro, de que ha de salvar esta
dificultad recurriendo a la simple tesis de la cual se desprende
que de lo bueno sólo puede derivarse el bien, y de lo malo
unicamente lo malo. Si asi fuese no surgiria, claro esta, el
problema; pero es inaudito que semejante tesis pueda todavia
salir a la luz en la actualidad, dos mil quinientos anos despues
de los Upanishads. Y si repasamos el curso de la historia
universal, asi como tambien si hacemos el examen, con toda
imparcialidad, de la experiencia cotidiana, vemos claramente que
se nos esta mostrando lo contrario. Todas las religiones del
mundo se apoyan en su desarrollo sobre la base de que la vida es
lo contrario a dicha tesis.

El problema inicial surgido de la teodicea estriba en
cómo es posible que un poder supuestamente infinito y
bondadoso al unisono, haya podido crear este mundo irracional de
inmerecido sufrimiento, de injusticia con impunidad y de
irremediable insensatez. Asi pues, o no es todopoderoso, o carece
de bondad; o quiza la vida esta regida por principios de
equilibrio y de sanción, de modo que en la tarea de querer
interpretarlos unicamente puede ayudar la metafisica, a no ser
que esten substraidos eternamente a nuestra
interpretación. Todas las manifestaciones religiosas han
estado impulsadas por la fuerza de esta cuestión de la
irracionalidad. Tanto la doctrina del karma como el dualismo
persa, el pecado original, la predestinación y el Deus
absconditus, han surgido todos de esta experiencia. Los
cristianos primitivos sabian tambien, ni mas ni menos, que los
demonios gobernaban el mundo. Asimismo estaban convencidos que
todo aquel que se daba a la politica, mejor dicho que se valia
del poder y la violencia era porque tenia un pacto con el diablo.
Por consiguiente, la realidad es que en su dinamismo ya no es lo
bueno lo que sólo produce el bien y lo malo el mal, sino
que, a menudo, suele ocurrir a la inversa. No darse cuenta de
esto en el plano de la politica es pensar puerilmente.

Todas las eticas surgidas de las corrientes religiosas
se han adaptado, de diferentes maneras, al hecho de que los seres
humanos vivimos insertos en distintos ordenamientos vitales
regidos por leyes que difieren entre si. En el politeismo
helenico vemos que se ofrecian sacrificios tanto a Afrodita como
a Hera, a Apolo como a Dionisos, porque se consideraba que no
habia nada de sorprendente en los conflictos entre aquellas
deidades. En el ordenamiento hindu cada profesión era
objeto de una ley etica especial, de un dharma, en cuya virtud
cada una permanecia separada de la otra, todas en castas
diferentes. El ordenamiento las situaba en determinada jerarquia
fija; ningun nacido en ella podia escapar mas que por el
renacimiento en la nueva vida inmediata. De este modo quedaban a
distancias diferentes de los sumos bienes de la salvación
religiosa. Asi se tenia la posibilidad de formar el dharma de
cada casta, ya se tratara de ascetas o brahmanes, de rateros o
prostitutas, pasando por todas y cada una, conforme a la
legalidad inherente privativa de cada profesión. En el
Bhagavag Gita pueden ustedes dar con la guerra; en el dialogo que
sostienen Krishna y Arjuna, ubicada entre la totalidad de los
ordenamientos vitales. "Haz lo que sea necesario", asi reza el
dharma de la casta de los guerreros, con respecto a la labor
obligatoria, lo objetivamente esencial acorde con los
propósitos de la guerra. Por lo que se refiere al
hinduismo, ella no es ningun obstaculo en la salvación
religiosa, antes bien la refuerza: el guerrero hindu, muerto con
heroicidad, tenia el cielo de lndra absolutamente asegurado, del
mismo modo que para los germanos lo estaba el Walhalla. En
cambio, le habria resultado despreciable el nirvana, tanto como
para los germanos lo era el cielo del cristianismo y sus coros de
angeles. Tal particularidad propició a la etica hindu un
tratamiento del verdadero arte de la politica, falta de quiebras
merced a que se concreta a seguir las leyes que a ella se
refieren y hasta las refuerza. El "maquiavelismo", tendencia en
verdad radical, en el sentido que se suele dar a la
expresión, esta sin duda representado en la literatura
hindu por el Arthasastra de Kautilya, perteneciente a epocas
anteriores a nuestra Era y contemporaneo probablemente de
Chandragupta. Junto a el, "tl principe" de Maquiavelo resulta
ingenuo. Como es notorio, la etica, de la que el profesor Forster
se encuentra muy cerca, considera en sus "concilia evangelica"
una etica especial destinada a aquellos a quienes Dios les ha
concedido el carisma de la santidad. Entre estos se cuentan,
ademas del monje, que no debe derramar sangre ni perseguir
beneficios, el caballero cristiano, y el ciudadano devoto, a
quienes si les esta permitido tanto lo uno como lo otro. En el
hecho de aplicar escalonadamente la etica y de integrarla en una
doctrina de la salvación, queda al descubierto que aqui se
es menos consecuente, comparandola con la de la lndia, pero eso
no podia ni debia ser de otro modo ante las hipótesis de
la fe cristiana. Dada la corrupción del mundo a
consecuencia del pecado original, era facil introducir la
violencia en la etica, como medio de oponerse al pecado y a las
herejias que ponen en peligro el alma. Todas las exigencias
acósmicas consignadas en el Sermón de la Montana
corresponden a la etica pura de la fe y del Derecho natural que
las sustentan, basadas en prescripciones definitivas a traves de
las cuales mantuvieron, a pesar de todo, su vigor revolucionario
para emerger decisivamente a la superficie de las contiendas en
casi la totalidad de los tiempos de virulencia social. De aqui
dimanaron, en forma indudable, las sectas tanto radicales como
pacifistas, entre las cuales se nos presenta la de Pennsylvania
con su doctrina instauradora de un Estado que omitiria para sus
fines el uso de la fuerza frente a los fenómenos
exteriores. En la practica, la hipótesis hecha realidad
cayó en un derrotero dramatico cuando, al advenimiento de
las luchas conducentes a la independencia, la secta de los
cuaqueros se vio en la incapacidad de recurrir a las armas, que
les habrian dado la victoria en el conflicto decisivo por el
triunfo de sus ideales, al reves del protestantismo tradicional
que, asumiendo una actitud opuesta, legitimó el recurso de
la violencia para el sostenimiento del Estado, justificando ese
recurso como emanado de una institución divina y
legitimamente autoritaria. Lutero no cargó sobre el
individuo, en particular, la responsabilidad moral de la guerra,
al hacer que aquella recayese sobre los hombros de la autoridad,
a la que es obligado obedecer sin que por ello el individuo
resulte culpable. La doctrina de Calvino, a su vez, asumió
la fuerza como medio basico de legitimidad para la defensa de la
fe; esto es, consideró la guerra de religión tan
necesaria, para su justificación, como en su tiempo lo fue
para el lslam: una necesidad vital. En este punto puede
advertirse que no es la perdida de la fe, advenida en el culto
renacentista por el heroe, la que ha dado origen a los problemas
de la etica politica.

La historia de todas las religiones acota que se han
valido de la fuerza, con variada fortuna, siguiendo la misma
conducta que se acaba de exponer. La peculiaridad generica de los
problemas eticos propios de la politica esta condicionada
unicamente por los recursos especificos dados en la violencia
legitima puesta al servicio de talo cual conjunto social. De esta
suerte, quienquiera que utilice este arbitrio, no importando cual
sea el fin, de acuerdo con sus necesidades politicas, queda
condenado a responder por las consecuencias que de ello se
deriven, y caera, esta condena en forma muy especial sobre quien
luche por su fe, sea esta religiosa o no. Observando la escena
contemporanea encontramos que aquel que desee instaurar en ella
la justicia absoluta, tendra que usar del poder y de los
partidarios que lo sigan, condensados en una organización
que, para funcionar, necesita de articulos o premios espirituales
y materiales. En la actualidad, la lucha de clases exige que se
ofrezca como premio espiritual la satisfacción de los
rencores y de los anhelos de venganza y, especialmente la
satisfacción potencial del resentimiento y de la
pseudoetica que reclama sus propios fueros, aunque esto entrane
difamar al adversario y la acusación de ser agente de
herejias. Como medios materiales debera tener a su alcance el
ofrecimiento del triunfo mediante la aventura conducente a la
apropiación del botin y las prebendas conexas al uso del
mismo. El triunfo del lider esta condicionado por entero al
funcionamiento de la organización y de los móviles
suscitados en ella, antes que a sus propios recursos. Es, pues,
condición sine qua non la seguridad en la
consecución de los premios ofrecidos a los seguidores que
le son adictos, ya se trate de guardias rojos, rufianes o
agitadores. Dadas estas premisas, el exito de sus
propósitos no queda al alcance de su mano, a menos que
quiera servirse de esos motivos falsamente eticos y esencialmente
abyectos adoptados por sus seguidores a los que, por lo demas
anima una fe altruista representada por su persona y por su
causa. La "legitimación" del anhelo de venganza, de las
ansias de poder, del botin y de los gajes no es mas que un
recurso justificativo de la sinceridad de la fe (no debemos
enganarnos, esta interpretación materialista de la
historia no es tampoco un recurso que se acepta y desecha a
voluntad, sin que obedezca los designios de los conductores de la
revolución). El problema se presenta, ante todo, como una
expresión de la revolución emocional, imponiendose
de nueva cuenta como una constante cotidiana tradicional. Siempre
los heroes de la fe y la doctrina que sustentan acaban por
esfumarse y, lo peor, por transformarse en factores constitutivos
de la fraseologia de los demagogos y de los manipuladores de la
politica. Tal cambio se produce con celeridad visible en el curso
de las contiendas ideológicas, debido a que estas son
conducidas y estan inspiradas por lideres indudables y autenticos
profetas revolucionarios. Ahora bien, dado que en toda
organización, sujeta a liderazgos, la unica
condición del exito es la del empobrecimiento espiritual,
la materialización y, en definitiva, la
proletarización del alma en aras de la "disciplina de
partido", la corte victoriosa de un dirigente politico suele
transformarse de esta manera, con facilidad pasmosa, en un grupo
comun y corriente de cortesanos con influencia. Los profesionales
de la politica, o los aspirantes a serlo, necesitan obligadamente
tomar conciencia de estas paradojas morales y de su
responsabilidad, teniendo en cuenta la deformación que en
ellos mismos puede operarse bajo la presión inflexible de
sus seguidores. lnsisto en que quien se dedica a la politica
establece un pacto tactico con los poderes satanicos que rodean a
los poderosos. Para substraerse a este designio, los grandes
virtuosos del amor al prójimo y del bien acósmico,
de Nazaret, de Asis o de los palacios reales de la lndia, no se
inmiscuyeron en los medios politicos, no actuaron dentro del
poder. Su reino no era de este mundo, a pesar de haber tenido
exito dentro de el. Platón, Karatajev y los santos
dostoievskianos estan copiados a sus imagenes. Quien busque la
salvación de su alma y la redención de las ajenas
no la encontrara en los caminos de la politica, cuyas metas son
distintas y cuyos exitos sólo pueden ser alcanzados por
medio de la fuerza Los genios o los demonios de la politica viven
en pugna interna con el dios del amor, asi se trate del dios
cristiano en su evocación eclesiastica; y esa pugna puede
convertirse en cualquier momento en insoluble conflicto. Esta
experiencia la conocian los contemporaneos de la hegemonia
eclesiastica. En sucesivas ocasiones caia el interdicto papal
sobre Florencia y su connotación significaba para la epoca
y las almas de los hombres un poder mas fuerte que la
"aprobación fria" del juicio moral kantiano, en
opinión de Fichte, sin que ello, impidiese que los
florentinos dejasen de combatir a los Estados de la lglesia. Una
muestra de esa situación se encuentra en un bello pasaje
de Maquiavelo, perteneciente, si la memoria no me engana, a las
"Historias florentinas", en el que el autor pone en boca de uno
de sus heroes el elogio a quienes colocan la grandeza de la
patria sobre la salvación de sus almas.

Si cambiando la terminologia dijeran ustedes "futuro del
socialismo" o "paz internacional" en lugar de "ciudad natal" o
"patria", tendran el viejo problema completamente actualizado.
Todo lo que se persigue mediante la acción politica y los
medios violentos que ella utiliza con apego a la etica de la
responsabilidad, supone un peligro para la "salvación del
alma". Tratandose de la consecución de una finalidad de
esta naturaleza en el campo ideológico y mediante una pura
etica conceptual, esa finalidad puede resultar perjudicada al
grado de desacreditarse por muchas generaciones, debido a que
entre sus medios no se tuvo presentes las consecuencias
inherentes a la responsabilidad. El que obra de esta manera no
tiene conciencia de las potencias diabólicas puestas en
juego ni de que tales potencias son inexorables y, por
consiguiente, capaces de originar resultados adversos que afecten
tanto a sus propósitos como a la salud de su alma, ya que
frente a ellas se encontrara, de no verlas, completamente
indefenso. "Mas sabe el diablo por viejo que por diablo"; "el
demonio es viejo; hazte viejo para poder entenderlo". No se trata
en estos refranes de la edad cronológica del demonio.
Nunca me he sentido abrumado en una discusión por las
fechas de nacimiento. El simple hecho de que alguien tenga veinte
anos y yo pase de los cincuenta, no me induce, en definitiva, a
pensar que ello constituye un exito ante el que tenga que temblar
de pavor. Lo decisivo no es cl numero de anos desde el
nacimiento, sino la capacidad adecuada para hacer frente a las
realidades de la vida, para soportarlas y a estar a su altura; si
bien es verdad que la politica se hace con la cabeza, esto no
quiere decir que se haga solamente con la cabeza. En ello tienen
razón sobrada quienes defienden la etica de la
convicción. Sin embargo, nadie puede sentenciar si hay que
proceder conforme a la etica de la responsabilidad o de acuerdo a
la etica de la convicción, o cuando conforme con la una o
de acuerdo con la otra. Lo unico que puedo afirmar es que cuando,
en estos tiempos de excitación que ustedes no creen
"esteril" (la excitación no es esencialmente ni siempre
una pasión autentica), veo que aparecen de subito
politicos de convicción vociferando en medio del desorden:
"el mundo es necio y abyecto, pero yo no, la responsabilidad por
las consecuencias es ajena a mi corresponde a aquellos para los
cuales yo trabajo y cuya necedad o cuya abyección yo podre
extirpar", empiezo por discutir la consistencia interior que
existe en el transfondo de esta etica de la convicción. Me
imagino que en nueve de cada diez casos doy con odres llenos de
viento que no saben lo que estan haciendo y que se inflaman con
sensaciones romanticas. Humanamente esto no me interesa mucho ni
poco y puedo decir que tampoco me conmueve en
absoluto.

Por el contrario, es muy conmovedora la actitud de
cualquier hombre maduro, de no importa cuantos anos, que siente
con toda su alma la responsabilidad por las consecuencias y actua
conforme a la etica correspondiente y que, llegado el caso, es
capaz de decir: "no puedo hacer nada mas, aqui me detengo".
Siento que esto es algo realmente humano y me caia hasta lo mas
profundo. Esta situación puede, en efecto, desafiar a
cualquiera de nosotros, a condición de que no estemos
muertos. Desde este punto de vista, la etica de la
responsabilidad y la etica de la convicción no son
terminos opuestos entre si; son elementos complementarios que
deben concurrir a la formación del hombre autentico, a la
formación del hombre que pueda tener "vocación
politica".

Llegado aqui, estimado auditorio, me permito emplazarlos
para que hablemos nuevamente de este tema dentro de diez anos. Si
para entonces, como desdichadamente tengo muchos motivos para
temerlo, continuamos dominados por la reacción sin que se
haya realizado algo o quiza en absoluto nada de lo que con
seguridad muchos de ustedes, y yo tambien, como lo he reconocido
con frecuencia, hemos deseado y esperado (quiza, con toda
probabilidad, esto no habra de aniquilarme, pero supone, claro
esta, un grave cargo saber que asi ha de ocurrir); para entonces,
digo, me gustara mucho saber que "ha sucedido" interiormente con
muchos de ustedes que por ahora se sienten autenticos "politicos
de convicción" y que, como tales, participan en la
embriaguez de la revolución actual. Para entonces seria
muy bello que todo ocurriera de tal modo que se pudiese aplicar
lo que Shakespeare dice en el soneto 102:

"Entonces era primavera y era tierno nuestro amor
Entonces la saludaba cada dia con mi canto, Como canta el
ruisenor en la alborada del estio, Y apaga sus trinos cuando va
entrando el dia".

Sin embargo, el panorama no es este. Tenemos frente a
nosotros algo que no es alborada del estio, antes bien noche
polar de oscuridad dura y helada, cualesquiera que sean los
grupos actuales que triunfen. Donde no hay nada, efectivamente,
no es sólo el emperador el que pierde o carece de
derechos, sino tambien el proletariado. Cuando esta noche se
aclare poco a poco, Gquienes de aquellos viviran dentro de la
primavera que hoy aparentemente florece con tanta opulencia? GY
que habra pasado para entonces en el espiritu de todos ellos?
Habran caido en la amargura o en la grandilocuencia vacua o se
habran sometido simplemente al mundo y a su profesión, o
habran elegido una tercera via, que no es la menos transitada, la
de la huida mistica del mundo que adoptan aquellos que tienen
dotes para ello o que (y esto es lo mas comun y lo peor) siguen
esta ruta para ponerse a la moda. En cualquiera de estos casos,
sacare la conclusión de que no han estado a la altura de
sus propios actos, de que no han estado a la altura del mundo tal
como realmente es, ni a la altura de su tiempo. Objetiva y
verdaderamente, ellos carecieron, en sentido profundo, de la
vocación politica que creian poseer; y que hubieran
procedido en mejor forma ocupandose lisa y llanamente de la
fraternidad humana y de su trabajo cotidiano.

La politica estriba en una prolongada y ardua lucha
contra tenaces resistencias para vencer, lo que requiere,
simultaneamente, de pasión y mesura. Es del todo cierto, y
asi lo demuestra la Historia, que en este mundo no se arriba
jamas a lo posible si no se intenta repetidamente lo imposible;
pero para realizar esta tarea no sólo es indispensable ser
un caudillo, sino tambien un heroe en todo el sentido estricto
del termino, incluso todos aquellos que no son heroes ni
caudillos han de armarse desde ahora, de la fuerza de voluntad
que les permita soportar la destrucción de todas las
esperanzas, si no quieren mostrarse incapaces de realizar
inclusive todo lo que aun es posible. Unicamente quien esta
seguro de no doblegarse cuando, desde su punto de vista, el mundo
se muestra demasiado necio o demasiado abyecto para aquello que
el esta ofreciendole; unicamente quien, ante todas estas
adversidades, es capaz de oponer un "sin embargo"; unicamente un
hombre constituido de esta manera podra demostrar su
"vocación para la politica".

LA CIENCIA COMO
VOCACION

De acuerdo con los deseos manifestados por ustedes, hoy
voy a hablarles sobre "la ciencia como vocación".
Nosotros, los economistas, poseemos una pedanteria muy
particular, en la que quisiera mantenerme, y que consiste en
partir siempre de las relaciones extrinsecas. Asi pues, en la
cuestión que nos hemos decidido a abordar podriamos partir
de esta pregunta: Gde que modo se presenta la ciencia hoy en dia
como profesión, en el maximo sentido de la palabra? Esta
pregunta, desde el punto de vista practico, es equivalente a esta
otra: Gcual es la situación de un graduado que ha decidido
dedicarse profesionalmente a la ciencia en la propia universidad?
Para entender en que estriba al respecto la particularidad
alemana, creo necesario establecer una confrontación,
recordando previamente las circunstancias que prevalecen en
Estados Unidos de America del Norte, pais que tiene muchas
diferencias con el nuestro en lo referente a estas cuestiones. Es
bien sabido el hecho de que, entre nosotros, la carrera de un
joven a quien anima el propósito de consagrarse a la
profesión cientifica se inicia, regularmente, con la
función de Privatdozent. El aspirante, despues de haberse
puesto en comunicación con el titular de la especialidad y
de haber obtenido la aprobación de este, le es calificada
su obra original y se le somete a examen en determinada
universidad. Alli podra dictar cursos sin salario y sin otra
retribución que aquella que se derive de la matricula de
los estudiantes, fijando sus propios objetivos dentro del ambito
de su venia legendi.

En America del Norte la carrera academica se inicia
normalmente con el nombramiento de "assistant". Naturalmente,
existe cierta semejanza con lo que suele ocurrir en nuestros
grandes lnstitutos de Medicina y de Ciencias, en los cuales
sólo un reducido numero de concurrentes, y a menudo muy
tarde, se deciden a ser habilitados como "Privatdozent". La
diferencia consiste en que, en la practica, la carrera cientifica
esta cimentada definitivamente sobre supuestos plutocraticos, ya
que tratandose de un cientifico joven que carece de bienes de
fortuna, resulta muy expuesto, correr los riesgos dci profesorado
academico, toda vez que le sera forzoso sostenerse con sus
propios medios durante varios anos, sin que le asista la
seguridad de que al final de ellos pueda lograr un puesto que le
permita vivir de el. En dicha nación norteamericana rige,
por el contrario, el metodo burocratico. El joven percibe un
salario desde el principio, aun cuando es de poca cuantia, ya que
apenas se equipara al que, en la mayor parte de los casos, recibe
un obrero medianamente calificado. Como quiera que sea, el joven
cuenta ya con una posición mas o menos sólida, dado
que el sueldo que recibe es fijo. Sin embargo como suele suceder
entre nuestros asistentes, es posible que llegue a ser
destituido, y quiza hasta de un modo bastante despiadado si
defrauda la confianza en el depositada. Esta consiste en que
tendra que "llenar el aula". No es algo que pueda acontecerle a
un Privatdozent aleman, el cual, una vez ha sido nombrado, no
puede ser destituido. Naturalmente, no tiene "derechos"
adquiridos; sin embargo, es lógica la perspectiva de que,
habiendo cumplido durante anos el ejercicio del profesorado, sea
acreedor a ciertas consideraciones y se le tenga en cuenta,
incluso si se presenta la casual circunstancia (a menudo muy
importante) de tener que habilitar a otros Privatdozenten. Esta
disyuntiva entre si debe habilitarse a los graduados que los
soliciten y cuya capacidad haya sido comprobada o si hay que
tomar en consideración las necesidades de los docentes, es
decir, si a los Privatdozenten ya en funciones se les debe
conceder – estado de monopolio, resulta muy penosa y esta
enlazada estrechamente con la doble cara de la profesión
academica a la que habremos de referirnos en seguida. En la
mayoria de los casos se adopta la segunda de las dos alternativas
expuestas, lo cual implica, sin embargo, que cl profesor regular
interesado tenga una predilección especial para con sus
propios discipulos, por mas recto de conciencia que sea. Hablando
con sinceridad, hasta yo personalmente me he apegado al principio
de que aquellos que se han graduado conmigo deben someterse al
examen y habilitarse con otros profesores en otra universidad.
Con todo, se ha dado el caso de que uno de mis mejores alumnos se
haya visto rechazado en otra universidad, debido a que nadie
podia dar credito al verdadero móvil de buscar en ella la
habilitación.

Entre nuestro metodo y el norteamericano existe todavia
una diferencia mas. Por lo regular el Privatdozent aleman tiene
que dedicarse menos de lo que quisiera a explicar los temas de
las clases. De hecho, esta facultado a desarrollar cualquier tema
de su especialidad; sin embargo, si asi lo hiciese, ello se
conceptuaria como inaudita falta de consideración respecto
de los Dozenten con mayor antiguedad. Generalmente el dictado de
las lecciones sobresalientes esta a cargo del titular, en tanto
que las cuestiones secundarias dependen del Privatdozent. El
sistema le resulta ventajoso, aunque no sea, en parte, muy de su
agrado, ya que le da libertad para dedicarse a la labor
cientifica durante los anos de su juventud. Con el metodo
estadounidense ocurre, en principio, de modo muy distinto. Por el
hecho de recibir un sueldo, es precisamente en los primeros anos
del ejercicio academico cuando el joven cientifico se encuentra
mas agobiado por tareas didacticas. Pongamos como ejemplo una
dependencia de germanistica. El profesor ordinario se conforma
con dictar, supongamos, un curso de tres horas por semana acerca
de Goethe. Por su parte, el joven asistente puede considerarse
satisfecho si ademas de impartir las primeras lecciones de la
lengua alemana durante doce horas semanales de clases, puede
incluir conocimientos de poetas de la talla de Uhland o algo asi,
pues son los titulares de la especialidad los que elaboran el
programa, y es obligatorio que el assistant se apegue a el, a
semejanza de lo que acontece entre nosotros con respecto a los
asistentes de los institutos.

Ahora es posible ver claramente cómo la
ampliación de nuestra Universidad, de ayer a hoy, para dar
acceso a nuevas ramas de la ciencia, se esta haciendo de acuerdo
con los patrones norteamericanos. Los importantes institutos de
Medicina o de Ciencias se han convertido en empresas de
"capitalismo de Estado". Para realizar su tarea requieren medios
de gran envergadura, y sin ellos se produce la misma
situación que donde sea que intervenga la empresa
capitalista, esto es "el apartamiento del trabajador, asi como de
los medios de producción". El trabajador, que en nuestro
caso es el asistente, se encuentra vinculado a los medios de
trabajo puestos a su disposición por el Estado. De
resultas, tiene tan poca independencia frente al director del
instituto como el empleado de una fabrica frente al director de
esta, pues aquel piensa con toda buena fe que el instituto es
suyo y procede como si de hecho lo fuese. Su situación
suele ser tan precaria como otra forma cualquiera del
proletariado, y exactamente igual a la que vive el assistant de
la Universidad estadounidense.

Es un hecho que la vida universitaria se americaniza
cada vez mas al igual que nuestra existencia en los mas
importantes aspectos, y he llegado al convencimiento de que al
correr del tiempo tal evolución habra de afectar a
disciplinas como aquellas en que, a semejanza de lo que ocurre en
gran parte con la mia, el propio artesano es dueno de los medios
de trabajo (en principio de la biblioteca) asi como anteriormente
era el amo de su taller. Tal evolución esta en pleno
desarrollo. lndudablemente, esta situación ofrece ventajas
tecnicas tal como sucede en cualquier empresa de capitalistas,
por mas burocratizada que sea. Sin embargo, el nuevo "espiritu"
se encuentra muy distante del peculiar ambiente nuestras
universidades. Tanto en lo interno como en lo externo se abre un
profundo abismo entre el jefe de una empresa universitaria y
capitalista de tal indole y el clasico profesor regular al estilo
antiguo. Disparidad que influye desfavorablemente en la actitud
interna. Pero no es mi intención insistir acerca de este
tema. Lo que si puedo decir es que tanto en el orden interior
como en el exterior la primitiva constitución de la
universidad se ha tornado ficticia. No obstante, prevalece,
todavia con mas fuerza, un factor caracteristico de la carrera
academica. Se trata de la problematica con respecto a si un
Privatdozent o un asistente llegara a tener un dia la oportunidad
de contar con un puesto de profesor regular o de director de un
instituto. Claro esta que no todo depende de la casualidad, pero
si es cierto que esta domina de un modo fuera de lo comun. Casi
no conozco otra carrera en el mundo en la que el azar juegue
analogo papel. Me juzgo tan autorizado para opinar asi por cuanto
en lo personal debo agradecer a mas de una casualidad el hecho de
haber recibido, siendo aun muy joven, el nombramiento de profesor
ordinario de una materia que a colegas de mas edad les supuso
elaborar obras muy superiores a la mia. Con esta experiencia, es
posible que mi sensibilidad se haya agudizado lo suficiente como
para percibir el inicuo destino de muchas personas para quienes
el azar ha jugado y juega en sentido adverso y a las cuales, a
pesar de su capacidad, no se les concede, por causa de este
metodo de selección fortuita, el puesto que merecen. Este
hecho de que justamente la ventura, y no sólo las
aptitudes, constituya un factor determinante, no depende
exclusiva ni principalmente, siquiera, de las deficiencias
humanas que, claro esta, se hacen sentir en este sistema de
selección como en otro cualquiera. No seria licito que a
la inferioridad del personal del Ministerio o de las Facultades
se le echara la culpa de la existencia de tantos mediocres en los
puestos importantes de las universidades, hecho del que no hay
duda alguna. Esto es algo regido por las leyes de la
colaboración humana, que en este caso consiste en la de
varias corporaciones, es decir, la Facultad que propone y el
Ministerio. Un fenómeno comparable lo encontramos en la
elección papal, la cual, dados los procedimientos que
podemos observar a traves de los siglos, nos ofrece el ejemplo
mas importante de cómo controlar una selección de
personal. En muy contadas ocasiones ha resultado elegido el
cardenal a quien se tenia por "favorito". Generalmente la tiara
ha sido dada al que estaba en segundo o tercer lugar entre los
preferidos. Algo similar ocurre con respecto a los presidentes de
los Estados Unidos de Norteamerica. Es excepcional que la
"nominatio" partidista y, luego, el triunfo en las elecciones
recaiga en el candidato de mas popularidad y fama, en cambio,
generalmente las gana el que esta en el numero dos o tres. Los
estadounidenses han acunado ya expresiones tecnicas en el plano
de la sociologia, para senalar a estos ejemplares personajes.
Partiendo de tales ejemplos, habria de resultar muy sugestivo
inquirir a que leyes responde una selección realizada por
una voluntad de conjunto. No hemos de extendernos ahora en este
punto, sin embargo, debemos observar que dichas leyes tambien
tienen validez en lo que a las corporaciones universitarias se
refiere y no debe causarnos asombro, precisamente, el que los
errores se repitan con frecuencia, sino el hecho de que, pese a
todo, lleguen a ser tantos los nombramientos apropiados. Lo
cierto es que los mediocres acomodaticios o los arribistas, gente
sin escrupulos, son siempre los unicos que tienen probabilidades
de ser nombrados, si esta de por medio la intervención
parlamentaria, por motivos politicos, o asi se trate del monarca
o de un dirigente revolucionario, como era usual y sigue siendolo
hasta el presente entre nosotros. No hay profesor universitario a
quien le complazca recordar las polemicas suscitadas con motivo
de su nombramiento, pues rara vez fueron gratas: sin embargo,
puedo asegurar que en los muchos casos de los cuales me ha sido
dado tener conocimiento, era evidente la buena voluntad de
decidir por motivos exclusivamente objetivos.

Es necesario ver todo con claridad. No puede decirse que
la suerte de las plazas academicas, azarosa en grado sumo, se
deba sólo a la deficiencia de la selección
realizada por una voluntad de conjunto. Todo joven que sienta en
si el llamado del ejercicio de la profesión academica debe
estar del todo consciente de que la tarea que le espera tiene dos
vertientes por donde correr. No debe bastarle haber sido
calificado como sabio, sino que, es necesario que le vean
atribuidas cualidades como profesor, y entre lo uno y lo otro no
hay, ni siquiera remotamente, implicación alguna. Se da el
caso de ser alguien un sabio excepcional y al mismo tiempo un
catastrófico profesor. En el ejercicio docente recuerdo a
hombres como Helmholtz o Ranke, que no constituyen, claro esta,
los unicos ejemplos. El modo como funcionan nuestras
universidades, en especial las de menor tamano, es una lucha
obstinada por reunir el mayor numero de estudiantes en una
competencia que raya en lo irrisorio. Hay quienes explotan el
alquiler de habitaciones en las ciudades universitarias y cuan-do
a un estudiante le corresponde ser el numero mil lo festejan con
gran alborozo, y si llega a completar el cupo de dos mil, se le
honra con un desfile de antorchas. Del ingreso proveniente de las
matriculas depende, hay que decirlo con toda franqueza, el hecho
de que las catedras mas próximas esten ocupadas de manera
"atractiva", sin embargo, si dejamos esto de lado, es
incuestionable que la cantidad de matriculas significa una senal
de triunfo de acuerdo con la suma de varias cantidades, mientras
que la calidad cientifica no es tomada en cuenta y que, con
frecuencia y naturalmente, les es negada a los intrepidos
innovadores. Todo gira en torno a esta obsesión de la
benevolencia infinita y del valor que representa la considerable
concurrencia de alumnos. El hecho de expresar que tal o cual
individuo es un mal profesor significa en la mayoria de los casos
sentenciarlo a la muerte academica, asi sea el sabio mas grande
del mundo. Para colmo, la certeza o la duda de si un profesor
puede ser considerado como bueno o malo en su ejercicio, esta en
función de la asiduidad con que el es honrado por los
senores estudiantes, y es notorio que la afluencia de estos a una
catedra determinada depende, aunque parezca increible, de meras
circunstancias externas, como por ejemplo, del temperamento del
profesor o del timbre de su voz. Me ha bastado una sola
experiencia, seguida de una reflexión tranquila, para
aprender a desconfiar de los cursos masivos, por muy inevitables
que resulten. La democracia es efectiva dentro de su propio
ambito; en cambio la educación cientifica,
tradicionalmente requerida en nuestras universidades, es una
cuestión de aristocracia espiritual, y en esto no debemos
enganarnos. Es asimismo cierto y absolutamente necesario que la
exposición de las cuestiones cientificas sea hecha de modo
comprensible para las mentes no adiestradas en ellas, pero con
capacidad suficiente. Lograrlo es una de las tareas
pedagógicas mas dificiles, sobre todo si esas mentes
llegan a concebir ideas propias acerca de tales cuestiones, lo
cual es lo unico decisivo para nosotros. Sin embargo, la cantidad
de asistentes no es lo que ha de decidir el triunfo o el fracaso
en esta tarea tan obstinada.

Volviendo al punto de partida, el arte de ensenar es,
como quiera que sea, un don personal del todo independiente de la
calidad cientifica de un sabio. Entre nosotros no contamos, sin
embargo, como en Francia, con una entidad de "inmortales"
cientificos, de suerte que, conforme a lo tradicional, es de
rigor en nuestras universidades el doble ejercicio de la
investigación y de la ensenanza. El hecho de que las
aptitudes para estas dos funciones distintas entre si se den en
un mismo individuo, nunca deja de ser pura casualidad.

Asi pues, en la vida academica predomina el azar. No es
nada facil, diria que es casi imposible, hacerse uno responsable
de aconsejar al joven que solicita ser orientado acerca de su
posible habilitación. Si este joven es judio habra que
responderle, claro esta: "lasciate ogni speranza". Y tanto si
loes como si no, a todos ellos se les debe preguntar, a
conciencia: "GSe siente usted capaz de soportar, sin amargura y
sin dejarse corromper, el hecho de que durante anos sucesivos vea
desfilar ante usted una mediocridad tras otra?" La respuesta es
siempre la misma: "Naturalmente; yo vivo sólo para mi
vocación" No obstante, puedo asegurar que son muy pocos
los individuos que he conocido capaces de soportarlo sin
menoscabo para su vida interior. Esto es lo que juzgaba necesario
decir, precisamente, en cuanto a las condiciones externas de la
vida academica se refiere.

Ahora bien, sin duda, lo que ustedes esperaban de mi era
algo distinto. Seguramente estaban en la creencia de que habia de
hablarles acerca de la vocación intima del hombre de
ciencia. Hoy en dia, el estado intimo de esta vocación se
ve condicionado, antes que nada, por el hecho de que la ciencia
se encuentra en un estadio de especialización nunca antes
conocido y del que no habra de salir jamas. Todas las tareas
relacionadas con otras disciplinas, como las que solemos hacer
aunque sea ocasionalmente y como aquellas que los
sociólogos realizan con frecuencia, se llevan a efecto con
la obsesiva idea de que al especialista quiza se le estan
suministrando cuestiones de provecho que a el le pasarian por
alto probablemente desde su aislado emplazamiento, aunque el
trabajo propio en si ha de quedar irremediablemente muy
incompleto. Sólo a base de una rigida
especialización puede el trabajador cientifico
experimentar esta impresión de plenitud, que quiza
sólo se produce una vez a lo largo de la vida, y que le
hace exclamar: "he aqui lo que he construido; algo que
perdurara". En estos tiempos, la obra de verdadera importancia y
definitiva es nada menos que la del especialista. Aquel que no es
capaz de colocarse, digamos, unas anteojeras y llegar convencerse
a si mismo de que la salvación de su alma esta supeditada
a la comprobación precisamente de esta hipótesis y
no de otra, en este pasaje del presente manuscrito, no esta
constituido para la ciencia. Nunca experimentara en sieso que
podria llamarse la "vivencia" de la ciencia. Carente de tan
singular exaltación, que para aquellos que la ven desde
afuera, desprovistos de pasión, de este sentimiento de que
fue necesario que "transcurrieran tantos milenios antes de mi
llegada y aun mas milenios para que aguardaran en silencio a que
yo verificase esta hipótesis", tal persona carece de
vocación para la ciencia; es preferible que elija algo
distinto a que dedicarse. Para el hombre en cuanto hombre nada
tiene valor si no puede lograrlo con pasión.

Ahora bien, en caso de existir esta pasión, por
considerable, verdadera y profunda que sea, ella no es suficiente
para lograr un resultado. Es sólo una condición
preliminar de la "inspiración", que es lo realmente
decisivo. Entre la juventud cunde la idea de que en la actualidad
la ciencia es ya sólo una cuestión de calculo que
se lleva a cabo en laboratorios o en archivos estadisticos,
valiendose de la inteligencia, sin poner el alma en algo, como un
producto que se elabora "en una fabrica". Frente a tal creencia
es preciso indicar, de primera intención, que se funda en
un entendimiento erróneo tanto de lo que acontece en una
fabrica como en un laboratorio. Para lograr la producción
de algo valioso en uno u otro lugar, es preciso que el individuo
conciba precisamente aquello que pueda resultar adecuado. Esta
idea que acude a la imaginación no puede, sin embargo, ser
forzada ni tiene nada de frio calculo. Es cierto que tambien el
frio calculo es una condición preliminar. No hay
sociólogo, pongamos por caso, que llegue a lamentarse de
haber pasado largos meses, y que esto le haya ocurrido justo en
la vejez, dedicado a operaciones totalmente triviales. Cuesta
cara la tentativa de descargarse de esta labor valiendose de
medios mecanicos, cuando existe en realidad el deseo de sacar
algun provecho de ella, por pequeno que sea, como es lo usual.
Pero en tanto no se le ocurra a uno algo concreto para dirigir su
calculo, y durante el proceso hacia su efectividad, tratando de
ver el alcance de sus probables resultados, no sera posible
conseguir siquiera este pequeno provecho. Unicamente
intensificando el trabajo hasta lo maximo se llega a concebir con
toda normalidad, lo deseado, aunque existen algunas excepciones a
esta regla general. En ocasiones, la ocurrencia de un aficionado
puede tener la misma trascendencia cientifica y aun mayor que la
de un especialista. Son varios los aficionados a quienes les
debemos con gratitud muchos de nuestros mas acertados
planteamientos y la ciencia adquirida. El aficionado sólo
se diferencia del especialista (segun Helmholtz opinaba de Robert
Mayer) en que carece aun de seguridad en los metodos de trabajo.
De ahi que la mayoria de veces no esta en condiciones de valorar
y, asimismo, de dirigir la idea y menos de llevarla a efecto. La
idea por si sola no puede sustituir al trabajo, del mismo modo
como este no puede reemplazar ni forzar a la idea y asi como
tampoco puede hacerlo la pasión. En cambio, el trabajo y
la pasión, sobre todo si van unidos, si pueden provocar la
idea pero esta surge cuando menos se espera y no cuando nosotros
lo deseamos. Cierto es, en efecto, que las mejores ideas vienen a
las mentes cuando uno fuma con toda tranquilidad un cigarro en el
sofa, tal como le acontecia a lhering, o como declara Helmholtz
con precisión de fisico, que las ideas le venian mientras
realizaba un paseo por caminos de suave cuesta, o en el momento
mas inesperado. Como quiera que sea, la idea brota de pronto,
despues de muchas tribulaciones e inquieto afan en la mesa de
trabajo. Claro que de no haber vivido esas horas llenas de
angustia en la mesa de trabajo y con esa incesante inquietud por
los problemas, no surgiria jamas la ocurrencia. Despues de todo,
el trabajador cientifico debe tomar en cuenta este azar, comun a
toda realización cientifica, de que la inspiración
acuda o no. Y pueda tratarse de un excelente trabajador, sin que
haya tenido jamas una ocurrencia digna de tomarse en cuenta. Algo
que debe considerarse un grave error es la creencia de que esto
sobreviene unicamente en el plano de la ciencia, en tanto que,
por ejemplo, lo que acontece en un laboratorio es muy distinto a
lo que ocurre en cualquier negocio. Asi comprobamos que un
individuo entregado al comercio o a la industria, y que carezca
de "fantasia comercial", esto es, sin ideas, sin ocurrencias
propias del genio creador, nunca, por muy bien que le vaya,
aventajara su situación de dependiente o de empleado
tecnico sin que nunca le sea dado formar nuevas organizaciones.
De ningun modo es cierto que la inspiración juegue un
papel mas importante en la ciencia que en la solución de
los problemas practicos a los que debe hacer frente un empresario
moderno, a pesar de que los cientificos ensoberbecidos no lo
crean asi; del mismo modo que no se puede creer que la idea tiene
menos importancia en la ciencia que en las artes, siendo pueril
la idea de que un matematico pueda arribar a resultados
cientificos validos utilizando unicamente una regla de calculo o
cualquier otro aditamento mecanico para el mismo fin. Es obvio,
desde luego, que tanto por su sentido como por las metas a
conseguir, la fantasia de un matematico como Weierstrass se
dirige hacia su objetivo de manera totalmente distinta a la de
cualquier artista; y que la fantasia de aquel como la de ese
artista son cualitativamente diferentes, sin que ambos procesos
psicológicos dejen de diferir, ya que en uno como en otro
caso esta presente la embriaguez (en su connotación de
"mania" platónica) e "inspiración". Debe
considerarse como un don el hecho de que alguien posea
inspiraciones cientificas, como efecto de un destino
inexplicable. Sobre la base de esta indudable verdad se ha
levantado una predisposición muy extendida especialmente
en los medios juveniles y por razones faciles de comprender por
la que se ama a ciertos idolos, a los que se adora por doquier en
todas las esquinas y en todos los medios de publicidad. Tales
idolos son la "personalidad" y la "vivencia", que aparecen
estrechamente unidos, dando la idea de que la segunda contribuye
a la formación de la primera, a la que, en esencia,
pertenece. El afan de atesorar "vivencias" es un tormento
colectivo, toda vez que se supone que esa codicia forma parte de
una personalidad, y el afan de comportarse como si se hubiese
recibido ese don llega a convertirse en un substituto de las
mismas vivencias. En otro tiempo, lo que ahora se llama vivencia"
tenia el nombre de "sensación" en lengua alemana y, a mi
modo de ver, esta idea era mucho mas correcta que lo que
actualmente se entiende por vivencia

Distinguidos oyentes: en el terreno de la ciencia
sólo posee personalidad quien se entrega pura y
simplemente al servicio de una causa. Y esto no ocurre unicamente
en el campo de la ciencia, pues no conocemos ningun artista
realmente grande que haya hecho algo que no sea entregarse unica
y exclusivamente a su arte y sólo a el. Yo diria que
incluso la personalidad de Goethe menoscabó el arte debido
a la libertad de la que hizo uso, queriendo hacer de su propia
"vida" una obra de arte. Quizas se ponga en duda esta
afirmación, pero, en todo caso, hay que ser un Goethe para
poder permitirse tal libertad, y nadie me negara que hasta un
hombre de esa categoria, de los que sólo aparecen una vez
cada mil anos, tiene que pagar un precio por ella. Lo mismo
sucede en lo que respecta a la politica, de la que no hemos de
tratar hoy.

En el terreno cientifico es absolutamente seguro que
carece de "personalidad" quien se presenta en escena como
"empresario" de la causa a la que deberia servir, intenta
legitimarse mediante su "vivencia" y continuamente se pregunta:
Gcómo podria yo demostrar que soy algo mas que un simple
especialista?, Gcómo hacer para decir algo que en su forma
o en su fondo nadie haya dicho antes que yo? Es esta una actitud
muy generalizada que indefectiblemente empequenece y que rebaja a
quien se hace esta pregunta, mientras que, por el contrario, la
entrega a una causa y sólo a ella eleva a quien asi obra
hasta la altura y dignidad de la causa misma. Tambien en este
punto ocurre lo mismo al cientifico y al artista, pero pese a la
existencia de estas condiciones previas comunes tanto a nuestro
trabajo como al del esteta, el trabajo cientifico esta sujeto a
una finalidad distintiva que lo separa profundamente del trabajo
artistico. La labor cientifica, en efecto, esta inmersa en la
corriente del progreso, en tanto que en el terreno del arte no
cabe hablar, por el contrario, del progreso en el mismo sentido.
Es absolutamente refutable decir que la obra de arte de una epoca
en la que se encuentran a su disposición nuevos medios
tecnicos y conocimientos mucho mas profundos acerca de las leyes
de la perspectiva sea, simplemente por esto, muy superior a otra
obra ejecutada en tiempos en los cuales no existian dichos medios
ni se tenia noción de tales leyes, siempre y cuando, claro
esta, que esta obra haya sido realizada materialmente con
exactitud y segun la forma debida, mejor dicho, que para ella se
hubiera elegido y tratado su finalidad de acuerdo con las
posibilidades artisticas, sin contar con esos medios y esas
leyes. Una obra de arte, a la cual se considere en verdad
"acabada", no podra jamas ser superada ni envejecera nunca. Un
individuo podra estimar de distinto modo el valor que esta obra
representa para el, en lo personal; sin embargo, de estar una
obra verdaderamente "lograda" en sentido artistico, jamas podra
nadie decir de ella que alguien la supere con otra, asi este esta
otra igualmente "lograda".

Con respecto a la ciencia ocurre todo lo contrario.
Sabemos muy bien que lo que hayamos producido se habra vuelto
arcaico dentro de diez, veinte o cincuenta anos. Tal es el
destino y el sentido del trabajo cientifico, a los que se
encuentra sometido y entregado opuestamente a todos los demas
elementos de la cultura, los cuales no se hallan sometidos a la
misma ley. Cualquier "logro" de la ciencia implica nuevas
cuestiones y tendra que ser superado y envejecera
irremediablemente. Quien quiera dedicarse a la ciencia debe
contar con esto. Existen, claro esta, realizaciones cientificas
que pueden conservar su importancia permanentemente en
condición de "instrumentos de deleite" dada su calidad
artistica, o como factores previos para el trabajo. Sea como
fuere, debemos senalar una vez mas que el hecho de ser
supe-rabies debe considerarse no sólo como el destino de
cada uno de nosotros, sino tambien la finalidad peculiar que nos
es comun a todos. lmposible se nos haria trabajar sin la
esperanza de que habra quienes lleguen mas lejos que nosotros, en
un progreso que, por principio, no tiene fin. Hemos llegado,
pues, al meollo de la cuestión del sentido de la ciencia.
Efectivamente, no resulta facil comprender que aquello que esta
sometido a esa ley tenga en si sentido y sea en si comprensible.
GPor que consagrarse a algo que, realmente, no tiene ni puede
tener nunca fin? Como primera respuesta diremos que eso se
ejecuta con un propósito practico o, en terminos mas
amplios, tecnico, esto es: para que podamos enfocar nuestro
proceder practico en función de las expectativas que nos
brinda la experiencia cientifica. Naturalmente esta es una
respuesta cabal, pero sólo tiene significación para
el hombre practico. Sin embargo, Gcual es la actitud interior del
hombre de ciencia con respecto a su profesión? -siempre
que se dedique a ella, claro esta-. tl afirma que esta consagrado
a la ciencia por la ciencia, ajeno por entero a que otros vayan a
lograr con ella triunfos tecnicos o económicos, o
alimentarse, vestirse, alumbrarse o mejor gobernarse. Ahora bien,
Gen que sentido cree el que debe consagrarse a la creación
de algo cuyo destino tiende necesariamente a envejecer, que debe
abismarse en esta empresa fraccionada en parcelas de
especialidades y sin una meta definitiva? Para contestar a esta
pregunta se requieren algunas consideraciones de regla general.
El avance de la ciencia constituye una parte, la de mayor
importancia, de ese proceso de dedicación a su cultivo al
que estamos sometidos y frente al cual, por lo demas, se suele
adoptar una actitud sumamente negativa en estos tiempos. Antes
que nada, procuremos analizar con toda serenidad, desde el punto
de vista practico, el significado de esta racionalización
intelectual operada a traves de la ciencia y de la tecnica
dirigida cientificamente. GSignifica, tal vez, que hoy en dia
cada uno de los que -estamos reunidos en este recinto, por
ejemplo, tiene una conciencia de sus propias condiciones de vida
mucho mas precisa que la que tenia un indio o tiene un hotentote?
Eso es dificil que sea verdad. De no tratarse de un fisico,
cualquiera de los que viajan en un tranvia, sin duda no tendra
idea de cómo ni por que se moviliza aquello. Mas, despues
de todo no necesita saberlo. Es suficiente para el "contar" con
la conducción del tranvia y decidir asi su propia manera
de proceder, pero no se interesa por saber como se puede fabricar
un tranvia que funcione. El salvaje tiene muchos mas
conocimientos que nosotros sobre los instrumentos que utiliza. Si
se tratara de cómo emplear el dinero, me atreveria a
apostar que, no obstante encontrarse aqui algunos economistas,
las respuestas serian distintas entre si y tantas como las
personas interrogadas acerca de por que con una misma suma de
dinero se pueden comprar, segun sea la ocasión, cantidades
muy diversas de una misma cosa. Sin embargo, el salvaje sabe muy
bien de que modo conseguira el alimento de todos los dias y
cuales son las instituciones a las que debe recurrir para que le
ayuden a ello. Asi pues, el progreso de la
"intelectualización y racionalización no representa
un ascendente conocimiento global, de las condiciones generales
de nuestra vida. El significado es otro: representa el
entendimiento o la creencia de que, en un momento dado, en el
momento que se quiera, es posible llegar a saber, por
consiguiente, que no existen poderes ocultos e imprevisibles
alrededor de nuestra existencia; antes bien, de un modo opuesto,
que todo esta sujeto a ser dominado mediante el calculo y la
previsión. Con eso queda al descubierto, sencillamente,
que lo magico del mundo esta excluido. A la inversa del salvaje,
el cual aun cree que tales poderes existen, nosotros no tenemos
que valernos de medios que obren efectos magicos para controlar a
los espiritus O incitarlos a la piedad. Esto es algo que se puede
lograr por medio de la tecnica y la previsión. He ahi, en
esencia, el significado de la "intelectualización". Bien,
ahora cabe preguntarnos si todo este proceso de liberación
de la magia, que en la cultura occidental viene prolongandose
desde hace miles de anos; si todo este "progreso", en el que la
ciencia se va introduciendo como parte integrante y fuerza
propulsora, tiene algun sentido que vaya mas alla de lo meramente
practico y tecnico. Este es un problema que se encuentra
planteado de un modo ejemplar en la obra de León Tolstoi,
que desemboca en el por una via privativa. Su reflexión se
va concentrando, a cada momento en un solo tópico: si la
muerte constituye o no un fenómeno que tenga sentido. La
respuesta que da es que la muerte, para el hombre con cultura, no
lo tiene. La vida civilizada de cada individuo, emplazada en el
"progreso", en lo infinito, es incapaz, segun su propio sentido,
de fin alguno. lnvariablemente existe un progreso mas alla de lo
ya alcanzado, y no hay mortal que pueda escalar las cumbres
entalladas en la infinitud. El propio Abraham o uno de aquellos
campesinos de antano moria "viejo y saciado de vivir", debido a
que se encontraba dentro del circulo organico de la existencia;
asimismo, porque conforme a su sentido inherente habia ya
recibido de su vida, al fin de sus dias, cuanto podia ofrecer la
existencia y, tambien, porque ya no quedaba para el enigma alguno
que le despertara deseos de descifrarlo; asi, podia considerarse
"satisfecho". Veamos ahora, a la inversa, al hombre fruto de la
civilización, inmerso en un mundo que se enriquece
continuamente con saberes, diferentes ideas y nuevos problemas.
Podria sentir "el cansancio de vivir", mas nunca "la saciedad de
la existencia", pues no le habra sido posible captar nunca mas
que una minima particula de aquello que la vida espiritual
esclarece, pero que, al fin y al cabo, no es sino algo efimero,
jamas definitivo. Por lo tanto, para el la muerte esta privada de
sentido y tampoco lo tiene la cultura en cuanto tal, puesto que
es ella, precisamente, la que con su insensato avance acelerado
deja a la muerte sin ningun sentido. Esta es la reiterada nota
fundamental del arte de Tolstoi en cada una de sus ultimas
novelas.

GQue podemos pensar de todo esto? Se nos ocurre
preguntarnos: Ges que el progreso en cuanto tal tiene un sentido
al que se pueda conocer, que vaya mas alla de lo meramente
tecnico, en cuya virtud su utilidad llegue a constituir una
vocación significativa? Es ineludible el planteamiento de
este problema, pues ya no atane unicamente al de la
vocación del cientifico, es decir al significado que la
ciencia tiene para aquel que se consagra a ella; antes bien, se
trata de algo distinto, esto es, definir que es la
vocación cientifica considerada en la vida entera de la
humanidad y cual es su valor. Llegados a este punto, sobresale la
extraordinaria diferencia que existe entre los tiempos idos y el
presente. Recordemos juntos la prodigiosa escena que
Platón nos describe en el Libro Septimo de La Republica.
En una caverna se encuentra un grupo de hombres encadenados. Sus
rostros estan dirigidos frente a una pared de fondo y sus
espaldas dan contra la luz, de modo que unicamente pueden ver las
sombras proyectadas en el muro, tratando de descubrir la
relación que existe entre ellas. Uno de los hombres
consigue, por fin, romper las cadenas; se vuelve y dirige su
mirada hacia el sol. Cegado, se mueve a tientas y avanza.
Balbuceando, comienza a describir lo que ve. Los otros hombres lo
llaman loco. Sin embargo, paulatinamente, el liberado se
acostumbra a ver en la luz. Entonces, se impone la tarea de
acudir alli donde permanecen sus companeros, con objeto de
liberarlos de sus cadenas y conducirlos hasta la luz. Este hombre
representa al filósofo; la luz del sol es la verdad de la
ciencia, que no persigue apariencias ni sombras, sino que va en
busca del verdadero ser.

GHay quien tenga en la actualidad una actitud similar
respecto a la ciencia? Diriamos que entre los jóvenes
predomina mas bien un sentimiento opuesto. Todas las estructuras
intelectuales de la ciencia constituyen para la juventud actual
un reino ultraterreno de abstracciones artificiales que trata,
sin jamas lograrlo, de aferrar entre sus macilentas manos la
sangre y la savia de la vida real. Precisamente lo que para
Platón no era mas que un juego de sombras en el muro es
aqui, en la vida, el palpitar de la autentica realidad. Fuera de
eso, todo son fantasmas vacios, que se apartan de la realidad.
GCómo es posible que llegara a producirse este cambio? El
fogoso entusiasmo que anima La Republica de Platón es
explicable, finalmente, gracias al descubrimiento del concepto
como una de las mas eficaces herramientas del conocimiento
cientifico. Se debe a Sócrates la revelación de sus
alcances, aunque no se le impute como al unico creador de la
valoración del concepto. Para entonces podian encontrarse
elementos lógicos, en el escenario hindu, muy semejantes a
los aristotelicos, bien que puede decirse con entera
sujeción a la verdad que, fuera de Grecia, no se tenia, a
pesar de ello, noción entera de su importancia, pues seria
entre los griegos donde por primera vez se le concebiria como
instrumento habil merced al cual podia situarse cualquier persona
en torno a la lógica para no evadirse de ella, a menos de
confesar que no se sabe nada, o bien que esta y no otra es la
verdad eterna que, en sentido opuesto al de las acciones y los
impulsos de los hombres, no dejara de actuar jamas. Esta y no
otra fue la inaudita experiencia intelectual de los discipulos de
Sócrates. De esta noción parecia deducirse
necesariamente que una vez hallado el concepto de lo bello, de lo
bueno, de lo heroico, del alma o de cualquier otra cosa, podria
encontrarse tambien la esencia de su verdadero ser, para quedar
abierta de esta suerte la via que permitiese ensenar y aprender
la forma justa del comportamiento en la existencia y, sobre todo,
del cumplimiento de los deberes del individuo como ciudadano. El
ateniense de pensamiento radicalmente politico hace que todo
dependa, de hecho, de esta unica cuestión decisiva cuyo
conocimiento y conceptuación constituye el sentido mas
profundo de la ciencia.

A la par de este descubrimiento del espiritu de la
Helade aparece, como fruto del Renacimiento, la segunda gran
herramienta del trabajo cientifico: el trabajo experimental o
racional, como medio de una experiencia digna de confianza, sin
cuyo auxilio habria sido imposible la ciencia empirica de
nuestros dias; lo cual no excluye el que antes de aquel entonces
no se hubiese experimentado. En efecto, en la lndia se habian
llevado a cabo experimentos psicológicos apegados a las
tecnicas asceticas del yoga; y hubo tambien los experimentos
matematicos que de Grecia se extenderian a la Europa medieval, en
primer lugar al servicio de la tecnica militar y, en segundo, al
de la explotación minera. Las tecnicas experimentales como
principios indispensables de la investigación cientifica
son, sin embargo, obra del Renacimiento. Los avanzados de esta
nueva corriente son los geniales artistas renacentistas, Leonardo
y sus contemporaneos y, sobre todo, y en forma por demas
caracteristica, los musicos del siglo XV, con el clavicorno
experimental de pruebas; de sus manos pasó la
experimentación artistica a los experimentos cientificos,
especialmente en la obra de Galileo y en las formulaciones
teoreticas precisadas por Bacón y, mas adelante, en las
universidades europeas, sobre todo las italianas y holandesas.
GCual era el significado de la ciencia para aquellos hombres
instalados en los umbrales de la modernidad? Para los artistas
pragmaticos de la talla de Leonardo y para los innovadores
musicales, el experimento cientifico significaba la ruta abierta
hacia el arte verdadero, que para ellos era tambien el camino a
la verdadera naturaleza. La elevación del arte a los
niveles ocupados por la ciencia significaba, ante todo, el que el
artista pudiera ser equiparado con el sabio, tanto debido a su
categoria social como al sentido de la vida que deberia poseer.
En el Tratado de la Pintura, de Leonardo, subyace esta
ambición. GPodriamos asegurar en la actualidad que la
ciencia es el "camino hacia la naturaleza"? Semejante
aseveración seria tomada como herejia a los oidos de la
juventud, pues en nuestros dias se trata al parecer, de lo
contrario; esto es, de liberarse del intelectualismo cientifico
para ir hacia nuestra propia naturaleza y, por su intermedio,
hacia la naturaleza en general. GEl camino que conduce a la
plenitud artistica? Tal afirmación no requiere ni siquiera
una critica. Sin embargo en el momento de la aparición de
las ciencias de la naturaleza, todavia se esperaba mas de ellas.
En esto, es menester recordar la frase de Swammerdam: "Aqui, en
la anatomia del piojo, les traigo una prueba de la Providencia
divina", para que vean ustedes que el trabajo cientifico,
indirectamente influenciado por el protestantismo y el
puritanismo era considerado en aquel tiempo como el camino hacia
Dios. Era esta una actitud no compartida por los filósofos
de la epoca en sus conceptos y deducciones. La totalidad de la
teologia pietista de entonces, en especial la de Spener, sabia ya
que no era posible encontrar a Dios en esa ruta seguida durante
la Edad Media, pues ya se entendia que Dios esta escondido y que
sus caminos no son los nuestros ni tampoco sus pensamientos. La
busqueda de las huellas y los propósitos de Dios con
respecto al mundo, se pretendia que pudiese ser realizada en las
ciencias de la naturaleza. GY que es lo que pasa en nuestros
dias? Exceptuando uno que otro niño grande de los que a
menudo se mueven en el mundo de las ciencias naturales, nadie
cree que los conocimientos astronómicos,
biológicos, fisicos o quimicos puedan proporcionarnos
ensenanzas acerca del sentido de la existencia o acerca del
camino en el que pueden hallarse indicios de ese sentido,
suponiendo su existencia. Si los conocimientos tienen que ver con
ello es mas bien en el sentido de extirpar la fe en la existencia
de algo que pueda llamarse "sentido" del mundo. GLa ciencia
camino hacia Dios? Gpuede llamarse camino hacia Dios ese poder
especificamente ajeno a la divinidad? Confiesese o no, nadie,
puede albergar duda alguna en el fondo de su ser con respecto a
que la ciencia es ajena a la idea de Dios. La premisa fundamental
para existir en comunidad con lo divino, es la
emancipación del racionalismo e intelectualismo de la
ciencia. Este enunciado o cualquier otro sensiblemente analogo es
la premisa de nuestra juventud que aspira a tener una vivencia
religiosa, y a la cual lo que le interesa no es, por lo demas la
vivencia religiosa en si, sino la 'vivencia en general. Aqui es
de extranarse que el camino tomado para ello consista, en
definitiva, en elevar la conciencia para colocarla bajo la lupa
de la razón, esto es, afectando la esfera de lo
irracional, que es lo unico que hasta ahora no se habia visto
afectado por su examen. Esto es, en definitiva y en la practica,
lo que esta ocurriendo con el neorromanticismo intelectual de lo
irracional. Los medios para liberarse del intelectualismo
conducen precisamente al punto opuesto al que pretendian alcanzar
quienes se proponian evadirlo.

Tras la aniquiladora critica de Nietzsche contra los
"hombres postreros" que habian encontrado la felicidad, puedo
permitirme dejar de lado ese ingenuo optimismo que veia en la
ciencia, o sea, en la tecnica cientificamente fundamentada, el
camino real hacia la felicidad. GQuien cree en estos tiempos en
ello, exceptuando algunos ninos grandes de los que ocupan las
catedras o las redacciones de los periódicos?

Recapitulando. Dados estos supuestos y tomando nota de
cuanto acabamos de decir, vemos cómo han zozobrado todas
las ilusiones que veian en la ciencia el camino hacia el
"verdadero ser", "hacia el arte verdadero", "hacia el verdadero
Dios", "hacia la felicidad verdadera". GCual es el sentido actual
de la ciencia como vocación? La respuesta mas acertada es
la de Tolstoi, contenida en las siguientes palabras: "La ciencia
carece de sentido, puesto que no tiene respuesta para las unicas
cuestiones que nos importan, las de que debemos hacer y
cómo debemos vivir". Seria vano discutir el hecho de que,
en realidad, la ciencia no responde a tales cuestiones. El meollo
del problema esta, sin embargo, en que no ofrece ninguna
respuesta y en que no contribuye, en definitiva, a plantear
adecuadamente tales cuestiones.

Actualmente suele hablarse con asiduidad de una ciencia
"sin supuestos previos". GPuede existir como tal? Todo depende,
claro esta, del sentido que se imprima a esta expresión.
No hay trabajo cientifico que no tenga siempre como presupuesto
la validez de la lógica y de la metodologia, que son las
disciplinas fundamentales, en lo general, de nuestra
orientación en el mundo.

Tales supuestos no suscitan, al menos en lo que toca a
las cuestiones que nos ocupan, grandes problemas. Todo trabajo,
sin embargo, tiene otro supuesto necesario en el orden de lo
cientifico: el del resultado que con el se pretende obtener, en
el sentido de lo que es digno de saberse. Naturalmente, con este
supuesto se nos plantean de nuevo todos nuestros problemas, ya
que a su vez no llega a ser demostrable cientificamente. Lo unico
que podemos hacer es interpretarlo conforme a su sentido ultimo,
aceptandolo o rechazandolo, segun sea la postura de cada uno
frente a la existencia.

La relación entre la labor cientifica y estos
supuestos previos difiere, ademas, de acuerdo con la estructura
de las distintas ciencias. Las ciencias naturales, tales como la
fisica, la quimica o la astronomia, presuponen, como algo de suyo
evidente, que las leyes logradas por dichas ciencias acerca de
los fenómenos cósmicos merecen ser conocidas, no ya
sólo porque estos conocimientos conduzcan a resultados
tecnicos, sino hacia la satisfacción de quien las cultiva,
"por el conocimiento mismo" llevado de su "vocación". Este
supuesto no es demostrable, como tampoco lo es el que este mundo
trazado por tales leyes merezca existir, que tenga un sentido y
que vivir en el lo tenga a su vez. De ahi que las ciencias de la
naturaleza no se planteen tales cuestiones.

Consideremos ahora, por ejemplo, dentro de la ciencia
altamente desarrollada, a la medicina moderna. La preceptiva
general medica es, simplemente, la de preservar la vida y la de
disminuir, hasta donde sea posible, el sufrimiento humano, tareas
frente a las cuales tal preceptiva se torna problematica. El
medico, gracias a sus conocimientos, puede mantener con vida al
enfermo incurable, aunque este le implore que lo libere de su
existencia y a pesar de los parientes, para los cuales esa vida
ya no tiene ningun valor y preferirian verla liberada del
sufrimiento, o para quienes resulta, quiza, imposible sostener
los gastos que implica prolongarla (podria tratarse acaso de un
loco desamparado) y estarian deseando, y no sin razón,
consciente o inconscientemente, que el enfermo muera. Pero nada,
salvo el Código Penal y los supuestos sobre los cuales se
ejerce la Medicina, prohiben que el medico se desvie de su linea
de conducta. La ciencia medica no se pregunta si la vida es digna
de ser vivida o en que momento deja de serlo. Sin embargo, todas
las ciencias de la naturaleza tienen la respuesta para el
interrogante de que debemos hacer si queremos dominar
tecnicamente la vida. Todo cuanto se relaciona, a si debemos o
queremos en nuestro interior ese dominio y si este tiene en
verdad sentido, es pasado por alto, o bien se da por supuesto
previamente.

Ahora bien, fijemos nuestra atención en una
disciplina diferente, la ciencia del arte. La estetica se basa en
que la existencia de obras de arte es un hecho y se afana por
hallar las condiciones en que tal hecho se produce. A pesar de
esto, no se plantea el embarazoso problema de si el dominio del
arte sea o no el de un reino de magnificencia diabólica,
un reino terrenal que, por lo mismo, en el mas entranable de sus
sentidos, es un reino enemigo de Dios y no sólo eso, sino
tambien un adversario de la fraternidad entre los hombres, dado
su espiritu elevado y profundamente aristocratico, con lo cual la
estetica no esta en actitud de preguntarse si deben o no existir
obras de arte. Pasando a otro campo, lo mismo ocurre con la
jurisprudencia, encargada de definir lo que es valido de acuerdo
con las reglas del pensamiento juridico, en parte por razones
estrictamente lógicas cuando no por sus vinculaciones con
determinados esquemas convencionales. Aqui su función
estriba en determinar cuando son obligatorias determinadas normas
juridicas y sus correspondientes metodos de
interpretación. No responde, en cambio, a la pregunta de
si debe existir el derecho o de si deben quedar establecidas
precisamente estas normas y no otras; debido a que su
función es la de apelar al medio apropiado para
alcanzarlas sujetandose a las reglas de nuestras concepciones
juridicas, que senalan tal o cual norma. Por otra parte, habria
de pensarse, finalmente, en las ciencias históricas, que
nos ensenan a evaluar los acontecimientos politicos, artisticos,
literarios y sociales, habida cuenta de las circunstancias de sus
respectivas apariciones, para las cuales no existen respuestas
acerca de si tales fenómenos debieron o deben existir o si
vale o no la pena el conocerlos, en el supuesto de que hay un
interes en participar, por medio de este conocimiento, en la
comunidad de los "hombres cultos", aunque se muestre uno incapaz
de probarlo "cientificamente" ante quien sea. El hecho de tomar
como supuesto la existencia de dicho interes no es suficiente
para validar su evidencia por si mismo, algo que no lo es en modo
alguno.

Examinemos ahora las disciplinas que yo
tengo mas próximas, es decir, la sociologia, la historia,
la economia, la teoria del estado y ese genero de la filosofia de
la cultura que se propone la interpretación de todos los
fenómenos de esta naturaleza. Se afirma, y comparto esa
opinión, que la politica debe quedar fuera de las aulas.
En primer lugar los estudiantes no deben hacer politica; yo
deploraria el hecho de que el estudiantado pacifista de Berlin
armara escandalo en el aula de mi antiguo colega Dietrich Schafer
con el mismo vigor con que lamento el escandalo que, segun
parece, le han armado los estudiantes antipacifistas al profesor
Foerster, pese a la total diferencia de opiniones que me separan
de dicho catedratico. Pero tampoco, en mi opinión, los
profesores deben hacer politica en las aulas y menos que nunca al
ocuparse de la politica desde el punto de vista cientifico. La
filiación politica y el analisis cientifico de los
fenómenos y de los partidos politicos son cosas muy
distintas. Si en una asamblea popular se habla de democracia no
es para guardar en secreto la propia opinión, ya que es
obligatorio y moral, en ese caso especifico, el tomar partido.
Los enunciados que en ese caso se utilizan no son proposiciones
derivadas o sujetas al analisis cientifico, sino de propaganda
politica frente al auditorio. No son herramientas para labrar el
terreno del pensamiento contemplativo, sino armas usadas como
medios de lucha para derrotar al enemigo. Usar la palabra con
este objeto en las aulas o en conferencias academicas
constituiria, por el contrario, una herejia.

En esos casos, cuando haya que referirse a la
"democracia", sera menester presentarla en sus distintas formas,
analizar su funcionamiento, acotar las consecuencias que cada una
de ellas tiene para la vida; contraponerlas a las normas
antidemocraticas de ordenamiento politico y tratar de que, en la
medida de lo posible, el auditorio se encuentre en
situación de discernir sobre su toma de posición a
partir de sus propios ideales basicos. No obstante, el verdadero
maestro habra de cuidarse mucho de inducir hacia una
posición determinada a sus alumnos aprovechando de su
autoridad como catedratico; no debera hacerlo ni directamente ni
por medio de sugerencias, pues aquello de "dejar que los hechos
hablen por si,' implica la forma mas desleal de ejercer
presión sobre los circunstantes.

GPor que razón no debemos incurrir en esa falta?
Tengo por sabido que algunos de mis muy estimados colegas
entienden que es imposible practicar esta autolimitación y
que, aunque asi no lo fuera, ella redundaria en un puro capricho.
A buen seguro no es posible que a nadie se le indique,
cientificamente y de antemano, sus deberes como maestro, y lo
unico que se le puede exigir es la probidad intelectual necesaria
para concebir que existen dos tipos de problemas cabalmente
heterogeneos. De un lado, la comprobación de los hechos,
la determinación de contenidos lógicos o
matematicos o de la estructura interna de los fenómenos
culturales; del otro, la respuesta a la pregunta con respuesta a
la cultura y sus contenidos concretos y, en esencia, la
orientación en cuanto al comportamiento del hombre dentro
de la comunidad cultural y de las asociaciones politicas. De no
faltar quien pregunte la razón por la cual no deban
tratarse en las aulas los problemas inherentes al segundo tema,
habre de responderle que ello es debido a la simple razón
de que las aulas no son tribunas de profetas o demagogos. Unos y
otros ya recibieron este consejo: "Vayan por calles y plazas y
hablen publicamente", es decir, habla por dondequiera se te pueda
criticar. En el aula, el catedratico se halla en el uso de la
palabra ante el silencio de sus alumnos; para cursar su carrera,
es obligación de los estudiantes asistir a las clases
impartidas por el maestro, sin que les este permitido expresar
puntos de vista opuestos. Es de mi parecer que entrana una
absoluta falta de responsabilidad el que un profesor tome ventaja
de sus prerrogativas para influir en los estudiantes,
transmitiendoles sus propias opiniones politicas, en vez de
limitarse a cumplir con su misión especifica: la de
suministrarles sus conocimientos y su experiencia cientifica.
Claro esta que siempre es posible que tal o cual profesor llegue
a prescindir sólo a medias de sus simpatias politicas; y
menos mal, porque de no hacerlo quedara expuesto a las mas agudas
criticas de su propia conciencia. En definitiva, este hecho no
prueba nada. La obligación de buscar la verdad conlleva
tambien posibles errores puramente objetivos que, naturalmente,
no suponen un argumento en contra de su consecución. Es el
interes cientifico, ademas, el que me mueve a condenar semejante
actitud. Teniendo en cuenta la obra de nuestros historiadores, me
comprometo a ofrecer la prueba de que dondequiera que un hombre
de ciencia permite la introducción de sus propios juicios
de valor, renuncia a tener una comprensión plena del tema
que trata. Esta cuestión, por lo demas, rebasa de sobra el
tema que estoy tratando y mereceria de por si un tratamiento mas
prolongado.

Limitandome a considerar la posibilidad de imponer un
criterio homogeneo de evaluación a un católico y a
un masón, asistentes a un curso sobre formas de gobierno,
las distintas iglesias o la historia de las religiones,
encontrare que no existe tal posibilidad; pero a pesar de ello,
mi deseo como profesor debera circunscribirse al intento de ser
tan util al católico como al masón, por medio de
mis conocimientos y metodos. Aunque bien podrian ustedes
objetarme, y con razón, que un católico convencido
no aceptara jamas los hechos expuestos por su profesor en lo que
atane a las circunstancias que dieron origen al cristianismo,
debido a que aquel no comparte sus puntos de vista dogmaticos.
Siendo esto del todo cierto, la diferencia subsiste y se cine a
lo siguiente: la ciencia sin "supuestos previos" rechaza toda
implicación religiosa y no acepta, como tal, ni el
"milagro" ni la "revelación". De aceptarlos traicionaria
sus propios presupuestos", mientras que el religioso cree tanto
en el uno como en la otra. La ciencia sin supuestos previos" no
exige nada menos, pero tampoco nada mas, que el acatamiento de
que si debe explicarse a traves de ella el origen del
cristianismo sin tener en cuenta tales factores, que para una
explicación empirica no tienen valor casual, debe
explicarse, precisamente, en la forma que corresponda, de manera
que quien lo acepte no tenga que faltar a su fe.

Pero, entonces, Gllegara a tener sentido la
aportación de la ciencia para aquellos a quienes los
hechos les son indiferentes y para aquellos que sólo
consideran la toma de posición en la practica? Quiza si.
Por lo pronto, nos encontramos con que lo primero que el profesor
debe proponerse es ensenar a sus discipulos a que acepten los
hechos incómodos, es decir, aquellos hechos que a ellos
les resultan incómodos para la corriente de opinión
que comparten, y, en general, existen hechos de esta indole en
todas las corrientes de opinión, sin exceptuar la mia
propia. Cuando un profesor se impone ante su auditorio,
obligandolo a ello, creo que le esta procurando algo mas que una
simple aportación intelectual, ya que si dijera
"aportación etica" seria, incluso, caer en la inmodestia,
pese a que pueda parecer un patetismo exagerado para calificar
algo evidentemente tan pueril.

Hasta aqui sólo he expuesto ciertas razones
practicas dirigidas al maestro, en calidad de consejo a fin de
que se abstenga de imponer sus propias posturas a sus discipulos.
Sin embargo, no sólo hay que tener en cuenta estas
razones. Lo que impide sostener una defensa "cientifica" con
respecto a las posturas practicas (salvo en los casos en que se
trate de especificar los medios mas convincentes para lograr la
finalidad antes indicada) estriba en causas mucho mas profundas.
Es una defensa que resulta absurda, en principio, debido a que
los diferentes valores existentes se encuentran ya librando entre
si un combate sin solución posible.

El viejo Mill, aun cuando no es mi intención
elogiar su filosofia, expresó cierta vez, y en eso le doy
la razón, que cuando uno se sale de lo puramente empirico
cae en el politeismo. Se diria que tal afirmación peca de
superficial y paradójica; sin embargo, contiene una gran
verdad. Si algo hay que hoy en dia sepamos bien es la antigua
verdad aprendida una y otra vez, de que existe algo que puede ser
sagrado, sin que sea menester precisamente que sea bello, incluso
porque no lo es y en la medida en que no lo es. Ustedes pueden
hallar referencias acerca de eso en el capitulo Llll del libro de
lsaias, asi como en el Salmo XXl. Asimismo, sabemos que no
sólo algo puede ser bello aunque no sea bueno, sino
precisamente por aquello por lo cual no lo es. Esto lo hemos
sabido de nuevo con Nietzsche; ademas, lo encontramos hecho
realidad en los poemas de Baudelaire, en el libro que
denominó Las flores del mal. En suma, la verdad de que
algo puede ser verdadero aunque no sea ni bello, ni sagrado, ni
bueno, forma parte de la sabiduria de todos los dias. Sin
embargo, estos casos no son sino los mas elementales de esa
batalla sostenida entre los dioses de los diferentes sistemas y
valores.

Ahora bien, hay una cosa que esta fuera de
mi alcance:

GCómo es posible que se pretenda decidir
cientificamente entre el valor de la cultura francesa y el de la
alemana? En este caso se trata tambien de diferentes dioses que
luchan entre si, y para siempre. Sucede, aunque en distinto
sentido, lo mismo que ocurria en el mundo antiguo, cuando este
todavia no se habia liberado de sus dioses y demonios. Al igual
que los helenos ofrecian sacrificios primero a Afrodita, despues
a Apolo y sobre todo, a los dioses de sus propias ciudades, lo
mismo ocurre hoy, aunque el culto se haya desmitificado y no
tenga ya la plastica mitica pero intimamente verdadera que poseia
en su forma original. Sobre estos dioses y su lucha eterna decide
el "destino" y no ciencia alguna. Lo unico que se puede
comprender es que es lo divino en un orden u otro, o para un
orden u otro.

Partes: 1, 2, 3, 4
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