Presupuestos teóricos del sistema filosófico de José Vasconcelos
Presupuestos teóricos del sistema filosófico
de José Vasconcelos – Monografias.com
Presupuestos teóricos del
sistema filosófico de José
Vasconcelos
En los grandes pensadores siempre existen resonancias de
muchas influencias, pero sin menoscabar la originalidad que los
ha hecho grandes, y Vasconcelos no es una excepción. Su
obra es original tanto por el contenido ecuménico como por
el estilo discursivo en que se expresa.
En la cosmovisión de Vasconcelos están
presentes los elementos filosóficos de Pitágoras,
Plotino y Bergson y mucho masa lo largo de su formación
intelectual; sin embargo, estos tres pensadores dejaron una
huella profunda que podemos apreciar en la profusa obra del
Maestro.
Empecemos por Bergson, que según Gaos, fue el
filósofo europeo que más profundamente
influyó en Vasconcelos.
Henri Bergson (1859-1941), filósofo y escritor
francés, es autor de una teoría de la
evolución basada en la dimensión espiritual de la
vida humana, que tuvo una gran influencia en múltiples
disciplinas, en 1927 fue galardonado con el Premio Nobel de
Literatura. En 1889 se doctoró en letras con una tesis
titulada Ensayo sobre los datos inmediatos de la
conciencia, ensayo que, tras ser publicado ese mismo
año, causó una gran sensación entre
distintos filósofos. En sus páginas planteaba sus
teorías acerca de la libertad de la conciencia y sobre el
tiempo, al que consideró como una sucesión de
instantes conscientes, entremezclados e ilimitados.
Posteriormente, apareció una de sus principales
obras, "Materia y memoria" (1896), en la que subrayaba
la selectividad del cerebro humano. En 1897 ingresó como
profesor en la Escuela Normal Superior y, en 1900, en el
Collège de France, centro en el que ocupó
primeramente la cátedra de Lengua Griega y más
tarde la de Filosofía.
Sus obras más destacadas de este periodo fueron
La risa (1900, ensayo sobre la base mecanicista de la
comedia y, tal vez, su trabajo más citado) y La
evolución creadora (1907, donde exploró el
problema de la existencia humana y definió la mente como
energía pura, el elan vital o ímpetu vital,
responsable de toda la evolución
orgánica).
En 1914 fue elegido miembro de la Academia Francesa
(integrada en el Instituto de Francia) y se retiró
prácticamente de su actividad profesoral, aunque no
abandonó de forma oficial su cátedra hasta 1921. A
partir de este último año su preocupación se
centró en determinados asuntos internacionales,
políticos, morales y religiosos (en este aspecto,
jugó un decisivo papel su conversión al
catolicismo, lo que significaba una renuncia al judaísmo
que profesaron sus padres). Después de serle concedido el
Premio Nobel de Literatura en 1927, sólo publicó
Las dos fuentes de la moral y de la religión
(1932, donde relacionó su propia filosofía con el
pensamiento cristiano) y El pensamiento y lo moviente
(1934). Falleció el 4 de enero de 1941 en
París.
La influencia de Bergson (principalmente de sus primeras
obras) sobre numerosos filósofos, artistas y escritores
del siglo XX resultó decisiva. Exquisito prosista y
brillante conferenciante, su estilo, místico aunque vital,
contrastó con el materialismo de su tiempo. Aunque a
menudo fue asociado con la escuela filosófica intuitiva,
su pensamiento fue demasiado original y ecléctico para ser
así conceptuado. No obstante, Bergson sí
subrayó la importancia de la intuición sobre el
intelecto, al impulsar la idea de dos corrientes opuestas: la
materia inerte frente a la vida orgánica, de modo
semejante a como el impulso vital se esfuerza por conseguir la
libre acción creadora.
Los temas de la filosofía de Bergson están
presentes con fuerza en la filosofía de Vasconcelos,
particularmente con su Estética. Hay una acuciante
analogía tanto en el texto como en el espíritu
general en que se expresa. La concepción de la
evolución creadora, con primacía casi absoluta de
lo espiritual, está en la filosofía del Maestro
Vasconcelos. Igualmente el intuicionismo, donde la
intuición tiene prioridad respecto al intelecto o la
razón.
En Vasconcelos, si bien es menos radical que Bergson, el
a priori estético deviene como proceso intuitivo. Por eso
en la tesis se señala: El Monismo Estético de
Vasconcelos se fundamenta en tres principios: la belleza, la
emoción estética y el universo.
Este filósofo identifica a la realidad con la
energía, y la experiencia estética permite el
conocimiento de la realidad. El monismo estético convierte
al mundo en objeto de conocimiento, y en objeto de belleza.
Dentro de este esquema estético, Vasconcelos ubica a
la belleza como la forma más alta de la verdad. La
Metafísica deberá utilizar el método
estético para alcanzar su meta de una visión
unitaria del mundo; la intuición artística es la
vía para conocer la realidad. La emoción o
intuición estética, es el método para
conocer la realidad.
El hombre o la totalidad de su ser es la tercera
estructura que, como las anteriores, organiza la energía
en determinado modo, sólo que su organización es
más amplia y universal, es decir, puede convertir lo
físico y lo biológico de tal suerte que se
transforme en sustancia espiritual trascendente.
Nótese de lo anterior cómo las ideas de la
evolución creadora, la emoción intuitiva y el elan
vital de resonancia bergsoniana, mediados por la intuición
estética o artística, están presentes en la
cosmovisión de Vasconcelos. Por supuesto, no cae en el
radicalismo idealizante de Bergson, por las propias exigencias
del contexto latinoamericano, de su misión como educador
que concibe la educación como formación humana
para el trabajo creador, es decir, su propia
práctica, el compromiso social, lo conduce a nuevas
aprehensiones y discernimientos que lo alejan de la
filosofía abstracta del filósofo francés. Lo
que no niega en modo alguno que en la teoría, Vasconcelos
en varios momentos abrace la especulación con visos
irracionalistas, muy propio del idealismo en general.
Debe destacarse, además, las coincidencias de
ambos pensadores idealistas en cuanto a su visión
religiosa cristiana del hombre, la sobrevaloración de la
intuición sobre el intelecto, al impulsar la idea de dos
corrientes opuestas: la materia inerte frente a la vida
orgánica, de modo semejante a como el impulso vital se
esfuerza por conseguir la libre acción creadora. Libre
acción creadora devenida como intuición espiritual
y como espíritu sintetizador, que permite que la realidad
se haga transparente al hombre. El a priori estético de
Vasconcelos, si lo analizamos detenidamente, se funda en
esto.
Por tanto, coincidimos con Gaos, que más que
Nietzsche, influyó Bergson en Vasconcelos.
Además, si Vasconcelos fue más lejos en
cuanto a compromiso social y acciones humanistas consagradas, se
debe a las propias exigencias de la praxis y al contexto
latinoamericano en que se desarrolla su filosofía,
incluyendo su visión crítica constructiva
antipositivista, el sentido cultural de su quehacer
teórico y práctico, en fin ser un hombre de
pensamiento, obra y praxis.
Con relación a las huellas de Plotino, es bueno
destacar que en Vasconcelos hay influencia de todo el pensamiento
antiguo griego, incluyendo también al Oriente. Esto era
muy común de los humanistas ilustrados. Era muy
difícil que un hombre culto humanista no se dirigiera con
fuerza a la herencia grecolatina. Por eso encontramos ideas
cosmológicas de los presocráticos, concepciones
éticas de Sócrates, Platón, Séneca y
otros. La concepción vasconceliana del bien, la bondad y
la verdad y su identidad, está permeada del
espíritu antiguo, tanto griego como oriental.
En su axiología influyó mucho la
filosofía oriental, particularmente la hindú, dado
el carácter espiritual que encerraba sus concepciones. Por
supuesto, no es posible obviar el lugar de la cultura
grecolatina, y particularmente la ética cristiana, como
hombre religioso, cristiano.
Con relación a las huella plotiniana, debe
destacarse que el antintelectualismo idealista en Vasconcelos
busca sus fuentes en la teoría de las emanaciones de
Plotino.
Plotino (205-270 d.C.), filósofo romano,
fundador del neoplatonismo. Nació en Asiut, Egipto.
Estudió en Alejandría con el filósofo Amonio
Sacas durante diez años y hacia el año 244 se fue a
Roma, donde estableció una escuela. Plotino hablaba sobre
el saber pitagórico y platónico así como
sobre el ascetismo; fue tal la impresión que causó
sobre sus oyentes que algunos de ellos dieron sus fortunas a los
pobres, libertaron a sus esclavos, y dedicaron sus vidas al
estudio y a la piedad ascética. A la edad de 60
años, con el permiso del emperador romano Galieno,
intentó fundar una comunidad de naciones basada en el
modelo de La República de Platón, pero el
proyecto fracasó a causa de la oposición de los
consejeros de Galieno. Plotino siguió enseñando y
escribiendo hasta su muerte. Sus obras comprenden 54 tratados en
griego, llamados las Enneadas, seis grupos de nueve
libros cada uno, adaptación hecha probablemente por su
alumno Porfirio, que corrigió sus escritos.
El sistema de Plotino se basa sobre todo en la
teoría de las ideas de Platón, pero mientras
Platón manifestaba que los arquetipos establecen el
vínculo entre la divinidad suprema y el mundo de la
materia, Plotino aceptaba la doctrina de la emanación.
Esta doctrina supone la transmisión constante de fuerzas
del ser absoluto, o lo Uno, a la creación por medio de
distintos agentes; el primero de ello es el nous, o
inteligencia pura, de la cual emana el alma del mundo; de
ésta, a su vez, emanan las almas de los seres humanos y
los animales, y por último la materia. Los seres humanos,
en consecuencia, pertenecen a dos mundos, al de los sentidos y al
de la inteligencia pura. Puesto que la materia es la causa de
todo mal, el objeto de la vida debería ser escapar del
mundo material de los sentidos, y de aquí que las personas
abandonaran todos los intereses terrenales por los de la
meditación intelectual; mediante la purificación y
el ejercicio del pensamiento, las personas pueden elevarse a
sí mismas hasta la intuición del nous, y
por último, a una completa y extática unión
con lo Uno, que es Dios. Plotino afirmó haber
experimentado este éxtasis divino en varias ocasiones
durante su vida.
Este filósofo latino, seguidor de Platón,
había dado pie a interpretaciones del cristianismo
primitivo sobre bases profundamente idealistas. Es sabido que el
utilitarismo romano fue lo suficientemente inteligente para
nutrirse de la cultura judeo-cristiana y de la cultura griega que
sintetiza. Muchos de los filósofos del pensamiento antiguo
tuvieron alguna incidencia directa sobre el nacimiento del
cristianismo.
En el caso de Vasconcelos, que también es un
filósofo cristiano, expresaba su fe católica en
todo momento, aunque no tal vez con tanta vehemencia como la de
Antonio Caso. En él, está latente un cristianismo
arraigado, pero no beato sino irreverente, y sobre todo se trata
de un cristianismo reivindicador de lo que siempre los mejores
humanistas cristianos latinoamericanos han reivindicado en el
cristianismo originario: la identificación con los pobres,
con los humildes. Este hecho se aprecia en un texto de
Vasconcelos en el cual valoraba profundamente la filosofía
de los primeros filósofos cristianos, que tributaron ideas
a la conformación del cristianismo, como Plotino o
Séneca. En su libro Estudios indostánicos
(1921) sobre sus reflexiones de la filosofía de la India,
considera a Plotino como el filósofo más grande de
todos los tiempos.
Vasconcelos, siguiendo las ideas del pensamiento de
Plotino, parte del criterio de que todas las cosas que existen en
el mundo se van depurando en un proceso permanente de
perfeccionamiento hacia la divinidad. Es un acercamiento a lo
perfecto, y en eso coincide en parte, también, con las
tesis nietzscheanas de que en la vida hay una especie de lucha
entre lo apolíneo y lo dionisíaco como dos fuerzas
que se enfrentan. Pero a diferencia de Nietzsche, quien estimula
posiciones más caotizantes e irracionales, en Vasconcelos
hay como una especie de teleologismo de la historia, permeado de
sentido cultural.
La teoría de la emanación espiritual y su
ascensión espiritual a lo absoluto (Dios) está
presente en Vasconcelos, pero no ve en la materia como lo hace
Plotino, algo degradante. La acción -señalo en la
tesis- del sujeto o su conducta, según Vasconcelos,
está regida por valores[1]El prototipo del
hombre contemporáneo, no es el audaz, el inteligente, sino
el más capaz de servir, el que denota una moral de
constante superación. Esta moral de superación,
retoma la búsqueda de la serenidad propia de las
civilizaciones oriental y griega, no va tras la ganancia, o el
poder.
Su ética se basa en la concordia, la ayuda mutua,
la tolerancia, el respeto, pero también la conquista del
Absoluto, en pos de la trascendencia. La jerarquía de
los valores es triple, hasta abajo coloca a los objetos
materiales, en medio la conducta que persigue propósitos
sociales, y hasta arriba, coloca el espíritu que se recrea
en los valores fundamentales y eternos.
El valor de las cosas depende de su adaptabilidad a
nuestros fines superiores, y en consecuencia no hay cosas buenas
o malas en sí. La escala de valores se determina por el
mayor o menor acercamiento que tengamos con el Absoluto.
Según Vasconcelos la ley moral y el deber están por
encima de todo lo accidental humano.
En su filosofía educativa, Vasconcelos propone
todo un sistema de acciones y principio para la formación
humana, donde se conjugan dialécticamente la bondad, la
verdad y la belleza, siguiendo a Sócrates y a los griegos
antiguos en general. Se trata, además, de desarrollar un
sentido identitario que parta de las raíces sin obviar los
valores universales. Todo en función de desarrollar al ser
humano, y con él, a la nación.
Con relación al lugar de Pitágoras en la
cosmovisión de Vasconcelos, el propio pensador lo
confiesa.
Entre las amplias investigaciones
matemáticas realizadas por los pitagóricos se
encuentran sus estudios de los números pares e impares y
de los números primos y de los cuadrados, esenciales en la
teoría de los números. Desde este punto de
vista aritmético, cultivaron el concepto de número,
que llegó a ser para ellos el principio crucial de toda
proporción, orden y armonía en el
universo.
La astronomía de los pitagóricos
marcó un importante avance en el pensamiento
científico clásico, ya que fueron los primeros en
considerar la tierra como un globo que gira junto a otros
planetas alrededor de un fuego central. Explicaron el orden
armonioso de todas las cosas como cuerpos moviéndose de
acuerdo a un esquema numérico, en una esfera de la
realidad sencilla y omnicomprensiva. Como los pitagóricos
pensaban que los cuerpos celestes estaban separados unos de otros
por intervalos correspondientes a longitudes de cuerdas
armónicas, mantenían que el movimiento de las
esferas da origen a un sonido musical, la llamada armonía
de las esferas.
Estas ideas de Pitágoras sobre las
matemáticas, particularmente el número como base de
la armonía es asumido creadoramente por Vasconcelos en su
filosofía estética, y especialmente en su a
priorismo estético, fundado en la armonía, el
ritmo, la melodía, alumbrado por el método de la
coordinación.
Al mismo tiempo fue Pitágoras el primero que
concibió la unidad indisoluble de la bondad, la verdad y
la belleza, sobre la base de la contemplación del Universo
(un cielo estrellado), idea que comparte el Maestro
mexicano.
En fin, El antecedente filosófico inmediato del
sistema vasconceliana del Monismo Estético, lo constituye
su ensayo: Pitágoras, una teoría del ritmo, que se
publicó en 1916 en la revista cubana "Cuba
contemporánea". Vasconcelos llamó a la
teoría de Pitágoras de los números,
"teoría del ritmo".
La teoría pitagórica sostiene que la
realidad es en esencia numérica, nuestro filósofo
mexicano dijo que la naturaleza es la música de las
esferas, por lo que el pitagorismo lo concibe como una
estética y no una matemática. La visión
pitagórica de Vasconcelos, es la dinámica del mundo
en términos estéticos, es decir, el movimiento
permite al hombre avanzar por estadios ascendentes hacia la
totalidad. Vasconcelos rechaza el racionalismo extremo, cuyo
interés central será la idea; y abraza el
misticismo que se interesa por el espíritu que es el que
engendra la idea. Este pensador mexicano encontró en el
análisis del pitagorismo la posibilidad de fusionar lo
material con lo espiritual. Su visión es que todas las
cosas se desarrollan con una energía interna, como una
música y que la esencia de todas las cosas lo constituye
cierto ritmo. Plotino, el gran místico de
Alejandría influyó en Vasconcelos, en lo
concerniente a su teoría monista[2]Para
Plotino, el alma accede a la belleza tras una verdadera ascesis:
el alma aislada de los deseos que vienen del cuerpo, con el que
mantiene una unión demasiada estrecha, liberada de las
otras pasiones, purificada de lo que contiene cuando se
materializa y manteniéndose aparte, se despoja de toda
fealdad que le viene de una naturaleza distinta a la
suya.
El monismo plotiniano está presente en el
pensamiento de Vasconcelos, cuando señala que la materia
es una degeneración del ser, en cuanto se aleja más
de la esencia divina. La belleza está contenida en el
artista y en el arte, no en la obra artística que es
material. Al igual que Plotino, Vasconcelos está en pro de
un arte idealista, no el que imita a la naturaleza, sino el que
intenta superarla.
El monismo estético vasconceliano está
fundamentado en tres principios o postulados que tienen
relación entre sí: la belleza como una forma
especial de energía; la emoción estética
condición para comprender a la naturaleza de las cosas; y
el universo, que se fortalece cada vez más, que se hace
más bello.
El lema de la Universidad Autónoma de
México: Por mi Raza Hablará el
Espíritu, justifica la cosmovisión misticista
de Vasconcelos, y el propósito y la orientación de
la propia Universidad.
En un discurso pronunciado ante la Confederación
Nacional de Estudiantes rescatamos su concepción sobre
Dios y la religión, contenida en el lema universitario.
Había que comenzar dando a la escuela el aliento, superior
que le había mutilado el laicismo… Era indispensable
introducir en el alma de la enseñanza el concepto de
religión, que es conocimiento obligado de todo pensamiento
cabal y grande… Usé de la vaga palabra espíritu,
que en el lema significa la presencia de Dios… En suma, por
espíritu quise indicar lo que hay en el hombre de
sobrenatural y es lo único valioso por encima de todo
estrecho humanismo y también, por supuesto, más
allá de los problemas económicos que son
irrecusables pero nunca alcanzarían a normar un criterio
de vida noble y cabal.
Para Vasconcelos, la emoción o intuición
estética, es el método para conocer la realidad,
pues el mundo se puede conocer, y a la vez
sentir[3]
Autor:
Dr. Feliciano Hernández
Cruz
(Licenciado, Maestro y Doctor en
Filosofía)
[1] En su axiología influyó
mucho la filosofía oriental, particularmente la
hindú, dado el carácter espiritual que encerraba
sus concepciones. Por supuesto, no es posible obviar el lugar
de la cultura grecolatina, y particularmente la ética
cristiana, como hombre religioso, cristiano.
[2] “ La primera hipóstasis
Más allá del mundo sensible, Plotino afirma la
existencia de tres hipóstasis fundamentales: por encima
de todo, incluso por encima del ser y de toda idea, hay el Uno
Absoluto (inspirado en el Bien platónico), que es la
primera de las tres hipóstasis divinas, el punto de
partida de la «procesión» de las otras dos
hipóstasis que emanan de su propia superabundancia. Lo
Uno tiende a expandir su propio ser, que irradia como una
fuente de luz o de calor. Esta expansión o
emanación no es, pues, en nada semejante a la
noción judeo-cristiana de creación, sino que la
concibe como irradiación necesaria del Uno entendido
como único principio de realidad. Este Uno perfecto es
inefable e indefinible, porque es tanto no-ser como ser
más allá del ser, y carente de toda
determinación finita. En cuanto que no puede tener
determinaciones (¿qué lo determinaría, si
por definición es lo Uno Absoluto?). Tampoco puede
pensarse, ya que el pensar supone una dualidad entre lo pensado
y el pensamiento. (Esta concepción de la inefabilidad e
indefinibilidad de lo Uno, junto con su concepción
ética ascética que culmina en el éxtasis,
influyó poderosamente tanto en la mística
-especialmente en J.Böhme y el Maestro Eckhart -, como en
la llamada teología negativa. La segunda
hipóstasis El Uno engendra la segunda hipóstasis:
el Logos, Intelecto o Nous, cuya principal
característica es conocerse a sí mismo y, en este
sentido, ya no es lo Uno sino que supone la dualidad entre lo
inteligible y la inteligencia. A diferencia de Platón,
Plotino afirma que las Ideas, lo inteligible, no le son
superiores, ni tampoco exteriores. En efecto, las Ideas forman
una unidad con el intelecto, que se autodescubre
examinándolas, siendo radicalmente uno-múltiple.
La tercera hipóstasis La tercera hipóstasis es el
Alma, que es fundamentalmente activa. El Alma es primariamente
el Alma del mundo que mantiene una religación entre
todas las cosas mediante un proceso de simpatía. El Alma
transmite lo inteligible (propio del dominio
lógico-dialéctico de la segunda
hipóstasis) a lo sensible y, a su vez, vincula lo
sensible no sólo con lo inteligible sino con lo Uno. En
esta vinculación con lo sensible Plotino insiste en la
noción de materia inteligible, ya que para él la
materia no se limita a formar el mundo sensible sino que es el
principio que permite la introducción de la
multiplicidad en la unidad. En el Alma se distinguen dos
partes: la parte superior que reside en lo eterno y la parte
inferior, que es la que genera las cosas sensibles. Por tanto,
es en el Alma donde la eternidad se transforma en
tiempo”. (Diccionario de filosofía en CD-ROM.
Copyright © 1996. Empresa Editorial Herder S.A.,
Barcelona. Todos los derechos reservados. ISBN 84-254-1991-3.
Autores: Jordi Cortés Morató y Antoni
Martínez Riu.)
[3] Ver, Vasconcelos, J. Indología:
una interpretación de la cultura Iberoamericana,
Barcelona, p. 18, 1927, p. 17.