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El Príncipe Alberto en la Era de Victoria: La Guadaña de la Muerte y el Diagnóstico Equivocado




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2

  1. La Era
    Victoriana
  2. La Era
    Victoriana en la historia británica
  3. Nuestro propósito en esta
    proposición
  4. La
    ascensión de Victoria al trono de
    Inglaterra
  5. El
    binomio pudibundo de Alberto y Victoria
  6. Reacciones de
    formación
  7. Vida
    matrimonial y los trastornos afectivos de la
    reina
  8. Diagnóstico
    desacertado
  9. Un
    bosquejo de la niñez de Victoria
  10. Freud
    y Victoria: ¿La libido Real o la "real"
    libido?
  11. John
    Brown
  12. Veamos a Rodolfo
  13. En
    resumen
  14. Bibliografía

"Si creemos que el ajuste matrimonial
es un proceso evolutivo, demandante pero a la vez gratificante,
asunto que requiere que le demos nuestra mayor dedicación
e interés, parecería obvio que lo del braguetazo,
con sus contradicciones inherentes y dudas presumidas, no
auguraría un desenlace propiciatorio y feliz en la
mayoría de los casos."
(FEF Larocca: El
"braguetazo": sus problemas inherentes y sus complicaciones
sociológicas
.)

 "Tenemos la prostituta, una que
alquila su cuerpo por dinero.  Una cosa terrible, pero,
¿somos nosotros mismos tan inocentes?  ¿No es
cierto que los abogados [y los políticos] se venden ellos
mismos por dinero?" (
Lord Brabazon 1884-1946)

"Los poetas y los filósofos que
me precedieran descubrieron el inconsciente. Lo que yo
descubrí fue el método científico por medio
del cual el inconsciente puede ser estudiado.
" (Sigmund
Freud 1856-1939)

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El príncipe Alberto

La Era
Victoriana

El período conocido como La Era de
Victoria (o Era Victoriana) auspició cambios en la
estructura gubernamental y política tanto de Inglaterra
como en las de los países miembros de su mancomunidad
(Commonwealth).

El Imperio Británico, en esa
época, constituía el conglomerado geográfico
y político más poderoso del mundo, y la inglesa,
una monarquía sin paralelos. Ya que en su estructura se
apartaba de las que existieran por todo el continente, residuos
rancios del feudalismo europeo.

Los cambios que, entonces ocurrieron,
afectarían — tarde o temprano — las bases del resto de
los reinados existentes.

Los ajustes referidos, fueron imprevistos.
Debiéndose, en parte a las labores discretas y los
esfuerzos subrepticios que fueran inspirados por el joven
consorte de la reina Victoria, el Príncipe Albert de
Saxe-Coburg y Gotha (el Príncipe Alberto como, de
aquí en adelante, lo llamaremos en esta
lección.)

El reinado de Victoria, se instauró
como el gobierno de una joven princesa, cuya elevación al
trono reflejaría la coalescencia de una amalgama de
circunstancias fortuitas.

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La reina Victoria

La Era Victoriana
en la
historia británica

Comprende el período del reinado de
Victoria (Alexandrina Victoria 1819–1901), desde que
ascendiera al trono, el 20 de junio del 1837, hasta su muerte el
22 de enero del 1901.

Con casi 64 años de ocupar el
asiento real, el mando de esta soberana, representa el más
largo de cualquier monarca inglés. (Si la actual Reina
Elizabeth II permanece en el solio hasta el año 2017,
ésta le superará el récord a su legendaria
predecesora.)

La Era representó un extendido
período de paz (Pax Britannica), prosperidad,
avance en las artes y las ciencias, y de confianza en sí
mismos, para sus súbditos.

Este período fue precedido por el
ciclo Georgiano y seguido por el Eduardiano.

Las etapas finales de la Edad Victoriana
coincidieron con el principio de la Belle Époque
de la Europa continental y de la Edad de Oro (Gilded
Age
) norteamericana.

Culturalmente, durante este período,
en la Gran Bretaña, hubo una metamorfosis,
alejándose del racionalismo del ciclo georgiano,
acercándose al romanticismo en lo que respecta a la
religión, valores cívicos y las artes.

Para los interesados en el estudio de la
psiquiatría, este tiempo en la historia europea se
identifica — especialmente en Inglaterra — con épocas
de puritanismo afectado, y desdeño a los aspectos
materialistas y viciados de la sensualidad humana.

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Victoria y Alberto

La sexualidad se convirtió en
anatema.

Muchos adscriben los conflictos
psicosexuales de la época, al nacimiento de la
teoría psicoanalítica que fuera la
inspiración y denuedos del neurólogo austriaco
Sigmund Freud.

Freud, en su "pansexualismo",
especuló que las neurosis que, en sus pacientes
diagnosticara, eran resultado de la presencia de instintos
libidinosos (sexuales) tratando de encontrar expresión
prohibida.

Como corolario, la ansiedad que
resultaría — de éstos ser admitidos en la
consciencia — se evitaría por medio del mecanismo
defensivo de la represión. Actividad, esta última,
que resultaba en la formación del síntoma
derivado.

Cuando leemos a Freud, muy a menudo, su
nombre y método, se asocian con el entendimiento de los
síntomas desplegados en las personas neuróticas que
tratan de negar los impulsos sexuales.

Circunstancia que aplica con mayor
intensidad a miembros del sexo femenino.

Nuestro
propósito en esta proposición

Esta lección es una síntesis
de los efectos de los matrimonios de conveniencia, sus resultados
posibles y de algunos de los eventos históricos que
precedieron el breve reinado de Edward VIII. Monarca famoso por
su abdicación al trono para unirse en matrimonio con la
divorciada norteamericana, Wallis Simpson.

Lo antedicho podría caracterizarse
como el "braguetazo a la inversa", ya que no existe
acepción que designe a la mujer que practica esta manera
de adquirir fortuna.

Para mejor entender nuestro
propósito, sería beneficioso examinar, en breve, la
vida del Príncipe Consorte Alberto, para lo que
recurriremos a las páginas de Wikipedia
ES
.

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La Princesa Louise, madre de
Alberto

Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha fue el
esposo y consorte de la reina Victoria del Reino Unido. Fue
el único cónyuge de una soberana británica
reinante en recibir formalmente el título
de príncipe consorte del Reino Unido. Luego de la
muerte de la reina Victoria en 1901, la Casa de
Sajonia-Coburgo-Gotha sucede a la Casa de
Hannover en el trono del Reino Unido.

Alberto (cuyo nombre completo
era Francisco Carlos Augusto Alberto Manuel) nació en
el Schloss Rosenau, Coburgo, el 26 de
agosto de 1819, siendo el segundo hijo del duque
Ernesto I de Sajonia-Coburgo-Gotha y de la
princesa Luisa de Sajonia-Gotha-Altenburgo.

Tanto él como su hermano
mayor, Ernesto, pasaron sus primeros años en cercana
convivencia con el turbulento matrimonio de sus progenitores,
afectado mayormente por las notorias relaciones adúlteras
de su padre; finalmente, terminaron divorciándose
en 1826. Su adorada madre, exiliada de la Corte y a la que
estaba prohibido volver a ver a sus hijos debido a su romance y
posterior matrimonio secreto con
un barón alemán, murió joven, con
apenas 30 años de edad, víctima
de cáncer, el 30 de agosto de 1831.
Esto dejaría una profunda huella en Alberto, el cual
defendería toda su vida la santidad de los votos
matrimoniales.

Alberto y Ernesto recibieron una buena
educación, asistiendo como otros príncipes a la
Universidad de Bonn. Allí, Alberto
estudió Ciencias NaturalesEconomía,
Política y Filosofía. Además,
estudió música y pintura, siendo
excelente en los deportes, especialmente
en esgrima.

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Retrato familiar

La idea de un matrimonio entre Alberto
y su prima Victoria fue siempre acariciada por su tío, el
rey Leopoldo I de Bélgica, así como por la
madre de Victoria (y hermana de Leopoldo), la duquesa de Kent.
Así, en mayo de 1836, el duque de
Sajonia-Coburgo-Gotha y sus dos hijos visitaron el palacio
de Kensington, donde vivía la princesa Victoria de Kent
(como entonces se la conocía), con el propósito de
que Alberto la conociera.

La visita no agradó de
ningún modo al tío paterno de Victoria, el
rey Guillermo IV, quien desaprobaba este posible enlace de
su heredera, pues consideraba un mejor candidato al
príncipe Guillermo Alejandro, segundo hijo del
rey Guillermo II de los Países Bajos. Pero la
princesa Victoria sabía de los planes de Leopoldo, por lo
que las objeciones de Guillermo fueron por nada.

La princesa Victoria, al escribirle a
su tío Leopoldo, dice que Alberto era "extremadamente
atractivo" y le agradece el "prospecto de gran felicidad que has
dado en la persona de mi querido Alberto. Él posee
cualquier cualidad que me hacen desear una perfecta felicidad".
Las partes aún no podían hablar de un compromiso
formal, pero en vista de la situación se podía
esperar que esto fuera cuestión de tiempo.

Después de que Victoria
accediera al trono, el 20 de junio de 1837, sus
cartas mostraban el interés que tenía en que
Alberto recibiera la educación correspondiente al papel
que iba desempeñar. En
el invierno de 1838-1839, el príncipe
viajó a Italia acompañado por el
secretario personal de la reina, el Barón
Stockmar.

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Estatua ecuestre de Alberto

En octubre de 1839,
Alberto y su hermano Ernesto vuelven a visitar a la reina
en Inglaterra, con el objetivo de formalizar finalmente el
compromiso. La mutua inclinación y afecto entre ambos hizo
que el deseo del enlace fuera aceptado. Alberto y Victoria
quedaron comprometidos formalmente el 15 de
octubre de 1839, y la reina dio su declaración
formal con sus intenciones de casarse al Consejo Privado
el 23 de noviembre.

La pareja contrajo matrimonio
el 10 de febrero de 1840 en la Capilla
Privada del palacio de St. James, Londres. Cuatro
días antes de la boda, el 6 de febrero, la reina le
concedió a su futuro esposo el tratamiento de Alteza
Real y le hizo miembro del Consejo Privado. Sin
embargo, el Primer Ministro, Lord Melbourne, advirtió
a la reina que el Parlamento no le concederá a su esposo
el título de "rey consorte".

Aparentemente el príncipe
Alberto no deseó un título nobiliario
británico, a diferencia del príncipe Jorge de
Dinamarca, esposo de la futura reina Ana, quien fue
creado duque de Cumberland por el rey Guillermo
III en abril de 1689. Él
escribió: "Aunque como duque de Sajonia tenga un lugar
inferior, yo me siento mucho más alto de esta manera que
como duque de York o de Kent." Aunque fue titulado formalmente
como "Su Alteza Real el príncipe Alberto", popularmente
fue conocido como "Su Alteza Real el príncipe consorte"
durante los siguientes 17 años. El 25 de
junio de 1857, la reina Victoria le concedió
oficialmente el título de príncipe
consorte.

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Las nupcias de Victoria y
Alberto

La posición que el
príncipe ocupaba en su matrimonio, si bien era
importantísima, también le causaba grandes
dificultades, y durante su vida la manera y el tacto con que
actuó fueron tristemente poco apreciados. La vida
pública del príncipe consorte no podía
separarse de la reina, la cual mayormente estaba cansada de sus
compromisos reales. Además, tuvo una infortunada
intromisión en los asuntos políticos, y el
perjuicio que esto le trajo lo perseguiría hasta su
muerte.

El príncipe Alberto, hombre
culto y de ideas liberales, probó estar calificado para
tomar el liderazgo en muchas reformas que el Reino Unido
necesitaba desesperadamente en ese momento. Tenía un
especial interés en la ciencia aplicada y en la industria
manufacturera. La Gran
Exposición de 1851 fue originalmente una
sugerencia que él hizo a la Sociedad de Artes, siendo el
gran responsable de este evento con su inteligencia y grandes
esfuerzos para que pudiera realizarse.

Reorganizó la
administración de la Casa Real y el sistema de
explotación de sus propiedades. Murió
prematuramente a causa de fiebre tifoidea el 14 de
diciembre de 1871 en el Castillo de
Windsor.

Aquí es necesario establecer, que,
clínicamente, en mi opinión, la causa dada, por sus
médicos, para la muerte del príncipe era
incorrecta, como ya veremos.

Prosiguiendo

El noviazgo de los futuros esposos fue uno
que fuera gobernado por reglas de protocolo.

Los novios nunca llegaron a conocerse de
cerca antes de la boda.

En ese entonces, se estilaba que las
familias miembros de las realezas europeas y los nobles vasallos,
enviarían sus hijos — elegibles para el casamiento —
para ser examinados, en cortes selectas, como prospectos
matrimoniales para la perpetuación de los sistemas
monárquicos.

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La Gran Exhibición en
Londres

Lo que resultara en que estas uniones, de
conveniencia política, se consumaran entre dos personas
esencialmente jóvenes, sin ninguna opinión que
expresar en los arreglos y carentes de madurez
emocional.

Debido a la desconfianza natural a
incorporar dentro del propio linaje a seres foráneos, era
común escoger compatriotas o familiares
consanguíneos, o, mejor aún, aquellos que reunieran
ambos requisitos.

Para Victoria, Alberto satisfacía
los requerimientos del parentesco y la nacionalidad. Ya que el
futuro esposo era su primo hermano alemán, de donde sus
antepasados provinieran.

La
ascensión de Victoria al trono de
Inglaterra

Victoria, a la edad de dieciocho
años, llegó al trono, de manera, indirecta y
circunstancial, como en seguida mostraremos.

La futura reina era hija del
Príncipe Eduardo, Duque de Kent y Strathearn, el cuarto
vástago de la progenie del Rey Jorge III.

Ambos, el Duque de Kent y su hermano, el
Rey William IV, murieron en el 1820, dejando a Victoria — como
heredera del trono — bajo la tutela de su madre germana, la
Princesa Victoria de Saxe-Coburg-Saafeld, tía del
príncipe Alberto.

El reinado de Victoria

En su régimen, la neófita
soberana trataría de influenciar las políticas
gubernamentales y la asignación de puestos ministeriales
en el gobierno. Lo que, al principio — y, hasta que Alberto,
discretamente, acudiera en su apoyo le resultaría muy
difícil.

Gradualmente, y, a medida que el tiempo
pasara, y ella se aclimatara a las intrigas del poder, la joven
reina se convirtió en un icono nacional, siendo reconocida
por la adopción de estándares morales estrictos,
los que, a su manera, ella no compartiera.

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El trono de Victoria

De la moralidad estricta que Victoria,
falsamente, proyectara, proviene el culto de la idea de la
"restricción sexual victoriana."

Pero, digno de consideración, hay
algo más, en esta historia, tanto desde el punto de vista
del psicoanálisis freudiano, como desde el punto de vista
de la ciencia política.

Mientras Victoria ejercía el poder
puritano, la profesión más vieja del mundo
encontraba puertas abiertas en los pabellones del poder, y el
adulterio resultaría ser diversión sustancialmente
disfrutada por la nobleza, anglosajona y europea, de ambos
sexos.

En la biografía del Príncipe
Consorte Alberto, encontramos una carta, dirigida a su hermano
Ernesto, donde Alberto aconseja a éste último, que,
por haber contraído una enfermedad de transmisión
sexual, que disminuya su entusiasmo carnal, ya que no
sería la primera vez que esto le sucediera.

Haz como yo digo, y, — quizás —
no, como yo hago.

El propio hijo de Alberto, y heredero al
trono inglés, el hiperactivo e inseguro, príncipe
Eduardo, fue, una vez, amonestado por su padre, cuando
estableciera una relación amatoria con una Nellie Clifden,
mujer solamente conocida por sus talentos para entretener
hombres. (Reminiscencias de los talentos de Wallis Simpson. Para
leer más:
http://www.monografias.com/trabajos88/tercer-sexo-y-trastornos-del-desarrollo-sexual/tercer-sexo-y-trastornos-del-desarrollo-sexual).

En otras palabras, que las casas
monárquicas reinantes del continente, no estaban eximias
de lubricidades, como tampoco lo estuviera la casa de Victoria y
Alberto.

Como persona, y en contraste con Alberto,
Victoria nunca se distinguió por sus dotes intelectuales
ni por sus inclinaciones al conocimiento científico o a la
lectura.

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La Princesa Real Victoria

Su prerrogativa monárquica
consistía en cambiar el tema cuando una
conversación resultaba fuera de sus alcances intelectuales
limitados.

Como mujer, su presencia era,
físicamente poco agraciada, exhibiendo tendencias a ser
regordeta. Esta corpulencia sería algo que la reina
combatiría durante los años de matrimonio a un
hombre que fuera meticuloso acerca de su apariencia
personal.

Insegura, por naturaleza, y,
emocionalmente, confusa, la reina prefirió afiliarse con
las causas más aceptables desde el punto de vista
ético religioso, de donde procede su puritanismo
distintivo.

Pero, en sus necesidades básicas,
psicológicamente, puede decirse que, en su desarrollo, la
soberana permaneció estancada dentro del marco de un
narcisismo oral, del que nunca pudo liberarse.

En su progresión psicosexual,
Victoria nunca avanzó a las etapas de autonomía e
iniciativa de Erikson, lo que impidiera que pudiese fungir de
madre para otros, que de ella, física y emocionalmente,
dependieran.

Después de convertirse en madre,
darle amor a sus 9 retoños, no podía entrar en su
mente, porque, simplemente, carecía de la capacidad
emocional para poder hacerlo.

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Los nueve hijos

¿Cómo podría esta
mujer tan privada del seno de su propia madre, proporcionar el
propio a sus hijos?

Pero, Victoria, como tantos que procuran el
sosiego de sus males por medio de lo sensual, encontró en
la comida y en el sexo los medios de descarga para satisfacer sus
miedos y ansiedades.

Victoria representaba un alma desbordada en
las cataratas irrefrenables, de sus nostalgias edípicas,
nunca satisfechas.

De haber nacido en el siglo XX, su majestad
hubiese sido candidata ejemplar para las técnicas
terapéuticas del psicoanálisis concebidas por Heinz
Kohut.

Pero, no olvidemos su álter ego,
Alberto, cuyos complejos similares, lo transformaron en la "buena
madre" que fuera para todos sus hijos y para su consorte, hasta
la hora de su muerte.

El binomio
pudibundo de Alberto y Victoria

Cuando lo conoció, como aprendiz de
príncipe, en su diario privado, la reina admite el
magnetismo físico y personal que Alberto ejerció en
ella. Algo que, de manera impetuosa, compartió con su
madre, quien, utilizando los oficios de su hermano el Rey de
Bélgica, completó los arreglos para que los futuros
esposos se reunieran de nuevo.

Sin los detalles — no del todo —
superfluos de un cortejo preliminar, en ceremonia en la capilla
del palacio real, los votos matrimoniales fueron sellados y el
príncipe y la soberana dieron comienzo a su vida
marital.

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Victoria en pose informal

Al principio, y, como resultado de su
acento germánico, el público inglés, que
profesaba adoración por su reina, permanecía
inmutablemente renuente hacia el marido por ella
escogido.

Dos atentados contra la vida de la
emperatriz, y el comportamiento gallardo para defender su esposa,
le ganaron el respeto público al recién
llegado.

Pero, algo distinto sucedía en el
gobierno. Muchos de los miembros de Parlamento, y algunos de los
ministros demostraban reservaciones hacia la presencia de un
consorte real que no era más que un extranjero
naturalizado, pero que, además de haber sido elevado a
Mariscal de Campo en los ejércitos británicos,
respondía al trato de "Su Alteza Real".

Desacuerdos por nimiedades, entre la reina
y los miembros del Consejo Privado, fueron la orden del
día por mucho tiempo, mientras que Alberto, de manera
imperturbable, continuaba asistiendo a su reina con los asuntos
del gobierno.

De los niños procreados entre ellos,
la primogénita fue hembra, pero luego nació el
heredero del trono, Albert Edward, quien sucedería a su
madre como Edward VII.

De todos los hijos, uno nació con
hemofilia, enfermedad que se asocia con la endogamia. (Para mis
artículos al respecto, vayan a:
http://www.monografias.com/cgi-bin/search.cgi?query=endogamia%20larocca)

A medida que el tiempo pasara, y los
esposos se conocieran mejor, Alberto emerge como el representante
de la figura materna para los hijos. Mientras que la reina se
destaca como persona de humores fluctuantes, y susceptible a
episodios de depresiones severas, durante y después de sus
muchos embarazos.

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El hijo de Victoria, Edward
VII

Cuando el obstetra real le sugiere a la
prolífica mujer que no tenga más hijos, ésta
le responde que no la priven de sus "placeres debajo de las
sábanas".

Detrás de las escenas, Alberto
fomentó las bellas artes, estableció reformas
militares, inspiró la Gran Exhibición del 1851,
participó en la construcción de obras
públicas y en proyectos científicos.

Entre sus relaciones cercanas en el campo
de las ciencias se cuenta el muy distinguido estadístico,
astrónomo, matemático y sociólogo belga,
Adolphe Quételet, padre indirecto del IMC.

Pero, a pesar de todos sus logros, los
críticos del príncipe se multiplicaban con sus
éxitos.

Europa, entonces, estaba en medio de un
período de reconsideración del valor que
representaran las monarquías de antaño, por lo que
alianzas viejas se disolvían para forjar otras de mayor
conveniencia y por razones de de supervivencia.

Muchos reyes, con aprensión,
realizaban que sus días y la relevancia de su estado
estaban numerados.

Si querían sobrevivir, Inglaterra,
con su monarquía constitucional, permanecería como
el modelo para todos emular. Modelo que para muchos soberanos les
sería difícil de aceptar, especialmente al
recién llegado Luis Napoleón Bonaparte
(Napoleón III) de Francia.

Reacciones de
formación

Como patrones de las artes, ambos esposos
demostrarían una predilección por los lienzos
representando escenas de desnudos, lo que, aparentemente, les
causara pocas inquietudes.

Algo, que contrasta y contradice la
oposición, contra lo carnal, en todas sus expresiones, que
caracterizara la reina y su reinado.

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La muerte de Alberto

Vida matrimonial
y los trastornos afectivos de la reina

Las riñas entre los cónyuges
se volverían más frecuentes, a medida que las
depresiones de Victoria se intensificaran.

Las demandas de ser mamá eran
demasiado para ella, Alberto asumiendo pacientemente, ambos roles
(de ser padre y madre) para sus hijos y Victoria.

Por ejemplo, cuando la hija mayor, la
Princesa Real Victoria, iba a contraer nupcias, Victoria
delegó a Alberto la tarea de servir de consejero y
guía para la ingenua adolescente.

Después de la boda, la hija y el
padre mantendrían una correspondencia de cartas y mensajes
frecuentes, donde él actuaba como consejero para
ella.

Por su parte, Victoria, admitiría
que ni gozaba del tiempo ni tenía el deseo de pasar
momentos con los niños.

Mientras esto sucediera, el
primogénito Edward, resistiría toda autoridad,
oponía sus tutores y desarrollaba un tartamudeo, lo que
representa retrospectivamente, ser un problema
familiar.

Se enferma el
Príncipe Consorte

Por todas las apariencias, Alberto, a los
52 años de edad, era un hombre energético y lleno
de ambición. Aunque, en secreto, comenzó a dar
indicaciones inexplicables de fatiga, abandono de apariencia
personal y de sufrir de abulia en general.

Sus síntomas eran de índole
digestivos, consistiendo en dolores epigástricos agudos e
insoportables que resultaban en postración y
mito. Malestares que, a menudo, le impidieran atender a
sus compromisos de estado.

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El sepelio de Alberto

En ocasión la falta de apetito
dominaba el cuadro clínico, resultando en que, el ahora
paciente, luciera progresivamente demacrado.

Un número de médicos se
rotaron para atender al príncipe. Todos emitiendo juicios
favorables — aunque contradictorios — acerca de su
condición y progreso, a pesar del evidente deterioro de su
estado.

Finalmente, se escogió, como
médico de cabecera, el renombrado doctor William Jenner,
cuyo mayor logro profesional consistió en diferenciar el
tifus (causado por la Rickettsia) y la fiebre tifoidea causada
por la salmonella.

De todos los diagnósticos posibles,
los dos que el Dr. Jenner (no el Edward Jenner de la vacuna
contra la viruela) considerara en este caso — el tifus y la
fiebre tifoidea — no podrían, ni remotamente, ser la
causa de la muerte de Alberto.

Jenner concluyó que el
príncipe fue víctima de la fiebre tifoidea, de la
que muriera.

Diagnóstico
desacertado

¿Por qué éste
sería el diagnóstico equivocado?

Veamos

El príncipe sufrió
síntomas gastrointestinales por muchos meses, los que al
principio se diagnosticaron como dispepsia y más adelante
como úlcera péptica.

El dolor epigástrico era de severa
magnitud y, en ocasión el paciente sufriría de
mitos y diarrea.

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Lienzo de la colección de Victoria
y Alberto

El curso de la enfermedad fue paulatino y
progresivo sin remisiones.

No sabemos de otros síntomas que
aparecieron que el paciente no reportara, ya que Alberto era, por
naturaleza, impasible y circunspecto.

Su mamá murió muy joven de
carcinoma gástrico. Enfermedad ésta, que
sería la más probable la que causara la muerte del
príncipe.

El diagnóstico:
Cáncer del estómago

Continuando

Antes de proseguir, queremos hacer una
pausa para desarrollar la próxima parte de esta
tesis.

Hasta aquí hemos aprendido que
Victoria creció sin la influencia moduladora de hermanos y
bajo el control férreo de una madre que, no solo
escogió el marido para ella, sino una que propuso vivir
con los recién casados luego de la boda.

Algo que ambos esposos, cuerdamente,
declinaron.

Ahora que hemos visto detalles de la vida
de Alberto, nos sería de interés enfocar en algunos
aspectos del desarrollo de Victoria durante su niñez y
juventud — antes de su boda con el príncipe — para
entonces considerar los años de su viudez.

Un bosquejo de la
niñez de Victoria

La mamá de Victoria había
contraído nupcias dos veces. Del primer matrimonio, con
ella viviría una hija de nombre Leonora, a quien la
hermanastra Victoria le tendría gran devoción y con
quien se correspondió toda su vida.

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La futura reina a los cuatro años
de edad

Su padre, el Duque de York murió
cuando su única hija apenas tuviera ocho meses. De manera
que la poca influencia masculina que la futura reina tuvo fue la
del tío Leopoldo, pronto a ser coronado Rey de
Bélgica, y uno que otro amigo cercano de la viuda duquesa
que visitara la residencia.

Por muchos años, y, aún
después de sus esponsales con Alberto, su institutriz,
Louise (Baronesa) de Lehnzen se convirtió en la mentora y
guía de la joven mujer.

Durante la niñez de Victoria,
Lehnzen tuvo que bregar con una persona agresiva, cabeza dura y
rebelde, a quien los escarmientos no la impresionaban.

A todos preocupaban la tendencia de la
jovenzuela a montar caballos de manera insensata, a comer en
exceso, con tendencias a la corpulencia y a ser de muy baja
estatura. Victoria no alcanzaba los cinco pies de
talla.

Hacia amigos varones, en las pocas
oportunidades que con ellos se rozara, la niña siempre
demostró un exagerado interés, que Lehnzen
deploraba, y a quien Victoria hiciera caso omiso.

Victoria conocería a Alberto cuando
en una ocasión, éste llegara, acompañado de
su padre y hermano, a visitar a la Duquesa y su hija. Pero, la
presencia del primo, aparentemente no dejó una huella en
la memoria de la joven.

Después de la boda, Lehnzen, se
interpuso de tal manera en la relación entre los esposos
— durante los primeros años del matrimonio de Victoria y
Alberto — que éste decidió despedirla, lo que
resultaría muy difícil.

Freud y Victoria:
¿La libido Real o la "real" libido?

Aparentemente, en Victoria se consolidaron
varios aspectos de la dinámica de la mente humana que son
de interés académico.

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Otro lienzo de la colección de
arte de Victoria

A pesar de demostrar tendencias puritanas,
en lo que al sexo respecta, la reina estaba dotada de instintos
sexuales (o sensuales) de tanto poder, que la mantuvieron encinta
por muchas ocasiones, aunque durante esos períodos
sufriera de depresiones.

En esta mujer se detectan la confluencia de
la oralidad con lo genital, lo que da rienda a sus problemas con
la comida, y, por ende, con el sobrepeso.

No siendo físicamente muy atractiva,
como esposa — la reina, consciente de las infidelidades, algo
común entre las cortesanas — pudo albergar sentimientos
de recelos hacia otras mujeres.

Por lo que mantuvo a Alberto a corta
traílla.

Sus intereses en el sexo fueron sublimados
cuando se convirtiera en patrona de las bellas artes,
específicamente de la pintura.

Ambos esposos mantuvieron una
colección de lienzos de desnudos que, en su época
"victoriana", se considerarían risqué. (La
reacción de formación entra en la escena de nuestra
historia).

Paralelamente, otra persona que demostrara
interés personal en la libido fue Freud, cuya prole
numerara seis retoños.

Freud se asocia con Victoria porque sus
teorías, se especula, derivaran del puritanismo represivo
victoriano y del efecto que tuvieran en sus pacientes — en su
mayoría — histéricas.

Cuando enviudara, a apenas 52 años
de edad. ¿Qué sucedió con las pulsiones
orales y genitales de la reina?

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John Brown

La oral se evidencia de manera simple.
Victoria engordó y así permanecería hasta su
muerte.

Quizás, el amigo de Alberto,
Quételet, pudo haber sido de asistencia con la
aplicación del IMC, método en el cual su originador
no creyera.

Pero, ¿qué sucedió con
el equipaje abultado de la energía genital que, en
Victoria, residiera?

Algunos dicen que la viuda soberana
condescendió a los favores de un amante
subrepticio.

Muchos dicen que, en lugar de uno, fueron
dos.

He aquí lo que se
especula.

John
Brown

John Brown (1826-1883), de origen
escocés — desde que Victoria enviudara — fue el paje
personal y favorito de la Reina por los años que
viviera.

Muchos, además de Victoria,
apreciaban sus talentos, mientras que otros resintieran la
estrechez de la relación que existiera entre
ellos.

La naturaleza exacta de este vínculo
permanece controversial y tema de muchas especulaciones, algunas
muy desfavorables.

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John Brown y Victoria

Tan apreciativa fue la reina de este
servidor, que lo trataría de manera especial e informal en
contraste con los otros miembros de su servicio.

Victoria le confirió honores,
otorgando títulos y medallas a Brown. Asimismo,
comisionaría sus retratos y ordenara estatuas de su
efigie.

Los hijos de la reina y sus ministros
verían con sospecha lo inapropiado de esta dependencia, ya
que Brown y Victoria dormían en habitaciones contiguas.
Contrario a toda etiqueta palaciega y recato
victoriano.

Las hijas de la soberana (entre ellas) se
referían a Brown como el "amante de
mamá".

El diario del miembro de parlamente Lewis
Harcourt contiene un pasaje en el que expresa que el Reverendo
Norman Macleod (uno de los capellanes palaciegos), en su lecho de
muerte — confía a Harcourt — su arrepentimiento por
haber consumado, en secreto, la boda entre John Brown y
Victoria.

Aunque sea cierto que muchos monarcas
(incluyendo Louis XIV de Francia) clandestinamente contrajeron
matrimonio con sus servidores, hasta la fecha no existen pruebas
irrefutables de que este fuera el caso con Victoria.

Quizás la evidencia más
persuasiva en favor de la existencia de una relación
íntima, entre Brown y Victoria, está contenida en
una misiva que la reina escribiera al vizconde Cranbrook; en la
cual, la soberana, expresa, de manera muy tierna, lo profundo de
su pérdida, cuando Brown muriera, a quien equiparara con
su querido Alberto.

Antes de morir, la soberana había
dispuesto de los detalles de su propio funeral con el Dr. James
Reid.

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Bosquejos de John Brown por la reina
Victoria

Victoria deseaba que se incluyeran en su
ataúd los siguientes mementos:

  • La capa de Alberto

  • Un yeso de su mano

  • Un mechón del pelo de
    Brown

  • Una fotografía del
    mismo

  • Un anillo que perteneciera a la madre
    del paje y que, Brown, regalara a Victoria

  • Varias de las cartas que éste le
    escribiera

La foto de Brown, envuelta en papel
delicado fue puesta en la mano izquierda de la reina, con
flores.

El anillo lo pusieron en el tercer dedo de
su mano derecha.

Poco después de la inhumación
de la reina, Edward VII (su sucesor e hijo) ordenó la
destrucción de todos los recuerdos que Victoria dedicara a
Brown, a quien, Edward, resintiera inmensamente por la influencia
que ejerciera en su madre.

La pregunta que surge en nuestras mentes es
la siguiente: ¿Es el braguetazo un estado supuesto a
perdurar y a hacer a los participantes felices?

En respuesta, puede decirse que:

Ésa ha sido mi experiencia
clínica en las muchas situaciones que he examinado, en las
cuales el braguetazo fue factor terriblemente negativo, divisivo
y eminentemente destructivo. Lo fue para los esposos y lo fue
para los hijos.

Pero, ¿por qué los
hombres que se casan por dinero usualmente critican a las mujeres
que hacen lo mismo? Porque los hombres, igualmente que suelen
hacer nuestros políticos, aplican los hechos a sus
conveniencias e ignoran la verdad… En su estado natural y
prístino, la mujer necesita el soporte de un
hombre fuerte que la ayude después
del partoEl hombre del braguetazo no ayuda.
Él solo a sí mismo se ayuda, mientras vive como
parásito de la mujer. Algo que no es inherente
al equilibrio social de nuestra
especie.

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Colección de Victoria

Como decía una amiga: "Cuando el
hombre lo hace por dinero, es sabio — cuando la mujer lo hace,
es p…".
(Para continuar leyendo:
/trabajos48/matrimonio-por-dinero/matrimonio-por-dinero)

Veamos a
Rodolfo

Antes de terminar el bachillerato, se
consideró el joven más apuesto de su
promoción.

Tan apuesto era que todas las mujeres lo
cortejaban, incluyendo algunas de sus profesoras.

Sus padres le inculcaron que, con tanta
belleza como de la que disfrutara, que su destino estaba trazado:
Casarse con mujer rica.

Lo que nuestro Beau Brummell, no
tardaría en hacer antes de terminar su carrera
universitaria.

Esta unión, caracterizada por
inestabilidad e infidelidades mutuas, no fue feliz ni para los
esposos ni para los seis hijos que entre ellos trajeron al
mundo.

En
resumen

En esta lección hemos revisado los
matrimonios por arreglos y de conveniencia. Hemos estudiado la
unión de la Reina Victoria con el príncipe Alberto,
haciendo hincapié en los dinamismos psicológicos de
ambos esposos, enfatizando la parte constructiva que Alberto
desempeñó en la vida de la soberana y en la
preservación de la hegemonía del trono
británico.

Alberto, sin detener a preguntarse, se
casó por el amor a su madre, por el amor a Victoria y por
el amor a Inglaterra.

Acerca de esto, en una escena conmovedora
de la obra musical El Violinista en el Techo
(Fiddler on the Roof), el padre de su hija — como
futura novia — le canta a su esposa de veinticinco años,
preguntándole si ella lo ama, ya que nunca se conocieron
hasta el día mismo de su boda.

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Monumento a Victoria

A lo que, ella responde detallando los
apuros que durante su jornada de casados, juntos vivieran, hasta
que se detiene en medio de su balada, susurrando:

"¿Qué si te amo?
Supongo que sí…"

El amor perdurable es algo que trasciende
los patrones humanos.

Dios salve la reina

Fin de la lección

Bibliografía

  • Larocca, FEF: El "braguetazo": sus
    problemas inherentes y sus complicaciones
    sociológicas
    en psikis.cl, mailxmail.com y en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: Juego Brusco y Abuso
    Sexual Infantil
    en monografías.com

  • Larocca, FEF: El Tercer Sexo y los
    Trastornos del Desarrollo Sexual
    en
    monografías.com

  • Larocca, FEF: Los Enigmas de la
    Obesidad: Sus Causas
    en
    monografías.com

  • Partes: 1, 2

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