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La Socialización en el proceso escolar



Partes: 1, 2

  1. Resumen
  2. Socialización. Apuntes para una
    definición
  3. Atención a
    menores con trastornos de conducta en nuestro país.
    ¿Cómo funciona?
  4. Lo comunitario como
    cualidad del vínculo social en los procesos de
    socialización de menores con desviación de la
    conducta
  5. Bibliografía

Este trabajo tiene como finalidad investigar las
problemáticas que se dan en el proceso de
socialización de adolescentes con trastorno de conducta y
a la escuela como agente de socialización, la cual tiene
como sujeto objeto de investigación a los estudiantes y
profesores de la escuela La Edad de Oro de la Provincia de
Cienfuegos.

Para ello se analizó la integración como
fin de los procesos de socialización y la
prevención social como medio para corregir procesos de
reproducción de la antisocialidad y la delincuencia, los
cuales traen aparejado la propagación de un modo de vida
contrario y antagónico a la sociedad, que pueden
transmitirse de generación en
generación.

Donde lo comunitario como cualidad del vínculo
social en los procesos de socialización promueve la
integración social no desde lo homogéneo, sino
teniendo en cuenta la diversidad proveniente de una
diferenciación estructural de cada particularidad
involucrada y de sus manifestaciones individuales.

Asimismo en el Capítulo III, a través de
la metodología del Autodesarrollo Comunitario (MAC) se
estudian los elementos que caracterizan el tratamiento preventivo
dado por la escuela a sus estudiantes para promover procesos de
integración donde mediante la intervención
comunitaria se pudo constatar que el tratamiento no comunitario
de sus procesos preventivos es la condicionante Fundamental que
limita la integración social de sus estudiantes al
reproducir procesos de asimetría social.

Palabras claves: proceso, socialización,
integración, social, escuela, agente, adolescentes,
trastornos, conducta.

Desarrollo

Este capítulo hace referencia al proceso de
socialización, para ello se considera pertinente precisar
qué se entiende por socialización. A
continuación, se presentan algunas definiciones que
aportan elementos sustanciales para comprender este
proceso.

La socialización no es más que el
aprendizaje, la adquisición e interiorización de
pautas sociales y culturales que persisten en el desarrollo
integral de los miembros de la sociedad. Mediante este proceso la
persona adquiere la facultad de actuar de manera congruente
dentro del medio social al que pertenece. Veamos a
continuación como lo definen algunos estudiosos del
tema.

"La socialización es un proceso que
ontogenéticamente permite la inducción amplia y
coherente del sujeto en la sociedad o en un espacio o sector de
este. De modo general es concebida como asimilación,
internalización activa de lo social y en la misma medida
se personaliza e individualiza[1]

Esta autora refiere que la socialización es
considerada como el proceso a través del cual los
individuos aprenden e interiorizan normas, valores y formas de
percibir la realidad, proporcionándole capacidades para
desempeñarse de forma satisfactoria en la sociedad. La
socialización es concebida como un proceso de gran
trascendencia para los individuos y la sociedad, contribuye al
fortalecimiento de patrones culturales de los miembros de los
distintos grupos que integran una sociedad dada, en aprendizajes
transmitidos de generación en generación , los
cuales desarrollan las potencialidades y habilidades de los
individuos que la conforman.

Vasallo (2005) al plantear que la socialización
es un proceso bidireccional, se refiere a que, por una parte
está toda la influencia social que se ejerce sobre el
individuo y por la otra la recepción y reproducción
activa por parte del hombre. Por ello el sujeto en su medio
interioriza y se expresa en su actividad social a través
de valores, orientaciones, habilidades y disposiciones propias,
permitiéndole integrarse en la vida social y establecer
vínculos sociales necesarios para ello.

El proceso de socialización es aprendido por los
sujetos mediante un modelo interno o una matriz de aprendizaje
psicosocial, el cual puede resultar enriquecedor, propiciatorio
del crecimiento personal, la autoestima y la identidad o provocar
todo lo contrario. Esto dependerá en gran medida de las
características del estilo o modelo que haya constituido
el sujeto con su realidad. De este modo se identifican dos
modelos o estilos de aprendizajes, el tradicional que se
manifiesta cuando el conocimiento se erige en símbolo de
poder y otorga al que lo posee la posibilidad de ejercerlo, la
situación de aprendizaje se torna
asimétrica.

El aprendizaje se organiza desde la pasividad y el no
cuestionamiento. Se generan sujetos pasivos, repetitivos y
acríticos con poca capacidad de realizar cuestionamientos
ante situaciones de crisis. Por otro lado se encuentra el modelo
alternativo, cuando el aprendizaje es concebido como espacio de
pluralidad, un proceso de alternativas múltiples, donde
los sujetos en igualdad de conocimiento tienen espacio a la
diferencia, al cuestionamiento y el sujeto del aprendizaje tiene
un lugar protagónico y activo, los cuales son capaces de
problematizar situaciones de conflictos arribando a soluciones
viables para la circunstancia. Estos modelos o estilos de
aprendizajes se constituyen en los distintos ámbitos de
interacción de los sujetos en su vida cotidiana, insertos
en el amplio y abarcador proceso de
socialización[2].

En sentido general, lo planteado por la autora
está relacionado con la gran influencia que ejercen estos
estilos de aprendizaje en el proceso de socialización de
cada individuo. De prevalecer el método tradicional se
mostrarán en ellos conductas repetitivas, asumidas por la
experiencia histórico cultural que le proporciona el medio
familiar, impidiéndole ser un sujeto activo, capaz de
buscar alternativas en la solución de problemas, que
afectarían su incorporación a la sociedad. De estar
presente el estilo alternativo, se alcanzarían logros,
introduciendo opciones en su forma de actuación social y
adquiriendo mayores resultados en su vida.

1. 2 Tipos de
socialización

A continuación presentaremos los tipos de
socialización desde los cuales puede ejercerse este
aprendizaje del que hemos estado hablando hasta ahora.

Socialización primaria: Es la
primera por la que el individuo atraviesa en su niñez, por
medio de ella se inserta en la sociedad. Se da en los primeros
años de vida y remite al núcleo familiar; se
caracteriza por una fuerte carga afectiva. La
socialización primaria termina cuando el concepto del otro
generalizado se ha establecido en la conciencia del
individuo.

Al respecto refieren Berger y Luckman (1972) que en esta
etapa la identificación con el otro portador del
conocimiento garantiza el aprendizaje. El niño interioriza
su mundo cotidiano tal y como se le haga llegar. De ahí la
gran importancia de lo que se trasmite en esta etapa y del modo
en que se articule y propicie el aprendizaje, serán los
estilos de aprendizaje y relación que se constituyan desde
la más temprana edad. Aquí aparecen las primeras
normas que regulan la vida del sujeto y que le permiten subsistir
en su medio.

Socialización secundaria: Es
cualquier proceso posterior que induce al individuo ya
socializado, a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad.
Es la internalización de submundos (realidades parciales
que contrastan con el mundo de base adquirido en la
socialización primaria) institucionales o basados sobre
instituciones. El individuo descubre que el mundo de sus padres
no es el único. La carga afectiva es reemplazada por
técnicas pedagógicas que facilitan el aprendizaje.
Se caracteriza por la división social del trabajo y por la
distribución social del conocimiento. Uno de los momentos
claves en el desarrollo de los adolescentes es
específicamente la socialización secundaria de los
sujetos. En este período el individuo se prepara para
cumplir determinados roles sociales, propios de la vida adulta,
ya que este proceso induce al adolescente a abordar nuevos
sectores del mundo objetivo de la sociedad en que se desarrolla,
además, deberá regular su comportamiento de manera
tal, que alcance una competencia adecuada ante las exigencias que
se encuentran en el medio en que se desenvuelve.

Socialización terciaria: Proceso
de readaptación y reapropiación que deben
experimentar los sujetos ante cambios radicales y profundos en
sus condiciones de vida (Martín, 2006, p.18).

No es objetivo de la tesis profundizar en este tipo de
socialización ya que esta no ocurre en todos los sujetos,
sino solo en aquellos que viven durante un largo periodo de
tiempo reclutados, que van a la guerra o deciden vivir en otros
escenarios bien diferentes al suyo, lo cual requiere todo un
reaprendizaje en cuanto a normas, valores, culturas y a veces
incluso idioma, pues sus referentes cognitivos dejan de ser
efectivos para esa nueva realidad.

1.2.1 Agentes de
socialización

En el proceso de socialización existen diversos
agentes o ámbitos, que desempeñan un papel de mayor
o menor importancia según las características
peculiares de la sociedad, de la etapa de vida del sujeto y de su
posición en la estructura social. Entre ellos se
encuentran la familia, la escuela como institución, los
grupos de coetáneos o iguales, los medios de
comunicación social y otros grupos secundarios. A
continuación profundizaremos en ellos:

La familia: Constituye la célula
básica de toda sociedad. Además ella adquiere un
valor de refugio, responsabilidad, de canalización de
necesidades afectivas entre otras. La familia es la principal
reproductora de las relaciones sociales y constituye el
determinante primario en la creación de la subjetividad de
los sujetos.

"Es considerada el primer grupo humano con el que se
relaciona el hombre desde su nacimiento, a la cual se le atribuye
la más importante función socializadora, por la
influencia que ejerce desde edades muy tempranas. Es en la
familia donde se moldean las primeras orientaciones al
niño, donde recibe las primeras influencias del mundo"
(Vasallo, 2005, p. 9).

Por su parte, Navarrete (1987)[3] refiere
que en el marco familiar se va moldeando el estilo de
relación con los otros, precisamente en el desarrollo del
quehacer cotidiano de la vida, en Vasallo (2005).

Entre las funciones socializadoras de la familia se
halla la relación afectiva y el control familiar. Dentro
de la relación afectiva es importante el carácter
de los vínculos afectivos, de la comunicación entre
padres e hijos. Las deficiencias en la relación con los
hijos pueden conducir a desajustes emocionales que pueden incidir
significativamente en la aparición de conductas
desviadas.

Otra importante función que integra las
demás, es la educativa, ella comprende entre otros, los
métodos educativos que se emplean para formar al
individuo. Los métodos educativos permiten ejercer la
autoridad sobre el sujeto en su proceso de educación, se
reconocen varios tipos: impositivo, permisivo, inconsistencia,
racional y negligente. Los mismos consisten en:

Impositivo: Se utiliza la fuerza, moral
o física del otro, para que asuma el comportamiento que se
le exige, sin que medie un conocimiento de las posibilidades con
que cuenta para hacerlo y sin explicarle el por qué es
necesario que se conduzca así.

Permisivo: Es la ausencia total de la
autoridad que sirva para establecer límites y contener el
comportamiento del sujeto dentro de los cauces exigidos,
institucional, grupal o socialmente. Se caracteriza por el
enunciado o pronunciamiento de la exigencia, pero sin el respaldo
autoritario real para que el sujeto cumpla, aún cuando se
le puede explicar el por qué del mismo.

Inconsistencia: Es el uso de los dos
métodos anteriores en diferentes momentos y ante una misma
circunstancia. También se incluye la poca sistematicidad
en el control del

cumplimiento por parte del sujeto de lo exigido. Por una
parte se le pide con imposiciones, agresiones físicas y
verbales, en otros casos es la ausencia total de las exigencias,
mostrando flexibilidad en las orientaciones dadas.

Racional: Se basa en la
utilización de argumentos sólidos que expliquen la
necesidad de un comportamiento por parte del individuo en un
momento determinado y con la posibilidad que él participe
en la decisión. Resulta el más adecuado para el
desarrollo de la personalidad en condiciones normales, pues en
situaciones críticas, de emergencia, el impositivo puede
ser el adecuado, lo cual es expresión y no regla de la
vida cotidiana.

Negligente: Se caracteriza por la
despreocupación por parte de los otros (padres, maestros,
dirigentes) en relación al comportamiento de los sujetos
(hijos, alumnos, trabajadores o vecinos); se expresa por la
ausencia total de exigencias en relación a su
comportamiento. Mostrando poco interés por lo que sucede
en su cotidianidad.

Para lograr el desarrollo positivo de los adolescentes
se hace necesario que los padres brinden afecto a sus hijos, que
mantengan un diálogo abierto y receptivo, y al mismo
tiempo establecer límites conjuntamente con ellos, en las
múltiples situaciones que se presentan en la vida
cotidiana.

La escuela como institución:
Tiene una función social importante, en tanto responde a
los intereses del estado y de la sociedad. Debe contribuir a la
formación de valores y normas asociadas a esta
sociedad.

En este sentido; Vasallo, (2005) refiere que la labor
educativa de la escuela debe realizarse de forma paralela en
todos los grupos sociales, es decir debe trascender el marco de
la escuela para dirigirse a toda la comunidad (familia,
instituciones culturales y organizaciones de masas). De esta
manera un importante papel lo tiene la relación
hogar-escuela. Una educación eficiente, supone la
coherencia de las diversas acciones educativas. Las reuniones de
padres, las organizaciones de padres son acciones que responden a
la necesidad de reunir la fuerza de la familia y la escuela para
ayudar al individuo en su desarrollo.

Esta autora refiere además que "Como agente
primario de socialización, la escuela debe además
de enseñar conocimientos, contribuir al bienestar
psicosocial del alumno, proveerlo de recursos que le permitan
desarrollarse adecuadamente desde el punto de vista psicosocial"
(2005).

Es decir; ella debe influir en el desarrollo del
espíritu crítico y de la autonomía de juicio
en el individuo, puede compensar de alguna manera las
deficiencias de la familia. Entre otros agentes de
socialización, a la escuela le corresponde
desempeñar un papel determinante en la educación y
formación de valores.

Entre las funciones socializadoras de la escuela el
maestro debe realizar trabajo educativo individualizado, que
implica el conocimiento por parte del educador de las causas,
dificultades o un determinado comportamiento en el adolescente.
En este sentido resulta muy importante la
comunicación.

Una adecuada comunicación tiene lugar cuando
existe un diálogo interpersonal sobre la base de la
comprensión del otro, es decir, de sus dificultades o
limitaciones. Esto depende de los métodos que emplee el
profesor, autoritario, permisivo o democrático, resultando
este último el óptimo para lograrla.

Los grupos de coetáneos o
iguales:
Se constituyen de manera espontánea. Son
grupos primarios de pertenencia donde el sujeto comparte
emociones, acciones y conocimientos. Es un espacio de aprendizaje
donde en etapas como la adolescencia se apropian importantes
contenidos. (Martín, 2004)

Este grupo canaliza las necesidades psicológicas
de los adolescentes, para los cuales el grupo tiene un lugar
central en los afectos y pensamientos, expresados en las
decisiones que toman y en las conductas que asumen. El grupo
informal, al igual que otros grupos constituye un mediador entre
la sociedad y el individuo, teniendo un importante papel en la
reproducción de la influencia socializadora, en la
conformación de su subjetividad. (Vasallo, 2005, p.
19)

Se componen a partir de la propia comunidad, de la
escuela o sobre la base de otros interese comunes, que deriven en
motivaciones para la conformación del grupo, estos no
poseen fines y metas, sino una coincidencia de necesidades
psicológico emocionales.

Los medios de comunicación
social:
Ocupan un lugar central en conjunto con otros
agentes culturales en el proceso de socialización, es
decir en el desarrollo y adquisición de las competencias
cognoscitivas, comunicativas o interactivas, en la
organización del curso de la vida aportando informaciones
y pautas de acción para cada fase o espacios de
transición, además de que contribuyen a definir la
relación entre los diferentes grupos etarios o
generacionales, en la construcción de identidades
personales o sociales y en la configuración de
subculturas.(Charlton y Neumann-Brau, 1990; Ferchhoff, 1999;
Baacke, 1999; Hodge y Tripa, 1986; Ohler, 1994; Wyn y White,
1997; Epstein, 1998) citado por Pérez (2004).

A partir de la influencia que dicho agente ejerce fue
tomado en cuenta para el estudio del proceso de
socialización de un grupo de adolescentes. En este sentido
estaremos viendo algunas particularidades de este
medio.

1.2.2 Influencia de los medios de
comunicación masiva como agentes de
socialización.

Al respecto Sherkovin refiere que la comunicación
masiva se convierte en un elemento importante para el desarrollo
de la personalidad y su normal funcionamiento dentro de su medio
social. La comunicación masiva no conforma, fija o
modifica simplemente el factor antes mencionado. Ella
también integra los valores objetivos y subjetivos que
constituyen los únicos polos de la orientación de
los individuos hacia el mundo, en Casales, (2004)

En las sociedades contemporáneas es cada vez
mayor la importancia de los medios masivos y en particular de la
televisión. Esta influye sobre la forma de actuar o de
pensar de las personas, logra modificar la forma en que los
hombres conocen y comprenden la realidad que nos
rodea.

La importancia de la televisión en el proceso de
socialización de los niños, adolescentes,
jóvenes y de todos los integrantes de la sociedad
está relacionada con la calidad de los contenidos de los
programas educativos, informativos y de entretenimientos que
transmite y también de las propagandas que influyen en los
hábitos de consumo de la población (Flores,
2009).

Es difícil comprender el mundo del adolescente
sin considerar el gran impacto que los medios de
comunicación hacen en su vida. Los medios compiten con la
familia, los amigos, la escuela y las comunidades, por su
capacidad para moldear los intereses, actitudes y valores de los
adolescentes (Donas, 1998).

Flores (2009) refiere que la imitación es muy
importante en la adquisición de la conducta, ya sea
adaptada o desviada, de esta forma la TV ofrece modelos
simbólicos, que desempeñan un papel fundamental en
la conformación de la conducta y la modificación de
normas sociales. Dichos modelos pueden ser positivos (conductas
normalmente aceptadas) o negativos (conductas rechazadas) por la
sociedad.

Por ello en nuestra investigación se utiliza la
serie televisiva Mucho ruido. A través de la
identificación con los personajes y en las escenas
escogidas para dramatizar, se analizan e interpretan las
diferentes realidades en las que se da el proceso de
socialización del grupo de trabajo.

De esta manera es pertinente mencionar que la
comunicación cuando se utiliza de manera correcta y
coherente brinda grandes beneficios al proceso y desarrollo
social. Las nuevas tecnologías de la comunicación
pueden ser muy divertidas y emocionantes, utilizadas sabiamente,
también pueden educar. Los buenos programas de
televisión pueden informar, la buena música puede
dar aliento, y las buenas películas pueden ampliar los
intereses y abrir nuevos horizontes.

1.2.3 La socialización y la
transmisión de valores.

Dentro del proceso de socialización aparece el
fenómeno de la internalización como
aprehensión de la realidad social, lo que implica la
asimilación e interiorización de un conjunto de
normas y valores sociales que se le presentan al sujeto por sus
significantes. Dicha incorporación a la personalidad del
individuo resulta un aspecto de extraordinaria importancia, por
cuanto las normas y los valores sociales incorporados constituyen
elementos reguladores de la conducta que posibilitan la
estructuración del control en el plano
volitivo-interno.

En este proceso de crecimiento personológico la
adquisición de valores genera una conducta social regulada
desde el nivel consciente-reflexivo; el individuo rige su
comportamiento por las convicciones que expresan esa
motivación y orientación a partir de los valores
internalizados.[4]

La categoría "valor" debe ser entendida como
"esencia de los fenómenos (o propiedad de los
fenómenos) de la naturaleza y la sociedad, que son
útiles, necesarios para los hombres de una sociedad o una
clase concreta determinada, en calidad de realidad, objetivos e
ideales… como la esfera activa de la conciencia social
donde encuentra lugar la decisión, la disposición a
la transformación del mundo[5]

Son los referentes ideales que construyen la sociedad y
los grupos con el fin de ejercer un papel organizativo y de
integración social, los que surgen desde las necesidades
históricas concretas, donde "una acción o conducta
es moral cuando se ordena a la existencia del individuo, pero en
tanto el es miembro de un grupo social por lo que los deberes y
valores morales tienen que ver con la existencia de los
individuos pues ellos son parte de totalidades, lo cual indica
que la potenciación de los valores morales es un elemento
de enorme importancia para la preservación de las
condiciones de existencia de una comunidad determinada, y entre
ellas el proyecto social que propicia su
desarrollo".[6] Es por ello que están
destinados a orientar la conducta y preservar el orden social, y
por ende, están encaminados a garantizar el Control
Social.

Los valores personalizados, es decir, los realmente
internalizados mediante la socialización significan una
auténtica regulación comportamental que refleja un
compromiso emocional, además de ser la expresión de
las necesidades y los intereses del sujeto generados por las
características del contexto espacial y temporal en que se
desarrolla. Lo anterior fortalece el criterio de la esencia
objetiva de los valores, los cuales califican como entidades
espirituales que poseen una naturaleza socio-histórica, a
partir de su determinación social derivada del proceso de
socialización en que se gestan.

Dichos valores responden a la vez a un contexto social
determinado, de ahí que sean reproducidos y legitimados
socialmente. Pues "los valores no son solo principios. Estos se
traducen en práctica en la medida en que tengan una
eficacia social, al mismo tiempo, las prácticas
constituyen espacio de gestación de
valores."[7]Esta idea retoma la esencia
dialéctica de los valores, así como la
funcionalidad de estos para el sistema social.

Es por ello que los valores no se enseñan y
aprenden de igual modo que los conocimientos y las habilidades, y
la escuela no es la única institución que
contribuye a la formación y desarrollo de éstos,
sino que la familia influye de manera directa al ser el primer
agente socializador donde el sujeto recibe sus primeras
influencias. Otra peculiaridad es su carácter intencional,
consciente y de voluntad, no sólo por parte del educador,
sino también del educando, quien debe asumir dicha
influencia a partir de su cultura, y estar dispuesto al cambio,
de ahí la necesidad de contribuir a la formación de
la conciencia crítica del menor. En esto radica la
importancia y la necesidad de conocer no sólo el modelo
ideal de educación, sino las características del
estudiante en cuanto a sus intereses, motivaciones,
conocimientos, y actitudes, las que no están aisladas de
las influencias del entorno ambiental. Una comprensión
clara de los límites objetivos del entorno, del modelo a
que aspira la sociedad y de la subjetividad del estudiante
permite dirigir mejor las acciones educativas y dar un correcto
significado al contenido de los valores a desarrollar, sin dejar
a un lado a la familia.

La sociedad cubana en su devenir histórico ha
venido trabajando en la formación de valores, conductas y
principios en los sujetos, la que tiene como meta la
transformación socialista de la sociedad.

Es por ello, que resulta contraproducente contar en la
sociedad actual con las llamadas escuelas de conductas o centros
de reeducación de menores, las que tienen por objetivo la
actividad preventiva. Estos centros lejos de reeducar al menor,
lo estigmatizan, marginan y los agrupan según el
clasificador, principalmente cuando ello se sustenta desde un
matiz de riesgo, el que anula casi por decreto las
potencialidades de desarrollo personal-humano de niños y
jóvenes. Teniendo como resultantes la multiplicidad de
procesos mediadores que han incidido e inciden en que sus
comportamientos, modos y estilos de vida, no se correspondan con
los ideales de una sociedad que tiene como objetivo central,
lograr el libre desenvolvimiento de los individuos en y gracias a
la sociedad que los produce y reproduce.

Estos centros penales no resultan educativos, ya que
aparecen reacciones sociales de repudio y aislamiento, a
través del rechazo y la estigmatización por parte
de la sociedad, lo cual puede convertirse en la última
puerta que se cierra a la posibilidad de una vida integrada por
parte de la misma.

En Cuba uno de los principales logros es el derecho a la
educación por parte de sus ciudadanos. Es por ello que
tiene como meta lograr una educación de calidad, basada en
el respeto pleno de las identidades culturales, donde se
inculquen valores y principios que sustenten como premisa la
solidaridad, la justicia social, el respeto mutuo, el amor patrio
y un profundo conocimiento del patriotismo histórico,
cultural y artístico de la humanidad, de las costumbres de
su pueblo. Estas han sido pautas sólidas en el desarrollo
del Sistema de Educación en Cuba, desde el Triunfo de la
Revolución.

Cuando la labor de la escuela resulta insuficiente en la
realización de su función socializadora y no
contribuye a que el alumno elimine sus dificultades, al no
exhibir auto suficiencia pedagógica, influye en la
formación y estabilidad de sus intereses cognoscitivos y
puede contribuir a incrementar las carencias que en el orden
afectivo como educativos tengan, derivado de insuficiencias en la
labor educativa de la familia y con ello contribuye a un
distanciamiento del alumno con la institución escolar, que
lo acerca en la adolescencia y juventud a los grupos informales.
Entonces para tratar de ejercer cierto poder sobre el individuo
la escuela toma medidas disciplinarias de naturaleza coercitiva
con el estudiante, lo deriva a otras instituciones encargadas de
brindar educación especial.

Las Escuelas de Formación Integral (EFI) se
nombran de esa manera porque tienen como misión lograr el
desarrollo en los alumnos de una cultura general integral
mediante un aprendizaje desarrollador y la preparación
laboral que permita la autorregulación de la conducta en
el menor tiempo posible, sobre la base del carácter
preventivo y correctivo compensatorio del proceso de
atención, en estrecho vínculo con la familia y los
factores sociales del la zona de residencia.

De la forma anteriormente expuesta queda aprobado el
Decreto-Ley 64, dictado el 30 de diciembre de 1982 por el Consejo
de Estado, donde aprueba la creación de un sistema
encaminado a la atención de menores de 16 años, los
que como característica presentan trastornos de conducta o
manifestaciones antisociales, las que pudieran constituir un
índice significativo de desviación y peligrosidad
social, o participen en hechos que la ley tipifica como delitos.
Este tiene como objetivo la orientación o
reeducación de esos menores y es regido conjuntamente por
el MINED y el MININT.

En el año 2007 se realizaron algunas
modificaciones al Decreto-Ley 64, con el fin de reorganizar la
red de instituciones que atienden a escolares con trastornos en
la conducta, cuyas modificaciones aún no han sido
aprobadas. La provincia de Cienfuegos cuenta con una escuela de
conducta del Nivel I con régimen interno-seminterno, la
cual es atendida por el MINED, y la Escuela de Formación
Integral por el MININT, donde Educación responde por el
proceso docente educativo y terapéutico que se les brinda
a estos escolares.

Las escuelas donde se atienden menores con trastornos
conductuales se crean a nivel provincial, estructuradas por
categorías[8]y organizadas por edades, de
los niveles correspondientes a la Educación Primaria,
Secundaria Básica, Técnica y Profesional,
Preuniversitaria; las Internas y las de Formación Integral
tienen un sistema de pase diferenciado, por
estímulos.[9]

Para cumplir con lo establecido en la ley y con su
encargo social, la escuela debe brindar atención
especializada a los alumnos que presentan problemas de disciplina
o de conducta, y realizar cuantos esfuerzos sean necesarios para
el desarrollo y la formación de los mismos. Las acciones
que diseñe la institución escolar, deben atender a
las características particulares que le fueron inculcadas
al individuo mediante el proceso de socialización
primaria.

Las escuelas son, por excelencia, disciplinadoras de la
conducta desviada, ya que utilizan la disciplina como medio para
que el niño alcance su autonomía moral, su
responsabilidad individual. Esta no puede efectuarse de forma
coercitiva, sino racional, garantizándose la
interiorización de las normas y la conciencia de la
responsabilidad en sus modos de actuar, de comportarse en la
sociedad.

La disciplina se encuentra vinculada a factores
psicológicos, sociológicos y pedagógicos,
por tanto es imprescindible conocer los factores condicionantes
que afectan e influyen en la conducta de los individuos, a partir
de que los modos de comportarse los estudiantes en la escuela, en
la zona de residencia son la expresión de la
interrelación de su personalidad, del sistema organizativo
de las instituciones que lo median, del ambiente familiar y de su
entorno más amplio.

Las medidas disciplinarias que emplea la
institución educacional para atender a los estudiantes con
trastornos en la conducta, tienen una estrecha relación
con los métodos educativos y con su uso razonable en
correspondencia con la magnitud de la desobediencia cometida, de
las causas y de sus efectos, para ello se requiere de un
acercamiento del profesor al alumno para conocer los problemas
que presenta de base.

De esta forma evitamos que los estudiantes sientan que
no se han tenido en cuenta, que su problema no es de la
preocupación de los demás, incrementando las
carencias afectivas y su distanciamiento de la vida escolar o
incluso intensificando sus indisciplinas y debilitándose
cada vez más sus intereses cognitivos.

Las personas que se dedican a la educación de
menores deben trasmitirle al menor que ellos son individuos
merecedores de todo respeto y afecto e invitarlos a participar
con su opinión crítica en la toma de decisiones,
asumir responsabilidades y labores que le favorezcan en su
inclusión social, así como le permitan poner de
manifiesto su potencial en reacción con la competencia
social, habilidad para resolver problemas y que se aproveche su
capacidad para participar activamente en su presente y construyan
con el apoyo de los educadores su proyecto de vida.

Independientemente de que los adolescentes se
caracterizan por vivir el aquí y el ahora, y tener poca
percepción del riesgo, es la etapa en la que
tendrán que planificar y llevar a cabo acciones que
influirán en su futuro económico, familiar y
social. De ahí que orientarlos en la importancia de su
toma de decisiones como un elemento vital en la formación
de sus proyectos, apoyará la determinación de tomar
las riendas de su vida personal y asumir las consecuencias de
dichas decisiones.[10]

Meir, señala que, si bien es cierto que la
educación es una función social, con objetivos y
metas bien definidas -conservar y reproducir las condiciones
sociales de existencia-, también resulta un componente del
desarrollo de cada individuo aislado; tal como entendieron Marx y
Engels, «un individuo especial» y precisamente esa
particularidad lo convierte en un individuo y en el verdadero ser
comunitario individual.

Estos centros educativos se caracterizan por la
atención a menores que han sido resultado de un estado
vivencial angustioso, debido a que han sido protagonistas y/o
espectadores de situaciones traumáticas que dejaron una
impronta que ha permanecido durante sus cortas existencias,
estructurándose alrededor de ellas estados afectivos en
los que predominan la ansiedad, la inseguridad, la tristeza,
agresividad y sentimientos de frustración que han
implicado valoraciones negativas con relación a otras
personas.

En este sentido se refuerza el binomio crimen-castigo,
pero somos injustos castigando a los que son solo
víctimas, sino educamos, socializamos en relación a
las diferencias y teniendo en cuenta las potencialidades y
manteniendo a los niños dentro de su familia y grupo de
amigos. Lo que provocamos es que se transmita de
generación en generación, no hacemos nada si
educamos a los niños en las escuelas y cuando llegan a su
seno familiar todo sigue siendo igual.

Si los perfiles de formación en dichas escuelas
no son coincidentes con los intereses, motivaciones y necesidades
de los mismos se transforman en agencias socializadoras
disfuncionales porque reproduce procesos de asimetría
social y no se logran los fines deseados.

La educación a desarrollar en el ámbito de
las escuelas donde se atienden escolares con trastornos en la
conducta[11]tiene que trabajar desde las
potencialidades de los estudiantes sin desplegar a un segundo
plano los "clasificados"[12] en riesgo, encauzar,
orientar a estos hacia el desarrollo humano, en aras de la
creación de una personalidad que se corresponda con el
ideal de la Revolución Cubana.

En sentido general, la educación se resume en el
proceso de socialización del individuo y esto es, ante
todo, prevención, en tanto es la apropiación por el
sujeto de los contenidos sociales válidos y su
objetivación, expresada en formas de conductas aceptables
por la sociedad.

Por tanto, la formación y desarrollo de la
personalidad de los individuos debe encontrar su génesis,
en el estado de desarrollo actual de nuestra sociedad, en las
contradicciones al interior de la misma, en sus espacios
dinamizadores y resistentes al cambio emergidos de la realidad
concreta para responder a los intereses sociales y viabilizar la
realización del Proyecto Social Cubano.

Es por ello que las escuelas donde se atienden escolares
con trastornos en la conducta tienen un carácter
eminentemente pedagógico porque en ellas se cumple el
objetivo fundamental de la educación que es el desarrollo
integral de la personalidad y la formación de valores. En
estas escuelas se aplican los programas de la enseñanza
general, los cuales se combinan con variados métodos
psicoterapéuticos, aplicándose una atención
individual y diferenciada en función de las
características del menor y teniendo en cuenta el
triángulo interactivo
familia-escuela-comunidad.

En todos los casos, los menores que se deciden enviar a
estas escuelas, tienen que ser estudiados, evaluados y
diagnosticados por los especialistas de los Centros de
Diagnóstico y Orientación o del Centro de
Evaluación, Atención y Orientación a
Menores, los cuales recomiendan al Consejo de Atención a
Menores la posible ubicación en un tipo de escuela u otra.
Los especialistas del Consejo de Atención a Menores son
los autorizados a hacer el dictamen final.

Con el fin de entender la comunidad como un proceso de
autodesarrollo a través de la elección conciente de
proyectos y de la participación y cooperación de la
gente, buscando con el trabajo comunitario gestar un proceso de
transformación social.[13]

Se trabaja desde el factor subjetivo, partiendo de que
este tiene su fundamento en el sistema de contradicciones
esenciales en que está inserto el grupo, donde con el
reconocimiento de estas prima la acción transformadora de
la comunidad, a partir un proceso de modificación real, de
cambios cualitativos progresivos. Apoyándose en la
capacidad humana de superación de conflictos y
contradicciones, es decir, de crecer por sí mismo,
aportando el profesional las herramientas de su saber para que el
otro construya su destino.

Desde la perspectiva de los investigadores del Centro de
Estudios Comunitarios, cuando se habla de acción
transformadora de la comunidad, se hace referencia a un proceso
de modificación real, de cambio cualitativo progresivo y
no al conjunto de acciones cuyo objetivo es que "todo cambie"
para que todo siga igual, es decir, transformaciones aparenciales
que no afectan radicalmente el estado presente del grupo social y
producen una dinámica superficial que no modifica la
esencia misma del objeto de la presumida
transformación.[14]

Este sistema de transformaciones transcurre mediante los
procesos de cooperación y participación,
materializándose en la organización y
estructuración de sus miembros en la realización de
una tarea en común, o sea de un proyecto colectivo, donde
quedan plasmados los fines de la actividad a partir del reflejo
de la conciencia colectiva, de las contradicciones esenciales y
de las vías funcionales para su actuación
práctica como resultado de la preocupación y el
conocimiento de la realidad en que están insertados e
interactúan.

Asimismo, lo comunitario, la participación y la
cooperación constituyen variables esenciales, donde la
participación es entendida como la implicación
sentida de los actores comunitarios en la identificación
de contradicciones; mientras la cooperación se asume como
forma de la actividad coordinada de dichos actores con arreglo a
un plan.

Como se observa, la gestación de una comunidad
constituye un proceso de integración científica y
comunitaria, cuyos ejes fundamentales son la participación
y la cooperación. Tal integración tiene por base la
comunicación abierta, franca, auténtica y sin
límites, y su concreción se refleja, como entidad
mediadora, en el proyecto que elabora la propia comunidad, cuyo
núcleo central tiene como elementos fundamentales la toma,
realización y control de decisiones. En los tres momentos
están presentes la participación y la
cooperación acompañadas de la
reflexión-valoración de los sujetos.

Una y otra suponen actividad conjunta y una actitud
dialéctica frente a la realidad, pues las contradicciones
sociales, en lugar de asumirse desde esquemas valorativos como
fenómenos negativos, pasan a reconocerse en su realidad
ontológica como fuente de desarrollo de la propia
comunidad. Entonces, para propiciar tal posibilidad es necesario
movilizar el factor subjetivo, desplegar una reflexión
crítica sobre la propia realidad y jerarquizar el papel de
lo consciente en el devenir
comunitario.[15]

Lograr la unidad valorativa y de significación de
sentido es lo que convierte el proyecto comunitario en un valor
en sí y posibilita su avance en el ideal del
autodesarrollo.[16]Las contradicción
interna, desde la concepción del CEC, se despliega cuando
la disposición al cambio de la realidad "comunitaria" se
concreta en un proyecto comunitario a través del cual se
enfrenta a las variadas formas concretas de manifestación
de dicha contradicción en la vida cotidiana y cuyas
disímiles soluciones son expresión de actos
creativos, de crecimiento, de autodesarrollo desde el poder
ser.[17]

Asimismo la transformación se expresa en una
concepción de salud, entendida como la mayor o menor
capacidad de identificación y superación de
contradicciones. Así, cuando se habla de un crecimiento en
salud se hace referencia al proceso de permanentes adquisiciones
y desprendimientos, que expresan contradicciones, que el ser
humano elabora y enfrenta con capacidad crítica y
posición activa.[18]

Por consiguiente, el autodesarrollo comunitario
conceptualmente se asume como el proceso de gestación de
lo comunitario expresado en un crecimiento en salud, donde la
participación y la cooperación son cada vez
más conscientes.[19]

Tal constructo epistémico deriva en principio de
análisis, evaluación e intervención
comunitaria desde la concepción del
CEC[20]y se concreta en la asunción
de:

  • La conciencia crítica como premisa de la
    disposición al cambio y una nueva actitud ante la
    realidad.

  • La modificación de la realidad comunitaria
    como acto creativo teniendo en cuenta las circunstancias y
    las potencialidades internas de los sujetos individuales y
    colectivos.

  • La autogestión y la sostenibilidad
    concibiéndolas de modo integral, a largo plazo y
    mediante el aprovechamiento y potenciación de los
    recursos disponibles tanto materiales como
    espirituales.

  • El avance inmediato como realización de la
    potencialidad latente y premisa del futuro.

  • La multicondicionalidad de los procesos sociales
    comunitarios

Partes: 1, 2

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