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De la universidad tradicional a la universidad como espacio de argumentación




Enviado por Alvaro Mina Paz



  1. Resumen
  2. Antecedentes
  3. Objetivos
  4. Metodología
  5. Desarrollo y práctica para una
    pedagogía de la
    argumentación
  6. A
    manera de conclusión
  7. Bibliografía

RESUMEN

La ponencia que presento a continuación tiene
como finalidad aportar al coloquio de docentes de Humanidades
elementos vivenciales que permitan identificar la importancia del
proceso comunicativo en el aula universitaria y su incidencia en
la formación de una cultura dialógica fuerte en la
misma. Busca resaltar la pertinencia, la promoción de las
competencias conversacionales y argumentales. Y analiza los
efectos positivos de la aplicación de estrategias que
mejoren la comunicación en los estudiantes del curso de
humanidades que se imparte en la Universidad Santiago de Cali. Se
parte de reflexionar en torno al tipo de relación
comunicativa de los modelos tradicionales de enseñanza,
que no prepara hacia el diálogo y la reciprocidad. Busca,
entonces, asumir la universidad como espacio de
argumentación y se inscribe en la interacción
docente-estudiante dentro del marco de reciprocidad y posibilidad
de crear una cultura dialogante.

PALABRAS CLAVES

Coloquio, modelo tradicional, cultura dialogante,
comunidad de dialogo, argumentación, teoría de la
argumentación, perelman.

ANTECEDENTES

Siempre con este sueño, que este espacio
universitario se transforme en una comunidad de indagación
y que esta comunidad, sea la matriz generadora de una comunidad
de investigación; intencionalmente hemos introducido el
tema de la Teoría de la Argumentación, con el firme
propósito de pensar, reflexionar desde el claustro,
teniendo como referencia la teoría perelmaniana1. Desde
luego sin desconocer la existencia de otras teorías del
discurso dialogal como el propuesto por Stephen Toulmin (1958),
la teoría de la acción comunicativa del filosofo
Jurgen Habermas (1981) y otros, quienes aportan a este
debate.

El ejercicio que se propone en este círculo
universitario, no es nuevo, tampoco es una improvisación.
Ya hace algunos años, un grupo de docentes bajo la
influencia del maestro Adolfo León Gómezi,
después de recibir una concienzuda preparación a
través de una serie de diplomados en torno a la
argumentación y principios de filosofía
analítica, le presentó a las directivas,2 un
proyecto, cuyo título era: "De la Universidad comprometida
con el ser, a la universidad como comunidad ética de
investigación". Documento que fue escrito con mucho
entusiasmo y con mucha pasión por varios
catedráticos.

Nuestra pretensión, era, desde luego, cambiar las
costumbres del quehacer pedagógico de la universidad. El
propósito era superar la cátedra tradicional de la
exposición magistral, que por cierto se había
convertido en un interesante ejercicio de elocuencia para
glorificar el ego profesoral, pero que a la postre, no
contribuía al desarrollo de competencias conversacionales3
en los estudiantes, los que terminaban recitando pasivamente lo
expuesto por el docente.

OBJETIVOS

En esta perspectiva se propone esta semilla. Que tiene
como propósito dar respuesta a la problemática:
¿cómo debería ser la nueva universidad? y
como una petición de principio se propuso la
ejecución de una cátedra conversacional, con
discurso coloquial, que genere un nuevo acto pedagógico,
la del maestro coindagador, quien en un espacio de Seminario
Activo, como se ha pretendido hacer en el curso de Humanidades,
con la participación de estudiantes apasionados; en donde
estudiante y profesor son, ambos, al mismo tiempo, coa-
aprendices fundidos en propósito: dialogar y debatir. En
el que, el insumo más importante es el diálogo, sin
eludir el debate y la confrontación. Pero sin que
discrepar sea percibido como una amenaza, sin el temor a que las
ideas del otro o de los otros sean mejor o peor. Esto implica que
se debe escuchar y aprender a reconocer y a ceder, el uso de la
razón, como determinante en la validez del
discurso.

El proyecto, repito, sería, hacer de la clase un
Seminario activo, un coloquio permanente, en el que preguntar es
la actividad esencial para el debate y desde luego ofrecer y dar
razones son ejes centrales del ejercicio de discusión. Se
busca con esta práctica, aprender a escuchar, aprender a
disentir, a prender a discrepar, a prender a debatir, aprender a
interpelar; siempre dentro de un ambiente cordial y de
camaradería, sin la existencia de la amenaza, la
coacción o la violencia.

METODOLOGÍA

No teníamos como pretensión, en ese
ejercicio alcanzar la verdad, ni demostrar la verdad frente a
alguien. Solo nos interesaba reflexionar, es decir, tomar
conciencia de algo y en nuestro caso, reflexionar sobre uno o
varios temas sociales, haciendo uso de la argumentación y
tomar conciencia de la importancia del diálogo y el debate
razonado en la construcción de habilidades
conversacionales.

Nuestra perspectiva no sería deductiva4, es
decir, nuestro discurso no partiría de lo demostrable y
correcto o lo indemostrable e incorrecto, a la manera de ciencia
formal, sino que a partir de problemas particulares, proponer
-previo ejercicio interpretativo- soluciones particulares,
originales y creativas y, es a este el problema, al que responde
el singular teórico que motiva nuestro encuentro
conversacional.

En otras palabras, nos proponíamos fundamentar
una ética en el discurso, reconociendo como lo expresa
William Ospinaii, que la humanidad nunca ha tenido una
estética, sino muchas manifestaciones para expresar lo
bello; que no ha habido una verdad sino múltiples
manifestaciones de la verdad y que, desde luego, no hay una
elocuencia, sino muchas formas de la elocuencia. Por eso es un
imperativo aprender a desconfiar de todo discurso que pretende
convencernos, aún haciendo uso de las mejores
razones.

No sería nuestro ánimo rendir culto a la
erudición intelectual y menos hacer una apología de
la elocuencia tradicional, sino por el contrario,
resaltaríamos la particularidad. Por eso abandonos la
categoría de comprometidos con el ser propuesta por la
administración de la épocaiii y adoptamos la
indagación como elemento preliminar de la
investigación.

DESARROLLO Y
PRÁCTICA PARA UNA
PEDAGOGÍA DE LA
ARGUMENTACIÓN

El profesor Jurado (2007) señala,
que la experiencia universitaria exige en estos tiempos diversas
modalidades discursivas. A partir de diversos discursos allanamos
el camino para comprender la complejidad de la cultura
académica y de los conocimientos que comprometen la
formación del sujeto de la argumentación. Usamos el
lenguaje argumentado y actuamos expositivamente cuando hemos
interiorizado información pertinente y hemos organizado en
la memoria semántica aquello que denominamos conocimiento
significativo.

Creemos que una comunidad de indagación, implica
entonces, de manera más precisa y exacta, estar
comprometido con una democracia abierta, en el buen sentido
popperianoiv, admitir la diversidad crítica, la libertad
de cátedra, la solidaridad, el compartir sin tener que
juzgar de forma a-priori, y sobre todo ofrecer las mejores
razones a los miembros a sus indagadores. Y esta experiencia
supondría:

Aceptar la corrección que nos propone el otro
miembro de la comunidad, ser capaz de escuchar atentamente al
otro sin descalificarlo, poder revisar sus puntos de vistas a la
luz de los argumentos y razonamientos, ser capaz de construir a
partir de las ideas de otros mi propio pensamiento, ser capaz de
defender mis hipótesis sin temor al rechazo o a la
incomprensión por parte de los demás, ser fiel a un
código ético y a unas normas de conducta, mostrar
respeto hacia los miembros del grupo y sensibilidad al contexto
sobre todo cuando sea una discusión moral, pedir y ofrecer
razones, discutir un problema con imparcialidad, tener criterios
para tomar una decisión, reconocer las falacias en un
diálogo y buscar la claridad en las definiciones y, sobre
todo, hacer aportes al engrandecimiento del grupo o comunidad de
indagadores.

En consecuencia, aspirábamos a formar parte de la
comunidad académica que requiera de una universidad
indagadora y para lograrlo, deberíamos empezar por
convertir el claustro en comunidad de diálogo, de
investigadores como el pilar generador de pertinencia y de alta
calidad institucional. A través de esta comunidad
podríamos construir alternativas conceptuales y
prácticas que paso a paso pudiéramos no sólo
soñar con una sociedad mejor, sino contribuir a hacerlo
realidad.

Esta ponencia está dedicada para quienes hemos
llegado a la Filosofía movidos por las preguntas:
¿para qué la filosofía? ¿qué
es filosofía?, ¿filosofía para
quiénes?

¿quiénes pensaron filosóficamente,
en los años 70, 80 y 90 qué aportaron a nuestras
vidas?

Para quienes hicimos de nuestra adolescencia un
escenario alejado del futbol y de otras manifestaciones de la
bacanería, propia de los años 80 y 90; quienes se
refugiaron en los libros y en especial, en los laberintos del
pensamiento filosófico en la búsqueda de la
sabiduría perdida: Erasmo, Maquiavelo, Bacón,
Descartes, Hobbes, Locke, Montesquieu, Rousseau, Kant, Hegel,
Comte, Marx, Engels,

Schopenhauer, Nietzsche, Sartre, Popper, Zuleta,
José Martí, Habermas, Perelman, Kunhm, lenín
y Mao, entre otros.

Para ellos y otros que llegarían después
al insondable mundo de la literatura y que hicieron de la lectura
un autentico entretenimiento y diversión intelectual,
representantes genuinos de una generación de
jóvenes frustrados anhelantes de cambios
revolucionarios.

Para quienes huyendo de los números,
llámense matemáticas, álgebra,
trigonometría, geometría, lógica
numérica, química o física; dedico esta
intervención corta e interesante, para plantear
sólo un problema adicional y es que aún hoy hay
razones para el abordaje de la filosofía como
sabiduría con los mismos prejuicios y clichés de
hace 30 años: lograr la erudición intelectual;
cuando se trata de construir espíritu crítico desde
una perspectiva filosófica, haciendo uso de la
argumentación.

Debemos empezar por lamentar que aún hay
profesores de filosofía que reducen en muchos casos la
enseñanza a una simple tradición libresca, a la
imposición de lecturas y escritura de frases
cuidadosamente seleccionadas. Ya no hay asombro por lo
desconocido, el sujeto que estudia en nuestras instituciones de
educación oficial, nuestros alumnos universitarios no
sienten entusiasmo por lo desconocido, no sienten culto por la
argumentación.

El arte del bien hablar propio de los retóricos
de los años 80 ha cedido al discurso pragmático
utilitario que sólo repite frases y pensamientos aislados
de toda realidad social.

Esta declaración puede parecer romántica.
Pero sin duda alguna de no superar las urgencias academicistas,
el derrumbe será inevitable y se esteriliza la conciencia
universitaria.

A nuestros estudiantes la sociedad les vende la idea de
no pensar, entendida esta, desde luego por no cuestionar, no
hacerse preguntas, no discutir, no debatir, no interpelar. Parece
que sólo esperan certezas claras y distintas, dentro de
una pragmática cartesiana. Solo desean aseveraciones y
verdades incuestionables: como diría Zuleta citando a Kant
en su lectura del ensayo "Qué es la Ilustración"
son espíritus que viven en minoría de
edad.

A MANERA DE
CONCLUSIÓN

Hoy nuestros jóvenes universitarios, tienen
más y mejores herramientas; disponen de más libros,
mejores medios tecnológicos para acceder al vasto mundo de
la información de cualquier pensador o filósofo
pero aún así se lee sustancialmente menos, se
comprende poco y lo que es peor no hay interés por
profundizar en los problemas filosóficos o
científicos de la actualidad.

El error es nuestro desde luego, porque los docentes no
hemos superado la cátedra magistral, la misma que le
ahorra la tarea de indagar, de investigar, de cuestionar al
estudiante. El error radica en separar la vida académica
de los libros y peor todavía, el no propiciar espacios
para el desarrollo de habilidades discursivas, practicas
argumentativas y competencias conversacionales, que posibiliten
la interpretación de los problemas planteados.

Es un error de los jóvenes universitarios, al
pretender vivir sólo por vivir, sin reflexionar
críticamente la existencia. No olvidemos que vivir en
sociedad implica necesariamente poderse comunicar eficazmente con
otros. Entre más competentes seamos en la
comunicación, más probablemente será la
posibilidad de integrarnos, relacionarnos y resolver nuestros
problemas.

Gracias Cordialmente, ÁLVARO MINA
PAZ

Docente de Humanidades 1

BIBLIOGRAFIA

Habermas, J., Teoría de la acción
comunicativa, vol. I y vol. II. Madrid, Taurus, 1987.

Perelman, C., y Olbrechts-Tyteca, L., Tratado de la
argumentación. La nueva retórica. Madrid,
Gredos,

1989.

Searle, J., Actos de habla. Madrid, Cátedra,
1980.

Toulmin, S., Los usos de la
argumentación, Barcelona, Ediciones Península,
2007. Weston, A., Las claves de la argumentación.
Barcelona, Ariel, 1994.

Gómez, Adolfo león. Seis lecciones sobre
teoría de la argumentación. Editorial
Alego.

NOTAS:

1 Perelman y Olbrechts-Tyteca. Tratado de
la argumentación. Editorial Gredos. Perelman
filósofo polaco creador de la moderna teoría de la
argumentación, trabajo con la profesora Lucie Olbrechts-
Tyteca durante una década culminando con la
elaboración de un enorme tratado de lógica del
discurso.

2 Consejo Superior de la Universidad
Santiago de Cali, periodo 2000-2003, 2006-2009,
2009-2011

3 Las competencias conversacionales en el
proceso educativo como son el punto de partida para la
construcción de una pedagogía de la
liberación. Elizeu Vieira Moreira

4 La deducción operación de
la mente que va de lo general a lo particular. El método
deductivo es aquél que parte los datos generales aceptados
como valederos, para deducir por medio del razonamiento
lógico, varias suposiciones, es decir; parte de verdades
previamente establecidas como principios generales, para luego
aplicarlo a casos individuales y comprobar así su
validez.

Se puede decir también que el
aplicar el resultado de la inducción a casos nuevos es
deducción.

i Gómez Giraldo, Adolfo León
(Manizales 1944) filósofo de la Universidad de Caldas
(1974), docente de la Universidad de Valle, sus
investigación lo han consagrado como la voz más
autorizada en los temas de la argumentación en
América Latina, ha escrito una treintena de
artículos sobre tópicos
filosóficos.

ii Ospina, William. (Padua- Tolima 1954)
Escritor ensayista y poeta, cuyos temas son una
radiografía de Colombia en tercera
dimensión.

iii Maya Correa, Ricardo. Rector
Universidad Santiago de Cali, autor del PEISA, Proyecto Educativo
Comprometido con el ser.

iv Popper, Karl. Considerado el más
grande filósofo del siglo XX. Piensa Popper que el
progreso más importante de la modernidad es que estamos
dispuestos a escuchar las críticas fundamentales y aceptar
las sugerencias razonables para mejorar nuestra
sociedad.

 

 

Autor:

Álvaro Mina Paz

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