Introducción
A lo largo de nuestra vida como seres humanos hemos
venido poniendo en práctica el proceso de la
comunicación, sabemos perfectamente que se "inició
en los albores mismos de la existencia humana y devino en
elemento necesario para el hombre como parte de sus relaciones
sociales, ya que ello tiene que ver en gran medida con la
comunidad en la cual vivimos o nos desarrollamos como
individuos"; aunque la idea de comunidad nos remite a la
más profunda de participación. Por consiguiente, no
puede haber comunidad ni, por tanto, comunicación, sin
participación, porque ambas "participación y
comunicación", no son más que dos aspectos de un
mismo fenómeno, que se define como relación entre
dos seres, uno de los cuales da algo al otro.
Es así que, la comunicación en la
práctica educativa se basa fundamentalmente en el
principio de comunicación vinculada con los seres de
nuestra naturaleza, la comunicación del hombre con Dios y
consigo mismo, y la más importante de todas: la
comunicación del hombre con el hombre. Y esta
última la que nos ocupa como educadores, al estudiar las
relaciones entre el educador y el educando problema que
constituye, sin duda, la columna vertebral de la
educación.
En nuestras instituciones educativas de nuestro
ámbito, se deja notar con claridad la ausencia de
comunicación entre docente y alumno por el hecho de seguir
trabajando con estructuras conductistas; a pesar de recibir
capacitaciones acerca de nuevas modelos de trabajo, es decir
aprendizajes significativos. Se observa claramente en las aulas
de clase ese modelo verticalista, en la que el actor principal es
sólo el profesor no dejando espacio para que los alumnos
expresen lo que sienten, y mucho más si el alumno desea
reclamar algo a su favor, esto genera que el docente amenace al
alumno o alumna con desaprobarlo y el temor a ello hace que ellos
se mantengan sumisos al profesor, una vez desarrollado esta
conducta ya ni siquiera les interesa comunicar algo ni
participar.
Tenemos que de una vez por todas romper estos esquemas y
dejar que nuestros alumnos sean los protagonistas de sus propios
aprendizajes.
Dejemos que nuestros educandos así como nosotros,
sean actores de una comunicación fluida y adecuada,
expresando todo lo que piensan y sienten, de esta manera no
solamente se logra una buena relación, sino que
también incrementan su autoestima; brindémosle un
espacio adecuado de comunicación, de manera que el trabajo
pedagógico constituya un intercambio de conocimientos,
participativo, motivador y dinámico; no un simple paso de
información de un lado a otro, dándoles lugar a
nuestros alumnos para pensar y de esta manera poder crear,
descubrir y mostrar sus resultados. No se trata de descargarles
nuestro trabajo, sino más bien compartir con ellos el
tiempo de presentación de un tema, utilizando
técnicas distintas. Para ello es necesario aprender a
negociar con ellos, haciéndoles ver que se trata de un
propósito que debe alcanzarse y que por tanto es
importante para ellos.
La
comunicación docente-alumno en la
escuela
La comunicación se "inició en los albores
mismos de la existencia humana y devino en elemento necesario
para el hombre como parte de sus relaciones sociales. Fue y es un
factor fundamental en el desarrollo del hombre, tanto en lo
psíquico como en lo social" que ha hecho posible la
socialización del hombre.
Comunicación y enseñanza son parte de una
misma e indivisible realidad. Enseñar siempre es
comunicar. La comunicación empieza por uno mismo, desde el
plano de la intersubjetividad, además hay una
comunicación interpersonal, y esta, es la que más
repercute en nuestra labor como educadores. La
comunicación y sus medios se imbrican en todo
currículo educativo, dado su impacto teórico y
práctico en los resultados del proceso
educacional.
La comunicación pedagógica ocurre en un
ambiente y en un contexto
determinado; o sea se desarrolla en
un espacio específico y con un tiempo
horario asignado.
Los cambios tecnológicos actuales han venido
impactando el proceso docente, apareciendo con mayor fuerza la
interactividad del educando, lo que implica una acción
mutua y simultánea por parte de dos participantes, que
pueden, pero no necesariamente deben, perseguir un fin
común. Así surgen variadas transformaciones en el
campo de la comunicación y la información, que
guardan una estrecha relación con la generación de
nuevas "formas" de leer y escribir; nuevas formas de relacionar
los contenidos de estudio con los medios de comunicación;
las transformaciones en la concepción de espacio y tiempo,
con la aparición de la realidad virtual, entre
otros.
Para el mejoramiento de la comunicación
docente – alumno, sin dudas es imprescindible que como
docentes poseamos claridad conceptual sobre este importante
proceso humano, especialmente en lo que concierne a la esfera
educativa. Pero no bastaría con el conocimiento profundo
de estas cuestiones teóricamente, sino que se hace
más importante aún el dominio práctico de
vías de comunicación por parte de nosotros los
maestros para comunicarnos con nuestros alumnos y con los que nos
rodean de forma adecuada.
Teniendo en cuenta que la comunicación es el
proceso mediante el cual el hombre interactúa con otros,
es decir, el hombre como personalidad es el sujeto del proceso
comunicativo; entonces es indispensable brindarle a nuestros
alumnos una adecuada confianza para desarrollar una óptima
comunicación; esto implica en los docentes desarrollar
estrategias adecuadas para lograr un intercambio de ideas,
asimismo, se conseguirá que cada individuo aprenda primero
a pensar y luego a comunicar sus ideas.
En el caso que nos ocupa, la esfera educativa, la
filosofía de partida determina, por un lado, la
concepción pedagógica que asumimos como docentes y,
por otro lado, la práctica real de nuestro ejercicio. Debe
aclararse que no siempre coinciden ambos aspectos, es frecuente
que el profesor "declare" una concepción filosófica
y pedagógica, y en la práctica observemos otra bien
distinta, incluso contradictoria con nuestra
declaración.
Por ello es imprescindible apropiarse de un marco
filosófico referencial, que permita explicar el
ámbito concreto de la realidad con el cual trabajamos, lo
cual facilita al profesor asumir una conducta pedagógica
consecuente con esta concepción filosófica de
partida.
Si bien es cierto, que hoy en día se habla de una
comunicación abierta en todas las dimensiones en las
escuelas y colegios, sin embargo esto no se plasma aún
todavía, ya que sigue aún influido por el modelo
conductista, aquel modelo que "obligaba a la gente a asimilar una
masa de conocimientos inútiles, superfluos y sin vida que
atiborraban la cabeza y convertían a la joven
generación en burócratas fundidos en el mismo
molde", valiéndose de prácticas y ejercicios
constantes para lograr el éxito académico. La
relación maestro – alumno es motivada externamente
para llegar a las conductas consideradas como
aprendizajes.
Somos conscientes que todavía dentro del aula al
ser un enfoque de modelo conductista la comunicación se da
dentro de un sistema de educación muy tradicional, donde
el docente habla y el alumno escucha, es decir, que la actividad
educativa unifica criterios y respuestas, convirtiendo al alumno
en un almacenador de información.
Nosotros consideramos que la comunicación no es
un sistema lineal, si no más bien discontinuo, dentro del
cual un mismo receptor decodifica y reenvía varios
mensajes de una o distintas fuentes a la vez, algunos con mayor
fuerza que otros. Es por ello que consideramos en lo particular
que la comunicación humana es un sistema complejo, lleno
de interfaces, rupturas y variaciones que afortunadamente ha
influenciado y replanteado a la comunicación
pedagógica.
Es así que, como educadores tenemos que procurar
plantear un nuevo modelo comunicativo, que realce la
formación activa de la personalidad de los educandos
mediante un rico proceso de comunicación participativa, el
mismo que permita un espacio didáctico de intercambio de
conocimientos, participativo, motivador y dinámico; no un
simple paso de información de un lado a otro,
dándoles lugar a nuestros alumnos para pensar y de esta
manera poder crear, descubrir y mostrar sus
resultados.
No se trata de descargarles el trabajo del maestro,
más bien es compartir con ellos el tiempo de
presentación de un tema, utilizando técnicas
distintas. Para establecer las normas y las responsabilidades es
necesario aprender a negociar con ellos, haciéndoles ver
que se trata de un propósito que debe alcanzarse y que por
tanto es importante para ellos y mucho más si se trata de
adolescentes.
Conclusiones
La comunicación entre docente-alumno, implica
un acto de subjetividad humana filosóficamente
argumentado.En la comunicación pedagógica se
evidencia aspectos significativos que tiene que ver con el
proceso docente en lo que respecta a su labor.Se señalan ciertas dificultades en la
comunicación pedagógica con nuestros alumnos
que son el estilo de dirección autoritario,
verticalizado que prevalece en la institución
educativa, en correspondencia con ello el estilo de
comunicación prevalece en la relación profesor
alumno-grupo y la no facilitación de la
interacción comunicativa grupal en el proceso
docente.Se destaca la necesidad del conocimiento
pedagógico teórico y práctico por parte
de los profesores para propiciar un tipo de
comunicación que favorezca la
educación.Para lograr una comunicación positiva en la
educación se debe tener en cuenta que: El profesor
(fuente/emisor) prepara el escenario para el aprendizaje del
educando (receptor/destinatario), a través de la
estimulación, motivación y persuasión,
fundamentalmente. Aquí se crean las bases sobre las
cuales se va a estructurar el "edificio", poniendo en
funcionamiento todo aquello que sea capaz de crear en el
educando el interés por el saber y/o saber hacer, en
función de los objetivos educacionales
propuestos.Debe existir una adecuada orientación, donde
se desarrolla una etapa del aprendizaje, pues se brinda toda
la información requerida, se orientan los
procedimientos a desarrollar y dónde complementar la
búsqueda de más información y se asignan
tareas docentes. O sea se desafía al educando a
aprender.En lo que respecta al desempeño, se debe
brindar al educando las oportunidades para la
ejercitación de lo aprendido en la fase anterior. En
ella se le facilita la ejecución de los diferentes
procedimientos y técnicas requeridos para el
desarrollo y demostración de modos de actuación
establecidos.Por último, debemos procurar realizar una
retroalimentación, ya que esto constituye la
consolidación de lo aprendido y la posibilidad de su
transferencia, de forma creadora, hacia nuevas situaciones y
tareas docentes.
Autor:
Martina Cóndor
Acuña
Isaías Núñez
Espinoza
Bambamarca, 23 de julio de 2011