Monografias.com > Biografías
Descargar Imprimir Comentar Ver trabajos relacionados

Gustavo Adolfo Ruiz, un Maestro ejemplar



Partes: 1, 2, 3

  1. Introducción
  2. Desarrollo
  3. Post
    scriptum

Introducción

El 20 de octubre de 1989 culminé esta
biografía. Fue una asignación de carácter
académico cumplida como parte de un Seminario en la
carrera de Licenciado en Educación que culminé en
la Universidad Central de Venezuela en julio de 1991. Hice
entrega del trabajo a mi profesor de ese seminario, Guillermo
Luque, quien casualmente fue luego parte del jurado que
examinó mi tesis de grado, la cual, aunque fue
mención publicación, nunca ha visto la luz por
algún olvido por parte de la UCV. Así es que
también pienso publicarla en
www.monografías.com.

Si este trabajo contribuyó entonces con el acervo
bibliográfico de la Cátedra correspondiente, de la
Biblioteca de la Escuela o de la UCV, me alegra mucho. Si no fue
así, espero que al ser publicado en este medio, entre a
formar parte, como un humilde, sincero y respetuoso aporte, al
conocimiento de uno de los prohombres de la moderna patria
venezolana. También espero que esta experiencia sea
útil para quienes quieran escribir con igual o parecida
metodología, otras biografías de educadores
eminentes y actualmente activos en Venezuela, como podían
ser Aureliano Cánchica, Luis Bigott, Juan Perfetti
Valdivieso, Freddy Esqueda, Servilia Ramírez de
Jiménez y muchísimos otros… (La lista
sería, realmente, interminable).

Agradezco comentarios sobre este trabajo, si es posible
a mi e-mail: israceve2@hotmail.com. Gracias

Desarrollo

I

Finaliza el año 1918. Las descripciones que hace
el corresponsal del Times de Londres por esa
época, resaltan algunos aspectos físicos de la
ciudad Capital: el tranvía, el Calvario,

…tres ríos que descienden hacia el Guaire:
las verdes manchas de las plazas públicas, las numerosas
palmeras que se levantan en los jardines y patios, los rojos
techos de las casas, el amarilleo de los altos muros de los
edificios (…), los imponentes contornos de esta ciudad de las
montañas. [1]

Sin embargo, para sus pobladores, imbuidos en los
avatares de aquellos días, la ciudad está lejos de
ser un pacífico vergel: es víctima del atraso, del
desencanto y de las enfermedades que hacen estragos en todo el
país. La malaria se ha apoderado de dos tercios del
territorio nacional; la influenza española pasa por la
nación como ángel desolador. Apenas el año
anterior, el régimen había sofocado un movimiento
rebelde estudiantil, pero la conspiración continuaba
incólume y en 1918 se preparaba un primer intento de
derrocamiento del déspota por vía militar que
debía estallar el año siguiente. Es la
reacción contra el atraso político, social,
económico y cultural que, como manto de oprobio, amortaja
a la República… Las palabras de José Antonio
Calcaño, aunque dichas con respecto a años
anteriores, tienen aún plena validez: "hasta los ricos
se veían en estrecheces"
[2]

En aquella Caracas de 1918, el 23 de Noviembre, nace
Gustavo Adolfo Ruiz, hijo del educador Pedro Manuel Ruiz
(1870-1921) y de Inés Peraza Blanco.

La familia era de modestos recursos. Así
correspondía entonces a una familia honrada, donde el
padre se ocupaba del sustento honestamente ganado con el trabajo
remunerado que ejecutaba: fue periodista, estadígrafo y
educador.

En efecto, Pedro Manuel Ruiz fue un intelectual de gran
valía, perteneció al grupo de pensadores
positivistas de su época y compartió inquietudes
con Pedro Emilio Coll, Eloy González y otros
contemporáneos. Como educador no solo fue estudioso de la
teoría educativa, sino que publicó trabajos sobre
pedagogía y participó en el Primer Congreso
Pedagógico celebrado en Caracas en 1895, bajo los
auspicios del recién creado Ministerio de
Instrucción Pública. Cuando en 1911, por
iniciativas del entonces Ministro de ese Despacho, José
Gil Fortoul, se produce la famosa reforma teórica y
técnica en la enseñanza, inspirada en el
pensamiento positivista, el padre de nuestro biografiado, miembro
entonces del Consejo de Instrucción del Distrito Federal,
forma parte de la comisión redactora de los nuevos
programas educativos. Era el mes de octubre de 1911.

Además de esta importante participación en
la historia educativa del país, Pedro Manuel Ruiz fue
escritor, periodista e iniciador en el país de la
estadística moderna, que aplicaba a la demografía;
fue autor del libro Demografía Venezolana (1907),
primero de si género en Venezuela; también fue
autor de El Problema de la Educación, su
carácter social
y de otros textos. Además, fue
un hombre de aguda sensibilidad social y de claro pensamiento
político; no fue adepto al gomecismo y participó en
la conspiración previa a los intentos militares de 1919.
Una delación fue la posible causa de que fuera detenido
por los esbirros de la "Sagrada" en enero de 1919, cuando su
último hijo tiene apenas cuarenta días de nacido.
Pedro Manuel Ruiz murió en la cárcel de La Rotunda,
el año 1921. Gustavo Adolfo Ruiz no conocería,
pues, a su padre.

En aquellas circunstancias históricas, tener un
preso en la familia era oprobioso en el contexto general de una
sociedad oprimida y temerosa; pero si además el preso
moría en aquellos antros de horrores, la
condenación ostracista por parte del gobierno y de los
contemporáneos solo podría compararse con el
aislamiento social y humano que sufrían los lazarinos en
la Judea antigua: se añadían al dolor de la
pérdida, la angustia y la pobreza.

Inés Peraza de Ruiz, madre de nuestro personaje,
como corresponde a una mujer de honor y temple,
características comunes a las madres de los desterrados
del régimen, a las esposas de los perseguido y
según parece a la Madre Venezolana de todos los tiempos,
asume la conducción del hogar con espíritu de
lucha: levanta la familia con el trabajo de sus manos hacendosas,
cosiendo para las incipientes fábricas de textiles de
entonces junto con una hermana del esposo difunto; esto es, con
el sacrificio y el orgullo propio de quien nunca se doblega. Los
recuerdos de aquellos momentos duros, permanecieron siempre
indelebles en la memoria del Profesor Gustavo Adolfo
Ruiz:

En aquella época las mujeres casi no
producían -nos contó-, pero mi hermana y mi
tía se dedicaron a coser para sostener la familia. El
trabajo de la mujer en aquella época era muy mal pagado.
Recuerdo que estando yo ya algo crecidito, a mi mamá le
pagaban cinco reales (Bs. 2,50) por armar un pantalón que
la fábrica le entregaba cortado, nada más que para
coserlo. No se armaban más de dos diarios, es decir, se
ganaba cinco bolívares por día, mientras
atendía la máquina y las labores de la casa. Cuando
había mucho que hacer, por ejemplo en el mes de diciembre
cuando le daban tres o cuatro pantalones, mi madre no
hacía otra cosa en todo el día. Incluso en
ocasiones casi no comía para no desatender su
labor.[3]

Dentro de la familia, reinaban valores que la pobreza no
vencía; así, se atendió prontamente a la
educación de los niños. Gustavo Adolfo Ruiz recibe
las primeras nociones fundamentales en el seno del mismo hogar y
posteriormente asiste a la Escuela Federal "Fermín Toro",
ubicada en parroquia La Pastora.

Regían entonces en la escuela primaria las
disposiciones determinadas por las reformas que introdujo desde
el año 1913, el Ministro Felipe Guevara Rojas, sucesor del
Dr. José Gil Fortoul, las cuales sufrieron muy pocas
modificaciones bajo el régimen gomecista: La
Educación estaba dividida en dos niveles: elemental y
superior; la duración del año escolar era de 343
días, excepto los domingos, y el calendario iba desde el 7
de enero hasta el 15 de diciembre de cada año. En el nivel
elemental, el plan de estudios incluía las siguientes
asignaturas: Lectura, Escritura y Elementos de Gramática
Castellana; Cálculo Aritmético y Nociones sobre el
Sistema Legal de Pesas y Medidas; rudimentos de Urbanidad e
Higiene, de Geografía e Historia de Venezuela, de Moral e
Instrucción Cívica; Himno Nacional y Cantos
Escolares; algunos elementos de Trabajo Manual para varones y de
Labores de Mano para las hembras; Lecciones de Cosas y Ejercicios
Gimnásticos. El nivel superior agregaba: Geografía
e Historia Universales; Ciencia Elemental; Agricultura y
Cría; Dibujo y Música; Deportes y, para las
niñas, Lecciones de Economía
Doméstica.[4]

El ambiente escolar era rígido y uniforme ; las
circunstancias dentro de las escuelas reflejaban el clima
opresivo reinante en la sociedad: "era el tiempo en que el
Ministro sabía exactamente lo que se estaba
enseñando a determinada hora del día en todos los
planteles de la República".[5]

Mientras tanto, el estado general de la educación
era deficitario: el número de planteles en primaria,
secundaria y normal era mínimo; la instrucción
superior solo era posible en dos universidades: la Central y la
de los Andes; en programas de estudios fue poco lo que se
avanzó con respecto a las propuestas de Guevara Rojas y
Gil Fortoul, pues durante la gestión del Ministro
Rubén González, en 1916 y posteriormente en 1931,
apenas si se les hicieron pequeñas revisiones,
principalmente destinadas a extraer sinopsis con vista a los
exámenes de fin de escolaridad de cada nivel o
rama.[6]

Era tan grande el descalabro en la educación
primaria en aquellos años de dictadura que, a escasos
ciento veinte años de la Independencia, más del 80
por ciento de los niños venezolanos estaban sin escuelas;
las pocas que existían estaban en un estado de gran
abandono: carecían de locales propios y debían
funcionar en casa de los maestros o en residencias particulares;
carecía de muebles y materiales didácticos y
adolecían del personal docente profesional. Mientras
tanto, el régimen mantiene el dominio del país con
mano férrea e invierte grandes cantidades en otros rubros
propios de su sistema de gobierno…

Aparentemente, la historia se desenvuelve con paso
lento…

En realidad, aquella calma era aparente… el tiempo era
más bien convulso y las noticias referidas a los
alzamientos llegaban constantemente a la provinciana capital. El
descontento contra la dictadura estaba generalizado y el deseo de
liberación marchaba a veces no tan
soterrado…

En efecto, en sus veintiséis años de
gobierno, Juan Vicente Gómez provocaría unos veinte
movimientos en su contra. Las riquezas del país son
utilizadas por el gobierno para modernizar sus fuerzas militares
y de policía, así como para mejorar a sus cuadros,
como medios para contener la insurrección
popular.

Sin embargo, el heroísmo no encuentra barreras y
hombres como Emilio Arévalo Cedeño, Horacio
Ducharne, Sixto Gil, José Rafael Gabaldón,
Román Delgado Chalbaud, Zoilo "el caribe" Vidal, Juan
Pablo Peñaloza, Rafael de Nogales Méndez,
Régulo Olivares, Pedro Elías Aristeguieta, Gustavo
Machado, Antonio Paredes, Celestino Peraza, José Rafael
Montilla y muchos otros, inscriben sus nombres con diferentes
acciones de guerra a través del territorio
nacional.[7] No obstante, la dictadura logra
imponerse: finalmente, el tirano moriría de muerte natural
en 1935, cuando se preparaba una nueva invasión de
venezolanos dispuestos a darle el golpe mortal a
gobierno.[8]

Para el año final de Gómez, Venezuela
contaría con unos sesenta maestros titulares, mientras que
la población total del país era de 3.400.000
habitantes.[9]

La población del país era relativamente
poca, era poca la matrícula escolar y escasísima la
universitaria; pero los sueños de los venezolanos eran
grandes: en 1928, una huelga estudiantil encabezada por el fogoso
y joven orador Jóvito Villalba, con Rómulo
Betancourt, Luis Beltrán Prieto Figueroa y otros,
logró el apoyo popular necesario para preocupar al general
Gómez. Por esos días, la matrícula de la
Universidad Central de Venezuela no era superior o estaba
alrededor de los 300 estudiantes, de ellos, el número de
descontentos activistas o pasaría de 60, pero su fervor
conmocionó al país por una semana. El grito de
"ala-balaja-sacalapata-lajá" con el cual hacen resonar las
angostas calles capitalinas, con no decir
nada,[10] se convierte en el símbolo de una
rebelión que aguardaba entre acciones policiales,
delaciones y cárceles. Los 147.000 habitantes
caraqueños –recién censados en 1926–,
permanecían a la expectativa de los acontecimientos. En
1928, Gustavo Adolfo Ruíz apenas tiene diez años y
cursa estudios primarios, ajeno a la convulsión
política que, no obstante, desde entonces, había
marcado su vida.

En 1932, cuando Gustavo Adolfo Ruiz estaba egresando de
la escuela primaria, con catorce años de edad, apenas se
estaba graduando un docente ¡en todo el país!
[11]

Precisamente en aquellas circunstancias de
desolación en lo educativo y la efervescencia en los
ánimos estudiantiles. Gustavo Adolfo Ruíz, por esas
coyunturas humanas y familiares irrepetibles, ingresa en la
Escuela Normal de Varones de Caracas. Es el año 1931 y su
ingreso a la docencia nos lo relató con palabras no
exentas de buen humor:

En aquella época, por supuesto, no había
lo que se llama orientación vocacional ni nada parecido.
En mí no operó eso para nada. En mi familia
había tradición educadora o de profesionales de la
educación y no creo que eso haya influido mucho o que me
despertara vocación… Parece mentira, pero realmente
puedo decir que yo no intervine para nada en la decisión.
Un día me dijeron en mi casa: "Vamos para el Ministerio,
que te vamos a conseguir una beca para que te vayas para la
Normal". En esa época no se le preguntaba mucho a
uno… y no porque mi casa fuera rígida, sino por
obediencia a la autoridad de mi mamá y en
consideración a que mi papá tenía [varios]
años de muerto; aunque el ambiente era suave y no
restrictivo, los hechos exigían decisiones. Recuerdo que
fui con mi tía al Ministerio. [El edificio] estaba donde
estuvo después la Policía, frente al Concejo
Municipal, de Monjas a San Francisco, en esa ala del Capitolio
Nacional. Arriba en el segundo piso estaba el Ministerio.
Coincidencialmente encontramos allí a un maestro que se
llamaba Octavio Antonio Diez, cuyo hermano, Prudencio
Díaz, era Director de la Escuela donde yo hice la
Primaria. Ambos habían conocido a mi papá. "Un
momentico", nos dijo, subió, bajó luego y nos dio
la noticia: "Bueno, que se vaya el lunes a la Normal, que ya
tiene la beca, ¡porque yo soy el nuevo director de la
Normal!" Precisamente se dio la casualidad de que estaba en el
Ministerio recibiendo ese cargo y sus instrucciones. [Los
estudios en] la Normal de entonces duraba tres años y yo
entré con menos edad que la legalmente requerida, 15
años, y directamente del sexto
grado.[12]

Pese a la necesidad apremiante de docentes que
había en el país, la situación de los
estudios de Normal presentaba un cuadro deficiente y lamentable.
Hablando de esto, el Prof. Ruiz hace un breve
análisis:

¿Cuál era la situación de los
estudios para Maestros y de la Educación en general en
todo el país? He aquí una referencia concreta:
Todos los estudiantes de la Normal eran becados, con internado.
La Normal tenía asignadas 60 becas y no se cubrían,
es decir, en el país no habían 60 hombres que
decidieran estudiar educación. Era el año 1931,
vivíamos en el estado de deterioro final del gomecismo.
Hay ahora por allí un grupo de gente a quienes yo llamo
"las viudas de Gómez" que quieren defenderlo. Yo no digo
que él no hizo nada; algo hizo y bastante "maluco", pero
yo sostengo que el gomecismo se puede juzgar como sistema, en
razón de las grandes necesidades nacionales: la
educación, la salud, la vialidad, el urbanismo…
¿Qué hizo Gómez? Allí es donde
tenemos que ver: lo que hizo por el país o lo que
desarrolló como política gubernamental.
¿Qué, hizo la carretera trasandina? Él no
hizo sino ampliar veredas, limpiar lechos de quebrada, cortar
cerritos… En educación, ¿qué hizo?
Cuando yo entré a la Normal el curso anterior, es decir,
el que pasaba a segundo año, era el más grande que
había habido en la historia de la [Escuela] Normal de
Varones de Caracas: 24 alumnos. La [anterior] que ya estaba en
tercer año, eran seis estudiantes. Y la previa a [esa]
había sido de sólo uno; y antes de esa,
también, uno. Quiere decir que hubo un momento en que la
Normal tenía ocho alumnos: seis en primer año, uno
en segundo y uno en tercero. Te puedo decir hasta los nombres.
Cuando eran ocho, el que estaba en tercer año se llamaba
Silvio Orta […]; en el segundo año estaba el otro,
ése sí murió [ya], fue secretario de la
Cámara de Diputados por [Unión Republicana
Democrática] URD, en su tiempo, se llamó
Félix Cordero Falcón. Y de los seis, me acuerdo de
los nombres de algunos. Por cierto que hay uno […] cuyo
nombre vi hace poco en unos libros que mandaron a los maestros
con una carta del Presidente Lusinchi, donde éste
decía que esa remesa era como un recuerdo a su maestro
Luis Cabezas Martínez. Fue maestro de Lusinchi; estuvo en
la [Escuela] Normal dos años antes que yo. Volviendo a la
situación de la Normal, cuando yo entré,
éramos seis alumnos en tercer año, veinticuatro en
segundo y nosotros [en primero] éramos dieciséis.
No llegábamos a cincuenta, éramos cuarenta y seis.
Pero como había sesenta becas, la diferencia se llenaba
con estudiantes universitarios e inclusive, dos de primaria;
comían y vivían allí con becas de
normalistas; pero eran estudiantes de bachillerato en su
mayoría… Nadie estudiaba para maestro ¿por
qué?

El profesor Ruíz contestó su propia
pregunta con la fluidez de quien siente revivir en su memoria
hechos y datos con una nitidez sorprendente:

En primer lugar, para el hombre [la carrera] no
servía; para la mujer era algo el sueldito tal. Te
advierto que cuando yo me gradué se trabajaban cinco horas
diarias y entré ganando 230 bolívares. Era el
año 1934. Me acababa de graduar y entré a trabajar
ese mismo año. Subieron a 25º bolívares
después que murió el general Gómez, es
decir, el año siguiente. Eran ciento quince
bolívares mensuales para comer, vivir y tal.
[13]

Para calibrar debidamente el poder adquisitivo de aquel
sueldo el profesor Ruíz hace una aclaratoria:

La gente tiende a decir: "¡Ah, pero [en aquel]
entonces eso era un platal!" Pues, no. Eso no fue un "platal"
nunca. Les voy a dar una comparación, que es como mejor se
ve: un flux de casimir inglés costaba 250
bolívares, el sueldo de un mes. Como ahorita [1989] que
una persona gana seis u ocho mil bolívares y un flux
cuesta quince mil. Es decir, en función del valor real del
dinero […] aquello siempre fue
poquito.[14]

La Escuela Normal de Varones donde estudió el
profesor Gustavo Adolfo Ruíz estuvo ubicada en Villa
Zoila, el Paraíso, Caracas, donde por muchos años
funcionó la Inspectoría General de
Tránsito.[15] El año en que nuestro
biografiado entra a la Escuela Normal, ésta había
sido cambiada para un local construido para la Cárcel del
Obispo, que había sido edificada entre 1927 y 1928 por el
ingeniero Gustavo Wallis Legórburu, el nombre se debe al
nombre del cerro donde fue edificada. Para 1931, había dos
instituciones que formaban docentes en Venezuela: la Escuela
Normal de Varones, de Caracas, y la Escuela Normal de Mujeres, de
Valencia, estado Carabobo.

Los estudios normalistas de aquellos tiempos, en el
criterio del biografiado, eran de muy poca calidad. En su
opinión, valían más la pena los estudios del
nivel universitario, pues en general la educación estaba
bastante deteriorada. En la formación del docente
había un objetivo general implícito más que
expreso, como era la preparación de personal para la
enseñanza; pero el Plan de Estudios era bastante
débil. Se trataba de los programas de ampliar los
conocimientos adquiridos en la Primaria, en el supuesto de que el
futuro profesional que iba a enseñar tale asignaturas,
debía conocerlas un poco mejor. Una vez que se cursaban
estas asignaturas, también se incluían, a partir
del segundo año, las siguientes:

[…] pedagogía, metodología,
psicología pedagógica, legislación escolar,
francés, dibujo, gimnástica, economía
escolar, historia de la educación normal,
organización y régimen de las escuelas normales,
inglés, música, lógica
aplicada.[16]

A este respecto, cabe destacar que la psicología
que se enseñaba en la Normal como pedagógica,
estaba atrasada en relación con el adelanto
científico de la época, aún se
enseñaba como aplicable y única psicología
pedagógica la propuesta por Juan Federico Herbart a pesar
de que Guillermo Wunbdt el filósofo alemán,
había fundado ya la psicología experimental, mucho
más avanzada que aquélla.

Hablando de los conocimientos que impartía
entonces la Escuela Normal, Gustavo Adolfo Ruíz,
expresó:

Aquella Normal daba poco. Cuando entré a ella
venía de una primaria elemental. La Normal tenía
tres años. En primer año volvías a ver
Aritmética, Geografía, Física,
Química, Historia de Venezuela, como quien dice: "si
tú vas a enseñarlas, tienes que saberlas mejor".
Los otros dos años, sí eran profesionales:
veíamos Pedagogía y Psicología […]
era una psicología filosófica todavía, la
pedagogía era herbartiana, de fines del siglo anterior. No
conocíamos nada de lo que se llama hoy Escuela Nueva, que
para entonces ya teñía como treinta años
andando; no conocíamos al señor John Dewey, ni al
señor Piaget ¡nada de eso! Yo vine a conocerlos
después. Aquella fue una formación elemental, muy
deficiente, con eso salí yo: ese fue mi zurrón para
empezar el camino ¡el palito y el bojotico que yo llevaba
al campo de trabajo era ese! [17]

Para referirse a su vocación, en la entrevista de
donde hemos extraído las palabras del maestro, Gustavo
Adolfo Ruíz nos comentó

Yo fui a la Normal casi por una necesidad. Mi familia
estaba muy mal desde la muerte de mi padre, y se presentó
la oportunidad, por una circunstancia fortuita Yo pude ser un
"niño bien"; quizás la pobreza me ha dado una buena
cosa: sensibilidad social que no tendría, porque yo he
vivido en barrios: en Sabana del Blanco, por ahí
[…] Pero mi padre tenía buena posición: el
fue Director de Estadísticas del Ministerio de Fomento,
fue un personaje en su tiempo; estuvo con Gil Fortoul en el
Ministerio de Educación; pero el año diecinueve
conspiró contra Gómez, fue a dar a la Rotunda y
murió allí. Así que quedamos en la
pobreza… Y una cosa muy curiosa: creo que nunca hubo mejor
escogencia que mis estudios de normalista; esto me ha gustado a
mí y lo vivo intensamente, disfruto con la
profesión, y todavía vivo inventando qué
hacer para enseñar algo., de manera que conmigo en eso no
se equivocaron. Yo no soy un individuo frustrado porque no hice
"tal cosa"; no soy un resentido porque yo quisiera ser un
personaje universitario y no lo fui, no, no, no, nada de eso,
porque no soy ni universitario siquiera, aunque he sido director
de una Escuela
universitaria…[18]

II

Gustavo Adolfo Ruíz egresa como Maestro de
Instrucción Primaria de la Escuela Normal de Varones de
Caracas, en el mes de julio de 1934. Las circunstancias
políticas, económicas, sociales, culturales y
educativas no han variado desde que su padre dio su vida en aras
de una Venezuela más libre y progresista: el oprobio
tiende su manto sobre el país. El régimen de
Gómez continúa en pie: "El petróleo brinda
al gobierno, además de dinero, armamentos y
cooperación técnica de las potencias imperialistas
que apoyan al tirano"[19] Pero tal
cooperación no se extiende a otros campos. El estado de
atraso del país se manifiesta inclusive en sus centros de
enseñanza.

La pobreza de la familia Ruiz Peraza inspira y obliga a
aplicar medidas drásticas. El ingreso del recién
graduado docente, se hace por medio de alterarle la edad, dado
que la ley exigía tener 18 años para ingresar al
ejercicio de la docencia, y el Maestro Gustavo Adolfo Ruíz
para aquel año tenía apenas 16. Había
ingresado a la Normal con sólo trece
años.

Gustavo Adolfo Ruíz nos dijo:

Si a mi me dijeron: "¡A ti te van a regalar un
flux y te van a mandar de vuelta para tu casa, tú no vas a
poder trabajar así! Entonces tuvieron que "ponerme" mayor
de edad por la exigencia de la parte legal del ejercicio docente,
que era de que era de dieciocho
años.[20]

El profesor Ruíz, pues, inicia su carrera docente
en la Escuela Federal "Casrlos Borges" en su mismo año de
su graduación como maestro: 1934. Aquella escuela era de
gente pobre también, estaba ubicada en lo que entonces se
llamaba El Empedrado, hoy Avenida San Martín, de Caracas.
Estaba frente al actual Grupo Escolar "República del
Ecuador" y diagonal a la tienda "Maxi"s" de hoy.

De los dieciséis egresados de la Escuela Normal
en 1934, sólo dos quedan ejerciendo en Caracas: el maestro
Pablo Mogollón, quien posteriormente llegaría a ser
Director de la Normal de Valencia, y nuestro biografiado. El
resto de la promoción fue al interior de la
República. Las necesidades educativas y pedagógicas
del país eran inmensas. En efecto, persistía en
todo el país un abandono total en esta área, y
así lo dijo GAR:

Durante el régimen de Juan Vicente Gómez,
con más de3.360.000 habitantes, nunca llegó a haber
inscritos en la primaria ni siquiera 250.000 niños; la
cifra que trae la Memoria del Despacho de Instrucción
Pública
es para diciembre de 1935 es: 122.134,, con
un promedio de asistencia reducido a 90.156. El total de escuelas
–para ese año–: 2.157, lo forman: 1.270
federales unitarias; 201 federales graduadas, 294 estadales, 210
municipales, 114 particulares públicas y 68 particulares
privadas. No había escuelas rurales, ni casi
instrucción nocturna. En todo (sic) Venezuela
funcionaban en 1935: 188 cátedras de educación
secundaria oficial, en solamente 3 liceos y 15 colegios, con algo
más de 1.100 asistentes. El alumnado de las dos
únicas escuelas normales, lo componían 115
jóvenes (65 hombres, la reapertura de la escuela fue en
1913; y 50 mujeres, su plantel había comenzado en 1892).
Las dos universidades sobrevivientes suman 1.532 estudiantes
(1.256 la de Caracas, y 276 la de los
Andes)[21]

Otro autor asegura que

La historia reconoce, no obstante, la existencia de
casos (en lo docente) de verdadera abnegación y sacrificio
entre los educadores conscientes quienes con devoción y
heroica actitud se consagraron con desinterés a mantener y
transmitir la herencia cultural venezolana durante tan prolongada
como difícil época.[22]

Precisamente, entre este grupo de docentes de
espíritu servicial, se encontraba Gustavo Adolfo
Ruíz, tal como veremos más adelante.

En la Escuela Federal "Carlos Borges" se
desempeñó durante un año,
específicamente hasta octubre de 1936. Esto significa que
era docente en dicha escuela cuando murió el tirano.
"Estando allí, decidió morirse el general
Juan Vicente Gómez", recordó con su contagioso buen
humor.

La muerte de Juan Vicente Gómez fue el inicio de
un despertar para todo el país y en todos los
órdenes. Pareció una verdadera
revolución:

La prensa, activa e inteligentemente aceptó con
fervor toda sugestión, iniciativa o petición
relacionada con la Instrucción. Los educadores e
intelectuales, asociados o individualmente, glosan el obligado
tema docente y critican y exponen y proponen, atacando el
carcomido sistema, correcciones indispensables urgentes de
naturaleza educativa. [23]

Con el lema de la legalidad como factor sustentador de
una nueva manera de gobernar, asumió la presidencia el
general Eleazar López Contreras, quien en su "Programa de
Febrero", expresó:

Es solo cuando los ciudadanos disfruten de sus
libertades en su ambiente de mutua consideración y respeto
a la ley, y respaldados por la acción protectora del
Gobierno, como podrán realizarse útilmente las
reformas necesarias para extirpar gradualmente los vicios del
pasado. [24]

Al hacer memoria sobre aquellos importantes
acontecimientos, el Profesor Gustavo Adolfo Ruíz, nos
expresa lo siguiente: "Cuando se murió el general
Gómez, el país despierta: sabe que a pesar de que
van tres décadas, no está aún en el siglo
veinte"[25]

En efecto, se había perdido un tiempo
extraordinario. Había un 80% de analfabetismo, las
enfermedades epidémicas todavía cundían por
el territorio nacional; había ciudades donde no se
podía dormir sin correr el riesgo de tener paludismo a los
tres o cuatro meses; las mismas enfermedades comunes diezmaban a
la población porque no existía sanidad ni
prevención. En el país, apenas si se conoce para
entonces la vacuna contra la viruela desde los tiempos de
José María Vargas, y el panorama no había
cambiado mucho.[26]

Así como el país despertó en lo
político –nos narra nuestro protagonista-,
también lo hizo en otras áreas. Se cayó en
la discusión de todo y todo fue cuestionado; y todo fue
encontrado deficiente y surgió un gran espíritu de
recuperar el tiempo; aquello fue eminentemente emocionante: Uno
tenía qué hacer, por qué estudiar, por
qué pensar y por qué discutir; nació y hubo
una mística. Lo que se logra en otros países,
digamos por nombre uno: Cuba, o con una revolución, eso se
logró aquí con sólo la muerte natural del
general Gómez; un cambio de actitud de la gente de querer
limpiar el pasado y plantear una revolución. Aquí
hubo realmente una revolución con dos o tres muerticos que
hubo en diciembre y otros en febrero del 36, pero que no
tenían nada que ver con la situación, simplemente
eran resabios con el gomecismo, más nada. No fue un
movimiento cruento para alcanzar la conquista revolucionaria. No.
Fue una revolución natural que se produjo por el hecho
mismo de que nos dimos cuenta de que el país estaba
dormido y que todos debíamos despertar y trabajar para
construirlo.[27]

El presidente, anterior Ministro de Guerra y Marina del
régimen gomecista, el general Eleazar López
Contreras, sin haber sido político se manejó con
una gran habilidad política. En primer lugar, la
situación pareció colocarlo ante una difícil
alternativa: seguir el camino de las dictaduras o democratizar el
país. El 14 de febrero del año 1936, estuvo a punto
de caer:

Se le fue un gentío encima –recuerda G.A.
Ruiz–; pero él fue hábil y logró
mantenerse, y de allí en adelante, el mismo mes de
febrero, él presenta un primer intento de programa de
gobierno, programa que nunca había habido en el
país; y empieza con una política que él
mismo llamó de "calma y cordura". Él trató
de apaciguar porque el futuro se veía violento. La gente
joven –Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba,
Miguel Acosta Saignes, toda esa gente venía a cogerse este
país, todos sin experiencia. Lo que tenían eran
ideas políticas, pero no tenían experiencia de
gobierno; aunque por otra parte ellos ayudaron a López
Contreras a quitarse a los realmente gomecistas de encima;
él apenas se quedó con los que le fueron fieles y
lo ayudaron a enfrentar lo interno del gomecismo, para él
llegar a la Presidencia. Pero había el otro grupo, el
grupo conservador, de mentalidad estática y miedo al gran
fantasma de entonces y que ya no asusta a nadie, el comunismo.
Esto lo blandían de muchas maneras y lo usaban de muchas
maneras porque también habían tomado una
posición no comunista o al menos más disimulada,
como Rómulo Betancourt, es decir, otros habían dado
la vuelta al convertirse en socialdemócratas; y
López manejaba entonces el asunto con mucha prudencia,
mientras que a su vez hacía el trabajo de política
general, de crear servicios, las instituciones necesarias y de
instrumentar a un país que no tenía
nada.[28]

Puede decirse […] que desde el histórico
año de 1936, Venezuela se incorporó, si bien con
graves y explicables fallas, a la dura batalla de la
civilización a través de la Escuela
[29]

La educación fue instrumento fundamental para los
retos que entonces se le planteaban al país. Y el Maestro,
a pesar de su escasa preparación académica.,
asumió la actitud correcta que la historia le
reclamó. Gustavo Adolfo Ruiz, se encontró por lo
tanto ante una particular situación:

Yo tuve algo (y eso sí van a tener que
envidiárnoslo las nuevas generaciones); algo que no dan
los libros, sino que lo que lo dan las situaciones si uno
responde: Una situación sumamente estimulante, si
tú la recoges, si aceptas lo que llaman "ahora el frente",
y responde a ella, puede hacerte mucho bien. Yo tuve la actitud
correcta de aceptar el reto y
prepararme.[30]

Al celebrarse la Primera Convención Nacional del
Magisterio en Caracas, entre el 31 de agosto y el 5 de septiembre
de 1936, las palabras de Luis Beltrán prieto Figueroa,
recogen el sentir de los maestros de aquellos días
retadores:

¡Vamos al porvenir! Venezuela se incorpora
decidida a Yo tuve algo (y eso sí van a tener que
envidiárnoslo las nuevas genera superar su atraso y en su
desperezamiento sacude el marasmo, y lo mejor de su pueblo: sus
maestros, sus niños, su juventud, están aquí
para prestarle ayuda. [31]

III

"Existe una establecida y legítima
convicción de que el fin del régimen gomecista, en
diciembre de 1935, marca para Venezuela el inicio de un nuevo
tiempo histórico".[32] Aunque el paso hacia
una Venezuela moderna se le hace aparentemente difícil al
nuevo gobernante, este se maneja a la altura de aquella
coyuntura. Inicialmente conserva a algunos no tan connotados
herederos del tirano y a otros casi desconocidos. Cuando el 26 de
diciembre de 1935 el Congreso –conformado por
gomecistas– lo escoge para completar el período
presidencial que concluiría en el mes de abril de 1936, ya
López Contreras tiene asidas muy bien las riendas…
y comienza a barrer los vestigios caudillistas.

En la ciudad de Caracas desaparece la lóbrega
cárcel de La Rotunda, donde muriera el padre de Gustavo
Adolfo Ruíz, y se edifica la Plaza de la Concordia: un
símbolo del espíritu que primero invoca el pueblo,
aunque para entonces la sociedad civil no estaba tan liberalmente
organizada. El gobierno manifiesta timideces, contradicciones y
limitaciones, que aún hoy son motivos de beligerancia
entre quienes fueron protagonistas y que juzgan el
período; pero se reconoce que había comenzado un
cambio…

En efecto, comienzan a surgir organizaciones
políticas: Unión Republicana Democrática,
Movimiento de Organización Venezolana (ORVE) y el Partido
Republicano Progresista. El Partido Comunista de Venezuela
existía ya desde el año 1931. DE ORVE se
originaría primero el Partido Democrático Nacional,
del cual luego -en 1941- nacería Acción
Democrática. Pero el gobierno de Eleazar López
Contreras se niega todavía a legalizar los partidos,
expulsa de Venezuela a cuarenta y siete dirigentes populares,
auspicia ante la Corte Federal y de Casación la
eliminación de credenciales a los diputados desafectos al
régimen, disuelve grupos políticos y sindicales y
mantiene amordazada y vigilada a la prensa. Pero por otra parte,
el gobierno mismo promueve la reducción del período
presidencial, prohíbe la reelección del Presidente
después de su período legal y fija la
responsabilidad del mandatario en común con sus
ministros.[33]

A pesar de todo este cuadro, el desarrollo del
país se pone de manifiesto en diferentes aspectos. El
proceso se ha iniciado: hay un incremento en las empresas del
Estado, en febrero de 19036 el Ministerio de Instrucción
Pública se le cambia el nombre por el de Ministerio de
Educación Nacional, lo que muestra un criterio de mayor
amplitud y de otra filosofía educativa. Comienza la
expansión universitaria; se organiza la clase obrera, que
todavía sufre algunas persecuciones bajo López
Contreras; aunque logra una histórica huelga desde el 11
de noviembre de 1936 al 22 de enero de 1937: los patronos reciben
el mandato de emplear no menos del 75 por ciento de trabajadores
venezolanos. En 1936 se legalizaron 113 sindicatos.

Se comienza la incorporación del medio rural a la
vida nacional; se promueven colonias agrícolas: Chirgua,
Guanare, Mendoza, Guayabita y Rubio.

La Federación Venezolana de Estudiantes,
conducida por el principal tribuno de aquellos tiempos,
Jóvito Villalba, cumple una función orientadora que
marco un hito en la historia política, estudiantil,
educativa y democrática del país. Durante el
período de López Contreras pasan por el Ministerio
de Educación Nacional, siete ministros. Del 18% de
matrícula escolar que encontró, el régimen
logra aumentarla al 28%. Se duplica el número de docentes
federales, alcanzando la cifra de 3. 772 y los alumnos
normalistas llegan a 1.1.38.[34] También
aumenta el número de las Escuelas Normales y en septiembre
de 1936 el gobierno decreta la creación del Instituto
Pedagógico Nacional, con sede en Caracas.

En el despertar del año 1936 juega un papel
fundamental en lo educativo, la Federación Venezolana de
Maestros, "pese a infundios interesados en su descrédito
que la hacían [aparecer] dentro de la órbita de la
ultra-izquierda"[35]

Esta institución gremialista sirve de soporte a
la divulgación del pensamiento pedagógico
más actualizado; se empieza a conocer la Escuela Nueva en
Venezuela y se abre una sed de lectura y de autodidactismo al
cual no escapó Gustavo Adolfo Ruíz:

Quisimos ponernos al día. De ahí viene la
raíz del autodidactismo que se prolonga durante toda mi
vida profesional –expresa-; empezamos a leer y a discutir.
Llegaron obras de España, toda la pedagogía
francesa -que era muy buena-, y la de los alemanes, todo ello
traducido en España, (donde hizo una gran labor) por
Lorenzo Luzuriaga. Sí, además de lo que él
mismo escribió, su gran labor fue la difusión del
nuevo pensamiento educativo en América. Todo eso lo
leíamos nosotros, los maestros inquietos de entonces. Y
ese estudio condujo a que todos discutiéramos, que
tratáramos de hacer ensayos. De no haber habido esa
interrupción del gomecismo que tuvimos nosotros (aunque en
1911 tuvimos la primera influencia de modernidad con el
positivismo y el reformismo), mucho antes nos hubiéramos
preparado.[36]

Desde el 31 de agosto y hasta el 5 de septiembre del
significativo año 1936, se celebra en Caracas la Primera
Convención Nacional del Magisterio Venezolano. Las
ponencias allí presentadas por los docentes son el punto
de partida de la transformación auspiciada por hombres
como, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Luis Padrino, Pedro
Arnal y otros muchos.

El gobierno no descuida –tal vez por razones
políticas-, la modernización de la
educación. Se establecen escuelas experimentales, entre
las cuales destaca la "Escuela Experimental Venezuela" en
Caracas, y se comienzan a aplicar los nuevos métodos
pedagógicos. "se introducen con más entusiasmo que
éxito los llamados Centros de Interés así
como se ensayan apriorísticamente loa principios
pedagógicos" modernos; [37]así
mismo, se revisan las condiciones económicas de los
docentes, de 230 bolívares mensuales, en 1936 el sueldo
fue aumentado a 250. El docente ahora podría comprar
libros para ilustrarse:

Todas esas circunstancias de ese clima de empuje, de
renovación, de cosas diferentes, de hacer, de promover
unido al clima concreto pedagógico, esa fue mi "Gran
Escuela Básica" –confiesa G.A. Ruiz-. Allí
sí creo yo que fue mi formación más bien que
en la Normal.[38]

El positivismo y el reformismo de la época
gomecista arrancaron a escasos tres años de iniciarse
aquel régimen y feneció prontamente, ahogado en la
barbarie. Sin embargo, en otros países de América
Latina sí florecieron, como en Argentina, Chile y Uruguay,
gracias a situaciones políticas totalmente distintas a las
nuestras. No obstante, tales movimientos volverían al
país en 1936, gracias a las gestiones realizadas por uno
de los desterrados del gomecismo en Chile, el "maestro de
escritores", Mariano Picón Salas.

Partes: 1, 2, 3

Página siguiente 

Nota al lector: es posible que esta página no contenga todos los componentes del trabajo original (pies de página, avanzadas formulas matemáticas, esquemas o tablas complejas, etc.). Recuerde que para ver el trabajo en su versión original completa, puede descargarlo desde el menú superior.

Todos los documentos disponibles en este sitio expresan los puntos de vista de sus respectivos autores y no de Monografias.com. El objetivo de Monografias.com es poner el conocimiento a disposición de toda su comunidad. Queda bajo la responsabilidad de cada lector el eventual uso que se le de a esta información. Asimismo, es obligatoria la cita del autor del contenido y de Monografias.com como fuentes de información.

Categorias
Newsletter