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Intervención Comunitaria en factores de riesgo de descompensación en pacientes hipertensos



Partes: 1, 2

  1. Introducción
  2. Objetivos
  3. Diseño
    Metodológico
  4. Análisis y
    Discusión de los resultados
  5. Conclusiones
  6. Referencias
    Bibliográficas
  7. Anexos

Introducción

La hipertensión arterial (HTA) es una enfermedad
crónica caracterizada por un incremento continuo de las
cifras de presión sanguínea en las arterias. Aunque
no hay un umbral estricto que permita definir el límite
entre el riesgo y la seguridad, de acuerdo con consensos
internacionales, una presión sistólica sostenida
por encima de 139 mmHg o una presión
diastólica sostenida mayor de 89 mmHg, están
asociadas con un aumento medible del riesgo de aterosclerosis y
por lo tanto, se considera como una hipertensión
clínicamente significativa (1).

Este signo, síndrome y enfermedad al mismo tiempo
se asocia a tasas de morbilidad y mortalidad considerablemente
elevadas, por lo que se considera uno de los problemas más
importantes de salud pública, especialmente en los
países desarrollados, afectando a cerca de mil millones de
personas a nivel mundial. La mayoría de las veces cursa
asintomática pero fácil de detectar; sin embargo,
cursa con complicaciones graves y letales que de no tratarse a
tiempo puede llevar al traste de múltiples sistemas de la
economía corporal. Además ella por sí sola
constituye un factor de riesgo modificable en el desarrollo de
enfermedades cardiovasculares, cerebrovascular y renal
(2).

La misma no constituye una enfermedad del presente; en
el siglo VI a. C. Sushruta menciona por primera vez en
sus textos los síntomas que podrían ser coherentes
con la hipertensión (3). En esa época se trataba la
«enfermedad del pulso duro» mediante la
reducción de la cantidad de sangre por el corte de las
venas o la aplicación de sanguijuelas (4). Personalidades
reconocidas como el Emperador Amarillo (en China), Cornelio
Celso, Galeno e Hipócrates abogaron por tales tratamientos
(4).

La comprensión moderna de la hipertensión
se inició con el trabajo del médico William Harvey
(1578-1657), quien en su libro de texto De motu cordis
fue el primero en describir correctamente la circulación
sanguínea sistémica bombeada alrededor del cuerpo
por el corazón. En 1773, Stephen Hales realizó la
primera medición de la presión arterial registrada
en la historia (4). Hales también describió la
importancia del volumen sanguíneo en la regulación
de la presión arterial. La contribución de las
arteriolas periféricas en el mantenimiento de la
presión arterial, definida como «tono», fue
hecha por primera vez por Lower en 1669 y posteriormente por
Sénac en 1783. El papel de los nervios vasomotores en la
regulación de la presión arterial fue observada por
investigadores como Claude Bernard (1813-1878),
Charles-Édouard Brown-Séquard (1817-1894) y
Augustus Waller (1856-1922). El fisiólogo británico
William Bayliss (1860-1924) profundizó este concepto en
una monografía publicada en 1923 (5).

En 1808, Thomas Young realizó una
descripción inicial de la hipertensión como
enfermedad (4). En 1836, el médico Richard Bright
observó cambios producidos por la hipertensión
sobre el sistema cardiovascular en pacientes con enfermedad renal
crónica. La presión arterial elevada por primera
vez en un pacientes sin enfermedad renal fue reportada por
Frederick Mahomed (1849-1884) (5). No fue hasta 1904 que la
restricción de sodio fue defendida mientras que una dieta
de arroz se popularizó alrededor de 1940.

Cannon y Rosenblueth desarrollaron el concepto de
control humoral de la presión arterial e investigaron los
efectos farmacológicos de la adrenalina. Tres
colaboradores que permitieron avanar el conocimiento de los
mecanismos humorales de control de presión arterial son
T. R. Elliott, Sir Henry Dale y Otto Loewi
(2).

En 1868, George Johnson postuló que la causa de
la hipertrofia ventricular izquierda (HVI) en la enfermedad
descrita por Bright fue la presencia de hipertrofia muscular en
las arterias más pequeñas por todo el cuerpo.
Nuevos estudios patológicos clínicos por sir
William Gull y HG Sutton (1872) dieron lugar a una
descripción más detallada de los cambios
cardiovasculares producidos en la hipertensión. Frederick
Mahomed fue uno de los primeros médicos en incorporar
sistemáticamente la medición de la presión
arterial como parte de una evaluación clínica
(3).

El reconocimiento de la hipertensión primaria o
esencial, se le atribuye a la obra de Huchard, Vonbasch y Albutt.
Observaciones por Janeway y Walhard llevaron a demostrar el
daño de un órgano blanco, el cual calificó a
la hipertensión como el «asesino silencioso».
Los conceptos de la renina, la angiotensina y aldosterona fueron
demostrados por varios investigadores a finales del siglo XIX y
principios del siglo XX. Nikolai Korotkov inventó la
técnica de la auscultación para la medición
de la presión arterial. Los nombres Irvine H. Page, Donald
D. Van Slyke, Harry Goldblatt, John Laragh, y Jeremy B. Tuttle
son prominentes en la literatura sobre la hipertensión, y
su trabajo mejora la actual comprensión de las bases
bioquímicas de la hipertensión esencial
(4,5).

La Hipertensión arterial constituye un problema
de salud en casi todo el mundo. Según reportes de la OMS
se calcula que aproximadamente 691 millones de personas la
padecen. Su prevalencia ha aumentado significativamente en todas
las latitudes lo cual se explica en parte por los nuevos valores
tensionales que en la actualidad se aceptan. También
varía de un lugar a otro, y dicha variabilidad está
en dependencia de las particularidades genéticas y
ambientales que caracterizan cada región. Así por
ejemplo en los EUA oscila entre un 30 y un 37,9% ; es un poco
mayor en el hombre que en la mujer, y los afroestadounidenses
tienen una incidencia mayor en comparación con sectores de
la población blanca. En la hermana República de
Cuba la prevalencia es del 30% en zonas urbanas y de un 15% en
las rurales, para un total de 2 millones de hipertensos en toda
la isla (6)

En Venezuela la hipertensión arterial representa
una enfermedad de alto riesgo cardiovascular y dentro de las
veinticinco primeras causas de muerte son las enfermedades
cardiovasculares con una alta tasa diagnosticada hasta el 2004 de
26,36% y un porcentaje de 21,38% (7). Considerado desde 1994 como
enfermedades cardiovasculares representa un 42.5% una alta
mortalidad en hipertensión arterial ocupando el primer
lugar como causa de muerte (Cardiopatía Isquémica y
enfermedad hipertensiva), el MSDS reporta una prevalencia de 20 a
30% de adultos y una alta prevalencia de riesgo en la
población por lo que se traduce que la hipertensión
arterial es un problema de Salud Pública (8).

En la recopilación de los diferentes estudios
sobre la prevalencia de la hipertensión arterial en
Venezuela realizado por López B se reporta que Fragachan
en 1976 encuentra una prevalencia de 36% entre 5.186 individuos
entre 15 y 64 años, en el Estado Miranda. De igual forma
Rodríguez A en 718 personas de 6-92 años,
encontró una prevalencia del 15,1%, predominando en el
sexo masculino (15,8%). López-Moreno en 2 encuestas
realizadas en 1978 y 1979, con un total de 10.655 encuestados,
reportó una prevalencia del 18,09% (21,1 % para los
hombres y 17.8% para las mujeres). En la Industria
Siderúrgica (Estado Bolívar, Venezuela 1983), se
encontró una prevalencia del 18,8% (19,9% para los hombres
y 7,7% para las mujeres) entre 2.020 trabajadores con edades
entre 20 y 50 años. En la ciudad de Barquisimeto,
principal ciudad de la Región Centro Occidental de
Venezuela, Orellana en una muestra entre 2.362 adultos tomados en
la consulta de Medicina Vial encuentra una prevalencia de
hipertensión arterial de 6.65% así mismo, un 14,47%
de hipertensión arterial considerada por el autor como
marginal. Otro estudio realizado en Barquisimeto, en una muestra
de 477 adultos trabajadores reporta una prevalencia de
hipertensión arterial sistólica (mayor 140 mmHg)
del 18,8% y de hipertensión diastólica (mayor 95
mmHg) del 9.2% (9).

El estado Aragua no está alejado de mostrar estos
resultados, sin embargo no existen estadísticas confiables
que lo demuestren. Hasta la implementación de Barrio
Adentro en el 2003 no se contaba con un programa de salud que
diera cobertura en el 100% de población dispensarizada lo
cual nos hace presumir que la prevalencia en hipertensión
sea aún mayor del 30% en la población adulta ya que
la enfermedad cardiovascular constituye la primera causa de
muerte en nuestro país y no habiendo publicaciones en el
comportamiento de hipertensión arterial en el Estado
Aragua (10). Además se sabe que muy relacionado con este
tema la mayoría de estos hipertensos desconocen los
principales pilares de su tratamiento y por ende no compensas los
valores de tensión arterial en relación al rango
óptimo establecido.

En el Municipio de San Sebastián de los Reyes, al
sur del estado Aragua, existe una gran prevalencia de pacientes
hipertensos, en su gran mayoría descompensados, pero no se
cuenta con estudios investigativos o de intervención que
brinden la bases del problema. Es por ello que nos preguntamos,
será posible disminuir las cifras de tensión
arterial de los hipertensos pertenecientes a los consultorios
médicos populares de nuestro municipio a través de
una intervención comunitaria tratando de modificar los
factores de riesgo que inciden en la descompensación de
los mismos. A partir de aquí y las razones antes
señaladas, unidas a la ventaja que nos brinda este nuevo
modelo de atención comunitaria (Misión Barrio
Adentro) donde permanecemos en pleno contacto con nuestra
comunidad nos ha motivado a realizar esta
investigación.

Objetivos

General:

Modificar los factores de riesgo de
descompensación de los pacientes con Hipertensión
Arterial Primaria del municipio San Sebastián de los Reyes
a través de una intervención comunitaria de marzo a
septiembre de 2011.

Específicos:

1.- Caracterizar a los pacientes en un primer momento,
antes de la intervención, en cuanto a Hipertensión
Arterial Diastólica Persistente, Hábito de Fumar;
Presencia de Hiperglucemia, Hipercolesterolemia, Obesidad en
relación al IMC; Práctica de ejercicios
físicos, la dieta, el consumo excesivo de bebidas
alcohólicas, tipo de terapéutica medicamentosa y
errores del tratamiento.

2.- Realizar una intervención comunitaria
dirigida a modificar los factores de riesgo de
descompensación, caracterizando los pacientes en un
segundo momento en relación a los factores anteriormente
señalados.

3.- Evaluar la efectividad de la intervención en
cuanto a si se logró o no modificar los factores de
descompensación.

Diseño
Metodológico

Se realizó un estudio de intervención
educativo comunitario con el objetivo de modificar los factores
de riesgo de descompensación de los pacientes con
Hipertensión Arterial Primaria del municipio San
Sebastián de los Reyes en los 9 consultorios
médicos populares de marzo a septiembre de
2011.

En nuestro municipio se dispensarizaron 252 pacientes
con Hipertensión Arterial Primaria, el universo de nuestro
estudio estuvo comprendido por todos los pacientes mayores de 18
años diagnosticados con Hipertensión Arterial
Primaria con cifras tensionales elevadas (más de 140 mmHg
la sistólica y 90 mmHg la diastólica, en caso de
Diabéticos más de 135 mmHg la sistólica y 85
mmHg la diastólica) para un total de 162 pacientes. La
muestra quedó constituida por 150 pacientes
tomándose en consideración los siguientes criterios
de exclusión:

  • Pacientes que no dieron su consentimiento para
    participar en el estudio.

  • Pacientes que no se realizaron los exámenes
    complementarios pertinentes antes o después de la
    intervención. O dificultad en la realización de
    los mismos.

  • Hipertensión asociada al embarazo.

Para la caracterización de los pacientes en
relación a los factores de riesgo de
descompensación se confeccionó un formulario
(Fuente Primaria de Datos) en formato electrónico en
Access el cual recogió todas las variables (Anexo 1). El
mismo se llenó por los autores en dos momentos, antes de
la intervención y luego de la misma,
estableciéndose así un patrón
comparativo.

La investigación se realizó en tres
etapas: una etapa diagnóstica, una de intervención
y la evaluativa.

Operacionalización de las variables:

Variable

Clasificación

Operacionalización

Hipertensión arterial
diastólica (HTA-D) persistente

Cualitativa

Presente: TAD mayor de 100 mmHg

Ausente

Hábito de Fumar

Cualitativo

Presente: todo aquel paciente dependiente del
hábito de fumar.

Ausente: no fumador.

Hiperglucemia

Cualitativa

Presente: Glucemia en ayunas mayor de 7 mmol/L o
126 mg/dL. Postpandrial mayor de 11.1 mmol/L o 200
mg/dL.

Ausente

Hipercolesterolemia

Cualitativa

Presente Niveles de colesterol mayores de 5.2
mmol/L ó 200 mg/dL

Ausente

Sobrepeso y Obesidad según
(IMC)

Cualitativa

Presente: Pacientes con IMC mayor de 25
Kg/m2

Ausente: Pacientes con IMC menos de 25
Kg/m2.

Práctica de ejercicios
físicos.

Cualitativa

Adecuada: Hacer ejercicio físico aerobio
regular como caminar rápido, trotar, montar
bicicleta, estera, marcha rápida (al menos 30´
al día, casi todos los días de la semana)
según el 7mo Reporte del Comité Nacional de
Prevención, Detección, Evaluación y
Tratamiento de la Hipertensión Arterial.

Inadecuada: el no cumplimiento de los criterios
anteriores.

Dieta

Cualitativa

Adecuada: Cumplimiento de los criterios
según la Dieta DASH. (Anexo 2).Y consumo de Sodio,
no más de 100 mmol dia (2.4 g sodio ó 6 de
NaCl).

Inadecuada: El no cumplimiento de la
misma.

Consumo de bebidas
alcohólicas

Cualitativa

Adecuado: consumo a no más de 2 copas (30
mL de etanol) al día en varones y no más de 1
en mujeres según el 7mo Reporte del Comité
Nacional de Prevención, Detección,
Evaluación y Tratamiento de la Hipertensión
Arterial.

Inadecuado: cualquiera que se aleje de lo
anterior.

Errores del tratamiento

Cualitativa

  • No adherencia

  • Dosis Inadecuada

  • Combinaciones
    inapropiadas

  • Consumo de AINE, inhibidores de
    la COX, drogas de abuso, simpaticomiméticos, ACO
    o Corticoesteroides.

Evaluación de la
intervención por variables

Cualitativa

Cada variable se evaluará comparativamente
según ambos momentos en cuanto al cálculo del
odds ratio o ventaja de éxito de un suceso a partir
de la fórmula OR= p1q1/p2q2 donde p es la
proporción en que ocurre el suceso y q la
proporción en que no ocurre. Cuando odds mayor de 1
indica mayor ocurrencia de que ocurra el suceso en el
primer grupo que en el segundo, y cuando es menor lo
contrario. Teniendo en cuenta esto se decidió
calificar la intervención de satisfactoria con odds
mayor de 2 e insatisfactoria con odds menor de
2.

A cada paciente se le llenó el Certificado de
Consentimiento Informado según criterios de experto y
basado en las normas éticas que rigen las investigaciones
médicas (Anexo 3).

Para el procesamiento estadístico se
utilizó el Sistema estadístico SPSS para Window XP
en una Computadora Intel Core Dos Due. Los resultados obtenidos
se mostraron en tablas estadísticas en correspondencia con
las variables analizadas.

Para la evaluación de la intervención en
relación a la modificación de los factores de
riesgo se utilizará el cálculo de odds ratio o
ventaja de éxito de un suceso a partir de la
fórmula OR= p1q1/p2q2 donde p es la proporción en
que ocurre el suceso y q la proporción en que no ocurre.
Cuando odds mayor de 1 indica mayor ocurrencia de que ocurra el
suceso en el primer grupo que en el segundo, y cuando es menor lo
contrario. Teniendo en cuenta esto se decidió calificar la
intervención de satisfactoria con odds mayor de 2 e
insatisfactoria con odds menor de 2.

Análisis y
Discusión de los resultados

En la Tabla 1 se muestra la distribución de
los factores de riesgo de descompensación modificables en
los pacientes con Hipertensión Arterial Primaria de los
Consultorios Populares del Municipio San Sebastián de los
Reyes de marzo a septiembre de 2011, antes de la
intervención.

Fuente:Formulario.

ACO: anticonceptivos orales. AINE: Antiinflamatorios no
esteroideos.

Según se observó, en la tabla 1
predominaron fundamentalmente los factores de
descompensación relacionados con el estilo de vida, como
la dieta inadecuada (70%), la inadecuada práctica de
ejercicios físicos (68%) y el binomio sobrepeso-obesidad
(60%). Vale destacar que el 65% de los pacientes consumían
algún medicamento prohipertensivo (AINE, Inhibidores de la
COX, drogas de abuso, simpaticomiméticos, ACO o
corticoesteroides) y el 34,67% tenían hipertensión
arterial diastólica persistente.

En la Tabla 2 se muestra la distribución de
los factores de riesgo de descompensación modificables
después de la intervención
comunitaria.

Fuente:Formulario.

ACO: anticonceptivos orales. AINE: Antiinflamatorios no
esteroideos.

Luego de realizada la intervención comunitaria
dirigida a modificar los factores de descompensación
encontrados, se obtuvieron excelentes resultados en
prácticamente todos los factores estudiados. Vale destacar
la modificación en los relacionados a los inadecuados
estilos de vida como el logro de un 60% de pacientes con dieta
adecuada, el 50% de pacientes normopesos y el 48% de pacientes
que se acogieron a la práctica de ejercicios
físicos. Además se eliminó la
Hipertensión Arterial Diastólica Persistente en un
94.7% y se disminuyó el consumo de fármacos
prohipertensivos en un 8%. Sin embargo la práctica de
ejercicios físicos se mantuvo inadecuada para un 52% y se
mantuvieron casos fumadores (5 pacientes), con ingestión
inadecuada de bebidas alcohólicas (7 pacientes) e
hipercolesterolemia (8 pacientes).

Es conocido a nivel internacional y la mayoría de
la bibliografía lo demuestra, la relación existente
entre la hipertensión arterial y los inadecuados estilos
de vida del ambiente moderno en el cual se desarrolla hoy en
día la humanidad.

Ante este panorama de dimensiones pandémicas, los
tratamientos farmacológicos suponen grandes costes
directos para los Sistemas Públicos de Salud, por ello las
medidas no farmacológicas son cada vez mas importantes en
el tratamiento integral de estos pacientes, incluyendo la
reducción de peso, el ejercicio físico, la
disminución de ingesta de alcohol, tabaco y café,
aumento de consumo de calcio, magnesio, potasio y fibra,
así como las dietas pobres en grasas y la
restricción de sal (11).

Desde el punto de vista de la dietoterapia, existen una
serie de nutrientes que han demostrado su relación con los
controles de presión arterial, entre ellos tenemos el
sodio, potasio, magnesio, lípidos, así como la
energía total ingerida (12).

El cloruro de sodio es uno de los elementos más
abundantes en la Tierra, en cambio, en nuestro organismo
representa solo un 0,10-0,15%. Las necesidades de cloruro
sódico de todos los individuos son muy variables ya que
estas dependen de factores como el clima, el trabajo
físico desarrollado, sudoración, temperatura
corporal, etc. No obstante las Agencias Internacionales
recomiendan para un adulto 1 gramo de sal al día, lo que
equivale a 400 mg de sodio. La Organización Mundial de la
Salud aconseja que el consumo de sal no sea superior a 6 gramos
diarios y en los países Occidentales los consumos diarios
pueden llegar a 10-20 g/día.

La posible relación entre la ingesta de sal, la
HTA y la enfermedad cardiovascular ha sido objeto de diferentes
trabajos (13). Uno de los primeros indicios que soportaba la
teoría "nivel de ingesta de sodio se relaciona con el
nivel de presión arterial", lo constituyó la
observación, en la cual las comunidades que conservaban un
estilo de vida tribal y sin contactos con la cultura occidental,
la presión arterial era muy baja y no se incrementaba con
la edad (14). También los primeros datos surgieron de los
estudios de intervención existentes hasta la fecha, los
cuales mostraban como la restricción del consumo de sal
(15) (sodio de 50 mmol/24h durante menos de 5 semanas)
producía una reducción de la presión
arterial sistólica (TAS) en 5 mmHg en normotensos y en 7
mmHg en hipertensos.

En otro trabajo posterior (16), se obtiene tras la
reducción de la ingesta de sal una reducción media
de 129 mmol/24 h en la excreción urinaria de sodio, con un
descenso medio de la presión arterial (PA) de 4,5/2,3
mmHg. He Jet al (17) estudiaron en un ensayo aleatorio y cruzado
un total de 112 sujetos. Sus resultados demostraron que una
modesta reducción en la ingesta de sal, desde 12 a 6
gramos al día, disminuía la PAS hasta en 10
mmHg.

El mayor estudio epidemiológico internacional que
ha intentado arrojar luz en esta área es el INTERSALT
(18). En este trabajo participaron 52 centros de 32
países. A cada participante se le realizo una encuesta de
antecedentes, hábitos, fármacos, educación
recibida, clase social y cambios recientes en la dieta. El
análisis final se realizo sobre 1007 participantes. Se
detecto que una variación de 100 mmol en la ingesta de
sodio modifica la tensión arterial sistólica 2,2
mmHg, mientras que el efecto sobre la presión
diastólica es menos importante. Al analizar los resultados
se encontró una relación positiva y significativa
entre la ingesta de sodio y la pendiente de elevación de
la presión sistólica con la edad. Los autores
concluyeron que aunque pudiera parecer que la asociación
entre sodio y tensión arterial es marginal, la
extrapolación a la población general de los
resultados obtenidos, demuestra que la reducción de la
ingesta de sodio podría conllevar un ahorro considerable
de vidas a causa de la reducción de la mortalidad
cardiovascular.

Más recientemente se ha vuelto a demostrar en un
estudio comunitario como la reducción en la ingesta de sal
como medida aislada muestra reducciones en la presión
sistólica de 2,5 mmHg y en la presión
diastólica de 3,9 mmHg, asociándose con reducciones
en la eliminación de sodio de 100 mmol/día a 50
mmol/día (19).

En el año 2007, Cook et al (20) en un ambicioso
diseño para evaluar el efecto de la restricción de
sodio en la dieta sobre los eventos cardiovasculares, reunieron
en el mismo análisis los datos de los estudios TOHP I
(trials of hipertensión prevention phase I) y TOPH II
(trials of hypertension prevention phase II). En el primer
trabajo se consiguió una disminución de sodio de 44
mmol/24hs y en el segundo de 33 mmol/24 hs. La reducción
de eventos cardiovasculares en los grupos de intervención
fue de 25% con un riesgo relativo de 0,75 (0,57-0,99),
lamentablemente la publicación original no muestra la
reducción en los niveles de tensión arterial, sin
embargo uno de los mecanismos implicados en estos beneficios
cardiovasculares es la reducción de esta
variable.

No obstante la aproximación al tratamiento
dietético no puede centrase solo desde un punto de vista
de un único nutriente, la situación es más
compleja. Es necesario contextualizar a la mayor parte de los
pacientes en el área del síndrome
metabólico, por ello otras aproximaciones
higienicodietéticas, junto a la reducción de la
ingesta de sal, permiten mejorar la tensión arterial de
nuestros pacientes. Por ejemplo, la reducción del peso
corporal permite obtener beneficios adicionales en el tratamiento
de la hipertensión arterial. No debemos olvidar que el
riesgo de desarrollar HTA es dos a seis veces más alto en
individuos con sobrepeso que en personas de peso normal (21).
Así en el estudio de Framingham, se observo que la
prevalencia de HTA en obesos es el doble que en normopesos y un
aumento en el peso relativo de 10% predijo un incremento en la
tensión arterial de 7 mmHg.

La obesidad central (androide), expresada en
términos clínicos como aquella que se presenta en
mujeres con un perímetro de cintura mayor a 85 cm y en
varones mayor a 98 cm, es la que más se relaciona con la
HTA y se acompaña de otros factores de riesgo
cardiovascular (22).

No es preciso alcanzar un peso ideal tras la
instauración de una dieta hipocalórica, está
demostrado que perdidas que oscilan entre un 5-10% del peso
inicial conllevan beneficios metabólicos para el paciente.
Esta medida es muy importante en el control y manejo del paciente
hipertenso, ya que alcanzando un peso adecuado se podría
llegar a reducir o incluso suprimir el tratamiento
farmacológico para el control de la tensión
arterial (23).

Dentro de las posibles modificaciones en la
distribución de macronutrientes que podemos realizar para
prescribir una dieta hipocalórica, una de las mas
evaluadas es la disminución de las grasas saturadas
(grasas animales y de algunos vegetales como palma y coco) y el
incremento de las grasas poliinsaturadas (grasas de
semillas-omega 6 y de pescados-omega 3). La reducción del
consumo de grasa saturada se asocia a un descenso en los niveles
tensionales, mientras que el mayor consumo de ácidos
grasos poliinsaturados se ha relacionado con el mismo efecto
favorable (23).

En el contexto del tratamiento dietético del
paciente hipertenso, es necesario recordar que la pérdida
de peso secundaria a las dietas hipocalóricas se ve
reforzada y permite mantener los efectos a más largo plazo
cuando se desarrolla junto a un programa estructurado de
ejercicio aeróbico. Los estudios de intervención
han demostrado que la realización de actividad
física produce un descenso en la tensión arterial
sistólica y diastólica de aproximadamente 6-8 mmHg.
Los sujetos sedentarios tienen hasta casi un 50% de posibilidades
de desarrollar HTA (24-25).

No existe una única aproximación
dietética para la prevención y tratamiento de la
hipertensión arterial. Por ello las Agencias
Internacionales intentan diversificar las recomendaciones,
así el National High Blood Pressure Education Program,
aboga por la modificación de cuatro factores
higiénico – dietéticos para la prevención
primaria y el control de la hipertensión arterial:
sobrepeso, consumo de sal, consumo de alcohol y sedentarismo.
Constituyendo estos los pilares de nuestra intervención
comunitaria.

Los dos trabajos más completos en esta
visión multifactorial de la dieta sobre la presión
arterial son "Trial of Hypertension Prevention" (26) y el estudio
DASH (Dietary Approaches to Stop Hypertension) (27), los mismos
demostraron que las intervenciones nutricionales previenen la HTA
o disminuyen los niveles de tensión arterial en pacientes
hipertensos.

Un buen modelo a seguir es la dieta DASH (utilizada como
propuesta en nuestra intervención) ya que contiene frutas,
vegetales y lácteos descremados, que incluye granos
enteros, pollo, pescado y nueces, y que contiene pequeñas
cantidades de carnes rojas, dulces y bebidas azucaradas. Sin
olvidar la realización de ejercicio aeróbico, la
moderación en el consumo de alcohol, el mantenimiento de
un peso corporal adecuado con diferentes dietas
hipocalóricas individualizando la dieta en cada paciente,
así como un correcto aporte de potasio y calcio con la
dieta.

En la Tabla 3 se muestra la evaluación de
ambos momentos de la investigación, antes y después
de la intervención.

Fuente:Formulario.

ACO: anticonceptivos orales. AINE: Antiinflamatorios no
esteroideos. S: Satisfactoria. I: Insatisfactoria.

Luego de realizarse el análisis comparativo de
ambos momentos (como lo muestra la tabla 3), se puedo verificar
estadísticamente la efectividad de la intervención
en la gran mayoría de los factores de riesgo modificables
estudiados. La Hipertensión Arterial Diastólica
Persistente se redujo a un 5,3% (OR 9.41), el hábito de
fumar a un 3,3% (OR 5.52), la hiperglucemia y la
hipercolesterolemia a un 1,3 y 5,3% respectivamente (OR 6.43 y
5.60), y el consumo de fármacos prohipertensivos a un 8%
(OR 14.64). Sin embargo, y a pesar que se obtuvieron valores
inferiores luego de realizada la intervención en
relación al primer momento de evaluación, y en
relación a las metas trazadas por los autores (OR mayor de
2 satisfactoria); la presencia de sobrepeso y obesidad, la
inadecuada práctica de ejercicios físicos y la
dieta inadecuada mantuvieron altos porcentajes (50, 52 y 60%
respectivamente) (OR 1.5; 1.96 y 1.57) no lográndose
así una modificación satisfactoria de los
mismos.

En la población estudiada, con las
características típicas de un pueblo rural
venezolano, se obtuvieron buenos resultados y se pudo modificar
un porcentaje considerable en cada uno de los factores, sin
embargo es de reconocer que no nos sentimos satisfechos con los
logros en la esfera de la dieta, el ejercicio físico, y la
pérdida de peso. Se pudo modificar un poco la tendencia
antigua de estos, sin embargo la meta de nuestra
intervención precisaba mejores resultados.

Estos hechos no se alejan de estudios internacionales
(28-31), ya que se ha visto que toda estas medidas
dietéticas, así como la práctica frecuente
de ejercicios físicos, el cese de fumar, de beber u otros
elementos del estilo de vida, precisan de un gran esfuerzo
personal por cada uno de los pacientes, donde la
motivación, el interés y la responsabilidad
sanitaria juegan un papel fundamental para que se acojan o no a
estos regímenes terapéuticos.

Por otra parte las autoridades sanitarias de
campañas de educación nutricional, para modificar
los hábitos dietéticos y mantener estas
modificaciones en la población general juegan un papel
fundamental como herramienta de promoción y
prevención en este tipo de enfermedades crónicas.
Desgraciadamente escasean en nuestra localidad, y de forma
general en Venezuela.

Conclusiones

1.- Predominaron fundamentalmente los factores de
descompensación relacionados con el estilo de vida, como
la dieta inadecuada, la inadecuada práctica de ejercicios
físicos y el binomio sobrepeso-obesidad. Además se
encontró un elevado número de pacientes que tomaban
fármacos prohipertensores, aún siendo
hipertensos.

2.- Luego de realizada la intervención
comunitaria se obtuvieron excelentes resultados en
prácticamente todos los factores estudiados.
Destacándose los relacionados a los inadecuados estilos de
vida como el logro de incorporar a un gran número de
pacientes a una dieta adecuada, llevarlos a un peso lo más
ideal posible y que se acogieran a la práctica de
ejercicios físicos. Además prácticamente se
eliminó la Hipertensión Arterial Diastólica
Persistente y el consumo de fármacos
prohipertensivos.

3.- A la hora de realizar el análisis comparativo
de ambos momentos obtuvieron calificación satisfactoria la
hipertensión arterial diastólica persistente, el
hábito de fumar, la hiperglucemia, la hipercolesterolemia
o los relacionados a los errores en la terapéutica; no
así los relacionados al estilo de vida como la dieta, la
práctica de ejercicios físicos, el peso y la
ingestión de bebidas alcohólicas. Esto lo
atribuimos a que la meta establecida para catalogar de
satisfactoria la intervención fue de OR mayor de 2,
quizás un poco ambiciosa para un primer momento en una
población como la estudiada.

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Anexos

Anexo 1: Formulario.

Señalar con un a X la respuesta
adecuada según interrogatorio, examen físico y
exámenes complementarios.

Anexo 2: Dieta DASH : (Aproximadamente 2,000
calorías)

Se deben escoger los alimentos de versiones
con sodio bajo. Evitar la comida rápida y los alimentos
congelados, empacados o enlatados, excepto aquellos marcados como
bajo en sodio. La mayoría de los alimentos y condimentos
de botana tienen el sodio alto.


Tomado de Evanston Illinois
http://www.cityofevanston.org/Departments/Health-HumanSvc/Health/la-dieta-dash.html

Anexo 3: Consentimiento
Informado.

Yo___________________________________ me encuentro con
la disposición de participar en el desarrollo de esta
investigación, la cual permitirá modificar los
factores de riesgo de descompensación de los pacientes con
Hipertensión Arterial Primaria del municipio San
Sebastián de los Reyes a través de una
intervención comunitaria de marzo a septiembre de
2011.

Partes: 1, 2

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