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Los movimientos sociales en la Europa del Siglo XIX (página 7)



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Este acontecimiento ocasionó cierta alarma social
no carente también de incredulidad, en todo el
país, hasta tal punto que, como dice un diario
madrileño: " En el momento en que se produce un asesinato,
un robo o una asociación criminal, España se puebla
de leyendas, a nadie extrañará que La Mano Negra
haya puesto todo el mundo en disposición de encontrar a la
Internacional hasta en la propia alcoba. Como nos dijo ayer un
honrado tendero: "Yo cuando me acuesto les digo a los
chicos:¿habéis visto si está la
Internacional en el barril de las aceitunas?. (112)

Otra forma de resistencia, durante el S. XIX, fue el
bandolerismo, de gran importancia en el sur de España,
especialmente en Andalucía. Los bandoleros
pertenecían a familias con escasos recursos
económicos y gozaban de gran popularidad.

Para muchos hispanistas, el bandolerismo es un
fenómeno característico de un país atrasado,
que se da en Andalucía más extensamente que en
otras regiones de España porque Andalucía era una
región atrasada. (113)Para otros historiadores, el
bandolerismo es una forma de delincuencia como cualquier otra,
que tuvo especial virulencia en el siglo XIX,e incluso llegan a
compararla con otros movimientos sociales más recientes
como el de los maquis. Investigadores como Pitt Rivers dicen de
este fenómeno social:"los bandoleros han tomado distintos
colores políticos según las épocas".Se-
gún el profesor Jordi Nadal:"el término bandolero
es utilizado por los infor- mes de la guardia civil como una
proyección de la criminalidad común de fines del
S.XIX, principios del XX, que nada tiene que ver con los
maquis".

Si bien es cierto que el bandolerismo se extendió
ampliamente, a lo largo del S.XIX por toda
Andalucía,también se evidencian hechos de este tipo
en Murcia(114) o en otras regiones españolas como
Madrid.En los caminos reales que salían de Madrid se
cometían frecuentemente robos a losviajeros que
transitaban por ellos, principalmente a los trajinantes que
volvían a sus pueblos después de haber vendido sus
mercancías en la capital,el gran mercado al que
acudían los comerciantes de todos los lugares de
España.

Varias dehesas y otros puntos de abundante
vegetación servían en la provincia de Madrid de
guarida a los ladrones. Los canchales y gargantas de la Pedriza,
en la sierra de Guadarrama, fueron magníficos lugares para
ocultarse temporalmente tras cometer sus fechorías y para
guardar los botines obtenidos. Algunos topónimos nos
recuerdan dónde estuvieron esos refugios: Cancho de los
Muertos, Mata de los Ladrones, Peñas de los Ladrones, etc.
(115)

Los bandoleros se dedicaban al contrabando, al robo,
especialmente en cortijos, o al crimen, generando, de esta
manera, una forma más o menos colectiva de saqueo
organizado. Cabe destacar, entre los bandoleros más
famosos del siglo XIX, a José María "El
Tempranillo"(116),Joaquín Camargo "El Vivillo" y a
Francisco Ríos "El Pernales".

El anarquismo contó con un fuerte arraigo en
España.Se extendió rápida- mente por
Andalucía, Levante y Cataluña. El número de
afiliados creció y parte de los anarquistas se mostraron
partidarios de la "acción directa" ante la continúa
represión al movimiento obrero. El objetivo de la
"acción directa" fue atentar contra el Estado, la iglesia
y la burguesía.

Hacia finales de la década de 1880 en
España,anarcocomunistas y colec- tivistas dejaron de
enfrentarse por los planteamientos económicos
post-revolucionarios, como por otro lado también Kropotkin
y otras voces en el anarquismo internacional propugnaban.
En 1889, la Federación regional (herederade la
Internacional) es reemplazada por la Organización
Anar-quista de la Región Española, sin
distinción de procedimientos revolucio- narios ni escuelas
económicas. Fernando Tarrida del Mármol fue
nombra-do delegado a las reuniones anarquistas internacionales de
París,y planteó que ningún régimen
económico especial debería ser impuesto a la
sociedad nueva, y que todo trabajo sobre economía no
debía ser considerado más que como
estudio.

En una carta enviada por Tarrida a La
Révolte el 7 de agosto de 1890, plantea
el anarquismo sin adjetivos como el modelo
español de superar diferencias entre las distintas
corrientes anarquistas: "creemos que ser anar-quista significa
ser enemigo de toda autoridad e imposición, y por
conse-cuencia, sea cual sea el sistema que se preconice, es por
considerarlo la me-jor defensa de la Anarquía, no deseando
imponerlo a quienes no lo acep-tan". En Europa el anarquismo, sin
adjetivos, tuvo como importantes pro-pulsores
a Élisée Reclus, Max Nettlau y a
Errico Malatesta. (117)

Será también durante estas fechas, en
1890, cuando se instaura en Espa- ña el sufragio universal
masculino, cuyos efectos más visibles se perciben en el
endurecimiento del caciquismo.Según nos indica el
historiador García de Cortazar: "Mientras la sociedad
mantuviera su apatía y funcionasen los mecanismos de
manipulación electoral, no debían preocuparse los
mentores del régimen de la concesión del voto a las
capas populares.Un feudalismo de nuevo cuño se
adueñó de España teniendo como
señores a los políticos y sus
amigos…".

Uno de los acontecimientos más destacados a lo
largo del S. XIX, en España, fueron las guerras carlistas.
El origen del conflicto se produce por la lucha para conseguir el
trono de España entre el hemano mayor de Fernando VII, D.
Carlos y la hija del rey, la futura reina Isabel II.

El conflicto va a enfrentar a los distintos estamentos
sociales. Por un lado la aristocracia, la jerarquía
eclesiástica y parte de los campesinos del P. Vasco y
Cataluña, se inclinarán por las pretensiones de D.
Carlos; mientras que la incipiente burguesía
española, profesionales liberales y clero bajo, se
decantarán hacía posturas liberales y
apoyarán a la reina Isabel II.(118)

Todavía el conflicto se mantenía vivo en
1874.Las fuerzas carlistas congregaron en Montejurra a unos
20.000 hombres que componían 28 batallones, 7 escuadrones
y 3 baterías. Los carlistas intentaron la toma de
Irún sin con- seguirlo y tuvieron que levantar el sitio de
Pamplona al llegar el ejército del general
Serrano.

Los ejércitos carlistas, en Cataluña,
llegaron a tomar ciudades de cierta importancia como Olot, Berga,
Vich y Seo de Urgel. Pero, al final, serán derrotados
cuando en agosto de 1875, el ejército liberal encabezado
por el general Martínez Campos reconquite Seo de Urgel y
aprese al general carlista Lizárraga y al
obispo de Urgel Caixal y Estradé. La Restauración
marcaría el definitivo debilitamiento y la derrota del
ejército carlista. (119)

Con la caída de Cataluña, los carlistas
cruzan, en gran número los Pirineos. Se calcula que fueron
unos veinte mil carlistas los que se exiliaron en Francia.
(120)

Durante el siglo XIX en España se
desarrolló mucho la explotación mi-nera hasta tal
punto que el valor total de la producción minera
española se estimaba en 400 millones de pesetas, en 1900.
Para llegar a ese nivel, en primer lugar se tuvieron que cambiar
leyes y buscar inversores. La Ley de Minas de 1825
establecía que todos los yacimientos pertenecían a
la Coro- na. Ésta se reservaba la explotación
directa de los más ricos: Almadén(mer-curio),
Riotinto (cobre), Linares (plomo),Asturias (hierro y
carbón).Las leyes de 1849 y 1859 cambiaron el principio de
la propiedad del monarca por el del dominio
público.

Con la Revolución de 1868 triunfó el
principio de la desamortización de las minas del Estado.
El 29 de diciembre de 1868 se publicó la Ley de Ba-ses
para la Legislación Minera. (121)

1. Se delegó en el gobernador civil la facultad
de otorgar concesiones, con lo que se facilitaban los
trámites administrativos.

2. Se dio carácter perpetuo a las concesiones
mineras.

3. En 1869 se introdujo una modificación por la
que dejaba de exigirse el laboreo de la explotación para
mantener la concesión, bastaba con el pago del canon para
mantenerla.

Con esta ley se intentaba convertir la concesión
en auténtica propiedad, para intentar movilizar los
recursos del país. Al modificar el marco legal, acudieron
capitales para poner en explotación las minas. La mayor
parte de las minas cayeron en manos de compañías
extranjeras, ya que sólo éstas disponían de
los grandes capitales necesarios para ponerlas en
explotación. (122) A partir de 1868 la exportación
de minerales representó una de las principales partidas
dentro de nuestro comercio exterior.El mineral extraído en
Andalucía se exportó por todo el mundo,provocando
una rápida caída de los precios en los mercados
mundiales. Las exportaciones de plomo pudie- ron paliar en parte
el descenso de las exportaciones de lana. El plomo con-
servó el segundo lugar, tras el vino, en las exportaciones
españolas. Tras un largo período de
hegemonía inglesa, desde 1869 España se alzó
con el liderazgo de la producción mundial de plomo, que no
perdió hasta 1881. (123)

El gran yacimiento español de cobre era el de
Riotinto.Fue explotado por el Estado mediante arrendamiento hasta
1838.En 1839 se volvió a la explo-tación directa,
pero no se obtuvieron buenos resultados. Por ello,el ministro
Figuerola propuso a las Cortes en 1870 la venta de las minas.
Tras dos su- bastas consecutivas fueron asignadas a la casa
Matheson de Londres, en asociación con el Deutsche Banck y
el apoyo financiero de la casa Rotschild por un precio de
93.995.912 pts, pagaderas en 10 años. El dinero
sirvió al gobierno español para hacer frente a las
presiones de sus acreedores. La explotación del cobre
adquirió una gran importancia con la aplicación de
la electricidad a las comunicaciones (telégrafo), de ello
se desprende el gran aumento de la producción. De las
213.000 tn de 1894, se pasó a los 2.700.000 de
producción de cobre en 1900. (124)

Las minas de mercurio más valiosas eran las de
Almadén. Durante el XIX la explotación de estas
minas estuvo en manos del Estado. Pero de nuevo en 1870 Figuerola
firmó con los representantes de la casa Rotschild una
operación de crédito sobre los productos de la mina
de Almadén y una exclusiva de venta de dichos productos
durante 30 años. La familia Roths-child consiguió
una exclusiva de venta y se convirtió en propietaria de
las minas de Nuevo Almadén, recién descubiertas, y
de las Idria (Italia), pasan-do a controlar el monopolio mundial
del mercurio. Los años 1870 a 1900 fueron los de mayor
producción con unos beneficios de 240 millones de pesetas,
de los cuales el Estado recibió 110 millones (45,90%) y
los Roths-child 129,7 millones (54,10%), distribución que
explica las numerosas críticas que suscitó esta
operación. El grupo alemán continuó con la
explo-tación aunque en condiciones menos onerosas, hasta
1921 año en que fue-ron definitivamente recuperadas por el
Estado. (125)

Tanto las explotaciones mineras como la
construcción del ferrocarril se llevaron a cabo,
básicamente, con capital foráneo. Ante este hecho
indiscu-tible cabe preguntar: ¿Dilapidó
España sus riquezas naturales -explotadas por
compañías extranjeras y exportadas en su inmensa
mayoría- sin obtener a cambio ningún beneficio
considerable? O, por el contrario, ¿la decisión de
abrir las puertas al capital extranjero fue una medida acertada
que per- mitió la aplicación a las minas de una
tecnología costosa, fuera del alcance del capitalismo
español de la época -en este sentido es pertinente
recordar que el capital social de la compañía
Ríotinto, por ejemplo,era de 6 millones de libras
esterlinas,unos 150 millones de pesetas,tres veces más que
el capi- tal del Banco de España en la misma época-
y que reportó beneficios no despreciables a la
economía nacional.La opinión tradicional,claramente
negativa, se ha visto, también en este campo, desafiada
por otra interpreta- ción favorable a la acción del
capital extranjero. Igual que en la polémica sobre la
ocasión perdida con motivo de la construcción de
los ferrocarriles -con la que tiene un gran parecido-, frente a
quienes consideran los benefi- cios indudables que se hubieran
producido si la explotación de de los re- cursos se
hubiera hecho con medios nacionales, otros opinan que tal hecho
estaba por encima de las posibilidades reales del país.
(126)

La extracción de mineral de hierro tuvo en
España dos grandes centros: en el norte, las provincias de
Santander y Vizcaya y en el sudeste las pro-vincias de
Almería y Murcia. Tras la adopción del convertidor
desde 1870 la producción vizcaína creció
rápidamente. El máximo de extracción se
produjo en el período 1905-1908. El principal cliente fue
el Reino Unido. La demanda exterior de mineral de hierro
provocó una acumulación de capital muy importante,
sobre todo en Vizcaya. (127)

Durante el siglo XIX España no dispuso de una
producción propia abundante de combustible barato.
Asturias fue la principal zona de produ-cción de
carbón. El precio del carbón asturiano era alto
debido a: la peque-ña dimensión de las
explotaciones, la falta de medios mecánicos de trans-porte
desde la mina al ferrocarril o las altas tarifas del ferrocarril
minero.El problema se agravaba por la inferior calidad de los
yacimientos (vetas dis- continuas y de escaso grosor) del
carbón. Los mercados nacionales se fue- ron cerrando al
carbón asturiano. El primero en hacerlo fue el
levantino;debido a la falta de retorno,los fletes eran muy
caros.Más tarde,el vasco,cuan- do el eje
Gijón-Bilbao fue sustituido por Bilbao-New-castle.
(128)

Sin embargo, la producción del carbón
sigue aumentando debido a la de- manda nacional.Entre 1885 y 1905
la producción de carbón en Asturias pa- só
de las 434.871 toneladas a 1.915.000,divididas en: 417.000 de
Hullera Española,222.000 de Duro-Felguera,377.000 de
Fábrica de Mieres,155.000 de Hulleras del
Turón,280.000 de Unión Hullera y el resto de
pequeñas empresas.Estas cifras constatan el gran aumento
en la producción de carbón en Asturias
(cuadruplicando su producción en tan sólo 20
años), mientras que los salarios pagados a los mineros no
seguían la misma tendencia.(129)

En 1901 había en Asturias unos 12.000 mineros
(1.000 mujeres y 2.200 niños incluidos) de los que unos
2.500 estaban afiliados a la UGT (Unión General de
Trabajadores). En 1906 se produce en Mieres la denominada
"huelgona", huelga que duró dos meses. (130) Los mineros
pedían un 10% de aumento salarial, las empresas mineras se
negaron a ello y despiden a 700 mineros, sufriendo además
una dura represión. Al volver al trabajo se hizo una
selección quedando la organización socialista muy
mermada.(131)

Asturias era con diferencia, la primera en cuanto a
producción de carbón y en el conjunto de
actividades económicas, nuestra región, a finales
del S.XIX, era una de las regiones más industrializadas de
España, junto con Cataluña y el País
Vasco.Por todo ello el carbón asturiano necesitó el
prote- ccionismo arancelario. Este se impuso progresivamente a
través decsucesivas elevaciones de la tarifa en 1877,
1882, 1891 y 1906. (132)

La dureza del trabajo minero, al igual que los
requisitos y obligaciones que los patronos exigían y que
fueron el germen de amplias movilizaciones obreras, especialmente
a finales del S.XIX, que fueron reflejados a través de
distintos canales de comunicación, claro está,
desde la óptica de aquellos que las contaban. Para la
patronal minera, las minas eran un negocio más del que
había que sacar el máximo rendimiento y no
rehuía de aquellos esfuerzos que consideraba necesarios
para mantener dentro de un orden a sus obreros. De este modo, la
vertiente social de la cuestión minera era ob-servada por
los propietarios mineros desde una óptica de labor
benéfica, no exenta de un matiz paternalista. Dentro de
esta concepción de las relaciones patronos-mineros,estos
primeros crearon una cobertura de asistencia espiri- tual, entre
la que destacaban patronatos, asilos y hospitales,instituciones
to- das ellas de beneficencia particular tuteladas por
órdenes religiosas. Por lo tanto, la patronal se
veía obligada a alimentar a los obreros y a cuidar de
aquella mano de obra necesaria para el buen funcionamiento del
engranaje económico del que las minas eran una pieza
fundamental. (133)

Las minas de hierro de Triano eran las más
importantes de Vizcaya. En 1855 se creó la fábrica
del Desierto, sobre el Nervión, y próxima a la
esta- ción en donde,más tarde, se construyó
un ferrocarril para llegar hasta la fal- da de Triano. En 1866
tenía dos altos hornos,uno con carbón vegetal, y
otro con cok, y además, ocho hornos Chenot. Ocupaba a unas
500 personas. Ambas fábricas se desarrollaron notablemente
a finales del siglo XIX.(134)

Las condiciones de vida de los mineros de Triano,
localidad del País Vasco, eran pésimas. Tanto los
barracones en los que estaban obligados a vivir estos operarios,
como la comida que también estaban forzados a com- prar en
las cantinas y tiendas propiedad de sus patronos, eran fruto de
las más ácidas y corrosivas críticas.La
prensa societaria no escatimaba pretexto alguno para dar a
conocer las condiciones en que vivían los mineros y el ti-
po de géneros alimenticios que consumían. Es
más, por su crudeza, estos aspectos de la vida minera
pasaron a formar parte de las primeras reivindi- caciones
laborales, convirtiéndose en un mito del que ningún
escrito que hiciera referencia a la historia de los montes de
Triano podía sustraerse. La mala alimentación junto
con la falta de las más elementales normas higié-
nicas dio lugar a un gran número de enfermedades.
(135)Así, en 1930 el articulista, escritor, ensayista y
también edil socialista del Ayuntamiento de Bilbao
Julián Zugazagoitia, describía de este modo las
condiciones de vida de los mineros en torno a 1880:"Los
mineros no tenían casa; se albergaban en los barracones de
los capataces,en cubiles que los cerdos rechazarían;
allí comían o se surtían de los
géneros averiados y podridos de la cantina, adquiridos a
precios que el capataz imponía". (136)

La variada alimentación de estos obreros, se
componía de alubias, habas y garbanzos, de una
ínfima ración de buen tocino americano,todo ello a
un precio desorbitado. Se calculaba que un minero gastaría
a diario de 3,5 a 4 reales diarios en su alimentación,
cuando los jornales variaban de 10 reales mínimo hasta 17
reales máximo.La cantinela de la carestía de los
ar- tículos de primera necesidad fue algo constante en
todas las referencias al tema de la alimentación de los
mineros de Triano y en general de todas las minas de
carbón de España, la escasa variedad y
pésima calidad de estos artículos también.La
verdad es que los jornales no daban para más.Si al elevado
desembolso que suponía la alimentación se
añadía el coste no ya de la vivienda, sino del
lugar donde dormir, los mineros tampoco tenían mucho
margen donde escoger una dieta variada, acorde con sus
necesidades nutricionales, aunque los proveedores se hubiesen
esforzado en hacer llegar ma- yor selección y mejor
calidad de alimentos hasta las cantinas.(137)

Las incipientes sociedades obreras consideraban que las
deficiencias nu- tricionales de esta dieta eran consecuencia
directa de la obligatoriedad que tenían los mineros de
comprar en las cantinas de los barracones donde vivían.
Sostenían que los géneros que allí se
vendían, además de excesiva-mente caros, eran de
pésima calidad. La solución a este problema,
según estas asociaciones pasaba por eliminar el sistema de
venta exclusiva en la zona minera y dar paso al libre
comercio.

La huelga minera de Vizcaya empezó el día
13 de mayo de 1890 como reacción espontánea de los
trabajadores por el despido de cinco de sus dirigentes. La huelga
fue iniciada por un grupo de unos mil mineros; los restantes se
unieron voluntariamente o mediante coacciones. (138)

Mientras tanto, las asociaciones obreras continuaban con
sus denuncias y la huelga minera se extiende el 14 de mayo de
1890 convirtiéndose en un bastión para este tipo de
reivindicaciones. A los gritos de ¡Abajo los cuarte-
les!¡Fuera las tiendas obligatorias! ¡Viva la huelga!
¡Ocho horas de trabajo! ¡Viva la zona minera!
¡Mueran los burgueses!. Sin duda alguna, se mostraba
claramente la capacidad de cohesión que debido al mal
estado de los alimentos que se veían obligados a consumir
y a la retención de parte de su salario para pagar la
barraca en la que se hospedaban. Estas eran las reivin-
dicaciones más repetidas y más utilizadas por los
mineros y también por muchos obreros de las
fábricas vizcaínas. (139)

Al llegar los huelguistas al cruce de la carretera de
Portugalete,unos 50 ó 60 forales y guardias civiles de la
localidad,a los que rápidamente se les sumarían dos
compañías más de refuerzo,les impidieron el
paso.Se produjo un enfrentamiento entre las fuerzas del orden
público y los 10.000 mineros allí
concentrados,ofreciendo aquella masa de hombres un cuadro
imponente

Al día siguiente, a los mineros en huelga se les
unieron los obreros de Altos Hornos y también, el 16 de
mayo, numerosas fábricas de Bilbao: Olaveaga,
fábricas de la ría y muelles de carga y descarga.
(140)Al final, los representantes de los obreros pudieron
reunirse con el general Loma, quien visitó los barracones
de los mineros, quedando asqueado por tales
habitáculos,comentando: "estas casas no son ni para
cerdos".(141)

La huelga minera de 1890 se saldó con la
abolición de los cuarteles y tiendas obligatorias. Los de
la patronal decían, no sin cierto cinismo, que el
conflicto alimenticio patronos-mineros había sido
conjurado, sin embargo, nada estaba más lejos de la
realidad.

A pesar de que la huelga de 1890 se saldó, en
teoría, con la desaparición de las cantinas
obligatorias, en la práctica los capataces se las idearon
para que esta obligatoriedad continuara. Bajo la coacción
del despido, los capa-taces indicaban a sus mineros que
debían de realizar el gasto en las cantinas que
regentaban. Además de ser un elemento de sumisión
del minero ante el patrono, la cuestión alimenticia
también se convirtió era un factor más de
discordia entre los mismos mineros.Había quejas ante la
docilidad de otros compañeros,que además de
someterse a agotadoras jornadas de trabajo más allá
del límite establecido por la ley, se dejaban robar en los
comestibles, e incluso envenenarse por el mal estado en que
éstos se encontraban. (142)

Las quejas ante la mala calidad de los comestibles era
una constante y la Comisión nombrada el 1º de Mayo de
1896 en el frontón de Gallarta a la que se sumaron los
Comités Socialistas de Bilbao, la Arboleda y Gallarta,
publicaron un manifiesto dirigido a los trabajadores de Vizcaya
en el que se encaraba abiertamente este asunto.

El abastecimiento de las tiendas de la zona minera se
basaba en un mono- polio por el que el concesionario pagaba una
renta anual a los patronos mi- neros. En 1896 este monopolio
recaía sobre un comerciante de Bilbao ape- llidado
Padró, quien abonaba a los propietarios mineros, los Sres.
Zaballa, 14.000 pts anuales para mantener su exclusividad en el
abasto. Las minas no eran, para nada, un mercado
desdeñable, habida cuenta su cuantiosa población
que oscilaba entre los 25.000 y 27.000 trabajadores.
(143)

A los precios abusivos y a la venta de productos
adulterados y en mal estado, se añadían las quejas
por las irregularidades en pesos y medidas. Las asociaciones
obreras tildaban a los reconocimientos que las autoridades
realizaban sobre este particular como puras pantomimas. Por lo
tanto, ¿Có-mo pedir responsabilidades a las
autoridades de aquellos atropellos que ellas mismas debían
de evitar?.

En junio de 1896 se estaban estudiando en las Cortes las
reclamaciones de los mineros de Vizcaya.Reunidos varios
representantes del Círculo Mi- nero en el
Gobierno Civil de Vizcaya, manifestaron que en las minas que
ellos regentaban no existían ni cuarteles ni tiendas
obligatorias, pero sí en las minas de Matamoros y de la
Reineta explotadas por otros propietarios. Los
del Círculo Minero crearon una comisión
que gestionaría, con estos úl-timos, la
desaparición de barracones y tiendas obligatorias. Estas y
otras medidas,como el crédito que votaron las Cortes en
1895 de cien mil pesetas anuales para vigilar el trabajo de las
minas,se dilataban en su aplicación sin que llegasen a
ejecutarse. (144)

En 1899, las asociaciones obreras consideraban que la
zona minera era el sumidero donde iban a parar todos los
géneros podridos del comercio de Bilbao, y como a los
obreros no se les vendía otra cosa, no les quedaba
más remedio que comérselos. Un ejemplo, en
septiembre de este año, la Dire-cción de Sanidad
del Puerto de Bilbao inutilizó 2.660 kilos de bacalao y
126 cajas de tocino que se hallaban en putrefacción y cuyo
destino eran las minas de Triano, en Vizcaya. Los patronos
mineros utilizaban todos los medios posibles para defenderse de
estos ataques. Uno de ellos, el señor Alonso Allende,
también concejal del Ayuntamiento de Bilbao, decía
tex-tualmente en un pleno de este consistorio: "Los mineros
(patronos) no explotan a los obreros, al contrario, lo que hacen
es darles de comer".Indig-nados por estas declaraciones, algunos
concejales calificaron las palabras de Allende como una
"desvergüenza". Consideraban estos últimos que
nin-guna explotación eran tan odiosa como la de las minas,
puesto que los atro- pellos laborales, la cuestión de las
tiendas obligatorias y los altos precios y mala calidad de los
comestibles que expedían, conducían a los mineros a
llevar una vida de esclavos. Todavía quedaba camino para
los mineros con- siguiesen la ansiada libertad de comercio a
precios asequibles y el acceso a unos géneros cuya calidad
no se pusiese en entredicho. (145)

Durante el siglo XIX los mineros asturianos eran gente
que poseían tierras que ellos mismos cultivaban, y
así tenían independencia sobre los patronos. Tras
la revolución de 1868 grupos de demócratas
comienzan a

difundir las ideas de la AIT (Asociación
Internacional de Trabajadores) y en 1871 aparece en Mieres la
primera federación local. Durante los años 1873,
1879, 1884, 1887 y 1888 se suceden las huelgas en las comarcas
del Caudal y del Nalón. En mayo de 1890 se produce la
primera huelga general que dura dos semanas para reclamar la
reducción de la jornada de 12 horas y un aumento de los
salarios. (146)

España nunca dispuso de grandes mercados, ni
internos ni externos. Las escasas y malas vías de
comunicación, desde la periferia hacia el interior de la
Península dificultaba las actividades comerciales. A ello
se añade,a partir de 1861,la dependencia de nuestra
incipiente industrialización de las eco-nomías
francesa y británica. A lo largo del siglo XIX las
exportaciones a ambos países oscilaron entre el 45 y el 70
%, (básicamente productos agrícolas) y las
importaciones entre el 35 y el 60% (manufacturas).

Lo mismo puede decirse de la dependencia provocada por
las grandes aportaciones de capitales franceses e ingleses a la
economía española, que resolvieron la escasez de
capitales que dificultaba el desarrollo español. Gran
Bretaña fue el principal proveedor español de
maquinaria, bienes de equipo y combustible y constituyó el
principal mercado de nuestros productos mineros y
metalúrgicos. En definitiva, las economías francesa
e in-glesa funcionaron como motor para la
industrialización española; cuando estas
economías relentizaron su crecimiento, especialmente a
partir de1873, la economía española, dada su
dependencia, se resintió gravemente. (147)

El crecimiento de la producción agraria en el
XVIII y la elevación de precios agrarios posibilitó
la acumulación de capitales, que en muchos ca-sos
serían invertido en la creación de fábricas
de "indianas"(nombre que re- cibían los tejidos de
algodón) o en bienes raíces (propiedades).El
desarrollo de esta producción fue posible por la
protección que los fabricantes obtu- vieron de la Corona.
La prohibición de importar hilados y tejidos de algo-
dón reservó el mercado interior a los fabricantes
catalanes. Más adelante consiguieron también el
control del mercado colonial a cambio de proveer- se con materia
prima producida en las colonias.

La situación de la economía
española a comienzos del siglo XIX, recién
concluida la guerra de la Independencia, es desastrosa ya que
dejó al país en clara penuria económica y
social. La sociedad era eminentemente agra-ria y la propiedad de
la tierra estaba en manos de unos pocos. La exporta-ción
no estimulaba la producción interior y todavía
existía un claro desprecio a los trabajos manuales. La
guerra de la Independencia supuso, pues, un duro golpe para esta
industria. Además durante este período la
pérdida de las colonias continentales privó al
sector de importantes mercados. (148)

A pesar de todo, la moderna industria española
dará sus primeros pasos en el Sur,en Andalucía.En
1826,Manuel Agustín Heredia, formó una socie- dad
para explotar una mina de hierro, cerca de Marbella,dicha
factoría se proponía la obtención de flejes
y planchas para producir toneles. Como el mineral de hierro de
Ojén presentaba dificultades a la fusión, por ser
muy magnético, por el método tradicional,se
adoptó el método inglés, obtención
del lingote al carbón vegetal, en Río Verde
(fábrica "La Concepción"), afinado y laminado a la
hulla en la playa de Málaga (fábrica "La
Constancia"). Estos altos hornos fueron los primeros, con fines
civiles,instalados en España. Debido a la Primera Guerra
Carlista, se paralizaron las forjas del Norte de
Andalucía, desviándose la demanda hacia las
fábricas del Sur, incluida la fábrica "El Pedroso",
estas fábricas aportaron, en 1844, el 72% de toda la
fundición española. (149)

En 1848 comienza a funcionar el primer alto horno de
coque, y en 1855 se funda la sociedad Maquinista Terrestre y
Marítima, dedicada a la indus-tria mecánica. El
proceso de industrialización va unido a una
concentración geográfica intensa. Cataluña
atraerá a una gran cantidad de inmigrantes.En el norte se
ubicará la industria del carbón, del hierro y del
papel.

El sector industrial consiguió superar, poco a
poco, todas estas dificul-tades, y entre 1830 y 1860
adquirió su madurez. Durante este período se
produjo la modernización y mecanización del sector,
consecuencia de:

a) El encarecimiento del factor trabajo, provocado por
las pérdidas demo- gráficas originadas por la
guerra.

b) La disponibilidad de capitales debido a la
repatriación de fortunas tras la pérdida de las
colonias continentales americanas.

La mecanización afectó sobre todo a la
fase del hilado.Dicha mecanización exigía disponer
o bien de energía hidráulica o bien de proximidad a
los puertos, que no encareciese excesivamente el carbón
necesario para las má-quinas de vapor. Así, las
nuevas industrias se fueron concentrando en torno a Barcelona,
Tarragona y en el Bajo Llobregat y el Vallés occidental.
(150)

A partir de 1880 el sector se enfrentó a una
crisis que se prolongó hasta 1913. Dicha crisis se
relaciona con la dependencia del sector del manteni- miento de
una política proteccionista de reserva del mercado
interior. En los años 80 España firmó sendos
tratados comerciales con Francia y Gran Bretaña (1882
y1886), que reducían los aranceles con los que las
manufacturas de estos países entraban en España, a
cambio de facilitar las exporta- ciones agrarias españolas
a esos países.Los fabricantes nacionales intenta- ron
paliar la situación consiguiendo del gobierno ventajas en
los mercados antillanos. Tras la pérdida de los
últimos enclaves coloniales, en 1898 los textiles
españoles pudieron mantener por algún tiempo sus
posiciones debi-do a la baja cotización de la peseta. Pero
a partir de 1904 la decadencia fue imparable. El principal
problema fue la pobreza del mercado interior. (151)

Entre las causas por las cuales España se retrasa
en la incorporación de nuevas técnicas propias de
la revolución industrial son múltiples. A una
relativa escasez de productos naturales, se une una carencia muy
acusada de espíritu empresarial, con un pobre mercado
interior y una falta de recursos reales para financiar el proceso
de industrialización con unas técnicas que tienen
que importarse.

Las características de la
industrialización española se podrían
sintetizar en las siguientes:

A)Fuerte regionalización de los
grupos industriales.

B)Dependencia de la expansión de
tales grupos -a excepción de la industria textil – de las
iniciativas o de las inversiones extranjeras.

C)Eliminación de la competencia
extranjera gracias al principio de merca-do reservado y la
aplicación de altas tarifas aduaneras.

D)Dependencia del extranjero por lo que se
refiere a utillaje e innocaciones tecnológicas.

E)Sumisión de la industria a las
fluctuaciones de la actividad agrícola del país,
principal fuente de riqueza del mismo, hasta pleno siglo XX.
(152)

Nos hallamos ante un caso típico de
industrialización tardía en un área
mediterránea con escasa densidad demográfica,
defectuoso reparto del sue-lo agrícola, débil
capacidad de consumo, bajo nivel técnico y notoria
deficiencia del sentido económico moderno.
(153)

Podemos apreciar distintas etapas en el proceso de
industrialización de España. Partiendo de los
contratiempos de la guerra de la Independencia y otras
sublevaciones que ocasionaron un claro estancamiento industrial
de 1808 a 1830; a partir de este momento hasta la llegada del
Bienio Progre- sista (1854-56) tuvo lugar el comienzo de la nueva
industria, en especial de la textil y la del hierro apoyado, todo
ello, por la política arancelaria. En el primer
período (1830-1861) se produce el arranque de la
industrialización española. El segundo
período (1861-1913) se inicia con la gran crisis de los
años sesenta. Después se produjo un fuerte
crecimiento (1871-1875), para disminuir con posterioridad. El
crecimiento en los últimos decenios del si- glo XIX fue
constante, aunque lento. Entre 1831 y 1861 el crecimiento
industrial español fue considerable. A partir de este
último año experimenta una desaceleración.
La misma debe relacionarse con la frustración de las
expectativas levantadas por las inversiones realizadas en la
década (1854-64), especialmente las inversiones
ferroviarias. El fracaso de dichas inversiones estuvo relacionado
con el limitado mercado interior español. (154)

Las inversiones extranjeras, en España, cobran
verdadera importancia en el decenio entre 1850-1860. En 1914
quedaron prácticamente cerradas. En una primera fase,
hasta el decenio de 1870, los sectores preferidos del capital
extranjero fueron el ferrocarril y la minería.

La Ley de Sociedades de Crédito de 1856
permitió que se establecieran en España tres
grandes instituciones: el Crédito Mobiliario
Español, que originaría la compañía
de los Caminos del Hierro del Norte de España, per-
tenecía al grupo francés de los Pereire. La
Sociedad Española Mercantil e Industrial, del grupo
financiero de los Rotschild, participaría en la
creación de la Compañía de los Ferrocarriles
de Madrid a Zaragoza y Alicante. Tam- bién la
Compañía General de Crédito de
España, del grupo financiero de los Prost,
participaría en otras varias compañías de
ferrocarriles. Gracias a las sociedades mencionadas, en el
año 1868 la inversión en este sector
descendió mucho, y a partir de 1882 la
participación extranjera fue menor. De las inversiones el
60% provenían de la economía francesa.
(155)

El capital,sobre todo inglés y francés,en
la minería llegó gracias a la Ley de Bases de marzo
de 1868, por la que se podían conceder, como hemos visto,
minas a perpetuidad, tanto a nacionales como a extranjeros,
mediante el pago de una cantidad al Estado.El ritmo de
inversiones extranjeras disminuyó considerablemente a
partir de 1882. Las inversiones extranjeras en España en
1914 totalizaban unos 4.500 millones de pts. En los ferroca-
rriles, minería y servicios públicos,3.500
millones,y unos 1.000 millones en deuda exterior del Estado.
(156)

El desarrollo de la siderurgia en España estuvo
condicionada, hasta fines del siglo XIX, por las limitaciones de
la demanda,que se da básicamente en tres sectores: sector
agrario, industria y sector transportes.Posteriormente,el
fortísimo incremento de la demanda,desde el segundo tercio
de la centuria, no fue contrarrestado por un desarrollo paralelo
de la oferta siderúrgica. En 1879 España produjo
menos de 70.000 Tm de hierro colado, frente a un consumo de unos
285.000 Tm. (157)

Pero sin lugar a dudas el principal demandante de
productos siderúr-gicos en los procesos de
industrialización del XIX fue el ferrocarril. Las
expectativas despertadas a fines de los cuarenta y comienzo de
los cincuen-ta se vieron defraudadas por la Ley de 1855. El
artículo 20 de la Ley de Fe-rrocarriles de 1855
establecía la devolución a las
compañías de ferrocarriles de los aranceles pagados
por la importación de hierro, maquinaria, material
móvil, etc. Se importó más del doble de lo
que se producía en España. En 1865 se pone fin a la
exención arancelaria. Esta medida animó a los pro-
ductores nacionales. (158)

Las tres zonas de producción siderúrgica
más importantes en España a lo largo del siglo XIX
fueron: Andalucía, Asturias y el País Vasco. Tanto
en Andalucía como en el País Vasco existían
yacimientos de hierro, mien-tras que el carbón se
encontraba en relativa abundancia en Asturias.Amedidados de
siglo, período en que se intenta crear una siderurgia en
Astu-rias, el proceso de fundición y refino
requería grandes cantidades de com-bustible, por lo que
resultaba más rentable transportar el mineral de hierro a
las zonas donde existía carbón. (159)

Las mejores técnicas de la segunda mitad del XIX
redujeron sensiblemente las cantidades de combustible necesario,
por ello resultó más renta-ble instalar los altos
hornos en zonas donde abundaba el hierro, como el País
Vasco, y transportar hacia allí el combustible.
(160)

La siderurgia andaluza acabó desapareciendo por
la competencia que representó la siderurgia asturiana. El
predominio de la siderurgia asturiana en el período
1860-70 se debe a la reducción de los costes que
suponía la proximidad a los yacimientos de
hulla.

A la hegemonía andaluza le sucedió, la
preponderancia asturiana por espacio de unos quince años,
de 1865 a 1879.La aparición de la siderurgia
asturiana coincide con el período en que se empezaba
a discutir la necesidad de dotar al país de un
ferrocarril.En la región asturiana la primera
fábrica que entró en funcionamiento fue la de
Mieres, en 1848,construida por una compañía
británica. Se mantuvo en funcionamiento tan sólo un
año. En 1852 de nuevo entró en funcionamiento,
ahora con capital francés. (161)

A partir de mediados del S. XIX, la población
asturiana experimenta un fuerte crecimiento demográfico
llegando, en 1897 a la cifra de los 612.863 habitantes, es decir,
el 3,40 % del total de la población española en
aquel momento, mientras que actualmente es inferior al 2,5%
(162). Entre 1860 y 1885, Asturias, era la primera región
española en cuanto al volumen de producción de
hierro, aunque la hegemonía asturiana acabó a
mediados de los 80 debido a una grave crisis industrial,que fue
paliada, poco a poco,gra- cias a la recuperación
económica general, al proteccionismo arancelario, a la
concentración empresarial y a los acuerdos que las
fábricas siderúrgicas establecieron para evitar las
guerras de precios. (163)La industria siderúr- gica
asturiana no disponía de minerales de hematites adecuados
para la fabricación de acero como Vizcaya, de ahí
la notable diferencia entre estas dos regiones en cuanto a la
producción de hierro y acero a fines del S.XIX. Entre 1897
y 1900 la producción de hierro en Asturias era de unas
52.000 toneladas anuales, mientras que en Vizcaya superaba las
200.000. (164)

El desarrollo de la siderurgia vasca se halla
relacionado con los avances técnicos experimentados por la
siderurgia y en especial por la introducción de los
convertidores Bessemer. Estos avances permitieron reducir las
canti-dades de combustible empleadas en el proceso de
fabricación y, por otra parte, revalorizó los
yacimientos férricos vizcaínos. Ello provocó
un rápido incremento de las exportaciones de mineral hacia
Inglaterra. Desde 1878 la llegada de coque galés a Bilbao
como contrapartida de los envíos de mine-ral de hierro
abrió la puerta al esplendor vizcaíno. En 1879 se
puso en marcha la fábrica San Francisco,en Sestao.Cuatro
años más tarde de la mis- ma salía el 45,4%
de la producción nacional.Así en 1882 surgieron"La
Vizcaya" y "Altos Hornos y Fábricas de Hierro y Acero".
Más tarde, en 1888, surgiría la Iberia.Estas tres
fábricas acabaron fundiéndose en 1902 en Altos
Hornos de Vizcaya. La consolidación de la siderurgia
vasca, a fines del XIX y comienzos del XX, tuvo lugar gracias a
la legislación proteccionista y a la depreciación
de la peseta, que encarecía las importaciones.
(165)

La transformación de la industria harinera se
debió a la introducción del
método"austrohúngaro",que sustituía las
piedras y muelas de antaño por un sistema de varios pares
de cilindros. Éste método mejora notablemente la
calidad de las harinas. Los cilindros convirtieron a
Cataluña en potencia harinera al permitirle una
especialización inédita hasta entonces.
También se desarrolló la producción
oleícola hacia el consumo humano e industrial y el
desarrollo de la industria conservera(166)

En el sector de los aceites, el progreso fue
acompañado de mejoras técnicas, como el recurso
creciente de energía del vapor para mover las mue-las y
prensas. La aparición de productos sustitutivos del aceite
para usos industriales en los mercados mundiales a partir de 1870
obligó a reorientar la producción hacia la
alimentación humana. En España la producción
de aceite se centra en dos regiones: Andalucía y el
noroeste: Aragón, Valencia y Cataluña. Las
innovaciones se adoptaron sobre todo en esta zona donde
existía una mayor concentración empresarial.
(167)

España, en el S. XIX inició su desarrollo
en el sector conservero. En 1820 se pusieron a punto nuevas
técnicas de conservación de alimentos, consistente
en la esterilización y el envasado hermético. Se
desplaza así a los antiguos salazones. La
implantación de estas técnicas se remonta a 1828
(Gijón) y 1836 (A Coruña), pero la
aplicación a escala industrial no se llevó a cabo
hasta 1880 debido a múltiples factores, tales como la
falta de capitales, sólo disponibles cuando conserveros
catalanes se instalaron en Galicia.; la fabricación de
hoja de lata se inició en Gijón en 1881con grades
dificultades de comercialización debido a la ausencia de
medios de trans-porte (el enlace ferroviario que posibilitaba la
llegada de las conservas al mercado no estuvo disponible hasta
1883). (168)

A fines del XVIII España era un exportador de
barrilla o sosa natural.El desarrollo del sector minero,
impulsado por la Ley de Minas de 1868, facilitó la
aparición de un sector dedicado a la fabricación de
explosivos. En 1872 se creó la Sociedad Española de
Dinamita y se desarrolló la fabri-cación de abonos
químicos. Esta industria se localizó a lo largo del
Medi-terráneo, desde Huelva hasta Cataluña.
(169)

En Barcelona se montó la primera central
eléctrica en el año 1873.Antes del año 1914
se habían constituido a través de importantes
sociedades anó-nimas, Iberduero, Hidroeléctrica
Española, Barcelona Traction y la Unión
Eléctrica Madrileña, las compañías
eléctricas que dominarían el mercado nacional y la
historia de dicho sector hasta la actualidad. Incluso tuvo lugar
un incipiente comienzo de la industria del automóvil con
la empresa His- pano Suiza (1904). (170)

Desde el punto de vista del movimiento social existen en
esta época, finales S.XIX, en Asturias, dos tendencias
políticas, dentro del movimiento obrero enfrentadas, la
socialista con implantación mayoritaria en Oviedo y en las
cuencas mineras, y la anarquista con su mayor implantación
en Gijón y La Felguera. En 1892 se funda en Oviedo la
primera agrupación socialis- ta de Asturias y en 1897 las
de Mieres, Sama de Langreo y Turón. (171)

A partir de 1880, en España, como en el resto de
Europa, los gobiernos empezaron a intervenir y a regular las
relaciones económicas y laborales. Se regula el trabajo
infantil, se crean barrios para obreros… pero no va a ser hasta
las primeras décadas del S.XX cuando se regulen las
condiciones laborales y la negociación colectiva de manera
definitiva. (172)

El domingo 4 de mayo de 1890 se celebra, por primera
vez,el primero de mayo en España. La manifestación
más importante fue la de Madrid, con un mitin en el Liceo
Rius en el que asistieron unos 2.000 obreros que escucharon los
discursos de varios oradores, entre ellos, a Pablo Iglesias, cuya
alocución acabó "excitando a todos los trabajadores
a no descansar un instante hasta alcanzar su ansiada
emancipación…" (El Socialista, 9-V-1890). Tras el
mitin, la manifestación se dirigió hacia la
Presidencia del Consejo para presentar a Sagasta sus
reivindicaciones entre ellas la reducción de la jornada
laboral a 48 horas semanales. La manifestación iba
encabezada por el fundador del PSOE y UGT, Pablo Iglesias. (173)
Por el trayecto fue creciendo el número de manifestantes,
hasta alcanzar los 40.000, según la Unión
Católica, cifra que redujo El Socialista a
30.000.

En Barcelona los acontecimientos se produjeron de forma
más conflicti- va. En las reuniones previas al 1 de mayo,
los socialistas habían consegui- do el apoyo de numerosas
Sociedades Obreras para su postura favorable a la
manifestación y contraria a la huelga general; sólo
tuvieron que ceder en la fecha, abandonando su propuesta inicial
del día 4 para ajustarse a la fecha fijada
intemacionalmente. Pero el sector anarquista no había sido
derro- tado y mantenía sus intenciones radicales,que
acabaron desbordando el mu- ro de contención
socialista. (174)Desde la mañana del día 1, el
paro fue prácticamente total: "Ni coches,ni
tranvías, ni fábricas,lo mismo en el puer- to que
en las estaciones férreas, que en el comercio, los
negocios,los pequeños y los grandes talleres; todo
cesó, invadiendo la vía pública las clases
sociales todas, impresionadas vivamente por hallarse frente
afrente de lo desconocido, y atentas en observar el desarrollo de
los acontecimientos". El mitin fue convocado en el Teatro
Tívoli,bajo la presidencia de Antonio García
Quejido, máximo dirigente en aquel momento de la
Unión General de Trabajadores; al acabar,a las diez y
cuarto de la mañana,los manifestan- tes (en número
de 100.000,según El Socialista,o de 20.000,según el
cálculo de J. Ferrer) se dirigieron en marcha ordenada
hacia el Gobierno Civil para entregar las conclusiones ya
mencionadas. (El Socialista, 10-V-1890)

Las manifestaciones que tienen lugar el 1ºde Mayo
de 1890 en la provin- cia de Alicante se encuentran claros
comportamientos societarios que lleva- ron a cada municipio a
escoger su opción reivindicativa, como ponen de manifiesto
las variaciones en la fecha y forma para llevarlas a cabo. En la
ciudad de Alcoy,dónde frente a la postura de los
socialistas que querían ele- var sus peticiones a las
autoridades en ordenada manifestación, la protesta
adquiere tintes insurreccionales, haciéndose fuerte desde
el enclave de la partida del Molinar, lugar en que ondeó
la bandera de la sociedad de anarquistas durante más de
una semana. (175)

No obstante, el día más destacado fue el
lunes 5 de mayo de 1890,cuan- do cerca de 2.000 trabajadores
reivindican en manifestación la jornada la- boral de 8
horas y claman por la huelga general. La ciudad de Alcoy fue
ocupada militarmente por las tropas del Regimiento Vizcaya, y
reforzada con Guardia Civil llegada desde Alicante. Los actos de
protesta se manten- drían hasta hasta constatarse el
fracaso de la movilización a nivel mundial, no sin haber
dejado antes clara su irreductibilidad. " ¿Qué se
dirá de los tra- bajadores de Alcoy, que una vez
precipitada la lucha nos pusiéramos a trabajar sin haber
conseguido nuestra demanda de 8 horas por jornada,y más
pedida por todos los obreros del universo?. Antes de llegar a ese
paso, que se abra la tierra y perezcamos todos en sus ruinas, y
de esta manera sal- vaguardar nuestra dignidad de hombres y de
trabajadores". (176)

La clase social predominante en España, en ese
momento, era la de los campesinos ya que constituían la
mayor parte de la población activa espa- ñola. El
80 % no era propietario de sus tierras o su propiedad era tan
peque- ña que no le permitía subsistir.
(177)

Una parte del campesinado trabajaba las tierras de los
propietarios agrí- colas, en régimen de
arrendamiento. Un grupo debía emplearse por un jor-
nal.Eran los jornaleros o mozos.Su número no solo no
bajó en el siglo XIX, sino que aumentó pasando de
3.600.000 a 5.400.000. (178)

Las condiciones de vida de esa población eran muy
precarias. Sus salarios eran escasos y estaban sometidos a la
arbitrariedad de los amos. Privados de las tierras comunales, no
podían aprovecharse de recursos como leña, pastos o
caza para sobrevivir. Esto explica las revueltas cam-pesinas
ocurridas durante todo el siglo y muy especialmente en el
último cuarto del S. XIX, por parte de grupos anarquistas.
(179)La FRE, ya en 1877, proponía que se realizara una
huelga general de todos los oficios, cuyo objetivo fuera reducir
la jornada laboral a un máximo de 8 horas diarias.
Consecuentemente, en 1890, convocarían a la huelga
general.

Los socialistas españoles, por el contrario, en
lugar de realizar una huelga general, veían de mayor grado
que se propusiera el desarrollo de huelgas de oficio a nivel
local. Pablo Iglesias sostenía que, en aquel momento, la
tarea prioritaria del proletariado era organizarse y educarse.
(180)

Probablemente ningún otro pronunciamiento sobre
la cuestión social haya tenido tantos lectores o ejercido
tan amplia influencia como La Encí-clica Rurum Novarum del
Papa León XIII. Esta Encíclica ha inspirado una
vasta literatura social católica al tiempo que muchos no
católicos la han aclamado como una de las obras más
juiciosas y decisivas que se hayan es- crito nunca sobre el tema.
(181)

Un sector de la Iglesia española inspirada por
esta Encíclica intentará mejorar las condiciones de
vida del campesinado español ideando varias alternativas
dentro del movimiento obrero, vinculadas a las actividades
agrarias como fueron la fundación de Cooperativas,
Sindicatos y Cajas.Uno de sus ideólogos fue Severino
Aznar, quien desde el año 1896 publicó una serie de
artículos sobre el tema. En 1906 fundó "La Paz
Social", organismo que estimuló la fundación de
sindicatos católicos agrarios y cajas rurales.

En Murcia,con la finalidad de prevenir los conflictos
sociales entre arrendatarios-jornaleros y los propietarios que se
estaban propagando por la huerta debido a los efectos de la
crisis finisecular, Nicolás Fontes Álvarez de
Toledo, miembro de una de las viejas familias de la nobleza
murciana y preocupado con la usura en el campo, después de
estudiar los modelos de cooperativas de crédito alemanes e
italianos, organizó un conjunto de bases que lo
llevaría a fundar en 1891, una de las primeras cajas
rurales en las localidades de Jabalí Viejo y
la Ñora. Se trató de la Caja Rural de Ahorros,
Préstamos y Socorros, formada mayoritariamente por los
estratos más bajos del campesinado, la principal clientela
de los usureros. (182)

Nicolás Fontes se basó en diferentes
fuentes del catolicismo social alemán para la
creación de este sistema:movimiento raifeisianista
alemán,textos del catolicismo confesional y en la Carta
Encíclica del Papa León XIII, Rerum Novarum, que
versaba sobre las condiciones de los obreros; lo cual lo
llevó a darle, además de una finalidad
económica, otra ética-social. Dirigidas por los
párrocos de cada localidad, las Cajas Fontes
pretendían, a tra-vés de sus actuaciones,evitar los
conflictos entre propietarios y trabajadores
agrícolas y frenar así la difusión de
las ideas socialistas y anarquistas. (183)

Sin embargo, de acuerdo con Mariano Ruiz (1983, p. 254)
sus ventajas eran muchas.Además de atender a los
préstamos que necesitaban los socios los libraba de la
usura suministrando artículos de primera necesidad
ven-didas a precio de coste, organizaban cooperativas de consumo
y facilitaban la adquisición de casas para los socios,
mediante el pago de su importe en plazos. El modelo se
expandió rápidamente, alcanzando en 1898 un total
de 2.350 socios y en 1901,5.436 en 12
localidades,aunque,según Susana Mar- tínez
Rodríguez y Ángel Pascual Martínez Soto, no
consiguieron que el catolicismo social las acogiese como sistema
de referencia para fundar o- tras cooperativas de crédito,
limitándolas al ámbito murciano.

En Extremadura, concretamente en la provincia de
Badajoz, en período anterior a la fundación de las
primeras cooperativas católicas, el director de la
sucursal del Banco de España, Tomás Marín,
inició una experiencia coo- perativa que tenía
mucho en común con las Cajas Raiffeisen. Su
estatuto,

según Juan Reventós, regulaba el
crédito,especificando como objetivos la compra de
maquinaría,semillas, abono,elaboración y venta en
común de los productos agrícolas; también se
esbozaba las funciones propias de un sindicato agrícola
varios años antes de la promulgación de la Ley de
1906.

Aunque existían algunos precedentes legislativos
como el Decreto de 20 de octubre de 1868, el Código de
Comercio de 1885 y la Ley de Asociacio-nes de 1887, las primeras
cooperativas agrarias solo pudieron acogerse a la Ley de
Sindicatos Agrícolas de 30 de enero de 1906.
(184)

Esta ley tuvo como finalidad transformar los sindicatos
agrícolas en instrumentos de asociaciones particulares y
del Estado, por lo cual tuvo un efecto decisivo sobre el
crédito agrario. Siguiendo el modelo francés,
fue el primer intento coordinado de encauzar legislativamente una
rama del mo-vimiento cooperativista español, y la primera
norma jurídica del coope-rativismo agrario en
España, con una clara influencia de la Iglesia
Católi-ca. Aunque con cierto retraso, se trataba de
trasladar a la realidad española, un gran movimiento
innovador, ya consolidado en Europa, en el cual las ideas
sociales y políticas de la Iglesia tuviesen un papel
fundamental, con aportaciones personales importantes, entre las
que destacan las del jesuita Antonio Vicent, en Valencia, y Luis
de Chaves Arias en Castilla. José Luis del Arco
Álvarez y otros la definen así: "Ley perfecta en su
género,fue sa-ludada con alborozo, y el Padre Vicent dijo
de ella que ni Carlos I ni Felipe II hubieron hecho más
por la agricultura que Gasset (el ministro liberal que la firma)
hizo con dicha ley."(185) A continuación describen sus
caracte- rísticas, destacando sus aportaciones positivas
de apoyo al campesino:

"Sólo ocho artículos contiene la ley. El
primero enumera los fines de los Sindicatos Agrícolas. Y
es curioso constatar que los siete primeros números de
diez que relaciona han pasado literalmente al artículo 37
de la vigente Ley de Cooperación para definir las actuales
Cooperativas del Campo.

En el artículo dos se regula la
constitución de un Sindicato, reducida a la solicitud y
registro en los Gobiernos civiles de cada provincia. Los tres
siguientes artículos están dedicados al
reconocimiento de la personalidad jurídica del Sindicato y
a su régimen y gobierno. Los tres últimos
artículos precisan las importantes exenciones fiscales y
aduaneras que les otorga, previniendo, además, que el
Ministerio facilitaría, gratuita y preferentemen- te,a los
Sindicatos Agrícolas el uso de ejemplares selectos,
semillas,plantas, máquinas y herramientas para el fomento
de la agricultura y la ganadería. La esencia de la Ley
estaba en las exenciones y privilegios concedidos a los
Sindicatos Agrícolas, y con razón fue llamada Ley
de Exenciones, ya que si se suprimen los artículos 6
 y 7 queda prácticamente en nada." Y,concluyen
afirmando que "al amparo de esta ley pudo desarrollarse el
más pujante movimiento cooperativo y sindical en el
agro".

Por su importancia en lo que se refiere a los
subapartados siguientes, quiero comentar aquí el
artículo 1 de la Ley de 1906,que consideraba sindi-
catos agrícolas a las asociaciones,
sociedades,comunidades y cámaras agrí- colas,
definidos en la Base I: "Se consideran Sindicatos
Agrícolas, para los efectos de esta ley,las asociaciones
formadas por personas dedicadas a cua- lesquiera de las
profesiones agrícolas o interesadas de una manera directa
en el mejoramiento de la agricultura,de la ganadería o de
los productos del cultivo, sean propietarios, arrendatarios,
aparceros o simples braceros".

Los fines estaban establecidos de la siguiente
forma:

1º.Adquisición de aperos y máquinas
agrícolas y ejemplares reproductores de animales
útiles para su aprovechamiento para el
Sindicato.

 2º.Adquisición para el Sindicato, o
para los individuos que lo formen, de abonos, plantas, semillas,
animales y demás elementos de la producción y el
fomento agrícola o pecuario.

 3º.Venta, exportación,
conservación, elaboración o mejora de productos de
cultivo o de ganadería.

 4º.Roturación, explotación y
saneamiento de terrenos incultos.

 5º.Construcción o explotación
de obras aplicables a la agricultura, la ganadería o las
industrias derivadas o auxiliares de ellas.

 6º.Aplicación de remedios contra las
plagas del campo.

 7º.Creación o fomento de institutos o
combinaciones de crédito agrícola (personal,
pignoraticio o hipotecario), bien sea directamente dentro de la
misma Asociación, bien estableciendo o secundando Cajas,
Banco o Pósi-tos separados de ella, bien
constituyéndose la Asociación en intermediaria
entre tales establecimientos y los individuos de ella.

 8º.Instituciones o cooperación, de
mutualidad, de seguro, de auxilio o de retiro para
inválidos y ancianos, aplicadas a la agricultura o a la
ganadería.

 9º.Enseñanzas, publicaciones,
experiencias, exposiciones, certámenes y cuantos medios
conduzcan a difundir los conocimientos útiles a la
agricultura y la ganadería y estimular sus
adelantos,creando o fomentando institu- tos docentes, facilitando
la acción de los que existan o el acceso a
ellos.

 10º.El estudio y la defensa de los intereses
agrícolas comunes a los Sin-dicatos y la resolución
de sus desacuerdos por medio del arbitraje.

La Ley de 1906 tuvo un papel fundamental en la
organización sindical de las primeras décadas del
siglo XX. Además de establecer las normas que orientaron
los sindicatos, incentivó la modernización del
campo, aunque, como veremos a continuación, también
favoreció la influencia de la Iglesia Católica en
el proceso de expansión de los sindicatos rurales.
(186)

Creadas en 1890, las Cámaras Agrícolas
incentivadas por el Estado y organizadas por líderes
locales y regionales tenían como meta dar al mundo rural
una apariencia de unidad y evitar que los trabajadores rurales
pusiesen en peligro el status quo mantenido por sus
principales impulsadores: el Estado liberal y la
oligarquía rural. La concesión de préstamos
pretendía obtener el control político sobre los
pequeños agricultores. (187)

El Real Decreto de las Cámaras Agrícolas
tenía como objetivo fomentar la agricultura a
través de estas asociaciones, que se convertían en
órganos consultivos del Estado. Para eso, dichas
Cámaras podían desarrollar fun-ciones consultivas y
de fomento así como también cooperativas. (188)El
Real Decreto iba dirigido a los grandes propietarios que se
transformaron, al mismo tiempo, en líderes del movimiento
asociativo agrario y en inter- locutores de los poderes
públicos. Debido a esto,un gran número de asocia-
ciones de propietarios y de trabajadores se convirtieron en
Cámaras Agrí- colas o se integraron a
ellas.

Su expansión fue una respuesta de los
propietarios a la situación de crisis en que se hallaba
sumido el mundo rural a finales del siglo XIX. Su objetivo era la
movilización de los propietarios en defensa de los
intereses del sector agrario ante el gobierno y frente a otros
sectores. Las principales actividades que realizaron fueron el
suministro de insumos agrícolas así como la
difusión de conocimientos y prácticas
agrícolas. Acompañadas de otros servicios, como la
compra colectiva de aperos y maquinaria agrícola para el
uso de los socios. Esas actividades contrastaron con el
desarrollo insignificante que tuvo el crédito
agrícola.(189)

Sobre este tema las investigaciones de Jordi Planas
señalan que mientras los servicios cooperativos
tendían a favorecer en mayor medida al pequeño
campesino, en lo que se refiere a minimizar los riesgos de la
aplicación de innovaciones y reducir los costes de
los imputs, las Cámaras Agrícolas
pre-tendían el mantenimiento de las jerarquías del
mundo rural, articulando los grupos rurales y legitimando la
posición de los grandes propietarios. Para dicho autor,
esta fue la probable causa de la minoritaria adhesión de
los campesinos a las Cámaras Agrícolas, casi
siempre limitada a los grupos más próximos a los
grandes propietarios. Por su carácter elitista y su
estructura poco adecuada al desarrollo de las funciones
cooperativas, no resultaron atractivos a la mayor parte del
campesinado.

La falta de una institución oficial que atendiese
las necesidades de los agricultores hizo que surgiesen diversas
iniciativas privadas, teniendo como protagonista al prestamista.
La Iglesia, que intentaba conseguir mayor in- fluencia en las
zonas rurales, se aprovechó de esta situación y de
la insti- tución de la  Ley de Sindicatos
Agrícolas de 1906,para expandir su influen- cia en el
medio rural. Para esto, en una época en que la palabra
sindicato no tenía el significado profesional que
adquirió después, instituyó los denomi-
nados "Sindicatos Agrícolas Católicos" y las Cajas
Rurales. Tanto a través de los "sindicatos",instituciones
que en Alemania,Italia y otros países europeos se llamaron
cajas rurales, cooperativas agrícolas y gildas;como
por medio de las Cajas Rurales,la Iglesia preconizó la
defensa de los pequeños campesinos contra los usureros, la
eliminación de los conflictos agrarios y la lucha contra
la influencia del socialismo y del anarcosindicalismo.
(190)

Para desarrollar este movimiento fue fundamental la
participación de los párrocos.Posibilitó que
dicho movimiento,bajo la inspiración de la Doctrina Social
de la Iglesia, se desarrollase a comienzos del S. XX.A esto
contribu- yeron, fundamentalmente,la encíclica de
León XIII y la fundación del Ban- co León
XIII. La encíclica, promulgada en 1891,al tratar de las
condicio- nes de las clases trabajadoras, apoyó el derecho
de éstos a la organización. La fundación del
Banco León XIII, en 1902, trataba de facilitar
préstamos a reducido interés a los obreros
agrícolas.También, bajo la tutela de los obis-
pados se organizaron campañas dirigidas a la
formación técnica y práctica de los
párrocos sobre cooperativismo. Esto se dio principalmente
en Nava- rra y en las provincias de Castilla y León y de
Castilla La Mancha. (191)

En este contexto, tanto los Sindicatos Agrícolas
como las Cajas Rurales pasaron a actuar bajo el control de la
Iglesia Católica, ya que las últimas eran el
principal instrumento de crédito utilizado por campesinos
afiliados a los Sindicatos Agrícolas Católicos. Es
muy probable que si los Sindicatos Católicos no se
hubiesen apoderado de las Cajas Rurales o bien si estas hubieran
sido difundidas por progresistas,la difusión de
éstos entre los cam-pesinos no habría sido tan
amplia. Este es el principal motivo por el que el proceso de
difusión tanto de los Sindicatos Católicos como de
las Cajas Rurales no puede ser analizado independientemente el
uno del otro.(192)En la primera época de la
organización de estas instituciones, cuyo límite
podría fijarse en 1912, con una época de cierto
esplendor hacia 1909-1910, destacó especialmente el
trabajo del padre jesuita Antonio Vicent (193) y del hacendado
zamorano Luis Chaves.

La influencia del padre Antonio Vicent entre los
campesinos fue tan grande que le cupo dirigir la propaganda a
favor de los Sindicatos Agríco- las Católicos. En
su obra "Reglamento para los gremios de labradores"
previó, entre las funciones de la junta directiva de las
asociaciones, la compra de semillas y herramientas, la venta los
productos, la compra y la fabricación de abonos,de
maquinaria y de almacenes,actividades todas marcadas con un
fuerte espíritu cooperativo. En la segunda edición
de su obra"Socialismo y Anarquismo" (1895)
añadiría a las instituciones citadas, los Bancos de
Crédito Personal o Bancos Agrícolas (Sistema
Raiffeisen). Su trabajo influyó en la creación de
varias cajas que a partir de 1906 se in- corporaron al movimiento
social católico. El hacendado zamorano Luis Chaves Arias
también realizó una intensa labor
propagandística católica, creando, en 1901, la
primera fundación en Zamora y escribiendo un libro
sobre "Las Cajas Rurales de Crédito del Sistema
Raiffeisen" (1906).

En la revista Liga Agraria,se publican, a partir de
1901,los artículos de F. de Reynoso,en los que defiende
que el sistema alemán era el más útil para
ser adaptado a España.La aplicación masiva de estas
ideas se inició en 1904 en Navarra,con las fundaciones de
Tafalla y Olite como pioneras. (194)

La puesta en marcha de las Cajas Rurales se produjo a
partir de 1906 con la promulgación de la Ley de Sindicatos
Agrarios. En su mayoría las Cajas se fundieron con los
Sindicatos Agrícolas Católicos puesto que el
catoli- cismo social español estuvo más centrado en
el problema agrario que en el industrial, como revela su
campaña,y posterior fusión con las Cajas al
aprobarse la Ley de Sindicatos Agrícolas. Igualmente la
Iglesia Católica podía beneficiarse de las
exenciones fiscales previstas en dicha Ley de Sindicatos de 1906
que establecía que las asociaciones agrarias que tuviesen
las carac- terísticas de un sindicato agrícola
tenderían beneficios fiscales. (195)

Las Cajas Rurales eran cooperativas de crédito,
de carácter confesional, aprobada por un consejo
diocesano, dirigidas y administradas por un párro- co.
Respecto a las actividades económicas, compraban abonos,
semillas y ganados,y creaban cooperativas conserveras y bodegas
en tierras vitícolas. Los recursos de que disponían
las cajas rurales procedían de grandes pro- pietarios,de
las contribuciones de los asociados,algunas veces de
préstamos de los pósitos, del Banco de
España y del Banco León XIII. (196)

Por otra parte varios obispos y sacerdotes
españoles,a finales del S.XIX, se preocuparon de las
cuestiones sociales, defendiendo a las clases sociales más
pobres. Extraordinaria admiración despertó don
José Mª Orberá y Carrión, obispo de la
Diócesis de Almería de 1876 a 1886,por su
inagotable labor con pobres,enfermos, niños y
niñas, recogiendo a muchas jóvenes que
vivían en la calle. (197)

El padre Vicent crea los Círculos Obreros con
fines religiosos,instruc- tivos, recreativos y económicos.
Entre los primeros estaba el conservar, arraigar y propagar las
creencias religiosas, apostólicas y romanas. El fin
instructivo era el de impartir conferencias o clases. Los fines
económicos no tenían nada de reivindicaciones.En
efecto había socios que no eran obre- ros, sino patronos y
señoras protectoras. En todo caso,el fin económico
se basaba en medidas de carácter cooperativo o de ayuda
mutua: socorros para obreros enfermos,Cajas de Ahorros, tienda de
abastecimientos,cocinas económicas, etc.En 1895 el padre
Vicent había conseguido que sus Círculos de obreros
fueran 169 y sus socios sobrepasaban el de 36.000,distribuidos
entre las diócesis de Valencia,Tortosa, Barcelona y hacia
el interior de la península. Por todo ello el padre Vicent
ha sido considerado como el pa- triarca del catolicismo social en
España,no obstante debido a las caracterís- ticas
de estos Círculos Obreros, no podían servir para
solucionar la proble- mática social de la clase obrera,
hecho que él mismo comprendió. (198)

Otro insigne jesuita fue el P.Gabriel Palau. Inspirado
en la Volksverein alemana y en los cursos sociales realizados
desde 1892, impulsó la llamada Acción Social
Popular, escuela de propagandistas,orientada más a formar
cuadros políticos para un cristiano social que a una
acción sindical. (199)

El sacerdote asturiano Maximiliano Arboleya fue un firme
seguidor de la doctrina social de la Iglesia, bajo la influencia
de la encíclica Rerum No-varum del Papa León
XIII.Desplegó una intensa actividad política y
sindi-cal, utilizando la prensa (fue asiduo colaborador y
director de El Carbayón , donde desarrolló
todo su pensamiento social , fundando varios periódicos,
como El Zurriago Social o Justicia Social, la
radio o la acción pastoral di-recta. Arboleya contó
con el decidido apoyo del obispo Martínez Vigil, pero a la
muerte de éste en 1905, se vio expuesto a los ataques del
sector católico ultraconservador. Fundó varios
sindicatos de obreros de la indus-tria y la agricultura,
intentando mantener la independencia tanto de la pa-tronal como
de la izquierda, lo que le obligó a superar numerosos
obstáculos y la marginación en numerosas ocasiones.
Dejó escritos una veintena de libros y folletos sobre sus
aspiraciones y realizaciones sindicales. (200)

Cabe destacar, en este sentido, la importante labor
social realizada por el dominico P.Gafo.Colabora en las revistas
de su Orden: El Santísimo Rosario, de
Vergara,Ciencia Tomista, de Madrid. Pretende
armonizar las soluciones de los problemas sociales con los
religiosos.Va a Madrid como redactor de Ciencia Tomista,
máximo exponente de las teorías de la O.P., donde
tiene a su cargo la sección "Crónicas
Científico-sociales de España" y colabora en el
"Boletín de cuestiones sociales". Intenta organizar a las
masas obreras- cuyas condiciones, como también la de los
campesinos,conoce tras recorrer España con tal
propósito-, alejándolas por igual del mar- xismo y
de las tácticas puestas en marcha por los sindicatos
católicos.Con motivo de la huelga ferroviaria de 1912 el
P. Gafo presta su concurso para que organicen el Sindicato
Ferroviario de Madrid.En febrero de 1914 funda el primer Centro
de Sindicatos Libres. Es autor de las obras: Doctrina del
Sindicalismo Libre, Polémica y El momento social de
España. (201)

Los sindicatos católicos agrarios, no
fueron,evidentemente, los únicos existentes y en algunos
lugares y períodos, tampoco los mayoritarios o los que
más socios tenían.A lo largo del final del S.XIX
primer tercio del S.XX aparecieron,en diferentes regiones,
vías alternativas de asociación y de coo- perativas
de carácter socialista,republicano y
anarcosindicalista.(202)Mientras que los sindicatos
católicos y agrarios eran los predominantes en Casti- lla
y otras regiones del interior de España, en
Andalucía y Extremadura serán a finales del siglo
XIX, los anarcosindicalistas los predominantes, utilizando la
violencia,muchas veces,para conseguir sus
objetivos.(203)

A principios de 1888,se producen una serie de conflictos
por toda Espa-ña.En Barcelona se declaran en huelga los
carpinteros, ebanistas, zapateros y canteros para reivindicar la
jornada laboral de diez horas. En Logroño,se declararon en
huelga las modistas para protestar de la competencia que les
hacian las monjas "Madres Adoratrices".En,Cádiz los
panaderos exigían un salario de 5 reales diarios y 1 Kgr.
de pan.Sin embargo,el conflicto más im- portante
será el de Ríotinto, en Huelva. En esta ciudad
6.000 personas se manifestaron ante el ayuntamiento, para pedirle
la mediación del alcalde contra la empresa con capital
inglés. Los huelguistas exigieron la supresión del
sistema de calcinación al aire libre por razones
económicas y de salud pública. El alcalde
pidió la intervención del gobernador provincial que
llega a la ciudad al frente de una tropa, que abre fuego contra
los manifes-tantes provocando 20 muertos y más de 150
heridos. (204)

Entre finales del siglo XIX y principios del XX se
sucedieron las revuel- tas y los conflictos sociales. Las huelgas
de la industria textil catalana y la minera, en Vizcaya, (1890)
junto con importantes manifestaciones por toda España para
celebrar el 1º de Mayo del mismo año, representa un
momento álgido de conflictos sociales en nuestro
país. (205) En 1892, 4.000 campe- sinos armados con hoces
entraron en Jerez gritando: "!Viva la anarquía!", y
mataron a unos cuantos tenderos. La caballería
reprimió la insurrección; cuatro hombres fueron
ejecutados y muchos otros condenados a prisión. Se calcula
que en toda Andalucía había,en la década de
los ochenta del S.XIX, unos 30.000 anarquistas. (206)

Asimismo proliferaron los atentados anarquistas con
bomba. El 24 de septiembre de 1893 un anarquista
atentó en Barcelona contra el general
Martínez Campos, que resultó herido,a la vez que
moría un guardia civil.El autor del atentado,Paulí
Pallás fue fusilado, hecho que comportó la repre-
salia de otro anarquista, Santiago Salvador Franch, que el 7 de
noviembre de1893 lanzó una bomba en el interior
del Teatro del Liceo, causando 20 muertos.(207) El 7 de
junio de 1896, cuando estaba pasando la procesión del
Corpus por la calle de Canvis Nous de Barcelona hacia la iglesia
de Santa María, se lanzó una bomba que
provocó la muerte a 8 personas. Por este atentado fueron
detenidas un total de entre 365(Comín Colomer) y
más de mil (Domènec Guansi);finalmente serán
ejecutadas cinco personas (4 de mayo de 1897) en el castillo de
Montjuic, y otras 20 fueron condenadas a penas de prisión.
El autor del atentado,un anarquista francés apellidado Gi-
rault, escapó a Argentina. (208) La división del
anarquismo era cada vez mayor entre los partidarios de la
acción directa y los partidarios de la a- cción de
masas, estos daban prioridad a la fundación de
organizaciones sindicales y veían difícil acabar
con el Estado por medio de atentados. (209)

Para intentar acabar con el terrorismo anarquista,el
gobierno de Cáno- vas del Castillo aprueba una dura ley
contra el anarquismo que condenaba con la pena de muerte si se
producía una muerte por explosión de un arte– facto
y con cadena perpetua hasta morir en prisión si la
explosión se produ- ce en un edificio público o
resulta alguna persona herida.Además estos pro- cesos por
terrorismo entrarían a ser competencia de los tribunales
militares (Ley de 2/IX/1896). Como complemento a esta ley, el
Ministerio de Gracia y Justicia aprueba, unos días
después, el 19 de septiembre de 1896, otra ley en la que
se organiza un servicio especial de policía judicial para
reprimir al movimiento anarquista dotándolo con 125.000
pesetas anuales. (210)

Esta nueva Ley antianarquista, junto con las 5 recientes
ejecuciones en Montjuic, provocaron una reacción en el
movimiento anarquista internacio-nal y el deseo de venganza
contra el que consideraban el máximo promotor de esta
nueva Ley y de las ejecuciones de los anarquistas: el conservador
y presidente del gobierno Cánovas del Castillo.
Cánovas es asesinado cuando estaba leyendo el
periódico sentado en un banco en el exterior del balneario
guipuzcoano de Santa Águeda, situado a 3 kilómetros
de Vergara. El asesi- no era el anarquista italiano, nacido en
Nápoles, Michele Angiolillo que le disparó por tres
veces, dos balas le impactaron en la cabeza y la tercera en un
costado,ocasionándole la muerte una hora más
tarde.Angiolillo fue detenido de inmediato mientras gritaba: "Soy
anarquista, le he matado". El 20 de agosto de 1897 será
ejecutado a garrote vil en Montjuic.(211)

En las primeras décadas del XX el anarquismo se
afianzó en Andalucía y Cataluña. En 1910 se
fundó el sindicato Confederación Nacional del Tra-
bajo (CNT) el nuevo sindicato defiende: la no intervención
de los trabaja-

dores en la política, la necesidad de la unidad
sindical para acabar con el capitalismo y la huelga general
revolucionaria. Sus líderes fueron: Salvador Seguí,
Ángel Pestaña y Joan Peiró. La
evolución de la CNT fue anómala al sucederse
períodos de fuerte crecimiento y de decrecimiento debido a
las fuertes represiones e incluso a su prohibición.
(212)

A principios de 1898, a pesar de la represión
gubernamental,se produje- ron motines, huelgas y manifestaciones
de protesta que, desde las regiones valenciana, murciana y
castellana, se extendieron por todo el país, con san-
grientos resultados en Linares, donde la fuerza pública
causó 12 muertos y 50 heridos entre los mineros. En Bilbao
hubo huelga de mineros, resultando varios de ellos heridos,
mientras que en Elche se manifestaron las mujeres y en Cartagena
los mineros, en protesta contra la inflación.
(213)

La crisis por la que atravesaba España, en 1898,
fue de una gravedad compleja e inusitada. La guerra de Cuba, con
la derrota consiguiente contra los Estados Unidos, en la que el
gobierno se obstinó en derramar hasta la última
gota de sangre, provocó una catástrofe nacional
tanto por sus efec-tos como también por sus repercusiones.
(214)

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